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Tesis 12principales Hitos Histórico-Teológicos Del Desarrollo Del Dogma Trinitario
Tesis 12principales Hitos Histórico-Teológicos Del Desarrollo Del Dogma Trinitario
I. ss. II y III: A finales del siglo II surgieron, como fruto de las escuelas de catequistas, las escuelas teológicas
de Alejandría y Antioquía. Cada una de ellas, de acuerdo a su propio método de trabajo, trataba de llevar a
cabo una exposición científica del dogma trinitario.
Las formulaciones iniciales sobre el misterio trinitario, utilizando como instrumento la filosofía griega
(principalmente neoplátonica), eran poco precisas y carentes de equilibrio: oscilaban entre las de aquellos que,
por resaltar la unidad de la Esencia divina, ponían en peligro la distinción real entre las Personas ; y las de los
que, por resaltar la distinción de las Personas, presentaban al Hijo y al Espíritu Santo como dioses de segunda
categoría -unidos al Padre por la operación, la energía, el amor,..., pero no dejando clara la unidad numérica
de la esencia.
Estas formulaciones dieron ocasión a los primeros brotes heréticos en ambas direcciones:
1. monarquismo modalista - Aquí la distinción entre las Personas no era real. Adquiere diversas formas:
a. sabelianismo - El Hijo y el Esp. Sto. son modos de manifestarse el Padre.
b. adopcionismo - El hijo es un hombre elevado a esa dignidad, un Hijo adoptivo.
c. dinámico - Cristo está dotado de una "dinamis" divina, es un hombre en el cual Dios actúa.
II. s. IV: la crisis arriana: Lo que hasta ese momento habían sido formulaciones menos precisas o herejías
limitadas, a principios del siglo IV tomó forma de una doctrina racionalista completa - la herejía arriana-, en la
cual se afirmaba que el Verbo divino era una criatura, con lo que se atentaba a la misma esencia del Misterio
Trinitario, y, como consecuencia, al sentido mismo de la salvación cristiana.
La respuesta del Magisterio no se hizo esperar: primero con la condena de Arrio por el obispo de su diócesis,
Alejandro de Alejandría; y más adelante (a. 325) por el primer Concilio Ecuménico - Nicea- en el cual se
declaró dogmáticamente la consubstancialidad del Padre y del Hijo (homousius). El "homousis tó Patrí"
niceno se refiere no solo a una identidad específica sino numérica en la esencia divina, o sea, un Dios Único .
No es que el Padre y el Hijo tengan una misma esencia sino que son una única esencia, entendiendo única en
sentido de unicidad, una sola esencia.
Sin embargo, por diversas circunstancias de orden político y terminológico, la crisis arriana no se calmó, dando
lugar a un largo período de divisiones y discusiones, durante el cual fueron, primeramente, S. Atanasio y, más
adelante, los Capadocios los que defendieron, y desarrollaron teológicamente, el misterio trinitario. Para estos
últimos, las hypostasis son como caracterizaciones de la única ousía divina que no la dividen pero que
establecen distinciones por las relaciones de origen, por el modo de existir. Así lo propio de la primera
hypostasis es la innascibilidad (no tener origen); de la segunda, nacer del Padre (ser engendrado); y de la
tercera, la procedencia.
Esta crisis finalizó con el Concilio de Constantinopla (a. 381), en el cual se confirma el homousius y se
afirma la divinidad del Espíritu Santo (que había sido negada por los arrianos posteriores). Este Concilio
recoge a Nicea y le añade algunos artículos pneumatológicos, por eso se conoce el Símbolo como niceno-
contantinopolitano. Pasa a ser la primera definición completa sobre el dogma trinitario.
Desde el punto de vista teológico, los Padre Capadocios, habían dado lugar a las siguientes exposiciones del
misterio que pasaron luego a la doctrina de la Iglesia:
- en Dios se daba la unidad de Esencia y la distinción de tres Personas;
- siendo la Esencia común a las tres Persona, éstas se distinguen entre sí en razón de las propiedades
personales, que tienen un cierto carácter relativo.
De esos tres apartados, los dos primeros son como la introducción al tercero, que es propiamente el objeto de
estudio.
Santo Tomás establece su inigualable construcción trinitaria partiendo del dato revelado en la Sagrada
Escritura y enseñado por el Magisterio de que hay procesiones en Dios: el Hijo procede del Padre y el Espíritu
Santo procede del Padre y del Hijo. Su sistema es un punto de llegada, en el que destacan por igual la
fidelidad a la doctrina de fe recibida y la agudeza intelectual para explicar sus contenidos. No parte a priori de
nociones filosóficas queriendo, a todo trance, aplicarlas a Dios, sino de la verdad misteriosa que El mismo
manifestó: que Dios no es una fuerza amorfa o un ser cósmico, sino un ser de naturaleza personal. Y más aún,
que en tal naturaleza personal son Tres las realidades personales. A este Misterio aplica su razón teológica.
Si comprendemos, por tanto, que Dios es personal, no podemos pensar que lo es como nosotros lo somos:
conocemos la realidad pero ignoramos qué sea Dios. Santo Tomás recurrirá entonces a la analogía para decir
algo de ƒl.
Si el dato revelado es que ad intra de Dios hay Tres Personas, no cabe analogía más apropiada que la de
nuestras operaciones inmanentes de conocimiento y amor, pues explica la posibilidad de las procesiones
reveladas, y da razón de los nombres relativos con los que la Tres Personas son designadas: Padre, Hijo y
Espíritu Santo.
Los nombres relativos y los orígenes que la Revelación atestigua, conducen la reflexión de STh a la existencia
en Dios de relaciones reales: relación, porque ésta siempre se da entre lo que procede de otro y aquel de
quien procede, y real porque sujeto y término están en el mismo orden del ser. Pero, ¿cómo fue a pasar su
reflexión a las relaciones divinas?
La fe recibida precisaba que la única distinción en Dios es la personal: un Dios y Tres Personas. Era preciso
encontrar el principio de distinción, algo que explicara que siendo Dios el Padre y siendo Dios el Hijo, y en todo
iguales, se distinguen mutuamente.
La única distinción revelada es la de los orígenes, que indican diferencia personal, porque nadie procede de sí
mismo. Pero los orígenes, ¿qué nos dicen? Que el Hijo es distinto del Padre en la filiación y que el Esp. Sto. es
distinto del Padre y del Hijo en su procesión. Hasta aquí se podía llegar fácilmente a partir de los datos
revelados, pero a partir de ahora comenzará a verse la capacidad teológica de STh. Si lo único distinto en Dios
son las Personas, y solo cabe distinción por los orígenes, será preciso determinar cómo llegar de la distinción
de filiación a la Persona del Hijo. Pero además, para que ese paso sea aceptable desde la fe, debe a la vez
salvaguardar la unidad numérica de esencia.
Aquí es donde entran en juego las relaciones. ¿Qué es la filiación? Hemos visto que es la procedencia del Hijo
que por sí misma implica distinción y, por tanto, oposición en ese aspecto. Y a la vez, analógicamente a lo que
observamos en las criaturas, la filiación es relación del Hijo al Padre. Luego distinguirse en la filiación es
idéntico a distinguirse en la relación, según nuestro modo análogo de entender. El problema se traslada a
buscar el paso de la relación que distingue a la Persona distinta, procurando así ofrecer una aproximación
racional al dato revelado.
No era un problema pequeño, porque lo que llamamos relación en las criaturas es un accidente. Según esto la
filiación sería un accidente en el Hijo, incluiría un esse accidental en ƒl, y la distinción se haría en Dios
accidentalmente. Como esto no es posible, tampoco sería posible hablar de Tres Personas. El paso de las
relaciones a las Personas estaría impedido para nuestra razón. Se imponía establecer con precisión los límites
de la analogía y determinar el modo de significar en Dios la categoría de relación. ƒsta no podría ser nada
accidental por estar excluida en Dios cualquier composición y no haber en ƒl nada potencial.
Ahora si quitamos en las relaciones su condición puramente accidental, su condición de inherir, su esse in,
¿cómo es posible seguir hablando de relación? Hay que admitir con el Aquinate que ese esse in debe
permanecer pero no haciendo inherir a la relación en la esencia sino identificándola con ella, lo cual solo es
concebible metafísicamente si el esse de la relación es el esse divino. Así la relación resulta ser en Dios su
propia esencia: relación subsistente.
Pero según esto, ¿qué diferencia hay entre relación de filiación y relación de paternidad? Serían, por lo visto, la
misma relación subsistente, en contra de lo único cierto y exacto que sabemos por Revelación: que siendo
distintos el Padre y el Hijo han de ser distintas también las relaciones. Será preciso analizar de nuevo el
concepto de relación, para descubrir una característica exclusiva de ella. Según su pura ratio relationis no dice
algo que está en el sujeto, sino la referencia del sujeto a otro: no dice aliquid sino más bien ad aliquid. Es decir,
goza de un tipo de realidad (esse ad) exclusivo de ella, que aunque sea de la más débil entidad por no indicar
nada absoluto sino tan solo referencia, no por ello deja de ser real. Las relaciones subsistentes, que son la
misma esencia, dicen a la vez, en cuanto relaciones, mutua referencia real y por tanto distinción.
Así pues basado en que lo que llamamos persona viene definido por la subsistencia, la individualidad o
distinción, y la naturaleza racional, persona se dice que es un "subsistente distinto en una naturaleza racional".
Ahora, para aplicar esta definición a Dios habrá que buscar qué es lo distinto en Dios. STh dirá que lo que
distingue en Dios es la relación (relación que en Dios es subsistente, como ya vimos); pero lo que distingue es
igual a lo distinto: la paternidad es el Padre, al no distinguirse en Dios nada de su esencia. La relación resulta
ser no solo raíz de distinción sino también lo distinto, o lo que es lo mismo: la Persona divina. La Persona es la
misma relación subsistente.
Dicho de otra manera: siendo la paternidad lo que distingue al Padre y a la vez lo distinto, es decir el mismo
Padre, a esa relación le podemos llamar Persona (o al Padre le podemos nombrar como Persona), en cuanto
que el Padre y Dios son lo mismo: eso es lo que quiere decir que a la relación le compete el nombre de
Persona en Dios "per modum substantiae".
La tradición latina del Credo confiesa que el Espíritu "procede del Padre y del
Hijo (filioque). El Conc. de Florencia, en el 1438, explicita: "El Esp. Sto. tiene su
esencia y su ser a la vez del Padre y del Hijo, y procede eternamente tanto del
Uno como del Otro como de un solo Principio y por una sola espiración... Y
porque todo lo que pertenece al Padre, el Padre lo dio a su Hijo Unico, al
engendrarlo, a excepción de su ser de Padre, esta procesión misma del Esp.
Sto. a partir del Hijo, éste la tiene eternamente del Padre que lo engendró
eternamente".