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PORTADA

DIRIGIDO A: Ada Colau Ballano, alcaldesa de Barcelona

RESPECTO A: Las ventajas a largo plazo que conllevaría la construcción y el


mejoramiento de las zonas verdes, destinadas a las actividades deportivas, en Barcelona.
Las tesis centrales que se sostendrán consisten en la afirmación del valor económico y
social que implica la amplificación y consolidación de las zonas verdes, máxime —y
teniéndolo muy presente— en un contexto de pandemia, en el cual urge más que nunca
sincronizar el deporte con el distanciamiento social.

ELABORADO A: Aleksandar Ivanov, Tomás Vinuesa, Sergio Villena (14-05-


2020, Madrid).

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ÍNDICE: MEJORA DE ZONAS VERDES PARA ACTIVIDADES
DEPORTIVAS EN BARCELONA

1. Resumen ejecutivo
2. Definición
3. Formulación
4. Diseño de la implementación de la política
5. Evaluación

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RESUMEN EJECUTIVO

El marco teórico en el que se mueve nuestra propuesta es ecológico y aspira a ceñirse a los
intereses de la ciudadanía barcelonesa. Mediante el uso coherente y continuo de una serie de
herramientas analíticas concretas, hemos diagnosticado que uno de los problemas más acuciantes, en
lo que atañe a la condición del medio ambiente barcelonés, es la falta aguda de espacios verdes
destinados a actividades deportivas que contribuyan al mejoramiento de la salud física y mental de los
ciudadanos. Para fundamentar semejante constatación, nos hemos servido de una serie de informes
médicos que reconocen explícitamente la necesidad de espacios idóneos para conservar la salud mental
y física humana, así como hemos recurrido a datos estadísticos oficiales, según los cuales Barcelona es
una de las ciudades con peor reparto y mayor escasez de espacios verdes por m2 a nivel nacional.

Si bien la propuesta diseñada está destinada a favorecer a toda la ciudadanía barcelonesa sin
excepciones y discriminaciones de ningún tipo, hemos ido esforzándonos por atender muy
encarecidamente a los intereses y necesidades de segmentos poblacionales particularmente afectados
por los problemas diagnosticados: los grupos adolescentes y los ciudadanos económicamente
desfavorecidos.

Es preciso también esbozar cuál es la base axiológica desde la que construimos nuestra
propuesta. Se trata, en efecto, de una síntesis de consideraciones: por un lado, una consideración que
atienda al medio ambiente desde unos parámetros claramente ecologistas, en tanto que el proyecto
ecologista, en primer lugar, viene apoyado desde el propio gobierno nacional (Agenda 2030) y, en
segundo lugar, es un ideal que no conoce fronteras y cada ciudad habrá de esforzarse por conseguir
ciertos objetivos; por otro lado, una consideración muy atenta del bienestar civil de los barceloneses,
teniendo muy presente el hecho actual de la emergencia sanitaria y tomándola como criterio
importante de evaluación de la política pública.

A la hora de encararse al problema planteado, hemos identificado cuatro posibles alternativas,


centrándonos críticamente en cada una de ellas con la intención de fijar cuáles son sus beneficios y sus
debilidades. En primer lugar, hemos hablado del mantenimiento del estatus quo contemporáneo, que
se produciría si el Ayuntamiento se negase a actuar y que muy probablemente conduciría a un
empeoramiento gradual, pero persistente de la situación. En segundo lugar, hemos formulado una
alternativa rotulada como «habilitación y promoción masiva de parques y jardines históricos» que, si
bien puede ser sobremanera útil en determinados casos, no se nos presenta como una solución

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pertinente del problema esbozada. En tercer lugar, hemos colocado a la alternativa de construir zonas
verdes en los polígonos industriales de la ciudad, que —si bien puede tentarnos a decir que produciría
efectos ecológicos especialmente notables— sin embargo no resulta muy operativa si la observamos
a la luz de determinados criterios objetivos. Por último, hemos analizado —y después de ello
prescribimos— la implementación de la alternativa titulada «construcción de zonas verdes de los ejes
lineales urbanos y suburbanos», la cual consideramos firmemente como la opción óptima, la más
eficaz, equitativa, sanitariamente útil y beneficiosa para la ciudadanía.

Parece necesario añadir aquí que los criterios, de acuerdo a los cuales hemos ido valorando las
ventajas y desventajas de la implementación eventual de cada alternativa particular, son cuatro
principales: un criterio económico, un criterio de cercanía y/o accesibilidad, un criterio de equidad y,
finalmente, un criterio de utilidad en el caso de emergencia sanitaria. En base al estudio y examen
atentos de estos criterios, hemos decretado que la alternativa prescrita por nosotros merece
plenamente ser recomendada a Ud., en tanto que optimizaría el uso del espacio urbano, favorecería a
la ciudadanía de Barcelona tanto en su integridad absoluta, como atendiendo particularmente a los
intereses de los más necesitados.

Hemos de señalar que, con respecto al diseño de la implementación de la política pública, hemos
considerado adecuado optar por el modelo de implementación vertical desde arriba hacia abajo,
debido a la escasez de participantes activos y el control pleno del Ayuntamiento de las políticas
públicas (especialmente en el sentido de una supervisión de las empresas subcontratadas, como es
precisamente el caso que nos ocupa). Ello optimizaría el tiempo de realización de la política pública y
es de esperar que optimice también su eficacia y utilidad.

Por lo que toca a los mecanismos de evaluación de la política pública, hemos decidido atenernos
a una evaluación de impacto cuasi-experimental (estudio antes y después con grupo de comparación),
que se realizaría en base a una medición de nuestros criterios sobre dos poblaciones: la experimental
y otra seleccionada de la misma provincia como grupo de comparación. En detalle, se recogería el
conjunto poblacional experimental en base a la zona social decidida para llevar a cabo las obras
públicas, mientras que como grupo de comparación se recurrirá a otra población en situaciones
iniciales similares en la que no se aplique este programa. Por otra parte, los indicadores que hemos
escogido para medir materialmente el impacto producido se clasifican en tres centrales: un indicador
de bienestar de la ciudadanía (de 1 a 10), un indicador de coste estimado vs. coste real (medido en
euros) y un indicador geográfico (medido en metros y en minutos).

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ÍNDICE

I. DIAGNÓSTICO DE SITUACIÓN Y DEFINICIÓN DEL


PROBLEMA.

A. Diagnóstico de situación y definición del problema


Dentro del marco dibujado por nuestra propuesta, el principal problema que detectamos es la
falta aguda de espacios verdes destinados a actividades deportivas entre otras funciones, en la ciudad
de Barcelona. Según marca las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el
espacio recomendado de zona verde en las ciudades es de un mínimo de entre 10 y 15 metros
cuadrados por habitante. Es de señalar que la existencia de estos espacios, supone un factor muy
importante de desestrés para la ciudadanía, y consideramos que la urgencia de medidas a este respecto
se ve agravada por la actual situación de emergencia sanitaria de Covid-19, situación que apenas está
controlada, y que observamos que aunque sea con la mirada puesta a largo plazo en el tiempo, es
conveniente para prevenir futuras adversidades por el estilo crear las condiciones de posibilidad con
el objetivo de evitar futuras aglomeraciones en contextos similares en esta ciudad, en las que por otro
lado, la distancia mínima recomendada, se está viendo vulnerada por los ciudadanos de manera
sistemática.
2. A este respecto, la capital catalana apenas cumple con los requisitos de la OMS, situándose
en 6,6 metros cuadrados de espacios verdes por habitante y siendo actualmente, uno de los principales
focos de letalidad y contagio del virus a nivel nacional, de ahí que la resolución de este tipo de
problemas urja con más fuerza en Barcelona, donde la magnitud de esta falta de espacios verdes se
agranda, no solo por el factor desestresante y de promulgación de la actividad física por parte de la
ciudadanía, sino como factor sanitario vital para la adaptación de la ciudad al nuevo contexto mundial
de pandemia.
3. Observamos además, un segmento poblacional que padece de manera significativa la ausencia
de espacios verdes, y es la población adolescente. Creemos que una de las causas que hacen que los
adolescentes sufran más esta ausencia, es la demanda generalizada de espacios donde tener un cierto
nivel de libertad e intimidad que se vuelve a más en estas edades, espacios que son cruciales a su vez
para que la juventud se relacione con sus iguales de modo desahogado, sin riesgo de que éstos se
puedan sentir juzgados por los transeúntes aglomerados en las zonas más urbanizadas de la ciudad.

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4. Con respecto a las causas originarias de los problemas aquí planteados, vemos que en la
escasez de la solución planteada está la respuesta. La pasividad tenida hasta ahora al respecto es la
causante de que la ciudad tenga ese déficit en los parámetros establecidos por la OMS, en cuanto a
espacios verdes se refiere, y a su vez, la causante de que en la situación actual se den las aglomeraciones
como fenómeno negligente por parte de la ciudadanía a la hora de combatir la pandemia. Simplemente
no hay espacio suficiente como para que la inmensa totalidad que busca el deporte como manera de
despejarse en la actualidad vivida, lo haga sin poner en riesgo la salud general. A este respecto, los
responsables de su solución son las autoridades competentes a las que se les está dirigiendo esta política
pública, y en ellas está la decisión de, o bien seguir siendo reactivos ante los problemas planteados, o
bien tomar la iniciativa a partir de ya, para evitar futuras adversidades relacionadas a ésta, a la vez que
se aumente el no fácilmente cuantificable índice de bienestar de los ciudadanos.

B. Justificación de la inclusión del tema en la agenda de


gobierno y de la intervención / no intervención sobre el problema
A la luz de los problemas tan urgentes sobre los que toca actuar, pareciera prima facie que
precisamente la cuestión de las zonas verdes no se presenta como algo indispensable a tratar. No
obstante, aquí sostendremos que la no intervención sobre el problema formulado acarrearía corolarios
a largo plazo que repercutirán de un modo negativo —y estructural, no meramente circunstancial—
sobre el ambiente económico y social de la ciudad.
Para que se pueda conseguir una resolución más o menos satisfactoria del asunto en cuestión,
primeramente se habrá de analizar su impacto y, segundamente, actuar de forma decidida en orden a
frenarlo. Si nos posicionamos en la parte analítica del proceso, inmediatamente nos percataremos de
que la falta de zonas verdes es un estigma compartido por muy pocas grandes ciudades a nivel europeo.
Sirva de ejemplo que suelen ser prioritariamente las ciudades de Europa central y Europa septentrional
las que ganan el galardón de «capital verde de Europa»1: Lisboa es una excepción, que, pese a estar
muy cerca de España, no quita la circunstancia de que ninguna ciudad española puede jactarse de algo
parejo en los últimos más de 10 años.
Es pertinente señalar que, en una medición proporcional de zonas verdes por habitantes,
Barcelona no figura entre las 20 ciudades más dotadas de espacios naturales y parques y, por ende,

1 https://ec.europa.eu/environment/europeangreencapital/winning-cities/

6
dispone de menos espacio para las actividades deportivas de los ciudadanos2. En efecto, Barcelona —
con sus aproximadamente 1.600.000 habitantes y 5,53 m2 de parques por habitante— se presenta como
una ciudad no preferible de cara a la salud social, por cuanto no ofrece las condiciones idóneas para
un aire limpio y para la comodidad de los ciudadanos interesados en mantener una vida sana mediante
las actividades deportivas cotidianas y los paseos en zonas exentas de los ruidos habituales. Es bien
sabido que bastan aproximadamente 20 minutos por día para que se produzca una bajada significativa
en los niveles de estrés experimentados y principalmente originados a partir de la intensa y veloz vida
urbana3.
Más aun, parece necesario argüir que, en el seno contextual de una nueva normalidad, hará falta
proveer a la ciudadanía de espacios abiertos en los que puedan practicarse actividades deportivas, sin
que dichos espacios comprometan o bloqueen las medidas de distanciamiento social. Ello no implica
meramente amplificar las pistas de correr, sino que, ante todo, implica reforzar la presencia y la
cantidad de las zonas verdes, tanto dedicadas a los deportistas, como a las familias y a los hijos.

II. FORMULACIÓN DE LA POLÍTICA.

A. Objetivos y prioridades
El marco axiológico dentro del que se mueve nuestra propuesta está determinado por
consideraciones de diversa índole, como por ejemplo de índole ecológica o medioambiental y de índole
sanitaria. En efecto, el primer valor en que se asienta nuestra propuesta consiste en el empeño
coherente y continuo de consolidar como una prioridad incondicional la conservación del medio
ambiente, de minimizar la polución urbana y, así, de contribuir a que Barcelona sea un modelo ejemplar
para los movimientos sociales ecologistas en nuestros tiempos. En este sentido —para conseguir
semejante meta—, podemos tomar como pauta a seguir el ejemplo de la ciudad de Vitoria-Gasteiz,
que ha probado nítidamente que una ciudad puede ser a la vez económicamente próspera y
ecológicamente limpia. Ahí, la propia estructura del funcionamiento urbano radica en la conservación
de la Naturaleza y la ciudad puede presumir de tener 42 m2 de zonas verdes por persona4, casi 150 km.

2 https://as.com/deporteyvida/2019/05/07/portada/1557226775_767652.html
3 https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fpsyg.2019.00722/full
4 Si bien las informaciones acerca de este dato a veces son dispares (como puede consultarse en el siguiente enlace en el

que se arguye que las zonas verdes por persona son de unos 39,2 m2: https://www.lavanguardia.com/medio-
ambiente/20110802/54195361614/las-areas-verdes-mejoran-el-bienestar-pero-pocas-ciudades-resaltan-este-valor.html),
en todo caso Vitoria-Gasteiz permanece como ciudad-campeona a nivel nacional.

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de carriles bici y del hecho de que la distancia respecto a una zona verde para cualquier persona es de
150 segundos andando5. De este modo, el desarrollo sostenible se nos presenta como un horizonte
accesible y viable.
El segundo valor que consideramos central de cara a la fundamentación axiológica de la política
pública propuesta lo hacemos residir en la promoción y el fomento activo del deporte y del
mejoramiento de la salud social. Ello implica, como mínimo, incentivar que la ciudadanía realice más
actividades al aire libre, dado que ello permitiría mejorar la salud física en la mayoría de las personas
que, como sabemos6, en España padecen de déficit de vitamina D. Según un estudio de Grupo de
Investigación en Radiación Solar de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV), 10 minutos al día
en los meses calurosos son totalmente suficientes para que el cuerpo adquiera la dosis necesaria de
vitamina D7.
En relación con el valor sobre el bienestar físico y mental, esta política busca aplacar los
problemas que la forma de vida en las ciudades españolas ha demostrado tener en los últimos meses.
Los especialistas predicen que en España el 15% de la población “saldrá tocada mentalmente”8 de esta
experiencia, ligando esto a trastornos de ansiedad y demás dolencias psicológicas, que se observarán
principalmente en la población urbana más hacinada en nuestras capitales habitacionalmente. Por esto,
y por los distintos problemas de salud física que puede provocar esta experiencia, y la forma de vida
de las ciudades contemporáneas; se observa necesaria la transformación de los espacios públicos en
dichas poblaciones, como Barcelona, para, a través de las mejoras de bienestar en el entorno, se
consigan mejoras en el bienestar psicofísica del conjunto de los ciudadanos.
Debido a la situación actual de pandemia por el virus denominado COVID-19, se recomienda
un distanciamiento social de al menos 2 metros. Estamos firmemente convencidos de que nuestra
propuesta de política pública servirá, en un futuro, para hacer efectivas este tipo de restricciones que
se vuelven urgentes, debido a la necesidad del momento presente.

5 https://www.vitoria-gasteiz.org/wb021/was/contenidoAction.do?idioma=es&uid=u_381301f_12c0b0a6541__7fdf
6
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3908966/
7 https://elpais.com/elpais/2017/03/07/ciencia/1488900724_602577.html
8 https://www.esdiario.com/219947511/Un-psiquiatra-elabora-un-informe-revelador-sobre-los-trastornos-del-

confinado.html

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B. Identificación de alternativas
A la hora de identificar las alternativas de actuación, nos atendremos a la taxonomía de espacios
verdes propuesta desde la Junta de Andalucía 9, puesto que nos parece que es la que mejor permite
discernir las diferencias entre los distintos tipos de espacios verdes y cómo cada tipo particular afecta
de un modo distinto a los demás a la vida urbana, a la salud ciudadana, a la propia estructura de la
ciudad, etc.

1. Mantener el estatus quo.


Obviamente, la primera opción que se nos presenta es la de no actuar de ningún modo sobre el
problema, manteniendo así el estatus quo.

2. Habilitación y promoción masiva de parques y jardines históricos.


La ciudad de Barcelona contiene numerosos parques y jardines de relevancia histórica (Parc de
la ciutadella, Parc del Laberint D’horta, Parc Güell, etc). Estos pueden suponer una base material ya
en propiedad del ayuntamiento que sirva a los objetivos de esta política. En línea con los valores a
promover con esta política una alternativa viable basada en el uso de estos medios ya en propiedad
supondría la adecuación de espacios deportivos públicos, al aire libre, en el interior de dichos parques;
así como la conexión mediante vías arboláreas de los distintos parques mencionados, generando así
un cinturón verde alrededor del barrio de Gracia, en el que se podrían reunir una serie de espacios
para la ciudadanía que contemplasen actividades tanto deportivas como de esparcimiento social.

3. Zonas verdes en los polígonos industriales.


Siguiendo acompasados a la tipología a la que nos referíamos, el siguiente tipo de espacios verdes
será el implantado en zonas industriales. Éstas suelen estar ubicadas en las periferias y suburbios
urbanos y suelen contribuir a «embellecer» las entradas y salidas de la ciudad. Sin embargo,
consideramos que la implantación y la promoción de la construcción de espacios verdes —sin
perjuicio de que ciertamente pueda conllevar determinados beneficios, como puedan ser la
descontaminación en sectores fuertemente industrializados— no se atienen al marco axiológico y

9 http://www.juntadeandalucia.es/medioambiente/consolidado/publicacionesdigitales/40-
704_CRITERIOS_DE_BASE_PARA_LA_PLANIFICACION_DE_SISTEMAS_VERDES_Y_SISTEMAS_VIARIO
S_SOSTENIBLES/40-704/10_TIPOLOGIA_Y_CLASIFICACION_DE_ZONAS_VERDES.PDF

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teleológico que esbozábamos en el apartado A, en tanto que sirven principalmente para minimizar los
efectos negativos medioambientales, frutos de la producción del sector secundario, y no tanto para
fomentar el mejoramiento en la condición física y mental de los ciudadanos. Por ende, descartamos
que las zonas verdes en los polígonos industriales sirvan para conseguir los objetivos postulados.

4. Zonas verdes de los ejes lineales urbanos y suburbanos.


Identificación de alternativas: La última de las alternativas que contemplamos en nuestro
programa, es la creación de espacios verdes en los ejes lineales urbanos y suburbanos de la ciudad. Es
una nueva concepción de los espacios verdes, que nos dotaría de la creación de un sistema de espacios
libres formado por áreas y ejes que los conecten. Estos ejes a los que venimos a referirnos pueden
venir dados por avenidas o calles arboladas, y pueden estar dirigidos a provechar los márgenes de
espacios no urbanizados dentro de la capital catalana.
Esta es consistente a su vez con los valores y objetivos expuestos anteriormente. Entre otras
cosas, nos permite perseverar en el objetivo de mantener el bienestar mental y físico de la población
barcelonesa, así como en el de promocionar valores ecológicos y medioambientales que promuevan
la descontaminación, ya que el simple hecho de que la ciudadanía se encuentre con un espacio verde
con cierta similitud a un ambiente no urbanizado y si natural, en cierto modo, este factor ambiente ya
de por si promueve la actitud descontaminadora de la ciudadanía. A su vez, en caso de futuras
pandemias que requieran de distanciamiento social, la promoción de este tipo de espacios verdes es
óptima para prevenir adversidades por el estilo.

C. Análisis de alternativas

1. Mantener el estatus quo.


A nuestro entender, mantener el estatus quo no necesariamente repercutiría en una escalada del
problema, pero sí supone una desidia, en tanto que deja irresuelto un problema urgente en la ciudad
de Barcelona, permitiendo que eventualmente éste siga agrandándose y empeorando la situación del
medio ambiente y de los espacios verdes en la capital catalana. Además, mantener el estatus quo supone
una negligencia para con posibles futuras emergencias de carácter sanitario, ya que repercute en la
poca posibilidad de esparcimiento de la población.

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2. Habilitación y promoción masiva de parques y jardines históricos.
Esta alternativa contiene grandes beneficios directos. Entre ellos se encuentra un ahorro en
movilidad para la ciudadanía que en su actividad diaria buscase acceder a espacios naturales o zonas
verdes urbanas, puesto que se ampliaría su acceso cercano a los domicilios, reduciendo así, para estos
objetivos, la movilidad necesaria en automóvil. Esto podría calcularse como un beneficio tangible, a
través de una estimación del gasto en trasporte que realiza la población barcelonesa al acceder a
parques históricos como el Parque Natural de Collserola, por ejemplo.
Como beneficios intangibles pueden observarse dos asuntos: Una mejora en la popularidad de
la ciudad de Barcelona entorno a los criterios medioambientales de los proyectos contra el cambio
climático. (Agenda 2030, Global Forum on Human Settlements…); y una reducción de la
contaminación al reducir la movilidad en automóvil, así como por el aumento de vegetación en vías
urbanas.
Dentro del ámbito de los costes pueden observarse varios costes directos tangibles. Contendría
los costes asociados a las obras públicas a efectuar para la inclusión de zonas deportivas en los parques
históricos y para la creación de esas vías arboláreas de conexión entre las distintas zonas verdes. Habría
una reducción local y temporal de los beneficios en el consumo que los distintos establecimientos
comerciales pudiesen tener previstos en aquellas vías en las que se produjesen las distintas obras
públicas. Además, la construcción de zonas verdes en vías con alta transitividad de población podría
suponer una reducción del espacio del tráfico, así como de la movilización para el consumo en dichas
zonas; esto podría traducirse a futuro en una reducción del consumo en dichas zonas, llamando a la
concentración de comercios en las zonas circundantes.

3. Zonas verdes en los polígonos industriales.


Para empezar, es obligado enunciar que, obviamente, existe un amplio abanico de argumentos
a favor de la construcción y amplificación de las zonas verdes, ubicadas en los polígonos industriales.
Los parques, los espacios verdes protegidos e «inmunes» a la contaminación cotidiana, constituyen los
pulmones de la ciudad. Ello es especialmente relevante si atendemos el caso de una ciudad típicamente
industrial como Barcelona y del sector territorial más industrializado que es la Zona franca. No es, por
tanto, casual que esta alternativa encuentre muchos promotores, pues ella implica y conduce
claramente a una minimización formidable de los efectos de la producción industrial. La tercera
alternativa sirve, pues, como una suerte de antípoda o contrafuerte para con la contaminación

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efectuada por el sector secundario y, por lo tanto, naturalmente desempeña un papel positivo y
neutralizador.
Ahora bien, hemos de decir que también pudieran esgrimirse argumentos en contra de esta
alternativa. Bajo esta rúbrica mencionaríamos a consideraciones en principio factibles como, v.gr., que
la implementación de una política de contrarrestar los efectos de la producción industrial mediante la
amplificación de los espacios verdes en los polígonos industriales ocasionaría un declive de la vida
económica regional. Ello es así, según los promotores de esta opinión, porque la Zona franca (en el
caso que nos ocupa) está reservadas, lógicamente, a la industria y, por ende, es lícito y muy
recomendable que sólo la industria pueda desenvolverse libremente ahí. En cambio, si las autoridades
se inmiscuyesen en esta materia, promocionando la amplificación de las zonas verdes en los polígonos
industriales, se provocaría, en primer lugar, una escasez de espacio industrial y un bloqueo para nuevas
empresas industriales y, en segundo lugar, un fuerte descenso en las condiciones materiales de vida de
los ciudadanos y un aumento del desempleo (especialmente en el contexto actual). En contra de este
último argumento pudiéramos decir que la propia construcción y amplificación de espacios verdes en
los polígonos industriales implica, ella misma, un empleo público.
Calculamos que los beneficios de esta alternativa hemos de hacerlos residir en la
descontaminación y la disposición de más espacios (m2) destinados al deporte, al paseo, al reposo, etc.
(beneficios directos tangibles), así como en el fomento de un medio ambiente más propicio para la
salud civil (beneficio directo intangible). En cambio, en lo que atañe a los costes, entre estos
detectamos la reducción del rendimiento industrial y la consiguiente disminución de la actividad
económica, así como los costes de financiación para la propia amplificación y construcción de los
espacios verdes (costes directos tangibles). También habría unos costes indirectos tangibles como
pueda ser la subida potencial del desempleo a resultas del decrecimiento de la capacidad del tejido
industrial y unos costes indirectos intangibles como infelicidad en las personas que no pueden
encontrar trabajo.

4. Zonas verdes de los ejes lineales urbanos y suburbanos (nuestra


alternativa).
Un argumento que encontramos a favor de esta alternativa, es el hecho de que es una manera
muy viable de crear espacios verdes aprovechando los lugares más marginados urbanizadamente
hablando, en torno a toda la ciudad, lo que implica que no requiera de mayores costes, como los que
podrían ser grandes demoliciones, y a su vez, al darse dentro de la ciudad este tipo de zonas verdes

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propuestas, ello implica en cierto modo que la ciudadanía tenga más acceso a éstos, ya que no hablamos
de zonas especialmente periféricas. Otro aspecto a favor de esta alternativa, es el hecho de que, como
bien decíamos en la definición del problema, el sector poblacional principalmente afectado son los
ciudadanos adolescentes, que como argumentamos anteriormente, buscan espacios de intimidad, y al
darse la construcción de espacios verdes en zonas marginadas del área urbana, observamos una cierta
correlación positiva entre lo marginal urbanísticamente hablando de este tipo de áreas, y lo transitadas
que son, por lo que en cierto sentido esto crearía satisfacción a las necesidades de nuestra principal
población de impacto. Un tipo de zona verde por el estilo, podría ser la de la creación de skateparks,
que sin duda constituyen un tipo de zonas de ocio en la actualidad para que los adolescentes tengan
sus momentos de desahogo así como sus momentos para sociabilizar con el resto, y no necesariamente
para ello han de practicar skate sino que gracias al fenómeno de las tribus urbanas en torno a este
deporte, este tipo de lugares constituyen la oportunidad de encuentros sociales sin la necesidad de que
sea para practicar éste, por ejemplo como se da en el caso de la asimilación entre la subcultura emo y el
mundo del skateboard. Muchas veces, este tipo de terrenos en los que se intervendrían, son en su
mayoría terrenos sin construir, lo que por ello, insistimos en que es óptimo el aprovechamiento de
estos espacios para evitar costes de demolición. Éste fenómeno se da con mucha frecuencia en los
barrios "marginales", como por ejemplo, terrenos previamente ideados para crear bloques de pisos,
pero que finalmente solo sirven para la acumulación de hierbajos, basuras, o aparcamientos no
regulados.

5. Comparación de alternativas
Los criterios que usaremos para comparar las alternativas son los siguientes:
- Criterio económico: aspirar al menor coste posible y al rendimiento más alto posible en
términos económico-prácticos.
- Criterio de cercanía y/o accesibilidad: supone que cuanto más cerca están los espacios verdes
a las zonas residenciales, mayor efecto positivo generarán respecto de la vida cotidiana de los
vecinos.
- Criterio de equidad: según este criterio, cualquier proyecto público debiera aspirar a conseguir
cierta horizontalidad de acceso, es decir, de garantizar igualdad de posibilidades entre los
ciudadanos. En este sentido, el criterio de equidad indica precisamente si la ubicación y la
estructura interna de los espacios verdes construidos privilegia parcialmente a un segmento
social dado.

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- Criterio de utilidad en el caso de una emergencia: este criterio denota la amplitud y la superficie
de los espacios verdes, en tanto imperiosamente necesarios para mantener una vida saludable,
pero tomando en consideración la necesidad de esparcimiento y distanciación social en los
casos de emergencia sanitaria como la actual.

Con respecto a la no intervención sobre el problema —la primera alternativa que hemos
identificado como «mantener el estatus quo»—, hay que decir que ésta, obviamente, tiene mayor ventaja
en comparación con las demás en la escala del criterio económico, pues no implica encauzar recursos,
ni inversiones específicas para incidir sobre el problema acuciante. En segundo lugar, con respecto al
criterio de cercanía o accesibilidad, es constatable que este criterio viene enteramente ignorado en esta
alternativa, por cuanto la inexistencia o escasez de espacios verdes supone que la ciudadanía no goza
de una accesibilidad generalizada. En tercer lugar, en lo que atañe al criterio de equidad, pareciera que
la falta de intervención sobre el problema por sí misma supone que no se está ejercitando ningún
trámite o mecanismo público que fomente la igualdad de posibilidades y la equidad cívica. Por último,
es dable afirmar que, tomando el criterio de utilidad en el caso de una emergencia, la negación de
incidir sobre el problema planteado conduce necesariamente a la imposibilidad de distanciación social
en tanto que no se ha producido ninguna amplificación espacial de parques y espacios verdes urbanos.
Por lo que toca a la habilitación y promoción masiva de parques y jardines históricos, ésta
supone un mayor coste en comparación con la alternativa anterior, en tanto que ya conlleva cierta
intervención sobre el problema y la consiguiente financiación de determinados proyectos de
generación y amplificación de espacios verdes dentro de los propios parques históricos. Asimismo, la
aplicación de esta alternativa supone ciertos costes indirectos, en tanto que actuar sobre los parques
históricos —ubicados en su mayoría en zonas céntricas— implica paralizar ciertas actividades cruciales
para la economía (comercios, tráfico…) para llevar a cabo la propia alternativa. Para dar un ejemplo
concreto, si se emprende la ampliación de las zonas verdes en el Parc de la Ciutadella o en el Parque
zoológico de Barcelona, ello implicaría paralizar el tráfico y los comercios en las calles paralelas a la
costa marítima y muy especialmente en Plaça Portal de la pau, que en buena medida es el núcleo mismo
de la vida urbana barcelonesa. En cuanto al criterio de accesibilidad, la segunda alternativa supone una
mayor utilización social de los parques históricos, dado que éstos se sitúan en zonas céntricas que per
se suelen ser muy frecuentadas y transitadas. Con respecto al criterio de equidad, la segunda alternativa
es muy poco equitativa, ya que, si la construcción de espacios verdes se lleva a cabo dentro de los
parques históricos, los residentes en las zonas céntricas —que, por lo general, suelen ser personas más

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pudientes— serían privilegiados en cuanto a la cercanía de los espacios verdes. En lo que se refiere a
la utilidad en los casos de emergencia sanitaria, hay que enunciar que los parques históricos son
proporcionalmente mucho más pequeños que los espacios verdes «libres», razón por la cual siempre
suponen una concurrencia significativa de visitantes y así bloquean la posibilidad de mantener la
distancia y el esparcimiento social.
Respecto de la construcción de zonas verdes en los polígonos industriales, según el criterio de
coste económico esta alternativa se nos presenta como la peor de las cuatro, puesto que implica tanto
unos costes directos, vinculados a la propia construcción de los espacios verdes en las regiones
industriales como la propia Zona franca, como unos costes indirectos, resultantes de la
«desindustrialización» y el desempleo. Además, diremos que esta alternativa es la peor si la medimos
desde el criterio de cercanía también, porque los polígonos industriales están ubicados en regiones
alejadas de las zonas residenciales, con lo cual sólo tendría un acceso inmediato a estos espacios una
parcela minoritaria de la ciudadanía barcelonesa. Si asumimos el criterio de equidad, hemos de decir
que la construcción de espacios verdes en los polígonos industriales sería relativamente equitativo, en
el sentido de que beneficia a ciudadanos más desfavorecidos económicamente, como suelen ser los
residentes de barrios cercanos a los polígonos industriales como l´Hospitalitet de Llobregat y El Prat,
pero, por otra parte, tampoco garantiza una accesibilidad generalizada a todos o a la mayoría de la
ciudadanía barcelonesa, lo cual claramente socava su valor equitativo. Por último, con arreglo al
criterio de utilidad en el caso de emergencia sanitaria, la alternativa no generaría ningún efecto
particular sobre las zonas céntricas de Barcelona, que es donde residen los problemas de aglomeración
social y, por ende, los peligros en los casos de emergencia sanitaria.
Para con la alternativa propuesta en el presente memorándum, hemos de decir que, a nuestro
juicio, es la que óptimamente cumple con todos los criterios esbozados. La alternativa que
proponemos supone un rendimiento y unos costes óptimos, si bien no son menores a los de la
alternativa de no intervención. En comparación con el resto de alternativas que podrían operarse sobre
el problema, entraña un coste óptimo, en tanto que: en primer lugar, se trata de construcción de
espacios verdes en zonas marginales y no utilizadas dentro de la propia ciudad (es decir, se optimizaría
su uso) y, segundamente —a diferencia de lo que afirmábamos acerca del caso de los parques
históricos—, activar esta alternativa no acarrearía costes económicos indirectos específicos, puesto
que no se realizaría dentro de zonas más transitadas y, por ende, no conduciría al bloqueo de
actividades económicas esenciales. Con respecto al criterio de cercanía, digamos que de nuevo esta
alternativa cuenta con grandes beneficios en comparación con las demás por dos motivos principales:

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primero, implica abordar espacios cercanos a las propias zonas residenciales y, segundo, al estar dentro
de la ciudad, supone que toda la ciudadanía tendría mayor o menor acceso. Si asumimos el criterio de
equidad, observaremos que nuevamente nuestra alternativa es la óptima debido a que muchas de las
zonas «vacías» de la ciudad se encuentran en barrios económicamente desfavorecidos, con lo cual
semejante falla de la igualdad social sería mitigada. Por último, también observamos que la presente
alternativa conllevaría muchos efectos positivos para con la utilidad en el caso de emergencias
sanitarias, porque contribuiría a que disminuya la concentración social en las zonas vivenciales
barcelonesas, fomentando así el esparcimiento social.

6. Recomendación
Nuestra recomendación, como venimos ya revelando, es la alternativa referente a la
construcción de espacios verdes dentro de las zonas no construidas o marginales de la ciudad de
Barcelona. Esta recomendación viene de entero justificada por la adecuación que hemos explicitado
anteriormente con respecto a los criterios de elección acordados. Así, esta alternativa es óptima en
términos tanto económicos, como de cercanía, por tanto de mayor utilización por parte de la
ciudadanía de estos espacios, así como en el sentido de la equidad, puesto que ya hemos abordado el
hecho de que muchos de estos espacios se dan en barrios desfavorecidos. Por último, no deja de
abordar el criterio concerniente a los casos de emergencias sanitarias, ya que esta alternativa promueve
la posibilidad de distanciamiento social, y por tanto de no aglomeración.

IV. DISEÑO DE LA IMPLEMENTACIÓN DE LA POLÍTICA.

A. Modelo de implementación
Pensamos que el modelo de implementación óptimo para desarrollar la política pública en torno
a la creación de espacios verdes en la zona urbana de la ciudad de Barcelona, es el modelo de arriba
hacia abajo. Esto es debido a que el principal actor público es el ayuntamiento de Barcelona, a través
de sus presupuestos, a no ser que el mismo decida pedir algún tipo de subvención a algún gobierno
jerárquicamente superior a él, como puede ser la Generalitat de Catalunya. Los participantes de este
programa, además, van a ser escasos, debido a la independencia de competencias que tiene el
ayuntamiento de la capital catalana para este tipo de materias. A partir de estos supuestos,
consideramos que la dirección óptima a la hora de implementar el programa, sería a través de
subcontratos dentro de la misma ciudad de Barcelona.

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En este sentido, nos aseguramos el proceso vertical en base a la supervisión de la empresa
subcontratada por parte del Ayuntamiento y evitamos largos procesos de negociación que acarreen
una acumulación de demoras que puedan suponer atrasos en la implementación de la política pública
o mayores lastres económicos.

B. Programa de actuaciones a desarrollar


Debido a que se llevaría este programa a concurso público, el proceso de negociación quedaría
prácticamente suprimido, ya que se habrían redactado las condiciones a las que se verían sometidas las
empresas en dicho concurso público, dando a la administración un dominio sobre el programa gracias
a su privilegio en materia de contratación pública, así como su autotutela declarativa.
Debido a la escasez de actores participantes en la implementación de la política redactada hasta
ahora, creemos conveniente añadir un tercer o cuarto actor (dependiendo de si el Ayuntamiento de
Barcelona decide pedir ayudas a la Generalitat de Catalunya o no), que serían los bloques vecinales
colindantes con los terrenos donde se llevarán a cabo la construcción de los espacios verdes. De este
modo, y haciendo consulta pública de manera previa a la construcción de estos espacios, seremos más
o menos conscientes del nivel de apoyo que los principales beneficiarios/afectados de esta política
pública tengan al respecto, y así tenemos un criterio más para ver la viabilidad, y el nivel de apoyo u
obstáculo, que tendrá por parte de las vecindades cercanas.
Con respecto al tiempo de ejecución de las fases aquí mencionadas, para la primera, y en el peor
de los casos, que resulta la consulta pública a los beneficiarios y/o afectados por la política, se estima
un tiempo de aplicación de un mes, como máximo.
Para la segunda fase, una vez recogida la viabilidad prevista por parte de los afectados, lo
siguiente sería llevar a cabo el concurso público para elegir la empresa subcontratada por la
administración para llevar a cabo las obras previstas en la política.
En este proceso de concurso público se extenderán los plazos de tal modo que pueda asegurarse
el principio administrativo de publicidad, para que todas aquellas empresas interesadas puedan optar
a la oportunidad de formar parte de esta política pública.
Y teniendo en cuenta el proceso de elaboración de las condiciones del contrato, el tiempo de
asimilación publicitaria que habría que dejar de margen para la realización del concurso pblico y su
asignación, será de tres meses.

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En último lugar, para el desarrollo del proyecto por parte de la empresa a la que se le otorgue el
contrato público, se estima una duración de las obras para la materialización de la política en un lapso
de 5 años.

C. Herramientas y mecanismos de palanca de la


implementación
Con respecto a los mecanismos de palanca, creemos necesario que se aplique a la empresa
subcontratada, un incentivo, estableciendo que si el número de horas semanales dedicada a la
construcción de estas obras públicas es superior al estimado en las condiciones del contrato estipuladas
en el concurso público, se les asegurará luego de finalizada la construcción de los espacios verdes, un
contrato a largo plazo para el mantenimiento de los mismos. De esta manera, aseguramos que la
calidad y el ahorro de tiempo en el trabajo para la construcción de los espacios verdes, sean más que
óptimos.

V. EVALUACIÓN DE LA POLÍTICA.

A. Tipo(s) de evaluación
Evaluación de impacto cuasi-experimental (estudio antes y después con grupo de comparación), que
se realizaría en base a una medición de nuestros criterios sobre dos poblaciones: la experimental y otra
seleccionada de la misma provincia como grupo de comparación. En detalle, se recogería el conjunto
poblacional experimental en base a la zona social decidida para llevar a cabo las obras públicas,
mientras que como grupo de comparación se recurrirá a otra población en situaciones iniciales
similares en la que no se aplique este programa.

B. Criterios de evaluación
Optamos por establecer varios criterios en orden a evaluar la política, la consecución de sus objetivos
y la coherencia a la hora de realizar el plan de implementación. Los criterios escogidos son los
siguientes:
- Criterio de bienestar de la ciudadanía: este criterio lo hacemos residir en la visión subjetiva de
la ciudadanía respecto a su salud mental y física y hasta qué punto los propios ciudadanos de

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Barcelona reconocen que la política pública mentada ha ocasionado cierto efecto positivo
sobre sus posibilidades de mantenerse sanos.
- Criterio económico o presupuestario: este criterio refleja los recursos presupuestarios finales
que se estiman necesarios para financiar la política pública, así como si la utilización de estos
recursos ha sido fructífera y óptima, o bien, en cambio, se ha producido un desperdicio
económico.
- Criterio geográfico: este criterio designa la cercanía de cada ciudadano (en su residencia
habitual) respecto de los espacios verdes libres.

C. Indicadores de evaluación
- Indicador de bienestar de la ciudadanía (de 1 a 10): este indicador refleja la percepción subjetiva
de cada ciudadano respecto de su bienestar de salud mental y física y permite evaluar la política
en un espectro valorativo de 1 (estado pésimo) a 10 (estado óptimo).
- Coste estimado vs. coste real (medido en euros): se trata de identificar la diferenciación entre
el presupuesto dedicado a la política pública y el coste real que ésta exige para su
implementación, procurando así diagnosticar posibles fallas de financiación y aspirando a
optimizar el uso de recursos económicos.
- Indicador geográfico (medido en metros y en minutos): el indicador geográfico mide la
cercanía de cada ciudadano, asumiendo como pautas de medida, primero, la distancia métrica
que el ciudadano barcelonés medio (desde su vivienda habitual) tiene que recorrer para llegar
a un espacio verde y, segundo, el tiempo medido en minutos preciso para acceder a estos
espacios. En todo caso, se aspira a que no sea necesario más de un cuarto de hora para que el
ciudadano barcelonés acceda a un espacio verde libre.

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