You are on page 1of 17
HELENA PERCAS DE PONSETI LA CUEVA DE MONTESINOS su, muerte, don Quire admis haber inventado, no ya parte del relato, sino todo al. Pero esto lo sabe Cide Hamete de didas (+dicen rue se retrato della», 11, 203) y en todo caso quien se retractd, no s6lo Pesta aventura sino de todas sus creencias caballerescas, fue Alonso fjano el Bueno, no don Quijote. Ademas, Cide Hamete es un chistoriador ardbigo» y Cervantes le pide a un «morisco aljamiado» ue le siva de «intérpretes y le traduzca el manuscrito de Ja historia Jedon Quijote «sin quitar.. ni afadir» nada (I, 80-81). Sabemos por ftra parte, que los moros no suelen ser fidedignos. No puede esperar~ Se de ellos -verdad alguna, porque todos son embelecadores, falsarios ¥y quimeristas», segsn opinién del mismo don Quijote preoeupado de ue sea moro cl autor de su historia (I, 82).’ Por su parte, el morisco Sljamiado se salta lo que le parece superfluo‘ y se toma licencias como Inde comentar sobre las dudas anotadas al margen del manuscrito de ide Hamete, las cusles no forman parte del texto (Il, 203, 357), ¥ hasta sobre el sentido de sus palabras (II, 231), con loveual entramos enel terreno de las opiniones apartandonos del de los datos. En cuan~ to el veredicto del mono adivino no es concluyente («parte de las ‘cosas... son falsas y parte verosimiles» (II, 219); ademés, nos lo comu- nica, no directamente, sino 2 través de Maese Pedro (otro intermedia- fio) que resulta ser, por atadidura, el picaro Ginés de Pasamonte. Y Bi, sen esta verdadera historia ~como tantas veces y de tantas mane- tas la ha llamado Cervantes~ falta algo «fue por culpa del galgo de su autor» (zCide Hamete?, gel moro aljamiado?, {Cervanes?) antes que por falta adel sujeto» (don Quijote) (I, 82). En esta forma, Cervantes Plantea y resuclve el problema de Ia objetividad literaria. Pone entera- mente sobre don Quijote la responsabilidad de ser consistente consi- g0 mismo y fid i ‘A Federico de Onis, que me revel a Cervantes 0b coranén fale, monte indeciat {No sé cme eras, yo que sé que juste Juan Raxco Jets El episodio de la cueva de Montesinos * ha dado origen a numero- sas y radicalmente diversas interpretaciones. Cada vez que releemos el Quijote, pasando por ls etapas que fan cereramente ntuy6 Cervan- As para su lector en leap I de a seund pac’, en cual bien puede ser espejismo~ que penetramos un poco més el rio que: arava cate aver’ pecome Sin duda, cs este episodio el eje de la novela. En él llega don Quijote al himo limite desu obsesiva necesida idclisra y,cabién una nueva pereepcion de su propia naturaleza intelectual y psiquica. El significado més recéndito del episosdio de la cueva de Montesinos cobra coherencia y légica a la luz de todo el desarrollo anterior dela personalidad de don Quijote y sigue desentrafindose, retrospectiva- mente, con sutiles vatiaciones de sentido, en capitulos posteriores: Cervantes, consciente de su gran creacidn, no nos deja olvidar este suceso hasta ya easi el final del libro. La primera pregunta que se hacen los lectores -sugerida por el spasmo Cenvances es sidan Quijote ha sofado Io que cuenta 0 #2 a inventado, El autor Cide Hlamete Benengeli afirma en el capitulo Gide Hamete en particular, se deja evar alguna ver por el entusiasmo (como np: | kelp eny tata ty Quijote le pasase puntualmente todo lo que [de la cueva] queda escti ftocadge's Algal ver ya a don Quiote en campana, Il, 71); ls props opiniones ino como personaje de novela, y sobre el lector la tarea de juzgar silo es 0 no: «ti, lector, pues eres prudente, juzga lo to» por no ser estas aventuras «contingibles y verosimiles» como las (Como cl parecer que da sabre el compartamiento de los duques con don Quijote y Temes ys epareceapSerifas l no ex fesporsabe pues it escibe al) sks 65 o be Ju sist anes ey Mme ove cual, «sin afirmarla por falsa 0 verdadera». Agrega que, al tiempo dé porque le conacia muy bicn «y ain quieren decir que era algo parience suyow, I, 136); {ec fonts y pricins como sospeca el ero autor Cervantes (I $2), No rela t39 ‘bjs con 2s nos soegura (pentoaizma eseudiiador M41) y la informsciin a 66 nog gr reguiere egeruing, Todo lo eval Te hace, a mento, iro eBlog NNUL XKIM,y XXIV dee squnda pare del Quire, Usieames Iodcn Edward C: Ricss en el captlo «El recurso a fos ators ftciows de 3 Heo cid Clisicos Jackson, con tudo prepa y nots por Federico de One Cr oni de novel en Cervantes, 3 ci, Madi, Taurus, 1981, pp. 316027: «La rEg nlp Don Quire dele ano vel, eet Ae 98 ‘xitenci de Cide Hamer ev una especie dz burl, tan afortnada que | ‘Nos refrimgsal arimervolamen pry egurd por I. Tas cas reo ‘pres cedetedespropnto, Es ef jc samplo de tol inert en gn el elato de dom Quijote vienen dl eapitlo XXII pp. 193-202 iho si‘exceptoames & Don Alvaro Tacf, que cs un caso peclar semen. a refrimor al cond ct de eam oe ops brs do ae 33). rmanosean, los mozos Ls len, lor hombres is entenden you vigor la celeb * Chao a desripcisn miniciosa dela casa de don Diego de Mirands, ini dice (iting 40). x Yaquetohns issn de csbaleros cos separeeen (H, 4950). -12- -13- areciere» (II, 203). El lector queda convertido asi en partici- get Pas la reacion literana, No que a prtipecién del lector ho haya existido siempre en las grandes obras, pero el planteo del papel del lector como co-autor no lo recordamos antes de Cervantes, Pep smpoco después hasta Balzac, Galdés’, Unamuno, Pirandello, Ril Ke, Katka, y ya casi en el presente, Cocteau, Sartre, Borges. De suerte Wue podriamos leer entre ineas una diabdliea y sutil sustitucion mets. {orien en las palabras de Cervantes: «si el episodio de la cucva resulea incongruo, dificil, u oscuro, la culpa es del gelgo del lector», Inversa- mente, Cenantes, Cie Hamete y otros gue wee aso escribene 1,24), quedan convertidos en otros tantos personajes noveleseos. ‘ times ‘al texto y al contexto. La boca de la cueva esti descrita con realismo paisajsta de meseta castellana «llena de cambroneras y tabrahigos, de zarzas y malezas, tan espesas ¢ intrincadas que de todo fen todo la ciegan y cubren». Al brirse paso don Quijote a cuchilladas Hhuyen sinfinidad de grandiimos cuervos y gros, murcilagos.. y ‘otras aves nocturnas» (IL, 189-190).” Acado con la soga desciende en la ‘oscuridad. Y aqui, rodeado de noche, de silencio, «eansado y mohic 7 ilies connec de GD. Trovran ss leno mcr ge eda Gon ieee ena ate ie amet ge re a oe i ane lp ad 6 uno So er ee rt pe appre hee ban cd By eglie oem at 0 eet ere oe Car si rr oes aoe : a ele ii ge ner ia paresis See any Coe oe os oa sist ening pen doc a eg eae {logos teatrales de novelas, suefios y alucinaciones, aprendidos posiblement fea en comme coon tran dea ng Ceram nen Sv toe an Sue la cee cen amt af Sash ig ga sapien El acre de Tormes, schol i one ee a eben pres ct sic ele ae Feel Tete omer ones sae doe: Lue tinen de voniin El Lear, Cervantes y CuUSh cee te tee ea vlan coment taco del AOE Sree Serta Pepe Steaetalane henge RV ie) TPO Fee ee lenis centaur bin, rineipalmente, por Fermin Cauatueko tn Pericia geogriee de Miguel de eee jee Dan Qe de che, anh, ire Ye Fee en Las de Bon Que Mor 193, 133 1 to ied de Cael Suncom a rua Mati rar iinconesy aber dee cos Mad Pehercetisad Wali py, Sc050e. Le devon 9 amen eee ee eee roe nantidemaysrcon pais SlCr aon aoe 2Pitaton de Cavenesj como en chy. La game ‘cna enon pine Poncfamese ee = 144 rnuy bien exalt nos de rere ependiente~,«pensatvos econfuso»consierando c6- ‘mo «calar al fondo» de fa cueva, sin tener quien le esustentase», se sienta sobre el rimero hecho con la soga y le coge «profundisimo suefio». Todo lo cual es preciso en el nivel literal, pero de dobre sentido sugestivo (no diriamos ambiguo) en el nivel figurativo. Todas estas palabras junto con la soga, ligadura que tambien puede leerse figurativamente, le colocan en el smbito de fa gran soledad metafisica del hombre: la falta de comunicacidn directa o indirecta con los demas, y.la confrontacién consigo mismo. El primer sentido de «calar» en el Siglo de Oro es el figurativo de «penctrar hasta el fondo» de «com- prender el secreto de una cosa», Este sentido esta reforzado por las, Sospechas sobre su mundo ideal implicitas en sus palabras antes de la Ilegada y descenso a la cueva de Montesinos asi como el temor de verlas materializadas: queria entrar para ver «a ojos vistas si eran verdaderas las maravillas que de ella se decian» aunque «llegase al abismo» (II, 187, 189). Don Quijote queda literalmente dormido, © figurativamente si se prefiere, pero internamente inquieto. 'Y asi, desde el principio se establecen dos planos de realidad; el externo, superficial, literal; y el interno, esencial, metafrico. La con- versacién con Sancho, precedente al descenso, participa de ambas cualidades. Tampoco nos parece ambigua en sila ambigiiedad viene ‘en otra parte~ pero si sugerente de mis de un sentido. He aqui el texto del comienzo Sela vision, relatado como el despertar al mundo caba- cuando menos lo pensaba, sin saber cémo ni cémo no, desperté [del sueio) y me hall en Ia mitad del mis bello, amenoy deleitoso prado que puede celar nauralera, ai imaginar la mds disereta imaginacin humana, Despabilé los ojs,limpiémelos,y vi que ‘no dorm, sin que realmente estaba despiertos con todo esto, me tent Ia eaber3 10s echo, por certfcarme si era yo mismo el que al estaba, o alguna fantasma Yana y ontraecha pero el acto, el sentimiento [os discursos conceradas que entte mi hacia, Ime cenificaton que yo era all entonees el qu soy aqui ahora. Oftecidseme luego a 12 ‘ins un rely suntwoso palacio oalcizarcayos maros y paredes parecian de transpa ent y claro cristal fabrcades.. (II, 193-194). Aqui se plantea el segundo problema, el de la realidad y su senti- do, A’primera vista parece plantearse como lo hizo Calderén en Se- fismundo: «la vida es sucio», 0 a ls inversa «el sueio es realidad», Pues a partir de este momento todo lo que pensaré y sentir’ don ijote en materia de eaballera ick matizade por la experiencia de Ta ‘eva, y tendrd mayor valor que todo lo que sintié antes al enfrentarse ‘on los varios disraces de la realidad a lo largo de sus andanzas. * Viase dl sentido de esa palabra y sus varias aespeiones en el diesionario de Juan ons, Bera Fiori Franch, 1984 vo 1p 899, En ova parte del Quote eel verbo ceil» com el mismo significado: «desde el emprincipio me ea y me rendid. dice Sancho (1, 6), -145- En este episodio parece que hay otra dimensién dél concepto de realidad, y esel de la dentidad del hombre, no ya sdlo entre el externo decarne y hueso, y el interno que piensa y siente, sino Ia identidad del hombre esencial en el tiempo. En diversos capftulos del libro ha trata- do Cervantes de Ia elusividad de la realidad en el sentido de que nuestra vision de ella cs incompleta, parcial, y desvirtuada por aues- {ros conceptos sociales que nos obligan a compromisos y convencio- nes; por el lenguaje, compuesto de definiciones limitadoras; por los ‘Sentidos mismos, engaiosos cimperfectos instramentos para percibinla Yy por el caracter extrordinario y fantastico con que se reviste en oca- Sones, Seria ocioso traer ejemplos al caso, puesto que el libro todo trata el tema de la realidad directa e indirectamente. En el episodio de Ja cueva cl tema inmanente nos parece ser el de la continua transfor- macién de la realidad externa o, si se prefiere, de la constante meta- morfosis dela identidad del hombre. Tin el primer pirrafo del relato, Cervantes hace por lo menos ‘cuatro cosas. Primero, establece Ia identificacién entre don Quijote despierto y don Quijote dormido mediante un método pragmitico, tue pone de relieve el realismo y dramatismo del concepto de identi- Gad. Segundo, confronta al lector con la visién de don Quijote direc- tamente, sin la intromisién del autor, obligandole a entrar en el perso= naje y su composicion intelectual mediance la identificacion con él r. Es decir, se inicia en el lector la doble catarsis de jote y Ia propia.’ Haciendo internamente toda Ia apropiada sustitucién de simbolos proporcionados por su misma experiencia lector sufre, en carne propia, la progresion, agobiadora y cémica a un tiempo, que va de lo migico visual («ameno y deleitoso prado» en el que se levanta «un real y suntuoso palacio o alcdzar» de cristal) a lo Grotesco conceptual del final del relato (Dulcinea necesita seis reales porque esti en gran «necesidad»). Tercero, hace entrar al lector en él mundo vivo de la creacién literaria al obligarle a reconstruir Ia reali; dad para captar su sentido mediante el conocimiento que tiene personaje hasta este momento. El lector sigue un proceso paralelo el analista que estudia los datos y al del poeta que capta vivencias: Cuarto, el proceso mismo le orienta, partiendo de consideracionss Titerales, hacia consideraciones abstractas. i ‘Contrariamente a Ia afirmacién de Cide Hamete de que la aventt ra de la cueva no ¢5 «contingible y verosimil» como las anteriores ¥ (que «parece apécrifa» es, tal vez, [a més real de todo el libro desde ppunco de vista de Ia autenticidad humana, porque ¢s la manifestation "Rage Cea anc abl exec on coments porsunobtas est Ruan p 9) nonparce que el Quire entry 2 S00 Fe Ry a Palace deueaode reve since lati means honor sve de enon 8 lesorcomlor personales = 146 del subconsciente en que no median la voluntad nila accién externa. ‘A estas inversiones implicitas nos ha estado acostumbrando Cervan- tes desde el comienzo del libro. FE epiodio’mismo de Ia cucva xt prefgutado en, a relacion poética del lago encantado que nos hace don Quijote en el capitulo L de Ia primera parte (pags. 523-525). En esta relacién, un valeroso caballero se lanza al «negro y encendido licor... de pez. hirviendo» del Iago por el que cruzan nadando serpientes, culebras y lagartos, al Ilamado de una «voz temerosa» que enciende su valor. Se encuentes de pronto en unos campos floridos y apacibles florestas en medio de Tos que se yergue un fuerte castillo 0 alegzar de oro, diamantes, rubies y petlas. Por sus puertas salen hermosas doncellas de vistosos trajes a {etibirle, Si decie palabra, lo despojan de sus armas, lo engalanan con ceamisa de cendal delgadisimo, como conviene a caballero de tan n0- bles prendas, lo llevan a una sala donde le tocan miisica, le lavan las manos con agua destilada de olorosas flores y le sirven deleitosos manjares. Por la puerta de la sala entra y se le acerca una hermosa doncella encantada. He aqui la imagen de palacios encantados que lleva en la cabeza don Quijote al acometer la empresa del descenso ala cueva. Efectivamente, ambos relatos coinciden al prineipio pero en segui- da se-va desvirtuando el de la cueva: en vez. de hermosas doncellas sale por la puerta principal un venerable anciano inapropiadamente vesti- do para noble caballero, y esté fuera de caracter ya que es Montesinos, yen vez de armas leva un rosario. Igualmente extraias son las vesti- duras de las doncellas que acompafian a Belerma euyo aspecto 5 lamentable y no como la pinta la leyenda. En este palacio ni se come, tise duerme, y en ver de «maravilloso silencio» estin los lamentos de Belerma, las quejas de Durandarte, sus palabras vacias y resignadas, asi como las pedestres de Montesinos y las labradoras. En vez de buen olor, hay que echar sal al corazén de Durandarte para prevenir el mal olor. Ea vez de Ia hermosa doncella encantada esta Duleinea transfor- ‘mada en tosca labradora de modales risticos, y, en vez. de ser engala- nado don Quijote, lo que le ofrece Dulcinea en prenda por el présta- mo es un faldelin'de mujer, Como se ve, esta vaion es ants de Ia historia del caballero del lago. La desvirtuacién corresponde a las dudas y las preocupaciones que lefamos en las palabras de don Quijo- teantesdellegarals cucva, El episodio de la cueva de Montesinos se lee con facilidad en el rivel ligeral de sueio-pesadilla, alucinacién, o pensamiento obsesivo e “incontrolable. Numerosos detalles, compuestos sobre detalles de la tealidad, tienen ese inconfundible cardcter por lo extraordinario 0 lo Rrotesco. En esto difieren de los del relato del caballero del Iago que fon de caracter magico. Sélo el «palacio o aledzar» (en el otro relato &a ccastllo» o «aledzar») y los encantados rio Guadiana y lagunas de Lidera participan de magia, ~147- Entre los detalles de carécter extraordinario se cuenta: «) El des- mesurado rosario de Montesinos (cuyas cuentas son «mayores que medianas nueces» y los dieces «como huevos medianos de avestru2», B) La efigie de Durandarte de «pura carne y puros huesos» que habla y se mueve en vez de ser de bronce, mirmol o jaspe, como seria de Zeperar en un sepulero. c) El corazon de Durandarce que pese «og Iibrass. ‘Los detalles de caricter grotesco se hacen mis notables a medida «que avanza el relato, y al final, de visuales se convierten en concepruar {Bs revelando la navuraleza esencial de la preocupacién: «) Montesinos va vestido con «capuz de bayeta moradan, «beca de colegial», «gorra imilanesa negra» igualmente incongruentes con Ja larga barba blanca, “el continente, el paso, la gravedad... a anchisima presencia» y con el rosario que sostiene en las manos. b) El instrumento con que Monte- Sinos saca el corazon de Durandarte no es una elegante dags, sino un “ipulal buidor. c) Belerma lleva turbance blanco «al modo turquescos Yvade ut, como ls demés damas de su séquico, pero secubierto por ocas blaneas. d) Montesinos y don Quijote laman hermosa a Beler- ina, pero aparece con «dientes ralos y no muy bien puestos», «cejijun- tan, nojerosa, wy de tex amarillenta» por «las malas noches y peores dias que pasa» en el encantamiento. e) Belerma trae en las manos el corazn de Durandarte de «carne momia» segtin parece por lo «se20y, Smojamado». f) Dulcinea le pide prestados a don Quijote sobre un “fadellin de cotonia» que asegura ser «nuevor, unos miseros «ses reales», cantidad que contrasta grotescamente, ¢ irénicamente por su disparidad, con la salida de don Quijote de querer ser «un Ficar» para remediar a su dama. Contrasta todavia con mayor ironia la maten: Gad de Dulcinea con la idealidad de que la ha revestido don Qui en su imaginacién, g) La labradora mensajera de Duleines hace una Steabriola» en vez de reverencia «que se levanté dos varas de medir em GLairer. Lo que siente don Quijote por Dulcinea al verla en este estado no es reverencia ni amor, sino «pena». ig "A estos detalles internos podrian sumarse los siguientes datos cexternoss a) La desproporcion temporal entre la hora que pass dom ‘Quijote en la cueva segiin Sancho, la media hora, segin el narradon Ibs tres dias con sus noches segan le parecieron a don Quijote. b) sofardedon Quijote quedespierta.c) Lainsensibilidad eimpe lidad de don Quijote frente alo que ocurre ance sus ojos, sobre (0) frente a Dulcinea, mis como la del espectador que la del interesa¢0) hrasta el punto de lamentar con ironia su falta de fondos. d) La prot iad nies ripca de lo obssivo que equine acumen Te ara disiparla, (Si esto parece exagerado desde el punto de vista Fassc'de'modo mis simbolico, como hemos tenido que hacet of caso de numerosos acontecimientos que le suceden al caballero, son batallas, duclos, porrazos y pedradas que hubieran man’ ‘otro mundo a cualquier eineuentén no hecho a moleduras. Sim = 148 mente leemos estos episodios, como otros més metafisicos -el de los Teones, pongamos por easo~en el sentido de que el Znimo y el epirita pueden mas que los impedimentos fisicos). ¢) La vaguedad que van Edguiriendo los acontectmientos de la cueva para don Quijote a medi- dq prs el depo, haga pune de qe seas dando at a constante incredulidad de Sancho" Tanto ts as. que es don Qui 2instanias de Sancho, quien pide Meese Pedro que le pregunta st ‘ono adivino si ciertas cosas que le han pasado en la cueva de Monte- sinos ehabjan sido sofiadas o verdaderas, porque a él le parecia que tenfan de todo» Il, 218). Llegado a Barcelona ya no da opinién pro- pial preguntarle ala cabeza encantada si «fue verdad o fue sucio» lo eontecido en la cueva (II, 513). Al pensar ahora en Dulcinea la ve “brincar y subir sobre su pollina», imagen derivada (lingiisticamente, A menos) del vs ely de le vsion de I cucea junta, Be decir ue él mismo ya no distingue en el terreno de ia realidad y esta Uipuesto a aceptala identidad entre cl don Quijotridelistay cl don Quijote desilusionado. Fl episodio de la cucva de Montesinos puede leetse en un plano simbélico no opuetto, sino superpuesto al literal. Los contempord- neos de Cervantes, mas conocedores que nosotros de las literaturas caballeresca y mistica, pudieran ler el episodio con cierta faiidad en tate sentido: «) La invocaeiOn a Dios eon soraciones= y a Duleioes con «plegarias y rogaciones> pone a ambos en el mismo plano de manera directa. Indirectamente, en varias ocasiones se ha sugerido el paralelo desde el comienzo de la primera parte'', 5) La identidad entre . Los conceptos misticos de «ataduras y de edivina tiniebla» tienen en la cueva de Montesinos una representa. cidn grafica. d) El palacio o aleézar, todo de cristal transparente, acce- sible 0 inaccesible a los ojos del entendimiento, segin anime el amor la fe, recuerda el castillo interior del mistico, al cual se penetra por concentracidn y la voluntad pese alas sabandijas y otras alimaiias que lo circundan.'® Los literales cuervos, murciélagos y otras aves noctur- nas que escapan de la boca de la cueva, hubieran espantado a don Quijote si «él fuera tan agorero como eatélico cristianon (Il, 190}, er penetra por su xinvencible corazdn y «inimo estupendo» (palar ras de Montesinos, pensadas por don Quijote, Il, 194). A la base de ambas imagenes esti la voluntad, o libre albedrio, y el esfuerzo por Hepa 3h contemplacin, En a svocaciin a Dusinea die don Qu jote: «Yo voy a despefiarme, a empozarme y a hundirme en el abis- ‘mo... slo porque conozca el mundo que sit me favoreces, no habra imposible a quien yo no acometa y acabe> (II, 190). El «si ei me favoreces» es ese favor, o gracia, que pide el alma al Amado para alcanzar la unién espiritual. Hasta aqui el tono caballeresco y el st bolismo mistico se corresponden. No ya lo que sigue: e) Durandarte, «flor y espejo de los caballeros enamorados y valientes de su tiempo* es como don Quijote, «flor y nata y espuma de los andantes caballe= ros» ~palabras de Sancho als entrada de lacueva y auto-concepto de Grados, 1955, pp. 352356. Aunque las obras de Son Juan no se publicaron hast 1618 lieron ser conocidas de Cervantes en alguno de los varios manuseritos que 3 desde ates de ls mucrs de San Juan en 1591. Digamos, ineidentalment, 366) deseenso de don Quijote modiante una soga coincide con ia Tugs de San Jua® Prigrato de Teledo, medisnve una s0ga improviends, ‘ sy ‘San Juan oe Car, Noche one del ane en Obra, Buenos Aes, 1927 Ui,p, 484, Vee nos ater i: "sm que aparece en Senta Angels de Foligno, lo pit Santa Tees © varie Ven tino gv 2 ae "SE castillo el ama de dante my cao cristal de Sana Teresa de bunny amas eat come cay acento omo el eae que lo abies guard as laves gpurceen em aco a Sits Ter rshcscole Osuna Benarine de Lalo ce los Vee Ereaccoves Amour din Eel at essa de Se eve, Par, Bb det Beole des Hawes Brad ispaniques,125¢pp. 931-335 150 don Quijote—o como Amadis, «flor y espejo de los andantes caballe- ros» (II 191, 361)."* La identidad entre todos los caballeros valientes y esforzados esti establecida, particularmente entre don Quijote y Du- randaree, Durandarte, de carne» y chueso» sobre su sepulcro de ‘mirmol, tiene mano «peluda y nervosa, sefial de tener muchas fuerzas su duciio», como la de don Quijote deserita por él mismo antetior~ mente: «La contestura de sus nervios, la trabaz6n de sus musculos, la anchura y espaciosidad de sus venas» dicen «qué tal debe de ser la fuerza del brazo que tal mano tiene» (I, 467). Por debajo dela varia~ . e) Mucho mas tarde, en casa de los duques, cuando Sancho quiere que se crea todo lo que cuenta haber visto en el viaje de Clavileso por el cielo, don Quijote le dice al ‘ido: «Sancho, pues vos queréis que se os crea lo que habéis visto en el cielo, yo quiero que vos me credis a mi lo que vi en la cueva de Montesinos. Y no os digo més» (Il, 344) f) Y atin mis tarde, cuando Sancho tiene que flagelarse por sentencia de Merlin para desencantar a Dulcinea, las palabras de don Quijote («Dulcinea esté encantada por tu descuido y negligenciar, II, 482) y el encono al querer darle los latigazos él mismo para apresurar el desencantamiento pudieran pare- eer significativos. Pero todo esto presentaria a un don Quijote malicioso que no ‘conocemos y de una premeditacién fuera de cardcter; pues si bien es, Tana, qv rat ng due dew nao por paededon Que. Renal SA Rela 2 Galore sear and oe onc, Barston eb Ase Replace res Bar Gale fou, Rev Yous Cos Uf stp 8) Tor ae ne cane Kal Be y Gl MF dren pu Bo bs red nein Bley en tse dats ts df peste porto b rcs tran ce, ls segunda explorando ¢l subconsciente de don Quijote mediante la teoria de accién eBEN Retna ke fee a ead Ca dee tar es i bide od Sire Roatan de tind de Blo ete ea adr oy le Aen ich Gt tM on "Bol Queso pony MLM wise cones iiee 3. ri conada liga popioscio yoga is propia aon ta Sean's go la lay ot ataln sar ota mat tured on ao nosed re ado pe eles sot ops Maske Phaeton crn y apenas Sokebots, cuando on inet elses dome 155 consistente con su nueva suspicacia desde el comienzo de la segunda parte (véase la conyersaci6n con el Cura y el Barbcro, cap. 1), no lo es con la integridad de su naturaleza, Lo natural en él es ser sincero («no ‘sé historias», II, 19). Ademés, atribuirle la construccion de una trama tan complicada parece imposible pues, segiin consideran el Primo (II, 199) y Cide Hamete, «no pads fabricar en tan breve espacio tan gran. maquina de disparates» (Il, 203). Un engaiio, asi a secas, por parte de don Quijote no convence,” Cervantes no quiere que nos despeiiemos 3 esa vertiente y disipa las dudas que ha creado previamente en el Rector advirtiendo por boca de Cide Famete (II, 203), de Sancho y del Primo (11, 199), que don Quijote no miente y' por lo tanto es initil buscar ahi la solucién del enigma. Pero si puede tratarse del valor que damos a los datos en oposic cidn al sentido, o sea de la aventura metafisica de la lengua, las in- terpretaciones y la comunicacién de la verdad intima. En este caso la aventura de la cueva pudiera leerse de manera mas ingenua, mas ambi- wea, tal vez, de mayor realidad psiquica: Don Quijote va contando, cindidamente, lo visto en el orden en que acontecio en el suefioy alucinacién, o imaginacién obsesiva. Las interrupciones de Sancho el Primo, que le piden datos de orden material para poder creerle 1 recuerdan, 0 inspiran, detalles como el de no dormir ni comer de los encantados ~sentencia popular que don Quijote ha oido de boca del mismo Sancho-*, 9 datos concretos como el atavio de Dulcinea, los cuales corroborarian innegablemente para Sancho la verdad del relato. De ahi su alacridad al proporcionar tan certera evidencia, que delata, por otra parte, Ix necesidad, tanto més poderosa cuanto mayores du das se infiltran en sus convicciones, de ser creido. La sutileza de este detalle reside en que tanto con malicia como sin ella, don Quijote tiene cogido a Sancho sin que cambien las posibilidades de haber sohado, recordado, inventado, o crefdo ver bajo la sugestién misma. de las preguntas. Al contar la experiencia vivida, las palabras van recortando del complejo fondo psicoldgico formas de perfil nitido que se iluminan de tun sentido claro mientras el fondo informe y vago del que se hal destacado retrocede hasta perderse. Esta ¢s la inevitable alteracién de 1h comunicacién oral no sélo para don Quijote, sino para cualquier mortal. Al poner de relive ala Aarde lnoneeacia significados preci sos solidificados en Ia palabra, se va crcando una interpretacién: ES decir, lo que nos da don Quijote es la interpretacién de su rool oi 1. G.Stuinonntdaeont ene deals con is esdion ipods os Secesos date infieme donde nose come, bbe, 9 duce onssleratin gules oportu ( Quixote rose Epiew en Forum ov Modern Language Studien, 1 1966 68) i ham que descends Jets donde cro ay emp, nibsmbre arsed (ve aots3) ~156— coms ibn dueme..que no pre sip gue ent encanto: (5 i6n, la cual se va definiendo a medida que va revelindose para él ‘mismo, al traducielo en lenguaje, su propio interior. ‘Tampoco seria ésta la primera vez que haya bordado don Quijote sobre su realidad o que haya inventado semiconscientemente. Recuér- dese cémo no ve a Maritornes tal cual es cuando la tiene delante y ccémo al evocarla aumenta todavia sus supuestas prendas (I, 142). Lo ‘mismo sucede cuando don Quijote pone palabras descriptivas de las bellezas de Duleinea en boca de Sancho que le viene a dar noticias de Ja dama (I, 317-318). La diferencia principal con las alteraciones ante- riores estribaria en que éstas, en vez de embellecer afean, reflejando el desorden interior junto con la ambigtiedad de sentimientos y convic~ ciones. El desorden interior se refleja, ademas, en otro tipo de desvir- tuacion originada por el deseo de aferrarse a sus creencias: [a de con- cluir lo opuesto de lo indicado por la evidencia, no ya la externa, sino dentro del marco mismo de su propio mundo caballeresco. Al salir de Ja cueva y abrir los ojos lo primero que exclama es: «..me habéis quitado de la mas sabrosa y agradable vida y vista que ningdn humano ha visto ni pasado» (II, 191). Esto va seguido, sin transicién, de una lamentacién por los encantados de la eueva. ¥ al contarnos la expe- riencia, es toda amarga y lena de sinsabores, aunque don Quijote ‘mantiene wna actitud ennoblecedora y reverente al contarla, atin a través de Ia ironfa final, de manera que hay un enorme contraste entre el contenido y el tono.** La posible conciencia de la desvirtuacion no disminuye la autenticidad del fondo que la origin («No se pueden ni deben llamar engafios ~dice en otra ocasién don Quijote los que ponen la mira en virtuosos fines», IT, 185) y aqui la vireud consistiria en decir con nobleza y sinceridad lo que le sucede por dentro. En cuanto 2 la parte relacionada con Dulcinea, salvo pequeftas variaciones, casi no diverge de la realidad externa de las tres labrado~ 1s que huyeron despavoridas ante el aspecto y palabras de don Qui- joe unos das ants, La caractersen deovitazeon onirice es menos patente aqui. Si por un lado, la invencién parece més factible por mis ajustada a los hechos, por otro lado la desvirtuacién ideol6gica es tal ‘que resulta casi inconcebible sin buena dosis de cinismo.** Si esto es 2 Sobre el imbre y tono de vox grave, firme, reposida y sonora en la smanera tle de hablar de don Quijote vee sl arisla de Toms Navango: rE sen eri del onsen Reve Papin oder EXXI(DG9, 8.307, lador de Maaniaca ve un engafi, por parte de don Quijote, on sis puntas 4 cinismo, que explica identficando 2 petwonse con un Carvanss ideals pro ea ‘situsionado refugiado en el humor, Dealt lo inesperado des aevitad de don Quits, al mimo Madariaga le parece imposible: -Don Quixote a homorist; Don Quixote Atsalist; Don Quixote irreverent! (Op. pp. 112-118). Como se verk par nuestro (G29 no compartimos su interpretacién. Tampoco compartimos Ia interpretacién de \Guilemo Disz Pl quien va sin mas kos: bratdera episodio como farsa entra Sera See em ben batier eetnge em cary Popo embers expend Src y el Pimoepn Dias Pl Corte <0 -157- inadmisible, entonces ha de considerarse la visién como producto de a revelacidn. En este caso el engano de don Quijote consistiria, no en haber forjado un engafo, sino en no querer aceprar 0 revelar totalmente sus deserubrimientos intimos, implicitos, sin embargo, en al relato y en la evolucién del tono desde la maravillada deseripcién del principio hasta la agridulce ironfa del final. La mayor diferencia entre esta aventura y muchas anteriores esti cen que no hay testigos que puedan presentar «st» versi6n de la «real SAIS ue el sentido de lo que cuenta don Quijote diverge conside- rablemente de lo que pudieran esperar de sus convicciones quienes ‘como Sancho, el Primo, o el historiador Cide Hamete, no se percata- ‘Sen de la metamorfosis que habian sufeido. Una de las razones para poner en duda Ia veracidad del relato es, justamente, lo inesperado de Gen el contexto del mundo caballeresco de don Quijote. Tanto es asi {que casi yaal final del relato exclama Sancho: «Bien se estaba vuestra mereed acarriba con su entero juicio, tal cual Dios se le habia dado ...y to agora, contando los mayoresdisparates que pueden imaginarse Sin embargo don Quijote ha estado contando «disparates» desde el rincipio y en varias ocasiones Sancho lo ha creido loco. En cuanto a don Quijote mismo zes 0 no consciente de ser victima de un posible engaiio de Sancho? z¥ cual es el grado de lucidez que aleanza dentro dela propia revelacion? En el momento de una revela- Gién coexisten en el espiritu dos realidades distintas, la anterior y la nueva, Se puede asi creer sin creer («cteo, pero ayuda mi increduli- dads San Marcos, 9,24), fingir sin mentir. He aqui Ia ambigiiedad. La ambigiiedad del sentimiento y del pensamiento en momentos de gran tension emotiva es recurso preferente de Cervantes. Lo ha utilizado en algunas de las novelas intercaladas en el Quijote y en toda su obra posterior. Un antecedente donde deja ver el hilvn del recurso se encuentra en la «Historia del curioso impertinenter. Al describir ls comedia que finge Camila al defenderse del amante Lotario para con= vencer de st inocencia al marido Anselmo que sabe oculto tras una cortina, cuenta Cervantes: «..viendo que no podia haber (herit) @ Lorario, 0 fingiendo que no pedis...» (1,370). El lector se queda sig saber si finge 0 no, porque Camila. misma parece no saberlo: es presa en su propio papel confundiendo lo que siente con lo que rept senta. i La diferencia entre In presentacién de Camila y la de don Quiigis en la cucva es [a entera autonomia que se le concede a este sexu Gime cl easrueques cuyos hls se trasparentan en él «como si de alg. despertarse ol ser oa saventura apéerae, el comemaro de que «70 5° Bu ‘Roses a gue pc meh virsors ncn, gence og tiva por pate de don Quijote (dice Di Quiet some de gu Quire desmiemte (od SS Heres ne = 158— ppersonaje. Anotemos, de paso, la cualidad teatral tanto de la represen- Encion de Camila como dela vision de don Quijgce, una manera mis de climinar a un autor enfrentando al lector directamente con los personajes y su interioridad. Los datos son precisos, pero el sentido de los sentimientos e ideas que afloran a la conciencia de don Quijote son ambiguos. Si por un lado resulean coherentes, por el otro no son claros, dentro del praceso y evolucién del personaje. Toda claridad en nto 0 una dsvrtacion mis, en don Quijote pucde ser consciente de representat un papel, ses refljo dl estado de desorenacion © reoriemacién por que esti pasando, Esti representando el papel de su propio desengaiio tm ese sentido es autem. Para Saneho, el Primo, o Cide Flamect «no pudo fabricar en tan breve espacio tan gran maquina de dispara- tes», pero para el lector bien pudo haber representado plasticamente, intuigvamente el choque entre sus conviccionesy sus dudas: su est do interno es ei que le proporciona todos los detalles. El concepto de disociacién entee el don Quijote aferrado a un ideal que no quiere abdicar, y cl Alonso Quijano que concibe, desde dentro del orto, los fracasos, y le va suplantando hasta dominar en el lecho de muerte, adquiere consistencia en el episadio de Ia eueva. Esta disociaci6n conceptual, paradéjicamente, afirma Ja identidad cam- biante de don Quijote. Al volverse hacia el pasado, el sentido de pensamientos, sentimientos y convicciones de ayer se ve en proceso Ee transformacion, y lo que pudo ser verdad para el don Quijote de ayer, puede ser semiverdad para el de hoy, o invencién para Alonso Quijano el Bueno en un proceso retrospectivo de aquilatacion. Y, retrospectivamente también, Alonso Quijano puede ir adquiriendo foncisncia del engaio de Sancho, lo cual se releja en los eambios de tono y aettud al hablar mas tarde con el dela cueva (epsodios del mono adivino, la visién celestial de Sancho, la cabeza encantada y el nneio posterior con respecto a la cueva). Para Alonso Quijano tan inventados pueden ser partes del relato, como todo él, como los gi- gantes de las molinos de viento, o los de los cueros de vino, como toda la visién caballeresca de don Quijote. Por eso, también, que sea Alonso Quijno quien renegue del verdad de don Quijote tiene jo tal ver. si, pero no mentira! Cervantes ha llegado a al gran relativismo de la verdad humana. Empez6 por la alirmacion Pragmatica de l identidad de don Quijote para llegar a la negacién del encialismo en el terreno humand, Cuando Cervantes nos propor- fiona datos contradietorios e insiste sobre si es o no cierto lo ocurrido ula cueva de Montesinos, si sof6 o invents don Quijote lo relatado, ti subrayando, como en otras ocasiones, lo ajeno de tal preocupa” ‘on al verdadero significado del episodio. Se burla, por ejemplo, del Salor que concede a los datos cl Primo ~nombre significative que 'ede leerse con may iscula (y asi aparece en varias ediciones) acom- = 159— paitando los supuestos calificativos que encierra el nombre?” con el de “ de donde, fiat SP aa pF ee "Plena noah Sec ens tl Pe o's need ees i pelea motrin cen a mate dae = 160- tun proceso silogfstico vertical «sofiadas» y «talsas» son sindnimos, y también lo son «verdaderas» y «verosimiles». Pero por virtud del anterior rizonamiento, lo falso, lo sofiado, refleja igual que lo verosi- mil y lo verdadero la angustiada interioridad de don Quijote y asi resulta verdad, Por otra parte, lo verosimil y lo verdader® algo tienen de falso en su sentido literal de dato histérico, aunque no en su senti- do silogistico, De ahi que leguemos 2 una especie de equilibrio entre lo «softado-falso> y lo «verosimil-verdadero», que ya no son antitesis, sino puntos de vista sobre a balanza concey w sentido de la verdad no es hist6rico ni moral o,sise quiere, se acerca al de la verdad renacentista y diverge del de la verdad proses- tante, Artisticamente, la verdad es, para Cervantes, verosimilitid (que no ofrece caricter alguno de falsedad), es lo veridico (o que incluye la verdad).*° Sobre esta base, tanto lo soviado, como lo intuido, o senti- do, y expresado por don Quijote, cualesquiera que sean las palabras © las imagenes a que recurre para hacerlo, revelan la esencia desu estado interior (aun inventando ~mintiendo- dice el hombre la verdad de si mismo) con toda la ambigiiedad del sentir y el pensar inherentes al ~ lcg minodel al ge y eel xncen, se in Tes Spite nei, gl nn eed Coca fers, Bes BaP ae age prada Canale eens I gee aes core set ae sein ae "Wer ran ments be ees le Cohan dete i gamettaacog = ae este fc ls UPI ise es See SE ic ee ur maa eee Amin Ce oe eo aera oe a Tea tea bee so berSee feb netlaeeren mee creas SLY Sas nie agdegral on wal gent gas ise Sy see re ene meee Ge Su Sai Ter eh ce ened Es Ute aduetcemene peers aeeenas re eels dn nen bmn See oo ee ie ois ams eh Seat Encl oats eee oleae oan sl Sa Ae el in hacia eso aan ne eet ecient Cor Byford culle aonb ap fee meas Stas upmuiiead ee ome green Gs.» (p. 216). Edward C. Riey hace un certero estudio en el mismo sentido en los giana Masia ratty greet ee eur ikea Sip PE ee ee ses lant tm nage Gece ened tite ed eles: Ea Sogtiaten eh de egies ae ace pee ea seyRincuckncnae2 pedestal ody 161-

You might also like