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Lanasse, Lucas “Montoneros; ezrueBI0 eppouoosep zun anb 9rouos as QZ6I ap odvurlap soug e opuend oBorora | Si alguna certeza hay en medio de tantas dudas, ella es que Montoneros, como en los afios siguientes tuvimos oportunidad de saberlo, realmente existia. Las dudas acerca de la existencia de una organizacién de tal nombre comenzaron a disiparse cuando, a un mes de aquel secues- tro, se produjo la toma de La Calera, su segunda accién. Ella dej6 rastros, muertos y prisioneros, que Ilevaron a conocer los nombres de los miembros de la organizacién. Ante esa revelacién, la sorpresa no fue menor: jévenes, muy jévenes, que no provenian precisamente de los sec- tores desposeidos afines al peronismo, sino de los mismos sectores sociales que pocos lustros antes habjan nutrido al antiperonismo. ‘Todos esos jévenes habian tenido una prolija educacién, hasta en un colegio militar, y en el bre- ve pasado comiin de casi todos ellos se destacaba su mili- tancia catélica. ¢Cémo ese pasado habja levado a ese pre- sente? Esta era una pregunta que no tenfa entonces res~ puesta. Este libro de Lucas Lanusse permite obtenerla. Para comprender la respuesta que Lanusse da en las p4~ ginas que siguen es necesario prestar atencién a dos proce- sos diferentes: por un lado, el que llevé a muchos jévenes latinoamericanos en los afios sesenta y setenta, y atin des- pués, a tomar el camino de la “lucha armada” (para recurrir nuevamente al lenguaje de la época); por otro, el que levé a esos jévenes catélicos, y a otros como ellos en otros pai- ses latinoamericanos, a recorrer ese mismo camino. El primer proceso se explica por acontecimientos in- vernacionales que cambiaron los objetivos y las practica politicas en el seno de la izquierda latinoamericana. En primer lugar, la critica del stalinismo en el XX Congreso del Partido Comunista de la Unién Soviética, en 1956, abrié la puerta a otras criticas que el stalinismo habia aca lado. Una de ellas, que se desarrollaba solapadamente en Tralia desde el fin de la guerra, cuestionaba el modelo de ole i revolucién leninista que era parte del dogma de los parti- dos comunistas. Otra, que se desarrollaba en China desde fines de los afios treinta, también cuestionaba, aunque desde otra perspectiva, ese modelo de revolucién. En se- gundo lugar, los hechos caminaron més rapido que las teorias y desde 1959 se produjeron en paises de lo que por entonces comenzé a llamarse el Tercer Mundo muchas re- voluciones que no se ajustaban al modelo leninista. La més importante de ellas, para América latina al menos, fue Ja Revolucién Cubana: aunque su lider tardé dos afios en proclamarla socialista, a nadie escapaba que esa revolu- cién se habfa producido de una manera —sin partido, y aun sin proletariado— que poco se ajustaba a la ortodo- xia soviética. En su esfuerzo por explicarla, la dirigencia cubana produjo la llamada “teoria del foco” (poces afios més tarde proclamada por un joven marxista francés, pa~ ra desesperacién del comunismo latinoamericano, como una “revolucién en la revoluci6n”), que puede resumirse, como lo hizo su principal te6rico, Ernesto Guevara, el Che, en una de las tres “lecciones” que él sacaba de la re- volucién en que habia participado: no era necesario espe- rar que existieran todas las condiciones para la revolu- cién, porque la misma insurreccién podia producirlas. Este mensaje tenia dos consecuencias principales: la revo- lucién era exclusivamente nacional, no ya parte un proce- so mundial dirigido por el mayor “estado obrero”, la Unidén Soviética; y era el producto no de la accién del proletariado organizado por su partido de vanguardia, si- no de la voluntad individual. Los jévenes que Hegaban a la politica a principios de los sesenta ya no eran atraidos por el partido que decfa ser la vanguardia del proletariado en lucha por esa revolucién mundial, sino por estas nue- vas ideas que situaban a la revolucién no en el mundo en general sino en el propio pais, no en la conjuncién de las —13— —st— goues ns uo. eisea ‘epiSose gnb 4 oust -ored Jp Uoo woreognuapt os oud? gouTUeD 289 UOISETT -o0a sooHp1es sousao! sorm~ND? {eEreUOTONToOAer eonoPd vy tasty vorfozeo wourempfur ey opsop seSoqy ezed soauexBo3 “ay sns woxstsr0907 onb ounuzeo |p any JenD? gsomDUOIUO, ap axqurou ap senep ‘sdovoae ‘eqeajno0 9s ugg? ‘outstuoied fap ezquiou we ‘520 -uoius ‘esrezieax Bqep O4n09[00 opesed op UoIoUSpex F] god eyonp ey ‘seistuosod wero eumuaSry ef us ‘soase onb 4 soagod soy ¥ uosstqnosep sauaagf sosa ‘sopenatnidse sem sns rod sopeaay] “eisuedr vise aq foapoe[oo oproed Jop seumnsra Sef ‘sexqod soy 10d ours Seproasry ey ap or9fns |e owoo operrersjord je exeiopisuos anbiod ovodures ‘orpxe ns opsop grog 10d sepeSode seonyjod set sod ou tugx9g ap oursrqo3 Jop seonyod se] rod of soxqod soy uequiso Fe onbsod owsraozod Te opeoxsoe ogroqey eyop uamnb ‘sox -oiraw sns ap oun orp vf wisondsaz vy] gsorsUOIMOW UOr -eorut onb sooyoreo sausao! so] pepHUDpr eso worsEMbpe anb 10g? ‘eastuosed pephiuopt ef :1o20e5 z20x01 un “ers9[3] 2] ep omuep senses omsUNIDy Jo £ eUEQND UOPNTOATY vy sod epeeasur epevoronjoaes viodedin vy ap spurope ‘oa, ep joded un oan sosovosuoyy ap jowuerunSims [> uy “soxsuormoyy ap fo ofeq oyjouresop op oSony onb of vroeg sosed soxountd soy rep vsed azquiou ns ofeq woxeliq ~09 as anb ‘sounuaaie sooyoaeo sounsye ap eng of uaiquaey, ‘oans9[03 opsed jonbe ap ugpuaper vy ered era eorun ey ‘epeurie eyony ef we “eousjora ef us WosdIA anb sours -Houreoune] Soorfore> SO] 9p OpOuiss [> us QULZOYsUEN as Ta ‘sfed ns uo ‘oueur uo twe ‘eqronoesd vy semuore 9961 2p sozusmmos v orinur dnb ‘sorr0y, offre ‘ouerqurojoo aiopzaovs un ony Upeunre vyony F ¥ SoDHOIe soy E Woes -a]] anb sossoosd soy sopoa sp omusnous op ond up), | vpronpoad ue ueqeu -odurs 9s onb sezopesad soy exzu09 vfousyora ve] xesn ond eee ‘oanse[oo oproad un e epiqap ssouome “eprosrer ey reuTeETS zred ourures ono eyqey ou anb ap ugrsnpuc ey v Hoses -a[] sooyfgao soungie oad ‘epeznio easnt wun OUTOD [EID -o8 ugtonjoaas ¥] ¥ aruSUrELISIge QUTEPord OU wISO[BI ET serouazmoo ns op sotqedino outros eqesyriuapr sound & soyjanbe ep ugronjos eun seureppes ered epequros ap op -our [a owios pepries BB seztzoud op ofep 4 ‘souzaigo8 so ap 4 ,seperzourpe sasepo,, sey op WOTOIe e] op eTOMANDS -uo9 2] Ouro vysoa v zesed ered femaeu opeaso un OUD ‘eqzasrur v] & Texopisuoo ap ofep eIse/ZT vy] ‘OUTED 59 UT ‘asajosaz eypod oursyersos Jo ‘esuodns 9s ‘onb soyponbe 23 -uaurepadsa ‘soyeroduro1 seurajqozd soy ue spur 794 PPro asreson[oauT ¥ wOreAdT] ¥] seasondsox sesqy “ouLsITeTOOS Jo seongod ugisardxa ns ap 4 operrezajord Jap orreren Sms 1 eqvasaed 9] aonb oyesop ye seasondsox xep v opezuour -09 eyqey eIs2[3] ¥] XIX O[Bts op sou epsaq] “euNUDS Ty e] wo sejnorised ue £ pexouDs ud Xx O[3!s [P e1mEINp LOTTA “ec ¥1sa[S] ¥] 2p OuDs Jo Uo UOsaIP as onb sosas0zd soy e sopuoze o1resooou so eiungard vaso ¥ rapuodsaz vied gsoaroieo sousaol 10d sopeidope wor -eng eBopoporsur ese £ oani2{go 989 nb 10d? ‘org “wor -eadope soyje ep soyonur onb ‘epenase eyony ey ‘eyZojop -orour vy £ fowstpers08 Jo ‘oanalgo [9 ‘oxouoaour 93408 "Tp un op sesquyed svy opuesn ‘ssouciue ‘eon dxo 01s veunuaSry | ‘upiqures ‘A piserg ‘AenBnip ‘wrayog ‘end -BavoIN] “eIqUIOTOD ‘Teg ‘epeuTereny ‘epnzeue, :epesap se ap 083¢| of © PUBL’ voLUry 10d orpuedxe es epeux -3e eypRy | Is “~eUEGND UOTNjoAsy vy] sonpordax ved _epeurze eyon{, 2] ex anb ‘ouvosso & arweres ofunin un dp s1uorede oxquinyas op epeapor ‘ugrodo eno saoucqe eqeaussoad as ‘ousstysi0.4 [9 0 OUIS!TEDDOs Je ‘oursTNUICT Jp 30d sopeanyoaz opts weyrqey sozorso1ue sepeogp uo onb sourojuoosrp sousaol soypntr weg “[euosied ugistoap vieypourut 2 vidoxd ey us ous ,seanolqo souorrpuco,, Lanusse da en este libro respuesta a esas preguntas. Al destruir “el mito de los doce” (como los apéstoles; como los supuestos sobrevivientes del desembarco del Granma en Cuba, en diciembre de 1956, que en realidad fueron més de veinte) muestra que la aparici6n de Mon- toneros no fue el producto de un proceso de radicaliza~ cién de unos pocos jévenes catdlicos aislados. Por el contrario, su andlisis revela los mecanismos de un proce- so bien encajado en las entrafias mismas de la Iglesia, no como parte de una accién contestataria, sino como pro- ducto de las ensefianzas de muchos de sus pastores, que no se apartaban con ellas de los puntos de vista acepta~ dos por los obispos latinoamericanos en su conferencia de Medellin en 1968. Asi estudia cémo, al calor de esas ensefianzas, surgieron grupos en Buenos Aires, Cérdo- ba, Santa Fe y otros lugares del pais que, a través de un proceso de radicalizacién colectivo favorecide por sus intercambios en encuentros y congresos y por una préc- tica social y politica que los puso en contacto con la ver- tiente revolucionaria foquista, conformaron el caldo de cultivo del que surgié Montoneros. Y, finalmente, anali- za cémo esos jévenes catélicos asumieron (como se de~ cia en el lenguaje de la época) la identidad peronista y cémo se produje su imbricacién en el peronismo en un momento en que, tras el fracaso del gobierno dictatorial, las fuerzas armadas se encaminaban hacia Ja reconstruc- cién democratica mediante la integracién consensuada de ese movimiento, ahora como un partido mis, al orden politico. En ese momento se detiene el andlisis de Lanus- se, porque a partir de alli se abrié orra historia, caracte- rizada, en lo que hace al tema de este libro, por el regre- so de Perén al poder, por la expansién de las organiza- ciones de superficie que respondian a Montoneros, y por el enfrentamiento de Montoneros con Perén. —16— El objetivo de Montoneros era el socialismo; su meto- dologia, la lucha armada; y su identidad, peronista. La- nusse estudia en este libro mejor que nadie hasta hoy e6- mo se produjo esa sintesis en la mente y la accién de mu- chos jévenes a partir de su militancia carélica. Asf, cubre un vacfo en nuestra compresién de un fenémeno cuyo re- cuerdo se resiste a abandonarnos y, al mismo tiempo, nos pone frente a un clima de ideas y de practicas cuya natu- raleza y dimensién hoy cuesta comprender. Por todo esto insto al lector que ha legado hasta esta linea de este prologo a que se sumerja en el texto que si- gue, con la seguridad de que al cabo de su lectura habré obtenido un conocimiento mucho més matizado y pro- fundo sobre el origen de Montoneros que el que puede hallar en ningin otro libro. Samuel Amaral a —s61r— | aur o[9s ‘eam ap sepefsuos 1opyjoo jo sod zesed sexy ‘owen, ~snay opas(o un eqeynises soxqy sp] we epanbsng ey epeur are wo1ezrueBs0 vse opeutsizo eiqed 28 OWI aopusIuD eq, -vauoaur onb z2a vpro 4 ‘sosouoiuo uoruoTe ¥] QUIET] ut axduiars :ojdurols 0g “oseose o1ra19 sod uatq un s9 u9TEOr -z0pm yy oad ‘opmeg [eno 0 [e1 aplenuoo us o r0Avy e sou -ormdo bey A sesuoyop sey ‘sonbere So] uepunge vonpure: & -s9 aaqos anb apsong ‘siusuLrejnonired uequsoxsiu oui anb soaunse uo _sovony,, sopues8 ueqeponb onb eqriou onbsod Zaa [ei ‘pepisozmo fur JeiusUINe OS EFeY OU OT] “FOTO 4 odn opor ap eyyesBorqiq s99] anbrpap our soye omesnp —opurjqey soureisa oso ap anb— wiusyas soue soy ap eun, ~uoGse e[ision vy o1qos seanoodsiod seumns opueosng “soqusT>yhsuT SurTeTAsar e UOTeZ -uouroo seisondsox op odn oaso wpia tur op ommuou uns “Te tq “o2qoz00 [> opeaey eIquy oj ezuonSroamIs un vom © onuoSur un op eqesess 28 anb sogeo soy op xOlour Jo wo 0 ‘soanoso saduisis soano(qo sod optanour ezuonazeaurs un ‘ex anbiod aiauieyduris eqeondxs as yse uatniiye anb wor ~euosua aur cory aps] goIUaIT Jp US TOUE O IeIeUT e OF -sondstp zeiso ered ouros oyseyoriur ase smnSosuoo vipuoa -oid soug andy? coreTfiren3 we enreauos as sgmmnUTDA so] ‘© ‘errasqun eIppa tun ue soxgod soy ¥ eqepne pepa ap sour. oyporarp soy v onb erpowr asep> 2p weao{ un gnb 30g? | ugponpostuy | | | | i i | | quedaban algunos pocos datos mayormente inconexos y conclusiones grandilocuentes pero sin base empirica. Cuando finalmente me lancé a realizar mi propia investi- gacién en el marco de una tesis de maestria en historia, ele- gi por tema justamente el proceso mediante el cual fue to- mando forma Montoneros, desde sus antecedentes remo- tos hasta su conformacién como organizacién politico- militar y su primer afio de vida. La tesis fue aprobada y hoy, con pequefios cambios, toma la forma de este libro. ‘Quien dentro de mi entorno se enteraba de que esta- ba escribiendo sobre Montoneros se mostraba casi siem- pre muy sorprendido. “z¥ de qué lado estas?”, me pre- gunté més de uno. El desconcierto de mi interlocutor iba en aumento cuando yo le respondia que lo mio era una reconstruccién histérica, sin “buenos” y “malos”. Era al- go que, por lo menos a priori, parecia resultar incom- prensible. Varias veces me pasé, también que alguien que notaba que yo no aceptaba sin més la vision de los Mon- voneros como guerrilleros sanguinarios y desalmados, me fulminara con un lapidario: “yo la vivi, a mi no me la contaron”. El mensaje subliminal era claro: g¢émo yo, que por mi edad desconocia lo qué habia pasado, no aca~ taba acrfticamente la opinién de un testigo de la época? En esas ocasiones tenfa ganas de responder que “haberla vivido” no era garantia de nada, ya que conocfa mucha gente que también “la habia vivido” y tenfa una vision de lo sucedido diametralmente opuesta. De todas formas solia optar por el silencio. Al fin y al cabo, no parece te~ ner demasiado sentido embarcarse en debates frente a posturas unidimensionales y circulares. El camino que elegi recorrer es bien otro. Pienso que los fenémenos his- téricos son ricos y complejos, y eso es lo que trato de rescatar de la experiencia que devino en el surgimiento de Montoneros. Por ello, este libro intenta reconstruir lo —20— T més fielmente posible una historia compuesta por mu- chas historias, recrear un “espiritu de época”. No preten- de ser “aséptico”, ni mucho menos una suerte de “justo medio”. Simplemente privilegia la informacién y el ané- lisis que permitan comprender mejor el fenémeno anali- zado, intentado tomar distancia del mismo. Consecuente con esa linea, reserva al lector las valoraciones acerca de la ética de los actores y de sus ideas. En tren de aclaraciones previas, corresponde agregar Ja siguiente: el fallecido Teniente General Alejandro ‘Agustin Lanusse fue mi tio abuelo. Para los jévenes des~ pistados y para los no tan j6venes desmemoriados anoto que “Cano” —como se lo conocia en la familia— fue a partir de marzo de 1971 el tercer y tltimo presidente de facto de la fallida Revolucién Argentina, precisamente en momentos en que Jas distintas organizaciones armadas re~ volucionarias se encontraban en plena expansién. Recuer- do una foto en la cual yo aparecia a su lado: Lanusse esta~ ba enfundado en su uniforme militar y la banda presiden- cial celeste y blanca le cruzaba el pecho. Segtin supe cuan- do me Iz mostraron, la imagen correspondia al 25 de ma- yo de 1973, horas antes de que mi tio abuelo le entregara esa misma banda al peronista electo Héctor Cémpora. Contaba yo entonces con dos afios de edad. Mi abuelo Guillermo Luis —hermano de Alejandro Agustin— era, como casi todos en mi familia, un antipe~ ronista convencido y militante. Producto de su cercania con el ex presidente, “Guillo” habia sido ademis testigo preferencial de importantes acontecimientos en la historia del pais. Por esos motivos yo solfa acercarme hasta su ca- saa pedirle que me recordara historias sobre aquel pasa~ do que me apasiona. Las anécdotas afloraban sin dificul- tad: su negativa a usar el luto cuando murié Evita, la diff- cil decisién de sacar a sus hijos —incluido mi padre— de —21— —x— sooz PTW assnue’y seon’y i | | | | soduion o3xg] 10d preuedurooe sou —sopreisnSs1p overed sounpe © onbune— 4 s0Xe oamour -vonogsd orpsons ‘oured eno 10g |e[repusyoade sexo sod yemaoe vyur vy] seo1[dxe opond ugtsed vatsgierd epjonbe of -os onb sa o1rato of org “oquasord tzuesadsosop ey opmq -pnuoo edey ‘sounesep|souroua shs wos ‘epesed vonsrar v[ nb op efopesed vy ru ‘sapuexS A seyonur ‘seuiasrur sus —w— vasta op opioid ony “TrA1A v.02 aux anb sorso op oursrondeo -s9 [2 & ojenge ru ap soduron soyeube op worsed vy axu9 sisequoo opeozeur jap o1onposd aiuautayqeqoad “e1Syea -sou Jeuorest sp ofep un woo sopreooae ours opand on, ‘aiqisod wysoxed opoa anb soy us sowy ‘soonyod souraus9 A souornjoaa ‘souopendsuos ‘seyony ‘sourstuoSeaue ep voods eur) “wing esIOND Bf op Ooreur [9 Ho eDUeBmsuTET -woo ap seurnoop se] 9p “4D op maridss jp esopepnurS pyran vy op Texoosta owrsruordnue pep ‘eousisisoy e] 2p ourstuozad jop soduren soy v ora yar SAI ‘92UDTITOD EP -stowi vio soss24tp soonrjod sopeopr v eSanuo Fj eno ey TO A souais soamnsrp sp suena ugrsed epepzoqsep eun 10d vpeuSts ‘xonsyur, voodg eun owroo epjonbe rqrsod ord ~woig ‘selue sour soypAur opmyuos erqey vonoezd ej uo anb ‘x9 eun ap ug jp ono unBure anb sofeur ror exed oz “yoquris omsnupaq0se aso £ 2907 U YPATEF. 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