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Hasta principios del s. x1x era habitual denominar el arte occi- dental de los siglos que precedie- ron al Gotico como pregético, ale- m4n antiguo o incluso, a vec bizantino y neogriego. La expre- sién «romdnico» aparece por pri- mera vez hacia 1820 en la biblio- grafia cientifica francesa sobre arte y en relacién con la arquitectura de esta época, que penetraba en- tonces lentamente en la conciencia histérica. En funciédn de la correc- ta observacién de que algunos de sus rasgos caracteristicos (por ejem- plo, arcos de medio punto y co- lumnas) han de remitirse a la ar- quitectura romana, se acufid el concepto estilistico de «arquitec- tura romdnica» (derivado del tér- mino «lenguas romdnicas», usual ya en la historia de Ja lengua), que se difundié répidamente y se ex- tendiéd también a otros dominios artisticos. Actualmente, este térmi- no ha experimentado ‘una restric. ciédn cronoldgica, pues ya no se aplica a toda la primera fase del arte occidental, cuyo comienzo coincide con el’ auge del Imperio carolingio y cuyo final esté sefa- lado por el advenimiento del Gé- tico. A pesar de que existe una unidad histérica y artistica en toda esta época, el arte romdnico propia- mente dicho, y como fenémeno general de Europa, no se sittia sino a partir del afio 1050. El Roménico constituye un nue- vo comienzo del arte occidental. Retine las distintas tendencias de Ja temprana Edad Media y encuen- tra, a partir de una fuerza inter- na, un lenguaje propio y penetran- Arte. Roménico Pag. 222 7 te en todos los dominios. Sin em- bargo, su estilo es atin multiforme, conglomerado de numerosos com- ponentes regionales, y refleja de este modo la desmembracién poli tica de los paises, que a partir de ahora comenzardn a marchar lenta- mente hacia la unificacién. Atin le falta a la iglesia romdnica la fuerza normativa de las catedrales géticas, que confiere al arte europeo una impronta supranacional. Sus rasgos externos, al igual que los de la escultura y la pintura, no pertene- cen a un tipo bdsico jeneral y de cardcter normativo. Mientras que las formas de estilos posteriores —Gé6tico, Renacimiento, Barroco— se desarrollan en los limites de una regién e incluso en un lugar de- terminado (I’Ile de France, Floren- cia, Roma), los rasgos caracterfsti- cos del Romanico sdélo se deducen de la visién de conjunto de sus diversas manifestaciones locales. Para comprenderlas se ha de exa- minar las fuerzas impulsoras que las produjeron, pues ninguna época como la romdnica esté tan visible- mente condicionada por las ideas sobrenaturales de una piedad pro- fundamente creyente. En la época de los grandes movimientos de re- formas monacales, de las_grandes peregrinaciones y de las Cruzadas, todo el Occidente participa de una nueva y casi apasionada actividad religiosa, en la que intervienen to- das las capas y estamentos sociales. Es muy posible que la Iglesia y los principes seculares estuvieran cada vez mds condicionados por las ideas politicas y la ambicién de poder —la lucha entre el papa y el empera- dor a partir de mediados del si- glo x1 es un elocuente testimonio de ello—, pero esto apenas modi- fica la gran tarea del arte romé- nico: el edificio sagrado no ha de ser Gnicamente lugar de reunion del clero y la comunidad, sino que debe transmitir el contenido del mensaje cristiano de la Salvacién y presentar, como totalidad obje- tiva y visible a los ojos del cre- yente, la imagen de la «Jerusa- Jén_ celeste», el simbolo del reino de Dios. En'la construccién de este edificio participan todos los géne- ros artisticos, pero el puesto prin- cipal lo ocupa la arquitectura, a cuyo servicio se subordinan ’to- das las otras artes. Siguiendo el enérgico deseo de afirmacién de la iglesia, la arquitectura pone aho- ra el acento en Ja estuctura_ex- terna, que en el arte paleocristiano eta considerada generalmente como caparazén 0 envoltura exterior, exenta de adornos. Asi surgen, como compendio de los trabajos preliminares de la alta Edad Media, edificios de miembros multiples co- ronados por torres, cuyas enormes voltimenes de piedra se yerguen muy por encima de las pequefias construcciones profanas, realizadas generalmente en madera. La escultu- ra figurativa, que hasta ahora sdlo habia desempefiado un papel en la artesania y aisladamente también en frisos y capiteles, ocupa su pues- to al lado de la pintura e incluso pa- rece relegar algo la importancia de ésta. Las dimensiones de las figu- ras alcanzan el tamafio natural, el circulo temdtico se extiende nota- blemente y se integra finalmente en Ja visi6n total de las concep- ciones sobrenaturales del medioevo. El tema primordial en la imagine. ria, que gira en torno a la Reden- cidén del hombre, Jo constituye ahora con mayor frecuencia el Juicio Fi- nal. Junto a los seres divinos y 7. ROMANICO 223 los santos, el mundo de figuras comprende también hombres y an males y, finalmente, una abigarra- da multitud de demonios. Estas reproducciones del Mal no sdlo deben sefialar al creyente el poder del diablo, sino también proteger al santo édificio, por una magia exorcizante, del ataque de los po- deres malignos. Aun cuando el con. tenido simbdlico, equivoco y ambi- guo de estas imagenes sdlo se pue- de comprender mediante una labor de estudio e investigacién, su mis- ma apariencia formal presupone la comprensién intuitiva del observa- dor de hoy. El expresionismo ale mén contempordneo, llamado asi porque subraya la expresividad sub- jetiva, es justamente el movimiento que nos ha abierto los ojos ante la fuerza comunicativa de estas imd- genes romanicas. Si prescindimos de sus fases tardias, en las que se per- filan ya las tendencias que nos van a llevar al Gético, no podemos —ni debemos, si queremos comprender- las— medir estas figuras con esca- las terrenas. El poder trascendente de la abstraccidn estd detrdés de cada representacién figurativa. Hacia el afio 1000 se pueden de- tectar ya los primeros puntos de arranque del arte romdnico frente a las diversas tendencias del arte medieval temprano. La arquitectura experimenta en esta época un em- puje incomparable con épocas an- teriores e incluso posteriores. Las principales fuerzas impulsoras son los movimientos de las dérdenes religiosas, sobre todo la influyente orden reformada de los cluniacen- ses, radicada en Borgofa. A este res- pecto dice el monje cluniacense Raoul Glaber en su Crénica del afio 1003: «Una auténtica emulacién impulsaba a cada comunidad cris- tiana a tener una iglesia mds sun- tuosa que la de sus vecinos. Se hubiera dicho que el mundo se 224 Vv. ROMANICO renovaba, desechaba lo viejo, y se revestia de una brillante vestidura de iglesias.» Las formas arquitec- tonicas del Romdnico temprano se manifiestan con mayor pureza en Francia y Alemania. En estos pai- ses surgen hacia el afio 1050 edi- ficios que no sdélo se caracterizan por sus dimensiones monumentales, sus plantas calouladas y la limpia silleria de sus muros, sino también por su aspecto general macizo y severo. Se basa éste tanto en la clara coordinacién de los distintos cuerpos entre si como en da mesu- rada articulacién de las superfi cies. En el interior, junto al ali- geramiento de los voltimenes mu- rales por medio de triforios y ga- lerfas, se emprende principalmente el abovedamiento de todo el re- cinto. También contribuyé a supe- rar este problema técnico el hecho de que la béveda ofreciera una ima- gen simbélica de la «Jerusalén ce- leste», cosa que no ocurria con el techo_plano hasta entonces habi- tual. Frente a la importancia histd- rico-evolutiva de Francia y Alema- nia, los dos paises que se conside- ran cuna del Romdnico, las restan- tes regiones europeas quedan rele- gadas, hecho que se explica en gran medida por la situacion politica. Es- pafia, aun con extensas regiones bajo el dominio de los d4rabes, se sitia en una posicién intermedia entre Oriente y Occidente. En el norte de la peninsula se aprecian claras semejanzas con el sudoeste francés, con el que atin no esta- ba ligada en una unidad cultu- ral. El arte de Inglaterra se in- tegra desde la conquista normanda (1066) en la evolucién occiden- tal, pero no se ha de olvidar la prolongada dependencia_ esti- listica respecto de Normandfa. Ita- lia, en el enfrentamiento con las influencias de la Antigiiedad clasi- ca grecorromana primero y del arte bizantino después, y en el sur con las del arte normando y arabe, con. sigue crear formas muy propias y originales, vatiadas y multiformes que en algunos aspectos nos pare. cen atrasadas y algo retardatarias pero que en otros constituyen un claro anuncio del Renacimiento, Tras haberse desarrollado hacia el 1100, en todas las regiones de Europa, tipos locales de construc. ciones, cuya distribucién de espa. cios estaba ya agotada, se inicia una segunda fase del Roménico que atiende sobre todo al above. damiento y a la diferenciacién plas. tica del cuerpo arquitecténico. Los gtuesos voliimenes de los muros se dividen en estratos y en el inte. rior se ahuecan cada vez mds por galerias, corredores y triforios. En todos los vanos del exterior, en las ventanas pérticos y fachadas, se asientan formas ornamentales que parecen brotar de la sustancia misma del muro. Ahora comienza la época de la escultura mayor, que se desarrolla en Francia, norte de Espafia y norte de Italia, en vinculacién directa con la arquitec- tura, mientras que en Alemania aparecen principalmente imagenes exentas. Esta segunda fase del Ro madnico temprano produce unas representaciones abstractas y sim- bélicas en Jas que Jas figuras estén encerradas en bloques, o son pura- mente estdticas, con unos miem- bros enormemente delgados. Desde mediados del s. xm se pone en marcha en todos los do- minios del arte romdnico un cam- bio estilfstico radical: en la arqui- tectura se manifiesta neta y_visi- blemente en los primeros edificios que nos introducen ya en el Gé- tico. Surgen principalmente en Ve de France, que pasa ahora también, politica y lingiifsticamen- te, a primer término, y donde, por consiguiente, se resumen todas las a demds tendencias de la aquitec- tura romdnica francesa. Los res- tantes paises europeos, entre tanto, quedan arin sometidos a la cons. truccién maciza tipicamente romé- nica, que entra en una fase tardia de rasgos principalmente decora- tivos. Después de que Ja hierdtica tigidez del primer perfodo se ate- nua ya en el Romdnico temprano con motivos ornamentales, se per- cibe ahora una preferencia por la apariencia rica, a veces casi sun- tuosa. Las fuerzas impulsoras que acttian tras estas transformaciones se conjugan en las representaciones figurativas, que reflejan ahora fre- cuentemente el intento de reducir el profundo abismo entre lo terre- nal y lo ultraterreno por medio de una reproduccién del hombre, orien- tada mds bien hacia modelos t trenales. Esta nueva imagen del hombre tiene su origen en el feuda- Jismo, que desde la época de las Cruzadas también pasa politicamen- te a un primer plano. El «caba- Hero cristiano» se convierte en la esencia, en la imagen ideal de la actitud espiritual de Occidente, que aparece incluso representada en la iconografia cristiana. En esta brus- ca transformacién se anuncia ya el espiritu del arte Gético, cuyas ma- nifestaciones dan testimonio de la diferente actitud del hombre ante los diversos problemas del mundo y de la religion. RC él tes [248 zada dent nera grup total can quit Clar: del ment ala emy reas pillar

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