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88 Acahualinca Relato AMANDA MOYA Rubt Arana CASI AL limite de las ocho de la noche, Amanda Moya vio por tercera vez al hombre. Vestido con claros colores lleg6 a su casa. Mientras ellas terminaba de arreglarse la cara, hablaron de cosas sin importancia, entre esto y lo otro, comentaron la ropa que él trajo puesta. Dijo que le gustaba su pantalén por- que le gustaban las telas suaves. En eso coincidfan. También en anteriores ¢ interminables conversaciones por el teléfono. Pasaron. cuatro movimientos lunares desde que se conocieran. Amanda Moya presintié que octubre llegé aturdido. Salieron juntos. Amanda Moya entre amigos toda la noche, recibién- dose en otros seres amandolos y ellos regresdindole el citculo. Nada violento pudo acercarse y tocar su sombra. Intensa es tu mirada; la misma mirada de la noche a quien amo y temo. El contraste de tu voz suave. Mi piel como un vestido de seda. No sé tu nombre. Tu pelo es oscuro. Mi traje de adornos negros y altas botas fueron parte de una extrafia ceremonia, Mi cuerpo fue incinerado. Senti la feroz caricia del fuego en una interminable danza de salamandras. Mis cenizas expuestas a la luz solar y a la luz lunar muchos siglos. He olvi- dado todos mis nombres. El amigo de Amanda Moya se quité la camisa en la fiesta. Qued6 camiseta azul agua, el color amuleto pegado a su piel. Para ella, él es extrafio y cercano como ruido nocturno. Entre otros sitios fueron al Versalles, lugar decorado con espejones, la luz, como las altas voces, chillonas, meseros chalecos verdes, meseras batas-hospitales. Llega ahf la bohemia después de las dos de la madrugada, la falsa bohemia de una ciudad recién salida del cascarén. Escaneado con CamScanner creacion 89 Puedo tocat tu alma con todos mis nombres olvi tu alimento percibf la sefia erfstiea del pez. los. En Amanda Moya tuvo miedo a la invitacién de ver ef mar Pero fue vencido. Por ast decitlo era un teto. Fueron al mar de noche, la sombra itimensa los dtholes meciéndose antes de pasar un puente de madera, Ella y él se sentaron en la arena y hablaron, Tarde en la madrugada se fueron del mar. Ti y yo entonces en esa pequefia ciudad del notte. Fuimos a la calle, y Luego, perdidos, no encontramos camino al regr Amanda Moya tiene un teléfono loco. Ella huye y € una reconciliacién con el mar. En su casa vive un caracol que ama. Desde el caracol escucha el ruido oleante y marino salitre y solar. Pero la noche es eterna la noche piensa. No hay palabras. Ellas también se estiran y se rompen. Hablando dentro del carro (puedo decir nosotros) te que- braste por dentro. Los vidrios rotos hirieron a la mujer que © estaba ahf y escuch6. Ti sabes tanto dolor. Sombra frente a los Arboles. También la soledad, hecha piel, es hombre. Amanda Moya: parqueo nimero 8. Parqueo anterior. La lluvia ha goteado eternamente. Nada sino el Kiquido cuerpo de la orisha’, ni estrellas. No sé, creo que una noche, si, esa noche me hablaste de suefios vivientes como seres humanos crueles. Tu amigo geme- Jo la muerte el van negro y el puente de la calle 49. Lo onirice brutal, la angustia, Tu ser entrando en mi olvido entre sonidos de cuerdas vocales. Lo que vive pas6 entre heridas iDios mio! como frfa enredadera. Frio es el fuego de la muerte pata los que viven con ella y comen y duermen y corren y juegan @ las escondidas, Amanda amando el mar dentro de ese silencio geane dio un masaje a su amigo —demasiada tensién en esa alma (rem 1 Alusién a Yemay4, Orisha del mar del Pantedn Yoruba. Escaneado con CamScanner 90 Acahualinca la— y parecieron reales sus manos sobre ese cuerpo. Enten- dié la importancia del color azul. Lo tomé con siete sentidos. Amanda Moya, cuando volvid a su casa, se aturdié con progra- mas de televisién. El tiempo, concebido como una espiral, conlleva el sonido. del caracol, el sonido de la luz, el sonido del viento en el mar. La luna es un astro, dices, pero la luna es atin la muerte. Palida fue un dfa y una noche. Antes de cuando la oscuridad de tus ojos flotaba en los espacios abiertas nebulosas. Eres el besado sin nombre ni espacio ni asombro hamedo de Iluvia labios pa- sién que baja espiral cero antes de la sed y los contactos. iHe- mos vencido! La eternidad es el movimiento. La muerte Ilora y aguarda segura en ninguna parte. En un gesto ritual te quitaste el pullover que luego entregaste a las cenizas expuestas a esa luz que volvié de pronto en el tiempo. No, no hay nadie, te digo equivocada; pero sabes que no es asf. Renacf del fuego y del agua. Te mostré mi divinidad frente al mar. Rubi Arana (fotogratia de! cubano Delio, 2013) Escaneado con CamScanner Creacién a RUB ARANA Y SU POETICA DESDE EL esplendor de su juventud, Rubf Arana (Masaya, 1941) eta poeta. Ast lo demostré en “La Iluvia es Hija de Dios como todas las cosas”, poema que la revista Ventana publicé en junio de 1962. iA los 21 afios de su autora! Para entonces, Rubf ya habfa encontrado su ruta poé- tica, identificandose con estos versos del “Coloquio de los centauros”: Himnos a la sagrada Naturaleza; al vientre / de la tierra y al germen que entre las rocas y entre / las cames de los drboles, y dentro humana forma / es un mismo secreto y es una misma norma. De ahi que ella cantase esta terrible verdad fulgurante: El tacto de la tierra funde y confunde / el germen de la vida, en la muerte: / desde el mintisculo dtomo / hasta la solemne pu- trefacci6n: / allf renace la vida, como la primavera / iLoor a la embriagante primavera hija del sol / y lena de tumbas floridas! (versos 10-16 de “La Lluvia es hija de Dios como todas las cosas”). Su canto, pues, ha sondeado las profundidades de donde proviene la vida y Rubf lo acomete con la més serena sin- ceridad, Todo ello se aprecia en los cinco poemarios que editado: Enmanuel (1987), In Nomini Fili (1991), Principe Rosacruz (2007), Homenaje a la Tierra (2008), Agua sagraca (2010). En el Diccionario de la Literatura Centroamericana (2007), coordinado por Albino Chacén, se lee: “En la poesia de Rubf Arana es temAticamente significativa la imagen per- fecta de la cosmovisién de universo, mundo y vida, tpicos organizados en un discurso marcado por rastros del ocultis- mo, de la mfstica y de la filosoffa pantefsta que profesa la escritora. Asimismo, la dimensién total del cuerpo del ‘yo! Ifrico se transforma en yeh{culo lingiifstico para aprehender el cosmos y fusionarse, textualmente, con lo trascendente”. Escaneado con CamScanner

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