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SENTENCIA DEL 31 DE ENERO DE 2019, NÚM.

Sentencia impugnada:Cámara Civil de la Corte de Apelación de San Cristóbal, del 29 de noviembre de 2007.

Materia:Civil.

Recurrentes:Félix Rafael Payano y Compañía Dominicana de Seguros, C. por A.

Abogado:Lic. Clemente Familia Sánchez.

Recurrida:María Díaz.

Abogado:Lic. Kelvin Miguel Bruno Guerra.

SALA CIVIL Y COMERCIAL.

Rechaza.

Audiencia pública del 31 de enero de 2019.

Preside: Francisco Antonio Jerez Mena.

Dios, Patria y Libertad

En nombre de la República, la Sala Civil y Comercial de la Suprema Corte de Justicia, actuando como Corte de
Casación, dicta en audiencia pública la sentencia siguiente:

Sobre el recurso de casación interpuesto por Félix Rafael Payano, dominicano, mayor de edad, soltero, titular de
la cédula de identidad y electoral núm. 001-1141322-5, domiciliado y residente en la avenida Independencia
núm. 25, sector La Plata del municipio de Villa Altagracia, provincia San Cristóbal, y la Compañía Dominicana
de Seguros, C. por A., entidad comercial organizada de acuerdo a las leyes de la República Dominicana, con su
domicilio social en su establecimiento principal, ubicado en la avenida Rómulo Betancourt núm. 405, Plaza
Oliver Marín 1, tercer piso, ensanche Bella Vista de esta ciudad, debidamente representada por su presidente
Ramón Molina Cáceres, dominicano, mayor de edad, casado, comerciante, titular de la cédula de identidad y
electoral núm. 001-1227063-2, domiciliado y residente en esta ciudad, contra la sentencia civil núm. 162-2007,
de fecha 29 de noviembre de 2007, dictada por la Cámara Civil de la Corte de Apelación del Departamento
Judicial de San Cristóbal, cuyo dispositivo se copia más adelante;

Oído al alguacil de turno en la lectura del rol;

Oído el dictamen de la magistrada procuradora general adjunta de la República, el cual termina: Único: Que en
el caso de la especie, tal y como señala el segundo párrafo del artículo 11 de la Ley No. 3726, de fecha 29 del
mes de diciembre del año 1953, sobre Procedimiento de Casación, por tratarse de un asunto que no ha sido
objeto de comunicación al Ministerio Público por ante los jueces del fondo, “Dejamos al criterio de la Suprema
Corte de Justicia, la solución del presente recurso de casación”;

Visto el memorial de casación depositado en la Secretaría General de la Suprema Corte de Justicia, el 11 de


abril de 2008, suscrito por el Lcdo. Clemente Familia Sánchez, abogado de la parte recurrente, Félix Rafael
Payano y Compañía Dominicana de Seguros, C. por A., en el cual se invocan los medios de casación que se
indicarán más adelante;

Visto el memorial de defensa depositado en la Secretaría General de la Suprema Corte de Justicia, el 8 de julio
de 2008, suscrito por el Lcdo. Kelvin Miguel Bruno Guerra, abogado de la parte recurrida, María Díaz;

Vistos, la Constitución de la República, los Tratados Internacionales de Derechos Humanos de los cuales la
República Dominicana es signataria, las decisiones dictadas en materia constitucional; la Ley núm. 25-91, de
fecha 15 de octubre de 1991, modificada por la Ley núm. 156-97, de fecha 10 de julio de 1997, y los artículos 1
y 65 de la Ley núm. 3726-53, sobre Procedimiento de Casación, de fecha 29 de diciembre de 1953, modificada
por la Ley núm. 491-08, de fecha 19 de diciembre de 2008;

La CORTE, en audiencia pública del 10 de octubre de 2012, estando presentes los magistrados Víctor José
Castellanos Estrella, en funciones de presidente; José Alberto Cruceta Almánzar y Juan Hirohito Reyes Cruz,
asistidos del secretario;

Visto el auto dictado el 28 de enero de 2019, por el magistrado Francisco Antonio Jerez Mena, presidente de la
Sala Civil y Comercial de la Suprema Corte de Justicia, por medio del cual se llama a sí mismo y a los
magistrados Pilar Jimenez Ortiz y Blas Rafael Fernández Gómez, jueces de esta sala, para integrarse a esta en la
deliberación y fallo del recurso de casación de que se trata, de conformidad con la Ley núm. 926-35, de fecha
21 de julio de 1935, reformada por el artículo 2 de la Ley núm. 294-40, de fecha 20 de mayo de 1940, y después
de haber deliberado los jueces signatarios de este fallo;

Considerando, que en la sentencia impugnada y en los documentos a que ella se refiere, revelan: a) con motivo
de la demanda en reparación de daños y perjuicios incoada por María Díaz, contra Félix Rafael Payano y la
Compañía Dominicana de Seguros, C. por A., el Juzgado de Primera Instancia del Distrito Judicial de Villa
Altagracia, dictó el 31 de enero de 2007, la sentencia núm. 0035-2007, cuyo dispositivo copiado textualmente
es el siguiente: “Primero: Se ratifica el defecto pronunciado en audiencia en contra de la parte demandada, señor
FÉLIX RAFAEL PAYANO, por falta de comparecer y también se ratifica el defecto pronunciado en audiencia
en contra de la COMPAÑÍA DOMINICANA DE SEGUROS, C. X A., por falta de concluir; Segundo: Se
declara buena y válida en cuanto a la forma, la presente demanda en reparación de daños y perjuicios, incoada
por la señora MARÍA DÍAZ, en contra del señor FÉLIX RAFAEL PAYANO, por haberse hecho conforme a la
Ley; Tercero: En cuanto al fondo se condena al señor FÉLIX RAFAEL PAYANO, por su hecho personal como
persona civilmente responsable, al pago de una indemnización de un millón de pesos (RD$1,000,000.00), a
favor y provecho de la señora MARÍA DÍAZ, como justa reparación por los daños y perjuicios morales y
materiales sufridos por ella, por la muerte de su madre señora ROSENDA DÍAZ; Cuarto: Se declara la presente
sentencia común y oponible a la COMPAÑÍA DOMINICANA DE SEGUROS, C. X A., por ser la entidad
Aseguradora responsable de la Póliza de Vehículos de Motor, causante del accidente en que perdió la vida la
señora ROSENDA DÍAZ; Quinto: Se condena al señor FÉLIX RAFAEL PAYANO, al pago de las costas
civiles con distracción y provecho a favor del LICDO. KELVIN MIGUEL BRUNO GUERRA, quien afirma
haberlas avanzado en su totalidad; Sexto: Se rechaza la condena al señor FÉLIX RAFAEL PAYANO, al pago
de los intereses legales de la suma a ser condenadas a partir de la fecha del accidente, por los motivos ya
expuestos; Séptimo: Se comisiona al ministerial JERMÁN DOMINGO RAMÍREZ, alguacil ordinario de este
tribunal, para la notificación de la presente sentencia”; b) no conformes con dicha decisión, Félix Rafael Payano
y la Compañía Dominicana de Seguros, C. por A., interpusieron formal recurso de apelación contra la sentencia
antes descrita, mediante el acto núm. 091-2007, de fecha 19 de abril de 2007, instrumentado por el ministerial
Felipe Abreu Báez, alguacil de estrado de la Cuarta Sala de la Cámara Penal del Juzgado de Primera Instancia
del Distrito Nacional, en ocasión del cual la Cámara Civil de la Corte de Apelación del Departamento Judicial
de San Cristóbal, dictó el 29 de noviembre de 2007, la sentencia civil núm. 162-2007, hoy recurrida en
casación, cuyo dispositivo copiado textualmente es el siguiente: “Primero: Declara regular y válido en cuanto a
la forma el recurso de apelación interpuesto por FÉLIX RAFAEL PAYANO Y COMPAÑÍA DOMINICANA
DE SEGUROS, contra la sentencia número 0035-2007, de fecha 31 de enero de 2007, dictada por el JUZGADO
DE PRIMERA INSTANCIA DEL DISTRITO JUDICIAL DE VILLA ALTAGRACIA, por haber sido
interpuesto conforme a la ley; Segundo: Acoge, en parte, el recurso de apelación interpuesto por FÉLIX
RAFAEL PAYANO Y COMPAÑÍA DOMINICANA DE SEGUROS, contra la sentencia número 0035-2007,
de fecha 31 de enero de 2007, dictada por el JUZGADO DE TRABAJO (sic) DEL DISTRITO JUDICIAL DE
VILLA ALTAGRACIA, por las razones dadas precedentemente; y, en consecuencia: a) Modifica el ordinal
TERCERO de la sentencia recurrida, para que lo sucesivo lea de la manera siguiente: “TERCERO: En cuanto al
fondo se condena al señor FÉLIX RAFAEL PAYANO, por su hecho personal y como persona civilmente
responsable, al pago de una indemnización de QUINIENTOS MIL PESOS ORO DOMINICANOS
(RD$500,000.00), a favor de la señora MARÍA DÍAZ, por los daños sufridos por ella, por la muerte de su
madre Rosenda Díaz”; b) Confirma los otros ordinales de la sentencia recurrida, por las razones dadas
precedentemente, por lo que rechaza, asimismo, los demás aspectos del recurso de apelación; Tercero:
CONDENA a los recurrentes, FÉLIX RAFAEL PAYANO y COMPAÑÍA DOMINICANA DE SEGUROS, C.
POR A. al pago de las costas del procedimiento, con distracción de ellas en provecho de los LICDOS. KELVIN
MIGUEL BRUNO GUERRA Y FRANCISCO A. MAÑÓN, quien afirma (sic) estarlas avanzando en su
totalidad”;

Considerando, que la parte recurrente propone contra la sentencia impugnada, los siguientes medios de
casación: “Primer medio: Falta de motivos, fundamentos y de base legal; Segundo medio: Falta de estatuir;
Tercer medio: Desnaturalización de los hechos”;

Considerando, que del estudio de la sentencia impugnada y de los documentos a que ella se refiere, resulta lo
siguiente: a) en fecha 8 de mayo de 2006, mientras Félix Rafael Payano conducía un vehículo marca Fiat en el
kilómetro 22 de la Autopista Duarte, atropelló a Rosenda Díaz, la cual intentaba cruzar la indicada autopista,
producto de lo cual recibió golpes y heridas que le ocasionaron la muerte; b) en base a ese hecho, María Díaz,
actuando en calidad de hija de la fallecida, interpuso una demanda en responsabilidad civil contra Félix Rafael
Payano, en la que se puso en causa a la Compañía Dominicana de Seguros, C. por A., en su calidad de entidad
aseguradora del vehículo causante del accidente, a fin de que le fuera oponible la sentencia a intervenir, cuya
demanda fue acogida por el tribunal de primer grado, el cual condenó a la parte demandada al pago de una
indemnización de un millón de pesos dominicanos (RD$1,000,000.00); c) contra el referido fallo, el demandado
original, Félix Rafael Payano y la Compañía Dominicana de Seguros, C. por A., interpusieron formal recurso de
apelación, dictando la Cámara Civil de la Corte de Apelación del Departamento Judicial de San Cristóbal, la
sentencia núm. 162-2007, de fecha 29 de noviembre de 2007, ahora recurrida en casación, mediante la cual
acogió en parte el indicado recurso de apelación y en consecuencia redujo el monto de la indemnización a la
suma de RD$500,000.00;

Considerando, que la corte a qua sustentó su decisión en los motivos que textualmente se transcriben a
continuación: “que conforme a la confesión de los hechos realizada por el conductor Félix Rafael Payano, este
admite que mientras conducía un vehículo de su propiedad envistió a la señora Rosenda Díaz, de sesenta (60)
años de edad, alegando que no tuvo “tiempo a defenderla y la atropellé”; que resultó su vehículo con severos
daños consistentes en abolladura del bonete, cristal delantero y trasero rotos, puerta izquierda abollada y otros
posibles daños; que ese daño solo es posible en un accidente cuando un vehículo de motor atropella a un ser
humano a una velocidad considerable; que todo conductor debe tomar todas las precauciones necesarias para no
atropellar los peatones, quienes tienen preferencia al tratar de cruzar una vía; que la falta eficiente de la víctima
debe ser probada, no basta con alegarse, como argumenta el recurrente en su recurso de apelación; que de lo
expuesto esta corte ha podido retener una falta que ocasionó con posterioridad la muerte de la señora Rosenda
Díaz, conforme consta en el acta de defunción asentada con el número 39, libro 1, folio 39, de la Oficialía del
Estado Civil de la Décimo Cuarta Circunscripción de Santo Domingo Oeste, Pedro Brand ()”;

Considerando, que en un primer aspecto de su primer medio de casación la parte recurrente alega, en esencia,
que la corte a qua al dictar su decisión desconoció que para que exista responsabilidad civil deben encontrarse
reunidos los elementos constitutivos de dicha responsabilidad, a saber: una falta imputable al demandado, un
perjuicio a la persona que reclama la reparación y la relación de causa y efecto entre la falta y el daño causado,
elementos estos que no se encuentran presentes en el caso de la especie, puesto que de conformidad con el acta
policial núm. 328, de fecha 8 de mayo de 2006, documento que sirvió de base a la corte a qua para formar su
criterio y dictar sentencia condenatoria, el accidente se produjo única y exclusivamente por la falta cometida por
la víctima, quien se lanzó a cruzar la autopista de repente y sin el debido cuidado que debe tomar todo peatón al
intentar cruzar una autopista o vía pública;

Considerando, que en primer lugar, es preciso destacar, que originalmente se trató de una demanda en
responsabilidad civil que tuvo su origen en el atropello de un peatón; que aunque esta sala es de criterio de que
el régimen de responsabilidad civil más idóneo para garantizar una tutela judicial efectiva en los casos
particulares de demandas que tuvieron origen en una colisión entre dos o más vehículos de motor y quien
interpone la demanda es uno de los conductores o pasajeros del vehículo contra el conductor o propietario del
otro vehículo, es el de la responsabilidad delictual o cuasidelictual por el hecho personal instituida en los
artículos 1382 y 1383 del Código Civil y del comitente por los hechos de su preposé establecida en el artículo
1384 del mismo Código, según proceda, tal criterio está justificado en el hecho de que en esa hipótesis
específica han intervenido dos vehículos que son igualmente causantes de riesgo en el hecho generador y por lo
tanto no es posible asegurar una buena administración de justicia y atribuir con certeza la responsabilidad del
accidente a uno de ellos, sin que los tribunales aprecien la manera en que ocurrieron los hechos y establezcan
cuál de los conductores o propietarios implicados cometió una falta que aumentó el riesgo implicado en el
tránsito de dichos vehículos de motor por la vía pública y definitivamente causó la ocurrencia de la colisión en
el caso específico; que, conforme a los hechos retenidos por la corte a qua, en la especie no se trata de la
hipótesis descrita anteriormente, es decir, de una colisión entre dos vehículos de motor, sino del atropello de un
peatón, por lo que resulta innecesario atribuir una falta al conductor del vehículo que participó en el hecho
dañoso para asegurar una buena administración de la justicia civil y determinar a cargo de quién estuvo la
responsabilidad de los daños causados, porque el riesgo causado por el tránsito de un peatón por las vías
públicas no es comparable con el riesgo y potencial dañoso de la circulación de un vehículo de motor por tales
vías, motivo por el cual, tal como juzgó la corte a qua, en esta hipótesis específica, el régimen de
responsabilidad civil más idóneo es el de la responsabilidad del guardián por el hecho de la cosa inanimada,
instituido en el primer párrafo del artículo 1384 del Código Civil, que dispone que: “No solamente es uno
responsable del daño que causa un hecho suyo, sino también del que se causa por hechos de las personas de
quienes se debe responder, o de las cosas que están bajo su cuidado”;

Considerando, que también ha sido juzgado por esta Sala Civil y Comercial de la Suprema Corte de Justicia,
actuando como Corte de Casación, que en este régimen de responsabilidad civil una vez demostrada la calidad
de guardián del demandado y la participación activa de la cosa inanimada como causante del daño y la
causalidad, pesa sobre él una presunción de falta que solo se destruye si se comprueba la existencia de una
causa eximente de responsabilidad, resultando innecesario probar la existencia de una falta a su cargo; que tales
elementos constituyen hechos jurídicos que pueden ser comprobados a través de todos los medios de pruebas,
comprobación que a su vez constituye una cuestión de hecho sometida al soberano poder de apreciación de los
jueces de fondo, salvo desnaturalización;

Considerando, que en la especie, la corte a qua valoró los documentos de la litis, de los cuales hace mención la
sentencia impugnada, lo que le permitió determinar, en uso correcto de su facultad soberana de apreciación, que
Félix Rafael Payano, era el propietario y guardián del vehículo con el cual se atropelló a la víctima y que la cosa
tuvo una participación activa en la generación de los daños sufridos por la ahora recurrida con la muerte de su
madre, sin que de su lado el guardián demostrara alguna eximente que pudiese liberarle de la presunción que
pesa en su contra, como alega, pues si bien existen ciertas afirmaciones sobre la falta de la víctima al intentar
cruzar la Autopista Duarte, estas no fueron probadas conforme estableció la alzada; que además, el conductor de
un vehículo de motor está en la obligación de tomar todas las medidas precautorias necesarias para evitar
atropellar a los peatones, tal como lo establece el artículo 102 de la Ley núm. 241-67, del 28 de diciembre de
1967, sobre Tránsito de Vehículos, vigente al momento de la ocurrencia de los hechos, al disponer que: “Toda
persona que conduzca un vehículo por las vías públicas, estará obligado a: 1. Ceder el paso a todo peatón que en
el uso de sus derechos esté cruzando una vía pública por un paso de peatones. 2. No rebasar a otro vehículo que
se encuentre detenido o hubiere reducido la velocidad por estarle cediendo el paso a un peatón en un paso de
peatones. 3. Tomar todas las precauciones para no arrollar a los peatones. Estas precauciones serán tomadas aún
cuando el peatón estuviere haciendo uso incorrecto o prohibido de la vía pública. El uso de la bocina por sí solo,
no eximirá al conductor de responsabilidad si tal uso estuviere acompañado por otras medidas de seguridad”;
por lo tanto, a juicio de esta jurisdicción, al juzgar del modo en que lo hizo, la corte a qua hizo una correcta
aplicación de la ley y el derecho, sin incurrir en ningún tipo de vicio, por lo que los argumentos planteados por
la parte recurrente carecen de fundamento y deben ser desestimados;
Considerando, que en un segundo aspecto de su primer medio de casación la parte recurrente sostiene, en
síntesis, que a pesar de que la corte a qua no fundamentó su decisión, dispuso a favor de la actual recurrida una
indemnización excesiva e irrazonable, la cual rebasa el principio de razonabilidad, toda vez que María Díaz no
aportó al plenario ningún elemento probatorio en el que pudiera fundamentarse tan elevada condenación a cargo
del hoy recurrente, máxime cuando la propia alzada estableció en su sentencia que al momento del accidente la
demandante tenía 31 años de edad y que no había probado una dependencia económica de su madre para su
sostenimiento o educación;

Considerando, que sobre el aspecto de los daños, consta en el fallo impugnado lo siguiente: “que conforme al
acta de nacimiento la demandante, señora María Díaz era hija de la señora Rosenda Díaz y al momento del
fallecimiento de la última, la primera contaba con treinta y un años de edad; que la hija no ha probado que
dependiera de su madre para sostenimiento, ni posible educación u (sic) de otra forma, pero obviamente la
muerte de la madre causa un dolor materialmente irreparable; que esta corte por los motivos aquí dados
entiende que la indemnización acordada por el juez a quo debió ser menor, conforme al análisis que ha hecho
esta corte y quien evalúa los daños en la suma de quinientos mil pesos oro ()”;

Considerando, que esta Sala Civil y Comercial de la Suprema Corte de Justicia, actuando como Corte de
Casación, ha juzgado que “los jueces de fondo en virtud del poder soberano de apreciación que les otorga la ley,
tienen la potestad de evaluar los daños materiales en virtud de las pérdidas sufridas y a su discreción fijar el
monto de las indemnizaciones de los daños morales, ya que se trata de una cuestión de hecho que escapa a la
censura de la casación, salvo cuando existe una evidente desproporción entre el monto acordado y los daños
ocasionados, implicativa de un atentado a los principios de razonabilidad y proporcionalidad”; que en este caso,
contrario a lo alegado por la parte recurrente, a juicio de esta Sala Civil y Comercial de la Suprema Corte de
Justicia, en mérito de los hechos y circunstancias retenidos regular y correctamente por la corte a qua, la
indemnización establecida por los jueces de fondo es razonable y justa, no resultando ni desproporcional ni
excesiva, ya que guarda relación con la magnitud de los daños irrogados con motivo de los hechos que dieron
origen a la controversia judicial en cuestión; que en tal sentido, procede desestimar el aspecto examinado por
improcedente e infundado;

Considerando, que en el tercer aspecto de su primer medio de casación la parte recurrente alega que la corte a
qua al modificar única y exclusivamente lo relativo al monto de la indemnización y confirmar los demás
aspectos de la sentencia de primer grado, violó las disposiciones del artículo 133 de la Ley núm. 146-02, sobre
Seguros y Fianzas, según el cual: “Las condenaciones pronunciadas por una sentencia solamente pueden ser
declaradas oponibles al asegurador, dentro de los límites de la póliza, pero nunca puede haber una condenación
directa en contra del asegurador, salvo el caso que se considere que éste ha actuado en su propio y único interés,
como cuando niegue la existencia de la póliza, sus límites o pura y simplemente niegue que el riesgo se
encuentra cubierto. En ninguno de estos casos la sentencia contra el asegurador podrá exceder los límites de la
póliza”;

Considerando, que sobre el particular, el estudio del fallo impugnado pone de relieve que la corte a qua
procedió a confirmar el ordinal cuarto de la sentencia de primer grado, mediante el cual se dispuso lo siguiente:
“Cuarto: Se declara la presente sentencia común y oponible a la Compañía Dominicana de Seguros, C. por A.,
por ser la entidad aseguradora responsable de la póliza del vehículo de motor causante del accidente en que
perdió la vida la señora Rosenda Díaz”; que como se advierte, los jueces del fondo se limitaron a declarar la
sentencia de primer grado común y oponible a la entidad aseguradora del vehículo causante del accidente, sin
establecer condenación directa en contra de dicha compañía aseguradora, resultando evidente y fuera de toda
contestación, que la oponibilidad dispuesta solo tiene alcance dentro de los límites de la póliza, de conformidad
con lo establecido por el artículo 133 de la Ley núm. 146-02, sobre Seguros y Fianzas de la República
Dominicana; que así las cosas, la corte a qua al fallar en la forma en que lo hizo, esto es, confirmando la
oponibilidad de sentencia en contra de la Compañía Dominicana de Seguros, C. por A., lejos de incurrir en
violación del indicado artículo 133, hizo una correcta aplicación de dicho texto legal, razón por la cual procede
desestimar el aspecto examinado y con ello el primer medio de casación;

Considerando, que en el primer aspecto de su segundo medio de casación la parte recurrente arguye que la corte
a qua incurrió en falta de estatuir, ya que no contestó todos y cada uno de los motivos y fundamentos propuesto
por el hoy recurrente en sustento de su recurso de apelación, desconociendo que los jueces están en el deber de
contestar todos y cada uno de los argumentos propuestos por las partes en apoyo de sus pretensiones;

Considerando, que al respecto, ha sido juzgado reiteradamente por esta Sala Civil y Comercial de la Suprema
Corte de Justicia, actuando como Corte de Casación, que es de principio que los jueces solo están obligados a
contestar las conclusiones explícitas y formales que las partes exponen de manera contradictoria o reputada
contradictoria en estrados, sean estas principales, subsidiarias o incidentales, mediante una motivación
suficiente y coherente, habida cuenta de que son dichos pedimentos los que regulan y circunscriben la facultad
dirimente de los jueces, quienes no están obligados a dar motivos específicos sobre todos y cada uno de los
argumentos propuestos, puesto que la ley no impone al tribunal la obligación de responderlos; que en la especie,
el examen de la decisión impugnada revela que, contrario a lo alegado, la corte a qua dio respuesta a todos los
pedimentos formulados por la parte recurrente, sin incurrir en la omisión o falta de estatuir denunciada; que por
tales motivos procede desestimar los alegatos planteados por la parte recurrente en el aspecto examinado;

Considerando, que en cuanto a la alegada falta de motivos que la parte recurrente atribuye a la sentencia
impugnada en el segundo aspecto de segundo medio de casación, es preciso destacar que conforme al contenido
del artículo 141 del Código de Procedimiento Civil, la sentencia debe contener los fundamentos o los motivos
en los que el tribunal basa su decisión, entendiéndose por motivación la forma en la que el tribunal expone de
manera clara y ordenada las cuestiones de hecho y de derecho que sirvieron de soporte a su sentencia; sin
embargo, no se trata de exigir a los órganos jurisdiccionales una argumentación extensa, exhaustiva o
pormenorizada, ni impedir la fundamentación concisa que en su caso realicen quienes ejerzan la potestad
jurisdiccional, ya que lo que importa es que las pretensiones de las partes se sometan a debate, se discutan y se
decidan de forma razonada; en ese orden de ideas, esta Corte de Casación ha comprobado que la sentencia
impugnada no está afectada de un déficit motivacional, al contrario, esta contiene una congruente y completa
exposición de los hechos y circunstancias de la causa, así como una motivación suficiente, pertinente y
coherente, lo cual ha permitido a esta Suprema Corte de Justicia, como Corte de Casación, ejercer su poder de
control y determinar que en la especie se ha hecho una correcta aplicación del derecho, razón por la cual los
alegatos planteados por la parte recurrente en el aspecto bajo examen deben ser desestimados y con ello
rechazado el segundo medio de casación;

Considerando, que en el desarrollo de su tercer medio de casación la parte recurrente alega que la corte a qua
desnaturalizó los hechos de la causa, al establecer en la página 17 de su sentencia que solo analizaría el acto de
apelación por no existir ningún escrito de conclusiones; que contrario a lo afirmado por la corte, la parte
apelante sí depositó ante la secretaría del tribunal de segundo grado su escrito justificativo de conclusiones, el
cual no fue ponderado por la alzada;

Considerando, que en cuanto al medio objeto de examen, se impone resaltar que no obstante el error en que
incurre la corte a qua al establecer en su sentencia que la parte apelante no había depositado ningún escrito de
conclusiones, cuando consta en el expediente formado con motivo del presente recurso de casación, que dicho
escrito fue depositado y debidamente recibido por la secretaria de la corte en fecha 1 de septiembre de 2007,
esto no justifica la casación del fallo impugnado, toda vez que los hoy recurrentes no han demostrado cuál ha
sido el agravio que les ha causado la falta de ponderación de su escrito justificativo de conclusiones, cuyo
contenido es semejante al del acto núm. 091-2007, de fecha 19 de abril de 2007, del ministerial Felipe Abreu
Báez, de estrado de la Cuarta Sala de la Cámara Penal del Juzgado de Primera Instancia del Distrito Nacional,
contentivo del recurso de apelación, el cual fue debidamente valorado por el tribunal de segundo grado, no
constatándose en esas circunstancias la desnaturalización invocada; que en todo caso, no ha sido expuesto por
los recurrentes, ni advertido por esta jurisdicción, de qué forma la falta de ponderación de un escrito pudo haber
influido en la decisión de los jueces de la alzada, por cuanto los escritos tienen como finalidad que las partes
que se prevalecen de ellos justifiquen pura y simplemente las motivaciones que les sirven de apoyo a sus
conclusiones vertidas en audiencia contradictoria, pero no pueden mediante estos ampliarlas, cambiarlas o
modificarlas, verificándose que la corte a qua procedió a contestar todas y cada una de las pretensiones de los
entonces apelantes; que por dichas razones procede desestimar el medio examinado y en adición a los motivos
antes expuestos rechazar el presente recurso de casación.

Por tales motivos, Primero: Rechaza el recurso de casación interpuesto por Félix Rafael Payano y la Compañía
Dominicana de Seguros, C. por A., contra la sentencia civil núm. 162-2007, dictada el 29 de noviembre de
2007, por la Cámara Civil de la Corte de Apelación del Departamento Judicial de San Cristóbal, cuyo
dispositivo figura copiado en parte anterior del presente fallo; Segundo: Condena a la parte recurrente al pago
de las costas del procedimiento y ordena su distracción a favor del Lcdo. Kelvin Miguel Bruno Guerra, abogado
de la parte recurrida, quien afirma haberlas avanzado en su totalidad.

Así ha sido hecho y juzgado por la Sala Civil y Comercial de la Suprema Corte de Justicia, como Corte de
Casación, y la sentencia pronunciada por la misma en la ciudad de Santo Domingo de Guzmán, en su audiencia
pública del 31 de enero de 2019, años 175º de la Independencia y 156º de la Restauración.

Firmado: Francisco Antonio Jerez Mena, Pilar Jiménez Ortiz y Blas Rafael Fernández Gómez. Cristiana A.
Rosario V., Secretaria General.

La presente sentencia ha sido dada y firmada por los señores Jueces que figuran en su encabezamiento, en la
audiencia pública del día, mes y año en él expresados, y fue firmada, leída y publicada por mí, Secretaria
General, que certifico.

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