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Historia de España. IES El Tablero (Córdoba).

Curso 2020-2021

14. SUBLEVACIÓN MILITAR Y GUERRA CIVIL (1936-1939)


INTRODUCCIÓN

La Guerra Civil constituye la etapa más trágica de la historia contemporánea de España; en ella
afloran los problemas que el país venía arrastrando desde hacía décadas y los sucesivos fracasos de
regímenes diferentes, en especial el de una Segunda República, cuyo intento de regeneracionismo 1
democrático y modernizador ni se realizó con la prudencia necesaria ni contó con una coyuntura
favorable tanto en el plano económico como en el contexto político internacional. Con la sublevación
militar se inicia un enfrentamiento fratricida, una guerra especialmente cruel marcada por el odio
entre ambos bandos y su traducción en represiones indiscriminadas y generalizadas; pero además la
intervención internacional la convirtió en campo de ensayo de la Segunda Guerra Mundial, que
estalló sólo cinco meses después de la conclusión del conflicto español.

1. LOS INICIOS DE LA CONTIENDA

1.1. Caracteres básicos

La primera fase de la contienda (julio-diciembre de 1936) se define por la movilidad de los frentes.
Prácticamente, desde la victoria electoral del Frente Popular se venían dando los pasos previos para
la preparación del alzamiento militar de julio de 1936. Los conspiradores, alejados de Madrid por el
gobierno republicano ante las fundadas sospechas sobre sus intenciones, no cejaron en sus planes. El
plan inicial consistía en una declaración del estado de guerra por altos cargos militares y una acción
política inmediata; el principal obstáculo para conseguir sus propósitos era la dificultad de imponerse
en ciudades como Madrid o Barcelona, con una fuerte implantación de las fuerzas obreras.

El golpe se presentó con una evidente indefinición política, mostrándose en realidad como un ataque
concreto al Frente Popular; el detonante del alzamiento fue el asesinato del líder del Bloque
Nacional, José Calvo Sotelo, que comenzó como un pronunciamiento militar de corte clásico, pero
pronto se convirtió en una contienda total en la que participan todos los sectores de la población,
originando una verdadera lucha social e ideológica. Aunque en la oposición social no podemos hallar
delimitaciones absolutas, es notorio que el levantamiento fue apoyado y seguido de modo muy
amplio por las clases sociales más, la jerarquía eclesiástica y un notable sector de la oficialidad del
ejército. En el campo contrario la base de la resistencia republicana estuvo en las clases medias y
populares.

1.2. El fracaso del golpe de Estado

El alzamiento militar se inicia en Melilla (17 de julio de 1936); en los días siguientes se levantan
numerosas guarniciones en distintas partes del país, a las que se fueron añadiendo contingentes
civiles de las organizaciones políticas partidarias de la insurrección (falangistas, tradicionalistas,
monárquicos e importantes núcleos cedistas). Desde los primeros compases, a pesar del liderazgo de
Mola, juega un papel fundamental el más joven de los generales españoles, Francisco Franco
Bahamonde. Factores diferentes determinaron la rápida imposición del alzamiento en el Norte,
excepto en la cornisa y Cataluña, Baleares, Canarias, el protectorado marroquí, el norte de
Extremadura; con los inicios del alzamiento se sublevaron diversas guarniciones andaluzas, como
Sevilla (donde se hizo con el mando el general Queipo de Llano), Granada, Córdoba (donde dirige el
alzamiento el coronel Cascajo) y las principales poblaciones gaditanas; en líneas generales la mayor
parte de Andalucía occidental se alineó en el bando de los insurgentes, en tanto que la mitad
oriental, con excepciones como la capital granadina, permaneció hasta avanzada la contienda en el
lado de la República. En el resto de la mitad
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sur y en Levante fracasaba la sublevación, al igual que en Madrid o Barcelona, donde la participación
de los voluntarios armados anarquistas y de los partidos de izquierdas fue primordial para controlar
el pronunciamiento. A finales de julio quedaban definidas una zona leal a la República y otra rebelde,
llamada también "nacional". Aunque el bando gubernamental disponía de mayores recursos
financieros y contaba con las principales regiones mineras e industriales, además de incluir las
ciudades más pobladas y las reservas de oro del Banco de España, estas ventajas se contrarrestaban
por otros factores a la postre decisivos para decidir la suerte de las armas. Así, pronto se constituyó
en la zona "nacional" un Estado militarizado, que concentró todos sus recursos en la búsqueda de la 2

victoria, en contraste con la situación de la España republicana donde las disensiones políticas fueron
constantes, tardándose en disponer de un mando unificado que coordinara con eficacia las
operaciones bélicas. Por otra parte, la escasa disciplina que en numerosas ocasiones mostraron las
tropas republicanas contrastaba con la buena preparación y dirección de las unidades sublevadas,
entre las que se incluía lo más granado de la milicia española: la Legión y el Tercio de Regulares. Con
las fuerzas de seguridad divididas casi por igual entre ambos bandos, la disponibilidad de las
guarniciones norteafricanas elevó a 120.000 los efectivos iniciales de los insurgentes, 40.000 más que
en el bando contrario. También contaban los "nacionales" con un mayor número de oficiales, aunque
la mayor parte de la Armada y de la Aviación quedaron en manos republicanas.

1.3. La marcha sobre Madrid

En los tres primeros meses de la Guerra Civil se advierte un movimiento de columnas que originará
un frente entre ambas zonas. Formadas tanto por unidades militares como por voluntarios y
miembros de las fuerzas de orden público, en la España republicana salen varias en distintas
direcciones. Las procedentes de Madrid ocupan, por una parte, Alcalá de Henares y Guadalajara, y
por otra llegan a las cercanías de Córdoba; también de Barcelona salen columnas que se adentran en
Aragón, pero sin recuperar entonces ninguna de las tres capitales provinciales. Mucho mejor
organizadas, dado su componente prioritariamente militar, estaban las columnas nacionales; más
éxito, tuvieron las dispuestas sobre la parte oriental del País Vasco, que se harían con Irún (5 de
septiembre) y diez días después con San Sebastián. En los momentos iniciales del conflicto pasan el
Estrecho las tropas procedentes de Marruecos, con la ayuda de las potencias totalitarias de Europa
(Italia y Alemania).

Desde agosto de 1936 y adentrándose ya en el año siguiente, tiene lugar una ambiciosa operación
militar de los sublevados que, no obstante, acabará suponiendo un notabilísimo éxito defensivo
republicano: la batalla de Madrid. Clave para facilitar la resistencia republicana fue la decisión de
Franco de anteponer a la ofensiva sobre la ciudad la ocupación de Toledo a fin de liberar a los
sitiados en su Alcázar. El tiempo perdido permitió a Miaja organizar la defensa de la capital, de la que
ya había salido el gobierno republicano; con las milicias populares, las unidades militares de reciente
creación, los primeros brigadistas internacionales y los aviones de procedencia soviética que se
oponen a los germanos de la Legión Cóndor se frenó el avance de los rebeldes, quienes, tras el
fracaso de otros movimientos envolventes como las batallas de la carretera de la Coruña, del Jarama
y de Guadalajara, se orientaron a nuevos objetivos, desistiendo de su propósito primitivo.´

1.4. Evolución política

1.4.1. Área gubernamental

Los acontecimientos militares trascurren al mismo tiempo que la actividad política. En la zona
republicana con el estallido del alzamiento dimite como jefe de gobierno Casares Quiroga; en la
noche del 18 al 19 de julio Azaña encomienda a Diego Martínez Barrio la formación de gobierno y le
confía la
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misión de negociar con los militares rebeldes para poner fin al conflicto. Consciente de la
inevitabilidad de la guerra, renuncia al cargo, sustituyéndole José Giral Pereira, quien al facilitar
armamento a las organizaciones frente populistas y sindicales las convertiría en las verdaderas
dueñas del poder en la España republicana, organizándose comités populares que no sólo se harán
cargo de las más diversas funciones, sino que también promoverán una fuerte represión, el "terror
rojo", dirigida contra las personas afines política o socialmente a los golpistas.

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Pero esta revolución popular y el avance victorioso de las tropas "nacionalistas" desbordaron al
gobierno, de manera que Giral dimitió, sustituyéndole al frente del ejecutivo Francisco Largo
Caballero, quien conformaría un gabinete de concentración en el que se sentaron frentepopulistas,
regionalistas y el 5 de noviembre, cuatro miembros de la CNT, entre ellos Federica Montseny, la
primera ministra en la historia de España, responsable de Sanidad y Asistencia Social. Finalmente
nació el Ejército Regular Popular, integrado por los batallones de voluntarios procedentes de las
organizaciones sindicales y políticas y por los sucesivos reclutamientos y que contó con instructores
de procedencia soviética. Estas tropas lograron una eficacia apreciable pero sufrieron grandes
problemas como la carencia de mandos intermedios o la desunión por motivos políticos.

1.4.2. Zona sublevada

En la zona sublevada, superado el efímero desorden inicial y en un ambiente de "terror blanco"


dirigido contra quienes rechazaban el alzamiento, se constituye rápidamente un poder único central
en manos de los militares. A este efecto, el 24 de julio se instituye en Burgos un mando colegiado en
el que participan los principales líderes de la sublevación: la Junta de Defensa Nacional. Tras decretar
el estado de guerra la Junta de Defensa elimina a las autoridades republicanas, reemplazadas por
militares que dirigen una enérgica represión; de igual modo se suprime la actividad de todos los
partidos, ilegalizando a las formaciones frentepopulistas, y se anulan las reformas del gobierno de la
República.

El 30 de septiembre de 1936 se hace efectivo el Decreto aprobado por la Junta de Defensa el día
anterior nombrando a Francisco Franco Jefe de Gobierno del Estado español, Generalísimo de las
Fuerzas Nacionales de Tierra, Mar y Aire, y General Jefe de los ejércitos de Operaciones. Al día
siguiente tenía lugar en el Ayuntamiento de Burgos, la capital de la España sublevada, el juramento
de estas responsabilidades por parte de quien desde este momento y por varias décadas sería el
protagonista indiscutible de la vida política española.

Para una mejor administración Franco crea inmediatamente la Junta Técnica del Estado, presidida
por militares pero que daba cabida a civiles colaboracionistas; en vigor hasta el 30 de enero de 1938,
de ella emanarán las primeras medidas políticas, en las que se advierte una ideología sustentada en
la unidad nacional y en los principios del catolicismo.

1.5. Internacionalización de la guerra

Terminamos la etapa con una mirada a la internacionalización del conflicto. A pesar de la puesta en
funcionamiento de un Comité Internacional de No Intervención, fue evidente en ambos bandos la
presencia de militares extranjeros y el tráfico de armamento. La República compró material bélico
especialmente a la Unión Soviética -de donde también llegó un contingente de unos dos mil técnicos-
y en cantidad mucho menor a otras naciones como Francia o México; las compras se financiaron con
diversas exportaciones y, sobre todo, con el oro del Banco de España, por un valor total de unos 900
millones de dólares.
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Papel muy importante en la Guerra desempeñaron las Brigadas Internacionales; estas tropas, cuyos
efectivos totales alcanzaron los 40.000 hombres, estuvieron integradas esencialmente por
verdaderos voluntarios, muchos de ellos miembros de distintos partidos comunistas, de muy diversas
nacionalidades –hasta más de cincuenta-, aunque con predominio de los procedentes de los países
totalitarios, los británicos y, sobre todo, los franceses.

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En cuanto al material bélico proporcionado a los sublevados su procedencia fue básicamente
alemana e italiana; de allí vino la práctica totalidad de su fuerza aérea, adquiriéndose también en los
países totalitarios la mayor parte de la artillería. Para abonar estas compras, la España "nacionalista"
recurrió al crédito, alcanzando un montante de 635 millones de dólares.

En cuanto a los efectivos humanos, en nuestra Guerra Civil intervinieron 80.000 soldados italianos,
encuadrados en el C.T.V., y unos 20.000 alemanes que participaron en los distintos relevos de la
Legión Cóndor, más los llamados “viriatos”, voluntarios de origen portugués.

2. LA OFENSIVA “NACIONAL” DE 1937

2.1. Desarrollo bélico

Durante el año 1937, se mantiene la ofensiva “nacional”. Coincidiendo con la batalla de Madrid
tienen lugar distintas operaciones en frentes secundarios, entre las que merece especial mención la
difícil toma de Málaga, ocupada por las tropas "nacionales" con una actuación muy destacada del
C.T.V. italiano; el miedo a la represión originó uno de los mayores éxodos de la guerra civil, la llamada
“desbandá” en dirección a Almería, que constituirá una de las más importantes masacres civiles del
conflicto. Poco después, Franco decide emprender la ofensiva del Norte; desde finales de marzo
hasta bien entrado el mes de junio las tropas rebeldes, primero al mando de Mola y finalmente del
general Dávila.

En el trascurso de esta ofensiva se produjo el célebre bombardeo de la Legión Cóndor alemana sobre
Guernica, mundialmente conocido por el alegato en su contra pintado por Picasso; la llamada
Operación “Rügen” tuvo lugar el 26 de abril de 1937 y causó una profunda devastación de este lugar
emblemático para el pueblo vasco, además de un importante número de fallecidos que los estudios
más recientes cifran entre los 125 y 300, cantidad bastante inferior a los cerca de dos millares que en
su momento difundiera el gobierno de la República.

Tras la caída de Bilbao, los "nacionales" se apoderaron de Cantabria, acción finalizada con la toma de
Santander el 24 de agosto, emprendiendo a continuación la conquista de Asturias; con su entrada en
Gijón, desaparecerá el frente del Norte. En el bando opuesto y en un intento de distraer a sus
enemigos y de disminuir la presión sobre la zona cantábrica, los republicanos lanzaron ofensivas
sobre Segovia y Huesca y se enfrentaron a sus enemigos en batallas como las de Brunete, en las
cercanías de Madrid, y Belchite pero ninguna operación les supuso un avance significativo.

2.2. Evolución política

2.2.1. Área republicana

El año 1937 es un año muy difícil para la República, sobre todo por los enfrentamientos políticos
entre las fuerzas que la sostienen. Especialmente tensas son las relaciones entre anarcosindicalistas
y
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comunistas. El antagonismo llegó al uso de las armas en los incidentes del mes de mayo en Barcelona
que hicieron dimitir al Jefe de Gobierno, Largo Caballero, reemplazado por el también socialista Juan
Negrín. Entre las medidas adoptadas por el nuevo gobierno están la constitución del Servicio de
Investigación Militar, la supresión de los Tribunales Populares creados por el gabinete anterior por
otros integrados exclusivamente por magistrados, la eliminación del Consejo de Aragón y la
disolución del POUM.

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Esta última decisión fue instigada por el Partido Comunista en cumplimiento de las directrices
soviéticas para la desaparición de todos los partidos marxistas antiestalinistas, entre los que se
encontraba el Partido Obrero de Unificación Marxista cuyo principal líder, Andrés Nin, fue detenido y
con casi toda posibilidad torturado y ejecutado en Alcalá de Henares el 22 de junio de ese mismo
año.

En otro orden de cosas, medida muy eficaz fue el nombramiento de jefes militares cualificados, entre
los que destaca el del general Vicente Rojo, uno de los héroes de la resistencia madrileña, como Jefe
del Estado Mayor del Ejército. El panorama económico se ennegrece por momentos, descendiendo la
productividad industrial y subiendo espectacularmente los precios; la escasez de subsistencias motiva
el racionamiento e incluso la vuelta al trueque en los intercambios comerciales, a la vez que se
desarrollaba un importante mercado negro.

2.2.2. Área “nacional”

En la zona “nacional” paso decisivo para la estructuración política será el Decreto de Unificación
dictado por Franco el 19 de abril de 1937, que fusionaba Falange Española y los Requetés, bajo la
jefatura del Generalísimo, en Falange Española Tradicionalista y de las JONS, medida a la que se
opuso, costándole su detención, Manuel Hedilla, máximo responsable de los falangistas tras la
ejecución de José Antonio por los republicanos el 20 de noviembre de 1936; con el Decreto quedaba
constituido el partido único, llamado más adelante Movimiento Nacional. La labor unificadora fue
completándose en los meses siguientes con distintas disposiciones: la creación del Servicio Social de
la Mujer y del Sindicato Español Universitario o la aprobación de los estatutos del Movimiento
Nacional. La economía se orientó a la autarquía, a través de medidas como las leyes de protección de
la industria o la creación del Servicio Nacional del Trigo; en otro orden de cosas, el apoyo de la Iglesia
a los sublevados se plasmó en la Pastoral Colectiva de 1 de julio, que calificó la sublevación como una
“cruzada”, una lucha religiosa.

3. EL FRACASO DE LA RESISTENCIA GUBERNAMENTAL (1938)

3.1. Desarrollo bélico

El año 1938 se caracteriza por el fracaso de la resistencia gubernamental. Mientras que el gobierno
de Negrín procura una resistencia a todo trance que posibilite una paz negociada, las tropas de
Franco realizan un espectacular avance que comienza con la recuperación de Teruel después de la
batalla de Alfambra, pues ésta era la única capital provincial que habían arrebatado a sus rivales
desde agosto de 1936 Fue el mar el escenario de algún éxito republicano, como el hundimiento del
crucero "Baleares”. El citado hundimiento se produjo en la madrugada del 6 de marzo de aquel año,
en la que ha sido llamada batalla del Cabo de Palos, en la que la flotilla integrada por el “Baleares”, el
“Canarias” y el “Almirante Cervera”, que prestaba protección a un convoy procedente de Italia, fue
atacada por barcos republicanos comandados por el destructor “Lepanto”, ocasionando la muerte o
la desaparición de unos 786 hombres. El Generalísimo ordenó en marzo una gran ofensiva en el
frente de Aragón, adentrándose en Cataluña y Levante; el desmoronamiento de las tropas fieles a la
República permitió
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la toma de Lérida y el 15 de abril la llegada al Mediterráneo, en las cercanías de Vinaroz, lo que


dejaba dividida en dos la España republicana.

A pesar de las dificultades del terreno y de la reorganización de sus adversarios Franco decide
continuar hacia el Sur, ocupando Castellón. Rojo prepara una operación (Batalla del Ebro) para
socorrer a los valencianos, cruzando el Ebro por Gandesa entre las poblaciones tarraconenses de
Benifallet y Mequinenza, y desatando el episodio más sangriento de la Guerra Civil, lo que obliga a
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Franco a concentrar sus efectivos en esta zona durante varios meses. La intensidad del combate le
valió a esta batalla del Ebro el calificativo del "Verdún español". Tras resistir varias contraofensivas,
los republicanos acabaron por replegarse a mediados de noviembre, constituyendo ésta la última
acción militar de los brigadistas internacionales que fueron despedidos por Negrín en Barcelona el
día 15 de ese mismo mes.

3.2. Evolución política

En la España republicana Negrín sigue al frente del gobierno, ahora dirigiendo un nuevo gabinete de
concentración que intenta llevar a la práctica un programa, proclamado el 1 de mayo de aquel año,
que se conoce como los Trece Puntos de Negrín, una intentona propagandística e intencionadamente
moderada para buscar apoyos internacionales e intentar la finalización del conflicto mediante una
paz negociada o gracias a la ayuda exterior si el estallido de una guerra europea como consecuencia
del anexionismo alemán se trasladaba al escenario español. Sin embargo, durante el verano creció la
oposición a la política de resistencia de Negrín, sobre todo al acentuarse problemas como el
racionamiento, el mercado negro, la inflación o la escasez de alimentos y de combustible, agravados
por la decisión francesa de cerrar su frontera con España; además la situación de Negrín empeora
ante la actitud del presidente Azaña, quien el 18 de julio pronuncia el "discurso de las tres P", en el
que no aboga por la resistencia, sino por el entendimiento entre los españoles, y tras la firma de los
Acuerdos de Munich el 30 de septiembre entre Hitler y las futuras potencias aliadas, que alejan la
perspectiva de un enfrentamiento internacional que favoreciera a la República.

En el bando franquista continuaba la articulación del nuevo régimen con la promulgación de la Ley
de Administración Central del Estado y el nombramiento de un primer gobierno del que son hombres
fuertes el cuñado del Generalísimo, Serrano Suñer, o el responsable de Exteriores, el general Gómez-
Jordana; el 10 de marzo se aprueba el Fuero del Trabajo, al que se da rango de ley fundamental, por
el que se establece una organización corporativa al modo de la Carta di Lavoro italiana. Otros hitos
legislativos importantes son la Ley de Prensa, que instaura la censura, y la derogación de la mayoría
de la legislación republicana, como la Ley de Confesiones y Congregaciones Religiosas, las de
matrimonio civil y divorcio o el Estatuto catalán.

4. LA VICTORIA DE LOS “NACIONALES” Y EL FIN DE LA GUERRA. LA CAÍDA DE LA REPÚBLICA

Tras el fracaso de la ofensiva de Rojo en el Ebro, se fue materializando la victoria de los “nacionales”
y el fin de la guerra (enero y marzo de 1939). La República llega a una situación comprometidísima,
pues a las críticas a la política de resistencia y a los problemas económicos se añaden la carencia de
armamento, las dificultades para la llegada del material bélico adquirido en la URSS y la desfavorable
situación internacional. Rojo, nombrado ahora Jefe del Estado Mayor, prepara un plan de resistencia
para Cataluña, al tiempo que abre operaciones en otros frentes como el suroeste de Madrid, Motril y
Córdoba-Peñarroya. El ataque de los "nacionales" sobre Cataluña se inicia también en XII-1938.
Tarragona cae el 15 de enero de 1939 y sólo once días después es ocupada Barcelona, que opone
escasa resistencia, y el 4 de febrero Gerona. La derrota en Cataluña acabó por descomponer al
Estado
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republicano, pero Negrín prosiguió su política de resistencia a ultranza, que había sido refrendada en
la última sesión de las Cortes republicanas(Figueras, 1 de febrero de 1939), tanto por considerarse
imprescindible para alcanzar una paz negociada como por el temor ante el ejercicio de represalias
sobre los derrotados, temor por otra parte confirmado apenas días después con la promulgación por
Franco de la Ley de Responsabilidades Políticas (13-II). Aunque muchas de las autoridades
republicanas huyeron a Francia, Negrín y algunos de sus ministros se dirigieron a Madrid, donde, se
afanaron en continuar la lucha.
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No obstante, cada vez eran más los partidarios de procurar una paz honrosa con el gobierno de
Burgos. Éstos no hallan más salida que un golpe de Estado para lograr este propósito; de este modo
se alzan en la noche del 5 al 6 de marzo bajo la dirección del Jefe del Ejército del Centro, el coronel
Segismundo Casado, al que respaldan otros altos mandos como el general Miaja. Culminado con
éxito, Negrín y sus principales colaboradores parten al exilio, mientras que tomaba el poder un
Consejo Nacional de Defensa en un clima de caos extendido por toda la capital en la que se desatan
graves enfrentamientos internos. Por último Franco ordena una ofensiva final, iniciada el 26 de
marzo, que acaba con los últimos focos de resistencia. Casado y Miaja escapan del país, mientras que
algunos miembros del Consejo, como el socialista Julián Besteiro, permanecen en la capital, siendo
tras la caída de ésta el 28 de marzo detenidos y procesados. Ocupada toda la zona centro el
Generalísimo firmaba el 1 de abril el último y conciso parte de guerra.

5. CONSECUENCIAS DEL CONFLICTO

5.1. Consecuencias demográficas

Por un lado, se hallan las consecuencias demográficas. A la hora de cuantificar las pérdidas humanas
de la guerra civil el desacuerdo entre los historiadores ha sido evidente ante la dificultad de
contabilizar los fallecidos en el frente, los represaliados durante la contienda y después de la victoria
de los sublevados, los muertos a causa del hambre y las epidemias, etc. Los cálculos más aceptados
las cifran alrededor de las quinientas mil personas, repercusión demográfica directa a la que debería
sumarse la indirecta del hipotético número de quienes no llegaron a nacer por la pérdida de
población joven durante el conflicto.

Si toda guerra implica la lógica desaparición de los muertos en acciones bélicas, aquí debemos añadir
los efectos del odio traducido en una profunda represión indiscriminada desplegada en ambas zonas
desde los inicios del conflicto, con ejemplos en la República como las ejecuciones masivas de la
Cárcel Modelo de Madrid en agosto de 1936 o las matanzas de Torrejón de Ardoz y Paracuellos del
Jarama - en las que según los cálculos del historiador Ian Gibson fueron asesinadas unas 2.400
personas a lo largo del mes de noviembre de 1936-, aunque fue muy superior el número de víctimas
a manos de los vencedores, sobre todo porque a la represión durante la guerra hay que añadir la que
se continuó practicando por las autoridades franquistas a lo largo de más de tres décadas y a cuya
cifra final debe contribuir la aplicación de la Ley de Memoria Histórica aprobada en 2007.

También fue notable en el ámbito demográfico el efecto del exilio republicano, iniciado durante el
mismo enfrentamiento con la evacuación de los llamados “hijos de la guerra”, aunque el gran éxodo
se produjo a partir de los primeros meses de 1939; se estima entre trescientos mil y cuatrocientos
cincuenta mil el número de exiliados, la mayoría de los cuales fallecieron en el extranjero o no
regresaron hasta la muerte de Franco en 1975. En el caso concreto de Andalucía, muy graves fueron
los hechos en la zona “nacional”, donde obreros agrícolas, dirigentes de las organizaciones políticas
izquierdistas y miembros de los ayuntamientos republicanos fueron los principales objetivos de estas
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medidas represivas, que alcanzaron, como sabemos, a figuras tan relevantes como el poeta Federico
García Lorca o a Blas Infante. El número de víctimas es difícil de calcular, pero puede establecerse
alrededor de las sesenta mil, siendo mucho mayor la cifra de los condenados a trabajos forzados o a
otras penas de prisión y los que se vieron obligados a tomar el camino del exilio.

5.2. Consecuencias económicas

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Por otro lado, hemos de contabilizar las consecuencias económicas; de catástrofe económica puede
tildarse la guerra para el país, que tendría que esperar a la década de los años 50’ para recuperar los
niveles de renta previos al conflicto. Indicadores de este desastre fueron, por ejemplo, la destrucción
del tejido industrial, los daños en comunicaciones e infraestructuras, el incremento de la deuda
externa y la pérdida de las reservas de oro del Banco de España.

5.3. Consecuencias política, morales y sociales

Por último, hemos de contabilizar las consecuencias políticas, morales y sociales. Además de la
evidente consecuencia política que supuso la instauración de la dictadura franquista, la victoria de los
“nacionales” devolvió la hegemonía socioeconómica a las oligarquía terrateniente, financiera e
industrial, a la par que los trabajadores perdían buena parte de los derechos adquiridos durante la
etapa republicana. España quedó fracturada en un país de vencedores y vencidos, pues el régimen
franquista nunca buscó una sincera reconciliación nacional, haciendo de la persecución y la represión
de los derrotados durante varias décadas una de sus señas de identidad.

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