You are on page 1of 19

R E V I S T A D E A R T E

PUBLICACIÓN TRIMESTRAL NÚMERO 323


ABRIL-JUNIO 2008
D E L A F U N D A C I Ó N
LÁZARO GALDIANO
FUNDADA EN 1954

DIRECTORA JESUSA VEGA


EDITOR-JEFE FELIPE PEREDA
SECRETARIO CARLOS SAGUAR

CONSEJO EDITOR

Luís U. Afonso (Universidade de Lisboa). Alicia


Cámara Muñoz (Universidad Nacional de Edu-
cación a Distancia). Jesús Carrillo Castillo (Uni- SUMARIO
versidad Autónoma de Madrid). María de los
Santos García Felguera (Universidad Complu-
tense de Madrid). María Concepción García Sáiz
(Museo de América, Ministerio de Cultura). Ma-
ría Dolores Jiménez-Blanco (Universidad Com- ESTUDIOS
plutense de Madrid). Javier Portús (Museo del
Prado, Ministerio de Cultura). Juan Carlos Ruiz SUSANA CALVO CAPILLA
Souza (Universidad Complutense de Madrid). La ampliación califal de la Mezquita de Córdoba:
Carmen Sánchez Fernández (Universidad Autó- Mensajes, formas y funciones 89
noma de Madrid). Rocío Sánchez Ameijeiras
JORGE GARCÍA SÁNCHEZ y CÁNDIDO DE LA CRUZ ALCAÑIZ
(Universidad de Santiago). Amadeo Serra Desfi- Alejandro de la Cruz. Un discípulo de Mengs en Roma 107
lis (Universitat de València).
ANTONIO GÁMIZ y ANTONIO ORIHUELA
CONSEJO ASESOR Una vista del paisaje de Granada encargada por el
Conde de Maule al pintor Fernando Marín hacia 1798 121
Bonaventura Bassegoda i Hugas (Universidad
Autónoma de Barcelona). Valeriano Bozal (Uni- LUIS MARTÍN POZUELO
versidad Complutense de Madrid). Jonathan Arte, territorio y nación en la Guerra de la Independencia.
Estampas de Francisco Pomares y Bartolomeo Pinelli 135
Brown (New York University). Juan Calatrava
(Universidad de Granada). Peter Cherry (Trinity DANIEL ORTIZ PRADAS
College, University of Dublin). Pierre Civil (Uni- El monumento a Cristóbal Colón de Arturo Mélida 143
versité Sorbonne Nouvelle - Paris III). Jaime
Cuadriello (Universidad Nacional Autónoma de
México). Pierre Géal (Université Stendhal - Gre-
noble III). Veronique Gérard (Université Paris LÁZARO COLECCIONISTA
Sorbonne - Paris IV). Nigel Glendinning
(University of London). Javier Hernando Carrasco ISMAEL GUTIÉRREZ PASTOR
Retratos de Antonio de Sentmenat y Castellá
(Universidad de León). Ronda Kasl (Indianapolis
por José López Enguídanos 155
Museum of Art). Henrik Karge (Technische
Universität Dresden). Jo Labanyi (New York
University). Vicente Lleó Cañal (Universidad de
Sevilla). Fernando Marías (Universidad Autóno- BIBLIOTECA
ma de Madrid). Ramón Mújica Pinilla (Universi-
dad Nacional Mayor de San Marcos, Lima). Ri- Coordinadora: Selina Blasco
cardo Olmos (Escuela Española de Historia y
Arqueología, Roma). Cristiano Tessari (Università Meyer Schapiro, Romanesque Architectural Sculpture: The Char-
les Eliot Norton Lectures (Daniel Rico Camps). Antonio Ur-
degli Studi di Udine).
quízar Herrera, Coleccionismo y nobleza. Signos de distinción
social en la Andalucía del Renacimiento (Juan Luis González
García). María del Pilar Biel Ibáñez y Ascensión Hernández
I.S.S.N.: 0017-2715 – Título clave: Goya Martínez, La arquitectura neomudéjar en Aragón (Rodrigo
Depósito Legal: M-921-1958 Gutiérrez Viñuales). Publicaciones recibidas. 163
Impresión y maquetación: Gráficas Summa, S. A.
Tel. 98 526 10 00 - Fax 98 526 15 18
Pol. de Silvota - Oviedo Precio del ejemplar (IVA incluido): España 12,75 € - Extranjero 29,40 €
Precio de la suscripción anual: 42,50 € - Extranjero 98,00 €
Portada: Mezquita de Córdoba. Cúpula central de la Redacción y Administración: Serrano, 122 - 28006 Madrid
macsura, detalle. (Foto: Oronoz) Tel.: 91 561 60 84 – Fax: 91 561 77 93 – e-mail: goya@flg.es
LA AMPLIACIÓN CALIFAL DE LA MEZQUITA
DE CÓRDOBA: MENSAJES, FORMAS Y
FUNCIONES*
Por SUSANA CALVO CAPILLA
Universidad de Castilla-La Mancha

1. Mezquita de Córdoba. Planta del edificio tras la ampliación de al-Hakam II (961-976). De-
talle con la ubicación de las inscripciones estudiadas. (C. Ewert, 1977)

Dotar de contenido iconográfico las manifesta- Para abordar el estudio de ese complejo sistema vi-
ciones artísticas es un principio inherente a toda cul- sual creado por el Islam y en concreto de la “Iconogra-
tura, sobre todo en aquellas tan amplias geográfica y fía de la Arquitectura islámica”, es necesario analizar
cronológicamente como el Islam. El Islam creó su pro- diversos elementos2. Uno de ellos es la epigrafía puesto
pio sistema visual basado en elementos y asociaciones que las inscripciones, tanto de contenido coránico como
simbólicas, diferente del de otras culturas contempo- fundacional o poético, constituyen a menudo un com-
ráneas y precedentes, cuya tradición artística, en todo plejo programa de alto contenido iconográfico; en se-
caso, asimiló y transformó. Su lenguaje estético enfa- gundo lugar, las propias formas arquitectónicas y or-
tizaba aspectos como la escritura y daba contenido namentales permiten traducir a un lenguaje visual
simbólico al ornamento, basado en el color y en for- determinados temas, corrientes o pensamientos filosó-
mas vegetales, geométricas o abstractas, al tiempo que ficos, teológicos, políticos e incluso científicos con-
se minimizó el papel desempeñado por las representa- temporáneos; por último, es necesario estudiar los usos
ciones humanas. En el primer siglo del Islam esa acti- de ese espacio y el ceremonial desarrollado en él.
tud “oficial” hacia las imágenes no tuvo ningún tipo de Teniendo en cuenta estos factores, el contenido
justificación ideológica: ignoraron las imágenes en iconográfico de la macsura de la mezquita aljama de
ámbitos religiosos y públicos pero éstas siguieron de- Córdoba podría definirse como una “respuesta ideoló-
corando los espacios palatinos y privados. La arg u- gica” 3 a varias cuestiones centrales del califato de al-
mentación doctrinal y religiosa del Aniconismo, y en Hakam II (961-976), presentes ya, en gran medida, du-
algún caso del Iconoclasmo, se produjo más tarde1. rante el gobierno de su padre, ,Abd al-Rahman III

89
2. Mezquita de Córdoba. Nave central de la ampliación califal, hacia la q i b l a.

(912-961), del que se muestra su continuación. El pro- paganda si,í, dos amenazas tan reales como cercanas
yecto de ampliación de la aljama de la capital se debió para los dos primeros califas cordobeses5. Las inscrip-
al segundo califa, que se había ocupado, aún en vida ciones exponen lo esencial de la doctrina ortodoxa, en-
de su padre, de dirigir las empresas constructivas cali- carnada en al-Andalus por la escuela jurídica mayori-
fales. Al-Hakam sería el responsable de la concepción taria, la malikí.
del programa cultural y artístico del nuevo Estado, así Por otro lado, en la mezquita del siglo X se rei-
como del mensaje ideológico que dichas obras debían vindica la supremacía del Califato cordobés: los ome-
transmitir; urbanismo, edificios, libros, objetos de lu- yas andalusíes se proclaman los únicos, los auténticos
jo como los tejidos del tiraz, la cerámica o los marfi- Amir al-Mu’minin o “emir de los creyentes”, herede-
les, todo ello conformaba la cultura visual del nuevo ros de los califas ra sidun (perfectos o bien guiados) y
califato omeya (fig. 1). de los omeyas orientales6. Tanto la arquitectura y la de-
El programa ornamental y epigráfico, así como la coración como las inscripciones se conciben como me-
concepción arquitectónica de dicha ampliación, tiene dio de exaltación del califato de Córdoba y del papel
un doble fin político y religioso: la afirmación de la le- del califa como defensor de la religión y de la ortodo-
gitimidad califal de los omeyas andalusíes y la exalta- xia, como pilar de la verdad (a l -ha q q) y como “guía
ción de ese nuevo Estado y del Califa como garantes espiritual” o imam supremo de los musulmanes7.
del Islam. En la mezquita aljama, como sucedió en la La propaganda oficial andalusí acusaba a los aba-
ciudad palatina de Madinat al-Zahra’, se traducen vi- síes de usurpadores que habían descuidado la custodia
sualmente los mensajes ideológicos difundidos por el de los Lugares Santos y a los fatimíes de sectarios que
Estado en las proclamas y edictos oficiales, hoy cono- expandían la herejía por el norte de África. La recla-
cidos gracias a las crónicas conservadas. La procla- mación de sus derechos sobre el califato oriental e in-
mación califal se materializa en esa macsura concebi- cluso sobre La Meca y Medina formaba parte de la
da como escenario de representación del nuevo poder ideología cordobesa desde tiempos del emirato y, a pe-
terrenal y espiritual. Se trata de un espacio áulico sar de su carácter utópico, aparece con cierta frecuen-
complementario de los salones de los alcázares de Al- cia en el discurso oficial de ,Abd al-Rahman III y de
Zahra’ y de Córdoba, lo que refleja perfectamente la a l -Hakam II 8. En cuanto a su enfrentamiento con los
doble función del califa, como jefe político y guía es- fatimíes, estaba en su apogeo a mitad del siglo X.
piritual de la comunidad de musulmanes y creyentes.
El edificio de al-Hakam se transforma en una plasma-
ción visual de la legitimidad omeya y de sus aspira- EL PROGRAMA EPIGRÁFICO DE LA AMPLIACIÓN
ciones políticas sobre Oriente, en parte de su da,wa o CALIFAL
propaganda político-religiosa4 (fig. 2).
Por un lado, la selección de textos coránicos con- La epigrafía sustituye en los monumentos religio-
vierte el programa epigráfico de la ampliación en una sos del Islam a las imágenes en la plasmación de los
refutación teológica de las ideas heréticas difundidas mensajes tanto religiosos como políticos. Sin embar-
en al-Andalus por Ibn Masarra (883-931) y por la pro- go, la lectura iconográfica de las inscripciones coráni-

90
3. Mezquita de Córdoba. Vista de los tres tramos de la macsura desde su ángulo oriental.

cas plantea diversas dificultades y reservas. Como han La razón habría que buscarla en que esta idea reforza-
expuesto R. Hillenbrand o Y. Tabbaa, la mayor parte ba el papel del Príncipe de los Creyentes como jefe po-
de las veces no se pueden sacar conclusiones simbóli- lítico que ha de ejercer de justo gobernante y de guía
cas del uso de unas determinadas aleyas en una ins- dotado de juicio y entendimiento superior. El califa es
cripción monumental. El hecho de que se repitan una elegido en último término por Dios para dirigir a las
y otra vez los mismos versículos, que la variedad de gentes por el buen camino y éstas le deben obediencia,
las suras citadas sea enorme o bien que un mismo tex- un principio de autoridad que a menudo era puesto en
to pueda aparecer en diversas localizaciones (mihrab, duda, entre otros por los defensores del libre albedrío12.
almimbar, puertas) y en distintos tipos de edificios ha- Entre éstos figuran los m u,t a z i líe s, que aboga-
ce muy difícil saber si éstos se escogieron deliberada- ban por la capacidad de elección humana. Las teo-
mente para transmitir un mensaje determinado, sobre rías de esta doctrina teológica habían llegado a al-
todo en las mezquitas. Con frecuencia, las inscripcio- Andalus a principios del siglo IX, aunque fue en la
nes coránicas, además de su papel ornamental, sirven siguiente centuria cuando se inició la polémica en
sólo para reconocer un objeto o monumento como is- torno a libre albedrío y determinismo 13 . Algunos al-
lámico. Los mensajes políticos o la exaltación del me- faquíes de la escuela mal i kí estudiaron y siguieron
cenas habría que buscarlos más bien en inscripciones las tesis m u,t a z i líes pero, por lo general, rechazaron
de tipo histórico o fundacional. No obstante, hay casos la noción de libertad humana, llegando a condenarla
excepcionales en que las citas coránicas sí transmiten públicamente. La teoría del libre albedrío había sido
un mensaje ideológico y una manera de hacerlo es me- reprobada e incluso perseguida en ciertos momentos
diante la combinación de aleyas de diferentes suras o por los califas omeyas orientales, por los abasíes de
de aleyas no consecutivas de una misma sura para crear Iraq y por los fatimíes de Egipto puesto que repre-
un texto continuo o una secuencia, algo que suele ser sentaba una amenaza para el orden establecido y pa-
raro. La selección intenta hacer más efectivo y preci- ra las propias bases del Estado califal 14. El determi-
so el mensaje de la inscripción. El ejemplo más em- nismo religioso, por el contrario, constituía un pilar
blemático de ello sería la mezquita de la Cúpula de la fundamental del poder absoluto y de la infalibilidad
Roca de Jerusalén 9. del califa, les aseguraba la obediencia de la u m m a
En nuestra opinión, las inscripciones de la am- (comunidad de musulmanes) y les ponía a salvo de
pliación califal de la mezquita cordobesa, fundamen- ser juzgados por sus arbitrariedades 15. Dichos princi-
talmente las localizadas en el área de la qibla, la nave pios se recogen claramente en la propaganda oficial
central y los tres tramos centrales de la macsura –mih- del califato de Córdoba. Así, en una circular envia-
rab, tesoro y sabat–, reflejan una controversia teológi- da a todo el territorio por ,Abd al-Rahman III tras la
ca con implicaciones políticas10, al igual que sucedió a conquista de Bobastro, en el año 928 –un año antes
finales del siglo VII con la Cúpula de la Roca de Jeru- de proclamarse califa–, se dice que la gente ha de
salén. Entre los pasajes coránicos citados en Córdoba, constituir “una comunidad unida (umma wa h i d a) ,
algunos infrecuentes en las mezquitas 11, hay un gran obediente, tranquila, subordinada y no soberana, go-
número que versa sobre el tema de la predestinación. bernada y no gobernante”16 .

91
menzó a hacer efectivas las amenazas vertidas en los
edictos y en 961 se procesó a unos seguidores, que-
mándose sus libros ante las puertas orientales de la
mezquita aljama de Córdoba20. En esos mismos años,
tras el enjuiciamiento y condena a muerte de un tal
Abu l-Jayr, acusado de blasfemo, de hereje y misione-
ro fatimí, al-Hakam II escribió una declaración de apoyo
a la escuela mal i k í, que consideraba “el rito más puro y
exento de desviación”21.
Los alfaquíes mal i k í e s constituían el mejor ins-
trumento de los soberanos omeyas para frenar la in-
fluencia del proselitismo fatimí y para contener esas
corrientes de pensamiento heterodoxas. Éstos desem-
peñaron un papel substancial en la elaboración de la
ideología califal y con seguridad en el proyecto de la
aljama. Su presencia e influencia fue constante en el
círculo más cercano a al-Hakam II, según nos indican
las crónicas. De la educación del califa y del príncipe
H is am II s e ocuparon ulemas que en algún momento
estuvieron relacionados con la lucha contra las herejías
o con la defensa de la ortodoxia m a l i k í 22. Uno de ellos
fue Ishaq b. Ibrahim (m. después de 963), llamado
Abu Ibrahim, alfaquí y consejero de gran predicamen-
to en la corte califal como lo demuestra el hecho de
que al-Hakam II siguiera su recomendación de no to-
car la orientación, errónea pero ancestral, de la q i b l a
de la aljama23.
La trascendencia de aquel debate político-teoló-
gico justificaría su inclusión en la mezquita aljama. La
persecución de las herejías estaba en su apogeo en 961,
4. Mezquita de Córdoba. Tramo occidental de la macsura con la
cuando al-Hakam II sube al trono e inicia las obras, de
fachada del sabat. manera que las ideas recogidas en los escritos oficia-
les debieron estar muy presentes en la mente de los al-
faquíes encargados de concebir el programa iconográ-
En al-Andalus, la verdadera persecución de la fico y epigráfico de la ampliación. La mezquita era el
doctrina del libre albedrío se inició a partir del mo- lugar idóneo para hacer pública una ratificación de la
mento en que fue predicada por Muhammad b. Masa- ortodoxia religiosa y de la escuela malikí.
r r a a principios del siglo X. Aunque Ibn Massarra es En la zona de la q i b l a, la macsura y la nave cen-
considerado el iniciador del pensamiento filosófico en tral aparecen, como decíamos, varias inscripciones con
al-Andalus, su condición de gnóstico y místico le hizo versículos que enfatizan el “determinismo divino” y
sospechoso de herejía17 e incluso de si,ísmo y por tan- resaltan el valor de la fe y de la intervención de Dios
to cercano de los fatimíes. La controversia teológica en el destino de los hombres. Figuran, entre otras, las
pronto adquirió en Córdoba tintes de herejía y se re- aleyas 33:70-71, en la Capilla de Villaviciosa, y
veló peligrosa para la ortodoxia malikí y para el poder 10:106-107, en el extremo occidental de la arquería
califal, sobre todo teniendo en cuenta que se sumaba paralela a la qibla 24. Sin embargo, lo más significativo
al fuerte clima de sospecha ante la propaganda si,í y de e inusual son las “citas parciales” y la combinación de
temor ante la expansión fatimí 18. Los masarríes no só- aleyas no consecutivas o de diferentes suras para trans-
lo cuestionaban los principios básicos del nuevo Esta- mitir argumentos en contra de la libertad humana y del
do sino que introdujeron un elemento de inestabilidad valor de las obras. Los casos más llamativos se en-
religiosa y social al romper la unidad doctrinal de la cuentran en la macsura. En la imposta derecha del ar-
comunidad (la umma wahida). co del mihrab se ha suprimido la frase final de la ale-
Tras la muerte de Ibn Masarra, su grupo no dejó ya 7:43, justamente aquélla que otorga valor a las
de ganar adeptos y de extenderse por otras regiones, al acciones humanas –“Os ha sido dado en herencia este
tiempo que las ideas de sus seguidores derivaban a po- Paraíso por lo que hicisteis en la vida terrenal”–, y
siciones extremas. Así, entre 952 y 957 se leyó en tres aparece sólo la parte central, que exalta el papel de
ocasiones ante las puertas de las mezquitas aljamas an- Dios en la salvación del hombre 25 (fig. 3). En la facha-
dalusíes un escrito de condena de su doctrina que ha- da del Bab al-sabat se cita la aleya 2:286 suprimién-
bía sido redactado bastante antes por Ibn ,Abd Allah dose la primera frase, alusiva también a la libre elec-
al-Zay y ali (m. 914)19. En los años finales del califato ción humana –“Dios no obliga a un alma sino en la
de ,Abd al-Rahman III e iniciales de al-Hakam II el medida de su capacidad: tendrá lo que haya adquirido
conflicto religioso debía estar en su apogeo y la hosti- y se le reprochará lo que haya adquirido”. El sentido
lidad contra la herejía se recrudeció. El Estado co- de la misma termina de invertirse añadiendo al final la

92
aleya 3:8, que proclama la misericordia de Dios como
única fuente de salvación —“¡Señor! ¡No hagas que
nuestros corazones se desvíen después de habernos Tú
dirigido!” (fig. 4).
Esta combinación de diferentes suras y la presen-
cia de aleyas cercenadas revelan claramente la inten-
cionalidad de los autores al hacer la selección. En un
espacio donde tenía lugar la bay‘a o juramento de fi-
delidad al heredero o al nuevo califa, estas alusiones
coránicas a la predestinación y a la mediación divina,
que como dijimos constituían uno de los pilares bási-
cos del poder absoluto y la infalibilidad de los califas,
adquieren aún más relevancia.
En el programa epigráfico de la macsura, centra-
do en la proclamación del dogma ortodoxo mal i k í, hay
otra inscripción fundamental. Se trata de la aleya
3:102-103, asimismo poco frecuente, que figura en la
base octogonal de la cúpula del nicho del mihrab (fig.
5): “¡Creyentes! Temed a Dios con el temor que Le es
debido y no muráis sino como musulmanes. / Aferraos
al pacto [Corán] de Dios todos juntos, sin dividiros
[...] Quizás, así, seáis bien dirigidos”. El mismo lla-
mamiento a la comunidad de fieles, elegida por Dios,
para que se mantenga unida, haga defensa de la fe ver-
dadera y se aparte de toda desviación o herejía apare-
ce reiteradamente en los textos oficiales 26.
El resto de los versículos epigrafiados en el área
de la macsura es mucho más usual en los espacios re-
ligiosos. En ellos se hace una exaltación del Tawhid o
Unicidad divina, del Corán y de Muha m m a d c o m o
único Profeta y como intercesor27. También se convo- 5. Mezquita de Córdoba. Cúpula del mihrab.
ca a realizar las abluciones, a la oración y a hacer pro-
fesión de fe con aleyas muy habituales en las mezqui-
tas28. Las puertas exteriores de la ampliación participan cibe como el marco arquitectónico del nuevo Estado y
del mensaje transmitido en el interior y complementan, de su cada vez más complejo ceremonial, es lógico que
en consecuencia, el programa epigráfico sin contra- se tomaran como modelo iconográfico las llamadas
d i c c i o n e s 2 9. “mezquitas imperiales” omeyas –Jerusalén, Damasco
y Medina–, levantadas por ‘Abd al-Malik y al-Wa lid
entre 685 y 715. A esto hay que sumar ciertos rasgos
ARQUITECTURA Y MOSAICOS que podrían considerarse una transferencia de los mo-
delos áulicos de Madinat al-Zahra’, como las tres na-
La arquitectura y la ornamentación desplegadas ves rematadas por sendas cúpulas en sus extremos que
en la nueva ampliación de la sala de oración contribu- parecen una adaptación de los salones basilicales de
yen igualmente a exaltar el poder del califa. Se trata de recepción de la ciudad palatina (fig. 1).
la plasmación de un nuevo lenguaje visual acorde a las Otras características, como la venera que cubre el
exigencias de la nueva realidad política. Una monu- mihrab o su orientación, están ligadas al pasado islá-
mental macsura de tres tramos precedida de una mag- mico de al-Andalus y muestran su apego a la tradición
nífica fachada luminosa 30, espacios delimitados con o precedente (mira t) de los antepasados, que en este
pantallas de arcos, cubiertos con cúpulas de arcos en- caso eran los conquistadores, Musà b. Nusayr (712-
trecruzados y decorados con revestimientos de már- 714) con los seguidores de los compañeros del Profe-
mol, relieves, pinturas y mosaicos (fig. 6). ta (tabi,un) que le acompañaron, y el propio ,Abd al-
Muchos de esos elementos son el eco de modelos Rahman I “el Inmigrado” (756-788). Era un medio de
religiosos del pasado omeya tanto oriental como anda- sancionar la legitimidad del proceso de islamización
lusí. Varios trabajos han puesto de relieve la vincula- de la península Ibérica33.
ción establecida entre las obras de al-Hakam II y las de Paradójicamente, en ese proceso de autoafirma-
Oriente a través de ciertos elementos simbólicos, tan- ción califal del siglo X, los omeyas andalusíes tam-
to arquitectónicos y decorativos como literarios31. La bién se inspiraron en el califato abasí, como parecen
conexión con sus ancestros omeyas se pone de mani- indicarlo la sofisticación del ceremonial y de la ad-
fiesto en el recurso a los mosaicos y a los mitos litera- ministración califal, así como muchos aspectos pro-
rios donde se vincula a al-Hakam II y la mezquita cor- t o c o l a r i o s , desde la titulatura honorífica a la estética
dobesa con al-Wa lid (705-715) y la aljama que éste “imperial”, que se incorporaron a los escenarios ar-
levantó en Damasco 32. Dado que la ampliación se con- quitectónicos del califato. La estructura de la q i b l a

93
6. Mezquita de Córdoba. Tramo central de la macsura con la fachada del mihrab.

cordobesa, por ejemplo, tiene un antecedente en las La alusión del cronista al color de la q u b b a no es
dos mezquitas congregacionales de Samarra construi- trivial. La historia de las tiendas rojas (a l - q i bab al-
das por el califa al-Mutawakkil (847-861), en las cua- humr) se remonta a la época del Profeta, pues éste, si-
les se adopta una disposición simétrica muy similar, guiendo una costumbre pagana preislámica de Arabia,
aunque mucho menos ostentosa, con dos puertas que solía levantar una tienda roja en los campamentos que
flanquean el mihrab (fig. 7). La triple fachada monu- precedían a una batalla importante38. Él mismo se alo-
mental de Córdoba, precedida de tramos cupulados, jó en una durante su estancia en La Meca tras la con-
estaba destinada a convertirse en un modelo para todo quista, según varias tradiciones (hadi t-s). Otras reco-
el Occidente islámico, perfeccionándose en las mez- gen que el encuentro entre Dios y Muhammad en
quitas almorávides y almohades con la apertura del Jerusalén durante su isra’ o “Viaje Nocturno” se pro-
hueco para guardar el almimbar, improvisado en Cór- dujo bajo una tienda roja. En ese encuentro, Dios se
doba. Asimismo, el nicho cordobés adquiere, al igual mostró al Profeta sentado en su Tr o n o39. Más tarde, el
que el de la mezquita de Abu Dulaf, unas proporciones califa Mu,awiya, con motivo de la batalla de Si ffin
excepcionales –3,77 metros de anchura por 3,57 de (657) mandó colocar en el campamento una q u b b a
profundidad y 3,60 por 1,90 metros, respectivamente34. adornada “con piedras preciosas” para cobijar la copia
La concepción de una macsura de tres tramos cu- del Corán que siempre acompañaba a los ejércitos en
biertos con sendas cúpulas es algo inusual, pero no lo campaña y que en esa ocasión le ayudó a vencer la ba-
es la forma elegida: la qubba fue el espacio de repre- talla y vengar el asesinato de ‘Utmân. Fue en esa mis-
sentación del poder por excelencia desde la Antigüe- ma tienda donde recibió el juramento de fidelidad
dad y se encontraba ya en las mezquitas aljamas desde (b a y,a) de las tropas 40.
la época omeya35. La simbología política y religiosa de El color y la luz contribuyen decisivamente a con-
las qubba-s en el Islam, así como de su color y su or- formar ese ámbito como un marco donde se muestra el
namentación, está bien documentada en Oriente36. E n soberano. La luz es un atributo divino, es el símbolo
al-Andalus, un texto extraído del Muqtabis de Ibn del intelecto y de la justicia, frente al caos y la oscuri-
Ha y yan recoge los principios esenciales de su signifi- dad. El color y la palabra, según Ibn Hazm (m. 1064),
cado: son la luz para acceder al mundo, a las ideas, a la Re-
velación y, por supuesto, a la Belleza en todas sus fa-
... envió el califa al-Hakam II al-Mustansir bi-llah al cetas, física, ética y espiritual 41. La luminosidad y la
visir generalísimo Galib ibn ,Abd al-Rahman el gran combinación armónica de colores producen la belleza
pabellón rojo (al-qubbat al-hamra ,), de imponente as- según la estética islámica. Las piedras preciosas o el
pecto y peregrina hechura, mandándole que lo usara oro aúnan esas dos facetas y son componentes esen-
con arreglo a instrucciones y explicaciones precisas, ciales de ese simbolismo.
como que debía alzarlo en medio de su real, habitarlo La atracción por las piedras preciosas y las perlas
y recibir en él, para realce de su prestigio y despecho aparece recogida en numerosas fuentes contemporáneas y
del corazón de su enemigo... 37 no sólo en el mundo islámico. Por ejemplo, en el Libro

94
de los Regalos y las Rarezas, un inventario del Tesoro
fatimí de El Cairo escrito en el siglo XI, o en la poesía
de la misma época se pone de relieve la trascendencia
dada a las joyas y piedras preciosas por todas las cla-
ses sociales y en especial por los soberanos 42. Según
al-Biruni (muerto en Gazna en 1048), autor de un fa-
moso tratado sobre las piedras preciosas, éstas han de
estar en posesión únicamente de los gobernantes pues
son signo de poder y magnificencia. Éstos las utilizan
para adorno personal y para ornar sus palacios hacien-
do ostentación de su riqueza43. En al-Andalus tenemos
noticia de varios regalos llegados de Constantinopla
para Madinat al-Zahra’, uno de ellos con fustes de co-
lumna y dos pilas de fuente, de mármol dorado y de
ónice. En otra ocasión, el emperador ru m í envió a
,Abd al-Rahman III la famosa yatima o “perla única”,
que colgó de la techumbre de oro de su residencia
(q asr al-julafà) 44. También estaba enjoyada la doble 8. Mezquita de la Cúpula de la Roca, Jerusalén. Detalle de los mo-
funda del valioso ejemplar del Corán (m us haf) guardado saicos del tambor. Año 691.
en la mezquita aljama; una era de brocado con perlas
y rubíes y otra de seda de ricos colores 45.
Una de las obras más leídas y admiradas de la el reflejo en la tierra del trono divino, dado que aquel
época fue el Kitab ,Iqd al-farid o Libro del collar único, rey, elegido por Dios, era considerado el soberano uni-
escrito por Ibn ,Abd Rabbihi (Córdoba, m. 940), pane- versal. El ámbito del poder en el Islam y en Bizancio
girista oficial de ,Abd al-Rahman III. Su título refleja se dotaba de un significado trascendental recurriendo
el contenido del libro, o mejor dicho, los nombres y la precisamente a la iconografía y al brillo salomónicos,
disposición de sus 25 capítulos. Los 13 primeros son lo cual, de algún modo, permitía combinar la esfera te-
designados con diferentes piedras preciosas: perla rrenal y la paradisíaca47. Citemos una de las descrip-
(l u ’ l u,a), perla única (f a rida), topacio, perla (yu mana), ciones del Templo de Salomón, la realizada por al-Nu-
coralina, zafiro, gema (ya w h a r a), esmeralda, perla wayri (siglo XIV) en su Nihayat al-‘Arab:
(d u rr a), perla única (y a tim a), joya dorada (,a sya d a) ,
perla lateral (muyanniba) y la joya central (al-wasita), Construyó el templo de Jerusalén con mármol blanco,
que es el capítulo número 13. Los 12 últimos reprodu- amarillo y verde; sus columnas eran de cristal de roca
cen, a la inversa, los mismos nombres. blanco y transparente, engastadas con valiosas piedras
Estos ejemplos ponen de manifiesto un fenómeno preciosas. El techo tenía incrustaciones de perlas, ja-
típico de la estética islámica: la m i n e r a l i z a c i ó n de la cintos y otras gemas. En el suelo puso losas de tur-
naturaleza viva y de la arquitectura con el fin de do- quesa. Y no hubo entonces edificio más brillante y lu-
tarlas de cualidades trascendentales: los edificios y los minoso que aquel templo, pues brillaba en la noche
jardines son transformados mediante metáforas poéti- como la luna llena48.
cas en joyas preciosas, adquiriendo así el carácter de
entes perfectos, infinitos y eternos46. Un caso prototí- Al igual que en el Templo de Jerusalén descrito
pico son las evocaciones de las míticas construcciones por al-Nuwayri, el brillo y el colorido del oro y de las
de Salomón y de Cosroes en las descripciones que de piedras preciosas también se hacen presentes en los
los espacios áulicos hacen los escritores árabes. En el edificios religiosos islámicos. En un rápido repaso de
Islam, como en el judaísmo, el trono de Salomón era las fuentes árabes encontramos esos materiales en las
grandes mezquitas levantadas en época omeya. Así, la
Kaaba tenía en su interior una gran piedra de ónice en-
gastada en un aro de oro, relacionada con el Profeta se-
7. Mezquita de al-Mutawakkil en Samarra, Iraq. Muro de q i b l a .
Entre 847 y 861. gún Ibn ,Abd Rabbihi49; el mihrab de Damasco estaba
dorado y tenía incrustaciones de turquesas y ágatas50;
el mihrab de Medina también estaba recubierto de pa-
neles dorados, tenía un ágata embutida en el fondo y
sobre su arco había una piedra pulida y resplandeciente
que llamaban “espejo de ,A isa” o “de Cosroes”51. En
las tres, además, el muro de qibla y los exteriores es-
taban revestidos de mosaicos con bandas epigráficas
de letras doradas y de paneles de mármol de diferentes
colores52. Por último, los mosaicos de la Cúpula de la
Roca de Jerusalén muestran coronas y joyas sobre un
exuberante fondo de naturaleza cosificada (fig. 8).
Las mezquitas aljamas abasíes siguieron esa tra-
dición, al menos en Samarra. La qibla de la mezquita

95
saicos, miniaturas y pinturas, especialmente los libros
con lujosas tapas y los tronos enjoyados. Un ejemplo
de su valor alegórico es la simulación de marcos me-
tálicos con cabujones para encuadrar las miniaturas a
toda página de un valioso manuscrito como el Salterio
de París (segunda mitad del siglo X) 59, una ambigüe-
dad que también se da en la ornamentación islámica60
(fig. 11). En ambos mundos, por lo tanto, encontramos
idéntica fascinación y atracción por el brillo y el color
de las piedras y de los metales preciosos, y una sim-
bología similar.
Los términos árabes usados para describir las su-
perficies cubiertas por mosaicos ponen asimismo de
manifiesto su parecido con las joyas y los vidrios po-
lícromos. Así, por ejemplo, el término mina u s a d o
por al-Muqaddasi para describir la decoración de la
q i b l a de la mezquita de Samarra tenía un gran núme-
ro de acepciones. Mina significa en primer lugar ver-
de-esmeralda, de ahí el segundo sentido de Paraíso;
9. Fragmento de azulejo de vidrio tipo millefiori procedente de Sa- después pasó a designar varias formas decorativas
marra, Iraq. Hacia 836. Museo de Arte Islámico de Berlín. como el mosaico, el vidrio (y el tipo m i l l e f i o r i e n
particular) y finalmente el esmalte, es decir, técni-
cas cuyo efecto final, polícromo y brillante, era m u y
de al-Mutawakkil estaba decorada, según Ibn al-Jaw- s e m e j a n t e 61.
zi, con platos de vidrio (tawabiq al-zuy a y) y, según al- El término z uy a y expresa, igualmente, variados
Muqaddasi (siglo X), con mina, un término de origen matices relacionados con el vidrio. Sirve para definir
persa que puede definir tanto los mosaicos dorados co- las teselas de un mosaico: fragmentos de vidrio de co-
mo los vidrios de colores, en ambos casos menciona- lores y dorados o cubos (f as s- f usus) recubiertos con
dos por otros autores 53. A principios del siglo XX, E. una “capa de vidrio” (z uy a y r a qiq). La expresión a l -
Herzfeld documentó la existencia de teselas de mosai- zuy a y al-mulawwan, al igual que el término mina, des-
co vidriadas y doradas en las enjutas del arco del mih- cribe tanto los mosaicos de la mezquita de Córdoba
rab, así como en la fuente ornamental del patio de la como los esmaltes cloisonné del estuche de plata que
mezquita aljama de al-Mutawakkil (847) 54. En las ex- contenía la carta enviada por Constantino VII Porfiro-
cavaciones de la década de 1960 se encontraron tam- géneta a ,Abd al-Rahman III62, o los esmaltes de la en-
bién fragmentos de vidrio azul oscuro en la misma zo- cuadernación que en época almohade tenía el ejemplar
na, lo que confirmaría lo dicho por los textos. Además, del Corán (mus haf) de la aljama, descritos como “vi-
en algunos ámbitos palatinos como Jawsaq al-Jaqani drio polícromo bizantino” (’ a l wan al-zuyay a l - Rumi)63.
(836-842) y Balkuwara se hallaron fragmentos de azu- Los mosaicos de la aljama cordobesa son de-
lejos de vidrio polícromo del tipo millefiori –una va- nominados por al-Idri si (m. ca.1166) a l - f u s a y f i s a
riedad cuyo aspecto recuerda al mosaico y al esmalte–, a l - m udhab wa-l-mulawwan, “mosaicos dorados y de
así como teselas de vidrio que servían de revestimien- colores”, o bien teselas m u zy yaya, “con un baño de
to mural55 (fig. 9). v i d r i a d o ” 64, trabajo que, según el autor, planteó difi-
La atracción por esos materiales no es una espe- c u l t a d e s tanto a los maestros musulmanes como a los
cificidad estética del arte islámico. En la estética bi- rumíes (bizantinos). Este autor de origen andalusí em-
zantina encontramos un fenómeno muy similar, que plea asimismo una frase que parece reflejar esa consi-
primaba las cualidades ornamentales de las imágenes deración de los mosaicos como alhajas: “inscripciones
y los objetos; el lustre y el color se convertían en ma- engastadas (m a sy unani, literalmente ‘aprisionadas’)
nifestaciones de la luz divina y del poder emanado de entre dos bandas (b ahrain, ríos) de mosaico dorado so-
Dios en la tierra56. Los esmaltes y los mosaicos dora- bre un campo de vidrio (fi a rd a l - z uy a y) azul oscuro
dos llegaron a ser reconocidos, en todo el ámbito me- (al-lazuwardi, lapislázuli)”65 (fig. 12). En otros a u t o-
diterráneo y oriental, como técnicas originarias o es- res encontramos descripciones menos explícitas. Así,
pecialidades –y hasta emblemas– de Bizancio, razón el cordobés Ibn ‘Abd Rabbihi (siglo X) dice que el
por la cual formaban parte de los obsequios que el em- muro de q i b l a de la mezquita de Medina estaba co-
perador enviaba a sus rivales 57. Tanto los soberanos ronado por “una ancha franja (i za r) de mosaicos
omeyas de al-Andalus como los fatimíes de Egipto re- (f u s a y f i sa’)” y por “cinco líneas de inscripción dorada
cibieron del emperador bizantino todo tipo de objetos sobre una cenefa azul (sanifa samawiyya)” 66.
de lujo entre los que figuraban tejidos, manuscritos En la mezquita de Córdoba, los mosaicos bizanti-
ilustrados o joyas con esmaltes y piedras preciosas nos revisten de brillo y color un muro y unos elemen-
(fig. 10), acompañados de misivas escritas con letras tos arquitectónicos inertes, convirtiéndolos en un pa-
doradas sobre pergamino teñido de púrpura58. nel de refulgentes joyas de oro, gemas y esmaltes; de
Los objetos de orfebrería bizantinos aparecían esa manera, dicho espacio es dotado de calidades ab-
asimismo representados de manera constante en mo- solutas y perfectas. Al igual que sucede en las iglesias

96
10. Izquierda, arriba: detalle central del Icono del Arcángel San Miguel. Venecia, Tesoro de San Marcos. Siglo X. Oro, plata dorada, pie-
dras preciosas y esmalte c l o i s o n n é. Abajo: detalle del emperador Nicéforo III, miniatura de las “Homilías de Juan Crisóstomo”. Cons-
tantinopla, ca. 1071. París, Biblioteca Nacional de Francia (Ms. Coislin 79, fol. 2r). Témpera y oro sobre pergamino.
11. Derecha, arriba: detalle de “La travesía del Mar Rojo”, ilustración del “Salterio de París”. Constantinopla, mitad del siglo X. París, Bi-
blioteca Nacional de Francia (Ms. Grec 139, fol. 419v). Témpera y pan de oro sobre pergamino. Abajo: detalle de la Cubierta trasera de
un libro con la Virgen orante. Constantinopla, finales del siglo X. Venecia, Biblioteca Nacional Marciana (Ms. Lat. Cl. 1.100). Plata
dorada, gemas, perlas y esmalte cloisonné.

bizantinas, se subrayan la curva de los arcos, el recua- rojo-púrpura y el azul índigo) y el brillo del dorado
dro del alfiz o la línea de imposta mediante la super- evocan la riqueza oriental, bizantina e islámica. Como
posición de ribetes ornamentales en mosaico. Las ce- en la Cúpula de la Roca de Jerusalén, también en la al-
nefas que ciñen las inscripciones de letras doradas jama de Córdoba se cuelgan alhajas de sus muros gra-
sobre fondo rojo o azul, sobre todo en la fachada del cias al uso del mosaico.
sabat, o las que cubren los nervios de la bóveda re- Sabemos que la admiración por los objetos de lu-
cuerdan a los marcos de esmalte y piedras preciosas tí- jo bizantinos llevó a los artesanos andalusíes y a los
picos de las encuadernaciones y los relicarios bizanti- fatimíes a intentar copiar técnicas de orfebrería como
nos, así como a los tejidos de seda y perlas del l o ro s la del esmalte de vidrio o a falsificar el color púrpura
imperial (figs. 13, 10 y 11). En definitiva, los mosai- característico de los tejidos y los pergaminos bizanti-
cos constituían un “manto de majestad” (a l - b u rd al- nos 69. También lo intentaron con los mosaicos vidria-
mahaba), tal y como se dice en unos versos dedicados dos y dorados puesto que, según la noticia de Ibn
al califa al-Hakam II 67. ,Id ari, al-Hakam II puso a varios de sus esclavos jun-
Si bien es cierto que analizados de forma aislada, to al maestro bizantino para aprender el oficio; si así
como hiciera H. Stern, los motivos vegetales y geo- fue, por lo que sabemos no lo practicaron después. En
métricos de los mosaicos tendrían paralelos tanto en el cambio, las menciones en los textos y unos pocos ob-
arte bizantino como en el andalusí contemporáneo de jetos de adorno conservados indican que tanto en Egip-
Madinat al-Zahra’ 68, lo importante es el efecto visual to como en al-Andalus llegó a practicarse la técnica
que produce el conjunto: la policromía (sobre todo el del esmalte70.

97
Especial importancia tiene la decoración de la cú- De la misma manera que la Cúpula de la Roca, la
pula central de la macsura, la llamada Qubbat al- cúpula central de la macsura cordobesa sería la plas-
kubrà, situada ante el mihrab. Los elementos simbóli- mación del baldaquino que cobija el Trono de Dios,
cos que aparecen representados en ella no son nuevos, una tienda enjoyada y con simbología astral situada
están presentes en múltiples ejemplos anteriores de la entre el cielo y la tierra (fig. 15). Ésta se convierte en
arquitectura clásica y oriental, asociados a menudo con el emblema no sólo de la presencia divina entronizada
la imagen del Trono divino. Así, en el centro del cu- sino también del poder absoluto, terrenal y espiritual,
pulín gallonado aparece un firmamento de estrellas del Califa cordobés, derivado del trono divino79. En es-
azules con forma de media esfera, rodeada de un halo te punto es necesario recordar que la doctrina ortodo-
de rayos dorados, coronas, roleos, palmetas y flores de xa sunní declaraba la existencia real del trono de Dios
lis71 (fig. 14). Los motivos fueron interpretados en su –sinónimo del “Ser que gobierna el mundo”– frente a
día por Christian Ewert como una representación de la algunas doctrinas esotéricas como la masarrí que de-
esfera celeste, con el sol en su centro, en alusión di- fendían su intangibilidad 80. Para materializarlo, en la
recta al califa. Fue este autor quien identificó, asimis- Mezquita de Córdoba se recurre a unos medios visua-
mo, las dos coronas de los gallones que marcan el eje les que desde la Antigüedad representaban la idea del
del mihrab, coronas similares a las de la Cúpula de la trono divino y que ya habían sido empleados en uno de
Roca de Jerusalén72. A todo ello añadamos que ese cu- los edificios más sagrados para el Islam: la Cúpula de
pulín gallonado, como si de un dosel se tratara, está la Roca de Jerusalén81.
sostenido por los pares de nervios entrecruzados que
conforman la cúpula73.
El resplandor del oro y la plétora de colores de las EL CEREMONIAL
teselas se verían realzados con la luz que penetraba por
las celosías de la cúpula y con la producida por las El uso litúrgico y ceremonial de la mezquita alja-
lamparillas de la enorme araña (turayya) de plata que ma de Córdoba, a lo largo de todo el período omeya,
colgaba del centro de esa cúpula. A ello habría que su- es conocido gracias a los datos ofrecidos por los cro-
mar las puertas de la macsura, que según varios auto- nistas de al-Andalus. Este conjunto de informaciones,
res estaban chapadas en oro. a menudo indirectas, permiten o ayudan a interpretar,
Esta decoración nos hace volver al t o p o s salomó- en algunos casos, el programa epigráfico y ornamental
nico y a las q u b b a - s. Como ya dijimos, el tópico del del oratorio. Además de las oraciones diarias y de la
trono o los edificios de Salomón aparece de manera in- plegaria comunitaria cada viernes a mediodía, la mez-
cesante en la iconografía regia de la que se rodea el so- quita aljama de la capital servía de escenario a nume-
berano tanto en el Islam como en Bizancio 74. Una de rosas e importantes solemnidades públicas, tanto reli-
las posibles razones del uso del t o p o s salomónico es la giosas como políticas.
ausencia de descripciones detalladas del Trono de Dios La aparición semanal del califa con motivo de la
en el Corán 75. Además de la llamada “Aleya del Tr o- oración del viernes iba acompañada de una serie de ri-
no” (2:255), donde se dice que éste “se extiende sobre tuales. Ese era el día en que se exponían algunas de las
los cielos y sobre la tierra”, una de las menciones más “reliquias” que poseía la mezquita aljama y que esta-
extensas es la del versículo 7:54, que asocia el trono a ban ocultas durante el resto de la semana. Una de ellas
las figuras celestes: “Cubre el día con la noche, que le era el venerado mus haf de los Omeyas andalusíes, un
sigue rápidamente. Y el Sol, la Luna y las estrellas es- ejemplar del Corán que contenía hojas manchadas con
tán sujetos por Su orden”. la sangre de ‘Utman (m. 656), uno de los Califas Per-
También el Trono de Cosroes, según la descrip- f e c t o s82. Según la descripción de al-Idrisi, dos servi-
ción de las fuentes árabes y occidentales, estaba cu- dores (qawama) de la aljama, precedidos de otro que
bierto de joyas y oro y cobijado por un baldaquino or- portaba un cirio, llevaban el Corán desde la cámara del
nado con figuras celestiales –la luna, el sol, las Tesoro hasta un atril (k u r si) situado junto al mihrab,
estrellas, los planetas, el zodiaco–, metales preciosos donde se colocaba flanqueado por dos velones. El pe-
y lapislázuli76. sado volumen, encuadernado con un trabajo original,
Entre las varias interpretaciones simbólicas de la delicado y llamativo 83, era considerado una reliquia
Cúpula de la Roca, resulta convincente la que relacio- (a l - ata r) que permitía mostrar la vinculación de los
na el edificio con el Trono de Dios y con el Templo de omeyas andalusíes con ‘Utman, con el Profeta y con
Salomón. La forma y la decoración convertirían al edi- M e d i n a84 .
ficio construido por ‘Abd al-Malik a finales del siglo Otro de los objetos mostrados el viernes era el al-
VII en una evocación del grandioso baldaquino que mimbar. El año 975-976 se colocó en la mezquita el al-
cubre el Trono divino, ya que sobre esa roca, también mimbar móvil fabricado por orden de al-Hakam II. El
asociada a la i s ra’ ( Viaje Nocturno) y al m i,ra y ( A s- lujoso mueble se extraía de una cámara habilitada en
censión) del Profeta, se posará el trono ocupado por el pasadizo del sabat, situado tras la q i b l a, a través de
Dios el día del Juicio 77 . De esta forma se invoca la una estrecha puerta abierta junto a la usada por el pro-
presencia de Dios, como si de una E t i m a s í a se trata- pio califa para acceder a la macsura (fig. 16). Esa
ra. J. van Ess identifica este baldaquino con la tienda “aparición” conjunta del almimbar y del califa, además
(q u b b a) que mencionan las tradiciones precisamente de la tradicional asociación del poder religioso y el po-
en relación con ese encuentro entre Dios entronizado der político que llevaba implícito el púlpito, como ma-
y Muhammad78. nifestación simbólica de la presencia del Profeta, per-

98
12. Mezquita de Córdoba. Detalle de la cenefa epigráfica en mosaico de la fachada del mih-
rab. Se aprecia abajo la parte restituida por Patricio Furriel entre 1815 y 1818.

mitía hacer visible el vínculo directo entre el califa y ceremonia se repetía en cada sucesión al califato des-
Muhammad, del que era sucesor como jefe político y de que Abu Bakr, primer sucesor de Muhammad, reci-
religioso de la comunidad de creyentes85. bió el juramento de obediencia en el almimbar de Me-
No obstante, la improvisación de una solución pa- dina, en la conocida como bay,a Saqifa (632)89. En el
ra guardar ese nuevo almimbar – rompiendo la facha- caso de al-Andalus la b a y,a se documenta ya en época
da de mosaicos del sabat– revela que no se había pre- del Emirato y se desarrollaba en dos fases90: la llama-
visto el mecanismo móvil, por lo que es difícil saber da b a y,at al-jas sa o privada, a la que acudían los prin-
hasta qué punto influyó el rito asociado a su coloca- cipales dignatarios del Estado incluidos los represen-
ción cada viernes en el proyecto inicial de la macsura. tantes o gobernadores de las provincias, se celebraba
Dice Ibn ,Id ari que, una vez terminada la cúpula y la en el alcázar; y la bay,at al-,amma o pública, en la que
decoración del mihrab de la ampliación (entre diciem- el príncipe o un representante recibía el acatamiento
bre de 965 y enero de 966), el califa mandó colocar el del resto de los súbditos91. Esta última ceremonia tenía
viejo almimbar (fijo) al lado del mihrab mientras se fa- lugar en la mezquita aljama “junto al almimbar” (,alà
bricaba uno nuevo86. Como ha expuesto recientemente l-minbar), de la misma manera que sucedía con los ju-
Maribel Fierro, las intenciones políticas y simbólicas ramentos en los juicios públicos celebrados en ella, se-
de al-Hakam II al hacer un lujoso púlpito nuevo en ese gún recomendaba la jurisprudencia malikí92.
momento, así como el modelo adoptado –se despla- Otro acto de carácter más secular que religioso
zaba sobre cuatro ruedas–, parecen estar vinculadas a era el celebrado al término de la plegaria del viernes
la celebración de una ceremonia muy concreta: la cuando el califa, siguiendo la costumbre instituida en
proclamación del heredero al trono, su hijo His am, a tiempos del emir ,Abd Allah, solía “sentarse en el sabat
la sazón menor de edad87. de la macsura” para departir con sus ministros, conse-
Los almimbares tenían un alto contenido simbóli- jeros o generales sobre asuntos de Estado. Los textos
co. Por un lado, estos muebles derivaban del púlpito de hacen pensar que el soberano se quedaba en el interior
M uhammad en Medina y, con el tiempo, adquirieron el del recinto de la macsura, llamada a veces “su musalla”
valor de reliquias del Profeta (a l - atar al-sa rif a). Por (lugar de oración), tal y como aparece en el epígrafe
otro lado, los púlpitos móviles estaban asociados a los del alfiz que enmarca la puerta del sabat 93.
almimbares de Medina y La Meca. El almimbar móvil Asimismo, una vez acabada la oración comunita-
cordobés quedaba así alegóricamente ligado al Profe- ria, desde el almimbar o desde las puertas de la mez-
ta y a las ciudades santas y se convertía en un medio quita se daba lectura a proclamas y decretos del go-
perfecto para reforzar la legitimidad de la b a y,a como bernante, así como a los partes de guerra94. Ante esas
heredero de His am 88. mismas puertas, y aprovechando a menudo las masivas
El recinto de la macsura en las aljamas de las ca- reuniones del viernes, se hacían llamamientos a la ca-
pitales islámicas era, desde comienzos del Islam, el es- ridad, a alejarse de la herejía, o se ejecutaban senten-
cenario de la b a y,a, el juramento de fidelidad y obe- cias como la quema de libros heréticos, como ya indi-
diencia del pueblo al heredero o al nuevo califa. Esta camos en su momento.

99
13. Mezquita de Córdoba. Detalle de los mosaicos de la fachada del sabat.

CONCLUSIONES les omeyas de Oriente–, su planta ultrasemicircular y


las dos columnas que sostienen su arco de entrada.
Si analizamos de forma global los tres aspectos La fachada del nicho recupera el modelo de las
tratados en las páginas precedentes, una de las conclu- puertas exteriores, un prototipo presente en la mezqui-
siones posibles que podemos extraer es que existía una ta desde la fase fundacional, de la que nos queda la
jerarquización de los espacios en el interior de la sala Puerta de San Esteban o de los Visires, en el lado oc-
de oración califal; una gradación marcada por la epi- cidental. Como sugiere Oleg Grabar, se concibe el
grafía, la decoración y la propia arquitectura y que se mihrab más como una puerta que como un nicho ce-
pone de relieve con los diversos usos que se daba a ca- rrado, idea reforzada por el enorme tamaño. Se trata
da uno. En el conjunto nos falta, sin embargo, una pie- del umbral que atraviesan los fieles para dirigirse a la
za para poder comprender en su integridad el progra- luz divina96.
ma desarrollado: el tramo oriental de la macsura, Las inscripciones coránicas exhortan a los cre-
llamado del “tesoro”, cuya decoración original se ha yentes a cumplir con los deberes fundamentales de to-
perdido. Dado que allí se guardaba el valioso ejemplar do musulmán que son la fe en Dios y la oración. Se les
del Corán (el m us haf de ‘Utman), es posible que las anima a mantenerse en el buen camino, marcado por
inscripciones recogieran aleyas relacionadas con el Li- Dios y su Profeta, por el Corán y por el propio califa,
bro Sagrado95. Imam supremo y guía de los musulmanes, alejándose
El mensaje, tanto visual como epigráfico, del tra- así de las desviaciones de la ortodoxia religiosa. Los
mo del mihrab es de carácter piadoso y litúrgico. Va versículos que corren por la nave axial convierten a és-
dirigido esencialmente a los fieles como creyentes, de ta en una vía, física y simbólica, de perfección, en el
ahí la exhortación a la oración, a hacer el bien y mos- h u da’ (camino correcto) que conduce al fiel a través
trarse unidos en la fe y en la Tradición (Sunna), ideas de la verdad (a l -haqq) hacia Dios.
cuyo preámbulo figura en la nave central que conduce La inscripción fundacional de la fachada es asi-
a aquél. mismo importante porque en ella el i mam al muslimin
Tanto la orientación de la q i b l a como la forma del al-Hakam II recuerda la finalidad piadosa de su obra,
mihrab perpetuaban la tradición de los conquistadores una fórmula habitual en las construcciones públicas y
y los tab i,un o Seguidores de los Compañeros del pías: “Asiste [al califa] la pura intención de favorecer
Profeta. Se respetaba el precedente de los ancestros con largueza a sus súbditos, esperando la recompensa
(i t t i ba,, lo opuesto a la bid‘a o innovación reprobable) ultraterrena de Dios”.
al guardar la dirección y algunos elementos arquitec- El espacio se cubre con una cúpula decorada con
tónicos de los mihrabs precedentes como la venera que mosaicos que materializa el baldaquino del Trono de
lo cubre –también vinculada a las mezquitas imperia- Dios, la potencia creadora, el aposento divino en el

100
14. Mezquita de Córdoba. Detalle de la cúpula situada en el tramo central de la macsura, decorada con
mosaicos.

cielo. Toda la simbología de ese espléndido dosel ce- asimismo el papel de guía del Profeta y del propio ca-
leste sanciona el poder del califa como sucesor del lifa con las fórmulas “La alabanza a Dios por la Hudà.
Profeta. Dios bendiga a Muhammad, Sello de los Profetas”.
El mensaje de la epigrafía y la decoración queda- Otras dos inscripciones son asimismo significati-
ba reforzado con la exposición junto al mihrab del ve- vas en este tramo, aquellas en que se denomina este es-
nerado mus haf de los Omeyas, una reliquia del Profe- pacio como m u s a l l i - h i, “su oratorio” (del Califa), y al-
ta que hacía patente la relación de Córdoba con bayt al-mukarram, “la casa venerable”98. Esta última
Medina y la legitimidad del califa omeya como des- expresión probablemente alude, de manera más gene-
cendiente de ‘Utman. ral, a la macsura e incluso a la propia mezquita, dado
En el tramo del sabat el mensaje adquiere un ca- que el adjetivo aparece aplicado a ella en las crónicas.
rácter igualmente religioso pero con más implicaciones El término m u s a l l a identifica el lugar como si de un
políticas. Se define un espacio para la manifestación oratorio “privado” se tratara.
pública del califa como autoridad suprema, no sólo es- En este espacio se instala el almimbar, trono y
piritual sino también terrenal (amir al-mu’minin). Va púlpito al mismo tiempo, ligado al poder espiritual y
dirigido a los fieles como súbditos. La fachada adopta temporal del califa en su dignidad de i mam supremo y
una disposición nueva, diferente a la del mihrab aun- de amir, sucesor de Muhammad. Los mensajes trans-
que igualmente decorada con mosaicos dorados y po- mitidos por la ornamentación y la epigrafía cobran to-
lícromos. Es un esquema más simple, con espacios va- do su sentido al relacionarlos con la ceremonia que te-
cíos y un mayor número de inscripciones. Las cenefas nía lugar en ese espacio, la b a y,a o acto de acatamiento
ornamentales y epigráficas en mosaico enmarcan y su- al heredero y al nuevo gobernante junto al almimbar.
brayan los elementos arquitectónicos del muro (arcos,
alfices, impostas). La fachada se convierte así en un NOTAS
estuche de orfebrería, joyas de oro, piedras preciosas
y esmaltes que ciñen las palabras y los vanos. * Quiero agradecer a Juan Carlos Ruiz sus comentarios y suge-
Las inscripciones coránicas defienden aquí no só- rencias para mejorar este texto, así como la lectura crítica del
lo la omnipotencia de Dios sino uno de los principales mismo; a Miguel Cortés y a Maribel Fierro sus indicaciones
argumentos de la ortodoxia religiosa y de la legitima- para profundizar en ciertos puntos; por último, a Conchita
ción de la autoridad califal: el determinismo divino. Añorve-Tschirgi y al personal de la Rare Books and Special
Un principio esencial para el poder como revela el Collections Library de la Universidad Americana en El Cairo
por facilitarme el uso de sus fondos.
comentario citado por Ibn ,Abd Rabbihi: “... porque
obedecer a los jefes es como obedecer a Dios y deso- 1 . O. Grabar, “Islam and Iconoclasm”, en A. Bryer & J. He-
b e d e c e r l e s es como desobedecer a Dios”97. Se exalta rrin, eds., I c o n o c l a s m, Birmingham, 1977, pp. 45-52, y en

101
Early Islamic Art, 650-1100, vol. I, Variorum Collected Stu- ve excepcionalmente para transmitir controversias ideológi-
dies, Aldershot, Ashgate, 2005, pp. 43-56. cas o teológicas, como sucede en la Cúpula de la Roca de Je-
rusalén, “Islam, Iconoclasm and the Declaration of doctrine”,
2. Sobre la complejidad estética y el lenguaje simbólico de la ar- Bulletin of the Society of Oriental and African Studies, XL-
quitectura islámica: O. Grabar, “Islam and Iconoclasm”, pp. VIII, 1985, pp. 267-277 (pp. 269-274). R. Hillenbrand,
52-53; I d e m, The Shape of the Holy: Early Islamic Jerusalem, “Qur’anic Epigraphy in Medieval Islamic Architecture”, R e v u e
Princeton, 1996; O. Leaman, Islamic Aesthetics. An introduction, des Études Islamiques, LIV, 1986, pp. 171-187 (181-183). So-
Edinburgh, 2004, pp. 51-54; así como R. Krautheimer, “In- bre la Cúpula de la Roca véase O. Grabar, The Shape of the
troduction to an ‘Iconography of Medieval Architecture’”, Holy…, pp. 61-71.
Journal of the Warburg and Courtauld Institutes, V, 1942, pp.
2-33. 10. Las inscripciones más importantes y completas fueron leídas
por M. Ocaña, “Documentos epigráficos de la Mezquita”, La
3 . La expresión es usada por O. Grabar, para quien dicha res- mezquita de Córdoba: siglos VIII al XV, Córdoba, 1986, pp.
puesta estaría relacionada con la amenaza de los reinos cris- 16-27 y por R. Amador de los Ríos, Inscripciones árabes de
tianos, un motivo secundario en nuestra opinión: en “Notes C ó r d o b a, Madrid, 1880, pp. 206-240. S. Calvo Capilla, “El
sur le mihrab de la Grande Mosquée de Cordoue”, en A. Pa- programa epigráfico de la Mezquita de Córdoba en el siglo X:
padopoulo (dir.), Le Mihräb dans l’architecture et le religion un alegato a favor de la doctrina malikí”, Q u rtu b a, 5, 2000,
musulmanes, Leiden, 1988, pp. 115-122. pp. 17-26.
4. Sobre este aspecto concreto, N. N. Khoury, “The Meaning of the 1 1 . Hemos usado varios repertorios epigráficos, entre otros: E. C.
Great Mosque of Cordoba in the Tenth Century”, Muqarnas, Dodd y S. Khairallah, The Image of the Word, Beirut, 1981, 2
XIII, 1996, pp. 80-98. vols. (II, índices); G. Wiet, Matériaux pour un Corpus
Inscriptionum Arabicarum, 10 vols., El Cairo, 1929-30; E.
5 . La trascendencia de estos movimientos es detallada por M. L é v i -Provençal, Inscriptions arabes d’Espagne, 2 vols. (II
Fierro, “La política religiosa de ‘Abd al-Rahman III (r. ilustraciones), Leiden-París, 1931; B. Roy y P. Poinssot,
300/912-350/961)”, A l - Q a n t a r a, XXV, 2004, pp. 119-156 (pp. Inscriptions arabes de Qayrawan, 2 vols., París, 1950.
134-136, 147). Casi todos los términos usados en F. Maíllo,
Vocabulario de Historia Árabe e Islámica, Madrid, 1996. 1 2 . J. van Ess, P r é m i c e s..., pp. 118-121; I d e m, “Kadariyya”,
Encyclopaedia of Islam, 2ª ed., vol. IV, pp. 368-372.
6 . M. Fierro, “Sobre la adopción del título califa por ,Abd al-
Rahman III”, Sharq al-Andalus, VI, 1989, pp. 33-42. E. Tyan, 13. S. Calvo Capilla, “El programa epigráfico...”, pp. 18-20. Cier-
Institutions du droit public musulman, París, 1954, vol. II, pp. tas escuelas de pensamiento del Islam ortodoxo o s u n n í se ba-
570-575. J. van Ess, Prémices de la théologie musulmane, Pa- saron en algunos versículos coránicos para negar el valor de
rís, 2002, pp. 108-110. M. Watt, “God’s Caliph. Qur’anic In- las obras humanas y perpetuar así el llamado “fatalismo islá-
terpretations and Umayyad Claims”, en C. E. Bosworth (ed.), mico”. Mu,tazilíe s y q a d a ríes, por el contrario, se oponían a
Iran and Islam, Edinburg, 1971, pp. 565-574. En la carta en- la predestinación absoluta (qadar) y defendían la voluntad o
viada por al-Hakam II a todo el territorio para dar parte de una capacidad de elección humana (al-istita,a), es decir, el libre
victoria del general Galib (974) el califa se presenta como he- albedrío. En el Corán, no obstante, predomina la idea de que
redero de la tradición y de los primeros califas: Ibn Hayyan, Dios determina tanto el destino como las acciones de los hom-
Anales palatinos del califa de Córdoba al-Hakam II, por `Isa bres. D. V. Frolov, “Freedom and Predestination” y G. Böwe-
ibn Ahmad al-Razi [en adelante Anales palatinos], traducción ring, “God and His Attributes”, en J. D. McAullife (ed.),
de E. García Gómez, Madrid, 1967, pp. 217-219; edición de Encyclopaedia of the Qur’an, Leiden-Boston, Brill, 2002,
‘Abd al-Rahman ‘Ali al-Hayyi, Al-Muqtabis fi ajbar balad al- vol. 2, pp. 267- 271 y 330. M. Cruz Hernández, Historia del
Andalus [vol. VII], Beirut, 1965, pp. 177-178. p e nsamiento en el mundo islámico, Madrid, 1996, vol. II, pp.
340-341, y M. Fierro, La heterodoxia en al-Andalus durante el
7. Sobre el uso del título de imam en la epigrafía cordobesa: M. período omeya, Madrid, 1987, pp. 51-52.
A. Martínez Núñez, “La epigrafía del Salón de ‘Abd al-Rah-
man III”, en A. Vallejo Triano (coord.), El Salón de ‘Abd al- 14. D. Sourdel y A. K. S. Lambton, “Khalif a”, The Encyclopaedia
Rahman III, Córdoba, 1995, pp. 108-152. I d e m, “La epigrafía of Islam, 2ª ed., vol. IV, (1978), p. 973. N. N. Khoury, “The
de Madinat al-Zahra”, Cuadernos de Madinat al-Zahra, 5, meaning…”, p. 84.
2004, pp. 107-158.
1 5 . J. van Ess, P r é m i c e s …, pp. 101-112. I d e m, “Early develop-
8. Esta reclamación es una constante en los versos de los poetas
ment of kalâm”, en G. H. A. Juynboll (ed.), Studies on the
cortesanos. “Siria se levanta para recibir al Califa / porque
First Century of Islamic Society, Southern Illinois Universtity
desde antiguo tiene derechos sobre ella. / Por Occidente ha sa-
Press, 1982, pp. 114-116.
lido el sol del califato / que ha de brillar con esplendor en los
dos orientes / para que, con la luz de la ortodoxia, disipe las 1 6 . Ibn Ha y yan, Crónica del Califa ,A b d e r r ahman III an-Nasi r
tinieblas de la infidelidad”, dice la qasida dedicada a al-Ha- entre los años 912 y 942 [en adelante Muqtabis V], trad. de M.
kam II en la fiesta de la Ruptura del Ayuno del año 974. O J. Viguera y F. Corriente, Zaragoza, 1981, p. 169; ed. de P.
bien: “Sólo queda que [el Califa] se aposente en La Meca, / para Chalmeta, F. Corriente y M. Subh, Madrid, 1981, p. 220. In-
echar de ella a los que merecen ser expulsados”, Ibn Ha y yan, siste en ello Ibn ,Abd Rabbihi en el primer capítulo de su
Anales palatinos, trad. pp. 203 y 46, ed. pp. 161 y 23. K itab al-,Iqd al-Farid (escrito entre 912 y 933), que versa so-
9. Yasser Tabbaa defiende el papel de las inscripciones coráni- bre “el Buen Gobierno”, con pasajes dedicados al deber de
cas en la transmisión de mensajes políticos e ideológicos con- obedecer en todo caso al califa, y la obligación de éste de ser
cretos en monumentos significativos y en determinados mo- justo, trad. de I. J. Boullata, The Unique Necklace, R e a d i n g
mentos, cosa que no sucede en edificios secundarios; en (UK), 2007, pp. 6-32. En un dinar de oro de 945 figuran los
“Book Review: Erica Cruikshank Dodd and Shereen Khaira- versículos 30: 4-5 donde se exalta la intervención de Dios en
llah, The Image of the Word, 2 vols., (Beirut, American Uni- el destino de los hombres: Todo está en manos de Dios, tanto
versity, 1981)”, International Journal of Middle East Studies, el pasado como el futuro... Auxilia a quien Él quiere. Alberto
1985, v. 17, pp. 263-266. Para G. R. D. King la epigrafía sir- Canto, “Dinar”, El Esplendor..., vol. II, p. 230.

102
17. Los masarríes también fueron acusados de jariyíes, una secta
surgida en el siglo I de la Hégira, que proclamaban el derecho
de los musulmanes a escoger libremente a sus califas y a de-
sobedecerles y levantarse contra ellos si no se ajustaban a la
ley, y de rafidismo, un término que se aplicaba a los si,íe s, los
partidarios de ‘Ali, más extremistas. F. Maíllo, Vocabulario...,
pp. 125-126, 218-220. Ibn Masarra cuestionó la doctrina malikí
practicada por los ulemas andalusíes. M. Fierro, “Los malikíes
de al-Andalus y los dos árbitros (al-Hakamân)”, Al-Qantara,
VI, 1985, pp. 79-102. M. Asín Palacios, Tres estudios sobre
pensamiento y mística hispanomusulmanes, Madrid, 1992, pp.
38-52, 89-150.

18. Está documentada la incursión de misioneros isma‘ilíes o fa-


timíes en al-Andalus: M. Fierro, “La política religiosa...”, pp.
132-133.

19. Este edicto condenatorio del m a s a r r i s m o, difundido por orden


de ,Abd al-Rahman III, es conocido a través de Ibn Hayyan,
Muqtabis V, trad. pp. 27-39, ed. pp. 13-22. M. Cruz Hernández,
“La persecución antimasarrí durante el reinado de ,Abd al-Rah-
man al-Nasir li-Din Allah, según Ibn Ha y yan”, A l - Q a nta r a, 2,
1981, pp. 51-67.

2 0 . A l - N u bahi, Al-Marqaba al-,U l y à, ed. y trad. de A. Cuellas


Marqués, Granada, 2005, pp. 249-250.

21. M. Fierro, La heterodoxia..., pp. 138-139, 149-158. Al-Wan-


sarisi, Al- Mi cyar al-mucrib, selección y traducción parcial de
V. Lagardère, Histoire et société en Occident musulman au
Moyen Age. Analyse du Mi cyar d’al-Wansa risi, Madrid, 1995,
p. 57, nº 207.

22. Maestro del heredero fue el filólogo Muhammad b. Husayn al-


15. Mezquita de Córdoba. Cúpula central de la macsura.
Zubaydi, autor de una de las primeras refutaciones de la filo-
sofía de Ibn Masarra: Ibn Ha y yan, Muqtabis V, trad. p. 36, ed.
pp. 30-31. Al-Maqqari , The History of the Mohammedan
D ynasties in Spain, trad. y selección de Pascual de Gayangos, 27. En el alfiz del arco del mihrab: Corán 32: 6 (“Dios Creador”),
Londres, 1840-43, II, p. 171 [en adelante N a fh al-Tib]. Otros 40:65 y 59:23 (“Atributos de Dios”). En la puerta del sabat y
maestros son citados en Ibn Ha y yan, Anales palatinos, trad. en el mihrab figuran la T asliya o bendición sobre Muhammad.
p. 257, ed. 216-217. M. A. Martínez Núñez, “La epigrafía de Madinat ...”, pp. 111-
119.
2 3 . En Al-Maqqari, N a fh a l -Tib = Analectes sur l’histoire et la
littérature des arabes d’Espagne, ed. y selección de R. Dozy, 2 8 . En el interior del mihrab con 2: 238 y 5: 6. En la cúpula de
G. Dugat, L. Krehl y W. Wright, Amsterdam, 1967, v. 1, p. mosaicos que le precede están los versículos 22: 77-78. Todos
3 6 9 , trad. (op. cit.), v. 1, pp. 225-226. Sobre este personaje ellos son habituales en los nichos de las mezquitas. Véase S.
v é ase Fierro, “Los Malikíes...”, pp. 89-92. Según Ibn ,Idari, Calvo Capilla, “El programa epigráfico...”, p. 25.
el cadí Mundir ibn Sa,id fue a la mezquita con los alfaquíes y
el sahib al-ahbas (encargado de los habices) para estudiar la 29. En algún caso se detecta incluso lo que podríamos llamar un
ampliación a realizar. Ibn ,I,Idari
dari,,, Al-Bayan al-Mugrib [en ade- diálogo entre las inscripciones interiores y las exteriores, co-
lante Bayan II], ed. de G. S. Colin & E. Lévi-Provençal, Bei- mo en el pasadizo del sabat, con las aleyas 6:101-102 y 19:35.
rut, 1948, p 236 y trad. de E. Fagnan, Histoire de l’Afrique et
de l’Espagne, intitulée Al-Bayano’l-Mogrib, vol. II, París, 30. J. C. Ruiz Souza, “La fachada luminosa de al-Hakam II en la
1901-1904, p. 320. Mezquita de Córdoba”, Madrider Mitteilungen, 42, 2001, pp.
432-445.
24. Se ha utilizado la traducción de J. Cortés, C o r á n, Barcelona,
1995. Las aleyas 10:106-107 dicen: “Si Dios te aflige con una 31. Señala Khoury que las inscripciones de la ampliación exalta-
desgracia, nadie sino Él podrá librarte de ella. Si Él te desea ban la universalidad de la reivindicación de los califas anda-
un bien, nadie podrá oponerse a Su favor. Se lo concede a lusíes y proclaman la propia “victoria omeya” sobre los aba-
quien Él quiere de Sus siervos. Él es el Indulgente, el Miseri- síes y los fatimíes. Ve esta autora una “transferencia
cordioso”. iconográfica” de la Mezquita de Medina. N. N. Khoury, “The
Meaning… ”, pp. 86-88. J. D. Dodds, “La gran mezquita de
25. “[Dirán:] ¡Alabado sea Dios, Que nos ha dirigido acá! No ha- Córdoba”, J. D. Dodds (ed.), Al-Andalus. Las artes islámicas
bríamos sido bien dirigidos si no nos hubiera dirigido Dios. en España, Madrid-New York, 1992, pp. 21-23.
Los enviados de nuestro Señor bien que trajeron la Verdad
(a l -haqq)”. También falta la frase inicial. 32. S. Calvo Capilla, “Analogies entre les Grandes Mosquées de
Damas et Cordoue: mythe et réalité”, en A. Borrut y P. M.
26. Véase la carta escrita por el califa al-Hakam II en 974. Anales Cobb (eds.), Umayyad Legacies / Héritages Omeyyades, New
palatinos, trad. pp. 217-221, ed. pp. 177-178. York-Leiden, E. J. Brill, en prensa (2008), 28 pp.

103
3 3 . S. Calvo Capilla, “Analogies…”, op. cit. Sin duda, la tradi- 4 2 . Book of Gifts and Rarities = K i tab al-Hadaya wa l-Tuha f,
ción artística tardoantigua de la Península también está pre- trad. de G. H. Qaddumi, Harvard University Press, 1996, nos
sente. En opinión de J. D. Dodds (“La gran mezquita de Cór- 97, 98, 392.
doba”, pp. 19-21), algunos elementos singulares podrían
derivar de las iglesias mozárabes. Otros aspectos como las tres 43. A l -Biruni, K i tab al-ya mahir fi ma,rifat al-ya w a h i r, trad. de
cúpulas que rematan la macsura son analizados por J. C. Ruiz H. M. Said, Islamabad, 1989, “Prologue”, pp. 20-26. E. Baer,
Souza, “Castilla y Al-Andalus. Arquitecturas aljamiadas y “Jeweled Ceramics from Medieval Islam: A note on the am-
otros grados de asimilación”, Anuario del Departamento de biguity of Islamic ornament”, Muqarnas, 6, 1989, pp. 83-97
Historia y Teoría del Arte (UAM), XVI, 2004, pp. 19-20. (p. 91). El mismo monopolio del uso de gemas (en concreto
perlas y esmeraldas) tenían los emperadores en Bizancio: S.
3 4 . A. No rth edg e, Sa ma rra S tudie s Vo l. 1 . The Histor ic al Campbell y A. Cutler, “Gems”, en The Oxford Dictionary of
Topography of Samarra, Londres, 2005. T. Leisten, Excavation Byzantium, New York-Oxford, 1991, vol. 2, p. 828.
of Samarra I. Architecture. Final Report of the first Campaign
1910-1912, Bagdader Forschungen 20 (Berlín 2003). K. A. C. 4 4 . A l - M a q q a ri, N a fh a l -Tib, ed. v. I, pp. 372-373, trad. v. I, p.
Creswell, A Short Account of Early Muslim Architecture, ed. 236. Sobre los regalos de los emperadores bizantinos véase E.
Revisada por J. W. Allan, The American University in Cairo Lèvi-Provençal, “España musulmana”, Historia de España
Press, 1989, pp. 358-373. Asimismo, la decoración de la fa- d irigida por R. Menéndez Pidal, Madrid, 1957, t. IV, pp. 349-
chada del mihrab en la mezquita de al-Mutawakkil recuperó 352.
la tradición omeya de los mosaicos dorados. E. Herzfeld, Erster
vorläufiger Bericht über die Ausgrabungen von Samarra, 45. Al-Maqqari, N a fh al-Tib, trad. v. I, p. 222.
B e rlín, 1912, p. 10. C. J. Lamm, Das Glas von Samarra, Die 46. M. J. Rubiera, La arquitectura en la literatura árabe, M a d r i d ,
Ausgrabungen von Samarra IV, Forschungen zur islamischen 1981, pp. 82-83. F. B. Flood, The Great Mosque of Damascus:
Kunst 2, Berlín, 1927, pp. 106-110 y 115-117. Autores como Studies on the Makings of an Umayyad Visual Culture, Leid e n -
L. Torres Balbás y C. Ewert resaltaron la presencia, en los es- Boston-Koln, 2000, p. 110.
tucos de la base de las cúpulas de la macsura, de motivos de-
corativos emparentados con el estilo 3 de Samarra. 4 7 . F. B. Flood, The Great Mosque..., pp. 91-92. P. P. Soucek,
“Salomon’s Throne / Salomon’s bath: model or metaphor?”,
35. Sería interminable reseñar todos los estudios dedicados a los Ars Orientalis, 23, 1993, pp. 109-134.
espacios centralizados y cupulados y a su carácter simbólico.
Son significativos: A. Grabar, Martyrium. Recherches sur le 48. M. J. Rubiera, La arquitectura..., p. 46.
culte des reliques et l’art chretien antique, 3 vols., París,
1946; el ya citado de R. Krautheimer, “Introduction ...”; K. 49. Ibn ,Abd Rabbihi, K i tab al-,Iqd al-Farid, ed. El Cairo, 1953,
Lehmann, “The Dome of Heaven”, The Art Bulletin, XXVII, v. 7, p. 248; trad. de M. Shafi‘, “A Description of the Two
Mars 1945, pp. 1-27; O. Grabar, Ceremonial and Art at the Sanctuaries of Islam by Ibn ,Abd Rabbihi”, en T. H. Arnold y
Umayyad Court, Princeton University, Ph. D., 1955, pp. 266- A. Nicholson (eds.), A volume of Oriental Studies Presented
268; idem, The Shape of the Holy, pp. 104-110; L. Hauteco- to Edward G. Browne, Cambridge, 1922, pp. 432-434 (pp.
eur, Mystique et Architecture. Symbolisme du cercle et de la 426-427). Ibn ‘Abd Rabbihi, al-Muqaddasi e Ibn Hawqal es-
coupole, París, 1954, pp. 253-261. criben en el siglo X, cuando estas mezquitas aún conservaban
su decoración original total o parcialmente.
36. En términos poéticos suele hablarse de la “qubba del Islam”
que cobija a las tierras donde habitan los creyentes. U n a 5 0 . Ibn Hawqal, La configuration de la Terre = Kitâb sûrat al-
c r ó n i c a anónima de ,Abd al-Rahman III al-Nasi r, ed. de E. ard, trad. J. H. Kramers y G. Wiet, París, 1964 (reimp. 2001,
Lévi-Provençal y trad. de E. García Gómez, Madrid-Granada, p. 172). Y al-Muqaddasi, The Best Divisions for Knowledge
1950, verso atribuido a Ibn ‘Abd Rabbihi, trad. p. 103, ed. p. of the Regions, trad. de B. A. Collins, Londres, 2001, pp. 134-
39 (año 912). 135; Ahsan al-taqasim, ed. De Goeje, Leiden, 1906, pp. 157-
158. Según Nasir-i Jusraw, que visita la mezquita al-Aqsa de
3 7 . Ibn Ha y yan, Anales palatinos, trad. p. 148, ed. p. 116. La Jerusalén hacia 1035-1042, la cúpula de su macsura y el mih-
campaña data de 973. rab estaban recubiertos de mosaico y sus muros, de mármoles
de colores. Nasir-i Jusraw, Sefer Namèh, trad. de M. Comes,
3 8 . H. Lammens, “Le culte des bétyles et les processions
Dos viajeros musulmanes, Barcelona, 1999, p. 91.
religieuses chez les Arabes préislamites”, en L ’ A r a b i e
occidentale avant l’Hégire, Beirut, 1928, pp. 100-180 (140). 51. De la esposa de Muhammad según Ibn ‘Abd Rabbihi, ,Iqd al-
Farid, ed. v. 7, p. 252; o espejo de Cosroes según Ibn Yubayr
3 9 . J. van Ess, “Abd
,Abd al-Malik and the Dome of the Rock. An (siglo XII), Rihla, A través del Oriente, trad. de F. Maíllo Sal-
Analysis of Some Texts”, en J. Raby y J. Johns, (eds.), Bayt
gado, Barcelona, 1988, p. 234.
al-Maqdis, Oxford, 1992, pp. 96, 102. La tienda o qubba tie-
ne, además, implicaciones escatológicas: los creyentes viven 52. En Medina, según Ibn ‘Abd Rabbihi, “sus muros de un extre-
en tiendas en el Paraíso y los mártires esperarán a las puertas mo al otro están cubiertos de mármol, oro y mosaicos”, ,Iqd
de éste, alojados en tiendas, para ser los primeros en entrar y a l - F a rid, ed. v. 7, p. 254 (M. Shafi‘, “A Description...”, p.
resucitar. El nombre de la Qubbat al-jadra , de Bagdad hacía 434). Es muy extensa la bibliografía sobre los mosaicos de las
referencia no al color verde sino al Paraíso. J. M. Bloom, “The mezquitas omeyas orientales, citaremos sólo a: M. G. van Ber-
Qubbat al-Khadra , and the iconography of height in Early Is- chem, “Anciens décors de mosaïques de la salle de prière dans
lamic Architecture”, Ars Orientalis, 23, 1993, pp. 135-141. la mosquée des Omayyades à Damas”, Mélanges de l’Université
S a i n t - J o s e p h, 46, 1970-71, pp. 411-495. K. Brisch, “Obser-
40. H. Lammens, “Le culte des bétyles...”, pp. 111-142.
vations on Iconography of the Mosaics in the Great Mosque
41. M. Puerta Vílchez, Historia del pensamiento estético árabe. at Damascus”, en P. P. Soucek (ed.), Content and Context of
Al-Andalus y la estética árabe clásica, Madrid, 1997, pp. 492- the Visual Arts in the Islamic World, Pennsylvania State Uni-
503. La definición de los colores y el fenómeno de la luz ocu- versity Press, 1988, pp. 13-24. H. Stern, “Recherches sur la
pan un lugar destacado en la obra del insigne autor cordobés mosquée al-Aqsâ et sur les mosaïques”, Ars Orientalis, V,
Ibn Hazm. 1963, pp. 28-47. K. A. C. Creswell, Early Muslim Architecture

104
Umayyads ad. 622-750, 1ª ed. 1932-1940, reimpr. en Oxford,
1969.
53. Al-Muqaddasi, Ahsan al-taqasim, trad. 102, ed. 122. La cita
de Ibn al-Jawzi y otras como la de al-Harawi e Ibn al-Kaza-
runi en A. Northedge, Samarra Studies Vol. 1. The Historical
Topography of Samarra, Londres, 2005, pp. 122-123 y 328-
329. Al-Harawi habla de un revestimiento de vidrio (ma’y un)
donde los fieles se veían reflejados. También se ha especula-
do con que fuera cerámica vidriada.
54. C. J. Lamm, Das Glas von Samarra..., pp. 106-117. E. H e r z f e l d,
Erster Vorläufiger Bericht…, p. 10. T. Leisten, Excavation o f
Samarra…, pp. 46-50.
5 5 . A. Northedge, Samarra Studies…, pp. 97 y 123. D. White-
house, “Mosaic Glass”, en S. Carboni y D. Whitehouse (eds.),
Glass of the Sultans, The Metropolitan Museum of Art, New
York, 2001, pp. 147-151. Uno de los fragmentos más grandes 16. Mezquita de Córdoba. Reconstrucción de la macsura con su
de un azulejo de vidrio tipo m i l l e f i o r i, procedente supuesta- mobiliario religioso, hacia 976. (Centro Virtual Cervantes, re-
mente de un palacio de Samarra (primera mitad del siglo IX), producido con permiso del Instituto Cervantes).
se conserva en el Museo de Arte Islámico de Berlín (ibid., p.
148). Otro fragmento en el Museo del Louvre, París. Era una Profeta. La casida fue compuesta para la fiesta de la Ruptura
técnica de origen romano que fue recuperada en época abasí. del Ayuno del año 972 por Muhammad ibn Hasan al-Tubni.
Ibn Hayyan, Anales palatinos, trad. p. 106, ed. p. 83.
56. A. Cutler y J.-M. Spieser, Byzance médiévale 700-1204, Pa-
rís, 1996, pp. 185-190. Sobre la estética de la luz y el color vé- 6 8 . H. Stern, Les mosaïques de la grande mosquée de Cordoue,
ase L. James, “What colours were Byzantine Mosaics?, en E. Berlín, 1976. Asimismo, G. Marçais, “Sur les Mosaïques de
Borsook et alii, Medieval Mosaics. Light, Colour, Materials, la Grande Mosquée de Cordoue”, en Studies in Islamic Art
Milán, 2000, pp. 35-46. and Architecture in Honour of professor K. A. C. Creswell, El
Cairo, 1965, pp. 147-156.
5 7 . M. Aga-Oglu, “The Origin of the Term Mina and Its Mea-
nings”, Journal of Near Eastern Studies, vol. 5, nº 4, 1946, p. 69. S. Calvo Capilla, “Viajes …”, pp. 160-174.
253, apud Libro de las ceremonias de Constantino VII Porfi-
rogéneta. 70. Algunas joyas procedentes de Córdoba con esmalte c l o i s o n n é
sobre chapa de oro, muy similares a las fabricadas en Egipto,
58. S. Calvo Capilla, “Viajes por el Mediterráneo entre los siglos son estudiadas por L. Torres Balbás, en “Arte Califal”, Historia
VIII y XII: tras los pasos de los viajeros y de los objetos an- de España Menéndez Pidal, Madrid, 1957, t. V, pp. 768-769
dalusíes, fatimíes y bizantinos”, en M. Cortés (ed.), Caminos y por V. González, Emaux d’al-Andalus et du Magreb, París,
de Bizancio, Cuenca, 2007, pp. 141-174. 1994, pp. 80-88.
59. Biblioteca Nacional de Francia, MS Grec 139. 71. Junto al Trono de Salomón, los textos medievales colocan un
árbol o parra dorada que le da sombra y lo cobija; esa “parra
60. E. Baer, “Jeweled ceramics…”, pp. 85-90.
cosmológica” también pasó al cristianismo. Véase F. B. Flood,
61. M. Aga-Oglu, “The Origin of the …”, pp. 241-256. The Great Mosque…, pp. 87-100.
62. En ellos aparecía una imagen del propio emperador. Al-Maq- 72. C. Ewert, “La mezquita de Córdoba: Santuario modelo del Oc-
qari, Nafh al-Tib, ed. v. I., p. 236. cidente islámico”, en R. López Guzmán (coord.), La arqui -
tectura islámica del Islam occidental, Granada, 1995, pp. 53-
63. A l - M a q q a ri, N a fh al-Tib, ed. v. I., p. 403. A. Dessus-Lamare, 68 (55). A. Fernández Puertas, “Spain and North África”, en
“Le Mushaf de la Mosquée de Cordoue et son mobilier méca- M. Frishman y H. ‘Uddin (eds.), The Mosque. History,
nique”, Journal Asiatique, 230, 1938, pp. 563. M. Aga-Oglu, A r c h itectural Development & Regional Diversity, London,
“The Origin …”, pp. 253-254. Comprobamos la similitud de 1994, pp. 109-110. R. Hillenbrand, “The Symbolism of the
ambos términos en el anónimo Libro de los Regalos y las Rayed Nimbus in Early Islamic Art”, en “Kingship”, C o s m o s,
R arezas, escrito en el siglo XI, cuyo autor define los objetos vol. 2, 1986, Edinburg, 1988, pp. 1-52.
de oro o plata “rellenos” con esmalte c l o i s o n n é con expresio-
nes sinónimas: dahab muyra b i - l - mina y dahab muyra b i - l - 73. El Corán habla en tres versículos (39:75, 40:7, 69:17) de los
z uy a y. Los términos son comentados por G. H. Qaddumi en ángeles “sostenedores” del trono divino (hamalat al-,a rs) y
Book of Gifts ..., pp. 429-431. Al-Maqrizi (m. 1442) utiliza el algunos autores medievales describían éste rodeado de anillos
término al-zuy a y al-mina para referirse al esmalte de vidrio. (halaqat). Asimismo, el baldaquino del trono de Dios se ima-
M. Aga-Oglu, “The Origin of the …”, pp. 251-254. ginaba, tanto en el mundo bizantino como en el islámico, re-
cubierto de roleos de vid o incluso en forma de árbol. F. B.
6 4 . Véanse las notas de A. Dessus-Lamare de su edición y tra- Flood, The Great Mosque…, p. 99 y T. J. O’Shaughnessy,
ducción de al-Idrisi, Description de la Grande Mosquée de “God’s throne and the biblical symbolism of the Qur’a n ” ,
Cordoue, Argel, 1949, pp. 35-39, notas 75 a 91. N um e n, XX-3, 1973, pp. 206-207.
65. Ibid., pp. 6-7. Fas s también significa “gema”, si es sustanti-
74. F. B. Flood, The Great Mosque…, pp. 90-92.
vo, e “incrustar piedras preciosas” como forma verbal.
75. T. J. O’Shaughnessy distingue tres tipos de ideas asociadas al
66. Ibn ,Abd Rabbihi, A l -,Iqd al-farid, ed. v. 7, pp. 252-254.
Trono divino o ,A rs: en primer lugar, el Trono-Dios, una exal-
67. “Cubren tus salones mantos de mosaico / a él le cubre un man- tación del monoteísmo, por ejemplo en el famoso “Versículo
to (burd) de majestad que nadie tejió. Burda era el manto del del Trono”, 2:255-56, donde se le llama k u r s i; en segundo lu-

105
gar, los portadores del Trono exaltan el Juicio final (40:7); y, 8 9 . E. Tyan, “Bay,a”, T h e Encyclopaedia of Islam, 2ª ed., vol. I
por último, el ocupante del Trono, que alude a la Creación y (1960), p. 1147. M. Fierro, “The Mobile…”, p. 156.
a la potencia creadora de Dios: al-Haqq, sabiduría y verdad.
“God’s throne …”, pp. 202-221. 90. En época omeya la b a y ‘ a era una y tenía lugar en la mezqui-
ta aljama de la capital. El desdoblamiento de la ceremonia
76. K. Lehmann, “The Dome of Heaven”, p. 24. de homenaje se produjo en época abasí, cuando se optó por
7 7 . F. B. Flood, The Great Mosque…, pp. 91-92. P. P. Soucek, hacer un acto más restringido en el salón del trono del pala-
“The Temple of Salomon in Islamic Legend and Art”, en J. cio califal, y otra en la mezquita, junto al púlpito (E. Tyan,
Gutmann (ed.), The Temple of Solomon: Archaelogical Fact I n s t it u t i o n s . . ., vol. I, pp. 332-334). Es posible que esto se re-
and Medieval Tradition in Christian, Islamic and Jewish Art, lacione con el hecho de que, a finales del siglo VIII, el a l -
Missoula, 1976, pp. 88-99. M. Rosen-Ayalon, The Early Islamic m i m b a r perdió sus connotaciones regias de trono para defi-
Monuments of Al-Haram al-Sharif: An Iconographic Study, nirse únicamente como púlpito religioso donde se pronuncia
Jerusalem, 1989, pp. 46-61. R. Shani, “The iconography of the la j u t b a. S. Carboni, “Signification historique et artistique du
Dome of the Rock”, Jerusalem Studies in Arabic and Islam, almimbar provenant de la Mosquée Kutubiyya”, Le almimbar
23, 1999, pp. 166-178. O. Grabar, The Shape of the Holy… , de la Mosquée Kutubiyya, New York, 1998, p. 45. J. Peder-
pp. 114-115. Véase la amplia bibliografía sobre el asunto en sen, “Almimbar”, T h e Encyclopaedia of Islam, 2ª ed. vol. VII,
cualquiera de los estudios citados. p. 74.

78. J. van Ess, “Abd al-Malik and the Dome...”, pp. 102-103. 91. En la b a y,a de ,Abd al-Rahman III (912) las clases altas jura-
ron en el Alcázar y el homenaje del pueblo se realizó en la
7 9. Esta cúpula también cobijaba el sagrado ejemplar del Corán Mezquita de Córdoba ante el visir zalmedina, el cadí y los je-
de los omeyas, del que se habla en el epígrafe siguiente, lo que fes de policía: Una Crónica anónima de ,Abd al-Rahman III
recuerda la qubba de Mu‘awiya ya citada. al-Nasir, trad. de E. García Gómez, Madrid, 1950, pp. 91-93.
80. M. Asín Palacios, Tres estudios..., pp. 145-151. M. L. Ávila, “La proclamación (bay,a) de His am II, año 976
d.C.”, A l - Q a n t a r a, I, 1980, pp. 79-114.
81. No sería un caso nuevo ni único. Un espléndido trabajo de C.
Ewert demostró que en la Mezquita de Sidi ‘Uqba de Qayra- 92. Ibn Abi Zayd al-Qayrawani (m. en Qayrawan ca. 997) en su
wan (primera mitad del siglo IX) se había hecho una copia del R i sal a: “el juramento se presta por ‘Allah, no hay más dios
venerado edificio de la Cúpula de la Roca al nivel de los so- que Él’, se jura de pie y al lado del almimbar del Enviado [...]
portes en la sala de oración, C. Ewert y J.-P. Wisshak, Fors - En otro lugar distinto de Medina, se jura por lo mismo en la
chungen zur Almohadischen Moschee Lieferung I: Vorstufen, aljama y en el lugar más importante de ella”, en A l - R i sal a,
Madrider Beiträge, band 9, Mainz a Rhein, 1981, pp. 49-52; Epître sur les éléments du dogme et de la loi de l’Islam selon
126-127; figs. 20, 23. Este autor trató este tema de las copias le rite mal i k i t e, ed, y trad. de L. Bercher, Alger, 1949, pp.
en la arquitectura islámica en varios estudios, C. Ewert, “La 261-262.
mezquita de Córdoba...”, p. 61.
9 3 . También sucedía en la aljama de Madinat al-Zahra’. Véase
82. Era el ejemplar privado (mus haf al-jas s) del califa al-Nasir. Ibn Ha y yan, Anales palatinos, pp. 190-191, ed. p. 150 (año
Éste lo perdió en la batalla de Alhándega en 939 y, tras la paz 974, en Córdoba) y trad. p. 251, ed. p. 211 (año 975, en Ma-
y el pago de un rescate, en 941 Ramiro II se lo devuelve: Ibn dinat al-Zahra’). Para época emiral, donde se habla de m usalla,
Ha y yan, Muqtabis V, trad. p. 326, ed. 295 y 356-357/320. Ibn Ibn Ha y yan, K i tab al-Muqtabis fi t a,rij riy al al-Andalus
Simak cuenta que el califa almohade ,Abd al-Mu,min, cuan- [M u q t a b i s III], ed. de M. Martínez Antuña, París, 1937; trad.
do salía de campaña, t a m b i é n acostumbraba a llevarse ese Co- de J. Guraieb, “Al-Muqtabis de Ibn Hayyan (,Abd Allah)”,
rán que había hecho trasladar de la Mezquita de Córdoba a la Cuadernos de Historia de España, 1950-1960, p. 167.
Kutubiyya de Marrakech y para el que se fabricó una caja con
planchas de oro y rubíes rojos, en a l-Hu l a l a l - m a wsiy y a , A . 94. En la aljama tenía lugar la ceremonia “del anudamiento de los
Huici Miranda (trad.), Colección de Crónicas árabes de la estandartes” (,aqd al-alwiya o a l - l i wa ,) antes de partir las ex-
R econquista, vol. I: A l -Hulal al-mawsiyya (atribuida a Ibn Si- pediciones militares.
mak), Tetuán, 1952, pp. 182-183. A. Dessus-Lamare, “Le 9 5 . Un dibujo de 1912 de R. Velázquez Bosco ilustra su pro-
Mushaf...”, pp. 560-570. yecto para rehacer la decoración de mosaico a imitación de
83. A l - I d risi, Description..., pp. 8-11. la fachada del sabat y no los restos de mosaicos originales
como se había creído –publicado por G. Ruiz Cabrero, “La
84. A. Dessus-Lamare, “Le Mushaf ...”, p. 563. N. N. Khoury re- Catedral de Córdoba. Dieciséis proyectos de Velázquez
salta esa vinculación con Medina y el papel simbólico del Bosco”, A r q u i t e c t u r a, 656, 1985, p. 53. En él dibuja unas
mus haf como símbolo de la venganza omeya por el asesinato de palabras árabes repetidas que sólo copian fragmentos de las
,Utman y de sus antepasados a manos de los abasíes, lo que le- inscripciones de la fachada simétrica. Sobre su restauración
gitimaba su título califal, en “The Meaning...”, pp. 83, 85-86. véase M. Ocaña Jiménez, en “Las inscripciones en mosai-
co...”, pp. 48-52.
8 5 . M. Fierro, “The Mobile Minbar in Córdoba: How the
Umayyads of al-Andalus claimed the inheritance of the 9 6 . O. Grabar cita en este sentido las palabras de la Aleya de la
Prophet”, Jerusalem Studies in Arabic and Islam, 33, l u z, Corán 24:35, “Notes sur le mihrab...”, pp. 115-116.
2007, pp. 160-161.
97. Ibn ‘Abd Rabbihi, ¨Iqd al-Farid, trad. (The Unique Necklace) ,
86. Ibn ,Id ari, Bayan II, ed. p. 238, trad. p. 393. Las medidas apro- p. 6.
ximadas eran 97 cm de ancho por 5 m de profundidad y 3,80 m
de altura. F. Hernández, “El almimbar móvil del siglo X de la 98. En la faja interior del alfiz se dice: “...para hacer este acceso
mezquita de Córdoba”, Al-Andalus, XXIV, 1959, pp. 381-399. (a l - m usra´) a su lugar de oración...”; y en el arco de la puer-
ta: “...mandó el imán [...] al-Hakam hacer este mosaico en la
87. M. Fierro, “The Mobile…”, pp. 161-163.
casa venerable...”. Lectura de M. Ocaña, “Documentos epi-
88. Véase M. Fierro, “The Mobile…”, pp. 157 y 161-165. gráficos...”, nº 6.

106

You might also like