“Año del Fortalecimiento de la Soberanía Nacional”
SUMILLA : INTERPONGO RECURSO DE
APELACIÓN A RESOLUCIÓN JEFATURAL Nº 000406-2022-JN/ONPE.
SEÑORES DE LA OFICINA NACIONAL DE PROCESOS ELECTORALES -
ONPE
WILLIAM SOLANO POMA, identificado con DNI
N° 20064265, con domicilio en la Av. General Córdova S/N barrio Santa Rosa, distrito de Huancán, provincia de Huancayo, departamento de Junín, correo electrónico: williamsolano0202@gmail.com, con número de celular y WhatsApp 922631163; a Ud., respetuosamente, digo:
Que, habiendo recepcionado la Carta Nº 000696-
2022-JN/ONPE de fecha 02-02-2022, en la cual se adjunta la Resolución Jefatural Nº 000406-2022-JN/ONPE de fecha 01-02-2022 y que la amparo del Art. IV del Título Preliminar, del Art. 29º, 207º, 208º lidad de Interponer RECURSO DE APELACIÓN contra la resolución citada, en merito a las siguientes consideraciones:
Que, la Resolución Jefatural Nº 000406-2022-
JN/ONPE de fecha 01-02-2022 me causa agravio al manifestar que: “(…) y respecto a la falta de culpabilidad alegada, no solo es que se presuma sin aceptar prueba en contrario que la ley es conocida por todos, sino también, en el caso en concreto, se advirtió que, al haberse constituido el administrado en candidato, resulta exigible que, como mínimo, se informe sobre sus derechos y obligaciones. Por tanto, si este alude su desconocimiento de la ley, se trata de un supuesto de negligencia de su parte lo que le impidió cumplir con su obligación legal. Se corrobora así que existe culpabilidad en su persona;”; sin tener en cuenta lo ya manifestado por el recurrente; como es el hecho de que dentro de la organización política CAMINEMOS JUNTOS POR JUNÍN contábamos con un representante legal (Jesús Arturo Zapata Escobar) quien se encargaba de todas las acciones legales y administrativas, tales como: la inscripción de candidatos, levantar observaciones, llevar las cuentas de la organización política, tener la información financiera actualizada de las bases distritales, entre otras; es así que los documentos con lo que supuestamente se acredita que se ha notificado a mi persona, han sido dirigidos a otras personas distintas al recurrente, tal es así:
La carta N° 288-2018-ORC HYO-GOECOR/ONPE de fecha 21-
08-2018, fue dirigida al señor Jesús Arturo Zapata Escobar, y fue recepcionada por la señora Erika Pérez Estrada.
La carta N° 310-2018-ORC HYO-GOECOR/ONPE de fecha 21-
08-2018, fue dirigida al señor Dimas Rudy Aliaga Castro, y fue recepcionada por la señora Erika Pérez Estrada.
La carta N° 000007-2019-ORCHYO-GOECOR/ONPE de fecha
10-01-2019, fue dirigida al señor Dimas Rudy Aliaga Castro, y fue recepcionada por el señor Silvino Aliaga.
La carta N° 000016-2019-ORCHYO-GOECOR/ONPE de fecha
10-01-2019, fue dirigida al señor Jesús Arturo Zapata Escobar, y fue recepcionada por el señor Silvino Aliaga.
Las notas de prensa publicadas el 04, 17 y 18 de enero del 2019
en la página web de la ONPE, mas no han sido notificado a los correos electrónicos, Celulares y/o WhatsApp de mi persona, por lo que no existe certeza de que dichas notas de prensas hayan sido de conocimiento del recurrente. Que, si bien es cierto la Resolución Jefatural N° 000320-2018-JN/ONPE ha sido publicada en el diario Oficial El Peruano, debemos de ser realista al señalar que el 95% de peruanos no tenemos acceso a este diario, por lo que tampoco existe certeza de que dicha resolución haya sido de conocimiento del recurrente.
Recién con la notificación de la Carta N°
000511-2020-GSFP/ONPE de fecha 15-10-2020 mi persona toma conocimiento de este hecho, y de manera inmediata he cumplido con presentar el Formato 7 y Formato 8 debidamente rellenados y firmados mediante escrito de fecha 02- 11-2020 con Expediente N° 18363 en la ORC - Huancayo. Es decir que he susbanado de manera inmediata mi omisión.
Que, de acuerdo a lo expuesto, se tiene que el
administrado no ha tenido conocimiento indubitablemente de que, se debía de rendir cuentas de los ingresos y gastos de campaña electoral; teniendo presente además que hay dos supuestos en los cuales la existencia de una responsabilidad subjetiva ha sido puesta en tela de juicio. El primero es el caso de las infracciones de mera inobservancia y el segundo es el caso de la responsabilidad de las personas jurídicas. En relación al primer punto, algunos ordenamientos (como sucedía en el derecho el español) reconocen algunas infracciones de mera inobservancia, las cuales se configurarían con el mero desconocimiento de una norma, que generalmente impone una obligación de carácter formal. Se trata de infracciones en las cuales no se exige un resultado, sino que la mera conducta ya es suficiente para que se configure el supuesto infractor. Normalmente, se entiende que en estos casos únicamente es exigible una "culpa levísima" o que el mero desconocimiento de la norma ya presupone la actuación negligente. Así, se deduce que en estos casos el deber de cuidado se ha positivizado, de modo que el incumplimiento de la norma constituye una conducta negligente. No obstante, es preciso reconocer que en estos casos los límites entre la responsabilidad por culpa y la responsabilidad objetiva se desvanecen notablemente debido al elevadísimo estándar de diligencia exigido, en virtud del cual no solo se invierte la carga de la prueba (porque la mera realización de la conducta imputable constituye una prueba de cargo que debe ser rebatida por el administrado), sino que resulta muy difícil acreditar el actuar diligente, que requiere la existencia de un eximente de responsabilidad. Sin embargo, la admisión de eximentes como el error, incluso en estos casos, permite entender que únicamente es posible sancionar por un comportamiento negligente. Por tanto, si bien podría mantenerse que incluso en estos casos debe respetarse el principio de culpabilidad, es preciso reconocer que estamos ante una de sus aplicaciones más complejas y matizadas, que cuando menos lo aproximan notablemente a la responsabilidad objetiva. En consecuencia, resulta esencial limitar los supuestos en donde podrían tipificarse este tipo de infracciones, las cuales deberían quedar limitadas a ciertas infracciones formales, en las cuales se persiguen infracciones de peligro estadístico; es decir, que se protegen bienes jurídicos colectivos que podrían verse afectados si determinada conducta es repetida por todos o una considerable cantidad de administrados. En consecuencia, no tendría sentido pretender aplicar estas reglas en los casos en donde no se cumple este requisito, como sucede, por ejemplo, en las infracciones consistentes en la presentación de información falsa, inexacta o se ha omitido presentarla, en las cuales la infracción se persigue porque en sí misma ha generado un daño o es susceptible de generarlo.
Del mismo modo en la resolución materia de
apelación debió tenerse en cuenta que, si bien históricamente se ha defendido la posibilidad de imponer sanciones de modo objetivo, lo cierto es que el progresivo acercamiento del derecho administrativo sancionador a los principios y garantías del ius puniendi único del Estado han ocasionado que este principio goce de pleno reconocimiento, a nivel doctrinal y jurisprudencial, aunque nuestra LPAG introduce una modulación, la cual puede resultar de discutible constitucionalidad. En este sentido, la prohibición de una responsabilidad objetiva ha sido puesta de manifiesto por diversas sentencias del Tribunal Constitucional, dentro de las cuales cabe citar especialmente la Sentencia del 3 de septiembre de 2010, recaída en el Expediente 1873-2009-PA/TC, en la cual expresamente se indica que el principio de culpabilidad implica la exclusión de cualquier responsabilidad objetiva. Cuando la Administración ejerce una potestad sancionadora, impone un castigo, lo que solo se justifica cuando el sujeto pudo haber actuado de otro modo, haciéndose por tanto merecedor a un juicio de reproche, sin el cual una sanción no tiene sentido alguno. A diferencia de la responsabilidad civil, que únicamente busca establecer quién debe asumir el daño y no conlleva un castigo, la responsabilidad en materia punitiva implica imponer una medida con un fin aflictivo, la cual tiene que estar correctamente justificada y exige cuando menos un comportamiento negligente por parte del autor. A diferencia del derecho penal, donde la regla general es que resulta exigible el dolo para poder sancionar, en derecho administrativo resulta suficiente la culpa, pero en todo caso esta resultaría indispensable. Esta exigencia de un actuar negligente constituye un elemento del tipo infractor, que no sería otro que la tipicidad subjetiva o el juicio de reproche objetivo, en tanto está dirigido a la conducta y no al autor (que sería más bien el juicio de reproche subjetivo, al que nos referimos más adelante).
Así también, al momento de determinar la
sanción a imponerse, debió de utilizarse el Principio de Razonabilidad recogido en el numeral 1.4 del artículo IV del Título Preliminar de la Ley del Procedimiento Administrativo General, que establece que las decisiones de la autoridad administrativa cuando califiquen infracciones o impongan sanciones, deben adaptarse dentro de la facultad atribuida y manteniendo la debida proporción entre los medios a emplear y los fines públicos que deba tutelar. Ello implica que la autoridad administrativa al imponer una sanción debe asegurarse de ponderar la existencia de todos y cada uno de los elementos de valoración explícitamente previstos en la normativa, debiendo evitar los dos extremos agravantes al principio de proporcionalidad: la infra punición y el exceso de punición; esto último lo cual se produce cuando frente a un imputado que ha incurrido en falta administrativa se impone una medida aflictiva carente de adecuada proporcionalidad con el nivel de reproche que objetivamente amerita la conducta incurrida. Dicho de otro modo, la autoridad administrativa debe evitar que la sanción, sea por su gravedad substancial o por su monto económico, resulte excesiva o desproporcionada por no existir correspondencia entre esa gravedad o el monto de dicha sanción y los hechos que concretan la conducta sancionada.
Por tales motivos, considerando los
antecedentes y actuación del señor William Solano Poma, además que este NO HA GENERADO ALGÚN TIPO DE PERJUICIO GRAVE O AFECTACIÓN A LOS INTERESES DEL ESTADO, POR LO QUE NO SE LE DEBÍO IMPONER SANCIÓN ALGUNA. Es por estas razones señores de la Oficina Nacional de Procesos Electorales - ONPE, solicito se declare fundado mi recurso de apelación en todos sus extremos;
POR LO EXPUESTO: Señores de la Oficina Nacional de Procesos Electorales se sirva dar cumplimiento conforme peticiono. Es Justicia.