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Terapia de grupo vs.

Terapia
individual
Perls escribió en su libro “Esto es Gestalt” un apartado en el que habla sobre la terapia
grupal vs la terapia individual, ahí comenta que en algún momento pensó que la terapia
individual es más cara y que está obsoleta, así que dejó de dar terapia individual a sus
pacientes y se enfocó en terapia grupal.

Sim embargo, también menciona que esta integración resulta efectiva con un grupo solo si
se produce un real encuentro entre el terapeuta y el paciente individual dentro del grupo.

Para entender la efectividad de la terapia gestaltica en estos encuentros prolongados,


tenemos primero que considerar otro conflicto: la dicotomia existente en la psicología
actual, entre el enfoque experiencial y el enfoque conductista. Entonces podremos
entender cómo la terapia gestáltica integra ambas ramas de la psicología. Por lo general,
al conductista se le considera principalmente como un condicionador. Si él estuviera
dispuesto a disociarse de la actividad de condicionar podría llegar a ser un observador, un
descriptor de procesos en transcurso. Podría entonces aprender que el aprendizaje es
descubrimiento, que es cuestión de nuevas experiencias.

Por otro lado, tiene una ventaja sobre la mayoría de los psicólogos clínicos:

• Trabaja en el aquí y ahora.


• Se centra en la realidad
• Está más orientado hacia la observación
• Un compromiso total con el fenómeno del darse cuenta
• Conciencia, sensibilidad o darse cuenta

Freud asumió que la mera transposición de recuerdos inconscientes a conscientes sería


suficiente para lograr una cura. La psiquiatría existencial tiene un punto de vista similar que
es asimilar y poner a disposición del paciente todas aquellas partes de la personalidad que
han sido alienadas.

Lo que obstaculiza al terapeuta existencial es esto; si bien su foco es la experiencia, se aleja


fácilmente del aquí y ahora del conductista. O comienza a preocuparse, como Freud, del
pasado y de la causalidad.

La conducta real de ambos, terapeuta y paciente, es explicada y minimizada


denominándolas “transferencia” y “contratransferencia”.

El interés por la conducta observable se desarrolló tempranamente en psicoterapia:


• El hipnotizador no sólo quería aliviar al paciente de sus síntomas, sino también
cambiar hábitos indeseables por hábitos deseables.
• La escuela freudiana trazó un paralelo entre patrones de conducta y las tres zonas
erógenas reconocidas: oral, anal y genital.
• El interés de Reich en la formación del carácter estuvo centrado principalmente en la
conducta motora de la persona.
• Trató de tomar un atajo y, como muchos terapeutas, descuidó observar los detalles
de la voz y la conducta verbal.
La escuela gestáltica ha investigado muchos aspectos de nuestra conducta sensorial. Ya
que nuestro contacto con el mundo está basado en el darse cuenta sensorial,
especialmente ver, oír y tocar, estos medios de contactar con el objeto-externo juegan una
parte tan importante en la terapia gestáltica como lo hace el sistema propioceptivo interno
en el auto-darse-cuenta.

Ya que toda sensación toma lugar en el aquí y ahora, la terapia gestáltica está orientada al
“tiempo presente”, del mismo modo que el conductista.

Llamamos carácter a aquellas conductas manifiestas —motoras y verbales— que son


fácilmente observables y verificables. Llamamos mente al lugar donde se originan estas
conductas. Incluso nuestra conducta verbal secreta tiene un nombre; se la denomina
pensamiento o intelecto. Pero esto último es, en realidad, la fantasía o, como lo vio muy
bien Freud, el escenario imaginario en el que ensayamos los roles que queremos representar
en la vida real.

El intelecto puede ser comparado a una computadora. Sin embargo, es un pálido sustituto
de la vívida inmediatez del sentir y el vivenciar. El psicoanalista y el así llamado terapeuta
racional, al jugar juegos de interpretación y explicación, sólo refuerzan este dominio ilusorio
del intelecto e interfieren con las respuestas emocionales que se hallan en el centro de
nuestra personalidad. En el desierto emocional de los pacientes neuróticos, rara vez
encontramos otros sentimientos que no sean aburrimiento, autocompasión y depresión.

La teoría basica de la terapia gestáltica es que la maduración es un proceso de


crecimiento continuo en el que el apoyo ambiental se transforma en auto – apoyo. En un
desarrollo sano, el niño moviliza y aprende a usar sus propios recursos. Un equilibrio
adecuado entre apoyo y frustración lo capacita para llegar a ser independiente, libre para
utilizar su potencial innato.

El impasse existencial es una situación en que no hay apoyo ambiental próximo y el


paciente es o cree serlo, incapaz de enfrentarse por sí solo con la vida. De modo que hará
cualquier cosa con tal de agarrarse al statu quo – en vez de crecer y usar sus propios
poderes.

Ahora bien, en la situación de grupo ocurre algo que no resulta posible en la entrevista
privada. Para todo el grupo es obvio que la persona angustiada no ve lo obvio, no ve la
forma de salir del impasse. Frente a esta convicción colectiva del grupo, él no puede usar
su habitual conducta fóbica, consistente en renegar al terapeuta cuando no logra
manipularlo. De alguna manera la confianza en el grupo parece ser mayor que la
confianza en el terapeuta, a pesar de toda la así llamada confianza transferencial.

En el taller gestáltico, cualquiera que sienta el impulso puede trabajar con el terapeuta.
Temporalmente se desarrolla una diada entre el paciente y el terapeuta; pero el resto del
grupo está comprometido totalmente, aunque rara vez como participantes activos.
Principalmente actuan como una audiencia que es estimulada por el encuentro para
hacerse un poco de auto – terapia silenciosa.

Hay otras ventajas de trabajar en grupo, gran parte del desarrollo individual puede ser
facilitado haciendo experimentos colectivos, hablando jerigonza juntos, o haciendo
experimentos de retirada, o aprendiendo la importancia de la atmósfera, o mostrando a la
persona en el lugar mismo el modo como aburre colectivamente, hipnotiza o divierte al
ambiente. En la pena o en situaciones de similar carga emocional, ocurren frecuentemente
reacciones en cadena.

El grupo aprende pronto a entender la diferencia entre ayudar independientemente de la


buena intención que implique y el verdadero apoyo. Y al mismo tiempo, las observaciones
que hace el grupo de los juegos manipulativos del neurótico, de los roles que actúa con el
objeto de mantenerse en un estado infantil, facilitan su propio auto – reconocimiento.

Siempre es una experiencia profundamente conmovedora para el grupo y para el


terapeuta, ver como personas que hasta entonces han sido meros cadáveres robotizados
comienzan a volver a la vida, logran mayor sustancialidad, comienzan la danza del
abandono y la autorrealización.

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