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Discapacidad Motora

1. DISCAPACIDAD FÍSICA Y DISCAPACIDAD MOTÓRICA.


Dentro de ese amplio grupo se suelen distinguir discapacidades motrices,
discapacidades por enfermedad, discapacidades mixtas

2. SECUELAS DE LA POLIOMIELITIS.
Las secuelas de la poliomielitis constituyen la discapacidad física sin afectación
cerebral más frecuente en España, al menos entre la población que acude a
recibir atención a los servicios sociales.

2.1. ¿Qué es la poliomielitis?


La poliomielitis, también denominada mal de Heine-Medin, es una enfermedad
infecciosa aguda que está causada por un virus filtrable de la familia de los
enterovirus. El virus es patógeno (que causa o produce enfermedad) para el
hombre y para los monos, si bien algunas cepas también afectan a los ratones.
Entra en el organismo por vía alimenticia, localizándose en la orofaringe y en el
intestino, donde se multiplica. Por lo general, la infección termina en esta fase
que es asintomática. Sin embargo, a veces, el virus se difunde desde los
puntos de multiplicación por el torrente circulatorio, alcanzando diversos
órganos, especialmente, al sistema nervioso central y, de modo más concreto,
a la sustancia gris de las astas anteriores de la médula espinal.
La proliferación del virus en las células nerviosas motoras de las astas
anteriores determina la destrucción de las mismas, con lo que se pierde la
función motriz de los correspondientes grupos musculares.
No se conoce un fármaco activo contra el virus para emplear en el tratamiento
causal. Con todo, la lucha contra la enfermedad recibió un fuerte impulso,
primero con la gammaglobulina y, posteriormente, con la vacunación. La
eficacia de las vacunas antipoliomielíticas atenuadas ha quedado demostrada
por la reducción de la morbilidad poliomielítica en aquellos países en los que la
gran mayoría de los individuos han sido vacunados, llegando, en algunos de
ellos, como Suecia, a estar la enfermedad totalmente erradicada.

2.2. Incidencia en el desarrollo e intervención educativa de la


poliomielitis
Aunque no son tan graves como las de las lesiones medulares, las secuelas de
la poliomielitis suelen ser permanentes, asimétricas y limitativas en mayor o
menor grado.
Tradicionalmente, se ha tratado de establecer cierta asociación entre esta
discapacidad física y determinados tipos de personalidad, así como entre la
gravedad de las secuelas y el nivel de desajuste psicológico. Hasta el
momento, sin embargo, no hay evidencias que permitan mantener tales
hipótesis. Al contrario, se hace un análisis del significado personal de las
secuelas de poliomielitis en cada sujeto individualmente, puso de manifiesto
que los factores determinantes del nivel de ajuste o de adaptación son las
características psicológicas antes de la enfermedad, los efectos psicológicos
de la enfermedad, las alteraciones que surgen de la reacción ante la
enfermedad y las reacciones de los demás ante ellos.
Tras analizar las diversas investigaciones realizadas sobre los efectos
psicológicos de las secuelas de la poliomielitis, concluyen que tales efectos en
el desarrollo intelectual y de la personalidad no parecen tan dramáticos. No
obstante, parece probado que los niños con discapacidad física adquirida
presentan menor autoestima, más ansiedad, menos autonomía y son más
hipocondríacos que los niños sin discapacidad física adquirida. Con todo, estos
rasgos pueden estar dependiendo también del clima de aceptación familiar y
de las conductas parentales en el trato con el niño.
En cuanto al tratamiento educativo, señalar que, desde un prisma integrador, lo
primero que debe realizar un centro que acoja a alumnos con esta
discapacidad, es suprimir las barreras arquitectónicas, con el fin de facilitar lo
máximo posible su movilidad dentro de un clima de máxima normalización. En
segundo lugar, considerando que los períodos de hospitalización y las
sesiones de rehabilitación pueden producir cierto desfase curricular en relación
al resto de sus compañeros, se deben diseñar actividades de repaso y/o
recuperación. Si el desfase es muy acusado, la medida de atención a la
diversidad a adoptar supondrá realizar adaptaciones curriculares que,
probablemente, serán muy significativas en determinadas áreas (por ejemplo,
en el área de educación física).

3. ESPINA BÍFIDA.
La espina bífida o hendidura posterior es una deformación morfológica y
congénita de la columna vertebral que se origina por un cierre atípico o
deficiente del tubo neural durante la gestación o por una rotura del tubo ya
cerrado. El grado de abertura que ese cierre anormal origina en el tubo
neuronal es variable y, en función de ello, hay varias formas de espina bífida
que generan distintos grados de afectación, pudiendo variar desde la espina
bífida oculta (que no supone la existencia de síntomas neurológicos y que en la
mayor parte de los casos sólo se aprecia radiográficamente) hasta la
raquisquisis (en la que no hay fusión de los arcos neurales y, por la amplia
exposición del tejido nervioso, produce la muerte. Es la forma más grave de la
Espina Bífida y consiste en una ausencia completa de cierre de tubo neural y
falta la parte posterior de médula, meninge y vértebras.). Entre una, la más
leve, que no afecta a la médula espinal ni a los nervios, y la otra, con
consecuencias mortales, se da una variada gama de trastornos: meningocele,
lipomeningocele y mielomeningocele.

Tipos de espina bífida


En la espina bífida mielomeningocele la médula espinal y las raíces sensitivas
motoras forman parte de la tumoración. Por este motivo se producen parálisis
motoras, ausencia del control esfinteriano y ausencia de sensibilidad por
debajo de la lesión.

3.1. Secuelas orgánicas de la espina bífida.


Las secuelas orgánicas de la espina bífida son variadas: hidrocefalia (aumento del
volumen del cráneo), neurológicas (parálisis fláccidas de las extremidades
inferiores con pérdida de la sensibilidad por debajo de la lesión medular),
ortopédicas (malformaciones de la columna vertebral, de la cadera y de los pies) y
urológicas e intestinales (incontinencia de esfínteres).
La hidrocefalia es el aumento del volumen del cráneo producido por la obstrucción
de la circulación del líquido cefalorraquídeo en los ventrículos cerebrales, siendo
precisa una intervención quirúrgica para implantar válvulas que deriven el líquido
cefalorraquídeo a través de un catéter hacia el corazón o hacia el abdomen.
Aparte del rápido agrandamiento cráneo-facial, conlleva períodos de
hospitalización para sustituir la válvula o para ir prolongando el catéter a medida
que el niño crece.
Las alteraciones neurológicas presentan mayor gravedad en el caso de la espina
bífida mielomeningocele y el nivel de la alteración depende de la zona medular
afectada. Si se produce a nivel de la región sacra las secuelas se localizan en los
pies, en la vejiga y en el ano, con las consiguientes incontinencias. Si se origina en
la región lumbo-sacra se producen limitaciones en la movilidad de la rodilla y
deformaciones en los pies. Si se produce en la región lumbar aparecen luxación
de cadera y deformaciones en los pies. Y si el origen está localizado en la región
dorso-lumbar hay parálisis en el suelo de la pelvis y en las extremidades inferiores,
que carecen de sensibilidad.
Los problemas ortopédicos que afectan a la columna vertebral están relacionados
con la alineación. Son de destacar la lordosis, la escoliosis y la cifosis.
 La lordosis consiste en la curvatura hacia delante de la columna que se
asocia a la cadera flexo.
 La escoliosis es la desviación lateral de la columna de tipo paralítico con
grandes curvas dorso-lumbares. Y, finalmente, la cifosis supone una
curvatura en el plano sagital de la columna con concavidad anterior que da
lugar a una sedestación inestable.
Las deformaciones de los pies más frecuentes son: pie equino, pie equinovaro
y pie talo.
 En el pie equino la punta del pie mira hacia abajo.
 En el pie equinovaro la punta del pie se orienta hacia abajo y hacia
dentro.
 Y el pie talo es prominente por conservarse la actividad de los músculos
anteriores y estar ausente la actividad de los músculos de la pantorrilla.

3.2. Secuelas psicológicas de la espina bífida


Aunque los alumnos y alumnas afectados por la espina bífida son iguales a los
demás desde el punto de vista de sus funciones intelectuales, muestran
dificultades de aprendizaje y de adaptación social.
Es muy importante que tanto el tratamiento como la rehabilitación se inicien desde
los primeros días de vida. La estimulación precoz propicia un mejor desarrollo y,
en ella, los padres desempeñan un papel muy significativo. La hidrocefalia puede
tener consecuencias sobre el desarrollo de la psicomotricidad fina y generar
retrasos en aprendizajes básicos muy relacionados con los prerrequisitos de la
lecto-escritura. Los trastornos ortopédicos también inciden negativamente en todo
el dominio motor, especialmente, en el control postural y en la lateralización.
Las intervenciones quirúrgicas que sufren en edades tempranas los niños con
espina bífida grave, suponen períodos de hospitalización y, por ello, privaciones
afectivas y experienciales que pueden suponer retrasos en las adquisiciones del
desarrollo sensoriomotor. En el mismo sentido, la inmovilidad y los problemas de
locomoción, al limitar las experiencias con el entorno físico y social (conviene
recordar que el juego con los iguales es un poderoso factor de socialización),
afectan al desarrollo intelectual. Además, la relación de dependencia que
establecen con los adultos del entorno más próximo, limita su autoestima y el
concepto que tienen de sí mismos.
Por otra parte, y como también están presentes dificultades de memoria, atención
y motivación se retrasa la adquisición de los procesos de simbolización, lo que
dificulta el aprendizaje de conceptos abstractos propios de las áreas de Ciencias
Naturales, Física y Química o Matemáticas.

3.3. Intervención educativa de la espina bífida


El objetivo fundamental de la intervención en el alumnado con espina bífida se
orienta a conseguir la mayor independencia funcional, el máximo de autonomía y
una integración social tan completa como sea posible.
En primer lugar, se deben establecer adaptaciones curriculares de acceso al
currículo que suponen desde la supresión de las barreras arquitectónicas hasta la
provisión de adaptaciones en el mobiliario (por ejemplo, mesa más alta que para el
resto de los alumnos si precisa silla de ruedas), sin olvidar la adaptación de
horarios derivada de la incontinencia: se debe tener en cuenta el horario
aproximado de las deposiciones del niño y tener en cuenta su asistencia a
sesiones de rehabilitación.
En segundo lugar, se debe establecer una coordinación entre los profesores y los
otros profesionales implicados. Por ejemplo, si el profesor vigila y corrige las
posturas corporales, en las sesiones de clase, ayuda en la labor del fisioterapeuta
que, a su vez, puede colaborar con los objetivos escolares estimulando
verbalmente al sujeto durante la sesión de rehabilitación
En tercer lugar, partiendo de la evaluación psicopedagógica, se debe realizar una
adaptación curricular significativa en aquellas áreas donde se observe un retraso
en la competencia curricular. Adaptaciones que serán más significativas en los
niveles de la educación infantil y primaria. En este sentido hay que volver a insistir
en la importancia de la estimulación precoz, ya que redunda en la mejora de la
coordinación visomotora, la atención, el lenguaje y la socialización.

4. PARÁLISIS CEREBRAL.

4.1. ¿Qué es la parálisis cerebral?


La parálisis cerebral es una discapacidad motórica con afectación cerebral que
se manifiesta por pérdidas de la motricidad voluntaria y que llevan asociadas
hipertonías y exageración de los reflejos osteotendinosos. Se produce por un
daño encefálico no progresivo originado antes, durante o poco después del
parto.
A pesar de lo que la denominación nos puede hacer creer, no se trata
propiamente ni de una parálisis ni, mucho menos, de un paralización del
cerebro, es decir, no se trata de una enfermedad.

4.2. Tipos de parálisis cerebral


Si para establecer la clasificación se sigue como criterio la topografía corporal,
podemos distinguir:
- Paraplejía, cuando están afectadas las extremidades inferiores.
- Tetraplejía, cuando afecta a las cuatro extremidades.
- Monoplejía, si está afectada una sola extremidad.
- Diplejía, si se da en las piernas y, parcialmente, en los brazos.
- Triplejía, cuando un brazo está menos afectado que los otros tres miembros.
- Hemiplejía, si están afectados el brazo y la pierna del mismo lado del cuerpo.
Si, por el contrario, se baraja como criterio clasificador los distintos efectos
funcionales, los tipos de parálisis cerebral son: espasticidad, atetosis, ataxia y
mixta. La espasticidad consiste en un singular aumento del tono muscular,
tanto en reposo como reforzando movimientos causados por el esfuerzo o la
emoción. La atetosis se manifiesta como una dificultad para el control y
coordinación de los movimientos voluntarios, de tal modo que, una vez iniciado
un movimiento, surgen otros movimientos no deseados, parásitos, asimétricos,
incontrolables y extremados que lo interfieren. La ataxia se caracteriza por un
tono postural y muscular disminuido. Esto implica dificultades para valorar o
medir la distancia, fuerza y dirección de los movimientos, desplazamientos
lentos y torpes, y alteraciones en la coordinación y en el equilibrio
4.3. Consecuencias psicológicas de la parálisis cerebral
Una lesión en el cerebro puede afectar a varias funciones y, en consecuencia,
los trastornos motrices originados por lesiones encefálicas pueden ir
acompañados de trastornos auditivos, visuales, perceptivos, intelectuales, de
atención o de personalidad. Por ejemplo, García Fernández (1989) informa que
entre un 25 y un 35 por ciento de paralíticos cerebrales padecen epilepsia.
Los trastornos en el desarrollo psicomotor son obvios, viéndose afectada la
psicomotricidad fina, el control postural, la lateralización, la manipulación de
objetos y la locomoción.
También suelen estar presentes trastornos perceptivo-motores, como
dificultades para discriminar estímulos, distinguir la figura del fondo, reconocer
direcciones en el espacio, completar figuras, etc. Bastantes casos muestran,
además, dificultades para concentrar la atención. Y todo ello tiene severas
consecuencias sobre la capacidad de aprendizaje.
En cuanto al desarrollo cognitivo, las anomalías o retrasos son una
consecuencia del déficit motor y de los posibles trastornos asociados. En
ausencia de tales trastornos (retraso mental, deficiencia visual o auditiva, etc.)
la limitación motriz ya impone limitaciones al adecuado desarrollo intelectual:
dificultad para manipular objetos, limitadas posibilidades de explorar de modo
autónomo el entorno, problemas en el desarrollo del lenguaje

4.4. Intervención educativa de la parálisis cerebral


Las necesidades educativas que presenta el alumnado con parálisis cerebral
son muy diversas: los hay con un nivel de inteligencia igual a la de los chicos
de su edad pero que presentan problemas de aprendizaje desencadenados por
sus dificultades motrices, y también podemos hallar a los que presentan
deficiencias mentales y sensoriales severas asociadas con su discapacidad
motórica.
En los casos más severos o graves, si el centro ordinario no puede garantizar
la atención específica que el alumno con parálisis cerebral requiere, la mejor
atención educativa se aportará en el centro de educación especial. Igualmente,
en el caso de que las necesidades educativas aconsejen la integración en el
centro ordinario, hay que contar con personal especializado (logopeda, ayudas
técnicas, profesores de apoyo a la integración, etc.) y con un autoanálisis
permanente de la labor del profesorado para dar una respuesta acorde a las
necesidades educativas de este tipo de alumnos

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