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Tesis - Revista F@ro Nº 10

http://web.upla.cl/revistafaro/n10/art12.htm
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Reconstrucción del día 14 de septiembre de 1973 a
partir de la memoria oral
Tesis de Grado para optar al Título Profesional de Periodista y al
Grado de Licenciado en Comunicación Social
José Miguel Burgos Bravo
Maryan Henríquez Ayala
Universidad de Playa Ancha (Chile)
Resumen

Esta investigación propone una reconstrucción periodística de la balacera ocurrida en


Valparaíso el 14 de septiembre de 1973, a partir de los relatos y recuerdos recolectado a
través de entrevistas. Con este trabajo se pretende rescatar este hecho del silencio en que
fue sumido producto de la censura existente en la época y desmitificar las versiones que se
formaron a partir de la especulación y el vacío de informaciones de prensa oficial.

Palabras clave: Reconstrucción / 14 de septiembre 1973 / Memoria / Relatos Orales /


balacera
Abstract

This research proposes a journalistic reconstruction about the shooting that occurred in
Valparaiso on September 14, 1973, from the stories and memories collected through
interviews. With this work we aim to recover the silenced facts which were censored in the
past to demystify the versions that were formed from the vacuum of official press reports
and speculation during that time.

Key words: Reconstruction / September 14 of 1973 / Memory /

Presentación

Esta investigación se centró en reconstruir periodísticamente los acontecimientos


registrados en Valparaíso el 14 de septiembre de 1973, a partir de la memoria oral recogida
de las fuentes que participaron directa e indirectamente en ese difuso hecho.

El estudio que presentamos es de carácter descriptivo cualitativo, y las técnicas


utilizadas para la obtención de datos fueron principalmente la entrevista testimonial a
testigos y protagonistas del hecho. También se realizaron entrevistas en profundidad a
historiadores y académicos que aportaron las bases metodológicas de la investigación y
contribuyeron a desmitificar algunos supuestos acerca del carácter de este episodio que, por
las razones propias de la época, fue escasamente cubierto por la prensa.

Dadas las características del acontecimiento y la escasez de fuentes disponibles, nos


hemos abocado a describir en forma general lo que los testigos y actores recuerdan, para
tener una visión aproximada de lo que pasó aquella tarde.

Al finalizar la investigación pudimos verificar la ocurrencia del acontecimiento y su


permanencia en la memoria de quienes colaboraron con este trabajo, a pesar de lo confuso
de los hechos y el desconocimiento existente. A 35 años de lo ocurrido, no ha habido otro
estudio que dé respuesta a las interrogantes que la prensa de la época no supo o no pudo
responder.

Esta investigación pretende despejar las interrogantes sobre lo acontecido, con el fin
de aportar a la recuperación de la memoria colectiva perdida tras los trastornos producidos
por el contexto político de la época.

Metodología

En la presente investigación se utilizó el método Cualitativo Descriptivo, dado que la


finalidad del estudio fue la reconstrucción de un hecho del pasado a través de relatos y
vivencias personales, lo que aportó un factor de subjetividad que se hizo manifiesto tanto en
las fuentes como en la interpretación que nosotros, como investigadores dimos a los hechos
relatados.

El relato se estructuró en dos líneas fundamentales: desde un acercamiento a la


reconstrucción historiográfica de los hechos, basado en las fuentes documentales y orales de
que dispusimos; posteriormente se incorporaron los relatos del día 11 y 14 de septiembre
recogidos durante la investigación.

Además, se agregaron algunos relatos de prensa para contrastar los testimonios de los
entrevistados con la versión de los hechos que fue publicada por los diarios circulantes. 

 Los relatos se entrecruzaron para determinar coincidencias y contradicciones que nos


guiaron en la reconstrucción de aquel día, intentando, en el caso de la primera parte,
ordenar los episodios recordados según las horas en que estos ocurrieron, corroborando la
veracidad de cada testimonio.

Reconstrucción de las memorias orales sobre el 14 de septiembre


de 1973 en Valparaíso
La madrugada del 11 de septiembre de 1973, el profundo silencio de la noche fue
interrumpido por el ruido de las botas que corrían sigilosas por las calles principales de
Valparaíso. En el mar, buques de guerra de la Armada, que regresaban anticipadamente de
una supuesta operación UNITAS, daban señales a un puerto dormido que aquel día no sería
uno más del calendario.

La rutina de los porteños fue alterada abruptamente por un Golpe de Estado cuya
gestación tuvo sus orígenes en Valparaíso, y que a las cinco de la mañana de ese día llegaba
como un trascendido no oficial a la casa del Presidente Salvador Allende en Santiago, de
boca del general Urrutia, subdirector de Carabineros. El oficial “afirmó al Presidente que
tropas de la Armada estaban movilizándose por las calles de Valparaíso. No había razón
aparente que lo justificara”.[1]

Con el pasar de las horas de aquel martes 11, la confusión campeaba entre los porteños
que, acorralados entre los cerros, miraban de brazos cruzados cómo las tropas militares
dominaban el puerto sin poder hacer nada para impedirlo. Otros observaban expectantes el
despliegue de las ramas militares a la espera de retomar la tranquilidad y el orden que tanto
anhelaban.

El día 11 en la mañana, mi padre … salió de la casa y alcanzó a bajar la calle Malfati (en
el cerro Los Placeres), pero al llegar a la avenida Placeres, que es la calle donde está la
Universidad Santa María, se encontró con unos marinos que no lo dejaron seguir caminando,
… pero le dijeron que no se podía pasar, que tenía que devolverse a la casa. Hasta ese
momento no sabíamos nada de lo que estaba pasando realmente[2].

En los días posteriores al Golpe los porteños siguieron el proceso con relativa
tranquilidad, adecuándose a las reglas impuestas por el régimen, a pesar de estar sometidos
a un clima de temor e incertidumbre. Los días 12, 13 y 14 estuvieron marcados por el toque
de queda y la permanente presencia de efectivos militares en las calles, sembrando un clima
de guerra que les permitía tener un control absoluto sobre la población.

Sin embargo, la prensa local daba cuenta de que, posterior al Golpe, se había
mantenido un estado de relativa tranquilidad y que la situación en el puerto estaba bajo
absoluto control, a pesar de que se realizaron allanamientos y detenciones desde los
primeros días.

Valparaíso. Un panorama de absoluta tranquilidad y normalidad reina en esta provincia


después que las Fuerzas Armadas y Carabineros tomaron la dirección política, económica y
administrativa, bajo el mando del contraalmirante Adolfo Walbaum Wieber, Intendente de
Valparaíso y comandante en jefe de la Primera Zona Naval [3]
Las particulares características que tuvo el Golpe en Valparaíso provocaron una especie
de indefinición en la mente de los porteños, los que aún no lograban asimilar el hecho, ni
dimensionar las tremendas consecuencias que éste tendría en el desarrollo de los
acontecimientos posteriores.

Los temores, ingenuidades e impotencias de la militancia post


Golpe de Estado

Ante el Golpe, los partidos de izquierda se vieron en una encrucijada que se resolvió de
forma más o menos previsible. Se apostó a un resguardo de los militantes para intentar más
adelante una reagrupación y desde allí tejer una estrategia que les permitiera hacer frente a
la embestida de los militares, pero cualquier tentativa, como se vio después, estaría
destinada al fracaso.

La necesidad de comunicarse, a pesar de las cortapisas y controles interpuestos por los


militares, y la ausencia de un sistema que les permitiera interconectarse en caso de que
ocurriera una eventualidad, como la que estaba sucediendo, hicieron que muchos de los
hombres y mujeres que quisieron rearticularse recorrieran largas distancias a través de los
cerros para lograr un punto de contacto y coordinar alguna actividad que posibilitara la
gestación de un movimiento de resistencia. 

Así, la comunicación de boca en boca, a través de mensajeros, sirvió de enlace entre


quienes se encontraban a resguardo en casas de seguridad y los que desde afuera enviaban
las informaciones necesarias para los que estaban incomunicados.

Sin embargo, a pesar de la inconsistencia y precariedad de la situación militar de la


izquierda, los impulsos, los sentimientos y la necesidad de generar una respuesta, por lo
menos desde el sector de la militancia que estaba dispuesto a rearticularse y luchar,
condujeron a ciertos grupos, que aún estaban operativos, a valerse de todos los medios
disponibles para planificar una acción, prescindiendo de los conductos regulares de los
partidos y sus estructuras orgánicas.

La planificación previa y las coordinaciones para la resistencia

Los días anteriores a la balacera del viernes 14, un grupo de militantes de izquierda,
cuyos partidos se encontraban, a esa altura, descabezados y dispersos, se reunió en una
cancha de baby fútbol en el cuarto sector de Playa Ancha, para coordinar algún tipo de
acción. La mayoría de los dirigentes y militantes estaba a la expectativa de lo que fuese a
ocurrir, o bien, intentando comunicarse de alguna forma, debido a que las líneas telefónicas
estaban cortadas desde el día 11 y no se podía utilizar la radio. Aún así, este reducido grupo
logró ponerse en contacto y darse cita para estructurar un plan de resistencia.
Tito, militante del MIR quien no quiso entregar su verdadero nombre por razones de
seguridad, participó de esta reunión de coordinación, en que se definiría el plan de acción
para el movimiento de los días posteriores.

 Entonces logramos hacer contacto con los socialistas, sería interesante que
conversaran con él, el abogado Emilio Contardo … él era uno de los jefes de Los Elenos, que
era esta facción al interior del Partido Socialista, y que planteaba una tesis similar a la del
MIR en el PS; entonces, como había una correspondencia con ellos, decidimos juntarnos el
día trece en la tardecita me parece que fue, en el cuarto sector de Playa Ancha, en donde
había una cancha de basquetball o de babyfutbol, a jugar un pichangueo y a hacer una
reunión. Ellos se comprometieron a llevar gente del PC … y llega también gente del MAPU,
que por cierto no tenía mucha.[4]

Emilio Contardo participó de esta reunión y reprodujo el diálogo que sostuvo con su
acompañante en una casa de seguridad en Playa Ancha y la cita con los militantes
comunistas, del MIR y gente del MAPU.

 y quedamos que a las tres y media nos íbamos a juntar, ¿Dónde?, En una cancha que
hay aquí, que yo no se donde está, llévame tú. Y él me dijo, ya, vamos, yo te acompaño.
Llegamos y ya estaban los camaradas comunistas, entonces sentados, unos adelante, otros
atrás, y conversando sin mirarnos las caras para que no pareciera que estábamos reunidos y
dicen… ‘Mira huevón, nosotros todavía no tenemos noticias, no sabemos dónde, qué pasó con
el Comité Regional, no hemos tenido nada, y no podemos actuar si no nos dice ‘upa’ el
Comité Regional. [5]

El citado encuentro puede ser considerado como el antecedente de una acción de


resistencia que se transformaría en el primer intento de las estructuras partidarias de la UP
en Valparaíso, a tres días del Golpe, pensada como una forma de contrarrestar el avance de
los militares.

Con la mayor parte de las cúpulas dirigentes en estampida, los pocos militantes que
lograron contactarse y establecer una coordinación, actuaron casi en forma espontánea,
ante la precaria y riesgosa situación que se vivía en el puerto.

Una catarsis inesperada, el inicio de la balacera

Eran casi las siete de la tarde del viernes 14 de septiembre y los porteños que aún
estaban en la calle se apresuraban por llegar a sus hogares antes del toque de queda. Había
tensión en el ambiente. Aquella tarde primaveral parecía anunciar que algo ocurriría.

De pronto desordenados estruendos de balas se hicieron sentir en diversos puntos de


Valparaíso, casi simultáneamente, los que fueron precedidos por intensas ráfagas de
ametralladoras, que anunciaban que aquella no sería una de las breves y aisladas balaceras
de los días anteriores.

A esa hora los militantes, coordinados el día anterior, ya estaban apostados en los
lugares asignados y se disponían en posición de ataque, con el temor y la incertidumbre que
la riesgosa acción que intentaban infundía en sus corazones.

Mientras tanto, la esperanza de quienes añoraban una respuesta armada al Golpe de


Estado reverdecía con la idea del inicio de la resistencia, y a la vez, el temor y el pánico
hacían presa de los más pesimistas y de los que entendían que estaba sucediendo.

Tito, según cuenta, era uno de los participantes de las coordinaciones y de la acción
que marcaría el inicio de la balacera por lo menos para el sector de Playa Ancha. Él relata
que la maniobra se habría coordinado para las 12 de la noche, pero que decidieron
adelantarla por los inconvenientes que generaría la tranquilidad de esa hora para una
operación de tales características. Además, el horario de la acción habría sido filtrado por la
inteligencia naval que desde las 15 horas ya se preparaba para un supuesto contraataque de
las fuerzas de izquierda.

 por eso decidimos que había que adelantar esto, ¿Pero cómo?, no habían teléfonos, no
había radio, no existía el teléfono celular, decíamos: ‘pero si ellos saben que se va a dividir
(la marinería), les podemos generar una confusión, que por lo menos comiencen a disparar
para que se enteren los compañeros que hay que actuar rápido’, porque además, el toque de
queda era a las siete de la tarde, y nosotros íbamos a atacar a las doce de la noche, ya era
una ciudad congelada, entonces decíamos, ‘mira la cagada que estamos haciendo’, y estos
otros socialistas no saben esta huevada. No supieron, nadie fue capaz de prever que esta
acción se iba a hacer en una ciudad congelada, a medianoche, donde los únicos que se iban a
desplazar eran los guerrilleros urbanos y las Fuerzas Armadas en jeep disparando y matando
como pajaritos, entonces nos dimos cuenta de ese error[6]

Según lo narrado por el propio Tito, sin comprender el funcionamiento de los juegos de
inteligencia, los militantes que participaron de la coordinación invitaron ingenuamente el día
antes de la balacera, a un sector de la población a participar de este ‘levantamiento
popular’ contra el Golpe, incluyendo al personal de la baja marinería que se encontraba
apostado en las barricadas cercanas al lugar donde estos se encontraban.

Una vez que se dieron cuenta de esto, buscaron con urgencia una solución para
precipitar el enfrentamiento, de manera tal que alertara al resto de los grupos coordinados
que se encontraban en otros sectores de Valparaíso.
Después de entender que nos habíamos mandado la cagada decidimos precipitar esto,
¿Cómo lo vamos a precipitar?, (se preguntó) vamos a atacar una barricada, ¿Qué es lo que
había?, puta había un revolver 22 argentino, nada más ¿Pero qué barricada íbamos a atacar?,
entonces decidimos atacar la barricada que está en la Escuela Naval.

Y como nosotros conocíamos a fondo cada centímetro de la geografía de esos cerros,


del Cordillera, cerro Toro, de Playa Ancha, sabíamos que si nosotros hacíamos esto antes del
toque de queda, eso era a las siete, si lo hacíamos, a las seis diez, seis y cuarto, podíamos ir
con un vehículo desde abajo, dispararle a esa barricada e íbamos a precipitar algo, eso fue lo
que decidimos …

Y nos robamos una camioneta, partió, yo iba manejando, nos pusimos detrás de unas
micros que doblaban, y le mandamos como cuatro tunazos a la barricada, y después nos
fuimos detrás de la micro, y empezó una balacera así, increíble.[7]

El cadete naval situó el inicio de la balacera alrededor de las 20:00 horas, cuando en su
Escuela se da la orden de cubrir las posiciones de combate.

El día 14, yo creo que fue un día normal hasta como a las 3 de la tarde. A esa hora
llegaron informaciones de inteligencia, y se juntó a toda la escuela para informarnos que la
cuestión venía dura, y se mandaron a cubrir los puestos de guardia y atrás de la escuela.

 En la noche, ya como a las 20:00 horas, se tocó el zafarrancho de combate … todos los
que estaban en los puestos estaban con armamento, con munición y con comunicaciones con
el eje central, listos para repeler cualquier ataque.[8]

La inquietud al interior de las filas de los cadetes navales era evidente; tenían poco
tiempo de entrenamiento y nunca se habían encontrado en una situación de combate real.
Aquel sería su “bautismo de fuego”.

El profesor Claudio Díaz, coincidiendo con Tito, afirma que la hora de inicio de la
balacera tuvo lugar antes de las 19 horas, ya que según él, para ese horario se habría fijado
el toque de queda.

Como 15 minutos antes del toque salen frescos y salen rajados escapando por el Barón,
exactamente a las siete, en todos los puntos de la ciudad al mismo tiempo … se forma un
taco en un segundo en Barón, un mega taco, ya que se propagó muy rápido por la avenida
España y, los más astutos lograron salir rápido y se fueron por Santos Ossa, a los dos minutos
había un taco en Santos Ossa, porque también estaba disparando allá.

Así que la ciudad quedó bloqueada por las dos únicas vías de automóvil que habían;
después ya estaban lo caminos por los cerros que son para expertos, pero tampoco se pudo,
porque poco después ya había baleo en toda la ciudad[9].
Si bien la hora en que se comienzan a sentir los primeros disparos varía entre las
fuentes, la mayoría coincide en que sería entre las 18:00 y las 19:00 horas del día 14. Este
horario coincide además con el señalado por los testimonios como el del toque de queda,
que sería a las 19:00 horas.

A pesar de las coincidencias en los relatos, no ha sido posible encontrar una versión
clara de la hora en que se establece la medida el día 14 en Valparaíso. Cabe suponer que la
hora de inicio de la balacera podría haber diferido según el lugar en que se verificaron los
hechos. Aún así, todos los entrevistados coinciden en que fue al anochecer, por lo cual, la
evidencia indica que el horario de inicio de la balacera tuvo lugar a la hora antes señalada.

Por otro lado, el sector en donde se iniciaron los disparos no pudo ser establecido con
claridad en la investigación, dado que el acontecimiento no se restringió a una zona
específica, sino que tuvo diversos focos en todo Valparaíso.

Finalmente, el relato de Claudio Díaz hace alusión a una gran congestión vehicular en la
Av. Argentina producto del caos que provocaron las balas entre los automovilistas y
transeúntes. Este hecho fue corroborado por las versiones de prensa.

Los escenarios de la balacera

En el mapa de la ciudad de Valparaíso que se muestra a continuación, se detallan los


lugares sindicados por las fuentes como focos de las acciones acontecidas la noche del 14 de
septiembre de 1973 en Valparaíso. También se incorporan los sitios en donde se registraron
muertes comprobadas tanto por los relatos de los testigos como por las fuentes
bibliográficas.

El objetivo de incorporar este mapa responde a la inquietud de poder graficar una vista
general de los puntos en donde se pudo establecer que hubo enfrentamientos.
Clic para ver más grande

Valparaíso bajo fuego

Con el pasar de los minutos la balacera fue recorriendo los rincones de Valparaíso entre
los distintos puntos donde hemos podido registrar acciones armadas. Los estruendos
quebraron el silencio de la tarde y noche, y la tensa calma que se había apoderado de los
días previos, mientras muchos porteños oían aterrorizados el sonido de las ráfagas y los
disparos. Afuera, mientras el sol se ocultaba, grupos de hombres y mujeres se desplazaban
entre las sombras parapetándose entre las escaleras y recovecos del puerto, en una acción
que algunos calificarían de heroica y otros simplemente de ingenua y suicida.

Quizás Playa Ancha fue el sector en donde el fuego fue más nutrido, y en donde abarcó
más espacio, tal vez, por la presencia en el lugar del Regimiento Maipo y la Escuela Naval.

¿Cómo partió esto? Partió con una balacera en el sector del Maipo, cerca de las 8 de la
noche o algo así. Esa balacera se trasladó hasta las calles aledañas que bajan en dirección a
la Caleta el Membrillo. Estos gallos se parapetaron ahí, y le dispararon al Maipo y le
dispararon a la Escuela, y de ahí desaparecieron; y los huevones nos agarramos a balazos con
el Maipo, (se ríe) obviamente si te disparan de allá tu disparas hacia el mismo lado, pero era
el Maipo el que estaba disparando para acá, hasta que alguien se dio cuenta y paró este
cuento.
Después se fueron a la torre de lo que era la Escuela de Medicina, la torre de la
Universidad de Valparaíso, ahí se metieron y dispararon a la escuela y nos dispararon a
nosotros.[10]

Así describió el inicio de la balacera el cadete naval, quien vivió el hecho desde dentro
de la escuela y pudo enterarse de mayores detalles a través de los relatos de sus propios
compañeros.

Desde la ventana de su dormitorio en la avenida Pacifico, Hermes Salazar, con sus 12


años, fue testigo de la balacera del 14 en el sector de Playa Ancha. Desde allí pudo ver con
detalles el enfrentamiento ocurrido en la torre de la Facultad de Química y Farmacia de la
Universidad de Chile.

hubo baleos en el sector del Regimiento Maipo y la Escuela Naval. La visión que yo
tengo, de lo que pudo haber ocurrido en ese sector, principalmente en lo que era la Facultad
de Química y Farmacia de la Universidad de Chile en ese entonces, es que unos niños, unos
cabros jóvenes, de entre unos 25 o 20 años, se atrincheraron allá en la Escuela de Química y
Farmacia y ahí empezaron a disparar. Desde mi casa se podía ver que los acribillaron a
balazos, con metralletas, todo eso. Ahí estaban involucrados tanto Infantes de Marina como
militares…entonces entre ellos fue todo, el… como te dijera... se dieron la facultad para
poderlos acorralar y no tuvieron escapatoria y les empezaron a disparar para arriba no más a
todo lo que dio …. Aún están las marcas del ametrallamiento que le pegaron ahí, las ráfagas
de metralleta que les tiraron por todos lados, fue una cosa que duró… tiene que haber
durado alrededor de unas tres o cuatro horas…más menos.[11]

Según los relatos recogidos en la investigación, uno de los lugares en donde se registró
mayor actividad aquel 14 de septiembre, fue Playa Ancha, principalmente el área en que se
encuentran la Escuela Naval, la Facultad de Química y Farmacia, de la hasta entonces
Universidad de Chile; el Instituto Pedagógico de la misma universidad, el Parque Alejo
Barrios, y más arriba, el Regimiento Maipo, y el paseo 21 de Mayo.

En estos lugares el hecho habría respondido a una confusión entre los efectivos
militares, probablemente provocada por la acción de terceros al inicio de la balacera. Sin
embargo, no se han logrado corroborar las identidades de los involucrados en el suceso, ni
qué grado de influencia tuvieron en la citada confusión.

Por otro lado, las marcas de los rebotes de múltiples balas que aún se advierten en la
torre de la Facultad de Química y Farmacia, y los relatos de algunos entrevistados indican
que, efectivamente, hubo una persona que logró apostarse en lo alto de dicha torre y
efectuar algunos disparos, recibiendo como respuesta la acción de los militares del
Regimiento Maipo y de la Escuela Naval. Sin embargo, se desconocen mayores detalles del
episodio, así como del destino del sujeto, el que tampoco ha logrado ser identificado.

A poco andar la balacera ya envolvía gran parte del puerto. Desde que se habían
iniciado los disparos los focos de enfrentamientos se multiplicaban por doquier generando
una sensación de caos generalizado.

La noche caía sobre Valparaíso mientras retumbaban los estallidos de las armas y
silbaban las balas por entre las casas. La incertidumbre era total; nadie tenía idea de qué
sucedía afuera; sólo escuchaban el ensordecedor ruido de la balacera.

En la Plaza Victoria y sus alrededores el movimiento era bastante intenso. La agitación


de los efectivos militares y el movimiento de algunos civiles en la calle daban indicios de que
algo sucedía allá afuera.

Desde los edificios colindantes a la plaza algunas personas pudieron advertir cómo un
pequeño grupo de hombres era encañonado y golpeado por militares, mientras, como telón
de fondo de aquel ocaso, se oían los disparos en lugares cercanos y también a lo lejos.

Ximena Leiva, con 12 años a la fecha del hecho, presenció desde la ventana de su casa
parte de la balacera que se desarrolló en el centro de Valparaíso, en calle Edwards al llegar
a avenida Independencia.

Entonces empezaron a sonar algunos disparos, se empezaron a sentir muchos en la


vereda donde nosotros estábamos, y luego cuando empezaron a ser demasiado insistentes,
llegó Carabineros, pero también llegaron milicos; nosotros nos asomamos a ver, y pronto
empezaron a decir ¡no se asomen!, y luego se oscureció. Eso debe haber sido como a las 7 u
8 de la noche. Y oscureció, y nos replegaron con megáfonos, nos decían ¡no se acerquen a las
ventanas por que pueden correr peligro!, porque varios nos acercábamos y vimos que
estaban con luces, y habían disparos y francotiradores al lado del edificio, porque era un
edificio antiguo …

 sí agarraron a varios, porque a parte de cómo gritaban y todo, en algún momento,
sobre todo mi abuela que era muy osada, se acercó a la ventana, porque escuchábamos los
gritos. Los tenían ahí donde está Ripley actualmente, en ese muro, pero no eran todos, yo
tengo que haber visto tres o cuatro y todos eran hombres, pero después de eso seguían los
disparos.[12]

Bruno Bernal había comprado un departamento en el mismo edificio en que vivía


Ximena Leiva, pero con vista hacia calle Pedro Montt. Desde allí pudo observar lo que podría
llamarse un allanamiento al edificio del diario La Unión, el que por esos días pertenecía al
Partido Socialista y había sido objeto de sucesivos allanamientos desde el 11 de septiembre.
Esa noche, como no tenía cama, tenía el departamento desocupado, lo único que hice
fue asomarme por la ventana poniendo los ojitos así para mirar cómo eran los
acontecimientos en los alrededores. Así detecté que esa noche a todos los trabajadores del
diario La Unión los sacaron a la calle y los tendieron de guata en una hilera; eso es todo lo
que vi, y al día siguiente los marinos estaban recogiendo las vainillas de las balas[13]

Otros testimonios indican que se habrían realizado disparos en otros puntos de


Valparaíso, específicamente en el cerro El Litre y el cerro Monjas; además de un fuerte
enfrentamiento en la Compañía Chilena de Tabacos, en que habrían estado involucrados
militantes de izquierda y trabajadores de la propia empresa.

En el centro de Valparaíso la evidencia apunta a que los disparos se concentraron en los


alrededores de Plaza Victoria, en las intersecciones de Edwards con Independencia, y frente
al edificio del diario La Unión, actual oficina del Arzobispado de Valparaíso en calle
Chacabuco.

No se ha logrado establecer con certeza que se hayan producido ejecuciones sumarias


en los lugares mencionados, aunque tampoco podemos descartar esta posibilidad dado el
clima dominante en la época.

A lo largo de la Avenida Argentina también se registraron bastantes disparos. Algunos


señalan que estuvieron concentrados en las afueras del Gasómetro de Valparaíso, en los
alrededores del ex Hospital Deformes (donde hoy está el edificio del Congreso), además de
algunos tiros en las intersecciones de calle Victoria y avenida Colón.

Es en este sector en donde se registran las únicas muertes conocidas producto de la


situación que se vivía aquel día, y que corresponden a René Aguilera Olivares, cuyo deceso
consta en el Informe Rettig; y además la niña Soledad Poblete, quien habría encontrado la
muerte al interior de su hogar luego de que una bala ingresara a través de una de las paredes
que daba hacia la avenida Argentina, y que la impactó en el pecho, lo que le ocasionaría la
muerte horas más tardes por las graves lesiones y falta de atención médica. Su deceso no
quedó registrado en el informe por decisión de la propia familia.

En el Informe Rettig sí se deja constancia de la muerte de Aguilera:

El mismo 14 de septiembre de l973 muere, René Guillermo AGUILERA OLIVARES, de 41


años de edad.

Ese día, como ya ha sido señalado anteriormente, se produjo un tiroteo en el puerto de


Valparaíso. En ese episodio el afectado recibió dos impactos de bala que provocaron su
deceso en la vía pública.
Conocidos los hechos que condujeron a su muerte esta Comisión se ha formado
convicción que René Aguilera fue víctima de la situación de violencia política de ese
momento.[14]

Osvaldo Muñoz habitante del sector de Ramaditas, frente a la avenida Argentina,


militaba en Movimiento Obrero Católico y tenía 22 años. En su relato describe lo que vio
desde aquel lugar.

Y ese día que fue la balacera empezó a sentirse un balazo, después otro, luego una
ametralladora. Se sentían, las balas… nosotros nos asomábamos desde los miradores que
tiene el cerro y veíamos las luces de colores por arriba de nosotros, y eran balas… ahora me
doy cuenta de que eran balas de un calibre más o menos serio. Después, conversando con
amigos que saben de armas, decían que eran unas punto 30 que instalaron ahí abajo y que
con esas disparaban. Esa balacera fue algo impresionante para nosotros, por la cantidad de
balazos que sonaban y que pasaban por encima de nuestras cabezas[15].

A escasos metros de donde se encontraba Muñoz, en la avenida Argentina, a la altura de


calle Victoria, Claudio Díaz fue testigo de la balacera producida en esa arteria principal del
puerto, observando de cerca la acción que se estaba produciendo en aquél lugar.

En la avenida Argentina se estaba disparando mucho, porque estaba toda la respuesta


de todos los milicos, marinos y pacos, porque, en general, la técnica era proteger cada
esquina con dos tipos, no tenían gente para todas las esquinas, pero más o menos esa era la
norma. Así que había un baleo muy fuerte; yo iba con un amigo que era de estos civiles que
trabaja para la Armada, íbamos en el auto y llegamos al taco muy pronto, y este huevón
reacciona muy rápido y se va por una calle paralela hacia Santos Ossa… quedamos
bloqueados a la altura de Victoria al llegar a la avenida Argentina. A esa altura había ya un
taco y el baleo era muy fuerte. ‘Mira huevón, frena, bajémonos de ésta huevada y tirémonos
al suelo de guata, hazme caso a mi que tengo entrenamiento’, porque ahí el mayor peligro
era… yo vi que era gente muy joven… los milicos, yo lo sabía, tenían apenas seis meses de
entrenamiento; un huevón con seis meses y un fusil en la mano es una cosa muy peligrosa.
[16]

Los enfrentamientos en este lugar corresponderían, al igual que en los escenarios


anteriores, a un intercambio de fuego amigo, y aún no se comprueba si existió acción de
militantes o terceras personas que dieran pié a una confusión inicial de los uniformados.

La niña Poblete y Aguilera son los únicos fallecidos confirmados provocados por la
balacera. Ambas muertes suceden en condiciones que no nos ha sido posible establecer con
claridad, aunque en el caso de René Aguilera la información que manejamos es más confusa
y preliminar, a pesar de existir un registro escrito de su muerte.

El final de la noche y el silencio

Luego de la nutrida balacera, los sonidos fueron cada vez distanciándose más, los focos
de la supuesta resistencia habían sido acallados por la enérgica respuesta de los
uniformados.

Sin embargo, hacía rato que en este concierto solo se escuchaba una voz cantante, que
dominaba la noche con fuerza y fuego.

Así como comenzó, de pronto no se oyeron más tiros, cesó el traqueteo de las
ametralladoras y el tronar de las balas, un angustioso silencio volvía a apoderarse de la
ciudad. Al día siguiente, sería comentario obligado, pero las preguntas se multiplicarían
tanto como los estallidos de la noche anterior.

La tranquilidad del puerto se vio violentada por disparos que se prolongaron durante
varias horas. Algunos testigos señalan que se extendió hasta las 3 ó 4 de la mañana y otros
afirman que solo fue hasta las 21 horas. Lo mismo sucede con la intensidad de estos, la
mayoría recuerda que el intercambio de fuego fue nutrido en un primer momento,
decayendo con el pasar de las horas. Sin embargo, hay quienes sostienen que los disparos se
dieron en forma intermitente durante toda la noche.

La evidencia recolectada no permite establecer una delimitación exacta de la duración


e intensidad de la balacera, sin embargo, puede establecerse que sí hubo una concentración
de los disparos durante las primeras horas que duró el hecho, y que luego se redujo a focos
dispersos en distintos horarios.

La prensa, sus versiones y culpas

La mañana del 15 de septiembre, cuando la balacera ya había cesado, El Mercurio de


Valparaíso titulaba en portada “Comandos Suicidadas Originan Terrorismo. Fusilado criminal
extremista”, haciendo alusión a la balacera del día anterior. El relato contado por este
medio y también reproducido por “La Estrella de Valparaíso”, hacía referencia a un
enfrentamiento entre las Fuerzas Armadas y elementos extremistas coordinados, con amplio
poder de fuego, que incluía entre las herramientas de combate, armas automáticas y
ametralladoras.

Así, los únicos medios circulantes en la región de Valparaíso publicaban en sus artículos
informaciones sesgadas y manipuladas, basadas en las informaciones oficiales que por lo
general, no se apegaban a la realidad de los sucesos. Esto debido a que la mayoría habían
sido sacados de circulación y los que se mantenían, se regían por las reglas que el Régimen
Militar había estipulado 4 días antes en el bando nº 15 titulado “ Censura y Clausura de
Prensa”:

Se ha designado una Oficina de Censura de Prensa, que funcionará en la Academia


Politécnica Militar del Ejército (San Ignacio Nº 242), que tendrá bajo su control las
publicaciones escritas autorizadas; el sistema a utilizar será el de la censura a la edición
impresa. Por lo tanto los directores de los diarios mencionados tendrán la responsabilidad de
entregar diariamente antes de su emisión las respectivas muestras para poder proceder a su
revisión.

Se advierte que la emisión de todo otro órgano de prensa escrita que no sea la
debidamente autorizada, será requisada y destruida [17]

Bajo esta situación, El Mercurio de Valparaíso narró el hecho en portada de la siguiente


manera:

Varios comandos suicidas, integrados por elementos terroristas de extrema izquierda,


en una acción debidamente coordinada, pretendieron ayer tomarse los cuarteles de varias
unidades militares y de Carabineros de Valparaíso, lo que motivó una intensa balacera, cuya
mayor intensidad se registró entre las 19 y las 21 horas, provocando una extraordinaria
alarma pública en los barrios en que se originaron estos sucesos, a la vez que una inusitada
congestión de tránsito, ya que quedaron cortadas las principales arterias de Valparaíso y de
comunicación con Viña del Mar.[18]

Con la prensa intervenida por el régimen, los medios de comunicación perdieron parte
importante de la influencia que tenían como mediadores entre los centros de poder y la
comunidad.

La entrega de información sin cuestionamientos por parte de quienes las emitían, no


solo hizo evidente la falta de libertad y pluralidad durante la época, sino que también el
constante temor al que la sociedad se vio sometida, diluyó por un tiempo el sentido de
pertenencia a un grupo de personas, a una colectividad que se relaciona entre sí y que a
partir de su conexión se transforma en opinión pública.

Esta situación forzó a los medios a dejar de lado su misión de informar libre y
autónomamente a la comunidad, construyendo una realidad que carecía de verosimilitud y
que se volvió ajena a lo que parte de los porteños veía día a día. Así quedó establecido entre
las personas que fueron entrevistadas para esta investigación, muchas de ellas conservan en
su memoria recuerdos sobre la balacera que se distancian bastante de la forma en que los
medios abordaron el tema.
La intervención de la prensa tuvo como principales objetivos, silenciar las voces
disidentes, generar una sensación de control total en la ciudadanía y uniformar los discursos
mediáticos. De esta forma, los pocos medios que quedaron en circulación después del 11 de
septiembre, emitían informaciones filtradas por los organismos de censura y seleccionaban
sus temáticas de acuerdo a los intereses de la Junta Militar.

Los medios como el Mercurio de Valparaíso y La Estrella de Valparaíso, así como


también Radio Agricultura, por mencionar los que funcionaban en la región, se transformaron
en la voz del régimen, y fueron utilizados para lograr los objetivos comunicacionales de la
Dictadura.

Conclusiones

A partir de los datos recolectados por esta investigación y del tratamiento de las
entrevistas realizadas podemos concluir que:

 1.- El movimiento del 14 de septiembre de 1973 en Valparaíso respondió esencialmente


a un impulso de algunos militantes que lograron coordinarse y actuar. Sin embargo, el curso
de acción que siguieron se ciñó a las directrices de una planificación previa destinada a la
defensa del gobierno, estructurado fundamentalmente desde el PS. También, que la
balacera se habría producido por una confusión entre los efectivos de las Fuerzas Armadas,
probablemente ocasionada por la acción de terceros, desconociéndose el grado de influencia
que pudo tener la acción planificada por la militancia en los días previos.

Tampoco se pudo determinar con certeza si este movimiento tuvo otro carácter, por
ejemplo, el de una maniobra de inteligencia de las FF.AA. destinada a detectar los posibles
focos de resistencia militante, así como también los elementos disidentes al interior de las
filas militares.

2.- Se puede establecer que la balacera se extendió por diversos sectores de Valparaíso
casi simultáneamente, pero no queda claro si esta extensión se debe a la coordinación de los
elementos de la militancia, o a una reacción espontánea de otras personas o grupos.

Los lugares en donde se logró verificar disparos aquella noche fueron, Playa Ancha,
principalmente las inmediaciones del parque Alejo Barrios, Plaza Victoria, Avenida Argentina
y el Cerro Barón, a la altura de la Iglesia de San Francisco.

3.- La reunión de coordinación previa al movimiento del 14 tuvo como objeto articular
una resistencia al golpe por parte de la militancia. No obstante, como las estructuras
dirigenciales estaban dispersas, no existió una conducción político militar del operativo. En
esa reunión hubo pocos dirigentes presentes y una cantidad indeterminada de militantes de
los partidos de la UP, los que se concertaron casi espontáneamente ante la necesidad de dar
una respuesta armada al Golpe.

A nivel dirigencial no existe una reivindicación de la acción militante del 14,


principalmente porque no hubo mayor presencia ni conocimiento de los dirigentes, de lo que
se tramaba en la clandestinidad. Por esta razón al interior de los partidos de izquierda no se
reconoce ni se da importancia al hecho y más bien se lo ignora y atribuye a una acción de la
inteligencia naval para desarticular a la resistencia.

4.- Las características que rodearon el hecho, así como el contexto en el que se
desarrolló, sugieren que existió violencia política manifiesta y explícita dado que hubo una
expresión abierta de un choque entre un poder hegemónico y un poder reactivo, que tuvo
características violentas en el marco de un quiebre del orden institucional del país. Este acto
puede considerarse una excepción dentro de las condiciones ya establecidas por los militares
y la situación de violencia estatal impuesta, ya que a posteriori no habría otras
manifestaciones parecidas, por lo menos en la ciudad de Valparaíso.

5.- La prensa de la época publicó información manipulada y exagerada de los hechos,


haciendo alusión a un alto poder de fuego y organización por parte de la militancia de
izquierda, elementos que pudieron ser desmentidos por esta investigación. Por esta razón,
creemos que quienes recuerdan la acción no se aproximan al relato que la prensa publicó por
lo que asumimos que, al ser manipulada por los militares, ésta perdió legitimación entre un
sector de la población.

En el caso de la balacera del 14, la carencia de una prensa que hiciese las veces de
unificadora de las memorias individuales dispersas, permitió que la propia vivencia y
recuerdo del acontecimiento dieran pie a la deformación de los hechos y a la creación de
mitos en torno a él.

Por lo tanto, en el caso investigado prima una memoria colectiva popular que sustituyó
a la visión impuesta desde el Estado a través de los medios, y que se enfoca en aspectos de
la historia que no son rescatados por la memoria oficial.

La permanencia de este hecho en el tiempo fue posible gracias a que las memorias
individuales de los que vivieron el suceso fueron compartidas por su núcleo familiar que
ratificó lo vivido y vinculó estos relatos con el de su entorno social más cercano, dando valor
a la oralidad como herramienta de unión entre ambas experiencias.

Sin embargo, y a pesar de esta permanencia del recuerdo, los acontecimientos del 14
de septiembre de 1973 han vivido en un permanente silencio que ha promovido el olvido del
episodio y la pérdida de este pasaje de la historia porteña.
6.- El movimiento del 14 de septiembre de 1973 en Valparaíso puede considerarse como
la última reacción coordinada de la militancia porteña, ya que no se registran otras acciones
similares, por lo menos durante la década de los 70’. El hecho de que haya sido un evento
aislado contribuyó a generar mitos en torno a él, ya que no había mayores antecedentes
acerca de acciones de esta envergadura.

Epílogo

La balacera del 14 de septiembre de 1973 ha dado pié a la creación de mitos y


especulaciones en torno al real carácter que tuvo este hecho. A través de esta investigación
hemos intentado desentrañar algunas de las incógnitas que permanecían aún en el
inconsciente colectivo porteño. Sin embargo, existen interrogantes que no podemos
contestar con nuestro estudio y muchos pasajes de este acontecimiento que no hemos
podido reconstituir debido al tiempo transcurrido desde su ocurrencia, a la falta de estudios
previos y a la fragilidad de las memorias individuales.

En este sentido, una de las principales incógnitas que quedan una vez concluido este
trabajo, tiene relación con el origen y objeto de este movimiento, ya que cabe la posibilidad
de que la acción haya sido coordinada y ejecutada por la inteligencia militar como un forma
de provocar la reacción de los grupos de izquierda aún operativos, a los grupos o individuos
que estando al interior de las Fuerzas Armadas perteneciesen o simpatizaran con algunos de
los partidos de la UP; o bien para generar una situación de guerra que diera una señal de
fuerza e infundiera temor en la población como también entre los propios militares, dada las
condiciones que se dio el golpe en Valparaíso.

Podría suponerse también que la población porteña no asimiló el Golpe Militar sino
hasta después de la balacera del 14, por lo que podemos entender ésta como una acción que
marca un precedente del silencio que embargaría al puerto posterior al acontecimiento.

Bajo esta línea, cabe suponer que estratégicamente la acción habría servido de
justificación para una reacción violenta y represiva por parte de los organismos militares.

Referencias bibliográficas

Diario El Mercurio de Valparaíso, 15 de septiembre de 1973. .p. 1

Diario El Mercurio, 15 de septiembre de 1973. Santiago. p. 10

Informe de la Comisión de Verdad y Reconciliación. (1991). Tomo 1. Santiago. p. 291.

Loveman, Brian y Lira, Elizabeth. (2002). Arquitectura política y Seguridad interior del
Estado: 1811 - 1990. Universidad Jesuita Alberto Hurtado: Centro de Investigaciones Diego
Barros Arana. p. 323
Verdugo, Patricia. (1998). Interferencia Secreta, 11 de septiembre de 1973. Editorial
Sudamericana chilena. Santiago.

Notas

[1] Verdugo, Patricia. (1998). Interferencia Secreta, 11 de septiembre de 1973.


Editorial Sudamericana Chilena. Santiago, Chile. Pág. 35

[2] [E] María R.Vidal, abril de 2008

[3] Diario El Mercurio, 15 de septiembre de 1973. Santiago. Pág. 10

[4] [E] Tito, septiembre de 2008

[5] [E] E. Contardo, septiembre de 2008

[6] [E] Tito, julio de 2008

[7] [E] Tito, Agosto de 2008.

[8] [E] Cadete Naval, agosto de 2008

[9] [E] Claudio Díaz, agosto de 2008

[10] [E] Cadete Naval, agosto de 2008

[11] [E] Hermes Salazar, octubre de 2008

[12] [E] Ximena Leiva, julio de 2008

[13] [E] B. Bernal, octubre de 2008

[14] Informe de la Comisión de Verdad y Reconciliación. (1991). Pág. 291, Tomo 1.


Santiago.

[15] [E] Osvaldo Muñoz, octubre de 2008

[16] [E] Claudio Díaz , agosto de 2008

[17] Loveman, Brian y Lira, Elizabeth. Arquitectura política y Seguridad interior del


Estado: 1811 - 1990. Universidad Jesuíta Alberto Hurtado: Centro de Investigaciones Diego
Barros Arana, 2002. p. 323

[18] El Mercurio de Valparaíso, 15 de septiembre de 1973. Pág. 1

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