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CAPITOL la historia de la literatura argentina 30 Ricardo Giiraldes Ja, historia de la literatura argentina 30. Ricarde Giiiraldes fel Centro Eaitor de América Latina, y ha tenido ‘una leetua final a carg del profesor Adolfo Prieto, CAPITULO constituira, a través de sus 56 fasciculos, una Historia de la Literatura Argentina, ordenada cronolégicamente desde la’ Conquista y Ia ‘Colonia hasta nuestros dias, El material grafico con que se ilustrard la Historia, estrechamente vin- culado con el texto, brindara a los lecto- res una vision viva y amena de nuestra literatura y det pais’Cada fasciculo sera, a su vez, un trabajo orgénico y completo sobre un aspecto, tendencia, periodo 0 autor de nuestras'letras, —° En CAPITULO N° 31: EL TEATRO EN LA VUELTA DEL SIGLO: FLORENCIO SANCHEZ — LOS ANTECEDENTES: PANORAMA FINISECULAR —LUS ciRCos JUAN MOREIRA —FLORENCIO SANCHEZ: VIDA Y OBRA —EL SUENO DEL VIAIE A EUROPA —LOS PODESTA y junto con el fasciculo, el libro que com- renderé BARRANCA ABAJO y EN FAMILIA, de Florencio Sénchez fs fasccub, so he aca Nae tonal, dt” Musao auenesco,Riardo Glirales yds) Instituto de Literatura Agertioe dependinte de I Fa Cull de Fistle'y Leas €e Buenos Aes, Oportnamente se suministrarn portdiles con tiles 4 Toney caps pus go os asl puta Archivo Historico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.ar Ricardo Giiiraldes El siglo XX avanza en la Argentina dentro de los cauces que para Ta Ii feratura parecen marcar las pautas tradicionales de las élites europeas, ahora voleindose a través del moder- nismo ya maduro con todas las no vedades de fines y de principios de siglo, mezeldndose de un modo cada vyex mis intenso y conflictual con un afan de expresion nacional, de asun- tién de la propia realidad, que se ‘manifiesta con impetu ya por las vias del criolismo, ya del realismo tradi- ional, ya de formas naturalistas que desarrollan los intentos del $0, 0, lo que es més exacto, en formas que mezelan y manejan todos estos ele Imentos en proporciones diversas. De alguna manera, mis técita que explt Gita, por cierto, el viejo esquema li- eral. “civilizacién-barbarie” que es cindia al pais, entra en crisis y avanze hhacia su total revision. Esto se dara en forma de conflicto, no siempre cons- Gente, es preciso repetirlo, pero que- ark aloo en el meolio de ‘um literatura en franca expansién. Lite atura que, inclusive, puede a veces surgir de esas mismas élite, curopei- antes que siguen siendo efi la Are gentina las “dueiias de a cultura’. Dentro de este cuadro de conflicto y problema, muchas voces oculto y ome soterrado en el fondo de Ia pasion y la discusién estétiea, una figura se torna excepeionalmente e- presentativa, Ricardo Gitirales (1886- 1927) ilustra de un modo. muy par- Aicular, que debe ser estudiado aten- ctamente, uno de los aspectos mis interesantes de ese complicado pro- tevo, mediante el cual se. va. cum pliendo esa lenta pero continuads integracién de lo europeo en la en- trana de una literatura nacional, Vida de Gitiraldes.— #1 13 de febrero de 1896, en Ia casa de los Guerrico (sus bisabuelos), nace_el autor de Don Segundo Sombra. Era al segundo bio de Manel Guiraldes y Dolores Gofit y lleva los nombres Archivo Histérico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.ar de los médicos que lo ayudaron a nacer: Ricardo Gutiérrez y Cuiller- mo Udaondo, Al aio siguiente, toda Ja familia viaja a Paris y se instal en el barrio elegante de Saint-Cloud, donde permanece durante cuatro aio Es obvio destacar que Ricardo y_su hermanos (Manuel, ol mayor, y José Antonio, nacido en Francia)’ hablan en francés y el espaol viene a ser para ellos uma segunda lengua. Los Guiraldes rearesan a la Argentina en el 90, en plena crisis, revolucién y cambio de gobierno, episodios que los Didgrafos.soslayan en relacién con esta aristocratica familia. La vida del pequefio transeurre entre Caballito, onde pasa otofios e inviernos, en casa de su abuelo Giiiraldes, y'San ‘Antonio de Areco, en la estancia pro- piedad de su padre, bautizada La Portefia, como la primera locomotora argentina, Los Giliraldes son_viejos vecinos de Areco tanto por Tos Gue- rico como por Jos Gobi, descendien tes de Ruiz de Arellano, fundador del pucblo en 1730, Durante todo teste tiempo se ha ido educando por medio de institutrices hasta que en 1897 es puesto bajo Ia direceién de Lorenzo Ceballos, un ingeniero me- jicano, opositor a’ Porfirio Diaz, exi- Tiado en la Argentina. Sin duda, en este periodo se impregné de imige- wes de la tierra y de figuras de Hombres, en expecal oy peones de Ia estancia, vividos por el niio como semidioses: Victor Taboada, Ramén Cisneros, José Hernandez, Pablo Her- nindez, Nieasio Cano, Marcos Vera, Julio Ramos y Crisanto Niviez; en teste periodo, también, empieza a ca- nalizarse su voluntad de consignar por escrito sus emociones y experien- cias: “Creo recordar eémo debuto de fescritor, tun diario infantil hecho en la Estancia, comentarios del dia acompaiiados de dibujos...” (Carta 1 Guillermo de Torre, 1925). Pero las andanzas por el campo se aca- ban, minadas por el asa, que lo obliga a la inmovilidad y a veranear Ricardo Gitiraldes, en 1921 #Archivo Histor’ Manuel Gitiraldes, el padre del autor de Don Segundo Sombra, segtin un leo de Hall Dota Dolores Goa, madre de Ricardo Giiraldes ‘o de Revistas Argentinas fen Quequén durante dos aiios. Luego, hasta 1904, en que se recibe de ba: chiller, estudia en el Colegio Lacor~ daire, el Instituto Vértiz, el Instituto Libre de Segunda Ensefianza. A con- tinuacién ingresa en Ia Facultad de Atduitectura al mismo tiempo que se inferma en las primeras Jecturas fun- damentales: Samain, Nietzsche, Spen- ‘cet, Michelet, Renan, Lugones, Dario, Dickens, Balzac, Zola, Maupassant, Dostoievsky, Flaubert, France y otros. Antes de internarse en las lecturas serias, frecuenté —€ mismo lo re- cuerda literatura infantil en abun- dancia, especialmente en alemén, Jdioma que manejaba més que el castellano al volver de Europ. Vo- luntariosamente, quiere corregir este desequilibrio y frecuenta los autores espafioles: Campoamor, Espronceda, Nilfiez de Arce, Bécquer, Isaacs: “no habia tenido suerte y segui con el francés’. Hacia el 1905 conoce a Ade. lima del Carril, que tan importante papel cumpliria en su vida, Cambia de Facultad e ingresa en Derecho mientras taba como esribiento en tuna secretaria de juzgado: aplazos ssucesivos Jo hacen abendonar los estu- dios, sin que constituya mayor atrace tivo el puesto que Te consiguen en tun banco y en una casa de remates: “Al Megar la primavera me entraba una especie de furor por salir al ceampo". Su padre empieza a imps ientarse por la displicencia de su hijo, a quien Je importa cada ver mas la literatura; en la carta a Gi Iermo de Torre describe su_pasién por autores como Flaubert: “envene- nado por aquel sortilegio de belleza”. Es evidente que conoce los términos del proceso literario: Lugones ocupa In escena en Ia poesia y ya est deri vando hacia nuevas zonas luego de Ia consagraciin de Los Creptisculas del Jardin y el discutido Lunario Sentimental. El modernismo es ya Ta literatura oficial y eubre aisladas vo- ces que plantean divergencias estéti- cas: Almafuerte, Carriego y, en la www.ahira.com.ar sa, el realismo tal como Jo tican 'Payrd y Gflvez. El pais esti ~ estabilizado, Ia crisis del 90 es solo tun mal recuerdo y si bien hay pro- fundos cambtos sociales y nuevas fuerzas politicas que conspiran (radi- calismo, socialismo, anarquismo), el régimen’ esti tranquilo y se siente duro y fuerte, capaz de expulsar a Jos elementos’ extraiios que puedan perturbar la marcha del pais. En es- tas condiciones, el “réximen’ se apres- ta a celebrar el Centenario de la Revoluciin de Mayo con todo el boato de tna confirmaciin histérica Extrafiamente, Ricardo decide no acompatiar las celebraciones en las su familia tiene tanta. responsa bilidad pues su padre es intendente municipal de Buenos Aires. Antes de mayo se embarca rumbo a Francia en compania de su amigo Roberto Levilier. Paris: Este viaje es importante en su proceso de acereamiento a Ia litera- tura: viene con lecturas y_ predilee- iones en las que Ia belleea pura provalece sobre el realismo, A partir de ahi iniciard una especié” de con- ‘versién hacia preocupaciones éticas y ‘metafisicas. En fin, es el viaje de la afirmaciin y la maduracién. Por de pronto, en Granada, rumbo « Paris, empieza a anotar lo que sexin los orradores de Raucho, entonces Ils mado "Los comentarios de Ricardito”. Una especie de Diario interior con -vistas una elaboracidn. En cierto « modo, triunfa en Paris: su. prestancia fisica, sus lecturas, su_conocimiento del francés, Ia posibilidad de dispo- ner libremente de todo su tiempo, le abren muchas puertas y conoce a pinlores, inisicos y escitores. Rica do sorprende por su fuerza fisica, sa hhabilidad para el canto, su desenfado para bailar el tango. Prosigue acu- mulando material para Raucho pero también para El cencerro de cristal En Paris, junio a elementos de dis- conformidad 0 de inseguridad, hay tun vueleo —una moda, sin duda— a Archivo Historico Jo exético, que impregna los grupos intelectuales. Guiraldes no es ajeno a la tendencia, lo cual lo empuja a Iniciar un viaje por ln India y el Oriente en compania de su amigo ‘Adan Diehl, quien se casari con De- Jia del Carri, hermana de su futura mujer Adelina Pasa por Italia, Gre- cia, Constantinopla, Egipto, India, Ceylin, China, Japin, Rusia y Ale: mania. Lugares extrafios, sensaciones raras, conocimiento de culturas dis- tantes, Frente a todo ello, Guiraldes pudo pensar sin duds su propia sic tuacion de argentino en disponibili- dad, su_ubicaciin en dos mundos: Paris y San Antonio de Areco. A su regreso_a Francia, la. situacién se hace dificil. Su padre se resiste a costear Ta fantasiosa vagancia de su hijo, que se ve obligado a refugiarse en el taller del escultor Alberto La- gos, el “papa Lagos” de Ia dedicat ria de Xaimaca. Una gran depresion To domina en estos meses en que st Titeratura se estanca y, seguramente, se va sedimentando, “En Paris ~ ce= me decidi une fois pour toutes, como diria Laforgue, a convertirme en escritor.” Eneuentro consigo mis- mo que le permite un retorno a la Argentina superado y definitivo, con cl espiritu abjerto a la aventura vital fen su pais. Nuevos rumbos: Hacia 1912 est en Buenos Aires intexrando un grupo de artistas y escritores que se retinen en el taller de, Alejandro Bustillo, el grupo “Parera”, formado por gente que ha estado ‘en Paris (Diehl, La- 0s, Gonzilez Garaio, Alberto Gi- rondo, etc.) y por mujeres cultas (Victoria Ocampo, Elena Sensinena de Elizalde) y que no oculta su afrancesamiento alimentado por fre ‘euentes viajes y el origen aristocré- tico del ocio, En ese ambiente, Cii- raldes conoce a Adelina del Carri un tipo de mujer moderna, deportista y artista, camarada de hombres, que termina por casarse con el poeta Ie- go de una temporada que éste pasa de Gitiraldes de nifo, con su tia y madvrina, Sara Guiraldes y Guerrico Revistas Argentinas | www.ahira.comar Ricqura Giirgldes w. en la estancia Las Poloaredas, de los del Garsil. El casamiento se realiza 1 20 de octubre de 1913 y la pareja Yiaja hacia La Portefia. El hombre destinado por don Manuel para con- ducirla es un gaucho Iamado Se- gundo Ramirez, el futuro Segundo Sombra. A partir de entonces Girl des so encontrar con lo suyo defi nitivo: el. personaje, el ambiente y Ja mujer que tanto Io sostuvo y Jo ayudé. E] estallido de la guerra, naturale mente, lo sobrecoge. A principios de 1915 decide publicar lo que lleva es- crito y se presenta ante el pontifice Lugones con los manuscritos de El cencerro de cristal y Cuentos de muerte y de sangre. El famoso poc- ta lo aconseja y le exige més trabajo, cespecislmente de puntuacién. Sea co- ‘mo fuere, aparecen ambos libros en el curso del aio y el evento. decep- iona al autor. Ya porque no envia ejemplares a la critica, ya porque presenta cosas muy nuevas en un ambiente estragado por el perfec- cionismo posmodemista (Lugones y Banchs), solo obtiene. burlas por su Cencerro, salvo el earifioso apoyo de su familia, padre y madre inchuidos. Es tin libro de avanzada, respaldado fen Laforgue con “muchas zapatetas al aire’, en el que alterman la prosa y el verso y otras novedades para las que el pablico portefio no estaba preparado. Giiraldes se eoivierte sin _saberlo por supuesto, en precursor, ‘como si contemporéneo Macedonia Fernindez, més ignorado que él to- davia. En’ virtud del fracaso de El Cencerro, nadie compra los Cuentos de muerte y de sangre, algunos de Jos cuales hablan sido publicados en Caras y Caretas por incitacién' de Horacio Quiroga, bajo cuya influen. cia estin oncebidos. En estos cuen- tos Giiiraldes da curso a una volun- tad de integracién de Io europeo en €l caudal nacional, asumiendo de manera cada vez mas enérgica las dos tendencias tradicionalos que tra- Archivo Historico tard ahora de sintetizar en toda su obra. En los Cuentos, aparece el personaje de don Segundo Sombra, asi-como la dimension sobrenatural y la tensién heroica de la vida, En el fondo, las premisas estéticas y te- miéticas de estos dos libros perdura- rin como si Giiiraldes hubiera es- erito en su vide un solo libro al que Je hubiera ido agregando partes. El fracaso lo leva a cargar ambas edi- ciones y a depositarlas en el pozo de La Porter, aque se Uevaba asi las primeras esperanzas frustradas del huevo escritor. Hacia América: Para dar curso a su espiritu viajero y para olvidar esta primera derrota, a fines de 1916 em- prende con su mujer y con Alfredo Gonzilez Garafio y su esposa un via- je por el Pacifico rumbo a las Anti- Tas. Salen de Valparaiso en el Aysen, y a partir de ahi Giiraldes va ano- fando todo Io que le ocurre, sus im- presiones, pensamientos y sentimien- tos; todo este material se acumula y va a dar lugar a su posterior novela titulada Xaimaca, primitivo y autén- tico nombre de Jamaica, isla en la que culmina el viaje. De regreso, termina la redaceién de Raucho, que aparece en 1917. Se trata de la auto- Diografia de un “yo disminuido”, co- mo le gustaba decir a Giiraldes, construida sobre la base de “Los co- mentarios de Ricardito” empezados en Granada siete atios antes. E] indiferente, el bon vicant que ha- bia sido Ciraldes, esti. conmovido por Ia guerra. Ha Ilegado la hor de la responsabilidad y la asume fundando, con Gonzilez Garaiio, el Comité Nacional de la Juventud pro ruptura dé relaciones con Alemania, Las gestiones Megan al parlamento pero Yrigoyen veta la iniciativa, ins- talado en su firme politica de’ neu- tralidad. Como los demés_intelec- tuales argentinos, de tradicin libe- ral, Guiraldes seri _profundamente antirradical, ajeno y hostil a lo que el radiealismo significa como cambio Lo nacional y el destierro [Las largas permanencias de Guiraldes en el extranjero, particularmente en Europa, y sobre todo en Paris, eran un episodio mis de esa especie de peregrinaje cultural a ln Ciudad Luz que los eseritores argentinos cumplian como tun Fito, y que configuraba una especie de indispensable bautismo cultural ya desde 1 80. Sin embargo, Ciiraldes no perdié por ello su sentimiento de argentinidad, sino que, al contrario, esa perspectiva, desde la susencia, parecié ahondarlo. Asi lo dice él mismo refiriéndose a estos periédicos y voluntarios destierros: “Entre fextraiios aprendi a ver lo que habia en mi de nacional, Jo que hey en mi, no de individual, sino de colectivo comin 2 todo mi pueblo”. de Revistas Argentinas | www.ahira.com.aé Ricardo Gitiraldes y Adelina del Carri, el dia de su compromiso > Historico de cen Ja vida argentina, Pero debajo de esta actitud consciente, no dejan de producirse cambios. Porque, qui- zis, sin. que lo advierta, la dimen- sida politica quiebra en’ él su_pro- pension al esteticismo y acentéa la telacién con lo concreto que en Gili raldes se referiré por cierto de un ‘modo algo abstracto Ja tierra, al pasado, a la tradicién, y a cierta mo. tal apoyada en todos esos elementos. Como medio de transicién, y hasta retomar los apuntes del viaje al Ca- tibe, escribe un “capricho teatral” titulado El reloj, que Adelina le acon: seja no publicar, y en seguida trabaja en un ballet con Gonzilez Garafo: Ja imtsica Te es encargada a Pascual de Rogatis y se interesa por la co- reografia el célebre Nijinsky, que durante su viaje de 1917 a Buenos ‘Aires frecuenta @ estos artistas. EI ballet se titulaba Caaporé; el. pro: yyecto no llega a realizarse debido a Ja enfermedad de Nijinsky En 1918 publica “Un idilio de esta- cién” en El cuento ilustrado, revista Girigida por Horacio Quiroga. Fue fescrito en veinto dias, a un capitulo por dia, Posteriormente titulé esta historia con el nombre de Rosaura, dedicindola a su hermana Lolita Es una novelita para adolescentes, de tema francamente cursi, y constituye tuna especie de desafio, en el sentido de hacer una literatura intima, para adictos, sin grandes formulaciones, sin. propuestas de contenido dema siado estridente e innovador. La gue tra ha terminado y Giiraldes viaja a Europa para veriticar los estragos Poco antes de salir, Adin Dichl le hhace conocer el libro de Valéry Lar- and, desconocido para Gitiraldes, ‘A. O. Barnabooth, ses oeuores com. pltes, cest-é-dire: un conte, ses poé- sies et son journal intime, libro que lo deslumbra, en el que se reconoce y que le devuelve la nunca perdida fe en la literatura. Empieza la época de los twenties, Ia década de 1920 a 1930, y el personaje de Larbaud es tas Argentinas RicarDo OUIRALDES EL CENCERRO DE CRISTAL Portada de El gencerro de cristal ‘cans eiueavaes Portada de la edicién de 1915 de Cuentos de amor y de sangre www.ahira.com.ar ‘como un portal por el que penetra fste producto de las sociedades in- dustrales wn poco bérbaras, que ex- presa la euforia adquistiva, Ia rela- cién entre potencia ereadora (lo americano) y cultura estitica (Io europea), lo cual abre la compuerta para. el cosmopolitismo, la literatura Ge viajes y la de aventuras Ya en Paris, pero ahora acompatiado por Adelina, redescubre la ciudad tanto tiempo gustada. Ahora lee mu: chisimo y trabaja con exctacion en Xaimaca que llega a las seiscientas piiginas, reducidas a Ia mitad antes Ge la publicacién, unos afios después Lee Fermina Mérque: de su ya ad- mirado Valéry Larbaud, hasta que mn con él. por medio de Madame Bulteau, una mu- jer de letras amiga de Adelina Larbaud representa el vincalo entre los simbolistas y 1a promocién poé- tica ms reciente y\ ene por de pronto en comin con Guiraldes la fascinaclon por Laforgue. La anis- tad que se sella dura el resto do Ia existencia y para Giiraldes represen ta el ingreso en lo mis vivo y crea dor de Is literatura europea, ‘porque Larbaud es un escritor de’ grandes vinculaciones, atento a lo més mo- ero y original, amigo de Paul Valé- ry, Gitte, Claudel, Fargue, Jules Ro mains, St. John Perse. Larbaud es- cribe sobre Giraldes en le Nouvelle Revue Francaise augurindole wn des- tino superior, Ia gran obra latino- . americana. Pareciera que esos esti mulos y esas amistades le hicieron tomar conciencia de sus posibilida- des, ayudindolo, por consecvenc, fa despojarse de lastres ya encami- parse hacia Is obra definitiva En Paris es objeto de homensjes y sus opiniones son reeibidas con in- terés en el salén de Mine, Balteau, donde toca la guitarra para Ana de Noailles y Heléne de Chimay. En un viaje tipico de esa generacién de aristocratas, los Ciliraldes se marchan El pozo de “La Porter”, donde Gitiraldes arrojé sus primeros libros de Revistas Argentinas | www.ahira.com.3h Sea cual fuere el juicio que se formule sobre el modo en que Don Segundo refleja o distorsiona la realidad del pais, la belleza verbal del libro, su lirismo, su concisién y su dimension imaginaria constituyen tun notable factor de apertura y enriquecimiento para nuestra narrativa. se les une un grupo de amigos: Tie to Gittadini, los Gonzélez Garafo, el pintor Lopez Naguil, el chileno Val- és, el catalén Iseme: literatura, pin- tura, arte, sol en los afios felices de Ja posguerra en Europa y del radi- calismo en la Argentina, En el otofo zegresan a Paris y allt, nostalgioso, nuestro autor eseribe los diez primeros capitulos de Don Se- ‘gundo Sombra, A fines de 1920 estin dde regreso en la. Argentina, Criollismo y juventud: Los Gairaldes pasan un mes en una estancia pré- Xima a Dolores, cerea de Ia ensena- da de Samborombén, Alli Ricardo recorre los cangrejales que habia visto en su infancia y recoge el ma- terial que Je sirve para un poema, “Cangrejal”, y para un capitulo de ‘0 obra maxima. Entre 1921 y 1922 eseribe los Poe- ‘mas solitarios, publicados péstama- mente, salvo los tres primeros que aparecieron en Proa. Momento refle- xivo, de balance y de reconcentra- riento con cierta tendencia a 10 re- Tigioso A comienzos de 1922 vuelve a viajar, y se reproducen las alternativas del Yiaje anterior: Paris y vida literaria, Mallorca y_exaltacién. Eso dura el resto del aio y hacia fines de 1922 ; aparece Rosaura, editada por Colom- bo en San Antonio de Areco. Al afio siguiente Xaimaca, 1a novela del Ca- ribe, “tratada blandamente bien por Ta prensa... liquidé en el afio no- venta ejemplares’. Entre 1923 y 1924 prosigue con Don Segundo. ‘Trabajo poems solitarios, periodo de me- aitacién, del cual lo saca Oliveri ‘ Girondo poniéndolo en contacto con 4 Jos jdvenes: Borges, Brandén Ca- raffa, Vignale,. Cané, Ledesma, Pa- Iacio, Es la época del gobierno de Alvear, tun periodo de “vacas gordas”, here- dado del aislacionismo yrigoyenista, que se proyecta sobre el modo de ida. Sobre nuevas pautas, se ini- cia un perlodo febril de revistas y Archivo Historico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.ar Gitiraldes con sus amigos' Gonzélez Garafio y Anibal Noceti, en Paris (1910) de editoriales que dan oportunidad 4 nuevos escritores. Es sobre este telin de fondo que surgen los famo. sus grupos de Boedo y Florida. iltimo toma a Giiiraldes como maes tro y a Macedonio Fernindex como pprofeta, Aparece la revista Martin Fierro, euyo animador principal, Bor- es, al mismo tiempo. que portador de ja buena nueva del ultrafsmo, es el descubridor entusiasta de un Bue- nos Aires mitolégico que constituye algo asi como el trasfondo del real, In ciudad que se esti abriendo cul turalmente, En 1924 se funda Prod, dirigida por Giiraldes, Rojas Paz, Borges y Brandiin Caraffa, Simul neamente, se crea el “frente tinico” de excritores para, luchar contra el enemigo comin, “el pompierismo” segiin divertida expresiin de Oliveri. Girondo, Para Gitiraldes todo esto una recompensa muy generosa a tantos aiios de soledad, y asume sus colaboraciones en Proa, en Martin Fierro, en Valoraciones, con un en- tusiasmo sélo comparable a su des- cubrimiento de Larbaud y el mundo intelectual francés. En esa,época vi- ve ya sea en la calle Paraguay 577 ya en La Portefia, ya, cuando baje a Buenos Aires, en el Hotel Phoenix 0 cen el Majestic. All recibe yall tie. ne de secretario, también, _por un corto perfodo, a Roberto« Arlt, de uien escucha los primeros capitulos de El juguete rabioso Gitiraldes contesta la famosa enc ta de Martin Fierro acerca de la existencia de una mentalidad argen- tina y sus presuntas caracteristicas Su respuesta es una afirmacién, plena cconfianza en el “ser” argentino ¥, “si nada existiera, seria nuestra obliga cién erear valores por la sley moral del amor y por Ia ley fisica del te ror al vacio”, Es interesante el ar- ticulo de Giiraldes justificativo de la aparicién de Proa: conexién con Ia ‘moderna literatura europea, recupe- raciin de los contactos, perspectiva universalista de la cultura, Intere- RAUCHO MOMENTOS DE UNA JUVENTUD ‘cOnTEMPORANEA Portada de Raucho, 1917 RICKRDO GOmALDES -XAIMACA BUEMOS AIRES Portada de Xaimaca, 1923 Un Idilio wee sstacion 10 Portada de “Un idilio de. estac tarde Rosaura), cuento de Ciiiraldes publicado en la revista “El cuento iustrado” ‘que dirigia Horacio Quiroga (1813) Archivo Historico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.af, sante porque esa es Ia posieién co- rriente de Giiraldes, que, precisa- mente, esté dando los retoques & la ‘ikima gran obra criollista; todo esto, aparentemente contradictorio, sive para comprender mejor el Don Se- ‘gundo Sombra, En agosto de 1925, Proa concluye su ciclo; Guiraldes describe el fracaso en carta a Valé- ty Larbaud. Como siempre, el pobre medio y la incomprensin, Ia falta de eco, las dificultades financieras, la ‘earencia de suscriptores: “gQué pue- de hacer Proa en Buenos Aires sino Jastimarse contra los adoquines?” El balance es una revista en la que punta tal vez con més seriedad que en Martin Fierro una nueva manera de entender a literatura argentina y una sistemética introduccién de es- Cxitores europeos considerados co- mo moderos, sin distineién de ten- dencias. En cierto modo, es un an- tecedente de Sur, que en el aspecto cosmopolita Hevaria hasta. sus_Alti- mas consecuencias la tentativa de vineular nuestro apuntar literario con cl gran proceso literario universal Ultimos dias: En marzo de 1926 esté terminado el Don Segundo Sombra escrito en los iltimos seis afios. La novela fue escrita en un libro de co- mercio, de tapas negras, con Debe y Haber. Durante su redaceién fos amigos lo conocieron. Borges le au- gurd el éxito que después tuvo. El segundo capitulo fue publicado el 8 de julio en Martin Fierro y la pri- ‘mera ediciOn comié a cargo de Prod. El éxito fue inmediato: Lugones 10 coments en La Nacién, Martin Fierro publicé poco después tun mimero dé hhomenaje, y fue visto, en fin, como lz obra més acabada de una gene- racién, de un eriterio literario. Desde 1922, Giiiraldes so habla em- pezado a interesar por problemas re- ligiosos a través del hinduismo, Ins- talado en esta perspectiva, va. escri- Diendo sus tltimos libros que mar- cea una nueva evolucién respecto de gna 5 Valéry Larbaud, en 1925 1a novela que habia representado (y foe! chivo Histdrico de Revistas Argentinas www.ahira.com.ar 7 representa) el punto més alto de su ‘creacién. Poemas que no muestra, sal. yo a Larbaud, que traduce de ET sendero y Poemas misticos, publ- ndolos en ocasién del siltimo viaje ‘que hace Giiraldes a Francia para tomar distancia frente al. aconteci- imiento que signifies Don Segundo. El viaje a Paris se hace con inten- cin de seguir a la India, pero hay sintomas de enfermedad que se agra- vyan al Hegar a Europa. El diagnés- tico es fatal: cincer a Ta. garganta Giiraldes lucha escribiendo EL sen- dero. E15 de octubre, lega la noticia del. premio Nacional para Don Se- gunda, Muere el 8, asistido por Ade- Tina, dos muchachos de La Portena que habia Hevado, y sus amigos fran: cceses. Sus restos Tegan a Buenos Ai- reso 2 de novembre, son recibidos el presidente Alveer, y traslada- fos a San Antonio de Areco, donde reposan, Muy cerca de su tumba ya- cen también los de Don Segundo Ra- rmirez, el resero que inspird su eéle- bre personaje. La obra de Gitiraldes. — Unidad de la obra: Em un ensayo titulado Las novelas de Ricardo Gittraldes, el espaiiol Juan Collantes de Terai exa- ‘mina exhaustivamente la contirividad de esta obra desde un dngulo estilis tico. Concretamente encuentra en to- das las narraciones (novelas y tos) similares mecanismos expresivos sen todos los niveles, desde el verbal hasta el estructural. A tal punto exis- te parentesco que toda la obra de Giiraides estaria. construida bajo. el mismo signo esilision en cuantoto- da ella reposa sobre un mundo pus ramente sensorial cuyas especifica ciones pasan a ser material novelis- tico concreto. Sensorialidad que re corre todos los niveles y que se ma- nifiesta ya sea en lo extenso de las sensaciones expresadas en el plano de lo epidérmico o lo exterior, como por ejemplo el paisaje, ya sea en lo i Archivo Historico de Revistas Argentinas | www.ahira.comar interno de la percepcién interior que tiene su traduecién en un Tenguaje tenuemente evocative o sentimental En todo caso, Io que interest es el vvaivén que se da sensorialmente en- tre dos polos, interioridad y exteriori- dad que precisan de recursos estlis- ticos concretos en los que encarmar- se. Una misma manera de entender la realidad y percibirla, en dos nive- les que se interrelacionan y que pro- ducen desde los comienzos de su ta- rea de escritor sus veliculos adecua- dos y reconocibles en el andliss. En ese sentido, lo primero que surge es Ja “libertad en la forma” y Ia Tatrac- ‘eign desmedida por la imagen”, que recorren toda la obra, desde los poe- ‘mas hasta Don Segundo (desde una imagen como “Los relémpagos dibu- jan carcajadas de luz” —Cuentos de muerte, etc.— hasta “Una luz fresca chorreaba de oro el campo’, Don Segundo). Pero no es s6lo esto lo que permite creer que existe unidad en toda su produccién sino muchos otros. cle- mentos mas que resultan de wna pla- nificacién de su estilo, Ass, por ejem- plo, la vivificacién de elementos in- animados (“Lo grueso de Ia tormen- ta nos esperaba, sin embargo, aga- zapada en nubes, hecha montén para el lado del Sur”, Don Segundo Som- bra, XXIV), que sucede a una iden- tificacién con la naturaleza por la cual el paisafe es proyectado fuera el personaje y aparece respiran- do, pensando, sofiando, reaceionan- do; deste luego que la transmisién de esta eategoria se hace también por medio de imagenes sensorias, lo cual indica niveles de especificaciin que en su conjunto y en su resultado po- nen en evidencia un estilo reconoci- ble, presente desde el corsienzo has- ta el final, Pero sigamos enumerando espectcaciones estilstias comunes: las imégenes siempre estan Vigadas a tendencias de vanguardia; en Xai- ‘maca son tipicamente _creacionistas (angghecen en los bolsillos Tos pa- oy, LanduieTien Pe’ Balada del Intondent de Buenos aires 3 Portada de un nimero de Martin Fierro MARTIN FIERRO) Ante una encuesta de la revista Martin Fierro sobre la existencia 0 no de una mentalidad argentina, Gitiraldes responde afirmativamente, “Si nada existiera —dice— seria nuestra obligacién crear valores por la ley moral del amor y por la ley fisica del terror al vacto”. Demostracién a Ciiiealdes con motivo del éxito de Don Segundo Sombra, poco después de la reaparicién de Martin Fierro (1926). E Enrique Gonzélez Tuitin, Manvel Galvez, Juan Pablo Echagiie, Gitiraldes, Adolfo Korn, Eduardo Girondo, Sra. de Rodriguez y Juli Rojas, Roberto Mariani, Francisco A. Colombo, Ruth Lange, Juan B. Tapia, Leopoldo Marechal, Absalén Rojas, Norah Lange, Ernest Xul Solar, Luisa y Molly Bozgione, Oliverio Cirondo, Rati! Gonzdlez Tuidn, Eduardo Mallea, Sisto Pondal Rios, Rosa Boggione, Ge y Lamberti Sorrentino. jas | WWW. Arse as Arge Enla foto aparecen: sentados: Nivolds Olivari, ulioV. Rodrigues; de pie: Evar Méndex, Nerio esto Palacio, Jorge Luis Borges, Luis M. Onetti, GeoMergault, Margarita ‘Ricco, Pedro V. Blake PROA Ne 1 BUENOS AIRES eae Portada ESS risher niimero de Proa Archivo fiuelos...”), en Don Segundo tienen algo del “vanguardismo loridense, tuna suerte de ultraismo atennado (“la noche iba dando importancia al vie- jo campanario de la iglesia’), en el que desaparece el carieter eon tvico de los principales poetas de este sta atentacién respon- de, sin duda, a la perduracién en Giiiraldes de la influencia del poeta simbolista franeés Jules Taforgue, otra de las presencias constantes en toda su obra. En lo que concierne al ausenal verbal es notorio el gai ‘mo, que campea por todas partes y que sobresale donde la prosa es me- nos vigorosa, encauzdndose 0 repri dose donde el lenguaje es mis preciso. La continuidad de estos elementos expresivos, que so vinculan en todo tomento con wna attad vanguard ta que puede, ella si, cambiar de frente aunque’ no de aleance, insi- nia y ésta es ya una primera con- clusién que puede anotarse— que la relacién (a veces sujecin) co teuropeo no se abandona nunca. Si se compara Raucho 0 Xaimaca eon Don Segundo se advierte que seguramen- teen la sltima novela lo vanguardis- ta se adapta mucho més perfecta- mente pero eso no quiere decir que ya ibertad total, que lo vanguar- sta quede diluido en un lenguaje totalmente nuevo. Y can esto recw- peramos uno de los problemas que nos sri de inoducin: hast duc punto hay realmente un pasaje de To europeo a lo nacional en la’ obra de Ciraldes. Desde el punto de vista estilistico, Ia obra de Ciiraldes nos propone por Io menos un niileo significativo, co- rnin a todas las novelas: Io elegiaco, 4 cuyo sentido nos vamos a aprox soar después de considerar las nove- las por separado. : Ravcuo: El horrador de Raucho (1917) se. titulaba Los. comentarios do Ricardito, Es una picza narrativa que esté en la Tinea de la novela del RICARDO GUIRALDES sy EL SENDERG Notas sobre mi evolucién espiritualista en vista de un fururo MCMXXxII Portada de Bl sendero istorico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.aty,, 50, especialmente de Eugenio Cam- baceres. Tematicamente, constituye tuna especie de sintesis entre Sin sumbo y Miisica sentimental, en la medida en que propone dos perspec- tivas tradicionales en una sola expe- riencia, el viaje a Europa y la de- cepeién del mundanismo y el retor- ‘no al campo. Y si por esos temas y su enfogue de los mismos Cambace res s¢ muestra como el novelista que bre el camino a una problemética de una clase social (Ia alta burgue- sfa), es evidente que Giiraldes se sitia en la misma perspectiva. Rau- cho, como el personaje de Misiea sentimental, es hijo de un estanciero y tiene experiencias devastadoras en Parfs. Luego, como el Andrés de Sin rumbo, redescubre el campo como le salvacién, como la cura y la reden- cién, Claro’ que Giiiraldes no trans- tribe literalmente las imigenes de Cambaceres; asi, por ejemplo, el re- tomo al campo, no se produce a lo gran sefior, triunfalmente, como lo hhace Andrés, sino humildemente, en una actitud que en lo superficial, en euanto Raucho acepta ser peén,”su- ta revisién de la tradicional exaltacién clasista pero que 1a afir- ma en el plano de las esencias, justa~ mente la idea-sentimiento del al- cance terapéutico espiritual encerrac do en el campo, La tierra recibe a ese hijo de estanciero vencido por el cosmopolitismo, y se brinda a él, el cual, a su vez, haco explicita su enirege, Idealizacién, espiritualismo que reencontramos en Don Segun- do en la situacién del chiquillo en- vieiado por lo pueblero que curarse a través del duro of resero, El recorrido que cumple Rau- cho, de indole autobiogréfica, se in- crusta en una estructura de aceiones separadas, mediante las cuales se da idea de crecimiento, de experiencia del mundo, Primero, es el deslumbra- miento por el campo; Iuego, la for- macién intelectual; después los al des vardhiles dle los afios del cente- Archivo Historico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.ar Sepelio de Ricardo Gitiraldes’en San Antonio Te Areco nario, el despertar sexual, el aburti- tmiento, el obligado pasaje por Paris, casi In liquidacién en la experiencia parisiense, el agotamiento y, final- mente, el campo como reencuentro, Raucho, como lo seré Don Segundo, es una novela de aprendizaje con sx Teccién final, una leceién que va to- ‘mando forma en Giiraldes y que por 1 momento se apoya en una enume- racién acumulativa de elementos es- pirituales, como si con ello se qui- siera trazar Ja imagen de un argen- tino: la bravura, el riesgo, Ia aventu- ra, Ia humildad, la tierra, el ancestro, Rosaura: Al revés de Raucho, Ro- saura (1918) es una especie de ca- pricho, un relato escrito para joven- citas a sugerencia de familiares; es ‘como una apuesta o compromiso es- tilistico y es en su lenguaje y no en su tema donde se reconoce al autor de Don Segundo. Representa el_as- pecto sentimental en la obra de Gii- raldes, y su material pags tributo, in- dudablemente, a un conjunto de ideas onvencionales sobre relaciones de amor, Es un relato en terceta petso- na y el narador cumple un impor- tante papel pues maneja todas las It neas de la novela nivelindolas, pre- parindolas como para que pueda ser aceptada por un cierto pablico. De ahi, quizds, el generalizado semitono que se aviene, por otra parte, con los aleances pueblerinos del idealizado omance entre una muchachita y el hombre a quien aquélla ha visto sar en un tren. Igualmente, traseien- de una carifosa ironia, una acendra- do lo cual.tiende a expresar pl clima sentimental del pueblito de campo. Pero Ia idea de capricho no agota Ia explicacién de esta novela en la me- dida en que se completa Ia expresién del cuadro de vivencia campesina: €5 como si Giiraldes hubiera visto fen esta historia elementos para per- feccionar su propia imagen de’ cam- Archivo Historico po, situindola simplemente fen el marco del amor idealizado y lo pueblerino antes que en Jo rural, res- pecto de lo cual lo pueblerino es co- mo una especie de momento previo, de documentacién. Pero como tema Y aun como propuesta estilistica, la Scurrencia se recorta histéricamente pues pareciera corresponder a una época de transicibn; el fin de la gue- ra europea y la reciente paz inci- tan a un regreso a los pacificos con- flictos de aldea, expuestos razonable- mente, encauzadas. las turbulencias del corazén en un examen condescen- diente y amable, suspendida la ca. pacidad de aventura hasta ver qué sucede. De lo cual se infiere que esta inocente diversion también se pro- duce en atencién al mundo europeo, y de modo tal que depende de sus avatares_yacontecimientos. En el plano del lenguaje prosigue Ia Tinea eneral que liga toda su obra, inten- sificacién de imégenes en la des- ripeidn, elementos del arsenal van- ‘guardista, aunque todas las imnova- ciones no ocultan el hecho principal: Ja artificiosidad del tema, y la con- vencionalidad de la actitid con que To trata. Xarmaca: En 1923 publiea Xaimaca. Se trata aqui de una novela en forma de Diario de viaje. Cada pagina del Diario es una estampa resuelta la mis de'las veees a la manera del pe- ‘quetio poema en prosa. El redactor del Diario es Marcos Galvin, quien eseribe sus impresiones acerea de lo que va viendo al mismo tiempo que rece su amor por Clara Ordéiez. Poco a poco va primando este se- gundo aspeeto que, comparado con To que aparecia en Rosaura, se per- fila, se hace més sugestivo sobre to- do a partir de dos cireunstancias. La primera es el prestigioso marco en el que se va manifestando; la segun- da es que sus protagonistas viven cl anor més comprometidamente; con referencia a Rosnra, ay una ree de Ia aes Tiga dos evistas Ar rgenti nas Giiraldes y el cuento En una de las piezas mas logradas de los Cuentos de muerte y de sangre, Ricardo Gtiiraldes formula brevemente su propia. concepcién del cuento, Esto ‘ocurre en “Al rescoldo”, que integra este volume publicado en 1915, dentro de luna temética en cierto modo afin a la de Horacio Quiroga. Alli dice: “Un ‘cuento es para alguien pretexto de hhermosas frases; estudio para otros; para aquellos un medio de con sueiio. Pero manjar exquisito para el criollo, por su rareza, hace que éste al par del héroe de la historia y tenga gestos, hasta palabras de protesta ‘en los momentos élgidos”. www.ahira.com.ar oor Portada de Rosaura con un dibujo de Alberto Giiiraldes rchivo Historico de ‘términos, el subjetivo-sentimental de viejo culo roméntico que podemos esignar eémo “el misterio” del amor, y el exterior-sentimental que podemos escribir como “encuentro con el pai- saje”. Este cireuito, sin embargo, no «3 algo dado sino que se va realizan- do: experiencia de viaje comelativa ¥y paralela a la experiencia de amor. De tal modo, literariamente, expre- sivamente, el acento no esti puesto en el paisaje ni en el amor sino en fa relacién “paisaje-amor", entendida oo eee duetora, Por eso, probablemente, no thay andlisis ni” profundizacién de personajes, ni siquiera acciones. Los personajes’ estim apenas esbozados, fijados en conductas tipicas. Pare- ciera que lo que el autor quiere mos- trar 5 cénio brota el amor a través del paisaje y eémo, correlativamente, se ve el paisaje en el brote del amor. Exa relacién es lo nuevo, y se produ- ce sobre lo dado. De ahi, el aire de convencionalidad que tienen los ges- tos de avercamiento porque son dos temperamentos que reconocen sti nidad y a partir de ella se exigen re- ciprocamente una atmésfera, algo que saben que pueden exigirse por- {que lo tienen dentro, porque respon- de a una idea previa, El es, de este modo, un contemplative, un poco Dlando, sin iniciativas ni impuls ella, una elegante realzada por el Jencio y Ta sugestién. Sobre. estas premisas establece entre ellos el amor que @ cada paso los ratifica, no los hhace variar, como si fueran modelos de conducta realzados por el hecho de ser objeto de literatura. Lo xinico ‘que aparece con una dimensin expe- imental es el viaje, mediacién en la ‘cul, por otra parte, Cuiraldes ponfa tantos valores articulados, bdsicamen- te, en tomo a la difundida vocacién cosmupolita que caracteriza la pre- guerra asf como, ansiosamente, la pos- guerra en la Argentina: viajar es un modo de vivir desde 1910 hasta 1940 y el viaje, preferiblemente a Europa, implica una conexién con Ia univer. salidad, una realizacién casi metafi- sica a partir del desplazamiento, Lo comin de esta novela con Don Segundo se da también en el plano del lenguaje: similar persecucién de JimAgenes, parecidos mecanismos ex- piesivos dlaro que cou diferencias de Inatiz importantes; en Xaimaca el len- guaje €s ceremonioso, adecuado al descubrimiento de Ia naturaleza; en Don Segundo, como el relato es mis dramatico y esc entra considerable- mente en acciones, la solemnidad es- té mas reducida, menos demorada. Y, justamente, este matiz hace mas compleja Ia ultima novela, es mas Gifieil determinar en ella lo que en Xaimaca aparece en seguida como mundo afectivo tributario de lo europeo. Do Secuno Soma: Dos elemen- tos interfieren de inmediato lz con- sideracion de esta novela: el éxito que obtuvo y su alcance “nacionalis- ta’, En cuanto al primero, obra com- ulsivamente sobre el lector, que 3 aproxima a una obra consagrada y lo ‘obliga a hacer ciertos rodeos para co- nectarse con ella en una relacién de descubrimiento original y_ total. En cuanto al segundo, que es una espe- cifcacién de lo consagrado, es tam- bign coereitive, modifica el juicio Ahora bien, hay razones objetivas pa- ra que esto se haya producido, En cuanto al éxito, Tas razones son Disicamente las siguientes: Ia gran cantidad de ediciones y los consi- tuientestirajes (més de 250.000 ejem- plares hasta 1962, sin contar edicio- hes clandestinas), la. universal aoep- tacién de la critica (desde Lugones hasta Borges ningin escritor argen- tino ha obtenido por una sola obra tal eantidad de juicios), el haber sido ‘ncluido entre los textos oficiales de Ja ensefianza secundaria. Todo esto significa consagracién y, por lo tan- to, formacién de imagenes de las que Revistas Argentinas | www.ahira.com.ar es dificil desprenderse al volver a acercarse al libro. En cuanto al nacionalismo, Jas ra- zones surgen de interpretaciones in- mediatas del testo. Por ejemplo, la idea del retorno a la tierra viene acompariada de una exaltacién que se tiende a definir como argentina y esencial. Sobre esta idea y ademis tomndola como eje, el argentinis. mo earacterizado de este modo viene a resumir un tono, una busqueda li- teraria vacilante no s6lo en. Coiral- des sino en sus antecesores. En este sentido, en la medida en que propone con evidente nitidez un reencuentro con esencias, Don Segundo daa paso més adelante que Cambaceres y que Larreta, que proyectan dema- Siado estridentemente preacupacio- nes emergentes de un sentimiento de clases en crisis, y ain que Benito Lynch, quien problematiza en el as pecto cultural-social, Si unimos esta fdea con la recepcién y el éaito que tuvo, en este nivel Don Segundo vie- ne a ser la exaltadla y muy elevada revelacién de algo que se queria es euchar, que iba buscando st férmula expresiva adecuada, Esto que se queria escuchar varia se- giin las principales interpretaciones pero gira siempre en torno a lo ar- entino. Para algunos se teita de tuna _propuesta a una juventud con temporinea, desorientada ¢ inquieta, nds que novela de los gauchos extine guidos- Para otvos, representa una vuelta, salvadora al’ eriollismo frente una literatura cosmopolitizada; para otros, finalmente, conforma un men- saje Glico que surge del ennobleci iento —justificado— de un ambito Todas las interpretaciones tienden a mostrar que el Ambito que cubre es tas. significaciones es el nacionalis ‘mo como nivel més general, que se specifica en un nivel medio en el hrallazgo y_expresiin de formas de ser intransferibles que se dan ya sea como afirmacién de rasgos, ya sea enfrentamiento, directament Archivo Filstorico de Revista DON SEGUNDO rey 1 7.4 ous Portada de una edicién en francés de Don Segundo Sombra DON SEGUNDO SOMBRA: Shadows on the Pampar RICARDO GUIRALDES. by Mit oO 108m Tain WALDO FRAN consramuz & 9 13 oKoo Portada de Ia edi RICARDO GOIRALDES ZHAVA ZEME SYMPOSION PRAHA Portada de una edicién checoeslovaca de Don Segundo Don Segunda racional en cuanto al leve repudio al gringo o su total omisiin, Mediante todas estas pantas, nada més natu- ral que se establezca una. continui- dad con Martin Fierro y se sienta due el libro introduce a nmevas me- tas de ese vivir metafisico que los racionalistas siempre estin tratando de definir. Andlisisliterario: En su organizacion mis general, Don Segundo Sombra 6s un libro de aprendizaje de la vida del gaucho. Esto esti formulado co- ‘mo intencién por parte del reserito quando decide cambiar de vida, y sta expresado en el tipo de narra- ién cuya estructura fundamental es In de la Teccién que se aprende a par- tir de la inexperiencia; leceién de trabajo, de diversién, de moral que fndica que el dmbito en el que se imparte, el campo, es una verdadera escuela, El movimiento de los perso- najes, especialmente el protagénico, sas taslaciones, configuran experien cas que en minima medida se vineu- Jan con la vida afectiva, incluso con lo geogratico, y que més bien se ins-

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