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UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN AGUSTÍN

FACULTAD DE DERECHO

CURSO: DERECHOS DE CONTRATOS I

TEMA: LA TEORÍA DE LA IMPREVISIÓN EN TIEMPOS DE PANDEMIA EN EL


PERIODO 2019 - 2021

INTEGRANTES:

ANDRADE FELIPE, SUSAN FRANSHESKA

CHECYA VERA, ROSARIO DEL CARMEN

RODRIGUEZ MANRIQUE, YESENIA BRITNEY

AREQUIPA 2022
1. INTRODUCCIÓN
La pandemia ha desestabilizado la economía mundial, todas las personas, físicas o
jurídicas, vienen percibiendo las consecuencias económicas causadas por el nuevo
COVID-19 y la cesación abrupta en la producción de dinero, que ha dificultado el
cumplimiento de sus compromisos contractuales. Una de las mayores preocupaciones
que se han generado como consecuencia de esta lamentable pandemia mundial y
emergencia sanitaria, son las resoluciones o medidas adoptadas por cada país. En el
caso de Perú particularmente La declaratoria del estado de emergencia, a causa de la
pandemia de la covid-19, exige un análisis de la vigencia de las relaciones
contractuales y cómo estas pueden verse afectadas por eventos extraordinarios,
imprevisibles e irresistibles que impidan el cumplimiento de las prestaciones, así
como aquellos casos en los que la alteración de las circunstancias puede llevar a que
una de las partes exija al juez recomponga el contenido de la prestación pactada o la
resolución del contrato. Siempre hemos escuchado que los contratos son para
cumplirse; basándose en el principio de pacta sunt servanda, que obliga a las partes a
respetar lo acordado en los contratos, teniendo en cuenta que las obligaciones
contenidas en ellos provienen de la autonomía y voluntad privada. Si bien es cierto
que los contratos son para cumplirse, no menos cierto es que ello depende del
mantenimiento de las condiciones y circunstancias normales al momento en que
fueron pactados. En ese sentido ¿qué ocurre cuando surgen cambios repentinos en la
economía? ¿qué pasa con lo pactado en un escenario de estado de emergencia
económica, social y sanitaria por cuenta del Covid-19? Probablemente, esta es una de
las preocupaciones del Derecho de Contratos, pues vemos que algunas obligaciones,
que antes en un escenario ordinario se podían cumplir sin problema alguno, ahora
resultan extremadamente onerosas.

2. PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMAS


2.1. PROBLEMA GENERAL
Alteración de las circunstancias por la pandemia.
2.2. PROBLEMAS ESPECÍFICOS
- Alteración de las circunstancias por casos fortuitos.
- Alteración de las circunstancias por fuerza natural.

3. OBJETIVOS
3.1 OBJETIVO GENERAL:
Analizar la aplicación de la teoría de la imprevisión en los contratos de arrendamiento
durante la pandemia en el periodo 2019-2021.
3.2 OBJETIVOS ESPECÍFICOS:
● Describir los elementos para configurar la teoría de la imprevisión como
causal de rompimiento de la ecuación contractual.
● Explicar las diferencias y consecuencias entre la teoría de la imprevisión, la
fuerza mayor y el incumplimiento del contrato.
● Identificar la manera como en los contratos de arrendamiento, durante la
pandemia se aplica la teoría de la imprevisión .

4. JUSTIFICACIÓN

Ante un acontecimiento de la envergadura de la pandemia con restricción a la


circulación de personas y, eventualmente, de mercancías y de servicios, y otras
medidas ya adoptadas o anunciadas por parte de las autoridades competentes para la
contención de la expansión del COVID-19, o coronavirus-, la primera pregunta que
conviene hacerse es cómo es que las personas debieron afrontar sus prestaciones en
este tiempo en que muchos no podían cumplir con las mismas, por diferentes
situación que se dieron, ya sea la pérdida del empleo, gastos y deudas para afrontar la
enfermedad de algún familiar en el hogar, pues es de conocimiento que el tratamiento
del COVID 19 en ese momento significaba un gran gasto, por el mismo hecho de la
demanda que tenían los medicamentos, balones de oxígeno, hospitales públicos, etc.
Además de ello, esta problemática de que las personas estaban imposibilidades de
poder cumplir con sus prestaciones, más específicamente de deudas debía ser
reputado como un evento constitutivo de fuerza mayor o excesiva onerosidad es por
ello, que es necesario establecer en cual de estás dos se encuentra,

Frente a un incumplimiento contractual derivado del coronavirus, debe analizarse si


este es atribuible al deudor de la obligación incumplida o no. La discusión acerca de si
hay diferencias entre fuerza mayor y caso fortuito carece de relevancia a estos efectos,
pues todo el mundo coincide en nuestro medio en que en ambos casos se exonera de
responsabilidad al deudor que no ha satisfecho la prestación a su cargo, si el evento es
tanto imprevisible como irresistible (y ajeno al demandado). La pregunta entonces es
si una circunstancia como la existencia del covid-19 o el conjunto de las medidas
asociadas a esta pandemia, cumplen con los requisitos de la imprevisibilidad e
irresistibilidad, tal como los define la jurisprudencia, para constituir causa extraña (o
en su defecto una causal de justificación), si se tiene en cuenta el avance progresivo
de la enfermedad que permitió prever en cuestión de semanas, a partir de lo que
ocurría en otros países, los efectos que tendría en Perú.

4. MARCO TEÓRICO

El covid-19 es una pandemia que está afectando al orbe y sus repercusiones son
mundiales. Según los epidemiólogos se trata de un nuevo tipo de virus, de la familia
Coronavidae, emparentado con el Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS) y
con el Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (MERS) pero que no es igual a
ninguno de ellos. A finales de diciembre de 2019 se notificaron los primeros casos de
un nuevo coronavirus en la ciudad de Wuhan, provincia de Hubei (China). Desde
entonces el goteo de nuevos infectados por el virus SARS-CoV-2 (inicialmente
llamado 2019nCoV), que provoca el COVID-19, ha sido continuo y su transmisión de
persona a persona se ha acelerado. Los casos declarados de neumonía de Wuhan
superaron con creces a los de la epidemia de SRAS, pero la tasa de letalidad es más
baja. Contamos con mucha información al respecto y nos preocupa su diseminación
galopante, que no sólo afecta la salud de la población en general, sino diversos
factores como es el de la economía. En efecto, uno de los países que actualmente está
sufriendo las consecuencias de esta enfermedad contagiosa es el Perú, sin perjuicio de
las medidas de prevención que dictaminó el gobierno de turno, como son el cierre de
las fronteras, la inmovilización del transporte de pasajeros por vía aérea, terrestre,
marítima, lacustre y fluvial, la inmovilización injustificada de la población en general,
el toque de queda, las restricciones de atención y horarios de los centros de abasto y
servicios como son: supermercados, grifos, bancos y otros. Sin embargo, las medidas
que ha repercutido grandemente en la población, a raíz del estado de emergencia
dictada mediante el D. S. N° 044-2020-PCM (15 de marzo de 2020), ampliada a
través del D.S. N° 051-2020- PCM (27 de marzo de 2020), son la suspensión de
labores tanto en entidades públicas como privadas, así como diversas actividades
mercantiles que realizaban las personas naturales y jurídicas; todo se resume en un
“aislamiento social”. Estas medidas han generado un menoscabo en el ámbito
económico de la población en general, lo cual trasciende en el cumplimiento de las
obligaciones contractuales contraídas con anterioridad al brote del Covid-19. En tal
virtud, la interrogante que uno se formula es, que figura jurídica se aplica, tratándose
del Covid-19 y sus efectos jurídicos sobre los contratos en general (compraventa,
suministro, arrendamiento, mutuo, etc.). ¿Será la teoría de la imprevisión o será la
fuerza mayor? Al respecto, antes de absolver la pregunta, es menester tratar diversos
aspectos concernientes a las figuras jurídicas en discusión.
. Efectos del coronavirus Frente a un incumplimiento contractual derivado del
coronavirus, debe analizarse si este es atribuible al deudor de la obligación
incumplida o no. La discusión acerca de si hay diferencias entre fuerza mayor y caso
fortuito carece de relevancia a estos efectos, pues todo el mundo coincide en nuestro
medio en que en ambos casos se exonera de responsabilidad al deudor que no ha
satisfecho la prestación a su cargo, si el evento es tanto imprevisible como irresistible
(y ajeno al demandado). La pregunta entonces es si una circunstancia como la
existencia del covid-19 o el conjunto de las medidas asociadas a esta pandemia,
cumplen con los requisitos de la imprevisibilidad e irresistibilidad, tal como los define
la jurisprudencia, para constituir causa extraña (o en su defecto una causal de
justificación), si se tiene en cuenta el avance progresivo de la enfermedad que
permitió prever en cuestión de semanas, a partir de lo que ocurría en otros países, los
efectos que tendría en Perú. Parece claro que la pandemia, por sí sola, no constituye ni
hecho justificativo ni causa extraña, pues son sus efectos en cada contrato en
particular, dependiendo de cómo se afecte con las medidas adoptadas para combatirla,
lo que determina si en efecto se ha hecho imposible el cumplimiento del contrato con
efectos liberatorios para el deudor: esto hace prever innumerables pleitos en el
cercano futuro. Una de las exigencias de la causa extraña implica saber si el evento
que se invoca era conocido o cognoscible al tiempo del perfeccionamiento del
contrato. Al momento de escribir estas palabras no parece haber claridad en todo el
mundo acerca de la duración y efectos de la pandemia (ni del encierro cuarentenal
correlativo), o de las medidas económicas correspondientes. Por lo tanto, tampoco hay
certeza acerca de los efectos jurídicos de las declaraciones de estados de excepción
que limitan la movilidad, la prestación de servicios o la producción de bienes. Se
prevén, sí, catastróficos efectos en la economía y el empleo, pero en casi todos los
casos como consecuencia inmediata de las medidas de contención adoptadas y no de
la pandemia misma. Esto parece sugerir (pero es pura especulación futurológica) que
los debates jurídicos girarán alrededor del llamado “hecho del príncipe” como
determinante de las imposibilidades jurídicas de satisfacer el objeto de las
prestaciones obligacionales. Esto es solo un punto de partida de la discusión. Pero con
él un nuevo ejemplo llegará a los manuales, esta vez de derecho probatorio: por fin
hemos encontrado un caso indiscutido de hecho notorio. 11. Cláusula rebus sic
statibus A título subsidiario, especialmente si el contrato no permite la invocación de
las medidas adoptadas para frenar la expansión del COVID-19 como constitutivas de
fuerza mayor, cabe la posibilidad de que las partes puedan acogerse a la doctrina
rebus sic stantibus. En efecto, en muchos contratos está contemplada una cláusula de
riesgo legal o regulatorio, que contempla aquellos supuestos en que, merced a
medidas legislativas o gubernamentales, sobrevienen cambios en el equilibrio de los
derechos y obligaciones de las partes que resultan del contrato. La jurisprudencia del
Tribunal Supremo es prudente respecto de la aplicación de esta cláusula rebus sic
stantibus a partir de la STS 15 de octubre de 2014 (recurso nº 2992/2012), que, si bien
ciertamente mitigó el excesivo rigor con que se venía admitiendo en la práctica la
invocación de este expediente, lo atenuó en función de las circunstancias de cada
caso. En todo caso, nuestro Alto Tribunal (SSTS 64/2015, de 24 de febrero, 237/2015,
de 30 de abril y 19/2019, de 15 de enero) exige que se den dos presupuestos para su
aplicación: imprevisibilidad del riesgo y excesiva onerosidad en el cumplimiento de
las obligaciones contractuales, lo que se suele caracterizar como una ruptura de la
relación de equivalencia de las contraprestaciones de las partes (principio de
conmutabilidad del contrato). Si se dan las circunstancias para la aplicación de la
doctrina o cláusula rebus, habría que determinar las consecuencias: si daría lugar a
una mera modificación del contrato o a su resolución. La solución a favor de la
modificación del contrato, más acorde con el principio de conservación de los actos y
negocios contractuales (favor contractus) es la solución aplicada de manera preferente
por la Jurisprudencia, especialmente cuando se trata de contratos de tracto sucesivo o
de larga duración.
12. La Aplicación de la Teoría de la Imprevisión para la Renegociación de Contratos
Es innegable la función esencial que tienen los negocios jurídicos en un país, por los
beneficios económicos que producen para su desarrollo sostenible, para las personas,
empresas e industria y en sí para el mejoramiento de la calidad de vida de sus
habitantes. No obstante lo anterior, ante la grave crisis económica y financiera que
está afectando a los contratos, especialmente los de tracto sucesivo o prestaciones
periódicas que deben ser realizadas en un plazo determinado, así como también, a los
contratos de larga duración, es importante plantearnos la forma de cómo tener la
posibilidad de revisar las estipulaciones contractuales originalmente pactadas, sin
necesidad de tener que rescindirlos, porque ello no solo requeriría tener que acudir
ante un juez competente para que lo declare en sentencia, (en los casos que la
rescisión fuese unilateral) sino que también implicaría la restitución recíproca de lo
recibido por las partes y el caso de ser un contrato de servicios, éstos deberían
justipreciarse ya sea para pagarlos o para devolver el valor de los servicios no
prestados, lo que tampoco resultaría una buena alternativa ante la imposibilidad de
carecer de flujo de efectivo por los efectos de la pandemia del Covid-19, y además,
debido a que los juzgados no solo de por sí ya se encuentran congestionados sino
también el proceso legal implica el transcurso de un tiempo considerable que de la
misma manera no produce una solución inmediata para los intereses de nuestros
clientes. A pesar de que escuchamos decir de que estamos en tiempos de solidaridad,
la realidad imperante es otra y muchos contratantes se niegan a escuchar propuestas
de renegociación de contratos basándose únicamente en la teoría de la declaración de
la voluntad, bajo el argumento de que los términos de su contrato son claros y
precisos y no dejan lugar a duda sobre el propósito de cada parte al celebrar el
negocio, y por lo tanto exigen que se debe atender la literalidad de las estipulaciones
contractuales, sin tomar en cuenta que dichas condiciones fueron acordadas, pactadas
o establecidas, sin ni siquiera pensar en la remota posibilidad de que sobreviviera una
situación extracontractual de magnitud mundial como la que actualmente estamos
atravesando, y que bien puede encuadrarse en una escenario extracontractual, caso
fortuito o de fuerza mayor pero que en la mayoría de los contratos no fue previsto
originalmente en ninguna de sus cláusulas como un motivo a ser tomando en cuenta
para poder renegociar el contrato en un determinado momento. Es momento entonces
de buscar soluciones prácticas pero que tengan una base técnica jurídica para el caso
de los países que no dispongan de ésta regulación, y es entonces donde el encuadre o
la aplicación de la doctrina o teoría de la imprevisión o para algunos países el instituto
de la imprevisión pudiese ser una figura jurídica a aplicar, cuando en el caso concreto
una de las partes no accede a renegociar un contrato, insistiendo en aplicar lo que se
encuentra ya pactado, pero sin tomar en cuenta que estamos ante “acontecimientos
excepcionales y anormales, imprevisibles y extraños a las partes, que vienen a hacer
no solo mucho más onerosa la situación para uno de los contratantes, sino que
también prácticamente imposible de cumplir, además con el peligro incluso de llegar a
la posibilidad de quiebra del negocio, producida por el estado extracontractual debido
a que la situación originalmente prevista dentro del contrato ya no es la misma. Es
importante que cada uno de los contratantes, tengan bien presente el objeto o finalidad
del contrato, es decir la voluntad de obtener el cumplimiento de la prestación
prometida, pero cuando se incumple con la obligación acordada prácticamente fracasa
el negocio jurídico, por lo que, cuando esto sucede por sucesos impensados o
variaciones imposibles de predecir al tiempo de la celebración del contrato y por ende
tornando la prestación a cargo de una de las partes excesivamente onerosa, resulta
muy útil la aplicación de la doctrina o teoría de la imprevisión, la cual faculta al
contratante más damnificado a plantear la revisión y adecuación del negocio jurídico
de tal manera que pueda darse el restablecimiento del equilibrio de las prestaciones, lo
cual se logra a través de la renegociación del contrato. Lo que se busca es encontrar
una solución práctica en la que el interés particular de los contratantes se encuentre lo
menos afectado posible ya que en los contratos que persiguen propósitos
rigurosamente privativos en beneficio no de la colectividad, sino que únicamente de
los contratantes, debe aplicarse la buena fe y evitar el abuso de derecho o el abuso de
la posición dominante de uno de los contratantes que implique daño grave de los
intereses del otro.

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