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Las grandes ecapis del pensamienso feeudiano dad que €! contexto histérico en que euvieron lugar los descu- Mentos Y consiguientes elaboraciones .tebricas de Freud i arodo bistérico— ha sido fundamental en el tema anterior- ire desacrollado, para la comprensién critica de su pensa- emg metodo critico— el que ahora iniciamos habré de sec Jpfniivo. Pero por si todo lo anteriormente epuncado dijera idel auténtico interés de este tema, digamos que el carécter Papptico de vision panordmica de toda a metapsicologia frea- Jona, que e! desarrollo de este tema constituye, es probable- ginal y Geil aporeacin didéctica de todo el ciclo 4.1.1. Titulo ambicioso Siya nos fue sumamente dificil resumir en unas cuantas pé- = inas los ochenta y tres afios de densa vida del fandador del = psicoandlisis, el proyecto, ahora, de intentar este auevo resumen EF fon todo su pensamiento, se nos antoja empresa mucho més etencioss, por no decir imposible. ¥ es que el solo incento de “pretender resumir en ran escaso niimero de paginas un toral sproximado de doscientas treinta y dos obras freudianas, segiin la "nis completa recopilacién de la Standard Edition, doscientas en = hGesammelie Werke o doscientas diecisiete en les Obras Com- leas de Biblioteca Nueva, parece realmente un proyecto rayano ‘alo imposible. ‘Ya vimos en su momento que canto la cronalogta de todas estas cobras completass como la mis o menos precisa doc)- smentacién esitca que manejaron sus recopiladores, hacen que las diferencias de fos cotales de obras recogidas y contabilizadas en cada une de ells, oscilea tan ampliamence ence las diver- sasediciones. Sia esto aiadimos los diferences crtecios uili- zados por los diversos recopiladores en la determinscién de lo ‘que se entiende por excrito-unidad, comprenderemos mejor tan osceasible variacién ef Is compusiciéa bibliogrifics del mero de escrios frevdianos. |. Pero desde esa perspectiva histérico-critica que es la nuestra, © el problema del abordaje de la obra de Freud no se reduce sim: | plemence al aspecto cuantitativo del niimero de escritos u obras, = sino que incluye, ademds, la enorme dispersin cronolégica de las 300 Dificultad de abordaje exegérico de la obea freudians “mismas. Dada su longitud y la plena productividad cientifica de su Vejez, la dispersién cronolégica de su obra cientifica habria de ser, légicamente, muy amplia. Desde su primer escrito propia- mente psicoanelicico —publicado conjuntamente con Brevet—, conocido como Ls cominicecién preliminar, en 1893, hasta el Compendio del psicoandlisis —su obra péstuma e inacabada— de 1938, un largo recorrido de cerca de cincuenta afios viene @ plar tear un dificil reto metodolégico a todo riguroso exégera de la obra freudiana, Si a todo ello afiadimos que la literatura feeudiana, pese @ la agilidad.y precisién de su estilo, contiene una gran densidad metapsicoldgica y un muy preciso tecnicismo terminolégico, Hle- garemos a comprender facilmente la enorme dificulted del abor- daje de su obra y, consignientemente, de cualquier intento de sistematizacién de lo esencial de su produecién cientifica, Es frecuence citar, camo texto adhuros de Freud, el cxpiculo VIL de La snterpretacin de lor zvetor, Testigo de ello, los couinugs seminrios metpsivolégieos dedicados a eee texco en institeros psicoanaleicos del mundo entero, Sin estar en esacuerdo con esta impresibn general, pedemos afadi, a par- tic de nuestea targa experiencia docente en este campo, que (ros eseritos Freusianos revisten idéatica o mayor difiultad. Nos estamos eeficiendo a obcae como: Pricologte centifice pars nexrélogos, Introduacién del narcisismo, Mas alld del ‘principio del placer o Andis serminabile e iaterminable, pot Cae sblo los ms significaives. 41.2, Necesidad de orientacion metodoldgica Todo Jo anteriormente expuesto nos leva'a Ia. ineludible necesidad de coatar con una seria orientacién metodolégica, si queremos adentrarnos con cierto orden y rigot en esa verdadera ajunglay cexcual que constitvye la obra freudiana Partimos, frente 2 semejante reto didactico, del hecho obvio de la imposibilidad material de estudiar exhaustivamente toda la obra de Freud en su conjunto, para ello seria necesario un espacio yun tiempo del que aqui no cisponemos. En este sentido, dada la enorme extensiin y especifica dificultad de dicha obra, es facil- mente constatable a través de los mismos programas de forma- cidn cémo, aun en muchos insritutos especializados en psicotera- 301 Las grandes etapas del pensamiento freudiano analicea 0 en psicoanilisis, se limitan a estudiar en forma i Scfin y sisladamence alguna de las mis conocida obras en sea esta dificuleed especifica de abordaje de la obra | enlana la que explique el increfble desconocimiento directo de fresno que eneralmente existe, Desconocimiearo que no sélo tee alhombee culto en general, sino ambién —y esto es lo ms amt aate— profesionales que se dedican al cjercico del psi- Saiisis en cualquiera de sus niveles o especifcas orientaciones Garcucl. ¥ esto pese a que, cada vex con mayor frecuencia, el sfssamieot de Freud viene «esta en boca de unos otos bien evjefeacerlo encusiésticamente o para denostarlo virulenta- “Bie, Parece, en todo caso, que de alguna forms comienza a plist en la relidad aquella profétics aspizaciba de Freud en © Mudkiple interés del psicoandlisis de 1913: el psicoaniliss espica a interesar « hombres de ciencia dsxigtos de les psiquiaerss, pues se extiende a otos varios secrores clentificos diferences y establece entre ellos 7 Is pato- Togia de la vida psiquics celaciones insospechadas» (O.C. I, 1850). Dejadas aparte, por lo demés, las «dificultades» 0 «resisten- aso emocionales, inclusive inconscientes, que, segin Freud mismo ponia de relieve en Una dificultad del psicoandlisir de E1917 (cf. O.C. I, 2432) y en Las resistencias contra el psicoandli- > sis de 1924 (Cf. O.C. Ill, 2801), puedan estar en la base de ese frecuente desconocimiento directo de su obra, vamos a centrarnos nla problematicidad mecodologica del abordaje de la misma yen las negativas consecuencias de semejance dificultad. Tres son, en efecto, las posibles altecnativas —igualmence negutivas codas ellas— que, segiin los casos, suelen adoptarse frecuentemente para eludir esa dificuitad metodolégica que el abordaje de la obra freudiana lleva consigo. La primera, y quizé la mas frecuente, consiste en renunciar al esudio diracto de los propios textos de Freud, acudiendo, en cambio, 2 comentaristas més 0 menos solventes, Dicho de otra forma, estudiar a Freud por autor interpuesto y no directamente, segin exigen los cinones de un riguroso método exegético de investigacién, En cualquier caso, tales intermediarios pueden presentar el 302 Dificuked de abordaje exepético de la obra feudiana “inconveniente, desde un punto de vista formativo, de que la espe~ cifica leccura que los mismos reelicen corresponde unilateral- mente a una escuela concreta y sesguen excesivamente este pri- mer abordaje de Ia obra freudiana. Tal podrfa ser, por ejemplo, el caso —por referirnos sélo a los més significativos— de un Dieter ‘Wyss, desde el existencialismo; Erich Fromm, desde el culeura~ lismo, o Jacques Lacan, desde el estructuralismo. Si a esto afiadi- mos que ninguno de estos comentaristes salvo quizd el caso de Lacan a cravés de sus Seminarios— pretenden ofreceraos uaa visi6n completa y sistemitica de toda la obra de Freud, tenemos la clara evidencia de que ésce no es el camino propedéuticamente adecuado, En elaci6n con este punta, pensemos que sélo ua sbordaje previo y directo de la obea feeudiana nos habeé de permit después una mis adecuads y pondereds comprensin d= feventuales aportaciones que con posterioridad se hayan. hacer a lee bisieas plantesmientos freudianos. Respecto al ‘ema de Lican, por ejemplo. es frecuente escuchar en ambien tes elacanisnos» y, a veces, on fa misma Universidad, oSmo se pretende en decetminados cursllos . Pero, en el peor de los ‘casos, ese intento fallido de andrquica lectura directa de Freud condiice, a veces, a lo que vamos 8 apuntar como tercera posible alternativa: el abandono total de la empresa, renunciando absolu- tamente a conocer @ Freud. 303 Ls geandes etapes del pensamiento freudiano © fsea es, efectivamente, la posible tercera salida ance este pro © jemitico acceso ala obra de Freud: conformarse con una especie Geaberniz més 0 menos superficial, y eenunciar en absoluico @ un Siremético, aunque minimo conocimiento de Ja obra freudiens. Yaes lamentable en si mismo el hecho de que esta hipétesis, que ‘dames denominar de abandonista (abandono total de la Pnpresa), see la més frecuente en amplios sectores cultos, gene- falmente bien informados en otros importantes temes del pen- * Samienco y de las ciencias contemporineas. Pero lo que quizé sea ‘nds lamentable y sorprendente, a la vez, es el que semejante Jesconocimienco de los aspectos fundamentales de la Metapsico- togia frevdiana se dé también, con harca frecuencia, en determi- inedos sectores del campo profesional de la psicocerapia analitica y del psicoandlisis No puedo por menos, en esce punto, de referir una muy significative anéedoca personal al respecto. Ea uno dé los fre- ‘ventes Congresos de psicorerapis analities «los que soliamos ssiticen calidad de ponences en una primers erape de nuestra acsividad docence ¥" profesional, en el enteeacto de nuestra exposicién se nos acercé un experimencado profesional de la Psicoterapia Analitia para preguncarnos por la localizacién, bibliogcilice de Andlisis terminable e interminable, obea freu- dans que acabdbamos de citar y que, segin se nos dijo, cen su ‘Luego resuleb que queseeo inreslocuror habla manejado habitualmence, hasta enronees, solo la edicién de Biblioteca Nueva deb 48 que constaba de dos tomos: Andliis derminable 2 interminable apareciss6lo posteriormente, en un. tercer volumen de la edicion del 68, como del que, por lo visto, cl referido terapeuta 00 habla eenido conocimiearo alguno, ppese a haber eranscurcido ya por aquel eatonces mis de diez atos desde su publicacién. Sin embargo, el problema principal de los sujetos situsdos en este tercer grupo —pricticos desconocedores de le obra de Freud en su conjunto— no €s, con ser ya mucko, su falea de ua serio conocimiento de la obra de un hombce que fue el gran . Si queremos, pues, evitar el caer en alguno de los escollos formativos —o, mds’ exactamente, deformativos— anterior mente indicados, hemos de acudir 2 un instrumento mezodol6- sgico 0 esquema referencial que nos permica acercarnos 2 la obra freudiana con sistemécica operatividad, Se trataria de instramen- tar un criterio seguro que nos permiciera adentracnos gradual- mente en la obra de Freud en un tiempo razonable de dedicaciga ‘au reposada leccura, pero con la garantia metodol6gice, por occa parte, de que vamos a abarcar realmente lo esencial de su pensamienco, Me estoy refiriendo 2 Ia posible instramentacin de ua esquema referencial 0 cuadro sinéptico en el que apatecieran debidamente articuladas las principales obras freudianss, su sig- nificecién cronolégica y conceptual y el orden de lectura mas adecuado para la comprensin de las mismas. Se trataria, en Uleimo término, de un cuadco o esquema temético que fuera equi- valence, como guién indicativo respecto al pensamiento de Freud, a lo que fue en el anterior tema histérico el esqueme biografico del que enconces nos hubimos de servir como continuo marco de referencia histérico. ‘Ahora bien, si alli esciblecimos, como eje de coordenadas, acontecimientos significativos y fechas claves de los mismos, aqui habremos de articular, por su parte, tentar fundamensales y obras representatives de cada uno de estos temas. Apuatamos, con ello, 2 la necesidad de instrumentar un «cuadro de doble entrada» en el 305 Las grandes ecepas del pensamiento freudiano ye waa de las coordenades venga determinada por los grandes Jimas 0 principales conceptos del pensamiento feeudiano y Ia pura, por las obras en las que estos temas se abordan con sus foreespondientes fechas y f6rmula de articulaciéa. 4.13. Posibles enfoques del cuadro referencial La dificultad de estructurar un cuadro-erquema referencial como el que venimos postulando, si ésce ha de ser Ilevado a cabo con suficiente rigor metodolégico-y cientifico, es evidente. Se ‘gata, en dltimo término, de arbierar un criterio —o una serie de ellos— suficientemente claros y criticamente sélidos, como para ‘que.nos sea dado reducir, con verdedera garantie cientifica, toda -esa plétora de conceptos y obras que consticuyen la produccién cientifica del fundador del psicoanilisis. Nos veriamos confron- ‘dos, por canto, con ello sblo a una serie de conceptos fundamen- tales 0 grandes temas freudianos y 2 un atimero suficientemente abordable de obras de Freud. Es indudable que esta dificultad metodol6gica en la escructu- racién de tal cuadro referencial, quedaria notablemente simplifi- ‘ada, si, en Ia confeccién del mismo, nos conformaramos con tener en cuenta tinicamente los planteamientos y las obras finales de Freud, Si de acuerdo con el esquema biogrdfico que ya conoce- ‘mos, decidiéramos, en efecto, reducirnos, por ejemplo, a su cetape de plenitud» articulada a partir de 1920, muchos serian los temas —pitnsese a titulo ilustrativo en su precozmente superada teorla del traums— y, sobre todo, numerosas serian las obras que 10 ehtrarfan en nuestra consideracién. En este sentido tendria- mos suficiente material para la elaboracién de nuestro esquema- 4guidn con referirnos, emesta hipétesis, a los muy reducidos temas y obras relacionadas con lo que vamos a denominar con Freud ‘como «segunda tépica», respect al concepto de eparato psiquico; ‘como «segunda teoria de los instintos», respecto al tema de la pulsién; o, Finalmente, como «segunda teoria de la angustian, respecto al tema del conflict. Pero en este posible enfoque reductivo, podrlamos ir todavia ‘mis lejos limitdndonos a investigar los temas y formulaciones feeudianas ral y como se nos presentan, por ejemplo, por parte del mismo Freud en su obra testamentaria, el Compendio del Dificlead de eboedaje exegéric de la obra Freudian pricoandlisis, de 1938, Razones cientificas y mesodolbgicamente plausibles no nos falterian, aun para esta mis dréstica reduccién. El solo hecho de haber proyectado Freud ésta su obra péstuma e inacabada con ls explicita pretensia de , como dicen los franceses (ci Loplanche y Pontalis, 1967, 249)— cualquier ‘estadioso del penssmienco Freudiano sabe que se esc bhaciendo puntual referencia 2 las llamadas «segunde teor'a de los instineose y «segunda cOpican respecei- 42.2. Presentacién general del cusdro Une vez establecidos los criterios y circunstancias que habrin de guia:nos en Ia realizacién de nuestro «cuadto referencia», no nos resiz mAs que seleccionar los «temas cencrales» en concrete —coordenada conceptual—, y fijar los «momentos de articula- cién> precisos —coordenada cronolégica—, correspondiences todos ellos a cada una de fas «grandes exapas». A) Temas centrales Respecto a los temas centrales o grandes temas, tres 0s parecieron ceunir las condiciones metodolégicamente exigidas en Ie expesicién de questro anterior aparcado: nos referimos @ los concepios freudianos de aperato psiquico, pulsién y conflicta psiquice. 1. Concepto de aparato psiquico (pspzhircher Apparat. Es éste de aparato psiquico uno de aquellos concep- 315 Las grandes ecapas del pensamiento freudiano tos sobre los que Freud vuelve constantemente a través de toda st obra y al que somete 2 continuas revisiones elabo- tativas. Este es, efectivamente, un tema presente, por no Gitar més que dos obras cronolégicamente extremss, desde la «Psicologia cientifica pera neusdlogos> de 1895 hasta el Compendio del psicoandlisis de 1938. En una primera apcoximacién, por otra paste, podrlamos decir Gue con este concepto 0 constructo metapsicolégico Freud Se refiere a lo que hoy denominariamos como «estructura de Ia personalidad» (cf. Laplanche y Pontalis, 1967, 31). 2. Concepto de palsida (Trieb). El segundo de los conceptos en reunic las antediches condiciones ¢s él de pulsion; y obsérvese que decimos, epulsién» (Trieb), que no «instinto» (Instinks), por las definicivas razones que veremos en su momento. Este concepto de pulsiéa ~-quizs, por otrs parte, el mas espe~ Cificamente treudiano— se encuentra asimistao presence fen toda su ceflexidn metapsicologica desde su primers ‘obra biologizaate, la «Psicologia cientifica para aeurélo- {gos» (1895), hasta su obra péstuma, el Compendio del pricoandlisis (1938). Digamos también, como primers ‘aproximaciéa, que este tema de la pulsibn no es més que al intento de explicacién, por parte de Freud, de las fuen- tes orginicas de toda aquella energia psiquica que el ape- rato psiquico utiliza ea su permanente actividad (cf. Laplanche y Pontalis, 1967, 336). 3. Concepto de conflicto psiquico (peychischer Konfliks). Esre rercer gran tema seleccionado se encuentra inti- smamente relacionado con los dos anteriores y, como ellos, esti presente tanco en una fecha tan temprana como la de la Comunicacién preliminar de 1892 como en Ja tan suma- mente tardia del Compendio del psicoanilisis de 1938. También, en un primer acercamiento y de forma muy breve, podemos deci que este concepto se refiere a la modalidad dialéctice de funcionamiento del psiquismo humano (cf. Laplanche y Pontalis, 1967, 76) 316 i i \ Cricerios metodoldgicos y presentacisn del eusdro ___ Creemos, por todo lo anteriormente expuesto, que sbordando sigtemécicamente estos «tes temas centrales 0 grandes temas de la metapsicologia freudiana, podemos asegurar haber asumido, de forma global, los grandes ejes del pensamiento de Freud y haber estudiado bésicamente la que podrfamos denominac como «tcoria psicoanalitica de la personalidad». Todos los restantes temas 0 conceptos psicoanaliticos, van a verse implicados e interrelacio- nados complementariamente con estos tres temas bésicos que hhabrén de marcar, pues, las auténticas lineas maestras del pen- samiento metapsicol6gico de Freud B)- Momentos de articulacién Pero, adems de la seleccién de estos grandes temas metapsi- coldgicos, debfamos fijac, a partie asimismo de los criterios meco- dolégicamente apuntados, los momentos de articulacién 0 infle- xién de ese mismo pensamiento freudiano, En este sentido eres son también, por rezones cientlficas y didacticas, los grandes momentos en que podemos dividic la referida articuiaciéa. Desde esta triple articulacién cronolégica, e poco que nos adentremos en el esradio de las caracterfsticas de Ia evolucién del pensamiento freudiano —método hist6rico-cricico—, podremos ficilmente observar la presencia de una constante evolucién dialéctica en el funcionamiento de la investigacién y del pensamiento freudianos. Digamos que, de alguna forms, Freud ejemplifica ea su ceflexion investigadora las caeegoriascentfics hegelianes de ‘esis, ancitesis y sincesis (cf. G.W.F. Hegel, 1807). Semejance dialéctica de los opestos, aplicada ai dato concrezo de elabora- ciones y ceelabocaciones tebricasfreudianas, aos lleva a postu lace iaferis ua sistemético movimienco tifisico de wesis, antl resis y slaresis —eracionalizacién de o realy, en rerminalogta hegeliana— en la articulacién del pensamienco de Freud res- pecto 2 cada uno de los ees grandes tomas. En linets generales, pues, y como hipétesis de partida, pode- ‘mos «catar de investigar en la obra de Freud, y respecto 2 cada uno de los tres grandes temas seleccionados, los siguientes tres momentos de articulacién: punto de pattida 0 primer momento de articulaci6n (cesis), etapa intermedia 0 segundo momento de articulacién (antivesis) y momento final 0 tercer momento de articulacién (sintesis). 317 Las grondes etapas del pensamicnto freudiano x1 cesaltado —como los propios lectozes comprobarin— al sa habremos de llegar, después de une devenide investigacién en Fae evgraia freudiana, ser4el de establecer que efeceivamente, bp iGifll sefalar para cada uno de los tres grandes temas #0 fs snados, tres obras 0 esctitos que canto didactica como exe- seereeate ilustren esa trifésice articulacién de su pensamiento me anceriormente nos hemos referido, : = #7 Morma esquematica, pues, ya que la presentacién formal y sexadio panocimico de los diversor momentos de artcalacion = ioe arandes conceptos que ellas ejemplifican va a conscituir el seeevo principal del presence rem, pasemos a ofrecer la cel «OF ceonotogia ce la serie de obras seleccionadas como las ms fepeesentativas para cada uno de los cres grandes temas y en sus Grersos momentos de articulacién. 1. Tema del aparato psiquico Primer momento: — 1895: Proyecto de una psicologta para nenrélogor. Segundo momento: — 1900: La interpretacion de los sueftos. Tercer momento: — 1923: El "Yo" y ef “Ello”. 2. Tema de la pulsiéa Primer momento: = 1905: Trer ensayos para wna teoria sexual. Segundo momento: "1914: Introduccién del narcisismo. Tercer momento: — 1919: Mds allé del principio del placer. 318 Criterios metodoligicos y presentacién del cuadro 3. Tema del conflicto psiquico Primer momento: — 1893: «La comunicacién preliminars. Segundo momento: 914 (1918): Historia de una neurosis infantil (Caso dlinico del — de aparaco psi- quico. En el grafico ilusccativo adjanco, observamos, tembién expresada en primera aproximacién, esta concepcién t6pica de Freud en términos de niveles o sistemas psiquicos de consciente (Ce), preconsciente (Pc) e inconsciente (Inc El tercero y altimo casillero relativo al mismo tema de apa- rato psiquico, corresponde al ercer momento de articulaciéns de : 320 Crieetios metodoldgicas y preseatacin del cusdro este concepto. La fecha de 1923 nos sitia allf en el momento de redaccibn y publicacién de su gran obra metapsicoldgica, El "¥o” yet “Ello”. Con la formulacién de concepcién estructural de apa- rato psiquico o «segunda tSpica» nos referimos al auevo plan- teamiento tépico, en términos de instancias, que Freud lleva a cabo en esta su obra de 1923. En el gréfico ilustrativo adjanto, expresamos intuitivamente esta nueva concepcidn tépicx con un tridngalo subdividido en las tres regiones o espacios estructuca- les, ello, yo y super-yo, de los que Freud aos habla en este tercer ‘momento. Por lo que al «segundo de fos pardmetros» de la coordenada conceptual se refiere —el correspondiente a la teoria de las pulsiones—, el primer casitlero recoge los dacos relativos al pri- mer momento de erticulacién de este nuevo tema o gran tema central. La fecha de 1905 y el titulo de Tres ensayor para nna steoria sexual, inccoducen la formulacién de la primera tearts de Jos «instintor» con la que la literatura frevdiana alude a esca primera concepcién pulsional de Freud en términos de dualismo ‘energético entre sexualidad y pulsiones de autoconservacién. Esce primitivo dualismo pulsional, con su inevitable antagonismo dialéccico, aparece expresado intuitivamente en el grafico que acompafiamos, en forma de binaria conttaposicin energétics. En el segundo casillero de este pardmetro aparece, junto a la fecha de 19/4 y el ticalo de la obra freudiana la Introduccidn det narcisismo, la expresibn forrnularia de modificacién de la pri- ‘mera teorfa. Con tales datos adelantamos, efectivamente, que Freuden esta fecha de 1914, y con la publicacién de esta impor- tante obra metapsicolégica, propone —como sefialamos formu- lariamente— una modificacién o cambio de perspective en su primera concepci6n pulsional, bien que aunca una revisi6n esen- cial de la misma. En el gréfico adjunto vernos reflejada intuiciva- mente esta doble posible direcci6n pulsional: puisiones del yo (narcisismo) 0 pulsiones de objeto (relacion objetal), de la que Freud nos habla en este segundo momento, Como veremos en el tema clinica correspondiente, esta ‘obra contiene, ademas, definitivas aporteciones en relaci6n ala coacepcién psicoanalitica de las psicosis. En el tercer casillero de este parimetro, finalmente, recoge- mos la fecha de 1919 y el titulo de Ms alld del principio del 321 Las grandes erapas del pensamiento freudiano par dos qbe, resumidos en Ia formulacion de segunda torte ter ainstintos>, aos adelantan las claves paca fa comprensin BH Sjercer momento de lateoria freudiana de la pulsibn. En el 1 sen ilutraivo, por otra part, pretendemos expones cfm la Be eee ccion de su ran radical concepcién del «instinco» de vee (shanatos) coformula, basicamente, su primera teorfa de aun la modificacién de 1914—, segin las cuales s6lo drain 10s llamados cinstintos» de vida. A partir de este seemtent, 108 instiatos de muerte se oponen a los de vida drés- cesmente. ‘pasando, finalmence, al ditimo de los tees parimetros concep- FF les. cl relativo al conflicto psiquico, nos enconcramos con un Sine easier corresponciene al primer momento de atcula Pin de este gran cema, En el mismo aparece como fecha-clave "7893, afio en que Ereud publica, junto con Breuer, [2 llamada = TGrmaaicacibn. preliminary. La formulacién de esta primera 5 Soncepmualizacién del conflicto psiquico la expresemos con el Siete de concepeiin ropico-rraumavia, Bl grafico que ilusea la Eo Merida concepcién pretende expresar intuitivamente la diné- Sz del conflicto psiquico —ejemplificados, en aquel momento, or [a eviologia de la histeria— en términos de trauma y ‘recuerdo reprimido, con la consiguiente aparicién del sintoma. El siguiente rectadro cecoge los datos fandamencales del egundo momento de articulacién. La fecha de 1918, que pre~ “yalece aqui por razones didécticas y mnemotécnicas a la de su “telacibn en 1914, introduce la Historia de wna neurosis infantil (Gi hombre de los lobos») como obra significativa de esce momento evolutivo. En el correspondiente gréfico observamos chmo la concepeién dindmico-econémica, formalacién resumen de este momento, se expresa en forma de pulsién o fantasia tolerable y defensa concra la misma, Elultimo recuadro, por fia, de este texcee pasimetro siatetiza los datos-clave del tercer momento de la concepcién freudiana del coaflcto psiquico. Ea este sentido, la fecha de 1926, Inbibicién, sintoma } angustia y concepcién estructural, s6a los tres datos fundamencales de esta éleima articulacién freudiana de su teorla “Gel confliceo. Con otras palabras podriamos decir que la «segunda. concepcién tépica» de Freud se une aqui con su «segunda ceoria de a angustia», paca darnos la més avanzade concepcién de este iltimo tema central de conflicto psiquico. Ea el grafico corres- aves 322 Criterios metodoligicos y presenraciéa del cuadco pondiente se quiere ejemplificar intuitivamente cémo esta angustia y su correspondiente defensa, base de todo contflicto psiquico, reviste un triple origen segti la instancia de la persona- lidad —ello, yo 0 super-yo— de la que dinimicamenre proceda. Como sintesis de todo lo anteriormente expuesto, podlemos concluit toda esta segunda parce del cema, ofreciendo al estudioso del pensaimiento freudiano un verdadero cusdro maemotécnico gue, con fines puramente didécticos, podria quedar conformado como sigue: 1895 | 1905 | 1893 i i900 | i914 | 1918 1923 | 1920 | 1926 ‘Aunque ao somos praclives a recaxgat ingecesariamence al estudioso con fechas puramente erudicss, si debemos ceco- ‘mendar la mas estricra memorizacién de la cronologia expre- sada en el antesior cuadeo mremocécnico. Nuestra experiencia docence de bastentes afios nos coafizma que ia memorizaci6n de tales fechas es indispensable para poder maverse con segu- ridad en la exégesis dela obra feendiena, Nueve fechas, pues, que mnemorécnicamente deben recotdaracs las queve obras ‘mecapsnoligeas més importants de tod le Iteraac few Por ello, segiin nuestra opinién, si Hegamos « dominac estas nueve obras y la articulacién del pensamiento de Freud {que las mismas ejemplifican, podcemos coasiderarnos concce- dores de ls verdadera plataforma conceptual de su penss- miento y aun de codo'el psicoaailisis, Este gran objecivo de facilitar al esrudioso de Freud y del verdadero psiconnslisis freudiano semejance tacea, es auestra principal prerensiba en lo que retta de exte tema, asf como Io habré de ser més definiivamence en el segundo volumen del presente Ciclo sobre el peasamienco frevdiano. 323 Las grandes etapas del pensamiento freudiano NATURALEZA EPISTEMICA DE LOS GRANDES 7 ‘TEMAS METAPSICOLOGICOS segin habré ya podido observar el lector, los tres grandes -gpaepras metapsicol6gicos inventariados en las dos partes pre- 7 Oieanes, gican en torno a la concepcién freudiana de! psiquismo stein o, dicho de occa forma, apuncan a ane verdadera eteoria, jeoenal{tica de la personalidad». De este modo, la triple catego- ona del psiquismo humeno en términos de aparato psiguico, ibn conflctaprloaico equivale a proponer ua estdio sis- Predtico de la personalidad, visto desde la triple perspectiva de Gp aractara —concepto de aparato psiquico—, de su energia e oncepto de pulsiéa— y de la dindmica de su fancionamiento “Toncepcion del conflicto psiquico—. Desde esta perspectiva, Zgamos en condiciones de comprender la absoluta coherencia S foe estas tres grandes temas guacdan entre si y, por la misma F Sata, con el verdadero objeto investigador de la metapsicologia E> feodiana. De tal forma esto es asf que ya pademos considerarnos encondiciones de afiriuar que estus eres grandes eyucepevs eons fiuyen el verdadero miicleo de toda la Metapsicologia freudiana. Doble es, pues, el definitivo interés que supone el estudio en = profundided de esta auréntica plataforma conceptual de todo el /pensamiento psicoanalitico de Freud que resulta ser su Metapsi ‘plogta. Por una parte, ningun otco concepto psicoanalitico —: teiico, i clinico, ni eécnico— va a cesulcer comprensible sin una ‘sdecuada profundizacién en estos tres temas metapsicoldgicos ctatrales; por otra, ellos, por si mismos, representan una visién, - aniculada y coherence de toda la teoria psicoanalicica del funda- F doc del psicoanslisis. En este sentido, es el mismo Freud quien, la segunda vez que ual el eérmino de merapsicologia en una carta a Fliess de 1898, viene a identificer su teoria psicolégica con este concepto de metapsicologia: <(A propésico, queria preguncacte seriamente si crees que puedo adoptar el nombre de ‘merapsicologia” pata ati psico- fogia que penetca tas la conciencia)» (OC. Il, 3598).. Peto, por otra parte, la adecuada asimilacién de la verdadeca suturaleza de estos tres temas ofcece un gran interés metodol6- 324 Naturalcza episcémice de los grandes temas merapsicoldgicos gico, en tanto esta triple perspectiva se encuentra en la base aisma de toda eaténcica mecodologta de investigacién psicoanalf- sica, Cuando se trata, en efecto, de estudiar o investigar psicoana- iticamente cualquier fenémeno de la vida psiquica, nuestro tca- bajo investigador debe tener —si éste quiere ser exhaustivo y riguroso— un tiple punto de viste metapsicolégico: el tépico, el econdmico y el dinémico. Seguimos, por nuestea parte, el orden légico de enumeracién de nuestro cuadro de «Las grandes etapas del pensamiento freudiano», bien que debamos advertir que Freud no sigue siempre este mismo orden. <.denominaremos setspuicaligica —dice Freud en su abajo meapsicolégico sobre «Lo inconscienten— a aquella exposiciéa en la que consigamos describ un proceso petquico conforme a sus aspectos dindmicas, tbpicos y econdmicor» (OC I, 2070). De ahi que hablar de mesapsicologia freudiana a0 €s sélo referirse a una estructura eripartita de la tcoria froudiana, sino apuntac a un aspecto fundamental del método psicoanalicico de investigacién, El abordaje psicodindmico, pues, de cualquier fendmeno psiquico —normal o pacolégico— deberé dar cumplida cuenta siempre de estas tres perspectivas 0 puntos de vista del mécodo metepsicolégico de investigacién: el tépico, el econd- mico y el dindrnico. Disponemos de un ejemplo suficientemente caro de lo que «estamos exponiendo, en un posible estudio psicodinémica del sentiniontode calpa en Frevd; tema que, por orca parte, fe- ‘cuencemente escogen nuesttas ahumans de la Facultad de Psi- colpgis de Salamanca para la elaboraciéa de sus tesinas de sgracuaciSn universicatia. A ellos les aenosejamos el siguiente esquema cifisico de investigecién: en primer fugar —siempre com los textos de Freud en la mano— deben dat cxeata de la fenomenologia consciente e inconsciente de este tipo de ten~ timientos, ¢ deci, debeo enalizar el punto de visa t6pico. A continuacién, cord en un segundo paso del esquema, debea cestablecer la economia de tales senrimiencos, sto es, ls proce denciz energérico-pulsional —especiaimente egeesividad re- primida— que nutre 0 se gosta en cales procesos, es deci, el unto de visea econémico. Finalmente, deberin iavestigar el tipo: de instancias psiquices —la super-yoica y la elloica, principalmence—- que entraa en conflicto dialéetico en seme 325 Las grandes ecpas del peasamiencofrewlisno ine carci profuaiiane de ee oto e0 el punto de ‘ut. Dimension empirica de tales consiractos merapsicoldgicos Pe yablar, sin embargo, de los grandes temas metapsicoldgicos 0 sos fundementzles del psicoanilisi, pare unos —dogmé Fi Shs ingenwos— serd igual a refericse = realidades empiricas | dmence teanspolabes, mientras que para otros —-ciscos ‘civistas— sera equivalente a simples modelos meraféricos dé Wijecer didéctico’o a pures imégenes jluserativas. Teniendo en Genta ambas posiciones, pensamos que es el momento eependiencemence del abordaje més general que hhabremos ‘chacer en el tema especificamente episternolgico que habré de seguir— de proponer unas pists de reflexién sobre este espinoso scar de la peoblematicidad cientifico-positiva de los grandes mecructos de la metapsicologia freudiana. eet geapuesta a los que hemos calificado de wdogmticos ings: uose habremos de reafirmar que, indudablemente, concepros tino el de aparato psiguico, por ejemplo, ao son direcramence Gjeurables en la realidad como entidades L, Pinillos, 1962, pags. 127 y 33). Respecto al valor didéctico de tales constructos, poco tene- mos que afiadir a lo tan obviamente observado. Nadie niega, en efecco, que tales modelos tebricos —independientemente del ralor cientifico que cada uno les quiera ororger— presentan, por su misma claridad ineuitiva, aquella gran funcionalidad didactica y comprensiva de la que el propio Freud era, por lo demas, plena- mente consciente: «Estas comparaciones —dice Freud en ef mismo pirrafo primeramente citado de La intorpretacién de lor suelos— 00 tienen otro objeto que el de euxilianos en una rentaciva de egar a le comprensién de la complicads funcién psiquica ‘otal dividigndola y adscribiendo cada ana de sus fanciones aisladas a ung de los elementos del eperato.» (OC. I, 672). 43.2. Diversidad de modelos analégico-explicativas segiin los diferentes temas El hecho de que en 1898 Freud comentara a Fliess —como 328 Natuealezs epistémica de los gears temas metapsicolégicos “yeremos més detenidamente en el siguiente tema de episte- mologia— que estaba decidido a «seguir trabajacdo como si tini- camente estuviera confrontado con lo psicolégico» (OC. I, 3610), no supuso, en modo alguno, el abandono por sa parte del ‘modelo fisicalirta con el que habia trabsjado en su Proyecto de psicologia pars nourélogos (1895). ¥ es0, fundamentalmente, porque —segiia veremos también en el tema de epistemologia— Freud nunca renuncié a siraar el psicoandlisis dentro del con- cierto especifica de las ciencies naturales (Natwrwissenscbaften), Es absolutemente evidente, en este puato, la extreordinaria influencia que sobre el fundador del psicoanilisis ejercieron las cortientes cientificistas de la época (cf. P-L, Assoun, 1981). Todavia on so Aatobiogrsfis de 19%4, Freud nos recuerda sv aficiSn y su fueste deuda para con Fechner en forma vesda- ddecamentzinequivocs: «Siempre me han etruido, sin embargo, las ideas de G. Th. Fechner, pensador al que debo inceresenti= simas sugestiones.» (O.C. il, 2790) La pregunta que en este momento podrfamos hacernos es la de cuiles fueron, en concreto, los diversos modelos fisicalistas que Freud utiliz6, especificamente, para cada uno de los tres grandes temas 0 constructos metapsicolégicos —xaparato psiquico», apulsiay y (OCH 4S, OW. Xl, 375 Laconstatacién de que la verdaders placaforma conceptual de Fe peeud respecto al concepto de aparato psiquico, ¢s més la fisiols- sea que la mecénica, viene abonado también por el hecho de que, fea sus querencias mecaniciscas como después veremos, Freud Prgmo entiende el funcionamiento de este aparato en términos Maptativo-teleoldgicos, es decis, fisiologices (cf. K. Pribam y °M. Gil, 1976) e, inclusive, cibernécicos (cf. E. Peverfreund y J Schwarez, 1976). sareamos, en efecrm —sigue diciendo Freud en ta rmismaa Leceidn—, el problews de avesiguar si a labor de nese {to aparaco psiquico tiende a la consceuci6n de un propésito findamental cuslquiesa, problema al que respondemes, en principio, afirmativamente (gerizhiet. it), aftadiendo que, fegin todas lae apariencias, questea actividad psiquica tiene por objeco procursrnos placer y evitaraos displacer, ballinose ‘doromiécicamente regida por el principio del placer» (O.C. I, 2344, GW. XI, 369). Pero no s6lo es en el modelo mis genérico de aparato psi- quico en el que nos es dado observar la placaforma fisiologicista de que venimos hablando, sino aun en los mismos modelos espe- clficos que Freud va a ie ucilizando en cada una de las tres descrip- cones © momentos de articulacién de su concepto de aparato pslquico. En lo que a su primera descripcién estriccamente neurolégica de aparato psiquico se refiere, es obvio su total afincamiento en la neuro-fisiologia de le época. Bn este sentido, Freud se instala en aquel momento directamente, y sin recurso alguno a la analogie, a plena concepcién fisiologicista cuando aficma: «Pestieada de esta concepcién, se pudo estsblecer un pri y 0 ensio> {Tasik scoro nadsiaderonnce apacee on cetueion Se Sioeca Noes Quizé para recalcar atin més Is naturaleza bésicamente ener: gerista del modelo analégico de este gran tema de Ia pulsién, convenge destacar el verdadero sentido erimolégico del término 333 Las grandes eeapes del pensamiento freudiano F emia Trieb. El verbo alemén treiben, del que este sustantivo ieede, significa lixecalmente ompujar. El sustantivo Trieb, por Piro, que eraducimos por pulridn, cecubre el concepto de esa sion pslquica —«representacién psiquica», dice Fréud— tered por el empuje o «crecida» de especifcas energias sométi eegeneradas en auestro organismo. La fuente éltime, pues, de i Penergias y de su consiguiente representacion psiquica se fills en el interior de nuestro propio orgenismo biolégico finnersomatischen Reizquelle). De este modo, representacién quien y fuente incrasomética constituyen fos dos polos, psi- Rie y somético, eotre los que transcurce en Freud el concepto Tergetico de pulsién. Este punto de arranque fico y su panto de legate psfquico —marco energetista de la psicofisice fechne- rama—, hard apostillar al fundador del psicoandlisis su anterior _[pfiaicidn con aquella frase formularia de que el «instinto (Trieb) fs, pies, uno de los conceptos limites (einer der Begriffe der = Ahgrenaug) entre lo psiquico y lo fisico.» (ibidem) fn tiktimo término, por tanto, el concepto freudiano de pul- fen oo es més que ua Constructo teérico que postule la existencia de uns energia meneal de naturaleza psicofisica, explicative, por fu parte, de ese gasto energético que lieva consigo toda activided ‘psicoldgica. Quizé la expresién que mejor defina, en este sentido, is verdadera nacuraleza del concepto analégico de pulsin, sea la deuna exigencia de trabajo para la vida pstguica, esto es, la de una energia psiquica que al.descargarse produce inevitablemente, dems de placer, un determinado tipo de trabajo. La hipSeesis més sencilla y prima —dice Freud en la sista de Ls es esaos sabe aun de be instints (Triebe) sera I de que ao poscen por ai cuslidad alguna, debiendo considerarse tan sdlo como cancidedes de exigencia de abajo (Arbeitranfordarang) para la vida pst quien» (OC ML, 1191; G.W. V, 67), Producciones éstas, por otra parte, bien sean normales 0 pato- lagicas, que son, desde ef punto de vista empicico, el verdadero emergente directamente observable de aquellos procesos energé- ticos de orden psicofisico que con el concepto de pulsién se pos- ‘ula. El problems epistemolégico, por ello, del que Freud es ple- namente consciente, radica en’ ia dificultad, por no deci imposibilidad, de medir directamente semejantes procesos pul- 334 Natucaleze epistémica de los grandes temas metepsiclégicos _sionales o energéticos. Problema que sigue presente en nuestro Zétual estado ciencifico —hablaremnos en su momento del con- cepto de epistemologle genética dé Piaget— que no he desca- ierto ain instrumentos adecuados para su objetivable medicién, ‘aunque se siga intencando avanzat en este sentido (cf. P. Kline, 1972). En todo caso Freud, aun siendo conscience de la dificultad del problema, abrigé siempre la esperanza —y nosocros con él en Ia actualidad— de que tales instrumentos de mensuracién puedan ponerse a punto en un fururo no muy lejano. «Siguiendo fa costumbre impuesta por otras ccncias nacu- rales —dise Freud en su ode= péstuma el Compendio det prleoandliis—, acepearnos que en Ia vida psiquica actia una tespecie de energis, pero carecemos de todos los asidecos nece- sarios ptsa abordar su conocimiento mediante analvg(ss con teas forrras energécicas.» (OC. Il, 3399) Freud consideré siempre, en todo caso, que esta dificultad de medicién de lc energie psiquica postulada por el concepro de palsiéa, no ez necesariamente insalvable en uo futuro, rect rriendo —como algunas ciencias naturales lo haces— a procedi- ‘mientos indirectos de mediciSn. Por eso, cuando en Psicologia de las masas y andlisis del yo de 1921, Freud eborda el tema del concepto de libido, deja én suspense tal posibilidad al referirse 2 la mognitud erergérica que tal concepto supone. En este sentido, afiade, aludiendo a este tipo de energie, un suficientemente expresivo m0 ¢s ‘nds que la manifestacién en la vertiente psiquica de la inercia en la vida orginics, esco es, la tendencia de todo lo orginico a volver a [a ausencia de ceasiones de lo inanimado, es plenamente cons- ciente de que se esté escapando hacia la especulacién biolégico- floséice, sunqne haya partido directamente de la experiencia linica. “Mis para proseguic esea ides no hay mis remedio que cambiar varias Yeces sucevivas lo efectivo con fo simplemence speculadoy alejarse de este modo de la obsecvacion. Sabemos {gue el cesotado final se hace ranco ms insegueo cuanto mayor Joa la frecuencia cbn que se lleveecabo esta operscién dureate In consteuccion de una teaels, pero noes posible fijer el gradoa aque lega tal insegoridad.» (OC. ill, 2359) Pero la especifica dificultad del establecimicnto y, con mayor azn, de la medida de estas fuerzas «thaniticas» no impide —como decamos actes— afirmar que se trata de uno de los «instintos» mas tacilmente detectables en la expericucia clinics. Testigo de cello son las actitudes, vivencias y comportamientos autodestruc- fivos del cuadco melancélico o las caracteristicas compulsivas de tua cuadso de neurosis traumitica u obsesive. Ea relacién, preci- samente, con este tltimo tipa de neurosis, Freud nos dice en ‘Mis alld del principio del placeex: ceAguellas manifestaciones de una obsesién de repecicin {que hemos hallado en las tempranas sctvidades de la vida Tnimica iafencil y en los incidences de la cura psicoanalitice rmuestran en alo grado un cerirerinstintivo,y cuando se halla {2a oposicién al principio del placer, un cardexer demonisco.» (OC MH, 2524) ©) Tercer gran tema: Descripcién en clave mecanicista del ‘concepto de conflicto psiquico Si el concepto de aparato psiquico era vertido por Freud, fundamentalmence, ea un modelo fisicalista de carscter jisiol6- ‘ico y el de palsién en ua modelo de corte energetist, el cons- tructo de conflicto psiquico, que ahora contemplamos, desde un panto de vista episcémico es traddeido en términos de naruraleza 337 Les grandes etapas del pensamienco freucian = gcaniciste. Consiguientemente, con este concepto Freud trataré mee cacnos, arabién analdgicamente, no ya la estrocrara de ls de OF lidad ~—aparato psiquico— ni la economia energética de | peeerridad —tema de la pulsi6n—, sino la modalidad funcionsl SEipsiquismo humano. En este sentido, lo que Freud postula en el Fis dindmicos de conflict pstquico es que todo ser huma0o, érmvga su actividad aormal como en Ja patolégice, funciona saat gado por la necesidad de resolver los conflictos esenciales y panes de sa personalidad. «En todo individvo —dice Freud en las Lesciones introduc orias al pricoandlisir— se originan conflicts psiquicas (.) Nosotros no derivamos el desdoblamiento psiquico de una insuficiencia innata del aperato animico para la sintesis, sino {que lo explicamos dinfovicamente por ef contliero de fuerzas pslquicas encontradas y reconocemos en él el resultado de soa fucha activa entre ambas agrupaciones psiguicas.» (O.C. Il, 1544). Como se despreade de la cita anteriormente expuesta, el con- fiero psiquico es concebido por Freud en términos escrictamente mecanicistas de aparato mecénico e, inclusive, de simple sgalanca de primer grado». Con otras palabras, podefamos decir qe dicho concepto metapsicolégico esté encuadrado en el modelo mecinico de fuerza-reristencia, y que el antagonismo entre la diferente magnicud de estas dos tendencias —pulsiones, en iltimo término— detidicé el tipo de funcionamniento del apa- ‘to animico y el producto —normal 0 patoldgico— de tal fanciortamiento. » (O.C UL, 2774, G.W. XIV, 59). Alhilo de estas aficmaciones, y pese a la confesién por parte 338 Nacuralezs episcémica de los grandes temas merapsicoligicos -~de Fread de un cierto finalismo, al que ya nos referiamos al tratar del carécter anlégico del concepro de conflicta psiquico (cf. O.C. UL, 2344), éste se mantuvo siempre fiel a su bésica querencia mecanicista y, por tanto, determinista: «En el fondo —dice Freud en 192] en Pricoandlisis y telepatia, los analistas son incorre- gibles mecanicistas y materialistas» (O.C. IIf, 2649). I detcminizno mectnicta de la metapsiclogl feo diana es uno de los eande era de suo ents epee lista del pensemiento de Fee. Tem gut, for ote pare abordaeas desde fects perpertines lenses de reset obra, ant en elcid sobre Freud rome sobee ‘Terns altraless— como en lc general de sores poe Coanalcis: expetalimenre cn los oiitaenes corresponds SU Binangey H, Hacounn Be momen pots fecavir alos neresadon en este sepecto de nrneeiponoiona freudana ale magoa ob ce >, Ricorsssobce Frau ( Ricoeur, 1367 y estes propia invergaibn doctoral sob el tema dela cuir en Pretty, donde tambisnsboraios on cierta profundidad esta dscutible cuestida (P. F-Vilamaczo. 1982b, vol I, 192195 y 378379). Pero, como ya sucedia con los dos grandes conceprtos anterio- res —aparato psiquico y pulsién—, no es sélo el concepto gené- rico de conflicto ps{quico el que fue vertido por Freud sobre su modelo mecanicista, sino también sus sucesivas concepeiones del tema en la evolucién posterior de su pensamiento. La misma evidencia del hecho nos exime de una mds detenida argumenta- cin, Efectivamente, tanto su primers concepcién de conilicto de cardcter tépico-traumdtico como la segunda dindmico-eco- némica y la tercera defensivo-estructural, no van a ser més que diversas versiones de este paradigma mecanicista sobre el que Freud bisicamente se sitta, Si partimos, en efecto, del modelo de «palance de primer grado», del que hemos hablado —y en el que el propio Freud se osiciona con su algoritmo fuerza-resistencia—, podsiamos for- mular la siguiente traduccién puramente mecanicista de las tres, momentos de articulacién de su pensamiento: recuerdo tran- mésico-amnesis, para el primero; pulsién intolerable-represion para el segundo; y angustia - defensa contea la misma, para el tercero. Antagonismo, en todo caso, entre dos fuerzas de dife- rente magainid y de cuya mecinica contraposicién va 2 resultar 339 Tas gtandes etapas del pensamienco freudiano gna ercera fuerza vectorial que habré de determinas autométi- ust eat a salida, normal o patolégica, de codo conflicro fhumano, 1p) Resumen sobre la nacuraleza epistémica de los grandes ‘conceptos mecapsicol6gicos Como resumen de toda esta tercera parte sobre [a naturaleza invémica de lor grandes conceptos metapsicoldgicos, haremos @ _ Pelewacién un somero anélisis del carécter verdaderamente onnero que, desde el panto de vista heusistico y metodol6gico, ha Meexentado el manejo de los referidos modelos snalésico. ‘Eplicaivos por parte de Freud. En este sentido, creemos que 65:2 eaP eptualizaci6n freudiana ha revestido una imporcancia fun caivental —aunque no siempre se haya reconocido asi pare Gateriminados progcamas de Ia actual filosofia de le ciencia. Nos “Serimos, principalmence, 2 13s actuales corrientes sistémicas ie paren de la cteotia de fs sstemase de Bertalanty (t Bente fei, 1968), y@ las mis modernas y prometedoras corrientes del Paraligma ‘cibernécico» aplicado 2 le psicologia, puestas de ‘Fieve, entee otros, por el investigador americano Norbert Wienner (cf. N. Wienner, 1948). Por lo que al cacdcter anticipatorio de los modelos freudianos sobee la actual teoria de los sistemas se vefiece, parece indudable She si todos los modelos fisicaliseas con los que Feeud pretends Siplicer Ia estructura, economia y fancionamiento del psiquismo Hesnano tienen algén valor cientifico, es, precisamente, gracias @ te pionera explicacin sistémics que Ia conceprualizacion frex- Gians lleva consigo. Nos referimos al incento de explicacién, por parte de Freud, de la anclogia intriaseca existente entre dos Bidenes de eiscemas de tan diferente natureleza, pero de can homblogas interrelaciones, cual lo son la vertiente fisics y la psicologica. Recordemos, a este seipecto, que un sutor de orienracién, psicosnaliiea, peto tan poco procive a una acepeaciOn de lt v rtpicolgia reudiana exo lo es E- Fromm, valora encomistcs- nente, sin embargo, esta sagecente aportacion. mecodol6gics ela tnecapsizologia Freudiana: «Otro de los aspecios impor: tances de Freud —dice E. Fromm en Grandezas -limiteciones (dol ponzamiento de Pread— esque ve su objeto en rérminos de 340 Natacaleta epistémica de los grandes cemas metapsicolgicos tn sisterra 0 esteuctueay, es, ofrece uno de fos ejemplos més rempranos de la teoria de los sistemas». Y afiade inmediace fence, en plens coincidencia con el punto de visa que vedi ‘os exponiendo, que «su punto de vista es que no hay ua s6lo tlemento de ued personalidad que se pueds compcender sin ‘entender al eodo, 7 que no hay un solo elemedato que se pueda Cambiac sin que ocutran cambios, por mas minimos que se4n, tn los demés elementos del sistemas (E. Fromm. 1979, 29) __ Latta cortiente en la que, como velamos antes, la conceprise lizacién freudiana es también sorprendentemente anticipatoria, alude a le aplicacién interdisciplinar del paradigna cbernécico al ‘campo dela pricologia. Es éste, quiza, ua aspecto menos conocido que el precedente, pero es clao que ys en el mismo Proyecto de tina pricologls para newrélogos de 1985, Freud apunts sugerentes indicaciones a respecto. Freud se apoya pars ese obra, als que podslamos calificar como pre-analicica, en aquellas corrientes de la fisiologia de la época —Mayer, Helmholtz y Briicke— que, y# ppor entonces, comenzaban a distanciarse del puro energetismo Fisicalizante icf. P. L. Assoun, 1981, 158-164). De este modo, Freud contempla, ya en su modelo neurofisioldgico de funciona miento de eparato psiquico de aquelia primitiva época, fendme- hos que hoy denorinariamos como movimientos de «feedback» de ecetroalimentaciéa> (cf. D. J. McFarland, 1970). ‘Podemos, a este respecto, recordar un texto del famoso «Pro- yecton en'el que Freud intente precisar las diferentes funciones el polo perceptivo (P) y ef motor (M), en los sérminos que siguen «Si por un lado tenemos el 70 y pot el oro W (pescepcion es) —es deci, catenins en venidas de (del mando exceree-—, ntoness tendremos que encontrar un mecanismo que induzce “i yo a seguir las peroepciones ¥ 2 influir sobre elas (.). Las noticias dela descarga refeja surgen gracias «gp odo movi- Imienco, en viewed de sus consecuenciss accesorias, da lugae 2 ‘nuevas excicaciones sensitivas —de piel y misculos—. que Droducen en una ineagen motris (0 quimesttice)» (O.C. 1, 256 y 230. La simple lectura, pues, de estos textos freudianos preanali- ticos —sin recesidad de acudir a su més propiemente psicoanali- tica «teorla de la pulsién» y a su consiguiente tematizacién de la clacidn de objeto»— nos lleva a la comprensi6n de la impor- 341 ‘Las grandes erapes del pensamiento fceudiano © aca que en la metapsicologiefreudiana reviste ese movimiento eet eedbacke 0 de retroalimencaci6n. Movimientos cibernéticos, ura parte, tan puestos de relieve por la moderna neurofisio- Belay de canto alcance, probeblemence, en ls futaca fundamenca- Br epistémica del propio psicoanlisis (cf. D. Rapaport, 1960). Ea une relativamente reciente investigaciéa sobre el con- renido y el aleance paradigmécico del «Proyecto» de Frew evada #eabo por los grandes neuropsiquiateas noreeame: fee K. Peibam'y M. Gi, ce resalea la importencia heuristic y retodologica de este femmprano ¢ inscabado escrito freudiano. Respeco a las inrwiciones del modelo cibecaético, que en alguna de estos texvos Freudianos se encuentran, ambos 200° fee sefialan que «los procesos refleios de rerroalimencacion Sbundan en el sisters nervioso» y que «Freud no dejé de pereibie este hecho cuando conscruyé si modelo» mecapsicol (Poo. Inmediatamence afladen —pace mayor concreciée— que Eel roodelo merapsicolégico, descrito por primera vez en el Prageeto, ests totalmente entrelazado por tales circuicos» (K. Prbarn y M. Gil, 1976, 110). PRESENTACION PANORAMICA DE LOS GRANDES ‘MOMENTOS DE ARTICULACION Después de la derenida apoyatura metodoldgica y epistémica precedente, pasaremos a exponer, panorimicameate, los diversos : jnomentos de articulaci6n del pensamienco de Fread cespecto 2 ada uno de sus grandes temas metapsicolégicos. «Grandes. temas» que, Ségia hemos visto, giran en torno @ las tres perspec- tivas de abordaje sistemético de cualquier fendmeno psiquico, objeto de posible investigacién: concepto de aparato psiquico 0 punto de vista tépico, concepto de pulsién o panto de vista econdmico y concepto de conflicto o panto de viste dindmico. Dando un paso més, 2 partic de los criterios que nos han guindo ~ en la instrumentacidn de nuestco cuadro referencial, tiple nos parece sec el objetivo —propedéutico, conceptual y metodo- ligico— que de esta presentacién panorimica de los grandes temas podré obtenerse. Propedéuticos, porque sélo a partir de esta visién penori- ica de fa evolucién del pensamiento metapsicolégico Freudian 342 Presentacién penorémica de los grandes momentos de aticelacién ‘que vamos a desarrollar, escaremos en condiciones de profundi- Zar, en el volumen siguiente, sobre la verdadera naturaleza de estos grandes temas de Iz metapsicologia freudiana. Conceptua- les, en tanto esta simple visiéa pacoramica nos proporcionaré, por si misma, una sélida primera visién de los ejes fundamenta- ies de codo el psicoanilisis freudiano. Y metodol6gicos, ya que al recorrer, siquiera sea someramente, estos temas, veremos en aceién las tres perspectivas del método psicoanalitico de inv igacin que na.consiste en otca cosa que en exponer, sistemécica- ‘mente, la triple dimensién —r6pica, econdraica y dindmica— de todo fenémeno psiquico. 44.1. Primer gran tema: Aparato ptiguico (punto de vista répico) Con las distintas elaboraciones del concepto de aparato psi- quico —o diferentes «momentos de articulaciéa> de su pen- Samienco-— Freud pretende explicar, de una forma iatuitiva, las estructuras mentales sobre las que se poyan los complejos pro- e508 psicodindmicos del psiquismo humano. En este sentido, tant los complicedos —y haste él, inexplicables— fendmencs psiquicos de la vida normal (actos fallidos, suefos, actividad arcis- tea, etc.), como los més sorprendentes fendmenos de le. clinica psicopatolégica (delicios, obsesiones, fobias, ec.) requieren le Conceprualizacién de un aparato prigaico que, empirice y operati- vamiente, sustente tales fendmenos y su posible modificacién. Para ello Ereud acude, en cada momento, y segiia el estado de su investigacién, a la utilizaci6n de comparaciones 0 modelos ‘analégicos. A partir de ellos, elabora ua sistema de verdaderas hipétesis de trabajo explicativas que le habrin.de.conducir pro~ gresivamente a concepciones més satisfactorias y compleras. En teste sentido, como los lectores recordarén, puesto que se trata de un cexto ya anteriormente citado, Freud mantiene en La interpre- iactin de los suetios que: «Escas comparaciones no eenen oxro objeto que el de aux- tiacnos en una tencativa de Ueger ata comprensin dela com plicada fancia psiquica ora. (O.C. 1, 672. A cello podrfamos afiadir que, dado el funcionamiento anali- tico de nuestra comprensién intelectual, los diversos modelos de 343 Las grandes etapas del pensamicato fresdiana ato psiquico que Freud nos propone, tienen todos un deno- 2paepe comin: ladivisiSn en partes de nuestra escruccara men- si eso, va 2 Sez el propio Freud quien apostille el pérrafo & spormente citado, aiadiendo que la referida funcién psiquice perk ser descria, dividiéndols y adscribiendo cada una de sus foaciones aisladas a uno de los elementos del aparato. (Ibidem). Pasemos a continuacién a le sumaria descripciba de cada uno “elbs datos fundamencales que debemos cener en cuenta pars vals justa comprensién de estos fres momentor de su concep- Ya de aparato psiquico. |A) Primer momento: Concepciéa neurologica En relacién con este primer momento analizaremos tres nios fundarnentales que, como ya habfamos anunciado, giran en Porno a un affo, una obra y una formulacién. 1. Afio: 1895 Recordemos ahora —didécticamente seleccionados— dos de los acontecimientos o circunstancias histéricas de esta época que mis pudieron haber influido en las caracteristicas de la concep didn de aparato psiquico que Freud nos ofrece en este momento: Nos teferiremos, por una parte, 2 que éste es el momento de la ruptara con Brewer y, por otra, a que es tarnbién el momento de > mbxima intensidad on su relacién con Fliess. © “Es, precisamente, en torno a esta fecha de 1895 —con motivo | dela redaccién y publicacidn de los Estudios sobre la histeria (cE. E Jones, 1953, 264-265)— cuando las relaciones entre Freud y Breuer se van deteriorando seriamente hasta su prictica desa- paricigo. Es importance retener esta fecha porque, de alguna forma, la obra en que esta selacién culmina y se rompe, si bien marca, por una parte, el inicio de las concepciones prdpiamente psicoligicas y psicoanalfticas de Freud, por otra sefiala el momento en que, peradéjicamente, éstas van a quedar momenci- eamence olvidadas, 344 Presenraci6n panorimica de los araades momenros de articulaciio «<._. va a ser, justamente, el segundo acontecimiento al que nos hemos referido, el de la maxima intensidad de su relacida con Fliess, el que va ¢ explicar los pruritos biologizantes de Freud en esa segunda micad de 1895 y Is afanosa redaccién del «Proyecto», en el que Freud va a intentar su primera conceptualizacién de aparato psiquico en rérminos escrictamente neurolégicos. Es curios, 2 este cespecto, observer la enteelazada crono- logta enece ambos acontecimiencos 7 las dos obras a que daa lugar. Efectivamence, segia la cronologia establecida por J, Strachey en la Standard Edition (cl. SE. 1, 283-286, y I, -XVE, AE 1, 325-328, y ll, 5-10), la terminaciin de los Extadios sobre la histeria viene lugar en mayo del 95, y ¢3 justamente en septiembce de ese mismo aflo, ala vuelta preci Esmente de un viaje con Fliess, cuando Freud escribe de una sola ver la pscte fundamental del «Proyecto». Esta coinciden- cia de aquel, en clea medida, salto cegsesivo de Freud de fa pricologia de los «Bseodios» a la nenrologia del «Proyecto» se ‘comenta por af misma. No parece, pot atta parte, que el significado de esta crano~ Jégica secuencia de acontecimientos escape del to el propio bibgeafo freadiano, cuundo éce apostlla su comentario sobre la definitiva separacién entre Freud y Breuer al aio siguience cn los siguientes téeminos: «B! cambio mis bruseo de los sen timnientos de Fread en este sentido se produjo en la primavere de 1896, fecha que coincide con la initincién det periodo mis apasionado de sus selaciones con Fliess.» (E Jones, 1953, 267). 2. Obra: «Proyecto de une psicologia pera _neurélogos» (Eniwurf einer Psychologie, 1895) (O.C. 1, 209-76; Aus den Anfingen der Psychoanalyse, 299-446) Vamos ¢ limitarnos aqui, dejando para el siguiente volumen de «Temas Metapsicolégicos> el anilisis de contenido de la obra, a la simple presentacién de las principales caracteristicas forma- les de la misma, cual corresponde a esta vision panorimica de grandes temas que abora exclusivamente precendemos. ¥ para ello, nada mejor que resumir didécticamente en una sola frase mriemorécnica tales caracteristicas. La formulacién creemos que podria quedar establecida en los siguientes términos: Obra incon- clusa y psicoanaliticamente rebasada, pero histSrica y epistemo- ligicamente clave on la evolucién del pensamiento jrendiano, 345

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