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Lectura 2.1

Las estrategias de enseñanza y aprendizaje desde el


constructivismo y para el aprendizaje significativo.

Retomemos lo que es una estrategia, ésta se refiere al arte de proyectar y dirigir; el


estratega proyecta, ordena y dirige las operaciones para lograr los objetivos o metas
propuestas.
Las estrategias didácticas son quienes actúan como elementos orientadores de los
procesos de aprendizaje, sirven como criterios para poder discriminar los contenidos
curriculares; permiten generar expectativas apropiadas acerca de lo que se va a aprender;
proporciona al aprendiz los elementos indispensables para orientar sus actividades de
automonitoreo y autoevaluación (Díaz Barriga y Hernández, 2004).
Monereo (2005) afirma que las estrategias didácticas no son un principio ni una
actuación, sino un proceso mental proyectado sobre la práctica, de los problemas escolares
que se necesitan resolver. En sentido amplio, una estrategia es una forma de proceder
flexible y adaptativamente, en la que se parte de las variables contextuales y alterando el
proceso, según se vayan modificando dichas variables.
Para Fernández, Fernández y Jatar (2005) las estrategias didácticas, son, ante todo,
un procedimiento y, por consiguiente, una actividad socio afectiva por la que se relacionan
los medios con los fines, y de esta manera se logra que los procesos de enseñanza y
aprendizaje sean efectivos y eficaces, beneficiando al estudiante, proporcionando
habilidades y conocimientos útiles transferibles a situaciones dentro y fuera del contexto
escolar. En este sentido, las tendencias actuales de la educación, influenciadas por las
nuevas tecnologías de la información y la globalización plantean la necesidad que los
docentes enseñen a los estudiantes a tornarse en aprendices autónomos, independientes,
autorreguladores, capaces de aprender a aprender.
Para lograr esto el docente debe proponer estrategias didácticas que propicien en
los estudiantes la capacidad de reflexionar sobre la forma de cómo aprenden y de actuar
autorregulando su propio aprendizaje. Es por ello que debe orientar y guiar el trabajo de
aula con estrategias flexibles y apropiadas, que ofrezcan la posibilidad de desarrollar
habilidades para procesar los contenidos académicos.
Así, estas estrategias son una de las piezas fundamentales de los procesos de
enseñanza y aprendizaje, puesto que de ella dependen la orientación y la operatividad del
proceso, implican una interrelación constante con los demás elementos del diseño de
enseñanza, como lo son: los objetivos, metas, competencias a desarrollar, los contenidos,
las características, conductas, habilidades de los estudiantes, los medios instruccionales y
la evaluación (Feo, 2010).

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En función de lo indicado sobre las estrategias didácticas se pueden definir como los
procedimientos o conjunto de ellos por los cuales el docente y los estudiantes, organizan las
acciones de manera consciente para construir y lograr metas previstas e imprevistas en el
proceso enseñanza y aprendizaje, adaptándose a las necesidades de los participantes de
manera significativa (Feo, 2010).
Existe una diversidad de clasificaciones en torno a las estrategias desde las globales
hasta las más minuciosas, por lo que, en este momento, no se hará una revisión exhaustiva
solamente se plantearan algunas, tanto por ser las más generalizadas como las reconocidas
y útiles para el tema de estudio, que ayuden posteriormente a ampliar el conocimiento de
otras clasificaciones (de manera individual o independiente).
En este sentido Alonso-Tapia (1997) citado por Campos (2000) plantea una
clasificación global desde el constructivismo que considera dos puntos de referencia: las de
aprendizaje y las de enseñanza. Las estrategias de enseñanza se refieren a las utilizadas por
el profesor para mediar, facilitar, promover, organizar aprendizajes, esto es, en el proceso
de enseñanza. Estas estrategias fomentan las instancias de aprendizaje, promoviendo la
participación de los estudiantes.
Se consideran como los procedimientos o recursos que consciente y
planificadamente utiliza el maestro para promover los aprendizajes deseados. Si una
estrategia es "la habilidad o destreza para dirigir un asunto", las estrategias de enseñanza
se pueden considerar como aquellos modos de actuar del maestro que hacen que se
generen aprendizajes, y por eso, estas estrategias son el producto de una actividad
constructiva, creativa y experiencial del maestro, pensadas con anterioridad al ejercicio
práctico de la enseñanza, dinámicas y flexibles según las circunstancias y momentos de
acción.
Para lo anterior está implicado el rol del maestro con un gran repertorio de
estrategias de enseñanza eficaces, sobre la base de que los maestros activos, impulsan la
movilización de saberes con miras a generar aprendizajes válidos y duraderos, identifican
metas claras para sus alumnos, seleccionan estrategias que permitan alcanzar más
efectivamente las metas de aprendizaje, proveen ejemplos y representaciones que pueden
ayudar a los alumnos a adquirir una comprensión profunda de los temas que están
estudiando, exigen que los alumnos se comprometan activamente en el proceso de
aprendizaje, guían a los alumnos cuando construyen la comprensión de los temas que se
estudian, monitorean cuidadosamente a los alumnos para obtener evidencias de
aprendizaje (Eggen y Kauchak, 2005).
Las estrategias de enseñanza van de la mano con los estilos pedagógicos del maestro
(directivo, tutorial, planificador, investigativo) que caracterizan sus modos de enseñanza;
con las formas como ejercita la comunicación en el aula, de la determinación de su función
social y cultural como maestro. Además del estilo, las estrategias de enseñanza dependen

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y se hacen realidad en consonancia con la formación del maestro y su apego a determinadas


teorías del proceso enseñanza aprendizaje.
Las estrategias de aprendizaje hacen referencia a una serie de operaciones
cognitivas que el estudiante lleva a cabo para organizar, integrar y elaborar información y
pueden entenderse como procesos o secuencias de actividades que sirven de base a la
realización de tareas intelectuales y que se eligen con el propósito de facilitar la
construcción, permanencia y transferencia de la información o conocimientos.
Concretamente se puede decir, que las estrategias tienen el propósito de facilitar la
adquisición, almacenamiento, y la utilización de la información.
De manera general, las estrategias de aprendizaje son una serie de operaciones
cognoscitivas y afectivas que el estudiante lleva a cabo para aprender, con las cuales puede
planificar y organizar sus actividades de aprendizaje.
Para Beltrán (2002), un rasgo importante de cualquier estrategia de aprendizaje, es
que está bajo el control del estudiante, es decir, a pesar de que ciertas rutinas pueden ser
aprendidas hasta el punto de automatizarse, las estrategias son generalmente deliberadas,
planificadas y conscientemente comprometidas en actividades. Además, para hacer
efectivas las estrategias son necesarias las tácticas, que son modos concretos de hacer
operativas las estrategias.
Tienen una relación directa con los contenidos y las demandas del currículo. Una
táctica (por ejemplo, utilizar una palabra clave) pasa a formar parte de una estrategia
(elaboración) si se sabe cómo, cuándo y dónde utilizar determinadas habilidades que
previamente han adquirido los estudiantes. Los que aprenden pueden utilizar una técnica
a ciegas sin aplicarla estratégicamente en el procesamiento de la información, para lograrlo,
necesitan de la ayuda de la metacognición. Algunos autores identifican la metacognición
como un macroproceso de orden superior, caracterizado por un alto nivel de conciencia y
de control voluntario, que tiene como finalidad gestionar otros procesos cognitivos más
simples y elementales.
Monereo (2005), dice que únicamente se puede hablar de utilización de estrategias
de aprendizaje cuando el estudiante da muestras de ajustarse continuamente a los cambios
y variaciones que se van produciendo en el transcurso de la actividad, siempre con la
finalidad última de alcanzar el objetivo perseguido del modo más eficaz que sea posible.
A modo de delimitación conceptual, los rasgos característicos más destacados de las
estrategias de aprendizaje pueden ser los siguientes:
a. Su aplicación no es automática sino controlada. Precisan planificación y control de la
ejecución y están relacionadas con la metacognición o conocimiento sobre los propios
procesos mentales.
b. Implican un uso selectivo de los propios recursos y capacidades disponibles. Para que un
estudiante pueda poner en marcha una estrategia debe disponer de recursos alternativos,

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entre los que decide utilizar, en función de las demandas de la tarea, aquellos que él cree
más adecuados.
c. Las estrategias están constituidas de otros elementos más simples, que son las técnicas o
tácticas de aprendizaje y las destrezas o habilidades. De hecho, el uso eficaz de una
estrategia depende en buena medida de las técnicas que la componen. En todo caso, el
dominio de las estrategias de aprendizaje requiere, además de destreza en el dominio de
ciertas técnicas, una reflexión profunda sobre el modo de utilizarlas o, en otras palabras, un
uso reflexivo y no sólo mecánico o automático de las mismas (Pozo, 1989; Pozo y Postigo,
1993).
Las estrategias en general independientemente del agente, comparten elementos,
aspectos o rasgos en común que son considerados componentes fundamentales. Monereo
(1997) los describe como:
1. Los participantes activos del proceso de enseñanza y aprendizaje: estudiante y docente.
2. El contenido a enseñar (conceptual, procedimental y actitudinal).
3. Las condiciones espacio-temporales o el ambiente de aprendizaje.
4. Las concepciones y actitudes del estudiante con respecto a su propio proceso de
aprendizaje.
5. El factor tiempo.
6. Los conocimientos previos de los estudiantes.
7. La modalidad de trabajo que se emplee (ya sea individual, en pares o grupal).
8. El proceso de evaluación (ya sea diagnóstico, formativo o sumativo).
Otra clasificación es la de Feo (2010) quien plantea y considera las estrategias según
el procedimiento y agente que lo lleva a cabo en: estrategias de enseñanza, estrategias
instruccionales, estrategias de aprendizaje y estrategias de evaluación.
Estrategias de Enseñanza, donde el encuentro pedagógico se realiza de manera
presencial entre docente y estudiante, estableciéndose un diálogo didáctico real pertinente
a las necesidades de los estudiantes.
Estrategias Instruccionales, donde la interrelación presencial entre el docente y
estudiante no es indispensable para que el estudiante tome conciencia de los
procedimientos escolares para aprender, este tipo de estrategia se basa en materiales
impresos donde se establece un diálogo didáctico simulado, estos procedimientos de forma
general van acompañados con asesorías no obligatorias entre el docente y el estudiante,
además, se apoyan de manera auxiliar en un recurso instruccional tecnológico.
Estrategia de Aprendizaje, se puede definir como todos aquellos procedimientos
que realiza el estudiante de manera consciente y deliberada para aprender, es decir, emplea
técnicas de estudios y reconoce el uso de habilidades cognitivas para potenciar sus
destrezas ante una tarea escolar, dichos procedimientos son exclusivos y únicos del
estudiante ya que cada persona posee una experiencia distinta ante la vida.

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Estrategias de Evaluación, son todos los procedimientos acordados y generados de


la reflexión en función a la valoración y descripción de los logros alcanzados por parte de
los estudiantes y docentes de las metas de aprendizaje y enseñanza.
La estrategia para la evaluación por lo general está inmersa en la estrategia de
enseñanza, el profesor emplea de manera básica los instrumentos de evaluación como las
guías que permiten recabar información. Esta información se puede alcanzar a través de
técnicas evaluativas que permiten observar o analizar los procesos o productos finales
elaborados en las actividades, es necesario resaltar que la evaluación gira en torno a
criterios evaluativos congruentes a la actividad evaluativa diseñada
Una de las clasificaciones más reconocidas y que han perdurado en el tiempo, es la
del aprendizaje significativo de Díaz-Barriga y Hernández (1999; 2002) quienes igual las
clasifican en enseñanza y en aprendizaje. Además las de enseñanza las subclasifican de
acuerdo a dos elementos clave: el momento de la clase en que se ocuparán, ya sea durante
el inicio, desarrollo o cierre, y también la forma en cómo, se presentarán dichas estrategias,
aspecto que está intrínsecamente relacionado con el momento de su respectivo uso como:
preinstruccionales, coinstruccionales y postinstruccionales.
Díaz-Barriga y Hernández describen las estrategias preinstruccionales como aquellas
que “preparan y alertan en relación a qué y cómo aprender, incidiendo en la activación o
generación de conocimientos previos” (p. 8). Este tipo de estrategias son útiles para que el
estudiante contextualice su aprendizaje y genere expectativas pertinentes. Cabe destacar
que se sugiere aplicar las estrategias preinstruccionales al inicio de una clase.
En cuanto a las coinstruccionales, como indican estos autores, estas apoyan los
contenidos curriculares durante el proceso de enseñanza y aprendizaje, fomentando la
mejora de la atención y detección de la información principal. El objetivo principal es que el
estudiante organice, relacione e interrelacione los contenidos e ideas más relevantes para
el logro del aprendizaje. Se recomienda utilizar las estrategias coinstruccionales durante el
desarrollo de una clase.
En lo que respecta a las postinstruccionales, tal y como señalan Díaz y Hernández
“se presentan al término del episodio de enseñanza, permitiendo una visión sintética,
integradora e incluso crítica del contenido” (p. 9). Es posible señalar que las estrategias
postinstruccionales sirven para hacer una revisión final de la clase, incluyendo las ideas
principales de los contenidos vistos. Se propone usar este tipo de estrategias en el cierre de
una clase.
Vaello (2009) señala que debido a la naturaleza flexible, adaptable y contextualizada
de las estrategias didácticas existe la posibilidad de usar una misma estrategia didáctica en
los tres momentos y/o fases de la clase, ya sea en el inicio, desarrollo o cierre que integre
determinadas técnicas y actividades.

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Intentar una clasificación consensuada y exhaustiva de las estrategias de aprendizaje


es una tarea difícil, dado que los diferentes autores las han abordado desde una gran
variedad de enfoques.
Por otra parte, Díaz-Barriga y Hernández sub clasifican las estrategias de aprendizaje
en función de qué tan generales o específicas son, del dominio del conocimiento al que se
aplican, del tipo de aprendizaje que favorecen (asociación o reestructuración), de su
finalidad, del tipo de técnicas particulares que conjuntan, etcétera. Sin embargo, en este
material se retoma y se analiza brevemente las estrategias según el tipo de proceso
cognitivo y finalidad perseguidos (Pozo, 1990, citado por Díaz-Barriga, 2002).
Las estrategias de recirculación de la información se consideran como las más
primitivas empleadas por cualquier aprendiz (especialmente la recirculación simple, dado
que niños en edad preescolar ya son capaces de utilizarlas cuando se requieren. Véase Kail
1994). Dichas estrategias suponen un procesamiento de carácter superficial y son utilizadas
para conseguir un aprendizaje verbatim o” al pie de la letra" de la información. La estrategia
básica es el repaso (acompañada en su forma más compleja con técnicas para apoyarlo), el
cual consiste en repetir una y otra vez (recircular) la información que se ha de aprender en
la memoria de trabajo, hasta lograr establecer una asociación para luego integrarla en la
memoria a largo plazo.
Las estrategias de repaso simple y complejo son útiles especialmente cuando los
materiales que se han de aprender no poseen o tienen escasa significatividad lógica, o
cuando tienen poca significatividad psicológica para el aprendiz; de hecho, puede decirse
que son (en especial el repaso simple) las estrategias básicas para el logro de aprendizajes
repetitivos o memorísticos (Alonso, 1991; Pozo, 1989 citados por Díaz- Barriga, 2002).
Las estrategias de elaboración suponen básicamente integrar y relacionar la nueva
información que ha de aprenderse con los conocimientos previos pertinentes (Elosúa y
García, 1993). básicamente de dos tipos: simple y compleja; la distinción entre ambas radica
en el nivel de profundidad con que se establezca la integración. También puede distinguirse
entre elaboración visual (v. gr., imágenes visuales simples y complejas) y verbal-semántica
(v. gr., estrategia de "parafraseo”, elaboración inferencial o temática, etcétera). Es evidente
que estas estrategias permiten un tratamiento y una codificación más sofisticados de la
información que se ha de aprender, porque atienden de manera básica a su significado y no
a sus aspectos superficiales.
Las estrategias de organización de la información permiten hacer una
reorganización constructiva de la información que ha de aprenderse. Mediante el uso de
dichas estrategias es posible organizar, agrupar o clasificar la información, con la intención
de lograr una representación correcta de ésta, explotando ya sea las relaciones posibles
entre sus distintas partes y/ o las relaciones entre la información que se ha de aprender y
las formas de organización esquemática internalizadas por el aprendiz (Monereo, 1990;
Pozo, 1990, citados por Díaz-Barriga, 2002).

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Tanto en las estrategias de elaboración como en las de organización, la idea


fundamental no es simplemente reproducir la información aprendida, sino ir más allá, con
la elaboración u organización del contenido; esto es, descubriendo y construyendo
significados para encontrar sentido en la información. Esta mayor implicación cognitiva (y
afectiva) del aprendiz, a su vez permite una retención mayor que la producida por las
estrategias de recirculación antes comentadas. Es necesario señalar que estas estrategias
pueden aplicarse sólo si el material proporcionado al estudiante tiene un mínimo de
significatividad lógica y psicológica.

Criterios para la selección de estrategias y técnicas didácticas.


Existe una gama muy extensa de opciones en cuanto a estrategias y técnicas
didácticas, para lo cual el profesor debe identificar algunas características básicas que le
puedan ser de utilidad para tomar decisiones sobre aquéllas que sean un apoyo para lograr
los objetivos de su curso.
Es posible también que no exista alguna técnica que se adapte a lo que el profesor
busca instrumentar en su curso y que, por lo tanto, se vea en la necesidad de modificar o
diseñar una técnica específica para el trabajo en su clase. Para lograr esto último el profesor
también debe contar con un esquema básico de criterios para la estructuración de dichas
actividades propias a las necesidades de enseñanza-aprendizaje de su grupo.
Martín citado por la Dirección de Investigación y Desarrollo Educativo Vicerrectoría
Académica Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (DIDEVAIT y ESM
)(2012) propone que los siguientes criterios deben ser tomados en cuenta para la selección
de una estrategia o técnica didáctica:
Validez: se refiere a la congruencia respecto a los objetivos, es decir a la relación
entre actividad y conducta deseada. Una actividad es válida en la medida en que posibilite
un cambio de conducta, o mejora personal, del sujeto en la dirección de algún objetivo
(“validez” no es lo mismo que “valiosa”).
Comprensividad: también en relación con los objetivos. Se refiere a si la actividad
los recoge en toda su amplitud, tanto en el ámbito de cada objetivo, como del conjunto de
todos ellos. Hay que proveer a los alumnos de tantos tipos de experiencias como áreas de
desarrollo se intente potenciar (información, habilidades intelectuales, habilidades sociales,
destrezas motoras, creencias, actitudes, valores, etc.).
Variedad: es necesaria porque existen diversos tipos de aprendizaje y está en
función del criterio anterior.
Adecuación: se refiere a la adaptación a las diversas fases del desarrollo y niveles
madurativos del sujeto.
Relevancia o significación: está relacionado con la posibilidad de transferencia y
utilidad para la vida actual y futura.

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Otros criterios que pueden ser útiles al momento de elegir una estrategia o técnica
didáctica son los siguientes:
Claridad en la intención: se debe tener claramente definida la intención al decidir
incluir algún tipo de estrategia o técnica didáctica en un curso. Para lograr la definición de
su intención debe hacer un análisis de las intenciones educativas y objetivos de aprendizaje
de su curso, además de analizar el mejor modo de lograr que sus alumnos introyecten el
contenido que desea revisar.
Si el profesor ha decidido elegir cierta técnica para introducir al grupo a la revisión
de ciertos contenidos, además de motivarlos, ha logrado generar una expectativa sobre el
contenido. La decisión que llevó al profesor a elegir esa técnica debe estar basada en su
intención: introducir, motivar y generar expectativas.
Adecuación a las características y condiciones del grupo: la selección de la técnica
debe ser fundamentada por el conocimiento de las características y condiciones en que se
desarrolla el grupo. Por ejemplo, el profesor debe tener mínimamente identificadas las
siguientes: el número de alumnos; si éstos han tomado cursos juntos anteriormente;
relación del curso con otros cursos en el mismo período académico; etc.
Conocer y dominar los procedimientos: al considerar la estrategia se debe tener
pleno conocimiento de los procedimientos que se han de seguir para realizar las
actividades. También es importante calcular el tiempo que se invertirá en la realización de
las actividades y planear la duración de su clase o el número de clases que usará para
trabajar con la técnica y actividad elegida como parte de la estrategia. En este rubro, dos
aspectos importantes para el cálculo del tiempo son el número de alumnos que participan.
Adecuada inserción del ejercicio en la planeación: identificar los momentos a lo
largo del curso en los que se desea abordar ciertos contenidos y seleccionar desde el
momento de la planeación didáctica del curso la estrategia, técnica o actividad que utilizará,
determinando también alguna modificación al procedimiento o la generación de material
especial. Es recomendable que el profesor, también al momento de la selección, determine
alguna actividad alternativa para la revisión del contenido, de tal modo que si ocurre algún
hecho imprevisto para la ejecución del ejercicio planeado originalmente exista una
actividad alterna que asegure su revisión por el grupo (DIDEVAIT y ESM, 2012).

Datos de la lectura: Material creado por la docente de la asignatura Doctora Diana Gorethy Buenfil Sierra,
para uso didáctico. La construcción fue a partir de extracción de párrafos de las fuentes que se referencian.
En caso de otro uso se recomienda acceder a las fuentes directa o primaria para la cita que corresponda.

Campos, Y (2000). Estrategias didácticas apoyadas en tecnología. México: DGENAMDF

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Díaz-Barriga, F y Hernández G (2002). “Estrategias para el aprendizaje significativo: Fundamentos, adquisición y modelos
de intervención”. En: Estrategias docentes para un aprendizaje significativo. Una interpretación constructivista.
México: McGraw-Hill.
Dirección de Investigación y Desarrollo Educativo Vicerrectoría Académica Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores
de Monterrey. (2012). Las Estrategias y Técnicas Didácticas en el Rediseño. Recuperado
https://nanopdf.com/download/aprendizaje-colaborativo_pdf
Feo, R (2010). Consideraciones Básicas Referentes A Las Estrategias Didácticas Para La Construcción De Una Práctica
Docente Estratégica. Departamento de Pedagogía UPEL J.M Siso Martínez
Flores, J., Ávila, J., Rojas, C., Sáez, F., Acosta, R y Díaz, C (2017). Estrategias Didácticas para el Aprendizaje Significativo en
Contextos Universitarios. Universidad De Concepción.
Monereo, C. (2005). Podemos aprender a aprender. Recuperado www.educaweb.com/.

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