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e Tee & Perey ite cy lio meu ie 1880-2000 easy Peed Z eae 3 eu 8 Bek Axe Set) ay Diego, director 2 3 s S Sh o 2 < © Cy cy eS 3 g o ta) Sy s S@BRE Z UBR@S Petree cota Editores y pol Timer ein, 2006 Diego ft de toy pli elitr enAresing, 180-200" - eno Ais: Fondo Cals Bonde, 2006 288 pp. :2n16 em. (Cale. Lion br irs dg po Tm Gea Say) ISBN 950-57-681-1 1, Eire 2 Roles Bore Agia 1 Tilo COD 070509 82 Diseo: Marina Gacone Forogrfadeportsds:Aljandso Cea Aenea Composicion Cesta Henesasa som 969-3974-1 8-4 ‘sm 950-557-681-1 (© Seyi Fasorml, Magarin Mesihis, Verinica Delgado, Fabio Espst, os Las de Diego, Amelia Aguado, Malena Bozo, Sivia Naié D.R Libara,sudecw Pitjgora 14, De Vil, 03100, Méic, df Mésico “Teton: (52 5) $335 1213, 14,2743 Core clecic:info@ibrosbrelivoscom Skio decénicn:wwneibrowabrlibos com .R.© 2006, Fondo de Cultura Econdmics (CareceaPicacho-Ajusn 27, 14200, Mésio, df, Mésico Salvador 5665; L4L4 Bueno Aire Fondo@fe come {wine omar indice Nota del editor Prélogo erase eae eee Peco eenee Goes ao eee Seema [La democrasizacion dels se os nuevos signos de distinc 1900-1919, La época de organizacia del espacio editorial ‘Margarita Merithéa Libros modernor a aleance de todos [Ea Golara Argentina ya Biblowec Argentina Dos enciclopedias de os clisico argentino Agnes represenaciones del mundo edit pa Ts eratra agenda conterporinen Biblogafia 1920-1937. La emergencia del editor madecno Verdnica Delgado y Fabio Fspéito Los nuevos etre yl mercado de os iro bartos, [Eablet del acon pobre [Coreivore de surre acionales [Gseditorler dela ein calursles Bibliogesfa 1938-1055. La “epoca de oro” dela industria editorial "José Luli de Diego arses polteaseitorises Tecate ies (ou) 3 = cy 6 2 3 6 o 8 & a et 195 oe Mundo schoo cwltura fopular, Extecios de historia ccial argentine Buenos Aires, Sudamericana: 39-67 Sarl, Beau (09 El iperio deloemtimen, Buenos Airs, Nor Severino, Jorge F. (1996), “Biblioteca de La Nacién (1901-1930). (Los anaqueles del pueblo)”, en Boletn de la Sociedad de Estudios Biblio- grificos Argentinos, Buenos Aires, aim 1. Terén, Oscar (2004), “Ideas e intelectuales en la Argentina (1880- 1986)", en Ideas en el siglo. Intelectuales y cultura en el siglo xx latino americano, Buenos Aires, Siglo Veintiuno. Zimmermann, Eduardo (1995), Los liberales reformisas. La cuestin so- ial en la Argentina, 1890-1916, Buenos Aires, Sudamericana-Edito- rial de San Andrés. 58 + editoresy polticas eitriales en argentina 1920-1937. La emergencia del editor moderno ‘Vexdnica Detcano ¥ Fasto Ese6stro ‘A comienzos del siglo xx la mayorfa de los libros en castellano que se ‘yendian en Buenos Aires eran editados en Paris, Roma, Leipzig y, en menor medida, en Madrid y Barcelona. Incluso las contadas ediciones nacionales a menudo se mandaban a imprimir a Buropa, cuyos talleres superaban a las imprentas locales en precio y calidad. En este sentido, tran las editorials francesas y alemanas las que dominaban el merca- do hispanoamericano del libro, pues gozaban de enormes ventajas competitivas no s6lo en el campo de la produccién, sino también en cl de la comercializacién de los bienes producidos. Estas empresas, de ‘asta experiencia en la gestin editorial, contaban con una amplia red de promocién, distribueién y comercializacién del libro a lo largo de Hispanoamérica, frente a la cual la pobre organizacién de los editores nacionales resultaba insuficiente a la hora de competir en un mercado interno de proporciones reducidas." Sin embargo, el estallido de la primera guerra mundial provocé una reticada transitoria de las casas editoras provenientes de las naciones beligerantes, lo que offeci al libro de factura nacional una excelente oportunidad de ganar espacio en un mercado en expansién Esta fa- vorable coyuntura econémiea internacional propicié el surgimicnto de ‘numerosos emprendimientos editoriales que principalmente procura- ron cubrir la demanda del mercado interno. Por eso, en estos afios se destacan aquellas empresas que apuntan a intervenir en la franjarmas, dinémica del pablico lector: el mercado de los libros baratos. Por esta " Ajgunos edicores que producan libros en casellan para exportar a Amét cacran Garnier, Bouret, Armand Colin, Hachete, Lous Micheaud (rigid en ‘América por Manvel Aguilar a comienzos de los aos vente) en Francis; Herder fen Alemania; Thomas Nelon en Inglaterra y Appleton en Estados Unidos (Mac- tinez Rus, 2001) Desde entonces sri los edtoresespaoes quienes dsputain el mercado icerno. En su estudio sobre el desarrollo de la industria eicrial espaol, Per- nando Larraz Elorvaga recuerda que al largo de los fos veinte Espa llega a Convertirseenla principal potencia exportadora del libro 2 América (Lara Elo- aga, 20056) Iso] misma raza, los editores que orientan sus productos hacia un piblico ins selecto se van inclinando por autores locales, debido a que les re sulta mas sencillo que competir directamente con las ediciones espaio- las de autores extranjeros. Cuando, después de 1938, la produccién se dirija al mercado externo, se impondrén otros eriterios para la selec- cidn de los autores a editar Durante la década de 1920 la industria editorial experimenta un de- sarrollo sostenido en todas sus ramas: textos literarios y de cultura ge- neral, pero también juridicos, téenicos, universitarios y escolares; edi- ciones populares, pero también de lujo. No cabe duda de que este crecimiento tuvo un fuerte impacto sobre la difusién de las obras de autores nacionales, cuyo florecimiento permite la organizacién de una Exposici6n Nacional del Libro, dedicada enteramentea su promoci6n, Esta exposicién tuvo lugar en el Teatro Cervantes de Buenos Aires del 21a 30 de septiembre de 1928 y partciparon las siguientes editoriales: Jacobo Peuser, Abeledo, Agencia General de Librerias, Angel Estrada, El Colegio, La Cultura Argentina, El Ateneo, Antonio Garcfa Santos, Federico Crespillo, Kapelusz y Cia., Fernando Coni, Minerva, Samet, Julian Urgoiti, Babel, Gleizer, Hall y Acevedo, Proa, Aquino, Lajouane, Perrot, Hebraica, Viau y Zona, Cooperativa Editorial Buenos Aires. ‘También contaron con stands instivuciones oficiales como las universi- dades de Buenos Aires, La Plata, Tucumén, Cérdoba y del Litoral La Junta-Bjecutiva encargada de la organizacion estuvo conforma- da por Samuel Glusberg, Ricardo Rojas, Arturo Capdevila, Evar Mén- dez, Ezequiel Martinez Estrada, Horacio Quiroga, Ramén Carcano, Juan Canter, Manuel Conde Montero, Carlos Correa Luna y Ricardo Levene. Estos nombres sugieren que la exposicién estuvo a cargo de personalidades estrechamente vinculadas con la edicién de libros, pero ue no eran exclusivamente editores. Dedicada como vimos a la difusién de las obras de autores argenti- nos, se destacaban en la muestra en primer término las ediciones de lujo del Martin Fierro y Don Segundo Sombra. Ediciones de este tipo corroboran la notoriedad de la que gozan estos textos en los afios vein- te. Este prestigio les asegura una presencia en todos los niveles del mercado: desde las colecciones populares hasta las ediciones ilustradas de lujo. En cuanto a los stands de cada una de las casas editoras, Babel ofrecia el atractivo de las obras de Leopoldo Lugones y Horacio Qui- roga, asi como un homenaje de los cuentistas argentinos a Heintich Heine, mientras que Proa presentaba obras de vanguardia. Gleizer, or su parte, exhibia un conjunto notable de autores nacionales: Can- cela, Gerchunoff, Marechal, Saenz Hayes, Olivera Lavié, Vedia, Mén- 60 + editoresypoiticasedworiales em argentina dex Calzada, Martine2 Cuitiio, Galvez, Correa Luna, Mallea, Ernesto Morales, Meliin Lafinur, entre otros; en tanto que la editorial Minerva, presentaba originales de Roberto J. Payr6, La seccién dicictica estaba representada por la editoriales Estrada, Crespillo, Cabaut, Kapelusz y ‘Antonio Garcia Santos. Por iltimo, Jacobo Samet oftecia una selecta coleccidn de obras de autores j6venes, mientras que Fernande.Coni, la empresa decana de la exposicién, presentaba una muestra de sus obras mis destacadas, desde 1853 a la fecha. El diario La Nacién consigna que la exposicin result6 un verdadero éxito, con mas de 30 mil vsi- tantes. ‘A pesar del crecimiento y la consolidacién de las ediciones argenti- ras que el éxito de la Exposicién Nacional de 1928 pone de relieve, hacia finales de la década de 1920 el libro de autor argentino continga en una situacién desfavorable respecto de los libros importados de au- tores extranjeros. Entre las razones de esta desventaja, un observador contemporéneo destaca cl abultado precio de tapa de los productos lo- cales —inevitable debido a que el tamafio de las tiradas rara vez supe- {a los mil ejemplares—, los habitos de lectura de un pablico que pre- fiere las novedades de la literatura europea y las dificultades de la distribucién de los libros por todo el territorio nacional} En tal senti- do, una medida tendiente a revertir esta situacién fue la reglamenta- cin de la venta de libros de autores nacionales a través de la oficinas de la Direeeién de Correos y Telégrafos, con una rebaja del 20 por ciento a favor del comprador.4 Este servicio, a pesar del éxito aleanza- do en un primer momento, hacia mediados de 1931 se hallaba abando- nado casi por completo ‘Otros factores que retardan el desarrollo de la industria del libro son las tasas aduancras sobre el papel importado para impresos las cle- vadas tarfas postales que gravan directamente el transporte de libros y restringen Ia circulacién de la propaganda impresa distribuida por co- treo —circulares, eatélogos— y la preocupante proliferacién de ed ciones clandestinas. Estos datos, a juicio de los propios editores, de~ ‘muestran el desinterés del estado en este sector y la ausencia de politicas oficiales que promuevan su desarrollo. Pero lo cierto es que si bien es dificil de hallar durante este periodo 3Encomiable resalucién del Director General de Correos por la difusin del Iibeo nacional”, en La Literature Argentina, Buenos Aiees, fon, nim 17, diciem- bre de 1929: 144 Resolucin de la Direcién General de Correos y Telégrafos del 7 de diciem- bre de 1929, ls emergencia del editor modern + 61 a un conjunto de medidas oficiaes tendientes a consolidar y fortalecer el desarrollo dela industria editorial, hay otras intervenciones de las poli- ticas estatales en el campo de la cultura que contribuyen indirectamen- teal crecimiento de este sector: la expansién y modernizacin del siste- ‘ma educative en todos sus niveles, desde la educacién elemental hasta Ja universitaria; la promulgacién de la Ley de Propiedad Intelectual 11.723 en 1933; la financiacin de la red de bibliotecas populares a tra- vésde la Comision Protectora de Bibliotecas Populares. Esta comisién, encargada de administra los subsidios estatales, mas allé de los vaive- nes presupuestarios y de la inconstancia de los mismos, se convirtié en uno de los mayores compradores de libros y en consecuencia en un fac tor que conteibuye al impulso de la industria del libro> El periodo de entreguerras entonces se abre con un momento auspi- cioso para los editores locales, quienes se ven favorecidos por la situa cién internacional y buscan aduefarse de un mercado interno hasta entonces inclinado hacia el libro de origen extranjero. Si bien este mer- cado resulta todavia insuficiente, crece continuamente y posee un po- tencial enorme principalmente ea los nuevos lectores que afo aaflo se vvan incorporando a un piblico que se expande y diversifica a medida que va cobrando forma. En pos de su conquista los nuevos editores van ensayando diversas estrategias: desde el disefio de colecciones po- pulares hasta las ediciones de lujo, pasando por la creacién de bibliote- as de autores nacionales o la elaboracién de politicas editorials basa dase las traducciones, ya sean autorizadas oclandestinas. 5m 870 ae sanciona la Ley 4x9 que cre la CotnisiGn Protectora de Bibliot-- ‘as Populares, para que fuera a reponsable del fornento a inspeceiény la inver- sn de los fondos destinados a las bibliotecas populares a establecerse bajo su ampsro como azociaciones de particulaees en civdades, villas y demas centros de poblacién de la replica, En wn principio estas biblioecas tuvieron un notable jmpuls: se registraron 1 876.200 bibligecas en todo el pais. Sin embargo, lose cortes presupuestarios motivados por la crisis econémica de ese alo afectaron en. ‘gran medida sls subsidios a ls bibliotecas populares, que sn el amparo del esta do tuvieson michisimas difcultades para sobrevivir. La gean mayoria cercé sus puertas yen 1864 se contabilizaron can solo «6 biblioteeas populares. Esta situa- cin vaa modificarseen 1908, cuando se reestablece la Ley 419, se asignan nueva ‘mente los subsidiosy las bibliotecas populares proliferan una vez mds en todo el tertoria. En t9i0 eran 19%, mientras que en 1925 su asimero ascendié a 012 y cn 1947 legaton a 1508, 62 « editresy politica: edtoriales en argentina [Los NUEVOS EDITORES ¥ FL. MERCADO DE LOS LIBROS BARATOS ‘Si en sus Recuerdos de la vida literaria Manuel Gilver. se lamenta dé Gque hacia 1915 n0 existiera en Buenos Aires ni un solo editor, sino sim- ples libreros que publicaban tres o cuatro libros por ato, en general de historia o derecho, y muy pocas veces de literatura (Galvez, 1961: 87), poco tiempo después esta situacién comienza a modificarse, cuando aparecen en Buenos Aires empresas editoras que se proponen difundir bras de la literatura y el pensamiento universal mediante libros eco- rnémicos, procurando abastecer la demanda de aquella amplia franja del piiblico lector que ha venido leyendo magazines, folletines sema- rales, diarios y revistas, y cuyo acceso a la cultura letrada se establece a través de tna serie de mediaciones traducidas en una variada tipologia de impresos, que incluye desde folletos hasta compilaciones, pasando por almanaques de calidad dispar. A diferencia de lo que sucede en el ‘Grcuito de Ia alta culeura letrada, donde el concepto de obra es indiso- ciable de la figura de un autor cuyo proyecto es ser reconocido, estas nuevas “ediciones popularisimas”® hacen de las ideas, los saberes o las temiticas del libro impreso los criterios centrales para scleccionar y valorar las obras que se destinardn a un piiblico mas amplio. La déca- da de 1920, entonces, se earacteriza por el surgimiento y la consolida- cién de proyectos editoriales que se lanzan a la conquista de un pabli- co desconocido, cuya existencia es la prueba més contundente de una nueva distribueidn de la lectura y de la eseritura: ese ampli espectro de lectores que, aun sin poder afrontar los precios de los libros ofreci- dos en las librerfas tradicionales, parece dispuesto a consumir todo ti- pode materiales impresos, siempre y cuando estos productos no supe- ren los 50 centavos. Como ha sefialado Beatriz Sarlo, se trata de lectores| ‘cuya vinculacién eon lo escrito no esta ligada a la frecuentacién de li- brertas o bibliotecas familiares, sino a espacios urbanos no especializa- dos, como los quioscos de revistas ubicados en las estaciones de trenes y subterrineos, dedicados al comercio de textos impresos en general (Garlo, 1985: 21-22)7 Pero lo cierto es que por es0s afi, de acuerdo 6 asi denomina Domingo Buonocore alas ediciones que de 1915 en adelante se muliplcan por los diverso circuits de comerciaizacién. Estas ediciones co- trespondieron generalmente a novelas y cuentos “presentadas en cuadernillos de ‘més o menos uniforme facturatipogrica y que llevan, por lo general la fotogea- fia del autor en In cubierta” (1974: 67-8) Las libros también legaban alas hogaresen ls visitas del vendedor domiciis- so, agente fundamental de esta nueva distrbucin de la cultura (Sarlo, 1985: 2), la emergenca del eitor moderno » 63 con las comprobaciones de Luis Alberto Romero, la publicacién de i- bros baratos se afianza no s6lo como un emprendimiento comercial ‘que puede llegar a scr redituable sino como una empresa cultural (Ro- ‘mero, 1990: 49-54). En consecuencia, aquella nueva distribucién de la Jectura y la eseritura que alcanza a los sectores medios y populares fa- vorecera la emergencia de un nuevo tipo de editor cuyas funciones, en tanto agente de un campo intelcctual y lterario auténomo, se identifi- can con las del “difusor, animador o del propiciador”.” Esta nueva fi- ‘pura, definida como un agente cultural moderno, controla financiera- mente las publicaciones y a la vez define las caracteristicas de los productos impresos segtin el gusto y los intereses del nuevo publico; dlispone la edicién de libros como bienes culturales organizados en se- ries y colecciones que funcionan como verdaderas guias de lectura; orienta su intervencion hacia el mercado y planea y estimula lineas de produccién literaria contribuyendo a su consolidacién como profesién remunerada, Pero al mismo tiempo su labor implica un cimulo de funciones vinculadas con la prédica politica y cultural en una sociedad de masas, como en los casos de Samuel Glusberg y Antonio Zamora que veremos més adelante. Side modo general es posible identificar para una determinada fase de la historia literaria y cultural tipos particulares de productores de bienes culturales, durante las décadas de 1920 y 1930 la figura del edi- tor registra una inflexion que le otorga un cardcter diferencia, indisu- cable, por otra parte, dela indole comercial que va cobrando el mun- do cultural. Este nuevo editor, a medida que sus practicas se vuelven is especializadas, se va alejando de aquellas figuras cristalizadas de Jos viejos agentes de la cultura argentina ligados a la edicién y a la propaganda” cultural: por ejemplo, los duefios de una imprenta 0 ta- ller, impresores generalmente vinculados cin la factura de los libros u ‘otcos materiales; los editores-publicistas, bien caracteristicos del siglo xx y deda alta cultura letrada, entre los cuales destacan Vicente y Ex~ nesto Quesada o Paul Groussac; por Gltimo, también se diferencia de los libreros-editores que a la manera de los hermanos Moen y hasta bien avanzada la década de 1910 hacian correr con los costos a los pro- pios autores, para quienes la vidriera de esa librerfa entrafiaba bisi- camente el reconocimiento de un piblico selecto, conformado principal- "mente por otros escritores¢intelectuales habitués de la libreria ala que 8 Estos son los éxminos que utiliza Horacio Tarcus para caracterizar a un ti- picoeditor de la poe, como lo fue Samuel Clusberg (Tarcs, 20%: 3) 64 « editorey politica editariales en argentina acudian para adquirie las novedades, sobre todo francesas.? Con estos nuevos editores la literatura alcanza tna dimensi6n efectivamente més piblicay se convierte en un objeto democratizado. Este hecho no com- prende sélo a as obras difundidas masivamente a través de las nuevas Colecciones destinadas a los sectores populares, sino que también inci- deen la producci6a literariae intelectual més identifiable con un con- sumo restringido. De este modo, muchos autores provenientes de la falta cultura letrada, quienes a través del ejercicio del periodismo y de ‘us colaboraciones en semanarios —como Caras y Caretas, El Gladiador op. 2. 7. —habjan logrado una mayor difusién de los productos de su pluma, ven en la Franja de los nuevos lectores populares una posibili- dad de prestgiar su obra a través de la sanci6n del mercado. Ast, el mercado aparecerd como el espacio que organiza-urla nueva forma de interpelacién a muchos recién Ilegados al consumo de la letra escrita, denteo del cual los términos éxito y calidad no serian excluyentes. En- tonces, la confluencia de aquellos autores tradicionalmente asociados a Iaalta cultura y los nuevos escritores promovidos gracias a los requeri- mientos de los modernos emprendimientos editoriales, siempre aten- tosa las crecientes demandas del mercado, constituye uno de los rasgos dominantes del periodo. Para precisar el perfil de esta nueva y cada vez més visible figura de ‘editor que desde fines de la déeada de 1gt0 ya no meramente adminis- tra y gerencia las obras que puite cu titculacidn, cs imprescindible mencionar los casos ya paradigmaticos de Manuel Gleizer, Samuel Glusberg (que usaba el seudénimo Enrique Espinoza), Jacobo Samet, Roberto Giusti recuerda las caracteristicas del mundo editorial a principio de siglo xx en Buenos Aires: "Los libreras Moen, Arnoldo y Balder, de origen di- rnamarqués, estabecidos desde el afo £885 en [neal Florida [..] autorizaban con su nombre prestigioso sin comprometer un centavo las obras de los eserit- res que lograban tante honor. Cuando un pocta oun novelistadecia: “Moen me hace una vidress’, lo cantemplabamos con Ia misma envidiosa admiraciéa con {que hubiéramos mirado a quien nos dijese: "El emperador Guillermo me invite fen u yat’,o: Estuve en una caceria con Eduardo VII. Hacer una vidrierasigai- fieaba len supuestos editores, coronada la artistca pila por el retrato del feliz autor flan~ {queado por los ecortes de alg suelto perodistcoelogioso. Fabia grados en el honor. Aquella era la maxima jerarquia. [nmediatamente por debajo estaba la muy apetecida de merecet tado el primer plano de la vidriera, y ya era bastante favor conseguir de los hermanos Moen, no siendo ello os editoresrespoasables, {que exhibieran un libro argentino entre los franceses que formaban ls habitual poblacion de su vidriera” (Giusti, 1965: 100-10; las cursivas son nuestra) la durante una semana con libros que levaban al pi el nombre de los la emergencia del editor moderno +65 0 ‘Antonio Zamora y Juan Carlos Torrendell. Considerados en funcién de su actividad cultural espectfiea, algunos de ellos constituyen para Lafleur, Provenzano y Alonso, autores de Las revistasliterariasargenti- nas, os representantes de la “época heroica"” en tanto que apostaron fuerte a la edicién de autores nacionales a los que consideraban valio- sos, ya fuera como autores promisorios de Tos que eran sus descubrido- res" ya como nombres indiscutidos de un canon de la literatura ar~ gentina que ellos mismos ayudaban a construi. En ese sentido, ccontrastar la actividad de estos nuevos editores con las dos experiencias ceditoriales previas y contempordneas més relevantes como lo fucron La Cultura Argentina (1915-1925), de José Ingenieros, la Biblioteca ‘Axgentina (1915-1928), de Ricardo Rojas, es de utilidad para poner de relieve no s6lo una diferencia relativa alos criterios de seleccin, valo- racin, jerarquizacién y difusi6n de obras y autores, sino también para mostrar el cardcter efectivamente emergente del aucvo tipo de editor. 'Asi, en términos generales las colecciones de Ingenieros y Rojas apun- tan ala construceién simbéliea de una tradicién culeural, mediante la organizacién particular del pasado nacional a través de la selecci6n de las obras consideradas mas relevantes. Si bien recurren a estrategias ‘mercantiles como la competencia en el precio o la preocupacién por la frecuencia de aparicién de los diversos tomos de las colecciones, en cllas prevalecen funciones pedagégicas y politicas en relacién con los debates acerca dela furtacign de wna identidad nacional. Esto es, in- terpelan a un piiblico ampliado sin priorizar los intereses comerciales como harén, posteriormiente, otros editores. Por otra parte, Rojas ¢ In genieros son en la década de 1920 dos intelectuales prestigiosos cuya Tabor en Ia eétedra universitaria on la funcién piiblica transmite a sus colecciones un signo institucional evidente (Degiovanni, 2001). Las trayectorias de los nuevos editores, provenientes de humildes familias Los autores se refieren espeificamente alos tes primeros editores (Lafleur, Provenzano y Alonso, 1962: 111) "Bala nota con que se abre la reedicién de 1954 de Cémo ls yo, de Joaquin de Vedia, el primer libro publicada por Gleizer y el que cirra su actividad de editor, Gleizer rinde homenaj “los hornbres que esribieron cuando eran des- conocides, [que encontraron en mf‘un editor y amigo, y hoy son gloria iteraras; Slosimpresores que se dejaron llevar por mis lusiones y esperancas, que con su ‘crédito alternaron mis suefis y tleraron a veces mis moras al libreso amigo que ‘vendi6 con interés y sigue exhibiendo con simpatia los ibros de mi slo; al lector Aesconocido que levabs bajo et brazo ef mensaje fresco de una pina de Lugo- reso Gerchunoff, que conocié los nombres amanecidos de Malle o Borges, Can cela, Sealabrini Ortiz, los de Gonzalez Tufién y tantos otros" (De Vedia,1954!5). 66» editresy plticasedtriales en argentina de inmigrantes, y algunos nacidos en el extranjero, muestran un itine- rario cuyo comienzo sefiala el desempefio de oficios no vinculados con lacultura la inserci6n en las profesiones vinculadas mas con la prensa aque con el cjercicio mismo de la literatura. Samuel Glusberg, por «ejemplo, de muy joven y antes de convertirse en el interlocutor privile- giado de intelectuales como José Carlos Maristegui y Waldo Frank, fue vendedor de miquinas de coser y empleado del ferrocarril, comi- sionista de una imprenta y agente de librer‘a, empleos que llevaba ade- ante para pagarse los estudios (Tarcus, 2001: jo); Manuel Gleizer,an- tes de entrar en el comercio del libro, habia tenido una agencia de venta de billetes de loteria; Antonio Zamora fue corrector del diario Critica. Jovenes no universitarios, formados en una educacién autodi- dacta de origen familiar (Tarcus, 2001: 29-30), algunas veces modesta y otras con una tradicin que la respalda,'* publican no silo obras litera- rias, erticas y ensayisticas de escritores prestigiosos de un pasado ar- ‘gentino no muy lejano, sino autores “universales"; ademis, varios de estos editores se caracterizan por mantener vinculos personales fluidos con los autores cuyos escritos promueven. Gleizer dio a las prensas obras de Nicolis Olivari, Eduardo Mallea, Ratil Gonzdlez Tusién, Jor- ge Luis Borges; en Claridad aparecieron las obras de los j6venes narra- dores realistas vinculados al grupo Boedo, como Elias Castelnuovo, Leonidas Barletta, Alvaro Yunque; Babel, de Samuel y Leonardo Glusberg, publicé tanto a aquellos que recién se iniciaban como a los ‘mayores ya consagrados; por su parte, Jacobo Samet fue uno de los edi- tores principales de la vanguardia nucleada alrededor de Ia revista Martin Fierro, segunda época. La BIBLIOTECA DEL AFICIONADO POBRE Los nuevos editores, estimulados por el dinamismo demostrado por el publico de diarios, revista y folletos, sacan ala luz un conjunto de co- lecciones populares, cuyas enteegas no superan los 50 centavos, orien- tando las lecturas mediante laseleccin de los cextos, su disposicin en series y la presentaci6n de los autores a través de breves notas biografi- cas. En 1915 aparecen las Ediciones Minimas, cuadernos mensuales de ciencias y letras, dirgidas por Ernesto Morales y Leopoldo DurSn. Se- iin Lafleur, Alonso y Provenzano, este tipo de publicacién inaugura ° Samuel Glusherg, por ejemplo, ¢shijo del rabino Ben Sién Glusberg: suo eli o inci en las letras (Tateus, 2002: 29. le emergenca del eltor moderno + 67 ” en nuestro pais la modalidad del cuadernillo de frecuencia quincenal, mensual 0 semanal dedicado a difundir una obra corta —novela 0 cuento, generalmente— de escritores contemporéneos de renombre. La coleccién llegé hasta el af 1922, alcanzando un total de 6o néme- 10s y 52 entregas. El niimero inical correspondié a Evangélicas, de Al- mafuerte. Fueron publicadas ademés obras de Dario, Ingenicros, Arrieta, Tagore, Rod6, France, Carducci, Papini, entre otros. Este tipo de colecciones, con un soporte material mas econémico, pero so: bre todo més efimero, relanza obras y autores consagrados previamen- te entre un piblico restringido y va estableciendo en consecuencia ¢s- tratos diferenciados de letores al ritmo acelerado de su circulacidn. A su vez, a medida que las obras renuevan sus circuitos culturales, el et- rmulo de sus significaciones se va modificando. Si en la esfera del lec- tor entendido o especializado ciertas obras habian sido consumidas co- mo novedades ya sea nacionales o extranjeras —estas tltimas en su idioma original—, tales obras, puestas ahora al alcance de nuevos lee- tores, xe convierten en productos renovados y actualizan nuevas insti- tucionalizaciones de la literatura. Asi, como veremos en el caso de An- tonio Zamora y Claridad, estas nuevas funciones estarin vinculadas a tuna pedagogia social asentada en la figura modelica del escritore ideo- lgicamente marcada por un pensamiento de izquierda. La editorial Tor, fundada en 1916, en poco tiempo se impone en el mercado de las ediciones popularisimas. Su fundador fue Juan To- rrendell. Nacido en Palma de Mallorca en 1895, lleg6 a Argentina a la edad de 12 afios. Hijo de un periodista, se inicié en el mundo de los i- bros como vendedor de la libreria La Facultad, de Juan Roldén. Sus colecciones abarcan un amplio rango temitico y genérico: desde las no- vedades, hasta los clisicos modernos: El Mundo de Hoy, Lecturas Se- lectas, Los Novelistas Argentinos, Grandes Biografias, Las Obras Fa- *3 Algunostculos de la colecién fuceon Fuangéticas, de Almafverte; Caberas, dde Rubén Dario, 1916; Paicologia de la euiosidad, de José Ingenieros, 1916; ard bolas, de José Enrique Rodé, r917; Crainguevile, de Anatole France, 1918; Poefas cscogitas, de Edmundo Montagne, 1919; Ensayory anécdotas, de Agustin Alvarez, 19195 Poerias, de Edmundo Montagne, 1915; Algunes paginas, de Remy de Gour- mont, 1919; Bl Ganar de fos Cantares (deamatizacién), de Jean de Bonnefon (ver sin y notas de Rafael Cabrera) 1915 Jardine de Francia (versiones poéticas, de Enrique Gonzslez Martinez, 1919; Lor mejores cuentor, de Antonio Monteavaro, 1920; Verso de Jost Mart; Et caxamiento de Laucha, de Roberto J. Payt6, 1920. "4. Como sefiala Roger Chartier, “El pasaje de una forma editorial a otra orde 1a simulneamente ransformaciones del text y la constitucin de un nuevo pi- (Charties, 1994: 32. (68 « editoresy politica eitoriales en argentina mosas fueron los titulos de algunas de ellas. Libros mal diagramados, tn papel de baja calidad, a un precio infimo, en algunos casos de 50 entavos, facilité su gean difusion. Accnto al gusto de los lectores, con ia publicacion semanal Magazine Sexton Blake difundi6 literatura de- tectivesca y novelas de accign a semejanza de las pulp fictions norte- dmericanas. Sos sinc novelas cde vena tiga poi y felatos pseudocientificos. En 1930 lanz6 la coleccién Misterio, que re- kareena” pire police, con suore como Jobs, jckson Carr, Henry Wade y Edgar Wallace, cuyas novelas tuvieron Pete enorme. La editorial Tor también se consagré ala difusén de sutores nacionales. Manuel Galvez recuerda en El mundo de ls sres yeales queen 1931 trabé relaciones con Torrendell, quien reedité desde ‘atonees algunos de sus libros ya agotados. Este vinculo comercial re- Sulté para el novelista una salvacién, puesto que el editor pagaba los derechos por adelantado. Segin Galvez, Torrendell tenia un talento especial para descubrir el gusto del piblico. Sin embargo, continéa Giver, "se equivocé una vez, al crear la coleccién Cometa, formada por libros martinferrstas 0 neosensibles", pues esta coleccion resulté tn Facaso, “Except ol libro de Norah Langs, Curent y cine day ita marineros” concluye Galvez con maliciosa satisfaccién, “los de- allé de las disputas del campo literario, que por cierto tenfan a Galvez ya lo» martinfierritas en bandos opuestos, esta evocaciGn corrobora Que los eruces, péstamos y desplazamientos de los circuitos de lectura eran moneda crreney que wha empres editor corn Tor tan ae jada al gusto popular, podia publicar también a los jévenes vanguar- Feta Absen sucatdogoconviven abc de Ledndas Baretta con Historia universal de la infamia, de Jorge Luis Borges, publicada por este sello en Te too ermanos Samuel y Leonardo Ghsberg lanzaron las Ediciones Selects: América cunderos de eras, primero menwaley juego quincenales, a 20 centavos. Esta colecci6n no presenta textos boraciones periodisticas ya difundidas en diarios y revistas. Saié hasta 192, alcanzé los 50 niimeros y se proponta difundir una seleccién de autores americanos. El primer libro editado, lorlegio, de Amado Net- oy cya visa Buenos Aires se anuncibs por enone fu un én auspicioso. Otros titulos tuvieron segundas y terceras reimpresiones. are combs que se dexaan Agora Martin Gi Alberto Ger chunoff, Baldomero Fernindez Moreno, Arturo Capdevila, Arturo Cancela, Roberto J. Payr6, Enrique Banchs, Horacio Quiroga y Ricar- le emergencia del editor moderna + 69 XL do Rojas, entre otros. También edité obras de Ingenieros, Juan B. Jus- to y Mario Bravo, figuras centrales del socialismo dentro del cual Samuel Glusberg se reconocia desde muy joven.'5 Una mirada sobre cesta lista de obras permite realizar algunas observaciones. En primer lugar, la heterogencidad del catélogo, evidente en la diversidad de gé- rnetos que incluye: poesia, memorias, biografia, cuento, ensayo. En se- _gundo lugar, la contemporaneidad de los autores: escritores hispano- americanos ya consagrados, argentinos en su mayoria. Por cltimo, la procedencia dispar de los autores seleccionados: algunos provienen del Periodismo, como Arturo Cancela y Edmundo Guibourg; otros son fi- _guras mis tradicionales del mundo eultural y politico, como Ricardo Rojas, Joaquin V. Gonzalez o los ocialistas ya citados. Mientras que el primer conjunto de autores atrac alos lectores de diarios, los otros re- alzan la coleccin con el prestigio de sus firmas. De manera que estos cuadernos” van ereando un espacio de confluencia entre el periodis- mo y los circuitos de leetura mas tradicionales y acotados, que va a continuar siendo explotado por coleeciones posteriores. EL mismo afio cn que dejan de salir los euadernos de los hermanos Glusberg, el tipégeafo Louis Bernard y el sindicalista Leopoldo Dursn comenzaron a editar la colecci6n Joyas Literarias, biblioteca econémi- ca de obras selectas. Publicaban una novela por semana de 120 paginas 4120 centavos. Hacia 1928 llevaban publicados 400 volimenes. Por st. formato y precio de tapa, estos cuadernillos semanales se asemejaban a las “novelas semanales”, pero se distingufan por la difusién de autores universales consagrados, desde la novela social de contenido humanis- "5 Algunos de los titwos de la coleccin som los siguientes: 4 Opals, Julio He- rreray Reissg; 5. Cielo y Hera (prsas), Martin Gil, 1919; 6. Canciones para los mi~ fis, Ernesto Mario Barreda, «919; 7. Amado Nereo. Con varias poesias del przimo libro péstumo "El arquero Divino", Eduardo Taleto, 1919; 8. Cuentos de ayer, Al- berto Gerchunoff,:915; 9, Rubé Dari, Leopoldo Lugoaes, 19195 10. Fugacidad, Rafael A. Arsieta, x92; ¢1. Selec lirics, Rafael A. Arrieta; 2. La win opi- mista, Vicente Salaberry 13. Verioe de Negriza, Baldomero Fernandez Moreno; 4. Misia y denazenatioas, Joaquin’ V. Gonzilen; 15. Cacambo, Arturo Cancela; 16, Ideas y obseroncones, Carlos Vaz. Ferceta; 7. Anatole France, Roberto Giusti 18 Penando (pross), Amado Nervo; 19, Un hombre libre: Rafe Barret, Armando ‘Donoso; 20. Canciones, Ricardo Rojas; 21. Hinorias de Pago Chico, Roberto J. Pays 22. Anologia dele primavera (poesia contemporsinea argentina), aa v¥;.23. Poesfas (eclecianadascinéditas), Alfonsina torn, 1920; 24. Eevcaciones, Edreundo Gui- burg (prétogo de Arturo Cancela), 1920; 25. Loi perieguides, Horacio Quiroga, 1920; 26, Leturas, Enrique Banchs, 1920527. Canciones dela soledad, Mario Bra- ¥0, 1920; 28. el westido y del desrudo, Roberto Gache, 1920. 170 « editorey politica edivoriales en argentina ta, hasta el ensayo politico y filoséfico. La serie se inaugura con la ree- dicién de Sin rambo, de Eugenio Cambaceres, acompafiada de un estu- dio preliminar de Arturo Giménez. Pastor. Luego de casi cuarenta aftos de silencio, a novela de Cambaceres se revitaliza en un cireuito de lectura alejado de ese piblico selecto que la habia recibido con gean alboroto. Pero ahora la novela necesita de un mentor, un maestro que conduzca y vigile la nueva lectura. Esta idea de la lectura guiada es caracteristica de las coleeciones populares que abundan en el siglo xx Ya esti presente en La Cultura Argentina, en la que, por ejemplo, Carlos Octavio Bunge prologa Martin Fiero. Uno de los proyectos de mayor importancia de la época en el seg- mento de las ediciones cconémicas debido al ntimero de titulos de su catilogo, la relevancia de algunas de las obras publicadas, el tamatio de sus tiradas, la amplitud de los contenidos de sus coleeciones y a su pe- netracién en el mercado hispano hablante es la Cooperativa Editorial Claridad, fundada por Antonio Zamora, un inmigrante espatiol que se habfa desemperiado como corrector del diario Critica, Estimulado por celclima de las redacciones periodisticas, concibe un proyecto editorial que tiene por objeto la publicacién de las obras selectas de los grandes pensadores de la literatura universal a precios muy econémicos. Ast nace Los Pensadores, una coleccién de cuadernillos semanales, cuyas entregas estaban destinadasa la publicacién de una “obra selecta” com- peta de un escritor famoso. El primer ntimero, aparecido el 30 de ene- to de 1922, fue Crainguebille, de Anatole France."* ksta coleccion pu- blicé 100 titulos hasta noviembre de 1924. A partir de entonces ‘comienza una segunda época, durante la cual se ofrece un producto diferente: con un formato algo mas grande, mayor ntimero de piginas, ‘cada entrega incluye ahora articulos de colaboradores, traducciones, ilustraciones y vistas; el material aparece dividido en secciones y lleva, cl subtitulo de “Revista de seleccién ilustrada, arte, critica y literatura. Suplemento de editorial Claridad”. Luego de 22 entregas, en junio de 1926, la revista pas6 a llamarse Claridad y continué su actividad hasta diciembre de 1941 Graciela Montaldo ha realizado un excelente estudio de los prime- ros cien nimeros de Los Pensadores. El eje de su catélogo, observa Montaldo, esti conformado por los escritores rusos, entre los que s© destacan Tolstoi, Gorki, Dostoievsky y Andreiev. También proporcio- rnan materiales os franceses Anatole France y Henri Barbusse y nume- *S Esta obra ya habia sido pubicada en las Ediciones Minimas en 1918. "7 Los Pensadores, aim. 122, mayo de 19264 aD le emergencia del elitor moderna = 71 sb AcE coptnan ead A an cern GE CEE hcistas hasta articulos de costumbres j ensayos politicos. Entre los argentinos, se difunden obras de Juan B. Justo, Alfredo Palacios, Juan Bautista Al. berdi, Evaristo Cartiego y Almafuerte. En cuanto a los géneros, mien tras se demuestra poco interés por la poesia y el teatro, la biografia des- pierta especial veneracibn, considerada como un vehiculo ideal para los propésitos pedagdgicos de Ia coleccién. De esta manera, concluye Montaldo, el géncro biogrifico no s6lo esta presente en obras particu- lares como Vida de Beethoven, de Romain Rolland, 0 Memorias, de Heinrich Heine, sino que todo el catdlogo puede ser visto como una galeria de vidas ejemplares (Montaldo, 1987: 55-61). El tltimo titulo de Los Pensadores anunciaba el “primer nimero de Claridad, desde donde la direccién y redaccién de Los Pensadores continuaré su labor de representaci6n de los artistas y escritores de la izquierda”*7 einformaba alos lectores que Los Pensadores proseguicia como una de las bibliotecas de la editorial. En cuatro afios, la sorpren- dente expansin de la empresa reduce lo que fuera su proyecto original ‘una de as tantas colecciones de su catélogo. Los titulos de la Cooperativa Editorial Claridad estan organizados en numerosas bibliotecas, como Zamora denominé a sus colecciones, entre las que se destacan la Biblioteca Cientifica —con temas relacio. nados con el sexo— la Biblioteca Teoséfica, la Biblioteca Cosmos, la Coleccién de Ohras de Estudios Sociales, la Coleccidn Sherlock Holmes, Los Pensadores, Teatro Contempordneo, Teatro Nuevo, Teatro Po- pular, Los Poetas, Los Nuevos, Clisicos del Amor, la Coleccién de Grandes Novelas Modernas, Novelas ce Aventuras y la Colecci6n Cla- ridad. Esta dltima demuestra claramente el afin del editor por alean- 2ar un amplio espectro de lectores al incluie titulos de los géneros mis diversos: obras de Alberdi y Sarmiento; Corazén, de Edmundo de Amicis; La carreta, novela de Enrique Amorim; Hollywood al desnudo, de Chas de Cruz; el Codigo Civil, etcétera, Estas colecciones, ast dis- puestas, subrayan el cardcter heterogéneo de los contenidos. Cabe des- tacar, ademas, Ia ausencia de una coleccién que retina c identifique una serie de textos vinculados con la tradieién nacional, lo que evidencia la poca incidencia del criollismo en la politica editorial de Antonio Za- mora. Esto se corresponde asimismo con los escasos titulos de lteratu- '2 regionalista, Claridad opera con los materiales de una cultura urba 1a.'¥ Como sugiere Beatriz Sarlo, en los afos veinte una cultura urbana ‘Sn la década de 1920 las diversas variantes tanto crillistas como regionali- tas se las hao apropiado agentes culeuales con posiciones en eleampo intelectual 72 + editresy polities editviales en argentina y heterogénea sc consolida definitivamente y la idea de Ia ciudad como ‘espacio de mezcla y escenario de cruces culturales parece estar presen- teen un proyecto editorial que apunta a aquellos sectores al margen de Ia culeura alta ese piblico reclutado entre los sectores medios y popu- Jares para cl cual se producen colecciones y revistas que van desde la literatura de “placer y consolacién” hasta la intencién propagandistica, social y pedagogica Sarlo, 1996: 186-199) Entre los poetas que ingresaron a su catilogo también figuran nom- bres de las mas diversas procedencias: Antonio Machado, Juan Ramén Jiménez, Guerra Junqueiro, Almafuerte, Evaristo Carricgo, Alberto Ghiraldo, Rubén Dario, Guido y Spano, José Marti, Amado Nervo, Salvador Diaz. Mirén, Gervasio Méndez, Julio Herrera y Reissig, Ole- gario V. Andrade, Alvaro Yunque, Delmira Agustini, Ovidio Ferndn- Gerchunoffy Arturo Canela, entee oto, as como también de lox autores dela nueva generacién como Nicol Olivari, Leopoldo Mare- idioma de los argentina (1928), Evaro Cargo (1930) y Discasion rope Jorg Ls Borges; Tangos (1g) de Enrique GonzSlez Tu- on won del diablo 1920), Miécolesdeceniza (1928) y La ale con l agujero en la media (1930), de Rasl Gonzalez Tun; La masa dela ‘mala pata (1925), de Nieolis Olivari; El hombre que esté solo y expera (ig) de Ral Sealbrini Ort; Lar aguiuhor toe) Di come fe es (1926) Olas para el hombre y la mujer (1929), de Leopoldo Mare- shal No tod gli de lo oo abies (128), de Macednin Fer- sy 5 para una inglesa desesperada (xga6), de Eduardo La figura de Lorenzo J. R 6 as 'osso merece un mencién especial pues en ella confluyen de un modo novedos las facets del neta. or, actividades en que se iniciara en 183. Ya noe el impresor-eitor «ue produc bros por encargo, sino quel amplicon de sus funcio- ns Jo ransfoman en un editor moderno que proyecta,financia, pro- ‘Quer ditibuye y vende sus eoesiones, En sus Tlleres Grfcos gentinos sc imprimieron la coleccién completa de Li pleta de La Cultura Ar- Beotina, a Revita de Flsfis, fndada por Jose Ingeiezon ai ds sméria Unid, de Ia Editorial Latina, a obra de José Ingenicrs a culdado de A. Ponce. Su actividad editorial fue resonocida en cere nacionales ¢ internacionales.*® En 1930 el catilogo de las edicio- **La editorial recibi6, entre otros, k aris tre xo ls siguientes premio diploma de honor soa ncn Sr des mal en Ene al de 19 Roubaix, Franca melas de roy platen Bap 178 + editresy politica eitriales en argentina nes de los talleres de Rosso incluia obras de distinto tipo que apunta- tan a pablicos también variados. En los anuncios que promovian su ‘atélogo, los titulos eran dispuestos en un orden que solapaba criterios femiticos y genéricos con otros que subrayaban el uso o funcién prefe- tencial pensado para esas lecturas. En consecuencia las clases que orga hhizaban los textos suponfan fuertes zonas de interseccién. “Educacién, jastrucci6n, emancipacién intelectual, textos” incluia libros de lectura y sintaxis, algiin manual de derecho constitucional, 0 un libro de eco- pomia. En “Geografia, viajes, etnografia, folklore, creacién de los pue- bos” poslian encontrarse escritos sobre los limites con Bolivia 0 sobre fa zona sur de la provincia de Mendoza; Una excursién a los indios ran- (queles, de Lucio Mansilla; La vuelia de Martin Fierro, de Hernindez,” J las Crénicas de viaje (1905-1906), de José Ingcnieros. En “Poesia” se publicaron Poesia, de Almafuerte; Flores de cardo, de M.G. de Canova Poesias, de Martin Coronado; Mal extudiante, de Luis Cané; Sonetos, El timo cofte de Negrita y Poesia, de Baldomero Fernindez Moreno; Vi- rials, de Garcia y Onrubia; Ta y yo, de Paul Géraldy; Tierra amaneci: da, de Carlos Mastronardi; Ritmos natives, de Luis Cravattis Las tardes, ide Francisco Lopez Merino; EI hilo de oro, de P. M. Obligado; EI hilo ‘en el agua, de R. Rubianes. En “Lecturas amenas, edueativas y novela” laparecieron, entre otros, El juguete rabioso y Los sete locos, de Acits ‘Marido para mi hermanita, de L. Cané; Un cuaderna de oroquis, de A. Ponce; El antojo de la patrona y El potrllo roano, de Benito Lynch; El hombre que ilba y Las tentaciones de don Antonio, de E. Méuwlce Calza~ da; Alma sola, de P.de Onrubia; Buscando el bien (historias cierts), de ‘Armesto; Tres novelas jujetas, de Hl Carrillo; Mi cenicero (cuentos bu- tmoristcos) y Pasemsaneria, de Carlos A. Silva; Recuerdos del pasado, de F, Manzon; Memorias de un desetor, de J. Mellano; Dolor, de R. Peral- 1a; La ruta del ensuefio, de A. Durin; El dnico bien, de D. Brunet; Mu- fieca, de A. J. Saldias. “Teatro” divulgé obras de Martin Coronado, David Pea, Mariano Bosch y Ia eritca de Juan Pablo Echagtie, Una cién Internacional de 19¢5 (Tustin); diploma de honor en la Exposicion Intern onal de San Francisco; diploma de honor y diploma especial en la Exposicion de Ia Industria Argentina (1924); diploma en la Segunda Feria Internacional de ‘Muestas (La Plata, 1924; medalla de oro en el Centenario de Bolivia; diploma cen fy Tercera Muestea (La Plata, 1925); diploma de honor en la “inolvidada Ex posicién del Libro Argentino, que contara al sefior Rosso entre sus més ents fas organizadores". Tomamos ests datos de La Literatura Argentina, rim. 21, mayo de 1930:257. Con prélogo de Bunge, esta obra es una reimpresi de lt Cultura Argentina de Ingenieros en 1915, aparecida ea La le emergencia del editor moderno ay oe) <época del teatro argentino, El géfjero “Biografla”incluta sobre todo per- sonalidades relevantes de la historia argentina,” y en ella se publicé La tejez de Sarmiento, de Anibal Ponce, ganadora del Premio Municipal de 1927. La denominacién “Varios” contenia libros de cocina, sobee «ine 0 acerca de la financiacién de las rutas; en “Historia, politica, so- ciologia y religién” y “Derecho, administracién, economfa y estadist consignaba mensualmente qué libros se habfan publicado en el pais. La revista se habla propuesto crear un género, “el periodismo de la bi- bliografia”, cuyo fin era “informar sobre el ambiente libresco”,”” y de este modo intentaba diferenciarse de un érgano de critica, objetivo que, afortunadamente, no siempre quedé cumplido. En La Literatura ** Entre ellas Dorrego, Rosas, Lavale, Sarmiento, Pueyrced6n, Bernardo de Irigoyen, Dalmacio Vélez Sasfeld, Eduardo Olivera, *SDe entre los que aparecieron en “Derecho, administracén, economfa, esta- lista” se cuentan Bore de a Consitacién, de C. A Aldo; Leyes nacionaes, de ‘A. Andrada; Diroluciones, de B. J. Galarea; Comentarios al Cio Civ, de JO. Machado; Cigo Penal, de J. Pade La elec presidencal de J. Bianco y Deuda iblica municipal dela ciudad de Buenos Aires, de E. Ruiz Guifazi En “Historia, politica, sociologa y eligiin” se incluyeron La paride todos, de F. Herrera El tilagro de Apolodoro, de A. Borraza; La doctrina radical, de J. Biancos Leveson ela capital de la Repiblice, de A.B. Careanes; Bl kim de ls profes, de B Graiver; El dombre mediocre, de logenieros; La le de as generacones en a politica argentina, de N. Matien20 y La independencia argentina, de J. E. Brackenridge, traducido por C. A. Aldze. Los nombres y obras de algunos autores se encuen- tran en mas de una clase del catslogo. * La Literatura Argentina. Revita Bibliogréfia, ao 1, nin. 4, septiembre de 128, af x, 1m. 105,julo-septiembre de 1937. Lorenzo J. Ros apareci como Alireetory administrador; habia nots firmadas y otras sn firma, Esta revista cra de distribucin gratuita, En la década de ls trcinta Samet ing Cartel (1930) y Bibliogramas (1936), que Fueron similares. "La Literatura Argentina ha cumplido dos afos de existencia", en La Litera tra Argentina, nen. 2, septiembre de 1930 32 So « editores politics editoriales en argentina gentina se plasmé el interés por la difusi6n, la promocién de la pro- Jeevan arctica y cultural, y sabre todo por lo relaivo a la legsa- ign de la propiedad intelectual.*? Como realizacién del afén compila- Gor de Rosso, y de su preocupacién por dar a conocer a entendidos y tegos la produccién escrita nacional, junto con la revista se publieaba, grneralmente en forma de cuadernillo, una “Bibliogafia general ar tina” que, ordenada alfabéticamente, pretendia reunir todo To es- ease moments A estos agregia la -Lista dela producién bibliogréfica argentina por orden alfabético de autores”, de Frecuencia anual Cémo ya sefialamos, los Talleres Grificos Argentinos tuvie- ton un eatélogo variado compuesto de ediciones nuevas y reimpresio- Tl cas dela eimptesin dees lib de L Clara Aronia de ges Alo el aprovechamien- mgenieros resulta relevante porque muestra no séloel ap ree ton qe forma pate dl fondo editorial de os Taller, Sino porque exhibe una nueva seleécién de las obras que ahora son pre- das con el esogan “La encclopedia del nestled argend- of Bare 4s altos valores li- na. El més calificado y completo exponente de los mii terarios nacionales”, Si la empresa de Ingenieros habia publicado 116 talon 13 vlmenes, a antloga que pon sa vets eg cons- ba de 70 “obras maestras” que correspondian a 7o titulos y que, teate, la novela, la pedagog os wae ola train, asigndndolesy ide ese modo, un orden que previamente no poseian. Presentados como jnherentes ala formacién cultural de un intelectual, aparecfan como tun producto econémicamente accesible: el comprador podia clegir en- rela edici6n en réstica o en tela, pagar al contado o en cuotas mensua. les, y llevarse como obsequio “un mueble estante” donde colocar esa radon indispensable de saber. Entre los autores que componian esta fuera y menos vluminos cultura argentina x contaron: Sarmiento ‘Alberdi, Mitre, Ameghino, Lucio V. Lopez, Avellaneda, Echeverria, ‘Andrade, Ramos Mejta, Wilde, del Valle, Cané, Mansilla, Marmol, 7 La publican stein on Le Lteraar Argentina dela amin de obras ielectates, asia, iteraras y musiaeseegstradas mensualmente es mu tradecllo, i FT biogas compas por Funto Medishora co col rnienza con el nim. 13 dela evista, sacién de Manel Selva” (compilacion que cor Ae septiembre de ap yeaa nm, curio hasa lapel Ech) publicacia. Tomamos es Se publcaba en fscculos mumeradosinsertads en ap mens d a "Galera de personalidad relacionadas onl biblioteca a= tenting”, coordinada por Horacio Zabala, ue esti disponible en internet ww. Saicomar/bab_galevia le emergencia del editor moderna + a aa Moreno, Monteagudo, Paz, Cita Varela sil, Sastre, Deago, Estrada (no especifica), Carlos O. Bunge, Agustin Alvarez, Fray Mocho, Are nales, Pelliza, Quiroga, Ascasubi, Carranza, Quesada (no especifiea), Garcia Mérou, Gutirrez (no especifca), Laferrére, Lamas, Maturana, Carriego, Jacques y Peyret.*? Las EDITORIALES DE LAS REVISTAS CULTURALES Algunos escritores y directores de revistas se convertirin también en cditores y Hevardn adelante, con caracteristicas y suerte diversas, sus propios proyectos. Entre otros, Roberto Giusti y Alfredo Bianchi>? es- tardn a cargo de la editorial Nosotros, mientras que Manuel Gélvez, desde 1917, encabezard la Cooperativa de Ediciones Limitada Buenos Aires. Los mactinfierristas fundarén Proa en 1924, mientras que Vie~ toria Ocampo lanzaré la editorial Sur en 1933 Manuel Galvez recuerda que con el estimulo del dinero obtenido de sus libros decidié fundar en 1917 una sociedad de escritores que editara libros de autores nacionales. Asi nacié la Cooperativa Editorial Buenos Aires, cuyo capital estaba compuesto de cien acciones de cien pesos, pagadcras a raz6n de cineo pesos mensuales. El dinero inicial, prosigue Galvez, sélo aleanzaba para financiar un par de libros, de ‘manera que con lo que éstos produjeran se pagarfan otros dos, y ast sucesivamente. Si bien el capital originario ¢s aportado por los escrito- res que formarian parte dela coleccin, ya nose trata de las habicuales ediciones de autor, sino que en este casa el editor es un agente que asu- me riesgos y debe atender a las demandas de un mercado literario, for~ mado por un piblico lector andnimo y heterogéneo. Los escritores de~ jan de ser los potenciales clientes de un librero editor, puesto que la continuidad de la empresa depende de la venta de la mayor cantidad de ejemplares posibles de ls ttulos publicados. “Elegir el libro del es- treno era peliagudo problema’, escribe Galvez en sus memorias. “El autor debfa tener renombre, para evitar demasiado celo de los demas, y la obra debfa ser vendible” (Galvez, 1961: 90). Con el objeto de con- ucirse por terreno seguro, Galvez decide publicar un yolumen de ccuentos de Horacio Quiroga y otro de versos de Baldomero Fernéndez Moreno, El siguiente seria La literatura y la Gran Guerra, de Carlos Tbarguren, autor que por su posicin social, politica y universtari, su- 29 st0s son los autores promowidos en el aninci, que eoneluye eon un "ee", 2° Directors de la revista Noworas. 82 « editoresy politias eitriale en argentina pone Galvez, deberia tener salida, En suma, Manuel Galvez, el nove- lista que se hace editor, decide lanzar su coleceién con un libro de cuentos de un autor difundido por el semanario Caras y Caretas, un bro de poesia y un volumen de critica literaria de un profesor univers tario que no desatiende la actualidad. Estos tes libros sintetizan gran parte de las proyecciones del crecimiento y la diversificacién del pabl co lector y, por lo tanto, de Ia edicién de libros. El incremento del pii- blico no es homogénco y Galvez parece percibir que a los lectores hay aque busearlos por el lado del periodismo y las novelas semanzles, la poesia y los clausteos universitarios. (Otro de los proyectos editoriales de Manuel Galvez. fue la Biblioteca de Novelistas Americanos, con la cual se propone difundir las novelas cortas y cuentos de los mejores autores hispanoamericanos y brasilenios, tomando en cuenta “no s6lo el valor literario sino también su carécter americano”. Esta biblioteca se inieié con la reedicién de Los caranchos de la Florida, de Benito Lynch, publicada en 1916 en la Biblioteca de La Nacién, ya agotada por entonces. La coleccién prosiguié con una novela del uruguayo Vicente Salaverri y mas tarde con Urupés, del brasilesio Monteiro Lobato.s* Sin duda, esta biblioteca continta el pro- ‘misorio sendero abierto por las Ediciones Selectas-América de Samuel Glusherg en lo que respecta ala consteuccién de un eatélogo america- zno de autores contemporineos, aunque, a diferencia de aquella, por un lado se presenta limitada a la difusin de un géncro especifico, la nove la, y por otro, se aventura, al menos timidamente, en la publicacion de inéditos. Es llamativo que algunos de los titutos de la coleccién inclu- yen narraciones y cuentos, como el libro de Chiappori o el del propio Galvez. Pero lo cierto es que a fines de la segunda década del siglo pa- sado la palabra novela condensa una serie de significados que la vuel- vyen atractiva para el piblico, al punto de que un escritor como Galvez, sensible como pocos al gusto de los lectores, no vacila en incluirla en el titulo de una de sus colecciones, a pesar de que no siempre incluye en ella obras del género novelistco. En 1924, por iniciativa de Evar Méndez, Oliverio Girondo y Ricar- do Giiraldes, se Funda la editorial Proa, la que, a pesar de contar con el 3 Los ttuls de la coleccin son los siguientes: Lo carenchos dele Florida, de Benito Lynch (Arg): Eso era un pat, de Vicente Salaberr (Ur Luna de mil y ras arraciones, de Manuel Galvez (Arg); Urpé, de Monteiro Lobato (Br); Borderland, de Atilio Chiappori (Arg); La maestu normal. de Manuel Galvez (Arg) Un perio, de Eduaedo Barrios (Chile, La tugeda de wn hombre fuerte, de Manuel Galvez (Arg) mA la emergence del editor moderno » 83 auspicio de los martinfierrista, nunca consiguié consolidars. titulos, entre los que sobresalen Dom Segundo Sombra, de Ricardo Gil. raldes; Exzantapajaros, de Oliverio Gitondo; Aleindora, de Francisco Luis Beenirdea; nquticiones, Luna de enfente y Eltumuato de mi expe. fart de Jorge Lav Borges: BI imagine, de Ricardo Molnar El rambo de la ros, de Norah Lange; Papeler de Recenvenido, de Mace nio Fernandez. eyeing rece En el verano de 1931, Vietoria Ocampo funds la revista Sur y en 4933 aparecié el primer libro de la editorial homénima, Romancers gi sano, de Federico Garcia Lorca, Entre 1933 y 1937 se editaron cuaresta ¥ un titulos, de los cuales veintiuno corresponden a wadueciones reali: zadas principalmente por miembros de la revista, pertenecients al grupo de amigos de la directora, o intelectual extranjerosresidentes en el pais. Guillermo de Torre, Leopoldo Marechal, Eduardo Uribe, Jorge Luis Borges, Pedro Henrfquez Ureiia, Ramén de la Serna, César A. Comes, Julio Gémez de la Serna, Leopoldo Hurtado, Maria Ross Lida, Ernesto Palacio, Rubén Darfo (h), Julio Trazusta, A. Jiménez Fraud fueron quienes levaron adelante taea duran priodo En consonancia con la politica cultural de la revista, que ifraba en 1a imporacién cultral una posibilidad inmejorable para cubrit los va, «ios dela euleura propia, la traduccin y pblirarin ie obratexteonje fas por parte de la editorial constituyé una norma (Sarl 1983" 10-19). Sien un comienzo el proyecto editorial estuvo vinculado con la inten, ® tres, carts y discursos; un solo libro es de psicologia.” so, de D. Hi Lawrence, a taduccign de Eduardo Uribe (cuentos; 1935: Nota: to europea, de Eduardo Malla (novela); 1936: La ciudad junto al vio inméuil, de Eduardo Mallea (relatos); La condcin humane, de. André Malraux, en traduc- cin de César A. Comet (novela); 1937: Intereia, de Oliveri Girondo (lato); $B eélera azul, de Rammén Gomez de la Serna (novela corta); Con las exclavas en la sori, de Aldous Huxley, en traduccion de Julio razusta (aovela) Viaje olvidado, ‘de Silvina Ocampo (cuentos; Orlando, de Vieginia Woof, en traduccin de Jorge Luis Borges (novela). 35 Los ensayos publicados son: 1935: Conocmienoy expresién de l Argentina, dle Eduardo Mallea;Supremacia de alma y dela sangre, de Victoria Ocampo; 1936: “Tiempo lacerad, de Carlos Alberto Brvo; Cémo lo renee wed? El problema de 1a por consructia, de Aldous Huxley, en taduccin de Pedro Henriques Urefi; omingoren Hyde Park; de Victoria Ocampo; La mujer y su expresfn, de Victoria Ocampo, Un enarto propio, de Viepinia Woolf, en traduccion de Jorge Luis Bor- ses; 1937 Regreo dela URSS, de André Gide, en taduccin de Rubén Dario (h); Resoques em Regio de la URS, de André Gide,en traduccin de Ernesto Pala- cio; Historia de na paién argentina, de Eduatdo Malleas Vide e historia, de Gre- orio Maran, y Sobre le puera santa, de Jacques Maritain, en tradvecin de . Py RL. * Catro cortesponden a autores argentino, algunos mas editados que otros: Elbugue, de Francisco Lis Bernirder, y Laberinto de amor, de Marechal, ambos de 1935; de 1937, Cielo de sera, de Bernirdez, y Claro develo, de Conrado Nalé Roxlo. 37 Pefne (1936), de Andeé Gide, en ediciénbilinge ytraduccién de Bor- ay Deserad (1937) de Jes Joye, en tradi de A, iménes Fraud 3 crénicas de mi vide (1935) y Nucoas crinias de mi vida (1936), de Igor Sta- vinsky, en teaduccin de Guillermo de Torre. 39 Actorey expectadors, de Julio Irazusa,acreedora del Premio Municipal de Literatura de 1937.5 una compilaién de ariculos de erica literaria alguns de ellos aparecidos previamente en La Naciéo, El Hogar, Marti Fiero y Sur, Reine trabajos esritos ene 1927 1936 que toman como objeto figuras dela cultura y Ia politica francesas de dstntas épacas: Montaigne, Vauban, Saint Simon, Ayen, Luis XVIII, Napolebn, Talleyrand, Taine, Clemenceau, Maurras, Boni de Caste- lane, Herriot, Hélévy. En el articulo sobre Taine se hace referencia al modo de circulacin dela obra de este autor en nuesteo pas: “ha tenidoen Argentina enor ime influencia, Las personas cultas que no hicieron en su texto original ls prime ros grados de Francés, lo leyeron en ls famosas ediciones de Sempere o La Espa fia Moderna —que entre ambas no dejaon de taducir una sola de sus obras, 4° Tor pricoligics, de Car Jung, raducid por Ramen del Serna la emergencia dl editor moder + 85 bo Sur publicd siete novelas/séis de las cuales, con excepcién de Noc- surno europea, de Mallea, sori extranjeras. De estas seis, cuatro son de cardcter politico: Canguro, Contrapunta, La condicién humane, Con los «sclavos en la noria, Patricia Willson ha sefialado que la publicacién de Canguro, de D. H. Lawrence, y Contrapunto, de A. Huxley, ambos de 1933, sirve para mostrar los posicionamientos posibles de los intelee- tuales en relacién con las nuevas tendencias politicas (Willson, 2004 ‘94). Como es evidente, la editorial no puede ser desvinculada del pro- yecto cultural dela revista, de manera que es posible leer en el catélogo tuna muestra de los modos de participacién intelectual de Sur. En rela- ci6n con este aspecto, Marfa Teresa Gramuglio ha observado que du- rante Ja década de los treinta, Sur construy6 posiciones politicas, hecho gue serviria para cuestionar una imagen y una definicién extendidas de la revista que sostienen su apoliticismo (Gramuglio, 2004: 93-122) Una de las formas en que lo hizo fue participando en el debate ver- niculo sobre lo nacional, en una inflexién del ensayo del ser nacional, ‘cuyo texto mis relevante es Historia de una pasién argentina, de Mallea, publicada por Sur en 1937. A esta obra deberia sumarse Conocimiento _vexpresin de la Argentina, de 1935, libro que establece vinculos eviden- tes no s6lo con Historia de una pasién argentina sino también con los «ensayos del autor aparecidos por esos afis en Sur. Conacimiento y ex- presin de la Argentina, edtado también por Sur, ¢s una conferencia {que Mallea dio en el marco de su viaje a Italia con Victoria Ocampo, quien por su parts keys “Supremacta del alta y de la sangre". El viaje «3 conocido porque se encontraron con Mussolini, lo que les signifies duras criticas a ambos. Conacimiento y expresion... aborda cuestiones relativas ala definicin del lugar y misién del intelectual (escritor) ala hora de “crear” una tradicién nacional, la cual, segin Mallea, deberia cxpresar y representar lo americano. El escritor aparece como “hom- bre rebelde” frente al estaclo moral de un “pueblo que se empeiaba en desconocerse y desnaturalizarse”, “hombre precozmente licido y sin tregua, [que] veia crecer en sf una tirdniea voracidad de conocimiento y expresidn”, y “testigo” que puede articular la “esencia” de un pueblo imaginativo pero mudo (Mallea, 1935: 21, 25-26). Otra forma de aquella participacién estuvo, segin Gramuglio, directamente ligada con la definicin de la funcién del escritor y de las minorias ilustradas. + Aut ya esti formulada a oposicién entre una argentina visible y otra invi= sible que aparecerd en Historie de una pain argentina Para un andliss etal de estas cuestiones, véanse los trabajos de Judith Poallubne (2008 2003) 86 » editovesy politica editorale en argentina Con respecto a esta dima problematica, Gramuglio sostiene que se vincula con los nuevos modos “de interveneién de los intelectuales eu- ropeos en la lucha antifascista”, que se traducen en la presencia en la revista de abundante material sobre el debate politico de ese enton- ces: Asf, ademés de las novelas mencionadas, los ensayos de André Gide, Regreso de la URSS y Retoques a mi Regreso de la URSS, Mea cul- ‘pa, de Céline, que dan una visién critica y desencantada del comunis- ‘mo,** al igual que las traducciones de los discursos y debates de escri- tores que tienen lugar en la escena europea como André Gide y nuertro siempo (debate de “L'Union pour la vérité")¥ o la edicién bilingiie del Discurso pronunciado en la apertura del XIV Congreso Internacional de dos P. E. N, Clubs, de Jules Romains, forman parte de la estraegia.%° Lo mismo sucede con Dilogo exixtencial (1937), de Carlos Alberto Erro, y Prolegémenos a una filosoffa de la exstencia (1937), de Emile Gouiran, dos obras filos6ficas en las que se actualiza una marca existencial muy fuerte por esos afios en la revista. Se trata de una suerte de vertiente del cexistencialismo cristiano —el llamado “personalismo francés”—, al- unos de cuyos representantes, como Maritain y Berdineff*? colabora- ron en la revista o fueron editados por el sello de Victoria Ocampo. Esta perspectiva filosofica muy presente entre los ensayistas de Sur funcion6 como reticula para procesar y definir el lugar que los intelee- tuales ocupan antes y después de la segunda guerra mundial Hasta 1937 la expansién de la industria editorial en Argentina esté ddeterminada por el paulatino crecimiento de un mercado interno que resulta todavia demasiado estrecho como para absorber la produccién de una industria desarrollada y competitiva. Habré que esperar enton- ‘8 Gramuglioafirma que debe lerse tambien come forma de autorizar la vor propia enel terreno de a iervencin politica, en un campo Ftraro Que, como cl argentino, ya dfeencia del francés, caren de una teadicin en ss elaciones one poder politico (Gramugtio, 1986: 3239). “4 Sobte los viajes de los itelectaleseuropeos ala ex URSS, of, “Europe 19341939: Les voyages en URS, de Pierte-Edmond Rober, disponible en incernet worw.europerevue.infe/iniceS/aetes/abert htm. La eonverscintuvo lugar en la sede de “L'Union pour la veri” el 33 de cneeo de 1935. Otos participates del debate fueron Ramén Feenénde, René Gillouin, Jean Cuthenno, Daniel Halévy, Gabriel Marcel, Jacques Matin, engi Mass, Tierey Maulaies,Pranois Mauriac y Georges Guy Grand 4°] atc ya citado de Gramugli detala lak poscions de Sur en cacion con los ttalarsmos. “7a evn Sar publica en 1935 un escrito de Berdivef, “Personlismo y smarxisimo". Sobre la guera sama, de Maritain, fe eitado por Su da emergencia del editor moderna + 87 at cs la debacle de las editoriales efpafiolas durante la guerra civil para «que la industria editorial nacional, orientando su produecién hacia el sector externo, conquiste los mercados del libro espafol e hispanoame- ricano y aleance su verdadero despegue. Biatiocraria Barcia, José tal. (1981), “Claridad, editorial del pensamiento de iz~ quierda”, en Todo es historia, nti. 17. 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