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is de pra: oe Las Maton ‘hare de porta 0) Rano Tee il Gis Ringler RO Gullo Nex Norge Cont to rica del tore: Progam Uniesiaro de Ess de Gene, Unison Nacional Astooms de Maco Cea Unverstr, 8810, Copan, Ca de México. Centr de avesgnite on Aliment y esa, AC. (Constr La Visor i 8904, Hol, Soa cons Cale Pid SA. eC, Bact alloca ARIEL sx ‘vend reside Masai 11, Psb 2 Colonia PlaneaV See elena igo Hig Co T1860, ied de Meio ‘ev panels come mea dn, 201, Eons Abye-YaCAD Segundo, 2016 ISBN UNAM: 978-607.0276509 ISBNCIAD: 7B. 790025-8 ISBN PLANETA, 978.607.1716 ‘Nos mite a repradisio tl pari de enti ai suncrpore aun ‘Sten nrc, su tase cages orm 0 por cma men ‘ste lst, por Soap, per stain es mtd, sh lpm previ preset dela les el epi. Lincin de ders encode ee sr cust de di conta ‘aro nls (Ars 239 y sgn ea Ly Federal de Dehn ‘tory Ans 424 suns del Cig Pea). Ingo y hs en Méscn - Pitad and made Meio A mis amigas y amigos de la Asociacion Sonorense por tuna Ciudad Diversa¢ Incupente, A.C. /Diver Ciudad, ‘por dare forma y continuidad a un anhelo de libertad. Los discursos dominantes del campo sexual: su vision integrista‘ Etconceptodediversidadserualsurgeenelcam- po sexual para cuestionar las reglas mismas de ‘organizacién del campo, esto es, las ideologtas dominantes que construyen las distinciones | *pertinentes” alrededor de la existencia sexual de las personas, de las cuales se derivan pode- | res y beneficios para quienes cumplen con los riterios “distinguidos”. Por ello es importan- tela claridad teérica con relacién ala compren- sion de las ideologias que organizan el sistema dedistinciénsexual;con ello merefieroal siste- ma de representaciones dominantes de a exis- tencia sexual de las personas. "+ Elconceplodntgrisn para referimos alasexuall- dad es retomatio de Dorals (1999). Por inegrismosetual ‘oe queromos eerie agutala acid rig en reac conlosbinarismossexuales, de géneroyerticos que con forman ls ideologias més conservadoraso traicone que au vez, como vemos, lente sw arraigo en nteamienteseigonos, 51 gave Es 14 pIVERSIDAD SEXUAL? sistema dominante confine tres formasde entender opresion. * Porat concept dps dpe enendemos aquellos axfacos mater, elaine inttaconale y discus re extractura les lactones de poder (eto ede in inenel, ‘bordinacon conto determinacionomaripulacin}sobrelas rsonan, sus pensamientosysentimientes, ss aecione, 50 = Tones sus cuerpos, Part una revision del concept, vase Foucault, 1980 1. El binarismo sexual A menudo, cuando se define el concepto género se le distingue del concepto sexo; se dice entonces que el sexo se refiere a la dimensién biol6gica y el género a las expectativas de comportamiento socialmente asignadas alos sexos. El género aparece asf como una construccién social, mientras que el sexo constituye el dato duro, lo biol6gico. Sin embargo, el concepto sexo es también una construcciGn social, es decir, una cax tegoria que nos permite orcenar la realidad de cierta manera, y eso tiene particulares efectos de distincién social y politicos." Tal vez se entienda mejor este asun- to si analizamos una frase de uso comiin (incluso en- tre los activistas); "Son una pareja del sexo opuesto” gPor qué pensamos que los sexos se oponen? {Como hhemos llegado a pensar que un sexo se opone 0 otto? Esta concepcién de los sexos opuestos, ademas de contener una concepcién machista de ver al otro conto opuesto, contiene una concepcidn heterosexista que considera a los varones y a las mujeres como se- X0s opuestos que se complementan. Que existen solo ddos sexos y que ademas se oponen y complementan es ‘una idea esencial del sistema sexista, Es la parte dura el sistema de representaciones, pues parte de una su- Puesta evidencia biol6gica, corporal, material: el pene yy la vagina. Un entrevistado, ingeniero agrénomo, en ‘mi trabajo de campo lo dijo asten su defensa homofé- bica de la antinaturalidad de la préctica homosexual: 2 Sobre esta aproximacin desde Ia perspectiva de Ia cons: {truce socal al concepto de sexoexisten algunas autora in Portantes: Butler, 1990 y 1991; FaustosSterling, 1992 y 1993, y Do. is, 1999, 53 {aut ts La oivensioan stat? 7 Be necavoalarar que a diferencia de et posture p= valeccnt cm elacivismnointeraenaa (vase Wich, 200872), Teese cron sour reservando clei hema 54 Estas variantes sexuales al nivel biologico han sido clasificadas por la ciencia de varias maneras. El lla- mado sindrome de Turner consiste en que el par cro- mosémico23, estoes, el relacionado directamente con lo queen Occidente se entiende como sexo biol6gico, no es un par sino una X. En este caso, la persona tie- neun desarrollo gonadal diferente: presenta genitales externos de hembra, pero no existe un desarrollo de ovarios. Ciertas caracteristicas sexuales secundarias ho aparecen, a menos que se sigan tratamientos hor- monales, El llamado sindrome de Klinefelter, por su parte, se caracteriza por tener, en lugar del par cromo- s6mico, un trfo cromosémico: XXY. Los genitales ex- ternos son de macho, pero generalmente diferentes al ideal, y durante mucho tiempo muchos textos se refi- rierona esos genitales como atrofiados, En laliteratu- ra cientifica se han senialado algunos otros rasgos rela- cionados con una musculatura menos desarrollada y ‘una gran talla longuilinia. También existen humanos con cromosomas XYY y XXX, Ilamados superliombres Y supermujeres en la bibliografia cientifica. Asimismo ‘existen otras variantes cromos6micas que se han des- cubierto més por casualidad que por una biisqueda -intencionada en la poblacién. Esto, en lo que respecta alos sexos cromosdmicos. Hay, sin embargo, varian- tes que involucran otros aspectos que contribuyen a construir lo que llamamos sexo: “el sexo gonadal, el sexo genital y el sexo hormonal”. Eneste sentido, en la bibliografia sobre el tema se se- falan dos variantes (la ciencia sexista suele llamarlas pra los casos de presencia de ambas génadas y ol de intersex Iida para otras variates, 58 gut 68 La DIVERSIDAD SEXUAL? fenémenos). Una de ellas consiste en personas que siendo embriones cromosémicamente hembras ex- perimentaron una sobreproduccién de hormonas Iachos.° A esto se le llama hiperplasia suprarrenal, La/el recién nacido/a tiene genitales internos de hem- bra y érganos genitales externos de macho, Otra va~ riante relacionada con la produccién hormonal se llama el testiculo feminizante, En este caso, en el m- bito cromos6mico se trata de un individuoxY, macho, pero con drganos genitales externios de hembra; no bbstante, no tiene ovarios. Esta variante es atribuida a [a trayectoria hormonal durante Ia etapa embrionaria (menos hormonas macho). En la bibliografia cientii- ca se llama deficiencia del esteroide S-alfa reductasa a tuna variante sexual que consiste en nacer con un par XY pero con genitales externos ambiguos, con un es- roto similara los labios mayores y la ausencia de pene “presencia de un pene que parece citorisy con testfcu~ > Los términos hormonas masculinasy femeninas y hormanas nachos w hembras om absolutamente engafosos. Primero, por (Guemos hacen pensar qv estas compuestos qurios son cons tfitivos de ln“ masculinidad” y la "teminidad’, lo cua es falso, pues, como veremos enel siguiente apartado toque seentiende Por tmasculino” y por“femenino” es algo que depende de cada ejturey de sus propias convenciones de sentido. Por otra parte, ‘oe suger la idea dle que som propios de un cuerpo a del oo, Jigue por eso consituyen alos sujetos como hembras o machos, ido también flso. De hecho, los diferentes compueestos quim- ee tamados hormonas estén presents en todos los cuerposh- “hanos en diferentes grados. Una prueba mas del carécter flu oy nobinario de la condicin humana. Un texto cientfco que (one al descubiero el sexism en la endocrinologia y su consti- [Racism como dispositive de poder es el de Anne Fausto-Stering, 1992, 36 Jos que no descienden. fin general a estas personas soles considerahombres, perootrassonconsideradas mujeres. Ala edad de la pubertad, con la activacion del sistema hormonal, experimentan el descenso de los testiculos y la aparicign de rasgos sexuales secun- darios de macho el pee creceecuren erecionesy la penetracion puede ocurrr, pero sin inseminacién debido ala concign dela urea (Doraiy 199). Esté claro que las variantes cromosémieas y a pre- sencia de genitales hembras y machos, externos e in- temnos, asf como de rasgos sexuales secundarios di- vversosinos remiten a una realidad sexual quelejosesté de ser atrapada por nuestros estrechos conceptos bi- narios. La realidad dela intersexualidad, una realidad en laque se encuentraentre Ly 3% dela pablacién, se- s1inautorescomoFausto-Sterlingy Dorais, evidencia que, en loque concierne al sexo iolgico en la especie humana, lo que existe es un continuo, no una duali- dad. Hay mucho més que macho y hembra, hay dua- lidad en una sola persona, hay ambigdedad en otras, Lanaturaleza biolégica del ser humano no es binaria, elbinarismo sexual es una construccién cultural. Una estudiosa del tema sefala (no sin controversia) que al ‘menos existen cinco sexosen la especie humana:hem- bra, macho, hermafrodita verdadero (quien posee un testfeulo y un ovario), pseudohermafrodita macho eles ae sexo eer nels deena ei que se preentnen un arteulo de Herat 7 Segin eta estimalones en México, un pa con cen lone shaban prosimadamente en 2005 osten ete uno tees millones de interexuales, muchos deloe cuales ni siquiera ined ichos de os cuales sigeera 57 qué es La piveKsiDan sexual? (que tiene testiculos y algunos aspectos de la genita- Injad de las hembras, pero no ovarios) y pseucoher- mafrodita hembras (quien tiene ovarios y algunos Espectos de los genitales machos, pero no testiculos). Menciona, ademas, que las caracteristicas de macho hembra pueden variaren cada una de las categories (Fausto Sterling, 1993)! Para lidiar con esta realidad de la naturaleza, los ispositivos de poder médico han tratado, sin embar- go, de ajustar la naturaleza al binarismo occidental y Su concepcion de que deben existir solo dos sexos. A tuna operacién conceptual que arranca en un funda~ tnentalismoo integrismo sexual y con una lecturame- tafisica de la naturaleza ("se equivocd la naturaleza”, ves un error de la naturaleza”), sigue una operacién quirdrgica. La cirugla pedistrica interviene para ha- Ger realidad nuestros dogmas sexuales y calmar las Gnsiedades inducidas de los padres, las insttuciones meédicas y la sociedad.’ Asf como se utiliza el bistu- 7 Tateplantamiento els autora aside cestionad ee see posts nterevnaencanainsesqueapumentan sete unsole tero ie gonads) para asia los 308 He ean hablar de “pocudchermatrdias” es de evo one xe ecurne sexual normative stent conta sgueza cloned hua rina pores derechosintersecialesCheryChasede fines interno, no in kona, come "ura energenda Pa anita qu outen foo dctore los pes os euales aster eS est cuerpo deun fat, nn cuando sonadle Tat mon que aufero xs Ios verdaderos paints” ‘fies nor 2) Algunns persone, inca medics vale de- eieican ns ntervencione uae pra alive poble St on ion que veces presentan. Aur eso mar mbien sesh manconsr ue fos problemas mesicos oes no son excunvos dea nerexualidades y qv 58 rio el cuchillo para conformar a las nifias de ciertas sociedades al ideal cultural de mujer mediante la re- mocién del clitoris o para convertir a los bebés en va- rones a través de la circuncisién ritual, asf nuestra so- ciedad utilizael bisturtpara hacer hombres o mujeres, En aos recientes, muchas personas que sufrieron enlainfancia y sin su consentimientoeste tipo de ope- raciones comenzaron a organizarse para denunciarla violacién de sus derechos humanos y cuestionar los criterios binariosde la sociedad que loshace oloshizo pasar por monstruos;es el caso en Estados Unidos de la Sociedad Intersexual de Norteamérica (ISNA, por sus siglas en inglés). Un interesante movimiento po- Iitico en este sentido, critico del binarismo sexual, se avizora a futuro en nuestro pafs y en el mundo. Algu- nos intersexuales, sin embargo, en la medida en que viven a disgusto con su condicién sexual y sienten pertenecer a una identidad sexogenérica diferente a In asignada desde la infancia, prefieren considerarse ena categoria de la transexualidad, La transexualidad hace referencia a aquellos varo- nes y mujeres en el Ambito cramosémico, genital y gonadal que, sufriendo una disonancia entre su cuer- poy su sentido de identidad sexual (a qué sexo sien- ten pertenecer), se someten a una operacién quirt gica en su edad adulta con el fin de transformar sus rganos genitales externos y realizar otras modifica- ciones corporales. Existe lo que se conoce como un proceso de reasignacién sexual que involucra funda- mentalmente los genitales. A pesar de que las opera- {od ao, no justiean ecsrament a esgnacn eta 59 cionésserealizan conel aval deinstituciones mésticas, fos y las transexuales se enfrentan a mailtiples dificul- tades tanto en su proceso de transformacién corporal como en su proceso posterior deintegraci6n social. EL costo de las operaciones y tratamientos que las acom- pafian no puede ser solventado por la mayoria de las personas transexuales en nuestros pafses y los inten- tosde legislar para que corrana cuenta del sistema de salud publica encuentran las resistencias propias de la incomprensién, como considerar que se trata de c- rugiasestéticassuperfluas, Larealidad es que muchos individuos transexuales presentan coménmente tras- tornosemocionales que tienen que ver con las dificul~ tades juridicas y médicas para cambiar su identidad social, empezando por su nombre, asf como por la violencia del entorno, Estas dificultades se traducen ten obsticulos para conseguir empleo, en inseguridad econémica y en acoso policfacoy vecinal que, ment do, repercutenen su capacidad para solventatlos gas tos médicos involucrados en su transformactén. Esta incapacidad impacta, porsu parte, ensus condiciones de pobreza, marginalidad y mala salud, Aunque en nuestros paises Iatinoamericanos no hemos desarro- lado una conciencia politica extendida y amplia al- rededor de la discriminacién que sufren las personas transexuales, y menosatin una reforma legal y médica al respecto, en diversos paises del mundo yase ofrece ‘gratuitamente el servicio de cambio de sexo y 1os €o- rrespondientes servicios médicos, sociales y legales a cesta poblacién. En América Latina la organizacién de Ja poblacién transexual tiene poco tiempo, aunque ya empieza a hacer escuchar su voz con creciente fuerza tenel espacio legislativo y cultural. 60 2. Elbinarismo de género EI sexismo hace derivar del dualismo sexual antes mencionado otto dualismo, el dualismo de género: la nocidn de que de los cuerpos machos y los cuer- pos hembras se derivan naturalmente disposiciones diferenciadas de sentir, percibir, pensar y actuar. Se supone que los machos biolégicos estén predispues- tos naturalmente a desplegar una serie de dispost- ciones Mamadas masculinas y las hembras biol6gicas otras denominadas fereninas. Las distintas trayecto- ras subjetivas y sociales de varones y mujeres, con sus consecuencias de desniveles de poder econdmico, po- Iitico, social, son justificadas por las ideologias sexis- tasal considerarlas expresiones de esa supuestanatu- raleza corporal distinta (hormonal, cerebral, genital, gonadal) La gran paradoja consiste, sin embargo, en que la sociedad configura una diversidad de disp tivos de poder para construir en cada individuo y so- cialmente estas caracterfsticas que, siendo consecuen- tes, habrian de expresarse naturalmente y sin ningin condicionamiento social. Esta paradojayy muchas evi- dencias més de tipo antropol6gico han mostrado que Jos conceptos mesculino y femenino y su uso para cla- sificar de tal o cual manera conductas, objetos, seres, cualidades y relaciones son completamente arbitra rios, construcciones sociales heredadas. No hay nada intrinsecamente masculino en el color azul, en unas botas vaqueras o en una forma de caminax, por decir- Jo llanamente, como nada femenino en el color rosa, enunas zapatillas en una forma de tomar la taza del café. Los significados de género atribuidos a los colo- res yalo que sea son siempre convenciones sociales y, como tales, estan sujetasa disputa y a cambio, 61 las personas con genitales machos estan destinadas 62 conceptuacién binaria e integrista, al grado de que suidentificacién como hombres y mujeres se pone en centredicho. En la medida en que estos sujetos cuestionan la su- puesta naturalidad de las construcciones de género, la sociedad patriarcal construye sus dispositivos de saber/poder para conformarlos a sus conceptos y re- gimenes de identidad. Como la ideologia dominan- te no puede admitir que esta equivocada, entonces plantea que quienes estan equivocados son los cuer- pos y las mentes; asf, se dice: “faltan o sobran hormo- nas”, “sus genes son diferentes”, “tienen un hipota- lamo del sexo opuesto”, “padecieron problemas de identificacién con sus padres o madres”, etc, De nue- Vo subsiste en este planteamiento la idea de que la naturaleza se equivoca. La patologizacién de la disi- dencia de género desde la medicina o desde la psico- logia, a través de ese invento homofébico y mis6gi- no llamado “desorden de identidad de género” (con el que se diagnostica a la nitia a la que no le atraen las muitecas o al nifio que prefiere el teatro al futbol), es el correlato de la violencia de padres y familiares, de compafteros de escuela, de compaiieros de traba- jo, de vecinos, de cualquiera que considere su tarea u obligacién hacer valer y forzar la adscripcidn a las concepciones dominantes de género, Ciertamente, el binarismo de género involucta, ade- mis de esa concepcién dual eintegrista delos géneros masculino y femenino, otro elemento, el androcen- trismo: la ideologia y practica cotidiana de jerarqui- zara las personas, los objetos y Ios seres del mundo segiinsus connotaciones degénero, y decolocarcomo superior a lo masculino y a los varones, La otra cara 63 del androcentrismo, hemos dicho, es la misoginia, el desprecio a lo considerado culturalmente femenino Ya las mujeres. Pezo también a los hombres que no Cumplen el ideal social de masculinidad. El despre- ‘cio homofobico hacia los varones afeminados, que llega a actos inimaginables de brutalidad (como su encierro.en hospitales psiquidtricos 0 su muerte) oa factos menos visibles pero no menos brutales, como la burla cotidianaen las escuelas pablicas y privadas (el bullying por expresién de género), que conduce al suicidio (Dorais, 2000), trastornos emocionales du- raderos o al fracaso escolar, es producto del andro~ centrismo incorporado por los sujetos, asf como del ‘desprecio en general hacia lo femenino. El hombre aferinado pareciera renunciar al poder derivado de su potencial masculinidad en la sociedad y recordar- rnos que esta, la identidad masculina, es aprendida socialmente, lo cual resulta inaceptable desde el sis- tema patriarcal. Por su parte, la mujer masculina es vista como alguien que ambiciona un poder que la Sociedad sexista ha reservado a los sujetos que tie- nen pene y se portan de manera masculina, Ambos resultan amenazantes; es por eso que algunas pet~ sonas consideran que hay que someterlos, violen- tarlos, castigarlos, darles una leccién ejemplar, Por si fuera poco, tanto el hombre femenino o “afemina~ do” (como se suele decir) como la mujer masculina ponen en entredicho el cardcter supuestamente na~ tural de los géneros, algo que para muchas perso~ nas resulta insoportable e intolerable desde el punto dde vista social y personal. Sin menoscabo de enten- der que la homofobia es ante todo un discurso y una practica supremacistas (como el racismo) que gene- 64 ran poder y diferentes beneficios en quienes la ejer- cen (como sentirse que se esta bien, que se es normal ‘© superior, asf como otras ventajas sociales, econd- micas y politicas), me parece que no debemos perder de vista que en muchos casos la sensacién intima de muchas personas homofSbicas es sentirse violenta- das por Ia presencia del otro diferente El otro le re cwerda su propia potencialidad reprimida, su propia experiencia de represion como parte del proceso so- cial sufrido de masculinizacién o feminizacibn. Un proceso que, hay que decirl implicé una violencia sobre sus capacidades humanas. La violencia con- tra los otros diferentes es una violencia para acallar is vows interns que les hablan desde fo mas mo, asf como una proyeccién de una envidia profun- dahacia quien se decide a hacer lo que ellos cance- Jaron para si." Por otra parte, el binarismo y el integrismo de gé- nero que acompafan al binarismo y al integrismo se- xual mencionado en el apartado anterior involucran tuna concepcién adicional: Ia supuesta complemen taiedad ene plano palcoigico, domesticoy social que garantiza la reproduccidn social ordenada Las * La homofoba tene dos dlmensior ‘ es no exchyentes en el ss Fro gu a ene ana mayor omenor evan wad mension emacional-corporly une dmnensin cogntiva La di- mension emoconal puede se mde o menos intense yaragada ‘nia pig ycorpreoadaen asides en is tenance mus Cularen, puede evintieméien como prjsos sae percep Gone ania enaconlenci con paca esol noon ‘gos describe lo qu verso extudios han stad sobre personalidad fomotdbica en su clmencionprincpalmente emo Saal aunts amo sbnela hematin s ference dimensiones, vase el exo de Borel 200, 65 {aut 6s ta pivensinay SEXUAL? concepciones sobre la naturaleza masculina y feme- nina estructuran y legitiman asf los roles domésticos y extradomésticos de hombres y mujeres y las iden- tidades sociales basicas: madre, padre, esposa, espo- ‘0, hija, hijo, trabajador, ama de casa, entre muchas otras. Las supuestas caracteristicas afectivas de ella e instrumentales de él se complementan naturalmente para, de nuevo, formar la unidad reproductiva tanto bioldgica como social: la familia, que no es més que tuna forma hist6rica de unidad doméstica: la familia patriarcal, aunque existen y pueden existir otras for- ‘mas de convivencia social. El feminismo y los estudios de género sobre los va~ rones han puesto al descubierto desde hace tiempo la historia de poder y violencia que posibilitan estas configuraciones subjetivas y sociales, pero también las desigualdades que involucran, No obstante, tan- to las concepciones sobre la familia como las concep- ciones dominantes sobre el amor y el erotismo sirven cen estos casos como apoyos ideolégicos para cimen- tar este orden de género de la sociedad. Cabe mencionar que la disidencia de género de hu- ‘manos machos o hembras que tienen un comporta- miento andrégino 0 transgénero,"* aunque fue reivin- dicada en sus inicios por el movimiento gay, ha ido 10 La realidad transgénero es ampliay sin fronterasestables, pues de alguna manera todas las personas realizamos alga ipo Ee accion que transgrede los estrechos limites del génerosocial- mente esperedo, Las fronteras entre tavestsmo (una de las mo- Ualidades de lo transgénero) y transexwalidad se borran en mu ‘hos casos. Un texto que aborda el tema con amplitud y que txpresael punto de vista de que el hecho transgénero no es ho- smogeneo es el de Josefina Fernérclez, 2004, 66 rr diluyéndose en la critica general a la homofobia, sin entender que la especificidad dea experiencia de vio- lencia por género no siempre esté relacionada direc- tamente con la violencia por preferencia sexual." En ‘muchas regiones de nuestro pats y de América Lati- na lo que se castiga, fundamentalmente, es la trans- _gresién publica de los géneros, no tanto la experien- cia secreta de tipo homoerstico. Lo que angustia y lo que tratan de acallarlos compafteros de trabajo, dees- cuela, los vecinos, en el hombre afeminado y la mujer masculina, 0 en el atrevimiento del travesti, no es, en la mayoria de los casos, su supuesta préctica privada homosexual, sino su transgresidn de un orden de gé- nero considerado sagrado, para algunos, o vital para construir su identidad, sus privilegios sociales y su nocién de seguridad, para otros. La comprensién de esta especificidad de la violencia de género es lo que ha llevado a la creacién en Estados Unidos de una or- ¢ganizaciGn especfficaen relacién conel derecho de gé- nero (Wilchins, 2004). Este derecho de género signifi- ca el derecho a la libre expresién de género que mas nos acomode y el derecho a cambiar las veces que ast se desee." Cabe mencionar también que, a menudo, 1 Un ejemplo en este sentido es 1a violencia contra nifos “afeminados" yninas “masculina",estoes, disidentes degénero, Una violencia queditiilmente paedeserplanteadaentérminosde violencia contra los homosexuales, pero que tene su fundamen: ton el androcentrismo y en la misoginia ce nuestra sociedad, Desgraciadamente el uso restrctiva y superficial del témino para relerirse a diferencia entre hombres y mujeres ha oscar ido esta violencia cuando se habla de dscrinrnaeib por genera "3 GendesPAc (Coaliisn para el Activismo Pablico en Géne- ro)esuna aociaciénnorteamericanafundadaen losariosnoventa ‘queha comprendid y emprendida la especifcidad de eta kucha 67 QUE Hs La DIVERSiDAD SEXUAL? las personas que dicen aceptar la diversidad sexual, incluso hombres y mujeres gays, lesbianas obisexua- les, se muestran intolerantes y hasta justifican la dis- criminacién hacia las personas que transgreden la identidad de género esperada por las ideologtas do- minantes. Esas formas de discriminacién adquieren modalidades y justificaciones diversas: “Yo soy hom- bre, y aunque sea gay me tengo que portar como va- +6n, no como mujer, por eso no acepto a las vestidas”, "Las vestidas se pueden vestir como jirafas si quie- ren, pero yo tengo el derecho a refrme de ellas”, en lo que constituye una argumentacién que va acompa- fiada tanto de un desconocimiento de que latransge- neridad y el afeminamiento de algunos varones 0 la ‘masculinizacién de algunas mujeres no son un mero disfraz o una simple cleccién, sino que responden a sensibilidades con raigambres profundas como cual- 4uier sensibilidad, lo mismo que de una incompren- sién del valor del respeto y su importancia para la plena vigencia de los derechos humanos en la vida diaria, En todo caso, se olvida que todas las formas de expresion de género son construeciones sociales ¥ que lo que ahora nos parece normal es un asunto de convencién heredada histéricamente y, en iltima instancia, un asunto ideolégico y politico. La norma- lidad, cuando no es un simple asunto estadistico, es tuna pretensién ideologica de los pocterosos, pero, en cualquier caso, no debe servir de principio para ne- gar el derecho a vivir en la diferencia con respeto y equidad ‘Cabe mencionar que con frecuencia la violencia su- frida por muchas personas transgénero las leva, a'su ‘vez, a incorporar una transfobia que se expresa hacia 68 ellas mismas o hacia sus propias compaferas 0 com- pafieros que no se visten bien y no pasan verdadera- mente por hombres o mujeres, en una espiral de vio~ lencia y automarginacion que fomenta la falta de solidaridad en el propio colectivo social En a llamada genéricamente experiencia trans vale mencionar que suele visualizarse més a las mujeres trans, esto es, a aquellas personas biologicamente va- rones que se sienten o viven desde la identidad mu- jer ylo desde la feminidad. Sin embargo, laexperien- cia de los hombres trans es menos conocida, aunque cada vez mas sale a la luz piiblica y reivindica un es- pacioen los ambitos familiares, sociales y politicos. Se debe mencionar que la experiencia tanto de las mu- jeres como de los hombres trans, muy seguido (en el ‘mejor de los casos) se ve inmersa también en discu- siones personales y socioculturales sobre qué tipo de mujero de hombre se quiereser, si se desea reproducir Jos estereotipos machistas para mujeres u hombres, 0 si se desea construir formas de ser hombre y ser mu- jer criticas del patriarcado. En relacién con el travestismo, podemos decir que conel término se designa una manifestaci6n de trans- —en la vestimenta yen los complemen- tos de amisma—del género esperado socialmenteen virtud del sexo biolégico. Ladiferenciacon la transge- neridad es que este término se suele utilizar para re- ferirse a formas de transgresién del género que, ade- masdeinvolucrar laimagena través dela vestimenta, implica rasgos sexuales secundarios: la modificacién del vello facial oen el pecho, la modificacién de los se- ros, por mencionar dos, asf como una mayor tempo- ralidad de la transgresi6n. El deseo de modificar ras- 69 {g08 sexuales primarios suele asociarse més bien con Ta transexualidad, Ahora bien, existe algo que también suele lamarse travestismo fetickista, que se refiere fundamentalmen- te a la expresién comportamental de la sexualidad que involucra la excitacion por usar ropas o comple- ‘mentos considerados propios del otro sexo en nues- tra sociedad: los varones que se excitan con prendas fntimas de sus esposas o las mujeres que gustan usar calzaclo masculino por motivaciones eréticas. La lite- ratura sexolégica sobre el tema suele coincidir en el sefialamiento de que esta forma de travestismo feti- chista es més comiin en los varones heterosexuales de lo que se piensa, ¢ incluso se dice que son la mayor. tra variante del travestismo es aquella que suele acontecer por razones artisticas; esto es, el travestis- ‘mo que se realiza para representar a algiin personaje de otro sexo: “los varones que imitan, por ejemplo, a tuna cantante famosa o las mujeres que realizan fono- mimia de un cantante var6n”. A esa variante del tra- vestismo se le suele llamar con otro término: transfor- tismo. Existe también algo que podriamos llamar el travestismo ritual en diversas ceremonias tradiciona- les de muchos pueblos, en las cuales algunos varo- nes, sobre todo, pero también mujeres, pueden vestir- ‘se con ropas consideradas propias del otro sexo para representar papeles de género diferentes. ‘Cabe mencionar que estas formas de transgresi6n del género socialmente esperado nada nos dicen en si mismas de la preferencia sexual de los sujetos. Asi, es coméin queexistan varones que practican el travestis- mo fetichista, poniéndose la ropa de la esposa cuan- do ella no esta, 0 estando ella, pero que siguen sien- 70 do heterosexuales. También existen hombres que han realizado modificaciones mediante tratamientos hor- rmonales de rasgos sexuales secundarios y que gustan delas prendas femeninas, peroque tienen preferencia er6tica por las mujeres, Es importante aclarar quela exposicién de esta va- riedaddetérminosparareferirsealadiversidad sexual, de género 0 erotica (que analizaremos mas adelante) no deberia servir como nuevas “verdades” que las y Jos lectores usen para “corregie” alas propias perso- nas que las usan para referirse a sf mismas, pues eso Jos convierte en una nueva polica de la identidad. La exposicién tiene la funcidn de guiar alas y los lectores en la comprensién de la diversidad sexogenérica con clempleo de las propias categorias de identidad utili- zadas para darle visibilidad y promover su inclusi6n. Finalmente, lo que aqui se propone es que entenda- mos que elbinarismode géneroesarbitrarioy unaim- posicidn sobre los euerpos y las subjetividades y que, porlo tanto, la experiencia trans no es ajena aninggin ser humano. Esto es, todos y todas hemos sido trans en algin momento 0 aspecto de nuestras vidas, ten- ¢gamos o no conciencia de ello. Aunque, ciertamente, en algunas personas esta condicién trans tiene una intensidad y una permanencia que marca profunda- mente su experiencia de vida 3.Elbinarismo er6tico y el heterosexismo Los binarismos sexuales y de género adquieren un cierre ideolégico (que genera una sensacién de co- hherencia y unicidad) en la heterosexualidad patriar- cal, ese producto ideolégico y social del heterosexis- n {QUE £5 LA DIVERSIDAD SEXUAL? ‘mo. La heterosexualidad patriarcal, en la medida en {que implica la sexualidad de los diferentes, estos, de Tos que han sido definidos como opuestos y comple- mentarios, se constituye en el espacio ideolégico que provee de sentido a los anteriores binarismos proyec- tandolos en una finalidad biol6gica y social: la repro- duccién de la especie y la reproduccién social de un modelo de pareja y familia en el que el macho-mascu- lino-heterosexual vuelto padre-esposo tiene preemi- nencia de autoridad y privilegios. Al mismo tiempo, los anteriores binarismos que las ideologfas sexistas naturalizan transfieren esa naturalidad a un deseo y ‘una préctica sexual institucionalizada: la hetero- sexualidad patriarcal, La ideologia reproductivista dela sextalidad, aquella que considera que el vinico fin vélido y natural de las relaciones sexuales es la re- produccién, se convierte en el pilar fundamental del heterosexismo y del binarismo sexual y de género. La heterosexualidad patriarcal es el producto del encumbramiento dela heterasexualidad como la tini- ‘ca identidad sexual vélida (por ser la Gnica natural 0 acorde con un “plan divino”), Involuera la jerarquiza- cidn delasidentidadeseroticasdiferentes:laidentidad homosexual, bisexual, lesbiana y, en general, la de las relaciones entreotras personas quenoseanentrevarén masculino y mujer femenina (como mujer masculina y hombre femenino, hombre femenino y mujer feme- hnina, hombre masculino y hombre masculino, mujer femenina y mujer femenina, etcétera). Asimismo, in- volucra la marginacién y el desprecio de otras expe- riencias eréticas, incluso entre var6n masculino y mu- jer femenina:sexoanal fellatio, cunnilingus, fetichismo, etc. Todo un mundo de posibilidades de experiencias 2 ceréticas y amorosas y de relaciones de género es con- denado, prohibido, desvalorado, patologizado, bur- lado, reprimido, censurado e, incluso, criminalizado. Esimportanteentender cémosesustenta y legitima esta ideologia heterosexista. En este sentido, cabe re- cordar lo dicho sobre las ideologias binarias sexuales y-de género, asi como lo que se dijo acerca del ciscur- ‘0 sexual reproductivista: en la medida en que el tini- cofin vélido dela sexualidad, segdn amoral ristiana dominant, es la reproduccién, solo la heterosexua- lidad vivida de cierta manera (orgdsmica y genital) €s valida. No obstante, existen otros recursos ideo- logicos poderosos que sirven para apuntalar el hete- rosexismo. Estos recursos adquieren cada vez mayor importancia en la medida en que las ideologias de gé- nero dominantesy la ideologia sexual reproductivista pierclen legitimidad bajo el embate de nuevas précti- «as relacionadas con la sexualidad y el placer, proce- dentes tanto de ciertos movimientos sociales (como el feminismo y los movimientos de liberacién LGBT!) como de la inversién capitalista en bienes y servicios relacionados con el erotismo o que utilizan el erotis- ‘mo para estimular el consumo de otros bienes. Enestemarco, meinteresa enfatizary exploraraqui a manera en que tres recursos ideolégicos trabajan para apuntalar el heterosexismo: a. la ideologta he- terosexista del amor, la pareja y la familia; b. la ideo- logta que reduce el hecho homosexual al acto genital y desconoce el amor entre personas del mismo sexo, y ¢- la ideologia heterosexista respecto a las “otras” se- xualidades, principalmente la homosexualidad; esto ¢s, laideologia de las concepciones homofébicas, am- bign llamada homofobia cognitioa 73 {que Es La pivensinaD SEXUAL? a. El heterosexismo y el amor Las concepciones dominantes sobre el amor se susten- tan en —y nutren— Ia ideologfa heterosexista al apo- vyarsey nutrirsedelasideologiasdegénerodominantes y de su concomitante binarismo. Estoes, en lamedida en que, segiin estas ideologias de género dominantes, los hombres y las mujeres tienen naturalezas corpora~ les y psiquicas diferentes (destinadas a cumplir roles sociales diferentes) que se oponen y complementan (los hombres son de Marte y las mujeres de Venus), estan destinados naturalmente a atraerse y unirse. La metéfora de la media naranja se sustenta en estas con- cepciones sexuales y de género. Asimismo, provee el fin Gltimo de los anteriores binarismos: la pareja re- productiva como unidad corporal, psfquica y social por la que se reproduce el orden biolégico y social: la familia y la sociedad patsiarcal. La rebelion feminista yeel cuestionamiento de la naturalidad de los roles de ‘género resultan tan amenazantes para el patriarcado precisamente por esta raz6n: porque desestabilizan supuestos fundamentales (como la nocién de ser mi- tades) y destinos sociales obligados eidealizados: 50- bre todo, cuestionan el papel de madre-esposa tradi- cional sometida a los designios del padre-esposo que detenta privilegios solo por ser varsn. LaapropiaciGn del discurso amoroso se debe enten- der como la operacién mésimportante de la organiza- cién patriarcal. La nocién del amor como complemen- tariedad natural desexosy de génerosesfundamental para el heterosexismo. La historia de esta apropiacién std por escribirse, pero resulta por demés evidente. El amor, un vinculo inexistente o despreciable para " el sistema patriarcal y su régimen de intercambio de mujeres y con ello de acumulacién de propiedades y alianzas durante muchos siglos (Rubin, 1975), apare~ ce en la historia de Occidente en un momento deter- minado como un espacio de libertad y autonomia re- clamado por los jévenes respecto de los padres, pero que en poco tiempo fue reinsertado de nuevo en la logica de género y poder dominantes. Fl discurso del amor hegeménico enfatiza las dicotomias de género y anuncia una y otra vez (con todo y sus ejemplos de rebeldfa, que fungen en el sistema como moralejas) el triunfo de la familia patriarcal, que ya no es lo que fue: unidad de produecién (en el capitalismo se con- vierte en unicad de consumo), pero que pretende ser otro tipo de unidad mediante el discurso amoroso: unidad psiquica y unidad deseante, complementaria y plegada en sf misma, La trascendencia de esta apropiacién heterosexista del discurso amoroso es evidente cuando se intentan legitimar uniones no heterosexuales en el plano de los derechos civiles. Aunque el discurso reproductivista del matrimonio sigue uséndose como argumento: “el fin del matrimonio es tener hijos; por eso es definido y protegido legalmente”, para rechazar cualquierexten- ‘ign de los mismos derechos a uniones del mismo sexo (un discurso que seguiré perdiendo peso conforme avanceel control dela fecundidad y otro modelode pa- reja), las disonancias de ggénero y amorosa que provo- can las uniones del mismo sexo en el imaginario domi- nante (aunque cada vez pierda mds terreno frente alas uchas del movimientoLGBTT!) desempeftan un papel fundamental. Eneste imaginario, elamores un asunto nosolode hombre y mujer; tambiénesunasuntodeun 15 ente masculino y uno femenino quese complementan, quese distribuyen papeles emocionales y laborales en el ambito doméstico: en fin, que se distribuyen tam- bién de manera inequitativa la autoridad y el poder. El discurso heterosexista del amor incluye todo esto. La disonancia de las uniones del mismo sexo frente al discurso del amor heterosexista estriba en concebir ‘a dos hombres destinados socialmente atener autori- dad oa dos mujeres destinadas a servir, a establecer un vinculo de unién, de complementariedad, de pa- reja; a acompafiarse en una unidad de solidaridad y ‘cuidados mutuos, incluso en una unidad reproducti- vva con hijos e hijas biol6gicas de alguno de los miem- bbros de la pareja o adoptados. La disonancia amoro- sa de las parejas del mismo sexo frente al patriarcado tiene que ver con el subtexto de género del discurso delamor y de la pareja matrimonial enel patriarcado, elcual concibeahombres y mujeresen papeles distin- tos y en relaciones desiguales de poder. En la nocién de familia del discurso heterosexis- ta dominante este aspecto de la divisién de papeles de género y de poder entre hombres y mujeres es de suprema importancia. La defensa del modelo de fami- tia heterosexual y el afin de deslegitimar alas familias hhomosexuales, ademds de reclamar la supuesta supe- riotidad de laheterosexualidad como la nica sexuali- dad natural, también suele recurrira la idea del mejor interés de los menores, bajo el argumento de que solo cenlafamiliaheterosexual podrén aprenderlosroles de .género naturales segcin su sexo con la imitacién de los papetes diferenciados entre mamé y papa. Esto es, e] discurso heterosexista de la familia se presenta como Ja mejor garantia de reproduccién del integrismo de 76 sgénero. Se trata, pues, de un discurso no solo homo- fobico sino profundamente sexista. Es por eso que los movimientos que luchan por el reconocimiento de las tuniones del mismo sexo han emprendido, como par- tede su lucha, el reconocimiento de los distintos tipos de familia en condiciones de equidad, lo que incluye tanto a las familias homoparentales (constituidas por parejas del mismo sexo) como a las familias monopa- rentales, unipersonales, etc. A su vez, este intrinca- do nexo entre el sexismo y la homofobia nos muestra la raz6n de fondo de la alianza social, cultural y po- litica necesaria entre los movimientos feministas y los movimientos de la disidencia sexual y de género. Las nuevas nociones de pareja y de amor, como el amor confluyente, que la sociologia considera como ‘una forma de amor que promueve valores de equi- dad y comunicacién frente a las formas de amor ro- mantico basadas en la idealizacién y el binarismo de sgénero, tienen la virtud de fungir como alternativas a modelos que son incapaces de incorporar las aspi- raciones de equidad de las mujeres y de un nimero creciente de varones, asi como los nuevos valores de- mocraticos (Giddens, 1992). El amor confluyente, con su énfasis en la unidn de proyectos personales, so- lidaridad y acompanamiento, en detrimento de las identidades de género diferenciadas, se convierte en tun poderoso discurso sobre el amor y Ia pareja que ya est4, imperceptiblemente si se quiere, minando el prestigio simblico de los modelos de pareja patriar- cal, al mismo tiempo que esta abriendo la posibilidad de pensar en parejas de sexos y géneros distintas a la pareja heterosexista, lo mismo que en otras formas de construir las unidades domésticas. n El activismo que podamos llevar a cabo desde el fe- inismo, desde el trabajo con varones con una pers- pectiva de género o desde la postura de la democrati- zacion de la familia (reivindicando la no-violencia, la equidad y los derechos de nifos y nifias) en relacién con las formas de amor confluyente, abre las puertas simbélicas, al mismo tiempo, aotrasformas deamor no heterosexistas ni androcentristas. Dicho de otra ma- nera, lashistorias deamor tradicional, en lamedidaen {que naturalizan el amor como un fenémeno de com- plementariedad sexual, de género y erético, contri- buyen a cimentar el heterasexismo y el androcentris- ‘mo, y obstaculizan el avance de la legitimacién de las relaciones amorosas entre personas del mismo sexo. , Homofobia y heterosexismo: el silencio sobre clamor entre personas del mismo sexolgénero" El nexo naturalizadlo del discurso amoroso con el he- terosexismo va de la mano con la invisibilizaciOn y el "Hema de dsr un dso come Hormones ee sexual se compli cuando ponemos ena ecuaion la experin- Sindh moje y ome tan con deseo y eae ets Sosteaivas con personas de tro rexo genital ero co amisina Tlenicnd soxogeneice como hombres 0 como mujeres Solo un ‘Sempo: nombre transen una relaconerdia/ fectva conan Fombre ogénro etd en una flaion homosexaa? En estos ‘Srsreapua equ slat iivey oak Tanbin spo ‘She que ou pareja pueda vivirla desde deseos maliples o aller ados como deseo Homosexual heterosexual Eldeseo yelper Toson flesy ence ess iqzay su promesa En odo ca0,10 {jrtevelacatjomploce qo tiara erin es ineapaz de Trcwenta dels complojad yrigueza del deseo dentro yenze Ian personas mal de las ators de dena asignadas 78 silencio social, cultural (simbdlico) y politico en Ocei- dente del fendmeno amoroso entre personas del mi ‘mo sexo biol6gico (ni qué decir de la posibilidad de amar indistintamenteahombres y mujeres). Esta falta de visualizacién noes inocua:es parte de una tecnolo- sia de poder homofobica que corre pareja con la cons- trucci6n misma de la homosexualidad como identi- dad radicada en el sexo. Desde las teenologias de poder modernas, lahomo- sextalidad se configura con relacién a su sexo, no en relacién con su dimensién amorosa, Esta reduccién de Ja homosexualidad a la préctica sexual ha sido una de las tenazas centrales de las ideologtas patriarca- les, una tenaza invisible. El poder modemo sobre la experiencia homoerética se construye, dice Foucault (1988), al construir un personaje en relacién con una préctica sexual, un personaje que se define por su se- xualidad, que es metonimizado por un eje diacritico: “con quien tiene coito”, y con base en eso se le obli- ga a construir una identidad, un estilo de vida e in- luso una politica. Su compleja humanidad seesfurma ¥y aparece en el imaginario colectivo, inclusive en el maginario de muchos que se identifican a si mismos como homosexuales, como un ser definido por un de- seo sexual especifico, tal vez.con una sexualidad insa- ciable, “un hambriento de sexo". abe mencionar que esta sexualizacién ocurre his- {6ricamente en la homosexualidad tanto entre varo- nes como entre mujeres. La lesbiandad se convierte enelimaginario patriarcal en un asunto de frotamien- to de genitales, de clitoris monstruosos y deseos in- controlables; de esta manera, la homofobia imperan- te pretende convertir el vinculo amoroso entre dos 79 mujeres en una pretensién imposible (“pues el falo no esta presente y por lo tanto no hay sexo"), en una experiencia ridfcula o en un hecho socialmente irre- evante, Pero el nexo de dos mujeres vinculadas amo- rosamente en solidaridad y en economfa doméstica no solo recuerda lo prescindible del pene para el pla- cer erstico, sino que amenaza el privilegio y el poder ‘masculino por antonomasia, esto es, el falo, basado en el control de los cuerpos sexuales, reproductivos y laborales de las mujeres en el marco de una uni dad doméstica tradicional, eso que el feminismo lla- ‘mé memorablemente “el tréfico de mujeres entre los hombres” (Rubin, 1975). El vinculoamoroso entre dos mujeres nos avisa de la posibilidad de una comuni- dad de mujeres, y por lo tanto, de una rebeldia ante el orden patriarcal. Asimismo, el vinculo amoroso de dos varones recuerda el potencial solidario de los va- rones, un potencial que no tiene que pasar por la com- petencia que tanto fomenta la sociedad capitalista, ni por la homosocialidad de los privilegiados;” un po- tencial que no teme al contacto corporal y emocional ¥y que se interesa en el otro y en sus necesidades. 1 Una imagen que evoca perfectamente la homosoctalidad privilegiada e a que se reproduce en muchos anuncos de cer Vera, Una actualizacén de los viejos valores machistas en una ‘versign modema, deportiva,aventurera “extrema”. Una socie- iad donde los hombres nos vineuléeamos sin las excusas homo- {bicas o las complicidades androcéntricas, donde pudiéramos vivir nuestra sensbildad y nuestra empatfa sin angustias auto- ‘itarias, de poder y sin fanescompetitivos y protagénicos, pro- SGuciria tal solldaridad que probablemente pondria en entredi- ‘ho, al menos, las formas mas"savaes” que adquleree! sistema capitalista mismo, 80 La reduccién de los sujetos a su sexualidad no es Inocua sino parte de un ejercicio de poder heterosexis- ta. Ciertamente, este efecto de poder tiene que ver con las ideologias dominantes restrictivas y mortficantes alrededor de la sexualidad que construyen el concep- to de normalidad sexual, que prescriben los usos de los cuerpos y la disposicién de la energfa libidinal (in- cluyendo a libido-anal). Es por eso queno solo los va~ rones y mujeres homosexuales asi metonimizados se vuelven sospechosos, sino también las mujeres que se apropian de y expresan su deseo en précticas he- terosexuales, llamadas por la medicina decimonéni- ca rinfémanas. Lo mismo sucede con varones y mu- jeres que tienen conductas que no suscriben el sexo genital, orgésmico y reproductivo. Sin embargo, nin- guno de los personajes producidos en este horizonte de saber-poder, como lo llamara Michel Foucault, fue tan perdurable como “el ola homosexual”: la persona que tiene relaciones sexuales con alguien de su mis- mo sexo, cuya transgresién est4 determinada no solo por su interés por alguien de su mismo sexo sino por la busqueda de placer. Es por esta posicién paradigmética de la homose- xualidad con relacién a la sexualidad no reproducti- vay por su concomitante sexualizacién y patologiza- ‘i6n que la lucha contra el estigma homosexual ha ido dela mano con a lucha contra elestigma asociado con Ta sexualidad en general y el estigma vinculado con la sextialidad no reproductiva y no genitalizada en par- ticular (deallfel vinculo central con el feminismo y las pposiciones a favor de las tecnologias de control de la fecundidad), asf como contra los discursos médicos homofébicos. Luego pues, la reduccién de la homose- al xualidad a la sexualidad (en el sentido més limitado del término: genitalidad) trajo consigo la lucha contra elestigma sexual y contra el placer como valor, y con- tra eso que se llam6 represion sexual. Una vez que esta lucha se ha ido ganando, se empiezan a poneren evi- dencia los otros dispositivos de poder que surgieron a la parde la construccién de la identidad homosexual, layamencionada no visualizaci6n del fenémenoamo- 1080 y el mas oculto y duradero binarismo erstico. Antes de exponer Io que entendemos por binaris- ‘mo er6tico y su relacién con el dispositive homofébi- ‘co, me interesa enfatizar finalmente el asunto de la ri- queza de posibilidades de las vinculaciones amorosas y sexuales de pareja (por supuesto, las combinaciones, se disparansiincluimos masdedossujetos).Amanera de ejercicio de reconocimiento de esta diversidad de posibilidades de construccién de parejas, y siguien- do las variantes propuestas por Michel Dorais (1999: 114), aunque en este caso aumentadas con el recono- cimiento de la intersexualidad (construida artificial- mente como unidad, pues solo trato de ejemplificar), podemos encontrar las siguientes variantes de pareja! 1, Personas del mismo sexo y del mismo género: dos hombres masculinos, dos hombres andréginos, dos hombres femeninos, dos mujeres femeni- nas, dos mujeres andréginas, dos mujeres mascu- linas, dos intersexuales masculinos, dos interse- xuales femeninos, dos intersexuales andréginos. 2, Personas del mismo sexo y de género diferente: hombre masculino y hombre femenino, hombre andrégino y hombre masculino, hombre femeni- 82 no y hombre andrégino, mujer femenina y mu- jermasculina, mujer andrégina y mujerfemenina, mujer masculina y mujer andrégina, intersexual ‘masculino ¢ intersexual femenino, intersexual an- drégino e intersexual masculino, intersexual andrdgino e intersexual femenino. 3. Personas de sexos diferentes y del mismo géne- 10: hombre masculino y mujer masculina, mujer andrdgina y hombre andrégino, hombre femeni- xno y mujer femenina, hombre masculino e inter- sexual masculino, mujer masculina ¢intersexual masculino, mujer femenina e intersexual feme- nina, hombre femenino e intersexual femenino, hombre andrégino e intersexual andrégino, mu- jer andrégina e intersoxual andr6gino. 4, Personas de sexos y géneros diferentes: mujer fe- menina y hombre masculino, mujer femenina y hombreandrégino, mujerfemeninae intersexual ‘masculino, mujer femeninae intersexual femeni- za, mujer andrégina y hombre masculino, mujer andr6gina y hombre femenino, mujer andrégina eintersexual masculino, mujer andréginaeinter- sexual femenina, mujer masculina y hombre fe- ‘menino, mujer masculina y hombre andrégino, ‘mujer masculina e intersexual femenino, mujer masculina e intersexual andrégino, Este ejercicio nos muestra que tan estrechos y exclu yentes han sido los crterios patriarcales que han es- iructurado las distinciones en el campo sexual. Asi- ismo,nosabrela puerta para econocerla diversidad 83 de variantes de la existencia sexual, de género y erdti- ca de las personas. Por supuesto que se trata incluso de variantes que utilizan como criterios de organiza- cién aquellos que han sido privilegiados por el siste- ma sexista. Ciertamente, muchos otros criterios po- drfan utilizarse. Se trata asimismo de un ejercicio que no incluye ‘otzo ciimulo de posibilidades que existen y que re- claman también su visualizaci6n y su reconocimien- to: las bisexualidades y diversas formas de poliamor; esto es, relaciones erdtico-afectivas que involucran tanto a parejas en las que uno 0 ambos de los cényu- ges (independientemente de su sexo 0 identidad de igénero) son bisexuales, 0 relaciones que involucran a varias personas vinculadas amorosamente de mane- ra clara, consciente y comprometida. c. Homofobia y heterosexismo: el binarismo erético Losdiscursoshomofobicos yheterosexistas,comobue na parte de las politicas de identidad construidas a zaiz de los movimientos LGBTTI, han tenido la desa- fortunada (zinevitable?) coineidencia en una visiGn binaria, dicot6mica e integrista del deseo erético: la polarizacién delos deseoseidentidades heterosexual y homosexual. Se trata ce un enfoque que, no obstan- fe, es cuestionado desde su aparicién en el campo de las identidades sexuales en Occidente. Foucault (1988) sefala que la aparicién del perso- naje homosexual como identidad que refiere a una suptesta naturaleza es basica en la construccién de las modernas tecnologias de poder alrededor de la sexualidad y el cuerpo en general. Asimismo, nos a4 muestra que esas tecnologias de poder consisten, més que en el acto represivo (el decir no) oen la prok cién, en el hablar de cierta manera: en el caso de la préctica homoerdtica, en el hablar de ella como una patologia, un desorden del cuerpo, un problema psi- quico o mental, un problema social, una naturaleza de un personaje, el homosexual, para al mismo tiem- po obrar sobre él de cierta manera: psicoterapia, tra- tamientos hormonales, confinamientos psiquid as, electroshock, programas de reeducacién, clases de deporte o trabajos forzados. Esta manera de ha- blardelahomosexualidad implica un cambio radical en la manera de concebir una préctica sexual. De un acto pecaminoso de una persona cualquiera, se con- vierte en una expresién de un personaje especial. El socomita de los discursos religiosos, dice Foucault, eraalguien que cometta unacto;en cambio, elhomo- sexual del discurso médico modero (y para el caso de las lesbianas podemos decirlo mismo, segiin Ma- rie-Jo Bonnet) es una especie, un ser diferente. Diferentes estudios nos demuestran (Katz, 1996; Chauncey, 1994; Fuss, 1991; Butler, 1990) que la crea- cidn de la homosexualidad como identidad sirvi6, en Ja economia simbélica del patriarcado, para estabil zat a la heterosexualidad, identidad novedosa en el r6gimen sexual y de géneromoderno. La homosexta- lidad como identidad funge un papel de otredad que en el Ambito simbélico y psiquico ayuda a construir Jas fronterassimbélicas y psiquicas dela heterosexua- lidad, y ciertamente también de la hombria 0 identi- dad masculina (Kimmel y Messner, 1995). La dico- tomia heterosexualidad-homasexualidad (como las dicotomfas macho-hembra y masculino-femenina) se 85 {aut es us oivensinan sexuat? convierte asf en una dicotomia estabilizadora del sis- tema sexo-género, La reivindicacién de la homose- xualiclad como identidad y no como practica tiene el paraddjico efecto de estabilizar e incluso consolidar los bordes de la heterosexualidad como identidad se- xual, presumiblemente homogénea, coherente, cerra- da. La heterosexualidad se define asf por lo que no es: la homosexualidad, la cual, por su parte, es definida por los discursos homofébicos dominantes.'* Esta misma dicotomia es la que subyace al uso del ‘6rmino diversidad sexual para referirse ala otredad de la heterosexualidad. Es una dicotomia heterosexista, pues la homosextialidad sirve como elemento de con- iraste para cimentar la nocién de la superioridad de Ia heterosexualidad en la jerarquia de las sexualida- des, pero también porque produce tn efecto simbdl co de homogeneidad, coherencia y unicidad que no tiene en sfmisma, Por esta raz6n, para combatir el he- terosexismo no basta con representar de otra manera la homosexualidad, aunque es necesario; hay que ir al fondo del dispositive de poder y disputarla construc- cién misma del binarismo er6tico como dos realida- des excluyentes, opuestas, homogéneas en simismas. El binarismo heterosexual-homosexual es una cons- truccidn social; es una manera de querer ordenar la compleja realidad del deseo erético y de ajustarla a particulares ideologias sexuales y de género. La rea- "6 Para una revisidn més detallada de los discursos homotS- bicos que pretendencaractrizara la prictica homoerdtica, aif: fads incluso por la academia, véase mi articulo"Reconociendo fos placeres,desconstruyendo las identidades. Antropologa, pa tuiatcado y homoerotismos en México” (2001b). 86 lidad de las capacidades eréticas humanas y de la di- versidad de la vivencia erética nos muestra que las ‘ategorfas de identidad son inadecuadas. Los plantea- mientos teGricos del psicoandlisis freudiano y las evi- dencias que aporta nos permiten sefalar que, més allé del intento de encasillar el erotismo, la energia erotica se expresa de manera polimorfa y perversa en todas las personas; es decir, puede asumir como objeto de deseo cualquier sery objetoe impulsa la busqueda del placer, no un instinto reproductivo, aunque la repro- duccién sea una posibilidad o un resultado buscado 0 involuntario. Todos somos bisexuales, seFala Freud, al menos en nuestro potencial humano. El deseo ho- mosexual existe, dice, porque es una posibilidad hu- ‘mana, porque todas las personas hemos hecho algu- na vez una eleccién del objeto de deseo homosexual, aunque sea en nuestro inconsciente (Freud, 1962: 11). La homosexualidad y la heterosexualidad, como identidadesersticashomogéneas, coherentes,estables, son ficciones culturales producto de una labor social de construccién de identidades. Lo que se quiere de- cir con estono es que no existan los deseos y las préic- ticas homoersticas o heteroerdticas, o que no existan incluso como preferencias, sino mas bien que estos deseos y practicas, e incluso preferencias, no existen con la unidad, coherencia, homogeneidad y estabil dad que se pretende. Asimismo, lo que se quiere decir es que tal pretensién, con sus efectos sobre los cuerpos y los deseos (y sus concomitantes represiones, inca- pacidades, miedos y sospechosos olvidos), tiene una historia personal ligada a las tecnologias sociales del poder. En fin, lo que esto implica es que todos, aun- uesea en nuestros suefios (0 pesauillas, segtin sea el 87 caso), lapsus, chistes, aficiones e idolatrfas (a mode- Jos, artistas, depostistas, politicos, eteétera), expresa- ‘mos la compleja realidad de nuestro deseo, pero, $0- bre todo, revelamos que, al menos potencialmente, somos mas diversos eroticamente de lo que pretende- ‘mos al adscribirnos a determinada identidad erdtica studios posteriores en diferentes sociedades han confirmado esta diversidad erotica en cada ser hu- ‘mano, incluso en sociedades altamente homof6bicas como la norteamericana, En un estudio realizado en los afios cuarenta del siglo XX, el doctor Kinsey (1948) ‘mostré que los comportamientos sexuales de las per- sonas adultas estadounidenses no se ajustaban faci ‘mente a la dicotomia heterosexual-homosexual, sino que estos comportamientos coexistian en muchas per- sonas de manera diversa en diferentes momentos de su vida. Laheterosexualidad ylahhomosexualidadson masbien extremos deun continuoerdticoentrelasper- sonas y dentro elas personas como dos unidades dis- crelas que definen a dos tipos diferentes de personas. Cabe mencionar que si la identidad homosexual y la identidad gay han adquirido cierto estatus de uso comiin entre la poblacién en México y otros paises de América Latina, la identidad heterosexual todavia se encuentra circunscrita a pequefios sectores urba- nos ilustrados. La ausencia de identificaci6n a partir del término refleja no solo el privilegio heterosexis- ta no visualizado que ya comentamos (el privilegio consiste en hablar desde la no-identidad, el absolu- to, la norma); también refleja la menor penetracién de los discursos modernos de la sexualidad (de ori- gen anglosajén) en una sociedad con otra tradicién sexual. En lugar del concepto heterosexual, en Mé- 88 xico los términos que llenan el vacio de la no-homo- sexualdad son los de mire y mje. Ene aso del primero, la identidad que indica no excluye la pra tca homoerStica: por lo tanto es custionable user Ja para asimilarla a a heterosexual, pues no contiene Ja misma homogeneidad y estabilidad que pretende este tltimo vocablo (Nuifez, 2001b y 2007). Bl térmi- ‘no hombre en México involucra posibilidades de ero- tismo queno pueden circunscribirse a las identidades heterosexual y homosexual (ni siquiera a la identi- dad bisexual, aunque se le aproxime).” El efecto pa- radéjico de las ideologias sexuales modernas, enar- boladas incluso porlos movimientos LGBTT ha sido adscribir la practica y el deseo a ciertos sujetos so- ciales, para quienes adquieren una gran relevancia y, con ello, deslegitiman su presencia en la inmensa ‘mayorfa, en la que la experiencia homoerética, aun- que se encuentra presente, no desempefia un papel importante como estructurador de una preferenca tuna personalidad. El riesgo inevitable, si nos atene- mos a Jo que sucedi6 en la historia de la cultura se- xual estadounidense (Chauncey, 1994), es que en este ‘movimiento de reivindicacién de identidades gays y heterosexuales como identidades homogéneas y » unqulabogfia abel experenahomoertcaen Amesica tina inate en evar nesisn dela domi tvepaivo que el pronase ran iferentes nombre ens distin pe: maa, bjrner eter) que dese a Faplacvono crestpmatoo Seaonasco anism se es {seo pel tector como mn gop mit estas verntes hoot emo seh heck fae Mico (ease Nate, 207) Misespach que te no dere tric enor pares de Ameria tna 89 coherentes construidas en torno a un deseo erstico- amorosose produzca un efecto de censura (represién) sobre las practicas y los deseos homoersticos vividos al margen de tales identidades y que hasta ahora han gozado de cierta permisividad social. Este movimien- to de polarizacion de las identidades erdticas se esti vviviendo ya en México entre los jovenes urbanos, 50 bre todo de clase media, de acuerdo con diferentes in- formantes y segin mis propias observaciones.* No obstante, también es posible identificar en otros am- bitos minoritarios (todavia) de jévenes urbanos, algo ‘mis eriticos de la sociedad y la cultura, una reivindi- ‘cacién creciente de lo queer, tanto en el sexo como en, ‘el género, al atreverse a explorar otras posibilidades erdticas, al grado de que algunos deellos se hacen Ila- mar queer 0 gender queer. Blasunto dela construccién de las identidades er6- ticas es complejo y tiene que ver con la manera en que se construyen los agentes politicos. El uso de tér- ‘minos como gay o lesbiana han posibilitado la forma- cidn de grupos y movimientos, algo que dificilmente podria haberse realizado con los términos que ha- ‘cen referencia a las personas con practicas homoer6- ticas, Parece inevitable que hayan sido precisamente los términos de identificacién de la diferencia asig- 1 El efecto de censra en parte es producide por exigencias ‘como’ seliede elit ¢identficarse’conalgunasdelasdosiden- tidades, com el efecto de querer constreir con ello la uctuacién y lnexperimentacién sexual de as personas. Ena visién moder- hha dela identidad gay se cuelan nociones culturalesanglosajonas {quetendriamos que analizar tanto en las posibilidades que abren para el empoderamiento como por las puerta que lerran en las ‘cultures existent. 90 nada los que hayan fungido como vocablos de resis- tencia y lucha. Podria pensarse que tarde o tempra- no, en la medida en que el estigma desaparezca, se podria iniciar otro momento de la lucha contra el sis- tema sexista vigente: acabar con las identidades que cesencializan y vivir el erotismo en su diversidad mas alld de etiquetas y estereotipos. Me parece que no te- rnemos que esperar ese momento. Es posible ir cons- truyendo los espacios simb6licos para pensar en esta diversidad desde ahora. El término diversidad sexual tiene este potencial. Otros términos, como homoflexi- le, heterofiexible o heterodisidente, pueden desempe- far también un papel mediador.” Las identidades Bay, lesbiana, transexual, transgénero o bisexual, por su parte, pueden seguir siendo utilizadas estratégi- 2» En Hlemosillo, una ciudad de noreste de Mico, un gr poselivermactviin ini tales eno Fiadivalgacion de los erminos eerie honofxe:pee tonas que inn cone etree uhomoscrats fos ‘qe solo sulcentorante leibles para permits la vieenca {rotca con alguien del mismo sxo ade oko sexo Lacferenca ona person iseuales questa in entcorfa tiene pre ferenca por nnn sexo en especial sung yu sesabe que no existe una bisexsalidd sino muchas maneras de vivretaatne: Sion doble Ge de manera oinientene impo, ea de mane- ‘anicesive sea conresonancis erin aetna distin para Cada sexo: Estos trinos seguramente ingen prs entender Io {elon bnarosnoincuyen Un tring novedoco que eaeuche ‘Reientomenteen boca etna aetivit, luego deer tema un uso conmigo sobre! tema, fee de terodsiane Mexia “No sy heteofexible, pero sfsoy dident del heterosextamo, [pues auingue soy hetrosexsal no compart la dean practi tleque mi preferenca sexual ex uperior alas demas conside- ro quedebs tener privilegio, adem de que oy solidariacom es Tc de personas LST 91 2000 68 La piveRsioan sexUAL? camente, en la medida en que sirven para construir agentes politicos, pero sin perder de vista que el hori- zonte cultural al cual aspiramos es que estas catego- rfas lleguen a ser innecesarias cuando precisamente reconozcamos la diversidad afectiva y sexual entre y dentro de las personas. Finalmente, estoy convencido de que un anilisis de la bisexualidad y su insercién social nos puede con- ducir a pensar que poco poco se posiciona como una “de las tiltimas fronteras” que se deben hacer visi- bles y aceptar. Conforme las identidades lésbica y gay se estabilizan culturalmente y adquieren legitimidad social y legal (como el reconocimiento de las uniones del mismo sexo), y en Ja medida en que la experiencia trans avance y conquiste ese mismo reconocimiento social y legal (algo que atin es una tarea urgente y por hacer), la bisexualidad se ira revelando como una experiencia /identidad transgresora, segtin vaya po- niendo en entredicho no solo la “norma sexual”, sino de igual forma las concepciones normativas de amor, monogamia, fidelidad, exclusividad, parentesco y fa- millia, yno solo entre los heterosexuales, sino también entre las nuevas instituciones homosexuales, que en ‘su momento también cuestionaron distintos aspectos de las ideologias reproductivistas de la familia y el gé- nero (Serrato, 2014). 92

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