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la historia de la literatura argentina Realismo tradicional: narrativa rural CAPITOUD la historia de la literatura argentina 38. Realismo tradicional: narrativa rural Este fascioulo ha sido preparado por ia profesora ratio del Centra Editar ido una leetura final a cargo del profesor Adolfo Prieto. CAPITULO constiturd, a través de sus 56 fasciculos, una Historia de la Literatura Ar gentina, ordenada cronoldgicamente desde la Conquista y la Colonia hasta nuestros clas. El material grafico con que se iustraré la Historia, estrechamente vinculado con el tex: to, brindaré @ los lectores una vision viva y ‘mena de nuestra literatura y del pais. Cada fasciculo serd, a su vez, un trabajo orgénico completo sobre un aspect, tendencia, pe- riodo 0 autor de nuestras letras. En CAPITULO NO 39; EL MOVIMIENTO DE “MARTIN FIERRO” — POLARIZACION DE INQUIETUDES —EL AMBITO TEMPORAL —ESTETISMO Y FORMALISMO — SERENIDAD EN LA QUERELLA —MACEDONIO FERNANDEZ — MARTIN FIERRO Y EL HUMOR y junto con el fasciculo, ef libro SELECCION DE ESCRITOS, de Macedonio Fernéndez Paral material grfico del presente fascleulo, se ha conta on Ia cartes colaboracion det Nehio’Gético Ge fa Naclon del Intute de Uiteratua argentina Is Facultad. de lest y Letras de Busos: Nie, rio El Da de Le Pita, ¥ de las ealecciones flares oe Horacio. JorgeBecto y del igenero ares iin Oportunanente se sumiistrarin portadilas con tials af fogs y cops pia ut Tne tse pant fereuaerrarse. La Ditecion st reserva el derecho 6e am See ee ' , Archivo Histories de Revistas Argentinas | www.ahira.com.ar > filiacién reaccionatia, * hombres que la escribieron, vineul Realismo_ tradicional: narrativa rural ‘La narrativa rural argentina entronca en el ciclo gauchesco rural, aunque sus frutos son tardios respecto de la poesia. El ciclo gaucheseo engloba Ta literatura escrita por hombres de ciudad que remedan el habla del jombre de campo y lleva el propd- sito de reflejar filmente la vida’ de éste: su trabajo, costumbres, diver. siones, vestimentas, idiosinerasia, sus relaciones con el ambiente fisico, ete Ascasubi, en el prélogo de su poema Santos Vega o los meilizos de ta flor dice que contar esa historia le dari oportunidad de “bosquejar la vida interior de In estancia y de sus ha- bitantes y describir también las cos tumbres ‘més peculiares de In cam- ppafia”. Asimismo, la poesia gauchesca tuyo un declarado propésito panfle tario: de propaganda patriética en Hidalgo; de critica a Rosas en Asc subi; de denuncia politico social en el periodo de la organizacién nacio- nal en Herninder, La narrativa, en cambio, més cont minada por las ensefianzas roméu ‘cas, deforma la veracidad de los personajes para adecuarlos-a los ar- quetipos del género, se mantiene fel fa Ia realidad on las descripciones, utiliza el Ienguaje campero slo en Tos dilogss, y no sue tener inten- ion panfletaria aunque, por su ten- dencia a exaltar el pasate, a pre entarlo de manera idealizada y a ‘ponerse por lo tanto al cambio so cial, revela una posieién politica de Es que los dos al campo que conoefan muy bien por haber pasado alli su nifiez y, a veces, su. adolescencia, pertenecfen a In clase social del patrén, del estan- ciero 0 del hijo del estanciero y refle jaron con exactitud el punto de vista de su clase, duefia de las tierras y las haciendas. El pasaje de la poesta a la narrat gauchesca lo marc Eduardo Gutié rez (1850-1889) con sus treinta y tun vokimenes (entre ellos los popu- Tages Jugn Cuello, Jan Moreira Archivo Historicd Pastor Luna), todos de tinte folleti neseo y_confeccién apresurada. Gu- tiéirez dejé en el camino los valores trarios y sociales de la poesia gaw chesca; el gaucho, rebelde por amor ala libertad, se convierte en un pré- fugo de la justicia, malevo y ladrén, Los eseritores que lo continuaron no tuvieron en cuenta su antecedente y se interesaron con preferencia en el televamiento de los paisajes y modos de vida de determinadas comarcas ‘mas que en las peripecias de Ia tra barn novelesea, nes preveupacién de Cutidrrez. Fueron regionalistas. La estética regionalista derivada del romanticismo, se reconoce como. tal cn la tiltima década del siglo XIX y la primera del XX, en libros de indole narrativa aunque no novelesca como Mis montafias de Joaquin V. Gonzi Jer, (1893), La Australia argentina de Roberto J. Payré (1898), Un viaje al pais de ios matreros de José S. Alva- rez (1897), El pais de’ ta setva de Ricardo Rojas (1907), La guerra gau- cha de Leopoldo Lugones (1905), Tos que hay que sumar la produceién de Martiniano Leguizamén. Asi aso- maron_en Ia literatura Ta lianura, la montafa, Ia selva y Ta puna argen tinas, En. general, con excepcién de Payré y Alvarez, estas obras tuvieron un sentida ideolégico nacionalista y en su expresién entraron por partes des- ‘iguales Ios siguientes elementos: el realismo ~precisién documental en tradiciones, leyendas, bailes, trajes— el romanticismo de manera predomi nante ~culto al pasado para enfrentar cl presente burgués y materialista, Iisqueda del pintoresquismo folkié- rico y, ent algunos (Rojas y Lagones especialmente), el modernismo —sin- taxis ritmica, voeablos inusuales, ar- caismos, neologismos, Estas obras enlocan un mbito rural pretérito como negacién ticita ante Ja actualidad de una tierra cercadla por las alambradas, surcada por el ferrocarril, poblada por extranjeros, de Revistas Argan inas Joaquin V. Gonzéles, autor de Mis Montafias, obra que si bien no es'novelesea, constituye uno de Tos ejemplares mas valiosos de nuestra narratica rural. he La obra notable de Ricardo Rojas como historiador de nuestra literatura, ‘no llega a oscurecer su contribuctén «la narration, sobre todo a través ‘4 Las dee oe VWW.ahira.com.ar ‘389. ore a8 El campo argentino. comienzos del siglo ' Archivé "Hig Ico de Revistas Argentinas www.ahira.com.ar 890 das, en Ia que el indio ya no era un factor de peligro y riesgo, y las caba- Iadas baguales, el faenamiento libre y los tomneos heroicos en que se en- frentaban hombre y naturaleza, am bos igualmente primitivos, resultaban mitieos. Toda esa narrativa carece de la uni- dad de la novela, La constituyen una serie de cuadros, paisajes, esbozos, impresiones y también cuentos, vasa mente enlazados por un contexto his- {rico y geogrifico. Nos sirve de ejem plo la advertencia de Rojas a su libro EL pais de la selva: “Cuento en extas paginas la vida de nuestros bosques mediterrincos. Refiero el paladinesco arrojo de los conquistadores, la. fe visionaria de los evangelists, el. cho que violento de las razas, la sucesiva transformacién de las épocas, la for- macién lejana de los mitos, las exce- lencias del hombre americano, el sen- timiento de la poesta aborigen, y la virtud del rancho solitario, que en Jo apartado de las brefias, salv6 el ‘aroma, puro de las costumbres an- tiguas’. Ese “aroma puro de las costumbres ‘antiguas” unifica las realizaciones. Jos propésitos de la mayoria de los regionalistas a pesar de sus diferen- cias notables, especialmente de estilo, Habria que mencionar también, den- tro de la narrativa rural, el testimonio de los eseritores 0 cientificos que nos visitaron, y fundamentalmente la obra de Guillermo Enrique Hudson, escrta en inglés, y sin embargo impregnada de una fuerte realidad local. Martiniano Leguizamén. ~ EL més consecuente’ de los. regio- nalistas fue Martiniano Leguizamén (1858-1965). Su padre, oficial de Ur- quiza, uch en el Ejército Grande que, a mediados del siglo XIX, uni- fic6 a federales y unitarios contra Rosas. Llegé a tener el grado de te- tiente coronel, De sv mano conocis Martiniano al caudillo’ entrerriano ‘onvertido en un patrarca, Su padri- Archivo Historico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.s no fue el general Galarza, que habia combatido junto con Ramirez y Ur- quiza. Esas circunstancias familiares Je permitieron oir de labios de sus imismos protagonistas, hechos que Iue- go narr6 en fieciones histéricas muy cereanas a la concepeién historicista fabuladora de Vicente Fidel Lépez. Estudié en el famoso Colegio. del Uruguay (en Coneepeién del. Uru guay, Entre Rios) que tuvo entre su alumnado a Olegario V. Andrade, Osvaldo Magnasco, Julio A. Roca, José 8, Alvarez, Eduardo Wilde, etc. En 1880 vino a Buenos Aires con José S. Alvarez, el futuro Fray Mocho y juntos se iniciaron en el periodismo Sus caminos pronto se_bifurcaron, Mientras Martinano vivia en casa de su hermano mayor, Onésimo —desta- cado hombre pablice-, trabsjaba en el diatio de propiedad de éste, La Raz6n y estudiaba derecho, Alvarez, que haba cursado el bachillerato be- ado, se alojaba en una pieza pobre y entraba en contacto directo con las entes y los hechos de la ciudad, lo que le permitiria compenetrarse con ella y_presentarla en vivisimos eua- dros y escenas dialogadas que popu- lerizarfan répidamente su seudénimo a través de la revista Caras y Caretas. Leguizamén en cambio no se adapta a la vida ciudadana, la vive como un exilio. Lo dicho anteriormente respecto de ‘que los eseritores rurales pertenecen a Ta clase social de los estancieros, se confirma en Leguizmén. Su padre te- nia una propiedad en Rincén de Cali (Entre Rios) y el mismo escritor po- seyé una estancia en Gonailez Catan (Buenos Aires). Allf construyé un rancho que llamé como su comarca natal, en el que cobijé su musco y biblioteca, los que en 1936. pasaron a formar el Instituto Martiniano Le- uizamén del Museo de Parané, Aunque alejado de la politica activa adhiri6 al partido liberal autonomista, del que Onésimo fue dirigente. Su actuacién publica fue le propia de los hombres de su casta: profesor se- Martiniono Leguizamén, una de las expresiones mas importantes del regionalismo literario oe ae Alma nativa Portada de Alma Nativa, dbra de Leguizamén publicada en 1906 ccundario, periodista y ditector de dia- rios, jefe de Registro Civil, presidente Gel ‘Consejo Escolar N? 10, juriscon- sulto, ete, pero sus mejores afanes, por sobre sus labores profesionales y Ia creacién literaria, los dedicé al es tudio del. pasado entrerriano. Entre otras, fue miembro de las siguientes corporaciones: Junta de Historia. y Numismatica Americana, Real Acade- mia de la Historia de Madrid, Insti tuto Geogrifico e Historica del Uru- guay, Sociedad Chilena de Historia, Instituto Histérico de Lima, Hispanic Society of America. La eoncepeién que Leguizamén tenla de la literatura To Hlevé a despreciar To imaginativo en aras del nativismo y Jo. histérieo. En este sentido, su prédica quedé rellejada en sus. na- rraciones y en su labor de critics. Nunca coment6 un libro que tratase de temas ajenos al campo y la tra- dicién, Su regionalismo alcanzé tam- bién Ia faz historica: se. especialiaé en las figuras de Ramirez y Urquiza, Jos dos eaudillos entrerrianos, y sin embargo no realizd sobre ninguno de ellos una obra totalizadora. En la gran trama de la historia argentina, corté retazos, escudrifé documentos para esclarecer hechos, a veces nimios, c9- mo la exactitud de una fecha de nacimiento (la de Urquiza) 0 la ve- racidad de un retrato (el de Garay) Leguizamén es el eseritor de Entre Rios. La geografia y Ia historia de ‘esa provineia configuran Jas. ineas espacio temporales que lo rigen. Pero pretende que sus normas tengan vi kencia para todo el pais. Coincide ‘con Rojas en que las raices hispé- nicas e indigenas son el basamento de la nacionalidad y se opone a la Inteduccién asia, del inmigante wr considerar que la amalgama de sas rafces no estaba todavia. sulle cientemente consolidada. En el. re- lato “De mi tierra” incluido en Alma nnatica, recrimina a los autores tea- trales “que deformaban la. realidad ccampesina cuando enlazaban a ex- tranjeras con criollos (se refiere a La Gringa de Florencio Sinchez) Porque en verdad, aquéllas (piamon- tesas, rusas, judias, especifea) eran gemies y anstas y slo concen lugar 4 Tos que ls hablaban ns enguaje natal. Frente a esta opinién es bueno emparejar la de Alberto Gecchunoff, quien en Los judios (1910), muestra el grado de asimilacién de la colectividad hel ca a Ta vida argentina. Asimilacién de Ta que el mismo Gerchunoff fue el ejemplo. Cronolégieamente, los libres de erea- cién Titeraria de Leguizamén Recuerdos de la tierra (1890), Calan- dria (1898 —aunque se habia repre- sentados dos afios antes), Montaraz (1900) y Alma nativa (1906). Eseri- Did muchos més en los que reunié materiales de indole hist6riea, folklé- tea, filolégica, genealégica, iconogri- fica, etnografica, ete. He aqui algunos titulos: De cepa criolla (1908), Pagi nas argentinas (1911), La cinta col rada (1916), Hombres y cosas que pasaron (1936). En la faz literaria, el primero y el Ultimo libros se eontingan por su sen= tido compilador de estos tépicos: la anéodota histriea, la evocacién per- sonal y Ia leyenda. A veces, esos cuadros alcanzan Ia urdimbre del ccuento segiin el lineamiento clisico de presentacion, mudo y desenlace imprevisto © por lo menos. fuerte- mente emocional. Los més logrador pettenecen a Alma natioa; de ellos “EI tiro de gracia” y “Una revancha” son los mejores. ara vez fija con precisién Iugar y tiempo, prefiere apoyarse en la am- bigtiedad de lo legendario. Con riantes, repite frases como éstas: “La tradicidn comarcana que yo escuché a los aneianos de mi nifiez...” Montaraz es una novela en la que Ta trama hist6rica se tee sobre una leve historia de amor de corte roméntico convencioma lio es mantenido jor el gaticho Apolinario Silva y piven estanciera Malena. La diferen- cia de clases entre los componentes *rchivo Historico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.ar de la pareja, t6pico que la preceptiva romintica utilizS para frustrar Ia fe- licidad, aqui no influye. Malena de- muestra sui amor al capataz, quien lo acepta como un favor venido de un ser superior. Sus relaciones no legan a desarrollarse, s6lo se ve su inicia- cién en los capitulos segundo y ter ero, pero bastan para la realizacién de los actos también tipicos de la ‘conveneién romantica: intercambio de pelo; entrevistas nocturnas en el bal- cn, @ Ta luz de Ta luna; regalos de flores. La earacterizacion de Malena, muy endeble, responde a la elisiea heroina roméntica: su orfandad, su belleza dealizada, su muerte, lo. testifican. Sobre el mismo modelo esté ealeado fl héroe Apolinario Silva: la belleza fisica, la melancolia, la orfandad e inclinacién a la soledad y a la refle- xién, la valentia, el pensamiento en €l suicidio, su condiciOn ilustre @ pe- sar de ser pobre y asalariado, son Tas notas que vuelven su personali- dad completamente ficticia en un me- dio primitivo. Tras la muerte de Me- Tena, que se produce al promediar Ia novela, vive recordindolaven medio de las feroces luchas que debe librar yal morie en terrible combate contra @l capitanejo Pert-Cuti toda la realie dad desaparece ante su imagen: “Mi prenda. Ya voy —las labios descolori- dos sonreian duleemente a la blanct visién que le mostraba, alld arribe, los cielos entreabiertos” Otros tépicos romént i restan vero- “similitud a Montaraz. En cambio, las * descripciones de personajes como Ra- imirez, el capitanejo Pohi 0 el Viejo del batard, y la delectacién en el ho- ror (combates, matanzas) condicen con el medio ambiente real. Aunque no hay precisiones eronols- etsy openns espace, tempo jugar aparecen claramente. Es en 1820, cuando Artigas, huido de Ta Banda Oriental tras su derrota_por Tos portugueses, invade Entre Rios. El propésito del caudillo era lovantar levas de hombres y haciendas para intentar la reconquista del suelo uru- ‘guayo, Pero sus aliados, las indiadas mnisioneras, se dedicaron a la depre- dacién en las estancias y_poblados, Jo que determind el levantamiento de los entrerrianos, organizados en ‘montoneras auténomas primero y Ine: 0 bajo el comando de Ramirez, para enfrentarlos. Segin Leguizamén, ése fue el origen del matrero y de la montonera en la mesopotamia. Ade- ris, su geografia, tierra rodeada y surcada por rios, seria la causa del cardcter auténomo de los nativos del Tugar. El simple argumento. se desvanece entre las paginas reflexivas y_des- cxiptivas. Bstes son lo mejor de la novela; por momentos, la prosa de Leguizamén juega con las impresio- nes visuales: “claro, oscuro; luz, som- ‘bra logrando fantasmagorfas de efec- to mis real que el que pudiera ofrecer tuna deseripeién conereta. Magnificos son el cuadro del incendio (Cap. 10) y el del combate entre Apolinario y Peri-Cuti (Cap. 12). Es éste tltimo tun pasaje de intenso dinamismo en contraste con el ritmo lento de toda Ja novela Martiniano Leguizamén ocupé un Iu- gar importante en los inicios del tea- fo nacional. Con su obra Calandria finaliza el ciclo dramético gauchesco convertido, tras el éxito del Juan Mo- reira de Gutiérrez-Podesté, en una repetida historia polieial con diferen- tes titulos, y se inicia un nuevo ciclo de teatro’ rural, Calandria se basa fen una vida real, casi contempornea f su traslacién artistica, la de Ser- vando Cardoso, gaucho’ cantor que Iuego de combatir con Lape Jordin (hacia 1870), deserta del ejército y se dedica a’ matrerear. Su diferencia on los dramones al uso es que no roba ni mata ni causa dafio alguno, sino que se divierte burlando a las partidas policiales. O sea, que sus de- Titos serfan la desercién y el desacato. Leguizamén toma esa alegee historia y la vierte en diez cuadros que pue- den desglosarse unos de otros pues EI misterio de los nacimientos ‘Tanto en Benito Lynch como en Martiniano Leguizamén, los estudiosos jncurren en contradiceiones al consignar fechas y lugares de nacimiento, To que es muy importante en el primero Porque afecta a su nacionalidad misma En Martiniano Leguizamén, el hombre la obra, José Torte Revello, da como lugar de nacimiento el pueblo de Rosario Tala y la fecha del 28 de abril de 1859, Otros sigueron sus datos, salvo Julia Grifone quien al realizar su estudio sobre Calandra mantuvo ‘comunieacién epistolar con Leguizamén y entre las notas autobiogréficas que éste Ie envié, consta su nacimiento cen Ia estancia paterna, en Rineén de Calé, ‘1 28 de abril de 1858, Sin embargo, cs creencia general en Rosario Tala ‘que ésta fue su cuna y en 1956 se colocé tna placa en Ia casa donde supuestamente habria nacido. A Benito Lynch siempre se lo habia dado como nacido en Buenos Aires segin atestigua el acta de bautisme realizado en Ia parroquia de Nuestra Sefiora del Sovorz, el 2 de junio de 1852 a acta dice que recibié “éleo pote Batali ge masculine, que nacié el dia 25 del mes de julio de mil ochocientos ‘ochenta a las doce horas de la noche, cen el municipio de la Capital, Repiblica Argentina...” Recientes averiguaciones realizadas por Ia profesora Susana Clauso Royo en los registros civiles de Mercedes y Fray Bentos (Uruguay), que fueron creados en el aio 1879, le permitieron hallar en esta dltima ciudad la partida de nacimiento de Lynch, asentada el 12 de agosto de 1880. En ella los errores ortograticos son evidentes, ef nifo figura con el nombre de Elgardo y el apellido de la madre, Beaulieu, esti deformado en Bolieu, pero no puede dudarse que se trata del futuro escritor. Archivo Historico de Revistas Argentinas | www.ahira.comar La obra de Martiniano Leguizamén constituye una de las vetas mds importantes de nuestra narratica rural, aquella que podria enmarcarse dentro de los cénones del regionalismo. Esta concepcién evs al escritor a desdeiiar lo imaginativo on aras det nativismo lo histérico, todo ello en consonancia con una prédica que qued6 reflejada en sus narraciones y én su labor de critico literario. tienen unidad interna y s6lo los hila Ta figura del protagonista, Calandia ceanta, baila, se le de la policia y Finalmente acepte el induto que Ie ofrecen para easarse e incorporarse emo tribajador a una estancin, De Ja historia verdadera, Leguizamén sélo descarté su final patético: la muerte de Cardoso a manos de sus gece plan Hes rencién didactica ejemplifieada en copla final: Ya este pdjaro murié. / en la jaula de estos brazos / pero ha nacido, amigasos, / jet eriolo traba- jador! Benito Lynch. — En su evoluciém, el regionalismo abandoné su posicién nacionalista pasatista para enfocar realisticamente los temas rurales. Un tinje al pais de los matreros de Fray Mocho abrié el camino que siguieron Payr6, Quiroga, Fausto Burgos, Juan Carlos Divalos, ete. El gaucho nb sade, cantor, valiente, ya pertenecta ala mitologie argentina. En la nueva narrativa el hombre de campo es un paisano trabajador, sojuzgado a sus patrones, afineado en limites precisos, tan falto de sentido de la propiedad como su antecesor, porque igual que 1 no tiene nada, pero es respetuoso de la propiedad de los otros. Benito Lynch (1885-1951), es el es- caitor que en forma més perseverante se dedica a narrar Ia vida de estos gauchos sedentarios, la de las estan- its y la de los duefios de las es- tancias. Es el novelista de la etapa posroquista: final del siglo XIX y prineipios del XX, pues aunque nunca precisa las fechas, éstas se descubren por la problemética —enfrentamiento de la vieja estancia criolla con la nueva europeizada, valoracién del gringo y esprecio del native, por ciertos de- talles significativos —Ia instalacién de ‘molinos, el ferrocarrl— y por los afios que Lynch vivié en el campo. Segin Investigaciones recientes habria na- ‘ido en Uruguay. Pas6 sus primeros aos en Buenos Aires y cuando tenia hira.com.ar wWWww.: seis, la familia se trosladé a la estan- cia patema, El Deseado, cercana al pueblo de Bolivar, Ali vivieron hasta que el futuro escritor cumplié trece faios; entonces se instalaron en La Plata para que los hijos, que ya eran siete, estudiaran. Pero Benito Lynch no liog6 a terminar su bachillerato; rity joven se inicié en el periodismo, tn el diario. de tendenciaconserva- dora, propiedad de su padre, El Die. Recluido en Ja casa familiar situada en Diagonal 77, entre 8 y 9, vivid en ella hasta su muerte. No se cas6, s6lo viajé por Ia campafia bonaerense, no hizo otra vida social que Ia brindada por Ia frecuentacién del Jockey Club y la redaccién del diario, sitios que abandoné tras la muerte de su madre, Ese apartamiento singular Jo mantuvo casi desconocido para el mundillo li terario, tanto que, al publicarse Los Coranchos de La Florida en 1916, se ereyé —lo atestiguan Manuel Gélvez y Horacio Quiroga— que Ia obra per- fenecia a un escritor norteamericano, El érito de esta novela y de las si @uientes no varié su modalidad de vida. En sus dltimos aiios, lenegacién de mismo ode un mundo, au sentia_ajeno, Io levé a impedir In Festicién de sus libros. Desde 1903 a 1941 publicd seis no- vvelas, y alrededor de ciento veinte relatos, Algunos fueron recogidos en Iibros, pero la mayoria andan todavia desperdigados en’ diarios y_revistas. Toda su obra tiene el signo comin Goal ambien rrslen * con excepeién de algunos cuentos de la novela Las mal calldas (1993). Esta novela, Ia més deficiente de su produccién, es interesante porque plantea dos temas claves en. Lynch: el deber y el honor y la diferente concepeidn que de ellos tienen varo- nes y mujeres. ‘Los personajes centrales son dos her- manos, Marcelo y Diego. Aquél ve que Ia mujer de quien su hermano est enamorado es besada por un co- nocido, el doctor Rioja, hombre de costumbres relajadas, Marcelo so, de- Ar chive Istorico Foto juvenil det padre de Benito Lynch, dueto del diario EN Dia, de La Plata de Revistas Argentinas | www.ahira.com.ar Benito Lynch pasé sus primeros afios en la estancia El Deseado, préxima a Bolivar. La foto lo muestra a la edad de dos afios. 395 Fachada del diario El Dia, de La Plata, al cumplir en 1964 ochenta afios do existencia, bate entre el imperativo moral que lo leva a hablar y Ia pena de causar dolor. Su rigido concepto del deber esti unido @ un igualmente rigido concepto del honor. $i no cumple con su deber mancilla su honor. Afios antes habia. sentido la obligacién de Iuchar por Francia en la guerra mun- ial s6lo porque su bisabuelo era de sa nacionalidad. Por supuesto habla, Diego, que confia en su amada, de- ide preguntarle si le sucedié algo ese dia pues esti seguro de que ella Je contard el atropello de que fue objeto y entonces matars al vil sueto Marcelo, sin dudar de la honestidad de la mujer, discate esa decision, porque 4 sabe que las mujeres te- nen un concepto de la moral diferente el de los hombres, las mujeres no comprenden a los hombres ni éstos a ellas, y él se mantendri soltero por- {que no se hace ninguna ilusin acerca de la armonia de Ia pareja. El hom- bre libre sabe cémo euidar su honor, sa cualidad que le permite manejarse con seguridad en el mando varonil, que le otorga respetabilidad, pero si es casado, su honor queda « merced de su mujer, que por debiiad 0 or coqueteria puede mancharlo. Diego, manteniéndose en su propésito, visita sm amada dos veces sin que ella le cuente nada, Entonces, desespera- do porque no puede retar a duelo a Rioja sin hacer el ridieulo y_presu- miendo que el individuo se andaré jactando piiblicamente del suceso, i Venta una maniobra para provocatlo: enviar una carta a la mujer decla indole su amor y pidiéndole una celta, Poco después recibe la visita de Rioja en su oficina. Diego lo espera con un revélver en el cajén del eseri- torio. El final es imprevisto e irdnico. Rioja viene por asuntos de negocios, No esté enterado de la carta injuriosa También su mujer se calle. Lynch se burla compasivamente de Diego y de su ingenua ereencia en la felicidad, mientras que expone con seriedad las ideas de Marcelo y las retoma de manera no conceptual en sus otras obras, o sea que éstas se ‘os miestran como constantes de su propia filosfia, Las primeras novelas: El ciclo nove- listico de Lynch se abre con Plata dorada (1908). Lo mejor de esta narracién es Ja primera parte, fuer temente sentimental y autobiogrifica, cuando el protagonista abandona la estancia para ise a estudiar a Buenos ‘res y cuando describe las impresion nes que le producen la ciudad y el colegio. En fo demas es titubeante, 2 veces incoherente; los personajes no viven por cuenta’ propia sino’ como rmeros iteres en manos del autor, Hay tum gran salto entre este libro y_ el Segundo, Los Caranchos de La Elon (1916). Aqof el noveista define los. personajes en unos ‘pocos trazos ¥ luego éstos se moeven ligicamonto, resolviendo los conflictos de acuerdo a sus motivaciones y a su propia per. sonalidad, La anéedota simple: narra el enfrentamiento de padre e hijo, lor caranchos, por una mujer. El padre jerce una autoridad omnipotente que nadie ora diseutir. Como padie, por je la Familia est rigidamente cons. titida. En todos ls estratos sociales, sea el de los estancieros, sea el de los peones, los padres mandan y los hijos obedecen; el didlogo no existe, ¥ como patron, porque la propiedad de la tiera se extiende sobre los hombres: El regimen es feudal. La obodiencia se asienta en el miedo yen el cono- cimiento de que no hay escapatoria, ya que el poder politico y la jst tambien pertenecen al patrén, 0a st clase, que es lo mismo EI hijo, a pesar de su formacién uni- versitaria, Hone igual cardcter que progenitor, con In diferencia de que Ache subordinarse a dl. Apenas Tega a Dolores tras seis fos de ansencta, recibe la orden de que no debe pisat €l puesto de Los ‘Toros, lo que revive ‘su resentit ito infantil. Don Panchito trata a los peones de la misma manera que su padre, de la Sinica manera propia de un estanciero, A nolpes ¢ ipstltes, pero como subor. Agchivo Historico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.ar El desconocido Benito Lynch La firme eelebridad de Benito Lynch ‘esti asentada sobre tres de sus novelas (Los Caranchos de La Florida, El inglés de los giiesos y El romance de un gaucho) y sobre un libro de relatos (De los campos portefios) que también tiene algo de novela, Pero Ia mayor de la produccién de Lynch, escritor bastante prolfico, permanece de Ta Plata y Ta Nacién de Buenos Aires y de las revistas Caras y Caretas, Pius, Ulta, Mundo Argenting, El Hogar y , todas de Buenos Ria oe reunidos en vokimenes; de ellos, los més conocidos son “Palo verde”, “EL antojo de Ta patrona”, “La evasién’, “EI nene”, “El paquetito”, “Locura de honor”, ete. Muchos tocen los temas del amor y del honor, ya con patetismo, ya edt humor, pero con predominio de la visién hhumoristica —una risa agria— sobre Ia patética que, en cambio, singulariza a las novelas. Mis desconocidos atin son sus intentos teatrales nunca representados: El cronista social, comedia que publics El Dia, diario de su propiedad, fen 1811 y un ensayo dramético, Ex ungue leonem, aparecido también en ese diario, en 1912, Mejor suerte corrieron las adaptaciones que otros hicieron de sus novelas de mis éxito: EI inglés de los giiesos, versién teatral de Marcos Bronenberg y Arturo Cemetant y El romance, de un gaucho, adaptada por pase eae Plaza 7 representada en el teatro Politesma en 1958. Ademis, se sabe que Lynch dejs indits, ppor lo menos, varios cuentos ¥. dos novelas terminadas. Estas se titulan El buey solo y Patricia Awchivo Historico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.ar dinado comparte. 1a posicién de los peones. El loco Mosca, el puestero Sandalio Lépez, Bibiano, el capataz don Cosme, acumulan sus rencores, aguantan, pero no olvidan, En cierto ‘modo, cuando don Penchito mata al ppadre todos lo matan simbélicamente y cuando don Cosme hunde su cu- chillo en la espalda del joven, es la ‘mano del patron la que castiga feroz- mente al sibdito rebelde. Los personajes no evolucionan. Son como son, Panchito motiva su acto final, mAs que en el estado semiin- ‘consciente de su borrachera, en el ‘eardcter impulsivo y malvado que re- vvelé desde su nifiez. De vuelta en la estancia, s6lo se muestra. afectuoso con el peoncito Bibjano y con Mar- Celina, con los otros es tan arbitrario y violento como su padre. Tampoco 4 acepta el agauchamiento de su pri- o Eduard, porque gauehimo’ es sinénimo de canalla; cuando lo vista en su estancia sélo ve abandono, su- ciedad y derroche. Pero si Eduardito es juzgado por los peones en la co- cina, se elogia su generosidad para con los pobres frente a la avaricia de don Pancho. EI hijo del patrén tiene grandes proyectos de mejoras: sem- brar alfalfa, construir desagties, poner Jecherla. Sera el perfecto continuador de su padre y ast lo reconoce ste ‘cuando se sonrfe satisfecho de su co- rae al enfentar con su revéves al capataz porque el hombre no le per- sitio un insult, También ob hijo ad- mira Ta valentia del padre. Hay un ‘mutuo reconocimiento porque com- parten Ia misma escala de valores. Esto es descubierto el primer dia por el loco Mosca: “Al patrén To apodan el Carancho en el pueblo, y el hijo es otro carancho; tenemos aura dos caranchos en La Florida. /Se van a sacar los ojost” Marcelina, la joven que desencadena cl conflicto, y el peoncito Bibiano son los tinieos ‘eres puros en un mundo donde patrones y servidores se em- parejan por la bratalidad de sus almas y de su comportamiento. Es que el chico y la muchacha son vistos por Lynch con ojos roménticos y los de- con mirada naturalista. Marce- Tina esté idealizada; su belleza, su elicadeza y especialmente su ino- cencia resultan inverosimiles en sa rancho miserable, junto a un padre cobarde, a una madre prostituta, a tan patrén que la obsequia y distingue de manera insdlita y en medio de la ‘murmuracién general que nunce llega a sus oidos. Igualmente Bibiano, aun- que tiene quince afios, ests deseripto como un nifio que “hace pucheros” ‘cuando el patrén joven amaga pe- garle. La singular ternura del autor hhacia estos personajes los destaca de los otros, envueltos en tintas som- barfas: los hermanos de Marcelina son, uno “feo y contrahecho como un pe- quefio Cuasimodo eriollo” y_el otro imbécit; don Cosme es un “gaucho de aspecto taimado”, tiene unos “ojos atravesados que nunca miran de fren- te’; Eduardito es borracho y muje- Fiego; Sandal, segiin su mojer, Rosa, “es un pobre paisano ignorante, in- apaz de atinar a nada” y segtin don Panchito es un “gaucho degenerado”, tun “caso elevado de exhihicionisme tol6gico”; Juane, Ia cocinera.de La Florida y madre de Bibiano, tuerta ¥ con una eterna lgrima en el ojo yacio es califieada por el patrén de “yegua galopada por toda la provin- De ese poz0 nauseabundo, ape- nas se salva la maestra de escuela, descripta con realismo en el nico episodio marginal de la novela. (Ce- tulos XVIII y XIX). + La estructura de Los Caranchos de La Florida es cerrada, todo gira en torno de un solo conflicto, La presen- tacién de la estancia de Eduardito interesa como contraste con La Flo- rida; las escenas en la cocina sirven de mediador para lo que sucede en Ia casa de los patrones. La violencia entre padre e hijo, Ia huida de éste, no aparecen directamente sino a tra- vs do Tos peones que, formando una especie de coro, comentan sin inter- venir. El escamoteo de esos momen- tos otorga un efecto més trégico al final, tnica oportunidad en que Los Caranchos se enfrentan, La naturaleza aparece con una am- plitud que no volverd a tener en otra obra de Benito Lynch. En los capi- tulos V y VI, de tono épico, la tor- menta es un personaje que Icha con ddon Panchito perdido en el campo. Ta laguna, los fachinales, Ia anura re- seca, stin descriptos con una bri ante prosa modernista que da. pre- ferencia a las sensaciones visuales y auditivas En Raguela (1918), Lynch desarrolla su espordidica veta’irdnica hacia un suave humorismo, Por eso esta nove- lita tiene final feliz, Aqu{ asoma Ta habitual frustracién de la pareja; al comienzo, Raquela lucha contra sus sentimientos porque ella no es una pobre muchacha ignorante e ingenua, como otros personajes femeninos de Lynch, es la hija de un estanciero y tiene conciencia de que no puede, no debe enamorarse de un hombre que no sea de su clase; pero sus desaz0- nes hacen sonrefr al lector que sabe que Montenegro es un gaucho disfra- zado y que no hay impedimento al- guno para la felicidad. El campo es juzgado por la ciudad desde el punto de vista del intelectual Montenegro. Este simula ser un gau- cho, habla y trabaja como ellos. Pero su eleccién es temporaria, es como un juego, como una actividad deportiva También en Los Caranchos de La Florida se juzgaba al campo y sein dos criterios eontrapuestos: los Suarez Oroiio lo preferian a la ciudad, s6lo en el campo podian ejercer libre- mente su autoritarismo; mientras que otras figuras colocadas en un nivel social infetior pero con capacidad para juzgar —el alealde, el. resero— vefan al campo como un lugar de perdicién para los jévenes de clase alta EL inglés de los huesos: Muy pronto, en El inglés de los giiesos (1924), ef punto de vista se invierte: el campo juzga a la eiviizacién urbana repzo- poe Ane be spe pan a es fate tH ete a Ace ata thee, oe hp we ‘pine Re Pan a Ae Una firme amistad unié a Horacio Quiroge con Benito Lynch. El grabado reproduce una carta de Quiroga al autor de Los Caranchos de La Florida Parte final de la carta de Quiroga a Lynch Archivo Historico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.a6 La novela rural y el cine Igual que en nuestra literatura, en el cine argentino de indole realista pueden diferenciarse nitidamente dos corvientes, Ia de tema rural y la de tema trbano. Asiduamente, los argumentos se busearon en el teatro y en la novela Benito Lynch tuvo la suerte de que sus tres novelas mis exit hallaran una traslacié a Ta pantalla, Dos de esas versiones: Los Caranchos de La Florida y E] inglés de los giiesos, dirigidas por Zavalia en 1988 y por Christensen en 1940 respectivamente, respondian una manera tradicional de narrar. Ms recientemente, El romance de un gaucho (Rubén Cavallotti, 1962) presenta por primera vez. en nuestro cine tuna version vanguardista del tema rural Respetando la indole psicolé de la novela, indaga el drama interior del gauchito Pantaleéa, euya desesperada vuelta al pago del final, esté elaborada con imégenes alucinatorias de gran plasticidad. Walter Vidarte en Pantale6n, y Lidia Lamaison en dofia Cruz realizan interpretaciones excelentes. argentino surgieron algunas de sus mejores peliculas: Le guerra gaucha, sobre algunos relatos del libro de Lugones, dirigida por Lucas Demare (1942); Los isleros, de Ernesto Castro, con direceiin de Lucas Demare (1951); Las aguas bajas turbias, de Alfredo Varela, Hevada 1 la pantalla por Hugo del Carri (1952); Horizontes de piedra, de Atahualpa Yupangui_y direccién de Leo Fleider (1956) y Shunko, de Jorge W. Abslos, con direccién de Lautaro Mura (1960); El iiltimo perro, de Guillermo House, direccién Demare (1956), ete. Con frecuencia los libros de Benito Lynch sedujeron a los produetores cinema to filmada bajo la direccién de Rubén Cavallotti, pueden verse a los actores W ) de Revistas Argentinas | www.ahira.com.ar En la época posterior a Roca, un novelista representa del modo més cabal tuna nueva forma de la narrativa rural. Es Benito Lynch, cuya obra refleja la vida de los gauchos sedentarios, lus estancias, y los duefios de estas estancias, todo ello montado sobre la dindmica de un argumento casi siempre vicaz y provisto de un sostenido interés dramético. — EL DIA — La Plata,! lunes 30° de enero de "1930 =e "LoS CARANCHOS BE LA FLORIDA'= =“ NOVELA DE BENITO. LYNCH | [— “|| ag les 7 Bowes co omen snr $9 Leecaarn rte ier ecr eer ret tc te i eee eee La popularidad de Los Caranchos de la Florida se vio incrementada por su reproduccién, no sélo en la pantalla, sino en el diario El Dia, de La Plata, donde fue publicada en forma de historieta segtin una adaptacisn de Vietor Valdivia, quien a su vez es el autor de los dibujos El inglés de los giiesos, 1a famosa novela de Lynch, constituyé un éxito al ser Nevada a. la pantalla. Fue protogonizade por Enrique Garcia Buhr y Sabine Olmos, a quienes se ve en el grabado animando una de las escenas de la pelicula. hivo co de Rev | www.ahira.com.ar sentada por Mister James. Desde que éste aparece ante ‘el asombro_y la risa de la gente del puesto La Estaca hasta el final, el foco de la narracién cambia; ya es La Negra o dofa Ca siana © Santos Telmo 0 Bartolo o Deolindo los que juzgan. Todos ellos ccomparten un mundo primitivo del aque se muestran satisfechos. Un mun- do cerrado y perfecto, Sus conflictos =Ia pasién no correspondida de San- tos, las disputas entre doiia Casiana y su hija, la incapacidad para sufrir de Balbina— nunca les sugieren la posibilidad de un cambio, ni siquicra dle una evasin. Salvo la evasién por Ja muerte. Mister James les causa Eracia, a veces listima, otras odio, pero munca admiracién 0 envidia, Ei mundo del inglés, la civilizaciOn ur bana, no tiene nada que ver con ellos. Por eso a La Negra no se le ocurre pedirle que la leve com él. Todo el verso termina en los Mimites del ‘campo conocido. Sélo en dos oper tunidades se revierte este punto de vista uniforme: cuando el patrén se centera de que su recomendado fue atacado por un gaucho y cuando mister James reflexiona sobre su de- dicacién a a ciencia y ese raro sen- timiento que le despert6 Balbina Lynch toma abiertamente partido por el mundo primitivo a través del per- sonaje de La Negra. Nos presenta la civilizacién urbana como un duro tr Jinar, un esfuerzo constante, en aras de alguna idea abstracta como el triunfo personal, o bien de la humanidad, © el progreso personal 0 el progreso, con el olvido de Ia felicidad. Porque la felicidad no es nada més que la fentrega al amor espontineo, a los Aictados del instinto (pero un instinto urificado de toda contaminacién se sual), La razén rige la eivilizacion urbana, la razén mata lo instintivo, por lo’ tanto la civiizacién urbana impide la felicidad. Sélo los seres primitivos, simples, son capaces de amar con el amor verdadero. Santos ‘elmo y La Negra aman asi. No en- Una fotografia de Benito Lynch tomada en el Jockey Club de La Plata, Archivo Historico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.aes Portada de Raquela Archivo Histdérico de tienden de cfleulos ni de razones. Santos Telmo se destruye yendo a parar a la circel. La Negra se mata, Para ellos no hay concesiones. Toda o nada, El compromiso de Lynch con La Negra es total desde el primer capi tulo. Las arbitrarfedades de la mu. chacha para con Santos Telmo y James se nos presentan graciosamen- te, su enamoramiento de manera con: movedora y la subversion ante la autoridad materna nos parece mimo, capricho y nunca mal comportamien: to, Lynch protege a La Negra porque ces un ser indefenso, una “inocente”, como dice la curandera. Ya. vimos en Los Caranchos de La Florida la dife- reneia que hace entre los nifios y los adultos. Sélo Ios nifios son puros en tun mundo oscuro e inarménieo. Este tratamiento se extiende a algunos j6- venes que el autor “anifia” para li- brarlos de Ia corrupeién que trae la adultez. La entrega al personaje deter. ‘mina la composicibn, el entramado de Ja anéedota. La Negra domina la no- vvela, los demas personajes interesan en su relacidn con ella, todos depen- den de sus alegrias, sus dolores o sus cenojos. Vimos en Lor Caranchos de La Flo- rida, cémo las escenas més violentas entre padre e hijo eran presentadas de manera indirecta por los comenta- ios de los peones. También en El inglés de los guesos utiliza Lynch teste recurso; pero su interés en re- forzar las impresiones que la des- ventura de La Negra deben cau sar, To leva a repetir los hechos cul- ‘minantes, a darnos su derecho y su revés. En el capitulo XXII, Deolin- do, ante la expectacién morbosa de su familia, cuenta que vio a La Negra arrastrase suplicante por la orilla de Ja laguna y a James que la alzaba en brazos y Ia lievaba asi hacia la casa, Y en el capitulo siguiente, In misma escena nos es presentada di- rectamente, como una vuelta atris cen el tiempo. También en los capi- tulos XVI, XXVIII y XXIX, nos enteramos de modo oblieno de lo que dofia Maria, Ia curandera, reeo- mendé a La Negra cuando la visité para curarla de su mal de amores or qué Bartolo caza un sapo viejo a pedido de su hermana, por qué ésta le corta unos cabellos a James y,la vemos sacar la cuchilla 'y los fésforos con grandes precauciones ara no ser descubierta, y con todo reunido, ponerse a cavar un hoyo, Ys sabetas pues que estérealizando tan embrujamiento, pero como si no bastara, el autor se vale de los re- cuerdos de La Negra mientras cava para reconstruir detalladamente el Aislogo de aquel dia. Exe reforzamiento de los efectos se encaminaba hacia un desborde emo- cional en el final, pero la. conciencia artistica de Benito Lynch le dicté el procedimiento contrario: a objetivi- ad mis absoluta. El punto de vista elegido es el de Ia perra Diamela; ésta observa el lazo, un zapato de Balbina y una silla caldos, levanta Jos ojos hacia la copa del arbol y menea la cola expresando reconoct miento. Luego va al fondo y desen- tierra al sapo del embrujo. Sélo la frase: “In voz de doa Casiana le Teg6 primero como un alarido sal- vaje, después como el ulular de una fiera” pone una nota emocional, pero Ja interrumpe enseguida para des- ceribir un amanecer esplendoroso. La ignorancia del animal y la indiferen cia de la naturaleza conmueven por carencia En esta novela, la naturaleza es un dato lateral, no hay deseripciones del campo, ni siguiera de Ja laguna donde el inglés busca. sus huesos. Pareciera que Lynch eligié un pe- ‘dazo de suelo bonaerense y lo d mit6 encerrando Lobos, Cafuelas.y Dolores. Una vez presentado el lu- ‘gar (en Los Caranchos de La Flori- da lo hace) le resulta obvio repetir- Jo, En la laguna de Los Toros, en Lox Caranchos de La Florida, esté situado el puesto a cargo de Sanda- io, La pulperia de “San Luis” apa- Revistas Argentinas | www.ahira.com.ar ece en cuatro narraciones. Los es- tablecimientos rarales suclen llevar el nombre genérioo de “La estencia” “La estancia grande. En El inglés de los giiesos, espori- dicamente Ia naturaleza esti vista con perspectiva roméntica, compar- tiendo el sentir de los personajes. También aparece el ave agorera de dese Los personajes se revelan en sus ac- tos, sin que el autor acuda @ aquellas explicaciones tan comunes en Los Garanchos de La Florida, pero igual que en esa novela anterior, no evo- Iucionan en el transeurso de la na- racién, El amor apasionado de La Negra responde @ un caricter im- pulsivo que no varia. Tiene el mismo Aarrebato para odiar que para. qui rer. Fisicamente se parece la elina de Lor Caranchos; como ella es anifiada e ingenna, no discierne entre lo que esté bien y To que esta imal, pero la personalidad de Balbina es mas compleja y elaborada, Su in- eapacidad para el dolor que a veces parece humoristica y termina anras- trindola al suicidio, esta. justificada de modo realista con ambiguas alu- siones a una enfermedad cardiac. James Grey altera su impasibilidad conmovido y arrastrado por los sen timientos de Balbina sin que esto signifique una transformacién de su caricter flemético, respetuoso y tier- no. A pesar de las burlas por su aspecto fisico, su habla y su extrafio comportainiento, no hay caricatura sino simpatia en el tratamiento del ersonaje. La precisién en los eafo- ques narratives deja bien claro que su ridiculez proviene s6lo de la mi- ada de los paisanos. A medida que pasa el tiempo y hay un acostim- bramiento a su presencia, esos deta- es dejan de aparecer El romance de un gaucho: La diltima novela de Benito Lynch, EI romance de un gaucho (1933), es la mas ela- orada de su produccién. Es muy extensa, supera las quinientas pigi- has, y su lectura, se hace mondtona Archivo Historico de por dos razones: 1) porque los com- Fictos de doba Crazy s0 hips do éste'y dona julia, se plantean en tola su amplitad en los primeros ‘sel sitios, mientras los elncuenta rem: fantes los ahondan en sentido vert cal, sin aportar cambio algono, y 2) porque ests escrita en: lengua gauchescn y por lo tanto, fos reeusos Expresivos que mnngja el relator Son Gey rudeiumete qe fe grave por it taaén primera: que la novela es tna intospecein. Tenemos talonces midlals petolbstios Recie por un namador que no iene com: Plejided lingiiticn (y gue sia om: Borgo. debe. comunicrnos” process eomplejs) y. sobre personajes, ana vez) Paclégicamente,pobres En una adverteneia previa, Lynch atrbuye la novela aun vei paisano aie canoes en su inftnca, quien Habria escrito a lo largo. de muchos aos, a lipiz y en papees diversos Ta tarea de Lynch se habia limitado 2 arregar errores de wocabullri, & poner el titulo y a ordenar los tro Pye eescuble mejente fai cin; y ‘no. porgue el. eseritor no tenga derecho a iwentar un psou- CH 2 eg eee ee no hay acuerdo entre esa fabulacién reairesiey en velo oe Jian todos los arficios propios de la ficeign pero impropios en sa gaucho autor, Bete no eotacié a Pantalesn, «l protagonist de a histori, quien Table yids nite ela asec eee a Seto hacia tubs afb. Ba el alas rao cochimeceeaie eet Slcen que’, “asigin dicen las que tmuetan que ol eeatie uo) paris conocer lor colores de. hs vestidos de dofi Julia or ejemplo o el sen tilde ep vestosies ex eerie ne Ientos,o escenasintimas entre Pan falcon y dota Julia que nadie habia cesta 7 loc eve reae Es Famentable que una obra de tanto aliento dondé Ta tama, el desamoll de los personajes, y especialmente sa enuetira clésca de jun equirio evistas Argentinas BENITO LYNCH EL ROMANCE, DE UN GAUCHO ta Portada de El romance de un gaucho www.ahira.com.ar eas Un estanciero argentino con su caballo, en el primer cuarto del siglo 906 perfecto delatan Ia conciencia axtis- tica de Benito Lynch, se haya frus- trado en parte por ese artificio na- mative, El tema central es el amor y el ren- cor, la historia de malos entendidos y disputas de doa Gruz y su hijo Pantaleén Reyes. El tema derivado, pero a la vez motivacién del central, es el amor imposible de Pantaleén por dofia Julia Fuentes, Las persona- lidades de madre e hijo son las més vigorosas de Ja novela y en la obra toial de Lynch, las mejor construi- das y las ‘inicas capaces de evolu- cién en el proceso narrativo. Doria Cruz es la verdader protago- nista, porque, salvo el primer hecho (cl enamoramiento de Pantaleén que es atribuido a la fatalidad) ella es la ccausante de todo lo que sucede, es le que con. sus decisiones, eslabona Ja eadena de desgracias que la des- ‘ruirin junto con su hijo Pantaleén Reyes, como li Balbina de Bl inglés de los giiesos, est anifiado, es una “criatura", “no tiene malicia” alguna, Su mal comportamiento se debe a ignorancia, a ingenuidad, a instigacién de los otros, a su deses- peracién, Esto es verdad no sélo para Jos ojos interesados de la madre sino para los demés y para si mismo. Su pasién por dofia Julia munca tiene ‘exigencias varoniles y cuando vuelve a convivir con su madre, luego de “conocer mundo y hacerse hombre”, se doblega ante su autoridad como siempre. Entre sus veinte afios y los veintitrés de dosia Julia hay una dise tancia sideral. Ella también se ena- mora, pero en un proceso muy lento, impulsada’ més por el abandono en que la tiene su marido que por Pan- taleén mismo. En cuanto a la estructura de El ro- ‘mance de un gaucho, cuando madre e hijo estin separados, el relato. va ae vida de uno a in de I ora casi capitulo a capftulo; y cuando los Snfrimlentos de atnbos provienen de causas diferentes de su_enfrenta- Imiento, se prpducen. simulténeamen- Archivo Historico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.ar te. Mientras Pantaleén, desesperado por haber herido aun’ viejo que lo ‘provocd y cree que se est muriendo, se encierra en un galpin de la ex: tancia de los Rozales, su madre esté enferma y abandonada, sin mis aten- cidn que la que puede brindarle el ppeoncito Zoilo, La recuperacién tam bign es simultinea La linea argumental no tiene sor- ppresas; desde el capitulo primero sa bbemos que sucederin grandes des gracias, pero cuando Pantaledn se aleja de Ta estancia de los Rozales, bre de la deuda con don Pedro que pagé su madre y ésta se recupera fracias a los cuidados de dovia Julia, hhay una progresiOn hacia la felicidad que, mediante un técnica contrapun- tistica, se quiebra (dota Cruz echa a dofia Julia de su lado), reaparece (don Pedro muere y las dos mujeres yuelven a ser amigas) y se frustra definitivamente (Pantaleén_ muere). En 1931, Benito Lynch publicd un folleto, El estanciero, donde distingue dos clases de propietarios rurales: el gaucho y el sefor. Ambas imagenes aparecen en El romance de un gau- cho, Estanciero sefior es don Venero Aguirre; estancieros gachos son don Pedro Fuentes, dofia Gruz Reyes y los Rozales. En el jucgo de contrastes se advierte cSmo los segundos estin condenados a desaparecer porque se aferran a lo conocido, desprecian las novedades, pero lo que es peor, se despreocupan de la suerte de sus campos. La estancia de los Rozales, como la de Eduardito en Los Caren- chos de La Florida, es el ejemplo vivo del derroche. Los pobres est Dlecimientos de Fuentes y de dofa Cruz andan a los tumbos por el des. cuido de sus duefios. Frente a este panorama, la estancia de don Vene- ro asombra por el orden y Ia vaciones pero no induce a la i cién, porque éstas vienen acompasia- das de la pérdida de lo mis valioso: las costumbres.tradicionales, La derrota del estanciero gaucho en 1a obra de Lynch se produce por st Archivo Historico incapacidad para comprender el eam- bio y adaptarse a él, por su suicida manera de oponer una estructura re- ida por valores morales a otra re- Bida exclusivamente por valores eco- EI “caso” Hudson. — 1 paisaje pampeano,, a vida de los ‘gauchos y- de las estancias, la lucha contra 1 indio, las supersticiones conta- das en ja mueda del fozén, tu ron desde mediados del siglo XI singular atractivo para. viajerosex- tranjeros que recorrieron gran parte del pais 0 se asentaron por tempo- radas en Ja lanura guiados unos por interés cientifico (los ingleses Carlos Darwin, quien recorrié las costas pa- tagénicas y Roberto Cunninghame Graham), otros por interés econémico (el francés Godofredo Daireaux) y vyolearon observaciones y_experien- cias en libros cuyo potente valor do- cumental oscurece el literario, cuan- do lo hay. Daireaux, Hegado al pais en 1868, a los veinte afios, alterné tareasintelectuales —profesor de fran- és, inspector de enseiianza_secun- daria— con los negocios de hacien- das. En su estancia, una avanzada en a pampa, en el actual partido de General Viamonte cuyo pueblo fun- 46, alld temas y- personajes para sus libros El fortin y Tipos y paiso- jes criolos; Las veladas de wn tro. pero; Las cien hectéreas de don Pe- dro Villegas; Recuerdos de un hacen- dado. En ellos pinta la misma época que evoca Lynch, la estancia alam: rade cuyo patrén rico y culto cede el mando al mayordomo, el asombro el criollo ante los sembrados y su resquemor por las nuevas costumbres ‘que le quieren imponer. Junto con estos extranjeros debe si- tuarse a Guillermo Enrique Hudson, aungue es el suyo un caso tinieo insélito dentro de la literatura. ar- gentina, en la cual no es del todo Tegitimo incluirlo puesto que eseri- Did en ingles. de Revistas Argentinas | www.ahira.com.at; Codofreda Daireaux Los extranjeros, ya en sus visitas o excursiones por nuestro pais o bien desde dentro de nuestra tierra, reflejaron también la realidad del interior en toda su dimensidn social, humana y topogedfica, Aunque nacido en la Argentina, Guillermo Ensigue Hudson produjo en inglés una obra de alto valor literario que no puede dejar de estudiarse al considerar nuestra narrativa rural. Chacra Los 25 ombiies, donde nacié Hudson el 4 de agosto de 1841 998) Habin nacido el 4 de agosto de 1641, en la estancia “Los 95 ombies" de Quilmes; sus padres, Daniel Hud- son y Carolina Kimble, eran norte- americanos venidos en 1834 con el primer hijo recién nacido, David. Luego tendrian cinco més, dos va- ones y tres mujeres, todos argent. nos. En 1846, la familia se trasladé a Chascomiis y por diez afios estuvo cargo de un almacén de ramos Generales. Alli los nifios recibieron una libre educacién: —esporidicos maestros —ingleses perdidos en la pampa— una biblioteca de euatro- cientos vokimenes y toda Ia natu raleza bonaerense. Diez afios despues, Ja ruina econémica los devuelve a Quilmes, primera de una serie de calamidades. El futuro eseritor, tras un arreo de un dia entero y bajo la luvia, padece una fiebre reumética que, a su vez, le produce una afec- cin cardiaca. Los médicos le augu ran una muerte temprana que, aun- que se demora sesenta afios, Ie pro- voca una profunda crisis religiosa que lo aleja del culto protestante fervorosamente inculeado por la ma- dre y lo conduce definitivamente ha- cia un panteismo animista que se reflejaré en toda su produecién. Muertos los padres, la familia Hud- son se dispersa. Guillermo parte para Inglaterra en abril de 1874, Nunca mis volveré. Cambiado el caballo ppor la bicicleta, recorreré la campiia _ briténica con igual entusiasmo con que anduvo por su pampa natal, pero las impresiones y vivencias que ésta Ie habia producido perdurarin para siempre en su mente y en sus senti- dos y las evocard en cada libro como el paraiso perdido de su ninez y juventud En Inglaterra pas6 grandes penutias, Su amigo Cunninghame Graham se maravilla por su capacidad para evo- car los esplendores de la pampa en primavera viviendo “en una posada Archivo Historico de aldea, en su pensién de Londres © mis tarde en su propia casa tan incémoda_y vacia que s6lo se la puede calificar de destartalada”. En 1876 se cas6 con la duefia de la pen- sin, Emilia Wingrave yen 1900 se hacionalizé como inglés. Aunque des- de temprano tuvo el reconocimiento de los. circulos cientificos por sus articulas sobre los péjaros riopla- tenses, su labor de eseritor de ficcio nes tan reales y vividas todas ellas— sélo fue apreciada en su vejez, sin que eso modificara su modesta exis- tencia, Hudson murié mientras dor- mia, el mismo dia en que habia puesto punto final a Une cieroa en el Parque de Richmond, el 18 de agosto de 1922, Tenfa 81 atios, Es dificil dividie sus obras en narra- tivas y cientificas. Los estudios sobre pajaros estin animados por historias generalmente vivides por el autor 0 recogidas en sus andanzas, y las na- rraciones estan lenas de datos y ob- servaciones sobre la flora y Ia fauna. El narrador y el naturalista forman Ja personalidad total de Hudson y no pueden verse por separado, Sin embargo, debemos hacer un corte y considerar aquellas obras en las que Ja actitud del narrador domina: sus dos novelas, La tierra purptirea y Mansiones verdes y los euentos, “Mar- ta Riquelme”; "ET cuento de tin ove- 10”; “EL nifio diablo” y “El omba”. Imposible es clasficar en este corte a Allé lejos y hace tiempo, el libro de su vejez donde revive su infancia. Pero tampoco es posible dejar de considerarlo, por ser el més famoso y el que proporciona datos sobre su vida con més precisién, revelando la sénesis de su personalidad de eseri tor. En este libro hay dos temas centrales: uno es la familia Hudson =los acontecimientos familiares, las casts que habitaron, los juegos de Tos nifios, Jos maestros, los vecinos, Ia figura’ de Ja madre; otro es la Cémo era Hudson “Era un hombre muy alt, flaco, amguloso y cargada de expaldas, buen mozo a pesar de tener una nariz ganchuda y torcida que debis de huberse rote en alguna ocasién, Tenia pémulas sites y prominentes, una pequeda barba trecara y eabellos castaho oscuro, oso nate may hate ojos pardos, grandes y hundidos, fabitutlients meoy dulocs, pero que solian encenderse de golpe con gran fiers. ens invarablmente' de manera cidada , para aquella 6pcca, corrects, con exele duro 7 patos de hilo, Blancos y almidonades, una caseca de “tweed” jespeedo con bolsilos en lor faldones pantalones haclendo juego. Con st par de cuselentes picmatenseleariren 10 bublese parecido fuera de lugar en una carrera de steeplechase 0 point-to-point. Era un hombre souy pobre, pero ras ropas estabon bien fortadas y las pocas costs aque posela eran de buena calidad” David Garett de Revistas Argentinas | www.ahira.com.a& Monumentos a Hudson En Hyde Park, Londres, un grupo de amigos de Hudson le hizo erisir ‘un monumento poco después de su muerte. Representa a una de sus heroinas, Rima de Mansiones verdes, rodeada de péjaros. Su escultor fue Epstein y desperté mucha ‘oposicién entre los admiradores del escritor, quiz’ por su concepeién audaz. para’la época ya que todas las figuras estn como comprimidas dentro de un rectangulo. Quiz més unénime ha sido 1 consentimiento para con Ia inseripeién que tiene In lépida de su tumba | en el cementerio de la ciudad de Worthing: “Amé los péjaros y los lugares verdes y ef viento en el brezal, y vio el resplandor de la aureola de Dios.” En Ia Argentina, Ia casa natal, “Los veinticineo ombiies” en el actual partido de Florencio Varela, Buenos Aires, se conserva ‘como tinico monumento a su memaria naturaleza: pijaros, Arboles, viboras, ppastos, quemazones, tormenta, etc—- La naturaleza aparece como el habi- tat pero sin dejar de ser nunca un especticulo maravilloso; los sentidos del nifioaprehenden Ia belleza en formas, sonidos, colores y movimien- tos; aparece el conflicto de todo hom- bbre consustanciado con lo natural, su necesidad de matar para alimen: tarse, pero su contemplacién de las costumbres de los animales le pes mite superar el enfrentamiento, nun- ca se debe matar por goce. También Ia naturaleza le ensefia el sentido de la muerte, tan arraigado en Hud- son a pesar de su intenso amor por Ia vida, Hudson se desinteresa de la politica, pero sus observaciones del contexto social no podian desconocerla. Sa padre era rosista, lo mismo que todos los ingleses veeinos y la sala de la casa lucia grandes retratos del caudi- Ilo, su mojer e hija y el de Urquiza El enfrentamiento federal en Caseros Tes llegé como rumor y también como amenazas de reclutamiento de los peones. Hudson anota lo que ve y oye pero desconoce el relieve hi rico de los hechos. En La tierra purptirea aparece Ja lucha de los blancos y los colorados en la Banda Oriental, pero de parte del autor sélo hay desprecio e ironfa frente a esos hombres que matan y roban por razones que é1 no quiere entender. Esta fue la primera novela que eseribié (1885) y estd relatada fen primera persona por un viajero inglés, Richard Lamb, quien recorre Ja Tlanura uruguaya en busca de tra- bajo. Sus aventuras y desventuras, de-indole guerrera, sentimental 0 de simple observador de la vida y cos- tumbres de los gauchos, tejen el en tramado més activo que haya salido de la pluma de Hudson. Muchos episodios configuran cuadros.cerra- dos que pueden desglosarse del con- texto sin perder nada de su interés; por ejemplo, los que presentan la colonia de caballeros ingleses, dedi- cados al té y al ron, o el del domador Oe caballo con singular fai ©-€l de las mmuchachas del sf0 el que trata los. bellsimos retratos de Anita y Ménica, o también Jos del levantamiento del caudillo blanco Santa Coloma. La galeria de nifios de esta novela Ia asemeja a otro libro posterior, de misceléneas, Un vende- dor de bagatelas, con personajes de cinco a seis afios de edad. Hudson tenia una rara capacidad para clabo- rar cuentos de factura real. pero im Bregmados “de magia, También ls Isjeres Te merecen una especial ter- nora y su_mundo se asemeja all in- fantil, aunque tengan poderes extra- ‘ordinarios como la Rima de Mansio- nes verdes, novela que transcurre en Tas selvas de Venezuela y las Gua- yanas. Como dice Borges, en ambas utiliza Ja formula antigua del héroe que se echa a andar y las aventuras le salen al paso. En ésta, es un caba- Mero venerolano que cuenta a un amigo inglés su vida entre los indios y st idiio con una muchacha, altima ejemplar de una raza desconocida ‘que posefa un Tenguaje similar al de Tos pijaros. No se tiene ningin dato certero sobre Ia posible estancia de Hudson en esos lugares, pero la nax turaleza aparece descript con. igual ‘magaificencia y precisién que la rio- platense. El cuento largo 0 novela corta EL ‘ombyi (1902), es la obra mis perfecta de Hudson en cuanto a su factura literaria, Su tema central es Ia his- toria de una casa y de los que en ella vivieron. Un ombii le hace som- bra y segiin la supersticién popular, ejerce un influjo fatalista sobre sus ‘moradores. La historia es contada por Nicandro, personaje que observa los hrechos desde afuera o interviene co- ‘mo acompafiante y se dirige a un interlocutor desconocido que espori- icamente hace alguna. reflexién, La historia de la casa, que abarea desde 1808 hasta més allé del cua- Archivo Historico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.ar renta, puede dividirse en Tas de sus tres moradores: Santos Ugarte, Vale tio de Ia Cueva y Bruno. Las suce- sivas situaciones histricas, el ejér- Cito inglés en su avance sobre Buenos Aires y la hucha contra el indio, apa recen, segiin ya sefialamos, como sim- ples hechos con total desinterés poli- tico, En el primer episodio, Jos gau- hos aprovechan las mantas que los soldados ingleses arrojaban para li- erar sus mochilas y en los otros, el reclutamiento forzado de los paisanos y el despojo y la burla que Ia orga- nizacién militar hace de ellos, tiene ‘gual sentido que Martin Fierro pero sin Ja finalidad de denuncia de Her- nindez. El personaje de Valerio de Ta Gueva gue sirve de portavoz del reclamo de Ios reclitas por las re compensas no cumplidas y recibe un brutal castigo, cumple la misma od sea de Fierro sin la robelién de éste, La rebelién y no contra la sociedad sino contra el coronel que castigé al padre y le cansé la muerte, le corres- ponde a su hijo Bruno y-tiene sen tido de venganza personal La lucha contra el indio aparece tam- ign en los cuentos “El nifio diablo” y "Marta Riquelme”. Esta ditima es Ta patética historia de una cautiva que tras las horrorosas_ situaciones que padece pierde Ia razén y recluida en un bosque se convierte en un pi- jaro que emite largos lamentos, el + Kakué, Hudson, situado en las antipodas de Sarmiento, que odiaba el desierto y su estilo de vida, fue sin embargo tan rebelde como éste, pero su rebe- Jién era contra la depredatorin cul- tura industrial europea, expecialmen- te inglesa, frente a la que erigia exe desierto, negindose a ver en él tuna edad histéricaprimitiva que, ‘cuando eseribfa sus libros, ya estaba moditicindose de manera acelerada yen sentido contrarip. a su,prédica. \rchivo Fistorico d Guillermo Enrique le Revistas ee, ER ee rgen tinas | www.ahira.com.ar mae Bibliografia basica De MARTINIANO LECUIZAMON Recuerdos de la tierra, Félix Lajouane, Buenos Aires, 1890. Prélogo de Joaquin V. Gonzilez. Calandria, Buenos Aires, Ivaldi y Chee- chi, 1898. Estrenada en 1896’ por la compaiiia Podesti-Seotti en el Teatro Victoria. Monteraz, Buenos Aires, Imprenta, Li tografia_y Encuadernacién de J. Peu. ser, 1900, Alma nativa, Buenos Aires, Arnoldo Moen y Hermano Editores, 1906. a literaria © y Cla, Editores, 1911. La cinta colorada, Notas y perfiles, Bu ‘nos Aires, Compafifa Sud-Americana de Billetes de Banco, 1916, De cent, era, La Flat, Establec- miento Grifico de Joaquin Sesé Edi (ox 1908 a Hombres y cosas que pasaron, Buenos Aires, Félix Lajouane y Cia., 1928, La cuna del gaucho, Talleres S, A. Pen- ser Ltda,, Buenos Aires, 1935, Rasgos de la vida de Urquiza, Imprenta y Casa Editora Coni, Buenos Aires, 1920. Papeles de Roxas, Buenos Aires, ‘Talle- res S. A. Pousor Ltda,, 1935, Del tiempo viejo, boceto campestre, Buenos Aires, Solar-Hachette, 1981. Es- ‘trenada en 1915 en el Teatro San Mar- ‘tin por la Cia, Elias Alippi. Sobre LEGUIZAMON ‘Ara, Guillermo, Prlogo a De cepa crio- a, Buenos Aires, 1961 Canter, Juan, Bibifografia de M, Legui- zam6n'en Boletin del Instituto de In- vestigaciones Histéricas, afio XX, to- mo XXVI, Buenos Aires, julio 1941 junio 1942, n? 89 a 92, Chiano, Juan Carlos, Prologo a Calan- dria de Leguizamén, Buenos Aires, 196]. Grifone, Jul , Martiniano, Leguiza Ivo Historico ie 1 su égloga Calandra, Instituto de Li- feratura Argentina, Seecién de oritien, tomo Il, Fac. de Filosofia y Letras, 1940. Noel, Martin Alberto, El regionalismo do M. Leguizamén, Buenos Aires, 19. ‘Torre Revello, José, M. Leguizamén, el hombre y su obra. Museo de Entre Rios, Conferencia de ss ciclo 1999, Para: 4, 1988, De BENITO LYNCH Plata dorada, Buenos Aires, Rodriguez Giles, 1908. Los Caranchos de La Florida, Buenos Altes, Biblioteca de La Nacién n? 691, 1916. 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Libros sobre phjaros de Amétion del Allé lejos y hace mucho tiempo EI naturalista en el Plata Péjaros del Plata Dias de octo en la Patagonia Libros sobre péjaros de Inglaterra: Péjaros de la ciudad y de ta aldea Fan Péjaros briténicos Péjaros de Londres La naturalesa en la Wanura Los pdjaros y el hombre Dias en Hampshire El fin de la tierra A ple por Inglaterra Vicia de un pastor Aventuras entre pdjaros El libro de un naturalista Un vendedor de bagatelas Una eierva en el Richmond Park Novelas y cuentos: La tierra. purptivea Una edad de eristal Mansiones verdes EL ombit EL cuento de un overo Marta Riguelme EL nifio diablo Un viejo espino Lugar del hombre muerto Y ademés cartas, articulos y el poema “Gorrién de Londres” en el que evoca su tierra natal, paraiso del que est exiliado como el gorrién ciudadano lo esti del mundo natural. www.ahira.com.ar Este fasciculo, con el libro LOS CARANCHOS DE LA FLORIDA, de Benito Lynch, constituye la entrega N° 38 de CAPITULO Precio del fasciculo mas el libro: $ 160.- sae ir toda Pei Piet

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