CAPITOL
la historia de la literatura argentina
30
Ricardo GiiraldesJa, historia de la literatura argentina
30. Ricarde Giiiraldes
fel Centro Eaitor de América Latina, y ha tenido
‘una leetua final a carg del profesor Adolfo Prieto,
CAPITULO constituira, a través de sus 56
fasciculos, una Historia de la Literatura
Argentina, ordenada cronolégicamente
desde la’ Conquista y Ia ‘Colonia hasta
nuestros dias, El material grafico con que
se ilustrard la Historia, estrechamente vin-
culado con el texto, brindara a los lecto-
res una vision viva y amena de nuestra
literatura y det pais’Cada fasciculo sera,
a su vez, un trabajo orgénico y completo
sobre un aspecto, tendencia, periodo 0
autor de nuestras'letras, —°
En CAPITULO N° 31:
EL TEATRO EN LA VUELTA DEL SIGLO:
FLORENCIO SANCHEZ
— LOS ANTECEDENTES:
PANORAMA FINISECULAR
—LUS ciRCos
JUAN MOREIRA
—FLORENCIO SANCHEZ: VIDA Y OBRA
—EL SUENO DEL VIAIE A EUROPA
—LOS PODESTA
y junto con el fasciculo, el libro que com-
renderé BARRANCA ABAJO y EN FAMILIA,
de Florencio Sénchez
fs fasccub, so he
aca Nae
tonal, dt” Musao auenesco,Riardo Glirales yds)
Instituto de Literatura Agertioe dependinte de I Fa
Cull de Fistle'y Leas €e Buenos Aes,
Oportnamente se suministrarn portdiles con tiles
4 Toney caps pus go os asl puta
Archivo Historico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.arRicardo Giiiraldes
El siglo XX avanza en la Argentina
dentro de los cauces que para Ta Ii
feratura parecen marcar las pautas
tradicionales de las élites europeas,
ahora voleindose a través del moder-
nismo ya maduro con todas las no
vedades de fines y de principios de
siglo, mezeldndose de un modo cada
vyex mis intenso y conflictual con un
afan de expresion nacional, de asun-
tién de la propia realidad, que se
‘manifiesta con impetu ya por las vias
del criolismo, ya del realismo tradi-
ional, ya de formas naturalistas que
desarrollan los intentos del $0, 0, lo
que es més exacto, en formas que
mezelan y manejan todos estos ele
Imentos en proporciones diversas. De
alguna manera, mis técita que explt
Gita, por cierto, el viejo esquema li-
eral. “civilizacién-barbarie” que es
cindia al pais, entra en crisis y avanze
hhacia su total revision. Esto se dara en
forma de conflicto, no siempre cons-
Gente, es preciso repetirlo, pero que-
ark aloo en el meolio de ‘um
literatura en franca expansién. Lite
atura que, inclusive, puede a veces
surgir de esas mismas élite, curopei-
antes que siguen siendo efi la Are
gentina las “dueiias de a cultura’.
Dentro de este cuadro de conflicto
y problema, muchas voces oculto y
ome soterrado en el fondo de Ia
pasion y la discusién estétiea, una
figura se torna excepeionalmente e-
presentativa, Ricardo Gitirales (1886-
1927) ilustra de un modo. muy par-
Aicular, que debe ser estudiado aten-
ctamente, uno de los aspectos mis
interesantes de ese complicado pro-
tevo, mediante el cual se. va. cum
pliendo esa lenta pero continuads
integracién de lo europeo en la en-
trana de una literatura nacional,
Vida de Gitiraldes.— #1 13 de
febrero de 1896, en Ia casa de los
Guerrico (sus bisabuelos), nace_el
autor de Don Segundo Sombra. Era
al segundo bio de Manel Guiraldes
y Dolores Gofit y lleva los nombres
Archivo Histérico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.ar
de los médicos que lo ayudaron a
nacer: Ricardo Gutiérrez y Cuiller-
mo Udaondo, Al aio siguiente, toda
Ja familia viaja a Paris y se instal
en el barrio elegante de Saint-Cloud,
donde permanece durante cuatro aio
Es obvio destacar que Ricardo y_su
hermanos (Manuel, ol mayor, y José
Antonio, nacido en Francia)’ hablan
en francés y el espaol viene a ser
para ellos uma segunda lengua. Los
Guiraldes rearesan a la Argentina en
el 90, en plena crisis, revolucién y
cambio de gobierno, episodios que los
Didgrafos.soslayan en relacién con
esta aristocratica familia. La vida del
pequefio transeurre entre Caballito,
onde pasa otofios e inviernos, en
casa de su abuelo Giiiraldes, y'San
‘Antonio de Areco, en la estancia pro-
piedad de su padre, bautizada La
Portefia, como la primera locomotora
argentina, Los Giliraldes son_viejos
vecinos de Areco tanto por Tos Gue-
rico como por Jos Gobi, descendien
tes de Ruiz de Arellano, fundador
del pucblo en 1730, Durante todo
teste tiempo se ha ido educando por
medio de institutrices hasta que en
1897 es puesto bajo Ia direceién de
Lorenzo Ceballos, un ingeniero me-
jicano, opositor a’ Porfirio Diaz, exi-
Tiado en la Argentina. Sin duda, en
este periodo se impregné de imige-
wes de la tierra y de figuras de
Hombres, en expecal oy peones de
Ia estancia, vividos por el niio como
semidioses: Victor Taboada, Ramén
Cisneros, José Hernandez, Pablo Her-
nindez, Nieasio Cano, Marcos Vera,
Julio Ramos y Crisanto Niviez; en
teste periodo, también, empieza a ca-
nalizarse su voluntad de consignar
por escrito sus emociones y experien-
cias: “Creo recordar eémo debuto de
fescritor, tun diario infantil hecho en
la Estancia, comentarios del dia
acompaiiados de dibujos...” (Carta
1 Guillermo de Torre, 1925). Pero
las andanzas por el campo se aca-
ban, minadas por el asa, que lo
obliga a la inmovilidad y a veranear
Ricardo Gitiraldes, en 1921#Archivo Histor’
Manuel Gitiraldes, el padre del autor
de Don Segundo Sombra,
segtin un leo de Hall
Dota Dolores Goa,
madre de Ricardo Giiraldes
‘o de Revistas Argentinas
fen Quequén durante dos aiios. Luego,
hasta 1904, en que se recibe de ba:
chiller, estudia en el Colegio Lacor~
daire, el Instituto Vértiz, el Instituto
Libre de Segunda Ensefianza. A con-
tinuacién ingresa en Ia Facultad de
Atduitectura al mismo tiempo que se
inferma en las primeras Jecturas fun-
damentales: Samain, Nietzsche, Spen-
‘cet, Michelet, Renan, Lugones, Dario,
Dickens, Balzac, Zola, Maupassant,
Dostoievsky, Flaubert, France y otros.
Antes de internarse en las lecturas
serias, frecuenté —€ mismo lo re-
cuerda literatura infantil en abun-
dancia, especialmente en alemén,
Jdioma que manejaba més que el
castellano al volver de Europ. Vo-
luntariosamente, quiere corregir este
desequilibrio y frecuenta los autores
espafioles: Campoamor, Espronceda,
Nilfiez de Arce, Bécquer, Isaacs: “no
habia tenido suerte y segui con el
francés’. Hacia el 1905 conoce a Ade.
lima del Carril, que tan importante
papel cumpliria en su vida, Cambia
de Facultad e ingresa en Derecho
mientras taba como esribiento en
tuna secretaria de juzgado: aplazos
ssucesivos Jo hacen abendonar los estu-
dios, sin que constituya mayor atrace
tivo el puesto que Te consiguen en
tun banco y en una casa de remates:
“Al Megar la primavera me entraba
una especie de furor por salir al
ceampo". Su padre empieza a imps
ientarse por la displicencia de su
hijo, a quien Je importa cada ver
mas la literatura; en la carta a Gi
Iermo de Torre describe su_pasién
por autores como Flaubert: “envene-
nado por aquel sortilegio de belleza”.
Es evidente que conoce los términos
del proceso literario: Lugones ocupa
In escena en Ia poesia y ya est deri
vando hacia nuevas zonas luego de
Ia consagraciin de Los Creptisculas
del Jardin y el discutido Lunario
Sentimental. El modernismo es ya Ta
literatura oficial y eubre aisladas vo-
ces que plantean divergencias estéti-
cas: Almafuerte, Carriego y, en la
www.ahira.com.arsa, el realismo tal como Jo
tican 'Payrd y Gflvez. El pais esti
~ estabilizado, Ia crisis del 90 es solo
tun mal recuerdo y si bien hay pro-
fundos cambtos sociales y nuevas
fuerzas politicas que conspiran (radi-
calismo, socialismo, anarquismo), el
régimen’ esti tranquilo y se siente
duro y fuerte, capaz de expulsar a
Jos elementos’ extraiios que puedan
perturbar la marcha del pais. En es-
tas condiciones, el “réximen’ se apres-
ta a celebrar el Centenario de la
Revoluciin de Mayo con todo el
boato de tna confirmaciin histérica
Extrafiamente, Ricardo decide no
acompatiar las celebraciones en las
su familia tiene tanta. responsa
bilidad pues su padre es intendente
municipal de Buenos Aires. Antes de
mayo se embarca rumbo a Francia
en compania de su amigo Roberto
Levilier.
Paris: Este viaje es importante en su
proceso de acereamiento a Ia litera-
tura: viene con lecturas y_ predilee-
iones en las que Ia belleea pura
provalece sobre el realismo, A partir
de ahi iniciard una especié” de con-
‘versién hacia preocupaciones éticas y
‘metafisicas. En fin, es el viaje de la
afirmaciin y la maduracién. Por de
pronto, en Granada, rumbo « Paris,
empieza a anotar lo que sexin los
orradores de Raucho, entonces Ils
mado "Los comentarios de Ricardito”.
Una especie de Diario interior con
-vistas una elaboracidn. En cierto
« modo, triunfa en Paris: su. prestancia
fisica, sus lecturas, su_conocimiento
del francés, Ia posibilidad de dispo-
ner libremente de todo su tiempo, le
abren muchas puertas y conoce a
pinlores, inisicos y escitores. Rica
do sorprende por su fuerza fisica, sa
hhabilidad para el canto, su desenfado
para bailar el tango. Prosigue acu-
mulando material para Raucho pero
también para El cencerro de cristal
En Paris, junio a elementos de dis-
conformidad 0 de inseguridad, hay
tun vueleo —una moda, sin duda— a
Archivo Historico
Jo exético, que impregna los grupos
intelectuales. Guiraldes no es ajeno
a la tendencia, lo cual lo empuja a
Iniciar un viaje por ln India y el
Oriente en compania de su amigo
‘Adan Diehl, quien se casari con De-
Jia del Carri, hermana de su futura
mujer Adelina Pasa por Italia, Gre-
cia, Constantinopla, Egipto, India,
Ceylin, China, Japin, Rusia y Ale:
mania. Lugares extrafios, sensaciones
raras, conocimiento de culturas dis-
tantes, Frente a todo ello, Guiraldes
pudo pensar sin duds su propia sic
tuacion de argentino en disponibili-
dad, su_ubicaciin en dos mundos:
Paris y San Antonio de Areco. A su
regreso_a Francia, la. situacién se
hace dificil. Su padre se resiste a
costear Ta fantasiosa vagancia de su
hijo, que se ve obligado a refugiarse
en el taller del escultor Alberto La-
gos, el “papa Lagos” de Ia dedicat
ria de Xaimaca. Una gran depresion
To domina en estos meses en que st
Titeratura se estanca y, seguramente,
se va sedimentando, “En Paris ~
ce= me decidi une fois pour toutes,
como diria Laforgue, a convertirme
en escritor.” Eneuentro consigo mis-
mo que le permite un retorno a la
Argentina superado y definitivo, con
cl espiritu abjerto a la aventura vital
fen su pais.
Nuevos rumbos: Hacia 1912 est en
Buenos Aires intexrando un grupo
de artistas y escritores que se retinen
en el taller de, Alejandro Bustillo, el
grupo “Parera”, formado por gente
que ha estado ‘en Paris (Diehl, La-
0s, Gonzilez Garaio, Alberto Gi-
rondo, etc.) y por mujeres cultas
(Victoria Ocampo, Elena Sensinena
de Elizalde) y que no oculta su
afrancesamiento alimentado por fre
‘euentes viajes y el origen aristocré-
tico del ocio, En ese ambiente, Cii-
raldes conoce a Adelina del Carri
un tipo de mujer moderna, deportista
y artista, camarada de hombres, que
termina por casarse con el poeta Ie-
go de una temporada que éste pasa
de
Gitiraldes de nifo, con su tia y madvrina,
Sara Guiraldes y Guerrico
Revistas Argentinas | www.ahira.comarRicqura Giirgldes w.en la estancia Las Poloaredas, de los
del Garsil. El casamiento se realiza
1 20 de octubre de 1913 y la pareja
Yiaja hacia La Portefia. El hombre
destinado por don Manuel para con-
ducirla es un gaucho Iamado Se-
gundo Ramirez, el futuro Segundo
Sombra. A partir de entonces Girl
des so encontrar con lo suyo defi
nitivo: el. personaje, el ambiente y
Ja mujer que tanto Io sostuvo y Jo
ayudé.
E] estallido de la guerra, naturale
mente, lo sobrecoge. A principios de
1915 decide publicar lo que lleva es-
crito y se presenta ante el pontifice
Lugones con los manuscritos de El
cencerro de cristal y Cuentos de
muerte y de sangre. El famoso poc-
ta lo aconseja y le exige més trabajo,
cespecislmente de puntuacién. Sea co-
‘mo fuere, aparecen ambos libros en
el curso del aio y el evento. decep-
iona al autor. Ya porque no envia
ejemplares a la critica, ya porque
presenta cosas muy nuevas en un
ambiente estragado por el perfec-
cionismo posmodemista (Lugones y
Banchs), solo obtiene. burlas por su
Cencerro, salvo el earifioso apoyo de
su familia, padre y madre inchuidos.
Es tin libro de avanzada, respaldado
fen Laforgue con “muchas zapatetas
al aire’, en el que alterman la prosa
y el verso y otras novedades para las
que el pablico portefio no estaba
preparado. Giiraldes se eoivierte sin
_saberlo por supuesto, en precursor,
‘como si contemporéneo Macedonia
Fernindez, més ignorado que él to-
davia. En’ virtud del fracaso de El
Cencerro, nadie compra los Cuentos
de muerte y de sangre, algunos de
Jos cuales hablan sido publicados en
Caras y Caretas por incitacién' de
Horacio Quiroga, bajo cuya influen.
cia estin oncebidos. En estos cuen-
tos Giiiraldes da curso a una volun-
tad de integracién de Io europeo en
€l caudal nacional, asumiendo de
manera cada vez mas enérgica las
dos tendencias tradicionalos que tra-
Archivo Historico
tard ahora de sintetizar en toda su
obra. En los Cuentos, aparece el
personaje de don Segundo Sombra,
asi-como la dimension sobrenatural
y la tensién heroica de la vida, En
el fondo, las premisas estéticas y te-
miéticas de estos dos libros perdura-
rin como si Giiiraldes hubiera es-
erito en su vide un solo libro al que
Je hubiera ido agregando partes. El
fracaso lo leva a cargar ambas edi-
ciones y a depositarlas en el pozo de
La Porter, aque se Uevaba asi las
primeras esperanzas frustradas del
huevo escritor.
Hacia América: Para dar curso a su
espiritu viajero y para olvidar esta
primera derrota, a fines de 1916 em-
prende con su mujer y con Alfredo
Gonzilez Garafio y su esposa un via-
je por el Pacifico rumbo a las Anti-
Tas. Salen de Valparaiso en el Aysen,
y a partir de ahi Giiraldes va ano-
fando todo Io que le ocurre, sus im-
presiones, pensamientos y sentimien-
tos; todo este material se acumula y
va a dar lugar a su posterior novela
titulada Xaimaca, primitivo y autén-
tico nombre de Jamaica, isla en la
que culmina el viaje. De regreso,
termina la redaceién de Raucho, que
aparece en 1917. Se trata de la auto-
Diografia de un “yo disminuido”, co-
mo le gustaba decir a Giiraldes,
construida sobre la base de “Los co-
mentarios de Ricardito” empezados
en Granada siete atios antes.
E] indiferente, el bon vicant que ha-
bia sido Ciraldes, esti. conmovido
por Ia guerra. Ha Ilegado la hor
de la responsabilidad y la asume
fundando, con Gonzilez Garaiio, el
Comité Nacional de la Juventud pro
ruptura dé relaciones con Alemania,
Las gestiones Megan al parlamento
pero Yrigoyen veta la iniciativa, ins-
talado en su firme politica de’ neu-
tralidad. Como los demés_intelec-
tuales argentinos, de tradicin libe-
ral, Guiraldes seri _profundamente
antirradical, ajeno y hostil a lo que
el radiealismo significa como cambio
Lo nacional
y el destierro
[Las largas permanencias de Guiraldes
en el extranjero, particularmente en
Europa, y sobre todo en Paris, eran un
episodio mis de esa especie de peregrinaje
cultural a ln Ciudad Luz que los
eseritores argentinos cumplian como
tun Fito, y que configuraba una especie de
indispensable bautismo cultural ya desde
1 80. Sin embargo, Ciiraldes no perdié
por ello su sentimiento de argentinidad,
sino que, al contrario, esa perspectiva,
desde la susencia, parecié ahondarlo. Asi
lo dice él mismo refiriéndose a estos
periédicos y voluntarios destierros: “Entre
fextraiios aprendi a ver lo que habia
en mi de nacional, Jo que hey en mi, no
de individual, sino de colectivo comin
2 todo mi pueblo”.
de Revistas Argentinas | www.ahira.com.aéRicardo Gitiraldes y Adelina del Carri,
el dia de su compromiso
> Historico
de
cen Ja vida argentina, Pero debajo
de esta actitud consciente, no dejan
de producirse cambios. Porque, qui-
zis, sin. que lo advierta, la dimen-
sida politica quiebra en’ él su_pro-
pension al esteticismo y acentéa la
telacién con lo concreto que en Gili
raldes se referiré por cierto de un
‘modo algo abstracto Ja tierra, al
pasado, a la tradicién, y a cierta mo.
tal apoyada en todos esos elementos.
Como medio de transicién, y hasta
retomar los apuntes del viaje al Ca-
tibe, escribe un “capricho teatral”
titulado El reloj, que Adelina le acon:
seja no publicar, y en seguida trabaja
en un ballet con Gonzilez Garafo:
Ja imtsica Te es encargada a Pascual
de Rogatis y se interesa por la co-
reografia el célebre Nijinsky, que
durante su viaje de 1917 a Buenos
‘Aires frecuenta @ estos artistas. EI
ballet se titulaba Caaporé; el. pro:
yyecto no llega a realizarse debido a
Ja enfermedad de Nijinsky
En 1918 publica “Un idilio de esta-
cién” en El cuento ilustrado, revista
Girigida por Horacio Quiroga. Fue
fescrito en veinto dias, a un capitulo
por dia, Posteriormente titulé esta
historia con el nombre de Rosaura,
dedicindola a su hermana Lolita
Es una novelita para adolescentes, de
tema francamente cursi, y constituye
tuna especie de desafio, en el sentido
de hacer una literatura intima, para
adictos, sin grandes formulaciones,
sin. propuestas de contenido dema
siado estridente e innovador. La gue
tra ha terminado y Giiraldes viaja a
Europa para veriticar los estragos
Poco antes de salir, Adin Dichl le
hhace conocer el libro de Valéry Lar-
and, desconocido para Gitiraldes,
‘A. O. Barnabooth, ses oeuores com.
pltes, cest-é-dire: un conte, ses poé-
sies et son journal intime, libro que
lo deslumbra, en el que se reconoce
y que le devuelve la nunca perdida
fe en la literatura. Empieza la época
de los twenties, Ia década de 1920 a
1930, y el personaje de Larbaud es
tas Argentinas
RicarDo OUIRALDES
EL CENCERRO
DE CRISTAL
Portada de El gencerro de cristal
‘cans eiueavaes
Portada de la edicién de 1915 de
Cuentos de amor y de sangre
www.ahira.com.ar‘como un portal por el que penetra
fste producto de las sociedades in-
dustrales wn poco bérbaras, que ex-
presa la euforia adquistiva, Ia rela-
cién entre potencia ereadora (lo
americano) y cultura estitica (Io
europea), lo cual abre la compuerta
para. el cosmopolitismo, la literatura
Ge viajes y la de aventuras
Ya en Paris, pero ahora acompatiado
por Adelina, redescubre la ciudad
tanto tiempo gustada. Ahora lee mu:
chisimo y trabaja con exctacion en
Xaimaca que llega a las seiscientas
piiginas, reducidas a Ia mitad antes
Ge la publicacién, unos afios después
Lee Fermina Mérque: de su ya ad-
mirado Valéry Larbaud, hasta que
mn con él. por
medio de Madame Bulteau, una mu-
jer de letras amiga de Adelina
Larbaud representa el vincalo entre
los simbolistas y 1a promocién poé-
tica ms reciente y\ ene por de
pronto en comin con Guiraldes la
fascinaclon por Laforgue. La anis-
tad que se sella dura el resto do Ia
existencia y para Giiraldes represen
ta el ingreso en lo mis vivo y crea
dor de Is literatura europea, ‘porque
Larbaud es un escritor de’ grandes
vinculaciones, atento a lo més mo-
ero y original, amigo de Paul Valé-
ry, Gitte, Claudel, Fargue, Jules Ro
mains, St. John Perse. Larbaud es-
cribe sobre Giraldes en le Nouvelle
Revue Francaise augurindole wn des-
tino superior, Ia gran obra latino-
. americana. Pareciera que esos esti
mulos y esas amistades le hicieron
tomar conciencia de sus posibilida-
des, ayudindolo, por consecvenc,
fa despojarse de lastres ya encami-
parse hacia Is obra definitiva
En Paris es objeto de homensjes y
sus opiniones son reeibidas con in-
terés en el salén de Mine, Balteau,
donde toca la guitarra para Ana de
Noailles y Heléne de Chimay. En un
viaje tipico de esa generacién de
aristocratas, los Ciliraldes se marchan
El pozo de “La Porter”, donde Gitiraldes arrojé sus primeros libros
de Revistas Argentinas | www.ahira.com.3hSea cual fuere el juicio que se formule sobre el modo en que Don
Segundo refleja o distorsiona la realidad del pais, la belleza verbal del
libro, su lirismo, su concisién y su dimension imaginaria constituyen
tun notable factor de apertura y enriquecimiento para nuestra
narrativa.
se les une un grupo de amigos: Tie
to Gittadini, los Gonzélez Garafo, el
pintor Lopez Naguil, el chileno Val-
és, el catalén Iseme: literatura, pin-
tura, arte, sol en los afios felices de
Ja posguerra en Europa y del radi-
calismo en la Argentina,
En el otofo zegresan a Paris y allt,
nostalgioso, nuestro autor eseribe los
diez primeros capitulos de Don Se-
‘gundo Sombra, A fines de 1920 estin
dde regreso en la. Argentina,
Criollismo y juventud: Los Gairaldes
pasan un mes en una estancia pré-
Xima a Dolores, cerea de Ia ensena-
da de Samborombén, Alli Ricardo
recorre los cangrejales que habia
visto en su infancia y recoge el ma-
terial que Je sirve para un poema,
“Cangrejal”, y para un capitulo de
‘0 obra maxima.
Entre 1921 y 1922 eseribe los Poe-
‘mas solitarios, publicados péstama-
mente, salvo los tres primeros que
aparecieron en Proa. Momento refle-
xivo, de balance y de reconcentra-
riento con cierta tendencia a 10 re-
Tigioso
A comienzos de 1922 vuelve a viajar,
y se reproducen las alternativas del
Yiaje anterior: Paris y vida literaria,
Mallorca y_exaltacién. Eso dura el
resto del aio y hacia fines de 1922
; aparece Rosaura, editada por Colom-
bo en San Antonio de Areco. Al afio
siguiente Xaimaca, 1a novela del Ca-
ribe, “tratada blandamente bien por
Ta prensa... liquidé en el afio no-
venta ejemplares’. Entre 1923 y 1924
prosigue con Don Segundo. ‘Trabajo
poems solitarios, periodo de me-
aitacién, del cual lo saca Oliveri
‘ Girondo poniéndolo en contacto con
4 Jos jdvenes: Borges, Brandén Ca-
raffa, Vignale,. Cané, Ledesma, Pa-
Iacio,
Es la época del gobierno de Alvear,
tun periodo de “vacas gordas”, here-
dado del aislacionismo yrigoyenista,
que se proyecta sobre el modo de
ida. Sobre nuevas pautas, se ini-
cia un perlodo febril de revistas y
Archivo Historico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.ar
Gitiraldes con sus amigos' Gonzélez Garafio y Anibal Noceti, en Paris (1910)de editoriales que dan oportunidad
4 nuevos escritores. Es sobre este
telin de fondo que surgen los famo.
sus grupos de Boedo y Florida.
iltimo toma a Giiiraldes como maes
tro y a Macedonio Fernindex como
pprofeta, Aparece la revista Martin
Fierro, euyo animador principal, Bor-
es, al mismo tiempo. que portador
de ja buena nueva del ultrafsmo, es
el descubridor entusiasta de un Bue-
nos Aires mitolégico que constituye
algo asi como el trasfondo del real,
In ciudad que se esti abriendo cul
turalmente, En 1924 se funda Prod,
dirigida por Giiraldes, Rojas Paz,
Borges y Brandiin Caraffa, Simul
neamente, se crea el “frente tinico”
de excritores para, luchar contra el
enemigo comin, “el pompierismo”
segiin divertida expresiin de Oliveri.
Girondo, Para Gitiraldes todo esto
una recompensa muy generosa a
tantos aiios de soledad, y asume sus
colaboraciones en Proa, en Martin
Fierro, en Valoraciones, con un en-
tusiasmo sélo comparable a su des-
cubrimiento de Larbaud y el mundo
intelectual francés. En esa,época vi-
ve ya sea en la calle Paraguay 577
ya en La Portefia, ya, cuando baje a
Buenos Aires, en el Hotel Phoenix 0
cen el Majestic. All recibe yall tie.
ne de secretario, también, _por un
corto perfodo, a Roberto« Arlt, de
uien escucha los primeros capitulos
de El juguete rabioso
Gitiraldes contesta la famosa enc
ta de Martin Fierro acerca de la
existencia de una mentalidad argen-
tina y sus presuntas caracteristicas
Su respuesta es una afirmacién, plena
cconfianza en el “ser” argentino ¥, “si
nada existiera, seria nuestra obliga
cién erear valores por la sley moral
del amor y por Ia ley fisica del te
ror al vacio”, Es interesante el ar-
ticulo de Giiraldes justificativo de la
aparicién de Proa: conexién con Ia
‘moderna literatura europea, recupe-
raciin de los contactos, perspectiva
universalista de la cultura, Intere-
RAUCHO
MOMENTOS DE UNA JUVENTUD
‘cOnTEMPORANEA
Portada de Raucho, 1917
RICKRDO GOmALDES
-XAIMACA
BUEMOS AIRES
Portada de Xaimaca, 1923
Un Idilio
wee sstacion 10
Portada de “Un idilio de. estac
tarde Rosaura), cuento de Ciiiraldes
publicado en la revista “El cuento iustrado”
‘que dirigia Horacio Quiroga (1813)
Archivo Historico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.af,sante porque esa es Ia posieién co-
rriente de Giiraldes, que, precisa-
mente, esté dando los retoques & la
‘ikima gran obra criollista; todo esto,
aparentemente contradictorio, sive
para comprender mejor el Don Se-
‘gundo Sombra, En agosto de 1925,
Proa concluye su ciclo; Guiraldes
describe el fracaso en carta a Valé-
ty Larbaud. Como siempre, el pobre
medio y la incomprensin, Ia falta de
eco, las dificultades financieras, la
‘earencia de suscriptores: “gQué pue-
de hacer Proa en Buenos Aires sino
Jastimarse contra los adoquines?”
El balance es una revista en la que
punta tal vez con més seriedad que
en Martin Fierro una nueva manera
de entender a literatura argentina
y una sistemética introduccién de es-
Cxitores europeos considerados co-
mo moderos, sin distineién de ten-
dencias. En cierto modo, es un an-
tecedente de Sur, que en el aspecto
cosmopolita Hevaria hasta. sus_Alti-
mas consecuencias la tentativa de
vineular nuestro apuntar literario con
cl gran proceso literario universal
Ultimos dias: En marzo de 1926 esté
terminado el Don Segundo Sombra
escrito en los iltimos seis afios. La
novela fue escrita en un libro de co-
mercio, de tapas negras, con Debe y
Haber. Durante su redaceién fos
amigos lo conocieron. Borges le au-
gurd el éxito que después tuvo. El
segundo capitulo fue publicado el 8
de julio en Martin Fierro y la pri-
‘mera ediciOn comié a cargo de Prod.
El éxito fue inmediato: Lugones 10
coments en La Nacién, Martin Fierro
publicé poco después tun mimero dé
hhomenaje, y fue visto, en fin, como
lz obra més acabada de una gene-
racién, de un eriterio literario.
Desde 1922, Giiiraldes so habla em-
pezado a interesar por problemas re-
ligiosos a través del hinduismo, Ins-
talado en esta perspectiva, va. escri-
Diendo sus tltimos libros que mar-
cea una nueva evolucién respecto de
gna 5 Valéry Larbaud, en 1925 1a novela que habia representado (y
foe! chivo Histdrico de Revistas Argentinas www.ahira.com.ar
7representa) el punto més alto de su
‘creacién. Poemas que no muestra, sal.
yo a Larbaud, que traduce de ET
sendero y Poemas misticos, publ-
ndolos en ocasién del siltimo viaje
‘que hace Giiraldes a Francia para
tomar distancia frente al. aconteci-
imiento que signifies Don Segundo.
El viaje a Paris se hace con inten-
cin de seguir a la India, pero hay
sintomas de enfermedad que se agra-
vyan al Hegar a Europa. El diagnés-
tico es fatal: cincer a Ta. garganta
Giiraldes lucha escribiendo EL sen-
dero. E15 de octubre, lega la noticia
del. premio Nacional para Don Se-
gunda, Muere el 8, asistido por Ade-
Tina, dos muchachos de La Portena
que habia Hevado, y sus amigos fran:
cceses. Sus restos Tegan a Buenos Ai-
reso 2 de novembre, son recibidos
el presidente Alveer, y traslada-
fos a San Antonio de Areco, donde
reposan, Muy cerca de su tumba ya-
cen también los de Don Segundo Ra-
rmirez, el resero que inspird su eéle-
bre personaje.
La obra de Gitiraldes. — Unidad
de la obra: Em un ensayo titulado
Las novelas de Ricardo Gittraldes, el
espaiiol Juan Collantes de Terai exa-
‘mina exhaustivamente la contirividad
de esta obra desde un dngulo estilis
tico. Concretamente encuentra en to-
das las narraciones (novelas y
tos) similares mecanismos expresivos
sen todos los niveles, desde el verbal
hasta el estructural. A tal punto exis-
te parentesco que toda la obra de
Giiraides estaria. construida bajo. el
mismo signo esilision en cuantoto-
da ella reposa sobre un mundo pus
ramente sensorial cuyas especifica
ciones pasan a ser material novelis-
tico concreto. Sensorialidad que re
corre todos los niveles y que se ma-
nifiesta ya sea en lo extenso de las
sensaciones expresadas en el plano
de lo epidérmico o lo exterior, como
por ejemplo el paisaje, ya sea en lo
i
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interno de la percepcién interior que
tiene su traduecién en un Tenguaje
tenuemente evocative o sentimental
En todo caso, Io que interest es el
vvaivén que se da sensorialmente en-
tre dos polos, interioridad y exteriori-
dad que precisan de recursos estlis-
ticos concretos en los que encarmar-
se. Una misma manera de entender
la realidad y percibirla, en dos nive-
les que se interrelacionan y que pro-
ducen desde los comienzos de su ta-
rea de escritor sus veliculos adecua-
dos y reconocibles en el andliss. En
ese sentido, lo primero que surge es
Ja “libertad en la forma” y Ia Tatrac-
‘eign desmedida por la imagen”, que
recorren toda la obra, desde los poe-
‘mas hasta Don Segundo (desde una
imagen como “Los relémpagos dibu-
jan carcajadas de luz” —Cuentos de
muerte, etc.— hasta “Una luz fresca
chorreaba de oro el campo’, Don
Segundo).
Pero no es s6lo esto lo que permite
creer que existe unidad en toda su
produccién sino muchos otros. cle-
mentos mas que resultan de wna pla-
nificacién de su estilo, Ass, por ejem-
plo, la vivificacién de elementos in-
animados (“Lo grueso de Ia tormen-
ta nos esperaba, sin embargo, aga-
zapada en nubes, hecha montén para
el lado del Sur”, Don Segundo Som-
bra, XXIV), que sucede a una iden-
tificacién con la naturaleza por la
cual el paisafe es proyectado fuera
el personaje y aparece respiran-
do, pensando, sofiando, reaceionan-
do; deste luego que la transmisién de
esta eategoria se hace también por
medio de imagenes sensorias, lo cual
indica niveles de especificaciin que
en su conjunto y en su resultado po-
nen en evidencia un estilo reconoci-
ble, presente desde el corsienzo has-
ta el final, Pero sigamos enumerando
espectcaciones estilstias comunes:
las imégenes siempre estan Vigadas a
tendencias de vanguardia; en Xai-
‘maca son tipicamente _creacionistas
(angghecen en los bolsillos Tos pa-
oy,
LanduieTien Pe’ Balada del Intondent
de Buenos aires
3
Portada de un nimero de Martin Fierro
MARTIN FIERRO)Ante una encuesta de la revista Martin Fierro sobre
la existencia 0 no de una mentalidad argentina,
Gitiraldes responde afirmativamente, “Si nada existiera —dice—
seria nuestra obligacién crear valores por la ley moral
del amor y por la ley fisica del terror al vacto”.
Demostracién a Ciiiealdes con motivo del éxito de Don Segundo Sombra, poco después de la reaparicién de Martin Fierro (1926). E
Enrique Gonzélez Tuitin, Manvel Galvez, Juan Pablo Echagiie, Gitiraldes, Adolfo Korn, Eduardo Girondo, Sra. de Rodriguez y Juli
Rojas, Roberto Mariani, Francisco A. Colombo, Ruth Lange, Juan B. Tapia, Leopoldo Marechal, Absalén Rojas, Norah Lange, Ernest
Xul Solar, Luisa y Molly Bozgione, Oliverio Cirondo, Rati! Gonzdlez Tuidn, Eduardo Mallea, Sisto Pondal Rios, Rosa Boggione, Ge
y Lamberti Sorrentino.
jas | WWW.
Arse
as ArgeEnla foto aparecen: sentados: Nivolds Olivari,
ulioV. Rodrigues; de pie: Evar Méndex, Nerio
esto Palacio, Jorge Luis Borges, Luis M. Onetti,
GeoMergault, Margarita ‘Ricco, Pedro V. Blake
PROA
Ne 1
BUENOS AIRES
eae
Portada ESS risher niimero de Proa
Archivo
fiuelos...”), en Don Segundo tienen
algo del “vanguardismo loridense,
tuna suerte de ultraismo atennado (“la
noche iba dando importancia al vie-
jo campanario de la iglesia’), en el
que desaparece el carieter eon
tvico de los principales poetas de este
sta atentacién respon-
de, sin duda, a la perduracién en
Giiiraldes de la influencia del poeta
simbolista franeés Jules Taforgue,
otra de las presencias constantes en
toda su obra. En lo que concierne al
ausenal verbal es notorio el gai
‘mo, que campea por todas partes y
que sobresale donde la prosa es me-
nos vigorosa, encauzdndose 0 repri
dose donde el lenguaje es mis
preciso.
La continuidad de estos elementos
expresivos, que so vinculan en todo
tomento con wna attad vanguard
ta que puede, ella si, cambiar de
frente aunque’ no de aleance, insi-
nia y ésta es ya una primera con-
clusién que puede anotarse— que la
relacién (a veces sujecin) co
teuropeo no se abandona nunca. Si se
compara Raucho 0 Xaimaca eon Don
Segundo se advierte que seguramen-
teen la sltima novela lo vanguardis-
ta se adapta mucho més perfecta-
mente pero eso no quiere decir que
ya ibertad total, que lo vanguar-
sta quede diluido en un lenguaje
totalmente nuevo. Y can esto recw-
peramos uno de los problemas que
nos sri de inoducin: hast duc
punto hay realmente un pasaje de
To europeo a lo nacional en la’ obra
de Ciraldes.
Desde el punto de vista estilistico, Ia
obra de Ciiraldes nos propone por
Io menos un niileo significativo, co-
rnin a todas las novelas: Io elegiaco,
4 cuyo sentido nos vamos a aprox
soar después de considerar las nove-
las por separado. :
Ravcuo: El horrador de Raucho
(1917) se. titulaba Los. comentarios
do Ricardito, Es una picza narrativa
que esté en la Tinea de la novela del
RICARDO GUIRALDES
sy
EL SENDERG
Notas
sobre mi evolucién
espiritualista
en vista
de un fururo
MCMXXxII
Portada de Bl sendero
istorico de Revistas Argentinas | www.ahira.com.aty,,50, especialmente de Eugenio Cam-
baceres. Tematicamente, constituye
tuna especie de sintesis entre Sin
sumbo y Miisica sentimental, en la
medida en que propone dos perspec-
tivas tradicionales en una sola expe-
riencia, el viaje a Europa y la de-
cepeién del mundanismo y el retor-
‘no al campo. Y si por esos temas y
su enfogue de los mismos Cambace
res s¢ muestra como el novelista que
bre el camino a una problemética
de una clase social (Ia alta burgue-
sfa), es evidente que Giiraldes se
sitia en la misma perspectiva. Rau-
cho, como el personaje de Misiea
sentimental, es hijo de un estanciero
y tiene experiencias devastadoras en
Parfs. Luego, como el Andrés de Sin
rumbo, redescubre el campo como
le salvacién, como la cura y la reden-
cién, Claro’ que Giiiraldes no trans-
tribe literalmente las imigenes de
Cambaceres; asi, por ejemplo, el re-
tomo al campo, no se produce a lo
gran sefior, triunfalmente, como lo
hhace Andrés, sino humildemente, en
una actitud que en lo superficial, en
euanto Raucho acepta ser peén,”su-
ta revisién de la tradicional
exaltacién clasista pero que 1a afir-
ma en el plano de las esencias, justa~
mente la idea-sentimiento del al-
cance terapéutico espiritual encerrac
do en el campo, La tierra recibe a
ese hijo de estanciero vencido por el
cosmopolitismo, y se brinda a él, el
cual, a su vez, haco explicita su
enirege, Idealizacién, espiritualismo
que reencontramos en Don Segun-
do en la situacién del chiquillo en-
vieiado por lo pueblero que
curarse a través del duro of
resero, El recorrido que cumple Rau-
cho, de indole autobiogréfica, se in-
crusta en una estructura de aceiones
separadas, mediante las cuales se da
idea de crecimiento, de experiencia
del mundo, Primero, es el deslumbra-
miento por el campo; Iuego, la for-
macién intelectual; después los al
des vardhiles dle los afios del cente-
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Sepelio de Ricardo Gitiraldes’en San Antonio Te Areconario, el despertar sexual, el aburti-
tmiento, el obligado pasaje por Paris,
casi In liquidacién en la experiencia
parisiense, el agotamiento y, final-
mente, el campo como reencuentro,
Raucho, como lo seré Don Segundo,
es una novela de aprendizaje con sx
Teccién final, una leceién que va to-
‘mando forma en Giiraldes y que por
1 momento se apoya en una enume-
racién acumulativa de elementos es-
pirituales, como si con ello se qui-
siera trazar Ja imagen de un argen-
tino: la bravura, el riesgo, Ia aventu-
ra, Ia humildad, la tierra, el ancestro,
Rosaura: Al revés de Raucho, Ro-
saura (1918) es una especie de ca-
pricho, un relato escrito para joven-
citas a sugerencia de familiares; es
‘como una apuesta o compromiso es-
tilistico y es en su lenguaje y no en
su tema donde se reconoce al autor
de Don Segundo. Representa el_as-
pecto sentimental en la obra de Gii-
raldes, y su material pags tributo, in-
dudablemente, a un conjunto de ideas
onvencionales sobre relaciones de
amor, Es un relato en terceta petso-
na y el narador cumple un impor-
tante papel pues maneja todas las It
neas de la novela nivelindolas, pre-
parindolas como para que pueda ser
aceptada por un cierto pablico. De
ahi, quizds, el generalizado semitono
que se aviene, por otra parte, con los
aleances pueblerinos del idealizado
omance entre una muchachita y el
hombre a quien aquélla ha visto
sar en un tren. Igualmente, traseien-
de una carifosa ironia, una acendra-
do lo cual.tiende a expresar pl clima
sentimental del pueblito de campo.
Pero Ia idea de capricho no agota Ia
explicacién de esta novela en la me-
dida en que se completa Ia expresién
del cuadro de vivencia campesina:
€5 como si Giiraldes hubiera visto
fen esta historia elementos para per-
feccionar su propia imagen de’ cam-
Archivo Historico
po, situindola simplemente
fen el marco del amor idealizado y lo
pueblerino antes que en Jo rural, res-
pecto de lo cual lo pueblerino es co-
mo una especie de momento previo,
de documentacién. Pero como tema
Y aun como propuesta estilistica, la
Scurrencia se recorta histéricamente
pues pareciera corresponder a una
época de transicibn; el fin de la gue-
ra europea y la reciente paz inci-
tan a un regreso a los pacificos con-
flictos de aldea, expuestos razonable-
mente, encauzadas. las turbulencias
del corazén en un examen condescen-
diente y amable, suspendida la ca.
pacidad de aventura hasta ver qué
sucede. De lo cual se infiere que esta
inocente diversion también se pro-
duce en atencién al mundo europeo,
y de modo tal que depende de sus
avatares_yacontecimientos. En el
plano del lenguaje prosigue Ia Tinea
eneral que liga toda su obra, inten-
sificacién de imégenes en la des-
ripeidn, elementos del arsenal van-
‘guardista, aunque todas las imnova-
ciones no ocultan el hecho principal:
Ja artificiosidad del tema, y la con-
vencionalidad de la actitid con que
To trata.
Xarmaca: En 1923 publiea Xaimaca.
Se trata aqui de una novela en forma
de Diario de viaje. Cada pagina del
Diario es una estampa resuelta la
mis de'las veees a la manera del pe-
‘quetio poema en prosa. El redactor
del Diario es Marcos Galvin, quien
eseribe sus impresiones acerea de lo
que va viendo al mismo tiempo que
rece su amor por Clara Ordéiez.
Poco a poco va primando este se-
gundo aspeeto que, comparado con
To que aparecia en Rosaura, se per-
fila, se hace més sugestivo sobre to-
do a partir de dos cireunstancias. La
primera es el prestigioso marco en
el que se va manifestando; la segun-
da es que sus protagonistas viven cl
anor més comprometidamente; con
referencia a Rosnra, ay una ree
de Ia aes Tiga dos
evistas Ar
rgenti nas
Giiraldes
y el cuento
En una de las piezas mas logradas de los
Cuentos de muerte y de sangre,
Ricardo Gtiiraldes formula brevemente
su propia. concepcién del cuento, Esto
‘ocurre en “Al rescoldo”, que integra este
volume publicado en 1915, dentro de
luna temética en cierto modo afin a
la de Horacio Quiroga. Alli dice: “Un
‘cuento es para alguien pretexto de
hhermosas frases; estudio para otros;
para aquellos un medio de con
sueiio. Pero manjar exquisito para el
criollo, por su rareza, hace que éste
al par del héroe de la historia y
tenga gestos, hasta palabras de protesta
‘en los momentos élgidos”.
www.ahira.com.ar
oorPortada de Rosaura con un dibujo de
Alberto Giiiraldes
rchivo Historico de
‘términos, el subjetivo-sentimental de
viejo culo roméntico que podemos
esignar eémo “el misterio” del amor,
y el exterior-sentimental que podemos
escribir como “encuentro con el pai-
saje”. Este cireuito, sin embargo, no
«3 algo dado sino que se va realizan-
do: experiencia de viaje comelativa
¥y paralela a la experiencia de amor.
De tal modo, literariamente, expre-
sivamente, el acento no esti puesto
en el paisaje ni en el amor sino en
fa relacién “paisaje-amor", entendida
oo eee
duetora, Por eso, probablemente, no
thay andlisis ni” profundizacién de
personajes, ni siquiera acciones. Los
personajes’ estim apenas esbozados,
fijados en conductas tipicas. Pare-
ciera que lo que el autor quiere mos-
trar 5 cénio brota el amor a través
del paisaje y eémo, correlativamente,
se ve el paisaje en el brote del amor.
Exa relacién es lo nuevo, y se produ-
ce sobre lo dado. De ahi, el aire de
convencionalidad que tienen los ges-
tos de avercamiento porque son dos
temperamentos que reconocen sti
nidad y a partir de ella se exigen re-
ciprocamente una atmésfera, algo
que saben que pueden exigirse por-
{que lo tienen dentro, porque respon-
de a una idea previa, El es, de este
modo, un contemplative, un poco
Dlando, sin iniciativas ni impuls
ella, una elegante realzada por el
Jencio y Ta sugestién. Sobre. estas
premisas establece entre ellos el amor
que @ cada paso los ratifica, no los
hhace variar, como si fueran modelos
de conducta realzados por el hecho
de ser objeto de literatura. Lo xinico
‘que aparece con una dimensin expe-
imental es el viaje, mediacién en la
‘cul, por otra parte, Cuiraldes ponfa
tantos valores articulados, bdsicamen-
te, en tomo a la difundida vocacién
cosmupolita que caracteriza la pre-
guerra asf como, ansiosamente, la pos-
guerra en la Argentina: viajar es un
modo de vivir desde 1910 hasta 1940
y el viaje, preferiblemente a Europa,
implica una conexién con Ia univer.
salidad, una realizacién casi metafi-
sica a partir del desplazamiento,
Lo comin de esta novela con Don
Segundo se da también en el plano
del lenguaje: similar persecucién de
JimAgenes, parecidos mecanismos ex-
piesivos dlaro que cou diferencias de
Inatiz importantes; en Xaimaca el len-
guaje €s ceremonioso, adecuado al
descubrimiento de Ia naturaleza; en
Don Segundo, como el relato es mis
dramatico y esc entra considerable-
mente en acciones, la solemnidad es-
té mas reducida, menos demorada.
Y, justamente, este matiz hace mas
compleja Ia ultima novela, es mas
Gifieil determinar en ella lo que en
Xaimaca aparece en seguida como
mundo afectivo tributario de lo
europeo.
Do Secuno Soma: Dos elemen-
tos interfieren de inmediato lz con-
sideracion de esta novela: el éxito
que obtuvo y su alcance “nacionalis-
ta’, En cuanto al primero, obra com-
ulsivamente sobre el lector, que 3
aproxima a una obra consagrada y lo
‘obliga a hacer ciertos rodeos para co-
nectarse con ella en una relacién de
descubrimiento original y_ total. En
cuanto al segundo, que es una espe-
cifcacién de lo consagrado, es tam-
bign coereitive, modifica el juicio
Ahora bien, hay razones objetivas pa-
ra que esto se haya producido,
En cuanto al éxito, Tas razones son
Disicamente las siguientes: Ia gran
cantidad de ediciones y los consi-
tuientestirajes (més de 250.000 ejem-
plares hasta 1962, sin contar edicio-
hes clandestinas), la. universal aoep-
tacién de la critica (desde Lugones
hasta Borges ningin escritor argen-
tino ha obtenido por una sola obra
tal eantidad de juicios), el haber sido
‘ncluido entre los textos oficiales de
Ja ensefianza secundaria. Todo esto
significa consagracién y, por lo tan-
to, formacién de imagenes de las que
Revistas Argentinas | www.ahira.com.ares dificil desprenderse al volver a
acercarse al libro.
En cuanto al nacionalismo, Jas ra-
zones surgen de interpretaciones in-
mediatas del testo. Por ejemplo, la
idea del retorno a la tierra viene
acompariada de una exaltacién que
se tiende a definir como argentina y
esencial. Sobre esta idea y ademis
tomndola como eje, el argentinis.
mo earacterizado de este modo viene
a resumir un tono, una busqueda li-
teraria vacilante no s6lo en. Coiral-
des sino en sus antecesores. En este
sentido, en la medida en que propone
con evidente nitidez un reencuentro
con esencias, Don Segundo daa
paso més adelante que Cambaceres
y que Larreta, que proyectan dema-
Siado estridentemente preacupacio-
nes emergentes de un sentimiento de
clases en crisis, y ain que Benito
Lynch, quien problematiza en el as
pecto cultural-social, Si unimos esta
fdea con la recepcién y el éaito que
tuvo, en este nivel Don Segundo vie-
ne a ser la exaltadla y muy elevada
revelacién de algo que se queria es
euchar, que iba buscando st férmula
expresiva adecuada,
Esto que se queria escuchar varia se-
giin las principales interpretaciones
pero gira siempre en torno a lo ar-
entino. Para algunos se teita de
tuna _propuesta a una juventud con
temporinea, desorientada ¢ inquieta,
nds que novela de los gauchos extine
guidos- Para otvos, representa una
vuelta, salvadora al’ eriollismo frente
una literatura cosmopolitizada; para
otros, finalmente, conforma un men-
saje Glico que surge del ennobleci
iento —justificado— de un ambito
Todas las interpretaciones tienden a
mostrar que el Ambito que cubre es
tas. significaciones es el nacionalis
‘mo como nivel més general, que se
specifica en un nivel medio en el
hrallazgo y_expresiin de formas de
ser intransferibles que se dan ya sea
como afirmacién de rasgos, ya sea
enfrentamiento, directament
Archivo Filstorico de Revista
DON SEGUNDO
rey 1 7.4
ous
Portada de una edicién en francés de
Don Segundo Sombra
DON SEGUNDO SOMBRA:
Shadows on the Pampar
RICARDO GUIRALDES.
by Mit oO
108m Tain
WALDO FRAN
consramuz & 9 13
oKoo
Portada de Ia edi
RICARDO GOIRALDES
ZHAVA ZEME
SYMPOSION PRAHA
Portada de una edicién checoeslovaca de
Don Segundo
Don Segundaracional en cuanto al leve repudio al
gringo o su total omisiin, Mediante
todas estas pantas, nada més natu-
ral que se establezca una. continui-
dad con Martin Fierro y se sienta
due el libro introduce a nmevas me-
tas de ese vivir metafisico que los
racionalistas siempre estin tratando
de definir.
Andlisisliterario: En su organizacion
mis general, Don Segundo Sombra
6s un libro de aprendizaje de la vida
del gaucho. Esto esti formulado co-
‘mo intencién por parte del reserito
quando decide cambiar de vida, y
sta expresado en el tipo de narra-
ién cuya estructura fundamental es
In de la Teccién que se aprende a par-
tir de la inexperiencia; leceién de
trabajo, de diversién, de moral que
fndica que el dmbito en el que se
imparte, el campo, es una verdadera
escuela, El movimiento de los perso-
najes, especialmente el protagénico,
sas taslaciones, configuran experien
cas que en minima medida se vineu-
Jan con la vida afectiva, incluso con
lo geogratico, y que més bien se ins-