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PATOLOG çAS DE D âFICIT NARCISISTA - RCW
PATOLOG çAS DE D âFICIT NARCISISTA - RCW
En las últimas décadas, las cuestiones referidas al narcisismo han despertado mayor interés
por la frecuencia en que esta problemática aparece en la clínica. Sin embargo, ya en 1922
Freud trató durante unos meses a una paciente con estas características. Esta paciente había
sido primeramente analizada por Jones entre 1916 y 1921 (quien la derivó a Freud). Se sabe
de este caso por la correspondencia entre Freud y Jones publicada por Paskauskas en 1993 y
citada por Kris (Kris, A. 1995). Freud le escribe a Jones y le dice que lo más importante en
este caso era su problema narcisista y que la causa de su continua insatisfacción se debía a
un conflicto entre el Yo y el Ideal del Yo. En esta correspondencia, Freud analiza también
cuestiones referidas al tratamiento de este tipo de pacientes y a la técnica más adecuada para
su tratamiento.
1 Libido en el Yo.
2 Green (1990) piensa que, si bien es cierto que encontramos menos neuróticos que en la época de Freud, esto
también puede deberse en parte, porque ha cambiado la escucha en los psicoanalistas, más sensible hoy a detectar
conflictos cargados de potencial arcaico.
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complejización3. Si bien se lo hace responsable del desconocimiento, la racionalización y de
toda defensa frente a los reclamos pulsionales, tiene otras funciones importantísimas: prueba
de realidad, control de la percepción, control de la motilidad, anticipación, memoria,
ordenamiento temporal de los procesos mentales, pensamiento racional, capacidad de
síntesis.
El Narcisismo, por lo tanto, es un eje que habrá que considerar en la clínica de cualquier
organización subjetiva, desde las neurosis clásicas a las psicosis más desorganizadas. Se
trata de una coordenada fundamental en la constitución subjetiva: Primero ser, para luego
tener. Las cuestiones del tener o no tener, ligadas a lo edípico, son secundarias a las del ser o
no ser4.
3 Freud plantea tres tiempos lógicos en la ontogénesis del Yo: Yo Realidad Inicial, Yo Placer Purificado y Yo
Realidad Definitivo (este último es el Yo oficial).
4 “La supervivencia psíquica ocupa un lugar más fundamental en el inconsciente que el complejo edípico” (Mc
Dougall, J., 1975).
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sí); los investimientos amorosos parentales probablemente faltaron en forma persistente –las
razones y las formas de esta falta son variadas- y esto se refleja en distintos modos de
desvalimiento psíquico, así como en la falta de amor propio (algunas veces, paradójicamente,
disfrazado de exceso de valoración).
b) Las fijaciones narcisistas tempranas (O1, O2, A1, no excluyentes), no han sido tan
intensas como para impedir el logro de las estructuras secundarias (YoRD, Syo-
Ideal del Yo) pero sí suficientes como para dificultar la posibilidad de resolución de
los conflictos con una transacción sintomática, a la manera de las Neurosis de
Transferencia.
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d) En cuanto al desarrollo de afectos, éstos también encontrarán correspondencia con
los puntos de fijación: pánico, terror (O1); depresión, desesperación (O2);
humillación, vergüenza (A1)5.
¿Cómo son?
En estos pacientes predominan la idealización yoica, que puede alternar con desvalorización
(propia, que proyectan en otros), autodenigración y desesperanza.
El exceso de presencia puede ser vivido como intrusión y el exceso de ausencia como
pérdida. Pueden oscilar entre vínculos adhesivo-fusionales en algunos casos, hasta
impermeabilidad e indiferencia en otros (éstos últimos se defienden frente al peligro fusional
preservando la distancia por miedo a perder sus propios límites; se muestran autosuficientes y
niegan cualquier dependencia –son los llamados esquizoides-). Otros, pueden establecer
vínculos con cierta autonomía.
Se alivian en transferencia. La presencia y la escucha del terapeuta les reporta una energía
extra exterior, que realmente necesitan -por cuestiones de déficit, sufren frecuentes pérdidas
de libido, a la manera de una hemorragia que desvitaliza-.
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Pueden ser muy exitosos y sentirse una nada. La imposibilidad de disfrutar es muy frecuente,
tanto como la vulnerabilidad narcisista. Por ejemplo:
G. comenzó el tratamiento a los 32 años, casado y con dos hijos pequeños, trabaja desde
adolescente en un ámbito en el que ha logrado ser hoy un empresario exitoso. En su
adolescencia estuvo internado por consumo de cocaína; hace años que no toma cocaína, sí
tomaba ácido, cada tanto, como práctica “recreativa” en alguna fiesta, hasta hace
aproximadamente un año; actualmente7, ese consumo casi ha desaparecido. Durante el
primer año de tratamiento, en una sesión posterior a un viaje a Centro América –había ido a
instalar una sucursal de su empresa-, dice que durante el viaje se enteró del comentario
negativo de un cliente acerca de una presentación –una cuestión que podía ser reparada
fácilmente- y agrega: “…No sé qué me pasó…de pronto estaba en el avión y sentí una
sensación de vacío espantosa… pensé que todo es una mentira, una fachada…que nada es
verdad…que no soy nada…desde entonces no puedo estar bien…”. En otra sesión, por la
misma época, trae un artículo del diario sobre el llamado “síndrome del impostor” y dice que
es así como se siente: “He logrado engañar a todos, yo no soy nada”. Un par de meses antes,
preocupado por no haber podido tomar algunas sesiones por otro viaje, había dicho cómo
piensa acerca del proceso terapéutico: “…tengo como un agujerito…es como un agujerito
negro…. si vengo… siento que se me achica…. me preocupa no venir… si no vengo, pienso
que puede volver a extenderse……”. Esto último parece metaforizar la dialéctica Eros-
Tánatos, complejizar-descomplejizar.8
La manera de resolver la vulnerabilidad narcisista es variable: Los otros pueden ser fuente de
gratificación narcisista u objeto de denigración y desprecio (como proyección de los propios
aspectos idealizados o denigrados, respectivamente).
7 Éste es el séptimo año de tratamiento, con una frecuencia de dos veces por semana (excepto cuando viaja).
8 Este paciente ha logrado una mayor estabilidad, los estados de angustias derbordantes han desaparecido y los de
ansiedad han disminuido sustancialmente; ya no necesita imperiosamente la confirmación del otro y muy a su pesar y con
una sonrisa, ha ido aceptando que es tan especial y único como cada uno de los seres del planeta (lo que suele ser motivo de
chistes cuando algo de esto aparece en sesión).
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corroborar que el otro existe y que está ahí; son un recurso para negar la ausencia y el
sentimiento de abandono.
Hay pacientes con buenos vínculos laborales, con despliegue de creatividad y otros, con un
quantum de rabia y voracidad tal, que son incapaces de tolerar frustraciones en su relación de
dependencia, lo que resuelven atacando el vínculo.
Hay modalidades más a la manera de la histeria, otros más obsesivos, fóbicos, paranoides,
etc. Se trata de fachadas: la apariencia no da cuenta de la complejidad del cuadro ni da
indicios del repertorio defensivo. Entonces, la discriminación diagnóstica es fundamental para
orientar el trabajo clínico.
En relación a la angustia.
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(Klein). Esta modalidad de la angustia, traumática (Freud), pone en evidencia la vivencia de
amenaza en el Yo.
Estas angustias más primitivas, están vinculadas al déficit en el proceso de ligadura. Son
angustias de tipo catastrófico e inundan al Yo, que no tiene el recurso de calcular y anticipar
dando la señal de alarma.
En el amplio espectro que categorizamos como Patologías del Narcisismo no psicóticas, hay
estatutos del Yo muy diferentes: Desde un Yo más cohesivo hasta un Yo más fragmentado
(en relación a la menor o mayor profundidad de los procesos de escisión).
Algunos autores como Kohut, llaman narcisistas a los primeros y borderline a los últimos.9
Estos pacientes hacen transferencias narcisistas10 (Kohut, 1971) y ése es un dato significativo
en el diagnóstico (éstas transferencias se determinan por la calidad del vínculo que se
establece). Como en las neurosis también puede haber alternancias de transferencias más
regresivas (narcisistas), para hacer un diagnóstico siempre atendemos a los predominios de
uno u otro modo de funcionamiento.
9 Para Kohut, los borderline son un subgrupo -más severo en general- de desórdenes narcisísticos o del self;
Kemberg, en cambio, considera que los narcisistas son un subgrupo -de mayor nivel- de desórdenes borderline de la
personalidad. La Cátedra coincide con la categorización de Kohut.
10 Las transferencias narcisistas pueden ser de tipo especular o de tipo idealizadora (en ambas el analista está en
lugar de self-objet): en la transferencia especular, el paciente pretende que el analista-como objeto reflejante especular-, le
confirme un lugar de grandiosidad exhibicionista; en la transferencia idealizadora, el paciente intenta fusionarse con el
analista idealizado –como imago parental idealizadora- al que se le atribuye la perfección, por lo que no puede tolerar ningún
fallo.
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En el caso de sujetos con un Yo con menor grado de cohesión, más fragmentado (borderline),
hay predominio de identificación proyectiva. La relación terapéutica en este caso, puede
suscitarle un peligro permanente de fragmentación, de desborde pulsional, o de amenaza
paranoide. Por ejemplo:
L., una paciente de 27 años, quien sufrió abusos sexuales reiterados en su primera infancia,
en el primer tiempo de tratamiento entraba y salía por períodos de lo que yo experimentaba
como “oleadas paranoides”:
A veces ella pensaba que yo “iba a lavarle el cerebro” –un ex novio-abusador le había dicho
que “los psicólogos le lavan el cerebro a la gente” y mientras tanto, era él quien lo hacía,
manipulándola para que participara en sesiones de sexo grupal, haciéndole creer que de esta
forma ella era especial para él-. En otras ocasiones pensaba que yo “podía estar engañándola
de alguna manera” -como muchos lo habían hecho-. Otras veces me acusaba diciendo que “lo
único que yo quería de ella era sacarle plata” –eso era lo que en verdad hacía su madre, que
la llamaba únicamente con ese motivo-.
Por momentos se creía astuta y mala; en otros, el sentimiento de indefensión era arrasador.
Disfrutaba al contarme cómo resolvía situaciones vinculares en el trabajo (podía ser
hábilmente manipuladora sin sentir culpa). En otros momentos, el fracaso de sus fantasías de
control omnipotente la dejaban en un estado de vulnerabilidad en el que el vacío y el dolor la
ponían al borde del suicidio.
Tardamos mucho tiempo en lograr estabilizar el encuadre; la confianza básica, no era algo
que L. hubiera experimentado realmente alguna vez y hubo que construirla e instalarla para
que el vínculo terapéutico pudiera ser operativo. Una y mil veces me puso a prueba y un par
de veces dejó el tratamiento porque no soportaba sentirse dependiente y necesitada. Se iba
sabiendo que podía volver. Finalmente pudimos armar un “lugar”, un espacio interno-externo,
transicional, lugar de encuentro donde pudo comenzar a encontrarse.
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Las transferencias especulares e idealizadoras son las formas típicas. En la transferencia, si
bien el paciente reconoce al analista como sujeto separado y con autonomía, le da valor en
relación a sus necesidades narcisistas (de regulación de autoestima, por ejemplo).
12 El buen Syo, es la instancia que prohíbe y posibilita; en este caso se trata de un Syo a pura prohibición, de raíces
caóticas.
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- Un Syo que obstaculiza los vínculos emocionales con un índice de abstracción
patológico (pacientes intelectual y/o culturalmente muy por encima de lo común, pero fríos,
lejanos, habitualmente se los confunde con neuróticos obsesivos).
- En el caso de los pacientes con mayor déficit, el Ideal del Yo como resultado de la
introyección y como instancia secundaria no aparece claramente y sí se observa cómo
constituyen por proyección -sobre un otro significativo-, figuras que recuerdan los objetos
parciales kleinianos: a veces un Objeto Ideal, otras, un Objeto Persecutorio.
Historicidad constitutiva.
Existe un amplio espectro en cuanto a las constituciones subjetivas que podrían incluirse en
esta categoría nosográfica. A mayores fallas empáticas en los vínculos primarios, se
corresponde: menor cohesión yoica o instauración del sí mismo y defensas más precarias.
Entonces, en líneas generales:
Los padres no han podido desempeñar adecuadamente su función (es probable que también
por carencia de auto-sostén).
Una madre muy alejada, ausente o, por el contrario, siempre presente, intrusiva, ha
imposibilitando el despliegue del espacio potencial, a través de los movimientos de ilusión-
desilusión.
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En algunos casos, quien ha cumplido la función materna, probablemente ella misma
narcisista, ha alternado períodos de indiferencia con otros de sobreprotección e invasión. En
ese caso, lo impredecible de las reacciones de la madre, ha imposibilitado el estado de
relajación necesario para el despliegue del gesto espontáneo, por ejemplo:
He visto en una supervisión el dibujo de una nena de cinco años que incluye un semáforo en
una escena entre ella y su madre, como modo de expresar la necesidad de que algo le
advierta “lo que se le viene”.
El bebé, ante las fallas en el vínculo primario, experimenta sentimientos de frustración (oral),
resentimiento, agresión. Al fallar la reverie materna, todo lo desarticulado y fragmentado de
sus experiencias más primarias, no le es devuelto en forma elaborada.
Un bebé necesita de una madre que pueda darle sostén (Winnicott). Este sostenimiento
implica múltiples cuestiones: que sea capaz de decodificar lo que él expresa con sus recursos
y de satisfacer sus necesidades en tiempos y formas tolerables para él; de ilusionarlo lo
suficiente para que pueda desplegar su capacidad de crear y desilusionarlo tan gradualmente
como para que pueda discriminar y discriminarse, ofreciéndole como espejo, el
reconocimiento de sí como ser único y distinto de ella.
Una mamá que sostiene puede ofrecer estímulos, así como también tranquilidad. En cambio,
si la madre se angustia excesivamente, la consecuencia es la fragilidad psíquica en el hijo.
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Las fallas de sostenimiento también se deben a los problemas con los ritmos de interacción: si
por ansiedad la mamá se apura excesivamente, promueve la omnipotencia simbiótica; si se
demora demasiado, el bebé queda arrasado por la desesperación.
A través de la mirada de ese otro que lo mira y que le habla, el infans se podrá reconocer en
un lugar y con un valor propio. Es la madre en su función de espejo. Si la madre está
atravesando un duelo, el repliegue en su dolor no le permitirá espejarlo, su mirada no lo
reflejará, o lo hará intermitentemente, con los consiguientes efectos de desinvestidura en el
psiquismo del bebé (complejo de la madre muerta, Green). Si la madre busca en el hijo su
propio reflejo, como confirmación de su propio narcisismo, se verá a sí misma y no lo verá. En
ambos casos, en ese reflejo el niño captará una imagen de sí frágil o inconsistente, donde la
integridad narcisista y la autoestima quedarán en serio déficit.
En síntesis: Las fallas graves en los vínculos primarios impiden el normal despliegue del juego
de ilusión-desilusión. Si no se pudieron favorecer los fenómenos transicionales, en lugar de
lenguaje, creatividad, simbolización, aparecerán las actuaciones, somatizaciones,
depresiones, sentimiento de vacío, estrés. En el caso de dos primeras, lo no procesado es
expulsado, por la imposibilidad de simbolización, a la manera de un beta bioniano: como
descarga en el acto o como descarga al soma (cuerpo orgánico, resultante de la escisión
psique-soma, por déficit de integración).
Las dificultades en “tener al otro”, lo impulsarán a una tendencia a “ser el otro” (mediante una
identificación adhesiva, especular, bidimensional), con dificultades en la discriminación.
Cuando niños, pueden tener dificultades para incluirse en un grupo y jugar con otros chicos y
tender a encerrarse en sí mismos. También pueden sentirse tristes, desatendidos. Para
algunos, estar solos puede resultar desesperante; en otros casos, la soledad resulta un
remedio para calmar la intensa angustia (angustias de intrusión-separación, Green).
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La construcción es el trabajo necesario frente a un psiquismo disociado, con partes
prehistóricas e históricas inconexas, mecanismos de transcripción psíquica con poco índice de
complejidad, traumas sin huellas psíquicas14, de los cuales sólo tenemos noticias por sus
efectos.
La transferencia es fuente de información: Si los sueños son la vía regia al inconsciente (en
las neurosis), la transferencia es la vía regia de acceso al mundo interno de estos pacientes.
(Sin que esto sea excluyente, es en las escenas que despliegan en transferencia donde mejor
se manifiesta la problemática narcisista).
El encuadre tendrá que ser ajustado en relación al caso y también al momento del tratamiento.
Es esperable que con el tiempo se vaya logrando un espacio de transicionalidad, que en los
casos más graves implica un trabajoso recorrido que habitualmente incluye puestas a prueba
y controles permanentes.
En esos casos, se tratará de procesos complejos donde necesitarán desarrollar por primera
vez una confianza básica, la que les permitirá soportar el apego y más tarde tolerar la
separación, en un recorrido que será nuevo para la vida de muchos de estos pacientes.
14 Podemos tomar los conceptos de marca y huella (E. Verón) y establecer una equivalencia: “¿Cuál es la diferencia
entre una marca y una huella? La marca tiene la vaguedad de la primeridad. La huella, en cambio, implica una relación
específica: es un índice.” (en “Fragmentos de un Tejido”).
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BIBLIOGRAFÍA.
Freud, S. Obras Completas. “De la historia de una neurosis infantil” (1918). Amorrortu
Editores. Buenos Aires, 1979.
Freud, S. Obras Completas. “El yo y el ello” (1923). Amorrortu Editores. Buenos Aires,
1979.
Freud, S. Obras Completas “Más allá del Principio del Placer” (1930). Amorrortu Editores.
Buenos Aires, 1979.
Green, A. “El trabajo de lo Negativo (La nueva clínica psicoanalítica y la teoría de Freud)”.
Amorrortu Editores, 1993.
Grotstein J., Solomon M., Lang J. y colaboradores. «El Paciente Borderline. Conceptos
emergentes en Diagnosis, Psicodinámica y Tratamiento» Volumen I. Editorial Catari.
Buenos Aires, 1992.
Käes, R. “El grupo y el sujeto del grupo. Elementos para una teoría psicoanalítica del
grupo”. Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1995.
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Kemberg, O. “Desórdenes fronterizos y narcisismo patológico”. Editorial Paidós, Buenos
Aires, 1993.
Lucioni, I. “Ética y derechos humanos entendidos como derechos del aparato psíquico: La
sociedad en el crepúsculo del Syo”. Artículo publicado en el periódico Página 12, Buenos
Aires, 2001.
Maldavsky, D. “La investigación psicoanalítica del lenguaje”. Lugar Editorial, Buenos Aires,
2004.
Perls, Fritz.
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