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Robert B. Brandom La articulacion de las razones Una introducci6n al inferencialismo SIGLO FILOSOFIA VEINTIUNO DE ESPANA EDITORES Robert B. Brandom es uno de los filésofos contemporaéneos més originales. En su obra Making It Explicit abarc6, y amplié, un gran abanico de temas de metafisica, epistemologia y filosoffa del lenguaje, los campos que constituyen el nécleo central de {a filosoffa analitica. En La articulaci6n de las razones, el autor ofrece una introduccion accesible al complejo sistema presentado en su anterior obra. FILOSOFIA Brandom aborda dos de los temas principales que forman parte de su obra: por un lado, la idea de que el contenido semantico de una oracién esta determinado por las reglas que rigen las inferencias que se hacen para llegar a ella y las que se efecttan a partir de ella; y, por otro, la idea de que la funcién caracteristica del vocabulario légico es explicitar nuestros compromisos inferenciales implicitos. CUBIERTA: SEBASTIAN Y ALEJANDRO G. SCHNETZER La obra de Brandom, con su paso del representacionismo al inferencialismo, constituye un cambio casi copernicano en la filosoffa del lenguaje y supone el avance individual més importante de las Ultimas décadas realizado en este campo. La articulacin de las razones pone estos resultados al alcance de los fildsofos y no fildsofos que quieran entender el estado de los fundamentos de la seméntica. Robert B. Brandom es Distinguished Service Professor de Filosoffa en la * Universidad de Pittsburgh y autor de Making it Explicit (Harvard, 1994). ISBN 84-323-1105-7 SIGLO |. VEINTIUNO DE ESPANA ~ EDITORES Pe Le Traduccion de EDUARDO DE Bustos y EULALIA PEREZ SEDENO. LA ARTICULACION DE LAS RAZONES Una introduccién al inferencialismo por Roser? B. BRANDOM © SIGLO VEINTIUNO DE ESPANA EDITORES siglo veintiuno de espafia editores, s.a. siglo veintiuno de argentina editores Todos los derechos reservados. Prohibida la reproduccién total o parcial de esta obra por cualquier procedimiento (ya sea grafico, clectrénico, ptico, quimico, mecénico, fotocopia, etc.) y el almacenamiento o transmisién de sus contenidos en soportes magnéticos, sonotos, visuales 0 de cualquier otro tipo sin permiso expreso del editor. © de esta edicién, noviembre de 2002 SIGLO XXI DE ESPANA EDITORES, S. A. Principe de Vergara, 78. 28006 Madrid © 2000 by The President and Fellows of Harvard College © Robert B. Brandom, 2000 Primera edicidn en inglés: Harvard University Press, 2000 Titulo original: Articulating Reasons, An Introduction to Inferentialisms © dela traduccién: Eduardo de Bustos y Eulalia Pérez Sedefio, 2002 DERECHOS RESERVADOS CONFORME A LA LEY Impreso y hecho en Espaiia Printed and made in Spain Disefio de la cubierta: Sebastién y Alejandro Garefa Schnetzer ISBN: 84-323-1105-7 Depésito legal: M. 51.118-2002 Fotocomposicién ¢ impresién: EFCA, S.A. Parque Industrial «Las Monjas» 28850 Torrején de Ardoz (Madrid) A mi mujer, Barbara, cuyo afecto y paciencia permanentes significan para mi mucho mas de lo que puedo expresar INDICE AGRADECIMIENTOS INTRODUCCION.... L NOTAS woes INDICE ANALITICO ....... EL INFERENCIALISMO SEMANTICO Y EL EXPRESI- VISMO LOGICO... . ACCION, NORMAS Y RAZONAMIENTO PRACTICO.... ACIERTOS Y ERRORES DEL FIABILISMO........ . éQUE SON Y POR QUE HAY TERMINOS SINGULA- RES?... UNA RUTA SOCIAL DESDE EL RAZONAMIENTO. HASTA LA REPRESENTACION . LA OBJETIVIDAD Y LA ESTRUCTURA NORMATIVA FINA DELA RACIONALIDAD .... 7 121 153 AGRADECIMIENTOS Las conferencias que han dado origen a este libro han evolu- cionado de acuerdo con la influencia de las respuestas de mu- chos auditorios ante los que las he presentado en estos tiltimos afios. En diferentes sitios he podido manifestar mi reconoci- miento a contribuciones particulates, pero el efecto acumulati- vo de todas esas personas inteligentes que piensan en estas cuestiones conmigo —y la deuda que tengo con ellas— es in- calculable. Por todo ello, siento un profundo agradecimiento. INTRODUCCION 1. EL CONTEXTO ESTRATEGICO: LA NATURALEZA DE LO CONCEPTUAL Este es un libro sobre el uso y el contenido de los conceptos. La idea que lo anima es que hay que concebir el significado de las expresiones lingiiisticas y los contenidos de los estados inten- cionales, de hecho la propia conciencia, antes que nada, en tér- minos de un tipo especial de funcién que desempeiian en el ra- zonamiento. En el primer capitulo, se introduce y se motiva la idea de anteponer la inferencia a la referencia en el orden de la explicacién seméntica. Los capitulos siguientes desarrollan este enfoque general, y hacen uso de él para abordar diversas cuestiones y problemas filos6ficos de importancia: el razona- miento practico y el papel de los conceptos normativos en la accién, la percepcién y el papel de los juicios de fiabilidad en la epistemologia, la caracteristica funcién expresiva de los pre- dicados y términos singulares (que, como expresiones subora- cionales, no pueden desempeiiar directamente los papeles infe- renciales de premisa o de conclusién), las adscripciones de actitudes proposicionales y la dimensién representadora del uso de los conceptos, y la naturaleza de la objetividad concep- tual. Aunque lo que se pretende es que la discusién sea auténo- mamente inteligible —en cada capitulo, asi como en su conjun- to—, quizds sea Util situar el proyecto en el contexto mas 2 Robert B. Brandom amplio de las cuestiones tedricas, las posibilidades y los enfo- ques de los que surge. El tema general es la naturaleza de lo conceptual como tal. Dicha eleccién implica ya ciertos puntos significativos de aten- cién: en la filosofia de la mente, en la conciencia, en el sentido de ser sabedor (sapience) antes que en el mero sentir (sentience); en la semantica, especificamente en el contenido conceptual, en detrimento del interés por otras clases de contenidos; en la pragmatica, destacando las practicas discursivas (esto es, el uso de los conceptos) contra el trasfondo de otros tipos diferentes de destrezas. El objetivo es centrarse en lo conceptual con el fin de elaborar una nocién relativamente clara de esa clase de conciencia de algo que consiste en aplicarle un concepto de for- ma paradigmitica al decir 0 pensar algo de ello. Abordar esta cuestion requiere una serie de elecciones en la estrategia explicativa fundamental. Es preciso explicitar los compromisos resultantes porque dan forma a cualquier enfo- que sobre lo conceptual de una forma muy importante. La ex- presion de ese trasfondo de compromisos orientadores permite situar nuestra concepcién dentro de un espacio filoséfico con diferentes alternativas. Los aspectos de una explicacién que, de otro modo, expresarian supuestos practicamente invisibles (en cuanto implicitos) parecen orientar decisiones que estan sujetas a determinadas clases de cuestionamiento y que exigen una justificacién. Los principales ejes que articulan la region habitada por la linea de pensamiento que aqui seguimos se pueden presentar como una serie de escuetas oposiciones bina- rias que, en su conjunto, hacen posible establecer un mapa del territorio circundante. ili Introduccién 3 1. ¢Integracién o diferenciacién de lo conceptual? Una bifurcacién del camino metodolégico se refiere a la priori- dad relativa que se adscriba a las continuidades y discontinuida- des entre las criaturas discursivas y no discursivas: las similitu- des y las diferencias entre los juicios y las acciones de quienes usan los conceptos, por una parte, y la asimilacién de informa- cién procedente del entorno y las intervenciones instrumenta- les de los organismos y artefactos que no utilizan conceptos, por otra. Nos podemos preguntar cuén tajante es esa distin- ci6n, es decir, en qué medida y de qué forma puede hacerse in- teligible la posibilidad de casos intermedios. Y, de forma mas o menos independiente de la respuesta a esta cuestiOn, es posible que los teéricos difieran acerca de empezar describiendo una especie (genus) comin y proceder a la elaboracién de las dife- rencias especificas (ya sean cualitativas o por una ordenacién cuantitativa establecida una clase especial de complejidad) 0, alternativamente, comenzar con una explicacién de qué es lo distintivo de lo conceptual y, sdlo después, situarlo en un mar- co més general que abarque los comportamientos de sistemas menos potentes. Por supuesto, empiece donde empiece, la his- toria tiene que dar cuenta tanto de la forma en que el uso de los conceptos se asemeja a los comportamientos de las criaturas no discursivas como del modo en que se distingue. Las teorfas que asimilan las actividades estructuradas conceptualmente a las actividades no conceptuales de las que surgen (en términos evolutivos, histéricos u ontogenéticos) corren el peligro de des- cuidar las diferencias. Las teorfas que adoptan la estrategia contraria, insistiendo desde el principio en lo que es distintivo o excepcional en lo conceptual, corren el riesgo de no hacer justicia a las similitudes genéricas. Las diferencias en el énfasis 4 Robert B. Brandom y en a ordenacion de la explicacién pueden expresar compro- misos te6ricos sustantivos. En este sentido, la historia que aqui se cuenta pertenece a la segunda clase: las discontinuidades entre lo conceptual y lo que no es conceptual, o es preconceptual, estén en primer plano. La discusi6n esta motivada por una preocupacién por lo que es especial 0 caracteristico de lo conceptual como tal. Estoy mds interesado en lo que separa a los usuarios de conceptos de los que no lo son que en lo que los une. Y esto distingue mi pro- yecto de otros muchos en la teoria sem4ntica contempordnea (por ejemplo, de los de Dretske, Fodor y Millikan), como tam- bién de los pragmatistas clasicos americanos y, quizds, del ulti- mo Wittgenstein. 2. ¢Platonismo conceptual o pragmatismo? Esta es otra cuestién metodolégica de caracter estratégico. Una consideracién de lo conceptual podria explicar el wso de los conceptos en términos de una comprensién previa del conteni- do conceptual. O podria seguir una estrategia explicativa alter- nativa, empezando por una historia sobre la practica 0 la activi- dad consistente en aplicar conceptos y construir, sobre esa base, una comprensi6n del contenido conceptual. Se puede lla- mar a la primera estrategia platénica y a la segunda pragmatista (en esta acepcién, una especie de funcionalismo). Una variedad de platonismo conceptual o semantico en este sentido identi caria el contenido que expresan tipicamente las oraciones de- clarativas, adscrito a las creencias, con conjuntos de mundos posibles o condiciones de verdad que se especifican de otro modo. En algtin momento ha de explicar entonces cémo la asociacién del contenido con las oraciones y las creencias con- iin Introduccién 5 tribuye al conocimiento que tenemos de que resulta apropiado utilizar oraciones para hacer afirmaciones y desplegar nuestras creencias en el razonamiento y en la orientacién de nuestra ac- cion. La direccién pragmatista de la explicacién, al contrario, trata de mostrar cémo el uso de las expresiones lingilisticas, o el papel funcional de los estados intencionales, les proporciona contenido conceptual. El punto de vista que se ofrece en estas paginas es una espe- cie de pragmatismo conceptual (una forma de funcionalismo en sentido amplio) de esta clase. Proporciona una explicacién de saber (0 creer, 0 decir) que algo es el caso en funcién de sa- ber cdmo (ser capaz de) hacer algo. Aborda los contenidos de las proposiciones 0 principios conceptualmente explicitos a partir de lo que esta iplicito en las practicas de la utilizaci6n de expresiones y dela adquisicién y despliegue de las creen- cias. «Asercién», «afirmacién», «juicio» y «creencia» son ex- presiones sistematicamente ambiguas, y no por pura coinci- dencia. La clase de pragmatismo aqui adoptado trata de explicar lo que se afirma apelando a rasgos de las afirmaciones, Jo que se asevera en términos de las aseveraciones, lo que se juz- ga en términos de los juicios y lo que se cree en términos de las creencias (de hecho, lo que se expresa en términos de sus ex- presiones); mas en general, el contenido en términos de la ac- ci6n, y no a la inversa. 3. éCudl es la ubicacion fundamental de la intencionalidad, la mente o el lenguaje? Los conceptos se aplican en el ambito del len gaaje mediante el uso ptiblico de oraciones y otras expresiones lingiiisticas. Se aplican en el ambito de la vente mediante la adopcién privada 6 Robert B. Brandom y la confianza racional en las creencias y en otros estados in= tencionales. La tradicién filosdfica, desde Descartes a Kant, dio por supuesto un orden mentalista en la explicacién, que dio preponderancia a la mente como el lugar primigenio y original del uso de los conceptos, relegando el lenguaje a un papel se- cundario, accesorio, meramente instrumental, el de comunicar alos demas unos pensamientos ya completamente formados en un espacio mental anterior, dentro del individuo. La historia subsiguiente se ha caracterizado por un creciente aprecio de la importancia del lenguaje para el pensamiento y, en gene- ral, para la actividad mental, y un cuestionamiento de la idea de que el lenguaje es un instrumento mas o menos conveniente para expresar pensamientos inteligibles que estan llenos de contenido, independientemente de la posibilidad de decir lo que uno esta pensando. El siglo xx ha sido el siglo del lengua- je en el pensamiento filoséfico, y ha acelerado lo que se pue- de considerar como una inversion en la ordenacién tradicional de las explicaciones. Asi, Dummett defiende una teoria lingiiis- tica de la intencionalidad: «Hasta ahora hemos propuesto la concepcidn de la asercién como la expresién de un acto inte- rior de juicio; pero el juicio es mas bien la interiorizaci6n de un acto externo de asercién» '. La afirmacién de Dummett es em- blematica de las concepciones (presentadas de formas diferen- tes por pensadores como Sellars y Geach) que conciben el uso del lenguaje como previo ¢ inteligible de forma auténoma y, por lo tanto, como capaz de proporcionar un modelo sobre cuya base se podrian comprender analdgicamente los actos mentales y sus concreciones: considerar el pensamiento como una especie de habla interior. Lo que hace esa concepcién es poner patas arriba la concepcion moderna clasica. Davidson afirma que, para ser alguien que tiene una creen- cia, se ha de ser un intérprete de los actos lingiifsticos de los Introduccién 7 demas, pero que «ni el lenguaje ni el pensamiento se pueden explicar mutuamente de forma completa sin que exista nin- guna prioridad conceptual. De hecho, los dos se encuentran ligados en el sentido de que se requieren mutuamente para comprenderse, pero el vinculo no es tan completo como para que sea una condicién suficiente para una explicacién mutua, incluso cuando se fortalece de forma razonable»*. Aunque Da- vidson comparte ciertas motivaciones importantes con la teo- ria, puramente lingitistica, de Dummett, estas dos concepcio- nes constituyen de hecho un ejemplo de las diferencias que separan posiciones en que se da preponderancia, a la hora de pensar sobre el uso de los conceptos, a la practica lingitistica. En contraste con Dummett, las afirmaciones de Davidson ilus- tran de forma paradigmatica una concepcién relacional de la significacién del lenguaje respecto a lo que es saber algo (sa- pience): admitir que el uso de los conceptos no es inteligible en un contexto que no incluya el uso del lenguaje, pero sin insistir en que no se puede dar sentido a las prdcticas lingiiisti apelar, al mismo tiempo, a estados intencionales tales como la creencia. La linea de pensamiento que se sigue aqui constituye en este sentido un enfoque lingiiistico relacional de qué es lo con- ceptual. El uso de los conceptos se trata como si fuera un asun- to esencialmente lingiifstico. Afirmar y creer son las dos caras de la misma moneda, pero no en el sentido de que es preciso afirmar cada creencia, 0 que cada afirmacién ha de expresar una creencia, sino en el sentido de que ni la actividad que con- siste en creer ni la que consiste en afirmar se pueden compren- der de forma mutuamente independiente, y que sus contenidos conceptuales son capaces de forma esencial, no puramente ac- cidental, de constituir contenidos tanto de afirmaciones como de creencias. En el contexto del compromiso adquirido con la | 8 Robert B. Brandom clase de relacién explicativa, anteriormente mencionada, entre las actividades y los contenidos, esta concepcidén aparece como una forma de pragmatismo lingiiistico que podria adoptar como eslogan el principio de Sellars de que captar un concepto es dominar el uso de un término. James y Dewey eran pragma- tistas en el sentido que he indicado, puesto que trataban de comprender el contenido conceptual en términos de las practi- cas de utilizacién de los conceptos. Pero, de acuerdo con su en- foque general asimilativo acerca del uso de los conceptos, no eran pragmatistas particularmente /ingéiisticos. El segundo | Wittgenstein, Quine, Sellars (como también Dummett y Da- vidson) son pragmatistas lingiiisticos cuya estrategia de llegar al significado de las expresiones mediante la consideracién de su uso constituye un contrapeso al enfoque platénico del signi- ficado, en tétminos de teoria de modelos, de Frege, Russell, Carnap y Tarski. 4. El género (genus) de la actividad conceptual: ¢fepresentacién 0 expresién? Aparte del asunto del /ocus primario de lo conceptual, tenemos Ja cuestién de cémo comprender el genus del cual constituye una especie. (Como ya he indicado, esta cuestién no es menos apremiante para las teorfas a las que preocupa, sobre todo, lo que es distintivo en la especie conceptual de ese género que para las que adoptan, en su proceder, la ordenacién asimila- dora). El concepto central de la semAntica y la epistemologia de la Ilustracién, al menos desde Descartes, era el de represen- tacién. Se comprendia la conciencia como representacién, bien bajo la forma de conciencia directa de los actos de representa- cién, bien bajo la forma de conciencia indirecta de lo que se re- hacia Introduccién 9 presenta a través de su representacién. Lo tipico era considerar especificamente las representaciones conceptuales como una clase de representaciones de las cuales, y por medio de las cua- les, somos conscientes. Esta idea directriz sigue estando activa en la actualidad, tras haber sobrevivido a trasformaciones sus- tanciales requeridas, por ejemplo, por las explicaciones natura- listas y, en sentido amplio, funcionalistas de la conciencia de, y mediante, las representaciones. El resultado es el acostumbra- do programa contemporéneo de investigacién, justificadamen- te dominante: establecer una concepcién general de la repre- sentaci6n, cuyas formas mas simples ya se hacen patentes en la actividad de las criaturas que no usan conceptos y, sobre esa base, elaborar formas cada vez mas complejas hasta que se al- cance algo que se pueda identificar especificamente como la representacién conceptual. Este paradigma representacionista’ de lo que constituye lo mental es lo suficientemente ubicuo como para que sea dificil pensar quizds en alternativas de perspectivas y alcance pareci- dos. Sin embargo, una notable tradicién contraria acude a la nocién de expresé6n, en vez de la de representacion, para desig- nar el género del que la actividad distintivamente conceptual se puede entender como una especie. A Ja imagen ilustrada de la mente como espejo, el romanticismo opuso la idea de la mente como linterna 4. En términos generales, la actividad cognitiva no era concebida como un puro reflejo pasivo, sino como una clase de revelacién activa. Al hacer hincapié en la importancia de la intervencién experimentadora y en el caracter creativo de Ja producci6n tedrica, se produjo una asimilacién de la activi- dad cientifica a la artistica, del hallazgo como una construccién restringida, una imagen del conocimiento de la naturaleza como la produccién de una segunda naturaleza (para utilizar la expresién de Leonardo da Vinci). 10 Robert B. Brandom La clase de expresivismo que Herder introdujo tiene su punto de partida en el proceso mediante el cual lo interno se convierte en externo cuando se expresa, mediante un gesto, un sentimiento%. Se nos invita luego a considerar casos mas complicados en los que las actitudes se expresan mediante ac- ciones, por ejemplo cuando un deseo o una intencién desem- boca en la correspondiente accién; o una creencia, en el habla. En la medida en que nos centremos en los casos més simples, un modelo expresivista no ofrecerfa aparentemente un camino particularmente prometedor a la hora de construir el género del que la actividad conceptual es una especie (aunque se po- dria decir lo mismo del modelo representacionista si se centra la atencién, por ejemplo, en la impresién de un sello en una ta- bla de cera). Pero un comentario apropiado sobre el modelo puede corregir, de alguna forma, esa impresién. En primer lugar, podriamos concebir que, en el proceso de la expresion, en los casos mds complejos e interesantes, no se trata de transformar lo que es interior en lo que es exterior, sino de hacer explicito lo que esta zmplicito. Esto se puede en- tender, en un sentido pragmatista, como convertir lo que, en principio, uno sdlo hace en algo que uno puede decir: codificar una cierta especie de saber cémo en una forma de saber qué. En segundo lugar, como se sugiere en esta caracterizacién de cierta forma pragmatista de expresivismo, en los casos que tienen més interés en el contexto actual, la nocién de explicitud sera conceptual. El proceso de explicitacién ha de ser el proceso de plicacién de conceptos: conceptualizar alguna cuestién deter- Iminada. En tercer lugar, no hemos de caer en la tentacién, que nos presenta la primigenia relacién expresiva entre el gesto y el sentimiento, de pensar que lo que se expresa y su expresién son individualmente inteligibles, de forma independiente de cualquier consideracién de la relacién entre ambas cosas. Al Lessseiiemaicoaninssnnctounencsett ati Introduccién lL menos en los casos mas interesantes, la especificacién de lo que esta implicito puede depender de la posibilidad de hacerlo ex- plicito. Y puede que lo explicito no sea especificable de forma independiente de la consideracién de lo que se hace explicito. En esta concepcién, lo que se expresa ha de comprenderse en términos de la posibilidad de expresarlo. Ese expresivismo re- lacional concebira que las actuaciones lingiifsticas y los estados intencionales que expresan son elementos esenciales en un conjunto que es inteligible sélo en términos de su relaci6n mu- tua. Por ejemplo, de acuerdo con esta concepcién, no habria que pensar que uno puede comprender lo que es creer o afir- mar sino mediante una abstracci6n a partir de su funcidn en el proceso de afirmar lo que uno cree (esto es, esta clase de expre- sivismo tiene como consecuencia una concepcién lingitistica relacional del mapa de lo conceptual). La comprensién, en términos de representaci6n, del género del cual lo conceptual es una especie constituye una invitacién aun orden platénico en la explicacion. Est claro que no resul- ta precisa, puesto que existe la posibilidad de explicaciones funcionales, psicolégicas o lingitisticas, del contenido de la re- presentacién. Con todo, el expresivismo casa particularmente bien con un orden pragmatista de la explicacién semantica, como ya se indicé con la formulaci6n de la relacién entre lo im- plicito y lo explicito en términos de la distincién entre saber cémo y saber qué. La explicacién que se ofrece en este trabajo es una especie de expresivismo conceptual, constitutivo, prag- matista, lingiifsticamente relacional. El compromiso de tratar de hacer que el expresivismo funcione como un marco dentro del cual se pueda comprender el uso de los conceptos y, por tanto, el contenido conceptual, distingue a este proyecto de la mayoria del resto del panorama contemporaneo. Porque un paradigma representacionista domina no sélo todo el espectro 12 Robert B. Brandom de la semantica trabajada en términos analiticos, desde la teorfa de modelos, a través de los mundos posibles, directamente contraficticos, y desde los enfoques informacionales hasta los teleosemanticos, sino también en el estructuralismo heredero de las grandes lineas de la semAntica de Saussure, e incluso en los tiltimos pensadores continentales, cuyo postestructuralis- mo sigue estando inmerso en el paradigma representacionista, que es incapaz de ver otras alternativas a la comprensién del significado en términos de los significantes que estan en lugar de otros significantes. Ni siquiera las formas contempordneas del pragmatismo, que estén explicitamente motivadas por el rechazo de las formas platonistas del paradigma de la represen- taci6n, se han apuntado a, ni han buscado, desarrollar una al- ternativa expresivista. 5. La discriminact6n de lo conceptual: ¢intensionalismo o inferencialismo? En esta introduccién no pretendo argumentar en favor de nin- guno de los compromisos metodolégicos que estoy exploran- do. Mi propésito es el de ofrecer un rapido vistazo al panorama contra cuyo trasfondo adquiere su forma caracteristica la con- cepcién que se presenta en el grueso de la obra (con una mayor amplitud y con mayores detalles en Making It Explicit), esto es, introducir y situar esos compromisos antes de comenzar a sus- cribir alguno de ellos. Desde el comienzo he dicho que estoy particularmente interesado en lo que distingue lo conceptual ‘de lo no conceptual. Esta es una cuestién que no ha atrafdo tanta atencién en los citculos filoséficos como creo que mere- ce. En la medida en que haya un acuerdo generalizado, creo que ha de ser que lo conceptual (0 lo intencional) se distingue Introduccién B por una clase especial de zwtensionalidad: la sustitucién mutua de expresiones correferenciales 0 coextensionales no preserva el contenido de las adscripciones de los estados intencionales, paradigmaticamente en el caso de actitudes proposicionales como el pensamiento o la creencia. (Este es un hecho relativa- mente independiente de cémo se interpreta ese contenido, ya sea en los términos representacionistas de condiciones de ver- dad 0 de proposiciones como conjuntos de mundos posibles, o como roles funcionales de cierta clase, en términos de teoria de la informacién, de condiciones de afirmabilidad y demas.) Aqui seguimos una concepcién diferente. La idea principal que anima y orienta este empeiio es que lo que distingue especificamente las practicas discursivas de las ac- ciones de las criaturas que no usan conceptos es su articulacién inferencial. Hablar de los conceptos es hablar de funciones en el razonamiento. Los primeros expresivistas romanticos (como los pragmatistas, tanto clasicos como contempordneos) eran asiri- lacionistas en cuanto a lo conceptual. Mi forma de enfocar la concepcién expresivista es excepcionalista, destacando las dife- rencias caracteristicas de lo conceptual mismo. Es un racionalis- mo pragmatista, al asignar un lugar destacado a practicas como dar o pedir razones, comprenderlas como casos que confieren contenidos conceptuales a las actuaciones, a las expresiones y a los estados plausiblemente insertos en esas practicas. En este sentido, se distingue de las concepciones de otros teéricos pro- minentes, que son pragmatistas puesto que suscriben teorias del significado como uso tales como las de Dewey, Heidegger, Witt- genstein, Dummett y Quine. Y es un expresivismo racionalista( en la medida en que concibe que expresar algo, hacerlo explicito, es ponerlo en una forma tal que, al mismo tiempo, sirve como, y ( requiere, razones: una forma en que puede funcionar como pre- misa o como conclusion en las inferencias. Decir 0 pensar que las 14 Robert B. Brandom cosas son de tal o cual modo consiste en asumir una clase parti- cular de compromiso que est articulado de forma inferencial, proponerlo como premisa adecuada para otras inferencias, esto es, autorizar su uso como premisa y asumir una responsabilidad como acreedor de ese compromiso, como vindicador de esa au- | toridad, en las circunstancias precisas; en general, mostrandola como la conclusién de una inferencia a partir de otros compro- misos para los que se esta, o se puede estar, justificado. La capta- cign_del concepto que se aplica en tal explicitacién consiste en dominar su uso inferencial: conocer (en el sentido practico de_ «ser capaz de distinguir», una forma de saber cémo hacer) en qué mas se comprometeria uno al aplicar el concepto, qué le ha- bilitarfa para hacerlo y qué cancelarfa tal justificacién. Lo que se puede considerar como el principio pragmdtico fundamental de regejes que, al realizar una afirmacién, uno se compromete con su verdad. La forma habitual de sacarle j jugo a este principio es la platénica: se supone que una cierta com- prension det concepto de verdad se deriv \ de la teoria semanti- cay, sobre la base de esa conexin, se elabora una explicacién de la fuerza pragmatica del acto de habla que consiste en afir- mar. Pero se puede explotar este principio en mas de una for- ma, y el pragmatismo lingiifstico le da la vuelta al orden platé- nico Ein caplicacion, Al comenass con una smplicecion de lo qué se hace cuando se realiza una afirmaci6n, trata de construir a partir de ello una explicacién de lo que se dice, el contenido o la SraposTciGn, con lo que uno se compromere mediante exe acto de habla —algo que se puede pensar en términos de con- diciones de verdad. Lo que se puede concebir como el principio serdntico fun- damental de Frege es que una buena inferencia nunca conduce de una afirmacién (afirmable) verdadera a otra que no es ver- dadera. Igualmente, esto se puede utilizar en cualquiera de los Introduccién, b dos érdenes reductivos de interaccién®. La forma habitual con- | siste en suponer que uno tiene una comprensién previa de la nocién de verdad y utilizarla para explicar en qué consiste una buena inferencia. EI pragmatismo inferencialista o racionalista ] invierte también ese orden en la explicacién. Comienza con una ‘distincién practica entre las inferencias buenas y malas, entendi- | da como una distincién entre acciones apropiadas e inapropiadas, y procede luego a comprender lo que se dice sobre la verdad como algo que se preserva mediante los movimientos adecuados. 6. ¢Explicaciones semédnticas ascendentes o descendentes? Seguin esa linea inferencialista de razonamiento, la forma fun- damental de lo conceptual es proposicional, y el nticleo del uso, de los conceptos consiste en aplicar los conceptos a afirma- ciones, creencias y pensamientos con contenido proposicional. Sostiene que tener contenido proposicional consiste en ser ca- paz de desempefiar las funciones inferenciales basicas en las in- ferencias, sea como premisa o como conclusién. De acuerdo con esto, delimitar el reino de lo conceptual apelando a la infe- rencia entrafia adentrarse de forma decidida en un lado de otra divisién metodolégica abstracta. Porque implica tratar la clase de contenido conceptual que se expresa en oraciones declarati- vas completas como previo, en el orden de la explicacion, a la clase de contenido conceptual que se expresa con expresiones suboracionales como los términos singulares y los predicados La légica tradicional de términos procedia desde abajo, ofre- ciendo en primer lugar explicaciones de los conceptos asocia- dos con los términos singulares y generales (de una forma re- presentadora nominalista: en funcién de lo que nombran o de lo que sustituyen), luego de los juicios construidos relacionan- 16 Robert B. Brandom do esos términos y, finalmente, de las propiedades de las infe- rencias que relacionan esos juicios. Este orden de explicacién es atin el tipico en los enfoques representacionistas contempo- raneos de la semantica (sobre todo en los tarskianos, que se basan en la teorfa de modelos). No obstante, existen teorias se- ménticas representacionistas platénicas que comienzan asig- nando interpretadores semanticos (por ejemplo, conjuntos de mundos posibles) a las oraciones declarativas. Las teorias se- méanticas pragmatistas adoptan de forma tipicd una. una eStrategia descendente, porque co! comiénzan con el uso de los concept Jo que uno hace con los concéptos es aplicatlos en en el juicio y en ~ [aaccén. Asi, ant considera el juicio como la unidad minima de Ta experiencia (y, por tanto, de la conciencia en su sentido discursivo) porque es el primer elemento en la jerarquia légica tradicional del que uno puede responsabilizarse. (Nombrar no _. es una acci6n por la que a uno le pidan cuentas de nada). Frege comienz: conceptuales judicativos p porque ¢a esa ~Wittgenstein.ct en m elusorle lleva a adar » dar preponderancia 2 a las ora- ciones es, como elementos del le lenguaje cuya ptoferencia puede constituir una jugada en un juego y dé Tenguaje. ¢ Considero que yéstas son eff €SEi facia las tres formas de éstablecer el mismo pun- {to pragmatista de la prioridad de lo proposicional. Una vez ‘mas, la conexién entre el proposicionalismo y el pragmatismo, en el sentido amplio de enfocar el significado a partir del uso, no es limitador, puesto que una versién funcionalista de esta concepcién podria dar preponderancia a los contenidos aso- ciados a las expresiones suboracionales. No obstante, el infe- rencialismo es una doctrina esencialmente proposicional. A este respecto, el inferencialismo y el expresivismo enca- jan de forma clara. Porque el paradigma de la expresién es de- cir algo. Y lo que puede desempefiar la funcién de premisa 01” Introduccién 17 conclusién de una inferencia es que se diga algo, en el sentido] de que se haga una afirmaci6n. El exptesivismo, como el infe- rencialismo, dirige nuestra atencidn ante todo a los contenidos conceptuales proposicionales. Pero es preciso contar otra histo- ria complementaria sobre la descomposicién de esos conteni- dos en la clase de contenidos conceptuales que se expresan (de una forma derivada) mediante expresiones suboracionales, como los términos singulares y los predicados. (Y sobre su pos- terior recomposicién para producir nuevos contenidos. Esa historia se presenta en el Capitulo 4). Por el contrario, el repre- sentacionismo est4 motivado por un paradigma nominativo: Ta relacién del nombre con su portador. En una de las formas ha- bituales de argumentar en esta linea de explicacién, se tiene que introducir, pues, una categoria ontoldgica especial de esta- dos de cosas, concebidos como lo representado por las oracio- ¢ nes declarativas, en una forma similar a como los términos sin- gulares representan los objetos. El racionalismo expresivista concibe lo explicito (lo que se dice en el sentido de lo que se puede afirmar, la forma que algo tiene que tener para que cuente como algo que se ha expresa- do) en términos de su funcién inferencial. Considerado junto con el pragmatismo lingiiistico, tal concepcién implica que las practicas de dar y pedir razones ocupan un papel preponde- rante, de hecho definitorio, con respecto a la practica lingiiisti- ca en general. Lo que hace a algo una practica especificamente lingiiistica (y, en consecuencia, de acuerdo con esta concep- cidn, discursiva) es que adscribe a algunas actuaciones la fuer- za o significacién de afirmaciones, de compromisos con conte- nido proposicional, que pueden utilizarse como razones 0 requerizlas. Las practicas que no entrafian razonamicntos no son ling: as ni (por ello mismo) discursivas. Asf el Sprachspiel de los «bloques» que Wittgenstein introduce en los prime- 18 Robert B. Brandom ros paragrafos de las Investigaciones filosdficas no contaria, de acuerdo con este criterio, como un auténtico Sprachspiel. Se tra- ta de una practica vocal que no es todavia una practica verbal. A diferencia de Wittgenstein, la identificacion inferencial de lo conceptual afirma que el lenguaje (la practica discursiva) tiene un centro; no es un marasmo. Las practicas inferenciales de pro- ducir y consumir razones estan situadas en el medio de la regién de las practicas lingiiisticas. Las practicas lingiiisticas periféricas utilizan y dependen de los contenidos conceptuales construidos mediante el juego de dar y pedir razones, son parasitarias de él. Hacer afirmaciones, ser capaz de justificarlas y utilizarlas para justificar otras afirmaciones y acciones, no sélo estd entre los . conjuntos de las cosas que uno puede hacer con el lenguaje. No estén a la par con otros «juegos» a los que uno puede jugar. Ante todo, son los que hacen posible el habla y, por tanto, el pensamiento: en general, saber algo. Por supuesto, hacemos montones de otras cosas como usuarios de conceptos, aparte de aplicar los conceptos en el juicio y en la acci6n, y justificar esas aplicaciones. Pero, de acuerdo con este > racionalismo § se- méntico (al contrario de la concepcién indiscriminadamente mantice igualitaria que presentan los teéricos contemporéneos neorro- mAanticos como Derrida), estas actividades complejas, poste- riormente lingiiisticas y, mas generalmente, discursivas son, en principio, intéligibles sdlo contra el uaslondo de las practicas ‘pucleares dela lainferencia yla asercit n. 7. ¢Atomismo x holismo? La cuestién del holismo semantico frente al atomeismo semanti- co esté estrechamente relacionada con la de las explicaciones ascendentes o descendentes. La tradicién de la semantica for- Introduccién 19 mal ha sido resueltamente atomista, en el sentido de que se considera que la asignacién de un interpretador semantico a un elemento (por ejemplo, un nombre propio) es algo inteligible independientemente de la asignacién de interpretadores se- ménticos a cualesquiera otros elementos (por ejemplo, los pre- dicados u otros nombres propios). No es necesario saber nada acerca de lo que otros puntos representan, ni qué representan las lineas onduladas azules, para comprender que un determi- nado punto en un mapa esta en lugar de Cleveland. La tarea de la semAntica formal es la tarea ascendente de explicar cémo las ubicaciones semAnticas relevantes se pueden asignar sistemati- camente a expresiones complejas, teniendo en cuenta que ya se han asignado a expresiones simples. El atomismo afiade que las asignaciones a las expresiones simples se pueden hacer de una en una. Por el contrario, la sem4ntica inferencialista es absolu- tamente holista. En una concepci6n inferencialista del conteni- do conceptual, no se puede tener zingsin concepto a menos que se tengan muchos. Porque el contenido de cada concepto esta articulado por sus relaciones inferenciales con ofros con- ceptos. Por tanto, los conceptos han de aparecer en bloques (aunque de ello no se sigue que han de venir en un solo bloque inmenso). El holismo conceptual no es un compromiso que uno pueda verse motivado a mantener de forma independiente de las consideraciones que conducen a una concepcién infe- rencial de lo conceptual. Mas bien es una consecuencia directa de tal concepcién. 8. ¢Expresivismo tradicional o racionalista? EI nticleo de cualquier teoria expresivista es, por supuesto, la explicacién que ofrece de lo que es expresar. Lo que se expresa 20 Robert B. Brandom viene en dos formas, la implicita (s6lo potencialmente expresa- ble) y la explicita (lo realmente expresado). Hablar de expre- sién equivale a hablar sobre un proceso de transformacién de lo que, en virtud de su funcién en ese proceso, se hace patente como un contenido que aparece de dos formas, como implicito y, luego, como explicito. Como antes he indicado, el expresivis- mo roméntico tradicional consideré como paradigma algo asi como la relacién entre un sertimiento interior que expresa un gesto exterior. El expresivismo racionalista que esta tras la pre- sente concepcién es muy diferente. Allf donde, como en este caso, la explicitud se identifica con una articulaci6n conceptual especifica, expresar algo consiste en conceptualizarlo: ponerlo len una forma conceptual, Al comienzo dije que el objetivo que se persigue es una explicacién clara de lo que es la conciencia cognoscente, en el sentido de que ser consciente de algo es co- locarlo bajo un concepto. En la concepcidén que aqui se pre- senta, este acto es equivalente a hacer una afirmaci6n o un juicio acerca de aquello de lo que uno es consciente (en virtud de ello), formar sobre ello una creencia, en general, conside- rarlo de tal forma que sirva y requiera razones, hacerlo inferen- cialmente significativo. La imagen de conceptualizar lo no con- ceptualizado es un foco habitual de interés filosdfico, y ha dado lugar a una conocida panoplia de patologias filoséficas. El camino del expresivismo racionalista que aqui se sigue se distingue por la estrategia particular que emplea para com- prender la relacién entre lo meramente implicito y lo concep- tualmente explicito. Esta estrategia depende de una pléyade de ideas inferencia- listas relacionadas entre si. La idea principal y mas fundamen- tal, que ya he mencionado antes, es una cierta forma de pensar acerca de la explicitud conceptual. Ser explicito en ese sentido conceptual consiste en desempefiar una funcién inferencial es- tla Introduccién 21 pecifica. En el caso mas basico, es poseer contenido proposicio- nal en el sentido de resultar apropiado para servir de premisa 0 de conclusién en las inferencias. De acuerdo con la concepcién lingiifstica relacional, ser pensable 0 crefble consiste, en este sentido, en ser afirmable. La forma basica de explotar la estra- tegia explicativa pragmatista es concebir el decir (pensar, creer...) que tal y cual (esto es, adoptar una actitud con conteni- do proposicional) en términos de una clase distintiva de saber cémo o ser capaz de hacer algo. El inferencialismo aisla la clase relevante de acciones por su articulacién inferencial. Los con-| tenidos proposicionales (en general, conceptuales) se ponen a disposicién de los que participan en las practicas lingiiisticas, cuya médula consiste en establecer conclusiones y ofrecer justi- ficaciones. Responder sdlo de una forma diferenciada y de modo consistente a las cosas que’ son rojas no es todavia ser consciente de ellas como rojas. La discriminacién basada en la producci6n de respuestas reiteradas (como puede hacer una mAquina o una paloma) categoriza los estimulos provocadores y, en ese sentido, los clasifica. Pero atin no es una clasificacién conceptual y, en consecuencia, no entrafia la consciencia en el sentido que aquf se investiga. Si, en vez de ensefiar a una palo- ma a presionar un botén en lugar de otro con la estimulacién sensorial apropiada, ensefiamos a un loro a producir un sonido en lugar de otro, sélo obtenemos lo vocal, sin que todavia sea lo verbal. Como siguiente paso, podriamos imaginar una practica normativa de acuerdo con la cual se respondiera de forma ade- cuada a las cosas rojas haciendo un determinado ruido. AGn no seria un asunto conceptual. Lo que se encuentra implicito en esa clase de actuacién practica se hace explicito en la splcaion| del concepto rojo, cuando esa habilidad 0 capacidad de res- puesta se sittia en un contexto mas amplio que incluye el tra- tamiento de las respuestas como inferencialmente significati- 22 Robert B. Brandom vas: como proveedoras de razones para realizar otros movi- mientos en el juego de lenguaje y como requeridoras ellas mis- mas de razones que se podrian proporcionar haciendo otros movimientos. La primera ventaja que se atribuye este pragma- tismo racionalista, frente a otros expresivismos previos, consis- te en esta nocién inferencial relativamente clara de explicitud conceptual. El pragmatismo sobre lo conceptual trata de comprender lo que es concretamente decir o pensar que algo es el caso en funcién de lo que uno, implicitamente, tiene que saber cdo (ser capaz de) hacer, La esencia del pragmatismo racionalista o inferencialista sobre lo conceptual es que la clase relevante de accién es una constelacion de aserciones e inferencias, de afir- maciones y razones y justificaciones de ellas. Pero, una vez que se ha establecido esa nocién inferencial de explicitud (de con- tenido proposicional o, en general, conceptual), podemos ape- lar a esa nocién de expresién (de lo explicito) para comprender los diferentes sentidos en lo que algo (lo implicito) puede ser expresado. En realidad, la concepcién inferencialista funciona con varias nociones de implicitud. La primera es la de lo que se hace explicito mediante una afirmacién o se hace explicito con ella: una proposicién, un hecho posible, lo que se dice (lo que se puede decir), se piensa o se cree. Pero, en otro sentido, po- demos hablar de lo que atin sigue siendo implicito en una afir- maci6n explicita, esto es, de sus consecuencias inferenciales. Porque, en el contexto de una constelacién de practicas infe- renciales, respaldar 0 comprometerse con una proposicién (afirmable) consiste en respaldar o comprometerse con otras que se siguen de ella. El dominio de estas conexiones inferen- \{ciales es el tinico trasfondo implicito contra el que resulta inte- | liaise una afirmacién explicita. En realidad, extraer inferen- cias de lo que se dice explicitamente (algo que puede ser dicho, =z Introduccién 23 pensado y demés) consiste en explorar las relaciones inferen- ciales que articulan su contenido. Puesto que, al decir que las cosas son de tal y cual modo, por ejemplo que el vestido es rojo, no se esta diciendo (haciendo explicito) que tiene color y ocupa un espacio; esas consecuencias sdlo cuentan como im- plicitas. Ya que articulan el contenido de la afirmacién inicial, al menos estan implicitas en ella. Una vez mas, «implicito» tiene un sentido inferencial relativamente claro, pero distinto del sen- tido en que el hecho de que el vestido sea rojo (al cual se puede responder discriminadoramente de forma fiable) se hace expli- cito en Ja afirmacién. En diferentes sentidos, pero relacionados entre si, una afirmaci6n explicita tiene como implicito lo si- guiente: 1) condiciones de adecuacion que rigen los movimientos inferenciales desde y hacia compromisos con el conte- nido que se afirma en cuestién; 2) las otras afirmaciones que son consecuencias inferen- ciales de la primera, de acuerdo con las condiciones de adecuacién practicas mencionadas en (1); y 3) el contenido conceptual de la afirmacion, que se articu- la mediante las inferencias en (1). Estas nociones de implicitud son el resultado directo del modelo inferencial basico de la explicitud. 9. ¢Es epistemoldgica o expresiva la tarea semdntica de la légica? Una forma habitual de concebir la légica es la de que nos pro- porciona un acceso epistémico especial a una clase de verdad. 24 Robert B. Brandom La légica sirve para establecer la verdad de ciertas clases de afirmaciones, probdndolas. Pero la légica se puede concebir también en términos expresivos como un conjunto especial de instrumentos para decir algo que, de otra forma, no podria ha- cerse explicito. El que esto se vea asi depende de un paso adi- cional: aplicar el modelo original de la explicitud a las conse- cuencias inferenciales que estan implicitas (en el sentido que se ha considerado) en cualquier afirmacién explicita. De acuerdo con la concepci6n inferencialista del uso de los conceptos, al hacer una afirmacién se esta respaldando implicitamente un [ conjunto de inferencias que articulan su contenido conceptual. El hecho de respaldar implicitamente esas inferencias es una clase de accién. Comprender el contenido conceptual con el que uno est4 comprometido es una especie de sabiduria practi- (cas un elemento de saber cémo que consiste en ser capaz de discriminar qué se sigue y qué no se sigue de la afirmacidn, qué valdria como evidencia en contra y qué no, etc. Explicitar ese conocimiento practico, las inferencias que uno esté respaldan- do implicitamente, consiste en ponerlo bajo la forma de una afirmacién de que las cosas son de tal o cual modo. En este caso, el vocabulario /égico basico proporciona un recurso ex- presivo central para hacerlo, Al aplicar el concepto ledn a Leo, me comprometo implicitamente a aplicarle el concepto mami- fero. Si mi lenguaje es lo suficientemente rico como para conte- ner condicionales, puedo decir que, si Leo es un leén, entonces Leo es un mamifero. (Y si el lenguaje es lo suficientemente rico, en cuanto a su expresividad, como para incluir operado- res de cuantificacién, puedo decir que, si algo es un leén, en- tonces es un mamifero). Que Cleo sea un cefalépodo es una buena (de hecho, decisiva) evidencia de que no es un leén. Si mi lenguaje es lo suficientemente rico en cuanto a su expresivi- dad como para contener la negacién, puedo convertir en expli- i ud a aaa Tntroduccién 25 cito ese componente inferencial implicito que articula el conte- nido del concepto de edn diciendo que, si Cleo es un cefalépo- do, entonces o es un mamifero. Diciendo cosas como éstas, usando el vocabulario /égico, puedo hacer explicit i renciales que arti- culan el contenido de los conceptos que aplico al hacer afirma- ciones explicitas corrientes. En este caso, el modelo original proposicional e inferencial de la conciencia (en el sentido de ser sabedor) se aplica en un nivel superior. En una primera aplicacién, tenemos una explicacién de la consciencia, por ejem- plo, de que Leo es un leén. En una segunda aplicacién, tene- mos una explicacién de la autoconsciencia seméntica. Porque de este modo comenzamos a decir qué estamos haciendo al de- cirque Leo es un le6n. Por ejemplo, hacemos explicito (en for- ma de un contenido proposicional, y por tanto afirmable) que nos comprometemos con que es un mamifero al decir gue, si algo es un ledn, entonces es un mamifero. En el Capitulo 1 de este libro se introduce una explicacién de este tipo de funcién expresiva caracteristica del vocabulario légico. Se aplica y se amplia en los capitulos siguientes para incluir expresiones tan complejas como las del vocabulario normativo (en el Capitu- lo 2) y tropos intencionales como los de algunos usos de «de» y «sobre» (en el Capitulo 5), que generalmente no se ponen en el mismo cajén de los condicionales y la negacidn. En este senti- do, el inferencialismo sobre el contenido conceptual posibilita una nueva clase de expresivismo en l6gica. Al aplicar el modelo inferencial de la explicitud, y por tanto de la expresién, al fun- cionamiento del vocabulario légico, se habilita un fundamento probatorio para el modelo, que posibilita su elaboracién a unos niveles de claridad y de exactitud que han sido inusuales (como minimo) dentro de la tradicién expresivista. En los Ca- pitulos 4 y 5 se exploran dos dimensiones con un rendimiento 26 Robert B. Brandom filoséfico que se sigue de este hecho, capitulos que, respectiva- mente, presentan una explicacién expresiva de la naturaleza y la deduccién de la necesidad del uso de términos singulares (y de predicados), y una explicacién de la funcién expresiva ca- racteristica del vocabulario representador y explicitamente in- tencional. Las afirmaciones condicionales y, en general, las afirmacio- nes que se forman usando el vocabulario légico, entre las cua- les el condicional es paradigmatico para el inferencialista, ex- presan una especie de autoconciencia seméntica, porque hacen explicitas las relaciones inferenciales, las consecuencias y los contenidos de los conceptos y las afirmaciones no légicas co- rrientes. Es posible utilizar el modelo de Ia explicitacién légica (parcial) de los contenidos conceptuales no Iégicos para ilumi- nar algunos aspectos de las afirmaciones explicitas corrientes y no légicas. Por ejemplo, el contenido conceptual de un con- cepto como rojo tiene como elemento crucial sus circunstan- cias 70 inferenciales de aplicaci6n apropiada (a las que, recuér- dese, se apela en la nocién inferencial amplia de contenido, ya que, al aplicar el concepto, se respalda implicitamente la correccién de la inferencia que va desde las circunstancias con- ceptuales de un aplicacion correcta a las consecuencias de la aplicacién, independientemente de si esas circunstancias se en- cuentran ellas mismas especificadas en términos inferenciales estrictos). Asi pues, una parte de la habilidad practica que constituye el trasfondo implicito de saber cémo, el nico con- tra el que una teoria semantica ampliamente inferencialista puede explicar la practica de afirmar explicitamente que algo es rojo, es la capacidad no inferencial de responder de forma correcta y discriminadora a las cosas rojas. En el Capitulo 3 se discute cémo se puede explicitar, en sentido légico, esa parte del trasfondo implicito de la aplicacién explicita de conceptos ial Introduccién. 27 de cosas observables, trazando primero la inferencia de fiabili- dad correspondiente y, luego, codificando esa inferencia me- diante un condicional. En términos inferencialistas, la inferen- cia de fiabilidad conceptualiza la capacidad, en principio no conceptual, de responder de forma discriminada a las cosas ro- jas. Bajo esta guisa inferencial, el aspecto del contenido del concepto rojo que sigue estando implicito (en otro sentido), in- cluso cuando se presenta bajo la forma de una inferencia de fia- bilidad, se puede explicitar utilizando un condicional, del mis- mo modo que en el caso de cualquier otro aspecto que esté articulado inferencialmente. Este desarrollo de la relacin de expresién entre lo que esta explicito y lo que esta implicito se rige por la idea fundamental de demarcacion de lo conceptual en términos de su articula- cién especificamente inferencial, En un primer momento, la idea proporciona una comprensién del resultado final de hacer algo explicito como algo afirmable (juzgable, pensable, cref- ble), esto es, un contenido proposicional, de la clase expresada mediante el uso de oraciones declarativas basicas. En un se- gundo momento, la misma idea inferencialista conduce a un modelo expresivista de la funcién conceptual que es distintivo del vocabulario légico, que sitve para explicitar, bajo la forma de afirmables (paradigmaticamente, mediante condicionales), las relaciones inferenciales que articulan implicitamente los contenidos de los conceptos corrientes no Iégicos que usamos al hacer explicitas cosas en el sentido especificado en el primer momento. En un tercer momento, la nocién de relacién expre- siva entre lo que esta explicito y lo que esta implicito, que se desarrollé en el segundo momento, en conexidn con-el uso de conceptos caracteristicamente légicos, se aplica para iluminar aun més la relacién entre lo que estd explicito de acuerdo con el primer momento y con lo que se hace explicito. El resultado es 28 Robert B, Brandom una explicacién que tiene una estructura de corte hegeliano: una explicacién expresivista, racionalista, de (una clase de) consciencia (esto es, conciencia sabedora) proporciona la base de la explicacién correspondiente de (una clase de) autocons- ciencia (esto es, la autoconsciencia semantica 0 conceptual), a Ja que entonces se apela para dar profundidad a la historia ori- ginal, mediante un modelo para la comprensién de la clase de consciencia con la que comenzé la explicacién. I. EL CONTEXTO HISTORICO: RACIONALISMO, PRAGMATISMO Y EXPRESIVISMO En el mismo centro de esta concepcién se encuentra su racio- nalismo: el lugar preeminente que da a la articulacién especifi- camente inferencial, al desempefio de un papel en las practicas de dar y pedir razones. Proporciona la respuesta que se ofrece a la cuestién de cémo establecer la demarcacién del ambito es- pecifico de lo conceptual. Se identifica la practica especifica- mente lingiiistica (y se reconoce como discursiva) mediante su incorporacién a las prdcticas de la inferencia y la aserci6n: atri- buyendo y asumiendo compromisos sobre la correccion de rea- lizar ciertas jugadas y ocupar ciertas posiciones cuyos conteni- dos quedan determinados por su lugar en esas practicas. El pragmatismo racionalista resultante es apreciablemente dife- rente en esto del de otros pragmatistas semanticos como De- \wey, Heidegger, Wittgenstein, Quine y Rorty. Y, una vez més, el exprestvismo ractonalista disfruta de recursos y ventajas con- ceptuales importantes de los que carece el expresivismo ro- méantico tradicional. Esta version del expresivismo ofrece un marco en el que es posible realizar un trabajo semAntico deta- | Introduccién 29 Ilado (el argumento que se presenta en el Capitulo 4 es em- blematico). Y ese mismo marco posibilita un enfoque expresi- vista de la /égéca que proporciona nuevas perspectivas poten- cialmente importantes, por ejemplo, sobre la funcidn expresiva caracteristica del vocabulario normativo (discutida en el Capi- tulo 2), y la funcién expresiva caracteristica del vocabulario in- tencional o explicitamente representador (discutida en el Capi- tulo 5). El empirismo ha sido el credo y el principio organizador de la filosofia en el mundo anglosajén por lo menos desde los tiempos de Locke. Su forma caracteristica en el siglo xx, desa- rrollada por Russell, Carnap y Quine, afiade, a la clasica insis- tencia en la experiencia como origen del conocimiento, el énfa- sis en el papel cognitivo crucial que desempeifian el lenguaje y la /égica. Un objetivo central de este libro es presentar una for- ma de pensar sobre estos temas y, por tanto, sobre el significa- do, la mente y el conocimiento, que se mueve al margen del contexto de los compromisos empiristas que han conformado las discusiones dentro de esta tradici6n. Al dar la espalda al empirismo, no pretendo negar que la consideracién de las practicas perceptivas haya de desempefiar un papel crucial en nuestra semAntica y epistemologia. Lo que podriamos denominar empirismo tdépico se limita a las observa- ciones de que, sin experiencia perceptiva, no podemos alcan- zat ningtin conocimiento de cuestiones de hecho y, més aun, que el contenido conceptual es ininteligible sin su relaci6n con la experiencia perceptiva’. No son afirmaciones problemati- cas. (De hecho, creo que es muy dificil encontrar a algun filéso- fo que las haya puesto en cuestién alguna vez, incluyendo los candidatos mas notorios. Pero no trataré ahora de justificar esa afirmacién). Los compromisos tedricos y explicativos de los empirismos filosdficamente sustantivos van mas alla de estos 30 Robert B, Brandom simples topicos. Mi objetivo principal es la teorfa semantica que creo que subyace a las concepciones empiristas sobre el significado, la mente, el conocimiento y la accién. El empi mo es una corriente de pensamiento muy amplia y polifacética, con demasiados remolinos, bajfos y canales apartados como para que se la pueda confinar en las orillas definidas de las con- diciones necesarias y suficientes. No obstante, su direccién general esta determinada por el compromiso con la fundamen- tacion del razonamiento teérico y practico, y el uso de los con- ceptos en la ocurrencia de episodios con los que tenemos un contacto inmediato: experiencias sensoriales por parte cogniti- va, y preferencias o motivaciones percibidas, desde el punto de vista de la accion. En las maneras en que me parece mas objeta- ble, se concibe la posesién de esas experiencias como si no exi- giera el ejercicio de capacidades especificamente conceptuales. Se concibe mas bien como una capacidad preconceptual que se puede compartir con los mamiferos que no usan conceptos. De acuerdo con esto, sus resultados se conciben como capaces de explicar en qué consiste el uso de los conceptos y como pro- veedores de los materiales sin pulir sobre los que trabajan las actividades conceptuales. (Las estrategias abstraccionistas 0 asociacionistas tradicionales no son sino formas particulares de elaborar esta linea de pensamiento; son posibles otras muchas). La filosofia empirista clasica de la mente considera las ex- periencias perceptivas inmediatas como el paradigma de la conciencia o de la consciencia. La epistemologia empirista cla- sica toma esas mismas experiencias como el paradigma de co- nocimiento empirico, en las que sittia la garantia y la autoridad sobre todo lo demas. A medida que se ha desarrollado esa tra- dicidn, se ha hecho cada vez mas evidente que ambas se basan en una imagen semantica mas o menos explicita, de acuerdo con la cual se ha de comprender ante todo el contenido de la Tntroduccién 31 experiencia, la conciencia y el conocimiento como represen- tacién: como una cuestién de lo que queda representado (0 pretende serlo) mediante ciertos estados 0 episodios represen- tadores. En guisa contemporanea, esta nocién de contenido re- presentador se elucida en muchas ocasiones en términos de qué objetos, acontecimientos o estados de cosas causaron en realidad la representaci6n, o cudles causarian de forma fiable representaciones de esa clase bajo diferentes condiciones. Se concibe que esta forma de pensar sobre el contenido del cono- cimiento empirico, empezando por la experiencia perceptiva, se completa de forma natural mediante una filosofia del len- guaje que se centra en la referencia, la denotacién y la exten- sién, siguiendo el modelo de la semantica extensional de la teo- ria de modelos para el lenguaje de la légica de predicados de primer orden. El empirismo trata de comprender el contenido de los con- ceptos en funcidn del origen de las creencias empiricas en la experiencia con la que nos encontramos, y del origen de las in- tenciones practicas en los deseos 0 las preferencias que, en los casos mas basicos, nos ocurren directamente. El orden raciona- lista de la explicacién concibe los conceptos como normas que determinan lo que vale como una raz6n para creencias particu- lares, afirmaciones e intenciones, cuyo contenido esta articula- do por la aplicacién de esos conceptos y por su estatuto como razones de algo. Esta motivado por un pensamiento racionalis- ta clasico que Sellars (en un apunte autobiografico) consideré como el motivo de su evolucién filoséfica ya en los afios treinta: el pensamiento de que «lo que se precisaba era una teorfa fun- cional de los conceptos que hiciera de su papel en el razona- miento su caracteristica principal, en vez de su supuesto origen en la experiencia» *. La diferencia es mds llamativa cuando pre- guntamos sobre la relacién entre la conciencia y el uso de los 32 Robert B. Brandom conceptos. El empirista concibe el uso de los conceptos como una realizacion que hay que comprender contra el trasfondo de una especie primaria de conciencia que justifica 0 hace apro- piada la aplicacién de un concepto y no de otro. Para desempe- far esa ultima funcién, la conciencia en cuestién ha de equiva- ler a algo més que a la simple capacidad fiable de una respuesta diferenciada de unos dispositivos puramente excitables, como los sensores de presién que abren las puertas en los supermer- cados. Por el contrario, para el racionalista, la conciencia de tal clase que tiene una significacién potencialmente normativa (el género del que la significacién cognitiva es una especie) consis- te en la aplicacién de los conceptos. En este sentido, para ser consciente, uno ha de tener ya conceptos. Por supuesto, esto suscita inmediatamente la cuestién de cémo podria uno llegar aser un usuario de conceptos a menos que uno fuera ya cons- ciente de las cosas. Pero un pragmatista como Sellars puede responder a eso con una historia de'cémo criaturas, en prin- cipio capaces tinicamente de respuestas diferenciadas, pueden iniciarse en la practica social, implicitamente normativa, de dar y pedir razones, de tal modo que algunas de sus respues- tas pueden llegar a contar o tener la significaci6n social de res- paldos, de realizacién o formulacién de afirmaciones inferen- cialmente articuladas?. Aparte de rechazar el empirismo, el pragmatismo raciona- lista y expresivista que se presenta aqui se opone al naturalismo, al menos tal como se entiende éste normalmente. Porque insiste en que lo que distingue a las criaturas discursi- vas de sus ancestros y parientes que no usan conceptos es que estén sujetas a normas conceptuales caracteristicas. Dichas normas conceptuales aparecen gracias a las practicas lingiiisti- cas sociales de dar y pedir razones, de valorar la adecuacién de las afirmaciones y las inferencias. Las ciencias naturales no es- | | | Tntroduccién 33 tudian los productos de las interacciones sociales (en el sentido estricto que los distingue de las puras propiedades de las po- blaciones), aunque no por eso han de ser tratados como fantas- magéricos y sobrenaturales. Al adscribir un contenido concep- tual a las actuaciones, estados y expresiones que los contienen, esas practicas constituyen un ambito de la cultura que se basa en, pero va més allé de, un trasfondo de disposiciones reacti- vas, fiablemente diferenciadas, y su ejercicio caracteristico por parte de criaturas meramente naturales. Una vez que el uso de los conceptos aparece en escena, se establece una distincién entre las cosas que tienen naturaleza y las que tienen historia. Las cosas fisicas como los electrones y los componentes aroma- ticos serfan paradigmaticas en esa primera clase, mientras que las formaciones culturales como la poesia roméntica inglesa y los usos de los términos «naturaleza» y «natural» serian para- digmaticos de la segunda. Las relaciones entre esas categorias son un asunto comple- jo. Las cosas fisicas, quimicas y biolégicas tienen naturaleza en lugar de historia, pero gqué pasa con las disciplinas que las de- finen y estudian? ¢Deberiamos concebir la fisica como algo que tiene una naturaleza, 0 como algo que tiene una historia? Si concluimos esto tiltimo, estamos dando un lugar preemi- nente a lo histérico, cultural y conceptual. Porque se trata en efecto de considerar la distincién entre las cosas que tienen naturaleza y las cosas que tienen historia, entre las cosas que es- tudian las Naturwissenschaften y las cosas que estudian las Geisteswissenschaften, como un producto cultural: la clase de cosa que tiene ella misma una historia y no una naturaleza. Captar un concepto es dominar el uso de una palabra, y los usos de las palabras son un paradigma de la clase de cosas que se han de comprender histéricamente. En ese sentido, incluso conceptos como electrén y componente aromdtico sof la clase 34 Robert B, Brandom de cosas que tienen una historia. Pero no son puramente histé- ricas. Porque las condiciones de adecuacién que rigen la apli- cacién de esos conceptos dependen de qué inferencias, en las que estén presentes, son correctas, esto es, en qué se sigue real- mente de qué. Y eso depende de cémo son las cosas como los electrones y los componentes aromaticos, no sélo de qué jui- cios e inferencias suscribimos. (Afirmar esto es decir que nues- tro uso de las correspondientes palabras no ha de concebirse como restringido a nuestras disposiciones a suscribir tal o cual cosa). La comprensi6n de la clase relevante de dependencia —la forma en que las inferencias son correctas y, con ello, a qué nos estamos comprometiendo realmente al aplicarlas, y cuales son realmente sus contenidos (los contenidos con los que las dotamos al usarlas como lo hacemos), en contraste con lo que consideramos de ellas— es una tarea importante y delicada. Al- gunos materiales en bruto para tal tarea se retinen en los tres iltimos capitulos de este libro. El Capitulo 4 ofrece una expli- cacién de lo que es hablar sobre objetos. El Capitulo 5 dice qué es considerar que hablamos sobre objetos. Y el Capitulo 6 muestra cémo la estructura del razonamiento posibilita com- prender en qué consiste someter nuestras afirmaciones a evalua- ciones, de acuerdo con un tipo de correccién en que la autori- dad se adscribe a las cosas de las que hablamos y no a nuestras actitudes hacia ellas. Ninguna de estas explicaciones es natu- ralista. Ademés de rechazar el empirismo y de no suscribir el na- turalismo, la teoria semantica racionalista que se presenta es inusual, ya que no considera fundamental el concepto de re- presentacion. Tal compromiso metodolégico de comenzar la explicacién del uso de los conceptos (y, por tanto, en ltima instancia, del contenido conceptual) con el razonamiento en lu- gar de con la representacién no precisa negar que existe una di- a ia lla ars (| I | Introduccién. 35 mensi6n representadora importante en el uso de los conceptos. De hecho, el inusual punto de comienzo explicativo tiene la ventaja de poner de relieve ciertos aspectos de la representa- cién conceptual que dificilmente se advierten de otro modo. Los tltimos tres capitulos ilustran algunos de ellos, a la vez que empiezan a sacar provecho de la perspectiva que da el orden inferencialista de la explicacién, esto es, ofreciendo una expli- cacion de las relaciones referenciales con los objetos en fun- cién, en Ultima instancia, de las relaciones inferenciales entre afirmaciones. Por supuesto, los movimientos lingiifsticos de entrada no inferenciales, en la percepcién, y los movimientos lingiiisticos de salida, en la accién, desempefian también una funcién crucial en la historia. Pero la articulacién especifica- mente inferencial de los reconocimientos de compromiso pro- posicional que son el resultado de la observacién, y que dan como resultado actuaciones intencionales, es un elemento de primera linea en la comprensién de la significacién normativa, practica y cognitiva, de las capacidades de respuestas discrimi- nadoras y fiables que se ejercen en esos procesos. Yo denomino «inferencialismo débil» a la tesis de que la articulacién inferencial es un elemento xecesario en la demat- cacién de lo conceptual. A la tesis de que la articulacién infe- rencial interpretada en sentido amplio es suficiente para dar cuenita del contenido conceptual la denomino «inferencialismo fuerte». A la tesis de que la articulacién inferencial interpretada en sentido estricto es suficiente para dar cuenta del contenido conceptual la denomino «hiperinferencialismo». La diferencia entre la interpretacién amplia y la estricta de la articulaci6n inferencial est4 en que se tomen en consideracién o no las cir- cunstancias no inferenciales de la aplicacién (en el caso de conceptos como 7o/o, que tienen usos descriptivos no inferen- ciales) y las consecuencias de la aplicacién (en el caso de con-\ 36 Robert B. Brandom \ceptos como debe, que tienen usos practicos no inferenciales). El sentido amplio centra su atencién en el compromiso infe- rencial que se asume implicitamente en el uso de cualquier concepto, incluso de aquellos con circunstancias 0 consecuen- cias no inferenciales de la aplicacién: esto es, el compromiso con Ja adecuacién de la inferencia que va desde las circunstancias a las consecuencias de la aplicacién. La concepcién que aqui se | suscribe es el inferencialismo fuerte!°. Cualquier inferencialismo se encuentra comprometido con una cierta clase de dolismo semantico, en cuanto opuesto al atomismo que va de la mano del compromiso con un orden re- presentacionista en la explicacién semantica. Porque, si se con- cibe el contenido conceptual expresado por cada oracién 0 pa- labra como esencialmente consistente en sus relaciones inferenciales (interpretadas en sentido amplio) o articuladas por sus relaciones inferenciales (interpretadas en sentido es- tricto), entonces se han de captar muchos de esos contenidos para poder captar alguno. Esas concepciones holistas del rol conceptual de la semantica se encuentran en principio con pro- blemas que se refieren tanto a la estabilidad de los contenidos conceptuales sujetos a cambios de creencias y compromisos so- bre la adecuacién de diferentes inferencias, como a la posibili- dad de la comunicacién entre individuos que suscriben diferen- tes afirmaciones e inferencias. Sin embargo, esos problemas se hacen mucho menos urgentes si uno concibe los conceptos como wormas que determinan la correccién de diferentes juga- das. Las normas con las que me implico al utilizar el término «molibdeno» —lo que en realidad se sigue de o es incompati- ble con la aplicabilidad del concepto— no precisan cambiar a medida que cambien mis creencias sobre el molibdeno y su entorno inferencial. Y todos nos podemos encontrar regidos por las mismas normas ptiblicas comunes, lingiiisticas y con- Introduccién. 37 ceptuales, a pesar de que estemos dispuestos a realizar diferen- tes afirmaciones y movimientos inferenciales. Es cuestién mia si juego una proferencia del tipo «molibdeno» en el juego de dar y pedir razones. Pero no es una cuestién mia, por tanto, la significacién que tiene ese movimiento. (Y no considero que el ejemplo sea diferente si realizo esa jugada internamente, en el pensamiento). Como ya he indicado, el inferencialismo también entrafia un compromiso con la primacia conceptual de lo proposicional. Por tanto, las explicaciones semAnticas inferencialistas invier- ten el orden tradicional: comenzando con las propiedades de la inferencia, explican el contenido proposicional, y en términos de ambos proceden a explicar el contenido conceptual mani- festado por expresiones suboracionales como los términos sin- gulares y los predicados. El Capitulo 4 describe cémo se puede dar este Ultimo paso (al que los recientes inferencialistas, tales como Sellars y, de acuerdo con mi interpretacion, Dummett, no han prestado demasiada atencién). La forma racionalista del expresivismo que aqui se sigue entrafia también el rechazo de lo que convencionalmente se dice acerca de la naturaleza y la significacién filos6fica de la /6- gica. La légica no se concibe en realidad como el estudio de una clase caracteristica de inferencia formal. Mas bien resulta ser el estudio de las funciones inferenciales del vocabulario que desempefia una funcién expresiva caracteristica: la de codificar de una forma explicita las inferencias que estén implicitas en el uso del vocabulario no légico, corriente. La explicitacién de las ‘funciones inferenciales del vocabulario légico puede equivaler entonces a presentar pautas de inferencia que las entrafien, pautas que son formalmente validas en el sentido de ser inva- riables respecto a la sustitucién de vocabulario no légico por vocabulario no légico. Pero esta tarea es sdlo instrumental y su- 38 Robert B. Brandom bordinada. La tarea de la Idgica es ante todo la de ayudatnos a decir algo sobre los contenidos conceptuales expresados por el uso del. vocabulario no légico, no la de probar algo sobre los contenidos conceptuales expresados por el uso del vocabulario légico. De acuerdo con esta idea, las condiciones de adecua- cién formal de la inferencia que entrafia de forma esencial el vocabulario légico se derivan de, y han de ser explicadas en funcidn de, las condiciones de la adecuacién material de la in- ferencia que entrafia el vocabulario no légico, y no al revés. La ldgica no es, consecuentemente, un canon o patron del razona- miento correcto. Nos puede ayudar a hacer explicitos (y, por tanto, accesibles a la critica y a la modificacién) los compromi- sos inferenciales que rigen el uso de todo nuestro vocabulario, y en consecuencia a articular los contenidos de todos nuestros conceptos. Finalmente, las opiniones que aqui se presentan le dan la vuelta a las ideas humeanas dominantes acerca del razonamien- to practico. De acuerdo con la concepcién habitual —que es particularmente patente en los escritos de Davidson sobre la accion, en los tedricos de la eleccién racional y en los de aque- Ios que tratan las normas de la racionalidad haciendo uso de la teoria de la decisi6n o la teorfa de juegos—, las normas que ri- gen el razonamiento practico y que definen la accién racional son normas esencialmente #zstrumentales que derivan su autori- dad de deseos o preferencias intrinsecamente motivadores. Esos estados son las contrapartes empiristas, en el lado de la ac- cién, de los episodios preconceptuales de la conciencia a los que se remite la autoridad epistémica por parte de la cognicién. En vez de esto, en el Capitulo 2 se ofrece una explicacién en la que los enunciados sobre lo que un agente prefiere o desea se interpretan como una codificacién de un compromiso con cier- tas pautas especificas de razonamiento practico, seleccionadas a Introduccion 39 partir de una amplia variedad de pautas que estan codificadas en el uso de otro vocabulario normativo. Consecuentemente, a los conceptos de deseo y preferencia se les priva de sus posicio- nes de privilegio, y se sitGan en una especie de autoridad nor- mativa derivada y local. El respaldo y el compromiso se encuen- tran en el centro de la accién racional —como en el caso de la racionalidad en general— y las inclinaciones entran solamente en la medida en que los agentes racionales han de aportarlas ala condicién de adecuacién racional, no al revés. Asi pues, estoy presentando una concepcién que se opone a muchos (si no a la mayoria) de los compromisos tedricos, explicativos y estratégicos que han conformado e impulsado la filosofia angloamericana del siglo xx: el empirismo, el natura- lismo, el representativismo, el atomismo semantico, el forma| lismo en légica y el instrumentalismo sobre las normas de la\ racionalidad practica. A pesar de mis discrepancias respecto a los elementos centrales de la concepcién del mundo que im- pulsa la filosot.a analitica, considero que mi estructura argu- mentativa y expositiva, y los criterios de adecuacion de presen- tacién de una tesis con un contenido claro, argumentada y seguida responsablemente en sus consecuencias, pertenece cla- ramente a la tradicién angloamericana. No considero que esos criterios estén necesariamente implicados 0 garantizados ini- camente por esta constelacién de ideas. En realidad, aunque la empresa en la que estoy inmerso no se puede identificar realmente con la del andlisis de los significados en su sentido tradicional, se ha de entender como si fuera un proyecto reco- nocidamente heredero de ella. Porque lo que trato de hacer, en un sentido claro y especificamente inferencial, es explicitar lo que se encuentra implicito en diferentes conceptos filoséfica- mente importantes. Entre los ejemplos que se tratan en las si- guientes paginas estan los conceptos de contenido conceptual,

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