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0 REGIE Tectia Courtney 2) relate eee (Sore Vereen ae Cal: fe. ep | corte ise Ge lier cae eee Stith core een S22 2S crest eee en VON eee eee en G2le ob ch Geni ieee CSC ies es ene eee cares ch ay oe ee ae aie a eee ene en Sphere eto cher a oe Foy atch one ere ae Bel co sees cei eae let occ ogi icone ee Peele nee onan gene eee Gig oc ese Nematic eegr la teramecae Pe cr Ont eect ees RCo eae ees (ior main chee aan Cente tee ice ee ecu ee cee ise ited terme ise ea co eemer ot cient eeraar eaten tele Ri cecieasom ott eleece eyecare Cea een la eee acres Boe Mei surement Si ese acento ee eer | ge ee eee eerel ence epee eee ere eee ee Givers esr a uate eee Eerie sunsets cee tem etme Ge leste= ested es steeee ent peeemeeeee Chae mle section ene ere ee fies te ne cee Sear en eee pee yriceercce ta ner or seer eee G0icE reper lence nsnscetesh ter setae Ces eres eee ereees freien inelec atacand beagle Stl aoe tee aes La maquina de contenido Primer edn en inglés, 2015 Primer edi en cpa Bhaskar, Michal La miquina deconeide, Hacia una toi dea ein ee impress ed igi Michal Bhaskar rad de Ricardo Martin Rubio Rai — Mexico ECE, 2014 213 ps2 x tem — (Cole Libor bre Libr) ‘Tiel oigial: The Contene Machin. Towards 2 Theory of Publhing frm the Printing Pres toch Digital Neovo ISBN 978 607 1622159 |. Edicitn — Hiri 2. acd digital 3. Impenta — Hisoria 4 Libro — Hiri 5. tn- dua editorial Rubio Rue, Ricardo Marin I er IL Lows Dewey 075 BIT m Diribcia menial on pel “Tiel cgi: The Comet Machine Toward a Thr of Pablihng frm the Printing Pres othe Dip Nework Copyrighc © 2013, Anthem Pres Diseo de clecin: Marna Carone Gravier Forge rida’ Aljndeo Cruz Atenza set de portada: Tress Guzmia Romero D.R.© 2014, Fondo de Cultura Economica (Careea Preach uso, 227, 14738 Mexia, DF Epress erica 150 9012008 Comentarios editorial @fondodcalearcconenica oon sor fondodeclturseconomica.om ‘Te. (09) 5057-462 fx 3) 5227.4 ‘Se poh a eprouccon tl opel deseo, sx cl ere lame aia a anvenca por excita dl ilar de los deh {SBN 978-607-16-2215-0 Imprso ca México Printed in Meco Indice Notadel editor... 2... 0.02 cece eee renee % Agradecimientos .... 22-2202 0 000s eer Introduccién: intermediarios ttiles bs own 1.El problema dela edicion . . . - 1 {Cuil es el problema? 3 Eltérminoensi .. . 5 Casos historicos . . . « : 3 Medios de edici6n . . . - d toed Lo que noes la edicién 29 Por qué necestamos una tora dela edicign 37 2. Los desafios del contexto digital . 39 Origenes de la edicin digital - 2 Cambio de contenido. - 8 Efectosdelared , -. 56 El desafio digital... « a - 6 Derechos de autor ‘ 79 gAceptar el reto? z 86 43. Como funciona el contenido . . . . on De contenedores a marcos 2 De motivaciones_a modelos .... 2... - 222-205 1G Visién panoramica del contenido... 022+ +025 17 4-Elsistema editorial. . - see eras) “Teoria dela edcién yl circuit de comunicacién 124 Filtrado . . a Amplificaciont .... « aa 1. El problema de la e Imaginese una editorial. Ahi estin los editores que leen manus- critos antes de debatir sobre sus virtudes en una junta de contra- taciones. Tenemos el departamento de produccién, el de ventas, elde mercadotecnia y publicidad; los encargados de editar, con sus correctores de pruebas, redactores, disefiadores, maqueta- dores y formadores de planas: el departamento de disefio con sus grandes pantallas e impresoras de color. Tenemos los man- dos medios, con personal operativo, secretarias y estrategas, re- cursos humanos, departamento legal, equipo de soporte y man- tenimiento técnico, y departamento juridico. Hay también un ejército de colaboradores externos, desde lectores hasta quien vende café. La gran maquinaria externa de distribuidores, agentes de ventas y servicios de apoyo se oculta a la vista, y no obstante es esencial. Los limites departamentales en una edito- rial se han vuelto borrosos en tiempos recientes; por ejemplo, mercadotecnia y publicidad comparten responsabilidades en el manejo de las redes sociales de la empresa. Sin embargo, hay un flujo de trabajo mds o menos claro, una ruta critica que se abre camino a través de la estructura de la organizacién. Un manuscrito recorre la ruta, al principio, como un tosco documento generado con un procesador de palabras. Termina como un texto completo, resplandeciente en virtud de los cui- dados de muchos editores y disefiadores, disponible como un clegante ejemplar de tapa dura, con una camisa atractiva, exhi- bido en excelentes puntos de venta, con notas favorables en los periédicos de mayor prestigio, animadas charlas en internet y un lugar prominente y anticipado en las listas de los libros mas vendidos. En algén punto de ese trayecto la obra se public. Qué departamento, qué persona, la publicé? Quizé se sienta la tentacién de responder que fue el editor, ex oficio, aunque, en realidad, dedica la mayor parte de su tiempo a limar asperezas ty dentro de stu numeroso equipo y a cortejar a autores de renom- bre con grandes planes y anticipos atin més grandes; puede decirse que fue el editor, el individuo responsable de Hevar el libro a la casa editorial, quien pule el texto y toma decisiones cruciales en cuanto a su presentaci6n. Sin embargo, él no diseaé el libro, ni lo produjo ni lo llev6 a las librerias o a la atencién del piblico. Necesitan los editores delegar, financiar o distribuir li- bros para ser editores? :Deben hacerlo todo, y en qué orden? ;Es posible hacer sélo un par de labores? ;Es necesario poseer un libro para publicarlo? Desde luego, el asunto es que nadie publica el libro: la edi- ci6n, esa extraia alquimia textual, tiene lugar a lo largo de toda laempresa y es la suma de sus actividades. La edici6n es esa pe- culiar, esquiva y sobre todo naciente propiedad de los editores. Entonces, zde qué clase de propiedad naciente se trata? ‘Antes de empezar, es menester considerar qué es la edici6n. Aun cuando no existia lo digital, ya habia varios intentos de ha- cerlo. En primer lugar, por ejemplo, las definiciones y usos del término publicar cambian y entran en conflicto entre sf. En se- gundo, las situaciones histéricas de los editores, que atin hoy se entienden como “edicién’”, de ningtin modo pueden verse como una categoria Gnica. En tercero, necesitamos ir més allé de la edici6n de libros hasta cubrir el espectro de las “publicaciones”, y cuestionar qué implica este estatus multimedia. Por iltimo, ¢s necesario analizar las operaciones de la edicién en sf, hallar los, aspectos que a menudo se consideran idénticos en todo tipo de ediciOn, y determinar si en verdad lo son. Si se establece que es- tas funciones no se reducen a la edicién en su conjunto, tenemos tuna aporfa, un “hoyo negro” en el coraz6n de una actividad que ‘emplea a millones de personas en el mundo entero, con una his- toria que se remonta a cientos, incluso miles de afios. Extrafia situacién. Al seguir cada uno de estos hilos conductores pode- ‘mos atisbar una teorfa de la edicién, una imposicién menos ex- traf y dificil de manejar en tanto que se trata de un aspecto de esta frea vital de nuestra vida cultural ¢ intelectual. 2 la miquina de contenido gCUAL ES EL PROBLEMA? Quizé los fisicos de particulas necesiten una teorfa de campo unificada, pero, gla edicién? El asesor editorial Brian O'Leary sugiti6 algo asf en la conferencia Books in Browsers, en San Fran- cisco, cuando abog6 por “una teoria de campo unificada para la edicién” (véase O'Leary, 2011b). Las teorfas explican el mundo al resolver anomalias evidentes. Son comprobables con base en algunos aspectos de la realidad. En primer lugar se parte de la idea de que algo necesita explicarse. Como profesién, en cierto sentido es andloga a la plomerfa o la enseftanza, y como indus- tria, andloga a la automotriz o la embotelladora: no parece que la edici6n amerite una teorfa 0 explicacién propia. En su mayo- ria, las industrias 0 actividades comerciales se explican por sf mismas. Nadie ofrece una teoria de campo unificada de la indus- tria embotelladora. ;Por qué se necesitaria una de la edicién? (O'Leary (201 rb) elabora su teoria en respuesta a un problema uevo: el impacto de la tecnologfa digital en las editoriales. Parte de la critica al modelo de la “edicién como contenedor”, en vir- tud del cual los editores Ilenan “contenedores”, o libros, con contenido, para venderlos después. En los contextos digitales, este modelo se resquebraja porque los recipientes tradicionales no funcionan en el movedizo mundo de navegadores y cédigo; en cambio, es menester comenzar con contenido y su contexto (‘la mezcla fundamental de contenido, investigacién, vinculos en notas al pie, fuentes, antecedentes de audio y video, incluso los metadatos basicos que no van mucho més allé del titulo, todo etiquetado” [O'Leary, 20r1b)). En lugar de ver el contexto como algo secundario frente a unidades fisicas discretas, éste fi- gura en un primer plano de la labor del editor cuando divulga textos a través de espacios convergentes, digitales, abiertos, libres, remezclados e interactivos. En palabras llanas, la teoria de cam- po de O'Leary sugiere que, con la llegada de lo digital, la que fue una industria de contenedores debe convertirse en una de contextos. Es una buena tcoria. No obstante, plantca una pregunta: la edicién s6lo requiere una teoria posdigital? Ms atin, Zeso es en cl problema de la edicién » 3 a verdad una teorfa? Una teoria de la edicién debe explicar qué implica la labor editorial en la era digital; O'Leary explica lo que podria hacer y esboza una estrategia, pero no cuestiona si el modelo del contenedor explica a cabalidad la edicién antes de lo digital. De hecho, los problemas de la edicién son tan antiguos como la actividad misma. La edicién nunca fue algo sencillo. Tomemos un ejemplo, que exploraremos con mas detalle a continuacién. Cen exacti- tud, zcuél es la diferencia entre una obra publicada y una inédi- ‘a? Si reparto manuscritos entre la gente, zde alguna manera es0 constituye una publicacién? Durante mucho tiempo, ta habido separaciones entre la impresi6n y la edicién, y, de hecho, entre las abundantes acciones que hoy se consideran bisicas para la edi- cién. La edici6n flota en algiin lugar por encima de la produccién y la divulgacién de libros, pero no por encima de la impresién ni de la distribucién, las ventas, el disefio, la produccién editorial 0 la posesién de derechos, sino de una extrafia amalgama concep- tual de todo o nada de lo anterior. Cuanto més cerca se la ve, mas se difurnina la edici6n en una “no actividad” con limites borro- sos, Si bien internet plantea un desafio existencial para la edicién, incluso antes de la red la edicion ya enfrentaba desafios existen- ciales. No s6lo necesitamos una teoria unificada de campo para a edicién digital, sino para la edicién en general. En palabras de Raymond Williams (1983), publicer es una “palabra clave”. De acuerdo con él, las palabras clave son pro- blemaéticas, pues ocultan contradicciones y significados alter- nativos. Cultura es un ejemplo claro de palabra clave que, de ‘manera extraiia, abarca significados referentes bien al arte oa la sociedad, y que esta muy conectada con ambas cosas. Silas pala- bras clave tienen que ver con conexiones con otras palabras clave, yen conjunto forman un compuesto, entonces consideremos al- ‘unas de las selecciones de Williams con la palabra edicién en mente: estética, arte, capitalismo, trayectoria laboral, civiliza- cién, comercialismo, comunicaciones, consumidor, creatividad, cultura, culto, experto, ficcién, industria, intelectual, literatura, ‘masas, medios, mediaci6n, popular, sociedad, tecnologia, riqueza y trabajo, entre otras. 4+ la méquina de contenido Un proyecto més reciente (Bennett, Grossberg y Morris, 2005) ra actualizar la lista revela atin més asociaciones: piblico, ce- Iebridad, bien de consumo, ejemplar o copia, discurso, economia, educaci6n, informacién, conocimiento, gerencia, mercado, red, representacién, signo, texto, valor, virtual y escritura. Conec- tada de manera intensa ¢ inestable, la ediciOn suele carecer de lo que Williams denomina “esa arista adicional de conciencia” (Williams, 1983, 24). Designar edicién y publicar como palabras clave no las inscribe en un mero juego lingiistico, sino que se- jiala que esos problemas del lenguaje provienen de situaciones histéricas reales. Para entender la edicién, primero debemos entender su complejidad, EL TeRMINO EN si La palabra inglesa publish antecede a la invencién de la imprenta ‘en al menos 70 afios, y mas si se toma en cuenta el retraso de esa tecnologia en llegar a Inglaterra. El uso més temprano regis- trado en el Oxford English Dictionary (oD) data de 1382 y pro- viene de la Biblia W yclifite: “It is yhrd and with solempne Word puplyschid in the halle of the kyng” (Se ha ofdo y con solemne palabra se publicé en los salones del rey]. Los libros y productos culturales tienen menos importancia histérica que el sentido ‘més amplio de hacer ptiblico, de declarar o de anunciar algo, un sentido mas cercano a enviar un mensaje que a una industria, Otro ejemplo en el 080 es de Queen Victoria, de Lytton Strachey (de 1921): “For the Queen, far from making a secret of her affec- tuonate friendship, took care to publish to the world” (Pues la reina, lejos de mantener en secreto su cara amistad, se ocupé de hacerla publica ante el mundo]. Esto se refiere a publicar como proyectar un acto 0 estado emocional de forma directa; nada implica algain intermediario. La reina Victoria no serfa editora en ningiin sentido coloquial del término. En su mayoria, los pri- meros usos se referian a no ocultar algo, categorias en las que la edicién dificilmente es un acto positivo en tanto que carece del sentido de mantener algo en secreto. el problema de la edicion + 5 we La palabra publish proviene del puplier anglonormando y de publier en francés medio, que con ambigiiedad significan hacer piéblico o dar a conocer, anunciar o proclamar; ambas palabras se remontan al latin puplicare, que significa hacer pablica una pro- piedad o un lugar para disposicién de la comunidad.* La historia de esta palabra se inserta en la vida piblica europea. En el latin posclisico significa asimismo denunciar y tiene el sentido de “confiscar”. Roger Chartier documenta cémo la palabra significé leer una obra en piblico en Francia: “el significado mas antiguo de publication como lectura ‘piblica’ de una obra ante el principe, scfior o institucién a los cuales se dedicase” (Chartier, 1995, 33)- Otro hilo conductor importante es institucional, por lo gene- ral relacionado con entidades eclesisticas, juridicas o politicas (Iglesia, ley y Estado). Ast, se publicaria un testamento o un libelo, amonestaciones matrimoniales 0 edictos mondrquicos, de una manera y con un significado que poco han cambiado con el correr de los siglos. Compare el testamento de Shakespeare tal como se registré en 1616: “Y revéquense todos los testamentos previos y publiquese éste como mi iiltima voluntad y testamen- to”, con el de Robert Maxwell, citado en The Financial Times en 1992: “Yo, Robert Maxwell, residente en Heddington Hill Hall, Oxford, Inglaterra, por la presente hago, publico y declaro este anexo a mi tiltima voluntad y testamento”. Ambos testamentos apelan a la publicaci6n de una manera puramente institucional, fuera de la cual el uso carece de pertinencia; es decir, la institu- cién misma supone y considera la publicaci6n. Publicar es una accién s6lo dentro de un contexto més ampli, y de este modo se aprecia en términos de un servicio o funcién dentro de ese contexto, algo que se refleja en la historia. Por ejemplo, en la Inglaterra moderna temprana, las publicaciones reales y eclesis- ticas, desde proclamas hasta biblias, salterios y catecismos, fue- ron los dos monopolios mas valiosos concedidos a los editores. * Editar, por sx parte, procede de edere, que en latin significa, entre ‘otras cosas, “dar a luz”. [E.] ' Seria til comparar esta historia con la de otros idiomas, por ejemplo con Verleger, edtore y éiseur. 6 = la méquina de contenido ‘A finales del periodo isabelino, ambos se fusionaron en la préc- tica en el lucrativo puesto de Impresor Real (posicién que se re~ monta a 1541-1542), que permitfa un control estricto de las pu- blicaciones oficiales. Sélo en el tercer nivel de la definicién de publish nos encon- tramos con un Ambito de industria, como proceso: “preparar y ‘emitir copias (de un libro, periédico, obra musical, ecétera) para su distribucién o venta al piblico. También: preparar y difundir Ia obra (de un autor)”. Esto genera problemas interesantes, por ejemplo, entre la difusin de miisica (sonido) y libros (texto), ast como cuestiones de procedimiento, a saber: qué implica difundir copias en un nivel mfnimo. La inclusién de un autor, entre parén- tesis, también es ilustrativa, pues implica que el acto de publicar cesen esencia distinto del autoral,o de creacién, a pesar incluso de que la relaci6n con la autoria nos ate a ideas de individualidad y textualidad. Esta diferenciacién esté vigente en una forma mo- derna caracteristica en Un dilogo sobre la herejia (1529), de Tomas Moro, obra escrita poco después de la era de los incunables: “Me dirijo ahora [...] al tercer comercio para publicar y colocar mi libro en la prensa por mi mismo”. Aqui, publicar es distinto tanto de la autor‘a como de la venta de libros, y lo bastante distinto de escribir —en tanto que partici- pacién de autorfa— como para ser notable; incluso, visto de ma- nera explicita, es diferente de “colocar en la prensa”, lo que en ese centonces alin no quedaba claro. En un sentido muy diferente al de Strachey (1921), para Moro la publicacién es algo activo, cons- Gente e intencional, en contraste con un uso mis pasivo en la terce- ra acepcién del o£0: “Hacer accesible o disponible en general, para suaceptaci6n 0 uso (una obra de arte, informacién, etcétera): pre- sentar al piblico o ante él; sp. hacer pablico (noticias, hallazgos de investigaciones, etcétera) mediante la prensa o internet”. La prensa y el texto tienen privlegiosticitos. ;Por qué debe ser asi cuando la edicién moderna adopta muchos més formatos?? * Desde luego, dfclmente cabria considera inflible al oFD, pero sus faquezas y puntos ciegos son no obstante muy interesantes, como reco- noce Williams (1983) el problema de la edicion » 7 Sélo en este tercer nivel entra en escena la idea de un medio; a primera vista apreciamos un sentido précticamente no mediado de edicién; sin embargo, en cada paso hacia la comprensi6n del contenido, la mediaci6n es fundamental. Parte del problema con “hacer piblico”, quizé la definicién més comin que se tiene de publicar’ es que no pone la mediacién en primer plano: el acto de hacer pablico se asume casi como algo que sélo sucede, como si no requiriese un medio, o el proceso que sustenta dicho medio, en vireud del cual tiene lugar. En un nivel basico, todos los diccionarios y definiciones son circulares; no obstante, en muchos casos la de publicar est mar- cada por una circularidad particularmente viciosa. Los “publica- dores” publican; publicar es hacer piblico algo. De inmediato ‘nos topamos con el escollo de una concepeién insuficiente de “ha- cer piblico”. En su Dictionary de 1755, el doctor Johnson siguié tun prototipo del argumento piblico cuando definis publicar ‘como “presentar un libro al mundo”. Sentido comtin caracteris- tico, sf, pero es una definicién con la misma ambigiedad, de entrada, sobre lo que constituye “presentar al mundo”. Johnson también se atasca en una vaguedad poco siti He aqui un breve experimento mental: alguien escribe una novela y la deja en la banca de un parque. Es una rovela pu- blicada? Digamos que se imprimen mil ejemplares y se dejan cen mil bancas de otros tantos parques. zY ahora? Osi un edi- tor la compra, coloca miles de anuncios pero literalmente nadie compra un solo ejemplar? gEn qué sentido se ha publicado esa obra? {En qué momento una carta o mensaje de correo electr6- nico deja de ser correspondencia privada para ser un texto pi- blico, publicado? :Cien o cien mil destinatarios? ,O es absurda la idea de asignar un valor numérico a algo piblico, y, de ser * Con diversos énfasis, véase por ejemplo Angus Phillps y Giles Clark: “Publicar’ suele definirse como “hacer pablico™ (2008, 1); Richard Guthrie: “La publiacién es un proceso mediante el eval se hace piblica 4a comunicacién humana” (2011, x), y John Feather: “Publicar, como se emtiende en genera, es la actividad comercial de colocar libros para el dominio pablico” (2005, 3). 8 + la méquina de contenido asi, qué distincién conceptual deberiamos aplicar? Si coloco el mensaje de correo electrénico en internet podemos suponer que se ha publicado, pero si nadie lo ve, :c6mo va a ser més pblico que un mensaje de correo electrénico enviado a cien personas? gEs que acaso ser piblico es un estado del ser —el estado de ser paiblico en st— o es algo epistemolégico —el estado de ser cono- ‘ido, 0 incluso de ser conocido como puiblico—? , Decir sin mas “hacer piblico algo” no especifica précticamente nada. Una manera de pensar al respecto es seguir la distineién que John Thompson (2010) plantea entre hacer una obra dispo- nible para el piblico y dar a conocer una obra al publico. Otra es acercarnos a la noci6n de piblico o audiencia. Sin embargo, aqui hay una barrera de argumentos acerca de lo que es un piiblico, de dénde proviene, qué influencia ejerce, quién lo constituye y lo controla, eteétera. Te6ricos sociales como Pierre Bourdieu (1996) y Bruno Latour (1993) sugieren de diferentes maneras que la idea de un “piblico” ha sido impuesta en el mundo, pero que no surge espontineamente. Al afirmar que la edicién se relaciona axiométicamente con el piblico, creamos tantos problemas como los que resolvemos. La discusién oculta la plasticidad con- ceptual inherente a pdblico, una palabra en discusién si alguna vez hubo alguna. Una definicién de edicién necesita un mejor concepto de lo que en realidad implica hacer ptiblico algo. De vuelta al 0p y sus acepciones de publishing, encontramos una etimologia mas breve y reciente: “1. La accién de dar a cono- cer algo pablicamente; notificacién oficial 0 pablica; promulga- cién, anuncio piblico; 2. La accién o empresa de preparar y poner en circulacién libros, periédicos, etcétera, para venta o distribu- ion paiblicas; una instancia de esto”. En el primer punto regresa- ‘mos al cardcter institucional, donde la edicién le compete a cier- tas entidades sociales de las que depende, aunque, de forma crucial, se incorpora la idea de Thompson (2010) de dar a cono- cer; la recepcién reviste igual importancia. Sin embargo, los productos culturales no estan implicados en el primer nivel. En la segunda mitad de la definicién vemos que los medios impre- sos atin predominan, y con una variante nueva —“empresa”— que introduce un matiz comercial explicito por vez primera. En el problema dela edicion » 9 oY ‘otros contextos esto ocupa un lugar de honor,‘ como en la si- guiente descripci6n del Merriam Webster: “la empresa o profesion dela produccién y circulacién comercial de literatura, informa- ci6n, partituras 0 en ocasiones grabaciones o arte”. La partici- pacién comercial, la estructura gerencial y su acompafiante, el riesgo financiero, son a todas luces fundamentales para esta defi- nicién, que tal vez refleje su origen estadunidense. Esta cone- xi6n capitalista contrasta con las entidades no mercantiles de la Iglesia, la ley y el Estado. Tenemos un caracter pablico multifa- cético y en confficto. Sin mencionar la producci6n, los derechos de autor, el conte- nido o los estilos de editar, hay un énfasis en lo piblico—pero sin una idea clara de lo que eso significa— y una nocién de las, instituciones sociales aunque con un doble sentido que no logra iluminar ese cardcter piblico—, las definiciones de diccionario, tanto las de origen noreuropeo como las latinas, tienden hacia una circularidad extrema, Estudie el diccionario lo suficiente y toda palabra tendré un “compuesto de sentidos”, para citar de nuevo a Raymond Williams (1983). A mi me interesa la com- plejidad espectfica de publish y publishing, o sea de publicar y edi- cién.’ Tras avanzar a través de capas de significados y residuos histéricos, nos queda una buena cantidad de friccién seméntica y un espécimen muy extraio. Este anzlisis etimol6gico y lexicogrifico esboza muchos de los conflictos que caracterizan a la problemética de la edici6n, Las herramientas estadisticas afiaden un peso adicional. Pese a “No sorprende que “empresa” sea un tema central en os libros que analizan la industria editorial moderna. Sin embargo, es importante e- conocer que la edicin no se agora, ni debe agotarse, en esta nocién, y que «sti condicionada por otras. ° Gf la nota anterior de Moro (1529) © También son ile las acepciones obsoletas, de manera notable 0&0 117: *Poblar (un pais, et); (rfl) eeproduei, mulkiplcar, procrear”;seme- janteal verbo popular, otro término arcaico. Si bien no hay espacio en esta ‘obra para abundar, esto se acerca mucho a mi teoria de lo que constituye el nicleo de la edicién de libros. to * la miquina de contenido Figura 1.1. Usos de publish y publishing desde 1600 hasta ca. 2010 Fe vertical: frecuencia de uso. Ge horizontal tempo. {que reconozco sus limitaciones, el Google Ngram Viewer tiene tuna utilidad particular. La figura 1.1 relaciona los usos de publishing, 0 sea “edicion”, con los de publish, “publicar”, de 1600 a circa 2010. Notense las Auctuaciones en el siglo xvut inclusive con menos libros publi- cados y sin tendencias discernibles hay limitaciones para lo que ‘esto nos revela. Publishing y publish estan desfasadas. En la dé. cada de 1640, cuando se registré un gran aumento en la publi cacién de libros y, desde luego, agitacién politica por la Guerra Civil inglesa (Barnard y McKenzie, 2002; Feather, 2005), hay un enorme incremento en el uso de la palabra publish. Casi todo cl siglo xvm aparece, de manera un tanto inesperada, muy inacti- vo; en la era del café, en el esquema habermasiano tradicional, la csfera piblica registra pocas menciones de ambos términos hasta la década de 1790, cuando se observa un auge en su uso. Esto corresponde a una segunda profusién en las novelas publicadas en el Reino Unido (Moretti, 2007),’ lo que indica una conexién entre la forma de la novela y la edicién. Mas 0 menos en esta época aparece la editorial moderna, como Thomas Longman y John Murray, a partir de otras secciones de la cadena de valor. Aunque inestables y mal definidos en el siglo xvu, la evolucién 7 Elempleo del Ngram Viewer ejemplifica la clase de “leetura distante” ‘que promuueve Moretti (2007). cl problema de la ediciin = 11 estructural y la formacién genérica permitieron que los términos publishing y publish entrasen en el léxico de formas que corres- ponden al uso contemporaneo. Son producto de las crisis del glo xvut, a partir de sus usos institucionales. Por iiltimo, nétese que publishing supera a publish a mediados del siglo xx. {La indus- tria, en su expansién, consolidacién y profesionalizacién, devino monolitica y adquirié importancia para escritores y lectores? Antes de la normalizacién de publishing y publish hay una fuerte relacién entre estos términos y book, si bien el uso de este ‘éltimo aumenta con rapidez mas 0 menos cuando Moretti (2007) observa la primera explosién de novelas publicadas, a mediados del siglo xvitt, para sustituir una asociacién fécil entre Book y publishing. Es curioso que en la actualidad copyright se use mis que pu- lishing. El copyright, como veremos, es importante en la edi- ci6n, pero parece que la desbancé incluso antes del ascenso del software de cédigo abierto, y ademas internet fomenté una ola de profunda introspeccién. Otras formas de publicar han invadido el territorio tradicional de la edici6n de libros. La historia de publishing y publish revela una actividad que, ‘cuando se estudia con mis atencién, se manifiesta como un con- cepto proteico marcado por claras asociaciones que abarcan Figura 1.2. Us0s de booky ebook je vertical recuencia de uso Ee horizontal: tempo. Ls menciones de trmino ebook san tan poco frecuentes que eas no exten 12 + la méguina de contenido Figura 1.3.Usos de pubish y copyright e vertical frecuencia de uso. je horizon temp. libros, novelas, medios impresos y medios en general, funciones pablicas o de publicidad, instituciones y poder, negocios y dine- 0; pero estas asociaciones, en especial el Area gris en torno ala idea de “hacer pablico algo”, permanecen ambiguas y sin expli- ‘acin. Las palabras y sus usos cambian con el tiempo. Y lo hacen por buenas razones. Como sucede con las investigaciones de es- tas palabras clave, lejos de enterarnos de lo que es o hace la edi- cién, nos quedamos con preguntas sin respuesta. Casos isténicos Gracias a sus antecedentes extensos y distinguidos, cabria la ten- tacién de afirmar que la edicién en tanto que industria tiene un mayor sentido de la historia que ningtin otro campo creativo. En mi experiencia, no ¢s asf. La memoria es corta; las preocupacio- nes actuales son de mayor importancia. Sin embargo, al exami- nar momentos en la historia de la edicién se observa que, pese a semejanzas superficiales, nunca ha habido nada patente llamado “edicién”, Aqui tomo tres ejemplos histéricos en términos de la forma como se disolvieron ideas simplistas acerca de la edicién. cel problema de la edicién 5 “a 1 Anton Koberger (14g0l1445-1513) Koberger fue un auténtico renacentista: erudito, impresor, edi- tor, comerciante, empresario, lider civico, lector, visionario de las preferencias estéticas y magnate regional. Naci6 en Nérem- berg, dentro de una familia que participaba en la politica y, como Gutenberg, fue aprendiz de orfebre. Se encargé de la que fue quizé la imprenta mas grande del siglo xv, y publicd obras de autores como Boecio, Duns Escoto, santo Tomas, san Agustin y san Jerénimo. En el siglo xv, editar e imprimir eran actividades précticamente indistintas, con las funciones de producir un libro ‘confundidas con la de publicarlo, si bien la encuadernacién, la distribucion y la venta eran por lo general actividades distintas. Koberger representé esta conjuncién pero con ciertas variantes; por cjemplo, en ocasiones slo trabajé como impresor y en otras, como editor y vendedor (0 promotor de mercados). Hoy en dia se le recuerda por producir uno de los incunables més impor tantes, el Liber Chronicarum o Cronica de Niiremberg, de Hart- ‘mann Schedel: se trata de un ejemplo espléndido y a todo color de historia universal medieval, que incluye, entre muchas otras cosas, relatos detallados de ciudades alemanas, ilustrados con mis de dos mil grabados en madera. Koberger publicaba a me nudo por cuenta propia, pero no en este caso. Dos hombres de negocios acaudalados ¢ ilustrados, Sebald Schreyer y Sebastian Kammermeister, impulsaron el proyecto y absorbieron el costo de produccién y los riesgos comerciales. Koberger tomé las deci- siones referentes a la impresiOn y la tipografia,* en virtud de su gran cantidad de prensas (24, en una época en que la mayoria de los impresores tenia una 0 dos) y de los cerca de cien artesanos que trabajaban para él, lo que lo hacia el impresor més indus- trioso de Europa. Para su obra mds célebre, Koberger no fre en absoluto un editor en el sentido moderno; no comision6, posey6, compré ni vendié la Crénica de Neéremberg, lo que lo ubica en el ‘mismo lugar que un impresor de nuestros dias. Fue tal la escala de las operaciones de Koberger que con cer- * Vease Morse Library (2003) 14 + la méquina de contenido za podemos describirlo principalmente como un impresor. No decrapars Febvre y Martin, fue “el editor mas poderoso de su época”: publicé “al menos 236 obras, todas muy importan- tesy de impecable tipografia” (Pebwre y Martin, 0%0, 124). Fue cexcepcional que tuviera un taller de encuadernacién en el mismo lugar que sus prensas. Cultivé muchas relaciones locales y pu- blicé libros espectficamente para mercados eclesifsticos regiona- les y para cursos universitarios; cre6 una vasta red de vendedores cazatalentos lo largo de todas las grandes ciudadesalemanas y Zn otra tan Iejanas como Budapest, Bruja, Florencia y Paris? Fungi6 como mentor de personajes como el impresor humanista Johann Amerbach, fue amigo y colaborador de Erasmo y pa- deino de Durero® Fue popictario de melins de papel, ee le cupar un cargo en el Gran Concejo munici

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