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Oo E. Nodrizas e infantes a finales del siglo XVIII: biotanatopolitica de la lactancia Marco Chivalén Carrillo “Aparte de la biologfa, existen muchas otras practicas que son potentes constructores de raza y parentesco, como las prisiones, los sistemas de riqueza, las polfticas inmobiliarias, los colegios, la cultura juvenil, los modelos de crianza infantil y los mercados de trabajo” Donna Haraway'/ “[...] ella, no queria venir a servir de Chichigua a la Casa donde est4, porque tiene tres hijos, el uno de pecho, y los otros dos grandesitos... Pero que el Governador le mandé obligar a servir y ella, porque no le dijera algo el Governador, se obligé a servir” Maria del Carmen Contén*/ “También debe haberle sorprendido oft decir, en mitad de largas conversaciones sobre los defectos de los indios que éstos mamaban todo lo malo que se le atribufa iAcaso no eran indfgenas las “nanas” o nodrizas que amamantaban a los nifios en muchas casas de gente rica?” Severo Martinez Peldez*/ | Testigo_Modesto@Segundo_Milenio. HombreHembra®. Feminismo y tecnociencia. + Declaracién de Marfa del Carmen Contan, Nueva Guatemala, 17 de octubre de 1797, Archivo General de Centro América (AGCA en adelante), A1, leg. 154, exp. 3063, ff. 28v.-29. ("“log” se reficra a legajo, “exp” a oxpediento, “f” a folio y “ff” a folios; siguiendo las abreviaturas del historiador Stephen Webre) +} La patria del criollo, Ensayo de interpretacién de la realidad colonial guatemalteca. 171 1. Introduccién La complejidad y persistencia del racismo en Guatemala demandan la generacién de intervenciones criticas como técnicas de desprogramacién de las subjetividades —distan- ciamiento del proceso de subjetivaci6n dominante- mas que limitar las “polfticas antirracistas” a la Ilana y formal punicion de practicas y discursos de odio. Las leyes pueden tener limi tes y pueden formar parte del estado de cosas. Una ilustracion burda -no por ello, irrelevante- de los limites de la ley podria ser la siguiente: personas pobres que le gritan indio a alguien, serén sancionados (o penados) mientras que los ricos circu- lan libremente, as{ sean responsables de genocidio. Para una intervencién critica en las subjetividades ser4 imprescindible irrumpir los cédigos normativos de lo que cuenta -y no sola- mente- como humano viviente. Para ello, han de impulsarse politicas criticas de des-subjetivaci6n e irrupcién de los idea- les regulatorios de produccién de subjetividades y encarna- cién normativa de la raza. No es suficiente entonces pensar en polfticas de reconocimiento o en abordar el racismo como un discurso materializado en ciertas prdcticas concretas sobre ciertos sujetos en la historia pasada y reciente de Guatemala. Los investigadores del Equipo de Imaginarios Sociales de Avancso (EIS, en adelante) han proyectado una hipétesis, cuya intuicién critica consiste en problematizar la nocién de la raza no separada de otra bastante compleja como es la del sexo. En este sentido, los investigadores han venido reflexionando sobre la importancia de la interseccionalidad de ambos 4mbitos de experiencia (de la raza y el sexo) en la maquinaria de produccién subjetiva. Este dispositivo sexo-racial o raza-sexual puede ser ttil para dar cuenta sobre cémo estas nociones producen subjetividades e imaginarios sociales en la sociedad guatemalteca respecto al blanquea- miento racial como ideal regulatorio ~siguiendo la intuicién de Judith Butler sobre la performatividad de género- 0 como utopia de inmunidad -siguiendo una intuicién foucaultiana-. 172 La hipétesis en su proceso de corroboracién dio lugar a la realizacién de una investigacion empfrica con estudian- tes universitarios en tres departamentos de Guatemala. La metodologia utilizada fue de grupos focales para establecer charlas (entrevistas grupales) con los estudiantes en torno a los discursos que perciben y reproducen cotidianamente en sus casas y/o espacios de socializacién. Al tener acceso a estas conversaciones que han mantenido los estudiantes con los investigadores, me han llamado la atencién dos cuestiones, cuya problematizacién me parece pertinente para analizar y esbozar dos hipétesis de trabajo. La primera cuestién es la presencia de una mentalidad estrechamente vinculada con una préctica (y no solamente discursiva) de mejoramiento/empeoramiento racial. A partir de un continuum, ellos y ellas han establecido una taxonomia de cuerpos -muy propia de la zoologia— en cuyos extremos fueron ubicados el cuerpo-blanco como marca semiética de mejoramiento y el cuerpo-indio como empeoramiento del ideal de la blancura (la pureza racial). Mi primera hipétesis, como propuesta, entonces es relacionar estos excesos a partir de la norma de lo que ha de contar como cuerpo “humano”. Mientras que los cuerpos més blancos son més humanos, los cuerpos indios seran menos humanos. Es decir, la intensifi- cacién de la blancura como ideal regulatorio me sugiere la intensificaci6n de una desigual experiencia de lo que contara como humano-viviente. La segunda cuestién que me ha llamado la atencién es la “distribucién” de los cuerpos en el espacio doméstico (casa de habitacién), a la que los estudiantes hacen referencia en sus actos de habla. Cuando se les planted cuéles serfan las ubicaciones de ciertos cuerpos en los hogares que frecuentan, sean los suyos o los de su circulo de sociabilidad- sobre todo, aquellos hogares ubicados en zonas residenciales, ellos han sefialado que dentro de ellas existe un espacio asignado a la empleada doméstica. La distribucién espacial de los cuerpos 173 que circulan en estas casas me parecié interesante, en tanto que la empleada doméstica es generalmente indigena, pobre, rural; un cuerpo marcado por el sexo, la raza, el género, la clase y la ruralidad. La segunda hipétesis que plantearfa -siguiendo las intuiciones de Foucault- serfa la produccién de una fron- tera entre profilaxis e inmunidad; es decir la heterotopia como profilaxis y la utopia como inmunidad racial.*/ Para desplazar estas dos hipstesis a Jo largo del ensayo -co- rriendo el riesgo de arrastrar intuiciones anacrénicas que, sin embargo, me permiten llevar el anélisis a partir de cuestiones presentes aqui y ahora~ me aproximaré a un evento acontecido en el nada-inocente perfodo tardo-colonial sobre la nutricién y la crianza de los infantes criollos. E] evento es una figuracién que me hago a partir de una controversia concerniente al uso de indias de la comunidad de Jocotenango’/ para lactar a infantes 4] Aqui sigo la Conferencia: De los espacios otros. “Des espaces autres”; pronunciada por Michel Foucault en el Cercle d'études architecturales el 14 de marzo de 1967; pu- blicada en “Architecture, Mouvement, Continuité, No. 5, octubre de 1984. Traduccién al espafiol por Pablo Blitstein y Tadeo Lima. Foucault define como utopfas los empla- zamientos sin lugar real: “Mantienen con el espacio real de la sociedad una relacién general de analogia directa o inversa. Es la sociedad misma perfeccionada o es el reverso de la sociedad, pero, de todas formas, estas utopias son espacios fundamental y esencialmente irreales”. Por otro lado, menciona que existen lugares reales, lugares efectivos, lugares que estén disefiados en la institucién misma de la sociedad. “Estos lugares, porque son absolutamente otros que todos los emplazamientos que reflejan y de los que hablan, los lamaré por oposicién a las utopfas, las heterotopfas; y creo ‘que entre las utopias y estos emplazamicntos absolutamente otros, estas heterotopfas, habria sin duda una suerte de experiencia mixta, medianera, que seria el espejo” ‘Texto consultado en la siguiente direccién electronica: hitp://es.scribd.com/doc/4650039/Foucault-M-De-los-espacios-otros. "J Jocotenango era un nuevo pueblo situado al norte de la ciudad de Guatemala, cuando esta fue trazada en la década de 1770. Fue un pueblo de indios-kaqchikeles, que en 1784 sumaban 3,100 habitantes. Durante el siglo XIX, este pueblo fue absor- bido por la continua urbanizacién de la Ciudad de Guatemala, dejando su condicién de municipio auténomo en 1879. Hoy en dia, dicha expansién urbanfstica forma parte del Centro Histérico de Guatemala, zona 2. Cfr. S. Webre, (2002). “Las amas de leche de Jocotenango: género, ciencia y politica al final de la época colonial en Guatemala”; pp. 26-48. Cfr. también Domingo Juarros, (1981). Compendio de la historia del Reino de Guatemala, 1500-1800. Guatemala: Piedra Santa; y, G. Gellert y J. Pinto Soria (1990). Ciudad de Guatemala: dos estudios sobre su evolucién urbana, 1524-1950. Guatemala: Universidad de San Carlos de Guatemala, Centro de Estu- dios Urbanos y Regionales. 174 criollos en la Nueva Guatemala. Querrfa recuperar esta contro- versia para mostrar de qué manera, la nutricién, la crianza y el cuidado de los infantes a finales del siglo XVII estén profun- damente supeditados a la administracion lenta de la muerte y una gesti6n protésica de la vida./ Al mismo tiempo, quiero dar cuenta de la intervencién médico-juridica en la produccién y reproduccién de la vida. Mi aproximacién a esta controversia, sobre todo a la figura de la nodriza es pertinente, porque es la figura que me permite esbozar hipétesis y plantear problemé- ticas al momento de pensar la interrelacién entre raza y sexo; interrelacién que considero relevante cuando trato de plantear una historia politica del cuerpo colonial en Guatemala.7/ En términos generales, querria inquirir sobre la proble- miatica de la produccién de la subjetividad protésica*/ como mecanismo de maximizacién de la vida de los cuerpos de ciertas familias espafiolas a finales del siglo XVIII en Guate- mala. Esta nocién de subjetividad protésica tratarfa también de la produccién y reproduccién de la vida colonial y su vin- culacién con las técnicas de nutricién, crianza y cuidado del infante colonial. La crianza y el cuidado me llevan también a problematizar las nociones de la familia, del parentesco y del {Por gestién protésica (mi adjetivo anacrénico) quiero dar a entender las técnicas de gestion de ciertos cuerpos que son reducidos al plano de prétesis para la maximi- zacién de la vida de los cuerpos que cuentan como humanos viables en la sociedad tardocolonial. Aqu{ no quiero entrar en detalles, pero seria interesante recuperar la distincién que esgrime Agamben entre Zé (“simple hecho de vivir, coman a todos los seres vivos”) y Bios ("manera de vivir propia de un individuo o un grupo”). Me parece fundamental pensar la politizacién de la z06-vida-india que entra a potenciar Ja bio-vida-criolla. Rescato la importancia de la gestién de la vida nuda no para cuestionar la vida en tanto que vida viviente, sino la economizacién de la vida en tanto que “recurso”, Para una problematizacién de la economizaci6n de la vida, seria preciso un andlisis entre biopolitica y bioeconomfa ?/ Formulacién que he de tener presente en este ensayo pero que, sin duda alguna, no haré més que dar los primeros pincelazos, evidentemente debido a la magnitud e intensidad de una investigacién tal y los esfuerzos que ha de requerir. */ Actualmente estoy interesado en investigar sobre procesos de subjetivacién de los “cuerpos degradados” para su posterior “uso” en la maximizacién de la vida de los “cuerpos soberanos”. Lo anterior implica darse cuenta de los mecanismos de produccién de cuerpos-protésicos. 175 espacio doméstico (espacio que considero como heteropia profiléctica del cuerpo soberano). Ademés, me estimula a acercarme al sistema de produccién de los juegos de verdad y falsedad acerca de la nutricién, crianza y cuidado de los neonatos en esa 6poca; sistemas de produccién de verdad vinculados con la emergente ciencia médica, con las auto- ridades médicas, eclesidsticas y juridicas. El empleo de las indias raptadas para la nutricién-crianza-cuidado de los neonatos-criollo-coloniales fue arbitrada por una conjuncién realeza-médico-juridico-religiosa. Al aproximarme a la gestién de la vida del infante indio, no puedo dejar de pensar en los mecanismos de produccién de la vida en condiciones de precariedad.‘/ Es importante dar cuenta de esta situacién, puesto que como un intento de contra-historia, persigo elaborar un registro de los modos de la resistencia, la autogestién de los mecanismos de prolon- gacién de la existencia y de la vida y la puesta en marcha de formas colectivas de nutricién, crianza y cuidado. Es decir, me interesa optar por una historia polftica de la gestién de la vida colonial para dar cuenta de la funcién social de la femi- nidad racializada. Pero, por otra parte, rescato los modos en los que fueron gestionadas la nutricién-crianza-cuidado de los neonatos-indios, que eran los que efectivamente fueron considerados humanos-inviables, cuya experiencia de vida ha de haber sido desestimada y, como tal, propensa hacia una desigual experiencia de la muerte. Cuando propongo recurrir a una genealogia critica del fluido mamario de las indias de Jocotenango en Guatemala, no pretendo con ello enarbolar una teoria cientificista del fluido de la leche, puesto que no es mi trabajo procurar una J Aqui sigo la distincién que hace Judith Butler entre precariedad y precaridad. La precariedad como una condicién de todos los seres sintientes -humanos y no hu- manos- y la precaridad como una condicién generada a partir de un marco politico que distribuye desigualmente las condiciones de vida. En el caso de la gestién de la lactancia, extraigo que las mejores condiciones de vida para unos se garantiza a costa de la generacién de las peores condiciones para otros. Véase, J. Butler (2010) Marcos de guerra. Las vidas Horadas. pp. 14-16. 176 explicacién bioldgica, genética, histolégica o citolégica de la leche y del seno. Tampoco aspiro a proponer una indagacién acerca de la recoleccién, la conservaci6n y la distribucién industrial de la “leche humana” a través de los Bancos de Leche Humana. Considero interesante indagar acerca del posible desplazamiento de las nodrizas a los bancos de leche, aunque dicho desplazamiento no puede pensarse en términos de secuencia. Sin embargo, no es esta mi finalidad debido al enfoque que tienen mis intuiciones y mis hipstesis. Otra intuicién interesante a formular serfa la del desplazamiento de la figura de la nodriza a la industrializacién de la leche de formula y la invencién del biberon moderno;"/ plantea- miento que tampoco forma parte de este trabajo que estoy realizando, aunque no por ello, descarto una vinculacién ms directa que indirecta. Este ensayo trata de la historia de la racionalidad de la préctica, -al parecer, frecuente- del rapto de indias para utilizarlas como amas de leche y los procedimientos que intervinieron para concretar tal racionalidad. Por otro lado, deseo dar cuenta sobre cémo se articulan los discursos para establecer la continuacién de dicha préctica por parte de los discursos médico-juridicos-eclesidsticos. La controversia me ha permitido, al fin y al cabo, percatarme de una racionalidad perversa acerca de la gestién de la vida a través de la gestién de la muerte, y como tal, una gestién biotanatopolitica del fluido mamario. 2. A propésito de sexo, raza y naturaleza Estas referencias, raza como categoria y raza como ficcién somatica, se desplazan a lo largo del trabajo que desarrollo, a pesar de que no es mi pretensién dar cuenta de las teorfas %/ El biberén moderno se invent6, segiin Alain Grosrichard, en 1876; Manera de amamantar los nifios con Ja mano cuando faltan las nodrizas, de Baldini. Cir. M. Foucault (1985). Saber y verdad. 177 de la raza. Autoras y autores de todo el globo han teorizado demasiado acerca de esta “potente” categoria. Donna Haraway" advierte que al momento de pensar los relatos de la nacién, la familia y la especie, hay que consi- derar que la raza, la naturaleza y el sexo estén cargados de rituales de culpa y de inocencia. Para el caso de los Estados Unidos, ella formula que “la raza, como la naturaleza, trata sobre raices, contaminaci6n y origenes”. Para este caso, no se puede pensar las categorfas del sexo y la raza en Guatemala si no se tienen en cuenta los efectos que han generado la pugna por una rafz Gnica, sin contaminacién y de origen ibérica; origen desde el mito fundante de la colonizacién. Quizé en esto pensaba Du Bois cuando planteaba en 1897, segtin lo cita Haraway: “que la historia del mundo es la historia de las razas. {Qué es la raza? Es una vasta familia [...] por lo general, de sangre y lenguaje comtin, siempre de una historia comtn."/ Esta historia comin de no inocencia es la que se ha planteado como tinica historia pasada y reciente de esta Guatemala. A propésito de la emergencia del concepto de raza, po- demos decir que surge en 1684 y de certera vinculacién con “La nueva divisién de la tierra para las diferentes especies 0 razas de los hombres que la habitan”, segiin cita Elsa Dorlin para el caso francés (Dorlin, 2009: 210)"/ y para la particular experiencia de la colonizacién francesa. »/ Cfr. D. Haraway, (2004). “Race: Universal Donors in a Vampire Culture. I's All in the Family: Biological Kinship Categories in The Twentieth-Century United States” en D. Haraway, (2004). The Haraway Reader. ¥/ Traduccién libre de: “...in 1897 Du Bois wrote that the history of the world is the history of races: “What is race? It is a vast family... generally of common blood and language, always of common history”. (Du Bois 1971: 19). »/ En 1684, parait anonymement dans le Journal des Scavans un text intitulé «Nouvelle division de la Terre para les différentes espces ou races d’hommes qui Yhabitent ». Cfr. E. Dorlin, (2009). La matrice de la race. Généalogie sexuelle et colo- niale de la Nation francaise. 178 Por otra parte, merece la pena, pensar la nocién de la raza como ficcién somética y politica -siguiendo la propuesta de Beatriz Preciado-; porque permite dar cuenta de los des- plazamientos que ha tenido tal nocién en las inscripciones corporales y semiéticas. La blancura, por ejemplo, se ha inscrito sobre la piel como marca somatica de los cuerpos. En tal sentido, la blancura de la piel se hace signo que otorga privilegio, pero también es un signo que se lee bajo las “al- fabetizaciones”"‘/ que jerarquizan las marcas de la piel. Por consiguiente, me interesa abordar la nocién de la raza como ficcién somatica y politica:"7/ El sexo, su verdad, su visibilidad, sus formas de exteriorizacién, la sexualidad, los modos normales y patolégicos del placer, y la raza, su pureza o su degeneracién, son tres potentes ficciones somaticas que obsesionan al mundo occidental a partir del siglo XIX hasta constituir el horizonte de toda accién teérica, cientifica y politica contemporénea. Son ficciones somiticas no porque no tengan realidad material, sino porque su existencia depende de lo que Judith Butler ha denominado la repeticion performativa de procesos de construccién politica (Preciado, 2008: 58). Para mi, es importante pensar la nocién de la raza, del sexo y de la “naturaleza” como ficciones que operan espantosa y violentamente en el relato colonial como es el caso, y no solamente, de Guatemala. La raza, el sexo y la naturaleza no tienen realidad empirica, son “ilusiones” que han conse- guido inscribirse como “la realidad”. Pensar la nocién de la raza y la del sexo como ficciones me permite des-ontologizar cualquier ilusién por la pureza, cualquier aproximacién a vivificar viciadas esencias y cualquier forma de restaurar ruinosas guaridas de la “sagrada imagen de lo idéntico”. Pero también, me siento advertido comprometidamente ano re-na- turalizar —a través de la practica de desnaturalizacién- estas 1) Es decir, esos modos estandarizados y dominantes de “lectura dermatol6gica’’ */ Recupero la propuesta de Beatriz Preciado, que a su vez recoge las intuiciones de Foucault, Monique Wittig y Butler en la emergencia del capitalismo disciplinario. 179 categorias considerandolas como categorfas sociales y, en tal caso, otorgando un privilegio de verdad absoluta a lo social; como consecuencia tendré cuidado de reificar construccio- nismos sociales de cualquier tipo, como si encontrara final- mente tierra firme de la cual anclarme. Un camino delirante, riesgoso y peligroso, en todo caso. La humanidad del indio,**/ aunque no solamente la de él, est4 ya signada por la raza, el sexo, el género, la nacién, la clase y la capacidad, la especie de un viviente; en una pa- Jabra, por la “monstruosidad”. En tal sentido, atin después de que se le confiera la humanidad”/ al indio, ya viene esta como una humanidad a medias, racializada, sexuada, generi- zada, discapacitada,..."*/. La nocién de la raza, entonces, me conduce inmediatamente a pensar la cadena de violencia, el derrame de sangre, las violaciones de las indias, la produc- cién de una frontera como utopia de inmunidad colonial ante la presencia imponente del indio-atin-no-humano y en tal caso, “zoologizado”. Por consiguiente, las nociones de raza no son categorias inocentes de los relatos de la familia y el parentesco ni de los fluidos humanos, ni de la produccién *] Recupero la categoria de indio en tanto que ejercicio de politizacién una rea- propiacién de la injuria— sin ningin interés esencialista. De modo que no emplearé “indigena” ni “maya” debido a la complejidad que pudiera plantearse por los usos perversos que puedan hacerse de dichas nociones. Estratégicamente, apoyo el uso politico de “maya” e “indfgena” -como identidades polfticas criticas; sin embargo, quiero mantener una mirada atenta a cualquier forma de pureza agria de identidad que pueda soslayarse de ellas. Re-inscribo la categoria de indio antes que albergar los relatos propios de las antropologias culturalistas y los del mayanismo como di- ferencia cerrada ¢ inmutable, emergida en el marco de un multiculturalismo liberal cual paisaje de vegetacién exética ¥/ Sin ilusiones por una especie de posthumanismo, tampoco quiero otorgarle alguna realidad empfrica a lo humano en los relatos del humanismo, pues éste se ha venido normalizando frente a lo no humano, a lo animal, lo irracional, lo no Organico... En este contexto, més adelante, he de precisar un andlisis critico de lo que ha de contar como humano y de la ineficacia de una lucha por lo humano y por el humanismo del capitalismo blanco patriarcal “/ Més adelante, intentaré recuperar el otorgamiento de una humanidad condi- cionada a los indios en la clésica Disputa de Valladolid de 1550 que fue, ni mas ni menos, la disputa por la humanidad del indio, 180 de los mecanismos de inmunidad y de profilaxis espaciales, mucho menos de la reproduccién misma de la especie. 3. La controversia: chichiguas, amas de leche o nodrizas entre 1797 y 1799 iPor qué pensar la gestién de la triada nutricién-crianza-cui- dado del infante a partir de un régimen tremendamente so- berano y, al mismo tiempo, biopolitico? Me parece pertinente pensar la gestién publica de la vida, la salud, la crianza de estos cuerpos en este paisaje de fin del siglo XVII, a través de la funcién social de la feminidad racializada, funcién que ha venido reproduciéndose y reactivandose hasta la historia en tiempo presente. Ademés, la disputa por la nutricién, la crianza y el cuidado del infante-criollo-colonial es una dispu- ta por el fluido de la leche de las indias que recién han parido. El cuerpo de la india-obligada-a-ser-nodriza como campo de disputa por la vida y el fluido de su leche cual flujo -no de mercancfa- en disputa para la sobrevivencia del “humano” viable para la reproduccién colonial. La experiencia de esta disputa pone en evidencia una desigual experiencia de la politica de la vida sintiente A finales del siglo XVIII tuvo lugar un evento, el cual con- cierne a una disputa acerca del empleo de indias como Amas de leche, chichiguas o nodrizas para la nutricién de infantes de algunas familias criollas. Se relata que Manuel José de Pi- neda, parroco del pueblo de Jocotenango, envio a alguaciles indfgenas a la casa del protomédico José Antonio de Cérdoba para escoltar a Marfa de los Santos Guerra; mujer que habia dejado a su pequenio hijo en Jocotenango, pues estaba em- pleada como ama de leche en la casa del protomédico; por 6rdenes del presidente de la Audiencia, José Domés y Valle."*/ Ante este hecho, José Antonio de Cérdoba presenté a su vez una queja al presidente en mencién acerca del proceder de ¥/ Don José Domés y Valle a don Manuel José de Pineda, Nueva Guatemala, 23 de agosto de 1797. AGCA, A 1, leg. 154, exp. 3036, f. 2 181 Manuel José de Pineda concerniente al “rapto de indias” que tenfa lugar en el pueblo indio de Jocotenango.”/ Siguiendo el trabajo de Stephen Webre”/ y los autos con- servados en el Archivo General de Centro América, me doy por enterado que esta disputa duré un tiempo de dos afios. Ademés, que con el caso de Marfa de los Santos Guerra, se descubrié que no era la nica que estaba empleada como ama de leche; puesto que emergié también el caso de Marfa del Carmen Contén, quien estaba empleada en casa de Pedro de Aycinena y Larrafn.”/ En palabras de Webre, “don Pedro de *{ Don José Domas y Valle a don Manuel José de Pineda, Nueva Guatemala, 23 de agosto de 1797. AGCA, A 1, leg. 154, exp. 3036, f. 2. “1/8, Webre, (2002). “Las amas de leche de Jocotenango: género, ciencia y politica al final de la época colonial en Guatemala’; en Anales de la Academia de Geograffa e Historia de Guatemala. Afio LXXVI. Tomo LXXVIL (Guatemala, enero a diciembre de 2002). pp. 26-48. Ademés de este trabajo de Webre véase —del mismo autor~: “Las Nodrizas de Jocotenango: Un capitulo de la historia politica del género y de la ciencia, Guatemala, 1797-1799", en V Congreso Centroamericano de Historia. San Salvador, El Salvador, 18 a 21 de julio de 2000, Hay también una entrevista realizada a Stephen Webre en el programa de mediateca de la Universidad Nacional de Educa- cidn a Distancia, Espafa. La entrevista puede escucharse a través de la pagina web: hitp://audiovisuales.uned.ac.cr/mediateca/audio/1484/historias-parale- Jas-40-2012-las-nodrizas-o-amas- %/ Pedro de Aycinena y Larrain no aparece en el arbol genealégico de la familia Aycinena que presenta Marta Casais en su libro Guatemala: linaje y racismo; aun- que de acuerdo a otra fuente, tengo conocimiento que es sobrino de Juan Fermfn Aycinena, Marqués de Aycinena. Cfr. M. Casatis (2007). Guatemala: Linaje y racis- mo. Cit. Belaubre, Christophe... Siguiendo la investigacién de Webre, me informo que efectivamente, don Pedro de Aycinena y Larrain era sobrino y socio de don Juan Fermin de Aycinena, fallecido poco antes, el primer marqués de Aycinena. Para mayor detalle sobre la familia Aycinena, véase, Richmond F. Brown, Juan Fermin de Aycinena: Central American Colonial Entrepreneur, 1729-1796. (Norman: University of Oklahoma Press, 1997). Un detalle que me parece interesante sobre el marqués de Aycinena tiene que ver con el papel que desempefié como gestor en el disefio de la ciudad de la Nueva Guatemala. De acuerdo con Casatis, “Juan Fermin fue asignado por el gobierno Real para la adquisicién de materiales y mano de obra con el fin de construir la nueva ciudad después del terremoto” (Casatis: 2007: 73). Por otra parte, me parece reveladora la cita que hace Casatis del trabajo de Otazu y Llano “Durante una década, él {Juan Fermin Aycinena] tuvo un inmenso poder, decidiendo los indios que debfan ser utilizados para edificar los distintos sectores de la nue- va ciudad, asf como la tierra que seria explotada para la obtencién de materiales de construccién y aquella que seria cultivada para obtener alimentos” (Ibid). A mi juicio, no es extrafio considerar a Juan Fermin Aycinena disefar la ciudad de 182 Aycinena y Larrain, uno de los mas présperos y poderosos re- sidentes espafioles de la ciudad”. (Webre, 2002: 26). Ademas de estos dos casos icénicos, emergieron 19 mas. Segtin informe de Diego Casanga, quien fungia como gobernador de Jocotenango, hab{a 21 mujeres utilizadas como nodrizas en la Nueva Guatemala. Estas mujeres en su mayorfa, probablemente todas, fueron reclutadas-raptadas en contra de su voluntad. Ellas dejaron un total de 28 hijos propios; cuyas edades oscilaban entre los tres meses y los diez afios. Es importante recalcar que estos infantes-indios quedaban al cuidado de abuelas, tias y otras parientes.”"/ Hay que notar que algunos de estos nifios fueron vistos con la necesidad de circular en el poblado para conseguir nutrirse y ser cuidados. Privilegio el caso de Maria del Carmen Contaén -no por ello, dejo de considerar los dems casos— para llevar a cabo el anélisis que pretendo desarrollar a lo largo de este ensayo. La selecci6n de este caso se relaciona con el hecho de ser el més prominente de esta controversia; lo cual me parece que no es un detalle menos importante, pues muestra con més audacia la practica de la nutricion, la crianza y el cuidado del neonato colonial. A través del texto que contiene la queja de José Manuel de Pineda, parroco de Jocotenango, me informo que el hijo de Maria Contan, al ser ella raptada por el gobernador del pueblo y conducida a la casa Aycinena, qued6 al cuidado de Marfa Magdalena Cojti, abuela del infante indio y madre de la india Marfa Contén. El parroco en mencién expresa que le parece Guatemala como una ciudad profiléctica y como espacio de inmunidad criolla-es- pafiola a finales del siglo XVIII. Serfa interesante conectar esta idea en un proyecto futuro sobre el disefio y la construccién de espacios como topos de inmunidad colonial »/ Diego Casanga, informe acerca de mujeres empleadas como amas de cria en la ciudad de Guatemala, Jocotenango; 30 de septiembre de 1797, AGCA, A1, leg, 25 exp 3060, ff. 13-13v. 183 un espectdculo lastimo el hecho que ademas de ser separada la madre de su hijo, se descubre que la abuela-india-Ma- ria-Magdalena esta al cuidado de ocho infantes-indios, entre nietos e hijos. Dos de los infantes amamantan la leche de la abuela; una “mujer anciana seré de muy poca sustancia” en palabras del parroco.*/ Ademés, segtin el cura; Luis José, el infante-indio, también se nutrié de la leche de otras tres amas de crfa que fueron sustitutas de su madre, quienes perdieron a sus tres hijos por “malnutricién”.”*/ Otra fuente que considero valiosa de esta controversia es la del presidente de la Audiencia, José Doms y Valle. El texto fechado el 6 de octubre de 1797 hace constar la reconciliacién de los testimonios en conflicto vinculados con los infantes Aycinena/Lépez; infante-espafiol/infante-indio _respectiva- mente. En este texto, se registra la orden del presidente para practicar una serie de ex4menes médicos a los infantes, a la esposa de Aycinena, a la nodriza Contan y a Maria Magdale- na Cojtf, segin la recomendacién del Fiscal de la Audiencia, Manuel de Campo y Rivas.”*/ Lo que el presidente pretend{a con los exémenes era saber si era seguro [para el bienestar del infante-espaiiol] separar al infante Aycinena de la ama de leche, de cuyo pecho se habia acostumbrado a lactarse. Por otro lado, pretendfa saber si la ausencia de la madre habia afectado negativamente la salud del infante-indio. Otras de Jas intenciones de los ex4menes era determinar si era ade- cuado que la abuela-india siguiera amamantando a su nieto atendiendo su edad avanzada. Y de tltimo, comprobar si lo que afirmaba Aycinena y Larrain acerca de la incapacidad de su esposa para lactar a su hijo, era veraz. Todos estos exame- nes fueron confiados a la emergente ciencia médica ilustrada, %/ Don Manuel de Pineda a don José Domés y Valle, Jocotenango, 2 de octubre de 1797. AGCA, A1, leg 154, exp. 3060, £18. *} Ibid; ff. 17-17, */ Don Manuel del Campo y Rivas, recomendaciones del fiscal; Guatemala, 06 de octubre de 1797. AGCA, A1, leg 154, exp. 3060, ff, 24-25. 184 practicada por “cualificados” médicos de la época.”/ No es nada menos importante que uno de los médicos que llevase a cabo estos ex4menes fuese el entonces protomédico Narciso de Esparragosa y Gallardo.” Siguiendo los anélisis de Webre, para ilustrar la expropia- cién de saberes locales por parte de la practica médica, me resulta acertado re-plasmar lo siguiente: Aunque se especificé en las instrucciones originales para la ejecucién de los exémenes médicos, que algunas comadronas acompafiaran a Esparragosa y su colega, don José Marfa Guerra, no hay evidencias de su participacién. A diferencia de muchos médicos de la época de la Ilustraci6n, Esparragosa parece haber respetado los conocimientos y la practica de las comadronas, buscando activamente su colaboracién en sus esfuerzos para mejorar las practicas obstétricas. Sin embargo, el aporte de Esparragosa a la reforma de la obstetricia fue consistente con una campafia del siglo XVIII que pretendia que el embarazo y el parto fueran tratados de manera més cientifica, lo que resulté en un proceso por el que la autoridad profesional masculina intentaba desplazar a las comadronas sin licencia (Webre, 2002: 38-39). El resultado de los exdmenes realizados por los médicos determiné que el infante-espafiol estaba desarrollando sus #/ Don José Domas y Valle, respaldo a las recomendaciones del fiscal don Manuel del Campo y Rivas, Guatemala 6 de octubre de 1797, AGCA, A1, leg. 154, exp. 3063, £ 25y. */ Uno de los tres “médicos geniales”, junto a Manuel de Avalos y Porres y Joseph Felipe Flores, segin Martinez Durén, que dominan el panorama de la Medicina (Cfr. Martinez, 1941: 327). Este autor plantea que Esparragosa y Gallardo “es el tercer médico genial que completa la trinidad (No es nada inocente la mencién de la “trini- dad” como persuasién en el panorama de la Tlustraci6n, pues intuyo aqut el traslado de la divinidad de la Santisima Trinidad a la trinidad cientifica: la divinizacién de la medicina por sus tres dioses) cientifica y médica del final del siglo XVII y principio del XIX” (Ibid.: 328). Y agrega que "Narciso Esparragosa es el médico més completo que tuvo Guatemala, Su obra humana y social adquiere relieves admirables y pro- porcionales gigantescos. Derroché su vida en aras de la Medicina, siendo a nuestro juicio, el médico y cirujano més perfecto que conocié Guatemala. Sus obras son lo més variado, lo constante y lo completo las més perfectas en el sentido humano y benéfico” (Ibid.: 328-29). 185 dientes, por lo que destetarlo significarfa un riesgo para su salud dental. Por otra parte, los médicos afirmaron que doria Javiera de Barrutia, esposa de Aycinena estaba incapacitada crénicamente para lactar a su hijo.”/ Ademés, los médicos aconsejaron la inconveniencia de separar al infante-espafiol de su nodriza actual por consecuencias negativas para el neo- nato. Sin embargo, en el caso del infante-indio no repararon en inconveniencia alguna para que él tuviese otra nodriza, puesto que él se habfa acostumbrado a lactarse de diferentes mujeres.°/ Me interesa destacar un dato atin acerca de la controver- sia. Mas de un aiio desde que el cura Pineda presentara la queja, se volvié a ordenar otro examen médico que incluyera a todas las amas de leche de Jocotenango y a todos sus hijos. Fueron los mismos médicos quienes llevaron a cabo dichos exdmenes. Esta vez, evidenciaron las sospechas de Pineda acerca del riesgo que corrian los infantes-indios al ser aban- donados por sus madres, ante el rapto que sobrellevaran las mismas. Se llegé a determinar que de 21 de las nodrizas que se encontraban en la ciudad de Guatemala en septiembre de 1797, siete reportaron haber perdido a sus hijos.**/ Esta polémica sobre las amas de leche no llegé a ninguna soluci6n. No obstante, me concierne aludir a dos cédulas rea- les que atafien a la disputa. Se registra en esta controversia una real cédula del Rey Carlos IV en junio de 1799. Esta real cédula es la que interrumpe y da fin a dicha controversia. La real cédula en alusién no hace més que aglutinar su aten- cién a las demandas de Pineda; a quién considera digno de merecer su real desagrado; ademés de reiterar la prohibicion **{ Don José Antonio de Cérdoba a Don José Domés y Valle, Nuova Guatemala, 11 de octubre de 1797, AGCA, A1, leg. 154, exp. 3063, f. 27v, “hid, °Y Don Narciso de Esparragosa y don José Maria Guerra, exémenes de las mujeres de Jocotenango, Nueva Guatemala, 16 de octubre de 1798, AGCA, A1, leg. 154, exp. 3063, ff. 72v-75. 186 de 1609* del Rey Felipe III.**/ De hecho, el parroco de Jocote- nango habia aludido la Real Cédula de 1609, al manifestarse en desacuerdo al rapto forzado de indias, haciendo notar la “Obligacién Real” de proteccién a los vasallos indios. £1 habfa denunciado tal préctica como “cautiverio faraénico”.*#/ 4, Leche, senos, nodrizas. Entre monstruosidad y vampirismo Al momento de pensar una genealogfa critica de la figura de la nodriza, me parece ineludible hacer referencia a dos trabajos que se dedican a elaborar la historia politica del seno en Europa occidental. Uno de estos trabajos es el de Londa Scriebinger quien ha elaborado una genealogia critica de los senos o las ma- mas, especialmente en el capitulo intitulado “iPor qué los mamfferos se Ilaman mam{feros? [O

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