You are on page 1of 8

43.

El Contexto No Es Pretexto

Algunas personas se aferran a un defecto o debilidad para no hacer lo que Dios les
ordena; sin embargo, Él puede usar esa debilidad para fortalecerse y alcanzar lo que nos
manda en su nombre.

Todo tiene su tiempo

Todo es bueno y hermoso cuando ocurre en el momento justo. Casarse es bello, pero no a
los trece años. Tener hijos es una bendición, pero no cuando somos adolescentes. Debemos
aprender a esperar el tiempo de todo. Incluso Dios sabe esperar el día indicado para cada
cosa: “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y
nacido bajo la ley” (Gálatas 4:4); y también: “Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban
todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio
que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados” (Hechos 2:1).

El día llega. El Padre esperó el tiempo adecuado para enviar a su Hijo. Jesús esperó el
tiempo preciso para morir en la cruz. El Espíritu Santo esperó su tiempo para derramarse en
el día de Pentecostés.

Las cosas correctas se hacen en el tiempo correcto. Dios tiene planes y tiempos para
cumplirlos. Hay personas que se quejan del lugar donde nacieron, del barrio en el que
crecieron o de la familia que tuvieron y culpan al contexto por su fracaso, poniéndolo de
pretexto.

El contexto no es un pretexto, pues ninguna circunstancia puede alejarnos del amor de


Dios ni de los planes que tiene para nosotros. Por lo tanto, podemos decir: “Por lo cual
estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo
presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá
separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 8:38-39).

Donde vemos un obstáculo, Dios ve una oportunidad

No importa si eres débil en algo, esa es la oportunidad que Dios ve para hacerse fuerte y, en
su fuerza, alcanzar lo que te ha prometido. Muchas personas en la Biblia no pusieron sus
ojos en el contexto. Incluso al nacer en un contexto que muchos pueden calificar de
“equivocado”, Dios los sacó triunfantes:

• Abraham, aunque no podía tener hijos y su mujer era estéril, le creyó a Dios y tuvieron
un hijo que dio luz a toda una nación.1

• José, aunque fue vendido como esclavo por sus hermanos, nació para darle de comer al
pueblo de Israel.2
• Moisés fue exiliado, pero nació para sacar al pueblo de Dios de Egipto.3

• David, aunque era el más pequeño de sus hermanos, nació para liberar al pueblo de Dios
de la mano de los filisteos.4

• Salomón, a pesar del pecado de sus padres, construyó el templo de Dios.5

1
Génesis 17:19: Respondió Dios: Ciertamente Sara tu mujer te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Isaac; y confirmaré mi
pacto con él como pacto perpetuo para sus descendientes después de él.
2
Génesis 47:12: Y alimentaba José a su padre y a sus hermanos, y a toda la casa de su padre, con pan, según el número de los
hijos.
3
Hechos 7:35: A este Moisés, a quien habían rechazado, diciendo:
¿Quién te ha puesto por gobernante y juez?, a éste lo envió Dios como gobernante y libertador por mano del ángel que se le
apareció en la zarza.
4
1 Samuel 23:1-5: Dieron aviso a David, diciendo: He aquí que los filisteos combaten a Keila, y roban las eras. Y David
consultó a Jehová, diciendo: ¿Iré a atacar a estos filisteos? Y Jehová respondió a David: Ve, ataca a los filisteos, y libra a
Keila. Pero los que estaban con David le dijeron: He aquí que nosotros aquí en Judá estamos con miedo; ¿cuánto más si
fuéremos a Keila contra el ejército de los filisteos? Entonces David volvió a consultar a Jehová. Y Jehová le respondió y dijo:
Levántate, desciende a Keila, pues yo entregaré en tus manos a los filisteos. Fue, pues, David con sus hombres a Keila, y
peleó contra los filisteos, se llevó sus ganados, y les causó una gran derrota; y libró David a los de Keila.
5
1 Reyes 6:1: En el año cuatrocientos ochenta después que los hijos de Israel salieron de Egipto, el cuarto año del principio del
reino de Salomón sobre Israel, en el mes de Zif, que es el mes segundo, comenzó él a edificar la casa de Jehová.

• Nehemías, aunque servía a otro rey, nació para reconstruir el muro.6

• Daniel, aunque fue echado a los leones, pudo dormir entre ellos, confiando en el Señor.7

• Job, aunque lo perdió todo, Dios lo hizo prosperar al doble.8

• Jonás, aunque trató de huir de la presencia de Dios, nació para predicar arrepentimiento
a todo un pueblo.9

• El apóstol Pedro, aunque negó a Jesús tres veces y le cortó la oreja a un soldado,
nació para llevar las llaves del Reino.10

7
Daniel 6:16-21: Entonces el rey mandó, y trajeron a Daniel, y le echaron en el foso de los leones. Y el rey dijo a Daniel: El
Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, él te libre. Y fue traída una piedra y puesta sobre la puerta del foso, la cual selló el
rey con su anillo y con el anillo de sus príncipes, para que el acuerdo acerca de Daniel no se alterase. Luego el rey se fue a su
palacio, y se acostó ayuno; ni instrumentos de música fueron traídos delante de él, y se le fue el sueño. El rey, pues, se levantó
muy de mañana, y fue apresuradamente al foso de los leones. Y acercándose al foso llamó a voces a Daniel con voz triste, y le
dijo: Daniel, siervo del Dios viviente, el Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, ¿te ha podido librar de los leones? Entonces
Daniel respondió al rey: Oh rey, vive para siempre.
8
Job 42:10: Y quitó Jehová la aflicción de Job, cuando él hubo ora- do por sus amigos; y aumentó al doble todas las cosas
que habían sido de Job.
9
Mateo 12:41: Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación, y la condenarán; porque ellos se
arrepintieron a la predicación de Jonás, y he aquí más que Jonás en este lugar.
10
Mateo 16:18: Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no
prevalecerán contra ella.

• Pablo, aunque persiguió cristianos para matarlos, nació para llevar el Evangelio toda
Asia.11
No juzgues el contexto

Juan 9:1-3 relata: “Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron
sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego?
Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se
manifiesten en él”.

El primer milagro ocurre en nuestra mente cuan- do le creemos a Dios lo que hará en
nuestra vida. Al joven ciego de nacimiento lo juzgaron y asumieron que la ceguera era
consecuencia de sus pecados o los de sus padres, pero Jesús dijo que era para que la gloria
de Dios se manifestara en él.

No juzguemos nuestro contexto ni el de los de- más, tampoco a alguien de pecador por
haber nacido en un lugar específico. Por el contrario, miremos la oportunidad de Dios para
hacer un milagro. Nuestros problemas también son oportunidades. Nacimos en el lugar, de
la forma y de las personas que Dios planeó para cumplir su propósito. Él es el
perfeccionador y empezó en nosotros la buena obra. Lo que Jesús comienza como bueno,
lo termina como perfecto.

11
Hechos 15:35: Y Pablo y Bernabé continuaron en Antioquía, enseñando la palabra del Señor y anunciando el evangelio
con otros muchos.
44. Resolver Conflictos

Nadie se escapa de tener un conflicto con alguien o de intervenir en la solución de un


conflicto entre dos personas. No saber cómo resolverlos puede ser peligroso para los
negocios o la amistad.

Conflicto es una oposición franca y hostil que se da como resultado de dos diferentes
puntos de vista. El fruto del Espíritu, del cual habla Gálatas 5:15-16, es todo lo contrario a lo
que genera un conflicto.1

Santiago 4:1 pregunta: “¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es
de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros?” Reconoscamos lo carnal
que podemos llegar a ser en medio de un conflicto. Nuestra carne puede ser la causante de
la mayor parte de ellos y tenerlo en cuenta para buscarles una solución.

1
Gálatas 5:15-16: Pero si os mordéis y os coméis unos a otros, mirad que también no os consumáis unos a otros. Digo, pues:
Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.

Debemos tener cuidado con el “Yo”, es decir, el ego, pues es sinónimo de orgullo que nos
lleva a la autojustificación, lo cual dificulta la solución del conflicto.

Proverbios 13:10 enseña: “Ciertamente la soberbia concebirá contienda; Más con los
avisados está la sabiduría”.

A raíz de un conflicto no podemos concluir que una persona “pudo hacer”, sino más bien
que “hizo”. En otras palabras, si alguien cometió un error, no podemos definirle como mala
persona, sino como alguien que actuó de forma equivoca- da.

Es común que, en medio de un conflicto, se exagere y se inventen debilidades y faltas a las


personas, por lo que dicho individuo resulta perjudicado y el conflicto se agrava. Entonces
la persona atacada tiende a defenderse, desacreditando las declaraciones que le afectan.

Por eso debemos ser objetivos y enfocarnos únicamente en el conflicto y su solución, sin
aludir temas y hechos que no vienen al caso.

Los conflictos originan divisiones, pues son dos o más puntos de vista o “visiones”
diferentes que pueden causar separación dentro del mismo Cuerpo de Cristo si no son
resueltas de inmediato. Recordemos que Jesús nos enseñó que lo dividido no permanece.
Mateo 12:25 relata: “Sabiendo Jesús los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido
contra sí mismo, es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no
permanecerá”. Los conflictos desgastan la energía y consumen tiempo en actividades poco
productivas.

Debemos buscar la paz con quienes nos rodean. Romanos 12:18 aconseja: “Si es posible,
en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres”.
Recomendaciones

• No evitar el conflicto totalmente. Hay personas que les molesta algo, pero no hablan di-
rectamente con quien deben, sino que esperan hasta que estalla el problema.

• Abordar el conflicto en su punto importante y no solo tocando los menores. Algunos se


van por las ramas y dan por hecho que la otra persona comprendió. Esto impide una
solución efectiva, pues el problema continúa.

• No obviar el motivo del conflicto. Por temor, muchas personas no exponen lo que
realmente les molesta y se valen de otras situaciones para crear un conflicto, sin buscar
solución al problema que realmente les incomoda.

• Señalar la verdadera causa. No buscar más problemas donde no los hay y proponer una
solución efectiva.

Seamos claros y tengamos una buena disposición para solucionar cualquier conflicto. No
debemos enfocarnos en el problema y en buscar culpables, sino en hallar soluciones.

Cómo resolver conflictos según la Biblia

1. Considera a la persona

Gálatas 6:1-2 dice: “Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros
que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti
mismo, no sea que tú también seas tentado. Sobrellevad los unos las cargas de los
otros, y cumplid así la ley de Cristo”.

Efesios 4:26-27 aconseja: “Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro
enojo, ni deis lugar al diablo”.

Proverbios 14:29 explica: “El que tarda en airarse es grande de entendimiento; más el
que es impaciente de espíritu enaltece la necedad”.

2. Asegúrate de tratar con la realidad y no con rumores

Deuteronomio 19:15 enseña: “No se tomará en cuenta a un solo testigo contra ninguno
en cualquier delito ni en cualquier pecado, en relación con cualquiera ofensa cometida.
Solo por el testimonio de dos o tres testigos se mantendrá la acusación”.

3. Busca mediadores

Mateo 18:15-17 dice: “Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele
estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. Más si no te oyere, toma
aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda
palabra. Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por
gentil y publicano”. Según esto debemos hacer lo siguiente:
• Primero, hablarle a solas a la persona.
• Si no nos escucha, llamar a testigos.
• Si aún así no se solventa el asunto, buscar autoridades de la iglesia que puedan
ayudarnos.
• Si nada de esto lo soluciona, apartarnos.

4. Siempre que haya arrepentimiento, perdona

• Lucas 17:3 recuerda: “Mirad por vosotros mismos. Si tu hermano pecare contra ti,
repréndele; y si se arrepintiere, perdónale”.

• Proverbios 20:3 aclara: “Honra es del hombre dejar la contienda; más todo insensato se
envolverá en ella”.
43. No Excusas
Diga al débil: “Fuerte soy”

Joel 3:9-10 dice: “Proclamad esto entre las naciones, proclamad guerra, despertad a los
valientes, acérquense, vengan todos los hombres de guerra. Forjad espadas de vuestros
azadones, lanzas de vuestras hoces; diga el débil: Fuerte soy”.

Es maravilloso ver líderes valientes. Aprendamos a ver más allá de lo que nuestros ojos
perciben, descubramos el potencial que las personas pueden desarrollar. Muchos somos
valientes, pero estamos dormidos y el Espíritu Santo nos ha despertado.

Tenemos que ver transformados los temores en fortalezas. Un ejemplo de dejar a un lado
las excusas es lo que sucedió con el que ha sido el mejor basquetbolista del mundo. La
primera vez que Michael Jordan intentó jugar basquetbol, el equipo le dijo que no servía.

Su madre le aconsejó que entrenara con esa misma fuerza que tenía para deprimirse. Así lo
hizo y logró que lo aceptaran en el equipo. Decía: “Donde no puedo, voy a ser el mejor”.

Muchas cosas se oponen al desarrollo de nuestra vida y nuestros doce discípulos. Es posible
que veamos excusas donde otros ven oportunidades para demostrar algo. Donde la excusa
se hace manifiesta, el toque de la trompeta de retirada es inevitable.

Lo que era una hoz se convirtió en un arma de guerra. Las excusas se empiezan a romper
cuando se confiesa lo contrario. El Apóstol Pablo confesaba que cuando era débil se
convertía en fuer- te porque el poder de Dios reposaba sobre él. Se concentró en ese
poder y no en su debilidad: “Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se
perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis
debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo” (2 Corintios 12:9).

Jesús buscó al amargado, al dolido y al quebrado porque serían agradecidos. Los


agradecidos son quienes mejor sirven, aceptan desafíos, desean cambiar el país, etc. Lo
mismo hizo David con los amargados: los reclutó para su ejército. Muchos piensan que tras
fracasar en ministerios anteriores no podrán ser usados por Dios y servir- le, pero eso no es
cierto.

El ejemplo de Moisés

La primera etapa del fracaso son las excusas. Hasta Dios respeta las excusas, aunque no
las ve como válidas. Moisés, por ejemplo, fue un hombre que llevó sus debilidades y
excusas ante Dios, quien tuvo misericordia de él y lo usó para liberar al pueblo de la
esclavitud, sin embargo, no se creía capaz de lograr ese llamado.1

El alfarero puede hacer una buena vasija del barro que se deja formar. Dios nos escogió
aunque no seamos los más aptos, pues nos transformará en el proceso. Para tener éxito,
nuestra confianza no puede estar en nosotros mismos, sino en Él.

La segunda excusa de Moisés tenía que ver con el nombre de Dios, su identidad.

Dios no lo había enviado para contarles a los israelitas cuál era su nombre, sino a
liberarlos. Moisés se escudó en la falta de conocimiento, pero Dios le respondió: YO
SOY EL QUE SOY.2

1
Éxodo 3:11-12: Entonces Moisés respondió a Dios: ¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos
de Israel? Y él respondió: Ve, porque yo estaré contigo; y esto te será por señal de que yo te he enviado: cuando hayas
sacado de Egipto al pueblo, serviréis a Dios sobre este monte.
2
Éxodo 3:13-15: Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha
enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé? Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL
QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros. Además dijo Dios a Moisés: Así dirás a los hijos de
Israel: Jehová, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros.
Este es mi nombre para siempre; con él se me recordará por todos los siglos.

La tercera excusa tenía que ver con su credibilidad, pues aunque Moisés dudaba, Dios le
hizo ver que escucharía su voz.3

Dios estaba tratando con la humanidad de Moisés al botar todas sus excusas y trabajar con
su fe.

Aún así le puso una excusa más relacionada con su capacidad: “¡Ay, Señor! nunca he sido
hombre de fácil palabra, ni antes, ni desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el
habla y torpe de lengua” (Éxodo 4:10).

Dios es quien está con nosotros y quien nos ayuda en nuestra debilidad, por lo que
debemos confiar que suplirá para todas esas necesidades. Él le dijo a Moisés que las
señales lo acompañarían para que los israelitas creyeran. Además, le aseguró que
estaría con él y su boca para siempre. Esa misma promesa nos dio cuando nos envió a
predicar a todas las naciones.

Dejemos a un lado las excusas y explotemos el potencial que llevamos dentro. Quien pone
excusas está cavando la fosa en la cual caerá. Para algunos, sus virtudes los han hecho
triunfar; para otros, han significado su tropiezo porque se confían demasiado. Muchos de
nuestros sentimientos de frustración son consecuencia de no haber dado lo mejor.

3
Éxodo 3:18: Y oirán tu voz; e irás tú, y los ancianos de Israel, al rey de Egipto, y le diréis: Jehová el Dios de los hebreos nos ha
encontrado; por tanto, nosotros iremos ahora camino de tres días por el desierto, para que ofrezcamos sacrificios a Jehová
nuestro Dios.

Dios le dijo a Jeremías que no se excusara en que era un niño. A Abraham le dijo que no se
excusara en que era muy viejo. No permitió a Moisés poner excusas sobre su capacidad ni a
Gedeón sobre su origen. Usó a unos como a otros.

A Pablo, un estudioso, como a Pedro, un analfabeto; a David, un pequeño pastor de ovejas,


como a Daniel, un consejero de la corte imperial... Él ha usado a hombres como a mujeres,
a judíos como a gentiles, a jóvenes, niños y ancianos. También nos puede usar a nosotros.

No digamos “No sé”; mejor preguntemos “Cómo”. Todos tenemos neuronas que utilizar.
Convirtamos nuestras debilidades en fortalezas con el poder del Espíritu Santo. Nuestra
tarea como líderes es hacer que las ovejas boten las excusas para que den fruto.
Presentemos desafíos para que la fe de las personas crezca y puedan ver las maravillas de
Dios.

You might also like