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wt tte sas ne tpgrann arorovoen LABOLSAYLAVIDA | Se cet apps os is de sty nde ee Eo Uhiss'an ible Se fa bc ties investas See © co Economia y religion en la dad Media isin nda ale Maasiate Sautns Calne yr Jacgues Le Got Los intlectuale em la Edad Media Rovext Nisber isin de a idea de prosreso PIERRE CLASTRES Invesigaciones en airopoiesa poltiea por Magia Det C.CARLE ¥ cos. 1a sociedad Hspons medieval. La cudad Jacques Le Goff Magia DEL C. Cane ¥ 001. La sociedad Wipano medival Sus exrucaras Jacques Le Gort Lo maravitlco y fo eiiana an el sccidente medieval Gone Sree . Araigonas © MARSHALL SAILOS Islas de historia JEAN PERRE VERSANT a muerie en los 06 ‘Curtono Caex7z La interpretacin de as cataras Bena Leson gedisa Los guanes de Erpata JAcqUES LE Gor La bots y ta vida ‘ule dlonginlen rants Tabmuectnee Balle co coietn Teen des ate ‘Shy Hachette Pari, 1986 ‘extuets AberoL Bio Cabra SergioManie Primeracdicn, abril de 1967, Barcelona, Eepan (8608 Bartana Bepona ISBN 84-7852-2707 Deposto Lagat B, 16.587 1987 Iimpresoen Expat Prhasdin Span Impreao por Romany Valls S.A ‘Yardage = 874 Capelader (Barcelo) INDICE 1. Entre eldineroy elinfiemo: Lausurayel usurero Labolea:lausura Etladron de tiempo Elusurcroylamuerte Labolsay la vida: el purgatorio “Elcorazon también tiene susiagrimas” Apéndice Bibliografia n 23 ar 93 12 135, 145, 1 Entre el dinero y el infierno: La usuray el usurero La usura, Durante siete sigios en Occidente, desde el siglo 31 al 2x, gqué fenémeno oftece mas que éste una mezcla fan detonante de eco- nomia y de religion, de dinero y de salvacion, ‘magen de una larga Bdad Media en la que los hombres nuevas estaban aplastados bajo los simn- bolos antiguos, en la que la modernidad se abria trabajosamiente un camino entre los tabues sagra- dos, en la que los ardides de la historia encon- traban en la represion ejercida por el poder reli- oso los instrumentos det exato terrestre? La viva polemica alrededor de la usura cons- tituye de alguna manera “el parto del capitalis- mo", Quien imagina a este residuo, a esta larva, de usurero, que es el pawmbroker de las novelas inglesas del siglo xx y de las peliculas holly- woodenses de después de la gran crisis de 1029, es incapaz de comprender al protagonista de la ‘sociedad occidental — esa monstruosa som- bra inelinada sobre los progresos de la economia monelaria— y las cuestiones sociales ¢ ideologi- cas que estaban en juego alrededor de ese Nos~ feratu del precapitalismo. Vampiro doblemente 33 espantoso de la sociedad cristiana, porque seme- Jante chupador de dinero esa menudo asirmlado al judio deicida, infanticida y profanador de la hhoatia. En un mundo en el que el dinero (rum mus én latin, denier en francés) ¢3 “Dios”! en €l que “el dinero es el vencedor, el dinero es rey, el dinero es soberano (Numrmus vineit. mum mus ‘regnai,. rummus imperat’)? en el. que, avaritia, Ya “codicia’. pecado burgués del que la lusura és ms 0 menos la hija, destrona al princi- pal de los siete pecados capitales, la superbia. el Forgullo™, pecado feudal, el usurcro, especialista en prestar a interés se ‘convierte en un hombre necesario y detestado, poderoso y frail La usura es uno de los grandes problemas del siglo 2. En esa época, la crisandad en la cumbre.del vigoroso desarrollo que habia logra. do desde el afto 1000, la gloriosa cristlandad, ya esta en peligro. El stbito surgimiento y la difu- sion de la economia monetaria amenazan los Viejos valores cristianos, Esta a punto de formar se un nuevo sistema econdmico, el capitalismo, que necesita si no nuevas téenicas por fo menos: a fin de iniiar su marcha, ef empleo masive de prdcticas condenadas- desde siempre por la Iglesia. Una lucha encamizada cotidiana, marca da por repetidas. prohibiciones emprendida en Ja coyuntura de los valores y de las mentalidades Se propone legitimar «1 beneficio lietto que hay que distinguir de la usura ficita, “Como io denuncia en sus poemas golardos Gautier de Chatilona tines del sigio xt, Po™as SPlardos © 2 Como se dice de Cristo en la Uturgia realy en los escudos de oro acufados por San Ls 4 einen como una religion, que tradicionalmente copone Dios y el dinero, podia justificar la rique- za, en todo caso la riqueza mal adquirida? El Relesiastés (XXXI, 5) decia: “Quien ama el dinero no escapa del ‘pecado, quien persigue el lucro quedara defraudado”. El Evangelio se habia hecho eco de estas palabras: San Mateo, un publicano, un recolector de impuestos que abandond su mesa cubierta de dinero para seguir a Jess advierte: "Ninguno puede servir a dos seflores; porque 0 aborrecera al uno y amard al otro o sera adicto al uno ¥ despreciara al otro. No podéis servir a Dios y 2 Mamén" (Mateo, Vi, 24). Mamén simboliza. en Ja Iteratura rabinica tardia, la riqueza inicua, el luero, el dinero. San Lucas (XVI, 13) también lo habia atestiguado con las mismas palabras. Pero si los cédigos, las leyes, los preceptos, los decretos condenan la usura. a Dios sélo le interesan los hombres, asi como al historiador el cual decia Mare Bloch que tlene como “ca- za” los hombres. Pero volvamos a los usureros. Para encontrarlos hay que interrogar textos: gue no son los documentos oficiales. La legisla- cidn eclestéstica y laica se interesa principal- mente por la usiira; la practica religiosa esta interesada en los usureros. ZDénde encontrar los rastros de esta prictica en el siglo zu? En dos poe de documentos derivades de géneros anti- guos que. durante el paso del siglo xt al siglo x, Suirieron una miutacién esencial. Los primeros vuelven a agrupar las sumas 0 manuales de confe- sores, Durante la’alta Edad Media, las clases de 15 penilencia segiin la naturaleza de los actos peca- minosos estaban consignadas en catalogos_pent- tenciales. De conformidad con el modelo de las leyes barbaras, en esos catélogos se atendia a 10s actos, no a los autores o, mds bien, las categorias de actores eran juridicas: clérigos 0 laicos. libres ono libres. Pero desde fines del siglo x1 a comienzos del siglo xii, la concepeién del pecado y de la peni- tencia cambia_profundamente, se espiritualiza, se interioriza, En adelante, la gravedad del peca- do se mide por la intencién del pecador. Hay que indagar, pues, si esa intencién era buena o mala, Esta moral’ de la intencion es profesada por todas las escuelas teologicas del siglo xt desde la de Laon a las de Saint-Victor de Paris, de Chartres y de Notre-Dame de Paris, por todos los tedlogos de primer plano que sin embargo eran antagonistas en muchos otros problemas, Abelardo y’ san Bernardo, Gilberto de la Porrée y Pedro Lombardo, Pedro ‘el Chantre y Alain de Lille. El resultado de esto es un profundo cambio en la practica de la confesion. De colectiva y publica, de ceremonia excepcional y reservada a Jos pecados mas graves, la confesion se hace auricular, de boca'a oido, individual y privada. universal y relativamente frecuente. El w concilio de Letrén (1215) marca una fecha muy impor- tante. Hace obiigatorio para todas los cristianos es decir, para todos los hombres y mujeres— confesarse por lo menos una vez al aflo en Pas- gua. EI penitente debe explicar su pevado en funcién de su situacién familiar, social, profe- sional, en funcién de las circunstancias y de su 16 i motivacion, El confesor debe tener en cuenta esos pardmeiros individuales, y por lo que se rellere a la “satisfaccion”, es decir. la peniten- Gia, debe indagar el recofocimiento del pecador, discernir_ su contricion. El confesor debe mas lavar a una persona que castigar una falta. Esto exige a los dos partcipantes de la con- fesion un gran esfuerzo al que la tradicion no los tenia acostumbrados. El penitente debe interro- garse sobre su conducta y sus intenciones, entre- garse @ un examen de conciencia. Asi queda abierto un nuevo frente: el de la introspeecién, que transformara lentamente los habitos menta: les y los modos de comportamiento. Aquellos son los comienzos de la modemidad pstcolégica. El confesor tendra que hacer las preguntas apro- pladas para que su penitente distinga en la serie de pecados los graves. que seran mortales si no hay contriccion ni penitencia, y los mas leves, los veniales, que pucden reditnirse. Los pecado: res que mueran en estado de pecado mortal iran al lugar tradicional de la muerte, del castigo eter- no, él infierno. Aquellos que tmueren cargados ‘sélo de pecados veniales pasarén un tlempo mas 0 menos prolongado de expiacion en un lugar nuevo, el purgatorio, y una vez purificados, pur- gados, abandonardn el purgatorio para entrar en [2 vida eterna, el paraiso... a mas tardar en el momento del juicio final. Dentro de, esta nueva justicta penitencial, qué serd del usurero? Los confesores, frente na situacion nueva. a un contenido de la confe- sion frecuentemente nuevo para ellos, frente a reconocimientos © a cuestiones que los embara~ 7 zan vacilan sobre el interrogatorio que han de formular, sobre la penitencia que deben impo- ner; de manera que necesitan guias. Para ellos. tedlogos y sobre todo canonistas escriben sumas y manuales, sabios y detallados para los confe- ‘Sores instruidos y de alto nivel, sumarios para los simples sacerdotes poco enitivados. Peto a este examen no se le escapa nada. La usura ocu- pa su lugar en todos esos manuales. El usurero ‘ocupa en cambio una parte menor pues el peso de su falta en cuanto a evaluacién personalizada queda en parte librada a la apreciacién del con- fesor. Pero el usurero se manifiésta como el prin- cipal protagonista del segundo tipo de docu- mento, los exempla. EI exemplum es un relato breve, dado como veridico y destinado a insertarse en ‘un discurso (en general un sermén) para convencer a un au- ditorio mediante una saludable leccién. El cuen- to es breve, facil de retener, convincente. Se vale de la retorica y de los efectos de la narra- clon; conmueve. Divertida 0, mas frecuentemen- te, aterradora, la historia dramatiza. Lo que el predicador offece al publico es un pequeno talis- man que, st uno se sirve bien de él y quiere comprenderlo, aporta la salvacion. Es una lave de las puertas del paraiso. EI siguiente es uno de los numerosos exem- pla de usureros; se encuentra en Jacques de ‘Vity, muerto poco antes de 1240: “Otro usure- To muy rico, debatiendose en la agonia, comenzd @ alligirse, a suffir, a implorar a su alma que no Jo abandonara pues él la habia satisfecho: y le 18 prometia oro y plata y las delicias de este mundo St se resolvia a permanccer con él. Pero que no le pidiera ni una moneda, ni la menor imosna para los pobres. Viendo por fin que no podia Tetenerla, el ustirero monté en célera e indig- nado le Aijo: “Te preparé una buena residencia con abundantes riquezas, pero ti te has vuelto loca y tan desgraciada que no quieres reposar en esa buena residencia. {Vetel Te abandono a todos los demonios que estan en el infierno’. Poco después entregé su alma entre las manos de los demonios y fue enterrado en el inferno”. Este no es mas que un esquema; partiendo de este bosquejo, el predicador borda la tela. Explota la voz y sus entonaciones, gesticula... 1a materia misma ya es impresionante. Debe de haber sido percibida por millones de oyentes pues en la Edad Media el sermon es el gran me- dio de comunicacion, que llega, en principio a todos los ficles. Verdad es que, segn sabemos especialmente gracias a un exemplum referente a San Lutis, a veces algunos hombres salen de la iglesia durante el sermén para ira Ja taberna, su gran competidora, que offece frente a la iglesia una tentacién permanente. Una vez que esio se produjo en su presencia, San Luis escandalizado hizo que volvieran a la santa palabra aquellos Parroquianos extraviados. Adems, en el siglo xut Se produce un gran renacimiento’ de la predica- don, Enfrentada con los hereticos — es" el mo- mento de apogeo de los cataros—, con la evo- 9 Sermén “ad statis" n* 58,17. 19 lucién de un mundo que ofrece a Ios cristianos cada vez mas goces terrenales, la Iglesia decide hablar. Hablar a una sociedad en plena mutaclon a la que dirige una palabra a menudo inédita y en relacion con la vida coiidiana, Nacen nuevas r- denes que oponen a la creciente riqueza el valor espiritual de la pobreza: érdenes mendicantes de las cuales las dos mas importantes, los fran- ciscanos y los dominicos —estos ultimos forman la orden de los predicadores—, se especializan en la predicacion. Después de haber predicado la cruzada se predica la reforma. Con primeras figuras que atraen a la muchedumbre. Aunque seglar, Jacques de Vitry fue una de esas figuras: predicador de la cruzada pero sobre todo predi- cador de la nueva sociedad. Sus modelos de ser- mones con sus esquemas de exempla fueron am- pliamente reproducidos y difundidos aun mas. allA del siglo xl. Y esta historia del usurero, que tal vez fue una anécdola de éxito, evoca el mo- mento mas angustioso de la vida del cristiano: la agonia. Pone en escena la dualidad del hombre: su alma y su cuerpo, el gran antagonismo social Gel rico y del pobre, esos nuevos protagonistas de la existencia humana que son el oro y la plata y termina con la peor conclusion de una vida: el insensato lama a los demonios. evoca a los dia- los cuyas manos torturan y entierran a los con- denados aqui abajo y en el mas allé. Habién- dosele inegado la ilerra cristiana, el cadaver del usurero Impenitente es enterrado al punto y para siempre en el inflerno. A buen entende- Gor... jUsurerost, ése es vuesiro destino. Es esta la fuente esencial en la que habremos de buscar 20 al usurero de la Edad Media, en esas anécdotas que fueron dichas, escuchadas y que circularon. La usura es un pecado. ¢Por qué? ¢Qué mal- gicién alcanza a esa bolsa que el usurero lena, que atesora, de la cual no puede separarse asi como Harpagon no puede separarse de su colre ¥ que lo lleva a la muerte eterna? Para salvarse. Gtendra que soltar su bolsa? ,O bien se encon- {rar para él un medio que le‘permita conservar Ja bolsa y la vida, la vida eterna? Ese es el gran combate que se libra en el interior del usurero, el combate entre la riqueza y el paraiso, entre el dinero y el infierno. 21 2 La bolsa: la usura i Nosotros hablamos de usura y a veces tam- bién los textos y los hombres de la Edad Media dicen usura, en’singular. Pero la usura tiene mu- cchos rostros. Las mas veces las actas del siglo xm emplean el término en plural, usurae, La usura 3 un monstruo de muchas cabezas, una hidra, Jacques de Vitry, en su sermon modelo numero 59, dedica el tercer parrafo a evocar esta usura de formas mnltples: De multiplier usua ‘Tomas de Chobham, en su Summa, despues de haber definido la “usura en general", describe los “diferentes casos” de usura (capitiilo IV: de Variis casibus) y al nal (capitulo Dd se ocupa de “los otros casos de usura”. La palabra usura desig- na una multiplicidad de'practicas, Io cual com- plica el establecimiento de una frontera entre lo licito y lo ilicito en las operaciones que implican un interés. Esta distincién, dificil de establecer pero necesaria, entre usura e interés, esa horri- ble fascinacién'de una bestia multiforme nadie la sintié mejor que Ezra Pound en el siglo xx 25, La Usura es elMal, neschek Jaserpiente neschek de nombre bien conocido, la contaminadora, contra el genero humanoy mas ala de él ncontaminadora ‘Tokos hiemaltmediumest eahiclcoracsn del mal, cl facgo sia tregua detinnerno. Eleancer que todo lo corrompe, Fafnir el gusano, Siflis det estado, de todos losreines, Werruga del bien pablico Hacedor de quistes, corruptor de toda cosa. Oseuridad contaminadora, Pérfida gemela de la envidi, Serpiente de sete cabeas dra, que penetratoda cosa. Pero esta también la usura, la usura en sf, denominador comtin de un conjunto de practi- as financieras vedadas. La usura es la imposi- cion de un interés por un prestamista en opera- ciones en las que no cabe un interés. No se trata pues de la eliminacion de todo interés. Usura e {interés no son sinénimos, asi como no lo son usura y beneficio: la usura aparece cuando no hay produecion 0 tansformacion material de bienes concretes. Tomés de Chobham comienza su exposicion sobre la usura con estas consideraciones: “En todos los otros contrates puedo esperar y recibir 4 Bora Pound, Les Cantos, traduccion francesa, Paris, 1986. Veaseelapendice 2 26 un_beneficio flucrum), pues si te he dado algo puédo esperar un contradén fantidotum), es de- Gir, una réplica al don (contra dotum), de modo que puedo esperar recibir, puesto que yo ful el primero en darte, Lo mismo ocurre si te di en présiamo mis vestiduras 0 mis muebles y enton- Ges puedo recibir por ellos un precio. ¢Por qué no ocurre lo mismo si te di en préstamo dinero mio (denarios meosf?"> ‘Todo esta alli: ésa €s la condicién del dinero en la doctrina y la mentalidad eclesidsticas de la Edad Media, condicion que constituye la base de la condenacion de la usura. No me entregaré aqui a un estudio propiamente econémico que, por lo demés, deberia tener en cuenta la manera “muy diferente de la nuestra~ en que eran percibidas las realidades que nosotros hoy aisla- mos para convertirlas en contenido de una cate- goria specifica: la econémica. El inico histo- Fiador y_tedrico modemno de la economia que puede ayudarnos a comprender como funcionaba lo “econémico” en la sociedad medieval, me parece ser Karl Polanyi (1886-1964). Para evitar todo anacronismo, st qutere uno intentar analizar el fenomeno medieval de la usu- ra en una perspectiva econémica, hay que tener presentes dos observaciones de Polanyi y de sus colaboradores. La primera, tomada de Malinows- Ki, s¢ refiere al dominio del don y del contra- én: “En la categoria de las transacciones que ® Tomas de Chobham, Summa confessonum. cuestion 14, cap. 1, edicion F. Broomfield, Lovaina, 1968, pag, 503. 27 supone un contradén econdmicamente equiva~ lente al don, encontramos otro hecho desconcer~ tante, Se trata de la categoria que, segin nues- tras concepciones, deberia confundirse practica- mente con ¢l comercio. Pues nada de esto ocu- re. Ocasionalmente, el intercambio se traduce en el ir y venir de un objeto rigurosamente idéntico entre los participantes, jlo cual guita asi a la transaccién todo fin o toda significacion economica imaginable! Por el simple hecho de que el cerdo vuelva a quien lo dio, aunque sea por una via indirecta, el intercambio de las equivalencias, en lugar de orientarse hacia la ra Cionalidad econdmica, resulta una garantia con- tra.la intrusién de consideraciones utilitarias. La tinica finalidad del intercambio es estrechar la red de relaciones al reforzarse los lazos de recl- procidad’.® ‘Verfiad es que 1 economia del Occidente en ef Siglo xm no es Ta economia de los indigenas en las islas Trobriand a comienzos del siglo x: pero si ella es mas compleja. la idea de recipro- cidad domina la teoria de los intercambios ¢co- nomicos en una sociedad fundada en las “redes de relaciones” cristianas y feudales. La segunda concepcion utilizable de Polanyt es la del encaje y del andlisis institucional: “De- bemos deshacerrios de 1a nocién muy arraigada en nosotros segin la cual la economia es un terreno de experiencia del cual Ios seres huma- 6K. Polany y C, Arensberg, Trade and Market in the Barly Empires, traduccion francesa: Les Systemes économt (ques dans Thistore et dans la théere, Paris. 1975, pigs. 100- Tox 28 ; | ; ' [Ptivirecrmenctrrmntarncnernn is nos _necesarlamente tuvieron_ siempre concien- cia, Para emplear una metéfora digamos que los echos econémicos estaban en su origen enea- jados, eneastrados en situaciones que en si mis- mas no éran de naturaleza econémica, como no lo eran los fines y los medios, que eran esencial- mente materiales. La cristalizacién del concepto de economia fue una cuesiién de tiempo y de his- toria, pero ni el tiempo ni la historia nds dieron los instrumentos conceptuales necesarios para penetrar en el laberinto de las relaciones socia- les en las que la economia esta encastrada. Esta es la tarea de Io que llamaremos el andilisis ins- fitucionaP.’ Por mi parte, yo agregaria el analisis cultural psicologico. Mostrar a esos hombres. los tusureros, dentro del conjunto de relaciones so ciales, de practicas y de valores en que esta en- cajada el fendmeno econémico de la usura, tal es Ciertamente la ambleion de este ensayo. En otras palabras, nuestro andlisis se reliere al ca racter global de la usura a través del compor- tamiento y de la imagen de quienes la practican, los usureros. ‘Los homibres de la Edad Medla, frente a cual- guier fenémeno, buscaban su modelo en la Bi- bila. La autoridad biblica daba a la vez el origen, la explicacion y el modo de tratar el caso en. cuestion. Lo que permitié a la Iglesia y a la so- ciedad medievales no quedar paralizadas por la autoridad bibliea y reducidas a la inmovilidad his- térica es la circunstancia de que la Biblia se con- 7 Bic, pag. 257, 29 tradice con frecuencia {sic et non, si y no) y el hecho de que. como decia Alain de Lille a fines del siglo x, “las autoridades tienen una nariz de cera’, maleable al gusto de los exegetas y de quienes las utilizan. Pero en materia de usura no parecia haber ninguna contradiccién ni falla en su condena- cion. Los documentos contenidos en las Escritu- ras sobre la usura comprenden esencialmente cinco textos. Cuatro de ellos pertenecen al Anti- guo Testamento, 1, “Si presiares dinero al pobre de entre mi pueblo que habita contigo, no seras con él como logrero, ni exigrés de interes” (Exodo, XI, 4), Esta prohibicién impuesta a la comunidad Judia es igualmente respetada por los cristianos que en la Edad Media tienen conciencia de que forman una fraternidad en la cual el pobre, espe- Gialmente, tlene derechos particulares. EI rena- cimiento del valor de la pobreza en el siglo 21 hara atin mas agudo el sentimiento de indigni- dad del usurero cristiano, 2. *Y cuando empobreciere tu hermano y de- cayere a tu lado, to le apoyards (aunque fuera ex- tranjero 0 transetinte) para que pueda restable- cerse junto a U. No tomaras de él usura ni ganantia, tenlendo temor a tu Dios para que pue- da restablecerse tu hermano junto a t. Ti dine- ro no le dards a interés, ni ie dards a ganancia vituallas” (Levitico, XV, 85-37). Este es un texto particularmente impor- tante en la version latina de la Vulgata de san Jeronimo que gozé de gran autoridad en la Edad. 30 Media y que en la ultima frase dice: “Pecuniam tuam non dabis ei ad usuram et frugum super- abundantiam non exiges", ¢s deci’, palabra por palabra: “No dards tu dinero a usura y no exigi- Fis un excedente de viveres”. El crisilano retuvo dos expresiones que conservaron en la Edad Me- Gia toda su efleacia: “ad usuram’, “a usura” —lo que aqui se prohibe es ciertamente la usura— y “superaburdantia” la demasia, el “exceso"; y 3 esto lo que se condena, 3, “No exigirés a tu hermano interés de pla- ta ni usura de,comestibles, ni usura de ninguna otra cosa de que suelen exigit usura. De uno de terra extraha, podris exigirla, mas no la exi- girds a tu hermano” (Deuteronomio, XXII, 19 y 30). Observemos aqui el empleo (non foenerabis fratri tuo), en la Vulgata, de una palabra tomada el derecho romano: fenerare, “prestar a inte- res’, “practicar la usura’, lo cual en el siglo xt favorecera la constituciin de una_legislacién antiusuraria romanocanénica. En cuanto a laauto- rizacion de ejercer la usura con el extranjero, en la Edad Media funciond en el sentido de’ los judios hacia los cristianos pero no en el sentido Inverso, pues los cristianos medievales no consi- deraban a los judios como extranjeros. En cam- bio, identificaron a los enemigos con los extran- Jeros y en caso de guerra era licito practicar la uusura con el adversario. El Decreto de Graciano lairededor de 1140), matriz del derecho canoni- co, retomd la formula de san Ambrosio "Ubi ius bell, ibis ius usurae (Donde impera_el derecho de guerra, impera el derecho de usura)’ si 4. El usurero no puede ser huésped de Yahvé segtin el salmo XV: ‘Yahvé, quien habltard en tu tabernaculo? Quien residira en tu santo monte? Elqueandacon integridady obra justicia Biguelss prea anes eines Por este salmo el cristiano de la Edad Media entendio que el paraiso le estaba negado al usu- A estos cuatro textos del Antiguo Testamen- to se puede agregar el pasaje en que Ezequiel (XVII, 19), entre ios violentos y los sanguinarios que suscitan la célera de Yahvé. cita “aquel que presta con usura y toma intereses” y en el que profetiza: "Morira y su sangre caera sobre él San Jerénimo y san Agustin comentaron este jui- cio de Ezequiel. 5. Por fin, en el Nuevo Testamento, san Lu- cas retomé y amplié la condenacién de'la usura contenida en el Antiguo Testamento y establecié asi el eco necesario para que los cristianos de la Edad Media consideraran bien asegurada la qutoridad de las Escrituras: “Y si prestais a aque- los de quienes esperdis recibir, zqué gracias ha- bréis de tener? pues aun los pecadores prestan a los pecadores para volver a recibir otro tanto, Vosotros, al contrario, amad a vuestros enemi- gs y haced el bien y prestad no esperando de ello hada” (San Lucas, VI, 34-35). Lo que mayor influencia tuvo en la Edad Media fue e! texto de 32. | san Lucas: “Mutuum date, nihil inde sperantes”, porque la idea de prestar sin esperar recibir re" tribucién se expresa en dos palabras clave de la prictica y de la mentalidad economicas me- dievales: “mutuum que, tomada del derecho romano, designa un contrato que transfiere la propiedad y que consiste en un préstamo que debe set gratuito, y el término sperare, “espe- rar’, gue en la Edad Media designa la esperanza mteresada de todos los actores econémicos em- pefados en una operacién que implica el tempo y traducida en una espera de remuneracion, sea fen virtud de un beneficio {o una perdida), sea en virtud de un interés (licito 0 ilicto).. Hay luego una larga tradicion cristiana de condenacién de la usura. Los padres de la Iglesia expresan su desprecio por los usureras. Los eanones de los primeros concilios prohiben el ejercicio de la usura a los clérigos (canon 20 del coneilie de Elvira, alrededor del ano 300; canon 17 del concilio de Nicea, 325), Iuego la_pro- hibicion se extiende a los laicos (concilio de Clichy en 626). Sobre todo Carlomagno, que legisla tanto en el dominio espiritual como en el dominio temporal, veda a los clérigos y a los laicos el ejercicio ‘de la usura mediante la Ad- monitio generalis de Abcla-Chapelle de 789. De manera que la usura tiene un largo pasado de condenaciones pronunciadas por los poderes eclesidstico y laico. Pero, en una economia con- traida, en 1 que el uso y la circulacién de la moneda son débiles, el problema de la usura es secundario. Por lo demas, son los monasteries Jos que hasta el siglo x suminisiran lo esencial 33 del necesario crédito. A fines del siglo el papa les prohibe Ia forma preferida de crédito de los monasterios, el mort-gage, “préstamo garanti- zado por un inmueble del cual el proveedor de fondos percibe las rentas’.* ‘Cuando la economia’ monetaria se generaliza durante ef sigo au, cuaude la sueda de la fortuna gra mas rapidamente para los caballeros y los nobles asi como para los burgueses de las ciuda- des que hormiguean en medio del trabajo y los negocios y se emancipan, la sefiora Usura s¢ con- vierte en un gran personaje. La Iglesia se subleva por ello, el derecho canénico naclente y poco después’ el escolasticismo, que se esfuerza. por concebir y ordenar las relaciones de la nueva sociedad con Dios, tratan de contener la inun- dacién usuraria. Solo mencionaré aqui la serie de principales medidas tomadas en los concilios y los textos mas importantes para hacer resaltar Ja extensién y la fuerza del fendmeno y la obsti- nacion de la Iglesia en combatirlo, Cada concilio, Letran TI (1139), Letran I (1179), Letran IV (0215), el segundo concilio de Lyon (1274), el concilio de Viena (1311), aporta su respectiva pledra para construir el muro de la Iglesia desti- nado a contener la oleada usuraria. El Codigo de Derecho Canénico se enriquece también con una legislacion contra la usura. Alrededor de 1140, Graciano en su Decreto rene los documentos de las eserifuras y_veintinueve “autaridades" patristicas. La decrétal Consuluit de Urbano IT #6. Le Bras, articulo ‘Tréciogte catholique, XV, 1950, col. 2358. 34 “Usure", en Dictionnaire de | (2187) ocupara en el segundo cuarto del siglo xan su lugar en el Cédigo entre las Decretales de Gregorio TX. Los tedlogos tampoco descansaron. El obipo de Paris, Pedro Lombardo, muerto en 1160, en su Libro de las sentencias (que en el sigo au se convertira en el manual universitarto de los estudiantes de teologia), retomando la idea de San Anselmo que fue el primero, duran- te el paso del siglo x1 al siglo x, en asimilar la usura a un robo, sitia la usura, forma de rapina, entre las cosas prohibidas del cuarto manda: miento. “No robaras (Non furtum facies). El car- denal Roberto de Courgon, canénigo de Noyon, que reside en Paris desde 1195 antes de ditigir Ia cruzada contra los albigenses en 1214 y antes de dar a la joven universidad de Paris sus pri- meros estatittos (1215), habia insertado en’ su ‘Summa {anterior al concilio de Paris de 1213, en el cual el cardenal hizo tomar rigurosas medi- das contra los usureros) un verdadero tratado De usura. Ali propone combatir esa plaga que considera, junto con la herejia, el gran mai de su época mediante una vasta ofensiva que podria organizarse en un concilio ecuménico. En el usui- rero ef cardenal ve —volveré a ocuparme de este punto~ a un ocioso y para él la ociosidad es la madre de todos los vicios. El concilio, que seria presidido por el papa y en el que se reunirian fodos los obispos y todos los principes, manda- Tia a cada cristiano, so pena de excomunion y de condenacién eterna que trabajara espiritualmnen- te 0 corporalmente para ganarse su pan con el sudor de la frente, segin el precepto de san Pa- blo. ¥ el autor termina diciendo: “De esta mane- 35 ra todos los usureros, ladrones rapaces y rebel- des desaparecerian, se podrian hacer limosnas y proveer a las iglesias de suerte que todo volveria ‘a sa estado original”? Después de esta utopia antusuraria, todos los grandes escolasticos dedi~ can a la usura una parle mas 0 menos impor- tante de sus sumas. Tal es el caso de Guillermo de Auxerre, obispo de Paris, muerto en 1248.:° y el caso dé san Buenaventura y de santo Tomas de Aquino, muertos en 1274. Gil de Lessines, diseipulo de santo Tomas de Aquino, compone por su parte entre 1276 y 1285 un tratado com- pleto sobre las usuras De usuris. Entre mediados del siglo x y mediados del siglo xm recrudecen Jas condenaciones a la usu- ra, Io cual se explica por el temor de la Iglesia de que la sociedad se trastorne por la prolife- raciOn de las practicas usurarias. El tercer con~ cilio de Letran (1179) deciara que son dema- siados los hombres que abandonan su estado, su oficio, para hacerse usureros, En el siglo xt, el papa Inocencio IV y el gran canonista Hostiensis temen que se paralice la actividad de los campos por causa de los campesinos convertidos en usu- Feros 0 por el hecho de verse los campesinos privados de ganado y de instruments de trabajo por los propietarios de tlerras que se sentian © 6. Lefevre fed) Le Traté ‘De usura” cle Rebert ce Cour ‘gon, en Travaux ot memoires de Tunierste de Lille, Xn° 20, 1902, pag 35. ‘Guillermo de Auxerre, Summa tr IV lres senteti ur, I tr 30. 1H Sobre todo en la Suma tekégica He, cuestion 78. 36 clos mismos atraidos por’ las ganancias de la usura, La atraccién de la usura hace aparecer la Bmenaza de un menor aprovechamiento de los Suclos y de la agricultura y, por lo tanto, el espectro del hambre. Las definiciones medievales de la usura pro- ceden de san Ambrosio: “La usura es recibir mas de lo que se ha dado Usura est plus accipere darej"? de san Jeronimo: "Se lama usura J exceso cualquiera que sea éste, si se percibio Inds de lo que se dio Usuram appellari et super fabundantiam quidquid illud est. stab eo quod de- derit plus acceperiy" del capitular de’ Nimega (606); "Hay usura cuando uno reclama mas que Jo, que dio’ (Usura est ubi amplius requiritur quam datu)” y del Decreto de Graciano: “Todo que se exige mis alld del capital es usura (Quioquid ultra sortem exigitur usura est” La usura es el excedente ilicito, la demasia egitim, La decretal Consuluit de Urbano M (1187), incluida en el Cédigo de Derecho Canénico, es sin duda lo que mejor expresa la actitud de la Iglesia ante la usura en el siglo xm: La usura es todo aquello que se exige a camblo de un préstamo mas alla del bien pres- {ado mismo; —Practicar la usura es un pecado probibido 12 Breviarium’ x ps LIV, Patroegte latine, t. XVI, vol 8 Commentaires Ezéchiel XVII 6, Petrolegia latin, ¢ XV, 90117. ie Decretode Graciano, ©. 14, cuestién 3, e.4. 37 i por el Antiguo Testamento y por el Nuevo Testa- =Tan s6lo esperar un bien en retribucion mds alld del bien mismo es un pecado: —Las usuras deben ser integramente restitul- das a sus verdaderos poseedores: Precis mas clevadoa en cl caso de una venta a crédito son usuras implicitas. Toms de Chobham, en la mas antigua Suma de confesores conocida, redactada en su parte esencial antes de 1215'y probablemente puesta en cireulacién en-1216, funda la usura solamen- te en las autoridades ‘del Nuevo Testamento y del derecho canonico: “Y el Sefior dice en el Evangelio: ‘Prestad sin esperar nada en cambio’ (Lucas, VI, 35). ¥ el canon dice: ‘Hay usura cuando se reciama mas de lo que se ha dado’ (Decreto de Graciano, 4, CRIV, G. 8, haciéndose eco del capitular de NF mega de 806), de cualquier cosa que se trate y aun cuando uno no reciba nada, si Se concibe tan solo la esperanza de recibir’ (Decreto, c. 12 Comp, 1. v.18, retomado en la deere Consir igre Cuestion fundamental: la usura es mas que un cimen, es un pecado. Asi lo dice Guillermo de Auxerre: “Dar en usura es en si mismo un pe- cado".16 Es 0 un pecado como forma de la ‘avaritia, dela codicia, codicia que Tomas de °S Tomis de Chobham, op ct pig. 504. 2 Guillermo de Auxerre, op ci iv. Ir. XXVL. Chobham sitiia inmediatamente en el plano espi- ritual: “hay dos clases detestables de avaritia que son castigadas por un veredicto judicial: la usura y la simonia [tréfico de bienes espirituales), de ‘que bablaré enseguida. En primer lugar la usu- yal? El dominico Etienne de Bourbon, un medio siglo después, dice lo mismo: “Habiendo hablado de la avaritia en general, debo hablar ahora de algunas de sus formas y en primer lugar de la usura..."! La usura es en primer lugar robo. Esta iden- fificacion propuesta por San Anselmo [1033- 1109) en sus Homilias y exhortaciones'® y reto- mada en el siglo x1 por Hugo de Saint-Victor, Pedro el Comedor y Pedro Lombardo termina por sustituir a la noclén tradicional de la usura Gefinida como “provecho vergonzoso” (turpe lu cur). El robo usurario es un pecado contra la jus- ticia Santo Tomas de Aquino lo dice: "ZEs un pecado recibir dinero en pago por dinero pres- tado, lo que se llama recibir una usura?” Res- puesta: “Recibir una usura por dinero prestado es en si injusto, pues se vende lo que no existe, con lo cual se instaura maniflestamente una desiqualdad contraria a la justicia™2° 1g Petede chbham, on. i ag. os 8 A Decoy de des f epciogucs tes du vce! nat dare de Bo ‘dominican dun siete, Parts, 1877, pigs. 361-362. '8 Patrologa late, CLVI, col. 659. 2 Suma tolégica, Us, Ie, cues 78. Ahora bien, quizas ain mas que el siglo x1, 1 siglo 200 es el siglo de la justicia. ‘la justicla es por excelencia la virtud de los reyes. Los espejos de principes que trazan un fetrato del rey insisten en la necesidad de que éste sea justo. Este aflanzamiento de la idea de Justicia va acompanado por un progreso de las ‘practicas y de las instituciones Judiciales: indaga- Gores reales, parlamentos. Durante el reinado de san Luis, por primera vez y antes que en otros reinos eristianos, aparece én la mano del rey de Francia, en lugar de la vara, la simbélica mano de la justicia, nueva insignia del poder real. Joinville lega a la posteridad la imagen del santo rey admi- nistrando él mismo justicia bajo el roble de Vin- cennes. Esta preocupacion por la justicia llega a ser ‘al mismo tiempo una idea y una fuerza en el do- minio de la economia tan penetrado por la ideo- logia religiosa y la etica. Los datos fundamentales de la actividad econémica del mercado que co- mienza a constituirse son el justo precio y el jus to salario, Aun cuando en realidad el “justo” pre~ cio es precisamente el del mercado, la exigencia de justicia esta clertamente presente. La usura es un pecado contra el justo precio, un pecado contra la natwaleza. Esia afirmacién puede sor- prender, pero sin embargo ésa era la, concep- én de los clérigos del sigio sam y también de los Jaicos influides por ellos. La usura sélo se aplica a la percepeién de un interés en dinero sobre dinero. ‘Un texto sorprendente, falsamente atribul- doa san Juan Criséstomo, que data probablemen- 40 te del sigio v fue incluido durante la segunda mi- tad del siglo xi en el Codigo de Derecho Cano- nico. El texto reza asix "De todos los mercade- res, el més maldito es el usurero, pues éste vende una cosa dada por Dios, no adquirida por jos hombres [contrariamente 2 lo que hace el comerciante] y luego, en la usura, recupera la cosa con el bien ajeno, lo cual no hace el comer- iante, Se objetara: aquel que arrienda un campo para Tecibir una renta o alguila una casa para cobrar un alquiler. no es semejante a quien presta sui dinero a’ interés? Ciertamente no, En primer lugar, porque la unica funcién del dinero consiste en pagar un precio de compra; Iuego el arrendatario hace fructificar la tierra que trabaja y €] inquilino goza de la casa; en estos dos casos. fd propietario parece dar el uso de su propiedad para recibir dinero y en cierto modo intercam- biar gananeia por ganancia en tanto que del dine- 70 adelantado ho se puede hacer ningiin uso: por fin la labranza agota poco a poco el campo, el us0 deteriora la casa mientras que el dinero presta- do no suffe disminucién ni envejecimiento” El dinero es infecundo. Ahora bien la usura quisiera hacerle tener hijos. Santo Tomas de ‘Aquino dijo después de haber leido a Aristoteles: “Nurrvnus non parit rummus (el dinero no en- gendra dinero)". Como lo ha explicado bien Jean Ibanés.2) esto flo quiere decir que los tedlogos y los canonistas hayan negado toda productividad 24. Thanés, La Dectine de IBplise et les réalites Sconomiques ax xt sible Untéret, les prie et la monet, Pars, 1967 pigs. 20-22. a al dinero, al capital; quiere decir que en el caso del préstamo a interés, en el caso del munuwn | hacer producir dinero ‘al dinero prestado es ir contra la naturaleza. Santo Tomas de Aquino afima: “La moneda... fue inventada principalmen- te para los intercamblos; de manera que su uso primero y propio es ser consumida, gastada cn los intereambios. Por consiguiente, es injusto en recibir un pago por el uso del dinero presta- do; en esto consiste la usura."” También para san Buenaventura, el dinero es por si mismo im- productivo: “El dinero como tal y en si no fructi- fica, sino que el fruto proviene de otra parte.”23 En una especie de parabola, “La vida y la usura’, Tomas de Chobham comprueba: “El dine: ro que duerme no produce naturalmente ningin fruto, pero la vida es naturalmente fructifera’ 2 Sin embargo, a falta de fecundidad natural en lz alta Edad Media se habia pensade en hacer “tra- bajar" el dinero, Ya en 827, en su testamente {cuya autenticidad ha sido discutida), el dogo de Venecia, Partecipazio, habla de solidi laboratorit de “dineros que trabajan". ¢Dinero dado a usure | © “invertido” con miras a un justo benefleio? Ex. el siglo 2m, tedlogos y canonistas. compruebar. con estupor que el dinero usurario, en efecto, “trabaja". Los autores de colecciones de exempla 2 Suna teoligiea, Uh, te, cuestion 78, art. 1, segin ¥. anes, op. et, pag. 19. 3 In tertum Sententiarum, dist. XXXVI, dub. VIL ssegunthanés, op. ct p. 19. ‘Tomas de Chobham, op ct pig. 515. 42 y los predicadores se hacen eco de este escan- En su Dialogus miraculorum, entre un mon- Je y un novicio, Cesareo de Helsterbach, alrede- dor de 1220, hace hablar del modo siguiente a ‘sus personajes: “El novicio: Me parece que 1a usura es un pe- cado muy grave y dificil de corregte, “BL monje: Tienes razon. No hay pecado que de vez. en cuando no se adormezca, pero la usura nunca deja de pecar. Mientras su amo duerme, ella no duierme, sino que crece y aumenta sin usa." En la Tabula rum, manuscrito del siglo xu de Ja Biblioteca Nacional de Paris, se puede leer: “Todo hombre deja de trabajar’ los dias de fiesta, pero los bueyes usurarios fboves usurari trabajan sin cesar y asi ofenden a Dios y fa todos los santos, de manera que la usura, asi como peca sin fn, tambien debe ser castigada sin fin."#8 Se comprende hasta qué punto debe de ha- ber sido explotado’el tema por los predicadores y como éste se presta a los efectos oratorios: “Hermanos mfos, hermanos mios, zeonocels un pecado que nunca se detiene, un pecado que se ‘comete todo el Hempo? No? Pues bien, si, hay uno y sélo uno, voy a nombraroslo, es la Usura. El Coesari Hetsterbacensis.... Dialogus miraculcrum., 1, l-e J Strange Colonia, Bonn. Buses, 2 vol, 1881 Tabula exemplorum secuncium ondinem Aiphabett 4.J. Th, Welter, Parigy Talosa, 1926, pag. $3, 0° 306. 43 dinero dado a usura no deja de trabajar, produce sin cesar dinero. Dinero Injusto, vergonz0so, de- testable, pero dinero, Es un trabajador incan- sable. ZConocéls vosotros, hermanos mios, a un trabajador que no para de trabajar el domingo, los dias feriados, que no para de trabajar cuando duerme? 2No? Pues bien, la usura continia traba- Jando noche y dia, los domingos y los dias de Resta, tanto en el suefio como en 1a vigilia, {Tra bajar durmiendo? Aguijoneada por Satands. la uusura logra ejecutar este diabélico milagro. Tam- bin por esto la usura es una afrenta a Dios y al orden que Dios estableci. No. respeta ni el or~ den natural que Dios quiso poner en el mundo y en muestra vida corporal, ni el orden del calen- dario que El establecié. ¢No son los dineros usu- rarios como bueyes de labranza que trabajan sin. cesar? A pecado sin tregua y sin fin, castigo sin tregua y sin fin, ;Secuaz incansable de Satanas. la ustira ho puede sino conduc a la servidwabie eterna, a Satands, al castigo sin fin del inflerno!” Hoy podriamos decir que él trabajo en cade- na de Ja usura termina ineluctablemente en las cadenas eternas de la condenacion. ‘Hacer engendrar hijos a las monedas, hacer trabajar el dinero sin la menor pausa y con me nosprecio de las leyes naturales fijadas por Dios, go es un pecado contra la natwaleza? Por lo emds, sobre todo a partir del siglo x, siglo “na- turalista", gacaso no dicen los tedlogos “Natura, id est Deus" (La naturaleza, es decir, Dios)"? ‘Los grandes poeias, que en’ esta cuestion _ son mejores ieblogos aun. comprendieron bien este modo de ser escandaloso de la usura. 44 En primer lugar Dante, en el mismo siglo de la usura triunfante: ‘perce 'ulsuriere atra via tene persé natura eperla sua seguace ‘ispregia, poi chin altro pon Ja spene2” ©. porque el usurero sigue otro muy con- trario camino, desprecia a la naturaleza en si y al arte, su compahera, y cifra en olras cosas Sus ei 'Y en nuestros dias a la sombra veneciana de Shylock, Ezra Pound dice: Usura asesina al ijo en elseno Estorbala corte del mazalbete Paraliza el alumbramiento, opone aljoven desposado suesposa Contra Naturam=™ ‘Verdaderamente, Usura s6lo podia tener un destino, el inferno. 'Ya'a mediados del siglo v el papa San Leon 1 1 Grande habia pronunciado esta formula que resuena a lo largo de toda la Edad Media: “"Fenus pecuniae, funus est animae (El beneficio usuario del dinero es la muer- te del alma.) La usura es la muerte. 2 LaDotna Comedia, injlere, canto XI. versos 109-111, 3 Canto XLV, en Les Cantos, op. ci. pag. 294. 48 3 Elladron de tiempo A partir del siglo 101, en la escultura roma~ nica se muestra como un criminal a un persona- Je en la picota: el usurero. Esta publicidad le ‘asegura un relieve particular entre las figuras del mal. Lo hace entrar en ese tesoro de los malos gemplos, de las anécdotas aterradoras y salu- dables que la predicacién introduce en el ima- nario mundo colectivo de los cristianos. El usu- Feu es uno de los personajes lavorites de esas historias que entretejen lo maravilloso y lo coti- Giano, los exempia con los que, segiin vimos, los. predicadores mechaban sus sermones. El usure- 10 es el hombre de la bolsa. En las imagenes y en los sermones, en el texto artistico y en el texto literario es donde hay que buscar al usurero tal como lo veian los, hombres y las mujeres de la edad media. Vaya- mos por ejemplo a Orcival, Auvernia: “Apenas uno entra se encuentra con el primer capitel que se impone a la vista, es el del Fol dives [el Tico loco}, como lo presenta la inscripelén pues- ta sobre el abaco a fin de que nadie lo ignore. Ese rico, que en modo alguno es flaco, sostiene 49 atin entre sus dos manos su querida bolsa. Pero ahora los diablos se apoderan de él. Ni sus bes- tiales cabezas... ni la manera en que se aferran a | los cabellos de su victima, ni sus tridentes son trangullizadores. Ese Fol dives (ese rico loco) 5 el usurero presa del inferno. Es obeso, engor- Gado por sus usuras. Etienne Ge Bourbor Wo lla. | ma, como si se tratara de un epiteto natural, pin | guis usurarius, “el gordo usurer0" 2 En el momento de la muerte, la bolsa puede: | Jugarle malas pasadas al cadaver y suministrar | materia de relledon a sus projimos. Veamos ¢l_| testimonio de Jacques de Vitry: “He ofdo hablar

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