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Análisis de la sentencia de la CIDH en el caso Lagos del Campo contra Perú

Mtra. Rogelia Gómez Vargas

“… El 28 de noviembre de 2015 la Comisión Interamericana de Derechos


Humanos sometió a la jurisdicción de la Corte el caso Lagos del Campo contra
la República del Perú ante la jurisdicción de la Corte Interamericana… El
presente caso se relaciona con el despido del señor Alfredo Lagos del Campo
el 26 de junio de 1989 como consecuencia de declaraciones realizadas durante
una entrevista para la revista “La Razón”. Dicha entrevista fue realizada
cuando era Presidente del Comité Electoral de la Comunidad Industrial de la
empresa Ceper-Pirelli, y en ella denunció, inter alia, que el directorio de la
empresa presuntamente habría empleado el “chantaje y la coerción” para llevar
a cabo “fraudulentas elecciones al margen del Comité Electoral”. Tras su
despido, el señor Lagos del Campo promovió una demanda ante el Décimo
Quinto Juzgado de Trabajo de Lima, el cual calificó el despido de
“improcedente e injustificado”. Sin embargo, en apelación interpuesta por el
empleador, el Segundo Tribunal del Trabajo de Lima revocó la sentencia de
primera instancia y calificó el despido como “legal y justificado”.
Posteriormente, el señor Lagos del Campo interpuso diversos recursos los
cuales fueron declarados improcedentes…”[1]

Previo informe de fondo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos,


la CIDH determinó que los derechos vulnerados en perjuicio del señor Lagos
del Campo fueron:

a) derecho a la estabilidad laboral,

b) derecho a la libertad de asociación,

c) derecho a la libertad de pensamiento y expresión, y

d) derecho de garantías judiciales.

En lo relativo al derecho a la estabilidad laboral, la Corte IDH consideró


que esta no consiste en una permanencia irrestricta en el puesto de
trabajo, sino de respetar este derecho, lo cual implica que el empleador
acredite las razones suficientes para imponer dicha sanción con las
debidas garantías y en este caso dicha estabilidad se encontraba
reforzada porque el señor Lagos del Campo contaba con la calidad de
representante ya que tenía el cargo de Presidente de Comité Electoral.

En lo concerniente a la libertad de asociación, la Corte sostuvo la


protección de este derecho, ya que, como consecuencia del despido, el
señor Lagos del Campo, no pudo continuar con sus labores de
representación de los trabajadores en el Comité Electoral, no pudiendo
incluso acudir a la reunión que él mismo, en ejercicio de sus funciones,
había citado antes de ser despedido y que tampoco pudo continuar
perteneciendo a la Comunidad Industrial, al ya no formar parte de la
empresa como trabajador. Adicionalmente, el Tribunal reiteró que los
derechos derivados de la representación de los intereses de un grupo tienen
una naturaleza dual, pues recae tanto en el derecho del individuo que ejerce el
mandato o designación como en el derecho de la colectividad de ser
representada, por lo que la violación del derecho del primero (el representante)
repercute en la vulneración del derecho del otro (el representado).

En razón de ello, la Corte encontró que el despido del señor Lagos del Campo
trascendió a la violación de su derecho individual a la libertad de asociación,
pues privó a los trabajadores de la Comunidad Industrial de la representación
de uno de sus líderes, en especial en la elección que habría tenido lugar bajo
su supervisión como Presidente del Comité Electoral.

De igual forma, la Corte advirtió que el despido del señor Lagos del Campo, al
haber sido realizado en represalia por sus labores de representación, pudo
tener un efecto amedrentador e intimidante en los demás miembros de la
Comunidad Industrial.

Ahora bien, la libertad de pensamiento y expresión resulta una condición


necesaria para el ejercicio de organizaciones de trabajadores, a fin de
proteger sus derechos laborales, mejorar sus condiciones e intereses
legítimos, puesto que sin este derecho dichas organizaciones carecerían
de eficacia y razón de ser. El estado no solo debe de respetar este derecho
sino también garantizarlo, a fin de que los trabajadores o sus representantes
puedan también ejercerlo. Es por ello que, en caso de que exista un interés
general o público se requiere de un nivel reforzado de protección de la libertad
de expresión y especialmente de quienes ejercen un cargo de representación

El señor Lagos del Campo realizó las manifestaciones en su calidad de


representante de los trabajadores y en el marco de sus competencias como
Presidente del Comité Electoral. La emisión de información concerniente al
ámbito laboral, por lo general, posee un interés público. En el contexto electoral
las manifestaciones del señor Lagos del Campo, como representante de los
trabajadores tenían una relevancia tal como para trascender, no solo en el
interés colectivo de los trabajadores de la empresa, sino en el gremio de los
comuneros relacionado con las Comunidades Industriales en general.

Respecto al derecho de garantías judiciales, la Corte IDH consideró que


este se vulneró al imponerle la carga al señor Lagos del Campo, ya que el
recurso de amparo no se pronunció sobre derechos sustantivos al
considerar que era cosa juzgada y se le exigió que agotara un recurso
que en la época en que sucedieron los hechos no pudo acceder, toda vez
que el Tribunal no se encontraba en funciones, era ilusorio.

La sentencia que se analiza es un parte aguas en el derecho del trabajo en


Latinoamérica, pues la CIDH determinó por primera vez la violación del artículo
26 (derechos económicos, sociales y culturales) de la Convención Americana
de Derechos Humanos.

La Corte reiteró la interdependencia e indivisibilidad existente entre los


derechos civiles y políticos, y los económicos, sociales y culturales (artículo 26
de la Convención Americana de Derechos Humanos), puesto que deben ser
entendidos integralmente y de forma conglobada como derechos humanos, sin
jerarquía entre sí y exigibles en todos los casos ante aquellas autoridades que
resulten competentes para ello. Además, estableció que de la derivación del
derecho al trabajo a partir de una interpretación del artículo 26 de la
Declaración Americana en relación con la Carta de la OEA, el derecho al
trabajo está reconocido explícitamente en diversas leyes internas de los
Estados de la región. Señaló, que al analizar el contenido y alcance del artículo
26 de la Convención en el presente caso, con reglas generales de
interpretación establecidas en el artículo 29 b, c, y d de la misma, la aludida
protección a la estabilidad laboral aplicable al caso concreto.

Por otra parte, respecto al derecho de la libertad de expresión, en el supuesto


que exista un interés general o público, se requiere de un nivel reforzado de
protección de esta, y especialmente respecto de quienes ejercen un cargo de
representación. Para efectos del presente caso, concerniente con la
interpretación de responsabilidades ulteriores por el ejercicio de la libertad de
expresión en el ámbito laboral, la Corte IDH analizó la restricción impuesta,
tomando en cuenta los siguientes requisitos de forma concurrente: I)
calificación de las declaraciones de Lagos del Campo; II) legalidad y finalidad, y
III) necesidad y deber de motivar.
En ese tenor, en el contexto de dicho proceso electoral las manifestaciones del
señor Lagos del Campo, como representante de los trabajadores, además de
rebasar el ámbito privado, tenían una relevancia o impacto tal como para
trascender no sólo el interés colectivo de los trabajadores de la empresa sino
del gremio (de comuneros) relacionado con las Comunidades Industriales en
general.

En ese orden de ideas, los hechos que motivaron el despido el señor Lagos del
Campo, cuando ocupaba el cargo de Presidente del Comité Electoral de la
Comunidad Industrial de la empresa y delegado pleno ante el CONACI, en
razón a las manifestaciones que hizo a la revista, en el contexto de las
elecciones internas, bajo la causal de haber realizado una falta grave de
palabra contra el empleador, en segunda instancia se consideró que el despido
se había dado bajo causas justificadas, lo cual fue recurrido por el trabajador
en instancias subsecuentes sin encontrar tutela, en particular respecto a su
derecho de estabilidad laboral, es decir, frente al despido arbitrario por parte de
la empresa el estado no adoptó medidas adecuadas para proteger la
vulneración del derecho del trabajo imputable a terceros, luego entonces, la
Corte concluye que el despido arbitrario del señor Lagos del Campo le privo de
su empleo y demás beneficios de la seguridad social, ante lo cual el estado
peruano no tuteló el derecho a la estabilidad laboral, derivado que el Estado
tenía la obligación, en el ámbito privado, de los siguientes deberes: a) adoptar
las medidas adecuadas para la debida regulación y fiscalización de dicho
derecho; b) proteger al trabajador y trabajadora, a través de sus órganos
competentes, contra el despido injustificado; c) en caso de despido injustificado
remediar la situación ( ya sea a través de la reinstalación o, en su caso, la
indemnización y otras prestaciones); y d) el estado debe de disponer de
mecanismos efectivos de reclamo frente a una situación de despido
injustificado, a fin de garantizar el acceso a la justicia y la tutela judicial efectiva
de tal derecho.

En relación con la vulneración a la libertad de asociación, la Corte sostuvo que


la protección de este derecho en el contexto laboral se extiende a
organizaciones que, aun cuando tengan una naturaleza distinta a la de los
sindicatos, persigan fines de representación de los intereses legítimos de los
trabajadores. Esta protección deriva del propio artículo 16 de la Convención
Americana, el cual protege la libertad de asociación con fines de cualquier
índole, así como de diversos instrumentos internacionales, que reconocen una
protección especial a la libertad de asociación para la protección de los
intereses de los trabajadores, sin especificar que esta protección se restrinja al
ámbito sindical.

En el caso concreto, como consecuencia del despido, el señor Lagos del


Campo no pudo continuar con sus labores de representación de los
trabajadores en el Comité Electoral, no pudiendo incluso acudir a la reunión
que el mismo, en ejercicio de sus funciones, había citado antes de ser
despedido y que además dejo de pertenecer a la Comunidad Industrial, al ya
no formar parte de la empresa como trabajador. Así mismo, reiteró que los
derechos derivados de la representación de los intereses de un grupo, tienen
una naturaleza dual, pues recae tanto en el derecho del individuo que ejerce el
mandato o designación como en el derecho de la colectividad de ser
representada, por lo que la violación del derecho del primero (el representante)
repercute en la vulneración del derecho del otro (el representado).

En razón de ello, la Corte encontró que el despido del señor Lagos del Campo
trascendió a la violación de su derecho individual a la libertad de asociación,
pues privó a los trabajadores de la Comunidad Industrial de la representación
de uno de sus líderes, en especial en la elección que habría tenido lugar bajo
su supervisión como Presidente del Comité Electoral. De igual forma, la Corte
advirtió que el despido del señor Lagos del Campo, al haber sido realizado en
represalia por sus labores de representación, pudo tener un efecto
amedrentador e intimidante en los demás miembros de la Comunidad
Industrial. El despido del señor Lagos del Campo trascendió a la violación de
su derecho individual a la libertad de asociación, pues privó a la Comunidad
Industrial de la representación de uno de sus líderes, en especial en la elección
que habría tenido lugar bajo su supervisión como Presidente del Comité
Electoral.

La protección especial a la libertad de asociación no se ciñe únicamente al


ámbito sindical, la protección que reconoce el derecho a la libertad de
asociación en el contexto laboral, se extiende a organizaciones que, aun
cuando tengan naturaleza distinta a la de los sindicatos, persigan fines de
representación de los intereses legítimos de los trabajadores. Esta protección
deriva del artículo 16 de la Convención Americana, el cual protege la libertad
de asociación con fines de cualquier naturaleza, así como de otros
instrumentos internacionales, que reconocen una protección especial a la
libertad de asociación con fines de protección de los intereses de los
trabajadores, sin especificar que esta protección se restrinja al ámbito sindical.

Finalmente, las reparaciones directas a las que condenó la CIDH, fueron las
siguientes:
a) Publicar en el plazo de seis meses un resumen de la
sentencia por una sola vez en el diario oficial, en el diario de
amplia circulación nacional y la sentencia en su totalidad debe
estar disponible por un año en un sitio web de manera
accesible al público y desde la página de inicio.
b) Con motivo del despido y desprotección judicial, la víctima
se vio en desamparo acerca de su situación laboral, lo cual
afectó sus condiciones de vida, por lo que la Corte estima que
se otorgue un monto de $28,000 (veintiocho mil dólares de los
Estados Unidos de Norte América).

c) Sobre el acceso del señor Lagos del Campo a la legitima


pensión de jubilación la Corte estima se lo otorgue un monto
de $30,000 (treinta mil dólares de los Estados Unidos de Norte
América).

d) Compensación por daño inmaterial – la Corte determinó un


monto $20,000 (veinte mil dólares de los Estados Unidos de
Norte América).

e) Costas y gastos - un monto $20,000 (veinte mil dólares de


los Estados Unidos de Norte América) con motivo de las
labores realizadas en el litigio del presente caso.

f) Reintegro de los gastos al fondo de asistencia legal de


víctimas – asciende a la suma de $1,336.81 (mil trescientos
treinta y seis dólares con ochenta y un centavos de los
Estados Unidos de América).

La sentencia por sí misma es una forma de reparación, ya que tiene un alcance


integral al incluir en ella la pensión a la cual hubiese tenido acceso el señor
Lagos del Campo si no se hubiera violentado el derecho a la estabilidad, y al
ser una estabilidad reforzada, el efecto de protección y reparación incluye esta
medida como reparación, además que derivado del análisis que se realiza al
artículo 26 de la Convención Americana y su interpretación es considerada la
estabilidad laboral como un derecho humano.

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