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TRAUMA, DESTINO Y RESPONSABILIDAD DEL SUJETO LA SUPLENTE Virginie Leblanc Las personas vienen a hablar con un analista especialmen- te sobre las palabras que les fueron dichas o que no les fueron dichas, cuando las estaban esperando. La experiencia anali- tica se ocupa en gran medida de las palabras que se le han dicho o no se le han dicho a alguien cuando se debjia.' Dos tipos de palabras rigen el destino de la Sefiorita Z., cuarenta y siete afios: ante todo un silencio ensordecedor, el de su pa- dre, llegado de Argelia huyendo a toda velocidad junto a esos hombres y mujeres que hasta el dia de hoy sufren del estigma que acompafia a la denominacion de “Harkis” ? Luego, y, So- bre todo, estan los gritos e insultos, las palabras duras de su madre a quien la homosexualidad de su hija, esa “podredum- bre”, causa vergiienza. Silencio y gritos, relato forclufdo y términos duros, pala- bras silenciadas o dichas colonizan en igual medida un cuerpo 1 Miller, J-A., “Quand les semblants vacillent”, La Cause freudienne, n° 47, ECE, Parts, mars 2001, p. 7. 2 Los “harkis” atgelinos han sufrido durante décadas el estigma de colaborar con Francia en la guerra de la independencia. La palabra harki en arabe de~ signa a un individuo que trabaja en una harka y su origen es la palabra dra be us haraka, que significa “movimiento”. En Francia designa a los efectivos enrolados entre 1957 y 1962 para pelear al lado de Francia durante la guerra de Argelia, Por extensi6n, se llam6 “harkis” a todos los argelinos partidarios it mantenimiento de la presencia francesa durante el conflicto armado. .deT] LA CONVERSACION CLINICA 56 ii s oposiciones guerreras. Abandona iabitado Pons segs ae tal conflicto constiturg, a io lage Pe Oe, ‘una frdgil tentative de solucién que dejé total de de funcionar cuando lego a consultarme hace dos affos, Rij estaba entoncegsprsuadiae de volverse loca, desborda dap a Ing emociones, extentuada Por ese cuerpo que las diarreag = ciaban literalmente. | : ie Gila palabra bajo transferencia le permite répidamente - su aliento, el comienzo del recorrido analiti eeprita Z. demuestra, no obstante, la potencia dela wel tacion de ciertos significantes que, proferidos o no, no de ad de mantener sus efectos de percusién en el cuerpo, vende ramente acribillado “por el decir de dos cényuges (sujetosy's EI] margen de maniobra del analista se revela reducido: tira demasiado del hilo de las palabras para elaborar sy fin conlleva el peligro de otro vaciamiento libidinal, puede de al descubierto el agujero forclusivo que el silencio aes ba més o menos hasta ahi. Entre destejer y zurcir las palabras que la determinaron, la Sefiorita Z. prosigue hoy su andlisis enel que se trata de no dejarse engafiar por una supuesta pa- labra liberadora como lo es la palabra clave, tal y como sela denominaba en aquella época. Medir en un primer tiempolo imposible de la separaci6n de sus padres y luego en un segun- do tiempo la vertiente “goce” del significante, permiti6 contar con el tiempo de elaboracién narrativa que relibidinizaria el cuerpo. No obstante, se trata sobre todo de mantener ceftido el hilo de su vida de goce cotidiano, como de sus précticasy usos en busca de la apertura de un alejamiento de la dramé- tica novela familiar que atraviesa su cuerpo y ocupa toda su vida. ente sis 3 Lac sds, Buer™® 3 Lacan, J, “El fenémeno lacaniano”, Uno por Una 46, PaaS 1998, p. 23 sos in? ; 6 4 Lacan, J,, “El atolondradicho”, Otros escritos, Paidés, Bueno LA CONVERSACION CLINICA 37 Ese cuerpo que (se) huye® Cuando la recibo por primera vez, ya j A tampoco come desde hace varias verona yitiede de Sonate incesantes. Atacada por lapgustia quiso ser srternada allie ner la certidumbre de que se estaba muriendo. Ella tiene fd gencia por decir y hace uso por primera vez de una palabra introspectiva, es vital, segtin sus propios términos, Todo comenzé6, o més bien se intensificé, con la muerte de su tfo paterno, el tinico hermano que le quedaba a @padre. La entrada en la vejez de un cierto nimero de hombres y mujeres de la generaci6n de sus padres revela su futura desaparicién. “Gj ellos mueren, yo muero”: en una frase, el temor que atra- viesa su cuerpo se intensifica y la empuja a llamarme, en una sorprendente captacién de la propuesta realizada treinta afios atrds por su profesor de filosoffa, a rafz de su tinico intento de suicidio al final de la adolescencia. En aquella época se habia apoderado de los antidepresivos y somniferos de su madre, en un gesto mimético con su hermano y hermana mayores, que pasaron al acto poco tiempo antes que ella. “Yo también queria que se ocuparan de mi”, pretendié en ese momento. ‘Aclara de inmediato que no era més que una frase hecha para tener algo que responder y protegerse, sin poder precisar de qué. De ese real que la aplasto al final de la adolescencia no puede decir nada, al igual que de cierto mimero de episodios de su vida que parecen confrontarla a una forma de vacio del que se cubre con ese tipo de respuestas huecas. Sin embargo, las palabras pronunciadas por su profesor de filosoffa le ha- | apellido de la analista habia bfan quedado grabadas. Si bien el cambiado, ella no habja olvidado la calle que lleva el nombre de otra sacrificada a la madre-patria, Juana de Arco. 5 Como eco a la expresién que utiliza Lacan: “un cuerpo €s algo que se goza”, 1981, p. 32. El Seminario, Libro 20, Atin, Paid6s, Buenos Aires, LA CONVERSACION CLINICA 58 a mujer congelada Aese acontecimiento del final de su adolesceng A : ia, verdadera anestesii2un congelamiento: “neura, SUcede una 7 #gin empatia”, que ella dice haber vishum 0", Uni vyeleidoso oars ote y de manera extremadamente dolorosa, ¢, “0 = ae 4s “que una particula de polvo en las estrellag” ae no re como una artista consuma das D, Jue - Descy, se suefia desde siemp! eee i mo un desier Fi pe su vida de entonces co 0 afectivo, ay si emocional, sin posibilidad ge manejar los semblantes nj de incorporarse al lazo social, sin filtro’ - “Cuando algo no = agrada lo digo y después tel6n”-. : Es mas o menos lo que le ocurrié con su pareja con la ie compartié un afio de su vida,gapico paréntesis amoroso de su existencia. La separacion la empuja sin embargo a refugiarse en la casa familiar, con més de cuarenta afios. Ella evoca algy. nas relaciones sexuales con hombres, ocasiones en las que ¢] placer no est4 ausente, pero sin sentimiento alguno. Reserva estos a aquellas mujeres que marcaron su vida, pero solo bajo la forma de fantasmagorfas solitarias. El tinico dmbitoenel que consigue sustraerse de una petrificacién, es el de los gran- des viajes, tanto como el de huidas al otro extremo del mun- do, a otras tierras perdidas, lejos de la lengua matema y de sus vociferaciones. Se muestra habil pasando de una lengua a otra, encontrandose a su regreso confrontada a la imposibi- lidad de responder a preguntas sobre su viaje, sin capacidad para contar o describir ninguna de las cosas que experiment. Cuando el silencio hace eco _ Esa rigidez aparece ante todo como una identificacion me Siva, no dialéctica, con la vergiienza del padre tanto como : a silencio, mencionando la tinica frase que éste repite dia : a: “No confies en nadie, ni en los franceses, ni &? los os . 10 todo el mundo nos traicioné”. Es realmente e" ? oe ' = yen la mottificacién de su propio cuerpo qué ella ent yi 4 dificil historia de la descendencia paterna. EI hambre LA CONVERSACION CLINICA 59 ausencia de un futuro empujaron a esos “come piedras” —tal como se les denomina en su casa- del macizo Aurés ¢ al come- dor del ejército francés. El silencio del padre, cuyo dialecto, que ademés ella no comprende, resuena en el cuerpo de la hija ocupada en un doble vaciamiento de goce. Ya sea por la rivacién de-alimentos durante perfodos recurrentes en los e deja de alimentarse, 0 a causa de episodios de trastor- nos intestinales agudos sin causa orgénica, que iran desapa- reciendo progresivamente a lo largo del andlisis. Un dia, ella nota la extrafia satisfaccién que siente al contemplarse en el espejo, dandose cuenta hasta que punto se parece cada vez més a su padre. “En realidad, estoy bien con mi diarrea”. Més que una identificacién con el padre y su ideal perdido, ella realmente se identifica con el cuerpo del padre. En ausencia de apoyo simbélico, la desaparicién de su tfo, presagiando el fin cercano de ese padre humillado precipité, me parece, su desmoronamiento. Sin embargo, ella ofrece una explicacién completamen- te diferente, de nuevo conectada con su curso de filosoffa, y también con un libro consultado que evoca la anorexia y los trastornos “bipolares”. “Me gustaria tener una de esas dos en- fermedades” se decfa entonces, otra ilustracién del impacto del significante, que ella realiza o del cual se da cuenta. Seguin ella, es el indice de la particularidad de su cerebro: “verdade- ta caja registradora”; nosotros lo atribuirfamos més bien a la no-represi6n que opera en la Sefiorita Z. Su discurso esté, por otra parte, puntuado por esas férmulas hechas, citaciones (de Racine alos cémicos argelinos, pasando por Dallas), prover- bios arabes 0 franceses, que parecerfa utilizar para detener la Significacion que fluye, de una lengua y de un hdbito al otro. a isomer el libro” constituyé una segunda soluci6n, pa- ela a la identificacién petrificante con el padre y conecta- = an Heed Aurés son la porcidn oriental de la cordillera del Atlas, en el este hee En esta regién comenzé la Guerra de la Independencia argelina. Tecate 'a expresion tomada por Lacan del libro “El Apocalipsis” de San Juan en El Seminar 7 'minario, Libro 7, La ética del psicoandlisis, Paidés, Buenos Aires, 1988, p. 350. LA CONVERSACION CLINICA 60 en una tentativa de despegarse fisicam, verpiienza, como de esa © as idad dividida en ede sy ‘Argelia y Francia. Esa insistencia del saber, en fra & Nhe desaparecido igualmente cuando ella lego al anslisic” abi sin duda constituy6 una segunda y debilitadora logue desnudo. Desde muy joven se dedicé a comprender |, fe al ria de sus padres, asf como la de los inmigrantes magrehy multiplicando lecturas y exposiciones. Pero esta invergi on bresca es salvadora solo en parte. Le permitié ejercer algun a afios como periodista independiente, antes de trabajar en oficinas de la administracién publica, sin llegar a com, terse en una transmisién en vivo —cuando la conoct ya haby renunciado, hacfa algunos meses, a su puesto de maestra escuela por no poder aplicar de manera practica Jos conog- mientos te6ricos. Es sobre esta cuestion del saber que se anuda la transferen- cia: le menciono EI Arte de perder, de Alice Zeniter, sobre otta familia de argelinos desarraigados. No pudo terminar de leer. lo, porque el relato de la llegada en barco habfa sido para ella demasiado real. Ella observa mi biblioteca, me pregunta so- bre mi formacién. Me muestro muy interesada en esa historia de la que qued6 separada, la de sus rajces, dice ella. Se trata, mediante la oferta de hablarme de su trabajo de elaboracién, de revisarlo, modificarlo y flexibilizar su relacién al saber, asi como la rigidez del significante-amo “Harki”. La dificultad, sin embargo, se ve redoblada por la adhesin masiva de la Sefiorita Z. a otra pareja: la que ella forma const madre, o més bien con el cuerpo de su madre que la devora. da con él, Un estrago en su bisqu su mat jent0S En la elaboracién de su historia, primer paso da de la Historia de las relaciones franco-argelinas, Ocupa un papel central, Ella es el objeto de sus pensar es F como ti”, le replica su m{edlre e inmediatamen’ chee 7, se siente atacada por dolores de eg ay ve ae ie una auténtica aplicacién real? [réelisation] de] ibs a i ciado. aa aie transcurren las sesiones, tanto la intensidaq como la violencia de la relacién se hacen cada vez mas clarag, cuanto més se le invita a hableSpeor se siente. La mordedura del significante es concreta. Aumento el numero de sesiones y las acorto, me intereso en sus ocupaciones periodisticas, en las actividades, como la natacién, que le permiten sostener y bordear un poco su cuerpo que huye, en sus visitas al médico, ensus comidas. Termino nuestros encuentros sonriendo: “Co- mer libros, es como comer piedras, jeso no alimenta!”. Al llegar el receso estival, le permito Ilamarme regular- mente. Ella puede entonces dirigir a mf sus numerosas quejas fisicas. De nuevo se vacfa, lo que ahora asocia con la necesi- dad de la pérdida y de la separacién: “Es como si yo desga- trara mi imagen en dos” —lo que no debe considerarse como una metéfora. Un nifio es salvado Ella fi : : Sait ie aguda intuicién de que semejante trabajo de cir el desting dees, es la tinica manera de no reprodu- la generacion de sus hermanos mayores (ue Mi Mille, J.4, « : } Coanalitica | carers del tratamiento del nifio lobo", Freuciana, Revista ps eclone, as Barcelona bajo los auspicios de la BLP, n° 6 A IN ¥ rsaton: gag = 8°80 homoténico entre realisation: apices Mile ‘He incluye ré, real, Fue traducido por aplicacion = ne » “Une i 87, eR Paris, ole analyse a structure de fiction”, La Cause du dé LA CONVERSACION CL{NICA. 63 por las calles oyendo voces”—oyendo esas palabras sobre su historia que, segtin ella, no fueron pronunciadas. Pero esta narraci6n, es precisamente lo que alimenta también su fascinacion, el goce inherente al relato y el tropismo del cual ha hecho su vida: compensar la impensable falta de la ge- neracién de los primeros inmigrantes, ser esa argelina de pura cepa, a pesar de tener rasgos europeos y de no lar bien el 4rabe. Hacerse, tardfamente, la suplente de sus peires, a pe- sar de haber elegido un modo de vida radicalmente diferente. Enel dia a dia hace esfuerzos increfbles para hacerse pasar por “una auténtica 4rabe” y teme que la desenmascaren, ado- raal perro de su vecina e incluso en una ocasi6n se quedé pe- trificada frente a él sin atreverse a tocarlo, cuando su mirada se cruz6 con la de un anciano argelino, ya que en Argelia “no se acostumbra a acariciar perros”. Si bien reconoce la impor- tancia de la mirada en su comunidad, ésta aparece a menudo, sobre todo como un objeto no separado, cuya deslocalizacién Ja amenaza: mirada desconfiada de los vecinos y de su colega de oficina que la mira con hostilidad. Bajo el yugo de esa mirada tirana y como al reverso de ese kakon que ella no puede reconocer como suyo, Ja Sefiorita Z. se siente pues obligada a ayudar a las sefioras mayores, de la edad de su madre en el metro, asf como a una joven toxicémana que vive delante de su casa, 0 a interponerse en cada una de las disputas familiares. Un dia en el que le hago notar hasta que punto ella se impuso por misién salvar a todo el mundo, me revela este escenario: esté caminando por una uta, un nifio est4 en el agua, ella se precipita para impedir a se ahogue. Un suceso familiar atroz preside esta suerte = :Ensofiacion cuyo estatuto no esté claro. El hermano de su 7 ae Meee a aceptar que su pareja lo abandone, toma ie os iv arroja al rio de la ciudad donde vivian. Objeto a que debe oy arrojado, la Sefiorita Z. se considera como la dee hea la dignidad familiar ocupando un lugar Essvlo ns formulacié, Posteriori que me doy cuenta hasta que punto la i6n de esta frase: “yo salvo a un nifio”, constituye un “yerran LA CONVERSACION CLINICA unto de giro en su andlisis: solucién imagin ' ta el real al latig que se enfrenta, que la despega x; que 0 del otro Y de la Ilamada a restaurarle sy vale 0 e suyo propio. Puede ahora referirse a ello, inet a veces con una oe risa, cone cuando enla manifestacién g. Chalecos amarillos quiso salvar aun Policia de la tue, le los 9 amenazaba, 0 también en el relato de una Rae le de suefios en los que aparece bajo la forma de salvadora del mundo. Nominacion tiendo de un cierto ntimero de males que si bien sigue suf : : no tienen gravedad -bronquitis, angina, afonia— que ella atri- buyesin excepcion a su habla también”), el cuerpo de la Sefiorita Z. ya no es actual- mente ese teatro de operaciones en el que Francia y Argelia, trabajo analitico (“Es mi cuerpdal que como también el silencio del padre y los gritos de la madrese » han desgarrado toda su vida. Venir a hablar la revit&a, da un titmo a sus semanas y la subjetivaci6n de los fenémenos corporales que se manifestaban le permite desviar su libido, que a partir de ese momento ya no estd totalmente aspirada por su familia. No obstante, dado que ahora se niega a “vivir en los libros” y a ocuparse todo el tiempo de los otros, surge en la Sefiorita Z. el vacfo, velado hasta ese momento por la anestesia establecida desde el final de la adolescencia. Las sion se transformé en un laboratorio de experimentacién de las vias sublimatorias que se abrieron algunos meses. fe oe froin todas ellas estén conectadas al significa enti lia materna, los Chorfa, esos artistas cuy° nom la pebiaeein ce ella un punto de identificaci6n opuesto a? hb finn ligada al desarraigo de sus pa Para poder heen ne hecho, encontré ya un ie oe ad que reine nee autobautizé tomando como nom ‘uo-Y i trades nombre femenino preferido —de origen YO" de la palabra “rey” en aleman, como tonimia de su descendencia de excepcién. De esta manera 8 LA CONVERSACION CLINICA 65 inscribe en la rama més digna de su familia, tomando cursos de guitarra y practicando el canto, pero con la distancia que la caracteriza, puesto que se centra en interpretar canciones de musica ligera jfrancesas! ‘Al deshacerse recientemente de cajas que estorbaban en su departamento, una verdadera practica de extraccién de su pasado tan voluminoso, encontré la maleta que habfa sido entregada a sus padres cuando llegaron a Francia y que conte- nfa, entre otras cosas, la manta del pequefio nifio muerto a los cuatro meses. Comenz6 entonces a crear collages, en los que se mezclan los papeles de sus padres y su carta de renuncia a la Educacién Nacional junto con otros objetos recogidos en la calle: esta practica ademés de cefiir'® su cuerpo, crea un com- promiso social inédito con algunos artistas de su taller a cielo abierto, lo que transforma el aspecto de su vida cotidiana e inaugura un tercer “lugar” entre su familia y su andlisis. Al re- ciclar los residuos del barrio en el que se sentfa anteriormente relegada, la Sefiorita Z. se arriesga, con todo su rigor, en otra via, la de la realizaci6n del objeto desecho a otra forma de salvaci6n," lo que ella resumié recientemente con estas pala- bras: “jE] arte serd mi salvacién!”. El comentario de Deborah Gutermann-Jacquet Hija de Harki, la Sefiorita Z. de cuarenta y siete afios, llega onal hace dos afios, en un momento de cafda radical: su a lero acababa de morir, lo que hace surgir la posibilidad aa Muerte de su propio padre, asf como la suya, expresada €nunciado: “Si ellos mueren, yo muero”. nae estado de muerte subjetiva esté acompafiado de fené- inquietantes: ha dejado de comer y de dormir y sufre Whe 1 Miter f= Sait Libro 23, E sinthome, Paidés, Buenos Aires, 2008, p79 A, “La salvacion ” Saar Buenos Aires, 2012, Pp. se. los desechos”, Punto Cenit, Coleccién Diva,

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