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Foto AH | Editorial Gustavo Gili, 8. A. Barcolona.29 Hosellon, 67-89, Tel. 25914 00 Madiidss Alcantara, 21, Tel. 401 4702 Vigo Marqués de Valladares, 97, 12, Tel 2121.36 Bibaog | Carretera de Larrasultu, 20 (Recaldeber). Tel, 4328507 Sovlllett Madre Rafols, 7. Tel. 4510 {gt Busnoe Altes Cochabonta, 194089, Te. 224185 Nico 12°5.F. Vacsian 218 Tole. OB 1807y Sa 545 Bogota Diagonal 45 Ne 16 2-11. Tel, 455760 Santiago de hile Sate Victoria, 131 Distrfoulder exclusive en Brasil ‘880 Paulo Editora Técnica J. Catalén, 9.A. Psicoanilisis y Cine _ EI significante imaginario _ Christian Metz Coleccién Comunicacién Visual GG Las difeuttades que aqut eo susetan dependen por una parte de lorque tiene de histice ta conettucen de fos campos del saber En ia época en que se slaboraron las nacionae do mtatora, de metonitla, ¥ de forma més comin las listas de figuras, a nade se le ocurio evidentemete hablar de proceso primarlo al de psleoandlsle. Los retdricos, en sus rabies taxinomica (perdéneseme este hibrido fatin-griego), se desvelaban por clasificar clases de trayectos asociativos muy abundantes. Sin embargo, se limitaban estietamento —mao estrictament ain por cuanto no To saben, y porque el mismo problema carota de existonciahistSrice— ala esfere do asdelaciones de Ideas mas 0 menos consclenes. La totllded de fa tares que not legaron ge insribo por conaiguento en un horizonte ae, para ellos era el nico posible, y que, para nosotos,oolncide mpliaments, mediante un efecto de retfospeccin, con el del procoso secundario, Es sin duda una de las razones de la dificultad con que tropezamos a la hora de digociar en nuostta mente cerias naclones como metafora o metonimia de una connotacién de secundaridad difusa pero terca («E30 08 retrica, eso a3 un catélog do expresiones petricadas, ete.) Y si por lo general le consontimos una excepelén algo notable, eo dnicamente Guando se trata de «figuras posticass (misteriosamente desgajadas entgnces de tas demas, no sin perjuicio de una comprensién global de lo ‘simbélico), Al actuar de este modo, incurrimos por nuestra parte en ol error de otra figura de retérica, que Charles Bally llamaba «evocecién por el ‘ambfente., y que en-el fondo es (como veremos) una ampli forma de ‘metonitnla, Las palabras so tifion de calidades que pertenecon a aus primoros © a us principales usuarios (= transferencia del enunclador at enunciado); ‘combinado nos evoca la Union Soviética (totalmente ajena al significado de denotacién de esta palabra: conjunto de industrlas més 0 menos integradas), pues fue @ raiz de los planes quinguenslos do la Union Sovistica ‘cuando se comenz6, al menos en Francia, @ utilizar esta pala, que encaja ‘como una traduectén 0 un calco del ruso (acaso lo es de verdad? No tengo ni Idea), igual ocurre con tas noctones de ret6rica que, para nosotros, hacen secundatiow (del mismo modo que se dice «hacer inglés), pues los, ‘autores @ quienes se deben, vistos desde nuestro siglo veinte, adquieren tun aire tirando a secundario. Ast pues, corremos el riesgo de olvidar que el aleance potencial de sus instrumentas, tal como auiala eourrir, supera is sensiblemente lo que ellos mismos vieron o. dijeron. 144 2. Figuras «finas», figuras «amplias» ‘Ya sabemos que para Jacques Lacan la metéfora adquiere su principio en fa condensacién, y 1a metonimia en ef desplazamiento. En términos freudianos, cabrfa decir que la condensacién y el desplazamiento son los «prototipos» de la metafora y do ls motonimia. Estas constituyen las grandes «figutaciones» propias del orden de lo simbélico: tanto en el lenguaje, donde Jakobson ha demostrado su importancia, como al mismo tempo en el inconsciente. Resulta notable que Lacan instale ta metsfora y la metonimia,” de ontrada, on una posicién quo se caracteriza por no basculare més particularmente hacta el tado del proceso primario © del proceso secuncaro. ‘Todo ocurre como si metéfora y metonimia estuvieran introducidas eal lado» de esta dicotomia, que a su vez, y no por casualidad, es mucho menos Contral en los textos de Lacan que en los de Freud. La pareja metéforo- metonimico, tal como lo presenta Lacan, no podria referirse de un modo simple a uno u otro de los «procesos» freudianos. Sucede que su referencia, reside en otro plano: en ef simbélico. Los dos términos de esta pareja Condicionan hondamente la lengua y el discurso, instancias bastante secunderias, igual que ol suefio, cleramente més primario, Si queremos medir desde el punto de vista semiolégico of aleance da este gesto lacaniano, ee sta una primera cltcunstancia que, me parece, no conviene perder de vist! «Metéforav y «metonimias, como nociones (como palabras}, evocan opidentemente més la retérica que la lIngifetica moderna. Y es cierto que’ésta, en la historia de los dos conceptos, hha tardado bastante en intervenir. Sin embargo Jacques Lacan, como 61 mismo dice" (y como facilmente veremos si nos limitamos a leerlo, al margen de esta indicaclén), toma los dos téminos en la acepelén ampliada @ Intonsamente bipolarizada que les ha dado Jakobson, y que debe mucho 145 2 su pardlelismo con Ta oposicién del paradigma y del sintagma, tipica de la lingdistica estructural. Este distinguo, a mi juicio, poses mayores consecuencias de lo que parece, y pienso exeiminarlo especialmente (cap. 2) No obstante, conviene que recordemos desde ahora que, para la tradicién ret6rica, la metéfora y la metonimia eran dos figuras muy particulares y clreunseritas, dos ftems siempre algo eahogados» (a diversos grados segin Jas clasificaciones propuestas, que fuerob muy numerosas) en el seno de tun catélogo més 0 menos extenso y minficioso, que mencionaba asimismo ‘otras muchas més figuras (antifrasia, elifemismo, hipalaje, hipérbole, etc). Fst claro que no seré a base de subdivisiones estilisticas tan especializadas —y que, on todo sistema de engendramiento légico, resultarian bastante tardias, bastante cercanas del »feno-texto»— como podamos llegar a poner €en rolaciones la condonsacion y ol desplazamiento, dos grandes tipos de trayectos psiquicos de vasto alcance y de méltiples variantes: es como si nos hubiésemos propuesto el objetivo, ante dos clasificaciones botéalcas distintas, de establecer un determinado cuadro de correspondencias entre las sramificaciones» de uno y las «especiese 0 avarledades» del otro. La metéfora y la metonimia pensadas por Lacan son dos «seres» ccuyo grado de generalidad —el poder dle reagrupacién; en una tentativa ‘taxonémica, 0 de «dominancia» en una perspectiva gonerativa, sl querfarios deducir las figuras— corresponde al mismo orden que el de la condensaci y del despiazamiento, y por e90 puede ocurritsenos con toda legitimidad 1a idea homolégica. En ta sreanudacidn» jakobsoniana de la herencia retética, metéfora y metonimia son clases de superfiguras, categorias do reunién: Pf un lado las figuras de la simiiaridad, por el otro las de ta contigtedee. Un ret6rico, suponiendo que hubiera abierto de este modo sus dos columnas, hubiese tenido que inscribir varias secciones distintas bajo cada uno de ambos encabezamientos. He citado hace poco un verso muy conocido de Victor Hugo {en Booz endormi): «vestido de céndida probidad y do blanco lino». La vulgata FetGrica lo considerarta probablemente un zeugm: un mismo tériino (evestidos) rige a otros dos («prahidads’y slinns) que se halla an af plano sintéctico (= substantivos complementos del participio-adjetivo), ero que son Incompatibles sobre otro eje (aqui, ol de lo abstracto y lo concrete), de modo que sélo uno de fos dos (= «lino») conviene propiamente 4 aquello @ que alude; al margen de la figuraciGn espectfica que precisamente debemos definir, una persona puede ir vestida de lino, pero no de probidad. Este es un ejemplo, entre clen otros, de codale fino de las figuras, de acuerdo con la intencidn retériea, que multipliceba su numero. Podemos clasificar de forma muy distinta este mismo fragmento de texto si lo situamos on el damero metéforo-metonimico, quo se caracteriza por llever s6lo dos casillas. Estos dos tipos de atribucién de las circunstancias terminates (etestadas) no podtian ser contradictorias, puosto que ni siquiera son superponibles (la contradiccién sélo puede 146 | aparecer en una gestion comin). En el verso de Hugo, y sin que cese de ser un ejemplo de zeugma, es licito captar un impulse de ta operactén metaférica (= la probidad es como un vestido), y también de la operacién metonimica: Booz, cuya probidad ya conocemos ademés, Iba (astmismo) vestido de lino: estos dos atributos, lo «abstracto» y lo =concreto», tienden a funditse en su comdn blancura (= nueva intervencién motaférica: «cfindido/blancow), en una especie de vestide transcendente, ideal y literal a [a vez, puesto que ambos pertenecen a Booz y entonces son acontiguos». Este somero anéllsis s6lo protendia demostrar que las figuras de la rotérlca, multiples y minuclosas, podrfan repensarse a través de la biparticién mas reciente de Ia lingifstica: este modalado retroactive provocaria la aparicién de cada una de las «pequeyias» figuras antiguas como un subcaso do metifora, de metonimia, 0 de las dos a la yez. Sin embargo, tanto sI nos orientamos o no hacia semejante labor, hey que distinguir uno’y otro de los dos ejes entre los que funclonatfa, y renunciar ‘hacer preguntas sin salida posible, por el estilo de «Esta figura es lun zeugma 0 una metonimia?: el problema suele plantearse en términos de sa indole, pero la propia interrogacién contiene entonces, sin saberlo, varios presupuestes sin que ninguno de ellos corresponda a la realidad histérlea: 1) que zeugma y metonimle se excluyan. 2) que exista une sola definicién de zougma y una sola de metonimia, 3) que una circunstancia textual pueda «ser» (intrinsecamente, por la natursleza-de las cosas) zeugma y metonimia, cuando en realidad. slo hay sistemas,.més © menos buenos, que pueden clasificarla aqut o alla. El estatuto y a lista SI he insistido un poco sobre las consideracione’s taxonémmtcas que preceden, ha sido sobre todo por pensar de antemano en los problemas ‘que nos esperan cuando lleguemos al texto cinematogratica, Cada vez que nos tropezamos con Ia eventualidad de correspondencias entro sories (como aquf la eserie» psiccanalttica, la serle lingiistica, le serie retérica, la serie filmica), la primera tentacién —porque. dicha eventualidad se le presenta con alres de uconeretoe, con la Mlusi6n de llegar antes a resultados», y porque 10 concreto y el resultado son entidades miticas que [a ideologia valora intensamente—, fa primera tentaciOn es la de saltar sin ambages a una labor «en extensién», la de aspirar a la enumeraciGn definitiva, @ Ja lista. Por ejemplo: zcudles son, a fin de cuentas, los principales procedimientos de figuracién proplos det cine? ;Cudles son los primarios y oudles fos secundarios? {Cudl es ol eqoivalente filmico de Ja metéfora, de le condensacién? Nunca nos fijamos jo bastante en la necesidad previa de una reflexion mas cargada de «comprensiéne, poseedora 17 or fuerza de una indole algo epistemoldgica, basada on el principio mismo, on la validez de toda correspondencia eventual. Llegado a este punto on le tedaccién del texto, atn no tengo idea alguna (lo digo literalmente, prescindiendo de toda coqueteria) de qué clase de «cuadro~ de las figuras del cine me saldré al final, suponiendo cue sea un cuadro lo que persigan mis propésitos, cosa que ya empiezo a dudar. Hay en todo ello un problema que « menudo se me ha cruzado en mis investigaciones, y hasta tengo ganas de nombrerlo: seré el problema dol estatuto y do la lista. A una progunta como «{QUé es entoncos un c6digo ‘cinematogréfico?», podemos darle dos tipos de respuestas: una respuesta de estatuto (+Ln cédiga cinematogrético es un sistema construida por el andlisis, no inscrto en claro en fa pelicula sino presupuesto por su Intolighilidad, ete.s), 0 una respuesta dé lista: «Un e6digo cinematogratioo, pues bien, 23 por ejemplo * sistema llamado de puntviacidn, 0 las convenciones normalizadad de montaje, 0 la organizactén de las ontradas y salidas de compo, ot. Sea el primer plano de cine, y el problema de su ‘emplazemiénto (emplazamionto terminal) en algiin cuadro clasificatorio ‘obtenido 2 partir de dos sentradas» Metéfora y Metonimia. En este ejemplo, las cuestiones previes (= problemas de estatuto) que hay que solucionar antes de cualquier Tespuesta atributiva de una pertenencia, son seis (apreclacién minima}: 1) zPor qué se ha decidido coger «metétorar y smetonimia» en su sentido lingistico (bipolar) antes que en su sentido retético, finamente particularizante? 2) Como el. primer plano posee evidentemente algo de sinecdéqulco, ¢hay que cohsiderar que la metonimia (amplla incluso, més bien Jakobsonlana) subsume la sinécdoque, 0 que la doja al margen de su campo? Quicro recordar que esta posicién Intermedia no.carece de ejemplo; tenemos Fontanier que proponia reunir todos los tropos en tres grandes géneros, matonimia, sinécdoque, imetéfora. 3) Si nos limitéramos a la metéfora y a la metonimia, estamos soguros de que conviene concebirlas como exclusives, y acaso el primer plano no podria combinar en él estos dos principios? 4) Hey seguridad de que el propio primer plano, considerado dnicamente desde el punto de vista einamatogtéfico, sea una entldad indivisa y que no exlje, para efectuarse en una pelicula, varies operaciones subyacentes, distintas, que unas pudieran ser metaférices y las otras metonimicas? 5) zHasta qué punto la misma definicién de metéfora y de metonimia, definigiin retériga © lingifstica, no sera Indisoctable del lenguale verbal y.de la entidad specifica que es la palabra? En otros términos, zhay siquiera posibilidad de encontrar, en cine, metéforas 0 metonimias totalmente aislables? ANo @8 preferible esforzarse en localizar los rastros textuales del proceso metaférico y del proceso metonimico? (Esta pregunta provoca una especie de marcha’ atrés hacia los objetos propiamente lingiisticos: jacaso la intensa existencie social de la palabra no obra como el drbol que oculta el 148 bosque? Por su fécil ocalizacién, lo matéfora lleva entonces al olvido de lo metaférico, y la metonimia al de !o metonimico). 6) En ef plano psicoandltico, ;acaso la condensacién, por su misma acel6n, no implica una suma de desplazamientos, de manera que estas dos clases de Itinerarios, que sin embargo siguen siendo distintos, se hallarian por asi decir el lino sen» el otro? Estos son tos problerias que han de absorberme, y no el cotejo, inmediato de las principales figuras cinematogratcas. Cada una de estas preguntas; segin 9a,/a respuesta que ceciba, inluira hondamente en todos los reparto’ de siperlele que posterlarmente puedan amprenderse. Ahora bien, esta «respuesta», cada una de estas respuestas, consiste més bien en un tipo de gestién del discurs0 sobra la pelicula; eleccién, en suma, ofie pane en juego la Idea que nos hacemos de les exigoncias que exigen dl asentamiento en una te lad natural de los bfmerod plans de Tao pels suscep de sparcer por Ia exclusividad de su observacién atenta 149 3. Retérica y lingiiistic: EI gesto jakobsoniano Tan pronto abordamos Ia oposicién metaforo-metonimica on fa versién que se ha vuelto corriente desde haré unos veinte ais, el Hlesgo de confustén que surge més de Inmediato os of que tionde a wapiastar» el paradigma sobre la motéfora y el sintagma sobre la metonimia, reduclondo asi ambas parojes @ una sole, cuya rotérica oceslonaré la Confusién del Iingiista. Fenémeno de neutalleacién cuya frecuencia, ‘écilmonte obcorvada, no tione nada do fortuito: primero porque las dos Liparticiones mntienen una homologfa muy real (que ya citaré): luego porque el autor que con més claridad ha formulado el elemento que las Imantione por Separado, Roman Jakcbson, ha sido el primero en omitilo en Dtros trénsitos més elipticos, que pueden indusir a error a los lectores imal avisedos © muy precipftados: finalmente, poraue el dio Metéfora/ Metonimia ha conocido un extraordinario éxito da ditusién, y no dudaria en amenazar, si lo dejaran, con tragarse a su rival menos afortunado, Paredigma/Sintagma.® For consiguionte, tenomas una homologia de cuatro térmiros, fen donde motéfara y paradigma presentan la afinidad de baserse en la wsimilaridads, y metonimia y sintagma en Ia scontigiedads. Las dos palabras que acabo de poner entre comillas son las de Jekobson, son las que en 61 asumen el papal decisive de nociones-pasarelas entre las dos parejas pavalelas. Gracias a elias, gracias a su poder de focalizacién, estos Cuatro términos, mas antiguos, ya conocidos, han entredo en una nueva dlisposicién, inédita como tal: asi ha impuesto dakebson el mismo terreno de una problematica, que ha tenido luego (pero sin tardanza) su propia biotoria y ous abundantes reanudaciones. En 1956 aparece el texto titulado *Dos aspestos del lengusje y dos tipos de afasiase:” esta fecha merece ‘que Ia retengamos si queremos fjar idees, para determinar la apertura dl dossier, en todo caso su apertura @ un piblico bastante emplic. 150 A través de uno de sus’ aspectos, la intervoncién jakobsoniana ha consistido en «rocogers de modo particularmente sfirmativo toda una tradici6n lingiifstica que ya se dibujaba antes sobre un modo més disperso pero bastante claro. En eb articulo de 1956, Jzkobson no emplea las palabras eparadigmae y «sintagma. Apoya no obstante toda su construcciin fn la idea de los dos grandes ojes del lenguale: seleccién y combinacién, substitucién y contextura,sltemaclén y yuxtaposicion, eleccién y disposicion Esta idea ocupa un lugar impartanta en muchos lingiistas de orientecién estructuralista, que sin embargo differen en otros puntos. Si quisiéramos ‘seguir su proceso, deberiamos recorrer diversas etapas, entre ellas el Curso de Ferdinand de Saussure, que oponia «asoclativo» y «sintagmaticor [a glosemética de Louis Hjelmslev con su constante distincién entre las relaciones In absentia (de tipo «0-0n) y las relaciones in preesenta (Ge tipo «y-y»), las investigaciones de la escuela de Prage, sobre todo en fonologia, las de André Martinet con la terminoiogia »peradigma-sintagmas inaimente la més corriente para nombrar la cosa), los anteriores trabajos del propio Roman Jakobson, etc. Esta distribucién ya corresponclia més 10 menos clatamente a la divisién tradicional de las gramaticas pre estructurales en una morfologia y una sintaxis: dos provincies separadas seguramente por la barrera de la palabra, pero que asimismo se diferencias {y ambas fronteras chocan en parte) por la predominancia. de. las consideraciones paradigmatices en morfologia, y sintagmética on sintaxis. Do este modo, el gesto Jakobsoniano se insoribe on un finaje finguistico muy consistento, que on clerta manera le sirve para resumirse Pose empero un dobie alcance. También puede leerse en un contexto distinto, o con relacién a él: el de la retérica, O mejor dicho, seré ta misma aproyeccléns (en el sentido casi geométrica de Ie palabra) de une distribucién lingiistica sobre un territorio ret6rico la que mejor defina la fportacién personal de Jekobson en este debete tan antiguo y a fa vez tan reciente. Vemos on efecto que hay dos figuras entre muchas otras, la metéfora y la metonimia; simulan ser las tinices que subsisten, y adquieren asi el aspocto de Figuras Genéricas, correspondiendo 2 dos grandes «familias». :Por qué estas dos, si no es porque se pueden texporimentar (procuraré demostrarlo} como manifestaciones més clares que fae otras de los =puros» principios respactiune de la similaridad y de Ia contigiedad, 0 sea precisamente los que entabla la distincién del paradigma del sintagma? El logado retérico queda supeditado asi a un remodelado lingifstico, por una especie de reciefafe del que no se esconde el autor (puesto que es é! quien plantea la homologia de estas dos grandes parejes), ‘aunque no obstante omita su explicitacién hasta ol final, hasta of punto de que clortos lectores podrien crear que fa bipartacién metaforo-metonimica fs de oiden exclusivamente rotbrica, o que la teoria do las figuras fa ha fadmitido constantemente como tal, sin alterarla desde hace veintlcinco siglo. 451

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