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COE aera perce em etn mca ca cee ges Ree teen ney eco Pee eran eee a ne note) eee ere ints realizado en la Universidad Auténoma Metropoli- eM uel ele Vay Melle 5 DURANTE EL Sey ne a . a FI ra CIEN ANOS DE PROPUESTAS ¥ COMBATES anne one noma nen erent eee tae tad pais, es hija directa de su historia’, Por ello, como eas Co eget ed eee eon a kee a audaces proyecciones y las dolorosas rupturas, se reflejaen una produccién historiografica igualmen- te tensionada, introspectiva y desafiante, inclinada Sere Or one Sc ee ees rane ae ene aera ReneS Crees ats enna libro, Tener en nuestro pais este intento por siste- Rasp ats eee etc eee opens scee cd peers Pease er cna rnc een re eens aeae_IIi, D | puis i bit Peery ret a pes ae cet Tito} ‘A HISTORIOGRAFIA CHILENA DURANTE EL SIGLO XX w LA HISTORIOGRAFIA CHILENA DURANTE EL SIGLO XX Cien aitos de propuestas y combates {LA ISTORIOGRAFIA CHILENA DURANTE ELSIGLO xx efi Pet Valo Ise 978-956-9645-06.8 Julio Pinto Vallejos = Sl CONTENIDOS PROLOGO - rigina » INTRODUCCION - Pagina 13 cAPETULO I~ Péigina 17 FIN DE SIECLE Y NACIONALISMO CONSERVADOR 1900 - 1940 capiruto tt Paginas LAHISTORIOGRAFIA COMO. INSTRUMENTO DE CAMBIO 1950 - 1973, cAPiTULO III - Pégina 69 HISTORIAR EN DICTADURA 1973 - 1990 CAPITULO IV - Pigina 93 LABATALLA DE LA MEMORIA 1990 - 2002 REFERENCIAS - Pégina sx? PROLOGO FI libro que usted tiene en sus manos, e¢ una com tribucién de uno de los historiadores mis relevantes actualmente en Chile. Las investigaciones de Julio Pinto Vallejo sobre la politizacin del mundo popular en la pam pa salitera, sus trabajos sobre el Partido Obrezo Socialista chileno y, en el siltimo tiempo, su reciente biografia en torn a Luis Emilio Recabarren, son parte de una larga ‘empresa de indagacion que ha combinado la rigurosidad ‘académica con el aporte al desarrollo de una historiogra fia critica en nuestro pais. En esa senda, junto a Gabriel Salazar y un equipo de investigadores, a fines del siglo 30. icaron quizis la obra més ambiciosa en este sentido: la "Historia Contemporinea de Chile’. Los cinco volimenes, basados en los mas recientes avances disciplinares hasta ‘ese momento, delineaban los principales actores y pro esos del devenir histérico de nuestro pais. Esta, como el mismo Julio Pinto, se enmared en la “batalla por la memoria’ que se despleg6 en la iltima década del siglo Yy que ~podrlamos agregar— tuvo uno de sus puntos mis Algidos en torno a la conmemoracién de los 30 afios del golpe de Estado de 1973. Por tanto, Pinto ha sido una de las figuras més prominentes de una franja de historiadores ctiticos que logré desplegar un andlisis distanciado de las lecturas més tradicionales y dominantes en la sociedad chilena sobre su desarrollo bistérico. Con el objeto de claificar que la disciplina hist 2 y la memoria colectiva se construyen en un marco de “Historias en disputa", es que para inaugurar la eoleccion {A MISTOROCRAPIA CHIESA DURANTE SILO Xx due leva este nombre, editamos en Chile el libro “La His toriogrfiachilena durante el Salo x. Cienaios de propuestas 1 combate”, Publicada originalmente en México hace ya ‘una década, en el marco de un seminario realizado en la Universidad Auténoma de México, pata el texto con esta renombrada premisa: “la historiografia de Chile, como la de cualquier pais, es hija directa de su histori’. Como pro- seguia el autor:"un silo xx caracterizado a escala nacional por las grandes convulsiones, las audaces proyecciones y las dolorosas rupturas, se refleja en una produccién historiogrifica igualmente tensionada, introspectiva y desafante, inclinada a las constantes relecturas del pasa- do y a la exigente critica del presente”. Esta apuesta no ‘menor y que muy pocos historiadores hasta ese momento 2 incluso hasta la actualidad— han realizado, es lo que intentaba el seminario y luego el presente libro. Tener en ‘nuestro pats este intento por sistematizar y situar en sus respectivos contextos algunas —no todas, por cierto— de las principales perspectivas histéricas de nuestco pais en el siglo reci pasado, se vuelve fundamental, Dada la misma éptica de esta contribucién critica sobre la historiografia chilena, pensamos que no es solo fandamental para los historiadores, sino que para la cin- adania de nuestro pais. Como evidencia en términos ‘enerales este trabajo, durante el siglo xx el desarrollo de las diversas Opticas historiogréticas estuvieron ligadas 4 procesos, actores y proyectos politicos que buseaban {ular Tos destinos del pais en determinadas drecciones, Ea ‘base a ello, consderamos que la construccién de una pers- pectiva que piense en la transformacién de nuestro pats, se enfrentara al desafio de desplegar una mirada sobre su pasado, el presente y las posibilidades de pensar un ‘maiana. Por lo mismo, comprender que la memoria y la historia se sitian en sus respectivos contextos, no solo se ‘vuelve una cuestién académica de primer orden, sino que un desafio para la construccién de una ciudadania activa. Cabe remarcar que el afin ertica y riguroso —tal como ha Aesarrollado el propio Pinto en su obra~ no han perderse, ‘pues son pilares claves para ver en el analisis socal no un insumo que legitima un determinado proyecto, sino el que pretende explicar y dar luces sobre los procesos histricos del pais, desde los cuales se construyen los horizontes de cexpectativa un presente y futuro distinto. En parte, man: tener este espiritu se vuelve clave para que los distitos actores de cambio que apunten a una sociedad distint, puedan relfexionar sobre las pugnas que enfrentan en su. constitueién diata, En todo proceso de indagaci6n, se requiere centrar focos de anilisis y por tanto desestimar otros, por ello, esta ‘bra al tener un cardcter “general”, es mas bien un trabajo aproximativo, que en ver de zanjar el devenie sobre la his torio grafiachilena, invita a analizaro y discutirlo. Eneste sentido, el texto que presentamos fue escrito el aio 2003, pata ser publicado un par de aiios después en México. En fese marco, la reflexion del autor fue estrictamente sobre los debates historiogrficos que recorrieron el siglo x ‘tomando fugazmente los textos esritos hasta el 2002, pues ppara el historiador en esos momentos se vivib un “punto de inflexiéa” en la disciplina. :Habra sido efectivamente fe3e afio un hite para el quehacer historiogratico como sugiere Pinto? Ello queda para la discusién que recopile y sistematice lo que vino después, cuestion que pretende promover este libro. Conservando su objetivo incial junto ‘a su especifico lugar y momento de produccion, se ha deci dido dejar el texto como el original, de hace ya trece aos. De lo contrario, se terminaria desarticulando la temporali- dad propuesta en la reflexin. Investigaciones mis profindas podran incluie una diversidad de historiadores e historiadoras que han con tribuido en ambitos especificos o en visiones generales sobre el desarrollo histérico del pas entrado el siglo xx, pero pensamos que no variardn sustancialmente la idea ‘central planteada en este texto ~mostrindo con ello la for taleza del planteamiento-, segin el cual la histoviogratia ha estado fuertemente vinculada a los derroteros del pai De alli que esta sistematizacin invita ala reflexin sobre el rol de la historiografia como disciplina en el marco del conjunto de la produccién y desarrollo de la realidad social. Perticularmente para quienes redactamos esta pre- sentacion, consideramos que para futuras generaciones de historiadores e historiadoras quedard el desafio por vincular la emergencia y desarrollo de la historiografia reciente con las necesidades sociales y politicas que se hhan desplegado en los éltimos aios en el pais. Para parte, pensamos que el desarrollo reciente de la historiografia, particularmente de los nuevos anilisis sobre el devenir histérico-politico de nuestro pais, ha respondido @ un ruevo ciclo de “batallas por la memoria", un intento por cexplicar cieras problematizaciones y vacios del presente. Por lo mismo, est libro nos aporta anivel general lo que ‘cutrié con la historiografia en el siglo xx, siendo ante- cedentes importantes para identificar lo que acontece con nuestra diseiplina en su propio decantamiento. Sin embar: 0, esto seré parte importante del quehacer de los actuales y faturos historiadores. En base a todo lo anterior, y en conjunto con la Editorial América en Movimiento, pone- 1mos a disposicion esta obra al publica chileno. Ahora bien, en lo que y como contribuya concretamente este trabajo, ‘dependerd de la conflictividad por la memoria que desplie- _guen los diversos sujetos en el Chile actual y futuro, José Ignacio Ponce Anibal Pérez Contreras’ 1. Integrantes del Taller de Historia Pita. Abos Magister en Historia y estudiantes del programa de Doctorado ex, Historia, rat, Universidad de Santiago de Chile INTRODUCCION La historiografia de Chile, como la de cualquier pais, exhija directa de su historia Asi un siglo xx caracterizado ‘a escala nacional por las grandes convulsiones, las audaces proyecciones y las dolorosas rupturas, se refleja en una produccién historiogrifica igualmente tensionada, intros~ pectiva y desafiante, inclinada a las constantes relecturas ‘del pasado y a la exigent critica del presente. El eco de los debates y las renovaciones dlsciplinarias legadas desde fuera, tanto desde otras ciencias sociales como desde otras tierras, se ha mezclado alo largo del siglo con ls intensos ya veces dramiticos debates internos referidos al tipo de sociedad que se tiene, y se quervia tener. Mas visiblemente tal vez que en otros paises del continent, el oficio de la bstoria ha sido en Chile mas campo de batalla que torre de marfil, mis enfrentaraiento politico que mero ejercicio académico. ¥ aunque en las éltimas décadas algunos de sus cultores han lamentado una cierta pérdida de presencia en los espacios pablicos,fruto de un supuesto “academicismo” profesionalizante (0 de restricciones ficticas ocasional ‘mente muy dificiles de eludi), la verdad es que un examen desapasionado del quehacer historiografico reciente su- giere que no se ha perdido Ia capacidad de remecer las conciencias y de encender la polémica. Tal como viene ‘sucediendo desde incluso antes que despuntara el siglo xx ‘Asi la historiografia liberal eserita durante la segunda mitad del x1x por los padres fundadores de la discipina en ‘nuestro pais (Diego Barros Arana, Miguel Luis Amunétegu, Benjamin Vicuiia Mackenna), aunque aparezca ante la 4 {ULHHsTOROGRAPiA CONLEWA DURANTE Ett mirada actual como una presencia incontestablemente hhegeménica, fue en su momento una opcién politica sobre dl tipo de Estado y de nacién que se estaba en proceso de cconstruit, y por tanto no exenta de propuestas divergentes 6 francamente antagénicas. De igual forma, la historiografia nacionalista-conservadora que da forma ala primera gran corriente dsciplinaria del siglo xx, surge de una visién que se proclama abiertamente contraria a la liberal, tanto en el plano académico como en su juici sobre el tipo de sociedad {que el xrxhabia dejado como legado. Los historiadores y los analistas adseritos a esta nueva lectura de nuestro pasado recibian as el nuevo siglo polemizando, y a través de tales polémicas dibujaban un nuevo sentido comin histérico que se ara fuerte a lo largo de las décadas siguientes, Remecidas y desmoronadas gran parte de las certi= dumbres decimondnicas partir de la crisis inicada en la écada de 1920, la post Segunda Guerra Mundial asistié a ‘una renovacién historiogrfica que una vez mis se sostenia sobre la critica a sus predecesores al orden socal en que se habia desenvuelto su quebacer. Aparecié asi, por una parte, una primera corriente de historiadores declarada- ‘mente marxistas, ue ponian sus saberes al servicio de una visién revolucionariamentealternativa de la historia y de la sociedad. Al mismo tiempo, yen forma paralela, una se- gunda corriente de historiadores seducidas por el ejemplo de Ia escuela francesa de los Annales enfrentaba su objeto de estudio desde un éngulo tal vez menos rupturista en lo inmediatamente politico, pero igualmente determinado a construir una historia en que tuviesen cabida las grandes ‘mayorias sociales y los procesos relevantes para el con junto de la comunidad nacional, Por uno u otro conducto, ‘una sociedad embarcada en una decidida lucha pot la de- 'mocracia y la justicia socal servia de incubadora para una historiografia que recogia esas inguietudes y reconocia el protagonismo de los sujetosimbuidos de tales proyectos. 1a proxima ruptura vino, para la historiografia como para el pais, com el golpe de estado de septiembre de 1973 Puestas abiertamente en entredicho algunas de las leet ras pre-existentes, destruidos muchos de los parimetros historicos y sociales que las habian hecho posibles, repr ‘midos y dispersados sus cultores, la disciplina se enfrent6 4 un periodo de profundo auto-examen y evaluacion de los taminos recorridos, o los que la nueva coyuntura hacia necesario recorrer. Por su parte, el régimen militar no fue reacio a legitimar su proyecto, ala postre refundacional fechando mano al legado historiogrifico © historico. Se ‘entabl6 asi otto combate en que una nueva historia ofcal, con fuerte anclae en las interpretaciones formuladas por el nacionalismo conservador de comienz0s de siglo, debio lidiar con tna vision radicalmente alternativa alimentada por la propia experiencia de la dictadura y por los aportes dle una generacin de historiadores templados y actual ‘zados profesionalmente por el exilio. De ese chogue nai, lo que podria denominarse una nueva historiografia con servadora de signo derechista ejemplificada y hasta cierto punto liderada por el brevemente ministro pinochetista Gonzalo Vial, y una “nueva historia social” de orientacion ia, dispuesta a corregir los errores historiogri- ficos y politicos de la generacién anterior. Su paralelo y simulténeo despliegue acompai el largo periodo de tran sicién entre la dicadura y la nueva democracia Finalmente, ya durante la éltima década del siglo que se examina, la historiografiachilena experimenta la singu- lar paradoja de convertirse en portavoz de una sociedad traumatizada por su historia mis reciente, y por tanto m0 muy deseosa de recordar o revivir sus heridas mis pro- fundas. De esta forma, la recuperacién de los espacios de creacin y expresién restringidos o derechamente clausu- rados por la dictadura no se tradujo en una telegtimacion, inmediata de su rol socal, y ello pese a la profesionaliza cidn que en el intertanto habia experimentado la diseiplina, ide la mano de un sistema cada vez mis consolidado de programas de investigacion y postgrado. La década de los hhoventa, por tanto, transcurri6 en medio de una suerte de a5 crisis existencial diseiplinaria, iaterpelada adicionalmes te por los profundos cuestionamientos epistemol6gicos ‘emanadlos del debate internacional. Aun asi a prsién de ‘Augusto Pinochet en Inglaterra y la legada del nuevo siglo hhan puesto una vez més al anilisis histérico en el centro del debate nacional, recuperando para sus cultores un pa- ppel que, como se ha insinuado en los parrafos que preceden, tiene una trayectoria mas que secular. La sociedad chilena enfrenta asi su segundo centenario como naciéa indepen diente interrogindose una vez més, como lo ha hecho alo largo de su historia, por el sentido de su quehacer colectivo. En las paginas que siguen se hard un recorrido mas ppausado por las etapas yviistudes ripidamente esbozadas hhasta aqui, No se trata, por cierto, de una reconstitueién historia exhaustiva y detallada de la historiografiachilena 4el siglo xx, sino més bien de un intento de identfcar las principales propuestas y lineas de tensiéu que este quchacer hha exhibido en estos cen alos. Para cada una de las cuatro ‘tapas en que se ha centrado el aniliss se hard una presen- ‘acid general, seguida del examen mas detenido de algin autor 0 autores considerados particularmente represen tativos de su respectiva coreiente. En todo momento, y en sintonia con lo que se he dicho mis aeviba sobre el parale- lismo entre historiografia e historia se i correlacionando lanalisis con los procesos mas significativos que enfrent6 la sociedad chilena durante cada una de esas etapas. Se podri configurar asf una suerte ce "ventana historiogriiea” desde la cual observar lo que ha sido para Chile la expe- riencia del siglo xx, y su comparabilidad o excepcionalidad respecto de la vivida por ottos paises lainoamericanos. LFIN DE SIECLEY NACIONALISMO CONSERVADOR 1900 - 1940 “Me parece”, seialba el parlamentario Enrique Mac Iver en un muy citado discurso promunciado en el Ateneo de Santiago el s* de agosto de 2900, “que no somos felices” “Se nota un malestar”,continuaba el influyente politico del Partido Radical, que noes de cierta clase de personas ni de ciertas regiones del pais, sino de todo el pais y dela genera~ lidad de ls que lo habitan. La holgura antigua se ha trocado ‘en estrechez, la energia para la lucha de la vida en laxitud, Ja confianza en temor, as expectativas en decepciones. El presente no es satisfactorio y el porvenir aparece entre sombras que producen la intrangulidad”* Se inauguraba asi el nuevo siglo bajo una sombra de pesimismo que la realidad objtiva del pais parecia a primera vista no avalar. Porque al menos en el plano de las apariencias, la situacién que exhibia Chile hacia 1900 resultaba bastante auspiciosa. La victoria obtenida menos de dos dévadas an- tes en la guerra contra Peri y Bolivia lo habia proyectado internacionalmente como una suerte de potencia militar, al menos a nivel sudamericano, y, més importante aun, le habia otorgado un monopolio sobre la riqueza saltre ra en base al que se coustruria una de sus experiencias ‘mas prolongadas de prosperidad nacional y fiscal. Al ‘mismo tiempo, y salvo por una breve aunque cruenta conflagraci6n civil hacia el término de la presidencia de 2.” Reproducido en Grez, Sergio {e.), La “cestin soi” em ‘Chile exe ydhates precursors (2804-1902), Santiago, D- reecin de Bibliotecas, Archivos y Museos, 1995 8 {UA HSTOROGRAFIA CHRLENA DUEANTE EL 10x José Manuel Balmaceda (1891), estos aos habian conso- Tidado la estabilidad politica que ya habia enorgullecido 4 los seciores dirgentes antes dela Guerra del Pacific, Y que parecia ratficar unas pretensiones “civilizatorias” y ~progresistas"comparidas con sus pares alo largo y ancho del continente. La sociedad chilena se asomabs asi al siglo xx en condiciones de éxito econdmico y madurezinstitu- cional que parecian avalar el desempeto de sus elites y que al verse acompatiadas de claros signos modernizadores (Como el ascenso de lo urbano frente alo rural, la com plejzacion de a estructura socal), asi como de una unidad nacional demostrada al calor de la guerra, auguraban un futuro todavia mas satisfactoro, EL primer eentenario de Ja independencia podia en consecuenca celebrarse en un clima de franca y merecda auto-complacencia. Pero como lo demuestra las palabras ya ctadas de Enrique Mac ver, uno de los voceros mis Kicidos y espe dos de esa eit, el dnimo que imperaba en esas alts extras no era precisamente celebratoro, Porque aunque no e3ca- seaban los que se entregaban desaprensivamente alos goces de a vida ostentosa, a pequeta intriga polities o a socabi- lida esiobelleépoue, las gretas que amenazaban el orden ‘ligirguco se hacan cada vez, mis patentes la bonanza rateial descansaba sobre una prcaria base monoexporta- dora sometida a violentas ictuaciones comerciales y aun preocupante control extranjero; la paz politica apenas al-

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