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UNIVERSIDAD NACIONAL DE TUCUMAN * FACULTAD DE FILOSOFIA Y LETRAS CARRERA: LICENCIATURA EN TRABAJO SOCIAL CATEDRA: TRABAJO SOCIAL Y PROBLEMATICA FILOSOFICA CUADERNILLO DE TEXTOS DE LECTURA OBLIGATORIA PROF. TITULAR: DRA. SUSANA MAIDANA, JEFES DE TRABAJOS PRACTICOS: DOLORES MARCOS ~ FABIAN VERA DEL BARCO ANO 2009 UNIVERSIDAD NACIONAL DE TUCUMAN FACULTAD DE FILOSOFIA Y LETRAS PROGRAMA DE TRABAJO SOCIAL Y PROBLEMATICA FILOSOFICA ‘Afio 2009 Materia de Primer Afto de la Carrera de Trabajo Social Dictado: Primer Cuatrimestre Profesores. Profesora Titular a cargo del Dictado: Prof. Dra. Susana Maidana Profesores: Jefes de Trabajos Pricticos: Lic, Fabifn Vera del Barco Ms. Dolores Marcos Objetivos de ta materia: 1. Oftecer un mapa general de los distintos problemas que ocupan a la reflexién filoséfica y que sean instrumentos teéricos para los estudiantes de Trabajo Social 2, Brindar conocimiento sobre algunas corrientes filoséficas que fundamentan al Trabajo Social 3. Reflexionar sobre los problemas que atraviesa la ciencia, la ética y la politica a la tuz de los ‘cambios de paradigma producidos en los iltimos tiempos y que, indudablemente tendrin resonancia en la prictica del Trabajador Social 4, Desmitificar algunas prenociones que pesan sobre la conceptién de filosofia, de hombre, de conocimiento cientifico Programa: 1, La filosofia y su relacion con Ia vida 1La finitud humana y la pregunta filosética. La Apologia de Sdcrates. Vivir para pensar o pensar para vivir. La concepeién del hombre como animal simbélico versus la concepeiéa del hombre como animal racional. Descartes y l sujeto pensante. Diferencias entre ef hombre y el animal, 2. Elconocimiento cientifico y sus fracturas, La ciencia como concepto epocal. La ciencia en la modemidad, sus caracteristicas y sus fimdamentos. Las rupturas de la ciencia moderna, La aparicién de las ciencias sociales, Las caracteristicas del objeto de estudio de las Ciencias Sociales. El paradigma positivista, el interpretative y el critico. Las ideas fundamentales del Positivismo de Comte. El marxismo: los Contre ds Copiads conceptos de ideologia y de trabajo. La Postmodernidad y las criticas a la ciencia modema. El pnsamiento complejo y su impronta en el estudio de las Ciencias Sociales. 3. La ética y los valores ‘La ncutratidad de la ciencia y de la tecnologia en el mundo actual. Tolerancia y Responsabilidad intelectual. Las ideas de tolerancia de Voltaire. Argumentaciones politcas y licencia para mentir. Pluratismo valorativo versus relativismo en las sociedades multiculturales. Albert Camus y el concepto de rebel 4. Elhombre como animal politico El contractualismo moderno, El Liberalismo clisico y sus conceptos fundamentales. El Socialismo {y Sus conceptos findamentales. La democracia en la actualidad, La sociedad neoliberal: poder y democracia, Democracia delegativa en Argentina s Bibliografia Platén, La Apologia de Sdcraes. José Ortega y Gasset. Seleccién de Textos. Obras Completa. Emst Cassirer, Antropologia Filséfiea. Renee Descartes, Meditaciones Metafisicas, David Hume, Jnvesigacion sobre el Entendlniento Hamano. Seccion X1Sobre la razon en los animales” Karl Poppe: “Sobre el conocimientoy Ia ignoranca” en En busca de un mundo mejor, Paidés, Bareslona, i994 ~~ “Tolerancia y responsabilidad intslectual” en Op ct. Edgar Morin, Invoduccion al pensamiento complejo, Gedisa, 1990 Susana Maidan, Trabajo y valores (en prensa) ‘karl Marx, Seleccion de Tentos del Manifesto del Partido Comunista, Rubén Pardo, “Verdad © histoicidad EI conccimiento cientfico y sus factuas” en La Postcienca. Esther Diaz Susana de Luque, “El objeto de estudio de las Ciencias Sociales” en La Postctencia ob it ‘Susana Maidana, “La relacién conilictva enre la ciency los valores, ‘Albert Camus, Sclecién de Textos dsl Hombre Rebelde Ricardo Malindi y otros, Politica y argumentaciin. Petras, James: “Globazaci6n¢imperatsmo”, en Globaloney, Editorial Anidowo, Bs. As. 2000 Godwin, Barbara: £7 us de las ideas potas, Peninsula, Barcelona, 1997 Bobbio, Norbert: Estado, gobiemo y sociedad, FCE, 1999 ‘Chomsky, Noam: “Poder y democraia” en Poltca y cultura a finales de siglo XX, Ariel, 1995 Marco, Dolores: “La democraca dlegativa en Argentina” votacin, declaré que en lugar de casi g 2 lag to merecra, a titulo de ciu- a deremért, e pretlegio de ser mantenido en e Princo 4 expensas del Estado, Con ello crecid el niimero de jucces bontr es denade sat ge on thtinea instancia propane saa fa minas. Y fueron 360 los gue apoyaron la peticidn di us a 2 la peticion dele pena capital frente a silo 141 que aceptaban la propuesta del APOLOGIA DE SOCRATES No sé, atenienses,' qué impresién han dejado en voso™ tos las palabras de mis acusadores, mas de mi sf puedo decir que, al oirlas, me ha faltado poco para olvidarme de mi propia persona: tal era el poder de persuasion de _las_mismas. Sin embargo, tocante a verdad, nada’ han dicho. en resumidas Cuenta. Y entre las muchas menti- ras que han salido de sus labios hay una que me ha causa- do especial maravilla; me refiero'a aquella parte de su discurso en que afirmaban que debéis estar prevenidos para no ser embaucadoé por mi ya que, segiin ellos, soy un habil orador.: En efecto, el hecho de que no sientan vergiienza ante la proximidad de ser puestos por mi en evidencia, y no con palabras, sino con hechos, una vez que quede patente mi completa inhabilidad oratoria me parece lo mis descarado de su conducta, a no ser que 1, Lon jondos a guience xe dire Séerutes ann los que forman el Tribunal de lus heliastas. Priam ses eces de este tribunal todos los ciudadenos mayures de eines aios que estuvierun en uso dela plenitud de derechos de chudadunin ns frites como aspirantes este enrgo. Cada 880 los arcontes norteaban.entre fos slisitantes 3.000 plzzas, mis otras mila efectos de suplencia, Sderates al driie= Sea tin heterogénen tribunal, emplea a través de toda su defensa el vocative ‘taeniense ¥ nunc de ajvevens, Unicaniente llama jueces, a final de usta obra, alos jurados que han weado en favor xyes, ‘Com ell sus rcusadres le tachaban una ver mis de sofata (véase el Pred ble). La sofstica tenia un fondo eminentemente retricn yadiestrabr& us pr silitos en el arte deb uiscesig y en la manors de cunseyeie que fa esis propia feline vcinoss. aun en el eto de apoyare en premisan més dies Gue as t Q llamen habil orador al que dice la verdad. Si es ése el sen-| tido de sus palabras, tendré que reconocer que soy ora- dor, mas no al modo de ellos. Poco o nada ha sido, repi- to, lo que han dicho sin mentir, y, en cambio, de ris labios vais a escuchar toda la verdad. Y no seré, por Zeus, un elegante discurso el que escuchéis, un discurso como el de éstos, adornado con bellas frases y palabras, lejos de eso, emplearé'las primeras expresionesque acu, dana mi mente. Tengo la firme conviccién de que lo que voy 4 decir no se aparta un punto de lo justo, y no espere nadie de mi un lenguaje distinto del citado; por otra par- te, tampoco cuadrarfa a un hombre de mi edad el come parecer ante vosotros puliendo discursos como un ado. lescente. Y por lo demis, atenienses, he aqui lo que muy encarecidamente os pido: si veis que, al hacer mi defer. Sa, me expreso en términos iguales a los que suelo emplear en la plaza junto a las mesas de los cambistas, donde muchos de vosotros me habéis escuchado, y en otros lugares, no os extraiéis ni hagdis manifestaciones desaprobatorias a causa de esto. Tened en cuenta que es ahora cuando por primera vez comparezco ante un tri bunal, pese a mis setenta afos, y que, por tanto, soy completamente extrario al modo de hablar de aqui, Pues bien: de igual modo que, si yo fuese de otra ciudad, me perdonariais sin duda que hablase en mi nativo dialecta ¥ emplease sus giros propios, asi, en la ocasién presente, 0s hago este ruego, que, a mi modo de ver, no es contra, tio a derecho: haced caso omiso de mi modo de hablar, Sea peor, sea mejor, y examinad esto —y séloa ello dedi, cad vuestra atencién—: si mis palabras se avienen con la justicia 0 no se avienen, ya que es ésa la virtud del juez, como la del orador es decir la verdad Pues bien: en primer término ¢s justo, atenienses, que me defienda contra las primeras acusaciones caluminio. sas lanzadas contra mi y contra mis primeros acusadores; en segundo término, contra las posteriores acusaciones ¥ los posteriores acusadores. ¥ es que han sido muchos los que han ejercido ese oficio ante vosotros contra mi, 7 son muchos ya los afios que han transcurtido desde que vienen propalando sus mentiras; les temo més quea Ani- to: y los suyos, uun siendo temibles también éstos. Pero iV mas temibles son aquellos atenienses; me refiero a los al,..f, hombres que han ejercido cierto magisterio sobre voso- tros desde que erais nifosy que consus mendaces acusa- ciones han tratado de ganaros en contra mia: hablaban de cierta especie de sabio, llamado Sécrates, investiga- doz de los fendmenos celestes y de todo cuanto hay en las grofundidades de la Tierra, y transformador de argu- ments débiles en fuertes. Los que han propalado esa noticia, és0s son, atenienses, mis acusadores temibles, pues quienes los oyen consideran que los que se dedican attales investigaciones tampoco creen en los dioses. Ade- mas, son muchos los tales y mucho tiempo hace ya que vienen acuséndome, y, por si fuera poco, os han hablado durante los afios de mayor credulidad —algunos de Yosatros eras niios © muchachos— y eran verdadera- i mente acusaciones sin comparecencia de acusado, sin Lhoca0s defensa. Pero lo més chocgnte decodo.esque>nisiquiera_, af es posible saber ni decic sus nombres, excepto a de? rian alguno que es comediégrafo, y tanto los que, movi os =z Haliaso por la envidia y por el deseo de calumniar, trataban de [= convenceros como los que, convencidos ya ellos, trata- ban de despertar la conviccién en los demas, todos ésos son dificilisimos de combatir, pues no es posible hacer / comparecer ni poner en evidencia a ninguno de ellos, _/ j ino que, al defenderse, hay en verdad que luchar como : con una Sombra y hacer refutaciones sin que nadie sedé. j : 1 aludido. Reconoced, pues, también vosotros que, Como 05 digo, los acusadores que pesan sobre mi forman dos grupos, el de los recientes y el de aquellos antiguos de que 05 hablo, y considerad que debo defenderme en primer término contra éstos, pues también Cea comenzasteis a escuchar sus acusaciones antes que las de los posteriores y mucho mis las habéisofdo. Ea pues, if defenderme debo, atenienses, y tratar de arrancar de vuestras mentes en tan breve tiempo le calumnia que } : {tico, quien, junto con Meleto y 3, Politico atenienze del partido democrtica, quien, j , Liedn, presento contta Socrates la acusscin conteals cual pronuncia €at lapre sente defenen. 1 Véase note 2 5. Se rellere sobre todo a Arietfanes, autor de Lar bez 23 forjasteis al cabo de mucho. Y en verdad que tanto en interés vuestro como en el mio, quisiera conseguir este propésito y que no resultase baldfa mi defensa. Mas creo que ello es dificil; no se me ocultan en absoluto los obs- taculos que hay que vencer. No obstante, que la cosa resulte como plazca a la divinidad, que hay que obedecer ala ley y hacer la defensa Pues bien: remontémonos al principio de donde naci la acusaci6n que dio lugar a la calumnia que sobre mi gravitay a la cual ha dado crédito finalmente Meleto,* el hombre que ha presentado contra mf esta denuncia de cardcter piiblico. Vearnos, pues: équé decfan mis calum- niadores? Qué calumnias divulgaban? Como si se trata~ se de acusadores judiciales, ox leo —finjo leer, mejor dicho— si ién jurada —Ia que habrian presen- tado-t: «Sécrates delinque al ocuparse con exceso en la investigacidn de lo subterrdneo y lo celeste, convertir en fuerte el argumento débil y ensefiar a otros estas mismas pricticas.» Algo asi es dicha acusacién; eso es lo que vosotros mismos vefais en la comedia de Arist6fanes, en la que aparecia un tal Sécrates andando de acd para alld y diciendo, entre otras muchas tonterias, que podfa ir por los aires, cosas todas en las que no soy entendido ni poco ni mucho. Y conste que al hablar asi no tengo intencién de menospreciar tal ciencia ni a nadie que sea versado en tales conocimientos —no vaya a ser que Meleto me denuncie por tal motivo'—; lo que ocurre es, sencilla- mente, que no tengo nada que ver con eso, atenienses. Y como testigos de esto invoco una vez més a la mayor parte de vosotros y os pido que cuantos alguna vez me habéis escuchado platicar —que sois muchos— os infor- méis unos otros y os pongais al corriente sobre el parti cular; tratad de recordar en comin si en alguna ocasi6n me ha escuchado hablar alguno de vosotros poco. o mucho sobre semejantes cuestiones, y por ahi conoce-> réis que todo lo demés que el vulgo dice sobre mies de la * misma indole < 6. Principal acunador de Socenes. Era un pea fracas, que tata in duds, de ageadar u los potiticus, " oa 3 teen 26 Ae! F pre Nada de lo aludido es verditnys si eseuchdis decie & alguien que yo me dedico, medianteestipendio, a ins- truir a los hombres, tampoco.es eso verdad. Aunque realmente me parece decorosa_eso;* si s¢ Jes puede ins= truir al modo de Gorgias de Leontinos, Prédicos de Ceos e Hipias de Elide, los cuales van recorriendo las ciudades y, pese @ que los j6venes pueden seguir gratui- tamente las ensefanzas del maestro que prefieran entre Jos de su ciudad, los mueven-a abandonar el magisterio de éstos y hacerse discipulos suyos, con pago de honora- rios, y quedar encima agradecidos. Y aqui hay también un sabio de ese estilo, oriundo de Paros, y ved c6mo me enteré de su estancia en Atenas: me acerqué sin otro proposito que el de costumbre* a un hombre que lleva Pagado a los sofistas mas dinero que nadie, Calias, hijo de Hipénico, y le interrogué de este modo (pues son dos los hijos que tiene): «Calias —dijele—, si tus dos hijos hubiesen nacido potros o terneros, tendriamos que po- ner a su Cuidado a un mayoral, mediante el estipendio correspondiente, para que encauzase bien y acrecentase las buenas cualidades de estos animales, y ése seria un entendido en caballos o en ganado vacuno; pero como son hombres, éa quién piensas tomar para que esté al cuidado de ellos? (Quién cs conocedor de tal ciencia, la que hace hombres buenos y ciudadanos buenos? Yo supongo que ti lo habris averiguado, ya que eres padre de familia. éExiste alguno —le pregunté— 0 no?» «Yalo Creo que existen, me respondid, «éQuign es —inguiri de nuevo—-, de dénde y por cuanto ensetia?» «Eveno, de la isla de Paros, por cinco minas», fue su segunda respues- ta. ¥ yo dije que feliz Eveno si realmente tenia ese arte y ensefaba con tanto acierto,"" ya que yo, por mi parte, estarfa orgulloso y jactancioso de contar con esa sabidu- ria, pero la verdad, atenienses, es que no la poseo. Pues bien: alguno de vosotros podrfa interrumpirme diciendo: «Pero, Sécrates, écual ha sido la actividad a 8, Hey iron en esto y en lo que sigue 9. O sen el ue incerrogar 4 cualquier cladadano, par flosofar 10. Véanve el Preimbulo y aoe 2 U1. Bedagigico ¥ econdimien. 1Q. persene 3 oe 7 wee L que te has dedicado? Donde esté el origen de las calum- nias de que eres objeto? Porque, a mi modo de ver, no pueden haber nacido semejantes noticias y rumores acerca de ti sin que te hayas dedicado a una ocupacién més desusada que las de los hombres. Dinos, pues, qué es, para que no formemos juicios gratuitos.» Razonables me parecian tales palabras, y voy a procurar demostraros qué es lo que me ha deparado el calificativo de sabio y la calumnia. Escuchad, pues. Tal vez pazezca a algunos de vosotros que bromeo, pero podéis estar seguros de que 0s voy a decir Ja pura verdad. Ese ‘talificativo que me ha quedado aplicado no tiene otro fundamento, atenienses, que una sabiduria de cie ta clase. {De qué clase? Sin duda una sabiduria de caric- ter humano. Es realmente posible que sea sabio en ese sentido, mientras que aquellos a quienes he citado poco ha serdn quizd sabios con una sabidurfa sobrehumana, 6 no sé qué nombre darle,"? pues yo al menos no estoy en posesin de ella, y el que afirma que la tengo miente y lo dice con intencién de difamarme. Y ahora, atenienses, no prorrumpais en manifestaciones desaprobatorias si lo que os voy a decir os parece jactancioso; lo que diga no serin palabras mfas, sino que me remitiré a las de alguien que os merece crédito, pues invoco para voso- tros el testimonio del propio dios de Delfos'' en lo relati- voa la-existencia de mi sabiduria y a la indole de la mis- ma. Sabiéis sin duda quién era Querefonte. Fue amigo mio desde la juventud y simpatizante con vuestro parti- do democrético; con vosotros partié para el desierto y con vosotros regres6. Sabéis sin duda cudl era su caréc- ter, cudn vehement@era en todo lo que emprendia. En cierta ocasién]he aqui hasta donde llegé: fue a Delfos y Th Bomng 2 92 LEO OE Lol I fe ZoctO 13, Delite era un santaario de Apolo, ena Fécide, sobre he versiebte sudoes te del monte Parnase. cudion a £1 pentes de todas pares pare hace? las mas ‘anemia ars eans ob paren Ln a ‘ecb on vapres que an de a boce deus ano que hab ene teri Ee torno suye extaban sentados los sacesdotes que recopian intepretahan se palabras Hable, emt, poctas gue versfentun os ordeal vcimaroy ae fesliethan ls scifcosyexaminaban ls ontraas de las vctivasylovvelos de vere Le " febeenl Dilek $e ae, Dey ite a ‘ D yuel CAMA Ls 28 ¥ Loh ‘| a | ‘ot oO} f bs] fein se atrevié a hacer esta consulta —repito que no hagdis ynanifestaciones de desaprobacién—; pregunt6 si habia algin hombre mds sabio que yo. Pues bien: la Pitonisa's respondi6 que no habia nadie, Con relacién a eso podré Ser testigo ante vosotros su hermano aqui presente, puesto que él ha muerto. a Vais a poder considerar ahgta las razones por las cua- les hago referencia a esto; itfe dispongo a informaros sobre el origen de la calumnia de que soy victima. Pues bien? al oft aquello, pensé de esta manera: «{Qué quiere decis el dios?

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