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eS ANGELES GALINO HISTORIA DE LA EDUCACION EDADES ANTIGUA Y MEDIA SEGUNDA. EDICION i EDITORIAL GREDOS, S. A. eC TITEREDOD OPED SEGUNDA PARTE LA EDUCACION EN EL MUNDO CLASICO 1 De LA RUEACHOS 8 Captroto VI HOMERO, EDUCADOR DE GRECIA Introduccién. La actividad educadora en los griegos tiene sus orfgenes en Ja més rudimentaria cultura de su época arcaica, Dentro de ta oscuridad que envuelve los afios de la Grecia heroica, ha sido posible calar ten el espiritu de aquellos pueblos por el testimonio de los poemas homéricos, qos més antiguos documentos que nos ha legado la historia de la educacion fareaica, La Iliada y la Odisea recogen un pasado histérico.de un milenio apro- simadamente, En ellos, la vieja tradicién legendaria se brinda, embellecida por Ja capacidad creadora del poeta, admirable en su ingenuidad primitiva, saz0- nada de madura experiencia, Gracias a ellos se ha podido descubrir y sor prender, casi hasta la intimidad, aquella comunidad cortesano-aristocrética el mundo griego primitivo. En un principio la educacién es tinicamente patrimonio de los nobles, que representan Ia clase directora en el poder politico y la depositaria de 1a Gattura, en tanto que la masa popular, con la que la aristocracia caballeresca mantiene una relacién que podrfamos llamar patriarcal, est desprovista de todo derecho, La vida de ocio clegante, libre de cuidados serviles, permite a Jos jévenes aristécratas recibir una esmerada formacién que les haga aptos para Ja guerra y para conducir a los dems, Se dibuja asf, en la sociedad ho- nérica, una educacién de tipo enteramente caballeresco. El ideal de perfeccién La pedagogia arcaica busca la realizacién de un ‘en la educacién arcaica, determinado ideal de perfeccién humana, al que solamente podra elevarse el noble con una con: veniente formacién integral yy los héroes, que en ellos aparecen jombres, puede darnos idea del modelo perfecto que se trata de imitar. Sobresalir, ser superior a todos, 18 La educacién en el mundo cldsico deslumbrar, hacerse acreedor de honor universal perpetuado, es la mayor as- piracién del caballero. Nada més noble, nada més digno de estima. Recuérden- se a este propésito, en la escena de Glauco, las frases que escapan de su boca al enfrentarse con Diémedes en 1a batalla: «A m{ me engendré Hipécolo —de éte, pues, soy hijo— y envidme a Troya, recomendandome muy mucho que descollara y sobresaliera entre todos y no deshonrase el linaje de mis anteps- ssados, que fueron los hombres més valientes de Efira y 1a extensa Licea»!. Y Peleo hace esta misma recomendacién a su hijo Aquiles al partir para la guerra; «Que descollara siempre y sobresaliese siempre entre 10s demés»?, El mis alto destino del héroe se cifra en la consecucién de wna gloria te- rrena desbordante, porque In sociedad aristécrata no espera nada de la vida de ultratumba, Los Campos Eliseos no representan para ellos paraiso alguno, son simplemente una manera de denominar las negras sombras comunes de lo incierto, de lo inseguro, de lo que no deja de ser muerte, destruccién, aniqui- Jamiento, nada... La voz de Aquiles —héroe que encarna por excelencia el ideal de perfeccién a que aspira el caballero— se levanta desde el Hades para dirigirse a Ulises en un tono de desdén: «No intentes consolarme de la muer- te, esclarecido Ulises: preferiria ser labrador y servir a otro, a un hombre Indigente que tuviera poco caudal para mantenerse, a reinar sobre todos los muertos» 3. Se explica asi que a los nobles les anime un insaciable deseo de vivir, y que la‘existencia sea para cllos fuente de alegria rebosante, como hace notar Aquiles al hablar as{: «Nada hay para mi que valga tanto como la vida, ni siquiera las riquezas... Los bueyes y los cebados corderos pueden apresarse, los trébedes y los caballos de doradas crines pueden adquirirse, pero Ja vida de un hombre no se vuelve a recobrar; nunca més se puede asir desde el dia que ha traspasado el cerco de sus dientes»‘ Pero el héroe, que est dispuesto a sacrificarlo todo por el honor, por el renombre, por la fama que hace a los dioses inmortales, esta presto también hasta a sacrificar la misma vida, tan valorada, y amada con tanta pasién, cuando morir es digno de gloria por- que se pone en juego y a prueba el mas alto grado de herofsmo. Aquiles debe vengar a Patroclo, aunque haya de morir después de vencer a Héctor, ‘como é1 sabe muy bien por revelacién de Tetis', Pero es tna cuestién de honor, y el héroe no debe rehusar Ia ocasién de lograr la més admirable dpe} ‘que le reportard una fama imperecedera, pues no busca en ello la gloria de la Goer personal, sino la felicidad y el honor de haber encarnado la belleza absoluta del perfecto ideal de apex}. Apunta por aqut el espiritualismo de aquella doctrina ética que despertaba en el hombre un arraigado orgullo —peyaroyuyla— de su humanismo. Se comvierte asi Ja areté en el fin witimo que el hombre puede lograr ‘su proceso de perfeccionamiento. EI noble vive en la lucha incesante por Ia Mada, VE, 205208, Thidem, Vi, 208; Xt, 78 Odisea, XT, 48. TL, 1K, 397398; 402405, Toidem, XVII, 9596. undo cldsico -Homero, educador de Grecia a Ja mayor as- - Recuérden- Hades para de 1a muer- Ja vida, ni apresarse, ro Ia vida, le el dia dispuesto que hace a sma vida, gloria por ©. Aquiles 2 Héctor, estion de ble der ria de la a belleza alismo de 2 orgullo lograr en, por Ja consecucién de tan afiorado y clevado ideal, y en ese combate se aprueba su virtud. La muerte solamente es deseada y valorada cuando én ella se consuma €l destino del héroe. Entonces tinicamente es cuando la areté alcanza su méximo sentido. La sareté» aristocrdtica. El concepto de areté se toma en los poemas homé- icos como un valor heroico que supone fuerza y destreza en Ia actividad y nobleza de un espiritu, presto al herofsmo, que goza también de ese refinamiento de modales, palabras y sentimientos exigido por Ja moral cortesano-aristocrdtica, De esta manera viene a ser la are¢é el tributo propio de la aristocracia. El noble debe ser ante todo éviip éya86c, que vale tanto como decir varén que encarna la més alta virtud, el valor heroico, Ia areté, 0, dicho con més precisién, debe ser el verdadero xardc-xéeyadbe, for- mado segiin aquella dtica y estética aristocriticas. A las veces, este término griego se halla tomado también en la Ilfada en un sentido més unilateral, bien ‘cuando alude a la areté del cuerpo, como en los casos en que hace relacisn a la fuerza, el vigor o Ia salud, bien al referirse a la areté del esp{ritt con conceptos como éstos: capacidad, sagacidad, penetracién. Incluso en ocasiones se emplea Para designar otro aspecto reclamado por el ideal homérico: el reconoc- miento social. Pero su mis usada y lograda significacién ya hemos visto que coincide exactamente con la finalidad de la educacién arcaica. En la Odisea se altera algo su sentido. Refleja la sociedad de un siglo Posterior. El ms alto espiritu caballeresco de la Ilfada est en evolucién hacia nuevas formas que confluyen en su héroe, Ulises. Ha pasado la guerra, y su vida transcurre entre los azares de sus viajes aventureros y el calor de hogar en toro a sus familiares y amigos: el valor heroico, tan exigido por Ia Mifada, va a ceder aqui su campo de accién a la prudencia y a la astucia. Ulises 5 ante todo el prototipo de la astucia, y al personificaria se realiza en él la encarnacién de la areté tal como se concibe en Ia Odisea. Cémo se educaban tos héroes. Los poemas homéricos son verdaderos do- cumentos del sistema de edueacién heleno- arcaico. La cultura que reflejan corresponde a la Edad Media griega, del si glo x al vir a. J.C. Dicha etapa histérica fue determinada por la invasion de los dotios, otro pueblo indo-europeo que deste el norte descendié a Grecia ara establecerse en el Peloponeso, La Illada, histéricamente, no es més que la narracién de uno de los ep! sodios —el cerco de Troya—, acontecido a los aqueos, pueblo impelido por Jos dorios, en el proceso de su emigracién al Asia Menor. Por esto el pocma se desenvuelve en un ambiente tipicamente caballeresco y refleja una monar- quia y sociedad, en cierto modo, comparable a la de la Edad Media europea, Seguramente, por el cardcter didéctico de la Iiada y Ia Odisea, y ante el hecho de que fue universal su enseflanza en el sistema griego de educacién, Ja leyenda nos ha perpetuado la figura de Homero como maestro de escuela en Qufos. 120 La educacién en el mundo cldsico EI poeta, al hacer educar a sus héroes, no se propone lograr una pintura fantéstica, sino que espeja 1a forma de vida de entonces. Nos da la imagen del ideal formativo que hasta aqui se ha venido desentrafiando, el fin diltimo de la educacién que Je viene impuesto por la ética, pero también esa otra finalidad proxima, verdaderamente propia de la educacién, y su técnica ade- cuada. Sin embargo, no es éste el propésito de Homero. Pretende educar a su pueblo y consigue brindarle una imagen que alcanza una fuerza formadora apremiante. En este sentido se revela el poeta a lo largo de toda la civilizacién, helénica como el viv “EXAGBnY exaibedxev. Asi lo considerd Platén y asi Jo han aclamado Ias distintas generaciones que se han formado en sus pocmas. La capacidad edueadora del supuesto autor de estas dos grandes epopeyas Je ha perpetuado en Ja historia como fuente de donde brota toda esa vena abundante de tradicién pedagégica clisica, La figura més antigua de educador tipico de héroes que ha Hegado hasta nosotros es la del famoso centauro Quirén, el més sabio de su tiempo. La tradicién nos muestra su nombre envuelto en una serie de leyendas que Io hacen vivir en los desfiladeros selviticos de los montes de Pelién, en Tesalia, ¥ que lo declaran educador no sélo de Aquiles, como amigo y consejero que fue de su padre Peleo, sino de otros héroes: Asklepios, Aiteén, Céphalos, Jason, Melanfon, Néstor, ete. Jenofonte nombra hasta veinte discipuilos de este corte. Se cuenta que el sabio y justo centauro ensefié a Aquiles las artes de Ia caballerfa, Ia caza, deportes, equitacién, el anzamiento de la jabalina, el manejo de Ja lira, etc., segiin refiere Pindaro, Y parece ser que hasta la cirugia y Ia farmacopea, a juzgar por aquel pasaje de la Ilfada, en que el divino Patroclo es solicitado del herido Euripilo, para aplicarle el saludable remedio que, segiin dicen, le dio a conocer Aquiles, instruido por el mismo Quirén, el més justo de los centauros*, Esta cultura enciclopédica da idea de Ia abundancia Senggnaataleats, rales que habla de poset Ividar que! La figura de Quiron debié ser sustituida por la de otro preceptor de Aquiles, Fénix, de quien nos habla Ja Tfada con admiracién en el canto noveno. Su actividad como pedagogo del héroe permite formar una idea acabada de Jo que fue la educacién caballe- Tesea, Fénfx se revela en el poema como el maestro por excelencia en la for: macién ética y estética del caballero, Su figura se relaciona con Ia de aquellos dos mensajeros que envia el ejército de Aquiles en cierta ocasién: Ayax, el personificador de la accién, y Ulises, verdadera encarnacién de la palabra. Uno y otro aspecto de la educacién serén cultivados por Aquiles hasta Ia perfeccién, como personaje que encarnar4 a maravilla el ideal de la vida he- toica. Ese fue el deseo manifiesto de su padre al encomendarle a sti querido vasallo, como puede colegirse de las palabras de Fénix: «El anciano jinete Peleo quiso que yo te acompafiase cuando te envié desde Ptfa a Agamenén, todavia nifio y sin experiencia de la fumesta guerra, ni de las juntas donde 6 1, XT, e183. Homero, edu los varones s a realizar gra Fénix, seg de la cblera ¢ un padre a si padre del hér tor recibe cor infantiles y 1 #¥ te crié hi cordial cari hhasta que, se y te acercabs chaste la tin su discipulo guerra de Tr y el sabio an fiel maestro Aquiles, seme La Odisea También ella arcaica: el v Orestes v le : en nifierias, gloria ha gan al matador dé progenitor? fuerte para q El ejemple educativo tra: Ia antigliedad Ja finalidad e: que triunfaroi La formacién en ta educacio nejo de las a més Jograda fisico, constit para triunfar superacién, E resca median 7 Thy TX, 434 © bide, 48 ° Tbidem. 1 O4, 1, 2 Homero, educador de Grecia tat Jos varones se hacen ilustres; y me mand6 que te ensefiara a hablar bien y realizar grandes hechos» —ys0ev ve éntfip_ Euyever, aprxmmoé ve Epyov —. Fénix, segin relata él mismo a Aquiles, Iegé a la corte de Peleo huyendo de la célera de su padre Amintor Orménida, y aquél le acogié benévolo como un padre a su hijo tinico y le puso al frente de un pueblo numeroso. El rey, padre del héroe, le confia la educacién de Aquiles, a quien el anciano precep- tor recibe como hijo propio. En cierta ocasién le hace rememorar sus tiempos infantiles y tiene para él estas palabras Menas de amor y ternura paterna: 4¥ te crié hasta hacerte cual eres, oh Aquiles, semejante a,los dioses, con cordial carifio; y ti ni querias ir con otro al banquete, ni comer en el palacio, hasta que, sentindote en mis rodillas, te saciaba de carne cortada en pedacitos y te acercaba el vino. ;Cuéntas veces durante Ia molesta infancia me man- chaste la ttinica en el pecho con el vino que devolvias!»', Fénix no dejaré a su discfpulo hasta verle totalmente formado. Cuando Aquiles parte para la guerra de Troya se encuentra atin encomendado a Ia tutela de su preceptor, y el sabio anciano le alecciona prudentemente como a joven in También ella le invita y le empuja al més sublime ideal de Ia educacién arcaica: el valor heroico. Para ello le pone el ejemplo del bravo y valiente Orestes v le amonesta con estas palabras: «Porque es preciso que no andes en nifierias, que ya no tienes edad para ello. ¢Por ventura no sabes cuiinta gloria ha ganado ante los hombres el divinal Orestes desde que hizo perecer al matador de su padre, al doloso Egisto, que habfa dado muerte a su ilustre progenitor? También tii, ya veo que eres gallardo y de elevada estatura; sé fuerte para que los venideros te elogien» *, El ejemplo de los héroes tiene siempre en los poemas homéricos un poder educativo trascendental. Fénix propone a Aquiles el modelo de los héroes de Ia antigiiedad, Atenea elige para su hijo los mas préximos en el tiempo; pero Ja finalidad es la misma: realizar el ideal de aquellas vidas de superhombre que triunfaron en su lucha por encarnar la més auténtica areté. La formacién por la lucha La educacién_que Homero_propone en la educacién cabatleresca, _héroes, Reclama para ellos una més lograda expresién en el Ta fuerza, el vigor fisico, constituyen Ia realizacién por antonomasia de la belleza. Ella prepara para triunfar en la lucha y prosegnir sin descanso una constante tarea de superacién, Esta finalidad inmediata es procurada por la educacién caballe- resca mediante una técnica adecuada que adiestra desde la infancia en los que halla su 1 Thy TX, 434439, © idem, 481 y sigs. 9 Thidem. © Od, 1, 296502, 12 La educacién en et mundo clisico ‘rinelpalmente la tipea carrera de carres, ety servian para medir y poner ‘a prueba la fuerza y agilidad de los jévenes nobles (xoSpo.)- Junto a todos estos ejercicios de educacién fisica, que han permanecido en la educacién helena como el sados caracteres, popular. Con estas artes se relaciona también cspecinimento do infin peice tic, inilados en la foreciente edad caballresea y celbradot en Ins fiestas de los dioses o de los héroes, servian para lucir sus habilidades en- Jos certémenes liricos, en los de recitacién de canto acompafiado de instru- Mentos, 0 en concursos gimndsticos de carreras, de luchas, etc. En el can- fo XXII dela Tada hallamos un testionio Ge-eston concuaos, cuando 50 referen los juegos funerales que se celebrabun en honor de Patrolo deste Gus Aquiles lor impuso en memoria de ou amigo ya muerte, Loe caidas es agonisticos organizados en honor de los doses datan de muy antigua, Loo primeros que recoge la tradicién se celebraron en 776 a. J. C. en honor de Zeus, y los nombres de los vencedores han Iegado hasta nosotros. perataesecs ad ceactei Te forma ica slim ba sleet 9b bello de cuerpo, sino bueno, noble de espiritu. Ya hemos visto el fin heroico ‘toptignado por la moral boméies $0 cién de la areté, en cuanto que halla cabida en el a arena ines rable. Las mismas divinidades homéricas se esmeraban en Ia guarda de esta virtud no sélo entre ellas, sino inchiso en sus relaciones con los hombres. La sensibilidad aristocrética arcaica tuvo una exquisita penetracién para apre- clar 1as més finas delicadezas de trato. Ast, la vida del perfecto caballero supone en todo momento ese refinamiento de maneras que acompafia siem- pre a los hérves en los juegos, en los deportes, en el combate y hasta en las formulas rituales de injurias que preceden a la lucha, El noble se mueve en. una atmésfera de cortesia y de delicadeza, que se acentiia especialmente en Se cultiva ast Odisea no est exenta de astucia. El mundo femenino, 1 clima de cortesia en que se desenvuelve la vida del caballero, especialmente en Ia Odisea, se orienta hacia tuna alta estima de la mujer y una exquisitez insospechada en su cuidado. Ella es la madre y la maestra en el hogar; ella, la salvaguardia de la moral Tt, XXIIL, 257 y sigs Homero, educadc austera’del noble sentir en Ia delic crética, Su educ adiestramiento 1 canto, juegan mosura. Estas caracter ¢l bellisimo episc al pais de los fe Aleindo. El poeta dese dejado un cuadr punto de traspas. na al matrimonic espléndidas vest La mujer homér cuando logra hac intimidad, a Ia v madre de Naus{c Jas siervas, bilan te influjo en su: cuando pretende Ja princesa a Ul «... atravesards 1 sentada al respl Jana purptrea, c Pasa por delant madre, para que La hermosura Homero ha quer cabeza y su frer todas son hermo dos Angulos més y un ocio entre vestidos, Hevaror do unas con ott ungieron con pit Jas vestiduras se se hubieron saci y, entre ellas, Né Pero junto a Ja mujer debe ps za de costumbre Nausicaa, la de 3 Od, Vi, 30: % Toidem, 1074 1 ‘Tider, 5010 Homero, educador de Grecia 123 ‘austera del noble, y ejerce, como tal, un influjo espiritual notable que se deja ‘sentir en Ia delicadeza de maneras y sentimientos de aquella sociedad aristo ‘erdtica, Su educacién atiende, sobre todo, a la pureza de costumbres y al adiestramiento en el gobierno de la casa. También la misica,-y especialmente cl canto, juegan un papel primordial, Pero su més preciada virtud es Ja her- mosura. Estas caracterfsticas de la educacién femenina se acusan notablemente en el bellisimo episodio que narra Ia Odisea en el canto VI: la egada de Ulises ‘il pais de los feacios y su encuentro con la princesa Nausicaa, hija del rey Alcinéo. El poeta descorre delicadamente el velo de Ja intimidad femenina y nos ha dejado un cuadro con las cualidades més estimadas de una doncella helena a punto de traspasar el umbral e iniciar su misién en el hogar. Nausicaa, cerca- nna al matrimonio, es amonestada por Atenea a no descuidar el arreglo de las eespléndidas vestiduras» que han de estar preparadas para dia no muy lejano. La mujer homérica tiene también un ideal de perfeccién, que se consuma ‘cuando logra hacerse centro del hogar y crear en torno a él un ambiente de intimidad, a la vez que de sefiorfo. En el canto VI, este ideal encarna en la madre de Nausicaa. El poeta la describe siempre «sentada junto al fuego con Jas siervas, hilando lana de color de purpura y desde allf ejerciendo un fuer- te influjo en su marido». Se hace depositaria de los sentimientos de su hija cuando pretende salir del palacio a lavar las ropas en el rio, y a ella remite la princesa a Ulises para alcanzar eficaz ayuda en el regreso a su patria: «...atravesarés 1a sala répidamente hasta que Iegues a donde mi madre, Sentada al resplandor del fuego del hogar, de espaldas a una columna, bila Jana purptirea, cosa admirable de ver, y tiene detrés de ella a las esclavas.. Pasa por delante de él (el padre) y tiende los brazos a las rodillas de mi madre, para que pronto amanezca el alegre dfa de tu regreso» ‘La hermosura de Nausicaa corona todo el conjunto de cualidades de que ‘Homero ha querido rodearla, La compara a Artemisa: «... Aquella levanta su cabeza y su frente por encima de las demés y es fécil distinguirla, aunque todas son hermosas» #, y la presenta en un clima alegre y apacible bajo los dos éngulos més estimados en la educacién de la mujer: las faenas del hogar y un ocio entretenido en el juego y en el canto: «Tomaron del carro los Yestidos, Ilevéronlos al agua profunda y os pisotearon en Ja pila, compitien- @o unas con otras en hacerlo con presteza... Acto continuo se bafiaron, se tungieron con pingiie aceite y se pusieron a comer a orillas del rio mientras las vestiduras se secaban a los rayos del sol. Apenas las esclavas y Nausicaa se hubjeron saciado de comida, quitéronse los velos y jugaron a la pelota; y, entre ellas, Nausicaa, la de los niveos brazos, comenz6 a cantar» ¥, Pero junto a estas cualidades apacibles que la hacen atrayente en extremo, la mujer debe poseer un cardcter enérgico y cauto para que su culdada pure za de costumbres se adorne con la intrepidez y Ia magnanimidad: «Entonces Nausfcaa, la de los nfveos brazos, ordend otras cosas: puso en el hermoso @ Od, Vi, 308312. 43 Toiders, 107408. 1 idem, 99101. 124 La educacién en el mundo cldsico carro la ropa bien doblada, uncié las mulas de fuertes cascos, monté ella misma, y llamando a Ulises, le exhorté del siguiente modo» "8, Es un bello conjunto de atributos el que Homero reclama para la mujer, por donde se atisban ya las cualidades fomentadas en la época clésica. Hesiodo, una eareté» del trabajo, Junto a Ta figura de Homero es preciso colocar como educador de Grecia a He- siodo, Pertenece a Ia época de transicién —siglos vitt al vi—, entre la Edad Media y los tiempos clisicos. La colonizacién constituye el hecho externo de mayor significacién en esta etapa. Ello desperté en la conciencia de los grie- 0s el sentimiento panhelénico frente a los bérbaros, sentimiento que jugaria un papel decisivo en el ulterior desarrollo de Ia historia. Ta aparicién de la clase media, que lucha por el poder, y la presencia de Ja esclavitud, configuran los rasgos internos especificos de este periodo que forma el fondo histérico de la obra de Hesiodo. Su pensamiento, tal como se refleja en Ia @coyovler y en “Epyc xal ‘Hyépea, Los Trabajos y los Dias, re- presenta una concepcién muy distinta de la vida y de la educacidn, La vida dura, lacerada por las usurpaciones, le hace percatarse de las injusticias sociales y mirar con pesimismo el mundo de los trabajadores. Le parece ver descender a lo largo de Ia historia los conceptos de derecho, moral y felici- dad de aquellos tiempos dorados, que Megan completamente viciados a Ia Edad de Hierro en la que se desenvuelve. Reclama una vuelta a la auten- ticidad de esos conceptos como remedio a las vejaciones que padece la clase desheredada, y freno al abuso del poder por parte de la privilegiada nobleza. Contra la coneepeién homérica de 1a educacién caballeresca, propugna el trabajo y Ta justicla como elementos esenciales para conquistar la areté. En su "Epya xat ‘Huépen, hace una exaltacién del valor del trabajo duro y silen- closo de cada dia que se realiza con el sudor de la frente. Es la oftenda que el hombre sencillo, el campesing, ofrece a sus dioses y el tinico camino que conduce a Ja victoria. Una ética enérgica y austera, fundada en la veneracién de las divinidades y en el triunfo de la justicia en las relaciones entre los hombres, viene a enriquecer los conceptos homéricos de derecho, justicia y verdad. Hesiodo desarrolla asi toda una educacién popular y echa las bases de una vida regulada por un derecho comin. TEXTOS Houeno: Iiiada, Odisea—Sobre Quirén, educador de Aquiles: Pisnino: Piticas, TTT, 15; VI, 2027; Nemeas, TI, 4358, Xipdvoq "Yoda, fragmentos de wn antiguo poems sgnémico transmitido bajo el nombre de Heston, v, Dioor, pags. 61-69-Hestono: La Teo onta, Los trabajos y Tos dlas, 18 Od, VI, 251258, Homero, educador Bavern Brune. —L! R, Universita di R Buncxsanor, J~Gria 61 y sigs. (sobre Devensse, R—Introd German, A—Indes 1 Houeno—Iliade. Tex Toso, W~Paideia. Juwuatns, H—Couro Tescence dans (An Kioerasm, R. F—Die ‘ur Geschichte de Muzox, P—Introduct mdnticas en toro Scirwarr, En—Die 0: ala Ge auter- we clase sebleza. 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