LAS DESVENTURAS DEL JOVEN WERTHER
Hoy puedo decir que he tenido la fortuna de
deleitarme leyendo Las desventuras del joven.
Werther (1774), del genio alemén Goethe
(1749-1832). Sin dnimo de pretender
alumbrar un compendio, por fuerza conato
de nacimiento, de las prolijas conqnistas
intelectuales de la pluma responsable de
Fausto —exposicién que, por otro lado, si
aspiro a escribir con mayor detalle algiin dia
no muy remoto—, permitaseme st recordar
que la labor del prometeico literato, filésofo,
diplomético y cientifico (vengan a nuestra,
mente sus escritos sobre boténica, anatomia
u Optica) entraiié profundo impacto en el
decurso de la historia humana, y en especial
on Ia literatura, siendo ma de las cabezas
pensantes del movimiento prerromanticista,
Sturm und Drang —férreo oponente al
racionalismo de la Aufkldrung— y, en iltima,
instancia, representando la flamante cumbre
del romanticismo alemén (morada también
de prominentes espiritus como Schiller o
Holderlin), y siendo, en general, reconocido
como uno de los estandartes més rutilantes
de toda la literatura universal.
Goethe escribié Die Leiden des jungen Werthers en tan solo cuatro semanas y a la
temprana edad de veinticuatro afios, y a esa misma edad, como agrio guifio de las
cireunstancias, ha venido a parar el libro a mis manos, dejando consigo, ademas de
incontenible emocién durante su lectura, una suerte de vinculo intimo con la persona de
Goethe (con toda la inspiracién que ello conlleva en tantos sentidos) y una oportuna
pujanza literaria —acrecentada por la afortumada coincidencia cronolégica— que me
impele a desplegar las ideas efervescentes que transitan por mi mente y a plasmarlas, como
si estuvieran revestidas de algin valor, en las finas formas de la narrativa.
El Werther es una novela epistolar semiantobiogréfica inspirada en los infortunios que el
corazén del joven Goethe habia atravesado dos afios antes (172) y en la muerte en 1774
1de 1m amigo que terminé por desasirse del peso de una vida aquejada por desdichas de la
misma fndole, El trabajo guarda un marcado paralelismo con la realidad del autor,
representando muchos de los personajes, de manera més explicita o més simbélica,
personas reales de la vida de Goethe (el propio protagonista es una mezcla entre él mismo
y su amigo perecido)
La obra se centra en las cartas que escribe Werther, joven apasionado y sentimental, a su
amigo Wilhelm. El protagonista cruza su camino con Lotte, muchacha de la cual queda,
immediatamente prendado, pero que ya se encnentra, crucl destino, comprometida con
Albert. A pesar de ello, Werther y Lotte entablan prestamente una amistad que para él
esté lejos de serlo, con la correspondiente desazén que le brinda la impotencia de la
situacién y su forcejeo consigo mismo al respecto de su proceder, pugnando por controlar
los actos de un cuerpo abandonado al més intenso de los sentires:
Ab! jqué sensacién corre por todas mis venas, cuando mis dedos madvertidamente rozan los suyos 0
nuestros pies se tropiezan debajo de la mesa! Me retiro como del fuego y una fuerza misteriosa me
impulsa de nuevo hacia delante, el vértigo se apodera de todos mis sentides. —jOh!, y su inocencia, su
alma ingentia no comprende cudnto me atormenta sus pequelias confianzas. Cuando al hablar pone su
mano sobre Ia mfa y en la animacién de la conversacién se acerca a mi tanto que el hdlito celestial de su
boca puede alcanzar mis labios: creo desmayarme como tocado por el rato, — Y {Wilhelm!, jsi alguna vez
me atreviese a ese cielo, a esa confianza..! Ti ya me entiendes. |No, mi corazén no esté tan corrompido!
Werther vive atravesado por um amor que, aun ineapaz de consumarse, atm opresivamente
inrealizable, le obsequia con la més primaveral fruicién desprendida de vivencias que,
desprovistas de todo viso de pasién a inspeccién ajena, infunden, en los espiritus cuyas
miradas atesoran la Hama del romance, la més inmaculada de las elevaciones:
«uiVoy a verla! —exclamo por la maiiana cuando despierto y
contemplo, leno de alegria, el hermoso sol—; jvoy a verlal»
YY no tengo ningsin deseo més para el resto del dia, Todo,
todo desaparece ante esa perspectiva.
Y todo esto me interpela profundamente y me
veo en Werther, y asf me veo en Goethe,
salvando la inconmensurable distancia (pero
habré tanta, en materia de amor?). Y con ello no
quiero decir que me identifique con el pasaje de
un autor, con las palabras puestas en boca de un
personaje, con sus afectos y tragedias... (Hablo de
Goethe! O, al menos, de un pasaje de Goethe.
Esto es, me refiero a la pasién desmedida, a la
que trasluce trascendencia por entre sus ascuas
inextinguibles, a la que debe expresarse a través
de Ja colosal pluma de un Gocthe para inradiar
2uma hermosura que refieje su verdadera esencia, pero que aun asi encuentra en toda
verbalizacién un remedo infecnndo, porque toda reverberacién del fuego que se halla en
corazones capaces de amar a tal extremo es inenarrable. Permitaseme citar unos
fragmentos més de estos comportamientos de Werther, bajo el influjo de su musa, de su
Lotte, y asi evitaré adulterar més todavia esta resefla con las entretelas del sentir que
gobierna mi propia cireunstancia:
Hoy no he podido ix a ver a Lotte, me vetuvo una visita ineludible. {Qué hacer? Le envié mi criado
solamente por tener a mi alrededor alguien que hoy hubiera estado cerca de ella. {Con qué impaciencia le
estuve esperando, con qué alegria vol jubjera dado vergtienza me hubiera gustado
c
4 a verlo! Si no me
ar su cabeza y In hubiera besado.
Y también:
En vano tiendo hacia ella mis bragos cuando por las maiianas despierto de mis pesados sueiios,
initilmente la busco por la noche en mi lecko cuando un feliz ¢ inocente suevio me ha engaiiado viéndola
sentada junto a
vacilando en medio del suefio la busco a tientas y me despierto,,. Un torrente de légrimas corre de mi
corazén oprimido, y lloro desconsolado ante porvenir tan sombrio.
{en Ia pradera sosti
mndo su mano y cubriéndola de mil besos. jAy! Cuando todavia,
Y una vez més, sobre uno de los representativos lazos rosas que Lotte Hevaba el dia en que
conocié a Werther, y que este recibié como regalo en su aniversario:
Mil ve
aquellos contados, felices dias, que no volverén munca més.
erdo de la dicha que disfruté a rebosar en
's he besado ese lazo y en cada hélito aspiro el rei
Elevadas a un grado maytiseulo las pasiones que le hostigan, el joven manifiesta la
singularidad que estima poseen, y no sin razén, de tal forma que queda encumbrado su
amor en una cima inaccesible a ningvin otro, desde la cual corusca intensamente, viéndose
sin embargo derrotado, inexplicablemente, por Albert, qne no tiene emociones que aportar
sino de una condicién inferior, desprov
as de tanta hondura, de tanta completitud:
Hay ocasiones en que no comprendo cémo puede haber otro que la quiera, que se permita amarla, cuando
yo, tan solo yo, la quiero tan profunda y totalmente, jyo, que no conozco otra cosa, ni sé, ni tengo mis
que a ella!
El postrero extracto deja entrever que el sentimiento exacerbado propio del romanticismo y
presagiado en la obra gocthiana no est exento, naturalmente, de adoptar un cariz trégico.
Manuel Jos¢ Gonzdlez (1926-) ya traduccién, complementada con uma cxtensa
introduccién, he degustado— describe el romanticismo del protagonista listando algunos de
sus atributos: «roméntico, aventurero, inconstante, insaciable, trotamundos, sentimental,
talista, apasionado, desgarrado, ete., lo es en grado sumo Werther». El cardcter taciturno
de esa personalidad y de la historia que nos revelan las cartas queda evidenciado en
palabras del no correspondido, que se lamenta de una situacién que no tiene esperanza de
cambiar, y que ya le ha cambiado a él mismo:
3No sigo siendo cl mismo que antes nadaba en la plenitud del sentimiento, que a cada paso tenia ante si
un parafso, que era dueiio de un corazin capaz de abarcar amorosamente un mundo entero? Y este
corazén esta ahora muerto, de él ya no fluye entusiasmo alguno, mis ojos se han secado y mis sentidos,
que ya no serén ungidos con légrimas confortadoras, hacen fruncir con angustia mi frente. Sufro tanto
porque he perdido la ‘nica delicia de mi vida, la fuerza sagrada, vitalizadora que ereaba mundos a ini
alrededor.
El fatal destino de Werther —algo extraordinario como conclusién para las obras literarias
de la época— se anticipa en la propia obra con las posturas del propio personaje ante el
suicidio (debate igualmente inusual en esos tiempos), en especial en un intercambio de
palabras con Albert, donde el protagonista defiende el cardcter ineludible que puede tener
el darse muerte, diciendo que le «parece igual de absurdo tachar de cobarde a quien se
quita la vida; como no serfa pertinente tildar de cobarde a quien muere de una fiebre
maligna»; més extensamente:
uAy, de aquel que es testigo y pueda decir: “La loca’, si hubiera esperado, si bubiera dejado obrar al
tiempo, la desesperacién se habria aplacado y habria surgido otro que Ia consolara. Seria exactamente lo
mismo que si alguien dijese: “{Qué loco, morirse de ealentura! jSi hubiera esperado a recuperar las fucrzas
hasta que sus humores mejoraran, y se hubiese calmado el ardor de su sangre, todo se habria arreglado y
seguiria viviendo todavia hoy!»
El Werther fue, en esencia, un best-seller en cuanto se publies, catapultando a ma fama
immediata a Goethe, desconocido hasta el momento (recordemos que contaba entonces con
veinticuatro aiios), que pasé desde entonces a ser uma suerte de celobridad literaria, De
hecho, se desarroll6 toda una Werther-Fieber, popularizéndose el atuendo de los personajes
(el chaleco amarillo y la casaca azul de Werther, los lazos rosas de Lotte), ademés de
objetos diversos con motives de la obra que entraron en circulacién; incluso,
4desafortumadamente, y para desdicha de Goethe, aumenté la frecuencia de suicidio, en
emulacién al protagonista, La obra acabarfa siendo la més conocida, a la muerte del autor,
para el piiblico en general, aunque hoy en dia ha qnedado desbancada de esta
preponderancia por la difusién de la genialidad de su magnum opus, Fausto, uno de los
textos culminantes de la literatura de todos los tiempos.
Las desventuras del joven Werther supuso el triunfo definitive del Sturm und Drang y wi
giro en la literatura alemana, ensalzéndose con el subjetivismo de sus monélogos
epistolares por encima del rigorismo propio del racionalismo heredado de la Iustracién, que
imperaba a la sazén y habia insuflado en la sociedad un estado de taedium vitae que
adolecia de la carencia de un sentido vital, morando en la angostura de lo frfamente
tedrico, del ascetismo mas astringente y deshumanizador. El trasfondo reflexivo de la obra,
con la que se critica la coercitiva hegemonfa de la razén y se abraza lo irrestricto de lo
sentimental, defiende nuevos valores asentados sobre los cimientos del corazén, apuntalados
por la espontaneidad y la autonomia del individuo; pero no una antonomia en el sentido
del legado cartesiano, oprimida por lo inamovible del intelecto, sino de la que brota de la
libertad més pasional, de los més hondos estratos de la emocionalidad humana, y se
expande revestida de una profundidad y contundencia opuestas a cualquier arrebato
veleidoso y superfluo. El Werther es, en definitiva, una obra que, concebida por la pluma
matriz del imponente genio de Goethe, no deja indiferente a todo espiritu provisto de uma
sensibilidad intensa hacia el romanticismo en su vertiente mas desaforada y visceral, siendo
emblema de la mas vehemente y ostentosa pasién llevada a sus tiltimas consecuencias.
ALVARO MORENO VALLORI