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E L L L A M A D O

T e r c e r a s e m a n a
A S E R V I R

D í a 15
Una gran enseñanza,
porque aún no hemos realizado todo lo que debemos hacer.

Pues si yo, el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, también


ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros. Les he puesto el
ejemplo, para que hagan lo mismo que yo he hecho con ustedes.
Juan 13:14-15
D í a 15 Una gran enseñanza

Servir a Cristo es un enorme desafío, porque se trata de hacer lo que Cristo mismo haría si
estuviera en nuestro lugar. ¿A qué me refiero? En el evangelio según Mateo, leemos lo siguiente
acerca del Señor: 25 Jesús los llamó y les dijo: —Como ustedes saben, los gobernantes de las
naciones oprimen a los súbditos, y los altos oficiales abusan de su autoridad. 26 Pero entre
ustedes no debe ser así. Al contrario, el que quiera hacerse grande entre ustedes deberá ser su
servidor, 27 y el que quiera ser el primero deberá ser esclavo de los demás; 28 así como el Hijo
del hombre no vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos.
Mateo 20:25-28. El Señor vino a este mundo a servir y nos dijo que, si queremos ser como Él,
debemos ser siervos. No aparentar o decir que somos siervos, sino serlo de verdad.

El pasaje que vamos a leer el día de hoy nos presenta de manera gráfica esto que se acaba
de mencionar. Leamos en la Biblia:
10 Cuando regresaron los apóstoles, le relataron a Jesús lo que habían hecho. Él se los

llevó consigo y se retiraron solos a un pueblo llamado Betsaida, 11 pero la gente se enteró y lo
siguió. Él los recibió y les habló del reino de Dios. También sanó a los que lo necesitaban. 12 Al
atardecer se le acercaron los doce y le dijeron: —Despide a la gente, para que vaya a buscar
alojamiento y comida en los campos y pueblos cercanos, pues donde estamos no hay nada. 13 —
Denles ustedes mismos de comer —les dijo Jesús. —No tenemos más que cinco panes y dos
pescados, a menos que vayamos a comprar comida para toda esta gente —objetaron
ellos, 14 porque había allí unos cinco mil hombres. Pero Jesús dijo a sus discípulos: —Hagan que
se sienten en grupos como de cincuenta cada uno. 15 Así lo hicieron los discípulos, y se sentaron
todos. 16 Entonces Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados, y mirando al cielo, los bendijo.
Luego los partió y se los dio a los discípulos para que se los repartieran a la gente. 17 Todos
comieron hasta quedar satisfechos, y de los pedazos que sobraron se recogieron doce canastas.
Lucas 9:10-17

Acabamos de leer que el evangelio nos dice: Cuando regresaron los apóstoles, le
relataron a Jesús lo que habían hecho. Lo que vemos aquí es el regreso de los doce discípulos
después de que el Señor... los envió a predicar el reino de Dios y a sanar a los enfermos. Lucas
9:2. La Biblia nos dice que los doce... partieron y fueron por todas partes de pueblo en pueblo,
predicando el evangelio y sanando a la gente. Lucas 9:6. Ahora... Cuando regresaron los
apóstoles, le relataron a Jesús lo que habían hecho. Lucas 9:10a. Los invito a que viajemos al
momento de esta última referencia que les compartí. ¿Podemos ver en nuestra imaginación a los
doce compartiendo las experiencias que habían tenido? Pues el Señor los había comisionado
para expulsar a todos los demonios y para sanar enfermedades. Entonces los envió a predicar
el reino de Dios y a sanar a los enfermos. Lucas 9:1b-2. ¿Podemos visualizar aquel momento y
escuchar lo que comentaban? ¿Podemos experimentar la emoción con la que entregaban su
informe después de haber visto con sus propios ojos el poder de Dios obrando a través de sus
vidas? ¡Como para pensar que ya lo habían alcanzado todo! ¿No le parece? Pero lo que estaba
por suceder los regresó a poner los pies sobre la tierra: ...había allí unos cinco mil hombres,
algunos de ellos con sus familias; necesitaban comida y alojamiento, porque donde estaban no
había nada y, por si eso fuera poco, ellos, los doce, solo tenían cinco panes y dos pescados. Felipe
fue rápido para hacer cuentas y aportó datos: —Ni con el salario de ocho meses (doscientos
denarios) podríamos comprar suficiente pan para darle un pedazo a cada uno. Juan 6:7.
D í a 15 Una gran enseñanza

Así que, estos experimentados siervos del Reino presentan su solución para esta
inesperada situación: Despide a la gente, para que vaya a buscar alojamiento y comida en los
campos y pueblos cercanos, pues donde estamos no hay nada. Lucas 9:12b. Me tomaré la
libertad de parafrasear lo que los discípulos le dijeron al Señor: Esto ya le toca resolverlo a ellos,
Señor. Que se vayan, ya te oyeron predicar, ya sanaste a los enfermos, nada más falta que
quisieran que tu equipo también se ocupe de sus necesidades alimenticias. Y Jesús que les
contesta a sus experimentados servidores: No tienen que irse. Denles ustedes mismos de comer.
Mateo 14:16. Me atrevo a imaginar lo que pasó por la cabeza de los doce en ese momento: “Esa
todavía no me la sé. Me sabía ya la de predicar el Reino de Dios y sanar a los enfermos, pero
esto...esto es nuevo para mí”. Y creo que sí, era nuevo para ellos. Para su fortuna (y la nuestra),
Cristo estaba allí para seguirles enseñando, por si acaso alguien pensaba que ya lo había
aprendido todo y se estaba preparando para estancarse.

Como dice en una de las canciones el hermano Santiago Benavides: “Gracias por Pedro,
gracias por Jonás. Gracias también por la burra de Balaam. Gracias por ser experto en soportar a
los que no somos tan buenos y, con todo, pretendemos hablar de ti a la humanidad”, porque lo
que estamos leyendo en la Biblia nos viene a enseñar a todos quienes a veces creemos que ya
nos las sabemos de todas todas en relación al servicio en el Reino del Señor y hasta nos atrevemos
a ofrecerle al Señor propuestas tan fuera de lugar como la que los discípulos ofrecieron en esta
ocasión: Esto ya le toca resolverlo a ellos, Señor. Que se vayan, ya te oyeron predicar, ya sanaste
a los enfermos, nada más falta que quisieran que tu equipo también se ocupe de otras más de
sus necesidades.

Vivimos en un mundo con diversas necesidades y cada una de ellas representa para la
Iglesia, el equipo que el Señor ha llamado para pescar, una oportunidad para demostrarle al
mundo que el Reino de los cielos se ha acercado. Pero pareciera que, a la manera de los doce,
hemos limitado nuestro campo de acción a ciertas áreas, en medio del mar de necesidades que
el mundo tiene.

Sí, las necesidades que el mundo tiene son inmensas y, tal vez por eso, lo primero que nos
viene a la cabeza es que no tenemos con qué satisfacerlas. Y nos damos por vencidos aun antes
de siquiera intentar algo. El precioso relato bíblico que está sirviendo de base para nuestra
enseñanza del día de hoy tiene muchísimo que enseñarnos a este respecto. Sin embargo, me
limitaré a compartir tres enseñanzas que cada uno de nosotros podemos y debemos, llevar a la
práctica para no estancarnos, como siervos que somos del Reino del Señor:

PUESTOS LOS OJOS EN DIOS, USA LO QUE TIENES A LA MANO: para el Señor es suficiente.
Entonces Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados, y mirando al cielo, los bendijo. Por
supuesto que para servir a personas con necesidades hacen falta recursos de todo tipo.
Seguramente el tamaño de la necesidad siempre será más grande que el inventario de recursos
con el que uno cuente. Pero si lo primero que hacemos es enfocarnos en lo que tenemos, o en
nuestra sola capacidad, o nos miramos a nosotros mismos como la fuente de donde vendrán los
recursos, sin duda llegaremos a la misma conclusión: “no se puede”. Parte de la lección que los
D í a 15 Una gran enseñanza

doce recibieron aquel día, y que el Señor quiere que recibamos nosotros también, es que
hagamos lo mismo que Jesús hizo:
 Entonces Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados... Utilicemos los recursos que
Dios nos ha puesto a la mano. No existe condición de cero recursos. Tal vez no sepamos
utilizar los recursos que tenemos a la mano, pero podemos aprender a utilizarlos.
 ...y mirando al cielo, los bendijo. La narración del evangelio pudo haber dicho que
después de que el Señor tomó los panes y los pescados, los miró y se dio cuenta de lo
poco que aquello era. Pero en vez de eso recibimos una nueva lección: miró a Aquél que
ha prometido que busquemos primeramente el Reino de Dios y su justicia y que las demás
cosas vendrán por añadidura.
Importantísima enseñanza: para servir en un mundo en necesidad, pongamos los ojos en
Dios y atrevámonos a utilizar los recursos que tengamos a la mano.

ASEGÚRATE QUE LA GENTE SEPA QUE AQUELLO ES DÁDIVA DE DIOS. Luego los partió y se los
dio a los discípulos para que se los repartieran a la gente. El Señor dice: Lo que ustedes
recibieron gratis, denlo gratuitamente. Mateo 10:8. ¿Quién reparte de esa manera en un mundo
en el que todo se cobra? La respuesta es: un discípulo de Cristo, que reconoce que todo lo que
tiene es dádiva de Dios. Y si vivimos con esta visión de la vida y de los bienes que en ella tenemos,
desde luego que podemos repartirlo, sin problema, porque sabemos que aquello viene de la
mano de Dios.
Por supuesto que para servir a personas con necesidades hacen falta manos abiertas para
compartir lo que Dios nos ha dado, y pies que se muevan para decirle a todos: Esto es una
“probadita” del Reino al que mi Padre te quiere llevar a vivir.
Importantísima enseñanza para los doce y para nosotros también: servirle a un mundo en
necesidad, o no hacerlo, deja de manifiesto la manera en la que percibimos las dádivas o los
dones que hay en nuestra vida. Si podemos desprendernos de lo que tenemos es porque estamos
conscientes de que aquello viene de la mano de Dios y que, así como Él nos ha dado a nosotros,
nos toca darlo a los demás.

ENSÉÑALE A LOS DEMÁS EL VALOR Y LA UTILIDAD DE LO QUE SE TIENE A LA MANO. Todos


comieron hasta quedar satisfechos, y de los pedazos que sobraron se recogieron doce canastas.
Una sencilla definición que utilizo para explicar lo que es el discipulado cristiano es la siguiente:
Enseñar a otros a conocer, creer y obedecer a Dios. Una más de las bendiciones de servir a
personas con necesidades es que esto nos abre la oportunidad de discipularlos en relación al
manejo de los recursos que tienen. Aquella comida grupal pudo haber terminado en que cada
uno se levantó después de comer y se quedó un tiradero en aquel lugar. ¿Por qué había que
recoger los pedazos que sobraron? Porque aquello era también parte de la bendición que habían
recibido de Dios. Y el ejemplo dado por Jesús y sus discípulos, seguro era un ejemplo claro de que
aun nuestras sobras son bendición de Dios que deberíamos aprender a aprovechar.
Seguramente ya te estás dando cuenta de esto: servir a personas con necesidades,
aprendiendo del Señor a atender dichas necesidades, ¡logra abrir las puertas del corazón y de la
mente de las personas para discipularlas en la fe de Jesucristo, la cual tiene aplicación a la vida
diaria!
D í a 15 Una gran enseñanza

Esta es la gran enseñanza que los doce recibieron aquel día y que Dios quiere que nosotros
también aprendamos: Dios quiere manifestarse a sí mismo a través de sus discípulos. En la
medida que expresamos su amor por medio del servicio, nos convertimos en los principales
instrumentos a través de los cuales se expresa el poder transformador de Dios para las vidas.
Nosotros mismos, discípulos de Jesús, comunicamos y reflejamos el gran milagro de vidas que
fueron dañadas por el pecado, pero que ahora son restauradas conforme a la imagen de Dios.

Asignatura
 Identifica a alguien que aún no conoce o no le ha entregado su vida a Jesús y que tiene
una necesidad que tú, o tu familia, o tú y los hermanos de tu grupo pequeño de la iglesia
a la que perteneces pueden suplir.
 Oren por esa persona o grupo de personas.
 Acércate/acérquense a esa(s) persona(s) para ganarse su confianza.
 Sírvanle a la manera que hemos aprendido en la Biblia el día de hoy y compártanle el
mensaje de lo que han realizado: el Reino de los cielos se ha acercado a él/ella/ellos.
E L L L A M A D O
T e r c e r a s e m a n a
A S E R V I R

DLLAMADOS
í a A PESCAR
16
Tercera semana
Que nuestroELservicio evidencie la
LLAMADO A SERVIR
fe que tenemos en Cristo Jesús.
Día 16
Que nuestro servicio evidencie la fe que tenemos en Cristo Jesús.
Pues si yo, el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, también
ustedes
Pues sideben lavarse
yo, el Señor los pies
y el Maestro, los
les he unos
lavado losapies,
lostambién
otros.ustedes
Les he puesto
deben lavarseellos
ejemplo,
pies los unospara que Les
a los otros. hagan lo mismo
he puesto que
el ejemplo, parayoquehe hecho
hagan con que
lo mismo ustedes.
yo he hecho
Juan 13:14-15
con ustedes.
Juan 13:14-15

¿Qué nos mueve a servir a la manera de Cristo? Si es a la manera de Cristo, entonces nos debe
de mover lo mismo que a Cristo lo movió: la fe en Dios, quien es el dador de la cosecha, el hacedor
de maravillas, el que cumple las promesas que encontramos en la Biblia.
Servir al Señor, en la labor de su Reino, se trata de toda una aventura; la aventura más
verdadera y grandiosa que se puede experimentar. De hecho, desde el momento en que
Jesucristo envió a sus primeros sirvientes a llevar a cabo la misión que nos ha encargado, les dijo
lo siguiente: Los envío como ovejas en medio de lobos. Mateo 10: 16a. Pero al final de este
discurso, el Señor nos dice: 40 Quien los recibe a ustedes, me recibe a mí; y quien me recibe a mí,
recibe al que me envió. 41 Cualquiera que recibe a un profeta por tratarse de un profeta, recibirá
recompensa de profeta; y el que recibe a un justo por tratarse de un justo, recibirá recompensa
de justo. 42 Y quien dé siquiera un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños por tratarse de
uno de mis discípulos, les aseguro que no perderá su recompensa. Mateo 10:40-42. Servir en el
Reino del Señor es una aventura, que se lleva a cabo con fe y que tiene recompensa.
Precisamente eso es algo que podemos descubrir en el siguiente pasaje:
17 Un día, mientras enseñaba, estaban sentados allí algunos fariseos y maestros de la

ley que habían venido de todas las aldeas de Galilea y Judea, y también de Jerusalén. Y el poder
del Señor estaba con él para sanar a los enfermos. 18 Entonces llegaron unos hombres que
llevaban en una camilla a un paralítico. Procuraron entrar para ponerlo delante de Jesús,
19 pero no pudieron a causa de la multitud. Así que subieron a la azotea y, separando las tejas,

lo bajaron en la camilla hasta ponerlo en medio de la gente, frente a Jesús. 20 Al ver la fe de


ellos, Jesús dijo: —Amigo, tus pecados quedan perdonados. 21 Los fariseos y los maestros de la
ley comenzaron a pensar: “¿Quién es éste que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar
pecados sino sólo Dios?” 22 Pero Jesús supo lo que estaban pensando y les dijo: —¿Por qué
razonan así? 23 ¿Qué es más fácil decir: “Tus pecados quedan perdonados”, o “Levántate y
anda”? 24 Pues para que sepan que el Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar
pecados—se dirigió entonces al paralítico—: A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu
casa. 25 Al instante se levantó a la vista de todos, tomó la camilla en que había estado acostado,
y se fue a su casa alabando a Dios. Lucas 5:17-25
La acción que nos narra este pasaje que acabamos de leer no es algo que veamos todos
los días: gente que se atreve a abrir el techo de una casa con tal de que un enfermo, que llevan
en camilla, encuentre espacio en un lugar atiborrado, porque allí se está orando por la salud de
D í a 16 Servicio evidente

los enfermos, y este hombre también pueda recibir aquella atención. Eso es algo que, ni en aquel
tiempo ni hoy mismo, es común.
El que estaba en camilla estaba imposibilitado para poder llegar delante de Jesús. Para
que sucediera lo que acabo de mencionar se necesitaba que alguien se decidiera a servir a aquel
hombre imposibilitado y necesitado de ayuda. Y los que lo llevaban en la camilla decidieron hacer
un esfuerzo extra (porque ya habían hecho de por sí un gran esfuerzo al cargarlo hasta aquel
lugar): subirlo al techo de la casa, separar las tejas del techo hasta hacer un agujero lo
suficientemente grande como para que se pudiera bajar la camilla hasta que esta quedara frente
a Jesús...o al menos que llamara su atención. Y sí llamó su atención. Tanto así, que el escritor del
evangelio no pudo dejar de escribir esto: Al ver la fe de ellos, Jesús dijo...De hecho, los otros dos
escritores de los evangelios que narran este mismo hecho no dejaron de mencionar el mismo
detalle: Al ver Jesús la fe de ellos, le dijo al paralítico...Mateo 9:2b y Al ver la fe de ellos, Jesús
le dijo al paralítico...Marcos 2:5. Detalle que no escapó a la mirada de Jesús: la fe de ellos. ¿En
qué miró Jesús la fe de ellos? En su servicio extraordinario, exuberante, exótico, insólito y
singular. Y de parte del Señor vino recompensa: Jesús dijo: —Amigo, tus pecados quedan
perdonados. Los fariseos y los maestros de la ley comenzaron a pensar: “¿Quién es éste que
dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?” Pero Jesús supo lo que
estaban pensando y les dijo: —¿Por qué razonan así? ¿Qué es más fácil decir: “Tus pecados
quedan perdonados”, o “Levántate y anda”? Pues para que sepan que el Hijo del hombre tiene
autoridad en la tierra para perdonar pecados—se dirigió entonces al paralítico—: A ti te digo,
levántate, toma tu camilla y vete a tu casa. Al instante se levantó a la vista de todos, tomó la
camilla en que había estado acostado, y se fue a su casa alabando a Dios.
Fue Cristo mismo quien obró en la vida de aquel enfermo. Fue Cristo mismo quien
enfrentó a los opositores. Fue Cristo quien obró la recompensa.
Me puedo imaginar aquellos hombres que habían traído a su amigo enfermo, regresar
junto con él a casa celebrando, contentos, seguramente hasta bromeando entre ellos. Habían
traído a un amigo enfermo, discapacitado y triste. Y ahora iban de regreso, junto con su amigo
sano, caminando por sí mismo y feliz. Sin importar cuán pesado haya sido el esfuerzo, había
valido la pena.
¿Qué nos dice esto a nosotros? Sirvamos...trayendo a otros a Jesús.

SIRVAMOS SIN QUE NOS DETENGAN LOS OBSTÁCULOS. ¿Qué obstáculos podríamos llegar a
encontrar al traer a otros a Jesús? Cualquiera. Estos hombres que trajeron al enfermo cargando
en su camilla, tal vez no se imaginaron el tamaño de la multitud que se encontrarían en la casa
donde estaba Jesús; tal vez no pensaron que la multitud sería hostil y que no les permitirían el
paso; luego, el techo de la casa. Pero nada de eso los detuvo: si de servirle a su amigo se trataba,
lo servirían hasta ver cumplida la misión: ponerlo delante de Jesús. Para el Señor, de acuerdo con
el relato de la Biblia en los tres evangelios que narran esta historia, aquello hizo evidente la fe de
ellos.
Que nuestra fe se evidencie en nuestro servicio al traer a otros a Jesús. Que no haya
obstáculo que nos detenga. Porque lo que importa es que Dios haga su obra de salvación y de
transformación en la vida de aquellos que aún no conocen ni siguen a Jesucristo.
D í a 16 Servicio evidente

SIRVAMOS SIN QUE NOS DETENGAN LAS CRÍTICAS Y LOS CRITICONES. Personas como los
fariseos y maestros de la ley pueden ser bastante desanimadores (o sea que tienen la capacidad
de desanimar a otros). De hecho, creo que llegan a lograr ese cometido en la vida de muchos. “Ni
lo intentes, no vale la pena”. “Nunca cambiará, ya mejor daté por vencido”. “A ese/esa nadie lo
podrá cambiar”. “Hasta crees que lo que estás haciendo va a dar algún resultado”. Voces como
estás sobran por todos lados. Son voces de quienes no mueven un dedo para servir trayendo a
otros a Jesús. No les prestes atención. Sus palabras no construyen, solo derriban; no aportan
nada, solo roban el entusiasmo y lastiman la perseverancia.
Yo solo pienso en lo que habría pasado si quienes sirvieron para traerme a los pies de
Jesús, y quienes han servido para mantenerme en el camino, hubieran escuchado las voces de
aquellos que hablaron así en relación a mi caso. Yo jamás me habría levantado de mi camilla. Y
en vez de eso, aquí estoy ahora, leyendo la Biblia y compartiendo contigo el ánimo de servir
trayendo a otros a los pies de Jesús.
Que nuestra fe se evidencie delante de Dios en nuestro servicio al traer a otros a Jesús
contra críticas y criticones. Y que Dios haga su obra en las vidas de aquellos que traigamos en
camilla delante de Él.

SIRVAMOS, PORQUE QUIEN HA PROMETIDO RECOMPENSA SIGUE SIENDO EL MISMO. Hace un


momento leímos que el Señor Jesús asegura lo siguiente: Y quien dé siquiera un vaso de agua
fresca a uno de estos pequeños por tratarse de uno de mis discípulos, les aseguro que no
perderá su recompensa. Aquellos que trajeron al paralítico en su camilla no se fueron sin
recompensa: Al instante se levantó a la vista de todos, tomó la camilla en que había estado
acostado, y se fue a su casa alabando a Dios. ¿No es eso lo que se busca cuando traemos a otros
a Jesús? Pues el mismo que habló de recompensa, sigue siendo el mismo. Por esa razón,
¡sirvamos trayendo a otros a los pies de Jesús!
No hay recompensa más grande en la vida que ver que, tras servir en el Reino del Señor,
trayendo a otro a los pies de Cristo, que ese otro experimentó salvación y transformación gracias
a la obra de Dios en él/ella. Que nuestra fe se evidencie delante de Dios en nuestro servicio al
traer a otros a Jesús, porque lo demás, el fruto, la recompensa...eso es obra del Señor. Amén.

Asignatura
 Identifica a alguien que aún no conoce o no le ha entregado su vida a Jesús, o que por
alguna razón se ha alejado del camino del Señor y ora por él/ella.
 Acércate a esa persona para ganarte su confianza.
 Sírvele a la manera que hemos aprendido en la Biblia el día de hoy: puesta tu fe en el
Señor enfrenta obstáculos y oposición para llevar a esa persona a los pies de Jesús, ya
sea llevándola a tu grupo pequeño, al templo o a la estrategia que en tu iglesia se utilice
para alcanzar a otros para Cristo.
 Y que el Señor te premie con la recompensa que sólo Él puede dar: que veas a esa
persona salva y transformada por el poder de Dios en su vida.
E L L L A M A D O
T e r c e r a s e m a n a
A S E R V I R
LLAMADOS A PESCAR

D íTercera
a semana
17
EL LLAMADO A SERVIR
La visión correcta para vivir sirviendo.
Día 17
Pues si yo, el Señor yLael Maestro,
visión les he
correcta para vivirlavado
sirviendo.los pies, también
ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros. Les he puesto el
Pues si yo, el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los
pies los unospara
ejemplo, que Les
a los otros. hagan lo mismo
he puesto que
el ejemplo, parayo
quehe hecho
hagan con que
lo mismo ustedes.
yo he hecho
Juancon 13:14-15
ustedes.
Juan 13:14-15

¿Qué se requiere para ver arte en algo común? Miguel Ángel, el gran artista del Renacimiento
dijo que cada bloque de piedra tiene una estatua en su interior y la tarea del escultor es descubrir
aquella estatua. Solamente que no todos tenemos ojos de escultor. Si así fuera, el mundo estaría
lleno de bellas esculturas. Esta semana que estamos abordando el llamado a servir que Dios nos
hace, me pregunto ¿qué pasaría si todos los que le hemos entregado el corazón a Jesús
tuviéramos ojos de siervos; de sirvientes? ¿Será acaso que algunos nacieron para servir y otros
no?
Vamos a la Biblia y dejemos que el Señor nos hable a este respecto.
24 Tuvieron además un altercado sobre cuál de ellos sería el más importante. 25 Jesús les

dijo: —Los reyes de las naciones oprimen a sus súbditos, y los que ejercen autoridad sobre ellos
se llaman a sí mismos benefactores. 26 No sea así entre ustedes. Al contrario, el mayor debe
comportarse como el menor, y el que manda como el que sirve. 27 Porque, ¿quién es más
importante, el que está a la mesa o el que sirve? ¿No lo es el que está sentado a la mesa? Sin
embargo, yo estoy entre ustedes como uno que sirve. Lucas 22:24-27
Imaginemos esta escena que acabamos de leer. Allí estaba Jesús, a punto de poner su vida
por estos hombres (y por nosotros también), centrando su atención en las necesidades de la
humanidad, amándolos tierna e intensamente. Sin embargo, mientras Él derrama por ellos su
corazón, ellos están discutiendo quién de ellos era el más importante, quién de ellos era el mayor.
Entonces el Señor Jesús les aclara algo que a nosotros también nos viene muy bien: en el Reino
del Señor, el más importante, el mayor, es el que sirve, como Cristo lo hizo.
No solo eso, sino que les (y nos) enseña algo grandioso: para llevar a la práctica diaria (no solo
para mencionar) está calidad de vida, se necesita verla de manera distinta a como la percibe el
grueso de la humanidad.
¿Qué podemos y deberíamos aprender de este pasaje?

VIVAMOS EL LLAMADO A SERVIR VIENDO LA VIDA COMO SIERVOS. Aquí, tengo que mencionar
lo siguiente: todos los seres humanos tenemos una cosmovisión. Una cosmovisión es algo así
como unos anteojos para la mente. Los llevamos puestos todo el tiempo y estos anteojos
moldean y colorean todo lo que vemos. Hacen que nos atraigan ciertos asuntos y también nos
llevan a excluir otros de nuestra vida. Los doce discípulos, aun y cuando habían decidido seguir a
Jesús y entregarle su vida, para este momento que Lucas nos narra en su evangelio, aún tenían
D í a 17 La visión correcta para vivir sirviendo

una cosmovisión como la del resto del mundo. Por eso el Señor les dice: Los reyes de las naciones
oprimen a sus súbditos, y los que ejercen autoridad sobre ellos se llaman a sí mismos
benefactores. Dicho de otro modo, el Señor Jesús les está diciendo: En este aspecto de sus vidas
se están portando como el mundo que les rodea. Están queriendo ver mi Reino con los lentes de
la cosmovisión del mundo. Y creo (del verbo estoy convencido de esto) que también nos lo está
diciendo a nosotros. Aun y cuando hemos decidido seguir a Cristo, en ocasiones vemos el mundo
con ojos distintos a aquellos con los que Jesucristo lo vería. Es decir, ya hemos recibido a Cristo
en nuestro corazón, pero aún tenemos que adquirir la cosmovisión del Señor, la cosmovisión
bíblica para vivir como ciudadanos del Reino de los cielos.
Se trata de que al vernos al espejo veamos a un siervo, de esos que deben servir inclusive
a los demás siervos.

APRENDAMOS A MIRARNOS COMO SIERVOS. Lo hermoso de esto es que el Señor sabe esto muy
bien y, en este pasaje, podemos ver su posición ante el caso de ciudadanos de su Reino que aún
no han aprendido a vivir como el Rey. Jesús se toma el tiempo para decirle a sus discípulos: No
sea así entre ustedes. Al contrario, el mayor debe comportarse como el menor, y el que manda
como el que sirve. En otras palabras, el Señor sabe que tenemos necesidad de aprender, de ser
enseñados a vivir en el Reino y, en este caso en particular, en la vida de los doce, y en la nuestra
también, a aprender a vivir en el Reino en el que quien sirve es el mayor.
¿Qué fue lo que hizo el Señor ante este altercado que tuvieron los doce discípulos? Porque
este hecho, como decimos los mexicanos, sirvió para que ellos enseñaran el cobre, revelaran su
código postal; es decir, dieran prueba de cuál era su cosmovisión con la cual visualizaban el Reino
de Cristo. ¿Qué hizo el Señor en respuesta al altercado que nos presenta la narración de Lucas?
Jesús hizo que los discípulos se dieran cuenta de los lentes con los que ellos estaban mirando su
participación como ciudadanos del Reino celestial. El Señor los llevó a que se dieran cuenta que,
aunque el Señor los había trasladado del reino de las tinieblas a su Reino, ellos seguían mirando
la vida como se vive en el reino que habían dejado atrás. Podría yo parafrasear lo que el Señor
les dijo, de la siguiente manera: No se equivoquen, en mi Reino para crecer, para ser el mayor, el
más importante, hay que vestirse y vivir como siervos; es decir, como uno que está dispuesto a
servir todo el tiempo. Dicho de otra manera, se trata de desarrollar una cosmovisión distinta a la
que el mundo implanta en nuestras vidas.
¿Será que nosotros necesitamos esto mismo en nuestras vidas? ¿Será que nosotros
también vivimos en el Reino del Señor Jesucristo, pero seguimos utilizando los lentes que el
mundo había puesto en nuestras mentes y que con ellos queremos percibir la vida nueva que el
Señor nos ha dado? ¿Qué respondes tú?
El Reino de los cielos en la Tierra es la estrategia de Dios para el cuidado de todo aquél
que el Señor ha atraído hacia Él. Y para este proceso de cuidado, el Señor ha motivado y va
preparando personas que sirvan, teniendo cuidado de nosotros. ¿Quiénes son esas personas?
Deberíamos ser todos, sirviéndonos en amor los unos a los otros. Creciendo en Cristo, día a día,
paso a paso.
Son muchos los que quieren que, en la iglesia, en el Reino del Señor, se les atienda y se
les sirva siempre. Quienes han aprendido a ponerse los anteojos de la cosmovisión de Cristo, lo
hacen con el amor y el cuidado más esmerado del que se puede ser capaz, con la ayuda del Señor.
Pero cada uno que es atendido por esta estrategia del Señor debería entender que ese mismo
D í a 17 La visión correcta para vivir sirviendo

proceso que está viviendo, otros lo necesitarán, conscientes de lo que dice Jesús: Sanen a los
enfermos, resuciten a los muertos, limpien de su enfermedad a los que tienen lepra, expulsen
a los demonios. Lo que ustedes recibieron gratis, denlo gratuitamente. Mateo 10:8.
Para cuidar la vida que Dios nos ha dado, es indispensable que mantengamos a la vista,
en la mente y en el corazón el cuidado que Dios tiene de nosotros y su plan para que este cuidado
funcione y funcione siempre: que cada uno se vea a sí mismo como siervo. Porque así es en el
Reino de Jesús. Y si descubrimos que no lo hemos aprendido aún, dispongámonos a aprender; a
tirar a la basura esos antiguos lentes con los que veíamos la vida antes de seguir a Cristo y a
ponernos los lentes de Jesús para ver la vida.

TOMEMOS ALIENTO EN EL EJEMPLO DEL MÁS GRANDE SIERVO. Podemos ver que este
momento de enseñanza, que nos comparte Lucas en su evangelio, Jesús lo corona diciendo:
Porque, ¿quién es más importante, el que está a la mesa o el que sirve? ¿No lo es el que está
sentado a la mesa? Sin embargo, yo estoy entre ustedes como uno que sirve. Ni duda cabe, el
mayor, el más grande, el más importante en el Reino de Jesús, es Jesús el Rey. Y al mirarlo a Él,
¿qué vemos? A uno que sirve.
Los evangelios bien pudieron habernos compartido la historia de uno que vino a
enseñarles a los seres humanos lo sencillo que es para Dios someternos y tratarnos como
esclavos. Lucas también nos narra el siguiente hecho en la vida de Cristo: 51 Se acercaba el tiempo
en que Jesús había de ser recibido arriba, así que resolvió con firmeza dirigirse a
Jerusalén.52 Envió mensajeros delante de él, y ellos se fueron y entraron en una aldea
samaritana para prepararle todo; 53 pero los de allí no lo recibieron porque se dieron cuenta de
que su intención era ir a Jerusalén. 54 Al ver esto, sus discípulos Jacobo y Juan dijeron: «Señor,
¿quieres que mandemos que caiga fuego del cielo, como hizo Elías, para que los
destruya?»55 Pero Jesús se volvió y los reprendió. [Y les dijo: «Ustedes no saben de qué espíritu
son. 56 Porque el Hijo del Hombre no ha venido a quitarle la vida a nadie, sino a salvársela.»] Y
se fueron a otra aldea. Lucas 9:51-56 (RVC). El Señor Jesús vino a servir.
A causa del mundo en el que vivimos, de la cultura que nos rodea, nacemos y crecemos
en un ambiente que nos bombardea con la idea de que se trata de subir peldaños en la escala
social; que la vida se trata de estar arriba, aunque se tenga que pisotear a los que están abajo;
que se trata de ser el que manda; el que da las órdenes y espera que los demás le rindan
reconocimiento. A pesar del contexto en el que vivimos, el Señor nos dice: el mayor debe
comportarse como el menor, y el que manda como el que sirve. ¿Cómo vencer la fuerte
influencia del mundo para vivir como Cristo nos demanda? Sencillo: sigamos el ejemplo que nos
da el Señor. Nos dice quien escribió la Carta a los Hebreos: 2 Fijemos la mirada en Jesús, el
iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz,
menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono
de Dios. 3 Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los
pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo. Hebreos 12:2-3.
Para cumplir con el llamado a servir que el Señor Jesús nos hace a cada uno de nosotros,
se necesita aprender a ver la vida como Él mismo la miró. Y para lograr esto mismo, contamos
con el Maestro que no se rinde ni se cansa de enseñarnos. Tiremos los viejos anteojos con los
que el mundo nos enseñó a percibir la vida y pongámonos los anteojos que nos da el ejemplo de
Jesucristo, que nos lleven a vernos al espejo y nos ayuden a mirarnos como un siervo, como el
D í a 17 La visión correcta para vivir sirviendo

más pequeño. Porque si nuestro Maestro vivió así, lo mejor que puede sucedernos es que
vivamos de igual manera. Y cumplamos así, de manera cabal, nuestro llamado a servir. Amén.

Asignatura
 Mírate al espejo y considera cómo te has visto como parte del Reino del Señor hasta el
día de hoy: ¿querías que otros te sirvieran?
 Si es así, habla con el Maestro y pídele que te cambie los ojos con los que has estado
viendo la vida y comprométete a adquirir la cosmovisión de Cristo.
 Acércate a tu pastor o a tu líder en la iglesia y ofrece tu servicio...en lo que sea.
 Y que te parezcas cada vez más al Gran Siervo: el Señor Jesucristo.
E L L L A M A D O
T e r c e r a s e m a n a
A S E R V I R
LLAMADOS A PESCAR

D íTercera
a semana
18
EL LLAMADO A SERVIR
Sirviendo en todo
Día 18
momento
Pues si yo, el Señor y el Sirviendo
Maestro, en todo momento
les he lavado los pies, también
ustedes
Pues sideben lavarse
yo, el Señor los pies
y el Maestro, loslavado
les he unoslosapies,
lostambién
otros.ustedes
Les he puesto
deben ellos
lavarse
ejemplo,
pies los unospara que Les
a los otros. hagan lo mismo
he puesto que
el ejemplo, yoquehehagan
para hecho con que
lo mismo ustedes.
yo he hecho
Juancon 13:14-15
ustedes.
Juan 13:14-15

Hay una anécdota que no puedo olvidar. La compartió El Pas, el Pastor Gilberto Gutiérrez Lucero
en un sermón cuando yo recién llegaba al rebaño de la Iglesia Bautista Horeb en la Ciudad de
México. He de decir que llegaba yo a esta amada iglesia golpeado, desilusionado y decidido ser
no más que un espectador, porque no tenía yo más fuerzas, según yo, para servir en el Reino del
Señor. Esta es la anécdota: Un joven estudiante de medicina se pagaba la carrera vendiendo
productos de puerta en puerta. Un día, un mal día, nadie le compraba nada y aquello hizo que el
joven estudiante se sintiera frustrado. Pensaba que para la humanidad no valía la pena su
esfuerzo para convertirse en médico. Estaba prácticamente decidido a darse por vencido. Tocó
una puerta más y una joven salió. El joven realizó su oferta y la respuesta fue la misma:
— Gracias, pero no.
La desilusión del joven creció aún más. La mujer lo notó y le dijo que lo que sí podía hacer
era ofrecerle un vaso de leche y unas galletas que acaba de hacer. El joven estudiante, que no
había llevado bocado a su boca aquel día, bebió la leche y se comió las galletas con una sonrisa
de agradecimiento. Le encantaron las galletas recién hechas. Cuando terminó se despidieron y el
joven se retiró convencido de que estudiar hasta convertirse en cirujano, valía la pena. Y así, con
el tiempo, cumplió su meta.
Un día, este doctor realizaba su ronda en el hospital donde ahora trabajaba, pasó por
urgencias y escuchó cómo dos médicos discutían si operaban a una anciana que acababa de ser
ingresada, porque no tenía dinero y no iba a poder pagar la intervención. El doctor de nuestra
historia miró de lejos a la paciente y decidió que él la operaría.
Al día siguiente, la anciana despertó mientras el médico la revisaba.
— Buenos días Doctor, gracias por salvarme la vida. Pero no puedo pagarlo ¿qué puedo hacer?
— le dijo la mujer.
— No se preocupe, ya quedó pagado—, respondió el médico.
— ¿Cómo? ¿Quién lo pagó? — preguntó la mujer.
— La operación costaba un vaso de leche y unas galletas, y ya lo pagó usted hace años.
Todos, en algún momento de la vida, necesitamos de un vaso de leche y unas galletas. Y
de una mano que nos lo haga llegar. Estoy seguro que por eso mismo la Biblia nos comparte lo
siguiente:
1 Se acercaba la fiesta de la Pascua. Jesús sabía que le había llegado la hora de

abandonar este mundo para volver al Padre. Y habiendo amado a los suyos que estaban en el
D í a 18 Sirviendo en todo momento

mundo, los amó hasta el fin. 2 Llegó la hora de la cena. El diablo ya había incitado a Judas
Iscariote, hijo de Simón, para que traicionara a Jesús. 3 Sabía Jesús que el Padre había puesto
todas las cosas bajo su dominio, y que había salido de Dios y a él volvía; 4 así que se levantó de
la mesa, se quitó el manto y se ató una toalla a la cintura. 5 Luego echó agua en un recipiente
y comenzó a lavarles los pies a sus discípulos y a secárselos con la toalla que llevaba a la
cintura.6 Cuando llegó a Simón Pedro, este le dijo: —¿Y tú, Señor, me vas a lavar los pies a mí?
7 —Ahora no entiendes lo que estoy haciendo —le respondió Jesús—, pero lo entenderás más

tarde. 8 —¡No! —protestó Pedro—. ¡Jamás me lavarás los pies! —Si no te los lavo, no tendrás
parte conmigo. 9 —Entonces, Señor, ¡no solo los pies, sino también las manos y la cabeza! 10 —
El que ya se ha bañado no necesita lavarse más que los pies —le contestó Jesús—; pues ya todo
su cuerpo está limpio. Y ustedes ya están limpios, aunque no todos. 11 Jesús sabía quién lo iba
a traicionar, y por eso dijo que no todos estaban limpios. 12 Cuando terminó de lavarles los pies,
se puso el manto y volvió a su lugar. Entonces les dijo: —¿Entienden lo que he hecho con
ustedes? 13 Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy. 14 Pues, si yo, el
Señor y el Maestro, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies los unos a los
otros. 15 Les he puesto el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo he hecho con
ustedes. 16 Ciertamente les aseguro que ningún siervo es más que su amo, y ningún mensajero
es más que el que lo envió. 17 ¿Entienden esto? Dichosos serán si lo ponen en práctica. Juan
13:1-17.
¡Qué historia! El Señor Jesús nuevamente pone ejemplo de servicio. después de un día
largo de ministerio, Jesús y los discípulos entraron al lugar donde se hospedarían. Uno por uno,
los discípulos tomaron sus lugares alrededor de la mesa. En los días de Jesús, era costumbre que
alguien lavara los pies al que llegaba a casa. Pero lavar los pies era una tarea reservada no para
los criados, sino para el sirviente de más bajo nivel. No había criado. Y ninguno de ellos se decidió
a tomar ese puesto. Así que, después de pocos momentos Jesús se levantó de la mesa, se quitó
el manto y se ató una toalla a la cintura. Luego echó agua en un recipiente y comenzó a lavarles
los pies a sus discípulos y a secárselos con la toalla que llevaba a la cintura. ¡Qué hermosa
acción!
Por lo mismo no podemos perder de vista esto: Se acercaba la fiesta de la Pascua. Jesús
sabía que le había llegado la hora de abandonar este mundo para volver al Padre...El diablo ya
había incitado a Judas Iscariote, hijo de Simón, para que traicionara a Jesús. ¿Cómo estaba el
corazón del Señor Jesús? Él sabía que dentro de unas veinticuatro horas Judas consumaría su
traición contra Él, sus discípulos lo abandonarían y Él estaría crucificado. Si a alguien le habrían
venido bien detalles para darle ánimo, ese habría sido Jesús. Pero, en vez de eso, Él se humilla y
atiende a sus discípulos, como siervo; como siervo del más bajo nivel.
El momento termina con estas palabras de nuestro Salvador: ...si yo, el Señor y el
Maestro, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros. Les
he puesto el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo he hecho con ustedes. Ciertamente les
aseguro que ningún siervo es más que su amo, y ningún mensajero es más que el que lo
envió. ¿Entienden esto? Dichosos serán si lo ponen en práctica. No, no lo entendían. No en ese
momento, no con la claridad que lo entendieron después. Después que supieron todo lo que el
Señor estaba cargando en aquella hora y que, con todo y eso, estuvo dispuesto a lavarles los pies,
a servirles.
¡Qué mensaje! El servicio no es solamente para momentos cuando uno se siente bien.
D í a 18 Sirviendo en todo momento

...si yo, el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies los
unos a los otros. Les he puesto el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo he hecho con
ustedes... ¿Entienden esto? Dichosos serán si lo ponen en práctica. ¿Entendemos esto?
¿Qué habría pasado si Jesús no hubiera dejado este ejemplo? Serviríamos cuando
tenemos recursos, y cuando no, nos retiraríamos a lamentarnos. Serviríamos cuando tenemos
buen ánimo, y cuando no, nos esconderíamos a rumiar nuestras angustias. Serviríamos cuando
todo va bien y cuando no, huiríamos a escondernos. Pero si entendemos la enseñanza del Señor...
Dichosos serán si lo ponen en práctica.
Dichosos, porque a pesar de las circunstancias que estemos viviendo, porque a pesar de
nuestras limitaciones, quebrantos, flaquezas y todo lo demás que nos podría señalar como no
útiles para la grandeza del Reino de Dios, es precisamente Él quien nos hace útiles para animar a
otros, para alentar a otros, para aconsejar a otros, para alimentar a otros, para que el nombre
del Señor sea glorificado.
Así que, ¡sirvamos en todo tiempo, aun en el tiempo del dolor! Sin olvidar que:
 Nuestra fortaleza viene de Dios: A las montañas levanto mis ojos; ¿de dónde ha de venir
mi ayuda? Mi ayuda proviene del Señor, creador del cielo y de la tierra. Salmo 121:1-2.
Seamos siervos y confiemos en la fidelidad del Señor.
 El Señor nos ha confiado su labor.
 Hay una dicha que espera a todos los que aceptan el desafío del servicio que el Señor
modeló: El que con lágrimas siembra, con regocijo cosecha. El que llorando esparce la
semilla, cantando recoge sus gavillas. Salmo 126:5-6.
Todos, en algún momento de la vida, necesitamos de un vaso de leche y unas galletas,
alguien que nos lave los pies, aun y cuando ellos mismos están pasando penalidades. Le doy
gracias a Dios por tantos que me han extendido su mano con un vaso de leche y galletitas, que
han lavado mis pies sin que yo supiera sus propias cargas; tantos, que, si empiezo a escribir
nombres, fallaría yo al omitir algunos por descuido, no por falta de agradecimiento.
Seguramente no recuerdo el nombre de todos los que lo han hecho, pero sí sé lo mucho que esas
acciones han servido en mi vida. Y no puedo dejar de escuchar al Maestro decirme a ese respecto:
¿Entiendes esto? Dichoso serás si lo pones en práctica.
¿Y tú? ¿Entiendes esto? ...Dichoso serás si lo pones en práctica. Porque el servicio en el
Reino del Señor es la marca de que, a pesar de las rudezas de esta vida, el Señor nos ha tenido
confianza de que serviremos como Él lo ha hecho; para que lavemos los pies de los que necesitan
un toque de aliento de parte de Dios, por medio de nuestra vida. Amén.

Asignatura
 Ora y pídele a Dios que ponga en tu corazón a alguien que necesita que vayas y le laves
los pies con alguna acción de amor.
 Acércate a esa persona y sírvele, aunque tú mismo(a) estés pasando por momentos
difíciles.
 Y que Dios te use para que otros más escuchen: ¿Entiendes esto? ...Dichoso serás si lo
pones en práctica.
E L L L A M A D O
T e r c e r a s e m a n a
A S E R V I R
LLAMADOS A PESCAR
D í a 19
Tercera semana
EL LLAMADO A SERVIR
El desafío a servir a Dios
Día 19
Pues si yo, el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, también
El desafío a servir a Dios
ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros. Les he puesto el
ejemplo,
Pues si yo,para
el Señorque hagan les
y el Maestro, lo he
mismo
lavado que yotambién
los pies, he hecho con
ustedes ustedes.
deben lavarse los
Juan 13:14-15
pies los unos a los otros. Les he puesto el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo he hecho
con ustedes.
Juan 13:14-15

Escuché que los marines estadounidenses tienen un dicho: “Todos quieren llegar al cielo, pero
nadie quiere morirse”. Creo que, en la mayoría de las áreas de la vida, si no es que, en todas, será
lo mismo: todos quieren buenos resultados, la pregunta es: ¿quién está dispuesto a hacer el
trabajo difícil, pesado, los preparativos para que venga ese resultado que termina por llamar la
atención y ganarse el aplauso de los demás? El hermano Marcos Vidal lo diría de la siguiente
manera:
Nos seducen más las luces
y el impacto emocional;
la respuesta de las masas
y el carisma personal
que lo puro y verdadero
escondido en un rincón.
Nos deslumbra más la fama
que el calor del corazón.
Pero, siempre es muy necesario quién haga la talacha, como decimos los mexicanos; es decir, el
trabajo que no se ve, que ¡ah cómo hace falta y hace falta que se haga bien y a tiempo!
El día de hoy, en nuestra lectura en la Biblia y la correspondiente reflexión devocional,
escucharemos al Señor hablarnos a este respecto:
7 Cuando llegó el día de la fiesta de los Panes sin levadura, en que debía sacrificarse el

cordero de la Pascua, 8 Jesús envió a Pedro y a Juan, diciéndoles: —Vayan a hacer los
preparativos para que comamos la Pascua. 9 —¿Dónde quieres que la preparemos? —le
preguntaron. 10 —Miren —contestó él—: al entrar ustedes en la ciudad les saldrá al encuentro
un hombre que lleva un cántaro de agua. Síganlo hasta la casa en que entre, 11 y díganle al
dueño de la casa: “El Maestro pregunta: ¿Dónde está la sala en la que voy a comer la Pascua
con mis discípulos?” 12 Él les mostrará en la planta alta una sala amplia y amueblada. Preparen
allí la cena. 13 Ellos se fueron y encontraron todo tal como les había dicho Jesús. Así que
prepararon la Pascua. 14 Cuando llegó la hora, Jesús y sus apóstoles se sentaron a la mesa. Lucas
22.7-14.
Este pasaje me conmueve cada vez que lo leo. Jesús dijo —He tenido muchísimos deseos
de comer esta Pascua con ustedes antes de padecer, pues les digo que no volveré a comerla
hasta que tenga su pleno cumplimiento en el reino de Dios. Lucas 22:15-16. ¡Qué momento más
D í a 19 El desafío a servir a Dios

importante para Él! Alguna vez me dijeron que, si deseaba que algo saliera como yo quería, que
no dejara que alguien más lo hiciera y, que, si dejaba que alguien más lo hiciera, no dejara yo de
supervisarlo. Pero este pasaje de la Biblia que nos narra este evento de tanto valor para Cristo
nos deja ver que, para el servicio de su Reino, que tan importante es para el Señor, Jesús nos
tiene confianza. Así que...

SI EL SEÑOR TE ENVÍA, ¡VE! Cuando llegó el día de la fiesta de los Panes sin levadura, en que
debía sacrificarse el cordero de la Pascua, Jesús envió a Pedro y a Juan, diciéndoles: —Vayan a
hacer los preparativos para que comamos la Pascua.
Más de una vez, y hasta con cierto enojo, se me ha dicho que imagino demasiado. Pero
no puedo dejar de imaginar. Así que les pido que imaginemos qué habría pasado si el Señor Jesús
hubiera llamado a Pedro y a Juan y los hubiera enviado a preparar todo para la Pascua, esta última
Pascua que el Señor celebraría con sus discípulos y que Él tanto anhelaba llevar a cabo y que
Pedro y Juan, o alguno de ellos dos, le hubiera contestado al Señor: “¡Ay, y ¿por qué no envías a
otros?! Ni que fuéramos los únicos. ¿Por qué tenemos que servirle a los demás?”. O, “Bueno,
vamos y lo hacemos si nada más es para ti Señor y para nosotros dos”. Número uno: ¡qué oso, si
así hubieran respondido! Número dos: estoy seguro de que alguno más de los doce habría estado
más que gustoso de cumplir con el mandato del Señor. Lo triste es que sí hay quienes se atreven
a dar ese tipo de respuestas.
Que el Señor nos envíe a servir es un privilegio enorme, porque el Señor nos confía que
sirvamos, no porque nos lo hayamos ganado o porque lo merezcamos, sino por su gracia infinita.
Si se nos confía que sirvamos, entonces vayamos y obedezcamos. No olvidemos que, en el Reino
del Señor, amar se deletrea o-b-e-d-e-c-e-r. Jesús dijo: —El que me ama, obedecerá mi palabra,
y mi Padre lo amará, y haremos nuestra morada en él. Juan 14:23
¡Qué hermoso que el Señor pueda decir de uno como dijo de Abraham: Y Jehová dijo:
¿Encubriré yo a Abraham lo que voy a hacer, habiendo de ser Abraham una nación grande y
fuerte, y habiendo de ser benditas en él todas las naciones de la tierra? Porque yo sé que
mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino de Jehová, haciendo
justicia y juicio. Génesis 18:17-19a. (RVA).
Ser llamados a servir es un desafío a la obediencia.

SI EL SEÑOR TE LO CONFÍA, ¡DALE GUSTO! —¿Dónde quieres que la preparemos? —le


preguntaron.
¿Quién estaba mandando a Pedro y a Juan a servir? Cristo. ¿A quién le iban a servir? A
Cristo. ¿No es el Señor digno de que se le dé gusto a la manera que Él quiera que se la honre?
¡Por supuesto que sí! Así que el Señor les dice: —Miren —contestó él—: al entrar ustedes en la
ciudad les saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua. Síganlo hasta la casa
en que entre, y díganle al dueño de la casa: “El Maestro pregunta: ¿Dónde está la sala en la
que voy a comer la Pascua con mis discípulos?” Él les mostrará en la planta alta una sala amplia
y amueblada. Preparen allí la cena. Así lo quiere el Señor, así lo hacemos.
Si el Señor nos llama a servir, asegurémonos de hacer el servicio de la mejor calidad
posible. ¿Por qué? Porque es, ni nada más, ni nada menos, que para Dios.
No perdamos esto de vista: ser llamados a servir es un desafío a la calidad.
D í a 19 El desafío a servir a Dios

SI EL SEÑOR TE COMISIONÓ, ¡ACEPTA EL ANONIMATO! Ellos se fueron y encontraron todo tal


como les había dicho Jesús. Así que prepararon la Pascua. Cuando llegó la hora, Jesús y sus
apóstoles se sentaron a la mesa.
¿No le faltó algo a este pasaje? ¿Se le habrá olvidado a Lucas un versículo por allí? Uno
que dijera: “Y después de sentarse a la mesa, todos los demás discípulos, y el Señor también, les
dieron las gracias a Pedro y a Juan por lo bonito que les quedó el lugar y todo lo que prepararon
para la Pascua”. Sí, puede usted reírse en este momento por mi absurda imaginación. Pero ¿por
qué hay entonces algunos que están esperando reconocimiento por el servicio que se hace para
el Reino? No me mal entiendan, no estoy diciendo que no demos las gracias o que no
reconozcamos a quienes sirven. Lo que digo es que nadie debería servir esperando ser
reconocido.
El segundo día de esta semana de devocionales leímos esto: Y quien dé siquiera un vaso
de agua fresca a uno de estos pequeños por tratarse de uno de mis discípulos, les aseguro que
no perderá su recompensa. Mateo 10:42. Dios nunca deja de ver nuestra labor, nada pasa
inadvertido para Él. Así que, sirvamos sin anhelar reconocimiento terrenal.
El Señor también enseñó: Cuídense de no hacer sus obras de justicia delante de la gente para
llamar la atención. Si actúan así, su Padre que está en el cielo no les dará ninguna recompensa.
Por eso, cuando des a los necesitados, no lo anuncies al son de trompeta, como lo hacen los
hipócritas en las sinagogas y en las calles para que la gente les rinda homenaje. Les aseguro
que ellos ya han recibido toda su recompensa. Más bien, cuando des a los necesitados, que no
se entere tu mano izquierda de lo que hace la derecha, para que tu limosna sea en secreto. Así
tu Padre, que ve lo que se hace en secreto, te recompensará. Mateo 6:1-4. No perdamos esto
de vista: ser llamados a servir es un desafío a darle toda la gloria a Dios y a renunciar a nosotros
mismos.
Gracias a Dios por los insignes siervos de Dios que todos conocemos. Y también gracias a
Dios por todos aquellos que somos internacionalmente desconocidos. A todos nos ha llamado
Dios. Pablo nos enseña: Así que no cuenta ni el que siembra ni el que riega, sino solo Dios, quien
es el que hace crecer. El que siembra y el que riega están al mismo nivel, aunque cada uno será
recompensado según su propio trabajo. 1 Corintios 3:7-8.
Si somos llamados a servir, aceptemos el desafío y trabajemos, porque ese es el desafío.
Amén.

Asignatura
 Si has rechazado el llamado a servir, ora y pídele perdón a Dios.
 Acércate a tu pastor/líder(es) de la iglesia y ponte a cuentas.
 Ponte a disposición y, cuando el Señor te envíe a servir, ¡ve, sirve para darle gusto a
Dios, y que eso, el gusto de Dios sea tu recompensa!
E L L L A M A D O
T e r c e r a s e m a n a
A S E R V I R

DLLAMADOS
í a A PESCAR
20
Tercera semana
¡No sueltes
EL LLAMADO laAcuerda!
SERVIR

Pues si yo, el Señor y el Maestro, Díales


20 he lavado los pies, también
ustedes deben lavarse los pies ¡No los unos
sueltes a los otros. Les he puesto el
la cuerda!
ejemplo, para que hagan lo mismo que yo he hecho con ustedes.
Pues si yo, el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los
Juan
pies los unos a los otros. Les he puesto 13:14-15
el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo he hecho
con ustedes.
Juan 13:14-15

Mi maestro de la clase de evangelismo personal cuando cursé el Seminario fue el hermano David
Boyter. Lo recuerdo con cariño por varias razones. Una de ellas es que hacía la clase muy amena,
tenía un estilo de enseñanza muy bonachón: siempre traía botanas y bebidas gaseosas y
degustábamos de todo aquello mientras tomamos la clase. Otra razón, es que era muy chistoso:
no había clase que no nos hiciera reír y a carcajadas. Y otra, porque una frase que mencionó
durante el curso se me quedó grabada en la mente y el corazón y le doy gracias a Dios por ello:
nos dijo que en la labor de evangelismo que debemos realizar todos y cada uno de los discípulos
del Señor, deberíamos todos funcionar como un engrane de una gran maquinaria; que a veces la
persona a quien le compartimos de Cristo no tiene una respuesta que nosotros esperaríamos de
inmediato, pero que si todos nos movemos en la misma dirección, es decir llevando a las personas
a Jesús, el resultado siempre terminaría siendo el anhelado: una oveja más en el redil del Señor.
¡Qué importante sería que así, no solo compartamos el evangelio, sino que en todas las áreas de
nuestra vida vivamos así: sabiendo que lo que hagamos debe ser con la visión de que se cumpla
el anhelo del Señor Jesucristo; que todos sepan que el Reino de los cielos se ha acercado, aunque
de repente no veamos el resultado deseado!
Leamos la Biblia:
19Saulo pasó varios días con los discípulos que estaban en Damasco, 20 y en seguida se

dedicó a predicar en las sinagogas, afirmando que Jesús es el Hijo de Dios. 21 Todos los que le
oían quedaban asombrados, y preguntaban: “¿No es éste el que en Jerusalén perseguía a
muerte a los que invocan ese nombre? ¿Y no ha venido aquí para llevárselos presos y
entregarlos a los jefes de los sacerdotes?” 22 Pero Saulo cobraba cada vez más fuerza y
confundía a los judíos que vivían en Damasco, demostrándoles que Jesús es el Mesías.
23 Después de muchos días, los judíos se pusieron de acuerdo para hacerlo desaparecer, 24 pero

Saulo se enteró de sus maquinaciones. Día y noche vigilaban de cerca las puertas de la ciudad
con el fin de eliminarlo. 25 Pero sus discípulos se lo llevaron de noche y lo bajaron en un canasto
por una abertura en la muralla. Hechos 9:19-25.
De Pablo, se dice lo siguiente: “Pablo pasa por ser precisamente el apóstol de las naciones.
De ningún otro misionero del cristianismo primitivo ha llegado hasta nosotros un mensaje que
apuntase tan lejos y que se propusiese llevar el evangelio hasta los confines del mundo entonces
conocido”; Bornkamm, en su libro Pablo de Tarso. “Ante todo era un apóstol, un misionero, un
predicador. Sus cartas iban dirigidas a diferentes comunidades y personas con intención de llevar
D í a 20 ¡No sueltes la cuerda!

adelante su designio de edificar la Iglesia. Se sirvió del género epistolar como de un medio para
difundir su conocimiento del mensaje cristiano y, sobre todo, con vistas a aplicarlo a los
problemas concretos surgidos en aquellas zonas que no podía visitar personalmente. Estos
problemas le servían frecuentemente como punto de arranque para tratar de manera más amplia
y trascendente las verdades fundamentales de la fe y las conductas cristianas”. Fitzmyer en Vida
de San Pablo – Las epístolas del Nuevo Testamento, por poner algunos ejemplos. Lo cierto es que
Pablo es a quien el Espíritu Santo utilizó para escribir gran parte del Nuevo Testamento, para
extender el Reino de Dios en los primeros años de la Iglesia y para dejar un legado importantísimo
para la Iglesia cristiana de todos los tiempos.
De ahí la importancia del pasaje que estamos leyendo el día de hoy. Porque nos deja ver
un momento crucial en la vida de este siervo de Dios: ...los judíos se pusieron de acuerdo para
hacerlo desaparecer, pero Saulo se enteró de sus maquinaciones. Día y noche vigilaban de cerca
las puertas de la ciudad con el fin de eliminarlo. Así que, ... sus discípulos se lo llevaron de noche
y lo bajaron en un canasto por una abertura en la muralla. No creo que aquellos discípulos
hayan escogido esta estrategia por sencilla, sino porque más bien pensaron que era la única
manera que Pablo podría escapar de aquella amenaza. Y se dispusieron a llevar a cabo a pesar
de los bemoles que esto representaba:
 Pablo era un hombre adulto, y por poco que pesara, ya tenía el peso de un adulto.
 Tenían que hacerlo de noche. Por un lado, la oscuridad le representaba un aliado, pero
por otro, también jugaba en su contra, pues no se daban cuenta de lo que pasaba entre
ellos, el piso, y Pablo, que viajaba en una canasta, que seguro estaba atada a unas cuerdas
que los discípulos usaron para bajar a Pablo hasta terreno seguro.
 No solo la vida de Pablo estaba en riesgo, sino también la vida de aquellos que lo estaban
ayudando a escapar.
 Estaban ayudando a escapar al recién convertido Pablo, de quien solo sabían que había
sido perseguidor de la Iglesia de Cristo hasta apenas hacía unos días. Ninguno de los que
lo estaban ayudando a escapar sabían lo que aquel hombre llegaría a significar para la
obra de Dios.
Con todo y todo lo que tenían en contra, aquellos discípulos se decidieron a servir a Pablo,
y al Reino de Dios, sin soltar la cuerda de la canasta en la que ayudarían a Pablo a escapar. Y nos
dejan gran enseñanza a cada uno de los que el Señor nos tiene sirviendo en su Reino y en su
Iglesia.

NO SUELTES LA CUERDA, AUNQUE EL SERVICIO SE SIENTA PESADO. Tengo un amigo, que se


llama Benjamín Masa Millán. Siempre que las cosas se ponían difíciles en el trabajo, con mucho
cariño me miraba a los ojos y me decía: “El Señor Jesús nunca dijo que sería fácil”. Cierto. De
hecho, Jesús nos aseguró que no lo sería: Dichosos serán ustedes cuando por mi causa la gente
los insulte, los persiga y levante contra ustedes toda clase de calumnias. Alégrense y llénense
de júbilo, porque les espera una gran recompensa en el cielo. Así también persiguieron a los
profetas que los precedieron a ustedes. Mateo 5:11-12. Seguramente en más de un momento,
el servicio al que Jesús nos ha llamado se tornará difícil, pesado. Pero el ejemplo de estos
discípulos que ayudaron a Pablo a escapar nos deja una enseñanza muy clara a todos nosotros:
no debemos soltar la cuerda con todo y que la situación se ponga pesada y nos queme las manos.
D í a 20 ¡No sueltes la cuerda!

El Señor Jesús nos dijo muy claramente que se trata de poner las manos en el arado y no mirar
atrás.

NO SUELTES LA CUERDA, AUNQUE NO ALCANCES A NOTAR EL AVANCE. ¡Qué cosa, aquello de


ir bajando a Pablo en una canasta y no poder darse cuenta cuánto tiempo más, cuánto era la
distancia que todavía les tocará aguantar, hasta que Pablo llegara a terreno firme! Así que
sirvieron, aunque no pudieron notar el avance de su trabajo, de su labor de servicio, de un
servicio salvador. Entonces, estos hermanos, discípulos del Señor, nos dejan un precioso ejemplo
y un desafío a todos aquellos que hoy tenemos la bendición de haber sido llamados a servir; es
decir, todos aquellos que hemos aceptado el discipulado de Cristo: se trata de no soltar la cuerda,
aunque el avance no alcance a verse a simple vista.
Gracias a Dios por los hermanos que han servido en la plantación de iglesias, y que han
seguido trabajando en aquellos momentos en que la comunidad de fe parece ser una pequeña
llama a punto de extinguirse. Gracias a Dios por los hermanos que sirven fielmente en un grupo
pequeño, en un grupo de estudio bíblico que se reduce a un pequeño número de personas.
Porque donde el Señor inició su obra, sin duda la llevará a más, pero no sucederá sin el esfuerzo
de aquellos que se atreven a no soltar la cuerda, aunque no se vea el avance.

NO SUELTES LA CUERDA, PORQUE NO SABES A QUIÉN TRAES EN LA CANASTA. Si aquellos


discípulos hubieran soltado la cuerda antes de que la canasta llegar al piso, tal vez el hombre que
sirvió para el extendimiento del Evangelio de una manera fenomenal en el primer siglo de la
Iglesia cristiana, llamado Pablo, habría muerto. Por eso, gracias a Dios por haber sostenido la
cuerda, aun cuando no sabían a quién traían en aquella canasta.
Hermano, hermana: tú estás sirviendo. ¿Sabes a quién traes en tu canasta? No te des por
vencido con tu hijo o con tu hija. Sostener la cuerda tiene su desgaste. Pero la recompensa viene
del Señor. ¿Eres maestro o maestra? No sueltes la cuerda, porque no sabes a quién traes en la
canasta y lo que Dios puede hacer con la vida de ese que ya te está cansando. Y así podría seguir
y seguir, pero en resumen, lo que Dios nos dice a ti a mí es lo siguiente: sigamos sosteniendo la
cuerda, porque Dios nunca falla en hacer su parte. Amén.

Asignatura
 Si has soltado la cuerda o has pensado en hacerlo, ora y pídele perdón a Dios.
 Acércate a tu pastor/líder(es) y comparte esto con él/ella/ellos. Si necesitas aliento para
seguir sosteniendo la cuerda, ellos sabrán ayudarte.
 Ponte a disposición del Señor y ¡no sueltes la cuerda! ¡Sigue sirviendo con pasión!
E L L L A M A D O
T e r c e r a s e m a n a
A S E R V I R

DLLAMADOS
í a A PESCAR
21
Tercera semana
El servicio al prójimo
EL LLAMADO A SERVIR
Pues si yo, el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, también
Día 21
ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros. Les he puesto el
El servicio al prójimo
ejemplo, para que hagan lo mismo que yo he hecho con ustedes.
Pues si yo, el Señor y el Maestro,Juan
les he 13:14-15
lavado los pies, también ustedes deben lavarse los
pies los unos a los otros. Les he puesto el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo he hecho
con ustedes.
Juan 13:14-15

Cuando al Señor le preguntaron: ¿Quién es mi prójimo?, Él respondió: —Bajaba un hombre de


Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de unos ladrones. Le quitaron la ropa, lo golpearon y se
fueron, dejándolo medio muerto. 31 Resulta que viajaba por el mismo camino un sacerdote
quien, al verlo, se desvió y siguió de largo. 32 Así también llegó a aquel lugar un levita, y al verlo,
se desvió y siguió de largo. 33 Pero un samaritano que iba de viaje llegó a donde estaba el
hombre y, viéndolo, se compadeció de él. 34 Se acercó, le curó las heridas con vino y aceite, y se
las vendó. Luego lo montó sobre su propia cabalgadura, lo llevó a un alojamiento y lo cuidó.
35 Al día siguiente, sacó dos monedas de plata y se las dio al dueño del alojamiento.

“Cuídemelo—le dijo—, y lo que gaste usted de más, se lo pagaré cuando yo vuelva.” 36 ¿Cuál de
estos tres piensas que demostró ser el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? 37 —El
que se compadeció de él—contestó el experto en la ley. —Anda entonces y haz tú lo mismo—
concluyó Jesús. Lucas 10:30-37
¿De qué se trataba esto que dice Cristo: “Anda entonces y haz tú lo mismo”? No le
pensemos mucho, se trata de vincularnos con la sociedad, servir no solo en el templo, sino fuera
de él. Pero... ¿ellos no son cristianos? ¿Serán nuestro prójimo? ¿Qué dices?
Ahora bien, la pregunta es: ¿hasta qué punto deberíamos vincularnos con la sociedad en
la que Dios quiere que su Reino se establezca? ¿Y si le preguntamos a Dios mismo? La respuesta,
a la luz de la Biblia, es evidente: La actitud de ustedes debe ser como la de Cristo Jesús, quien,
siendo por naturaleza Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse. Por el
contrario, se rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza de siervo y haciéndose semejante
a los seres humanos. Y al manifestarse como hombre, se humilló a sí mismo y se hizo obediente
hasta la muerte, ¡y muerte de cruz! Filipenses 2:5-8
De hecho, este es el tema de toda la Biblia: Jesucristo es Dios hombre. Dios se hizo
hombre. Ese es el grado de vinculación al que Dios se atrevió. Y no se quedó en ese punto, sino
que, habiéndose hecho hombre, se humilló...se rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza
de siervo...hasta la muerte.
Para nadie involucrado en lo que llamamos el servicio, es extraño escuchar que nuestro
ejemplo a seguir es Cristo Jesús. La pregunta que a este respecto viene a mi mente es la siguiente:
¿Todo mundo tiene la misma percepción de lo que implica este servicio; es decir, la labor de la
Iglesia y de cada uno de nosotros como discípulos de Jesús?
D í a 21 El servicio al prójimo

Creo que a veces tenemos la idea de que servir se limita al contexto geográfico de la iglesia
a la que pertenecemos, pensando que es un “trabajo” hacia adentro de la iglesia (es decir, se
enfoca en las personas que ya forman parte de la congregación y en su mayoría se circunscribe
dentro de las instalaciones que comúnmente llamamos templo).
Por otro lado, podemos identificar a aquellos que dan su vida por compartir la vida de
Cristo con todo el mundo, aun sin importar el qué dirán, como el predicador de la narración
cantada que Santiago Benavides nos comparte en La Iglesia de Juan Pablo:
La iglesia de Juan Pablo
queda en el centro de la ciudad.
El templo son dos andenes
y una banca de parque es el altar.
Un par de ujieres sin dientes
chupan pegante al entrar.
Y el grupo de alabanza
ni una maraca sabe tocar.
La iglesia de Juan Pablo
podría escandalizar:
de toda la membresía
tan solo él llega en sobriedad.
Los ve y apenas suspira
y sigue hablando de Dios;
les lleva pan y canciones
y ellos le dicen pastor
La iglesia de Juan Pablo
hace dos años que comenzó.
Seis días a la semana
tienen ayuno porque tocó.
Y él sabe que lo que hace
pelea con la razón,
por eso a veces la ignora
Y mira solo al Señor.
La iglesia de Juan Pablo
podría escandalizar
y eso que aún no te digo
que si te descuidas, te pueden robar.
Y así te suene alocado
Juan Pablo vive feliz,
llevando el amor de Cristo
a los indigentes de Medellín.

¿Existe algún modelo de servicio que aún deberíamos desarrollar? La Biblia nos dice que
hay un modelo a seguir: Jesucristo. Y la única manera de comenzar bien tiene que ver con esto:
Haya en ustedes esta manera de pensar que hubo también en Cristo Jesús. Todo tiene que
comenzar por adquirir la manera de pensar de Jesús. De acuerdo con lo que este pasaje que
D í a 21 El servicio al prójimo

encontramos en la carta de Pablo a los Filipenses nos dice que, la manera de pensar de Jesús en
cuanto al servicio tiene como eje central el despojarse de todo lo que sea necesario con tal de
encarnarse en el/los grupo(s) humano(s) que aún no hemos alcanzado, para construir en ellos el
Reino de Dios. Se trata de “meternos” en el mundo en el que viven las personas, en la piel con la
que ellos están vestidos, para desde allí enseñarles cómo se vive en el Reino de Dios.
Cada grupo humano es diferente. Y no se trata de importar o imponerles una cultura
“foránea” como requisito para poder vivir la vida de Dios. Lo podemos ver en la Biblia en Hechos
15:1-31. El resultado de que en la reunión que se llevó a cabo en Jerusalén se haya decidido
anular las intenciones de los judaizantes y respetar la vivencia cristiana que había nacido en la
iglesia de Antioquía, trajo como resultado que …Al leerla (la decisión del concilio de Jerusalén),
se regocijaron a causa de esta palabra alentadora. ¡Exacto! De eso se trata: de alentar a ser
seguidores de Jesucristo a quienes no tenían idea de que las personas como ellas también lo
pueden hacer.
Estar vinculados con el mundo en el cual el objetivo es establecer el Reino de Dios,
requiere que haya en ustedes (en cada uno de nosotros) esta manera de pensar que hubo
también en Cristo Jesús, lo cual debe redundar en alentar a comunidades (grupos humanos) a
adquirir la vivencia del Reino; a seguir a Jesucristo desde su realidad propia. ¿Y cuál es la forma
de hacerlo? Encarnándose en cada comunidad, en cada sociedad hasta entender su cultura, aun
y cuando siempre hayamos vivido en su misma ciudad y tengan la misma lengua materna que
nosotros. Y luego de hacerlo, vivir a Cristo (no las costumbres de una religión, ni de una
denominación) dentro de aquella sociedad con la que nos estemos vinculando.
Me llama la atención lo que la Biblia dice acerca de Jesús, que fue señalado y criticado por
juntarse con pecadores y pecadoras. Y fue verdad: se encarnó en el mundo de ellos…y en el mío
también. Su manera de pensar es ser parte de la sociedad que busca liberar, por medio de la
vivencia local, autóctona, de la Palabra de Dios.
El desafío es a vincularnos con el mundo al cual el Señor nos ha enviado a transformar.
De servir al prójimo que jamás habría imaginado que nosotros, tú y yo, iríamos a servirles.
Recordemos: en el mundo en el que vivimos se necesita una iglesia que esté vinculada con la
sociedad a la que tiene que presentarle a Jesucristo.

Asignatura
 Identifica un grupo de personas, una comunidad, donde una iglesia no se ha atrevido a
ir a servirles.
 Ora por esa comunidad.
 Preséntale a tu pastor/líder(es) la idea de ir a esa comunidad para servirles de la manera
que se ha compartido en este devocional.

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