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178 no puede desenvolverse sin libertad. Los reyes espa- Tioles al declarar 4 los indios perpetuamente menores hicieron lo que con sus hijos algunos padres indisore- tamente amorosos, criarlos en el encierro, débiles de cuerpo, pobres de espfritu y faltos de experiencia. Las leyes de Indi indio es débil como un nifio; luego debe tratarsele co- go pi mo tal,” sin reflexionar que traténdole siempre como virey! se encerraron en este fatal cfreulo: “el nifio nunca podria salir de la infan “A los indios es po, qu preciso protegerlos y no educarlos,” decia el Sr. Zu- que el méarraga,' y desgraciadamente se siguidé esta maxima. iNo habria, por otra parte, algun interes en el go- bierno espafiol para no educar al indio? ; No temeria que saliendo de la infancia se armase contra ¢l usando de la fuerza de hombre? Dejemos que sobre este pun- to responda por nosotros un autor que mas bien es tenido por parcial de los esparioles que de los indios. + puebl “En los tiempos que siguieron inmediatamente 4 la dios conqnista, se tuvieron ideas muy liberales para la ins: + doci, truccion y fomento de los indios. Antes de pensar ins e en formar ningun establecimiento ptiblico de instruc- hoseor cion para los espafioles, se fundé el colegio de Santa Cruz para los indios nobles, en el conyento de San- tiago Tlaltelolco de religiosos franciscanos, cuya aper- tura solemne hizo el primer virey de México D, An- tonio de Mendoza. Hubo de pensarse despues que no conyenia dar demasiada instruccion 4 aquella clase, I Cartas. Op. cit. pig. 102. Biblioteca Nacional Digital de México IIB UNAM 179 yes eg i i i | espa de que podia resultar algun peligro para la seguridad Menores | de estos dominios, y no solo se dejé en decadencia indisere. aquel colegio, sino que se embarazé la formacion de les de ae otros, y por esto el capitan D. Juan de Castilla se afané ni. Lag en vano durante muchos afios en Madrid, 4 fines del elo el siglo pasado, para conseguir la fundacion de un cole- eo gio para sus compatriotas en su patria Puebla, El mrecomo virey marques de Branciforte decia por el mismotiem- po; que en América no se debia dar mas instruccion que el catecismo; no es, pues, estrafio que conforme 4 estos principios, las clases bajas de la sociedad no tuviesen otra, y aun esa bastante imperfecta y escasa. ; La expulsion de los jesuitas fué para ellas tan perju- usando dicial, como para las mas elevadas, pues si para estas ste pun- habian fundado estudios en las ciudades, daban 4 to- dos instruecion religiosa y formaban la moral del pueblo con frecuentes ejercicios de piedad. Los in- dio: sin embargo, como que eran admitidos al sacer- docio, entraban en los colegios para aprender las cien- cias eclesidsticas, pero enlo general se limitaban 4 solo instrue- los conocimientos precisos para ordenarse ¢ ir 4 admi- fe Santa nistrar algun pequeno curato 6 vicarfa en algun pue- de San- blo remoto y en mal temperamento.” yaaper- E] aislamiento en que se obligé 4 vivir 4 los natu- D. At rales, si bien pudo libertarlos de algunos vejémenes, — ne n0 les impidié aprovecharse de la civilizacion espatiola, a clase, que solo con el trato de los conquistadores podian ad- 1 Alaman, Historin de México, tom. 19, pig: 26. a Biblioteca Nacional Digital de México IIB UNAM 180 quirir; los arraigé en sus antiguas costumbres y preo- cupaciones; establecié dos pueblos heterogéneos, ene- ‘migos, en un mismo terreno. Entre las leyes protectoras encontramos una, citada anteriormente, que fué tambien de fatales consecuen- cias; la que dejé el sistema de comunidad, cuyos per- niciosos efectos en lo general hemos explicado ante- riormente. ' Los indios que no vivian en las ciudades fueron reunidos en pequefios pueblos, de donde ya hemos visto que no podian salir, asigndndose 4 cada uno de esos pueblos un territorio que era cultivado en comun, y otra parte se distribuia de por vida entre las familias para sus exigencias particulares; pero la ley no concedia mas que el usufructo de las tierras, y 4 la muerte del poseedor el magistrado hacia un nuevo re- partimiento. De este sistema ha venido que aunque la ley no prohibia 4 los indios tener tierras en pro- piedad, muy poeas 6 raras veces llegaron 4 adquirir- las, porque les faltaba la costumbre de empresa per- sonal; los indios habian perdido completamente el sentimiento de la individualidad. “Donde quiera que el derecho de propiedad es desconocido 6 modifica- do aparece la indolencia, la ociosidad, la imprevision; el hombre se degrada, la prosperidad, la gloria na- cional desaparecen, la miseria sucede 4 la abundan- cia, sumerge al pueblo en el envilecimiento, hace en cierto modo necesaria la esclavitud y aun destru- 1 Parte 1? Biblioteca Nacional Digital de México IIB UNAM ela] demo. He las pet maner Pero « uno d parae dose lo ylose moral, meto dé na mise yes pe de qu modo mado, de un do, qu dia el de of 1 mig i citada secuen- 8 per- lo ante. indades mde ya Scala adoen ntrelas dla ley yal, evore- wunque an pro- Iquirir-

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