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Fs ANGELES GALINO HISTORIA DE LA EDUCACION EDADES ANTIGUA Y MEDIA SEGUNDA eDICION B EDITORIAL GREDOS, S, A. Quintiliano eseribié en dos anos el tratado de retsrica més completo que 20% lee Ia antigiedad. Es el compendio inteligenrs ¥ sobrio de los mejores _ autores grie, " ¥, al, mismo tiempo, el fruto de In vida de ws Pombre superior que desempens con éxito furcrowes abogacia, de oratoria Y de magisterio. Pero la obra es més que un tested de retérica que viene maaegehuS®, Busta al frente de su titulo, indies ue aspecto de su origi. sen td: 20s ballamos ante un programa general de oe i formacién entera del hombre desde que nace hasta _los ritios fos de su carrera. Esta es la primera roves de Ia obra, que des- 288 La educacién en el mundo cldsico porciondndole el uso de una técnica que pueda indistintamente ponerse al servicio de su salvacién o de su ruina. La educacién estd regulada por las exigencias de la naturaleza a la que aspira a perfeccionar. Como la natura- leza humana es, ante todo, razén y elocucién, su educacién o perfeccionamien- to corresponde, respectivamente, a la dialéctica y a la retérica, encaminadas siempre a reencontrar la razén natural, cuya clara visidn y ejercicio se hallan dificultados por las pasiones. Ahora bien, sabemos que la conducta racional esta regulada por la virtud, 0 mejor dicho —segiin Ja escuela estoica que ins- pira a Quintiliano—, que la virtud es el acto racional_o humano por excelen- cia. Luego todos los actos del hombre han de estar inspirados y orientados por la virtud que, convertida en fin de la educacién, aun en sus aspectos intelectual y fisico, otorga_a este pedagogo un norte de referencia subordi ‘nante,.el mas seguro que les fue dado conocer a quienes discurrieron sobre Ja perfeccién del hombre sin otra luz que el discurso racional. La valoracién critica que de Ia educacién hace Quintiliano se entabla en torno al par de conceptos naturaleza-arte, enfrentados al principio antitética- mente: «No ignoro —escribe al empezar Ia discusién— que suele pregun- tarse si la naturaleza contribuye més a la elocuencia que el arte», Y aunque afecta no conceder excesiva importancia a cuestién que resulta algo apartada de su materia, arranca de ella para entablar uno de los testimonios més apasionados que nos ha Jegado la antigtiedad clisica a favor de la educacién. No seguiremos a Quintiliano en el asistematismo sutil y vivo con que, aqui y allé, en Ia ondulada trayectoria de su pensamiento, reaparece, ora st franca fe en el poder de la naturaleza, ora su confianza ilimitada en las pposibilidades de la educacién, sino que intentamos més bien esquematizar sus posiciones, ‘Unas veces, ars significa doctrina en general; otras, retérica, en su sentido més estricto; siempre, instruccidn, educacién, perfeccionamiento sistematico segiin reglas.preestablecidas. Desentendido de Ias cuestiones cosmolégicas y centrado de leno en el tema de su obra, naturaleza equivale en lenguaje de nuestro autor a hombre atin no educado. De acuerdo con las mejores tradiciones estoicas, Quintiliano profesa una confianza ilimitada en las posibilidades y en Ia bondad de la naturaleza humana: «EI nacer algunos rudos ¢ incapaces de ensefianza, tan contra Io natural es, como lo son los cuerpos gigantes y monstruosos, que son muy raros»?, «Porque es falsa Ja queja dé que son muy raros los que pueden aprender lo que se les ensefia.... pues hallaremos en Ios més, por el contrario, facilidad para discurrir y aprender de memoria, como que estas dos cosas le son al hombre naturales», Puede decirse que toda Ia obra es una glosa de aquella primera frase triunfal con que se inician las famosas Instituciones Oratorias: Nacido el hijo, conciba el padre las mayores esperanzas de él. 1 Las cltas referidas a las Instiuclones Oratorias de Quiatiliano se dan por la Eai- cién Teubner, Lipsiae, MCMXXXV, I, 20, 1 2 Inst. Orat, T, 1, 2 3 Tbidem, 1,1, 1. | | | | | | | Quintitiana y Y si laa por uno de « las dos cosa arte sin mat bien que los Pero esta Precisamente parece, como cosa que qui ella, entréiJo: rén, en el Dé iar entre los yen toda la Las relaci par de conce] miento jerarc La ensefianza guie tinicame sélo aquello | Jeza de to val tarlo®, El cay dades e incli impresién de Ja pluma de 1 ses ms bella Pero salva criminada de gacién_de_las de la_educaci del arte, sin ¢ en el orador arte ¢ instruc recen como 1 elarte, la fo Sale al pas esta fuerzas como Io hace Ta fuerza brut Inst. Orat, Bpist. ad 3 Pro Archia Thidem, T, Tbidem, 1, Sat, XIV, 1 Inst. Orat 1M Tbidem. 3 Tbidem, 1 1, be 1A soveterd ¥ £1 la antitesis entre tos dos conceptos debatidos consistiera en optar Por uno de ellos, el autor se ‘mero, porque «si separamos Jas dos cosas, Ia naturaleza, 10 aun sin el arte... El r6n, en el De oratore®, Por lo demés, lar entre los sofistas, que tomaban de clin ¥ en toda la literatura protréptica y apologies, Las relaci tee elteligencia-y dactrina, otro Par de conceptos que trata como equivalentes chen resolverse cn un acopla- A207 miento jerarquizado que en el primer lempo subordine el arte.a la naturales, Fare liaza debe eacomodarse de tal sucrte aioe bose limitados que los Eig amizamente por donde tos lama ta naturales ce hardin mejor {20 aauello que puedens’, Nunca, una ensefmes nad despoje a la nature. rip? walloso que ella'tiene; su papel es mde en, reforzarlo y comple. tarlo®, El capitulo entero esta de tal modo imbuido de respeto a las capaci- moenagginelinaclones naturales que, aunque no aparece escrita, se tiene Ia tapenade percibir ya todo el peso de humanidnd ave wan de poner en Ja pluma de Juvenal, otra espafiol de Ja generacién Siguiente, una de las fra- we cents dla pedagogta clisca: Maxima deberur teen reuerentia?, del arte, sin el que no puede pensarse en el hombre perfecto y mucho menos G2 21 orador consumado: «Si el orador es consumad, sto. lo debe antes al Feage imsttuccién que a la naturalezas ®. Las disportion: naturales le apa. | Fecen como la materia que aporta s ici ser modelada, y reglas del arte Gone (uzas al sujeto. Cierto «que cl arte concede woke Y cercena algo, Tedd, hace la lima con lo que pule>; pero no rey exe deja de condenar 1a fuerza bruta incapaz de disciplina, as{ como la reeoris de Ia pasién cuando $ Inst. Orat, 11, 20,1. 5 Bpist. ad Pis, 4.is, Pro Archi, 8 Tbidem, TT, 9, 12 Wider, TT, 9, 10 Sat, XIV, 47, Inst. Orat, 1,20, 2, Tider, Mbidem, 1, 13,9, Hn ta pucker 19 230 La educacion en el mundo cl excita los afectos del ue ni cauce, os, Sue Procuran Ia exencién del yugo de la doctrina, toman por virtudes Be erga due son violos; wal maldiciente se le gradiia de libre; st temerario, cephte aao; al charlatin, de afuente..» «Los menos instrafgos (one? por see an Zyalenta To que més proplamente debe llamarse viclogst a Bajo tunels pet? Tenweva squf Quiniiano la antitests Aguiles Soorsien ¥ se pro- de Is nateeatende POF Id norma racional que 6 freno y eutimelo ee "curso, que se dispara como una torrentera, sin fiers encasilar en el comodin de una cuadrieuta la fusca an ensamiento, tna. regia Plinada, libérrima e imprevisible . Ni la retdries Coat cefiida a bien canes ¥ Preeisas, como queria el genio romano satiitare tam- bién en materia de procedimientos educativos, ner entendida, seria desprecia. pe amo lo era pata Cicerén el arte de los sofstas; rere ean el autor det De oratore' como el de las Instituciones Oratorie: fe tienen por digna de Vaden gee €9 cuanto ta conciben como una actividad creado Y conser- vadora de los bienes espirituales, El arte, concluye Quintiliano, tiene la misién de Perfeccionar Ia natura- Taz, Lo Alo Cicerén por boca de Craso, que recibig Ae duda, Ja idea de “{uuclio y del cireulo de los Escipiones: wes el arte en: naturaleza discipli- fade crettectae M; y Horacio, cuando describe le acceee Profunda a que hha de someterse el poeta ™, Y tanta fe tiene en la educacién, que cuan “€omo algunos autores piensan, que el escritor calagurritano crea que las apt. {ides ‘naturales son iguales para todos, y las desigualdades que acusan los uraleza. Inconvenientes de lore, Pues, Quintiliano de la herejia biologics apuntada, no es dudosa shat itcontrastable en el poder de Ia educacism, y concretamente de la reté- 7a, Para la formacion del orador: «Si el arte, cene ane Cleantes, es cierta 2 Inst, Orat, TT, 12, 4 y 11, 12,11, A Wider, TH 33; TE, 1,°2, y Mh 67, 3 Ibidem, 1,5, 20, 33,34 16 De Orat,’T, 107 y sigs 2 Ars Postica, vs, 295° y sigs, Inst. Orat, 1, 1, 2. ¥ Tbidem, TY, 13, 41. Quintitiane En fin, materia mé Para Qu © sea que « es un arte que contint ¥ arte, apar ingenio sob: muy bellas tenga los m Hay tod: sar por alto Nos referim de este prov de hombre j Escipion aliando la cu de hegemon{ cultural que implantar, M dominé Ia tit ampliamente un nacional Roma. Esta ; que, al somet ambiciones m Si ta retérica cusién, El mis cierta cautela las artes que sezin el uso qi Alguna cau bajo un enune ® Inst. Orat, 2 Tider, XI 2 Oncers, Mz cf the American Calagurris, en «A 2 Inst. Orat, * idem, T, Quintitiano y sw oddigo de ta educacion fumanistica 21 En fin, para la perfeccién de Ja obra, «el arte excelente vale més que la materia més preciosa», Para Quintiliano, la educacién por antonomasia es la educacién retéri © sea que el arte que de manera Tr Giles aoe leva @ Ta natural que continia 1°. Como si dijéramos, una eduericn eneral eh minia y remata con la retérica, Por sce ambos conceptos, Ta Nos sepatt®, Pues condiciona y matiza una boos Parte de su obra educativa Mos referimos al vivo sentimiento rom En lugar de proseguir el esfuerzo de tos anteriores hacia una cultura més a unamente humana, procuran que preven Ja romana, restringiéndose snbtaoeometetse demasiado a su tiempo, teenie se hace tributario de sue Si la retérica es virtud, Un paso: més en el pensamiento Pedagégico de Chintiliano nos Hevaré a un nuevo nace’ de dis. Seren EI mismo autor 1o considera ertesde ae dificultades ort# cautela: «Adin més célebre es I ca 10 plantea con ® Inst. Orat, 11,20, 3 2 Tide, XU, 's, 38, “ne aa Quitons se of earter tterature, Catapey American Pilologisl Assocation or Pity, SHER. BG. Quinton oy Cegmurtis ex eAmeriean Yournal of Phiciong Baltimore, 1920, pags, 205 2 Inst. Orat, TT, 4, 18'y 1 Vi, 6 Ty 8: 1,1, 36, %* Wider, Wy 21,1, 292 La educacién en et mundo clésico de los problemas més basicos y palpitantes de nuestra pedagogia: si Ja edu cidn_esté esencialmente ordenada al bien del hombre o si, por el contrario, Ie corresponde tinicamente un mero cai strumentalidad. Para seguir a Quintiliano en sus razonamientos conviene recordar que {en él, como en el pensamiento romano de la época, la educacién del orador, Tealizada a través de la retérica, es la del: hombre més excelente que pueda imaginarse, ya que la profesién de orador aparece también como la més hermosa de cuantas ln st att ha de Ilevar el glorioso t{tulo de orador, No puede, ues, estar en desacuerdo con las exigencias de esa marcha progresiva que ella esté Hamada a coronar y a acabar. Para Quintiliano, como para todos los estoicos, la tinea actitud verdaderamente racional no es, como para Arist6- teles, Ta contemplacién, sino el ejercicio de la virtud; Juego Ja ret6rica no” estaré de acuerdo con la razén si no est4 formalmente orientada hacia el len. Porque «si es virtud el guardar consonancia en lo que hacemos o deja- “mos de hacer, parte de lo cual es la prudencia, 1o mismo suceder con lac cosas que se deben decir o callar»®, La retérica, para Quintiliano, que sigue una vez més a Zendn, es virtud, como lo es Ia dialéctica, que el fildsofo del Pértico habfa comparado a la mano cerrada, mientras significaba a la elo- cuencia con la mano extendida. De forma que, «si no es virtud, la oracién no puede ser perfectas, De acuerdo con ello esté la definicién que Quintiliano escoge entre mil y adopta como suya: eretérica es el arte de bien hablar», o aquella otra de Catén que recoge en el mismo lugar: «un hombre de bien decir instruido en Ja clocuencias, observando que «la primera circunstancia es la mayor» 7. Sélo a Jos hombres buenos cuadra el ser oradores, y 10s que no Jo son, tam Poco pueden ser oradores™; de modo que esi esta facultad (de In oratoria) se encuentra en los hombres malos, la misma facultad debe igualmente repu- tarse por vicio, porque ella hace peores a aquellos en quienes se hallas”, ¥ 1 mismo, que intenta prestar con su obra un servicid a la elocuencia, se tendrfa por digno de reprensién si pusiera al alcance de todos un arte del que en alguna ocasién se pudiera hacer mal uso. Ipso facto dejarfa entonces de ser elocuencia. Y refuerza su postura con razones psicolégicas. Porque zeémo podré ocu- arse en el bien, ni tendra fortaleza para defender las buenas causas, quien tiene el énimo cautivo por la avaricia 0 socavada su integridad por la coulicia, atormentado por la envidia o debilitado por Ja Iujuria?”. Si quien se dedica a temas tan absorbentes como son los que de continuo solicitan al orador, conviene que tenga el énimo desembarazado aun de los cuidados indiferentes Inst. Orat, U, 24,5. 2 Ibidem, TE 21,8, 2 Tbidem, X11, 4,1 3 Thidemt, XII, 1,3. 2 Ibidem, XM, 1, 3 Ibidem, XIU, 1, 6 sigs. Quintitiano y que, sin ser 1 lamente impo estimulos, nu ‘épodr un ho con el decoro Io es «a un al mismo hombr Ya que en titubee y vacil Estas posic también en o tradicién sofis persuadir. Crit Gorgias, Iséer: dadas para pet sino objetivo con Ia elocnen La verdadei y verdad de Ia dose con la vi La retérica como un instri © del mal, de 4 mente descalifi género que la « de la retérica, Confundir I por no hallars del ser humanc instrumental, su obra. La ret arrollo sistema puede conspira conculcar los d Es mérito is obligada de Ta fue precedido j co, penetrando, perfeccionamien ‘como un proces 3 Inst, Orat, 2 Ibidem, XT, 3 Tbidem, XI, Ret, T, 13 | 3 Inst. Orat, % Tbidem, X11, Quintitiano y su eddigo de ta educacién humantstica 4 293 Gus, sin ser malos, le robarfan energias y tiempo, a mas razén le seré senci- Uamente imposible Henar el nombre de orador a quien esté invadido por los estimulos, nunca bastante saciados, de una pasién desordenada, Ademés, <épodré un hombre perverso e inicuo hablar de la virtud, el bien y la nobler con el decoro y Ia dignidad que ellas ™merecen?»", Tan iniposible parece como Jo gs £2 un alma sola pensar a un mismo tiempo lo mejor y lo peor, y.2 on mismo hombre ser a un mismo tiempo bueno y malo» 2, a que enunea ha sido tan grande Ja fuerza de la elocuencia, que no ‘tubes y vacile siempre que las palabras desmienten al corayone™, . at85 posiciones que Quintiliano mantiene en. los lugares eftados, pero fimpién en otros muchos de su obra, vienen a enfrentarse con la, Veja fradicién sofistica, segiin la cual Ia retérica, seria simplemente el arte ge Persuadir. Critica y condena expresamente nuestro autor las definiciones de Gorgias, Iséerates, Teodectes’y aun Arist6tcles: einventar razones, scone, codes para persuadir»¥, ya que no es Ia persuasién fin espection del orador, sino objetivo Togrado por otros muchos medios que nada tienen que ver on Ia elocuencia, como agudamente insinta ®, 1a verdadera y Mcita puerta de persuasién ha de residir en ta justicia y verdad de la causa defendida, Pues «todo aquello que se dice conformén- ose con Ia virtud no puede menos de ser, de su naturaleza, pesoorsreen me La retériea como arte de persuasién, o lo que es lo mismo, considerada como un instrumento que puede indistintamente ponerse al servicio del biog © del mal, de acuerdo con los intereses de quien la esgrime, queds abeohern mente descalificada por Quintilianio, que ve en ella una virtud del mione género que la dialéetica. Tal era también el concepto que los estoicos tening de Ia retérica, clasficada por ellos como una parte de la légiea Confundir la retériea —y, desde Iuego, la dialéctica— con otras artes que, Por no hallarse directa e inmediatamente ditigidas al perfeccionmmicnc Gel ser umano, tienen, en s{ mismas consideradas, un eardcter puramente instrumental, es para Quintiliano un funesto error, al que se opone com nada su obra. 2s ut ‘te esencialmente bueno i procura el des- arrollo sistemético y la perfeccion de una faciltad natural det ¥ no Puede consplrar contra Ta Wondad total del Sijeto-POrGLE Tle oe mathe a conculcar los derechos de Ja naturaleza humana, Es métito indiscutible de Quintiliano el haber sostenido Ja Subotdinacién obligada de Ia ret6rica a Ja ética, no sdlo en el orden flosdfico, en el que Reese por los grandes maestros estoicos, sino en el plano pedagégi- 0, penetrando, de una vez para siempre, la rigurosa exigencia de ane ol Perfeccionamiento de cualquier aspecto huumano se conciba necesavianeme, como un proceso ordenado a la perfeccién total del hombre come honbae Inst. Oraty XT, 1, 8. Tider, XI, 1, 4. Thider, XAT, 1, 29, Ret, 1, 1; 1385 b, Inst, Orat, TT, 18, 104, Thidem, XU, 1, 30, ease 294 La educacion en el mundo cldsico Un virtuosismo de Ja palabra empleado a favor de las malas causas 0 con Propésitos torcidos deberd Hamarse cacotechnia, y si pervierte su uso al ser- Wicio de files pasatiempos, mataiotechnia (de mataiotetes, vano); pero nunca debera confundirse con la verdadera retérica, Tal es Ta interesante y apretada argumentacién con que Quintiliano defien- de la retérica como una técnica virtuosa®” y condena al instrumentalispeo de cualquier direceién parcial de 1a educacién, asi sea intelectual o estética, 1a afirmacién recfproca de una retérica virtuosa es la posibilidad de enso- far la virtud. Posicién.de limpio cuffo estoico: «Sera templado el que no tuviere idea de lo que es templanza?»™, «Sera fuerte el que de ningtn modo hubiese suftido (vencido) los temores del dolor, de la muerte y de la supersticién?» *, «Es necesario entender a fondo los autores que dan reglas acerca de la virtud, para que la vida del orador se conforme con Ia ciencia de las cosas divinas y humanas» ®, Lo de ser hombre de bien (que es la pre mera y Ia més importante circunstancia del orador), depende especialmente de Ta voluntad, y el que Ta tuviere de veras, aprenderd fécilmente aquellas iencias que ensefian la virtud . «En poco tiempo se aprenden los preceptos de Ta vida honesta y feliz, si se desean aprender ®, puesto que la naturalcza nnos ha producido para querer 1o mejor, y a los que quieren aprender lo me. Jor les es tan facil que el que con atencién Jo reflexiona se admira de que Jos hombres malos sean tantos Formacién humana y No se ha insistido bastante sobre el cardcter préc- Formacién profesional. tico de la obra de Quintiliano, El genio realista del autor renueva los temas de las disertaciones, libe- Findolas de las triviales inverosimilitudes que la moda, o mejor, la rutina escolar imponfan, Los temas que propone, que encaminan a distinguir el sentido de lo justo, ms que en los t6picos de las viejas mitologias, se inspiran en la comedia latina y en la historia contempordnea 4, Pero el sesgo que més importa destacar aqui, el objetivo que la obra se Propone y que ampliamente realiza, es Ia formacién de un profesional. No concibe para ello ua educacién indiscriminada, sino de acuerdo con las diversidades individuales: «El maestro diestro, encargado ya del nifio, 10 1 Inst, Orat. UE, 21, 14 idem, Xit, 2,2. Tider, XIE, 2, 3, Thidem, XI, 2, 8, Toidem, X10, 11, it, Tider, XIE, 11,12, idem, Denar, N.z Le réalisme dans tes déctanations, en «Rev, Phil, 1929, pég. 184. Inst. Orat., 1, 3, 1. etenseue Quintitiano y eCémo ha educacién pr por Teofrast. ¥ prictico a por este cam por las series natural, sin « dotaba de se ciones de Qui no quizé sin primera actit tica con la q Quintilian¢ formacién ger viduo, que ni y preferencias 2 dar respues el modo de cc un rendimien aguijén 0, el « Pero convi Iargamente de partidarios de verdad; en pr Jos_estudios ¢ porque consig cién_ humana, sia, Se diré er del pleito ent reconoce Ia a degeneré en \ enérgicamente nado y superi ‘No disimul dor incurre por un Iado, dolos al orado Ahora bien xretérica y los tidarios de Ja es confesar qt 4 Inst, Orat. © Tbidem, ¥, 8 Ibidem, Pr © Tbidem, Pr Quintiliano y su eddigo de ta educacién humantstica 295, éCémo hha concedido el autor de las Justituciones tanta importancia a Ia educacién profesional? Estas preocupaciones pricticas vienen ya iniciadas por Teofrasto de Ereso, que imprimié un cardcter cada.vez més concreto ¥ prictico a los estudios del Liceo. Las generaciones posteriores siguieron Por este camino, hasta tal punto que s6lo guardaron de Aristételes el gusto Por las series de hechos, por las colecciones de seres propias de la historia natural, sin contacto ya con los principios ordenadores con que el maestro dotaba de sentido e inteligibitidad Jos materiales acumulados. Las orienta- ciones de Quintiliano se insertan en una curiosa evolucién del estoicismo que, no quizé sin interferencias del espiritu pragmético del Liceo, abandona st primera actitud abstracta y teorética para cultivgr una moral concreta y pric: tica con Ia que entroncan fécilmente los intereses pedagégico-profesionales. Quintitiano ve el entronque aludido al concebir el ejercicio de Ja pro- fesién como el desentace légico y natural de una vocacién determinada. Una formacién general adectiada favorecerd de tal modo las capacidades del indi- viduo, que no pueda dejar de acusar la fuerza original de sus aptitudes y preferencias, Entonces la formacién para la profesién viene ajustadamente ‘2 dar respuesta a tales inclinaciones. Por eso Quintiliano gusta de deseribir 1 modo de conducirse con los diversos temperamentos para obtener de ellos un rendimiento méximo: «Unos son remisos y necesitan continuamente el aguijén 0 el estimulo» Pero conviene liberar a nuestro autor de quienes, por haberse ocupado Jargamente de Ia educacién del ofador, se apresuran a encasillarlo entre los partidarios de una educacién profesional estrecha, Nada més lejos de la verdad; en primer término, porque su orador simultanear4 con la gramética Jos estudios enciclopédicos, antes de pasar a #. Pero, ademas, porque consigue identificar Ja formacién ret auténtica_ forma: -ci6n humana, convirtiendo Ja retdrica en Ja materia formativa por antonoma- sia. Se diré entonces que Ia obra de Quintiliano se convierte en un episodio del pleito entre ret6rica y filosoffa, a lo que no hay nada que oponer si se reconoce Ia altura de su solucién superadora. La ret6rica de los sofistas degeneré en un conjunto de tépicos minuciosos. Pero Quintiiano rechaza ‘enérgicamente esa retérica formalista para aceptar de un modo més razo- nado y superior al de Isdcrates una retorica filos6fica, No disimularemos que al reivindicar la filosofia como dominio del ora- dor incurre en una suerte de contradiccién, al menos aparente, al estimar, por un lado, Ja filosofia y despreciar, por otro, a Ios filésofos, posponién- dolos al orador, que seria «un filésofo con capacidad de hablar bien» ¥, ‘hora bien, si enfocamos el pleito entre los partidarios de la educactén ret6rica y los de la filoséfica como una modalidad de Ja lucha entre los par- tidarios de la educacién especializada y los de la educacién general, fuerza cs confesar que Quintiliano ha sabido plantear —dentro siempre del reper- Inst. Orat, T, 3, 6 Toidem., 1, 10 y sigs. Thidem, Proemio, 920; 11, 20, $y sigs: X, 1, 38: XII, 2, 8. Tide, Proomio, 12. eeas 296 La educacién en el mundo cldsico torio ideol6gico de la pedagogia de su tiempo— una educacién retérica-profe- sional que sélo se logra como un fruto sazonado de una educacién general el més limpio cufio, porque se apoya sobre amplia base enciclopédica y un contenido filoséfico bien determinado. Ademds, porque entre las diversas direcciones objetivas de la educacién, deja sélidamente establecido el poder hhegeménico de Ia moral, asegurada por una retérica concebida esencialmente como virtud, en el sentido que més arriba se apunt6, Desde el dngulo pedagégico no encontramos en toda la antigliedad clésica una elaboracién comparable a la Institutiones Oratoriae, donde la prepars- cidn especializada y aun profesional viene a injertarse como un fruto legftimo en la formacién humana general, que no se pierde jamés de vista. El maestro. Hay que reconocer que Quintitiano es exigente tanto con los adres como con los maestros. Si se compara el triste realismo con que Suetonio acumula las infamias en sus blografias de los maestros de retérica, donde tan mal parados salen un Quinto Cecilio Epirota o un Orbilio, con Ia dignidad humana y profesional de que Quintiliano inviste In funcién docente, se tiene la impresién de hallarse ante las dos caras de una medalla, Felizmente, aqui no hemos de ocuparnos més que del anverso de esta medalla, cuyos perfiles se entretuvo el escritor calagurritano en dise- fiar con agudos trazos en los primeros capitulos de su libro. « io tenga edad serd entregado a los maestros de ret6rica, cuyas costumbres convendré examinar Jo primero de todo», Su misién es suma- mente delicada, pues Ia edad de sus discipulos, al principio de la adolescen- ia, pronto les harfa buscar una excusa a sus excesos, si pudieran hallarla en la conducta del maestro, Tendré que hablar con frecuencia de las virtudes y ensefidrselas a Ios j6venes, pero todo serd vano si sus palabras se ven des- autorizadas por sus obras ante los ojos perspicaces de la juventud. Los Tar- tufos de la virtud no hallan gracia ante el probo Quintiliano, verdaderamente enamorado de ta grandeza moral: eporque en el caso de aprovechar las escue- Jas para el adelantamiento y dafiar a las costumbres, tendria por mejor el vivir bien que el salir muy consumado orador»', Este hombre, que no tt ici i Jos ®, para ser maestrc de pac aconsiderando que sucede en el oficio a los que le han entregado sus hijos» 9, Preferird_advertir a castigar, sabiendo que las instrucciones sobre el bien ahorran el castigo™. Es un grave defecto, en quien ha de educar, una condi- ign ida, porque encogeria a los discfpulos, que legarfan a des- sf mismos: «Esto hace que muchos abandonen el estudio: 3 Inst, Orat, TY, 2, 1. 31 Thidem, I, 2, 3 52 Tbidens, TY, 2, 34, © Toidem, 11,2, 4, 34 Tbidem, TE, 2,5. el ver que se palabras que 1 ‘maestros a qu imitamos a aq Afiadiré el y acomodando bello sfmil det el paso y no « que tiene por cién y, por ta hinchazén, ext tiliano ha int debilidad men esfuerzo, cuani del dnimo cuat de quienes pc todo®, y que para interprets Siguiendo I cusién, arguye convienen, 105 etapas finales. que como mae Habiendo llega a ella conduce ros principios, comunes como bosidad en que Es curioso « inclina a consi foro y consagr hubjere puesto y antes de inici de haber exces alin tratado ¢ educacién de C Inst, Orat, Thidem, TL, Toidem, TT, idem, T, Tbidem, TE, Ioidem, 1,1 Ibider, T, ‘idem, 1, Toidem, Xt ‘Tider, XI eeeeeseuns Quintitiano y su eddigo de ta educacién humantstica 297 el ver que se les reprende como si se les aborrecieres*, En cambio, no hay palabras que tengan més peso ni ensefianza més eficaz que las de aquellos maestros a quienes amamos: «Pues no se puede ponderar con cudnto gusto imitamos a 2 descendiendo hasta el alumno Y acomodéndose a su capacidad, «a la manera de un andarin —segin el ‘bello sfmil del autor—, si caminase con un nifio, le daria la mano, acortaria el paso y no avanzaria mds de lo que pudiese el compafiero»”. Ademas de que tiene por cierto que, cuanto mejor sea el orador, més clara ser& su ora cién y, por tanto, su ensefianza‘*, Recfprocamente, los vicios de oscuridad, hhinchazén, expresiones afectadas, son propios de inteligencias débiles. Quin- tiliano ha intuido agudamente que en toda pedanteria se esconde alguna debilidad mental, y asf, quienes la padecen «no tanto pecan por falta de estuerzs, cuanto por fata de Tuer>"” Lalas, giodsta ‘laid, rp ap om tn te nes de quienes por haber pasado los primeros conocimientos creen saberlo todo, y que manejen obras superiores los que no tienen suficiente cultura para interpretarlas rectamente, Siguiendo la cara costumbre de exponer su pensamiento a manera de dis- cusién, arguye contra los que piensan que para los principios bastan, y aun convienen, los maestros mediocres, mientras se reservan los consumados para tapas finales. #1, por el contrario, se complace en evidenciar las ventajas que como maestro tiene cl més sabio, en igualdad de otras condiciones *. Habiendo Hlegado a gran altura en los estudios, conocer bien los caminos que a ella conducen; sabiendo las ultimas consecuencias, no ignorard los prime- 0s principios, podré corregir y completar los manuales y tantos errores comunes como circulan entre el vulgo, aun literario; estard libre de la ver- bosidad en que suelen caer Tos maestros fgnorantes ®, Es curioso que aconseje Ia docencia al orador en aquella época en que se inelina a considerarlo como «el nombre mis feliz, cuando, apartado ya del foro y consagrado al retiro, libre de In envidia y lejos de las contiendas, hhubiere puesto en seguro su reputacién»®, El orador, agotada ya la madurez y antes de iniciarse la senectud, pensando que «en aprovechar a otros no pue- de haber exceso» , hard bien en escribir la historia de su tiempo o componer algiin tratado de elocuencia, 0, a Ja manera que Cicerén se hizo cargo de la educacién de Cecilio y ejercité como maestro a Pansa, Hircio v Dolabela, ins- Inst, Orat, Ml, 2, 7. Tider, TT, 2,8 Tider, IT, 3,7. Tbidem, TL 3,8. Toidem, 11, 3, 9. Thier, 1,3, 8. Tbidem, 1 3, 36 Tbidem, 1, 3, 23. sepessecey 298 La educacién en el mundo clésico truird a los mejores jévenes, que acudirén con asiduidad a su casa y «lo com sultardn como a un ordculo sobre el verdadero modo de bien hablar». Hasta parece que en los bellos trazos con que Quintiliano dibuja su con- opto del maestro, juega algin papel Ia consideracién, sélo al final descu- bierta, de que serfa un digno remate a a carrera triunfal del orador poner, condescendiente y benévolo, su ciencia al servicio de los jovenes segin la noble manera de ensefiar, usada entre los antiguos romanos. Un paiticio, ave- zado en las artes del foro, se hacia cargo de la educacién superior de los hiijos de sus amigos y los instrufa «como si fuese el padre de la elocuen- Por lo demas, 'y aun hay algunas que se hacen mejor sin su presen ‘como el memerizar y el componer‘, por lo que hard bien en irles dejando con diserecién cada yez més a merced de sus propias fuerzas. Ain mis, con- viene educarlos de modo que de mayores no necesiten maestro a su lado, pues {qué otra cosa pretendemos al instruirlos que procurar que no hayan de ser eternamente ensefiados? Nam quid alius agimus docendo eos, quam ne sem- per docendi sint?®, Principios que regulan la educacién. 1 comienzo del proceso educativo se impone una seleccién que excluya, con bondad pero con firmeza, a los incapaces. Si falta un nimero minimo de capa- cidades en el sujeto, centiende que tanto le aprovecharé lo que hemos escrito cuanto a los campos naturalmente estériles el cultivo y la labranza>, dice ya Quintiliano en el procmio de la obra®. Pero esta seleccién estard regulada por una cauta prudencia, ya que sélo en casos excepcionales nos hallaremos ante sujetos del todo rebeldes a Ja educacién: «Convengo en que uno aventaje en ingenio a otro; pero esto sera para hacer mAs o menos; pero ‘no se encontrar ni uno solo en quien no se consiga algo a fuerza de estu- dio». ‘Nuestro autor, que se inclina por las ventajas de la educacion piiblica sobre la privada o familiar, quiere que la familia ‘no decline en su obligacién de proporcionar al nifio un ambiente moralmente puro y estimulante. Una educacién familiar cuidadosa sera siempre el mejor antfdoto contra los malos ejemplos del exterior ®, IM Nimes ex demasiado pronto para lr a eucntén—Creemos aue en i cumin ‘Apoydndose en el hecho de que aun los tres primeros afios de la vida son Inst, Orat, XI, 1, Ibidem, X11, 11, 3. Toidem, 1, 2, 12. Tider Ibider, 1, 5,13. Thidem, Proemio, 6 Tider, 1, 1,2 ‘Tider, Y, 2, 45. yuuseaag Quintiliano y su ¢ aptos para Ia for también para ir f mente admitida e debfan recibir ins los que s6lo pued mos que, endurec que los primeros que no sélo se da fiel ™, Jamds el s fincrefble tenacids suscribirfa en sw eorum quae rudil con una imagen « se apropia Quo sem: Los primeros } que el camino d desde la nifiez, Im sabiendo que no bueno de lo malo menos que impos gin torcimiento, maestros prefieret por los malos hab les de nuevo que el principio se le Es de nuevo un p tiliano la frase de Elfjanse con ¢: con fa infancia—t sus defectos, sus \ quiso Crisipo, del bien habladas pedagogos® y de ® Inst. Orat, 1, 1% Thidem, I, 4,13 % Ibider, 1,1, 5 %8 Epist, 1, 2, 8: 7 Inst. Oraty I, ‘™ Tider. ‘Tbidem, 1, 3, 2 ® bidem St Tbidem, 1,1, 4 ® Thidem, 1,1, 8 8 Toidem, H, 3, Quintitiano y su eédigo de 1a educacién tumantstica 299 tambien J8 formacién de tes costumbres, quiere con Crisipo que Jo sean fambién para ir formando el entendimiente, be opone a Ia opinién, cor sino que es entonces sumamente Pera el ser humano gozaré de maven Plasticidad. Conservamos con increible tenacidad tas primeras smpresiones, escribe en un parrafo. que corer ram £0 Bu fotalldadts psicclovia moderns; weer’ tenacissimi sumus con ea ie rudibus annis praecipimus™. Ya ater habia dicho Horacio Se aren MAE Que estaba destinada a hacer forte Y que nuestro autor Quo semel est imbuta recens, servabit odorem testa diu%, Eos primeros hdbitos tienen una in portancia s Fes ,oh camino de ta virtud es. dificil wo desde la nifez. Impregnar de algtin nici fiblendo que no hay edad tan iemprace de lo malo”, Los malos ‘menos que imposible de desterrar, uidado tos adultos que han de estar en contacto ia.—Las personas mayores ést lamadas @ proyectar en et nitio— qulee weCt0S, Sus vicios y hasta sus més intima disposiciones. Las ayas, como {tilt Crisipo, deben ser sabias, pero eseéjanse las mejores y, desde Iuego, bien habladas #, Lo 'ayor raz6n, de los ayos, de log 2 Inst. Orat, 1, 1, 22, % Toidem, 1,4, 19, ® biden, ¥, 1, 5, % Epist, 1, 2, 970, Inst. Orat, 1, 3, 12 % Toidem, Thidem, 1, 3,2 % Tider. § Tidem, 1,1, 4, © Ibidem, 1,160, © Iidem, Th 2,3, 300 La educacién en el mundo cldsico pues si en Ia edad en que atin no puede cobrarle aficion, empieza a aborrecerlo, se puede temer que este sentimiento crezca en él hasta convertirse en odio, El aprendizaje de los primeros afios ha de ser «como cosa de juego», y el nifio ha de realizarlo en un clima de alegria y aprobacién por parte de quien Te ensefla. Ni importa que algunas veces haya que darle més premios de los que estrictamente se merece, pues lo que importa entonces no es tanto el resultado de su trabajo cuanto Ja actitud victoriosa con que conviene aco- meter los primeros estudios , En el plano de estos estimulos debe situarse el método de aprender las letras con figurillas de marfil, que manejarén jugando, «o algin otro medio a que se aficione la edad» -Abomina de los juegos de artificio y de los maestros que empiezan por el final, para lucirse con el ingenio de nifios que siempre cojearin por falta de aquellos cimientos que més debieron trabajar ®. Por la misma razon desconfia de los nifios prodigio y espera poco de «aquella especie de ingenios que, a manera de frutas, se anticipan, pues nunca Iegan a saz6n>™. Lo que en ia adquisicién de las técnicas de Ia lectura y escritura puede parecer a algunos tiempo perdido, es ganancia para después, con tal de que no se en- tretenga al nifio en repeticiones ociosas, Recomienda Ja lectura silébica, la- ‘mentando «cuénta detencién en el leer ocasiona un apresuramiento prema- ics para captar lo que se Te ensefia es una de las notas que mas estima Quintiliano como prometedoras de un talento despierto”. Es ésta un facultad muy necesaria al orador y se afirma con el ejercicio, a cuya exposicién consagra tn capitulo entero®. Al poder de imitacion infantil, padres y maestros responderdn con los mejores ejemplos—La segunda sefial de buenas dotes para el estudio es Ja docilidad en reproducir Jas buenas ensefianzas*, pues el candor es en el nifio inseparable de una buene inteligencia, La obligacién del ejemplo pesa fen primer Ingar sobre los padres’, y en seguida sobre los maestros ™, También cuando ya ha pasado adelante en los estudios y el joven necesita former su estilo, volver a someterse a la imitacién de los grandes modelos, Inst, Orat, 1, 1, 20, Tbidern Tider. Tider, Tbidem, 1,1, 6. Toidem, 1,1, 2. Tbidem, 1, 3, 3. Tbidem, 1, 1, 3132 Tbidem, 1, 3,1 Mbiders, XY. 2. Iidem, T, 3,1. Isidem, T, 2, 5 Toidem, T, 3, & sseegesesagas Su eleccién todos son p imitacién se do el trato citar el pro inventado 0 se debe uno excederlos»' Se inicia juicio ito son los obj con el mun excelencia ¢ pada gusta discusién er algiin modo formacién d berative co res encontr ‘A tos co Quintiliano” elemento d que afiade t trabajan mé ser més bi traza el ma iano pide primeros af escuela de necesidad d caso del ¢s eludido: «p cabe la vio buen estad para el est en aquellos ronnie 7 Inst. 0 8 Tbidems, © Tbidem, 0 Tider voi Tbidem 2 Tider 408 “Tbidem hes ¥ su cddigo de 1a educacién humanistica “301 Su eleccidn es un asunto delicado que requiere estudio y consejo, pues no todos son para imitados por todos. Pero aun en la disciplina fecunda de la imitacién se procuraré buscar una originalidad de buena ley, que surge cuan- do el trato con los mejores pensadores y escritores es un motivo para ex citar el propio ingenio, pues «ninguno se debe contentar con Io que han inventado otros, sino que cada uno debe inventar alguna cosa»” y eno s6lo se debe uno esforzar en igualarse con los autores que imita, sino también en excederlos» ™, Se iniciaré progresivamente al nifio en ta -Fomentar el ingenio, aumentar Tas ideas, entender lo que Teen, son Tos objetivos que deben procurarse en los primeros contactos del nifio con el mundo del saber. La discusién puede decirse que es el método por excelencia empleado en Ia estructura de las Instituciones Oratorias, pues nada gusta tanto a su autor como presentar sus opiniones despues de una discusi6n en que se han pesado cuidadosamente los pros y los contras. ¥ de agin modo podria decirse que es el esquema sobre el que se monta toda la formacién del que esta destinado a la oratoria, pues tanto en el género deli- berativo como en el judicial ha de tener en cuenta las posiciones de parece- See Als ois OE on aead doe agnor aa Ne eines [ee eee que afiade un cansancio subjetivo al cansancio real ™, Si a ello se afiade que ee er a eee ea eee ee aaa raza eal ‘maestro "2, tendremos Jas principales razones por las que Quinti- thee reaes ae oe ee a en ea ea oa a ee Pes nents, Sa Goat coe as oe ee ee eee eae Se ae ar eh ee eS a a ee ae ea ee) 5 Inst. Orat, X, 2, 4 Tider, X, 2,4 y sigs. 9% Tide, VIL, 1, 2. 10 Tbidem, 1, 2,4. 1 Ioidem, TU 4 2 Tbidem, T, 12, 1011, 1@ Tbidem, T, 3, 8. 2 Tbidert, 1,3, 10. 8 Tbidem, T, 3, 1. 302, Za educacion en el mundo etdsico + El nto debe moverse en ible de ley de espera obra educativa debe ser emprendida come ana tarea que merece sang uestro esfuerzo: «Hagémonos cuenta que se ne confla un Alejandro flesde su infancia para que le enseftemos, empene que merece tanto cuidado parr sa ensehamaa de su hijo es de gran aprecio)s @, ta ning Ozanfa hay remedio, mas no_para la estentidee «A mi denme Testis te el viejo maestro— a quien mas fe alabanza, Ia gloria Te estimule i Piensa que no habri i su tiem el cumplimiento de los Mientras parece més bien «que TEXTOS CuneTn No: Institutiones: Oratoriae —Anasrére.es: Rhetorica—Crceass: De oratore— Monucto: Epistota ad Pisones—Kovinas Saree BIBLIOGRAFIA DIAROSTINO, J. 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