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‘Teorias feeudianas sobre la pulsibn ©) 1915: Las pulsiones y sus destinos -plegamos, por fin —tercer cextom, al escrito freudiano Las Bynes 7 ses destinos, cuys primera parte puede ser conside- Fe omo la nas sistemicica exposicién freudiane sobre 1o que Be ptamos denomicar, Tearis general de lat pulvioner. No se este importance trabajo merapsicoldgico como la evoluciba de este concepto, sino como ua Jedero escrito programacico y sistematizador de varias pégi- de extension —siete en el original alemaa—, exclusivamence gado al tratamiento especifico del tema. Sin apoctar, por otra parte, grandes innovaciones —como el Faicmo Fread nos anuncia—, ¢l maestro vienés inteneard aqui inizat y explicitar lo que en eécminos generates ha ido ocesio- 4a hemos delineado antes en eéeminos generals o més importance de este postulado —dice Freud, reiriéndose al concepro de pulsién-—, quédanos tan sélo hacerlo resalear expresemente.» (O.C. H, 2041). Los aspectos que en este texto Freud resalta expresamente tan importantes que resulta précticamente imposible inten- ‘ar resumirlos en esta sucinea exposicién. Consideramos por ello que la posiciéa didécticamente més operativa que aqui podemos adoprar, coosiste en cemitie al estudiosos Freud 2 tna detenida leurs de este importance Centeémonos, pues, por nuestra parte en aquellos tres aspec- ‘os de esta magnifica introduccién al concepto general de pulsién que nos parecen realmente mis resefiables. Didécticamence fesumidos, destaquernos 2 contiauacién los tres siguientes aspec- tos: estudio comparativo entre estimalos interns y externos, A nuevo inento de sistematica definicidn del concepto de pulsién y referencia a toda una serie de elementos fundamentales de esta Et enncepto general de pulsiin en le obea de Freud externos, podrfamos decir que es éste uno de los aspectos medulares para una més adecuada comprensién del com- de las pr s de que «el instinto (der Trieh) ...n0 nunca como usa fuerza de impacto momentaneo, _ plejo funcionamiento del psiqiuismo humavo, Si partimos, ua siempre como una fuerze constante (Konstanie)» y. de que ésea no procede «del mundo exterior, si no del interior del cuerpo (vom Karperinnern», la conclusién a deducir parece evidente: al aparato psiquico le habré de cesuitar imposible sustraerse 2 los impactos de tales estimulos pulsionales; y ello, precisarnente, por el origen interno de los mismo y por lo constante de su permanente aflujo, Es decie, el individuo poded efectivamente llegar a defen- dese de todo tipo de «estimulos exteriores, sélo momencneamente actuantes, mediante la huida de la fuente externa de tales estimulos. Semejente huida, sin embargo, habré de resultar imposible en relscién con los s—, va a presencar los cuetro de una forma sistematica «Podemos discurir ahora —sefala Freud encabe- za0co el estudio de eales elementos algunos térmi- ~ 5. ‘nos empleados en relaciéa con el cancepeo del instinre ‘mit dem Begriffe Tria), cales coma perentortedad (Drang, fis. t°Ziel"s, objeto ("Objekt") y foene (Qrelle") del instico Ides Triebesi.» (O.C. Il, 2082, GW. X, 214) Dejando el derenido anilisis de cede uno de estos ele- ‘mentos para questro «estudio sistemético del concepto de pulsiéno, digamos ahora simplemente que el facto: nove- doso aqui afadido es, efecrivamente, el de «pecentorie- Gad» 0 intensidad de la pulsién. Elemento este —como se ve por el propio rérmino— fundamencalmente energérico en tanto que cuantitativo, en intima relacién, por fo dems, com la referencia biclogizance con que Freud habia iniciado su nueva definicién de pulsiéa: Si consideramoe la vida animica desde el puot vista bioldaieo Irn der biologirchen Seite) —sefalaba Freud en la antedicha defiaicida— se nos muestra €] “instineo” como un cancepta lite entre lo antmico y 1 somitien..» (O.C. IH, 2041; GW. X, 214. d) 1920: Més alld det principio dei placer EI cuarto de los escritos en el que podemos encontrar una amplia ceferencia al concepto general de pulsion, es de de Mis 403 ‘Teorias freudinnas sobee is pubs gael principio del placer de 1920. El capitulo V de esta impor- re obra merapsicoldgica —cuyo «Anillisis de contenido» efec- E;jacernos en el «Tercer momento de articulacién> de este mismo (oto estd, en efecto, integramente consagrado a profundizar Pinel concepto general de pulsién, Se cata en conjunto —y des- és de (0s cextos de Las pulrianes y sus destinos a los que Frreriormente n0s hemos referido— de uno de los escritos més Ey gistemiticos sobre el tema. 5 Dos son los textos de esta obra ea los que —siempre guiados 1 el «Registro» de la Gesammelte Werke— debemnos princi- Jimente fijarnos. El primero de ellos se encuentra justamente Eh las primeras lineas del capitula V. Insiste aqui Freud en la Seiirer gUE% Te plonten al propio aparato psteuicd a le que ‘yase habia referido en Las pulsiones y sus destinor— al incentar = oa huida del permanente estimulo producido por los impulsos B= jastintivos. Pero en este texto va todavia atin mis lejos, apun. fando asimismo a esa_«méxima jo mica que pone la Constante uigenda que fag inglucables impulses Gee Bae pocque tates imputsos som en tliins onino les deli toda cla ; iciaTimportancia del tema met: igi © coaflicio pstquico, en Ta medida en que va estas pusTOneS TE aS Gue, de alguna 4 Bbaee Propo Se ea paula bums, ‘pate de We Rormat come de Ta Patolbgica La carencia de un dispositive protector —setila Fred at principio del capieslo esteriormente indiado— cont las eaitaciones procedentes del interior de is capa Cortial recep. fre kas ne por concn gu ale exces ‘entrafien mixims imporanca econémica (die revere Sko remiee Bedeutg)y den tect esi apectuoaciones cconémicas, equvalentes a le neurosis teauméeica, Las mis rica fuentes de el exctaion icteror son los llmados instine t0s (die sogenonnten Triebe) del onganismo, que 300 los representantes de coda las acuaciones de enecgla procelenes, del incerior del cuerpo y eeanserias al aparaco prdyuco 7 ‘coasticayen el elemento mids imporrante y oscuro dela invest ‘gacin psicolégica > (O.C I, 525, GW. Kill, 3), 404 El concepro general de pulsiba en le obra de Freud Pero, un segundo texto de este mismo capitulo —como ante- riormente deciamos— merece también ser debidamente desca- cado. Nos referimos « aquel pacrafs en el que, ya més avanzado el capitulo, y dentco del convexto general de su estudio sobre los ccinstintos de muerte», Freud se pregunta por el «catéczer gene- tal» de toda vide instintiva. Partiendo en ese texto del EOLOLit dela «compulsin de cepeticibay, alude alli Fread al cardccer repretive de toda pulstSne aie or Su tendencia ea la reconstruc 20d ean ue il pe go alo ees ster repeticiin (nit den Zwang cur Wiederholung)? Se cos \ jimpone la idea de que hemos descubierto la pista de un caric- fee general ro ceconocido clacameate hasta ahora —o que por lo.menos io se ha hecho resaltac expcesamente— de los ins- Finros (der Triebe) y quiné de tode la vida orginiea, Un into (Ein Trieb) seria. pues, ona tendencie propia de lo orga nico vivo 2 le reconstruccién de wn estado anterion teimer 4s? jritveren Zastendes), que lo animade cave que abardonar baio ~ |,, el influjo de tuerzas exreriores, persurbadoras; una especte de elasticidad orgénice,o,sise quiere, la manifesecion de la iner- ‘is en la vide orginican (O.C_ Il, 2525; GW, XIN | €) 1932: Nuevas lecciones inceoductorias al psicoandlisis El iltimo, por fin, de los cinco escritos seleccionados en ta evoluciéa del pensamiento de Freud respecto al concepto general de pulsién, pertenece a las Nuevas lecciones introductorias al pricoandlisis de 1932. Ahora bien, ya el propio cardcter recapicu- lativo y divulgador de esta obra freudiana nos pone «ipso facto» cen Ie pista de que no va a ser esta obra un lugar adecuado para fa comunicaciéa, por patte de Freud, de grandes novedades cedricas sobre el tema. Pese, pues, a que le «Leccién XXXIl> —eLa angustia y la vida instintive>— esta en gran pare dedicada al tema del mundo pulsional, no aporta efectivamente grandes novedades al respecro. Insisce aqui Freud, por el conteatio, aspectos ya de sobra conocidos sobre la ade “ulsiOn, tales COmo su _cardcter de estimulo interior, somatico, conscant able Gismo Ios principales ele ‘Teorias Freudianas sobre la pulsién JAsk, pues, un instinto (vi Trib) se diferencia de ua estimulo en que procede de fuences de estimulos del incerior Gel some (in) Korperinnerm, en que aceus como wna fuerza 1 gonstante (sine Kourtante Kraft) yen que ia persona no puede Sustaerse a él por medio de la foga (niche durch die Flache shen enn), como cuando se trata de un estimulo fexterno, En el instiato podemos discinguir una fuente (Qxe- Taya eo Objekt 'y un Fn (Ziel (O.C. 1H, 3155; GW, By = Quizd el tinico aspecto novedoso a destacar en este texto sea el Pfelativo al cardccer esencialmente activo de coda pulsidn. Nove- so —queremos aclatar— en relacién @ nuestro cecorrido de 108 freudianos, ya que serejante especto ha sido ya cracado = gessionalmente, con otros motivos, en anteriores diferentes tex- as (c, por ejemplo, O.C. Il, 2042), Freud, en efecto, s6lo admire Jos fines de un_dererminado instinto puls 25. que c calificados de activos 0 pasivos, pero nunca la pulsién isi misma ya que, como impulso energerico que ésta es, habré set siempre caracterizada por su nacuralezs eminentemence sSe habla de instineos actives 0 pasivos (son abtiven und pijriven Trieben), pero seria ris exacto hablar de fines cr vos y pasivos (aktiven und parsiven Triebsielen); ambien pars la consecucién de un fin pasivo es necesario un gasto de scivided.» (OC. IH, 3155; G.W. XV, 108), 3. Ulsimas alusiones al concepto Como ye sucediera en aucstro anterior rastreo del concepto de apatato psiquico, los dltimos posicionamientos de Freud res- pecto al concepto de pulsién van a aparecer en su obra péstuma el Compendio del psicoandlisis. Como ya habla acaecido con aquel primer concepto, Freud dedica también en esta obre-resumen ua = capirulo entero al tema de la pulsién; concretamente, el capitulo Ide la «Primera patte> del «Compendio», titulado la «Teoria de los inscintose. Dos son, sin embargo, los cextos relacivos al con- ‘cepro que —siempre siguiendo las referencias del «Registro» de “la Gesammelte Werke— hemos seleccionado. El primero de 406 Et concepeo general de pulsién en la obra de Freud €8c0s textos corresponde al anteriormente también citado capi- tulo I de la «Primera Parte» del «Compendio», mientras que el segundo se ubica en el capitulo VIII de la «Tercera Parte» de esta misma obra. Capitulo éste titimo, por lo demés, integramente dedicado —como veremos en su momento—al cern del conflicto psiquico. a) Primer texto seleccionado del «Compendio» Por lo que al primero de ambos textos se refiere, ésce se halla enmarcado —como codo el capitulo, por ota parte—-en el estu- dio de la instancia elloica que —como ya hemos visto en la expo- sicidn de ls lamada segurida tdpica— coincide exactamence con el mundo de las pulsiones. Pues bien, es precisamente en este contexco de anilisis de diche instancia, en el que Freud va a insistir en el carécter que tales pulsiones revisten de xexigencias sométicas plantesdas a la vida psiquica». Lo que equivale a decir que, en funcién precisamente de esta exigencia de descarga, las siones «son la causa diltima de toda actividad», afiadienda que, como consecuencia de esa cendencia de coda pulsién a su inme- diata descarga, la verdadera naturaleza de las pulsiones «es esea- cialmente conservadora>. Nada nuevo, sin embargo —sobce lo ya expuesto por Freud con anteriocidad— podemos encontrar en ninguna de estas tres ideas, aqui apuntadas, pues las tres aparece- fan bdsicamente expresadas en los texcos anteriormente comen- tados de Las pulsiones y sus destinos y de Mas alld del principio del placer. sDenowsinamosintints (rise) —setals Freud en ete iter tn el eCompendion a as fares que sypenetoe Ea aa snsiones caus por a ecesiddes dl ell, Rep senran las exgencias somes planendas «vida psn ‘Antonderangen andar Seienlaben)y song sn leas Steen decode scvied eare Urece jeder Abt indole es esencialneneconsecador rid ste Konservtiter [Naar de oo execs vivo sean surge tendencis» cereableceri en ani haya sda sbencoraca» (Ol 535, Gi. X¥0, 70, Teorias freudianas sob Ia pulsia b) Segundo texto seleccionado de! «Compendio» EI segundo texto del «Compendio», anteriormente anun- ‘gato, cosresponde al capiculo VIII de la «Tercera Parte> de esta P pra. En este concexto, Freud sigue planteando los «peligrosos Zonflictos con el mundo exterior» que acechan al aparato psi- Ee gaico, debido precisamente a csu necesidad de esacisfaccién ins- Gjintual inmediata e inescrupalosan que al ello caracteriza y que, “eq tltimo técmino, llega a veces a atentar contea la propia seguri- “jad individual del mismo aparato psiquico. Se traca aqui —quizd amo Unico aspecto novedoso—de explicicar una especie de ezla- jén intermedio entre las exigencies pulsionales —de las que se ‘ocupado Freud ampliamente en los textos anteriores— y los, Brandes rendivnientos econémicos a los que, en otros momentos, he referido cambién. Alude aqui el maescco vienés a esos «peli- §jros0s contlictos>, tanto con el mundo exterior como con el inte- “for, a los que el aparaco psiquico, en ultimo cérming, deberd be enicentarse si quiere obtener verraderos rendimientos econd- E micos de las refetidas exigencias pulsionales. Sélo, efectiva- mente, teniendo en cuenta esos posibles escallos del conflicto psiquico, nos secé dado completar el proceso psicodinérnico al que el propio Freud apuaraba ye en Lar pulsiones y sus destinos, La tnica rendencia de estos instineos (dieser Triebe es a de alcanzar su sacistaccidn (nach Befriadigung), que procuran asleanzar mediante decerminadas modificsciones de lor orgs: nas, con ayucia de objecos del mundo excerior. Mas la satisfac cién instintusl inmediaca ¢ inescrupulosa (ro/ortige wd ritck- siebtslose Triebbejriedigung!. cal como lo exige el ello, levaria co harta frecuencia 2 peligrosos conflieme (=ugefubrlicben Konfligsen con al raundo exterior ya ia destruccién del indi= Viduo.» (OCC HH, 3412; GAY. XVII, 128), Pero quizé la mejot forma de teeminar estas sltimas posicio- nes jrendianas cespecto al concepto general de pulsiéa —y, de alguna forma, de tecminar también cuestro rastreo terminolégico-con- = ®ptual— sea comentado a vuela pluma una expresién, aparen- - temence irelevante de Freud, del encabezamiento del texto del «Compendio» anteriormente comentado. Nos referimos a la expresién «oscuro ello» (das dundle Bs) con que Freud iniciaba el indicado pérrafo 408 El concepen general de pulsién en la obra de Freud El nicleo de nuestra esencia (Den Kern unsere: Wesents cescé forrmado por el aseuro ello (dat damble Er), ue a0 s© ‘comunica directamente (nicht direkt) coc el mundo éxterioe y solo ¢s accesible 2 questeo conocimiento por intermedia (Nar durch dis Vermirsheng) de cera instancia psiquica —se sefiere agut Freud als inscanciayoica, de la que en su momento hemos hablado—. En este ello actian los inscinzor oeginicos Idle orgamisehen Triebe), formados w su vez por ls fusida en pporcién variuble de dos fueczas primordiales (Eros y destruc- iba), y diferenciados enece sf por sus respectiva son Srganos y sistemas orgénicos.» OC. I, 3412; GW. X 128). Crcemos que no se puede apuntar més cecteramente de lo que fen este texto se hace al hablar del coscaro ellon, a la gean pro: blemacica epistémica de todo intento de teorizacién del concepra freudiano de pulsién. Como expusimos en nuestro tema epistemolégico del volumen ancerior, cuslquices de los conzeructos merapricalg cos plancea una seria problematice epistémica por lo dicccta- mente inobservable del objeco inconscience al que apuacea, ‘Eso no impide, sia erabargo, que Ia patric sea, en efeco, cL sas problemécico epistémnicamente de los «res grandes verse —aparaco psiqaico, pulsidn y conflicco— debido al cacicter limitrofe del mismo encte lo biolbgico y Jo psicoldgico La continua queja, en efecto, que Freud he vertido constante- mente en la mayoréa de los textos comencados, gicaba en tozno a las gran insatisfaccién que siempre le producia su Teoria general de las pulsiones, Aunque esta conceptualizacién aparecia cierta- mente ante sus ojos como imprescindible, siempre le pacecié imperfecta. La causa debe buscarse en ese esencial ascuridad del nicleo de nuestra esencia elloica que coincide, precisamente, con €1 mundo de y «salto zp, de la teorle del teauma a la teorfa de la pulsi6n». 410 Et concept general de pulsién en ia obea de Freud a) Trasposicién del «Proyecto» En anterior tema de este mismo volumen, estudiamos la tras posicién que Freud llevaba a cabo desde la primera descripcién de parato neuronal alas siguientes descripciones en términos ya de sistemas priguicos. En esa evolucion general de su pensamiento, tesumida en nuesctos «Tres momentos de articulacién», con- clufarnos con aquella su mas compleca descripcién de aparsto psiquico en sv obra de 1923 E! "Yo" y el “Ello”. En este momento final, Freud incegcaba ya, efectivamente, los sistemas consciente, preconsciente y inconsciense con las instancias de la personali dad: el 70, el ello y el superyo «—Freud— vuelve a abordar el coma —sefiala J. Steachey fen su "Nota ineroducroria alas Peltones 9 rus destinor— ala luz de su cecientemence completado cuadro de la esteucturs de le psique en el capieulo IV de El yo 7 al allo.» (AE. XIV, 112). En este toma que ahora desarcollamos, seguiremos el mismo recorrido sistemtico de su pensamienco pero partiendo, no ya de l los que Ereud seceti Drow yecto>, sina de las corrienses neuronales 0 «cantidades fluences», a las que en esta misma obra de 1895 Freud hace puorual mencién, aProceios’ tales Como’ los de estimulacion, sistcucisn, conversin y descarga, que son observados y desceieas en cela: cién con dichos tcastocaos —se cefiece aqul Freud a la “histe ia" y a las “neurosis obsesivas”—, induce dizectamente a concebie la excitacién neuronal como cancidades fluences (ais Hlessender Quansitttens (Q.C.1, 212; Aus den Anfangen, 303). Pero lo mismo que sucediera con su «Teoria de la neurons» —«Segunda tesis basica» de! «Proyector—, ebandonada por el propio Freud en beneficio de sus uitesiores investigaciones sépi- cas, esta «Concepcién cuantitativay —«Primera tesis bésican de la misma obra— va a dar lugar a dos importantes teorias freudia- nas enecgetistas, Nos referimos, a la zeoris del trasma que poste- riormente habré de ser sustituida 0 —como mas precisemente veremos— complesada por su nueva seorfa de ba pulsién, ‘Aunque su primitiva «teoria del traumap, efectivamente, sea inclusive cronolégicamente anterior (1893) a la propia redaccién 4 “Teorias freudianas sobce Ja pulsién “_proyecton (1895), e5t0 no va impedir que, «ras esa momen- BF, incursion de Freud en el campo de la «Neurofisiologia», Bet ralmente abandone su teoria fisiologizante del «Proyecto», ih poramente psicologia del 4rzame, resumida ye en los Esta- Bs sobre lo bisteria. ‘Yuen los temas de ia «Historia del movienienco psiconnalt- tieos yde «Ls grandes etapaso de aves ancerior volumen EP Bate, 236 y 349, cespectvamence), ros refeiamos 2 fs (Creipalconsecuencla que, desde el panco de vista desu 2 Pa ievescigadora, cava para Freud la eelacién coa Fess y el "ifimienco de Breuer, Scfaldbamos enconces que ls més {eitts relacidn Gan el primero en t0c00 2 1893 provacb en FEStd une sibiceincutsign en el ampo de'a «Newrofsiolo- foo-con el coniguienteabandano de ss primicvosplancea- arzatos ends psiologicistas de l «Comoaicacién prelimiosr> de 1893. Ya en el mismo «Proyecto», en todo caso. refiriéndose Freud tn represidn en el cuadro clinica histérieo, va ésce a hacer dicecta alusion a su teorfa del trauma. Al trarar el tema de la «Psicopato- ga de la histerian —xSegurds p élebr: = gritoy—, el maestro vienés nos oftece, con ocasién de Ia presen- tacién del caso clinico de «Emma», una sintesis de las verdaderas fauses psicodindmicas, subyacentes 2 todo sintoma histérico. La = tilogia lima de la histeria, ya.en esea misma obra del «Pro- jecto>, no es més que kun recuerdo» que «llega 2 convertirse» en a trauma. ‘Ahora bien —apostila Freud—: este caso es cipico de la epresin que se produce en fa bisteria. Siempre comprobarnos {gue se reprime un recuerdo (ein Erinnerang), el cus s6lo povteriormente llega a convertirse ea un suum (2am Trawniah (OL. 1, 254; Aus den Anfangen. 356) ero vaa ser s6lo unos meses después, cuando Freud comuni- aque a Fliess su firme decisién de abandonar definicivamente su incutsibn fisiologizante del «Proyecto» en beneficio de la verda. dera «explicacién clinica de las neurosis», Tal decisién, manifes- tada a su amigo en noviembre de 1895, supone la vuelta 2 sus planteamientos de la «Comunicacién preliminae» que, por estas fechas, es definitivamente retomada como «Introducciény a los Estudios sobre la histeria 42 El concepto general de pulbiin en ba obs de Freud 42¥2 nv atine a compeender mi peopio escado de dnimo evands me hallsba dedicedo s incubar la psicologia; yx no [puedo comprender cme fui capaz de enjaretace ese embrollo. Creo que sigues siendo dermasiado umable; « mi me parece una especie de abecracién mencal La explicacin clinics de las dos neurosis, en cambio, probablemence se imponded, previss alguns modifieaciones.» (OLC. Il, $525) Veremos, pues, en adelante cémo desde su primera ceoriza~ ‘ en La introduccién del narcisismo y en Més alld del principio det placer. «En una centidad de pasajes —ice |. Strachey ea la “Nore incroductosia", anteriormente ciada— Freud expresé su insa 43 Teorias freudisaas sobre ls pulsién tsfecin con el estado det conociie picoligicy sere de Ee pubtones (2) en “lacoducaon sl wecgiege ee be fai dela Sra nensenca dew scion da pls tue de alga modo nos niente” Mis one em ald! prinipo de pace. ha a's pusvney coma “al keen es inparcane y oseo dele tvesisba pcos» (hE IV, 10). by. Salto de la Teoria del trauma a ta Teorta de ta pulsin Ahora bien, ccudles fueron aquellos descubrimientos bisicos = que habcian de influir de ure manera vecisiva en la cada vez més E fecesaria elaboracién metapsicoldgica ve la Teorde de las paulsio- Snes, a partir ptecisamente de sv ptimitivs Teorta del tranma o de 5 Jos astimulos endégenos? Centténdors en cuatro momentos fandamentales de la evolucién del pensamiento freudiano sobre el tema, intentaremos responder més sistemacicamente al inte- frogence por nosotros aqui planteado. Nos referiremos, en pri- fper lugar, a su primitiva teorka def srs ma, expuesta —y ésta es = nuesera personal aportacin— no s6lo en su «Comunicecién pre- 389: 2, 7 = mos con la crisis de esta teorfe hacia 1837 fecha en la que Freud llega @ afitmar aquello de «ya no creo eg —mis neurdticos—> “(0.C. III, 3578); més tarde nos referirennos al descubrimiento dé da pulsin sexual (1897) con su primet alusién. al complejo de Euipo; y, por tlrimo, {levaremos a cabo ia sintesis integradora de ambas teorias (1905). 1) Primitiva teoria del tesume: 1893 Antes de que Freud Megara a la que sodriamos calificac como la hipdtesis basica de su teorfa de las pm ciones —la existencia de vune fuente de estimulacion interna—, éste reconoce ptimera- mente [a existencia en el psiquismo hismano de una fuente de estimalacién exterior o teorta del trattrna. Y en este punto, con viene hacer notar aqu{ algo en lo que ao se insiste suliciente- ence: nos referimos a la estrecha rela. én existente —por mas que pueda parecer paredéjico— entre ci «Proyecto» y los Estu- dios robre la bisteria. Aunque desde >iacaformas conceptuales 414 El concepto genesal de pulsign en br obra de Freud aparentemente tan distintas —neurolégica, la primera, y pro- piamente psicolégica, Ia segunda— embas obras se sitéan en plena seorka del trauma 0, lo que es lo mismo, ambas ororgan primacia a los «estimulos exégenos» 0 procedenies de la «perife- tia exteriors. Ahora, empero, tendeemos que examiner —sefiala Freud en el "Proyecto" — nuestra presuacion de que las eancidades de estimulacién que llegan a las neuronas desde Is periferia exte- ror secfan de un orden superior a las que les llegan desde fa ppeviferia incerior del cuerpo. (.) Existen, en efecto, muchos datos en favor de tal presuncién, En primer lugar, no cabe —«recuerdos pantalla»— ya que a tales supuestos recuerdos no les corresponde percepcié reat alguna, sino mis bien la representacién de determinados «impul- 08 instintivos» propios de todo ser humano. 4d eles cecuerdos —dice Freud en su escrito de 1899— (0) les damos el aombee de recuerdos encubridores (eine Dec- 49 ‘Teorias freudianas sobee fa pulsisn erinnerung boisson), Su exteafers ance el frecuente cerorne de esta esceaa 2 su memocia se desvanecect ya al comprobar aque esti destinada a ilustear las ezares més importantes de su vida ya Is influencia de los dos impulsos instintivas més pode roses: el hambee y el amor.» (O.C. I, 337; GW. 5, 546), Dentro de tales «fantasies filogenéticamente heredadas», Freud habré de destacer precisamence la fantasia de haber pre- senciado el coito de la pareja parental o, la por Freud llamada, eprotofantasta» o «fantasfe originals (cf. O.C. I, 3571) No necesitamos —dice Freud en su caso clinico del «Hombre de los lobos»— ya suponer que los padses realizacon €l coito en presencia de un hijo suyo, aunque fuera muy ‘pequetio(..) la curiosidad sexual de sorprender también asus padres en el acto del coi, y enconces la escena asi fancaseada desplegs codos los efeczos resefiados, los misino exactamente 1 si hubiera sido real y no arifcialmence conseeuida..» (O.C, 4H, 1972 7 1971) 4) Sincesis de ambas ceorfas: 1901 — El concepts general de pulsibn en la obra de Freud con su nueva teoria de la pulsi6n,y el ambiental o traumitico, que Sigue considerando vatido al reafirmar a través de toda su obra la plena vigencia de su primitiva teork traumdtica. Todavia en 1923, efectivamente, en una nota a pie de pégina afadida a las Nuevas obsercaciones sobre las neuropsicasis de defensa, Freud se ve obligado a insistir explicitamente en el — afirma que la séoria del trauma se manifieste, en efecto, incomplera para explicar el complejo feadmeno de los sintomas neuréticos. Ello no equivale, sin embargo, a decir que en ningiin momento Freud haya flegado a considecar esta primitiva teoria del trawma como cotalmente «inexacta>. Sin desdecirse, por tanto, de su anterior concepcidn traumétice, Freud va a tratar de completarla con su nueva teorda de la fantasia 0, lo que es lo raismo, con su metapsicolégica teoria de la pulsién. «He superado esta reorie sin abandonala, Quiero desic que : hoy ea die'po a declaro inexact sin tam i0le imconaplece | (OCI, 946 0. 490). | Freud considera, efectivamente, que en la etiologia de las | neurosis —y de la enfermedad psiquica, en general—interviene | tun doble factor: el biol6gico 0 pulsional, que ahora se introduce | 420 En el volumen correspondiente a S. Ferenczi, abordare ‘mos con maxima extension este polémico coma, ya que hubris deser esce imporcance auroe feeudiano quien de una forma mis schistéricamence eeaumatizante» vinieea a poner de celieve lz imprescindible complementariedad dialécrica entse la perma- fence vigencia de ambas teorlas freudianas (cf. M. Balint 1979, 178-185). 2. Delimicaciones previas del concepto de pulsién Antes de definir sisteméticamente el concepto freudiano de pudsidn, inteatacemos una primera aproximacion a una serie de réeminos afines al mismo que, aunque conceptualmente diferen- ciados del esccicto concepro de pulsién, pueden ser considerados, sin embargo, como semdaticamente proximos a éste. Se erata, en efecto, de una serie de pares terminoldgicos en cayo mismo antinémico emparejamiento podemos adivinar 1a dialéctica acentuaci6a seméntica entre las dos vertientes —biolégicas y psicolégicas— que — operativa. — que el nddulo de este sastorno debe- mos buscatlo en la dificultad de transformar la sexwalidad en Fbido, lo que en ileinno término est’ indieéndonos es que tal tipo de enfermos —Freud habla aqui de las llamadas «neurosis actuales»— muestran una particular dificultad en transformac la sexualidad, ext axito que energia biolégica, en sexualidad, en tanto que «afecto sexual» 0 «libido psiquica» El concepns general de pulsién en ia obra de Freud formedo y2 en libido, es deci, que la pulsién ya discurce por fe verciente psicolégics. Por ¢s6, cuando una persona no sience scraccidn sexual alguna y, sin embargo, aparece sumamence angestiada —-neurasis de sagustia— lo que aos esté expre- ‘sando con su sintoms es que su energls biolégica sexual oo ha ppodido ser eeansformada eo libido, La angustia se coovierte asi ‘en ess via indiceces o wfalsa via» (O.C. Ul, 2774) a cravés dela tual se express la pulsién sexual repeimida Segin esto —y 2 modo de resumen— la pulsién sexval podzia ser vista desde una doble vertiente. Cuando la sexnalidad, debido a algén tipo de dificultad, no puede transformarse en libido, 0 n0 puede pasar a la verciente psicoldgica, cermina por expresarse en forma de angustia. El matiz diferencial, pues, que podemos esca- blecer entre ambos rérminos —si quetemos hablar con verdadera precision terminolégica— seria el siguiente: la nocién de sexuali- dad 0 pulsidn sexual harta més bien referencia a la vertience biolégica; el de libido o libido psiquica apuntaria ya a la vertiente psicolégica de esa misma pulsién sexual “Si admisimos aves eoria asta este punto, deberos cree neue nga ah dc ear teres, c8 dec, de bdo prgnta, com por oa pore lo coats la observacién. Tous les pacientes se, uesten indignacesciando se les setae foc seuan, delraneo gue, po el conceit, ano semen singin dese te, Tomo 1Es hombres coincidan a menuco nf compcobeién Geno haber experimentido ya singin deseo staual deste que se cornaronansioson» (Of, 9098) En esta dificulead de transformacién de la sexuslidad fisica en ‘energia libidinosa psiquica, radicaria —segin este «Manuscritoo— Ia etiologia de la neurosis de angustia: fa sexualidad se ecansfor- maria directamente en xangustia», en lugar de hacerlo en «libido psiquicay. Creemos que estas afirmociones freudianas de 1894 siguen ‘manteniendo hoy una pleaa actualided. Concinuamente 3¢- ‘guimos obsecvando en la clinics'como determinadas pecsonas feprimidas no sienten atracrion sexual, Este hecho, desde los parametros freudianos, podemos explicacio con grea clara sentir sexualidad 5 sefial de que le pulsién sexual se ha trans- 428 © Necesidad vs. Deseo EI ditimo de los pares terminolégicos que tratacemos en este apartado, es el de necesidad (Bediirjnis) y deseo (Wunsch). Digamos, en este sentido, que mientras que el primero de ellos —el de necesidad—, lo mismo que ya sucediera con el de instinto, puede ser entendido como un concepto clésico en «Psicologia» y ain en «Fisiologia», el segundo, como ya ocurrie con Trie Sexualtrieb y Libido, tiene connotaciones especificamente freu- dianas. Veamos, primeramente, cual es el referente preciso recu- bierto por el xérmino necesidad. El rérmino de aecesidad es un concepto clisico en «Psicologia» y en «Fisiologia» que apunta a aquella tensidn orgénica producida por acumulacién de energia procedente de una fuente orginics y que va ecompaftada de la correspondiente sensacién de desagrado 0 displacer. Es un con cepto de espectro armplio: puede, efectivamente, tratarse de una «aecesidad sexual», o de una enecesidad de nutricién» 0, como el mismo Freud aftade en el «Proyecto», haste de una anecesidad de respirar 29 Teorias freudianas sobte le pulbiba aSe origina —dice Freud refiéndose a los “estimulos endégenos”— en las eélulas del organismo y den lugar 2 las grandes necesidades (die grossen Berdrfnieee) (fisioldgicas) famibre, respicacién, sexvalided» (OC. 1, 213, Aur den Aafingen, 305). El término de mecesidad puede ser entendido, pues, como | felativo # aquella situacién orgénica'de tensién fisiea creada por | fp creciente acumulacién de excitaciones que no se liberan y que, licen gradual aumento, se traduce en una sensacién subjeciva de * Yesagrado, de displacer. Por ello, cuando se produce la reduecién de esta tensién 0, lo que es lo mismo, la descarga de aquella fenergia que se ha ido acumulando orginicamente, semejance libe- ucién de la referida energia se acompaiia subjetivamence de la coreespondience sensacién de agrado o de placer. “eDeterminadas hipSresis nos dicen —sefiala Freud en Le imerpretacion de los suerios— que el aparato —psiquico— aspité primeramente e mancenerse libre de excimules en lo [posible y adopts con este fin, ea su primera estructura, fesquema del aparaco de reflexin que le permita derivar en el cto por caminos mococes las exctacionessensibles que hasta & llegaban.(..) Los primecos estimlos que a dl llegaron fue ron los coreespondientes alas grandes necesiades fsias (der grossen Korperbedsrfaitse).» (OC 1, 689; GW. 1/M, 571) Ya en el Proyecto de una pricalogia para nourdlogos, Freud sefalaba que la acumulacién de energla —aley de la constanciay— era concienciada como desagradable o displacentera, y la libeca- cida de dicha energia —aley de la inercia»— como egradable y placencera. El funcionamiento del aparato pslquico habria de regitse, pues, principalmente por el principio de inercia o del placer; esto es, cenderia primariamente 2 liberar esa tensién, disminuyendo, con ello la necesidad, puesto que la energia asi acumulada produce sensaciones de desagrado o displacer. «Un sistema neuronel primario —sefiala Freud en su obra de 1895— emplea esa contidad (Q..), asf adguirida (dnica- mence) para descargala hacia lot mecanismos mutculaces & través de las vias correspondientes, manceniéndose af libre de cstimulos. Este proceso de descarga consticaye la funcién pri= maria de los sistemas nevronaless. (OC. I, 212). Es esta tensidn fundamentalmente orginica que tiende impe- 430 El concepta general de pulsida en la obra de Frevd riosamente a ser descargada o satisfecha, y que se origina en el interior del organisto, la que s¢ experimenta psicoldgicamente en forms de necesidad (Bediirfris) «A medida que sumenca la complefidad incerna (del orga- sismo) —aos decia Freud en el «Proyectu»—, el sistems nev coral cecibe estimulos de los propios elementos sométios escimulos endgencs—, que fambién necesican ser descar: sgedos. Se otiginan en las células éel organismo y dan lugar & fas grandes necesidades (Bedarfnisse| (isiol6gicss): bambre, espiracién, sexuslidad.» (OC. |, 213; Aus den Anfangen der Prychounalyse. 306%, Pero al hablar ahora del otco concepto de este tiltimo per, el de deseo, podemos recordar —y en este caso con mayor raz6n— fo que ya habiamos expuesto sobre la nociéa de sexualidad: es éste un concepto demasiado importante, demasiado central en Freud y en el psicoanilisis como para poder delimicarlo con ver dadera precisiéa. Ea toda concepcién del hombre —dicen Laplanche y Pontalis— existea algunas acciones que son demasiado fon- damencales pari poder ser elimi = mente el caso del deseo en la dociring Freudiana.» J, Laplanche yJ-B Ponealis, 1967, 95) De alguna forma podelamos decir que este término engloba todos los concepros anteriores, excepcién hecha del término ins- into que —segin vefamos— era un concepto de la «Psicologia clésica» no dicectamente involucrado con las concepciones eseric~ tamente psicoanaliticas, ‘Sin embargo, cebe preguntarse shors didécticamente por el importance matiz diferencial que distinguirle el término freu- diano de deseo (Wunsch) del de necesidad e, inclusive, del de pulsion, Quizd convenge aqui especificac que pace el maciz difecen- iador qoe ahora establecernos ence necesidad y deseo. las rnociones de «necesidads y epulsién» podlsn sec consideradas ‘como sindnimas. En cealidad en la obra de Freud —soore todo ‘en el «Proyector icf. OC. I, 213) yen los «Tees ensaroso (ct. (OC. If, 1172)— ambas nociones se presearan como afines. Si ‘quisiécamos eseablecer elguna diferencia de matiz entee ambas ‘hociones, habriamos de apunear a que Fread con el téemino de 31 ‘Teorias freudianas sobce la pulsién necesidad localizacia principalmence las fanciones fsiolégicas de auroconservacién del individuo (hombre, sueto, cespira- cibn..), feseevando por el contrarioe! cérming de palin, a los igrados de necesidades humanas velacionadas con fa scializa: ibn (principalmente sexualided y agresién) (cf.0.C.Il, 1209), Pata precisar, pues, el concepto de deszo a pastir del de nece- sided ¢, inclusive, del de palsién, podiamos seguir el proceso “siguiente: cuando se produce en él ser humano una experiencia gualquiera de necesidad, bien sea ésta puramente psicoldgica “ (pulsi6a) 0 espectficamente biolégice (necesidad), surge en el organismo wna doble tendencia, La primera de elas —a la que ya nos hemos refecido anceriormence al hablar de necesidad y de © pulsién— empuja al sparato psiquico a rebajar esa tensién a través de la descarge motora y, por tanto, a hacer desaparecec el displecer que acompafia 2 toda censién. Basta con que tales nece- sidades fisiolégicas 0 pulsionales encuentran su objeto adecuado, pera que se produzca automdcicamente la esperada «experiencia de satisfaccién», sa simaci6n —dice Freud en La interpretacisn de Jos sue tos. seficiéndose 2 la sensacién de necesidad— concinaari El concepeo general de pulsién en la obra de Freud tre las primeras necesidades infantile y las posteriores de! adulto—, ua impuiso psiquica que carga de nuevo la imegen mnémica de dicha peccepeiin y provocard quevamente £50 altima, esto es, que tender a reconstitue fa sicuacién de le primers satisfacién. Tal impulso ex lo que calificamos de deseo (Wansch).» (OC |, 689; G.W. H/HE, 571). El concepto freudiano-de deseo puede celacionarse, pues, este afi interpretacion 3155 tuahos, con \a experiencia de satisfaction mas ptimitiva de todo individuo: esto muaciGn inceauterina. Fa este momento, el iadividoen perfecta homeostasis con la madre tiene aucomiticamente satis- fechas todas sus necesidades, La huclla maésica que dejar cn el individug esta primera situacin placenteca se convertird, asi, ee ee ret sseernnas oe cttarnos decir que sélo esas primeras satisfacciones han sido plenamente satisfactorias. ¥ esto, entre otras cosas, porque canto esas primeras experiencias intrauterinas comd las inmedi posteriores de les primeras experiencias de satisfaccion infantil, a las que més expresamente Freud se refiere en La inter- Siendo Ty misma fase que por un medio cualquiers —en el «aso del nifto, por an auxilio sjeno— se llega af conocieniento de ln experiencia de satisfaccién (der Bafriedigungserlebnis: 321), que suprime la excitacién interior» (OC. 1, 689; GW. WAL, 57, Pero simultineamente, cualquier sensacida de necesidad en ia vide del hombre adulto, mis alld de su tendencia a la descarge directa de la censién —puca necesidad o pulsién— provocard en éste una segunda tendencia en la que habr4 de ir inscrito preci- samence el concepto de dereo. Tal segunda tendencia ird fantas- mécicamence orientada hacia la repeticiin de la primitiva expe- riencia de savisfaccién infantil; esto es, tenderd a ececonstrvic 1a sitwacién de la primera satisfaccidn>. Es precisamente a esta seginda rendencia, verdaderamence fantasmécica, « la que Freud veadenominas con el término de deseo (Wonreh): «tal impulso #5 lo que calificamos de desea», nos va a decir Freud. «Ea cuanto la necesidad resurje, —aos dice Freud en Le interprotacién de los suetos, reiciéndese yaa la vida de adulto surgicd cambién, merced ala relacion escablecida —en- 432 oe 4 tiene es-componentes-de-tipt ‘alucinatorio. (OC. Il, 2528; 6.W. XI, 4, Por eso, una de las posibles relecturas que de este concepto polemos hacer, ain pactiendo de un plenteamiento estrica- mente freudiano, y sia necesidad de recucrir a ciertos posiciona- mientos de una cierts intencionalidad mistics como los junguia- nos (cf. F. Fordham, 1953), es la que han mancenido algunos seguidores del famosos psicosnalista francés J. Lacan, como 1D. Vasse (cf. 1969). Dichos autores intentan interpretac la rece: ‘sidad roligidsa del hombce, su profindo deseo de trascendencia y de absoluco, a partir precisamente de esa insatisfaccién pecms- neate, a que todo ser humano esti abocado por sus limitsciones psicobiologices. Afirmaciones que parten y se sutren —como veremos en el correspondiente volumen— de le conceptualiza- cién que sobre el tema del deseo el propio Lacan nos ofrece través de sus «Escritos» y «Seminarioss La ubicacién del deseo —nos dice Lacen en “Las formacio- res del inconsciente”— es siempre ambigus: mis act de le demands, en eanio es arrancado al terseno de las aecesidades,y ‘is alld de ella en ranco se pone sbsolutamente en relacibn con el Otro y exige que él lo reconozes como cal.» J. Lacan, 1958, 117). Es precisamente esta necesidad de coral reconocimiento por parze del Otro —con mayascula porque fantasmético— lo que constituye en Lacan la esencia misma del concepto de deseo. Donde Freud habla de tendencia a (1953, 88): en ambos casos quede recubierea en las brumas fancasmaticas del pasado la imegen idea- lizada de ia madre de la que se espera siempre ese tan imposible como ierenunciable coral reconocimiento. 35 Teorias freudianas sabre ln palsisa De ahi « ver —como lo hacen algunos teélogos (€, por ejemplo, J-M. Pobier, 1972) 0 fenomenolégos de la religién (ch, por eemplo, P. Ricoeur, 1965)—enel oncepto freudiany de deseo un postulada de ie existenciatrasceadenre de un Ser ‘Absolute —Lacan dici el Felom que eespooda + esa demanda imposible de tado set humane, a0 bay mde gue un paso. El piso, sin embargo, que supore salear del frontees de ls inves- tigacln empiica 2 ls abiera reflexin filosica Desde el punto de vista clinico —para terminar con este importante tema—, las consecuencias que podemos obtener, se ceatractan principalmente en torno al fenémeno de la alucina- «ida y del delirio en las psicosis. Porque, en iltimo rérmino, canto ¢ldelirio como la alucinacién se consticuyen camo la itima rebel- dia del hombre ante la ineluctable fruscraciéa de tener que reaun- dar a la total satisfaccién del deseo y conformarse con los agor0s» —que no «goces» (cf. J. Lacan, 1953)—~ parciales que procura la satisfaccién puntual de las propias necesidades. Por ello, cuando afitrnamos que el psicdtico «corta con la realidad», lo que queremos decit es que no accra la existencia de ese «mon- ante de insatisfaccidn» que la realidad deja siempre al descu- bierto-e i " 2 ineludibl ja por vied vvaci6n fantasmética. O, dicho de esca forme, el psicético pretende climinar la tensién insorportable de la permanente frustracién del deseo, regresando a la paradisiaca satisfacci6n infantil en la que se nigga la aberiura del deseo mediante el trémive fantasmé- tico de la alucinacién y del delirio, En este sentido, podemos decir.que el psicdtico es ua hombre carente de deseos. La diferencia o separacién entre necesidad y deseo, que existe en todo ser humano como fruto de la asuncién del principio de realidad, al psicético le es completamente ajena. Y esto, precisamente, parque ese «montante de insatistaccién> que procura siempre la realidad, lo compensa, como el nifio, con la alucinaci6n de la realizacién del propio deseo. Desde ese perspective, podemes ahora expiarns con mayor claidal porot los peduos experinenan una fran difeclead ep acepar ls lnitaiones de vin Coane “am saliendo —t raven, por ejemplo, cel atamienc peo Frulicom de ay ero de pater legan 9 dere els FRotsts qu vivian en ss exrdosdeliotc les hac sete snucho mas flies qu comose sienten despot ant ei chomue Brasco con ls limiaciones dee desnuda ead Un patese 436 El concepto general de pulsién en ta ubra de Fceud esquizofrénico, al que traramos durance baseante tiempo en régimen de Comunidad rerapéutica, sola afiemae con Frecuen- cia: eprefieco see enfecrno pero feliz, a see sano pero desgre , Creemos que el planceamiento no puede ser mis claro; cs deci, prefieren ser enfermnus y alucinar sus deseos, a ser sanos y (ener que verse en lz obligacién de admitic que, + bien Ja necesidud va & poder see sacisfecha, nunca fo habti de ser el propio deseo. 3. Detinicién operativa de pulsién El orden de exposicién de este apartado seré el siguience: comenzaremnos con las dos citas alternativas del propio Freud en Jas que el misino nos define cal concepto. La primera cite 2 presentar, aunque afiadida en 1915, percenece a su obra de 1905 Tres ensayos para una teorka sexual; la segunds, fechada también en 1915, pertenece a su crabsjo mecapsicoldgico Las pulsiones sus destinos. En segundo lugar, y apoyindonos exegéticamenie fen estes dos citas fundamentales, iatentaremos tipificar sisters ticamente el concepto freadiano de pulsién a partir de los sieze punsos fundamentales sefialados por el propio Freud en estas rmismas citas Estas son, pues, las dos més completas definiciones de Freud respecto al concepto de pulsié Bape combes de “nse” Tied die Fret en on “Tees eWbayano= ab Gomipreedetos Ms que Be TEprOISTI Re ee eee {ET ne Re rencia del ertimalo que Wega del exterior (von axisen Bom: Sante rei OTE eat Ea oi Bene ae arow x 1 20aT; Tray Parece oftecernos Freud, en estos dos cextos, las siete claves fandamentales —desracadas por nosotros en cursiva— para la a7 Teocias frevdiacas sobre la pulsibo comprensin de su conceptn merapsicoligico de pulsii econ cepto limice>, «representaciln pslguican, chuente de exciacién, oD racuaraoite Conegies, alatagomitican, «diferente BET es, Haul que viene del exterior» y , pero si no se logra obtener un verdadero cambio estructural de ‘toda la personalidad, el individuo no conseguiré nunca una flaida ¥ pecmanente cisculacién de esa corriente de energia continma que es el fenémeno de la pulsida, €) Intrasomética (innerromatischen) Comencemos por aclarar que la conjunciéa disyuntiva (cf. O.C. Il, 1191), a0 se corresponde con el texto original alemdn de la Geammelte Werke. Alli, en efecto, tal conjuacién no existe, separindose ‘ambos técminos simplemente por una coma (cf. G.W. V, 67) Estoequivale a decic que el cardcter de energia intrasomitica que aquise asigna a la pulsién no es una simple aciaraciéa del «conti nuamence corrienten al que precede, sino un nuevo aspecto defi- nicorio a afiadir a la referida concepeualizacién. Y es que es ésta del caracter intrasomético, sin duda, uaa ea verdideramente central en toda teorizacién freudiana del tema de 1 pelsién. No todo estimuio procedente del interior es, efectiva mente, una mociéa pulsional. Existen cambién —como veiamos anceriormente al referirnos a la teoris del trauma— estimulos intemnos, o mejor dicho interiorizados, que provienen de un ori- gen exterior. Tal es el caso de los recuerdos que, aunque en un momento punrual procedan del interior, son —como Freud y Breuer nos dicen en su «Comunicacién preliminar»— simples «reminiscencias» de sucesos ocarridos en 1a vida del individuo (OC 1, 44) Digamos, en consecuencia, que para que un deverminado con- tenido psiquico pueda ser calificado de pulsién o de cualquiera otro de sus diversos derivados —sentimientos o fantasia—, éste ha de asentar sus raices ultimas en la propia biologia del indivi- duo, Esto es, toda verdadera pulsién he de eener un origen real- mente «intrasomitico», Este caticter cintrasomstico» de la pulsiéa, en contcaposi- ida coo el caricter tambign interno por internalizeda de las propias sceminiscenciasy,es el que puede arrojac alguna luz al 4 Teorias freudionas sobre le pulsiba permanence debate clinica entte endogeneidad y ambienta Firmo, Es indudable —y la clinics psicoanaltica aslo confirma. haste Ia saciedad— que & veces los psiquiatras organicistus: hablan de endogeneidad —adepresion endégena», por ejetn- plo— en maleiples casos en los que las experienciss traurndti- G28 infactiles —eteminiscencias»— tienen predominente imporcencia. lodudablemente, en todo «350, suele ser proble- mateo el disceenir hasta que puao cada uno de embos factores el pulsional o enddgeno, y ef ambiental o rraumécico— {eneran en la tleima eciologia de un dererrinado cuadro clinica. fy Adiferencia del estiemulo que viene del exterior (vom ausren Kommende Erregungen) Con esta nueva consideracién freudiana de la pulsién como estimulo que actia desde dentro del individvo y a partis de la propia biologta, Freud ha dado, efectivamente, el salto definitivo de le teorka del trauma ala seoria de la pulsidn, La frecuence conscaracién empirica en sus tratamientos de que no todas sus istéricas hablan sido reducizar en sw infancis, fe induce a pensar que la fuente de los conflictos psiquicos no debe buscarse funda- mencaimence fuera, en las circunstanclas exteriores realmente vivides por el paciente durante su nidez, sino en su propio manda fantasmético 0, lo que es lo mismo, en el fenémeno de la pulsién. Descubre, entonces, que no es tan imporcante la seduc- cién pasiva en tanto estimulo procedence del exterior, cuanto la seduccidn activamente provocadora del propio paciente en cuanto que su complicided en el trauma no es més que le indicecta expresién de su propia fantasia o deseo inconsciente de seduecin. ero escs radical diferencia entee amas clases de estimulos el endégeno 0 pulsional, ye! originariamente exdgeno 9 traumicico— no impide —como ya hemos visto— el que ea la conceptuslizaci6n freudiane los dos tipos de estimulos conver jan etiol6gicamence en la definitive extructucsci6a de le perso- nalidad edvlea, Por eso deciamos que, 2 pesar del descubrimiento freudiano de que sus neurdticos le engataban, Freud nunca renuncié defini- tivamente a la seoria del trazma, sino que més bien Ia relegé aun sar El concepto genetal de pulsién en la obra de Freud segundo plano complementario, sin negar por ello su definitiva imporcancia eciopatdgena. Es evidente, por otra parte, que el ambiente exterior puede impulsar 0 estimular un mayor desarrollo de las pulsiones agresi- vvas o sexuales. Reduciéndonos al tema de los contactos erdticos, resulta evidente que los actos preliminares provocan la intensifi- cacibn de pulsiba que alcanzara su méximo grado de acmé en el momento del orgasmo. Con ottas palabras, el ambiente es fun- damental para despertar la palsién y paca detecminat el grado de intensidad que la enisma adquiricé en ua momento dererminado. Si esas dedcciones son exacts, podeiamos dese ue lx educacon tradicional, en genet rligioss, en pact, fneentar destetear to cgo de eentaconess,uillzab, desde {lun de vist psicoanalio, el mejor medio para aminerac touo ipo de apetencs sin posble sala Evdentement, un tronie enecrado co ta caso diflimenceeeibe estos dh exerior que potencen su mundo pulsonal. Vése ete ‘spect, a ceebrepolemica Ge Freud coe Jang peop del Sei et caacalces eo ioe dal mci A.C il, 30A1). all Freud dtiende implicearente esta posib- Saa-de que sb ead bien tan poco etoizado externanente como loo del wesierto> luce al misimo ess econtiity genericiée de puston crbgena Por ello, cuando Freud se peegunta por el género de vida mas apropiado para viabilizar mediante la sublimacion la mayor con- tidad posible de pulsién, duda entre el artista y el cientifico 0 investigador. Sefiale que por su propia nacuralezs el arce ¢s capez de vehicular més enezgia por vie sublimatorie que la ciencia, pero sostiene, por otra parte, que el género de vida del cientifico 0 del investigador, es més adecuada pare que no se generen grandes intensidades de energia pulsional. El género de vida del investi- gador seria menos patégeno que el del artista, en el sentido de menos erotizado. Un investigador o un profesional liberal enca- siasmado con su trabajo o profesin a los que dedica intensas energfas, facilica ampliamence la via sublimaroria y, en todo caso, no favorece una excesiva erotizacién (cf. P: F-Villamarzo, 1982b, 1, 371-374). Desde el punto de visea elinizn y educative, podemes efec- tivamence defender la geen importancia del mundo interno 43

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