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Revue belge de philologie et

d'histoire

Lengua, prestigio y prejuicios linguisticos : Algunas consideraciones


sobre el espanol
Isabel Gonzalez Cruz

Abstract
This paper deals with some aspects of the important relationship between language and prestige, and the social and
psychological factors it involves. The concept of prestige plays a significant role in the various processes of language change,
and it seems to be closely related to other concepts such as power, status, social class, linguistic use or grammatical
acceptability. However, the difficulties to define it — either as an attitude or as a particular behaviour — and to describe the
characteristics of those prestigious groups still remain. In connexion with this, we will discuss the idea of a prestigious standard
variety of a language, Spanish, which arises, surrounded by a series of contradictions : apparently, the phonetic features shared
by an overwhelming majority of the speakers of this worldwide language have traditionally been regarded as deviations from the
Castilian (standard) norm, and involve different attitudes and reactions. References will be made to some data provided by the
analysis of the speech of some of the characters in two short comedies, El genio alegre (1907), and Puebla de las mujeres
(1912), written by S. and J. Alvarez Quintero, two popular Spanish comedian playwriters who were very successful in depicting
the habits of their contemporary Spanish society in the first three decades of this century. The stigmatized features of one of the
Spanish dialects were encoded in the speech of the low-class characters in these comedies, which clearly indicates the social
connotations involved in certain sounds. Divergence between pronunciation and orthography, that is textual language, seems to
establish the idea of correction, and, hence, of the prestigious and standard variety of a language.

Citer ce document / Cite this document :

Gonzalez Cruz Isabel. Lengua, prestigio y prejuicios linguisticos : Algunas consideraciones sobre el espanol. In: Revue belge
de philologie et d'histoire, tome 73, fasc. 3, 1995. Langues et littératures modernes - Moderne taal-en letterkunde. pp. 715-723;

doi : 10.3406/rbph.1995.4032

http://www.persee.fr/doc/rbph_0035-0818_1995_num_73_3_4032

Document généré le 08/05/2016


Lengua, prestigio y prejuicios lingüisticos :
Algunas consideraciones sobre el espanol

Isabel Gonzalez Cruz

This paper deals with some aspects of the important relationship between
language and prestige, and the social and psychological factors it involves. The
concept of prestige plays a significant role in the various processes of language
change, and it seems to be closely related to other concepts such as power, status,
social class, linguistic use or grammatical acceptability. However, the difficulties to
define it — either as an attitude or as a particular behaviour — and to describe the
characteristics of those prestigious groups still remain. In connexion with this, we
will discuss the idea of a prestigious standard variety of a language, Spanish,
which arises, surrounded by a series of contradictions : apparently, the phonetic
features shared by an overwhelming majority of the speakers of this worldwide
language have traditionally been regarded as deviations from the Castilian
(standard) norm, and involve different attitudes and reactions. References will be
made to some data provided by the analysis of the speech of some of the characters
in two short comedies, El genio alegre (1907), and Puebla de las mujeres (1912),
written by S. and J. Alvarez Quintero, two popular Spanish comedian playwriters
who were very successful in depicting the habits of their contemporary Spanish
society in the first three decades of this century. The stigmatized features of one of
the Spanish dialects were encoded in the speech of the low-class characters in these
comedies, which clearly indicates the social connotations involved in certain
sounds. Divergence between pronunciation and orthography, that is textual
language, seems to establish the idea of correction, and, hence, of the prestigious
and standard variety of a language.

El creciente interés suscitado por el lenguaje en los Ultimos tiempos ha hecho


que el estudio de los fenómenos lingüisticos sea el objetivo de toda una gama de
disciplinas empenadas en desvelar los enormes poderes del lenguaje humano. Una
vez reconocida la evidente capacidad del lenguaje para expresar aspectos e incluso
teonas de la realidad, asi como su conexión con los factores sociales y económicos,
se impone la necesidad de concebir el lenguaje no como un reflejo de los
acontecimientos sociales, sino como una parte del proceso social en su conjunto
(Fowler et al. : 1989). El lenguaje forma parte de la sociedad, y no es factible
hablar de una relación entre el lenguaje y la sociedad, como si fueran dos entidades
independientes que entran en contacto de manera ocasional :

Language is a part of society; linguistic phenomena are social phenomena of a


special sort, and social phenomena are (in part) linguistic phenomena [...] in the sense that
the language activity which goes on in social contexts (as all language activity does) is not
merely a reflection or expression of social processes and practices. [...] it is not a matter of
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a symmetrical relationship « between » language and society as equal facets of a single


whole. The whole is society, and language is one strand of the social (Fairclough : 1989,
p. 23).

Pero el lenguaje no solo nos permite establecer relaciones sociales sino que
ademâs esta habilidad humana desempena la importante función de proporcionar
información acerca de los hablantes, y no por lo que estos dicen sino por la forma
en que lo dicen. En palabras de Trudgill (Trudgill : 1974, p. 14) :
...whenever we speak we cannot avoid giving our listeners clues about our origins
and the sort of person we are. Our accent and our speech generally show what part of the
country we come from and what sort of background we have. We may even give some
indication of certain of our ideas and attitudes, and all of this information can be used by the
people we are speaking with to help them formulate an opinion about us.

Hudson (Hudson : 1981, p. 207) se pregunta por que la gente utiliza el habla
como fuente de información, y denomina prejuicio Hngiiistico a ese hâbito, pues los
juicios de valor basados en el habla son « enteramente comparables a los juicios
favorables o desfavorables en los que la gente se basa en factures observables taies
como el vestido ». Esos juicios de valor son totalmente arbitrarios, puesto que,
como afirma Wallwork (Wallwork : 1985, p. 101) « the judgement is not usually
based on the attractiveness or otherwise of sounds, but on a much more deep-rooted
social prejudice. The sound is merely taken as the outward symbol of some inner
reality ». Muchas veces sucede que simplemente la gente tiende a desconfiar,
cuando no a despreciar, a los que hablan de forma diferente, dando por sentado que
la forma de hablar de uno es la mas natural. Asi, por ejemplo, en Gran Bretana los
acentos del norte son considerados inferiores a los del sur, y, como sugiere
Wallwork (Wallwork : 1985, p. 4) es posible que dos ejecutivos que se encuentran
en un tren hagan mäs amistad si ambos hablan el dialecto de Yorkshire, que si solo
uno de ellos habla esta variedad del inglés, y la del otro es el irlandés.
Para Hudson (Hudson : 1981, p. 207) esta tendencia a sacar conclusiones
no lingih'sticas acerca de los demâs segiin su forma de hablar es imprescindible, ya
que permite que se produzca la interacción social entre personas que no se conocen
bien. Otro tema muy diferente es el de los valores positivos o negativos que se
asignen a un habla determinada, por sus rasgos : un hablante cuya habla posea una
caracterîstica que es valorada positivamente sera altamente valorado dentro de esa
comunidad que le juzga. Lógicamente, y tal y como han senalado muchos
lingiiistas, cualquier juicio de valor sobre la mayor o menor corrección o pureza
lingüistica del habla particular de un individuo se basa en apreciaciones de indole
social y, en ningun caso, lingüistica, ya que, como sistemas complejamente
estructurados y guiados por reglas, todas las lenguas y dialectos son igualmente
buenos y vâlidos, en tanto que satisfacen todas las necesidades comunicativas de
sus usuarios. Como afirma Alvar (Alvar : 1990, p. 19), « cada hablante tiene en el
instrumento lingiiistico que maneja el mejor de todos los posibles ; sin él no podn'a
hablar y con él se realiza en cuanto necesita ».
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No hay nada inherente a las variedades dialectales de una lengua que les haga
ser consideradas inferiores : son mâs bien las actitudes hacia sus hablantes, a
quienes se cataloga como pertenecientes a un determinado grupo de escalafón bajo o
no prestigioso. En definitiva, las actitudes hacia cualquier dialecto no estandar son
un reflejo de las estructuras de la sociedad (Trudgill : 1974, p. 20), de modo que la
diferenciación interna que existe en las sociedades humanas se materializa
igualmente en el lenguaje y sus variedades. Y es que el propio concepto de lengua
es incorrecto : términos como inglés o espanol en realidad hacen referencia a una
enorme gama de diferencias lingùïsticas, por lo que séria mâs adecuado hablar de
variedades del inglés o del espanol (Quirk-Stein : 1990, p. 27). De ahi que
Fairclough (Fairclough : 1989, p. 21) ponga en duda la existencia en un sentido
unitario y homogéneo de lo que generalmente denominamos lengua — definida
jocosamente como « a dialect with an army and a navy » — en el sentido
saussureano que distinguia entre « langue » y « parole ».
Aunque la variación en el lenguaje esta en función de factures diversos como
la clase social, el contexto (formai o informal), la edad, el sexo o la procedencia
geogrâfica del hablante, es sin duda este ultimo elemento el que provoca una
diferenciación mâs acusada, de modo que cuanto mayor es la distancia geogrâfica
entre dos comunidades, mayores serân las diferencias lingiiisticas entre sus
hablantes. Estas diferencias pueden ser fonológicas, léxicas o gramaticales, y se
deben a factores históricos, geogrâficos o politicos: con frecuencia un rio, una
cadena de montanas, o las fronteras de una antigua diócesis o principado actuan
como marcadores de diferentes dialectos regionales (Wardhaugh : 1993, p. 133).
Sin embargo, cuando se habla del inglés o del espanol, lo que la gente tiene en
mente es la variedad estandar, un concepto en el que sin duda entran en juego
factores extralingih'sticos como el poder politico o económico. En palabras de
Joseph (Joseph : 1987, p. 44), « the rise of one community's dialect as
synecdochic within a linguistically fragmented region is both a manifestation of that
community's power and a base for expanding it ». En este sentido, la
estandarización lingiiistica es uno de los temas que mâs directamente enlazan al
lenguaje con el concepto del poder. Aunque la estandarización tiene como fin el
facilitar la inteligibilidad y la comunicación entre los hablantes de las distintas
variedades, también es cierto que esa variedad estandar conlleva el ejercicio de una
presión sobre los demâs dialectos, « a pressure that stems in large part from its use
by dominant groups within society for priviledged forms of communication »
(Montgomery : 1993, p. 137).
Asi, en el caso del espanol cabe senalar la importancia de los factores
históricos, que hacen observar a Marcos Marin (Marcos : 1975, p. 277) cómo lo
espanol comenzó siendo « lo castellano, que se va ampliando hasta englobar en lo
abarcable por su radio vital a los otros pueblos espanoles, si bien este abarcar ha
tenido sus limites », ya que aragoneses y catalanes habian quedado excluidos por la
reina Isabel la Católica de la empresa del Imperio. Este autor, citando a Américo
Castro nos recuerda cómo « los castellanos fueron castellanizando y espanol izando,
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has ta donde lesfue posible, a leoneses, gallegos, navarros, aragoneses, catalanes,


valencianos, a los indios de America ». Castilla se impone politica y
lingüisticamente al compas de la Reconquista ; sin embargo, Galicia y Catalufia,
alejadas de Castilla por la politica de division de los reinos y por la distancia,
pudieron conservar sus lenguas y culturas.
La historia explica, por tanto, la pervivencia en la Peninsula Ibérica de cuatro
lenguas (castellano, catalan, gallego y vasco). Existen, sin embargo, otras variantes
o modalidades del espanol que se consideran dialectos (andaluz, canario,
extremeno, murciano). Tal y como reconoce este autor, la distinción entre lengua y
dialecto nunca ha estado muy clara entre los lingüistas, que en general no suelen
usar el término « dialecto » con la connotación negativa que popularmente se le
atribuye. En palabras de Milroy, « modem nation states normally have a
standard language in addition to other varieties, and this standard is popularly
thought to be THE language, the dialects being corrupt deviations from it ».
(Joseph : 1987, p. viii). De hecho, algunos lingüistas espanoles, como Marcos
Marin (Marcos : 1975, p. 76), han definido el dialecto como « un sistema
lingiiistico de âmbito geogrâfico o cultural limitado, que no ha alcanzado, o ha
perdido, autonomia y prestigio frente a otro sistema con el que constituye
genéticamente un grupo, y esta dominado por él cultural o politicamente,
aceptândolo como lengua suprarregional ».
Quizâ el hecho de que el origen del idioma espanol esté en Castilla tenga que
ver con el supuesto prestigio que se Ie atribuye en Espana a la lengua hablada
actualmente en esta zona, asi como con los elogios que se oyen con alguna
frecuencia entre el pueblo sobre el habla de ciudades castellanas como Burgos o
Valladolid (Marcos : 1975, p. 283). En cambio, las cuatro « desviaciones » del
hipotético espanol estândar comparten una serie de rasgos fonéticos bien
diferenciados, a los que Fernando Lâzaro (Lâzaro : 1986, p. 454) reconoce una
gran vitalidad ya que « muchos de ellos ascienden por La Mancha y llegan hasta
Madrid ». Curiosamente, estos rasgos coinciden también con los del espanol
hablado por millones de personas en toda la America Latina, y han estado
« estigmatizados » por la norma castellana. Actualmente, aunque aceptados a
nivel oficial, continuan provocando en la practica cierto rechazo entre una buena
parte de los hablantes del castellano « correcto », fundamentalmente en zonas del
norte y el centra de la peninsula, que asocian estas hablas méridionales con una
serie de connotaciones sociales muy subliminales. Estos rasgos son el seseo, o la
no distinción entre los sonidos /s/ y /Θ/ ; el yeismo, o la pronunciación de la -11
como -y ; la relajación de la -s final de sflaba y de palabra, que se convierte en una
aspiración; y la relajación de la velar fricativa /x/ (en « jamón ») que pasa a ser
una /h/ aspirada, mucho mas suave (« hamón »).
En realidad los manuales contemporäneos de Lengua Espanola reconocen la
existencia de dos normas en el « sistema fonológico de hoy: la del sistema
centronorteno peninsular y la del americano o atlântico, y se senalan las variantes
mas aceptadas » (Alarcos : 1994, p. 19). Pero tradicionalmente, en Espana el
seseo, el yeismo y la relajación y aspiración de los sonidos /s/ y /x/ han sido
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considerados incorrectos, por lo que los oyentes castellanos inconscientemente


suelen seguir otorgando a aquellos cuya habla posea estos rasgos otros rasgos
extralingih'sticos como el de ser graciosos, o, en algunos casos, la impresión de ser
incultos, poco inteligentes y algo fanfarrones, e incluso de no ser personas de fiar.
Estas apreciaciones — en parte fruto de mi propia experiencia personal como
hablante de uno de esos dialectos — pueden ser confirmadas con diversos datos que
nos proporciona la vida cotidiana, tanto en el lenguaje oral, como en el escrito, asi
como en encuestas que hemos llevado a cabo para medir las actitudes hacia los
distintos acentos. Asi, por un lado comprobamos que en los medios de
comunicación de emisión nacional escasean los hablantes de estas variedades
dialectales entre los locutores de radio y television, dândose el caso de que muchos
de los que son originarios de estas zonas dialectales modifican su habla ante las
câmaras, pasando a hacer gala de un correctisimo castellano, sin relajamiento de la -
s y con distinción perfecta entre -s y -z.
En cuanto al lenguaje escrito, lógicamente las normas ortogrâficas no permiten
reflejar las distintas realizaciones foneticas. Sin embargo, dentro de la rica literatura
espanola podemos referirnos a las obras de dos autores, los hermanos Serafin y
Joaquin Alvarez Quintero, que se preocuparon en codificar en los textos de sus
comedias el habla andaluza, de la que son caractensticos estos y otros rasgos. Estos
prolificos autores estrenaron unas doscientas obras entre comedias, dramas,
sainetes y zarzuelas, todas ellas escritas en estrecha colaboración entre 1888 y 1936.
En sus obras, que enlanzan con el costumbrismo decimonónico, abundan los tipos
pintorescos de Sevilla y la baja Andalucia. Su producción destaca por la gran
amenidad y por el diâlogo ingenioso y sutil, pero sobre todo por la incorporation de
los rasgos fonéticos mâs caractensticos del dialecto andaluz en la dicción de los
personajes de clase inferior. Pensamos que esto no es casual sino que es el reflejo
de esa connotation de incultura, de falta de education que producen en el oyente
castellano medio los rasgos mencionados (seseo, yeismo, aspiration de la -s, etc.),
es decir, es un reflejo de la realidad: son rasgos estigmatizados, desprestigiados, a
pesar de que son los rasgos que caracterizan a la inmensa mayoria de
hispanohablantes a nivel mundial.
Si analizamos el habla de los personajes de dos entremeses, El genio alegre
(1907), y Puebla de las mujeres (1912), (*) observamos que todos los personajes
que representan a las clases inferiores, como los empleados al servicio de la casa,
presentan estos rasgos: Diego (cochero), Chacha Pepa (ama de cria), Coralito
(criada), Salud y Pandereta (jardineros) y Lucio (trabajador del campo) en la
primera obra ; y en la segunda, sucede lo mismo con Dieguilla, Guitarra, y la
Muchacha (todos ellos sirvientes), y Pepe Lora, un personaje de baja extraction
social. Veamos algunos ejemplos ilustrativos:

SESEO:
Coralilo : « ι Estân ahi las masctas ? » (p. 104)
(*) Ambas obras han sido cditadas en un mismo volumen por Grcgorio Torres Nebrera (1989),
deniro de la Colccción Austral, de Espasa Calpc.
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Coralito: « Grasias. ι Tu te has fijao en la soga der poso ?... que siente la punsâ
(p. 106)
Coralito : « Y cuando nase un nombre tonto... como aquer que dise... (pp. 107-8)
Coralito : « Dise que a usté no lo conose... (p. 122)
Salud : «... Frasquita la cosinera... ι Y de cuando entramos en relasiones ? »
(pp. 122-123)
Pandereta : « Me lo has contao noventa veses... tengo prohibido yo arrugâ el
entresejo... » (pp. 123-124)
Coralito : « ...si tu te sivilisaras un poco... » (p. 132)
Pandereta : « ... y el otro el aseite... y er padre agua de una boteya asu... » (p. 125)
Salud : « ι Que se le va a hase, sefiorita ?... ι Ensima nos vamos a apura ? »
(p. 124)

YEÎSMO :
Lucio : « Siete griyo... » (p. 106)
Coralito : « ... unos sarciyos de briyante... ; yevo diez dias, y sin sali a la caye »
(p. 108)
Ambrosio : « ... se lió con eyos y ze comió tres varas e vayao ! un chiquiyo... »
(pp. 61-62)
Chacha Pepa : « Cdyese usteé... que grufie usté mâs que er carriyo de un pozo ! »
(p. 83)
Pandereta : « ... debajo e ca ladriyo... » (p. 124)
Salud : « Nos yevamos mu bien. » (p. 124)
Pepe Lora : « ... Me yegaré ahi enfrente primera. » (p. 169)
Guitarra : « Con lo a gusto que estâbamos ayi cantando, que me yegue ahora a vé. »
(p. 182)
Dieguilla : «... o ze ha fumado usté dos pitiyos zeguios, o habia visita de
cabayero ». (p. 163)

RELAJACIÓN de -s final de silaba y de palabra :


Ambrosio : « ... no ecarmientan nunca. » (p. 61)
Chacha Pepa : « ... nos juntamos el hambre y la gana e corné. » (p. 71)
Lucio : «... debe de ze de Pari de Francia... » (p. 107)
Coralito : « \ Jesu ! » (p. 119)
Lucio : « Siete griyo e lo que saldrân ». (p. 106)

Estos tres rasgos son comunes a la mayoria de las hablas méridionales (mitad
sur de la peninsula, Canarias y America), aunque se codifican también otros rasgos
propios del habla andaluza, no culta, taies como el ceceo — o la realización de -s
como -z (« zu zervidó ») ; omisión de la -r final e intervocalica (« senó
administradó », « quieo zé »); omisión de la -1 final (« principâ », « bau ») ;
confusion entre -1 y -r (« er trigo », « vorvé ») ; realización de -b como -g
(« giieno »), etc.
Ciertamente la valoración en alto o en bajo grado de determinados rasgos
variarâ de unas sociedades a otra, de modo que si los rasgos méridionales a los que
nos referîamos son valorados negativamente en la zona norte de la Peninsula, no es
menos cierto que el castellano « correcto », si bien suele ser considerado
prestigioso en Espana, — y es el habla que se utiliza mayoritariamente en los
medios de comunicación nacionales — , también provoca a nivel popular ciertas
reacciones entre los oyentes méridionales, ya que este « hablar fino » — como se
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le denomina en Andalucia — parece otorgar al hablante algunas caracteristicas


personales como las de orgullo, altanerîa y presunción, quiza a raiz del dominio
politico ejercido históricamente por el castellano. Résulta igualmente significativo
que un mismo fenómeno lingüistico como es la pérdida de la -d- entre vocales
tenga distintas valoraciones dependiendo del dialecto en el que se produzca.
Asi, aunque es frecuente en Castilla eliminar la -d- en los participios en -ado
(se oye mucho « he estao » en lugar de « he estado » ; « se ha olvidao » en
lugar de « se ha olvidado ») o en palabras como « pescado » (popularmente,
« pescao »), este mismo fenómeno es valorado negativamente por los castellanos
cuando lo oyen en las hablas andaluzas, donde es habituai eliminar la -d-
intervocâlica en los participios en -ido (« he comio » en lugar de « he comido » ;
« he sentio » en lugar de « he sentido ») ; en palabras como « na »
(« nada ») ; o ante -r- (como en « pare » en lugar de « padre »). En palabras de
Alarcos (Alarcos : 1994, p. 18), « se comprende y hasta se justifica que cada uno
encuentre mas eficaz y précisa la norma idiomâtica a cuya sombra ha nacido y se ha
formado; pero ello no implica rechazo o condena de otras normas tan respetables
como la propia ».
Sin embargo, en la practica ese rechazo si existe : la estrecha vinculación
entre los factures sociales y psicológicos con el lenguaje provoca la aparición de ese
concepto de prestigio lingüistico, lo que nos lleva a preguntarnos que factures
determinan que los ruidos que hacemos con la boca al hablar resulten mas o menos
prestigiosos. El prestigio parece estar muy ligado a otros conceptos como el de
poder, status, clase social, uso lingüistico o corrección gramatical, y es un factor
que desempena un importante papel en los diversos procesos de cambio lingüistico,
ya que las actitudes determinan el que se mantengan o se eliminen ciertas diferencias
dialectales. Pero a pesar de que diferentes disciplinas se han ocupado del prestigio,
las dificultades para definirlo ya sea como actitud o como un comportamiento
determinado, asi como para describir las caracteristicas de los grupos prestigiosos
no parecen haberse superado. Al var (Al var : 1990, p. 15) entiende el prestigio
como « la aceptación de un tipo de conducta considerado mejor que otro ». En
palabras de Moreno Fernandez (Moreno : 1990, p. 187) :
... el prestigio es algo que se tiene, pero también que se concede. Podemos définir el
presligio como un proceso de conecsión de estima y respeto hacia individuos o grupos que
reunen ciertas caracteristicas y que llcva a la imitación de las conductas y creencias de esos
individuos o grupos. [...] La mayor parte de los sociólogos han analizado el prestigio como
actitud, mientras que los antropólogos lo han estudiado como conducta. Los sociolingiiistas,
por su parle, [...] han preferido detenerse en averiguar lo que es considerado como prestigioso
y no en descubrir, sobre Ios individuos y grupos prestigiosos, cuâles son las caracteristicas
que Ios convierten en talcs. El punto de vista que puede ofreccr anâlisis mas ajustados a la
realidad es cl de la actitud, porque profundi/ar en cl prestigio como conducta presupone que
el prestigio ya ha sido concedido por otros individuos. [...]
Para cl estudio del prestigio hay que suponcr que lo que cl hablante crée correcto es, a
su vcz, lo que también considéra mus prestigioso, pero debemos matizar que lo que es
considerado como correcto no tienc por que ajustarsc a lo que, desde un criterio normative
se ju7ga como correcto. De ahi la dificultad que implica el concepto de corrección.
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En este sentido, résulta contradictorio que algunos hablantes del castellano


« puro » sigan considerando inconscientemente que su habla — que si distingue
entre /s/ y /θ/, /11/ y /y/ y que no relaja ni aspira la -s- implosiva ni la /x/ — sea
la correcta, y por tanto la del espanol estândar. Hoy en dia, « ya no es posible
sostener, como un siglo atrâs hacia Leopoldo Alas, que los peninsulares somos los
amos del idioma » (Alarcos : 1994, p. 17). Si atendemos a la definición de
estândar que ofrecen Quirk y Stein (Quirk-Stein : 1990, p. 123), el castellano no
es precisamente el tipo de espanol « which draws least attention to itself over the
widest area and through the widest range of usage » : es un hecho que la
« fuerza » del espanol a nivel mundial se debe sobre todo al gran numero de
hablantes americanos, cuyas hablas se diferencian precisamente del castellano
« puro » por esos rasgos, supuestamente « estigmatizados » que comparten con
los otros dialectos del espanol de Espana.
En este sentido, Al var (Alvar : 1990, p. 21) reconoce la dificultad de définir
una norma estândar del espanol, « porque variarâ de unos lugares a otros, y
siempre sera culto quien la emplee de una u otra forma, o se repudiarâ en unos sitios
como incorrecto lo que es correcto en otros ». Pero mas adelante, este autor sugiere
la utilidad de la lengua literaria a la hora de decidir lo que es correcto, de modo que
lo que en el lenguaje escrito es correcto es lo que ha producido la estandarización.
Afirma que nadie en el mundo hispânico aceptaria que un alumno escribiese
« cabayo » en lugar de « caballo », o « prosesión » en lugar de « procesión »,
y que la lengua estândar es el resultado de un consenso basado en los usos
literarios, que sirve para mantener la unidad del sistema :
Es cl rcfcrcnic vâlido en un moincnlo dado en la inmensa superficie en Ia que el
espafiol se habla, aunque la realization de ese sistema abstracto pueda tener pluralidad de
actuaciones : habrâ hablantes correctos que distinguirân ese y zêta, elle y ye, pero dejarân
cacr la -d- intcrvocdlica, otros habrân perdido vosotros, pero su espafiol sera perfectamente
correcto.

A pesar de esta consideración, pensamos que la identificación entre la norma


ortogrâfica y la pronunciación correcta sirve también para seguir manteniendo los ya
conocidos prejuicios lingüisticos hacia las hablas méridionales: la idea de la
hipotética incorrección de sus rasgos queda implicita en ese criterio de que su
pronunciación no se corresponde con la que establece la norma ortogrâfica. De
hecho, la divergencia entre pronunciación y ortografia es una de las razones
principales por las que « los hablantes son mâs sensibles a las implicaciones
sociales de unas variables que a las de otras » y se explica la estigmatización
explicita dentro de una comunidad (Chambers-Trudgill : 1980, p. 84). Con este
argumento, aunque se « concede » oficialmente la categorîa de « correcto » al
hablante yeista que sesea y aspira las eses, se sigue sugiriendo sutilmente la mayor
corrección y la superioridad del hablante cuya pronunciación se ajusta a la norma
ortogrâfica, que si distingue -s y -z y -11 e -y, y que realiza la s- (en sus distintas
variantes) final e implosiva en lugar de aspirarla. De ahi la sensación de incultura,
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de incorrection y pertenencia a la clase baja que inspiran al lector los personajes de
los Alvarez Quintero con su diction, al quedar esta plasmada en el texto con una
grafia incorrecta, aunque mucho mas fiel a la realization fonética.
En definitiva, estamos ante una muestra del poder del texto, del lenguaje
escrito sobre la practica oral real : la norma ortogrâfîca parece marcar el concepto de
correction, y por tanto, de prestigio lingüistico, o al menos asi ocurre en el caso del
espanol. A las relaciones de poder que se derivan de lo « correcto » hay que sumar
los factures sociales, politicos e históricos que conlleva esa hipotética variedad
estândar o « prestigiosa » de la lengua espanola en nuestro pais,
independientemente de que a nivel mundial los hispanohablantes « correctos » —
en el sentido de la correspondencia de la pronunciation con la ortografia — sean
una pequenisima minorfa. Todo esto ilustra la gran complejidad que rodea al tema
de la interrelation lengua-sociedad, un binomio lleno de multiples facetas de anâlisis
que, a nuestro modo de ver, no son mas que el reflejo de la gran diversidad y de lo
inextricable de la propia naturaleza humana.

Referencias
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1994).
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