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Temas 28,29,30 Intercesión, Sanar, Echad Fuera Demonios
Temas 28,29,30 Intercesión, Sanar, Echad Fuera Demonios
Intercesión
Para que podamos entender de intercesión, debemos comprender que tanto Jesús como el
Espíritu Santo son intercesores y cuando intercedemos, los imitamos.
En el cielo solamente hay dos que interceden por nosotros: Jesús y el Espíritu Santo. Jesús vive
inter- cediendo por ti, como buen sumo sacerdote que es. Recuerda esto cada vez que seas
tentado. Hebreos 7:23-25 dice: “Y los otros sacerdotes llegaron a ser muchos, debido a que por
la muerte no podían continuar; mas éste, por cuanto permanece para siempre, tiene un
sacerdocio inmutable; por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se
acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos”.
Romanos 8:26-27 explica: “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad;
pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede
por nosotros con gemidos indecibles Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la
intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos”.
Dios busca intercesores entre los hombres que hagan vallado delante suyo a favor de otros.
Ezequiel 22:30 explica: “Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese
en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo
hallé”.
El Señor quiere las naciones para Él, por eso debemos pedir por nuestro país para que
así suceda. Él nos dijo: “Pídeme, y te daré por herencia las naciones, y como posesión
tuya los confines de la tierra”. (Salmos 2:8)
Cuando haces guerra espiritual vas delante del diablo y reclamas a esa generación para la
gloria de Jesucristo, pero cuando intercedes, vas delante de Dios y le pides a tu Padre
Celestial que tenga misericordia de ellos.
Delante de Dios se va con todo respeto a inter- ceder y delante del diablo se va con
autoridad a reclamar.
• Debemos interceder en medio de la gloria de Dios como lo hizo Moisés a favor del
pueblo de Israel.1
• La intercesión también se delega. Cuando el Señor revela al pastor que habrá juicio
contra una nación, el pastor dice a la congregación que interceda por toda la nación.
1
Números 16:41-50: El día siguiente, toda la congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón,
diciendo: Vosotros habéis dado muerte al pueblo de Jehová. Y aconteció que cuando se juntó la congregación contra
Moisés y Aarón, miraron hacia el tabernáculo de reunión, y he aquí la nube lo había cubierto, y apareció la gloria de
Jehová. Y vinieron Moisés y Aarón delante del tabernáculo de reunión. Y Jehová habló a Moisés, diciendo: Apartaos de en
medio de esta congregación, y los consumiré en un momento. Y ellos se postraron sobre sus rostros. Y dijo Moisés a Aarón:
Toma el incensario, y pon en él fuego del altar, y sobre él pon incienso, y ve pronto a la congregación, y haz expiación por
ellos, porque el furor ha salido de la presencia de Jehová; la mortandad ha comenzado. Entonces tomó Aarón el
incensario, como Moisés dijo, y corrió en medio de la congregación; y he aquí que la mortandad había comenzado en el
pueblo; y él puso incienso, e hizo expiación por el pueblo, y se puso entre los muertos y los vivos; y cesó la mortandad. Y los
que murieron en aquella mortandad fueron catorce mil setecientos, sin los muertos por la rebelión de Coré. Después volvió
Aarón a Moisés a la puerta del tabernáculo de reunión, cuando la mortandad había cesado.
• La intercesión es una combinación de oración y santidad juntas. Jesús dijo: “Por amor a
ellos, yo me santifico”.2 De tu santidad dependen muchas personas y muchos
testimonios.
• seamos uno10
• tengamos su gozo11
• seamos guardados del mal12
• sean santificados en su verdad13
• seamos santos por amor a ellos14
• estemos juntos con el Padre15
• el amor de Dios abunde en nuestros corazones16
7
1 Timoteo 2:1-4: Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los
hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y
honestidad. Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean
salvos y vengan al conocimiento de la verdad.
8
Gálatas 4:19: Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros.
9
Lucas 6:12-13: En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios. Y cuando era de día, llamó a sus
discípulos, y escogió a doce de ellos, a los cuales también llamó apóstoles.
10
Juan 17:11: Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado,
guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros.
11
Juan 17:13: Pero ahora voy a ti; y hablo esto en el mundo, para que tengan mi gozo cumplido en sí mismos.
12
Juan 17:15: No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal.
13
Juan 17:17: Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.
14
Juan 17:19: Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad.
15
Juan 17:24: Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi
gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo.
16
Juan 17:2: Como le has dado potestad sobre toda carne, para que dé vida eterna a todos los que le diste.
Podemos ver el resultado de esta oración en lo que Jesús dijo en Juan 17:20-23: “Mas no
ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de
ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean
uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste, yo les
he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que
sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has
amado a ellos como también a mí me has amado”.
Intercesión es ponerse entre Dios y quien no puede clamar por sí mismo. Dios busca
intercesores, pues su voluntad es que ninguno se pierda. Busca tener el mismo sentir que
hay en Jesús y en el Espíritu Santo, quienes nos enseñan a interceder y por quiénes hacerlo.
29. Sanar a los Enfermos
La unción es para bendecir a las personas, para obrar milagros y sanidades que no se
pueden hacer de forma natural. El amor entre hermanos habla de quiénes son discípulos
del Señor, pero los milagros y prodigios hablan de su poder sobre esos discípulos muestran
que Dios camina con nosotros.
La Biblia dice de Jesús, en Hechos 10:38: “Cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder
a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos
por el diablo, porque Dios estaba con él”.
Lo mismo debemos hacer nosotros. Cuando los enfermos nos buscan para que oremos por
ellos, lo hacen porque Dios está con nosotros. No basta recibir unción, debemos estar claros
que es para hacer bien y sanar. Jesús se apartaba a lugares desiertos a orar y a escuchar la
voz de Dios. Nosotros también debemos hacer lo mismo.
Teniendo la unción, Jesús no la reservó para Él, se la dio a otros doce y luego a setenta y
dos para que hicieran lo mismo. Es importante recordar que la unción y el orgullo no van
juntos. Eliseo tuvo que agacharse a recoger el manto, y al hacerlo, una doble porción de
unción vino sobre él.
Los fariseos estaban escuchando la doctrina y el poder de Dios acompañaba a Jesús para
sanar, pero Él no estaba sanando, sino enseñando. Más adelante, dio la Palabra y sanó al
paralítico. La unción para sanar está sobre muchos, pero no opera hasta que se comparte la
Palabra.
La sanidad no es un evento aislado del perdón de pecados, más bien, confirma que Él puede
salvarnos. En una iglesia, ministerio o grupo de amistad se debe dar Palabra y deben ocurrir
milagros.
Jesús no estorbó la fe de la gente
Toda la gente procuraba tocarle porque el poder salía de Él y sanaba a todos y ellos lo
creían.3 No debemos estorbar la fe de las personas, porque necesitan ver que quien ora por
ellos es el primer convencido de que ese milagro puede suceder.
2
Lucas 4:14-19: Aconteció un día, que él estaba enseñando, y estaban sentados los fariseos y doctores de la ley, los
cuales habían venido de todas las aldeas de Galilea, y de Judea y Jerusalén; y el poder del Señor estaba con él para sanar. Y
sucedió que unos hombres que traían en un lecho a un hombre que estaba paralítico, pro- curaban llevarle adentro y ponerle
delante de él. Pero no hallando cómo hacerlo a causa de la multitud, subieron encima de la casa, y por el tejado le bajaron c on
el lecho, poniéndole en medio, delante de Jesús. Al ver él la fe de ellos, le dijo: Hombre, tus pecados te son perdonados.
Entonces los escribas y los fariseos comenzaron a cavilar, diciendo: ¿Quién es éste que habla blasfemias? ¿Quién puede
perdonar pecados sino sólo Dios? Jesús entonces, conociendo los pensamientos de ellos, respondiendo les dijo: ¿Qué caviláis en
vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir: Tus pecados te son perdonados, o decir: Levántate y anda? Pues para que sepáis
que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo: Levántate, toma tu
lecho, y vete a tu casa. Al instante, levantándose en presencia de ellos, y tomando el lecho en que estaba acostado, se fue a su
casa, glorificando a Dios.
3
Lucas 6:17-19: Y descendió con ellos, y se detuvo en un lugar llano, en compañía de sus discípulos y de una gran multitud de
gente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón, que había venido para oírle, y para ser sanados de sus
enfermedades; y los que habían sido atormentados de espíritus inmundos eran sanados. Y toda la gente procuraba tocarle,
porque poder salía de él y sanaba a todos.
Muchas personas buscaban a Jesús para ser sanadas. Eran atraídas a Jesús por los
milagros y las sanidades.4
Luego de esto, llamó a doce para delegarle poder para sanar enfermedades. Delegó ese
mismo poder sobre otras doce personas, a quienes llamó sus discípulos, pues deseaba hacer
bien a muchos y Él solo no podía.5
No obstante, no debemos permitir que las personas se enfoquen más en nuestro cariño y
compasión que en el poder de Dios.
Antes de ascender a la presencia del Padre, Jesús ordenó que sanáramos a los enfermos.6
No
4
Marcos 3:7-10: Mas Jesús se retiró al mar con sus discípulos, y le siguió gran multitud de Galilea. Y de Judea, de Jerusalén,
de Idumea, del otro lado del Jordán, y de los alrededores de Tiro y de Sidón, oyendo cuán grandes cosas hacía, grandes
multitudes vinieron a él. Y dijo a sus discípulos que le tuviesen siempre lista la barca, a causa del gentío, para que no le
oprimiesen. Porque había sanado a muchos; de manera que por tocarle, cuantos tenían plagas caían sobre él.
5
Marcos 3:13-15: Después subió al monte, y llamó a sí a los que él quiso; y vinieron a él. Y estableció a doce, para que
estuviesen con él, y para enviarlos a predicar, y que tuviesen autoridad para sanar enfermedades y para echar fuera demonios.
6
Marcos 16:15-18: Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el
Lucas 14:21-24 relata: “Vuelto el siervo, hizo saber estas cosas a su señor. Entonces enojado
el padre de familia, dijo a su siervo: Ve pronto por las plazas y las calles de la ciudad, y trae
acá a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos. Y dijo el siervo: Señor, se ha hecho como
mandas- te, y aún hay lugar.
evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado. Y estas señales
seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y
si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.
7
Marcos 6:30-31: Entonces los apóstoles se juntaron con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho, y lo que habían
enseñado. El les dijo: Venid vosotros aparte a un lugar desierto, y descansad un poco. Porque eran muchos los que iban y
venían, de manera que ni aun tenían tiempo para comer.
Dijo el señor al siervo: Ve por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para
que se llene mi casa. Porque os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron
convidados, gustará mi cena”.
En los últimos tiempos veremos una generación de personas con impedimentos físicos que
entrarán en la cena de las bodas del Cordero, cuya invitación será la sanidad. Será una
generación agradecida y dispuesta a servir al Señor. La sanidad primero se cree y luego se
estudia. Los milagros son para esta época.
Mateo 17:17-21 cuenta: “Respondiendo Jesús, dijo: ¡Oh generación incrédula y perversa!
¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo acá.
Y reprendió Jesús al demonio, el cual salió del muchacho, y éste quedó sano desde aquella
hora. Viniendo entonces los discípulos a Jesús, aparte, dijeron:
¿Por qué nosotros no pudimos echarlo fuera? Jesús les dijo: Por vuestra poca fe; porque de
cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de
aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible. Pero este género no sale sino con oración y
ayuno”.
12
Marcos 3:11: Y los espíritus inmundos, al verle, se postraban delante de él, y daban voces, diciendo: Tú eres el Hijo de
Dios.
13
Marcos 7:31: Volviendo a salir de la región de Tiro, vino por Sidón al mar de Galilea, pasando por la región de
Decápolis.
14
Juan 9:6-7: Dicho esto, escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego, y le dijo: Ve a
lavarte en el estanque de Siloé (que traducido es, Enviado). Fue entonces, y se lavó, y regresó viendo.
15
Hechos 5:15: Tanto que sacaban los enfermos a las calles, y los ponían en camas y lechos, para que al pasar Pedro, a lo
menos su sombra cayese sobre alguno de ellos.
16
Hechos 19:11: Y hacía Dios milagros extraordinarios por mano de Pablo.
17
Santiago 5:14-15: ¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con
aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido
pecados, le serán perdonados.
Sin fe es imposible agradar a Dios. Ese muchacho no recibió el milagro cuando los discípulos
oraron porque ellos mismos no le creyeron a Jesús. El Señor no les mandó a ayunar cuando
los envió a sanar a los enfermos, sino les mandó a creerle.
Cuando Jesús habla sobre “este género” se refería a la falta de fe de los discípulos, al
género de incredulidad. Ese género sale cuando nos acercamos a Dios en oración y
ayuno. En su presencia nuestra fe es aumentada y fortalecida.
Juan 20:30-31 dice: “Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus
discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero éstas se han escrito para que
creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, ten- gáis vida en su
nombre”.
Las señales se manifiestan para que las personas crean que Jesús es el Hijo de Dios. Estas las
atraen para escuchar la Palabra y creer en Cristo.
El llamado sin trabajo y sin señales es puro espejismo. Debemos trabajar duro si queremos ver
crecer el ministerio.
30. Echar Fuera Demonios
En Lucas 11:14-20 leemos: “Estaba Jesús echando fuera un demonio, que era mudo; y
aconteció que salido el demonio, el mudo habló; y la gente se maravilló. Pero algunos de
ellos decían: Por Beelzebú, príncipe de los demonios, echa fuera los demonios. Otros, para
tentarle, le pedían señal del cielo. Mas él, conociendo los pensamientos de ellos, les dijo:
Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado; y una casa dividida contra sí misma, cae.
Y si también Satanás está dividido contra sí mismo, ¿cómo permanecerá su reino? ya que
decís que por Beelzebú echo yo fuera los demonios. Pues si yo echo fuera los demonios por
Beelzebú, ¿vuestros hijos por quién los echan? Por tanto, ellos serán vuestros jueces. Más si
por el dedo de Dios echo yo fuera los demonios, ciertamente el reino de Dios ha llegado a
vosotros”.
Cuando predicamos el reino de Dios, nos acompañan señales y prodigios, y uno de ellos es
echar fuera demonios. Para lograrlo no es necesario un curso, solo creer en la autoridad
que el Señor nos ha dado. “Por sus frutos los conoceréis”; el fruto da testimonio de
nosotros y el poder que nos acompaña da testimonio de Él.
Un reino no puede dividirse contra sí mismo. No es Satanás quien echa fuera los demonios,
sino nosotros. No podemos dividir el reino de Dios. Hay personas que quieren echar fuera
demonios pero tienen comunión con ellos, practicando cosas que se relacionan con
ocultismo, escuchando cosas inapropiadas y alejándose de la santidad.
Muchas veces se nos olvida que también nosotros somos enemigos del diablo y sentimos temor
por lo que él ha de hacernos. Debemos sacar fuera los demonios sin temor, pues es el diablo
quien debería tener miedo de nosotros. Nuestra presencia en un lugar debe atormentarlo.
Debemos darle vuelta a la fe en el nombre del Señor Jesús si queremos ver la victoria. Él dijo que
echaba fuera demonios con “el dedo de Dios”.
Él no les pone tanta importancia, sino que los echa fuera con su dedo. Cuando echamos
fuera demonios se manifiesta que ha venido el reino de Dios. Expulsar demonios es destruir
un reino para establecer otro. Jesús vino para deshacer las obras del diablo.1
1
1 Juan 3:8: El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de
Dios, para deshacer las obras del diablo.
Todos se maravillaron cuando vieron lo que Jesús había hecho y preguntaron qué nueva
doctrina era esa. Echar fuera demonios también es parte de la doctrina de Jesús. Jesús
había llamado a sus discípulos para que fueran pescadores de hombres y desde el inicio les
enseñó que la lucha no es con espada ni con ejército, sino con su Santo Espíritu. También les
demostró que Él es Dios de poder. Lo primero que les enseñó fue a expulsar demonios,
aunque no les dio autoridad de hacerlo inmediatamente.
2
Marcos 1:21-26: 21: Y entraron en Capernaum; y los días de reposo,[a] entrando en la sinagoga, enseñaba. Y se
admiraban de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas. Pero había en la
sinagoga de ellos un hombre con espíritu inmundo, que dio voces, diciendo: ¡Ah! ¿Qué tienes con nosotros, Jesús
nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Sé quién eres, el Santo de Dios. Pero Jesús le reprendió, diciendo: ¡Cállate, y sal
de él! Y el espíritu inmundo, sacudiéndole con violencia, y clamando a gran voz, salió de él.
En el nombre de Jesús
Marcos 16:15-17 relata: “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda
criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será
condenado. Y estas seña- les seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera
demonios; hablarán nuevas lenguas”.
Jesús nos mandó a predicarle a toda criatura. Muchas estarán enfermas, otras oprimidas y
algunas otras endemoniadas. Por amor a ellas debemos aprender a echar fuera los
demonios que las atormentan.
Los demonios no salen por mencionar o repetir el nombre de Jesús como si fuera una
fórmula mágica, sino porque les ordenamos “en representación” de Él. Esto quiere decir “en
su nombre”. Estamos constituidos como delegados o embajadores de Jesucristo para hacer
milagros y prodigios en su nombre. No es “con” su nombre, es “en” su nombre.
La Biblia también narra la historia del endemoniado gaderano, quien dijo llamarse Legión
porque tenía muchos demonios dentro.3
3
Lucas 8:26-33: Y arribaron a la tierra de los gadarenos, que está en la ribera opuesta a Galilea. Al llegar él a tierra, vino a su
encuentro un hombre de la ciudad, endemoniado desde hacía mucho tiempo; y no vestía ropa, ni moraba en casa, sino en los
sepulcros. Este, al ver a Jesús, lanzó un gran grito, y postrándose a sus pies exclamó a gran voz: ¿Qué tienes conmigo, Jesús,
Hijo del Dios Altísimo? Te ruego que no me atormentes. (Porque mandaba al espíritu inmundo que saliese del hombre, pues
hacía mucho tiempo que se había apoderado de él; y le ataban con cadenas y grillos, pero rompiendo las cadenas, era
impelido por el demonio a los desiertos.) Y le preguntó Jesús, diciendo: ¿Cómo te llamas? Y él dijo: Legión. Porque muchos
demonios habían entrado en él. Y le rogaban que no los mandase ir al abismo. Había allí un hato de muchos cerdos que
pacían en el monte; y le rogaron que los dejase entrar en ellos; y les dio permiso. Y los demonios, salidos del hombre,
entraron en los cerdos; y el hato se precipitó por un despeñadero al lago, y se ahogó.
No importa cuántos demonios eran, muchos, pocos o solo uno; el trato es el mismo: en el
nombre de Jesús se les echa fuera y se sujetan. Los espíritus se sienten atormentados con la
presencia del Señor.
La autoridad delegada
Jesús primero escogió a doce y les delegó autoridad. En Marcos 3:13-15 dice: “Después
subió al monte, y llamó a sí a los que él quiso; y vinieron a él. Y estableció a doce, para que
estuviesen con él, y para enviarlos a predicar, y que tuviesen autoridad para sanar
enfermedades y para echar fuera demonios”.
4
Gálatas 5:19-21: Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría,
hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y
cosas semejantes a es- tas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales
cosas no heredarán el reino de Dios.
Después los envió, instruyéndoles para que echaran fueran demonios. Mateo 10:1 relata:
“Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos,
para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia”.
Los setenta también tuvieron el mismo poder y autoridad de echar fuera demonios. Lucas
10:17- 20 explica: “Volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos
sujetan en tu nombre. Y les dijo: Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. He aquí os
doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os
dañará. Pero no os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que
vuestros nombres están escritos en los cielos”.
Los demonios conocen quién es Jesús y saben quiénes somos nosotros. Él dijo claramente
que teníamos poder sobre toda fuerza del enemigo y que nada nos haría daño. No debemos
temer que al echar fuera un demonio este se traslade a nuestro cuerpo, nos lastime o
contamine.
A quienes han sido libres hay que enseñarles que no jueguen con la libertad que Cristo
les ha dado, pues la Biblia dice que pueden venir siete demonios peores. Aquel que ha
sido libre debe consagrarse a Dios y servirle.