MILIO MARTINEZ. MATA (coord.
CERVANTES Y LOS CAUCES
DE LA NOVELA
VISOR LIBROSLa transformacién de don Quijote
y Sancho en la Segunda Parte
Edwin Williamson
Universidad de Oxford
Apenas hace falta seftalar que la relacién de don Quijote y Sancho
Panza forma lo que podriamos llamar la espina dorsal de la novela de
Cervantes, pero esta relacién es tan variada y multifacctica que parece
aber desalentado un andlisis sostenido de su evolucién desde el prin
ala muy ar
n palabras de
cipio hasta el fin de la novela. Esto se debe en gran part
da costumbre de interpretar a los prota
Salvador de Madariaga, «como dos figuras de antitética simecria
dealismo/realismo, espititu/materia, alma/cuerpo, imaginacié)
sentido com
mana» del cal
n, etc.— en ver de apreciar la «movilidad vital y hi
lero andante y su escudero.' La tendencia a ver a don
Quijote y Sancho como representaciones simbélicas de valores op-
uuestos tiene sus origenes en el siglo Xvitt con la tardia ilustracién
mana, pero se generaliza, como demostré Anthony Close, a partir de
los roménticos, que pasaron por alto el risible bufén que concibié
Cervantes y convirtieron a don Quijote en una figura noble y heroic:
hhasca en una encarnacién de la condicién alienada del alma moder.
a2 De ahf que se empezara a ver a los protagonistas como simbolos
de ideas o valores abstractos.
Salva udaiaga, Gua del lector del «Quijoter: Ensayo psicoldgico so
Quijote [1926] Segue ed Aires: Editorial Sudamericana, 1943), p. 16
-ontinuacién la paginacin de ls eita se inconporaré en mi text,
‘Véase Carmen Rivero Iglesias, La recepciéne interpretacin del «Quieter en la
Alemania del siglo xvus Argamasilla de Alla: Coleccién Casasayas, 2011). pp. 17-2
subsiguientes, y And
bridge: Cambridge Universi
j 10 «Don Quisotes (Cam34 EDWIN WILLIAMSON
Ya en 1927 Jorges Luis Borges consideraba este tipo de inter
pretacién del Quijote un «lisico error» porque «lo desciende a cosa
alegérica, y hasta de las mas pobres».> Desde mediados del siglo xX,
critics como A. A. Parker u Oscar Mandel —los Ilamados criticos
«duros»— reaccionaron contra las lecturas «roménticas», aseverando
que el objetivo primordial de Cervantes era castigar las fantasfas del
hiidalgo manchego. Esta linea dura fue reforzada por P. E, Russell en
su ensayo, «Don Quixote as a Funny Book», donde se sostiene que las
implicaciones filoséficas 0 poéticas atribuidas al Quijore desde los
tiempos de los romanticos no fueron percibidas por los contemporé-
neos de Cervantes porque la obra fue universalmente aceptada como
un libro burlesco (fisnny book) hasta finales del siglo xvit y la idea del
patetismo de la figura de don Quijote no aparecié hasta mediados de
ese siglo, y en Inglaterra.’ Siguiendo estas observaciones, Anthony
Close dedicd una serie de trabajos sobre el Quijote como obra maestra
de la literatura cémica, culminando en un estudio que trata la novela
de Cervantes como una obra neo-c
en st opinién, en un principio de «decoro» que debe asociarse con la
ica en el sentido de que se basa
racionalidad y el buen gusto.®
No obstante, a pesar de poner en tela de juicio la idealizacién ro-
mntica de don Quijote, los criticos duros no evitaron ellos mismos
una tendencia a idealizar la obra de Cervantes y, concretamente, la
figura de Sancho Panza. Estos criticos solian adoptar una Ifnea mas
fis Borges, «La conducta novelistca de Cervantes», en £1 idioma de ls
Barral, 1994 (1928]), pp. 117-122 (p. 117)
"Ta famosa distineion ente «ros» y sblandoss fe una ocurrencia de Oscar Man-
dll, «The Function of the Notm in Don Quisotes, Modern Philology, LV (1957), 154:
63. Ouroscriticos duros, ademds del ya ctade Close, son: A. A. Parker, +El concept
dela verdad en Don Quijoter, Revista de Filologia Espanola, XXXII (1948), 287.
PE, Russell, «Don Quixote asa Funny Books, Modern Language Review, LXIV (19
312-26, Daniel Eisenberg, A Study of cDon Quite» (Newark: Juan de la Cuesta, 198)
James Part, rich Auerbach pensaba que este episodio tenia wun lugar especial n la novel,
hubiera podido convertrse en cuna crisis terrible rayando en lo tgico, pero segula
siendo una sfatsa» porque la locura de don Quijore infunde todo lo que toca con una
especie deal erlizada. Véase Auerbach, Mime: The Repreentation of Reality in
Western Literature, cad, dl alenxin Willad R, Tiask (Princecon, NJ: Princeton Uni
verity Press, 1974 [1946)) pp. 339 y 357, Creo, sin embargo, que la intuicin de Auer
bach es certera y arguyo en «"Ineencién” and “Invencién” in the Quisotes, Cervantes
VILL (1988), pp. 7-22, que este episodio produce una crisis con eualidades trigias
Para una discusién de este ensombrecimiento del espitieu eémico, vase
Williamson, El «Quijote y los libra de caballerias, pp. 21-257 y 267-271 (HHE, pp.
170-202 y 210-214)
‘Gio la taduccin de Valentin Gaeta Yebra, Paice de Ariel, ediciin wilinge
Madeid, Gredos, 1974
Asi pues, justo cuando espera ver por fin wen su ser a mi sefiora» (II,
10, p. 773) —es decir, a Aldonza en su verdadera identidad caballe
resca de Dulcinea del ‘Toboso— sélo ve una grosera labradora y tiene
que reconocer que sus esfuerzos por restaurar ef mundo de la caballe-
rfa han fracasado, Esta agnicién (scambio desde la ignorancia al cono
cimiento») produce, a su vez, una peripecia («ambio de la accién en
sentido contrario»), ya que, a partir de este descubrimiento, don Qui
jote se hunde en la melancolia y nunca recobrari el optimismo de la
Primera Parte
El cereer elemento de una fibula compleja es «el lance pacético»,
que significa «una accién destructora o dolorosa, por ejemplo, las
muertes en escena, los tormentos, las heridas y dems cosas semejan-
tes» (p. 7). El «lance patético» del Quijote es el engaiio de Sancho, que
hiere profundamente al caballero porque toca el meollo de su empre
sa caballeresca.® Don Quijote se lamenta, por ejemplo, de no poder
ver a su princesa tal como Sancho le habja hecho esperar, porque «el
maligno encantador» que lo persigue «ha puesto nubes y cataratas» en.
sus ojos (II, 10, p. 771). Tal ceguera le causa dolor: «;Y que yo no vie-
se todo eso, Sancho! —dijo don Quijote—. Ahora torno a deci
ré mil veces, que soy el mds desdichado de los hombres» (II, 10,
sufrimiento es un elemento nuevo que no existfa en la Primera
te, y Cervantes va a recordarle al lector la constante pesadumbre
del caballero andante en casi todos los capftulos de la Segunda
La transformacién de don Quijote
Segiin Aristételes, las emociones propias de la tragedia son comp:
chav y temor por el que «nos es semejantes: «La compasidn, al ino-
cente, y el temor, al semejante» (p. 7). Ya hemos visto que en 1605, el
en de don Quijo:
canénigo de Toledo y otros personajes se compad
te porque ven que es un hombre inteligente que sélo desvarfa cuando
toca el tema de la caballeria. Después del «lance patético» de Sancho
® Ein e"lnrencd” and “Invencis”in the Quist, propuse que el sencantamient
Duleinea produce anagnorssyperipeteia, pero ahora pienso que cl engafio de San16 EDWIN WILLIAMSON
en El Toboso es evidente que Cervantes queria suscitar parecidos senti
ientos de compasidn en el lector del Quijote de 1615. El pobre hidal-
g0, por te que no merece su desdicha» por
que la mania caballeresca le sobrevino de pronto como una imposicién
arbitraria del destino y no como un castigo por alguna maldad que hu-
biera cometido el personaje.® Por otra parte, esta locura caballeresca es
nto, parece ser «un inoc
tan absurda en sf que el lector no puede imaginarse en la situacién del
hidalgo manch
hecho es que la naturaleza misma de la locura impide que don Quijote
ieda inspirar en el lector la otra emocién trigica de temor.
Ahora se puede apreciar el papel que juega el doble g
cura quijotesca en la evolucién del personaje. A partir del encanta
miento de Dulcinea la conviccién de don Quijore de que esté destina
«s decir, no puede considerarlo su «semejanteo. El
ido de la lo.
ndo grado
do a restaurar el mundo de la caballeria —es decir, el seg
lear y decaer. Sin embargo, por mu-
de la locura— empieza a tami
chas decepciones y fracasos que sufta el caballero, por mucha
colfa que padezca, esta duda sobre su destino nunca podri conducirle
ala cordura.” Y la explicacién es muy sencilla: si don Quijote no cre-
rarodia se vendria abajo
y esto pondria fin a la historia del caballero. Asi pues, el primer grado
de la locura no puede disminuir en el curso de la Segunda Parte: no
hay una gradual disminucién de su demencia caballeresca porque don
Quijote no puede hacer nada de por sf para encontrar un remedio a su
yera en la autoridad absoluta de los libros, la
Es interesante ver cémo algunos criticos dros intentan smoralizars la locura
dde don Quijote al considerarla una manifestacién de orgullo 0 ambicion. Véase
y Mandel, «The Function of the Norm, Algo por el
1 concepto de la verda
1 Close en «Don Quixote’ Love for Dulcinea: A St
lletin of Hispanie Studies, 50 (1973), pp. 237-255, y ~Don Quixote’ Sophistry and
Wisdom, Bulletin of Hispanic Studi
crticos duros quieren dilue la locuta de alguna manera para asemejara aun defecco
ilo ine 1 Cervantine Iron)
55 (1978), pp. 103-113. El hecho es que los
moral, cuando no un pecado, Esto ex consecuente con su desco de explicar la tsa del
lector como un castigo de las fantasias caballereseas del hidalgo para asf poder enca
Coincido con Martin Morén, «Don Quijote esté sanchificado, el dessanchi:
Ficador que lore quijoice...», p. 93, , afirmando:
mi sefior» (II, 60, p.
vo» donde no sdlo se derrumba la autoridad del héroe tradicional
Aytidome a mi, que soy
220). Pero es mis: se rata de un «mundo nue
que el orden espiritual que regia en los libros de caballerias se desinte-
gra también: la Providencia abandona al caballero cristiano y una suer-
te de injusticia parece dominar su destino. A la salida de Barcelona,
don Quijote contempla el lugar de su derrota y reflexiona sobre su ca-
‘Aqui fue
) aqui us6 la fortuna conmigo de sus vucltas y revueltas, aqui
rrera de caballero andante, lamentindose de su destino:
Troya (
se escurecieron mis hazafias, aqui finalmente cayé mi ventura para ja
ms levantarse!» (II, 66, p. 1275). Sancho, por su. parte, sentencia:
sta que llaman por ahi Fortuna es una mujer borracha y antojadiza
y sobre todo, ciega,y, asf, no ve lo que hace, ni sabe a quién derriba ni
‘Véase también, Edwin Williamson, «Challenging the Hierarchies: The Inter
play of Romance and the Picaresque in Le lure fiona, Bulletin of Spanish Studi
81 (2004), Jonde mantengo que hay un cuestionamiento de las jrarquias
ATRANSFORMACION DEDON QUIOTEYSANCHOEN LASEGUNDATARTE 65
a quign ensalzas, Pero don Quijote disiente de esta visién del destino
humano y, sobteponiéndose a su momento de duda, afirma su fe:
Lo que te sé decir es que no hay fortuna en el mundo, ni las cosas que
cen el suceden, buenas o malas que sean, vienen acaso, sino por parti-
cular providencia de Tos cilos, y de aqut viene lo que suele dects:
que cada uno es artifice de su ventura, Yo lo he sido de la
no con la prudencia necesara, y asf me han salido al gallarin mis pre-
{Fortuna o Providencia? ¢Orden o Azar? El lector debe juzgar qué
visién mejor se aviene con la experiencia del caballero andante en las
postrimerias del Quijote.®®
En el capitulo final Cervantes reintegra la obra en el marco ideol6gi
co de la Espata de su época cuando el a
locura primaria y recupera su identidad como Alonso Quijano. Tam
bien mitiga la dureza de los capitulos precedentes, restaurando un gra-
fecto entre los protagonistas que sélo se habia notado raramente
desde la Primera Parte, El lector siente ahora como un desahogo del in-
quictante vaivén entre risa y compasién que ha dominado el Quijote de
(615. Aun asi, hay que tener en cuenta que Alonso Quijano es curado
por una enfermedad que aparece como un deus ex machina y produce
tuna discontinuidad total entre el mundo catdlico al que se le permite re-
allero es liberado por fin de su
do dea
gresar y el extrafio «mundo nuevo» creado por su locura. Desde luego,
ese retrato de un mundo desprovisto de la Providencia sélo pudo formar
parte de la intencidn consciente de Cervantes en cuanto surgié del pro-
ceso de invencién de la parodia de los libros de caballerfas. Se trata, en
fin, de un hallazgo de la imaginacién poética que rebasa el horizonte
ideolégico del propio autor y que confiere al
sorprendente y duradera modernidad.
wicio del lector parcciera demasiado
de 161
sicnes tu alma en tu cuerpo y tu libre albedrio como
moderna», recudedese que, ya en el Prélog ‘ervantes le concede plena
libertad a s lector casi
cl mis pintado, y extis en tu casa, donde eres sefor de ella, como cl rey de ss alea-
plas, y sabes lo que cominmente se dice, que “debajo de mii manto al rey mato», rodo
To cual te exenta y hace libse de todo respetoy obligacién» (p. 10)