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Vv Duelo, mania y melancolia Judit : “Mi hermosura es la de la belladona (...J; su goce depara locura y muerte” Hebbel, Judith und Holofernes Introduceién La melancolia y la mania han sido objeto de miiltiples abordajes. La psiquiatria a lo’ largo de su historial, y el psicoanélisis en su multiplicidad de escuelas y orientaciones, se han pronunciado res- ecto de su etiologia, de su evolucién, de su terminacién, describiendo sus variedades clinicas y proponiendo tratamientos posibles. Pronunciamientos que no se dejan sintetizar ni ordenar fécil- mente, debido a su gran diversidad. Sin embargo, a pesar de todas sus diferencias, siempre se ha coincidido en que la melancolfa y Ia ‘mania estin estrechamente relacionadas, a tal punto que es dificil encontrar estudios que refiriéndo- se a.una de ellas no aluda a Ia otra, Por ejemplo, desde la perspectiva de E. Kraepelin, a quien le debemos haber descrito inauguralmente esta relacién y haberlas convertido en categorias clinicas (en mi parecer una de las producciones més impresionantes de la psiquiatrfa clasica), en su Intro- duccién a la clinica psiquidtrica -donde se encuentran compiladas sus célebres “Iecciones” con pre~ sentacién de enfermos-, la melancolia y la manfa se articulan estrechamente en una extrafta relacin que se muesira en las oscilaciones del estado de dnimo — lo eual aparece reflejado en la diversidad de citudros clinicos que describe: estados depresivos circulares, locura maniaco-depresiva, estados mixtos mantaco-depresivos, excitacién maniaca con alternancia de estados de depresién, etc.2 Lo que, ademés, advierte sobre la gran variedad semiolégica que presenta este ciclo en cada caso. Del mismo modo, los imanuales modemos como fos DSM, en su clasificacién de los Trastornos del es- tado de énimo, reimnen los episodios deptesivos y los maniacos en sus diversas combinaciones, Io cual se expresa en la nomenclatura de Trastorno Bipolar. De modo general, puede coneluirse que para la psiquiatria, desde el siglo XIX, la melancolia es enfermedad manjaco-depresiva. Quizés sea en las teorias actuales de la depresién donde este vinculo no se considera tan estrecho, Uno de los elementos que siempre se tiene en cuenta cuando se las estudia es el dato de lo afectivo, Desde la perspectiva de los comienzos de la elinica psiquidtrica, que ordenaba la semiologfa a partir de la oposicién entre ideas y afectos, la psicosis manfaco-depresiva queda comprendida dentro de este ultimo campo. Por su parte, los DSM clasifican a partir de la presencia de estados de dnimo de uno.u otto de los polos. Este acento puesto en el afecto desde la psiquiatria llega al psicoandlisis de la mano de Freud, para quien también la melancolfa y la manfa constituyen un par de opuestos, pero le lama poderosamente Ja atencién que en general se presenten clinicamente en conjunto: “La pe- 1, No 5 objetivo entrar agut en cl andliss de este compleisimo problema pero, de modo esquemético y muy gene- zal, poderos decir que en el siglo XIX la psiquiatria ha abordado a la melancolia considerindola a partir del aba nico psicosis degenerativa, constitucional o endégena. 2, Of. Kraepelin, E. (1985): La Locura Manlaco-Depresiva, Bs, As., Polemos. También Kracpclin, E, (1905): fniro- duceidn ala clinica psiquidtrica, Madr, Nieva, 1988, 97 Pablo D. Mutioz culiaridad més notable de la melancolia, y la més menesterosa de esclarecimiento, es su tendencia a -volverse del revés cn la manfa, un estado que presenta los sintomas opuestos”.” La lectura que J. Lacan efectiia en su retomo a Freud, revela los puntos salientes de esa tendencia, Aunque, veremos, esa relacién no es siempre en el mismo sentido. Serd necesario entonces pasar previamente por los planteos de Freud para poder subrayar la originalidad de la concepcién lacenia- na y asi tender el puente con la consideracién de Jas locures. Primera parte: “La formalizacién freudiana” Lectura a partir de la metapsicologia En la obra de Freud estas categorfas clinicas son objeto de una elaboracién muy dispar. Puede afir- marge que hasta el eélebre Duelo y melancolla de 1915, la elaboracién sobre la melancolta y su re- vvés -la mania- no se sistematiza.* Hasta allf, en las publicaciones precedentes las referencias son dispersas, Los intentos por delimitar un mecanismo especifico son aislados y sus resultados frag- mentarios. Por razones de espacio dejamos de lado las consideraciones que Freud hace en sus tra~ bajos prepsicoanaliticos y tomamos como punto de partida su primer abordaje con el recurso de la metapsicologia.® Bs en Duelo y melancotia donde ese recurso se aplica a estas categorias clinicas. Lo primero que Tama la atenci6n es que el texto estd dedicado al estudio de 1a melancolia, no del duelo, més bien tomado como modelo de la forma normal del desasimiento de la libido. Si Freud habitualmente to- ma Jo patolégico como modelo que le permite pensar lo normal’, en este escrito parece invertir el método: parte de lo normal (duelo) para pensar lo patol6gico (melancolia). La conjuncién de duelo y melancolfa se justifica por coincidencias clinicas y por las influencias que las ocasionan: mientras que el duelo es reaccién normal frente a la pérdida de objeto (enteramente consciente), estado no patolégico que declina con el paso del tiempo, la melancolia es un estado patolégico que supone una disposicién enfermiza, donde la pérdida no es conciente porque aunque sabe a quién perdié, no sabe qué perdié en esa pérdida. Interesante distincién que nos revela que Freud no confunde el objeto de amor (a quién ha perdido) con el objeto de Ia pulsién (qué ha perdi- do), Las coincidencias clinicas destacadas por él comresponden a los sintomas comunes: desazén, cancelacidn del interés por el mundo extemo, pérdida de la capacidad de amar ¢ inhibicién de la produetividad. Pero, a la vez, destaca sintomas diferenciales que son los que dan la clave de fa distincién: mientras que en el duelo se produce una inhibicién y angostamiento del yo que muestran su total entrega al trabajo del duelo con el consecuente empobrecimiento del mundo, en la melancolia se produce una rebaja del sentimiento de s{ (empobrecimiento del yo) que se expresa en autorreproches y autodeni- graciones que “se extrema hasta una delirante expectativa de castigo”’, que asume fa forma de un *delirio de insignificancia”.* Freud propone seguir al paciente en ese disourso sobre si y asegura que Freud, S. (1917): “Duelo y melancolta”. En Obras Completas, Bs. As., Amorrorta Editores, Tomo XIV, pig. 250, 4, Cabe aclarar que incluso all Ia elaboracién es dispar: la melancolfa es comparada sisteméticamente con el trabajo del duelo y es referencias a la mania aparecen recién en Jas stimas pines. 5, De todos modos, dejamos indicadas las referencias que deben tomarse en cuenta pata el estudio de la melaneolia cn los trabajos prepsicoanalitcos de Freud Podemos citar como punto de partida, la Carta 18 a Flies, fechada el 21 de mayo de 1894. Luego, Manuserito E, Manuscrito G, Manuscrito K (Un cuento de Navidad) y Manuserito N (anexo a la Carta 64), 6, Por ejemplo, en el historial de Schreber de la megalomanfa deduce Ia teorfa del narci 10 como eolocacién re- gala dela libido. 7. Freud, 8. (1917): “Duelo y melancolia”, En Obras Completas, op. cit, pag. 242. 8 Bid, 244, 98 Dilemas de la Psicopatologia tiene razén en lo que dice porque describe su situacién psicolégica, La contradiecion que Freud destaca es que se trata de enfermos que no se avergilenzan de autodenigrarse ante los otros y que, és bien, no solo le falta vergtienza sino que se complacen’ en esa acuciante franqueza que los des- nuda ante otros, es decir, hay satisfaccién en contar sus miserias.'° El mecanismo metapsicolégico al que recurre para explicar dicha constelacién es el siguiente: una parte del yo se contrapone a la otra, Ja critic, la toma por objeto, Es la conciencia moral, que en la mmelancolfa se destaca como desagrado moral con el propio yo (no tanto si es feo, débil, o degradado socialmente), Pero ello opera de ese modo en Ia autocritica habitual. Lo caracteristico del proceso melancélico ser dado por otra cosa: Ja eleccién de objeto que establecié el vinculo libidinal con tuna persona, por un desengatio o afrenta real, se ve sacudido. El resultado no fue el esperado -quite de libido y trabajo de duelo- sino que, como la investidura libidinal era débil, se cancela, y la libido bre no va a otro objeto sino que se la retrae sobre el yo. Alli se aplica a establecer una identifica- cién del yo con el objeto resignado: “la sombra del objeto cayé sobre el yo""', quien, en adelante, seri sojuzgado implacablemente como un miserable objeto por Ia conciencia moral. Bilo explica que -como reconoce Freud- si se escuchan las autocriticas que el paciente se hace, se nota que no se ‘adecuan a él mismo sino al objeto de amor, El autorreproche es en verdad un reproche contra el ob- jeto de amor que desde alli rebota sobre el yo. La contradiccién citada entonces es aparente: por ¢s0 no siente pudor, porque todo lo rebajante que dice de si en verdad lo dice de otro. En ese sentido, su conducta es logica: sus quéjas son querellas, el lamento es acusacién. En Psicologla de las masa: Freud precisa que la identificacién de la melancolta es al objeto total, masiva, no al sasgo, por intro- yyeceién (incorporacién) del objeto en el yo y que Ia instancia que critica a la parte del yo modifica: {da por identificacién es el ideal del yo."” Dicha introyeccién revela una fuerte fijacién al objeto de amor, que se contrapone a la poca resis: tencia de la investidura de objeto (porqug:términa répidamente regresando al yo). Para Freud se trata'de una contradiccién!3 porque se supone que una gran fijaciOn supondrfa mucha resistencia a a cancelacién del vinculo libidinal, Pero Ia explica recurriendo al concepto de identificacién narei- sistica: Ia eleccién de objeto se hizo sobre una base narcisista y entonces al cancelarse Ja investidura de objeto la libido regresa al narcisismo; de modo tal que Ia identificacién narcisista con el objeto pasa a susttuir la investidura de amor. Por tanto, no se resigna el vineulo amoroso a pesar del com- Alicto con el objeto amado. Esta sustitucién del amor de objeto por identificacién es el mecanismo de las afecciones narcisistas: regresién de la eleccién de objeto al narcisismo riginario, més preci- samente a la fase oral que pertenece al narcisismo. Asf, la melancolia resulta de una mezela de ras {gos del duclo con regresién desde la eleccién narcisista de objetol4 hasta el narcisismo: es reaccién frente a la pérdida del objeto de amor (como el duelo) pero en un vinculo ambivalente -cosa que falta en el duelo o que cuando esta Jo transforma en patolégico.15 En la melancolia el amor por el objeto (que no puede resignarse aunque se resigne el objeto) se refugia en la identificacin marci- sista y el odio se ensaila con ese objeto sustitutivo denigrindolo, haciéndolo suftir y ganando con tllo una satisfaccién sddica, Entonces la investidura de amor allf tiene dos destinos: 1) regresi6n ala Ibid, 245, 10. La contraiceién es esa: no importa si tienen rez6n al denigrarse sino que les falta pudor y que se satisfacen com cso, Freud plantea el problema en términos de carencia y presencia: dl pudor ala satisfaccién. 1, Dbid, 246, 12, Freud, S, (1921): “Psicologia de las masas y andlisis del yo". En O. C,, op cit, Tomo XVI, pig. 103. 13, Freud, §, (1917): “Duelo y melancolia". En O. C., op. cit, pég. 247. 14, Conviene dejar aclerado -aunque no demos agut su justficacién- que la eleccién narcisista de objeto no va més ald del nercisismo, es decir en sentido estricto, no es una elecetén de objeto. 15, Bn la neurosis obsesiva, el conflcto de ambivalencia hace del duelo normal un proceso patologico exterlorizéndo- Se como autorreproches: culpable por la pérdida del objeto de amor por haberla deseado. Puede recordarse enton- tes el caso del Hombre de las ratas en el que Froud sefalé un duelo patoldgico por la muerte del padre, eausado porel conflicto de ambivalencia que dominaba el vinculo libidinal 99 Pablo D. Mtoz identificacién, 2) por el conflicto de ambivalencia, regresién al sadismo, to cual explica su inclina~ cién al suicidio: se trata como al objeto, La introyeccién del objeto sobre la base de la identificacién narcisistica hace sentir Jos efectos devastadores de la ambivalencia: cuando el amor de objeto se guarece en Ia identificacién narcisistica, el objeto, es decir el yo, se hace merecedor del odio y, en- tonces, de las injurias y autoagresiones que lo hacen padecer, obteniendo la satisfaccién sAdica refe- rida — padecimiento inequivocamente gozoso autoinfligido por el melancélico. Para Freud es menester aclarar la tendencia de 1a melancolia a volverse del revés en la manfa. Su tesis es que ambas operan con el mismo complejo, el mismo contenido. Pero la diferencia es que en Ja melancolfa el yo sucumbe, mientras que en fa manfa lo hace a un lado. Freud busca apoyatura para sostener esta tesis en estados normales. Como se ve, la légica es equivalente a la empleada pa- ra el estudio de la melancolfa: partir del modelo normal que oftece el duelo. E] modelo normal de la manfa serdn los estados de alegrfa, jubilo o triunfo", caracterizados por el empinado talante, afectos jubilosos y predisposicién para ef emprendimiento de toda clase de acciones, contrastante con a depresién e inhibicién melancdlicas. En estos estados triunfantes el gasto psiquico grande se vuelve superfluo y queda disponible para la descarga. Es decir que un monto de energia queda libre (que es Ja contrainvestidura que el suftimiento de la melancolia atrajo sobre si desde el yo y habia ligado). En conclusién: “la mania no es otra cosa que un triunfo asf", en donde el yo no se ve arrasado - como en la melancolfa- sino que resulta vencedor (sobre: 1- la pérdida de objeto 0, 2- el duelo por la pérdida 0, 3- el objeto mismo), aunque -al modo del desconocimiento melancélico- no sabe sobre qué. Entonces “parte, voraz, a la biisqueda de nuevas investiduras de objeto”"®, lo que confirma que se liberé del objeto (maticese con las tres posibilidades consignadas en el paréntesis precedente). En el trabajo que Freud nunca publie6, recuperado hace unos affos, Sinopsis de las neurosis de transferencia, de 1915, intenta recopilar y sistematizar su abordaje metapsicoldgico de las neurosis, (de transferencia y narcisistas), Respecto de la melancolfa-mania, recupera los puntos mas salientes, del texto que recién hemos comentado, y destaca su inclusién en ef campo de las afecciones narci- sistas -singularizadas por un trastorno patticular entre el yo,y el objeto-. Por tiltimo, aunque suscribe lo afirmado anteriormente respecto de la identificacién, vésalta que ef mecanismo melancélico su- pone un trabajo de duelo pero con identificacién con el padre primitivo. Lectura més alld del principio del placer Con Més allé del principio del placer de 1920, la melancolia y la mania pueden ser reconsideradas a Ja luz de la pulsién de muerte y el superyé. Un aflo después, en Psicologia de las masas..., Freud sigue buscando el mecanismo que permitiria explicar la sustitucién de la melancotia por la manta, y aunque confiesa su falta de inteleccién, puede considerarse que produce un avance en ese sentido. Para ello parte -nuevamente, constancia de método- de la oposicién entre dos estados normales, abatimiento y bienestar, a partir de las relaciones posibles entre el yo y su ideal: en el abatimiento el ideal del yo (que abarca la suma de restricciones que el yo debe acatar) rige con severidad al yo, sentimiento de culpa e inferioridad se explican como fensién entre yo e ideal; en el bienestar esta funcién se ve suspendida, lo cual se traduce subjetivamente como una “fiesta grandiosa para el yo”!? que de ese modo puede volver a contentarse consigo mismo. Esa “sensacién de triunfo" se ‘explica metapsicoidgicamente como coincidencia de algo del yo con el ideal. Refiriéndose a las oscilaciones de mania y melancolfa -lo que llama desaz6n ciclica- conjetura que “su ideal del yo se disuelve temporariamente en el yo después que lo rigié antes con particular seve- 16. Dicho de otro modo: Ia alegra es a la manfa fo que el duelo a la melancolfa, 17. Freud, S, (1917): "Duelo y melancolfa”. En 0. C,, op. cit pég, 251. 18, Ibid, 252, 19. Preud, 8. (1921): “Psicologia de las masas y andlisis del yo”. En O. C., op. cit, Tomo XVII, pag. 124, 20. Bie 100 a 1 Dilemas de la Psicopatologia ridad”.”* De donde se deduce que en la melancolia el ideal del yo gobierna con severidad al yo y cuando esta distancia se desvanece y el yo se confunde con su ideal, el yo vive esa disolucién como un triunfo que se expresa en Tos sintomas de la manfa: talante empinado, arrobamiento incuestiona- ble, desinhibieiones y ausencia de miramientos y autorreproches. De la biparticién tajante de ambas instancias del yo a su confusién, mixtura que justifica el pasaje de la miseria melancélica al triunfo maniaco.? El yo y el ello introduce la instancia superyoica. Ahora es el supery6 hiperintenso quien ha arrastra- do hacia sf a la conciencia, atacando al objeto acogido en el yo por identificacién con todo el sadis- mo del que es capaz, “cultivo puro de la pulsién de muerte, que a menudo logra efectivamente em- pujar al yo a la muerte”. Ahora bien, Freud agrega a continuacién de esta afirmacién una aclaracién que introduce una nove- dosa concepcién de la mania como defensa o solucién del conflicto entre instancies que se configue ra en la melancolia; plantea que aquello se produce de tal modo: “cuando el yo no consiguid defen- derse antes de su tirano mediante el vuelco en la manta” [el destacado me pertenece}. En la coneepcién de Freud, el hecho de que la mania libere al yo de su sumisién completa al objeto al aflojar los vinculos identificatorios que mantenfa hasta entonces y de que, por esto mismo, relaje ta vigilancia del superyé, al hacer coincidir al yo con su instancia ideal, no resuelve en nada la afec- cién narcisista de la que deriva. En efecto, lejos de permitir que el sujeto encuentre verdaderos ob- Jetos de investidura, 1a manfa, por el contrario, pone de manifiesto la dificultad que el sujeto expe- rimenta para mantener una relacién con el mundo exterior que no sea de pura forma e instantanei- dad. En consecuencia, si se quiere adaptar a fa mania Ia metapsicologfa de la melancolfa, se conce- bird la manfa como una “neurosis narcisista” en el sentido freudiano, que pone en escena el mismo mecanismo regresivo relativo al acuerdo'o desacuerdo entre el yo y su ideal “De las tipicas aunque oscuras oscilaciones entre melancolfa y manta destacadas en el saber psiquid- trico, a la concepcién de la mania que forja Freud hay una importante distancia; observemos cémo Ja define paso por paso: como un triunfo, una identificacién con el ideal, una fiesta para el yo, y por fin como una defensa del yo avasallado por el supery6 en la melancolia. Algo parece haber cambia- do en la concepcién freudiana de la mania que ya no parece constituir un problema, como el revés igualmente patolégico de la melancolia, sino que Freud termina por referirla al género de la fiesta, donde en efecto hay excesos y acciones desmedidos (des6rdenes econdmicos) en los que ve més el efecto subjetivo, de la superacién del drama melancélico, que fenémenos de desanudamiento que ‘pueden poner seriamente la existencia en peligro de quien los padece. Finalmente dejo mencionado para retomar Iuego que esta caracterizacién de la manfa que hace Freud justifica su emparejamiento con el término locura, en tanto en Ia fiesta se admiten “locuras”, desbordes, manifestaciones exageradas, excesos... Pero también porque ello demuestra que, més 4que interesado en delimitar Ia metapsicologta de la manfa, lo estaba en responder a la cuestién espe- cffica de 1a inversién de la melancolfa en manfa; en otras palabras, lo que més atraia la atencién de Freud era la cuesti6n de la fiberacién del yo. Quiero enfatizar este tiltimo t6pico en la medida en 21, Ibid, 125, 22. En el mismo sentido se expresa Freud en su escrito tardlo EI humor: “La alternancia entre melencolla y manta, ‘entre sofecacin cruel del yo por el supery6 y emancipacin del yo respecto de esa presién, nos impresion6 come ‘una migraciOn de investidura de esa indole” [FREUD, 1927:161]. La migracidn a la que se referees al desplaza- rmienfo de grandes voltimenes de investidura de una instancia del aparato psiquico a otra. 23, Freud, S. (1923): “El yo y el ello”. En O. C., op. cit, T. XIX, pig. 54. Of rambign os textos de 1924 (“Neurosis y pslcosis” y “Pérdida dela realidad en neurosis y psicosis”) donde intentaestablecercritrios diferenciales entre neurosis, picosis y melancolfa a partir de la oposicién y conflicio entre instances, o cual indica, ademés que la ‘melancolia no es encuadrada por Freud sin més en el éampo de las psicosis, 24. Ibid 101 Pablo D. Muitoz que hemos subrayado en nuestro trabajo sobre la locura el énfasis que Lacan hace en la cuestién de la libertad del yo en términos de autodeterminacién por fuera del Otro, campo sobredeterminante por excelencia, ’ Segunda parte: “La formalizacién lacaniana” La melancolia-problema, la mania también La teorfa de Ja melancolia que Lacan desarrolla a lo largo de su ensefianza es compleja y evoluciona al ritmo que lo hace globalmente su doctrina. Seria complejo y excesivo para los objetivos de-este trabajo detenernos aqui en ello.”* Aqui solamente tomaremos algunas referencias, posteriores a la introduccién de los tres registros y Ia estructura de! lenguaje, a partir de fo cual ya no sitia la me~ lancolia en relacién con el narcisismo sino a partir de los efectos parasitarios del lenguaje. Una observacién @ tener presente es que en los primeros Seminarios -con algunas excepciones- la mayor parte de les referencias de Lacan a la mania son ordenadas desde la perspectiva del fin del andlisis como irrupcién de un efecto de la estructura bajo transferencia y no como una entidad clini- ca, La primera referencia que tomamos es julio de 1963 -iltima clase del Seminario 10- donde opone manfa y melancolfa a partir de la funcién del objeto a y su diferencia con el objeto i(a). Propone una relectura de Duelo y melancolia en la que establece coincidencias con Freud pero también sus pun- tos de distanciamiento: “En cuanto a nosotros, el trabajo del duelo nos aparece, en un destello a la vez idéntico y contrario”.”* Lo que puntualmente le critica a Freud es que sostenga que.el trabajo del duelo es el de consumar la segunda pérdida del objeto pero sobre los recuerdos idealizados, pieza por pieza, hasta que se le pueda dar un sustituto, Més bien para Lacan el duelo es: “el trabajo que esta hecho para mantener y sostener todos esos lazos de detalle, en efecto, a los fines de restaurar el lazo con el verdadero objeto de la relacién, el objeto enmascarado, el objeto a”"7 Es entonces la novedad introducida por Lacan con la teorfa del objeto a la que permite situar las ferencias con el planteo freudiano del duelo y 1a melancola, Estableoida esta diferencia con Freud, Lacan avanza en Ja distincién de lo que sucede en la melan- colia y Ia mania, y en un pasaje en el que, luego de plantear la reversién de la libido pretendida- mente objetal sobre el yo del sujeto, afirma: “es evidente que en In melancolia ese proceso no culmina (Jo dice el propio Freud), el objeto supera la direceién del proceso. Es el objeto el que triunfa’’”* 25. Un abordaje suficientemente completo del problema se encuentra en el trabajo de Bric Laurent “Melancolie, dolor de existir, cobardia moral”, en su libro Estabilizaciones en las pcos 26. Lacan, J.(1962-63/2004): Le séminaire de Jacques Lacan. Livre X: “L'angoisse”, Paris, Seul, 2004, pl. 387, 27. Thld. 28, Ibid. 102 Dilemas de la Psicopatologia En términos de Freud: la sombra del objeto eae sobre el yo. Asi distingue el retorno de Ia libido en la melancolia del retorno en el duelo, Como la funcién del i(a) del narcisismo es ocultar el a, “esto es lo que el melancélico necesita que pase a través de su propia imagen, y atacdndola primero para poder alcanzar en ese objeto a que 1o trasciende aquello cuyo mando se le escapa””, culminard arrastrado al suicidio. El melancélico suicida ataca su imagen para aleanzar el a. Dicho de otro mo- do: como el a se oculta tras 1a imagen del narcisismo, necesita a través de su imagen alcanzar ese a que se le escapa y cuya caida lo arrastra al pasaje al acto suicida. As{ se explica el triunfo del a que destacamos antes en Lacan: triunfa en la medida en que el i(a) se ha disuelto ~disolucién que revela desnuda la dimensién real del objeto a. En consecuencia, buscando el otro polo del ciclo, 1a mania ya no podré definirse como triunfo del objeto. Dice Lacan que se trata, por el contrario, de “la no-fineién de a? y ya no simplemente de su desconocimiento bajo la cobertura imaginatia de i(a). Podriamos decirlo asi: en la manfa se trata del triunfo pero ya no del objeto sino sobre el objeto, Lo cual arroja al sujeto “a la metonimia infi- nita y hidica, pura, de la cadena significante”.*" El a no opera y se ve entonces privilegiada la con- sistencia del i(a). Qué implica para Lacan que el a no funcione? En el pérrafo precedente habia afirmado que el ciclo duelo-deseo queda del lado del Ideal mientras que el ciclo manfa-melancolia queda del lado de Ia relacién con a, De esta tiltima indica que no podrd captarse sino se acentia ia diferencia de In fun- cidn de a con respecto a (a): “con respecto a algo que confiere a la referencia al a sit cardcter de bisica, radical, ‘més arraigante para el sujeto que cualquier otra relacién, pero también de funda- mentalmente desconocida, alienada, en la relacién narcisista”.°* La fumeién arraigante del sujeto por parte del objeto, el punto de anclaje que el a introduce para el sujeto en la deriva de la cadena significante, cuando no opera como tal, lo lanza a la infinidad meto- nimica del significante que remite sin cesar a otro significante y tras él a otro y otro, ausencia de detencién metaférica que en la manfa se traduce en un hacer ilimitado pues “el sujeto ya no es Jas- trado por ningiin a” [el destacado es mio]. El término francés empleado es ‘Jesté”, participio pa- sado del infinitivo “lester”, “Jastrar”, La Real Academia da tres acepciones: 1- “poner lastre a 1a embarcacién”; 2- “afirmar una cosa cargéndola de peso”; y 3- “comer, por lo comin vorazmente. Los adolescentes no comen, lastran”. Podemos entender esta afirmacién de Lacan, segiin las dos primeras acepciones, en el sentido de que cuando el a no funciona, no opera en tanto lastre (piedra u otro objeto de peso que se pone en el fondo de la embarcacién, a fin de que esta entre en el agua hasta donde convenga), no fija al sujeto. gue queda entonces “metonimizado” en la cadena significante sin anclaje, sin punto de afirmacién, Es un sujeto desamarrado de la cadena, disperso en la fuga de sus ideas. Es lo que la psiquiatrfa tan bien describe en estos casos: el enfermo invadido por una sucesién incesante de ideas, pasando de una a otra répidamente sin poder detenerse en ninguna, Pero también la tercera acepcin nos per- mite reconocer en esa cita algo que nos evoca la afirmacién de Freud euando en Duelo y melancolia nos dice que el yo vencedor “parte, voraz, a la bisqueda de nuevas investiduras de objeto”. Cuan- do el sujeto -clemento simbélico que como tal se desplaza permanentemente- no est detenido por 29. Ibid, 388. 30, Ibid. 31. bid, 32, Ibid. 33. Ibid. en frances "Le sujet n'y est lesté par aucun a”. 34, Freud, S. (1917): “Duelo y melancolfa”. En O. C., op. cit, pag, 252. 103 Pablo D. Mutloz el peso del a, se ve arrojado a lastrar, a “comer vorazmente” en una metonimia inrefrenable: de all! que se presente como un estado de exaltacién, que aparentemente Ileva al enfermo a interesarse por todo lo que hay a su alrededor, aunque sin poder’ detenerse en nada en particular. Por eso Lacan re- cure en esa misma clase a fa estructura del fantasma -($ ? a)- para articularlo, La no-funcién de a debe entenderse entonces no como su no operacién, sino como el entorpecimiento de su funcién real, Lo que resulta claro en esta elaboracién de Lacan es que esta fenomenologia clinica no necesa- riamente debe inscribirse “del lado de” la psicosis o “del lado de” la neurosis. En mi opinién eso no es lo esencial del asunto en juego. Enseguida avanzaremos al respecto. En su escrito -contemporéneo del Seminario 10- Kant con Sade, Lacan indica que el dolor de-existir en la melancolfa se encuentra en estado puro: “No han escuchado pues, si creen tener mejor ofdo que los otros psiquiatras, ese dolor en estado puro modelar la cancién de algunos enfermos a los que Haman melancélicos?”.* La culpa fundamental del ser hablante es existir, pero la particularidad de la melancolfa es que se presenta puro: sin mixturas, sin divisiones, Esa pureza mortifera es producto de la ausencia del sig- nificante félico, significante del goce que supone Ja castracién y que hace de médium entre el Otro y el sujeto. ‘Mis de 10 affas después, en Televisién, redefine el problema e introduce una novedad. Parte de la tristeza definida como pecado, cobardia moral que puede legar a Ia psicosis por el hecho de ser re- chazo del inconsciente: "Y Jo que resulta por poco que esta cobardia, de ser desecho del inconsciente, va- ya a la psicosis, es el retorno en lo real de lo que es rechazado, del lenguaje; es por, Ja excitacién manfaca que ese retorno se hace mértal”,** No se trata del retomo de un significante en lo real, la manfa es retomo en lo real de lo rechazado del Iengugje, rechazo del inconsciente. No se trata de un rechazo de la lengua en el sentido de las palabras, Fl lenguaje es la cadena significante y cuando ella esté rota solo quedan Unos, que podrén hhacer série pero nunca reanudar el discurso. En ese sentido, Eric Laurent propone que si distingui- mos lalengua y el lenguaje,,‘“la manfa es desencadenamiento de lalengua, sin accién ya del lengua- je, que es el inconsciente”.*” El retorno en Jo real que menciona Lacan, por tanto, en mi opinién alude a la morfificacién que el lenguaje produce en el viviente. Esa mortificacién retoma en lo real y se impone con el efecto mortal consabido en la mania. En conclusién, Lacan no aborda Ja mania y la melancolia como un ciclo, tampoco toma como eje el trastomo del afecto sino como diferentes posiciones subjetivas ante el objeto a: identificacién al objeto en el pasaje al acto suicida melancélico, no-funcién de a que produce el retomo en lo real de ‘un goce que invade el cuerpo, desarticila sus funciones y lo lleva al sacrificio -entonces también suicida, aunque sin la determinacién melancélica-, en la mania, 35. Lacan, J. (1963/2002): “Kant con Sade”. En Escritos 2, México, Siglo XXI, 2008 (Ed. revisada), pig. 738. 36. Lacan, J. (1974/1977): “Televisién”. En Lacan, J: Psicoandlisis, Radiofonta & Televsién; Bs, As. Ed, Anagrama, pig, 107, 37. Laurent, B, (1989); Esiabiizaciones en las psicosis, BS. As. Manantial pég, 119. 104 Dilemas de ta Psicopatologia Excitacién maniaca Hemos sefialado que Ia particular elaboracién de Freud acerca de la mania nos da una idea -banal por cierto- de por qué se la asocié desde los comienzos de la clinica con la locura, Iegando a cons- tituirse en términos usados indistintamente, Esa “fiesta” maniaca remite a las locuras, los desenfre- nos locos de la fiesta y sus excesos. Lacan nos oftece argumentos més sélidos al respecto, lo que demuestra que entendié lo que sucede en Ia manfa de un modo muy distinto, El hecho de que hable de la excitacidn maniaca merece un comentario detallado. En’ primer Inger, desplaza la cuestion de la categorfa clinica al sintoma. Es decir, cuando Lacan habla de excitacién maniaca se refiere a un fendmeno, no poniendo el acento en la mania como categoria clinica, 1o cual nos remite répidamente al cuadro, a su relacién con la melancolia y a todo el saber psiquidtrico cla- dorado en tomo de ella, En segundo lugar, el término excitacién expresa con enorme justeza que hay algo del registro vital del cuerpo y del hablanteser en cuanto set vivo en ese sintoma, pero sin regulacién. Ello implica que una energia sin regulador es siempre excitacién desenfrenada. Eso es la excitacién manfaca, La ausencia de regulacidn es lo que Lacan expresé como no-funcién de a, es decir ausencia de lastre que fije, que limite. Pero también puede pensarse que lo que no opera como regulador alli es el de- seo, que es el vector por excelencia del pensamiento y la accién. Eso mismo explica que la excita- cién manfaca se vuelva mortal. Podrfamos incluso arriesgar Ia tesis de que esa excitacién supone un goce en exceso que al no hallar limite simbélico desborda sobre lo imaginario inflaméndolo, hhin- chindolo. Finalmente, Ia fuga de ideas o logorrea, el desenfreno de la palabra y el goce, tienen mucho més que ver con Ja Jocura lacaniana que con la fiesta freudiana. Estos fenémenos mantacos que podemos tomar -como hemos anticipado en ei capitulo precedente- como formas clinicas que puede adoptar Ja‘locura dan cuenta también de la perturbacién de lo imaginario, en’el punto en que hay una evi- dente falla on Ia intencién de significacién, que conlleva la desarticulacién del tiempo discursivo de anticipacién y retroaccién del sentido. La metonimia loca que afecta al sujeto por la no-funcién de 4, en las que el sujeto se pierde y la significacién estalla, es la desarticulacién de la cadena signifi- cante, Como no hay objeto que pueda ocupar el intervalo y operar como el peso, lasire, de la cadena significante, borra el intervalo entre los significantes de In cadena, haciendo de ella una serie de ‘Unos, En efecto, cuando el intervalo desaparece, en lugar de metonimia hay infinitizacién, A modo de conchusién, Ia tesis de Lacan del rechazo del inconsciente que se expresa en Ia excita- cin manfaca, en la medida en que el inconsciente es el discurso del Otro, debe leerse como un des- ligarse del Otro que podemos interpretar como un desanudamiento del Otro (en las dos lecturas que admite el genitivo), pero también como un rechazo del Otro. Lo cual produce coino efecto una alte- racién de la relacién del sujeto con la imagen del cuerpo pero que desborda el campo de la imagen para afectar al cuerpo en su materialidad. Digamos que si la imagen vacila, 1o que retoma es el goce en exceso que la imagen velaba, como la exaltacién psicomotriz pone de manifiesto, ese cuerpo de- senfrenado que es el sintoma manfaco por excelencia, Sinthomania _ En la primera clase de EY Seminario 23 Lacan afirma: “por la sucesién de obras que ha escrito en inglés, Joyce le ha afiadido algo que hace decir al mismo autor que habria que escribir !’élangues, Supongo que él en- tiende designar por eso algo como esta elacién, de la que se dice que ella esta al principio de no sé qué sfnthoma que llamamos en psiquiatria Ia mania, La manfa es en efecto bien a eso que se parece la tiltima obra de Joyce, la que él ha sosteni= 105 Pablo D. Muto do por tanto tiempo para atraer sobre ella Ia atencién general, a saber Finmegans Wake”.** ‘Nuevamente, se ve Ja insistenoia de Lacan en tomar la manfa no como categoria clinica sino como sintoma, La afirmacién de que la mania es sinthome desplaza nuevamente la cuestiOn de la catego- ta clinica al s{ntoma. Al hablar de elacién mantaca como sinthome, habla de un fenémeno, no de la manfa como categoria clinica; se refiere a un fenémeno cuya estructura es manfaca. Vale decir que las t6picas freudianas desplegadas en este capitulo no constituyen un recurso con el que se formali- zan categorlas ci{nicas, como tampoco lo hace Lacan con su formalizacién nodolégica de las rela ciones entre los tres registros. No se trata aquf de una simple formalizacién de categorias elfnicas, lo que apuntarla a construir una nosologta lacaniana equivalente a la psiquidtrica, sino de precisar que son sistemas de formalizacién que permiten reconocer la estructura de un sintoma, a partir de los cuales podrén establecerse tipos (de sintomas, de nudos, como indica Lacan). Tipos que per se no “significan” nada preestablecido, sino que ello habré que desgajarlo en la singularidad del caso en funcién del sujeto que le suponemos, Dejo de lado la sutileza por la que Lacan desliza “que Hama- ‘mos en psiquiairia.la manfa”, ,Acaso en psicoandlisis no se hace preciso? Sea como fuere, sc trata de la elacién mantaca, que distinguimos de la excitacidn mantaca, El té- mino elacién (elatio) etimol6gicamente deriva de effero: “llevar fuera de s{, elevarse”. El dicciona- tio de La Real Academia Espafiola brinda tres acepciones: “Hablando del espititu y del énimo, ele- vacién, grandeza”. “Hinchazén de estilo y lenguaje”. “Altivez, presuncién, soberbia”. La escritura T’élangues* tiene homofonfa con el plural Jes langues -las lenguas- pero también es condensacién de langues -lengues- y élation -elacién-. También porta el significante élan que significa esfuerzo, arrojo, arranque y que figuradamente lleva a vehemencia, calor, entusiasmo -lo que vuelve a co- nectar con la elacién y Ja mania. La fenomenologia que se deduce de ello es diversa a la que situamos hasta el momento. Hasta aqut excitacién mortifera, logorrea, desenfreno del cuerpo, metonimia infinitizada, son formas de la ma- nfa eatacterizadas estructuralmente como fendmenos de-cadena rota, desencadenamientos, rupturas del encadenamiento entre los registros. La elacién maniaca esta connotada por Lacan con el térmi- no sinthome, definido en el Seminario como lo que permite a lo simbélico, lo imaginario y lo real permanecer encadenados. En este sentido, se trata de un sintoma maniaco, mejor dicho: de un stn- thoma maniaco, 0 mejor atin: de un sinthomaniaco, que no es efecto del desanudamiento de los tres registros sino un modo de reparar su desanudamiento, A la vez, destaco que las caracterizaciones més oldsicas de los maniacos han enfatizado esos rasgos del estilo hinchado, ampuloso, del lenguaje pero de su modo de comportarse también, 1a presuncién 38. Lacan, J. (1975-76/2005): Le séminaire de Jacques Lacan, Livre XXII: “Le sinthome", Paris, Seu, pag, 11-12. amos ag! nuestra traduceién para aquellos que no leen francés, de la versin francesa, ala que eitamos para que el lector realice la propia: “par fa succession dl'auvres qu'il a écrit en anglais, Joyce y a ajouté ce quelque chase (qu fait dive au méme auteur qu'il foudraitéerire Vélangues Je suppose qu'il entend désigner par Id quelque cho- Se conme cette Sation dont on nous dit gu’elle est au principe de je ne sais quel sinihome que nous appelons en payohiatrie la mnie. La manie est bien en effet ce & quoi ressemble la dernidre aeuvre de Joyce, celle qu'il a si Tongtemps soutenue pour y attrer Vattention générale, d savoir Finnegans Wake” [Los destacados comesponden al original] 39, Lacan, J. (1973/1996): “Autocomentario. En Uno por Uno, Revista Mundial de Psicoanélisis, N° 43, 1996, pp. 9- 20. 40, Un trabajo de Michel Bousseyroux ns ilustra sobre la referencia que torna Lacan cn su Seminario para introducir este neologisio: la “clenguas” (U'dlangues), Informa que Lacan propone dicho témino toméndolo de Philippe Sollers, de un trabajo intitulado “Toyce et Cie”, publicedo en 1975 en Tel Quel N°64, pég. 15-24. Nos proves, adem, la cita: “Joyee) no escribe en ‘lalengua® (en el sentido de Lacan), sino en las efenguas: es0 sata, cota, y es singular plural", En Bousseyroux, M; Bautista, B.; Bruno, P, et Sauret, M.-J- (1988): “La manfa”, En Clinica diferencial de las psicosis, elatos del Quinto Encuentto Internacional, Fundacién del Campo Freudiano, Buenos Altes, 217-222. 106 Dilemas de ta Psicopatologia llevada hasta el delitio, y por qué no, digémoslo, hasta la megalomanfa -en el sentido freudiano del engrandecimiento yoico-, Para concluir conviene aclarar que no se propone aqut que el caso del literato irlandés se avenga a ejemplificar la mania como sinthome (pues Lacan no refiere la presencia de episodios melancélicos ni manfacos), sino solamente ser considerado en tanto paradigmitico de la funcién anudadora del sinthome. En efecto, Lacan destaca que la tiltima obra de Joyce “se parece” a la manta; es decir que Ja analogia esta dotada de un sentido aproximativo. Pero justamente el parecido se debe a la elacién mantaca del puto lenguaje, término con el que califica el uso que Joyce hace de /alengua en su Fin- negan's Wake. Y en Joyce, justamente, la solucién sintomatica proviene de esa elacién maniaca, con la que fogra hacer sinthoma haciéndose un Nombre mediante la escritura, supliendo con la fun- cidn del ego ef lapsus del nudo que ya no permitia el calce del objeto a en RSI, resultando cn un anudamiento que reproduce la falla original, pero que evita el desencadenamiento via introduccién del sinthome. 107

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