You are on page 1of 20

A mis padres

Esta publicación no puede ser reproducida, ni total ni parcialmente,


ni registrada en, o transmitida por. un sistema de recuperación de información,
en ninguna forma ni por ningún medio, ya sea fotomecánico, fotoquímico,
electrónico, por fotocopia o por cualquier otro, sin el permiso previo de la editorial.

©Del texto, la autora, 2012


©De esta edición: Publicacions de la Universitat de Valencia, 2012

Publicacions de la Universitat de Valencia


http://puv.uv.es
publicacions@uv.es

Ilustración de la cubierta: Etiqueta de la Compañía Colonial (Madrid).


Diseño de la cubierta: Celso Hcmández de la Figuera
Fotocomposición, maquetación y corrección: Communico, C.B.

ISBN: 978-84-370-8857-0
Depósito legal: V-1359-2012

Impresión: Publidisa

··'!!~
l:Ji:-
~ ......

ÍNDICE

AGRADECIMIENTOS...................................................................... 13

INTRODUCCIÓN.............................................................................. 15

LA GUERRA DE ÁFRICA EN SUS TEXTOS.................................. 27

LA EXPOSICIÓN GENERAL DE LAS ISLAS FILIPINAS


EN MADRID...................................................................................... 49
El escenario exótico....................................................................... 52
La representación de la otredad: los zoológicos humanos............. 54
La exposición como representación ....................... :....................... 60
La exposición como narrativa........................................................ 63
La textualización de las Filipinas................................................... 69
Coda. La ya presente nostalgia del imperio................................... 77

EL N CENTENARIO: EL ESPECTÁCULO IMPERIAL (1892)....... 79


La problemática del pasado español.............................................. 82
La organización del IV Centenario ..............................................._. 87
La conmemoración como espectáculo. La cabalgata de Madrid... 95

EL N CENTENARIO EXPLICA EL IMPERIO............................... 111


Las Conferencias Americanistas en el Ateneo de Madrid.
Las glorias del pasado.................................................................... 112
El Congreso Geográfico Hispano-Americano-Portugués.
El porvenir de la raza ibérica......................................................... 117
El Congreso Literario Hispano-Americano.
La batalla del idioma...................................................................... 127

DOS NOVELAS POSCOLONIALES ............................................... 141


Sonata de estío ..... ~......................................................................... 148
La vuelta al mundo en la «Numancia» .. .. .. .. .. .. .. .. ... .. .. .. .. .. .. .. .. .. ... .. 154

BIBLIOGRAFÍA................................................................................. 163

~ .
~-·

LA EXPOSICIÓN GENERAL DE LAS ISLAS FILIPINAS


EN MADRID

La Gran Exposición de Londres (1851)' inauguró un~ singular práctica cul-


tural en las naciones imperiales de Europa consistente en exhibir, entre otras
cosas, no solo las innovaciones tecnológicos industriales, los avances científi-
cos y las mercancías producidas en la nación, sino también los productos pro-
venientes de sus colonias y de diversos países amigos. 2 Como celebraciones de
la abundancia y del progreso, las exposiciones universales de las capitales eu-
ropeas, principalmente Londres y París, eran los escaparates del imperio. Estos
monumentos a la modernidad no pasaron desapercibidos para el teórico de la
cultura burguesa, Walter Benjamin, quien los incluyó en su repertorio de repre-
sentaciones y prácticas modernas parisinas junto con las galerías comerciales,
los panoramas, las barricadas, el fléineur y el nuevo diseño urbano que trazó
Haussmann para París. En tanto que su interpretación de este fenómeno cultu-
ral resaltaba el lugar simbólico que ocupaba en la cultura burguesa, Benjamín
teorizó que «[l]as exhibiciones mundiales son lugares de peregrinación al feti-
chismo de la mercancía>> que «glorifican el valor de cambio de la mercancía». 3
A diferencia de Benjariiin, cuya atención crítica estaba fijada en revelar cómo
el modo de producción capitalista se expresaba en las formas culturales bur-
guesas, al historiador Eric Hobsbawn le interesaba explicitar la función política
de estos acontecimientos y, por tanto, hizo hincapié en el aspecto ideológico

1
El nombre oficial era .The Grea/ Exhibition of the Works ofIndustry of ali Nations ('La
Gran Exposición de las Obras de la Industria de Todas las Naciones'), pero se dio a conocer
como The Great Exhibition ('La Gran Exposición'). Algunos historiadores proponen que la
primera exposición de este tipo fue la de París de 1844. Y, en efecto, la Exposición Industrial
de París influyó en la decisión inglesa de montar su Great Exhibilion; pero la exposición
parisina estaba dedicada estrictamente a la producción industrial y agrícola francesa.
2
En esta primera exposición «universal» se presentaron productos de países tan diversos
como Persia, Turquía, Egipto, Ceilán, España, Italia o Austria.
3
Walter Benjamín: «Paris, Capital of the Nineteenth Centmy», en Rejlections, Nueva
York, 1986, pp. 151-52. Edición de Peter Demetz.
50 ALDABLANCO
LA EXPOSICIÓN GENERAL DE LAS ISLAS FILIPINAS EN MADRID
51
de este fenómeno multifacético al definir las exposiciones mundiales como «ri-
El carácter comercial de la exhibición se explicitó en los documentos ofi-
tuales gigantes de autocongratulación», que además servían para producir un
consenso popular en torno al imperio. 4 Más recientemente, Veit Erlrnann ha ciales, que coincidían en que su principal objetivo era el de realzar los pocos y
tenues lazos comerciales que existían con la metrópoli. El que fuera casi inexis-
sintetizado estas dos aproximaciones teóricas, que han establecido los princi-
tente la relación comercial con Filipinas se atribuía no solamente a la distancia
pales marcos teóricos para el estudio de este fenómeno, al sugerir que las ferias
y a la difícil comunicación con el remoto archipiélago, sino, principalmente, al.
universales en la era imperial eran las «grandes plataformas ele la imaginación
escaso interés del sector comercial metropolitano en el potencial económico de
global en las cuales la idea del imperio, del progreso y de la mercancía apare-
cían cobijadas bajo una misma idea». 5 la colonia, que, según se argumentaba, era debido a una falta de conocimiento
acerca de la colonia. Así, por ejemplo, en la carta que acompañaba al proyecto
Si bien las exposiciones universales exhibían tanto objetos y productos na-
de real decreto para organizar la exposición, que presentó el ministro de Ul-
cionales como coloniales, paralelamente surgió otro modelo expositivo, la ex-
hibición colonial, que no se limitaba a exhibir los artefactos y los productos de tramar Germán Gamazo a la reina regente María Cristina para su aprobación
y firma el 19 de marzo de 1886, vemos claramente las razones que llevaron a
las colonias de los imperios allí representados, sino también a sus «nativos».
organizar el acontecimiento:
Fue esta la modalidad que se llevó a cabo en Madrid durante el verano y el oto-
ño de 1887, al montarse en el parque del Retiro la Exposición General de las
Los productos del suelo y los veneros de riqueza de aquellas islas feracísimas
Islas Filipinas, la única exposición colonial que tuvo lugar en España.
no son debidamente conocidos; y esta ignorancia en que vive la Metrópoli con-
Esta exposición, centrada en la colonia ultramarina más remota del imperio, tiene acaso la explicación de que no se hayan establecido grandes corrientes de
fue organizada por el Gobierno, inaugurada por la reina regente María Cristina, comercio que impulsen la agricultura e industrias de la Península y de las islas,
y durante los tres meses que permaneció abierta fue «todo un acontecimiento es el objeto principal del decreto que se somete a la aprobación de V. M. 8
en la vida cultural madrileña>>. 6 Asimismo parece que fue un éxito comercial en
tanto que se calcula que acudieron al Retiro medio millón de visitantes, aunque El exministro de Ultramar y renombrado filipinólogo Víctor Balaguer, quien
no hay cifras oficiales que lo constaten. 7 El certamen siguió el modelo de la originó la idea de organizar la Exposición, confirma esta falta de conocimiento
que era ya una institución cultural harto establecida, exhibiendo colecciones de modo contundente: «Malaventuradamente, en España, por regla general,
de historia natural, de los recursos naturales del archipiélago y ejemplares de reina profunda ignorancia en todo cuanto atañe á nuestro Archipiélago, si es
la cultura material, junto a muestras de las singulares mercancías del archi- que no ocurre algo peor, que consiste por parte de algunos en mantener y pro-
piélago. También se exhibieron seres humanos, una práctica cultúral que por pagar errores peligrosos». 9
esos años empezaba a proliferar en las exposiciones universales y exhibiciones Pero si la secuela de esta «profunda ignorancia» había sido que no se produ-
coloniales, convirtiéndose con gran rapidez en una de las principales atraccio- jeran grandes beneficios económicos para la metrópoli, también se pensaba que
nes de estos eventos. La exposición, pues, pretendía ser una recreación de las había incidido en que se mantuvieran en la colonia las represivas estructuras
Filipinas, que brindaba a los visitantes metropolitanos la oportunidad de «vern políticas, legales, religiosas y culturales que, según los liberales reformistas,
por primera vez su prácticamente desconocida colonia y «autocongratularse» caracterizaban el colonialismo español en Filipinas. En un artículo dedicado
de su existencia como parte del imperio español. A su vez se elaboraron re- a la exposición, publicado en un número monográfico de la revista liberal re-
presentaciones escritas de las Islas Filipinas en una serie de textos publicados publicana El Globo, Eleuterio Maisonnave, exministro de Gobernación en el
como suplementos a la exposición. Para guiar a los visitantes por el recinto y Gobierno republicano de Castelar, fundía el tema político-religioso con el eco-
los pabellones que exhibían las muchas y diversas colecciones de objetos, la nómico:
Comisaría Regia, la entidad estatal encargada de organizar la exposición, pu-
blicó la Guía oficial, el Catálogo y varias memorias. Sigamos como hasta aquí, Y. la pátria [sic] llorará, con el tiempo, la pérdida de
una colonia más: hagamos lo que la prudencia y deber aconseja, y conseguire-
mos que aquel pueblo sea un pueblo libre y civilizado, convertiremos aquella
colonia en una rica y floreciente provincia espafiola, donde encontraremos base
4
E. J. Hobsbawm: TheAge o/Capital, 1848-1875, Nueva York, 1975, p. 32. y fundamento para nuestra ·regeneración económica [ ... ] Inglaterra ha organiza-
5
Veit Erlmann: «"Spectorial Lust": The African Choir in England, 1891-93», en Bemth do en Londres el mercado más rico de los productos Filipinos. Alemania mira
Lindfors: Africans on Stage: Szudies in Ethnological Show Business, Bloomington, 1999,
p. 118.
6
Juan Guardiola: Filipiniana, Madrid, 2006, p. 68. 8
7
Luís Ángel Sánchez Gómez: Un imperio en la vitrina: El colonialismo español en el Germán Gamazo: «l;lxposicióm>, en Exposición general de las islas filipinas, 1887,
Madrid, 1886, p. 5.
Pacifico y la exposición de Filipinas de 1887, Madrid, 2003, p. 145. 9
Víctor Balaguer: Islas Filipinas (Memoria), Madrid, 1895, p. 6.
··"!!fS
~trf ALDABLANCO LA EXPOSICIÓN GENERAL DE LAS ISLAS FILIPINAS EN MADRID 53

con verdadera envidia nuestras posesiones en el Pacífico, y China explota de nían incluidas en la Guía oficial y en la Historia de la Exposición de las Islas
una manera prodigiosa la riqueza de aquel suelo. 10 Filipinas en Madrid el año de 1887 (1887) de Enrique Taviel de Andrade, uno
de los textos más completos escritos acerca de la exposición. 11 Así, no ha de
Para los organizadores de la exposición, con Balaguer a la cabeza en su ca- extrañarnos que se inventara la presencia de este reptil tropical ya que intensifi-
lidad de presidente de la Comisaría Regia, su cometido estaba claro; se trataba caría el carácter exótico de la exposición. La presencia de animales importados
de producir y poner en circulación la manera de ver, entender e interpretar las del archipiélago -varías caríbaos, dos toros, una pitón enjaulada de seis metros
Filipinas con la esperanza de que los metropolitanos comprendieran el impor- de largo, once ciervos y otras especies autóctonas de las islas-, que rondaban
tante lugar que ocupaba la colonia en el porvenir de España. Pero la exposición por las secciones acotadas del recinto, también sirvió para crear el aura de exo-
no solo contribuyó a que la lejana colonia entrara en el imaginaría colectivo, tismo que marcó la exhibición. Pero si el café construido a la manera de una
sino que,/según veremos, también participó en el fundamental trabajo ideológi- casa de té china, los puentes de caña y los exóticos animales se suponía que le
co de apuntalar la conciencia imperial en la metrópoli. darían a la exposición un aspecto y efecto oriental, con respecto a la vegetación
no se hizo ningún esfuerzo por reproducir un hábitat filipino «auténtico» para
poner en escena a los «nativos», una de las convenciones de las exhibiciones
EL ESCENARIO EXÓTICO etnográficas que pretendían recrear todos los elementos del mundo «original».
A juzgar por las muchas descripciones de la exposición que aparecieron en
La exposición se levantó en los amplios jardines del Retiro, en donde las la prensa, la representación de las Filipinas como lugar ~xótico parece que fue
muchas colecciones que habían viajado desde el archipiélago a Madrid se ex- todo un éxito ya que, típicamente, se figura en términos de lo «maravilloso»,
hibieron en dos pabellones construidos por el arquitecto Ricardo Velázquez: el tropo que, según Stephen Greenblatt, «es la figura central[ ... ] la decisiva ex-
y
Pabellón Central (actual Palacio de Velázquez), construido en 1883, un nuevo periencia emocional e intelectual en la presencia de la radical diferencia ... ». 12
edificio, el Pabellón de Cristal, creado especialmente para albergar las 4.000 Así, la reseña de José Femández Bremón acerca de la recién inaugurada ex-
plantas tropicales que, a duras penas, habían logrado sobrevivir a su larga trave- posición en la elegante revista La Ilustración española y americana describe
sía desde las Filipinas. Es evidente que Velázquez se inspiró en el Crystal Pala- las Filipinas como una «región maravillosa» dado que «no hemos visto a nadie
ce del ingeniero y. arquitecto inglés Joseph Paxton, la revolucionaria estructura recorrer con indiferencia aquellas hermosas colecciones de objetos que corres-
que había albergado la Gran Exhibición londinense de 1851, que rápidamente ponden en lo industrial á otra civilización, en lo natural casi se podría ¡ifirmar
se convirtió en el emblema de la modernidad arquitectónica, entre otras razo- que á otro planeta». 13 La radical diferencia «maravillosa» también la evoca el
nes por su uso de materiales prefabricados: el hierro y el vidrio. A parte de ser antropólogo Manuel Antón, quien con su mirada de naturalista introduce a sus
una estructura idónea para exhibir la flora filipina en tanto que funcionó a modo lectores en los especímenes que forman parte de ese mundo casi fantástico:
de invernadero, también introdujo en el recinto un aire de modernidad al ser
la primera vez que se usaron en España el hierro y el cristal en un edificio no El viajero que alquile una canoa en el lago, se acomode, sentado á la morisca,
bajo la toldilla de trenzado bejuco, se deje guiar por el corto y ancho remo del
industrial. Se podría decir, entonces, que marcó la exposición con un indele-
pardo malayo que la tripula, y fuinándose un tabaco filipino se abandone por
ble signo de modernidad, al igual que otras prácticas culturales modernas que,
las corrientes de la fantasía imaginando cocoteros, los castaños; palmas bravas,
como veremos, se llevaron a cabo en este singular acontecimiento. los álamos; helechos y lianas, los matorrales; bongas, las adelfas; bambúes, los
Para la exposición se modificó la topografia del Retiro, al crearse un pe- cañizales, y molaves, los cipreses, puede creerse en las orillas del Pampanga, o
queño lago artificial diseñado para servir de recreo acuático para los visitan- mejor del abra, sin más esfuerzos de imaginación, porque en su trayecto, ha de
tes. Sobre este lago navegaban embarcaciones «típicas» filipinas y el llamado contemplar una casa de madera estilo japonés donde tejen las indias el abacá y
«pabellón flotante», en el cual los visitantes podían hacer cortos cruceros. En la seda que preparan los indios, más allá una cabaña agrícola de corte filipino,
una pequeña isla construida en su centro se encontraba uno de los varías ca-
fés que se habían montado dentro del recinto al que se accedia cruzando dos
«rústicos» puentes de caña. Poblaban el lago peces típicos de las Filipinas y,
11
El historiador Sánchez Gómez no ha podido confirmar quién fue Enrique Taviel de
es más, la Crónica de la Exposición menciona que en él habitaba un cocodrilo. Andrade, pero cree que era hermano de José Taviel de Andrade, teniente de la Guardia Civil
y «guardaespaldas-vigilante» de José Rizal a partir de la llegada de este a Filipinas en 1887,
Sin embargo, este «exótico» espécimen tropical no aparece en ninguna de las y de Luis Taviel de Andrade, teniente del Ejército español que fue el abogado defensor de
enumeraciones de los animales que se trajeron del archipiélago, listas que ve- Rizal en el consejo de guerra que llevó a su muerte. Un imperio en la vitrina, p. 198.
12
Stephen Greenblatt: Marvelous Possessions: The Wonder o/ the New World, Chicago,
1991, p. 14.
'ºEl Globo, julio de 1887, p. 215. 13
La Ilustración española y americana, 8 de julio de 1887, p. 2.
ALDABLANCO LA EXPOSICIÓN GENERAL DE LAS ISLAS FILIPINAS EN MADRID 55
54

un pitón (que así, y no boa debe llamarse, porque estas últimas serpientes sólo vos la exposición madrileña se desmarcó de esta práctica cultural de una mane-
viven en América) un parque de cérvidos, una ranchería de Igorrotes, con su ra singular y además significativa, como fue la de combinar diferentes diseños
templo, sus cabaiias de bambú y nipa, y sus chozas en las copas de los árboles, expositivos para poner a la vista de los espectadores a los indígenas venidos de
y finalmente un pueblo indio con sus casitas diseminadas y levantadas sobre las islas Filipinas.
14
estacas, que preservan de la fuerte humedad del archipiélago. Debemos comenzar nuestra exploración del modo en que se escenificó a los
filipinos en la exposición, introduciendo la problemática interpretativa surgida
En una vena similar una crónica en la prensa madrileña describe de este en tomo a los llamados «zoológicos humanos». El estudio de este fenómeno
modo la exposición: expositivo ha ido adquiriendo gran relevancia en la investigación de las expo-
siciones universales porque examina una de sus facetas que había sido obviada
Aquellos parajes, solitarios de continuo [... ] se habían como por mágico conju- por aquellos estudiosos que, al igual que Benjamin, se concentraron en teorizar
ro transformado en rincón fantástico y paradisíaco, sobre cuyo fondo plácido y la manera en que estas apuntalaban la fetichización de la mercancía en el ima-
risueño surgían construcciones orientales, espléndidas como quimeras soñadas ginario burgués. Una linea interpretativa vincula los zoológicos humanos al
por el príncipe Aladino, y grandiosos palacios transparentes como edificaciones
pensamiento racial, fundamento de la violencia del colonialismo, proponiendo
de hielo fabricadas por algún genio poderoso de la antigua leyenda escandinava,
y rústicas perspectivas de cascadas y puentes en la aglomeración caprichosa de que su función ideológica era la de legitimar el proyecto colonial en la metró-
paisaje inverosímil imaginado por Bruehegel [sic] sobre praderas y lagos, ofre- poli durante la época del imperialismo. Así, a menudo en este tipo de lectura
ciendo las entonaciones apacibles del pincel dulcísimo de Vatteau [sic].15 se representan los zoológicos humanos principalmente como artefactos racistas
que articulan el nocivo discurso racial de la época. En contraposición a esta
Aquí, lo maravilloso se representa adscribiendo al paisaje y la arquitectura interpretación, otra aproximación interpretativa teoriza que la escenificación de
de la exposición cualidades mágicas y de ensueño que provienen, curiosamen- nativos no era sino una <<performance», un espectáculo sin ninguna implicación
te, de_ dos archivos que poco tienen que ver con el repertorio de imaginería ideológica.
correspondiente al mundo asiático: el del imaginario orientalista, figurado a Disconformes con ambos paradigmas interpretativos, por considerarlos
través de Aladino, y el pictórico europeo. De ahí que el autor de este cuadro simplificaciones de lo que había sido una compleja expresión cultural, los au-
confirmela percepción de los organizadores de que poco o nada se sabía acerca tores de la.introducción a Human Zoos proponen que la interpretación de este
de la colonia del archipiélago. fenómeno requiere el reconocimiento de que existieron varias modalidades
para exhibir humanos y de que no todas ellas fueron lo que denominan como
«zoológicos humanos». 16 Establecen, por lo tanto, una diferenciación entre los
diversos tipos expositivos y definen los zoológicos humanos basándose en la
LA REPRESENTACIÓN DE LA OTREDAD: LOS ZOOLÓGICOS HUMANOS
intencionalidad del artefacto: -

La «exótica» otredad de la colonia española más remota y malentendida [P]oner a un hombre, con la intención de que sea visto, en un espacio específica-
se reforzó introduciendo en el Retiro una práctica expositiva que ya para 1887 mente reconstruido, no por lo que «hace» (por ejemplo, un artesano), sino por lo
era un :frecuente componente de las exposiciones universales coloniales: la de que «es» (visto a través del prisma de una diferencia real o imaginada) es desde
exhibir seres humanos para el mundo «civilizado» occidental provenientes del nuestra perspectiva la definición más precisa de los zoológicos humanos. 17
mundo no occidental como espectáculos de entretenimiento, cuyo «exotismo»
se representaba marcándolos como «salvajes». No ha de sorprendemos que se Así, los zoológicos humanos eran puestas en escena de nativos que estable-
exhibieran «nativos» del archipiélago en la exposición en tanto que era no so- cían y recalcaban la diferencia racial y cultural del otro no occidental y,-es más,
lamente una práctica cultural ya entonces extendida, sino que, como se había que explotaban el racismo occidental en aras del entretenimiento y el lucro.
comprobado en otros certámenes, este tipo de espectáculo atraia a mucho pú-
blico y, por consiguiente, generaba mucha taquilla. Ahora bien, si hubo seme-
janzas entre la manera en que se exhibieron los nativos filipinos en Madrid y las
16
Véase Pascal Blanchard, Nicolas Bance!, Gilles Boetsch, Eric Deroo y Sandrine Le-
maire: «Human Zoos: The Greatest Exotic Shows in the West: · Introduction», en Pascal
estrategias expositivas que se utilizaban en Europa, también hubo diferencias Blanchard, Nicolas Bance!, Gilles Boetsch, Eric Deroo, Sandrine Lemaire y Charles Fors-
notables que me llevan a proponer que en su manera de poner en escena a nati- dick (eds.): Human Zoos: Science and Spectac/e in the Age ofColonia! Empires, Liverpool,
2008, pp. 1-49. La versión original francesa es Zoos humains. Aux temps des exhibitions
humaines, París, 2002.
17
14 El Globo, julio de 1887, p. 23. Pascal Blanchard et al.: «Human Zoos: The Greatest Exoüc Shows in the West: Intro-
'5 Citado en Luís Ángel Sánchez Gómez: Un imperio en la vitrina, p. 139. ductiom>, en Pascal Blanchard et al. (eds): Human Zoos, p. 23. 'C ~
56 ALDABLANCO LA EXPOSICIÓN GENERAL DE LAS ISLAS FILIPINAS EN MADRID 57

Si bien es cierto que en los certámenes universales predominaba el uso del taré como componentes de la exposición. Lo que me interesa aquí es analizar
zoológico humano, también habría que destacar que no todos ellos desple- la manera en que estos artefactos expositivos se relacionaban y formaban parte
garon este modelo exhibidor. Así, por ejemplo, se podría argumentar que los de la constelación de cosas y objetos que es una exposición. De ahí que discuta
nativos que desarrollaban actividades artesanales y vendían productos. colo- el modo en que cada una de las modalidades expositivas produjo un significa-
niales en el pabellón argelino de la Exposición Universal de 1878 de París no do específico para luego analizarlas como componentes inherentes del texto-
constituían un zoológico humano dado que lo que exhibían eran sus destrezas exposición.
artesanales. 18 En el Retiro se emplearon dos diseños para poner en escena a los pueblos
A diferencia de este modelo, se dio un tipo de zoológico humano -la exhi- indigenas de las Filipinas: por un lado, el zoológico humano como espectáculo
bición etnográfica- que ponía en escena grupos «raciales» o «étnicos» de una racial y, por otro, el taller artesanal. El que la exposición utilizara ambos tipos
región, revistiéndola de un cierto cientifismo en tanto que a menudo eran los de modelos expositivos muestra que fue conceptualizada con dos clarísimos
antropólogos metropolitanos los que las montaban o asesoraban en su diseño fines: por una parte, fue concebida como empresa comercial, para lq cual la no-
expositivo. Sin embargo, este pretendido cienti:fismo era engañoso, como ha vedad de exhibir nativos en zoológicos humanos se pensaba, con gran acierto,
señalado acertadamente Barbara Kirshenblatt-Gimblett, porque «[l]a naturale- que provocaría la curiosidad de los metropolitanos que pagaron el no insig-
za inherentemente performativa de los especímenes vivos hace que su exhibi- nificante precio de 1 peseta para entrar a verlos; y, por la otra, formaba parte
ción vaya en la dirección del espectáculo esfumando aún más la frontera entre del esfuerzo comercial gubernamental de atraer al Retiro a posibles inversores
la curiosidad mórbida y el interés científico,[ ... ] el teatro y la exhibición etno- para que observaran a!os artesanos de la colonia trabajando y produciendo las
gráfica de seres vivos, [ ... ] la recreación escenificada y la actuación cultural». 19 singulares mercancías del archipiélago.
Se podría decir, por tanto, que en el modelo etnográfico la escenificación de Según cuenta Enrique Taviel de Andrade en su Historia de la Exposición,
personas como especímenes combinaba la «ciencia» de la etnografia con el llegaron 43 indígenas de las islas Filipinas, Carolinas y Marianas a Madrid el 7
espectáculo de la otredad. de mayo de 1887 para participar en la exposición. Estos fueron seguidos el 13
Además de las exhibiciones etnográficas proliferaron en las ,exposiciones de junio por otro grupo de 12. Este texto no sol-0 cuenta con lujo de detalle las
espectáculos étnicos cuyo objetivo, si bien también escenificaban al otro exóti- experiencias de los filipinos en su estadía en la metrópoli, sino que elabora una
co, era estrictamente comercial, es decir, que en ellos no existía ninguna inten- especie de censo que incluye los nombres de los que Taviel de Andrade llama
ción científica. El más famoso quizá fuera el llamado «Buffalo Bill's Wild West «expedicionarios», su procedencia regional, su conocimiento del español, su
Show» del vaquero norteamericano Buffalo Bill Cody, que llevaba el «Lejano oficio y, a modo de conclusión, comenta que «[l]a colonia filipina está repre-
Oeste» por Estados Unidos y Europa escenificando, entre otras cosas, batallas sentada por individuos de todas las razas indias que pueblan el archipiélago,
entre vaqueros e indios norteamericanos. 20 incluso las Carolinas». 21 De entrada puede resultar sorprendente este afán de
El acto de diferenciar entre las variantes de la exhibición humana es un representatividad, pero lo que nos sugiere, sin embargo, es que en parte la in-
fructífero punto de entrada para explorar las diversas escenografias por me- tención de la exposición era la de recrear en el Retiro la div_ersidad racial de
dio de las cuales fueron exhibidos los filipinos en la exposición madrileña,
en tanto que nos permitirá identificar los diferentes modelos utilizados, que,
como veremos, a pesar de estar íntimamente entrelazados produjeron diferen- 21 Enrique Taviel de Andrade: Historia de la Exposición de las Islas Filipinas en Madrid

tes significados. Ahora bien, si las exhibiciones humanas que formaban parte el Año de 1887, t. II, Madrid, 1887, p. 56. La Guía oficial también publica los nombres y la
de las exposiciones tienden a estudiarse como fenómenos descontextualizados, proveniencia de los filipinos exhibidos y de aquellos que no fueron puestos en exhibición, en
es decir, que se extraen del texto-exposición para analizarse como elementos tanto que «[p]or ser la primera vez que vienen a Espafia en tanto número y porque no tienen
ocupación especial en que pueden ser vistos, creemos conveniente poner aqul la lista de los
dispositivos individuales e individualizados, en las páginas que siguen las tra- que han venido a España». Guía de la Exposición general de las islas Filipinas, p. 19. El que
la Guía publicara los nombres de los nativos que se exhibían y también el de aquellos que
habían trabajado en la construcción de las casas, la restauración de los artefactos dafiados
1
• Véase el artículo de Luis Ángel Sánchez Gómez: «Ciencia, Exotismo y Colonialismo durante la larga travesía desde el archipiélago y como supervisores de la comunidad filipi-
en la exposición de París de 1878», Cuadernos de Historia Contemporánea, vol. 28, 2006, na en la Exposición les confiere un reconocimiento que, podríamos argumentar, intentaba
pp. 191-212. individualizarlos y concederles una identidad como personas que no tenían cuando eran
19 Barbara Kirshenblatt-Gimblett: «Objects ofEthnography>>, en Ivan Karp y Steven D.
observados dentro de sus <<villas» o como invisibles constructores de la exposición. Aunque
Levine (eds.): Exhibiting Cultures, 1991, pp. 386-443, p. 397. la publicación de sus nombres e información biográfica dificilmente compensa el hecho de
20
Véanse Jill Jonnes: Eiffels Tower, Nueva York, 2009, pp. 129-149, yRobertW. Rydell que estos hombres y mujeres fueron exhibidos como objetos y, más aún, como objetos sin
y Rob Kroes: Bu/falo Bill in Bologna: The Americaniza/ion of the World, 1869-1922, Chi- nombre, es un gesto que revela un cierto malestar en cuanto al espectáculo de exhibir a las
cago, 2005. personas como especímenes.
ALDABLANCO LA EXPOSICIÓN GENERAL DE LAS ISLAS FILIPINAS EN MADRID 59
58

la colonia y, por lo tanto, hacer una fiel representación etnográfica de ella. Se incluía la reproducción de una iglesia rural y el Ayuntamiento. Además de estas
podría argumentar, entonces, que este esfuerzo era parecido, si no idéntico, al «villas indígenas», se construyeron varios pabellones a modo filipino en los que
de la etnografia europea acerca de las Filipinas que, ya para estas fechas, había se mostraba a las indias tejiendo los delicados textiles que tanta fama tenían y
elaborado taxonomías para los pueblos de la colonia. «La Compañía General de Tabacos de Filipinas» donó un pabellón en el cual
Pero no todos los comentaristas de la exposición estaban de acuerdo con las cigarreras liaban cigarros y puros. Si los «salvajes» y los «indios» estaban
Taviel de Andrade. Y así, el arzobispo español de Manila, monseñor Payo, en cercados en sus respectivos lugares, la ubicación topográfica en el recinto y el
una carta a Víctor Balaguer fechada el 24 de julio de 1887 debate la afirmación papel del tercer grupo de filipinos, los <<moros», denominación de los pueblos
de Taviel de Andrade cuando escribe que: «Con respecto a los nativos de estas islámicos no sometidos de Joló y Mindanao, son dificiles de constatar, ya que
Islas que fueron mandados al certamen [ ... ] estos nativos distan de representar no estaban incluidos en ninguna de las «villas indígenas» ni formaban parte del
22
completamente la diversidad de razas que pueblan este Archipiélago». A pe- grupo de artesanos. Aunque sus nombres figuian en las listas de lo que se deno-
sar de existir este desacuerdo sobre si los indígenas de la exhibición represen- minaba ambiguamente «la colonia :filipina» en los textos sobre la exposición, y
taban o no la multiplicidad racial de la colonia, la queja de Payo confirma que a pesar de que recibieron mucha atención por parte de la prensa cuando uno de
la exposición intentaba ser etnográficamente fiel en su presentación de los pue- sus miembros, Basalia, murió al poco de llegar a Madrid, su función en aquella
blos de las Filipinas. Si, como ha propuesto acertadamente Timothy Mitchell, es dificil de detallar y comprobar. Parecen haber sido los remeros de las embar-
una de las características de las exposiciones es que «aparentaban no solamente caciones indígenas que se podían alquilar para navegar por los pequeños «ríos»
imitar el mundo verdadero de afuera, sino también sobreponer un marco de in- que servían de conexión entre los diferentes sectores de la instalación. También
23
terpretación para sus innumerables razas, territorios, y mercancías», entonces participaban en las escenificaciones de bailes y rituales tradicionales que repre-
la pregunta que hemos de plantear aquí es ¿por qué era necesario que la exposi- sentaban los filipinos afuera del recinto. 26 Sin embargo, como grupo solamente
ción representara :fielmente la totalidad y diversidad racial de la colonia? estuvieron presentes en la inauguración de la exposición, que se llevó a cabo
Para diseñar la puesta en escena de los diversos grupos de nativos que vinie- en el Pabellón de Cristal el 30 de junio, ya que partieron de Madrid el 27 de
ron a Madrid, la exposición parece también haber importado de las colonias las julio por razones que aún no han sido determinadas. Por lo demás, cuando no
principales categorías culturales y raciales que se utilizaban en la sociedad y la estaban actuando en los espectáculos orgánizados para invitados especiales o
24 fuera del Il?-arco estricto de la exposición, los miembros todos de la colonia
Administración pública colonial para clasificar a su población. Así, los filipi-
nos fueron agrupados y exhibidos en dos <<Villas indígenas» que correspondían filipina se alojaban en barracones dentro del recinto del Retiro en donde se les
a una taxonomía que establecía una diferencia entre los nativos «salvajes» y había separado según criterios de raza y sexo.
25 El hecho de que la exposición exhibiera tanto a los artesanos indios cristia-
aquellos que por ser cristianos se consideraban «civilizados». Los hombres
«salvajes» -los llamados igorrotes y negritos- fueron ubicados dentro de la nos como a los «salvajes», y también, a los «infieles no reducidos», es decir,
«ranchería igorrote>>., una recreación acotada de los pueblos indígenas de las a los principales grupos indígenas del archipiélago, nos lleva a sugerir que el
poblaciones de la Cordillera, que consistía en una casa en la copa de un árbol, evento madrileño produjo una variante del zoológico humano etnográfico. Se
varias casas típicas de la región, una cárcel y el edificio del Ayuntamiento. Los distingue de otros «zoológicos humanos» en cuanto que no se limitó a exhibir
«indios», la denominación con que los españoles llamaban a los indígenas cris- a aquellos nativos que, según las clasificaciones elaboradas por la mirada an-
tianos del archipiélago, fueron exhibidos en el «pueblo indio de Santiago», que tropclégica metropolitana, se consideraba eran «primitivos» o «salvajes», sino
que también puso a la vista a los artesanos y trabajadores de la colonia «ha-
ciendo» su trabajo. La pregunta que hemos de explorar aquí, por lo tanto, es
22 Citado en John N. Schwnacher: The Propaganda Movement, Manila, 1997, p. 79, nota ¿por qué se diseñó para la Exposición de Madrid esta singular variante de una
al pie 29. En este texto la cita está en inglés y yo la he traducido de vuelta al castellano. práctica exhibidora?
23 Timothy Mitchell: Colonizing Egypt, Berkeley, 1988, p. xiv.

24 Es importante notar que los diferentes textos acerca de la Exposición que he examina-
do a menudo manejan diferentes nomenclaturas clasificatorias para sus taxonomías raciales.
Así, por ejemplo, si en Filipinas los españoles utilizaban el término «indio» para referirse a
los nativos y mestizos cristianizados, en el Catálogo de la Exposición este término se utiliza
para denominar, por ejemplo, a los igorrotes. Ver el apartado titulado, «Ligera descripción
26
de las diversas razas y sus caracteres y costumbres» en Catálogo de la Exposición general Uno de estos espectáculos se escenificó en una recepción organizada por la reina
de las Islas Filipinas, Madrid, 1887, pp. 114-124. regente para los participantes de la exhibición en la Casa de Campo. En esta ocasión los
25 Sin embargo, no todos los filipinos que vinieron a Madrid fueron' exhibidos en cuanto
igorrotes pusieron en escei;ia sus «danzas guerreras», que incluían el sacrificio de varios po-
que varios de los hombres tenían el cometido de ser los líderes del grupo y otros estaban a llos, las moras bailaron y las jóvenes visayas y tagalas bailaron Y. cantaron acompafiadas del
cargo de dirigir la construcción de las estructuras «nativas» y otros de construirlas. guitarrista filipino Raimundo Picio. Sánchez Gómez: Un imperio en la vitrina, p. 147.
60 ALDABLANCO LA EXPOSICIÓN GENERAL DE LAS ISLAS FILIPINAS EN MADRID 61

LA EXPOSICIÓN COMO REPRESENTACIÓN a cabo la exposición: «El apresuramiento se imponía [ ... ] con toda la fuerza
de una fatal necesidad. La crisis mercantil que atraviesan todos los pueblos de
Vale la pena notar que en el real decreto que estableció el proyecto para la Ultramar, se hace sentir tanto en los nuestros, que el pensamiento utilitario de
exposición no hay mención alguna a traer a nativos del archipiélago con el fin la Exposición no daba espera>>. 3º
de ser exhibidos. Sin embargo, aunque desde los comienzos de la planificación, La trayectoria hacia su realización fue accidentada, como bien recuerda Ba-
según el historiador Sánchez Gómez, los organizadores incluyeron la presencia laguer en su libro de memorias Islas Filipinas: «Los preparativos para la Expo-
. de los indígenas en su proyecto, el hecho de exhibirlos fue <mna clara desvia- sición fueron continuando, pero lentamente, no sin encontrar inconvenientes y
ción de los propósitos originales», ya que contrariedades, que hube de vencer y dominar con entereza y voluntad». 31 Pero,
finalmente, y después de varios aplazamientos, la exposición abrió sus verjas al
la idea primera era que los individuos participantes habrían de desempeñar ta- público el 30 de junio. Sin embargo, la prisa por inaugurar el certamen parece
reas eminentemente prácticas,[ ... ] [a]unque no se indicaba de modo explícito, haberse impuesto a la necesidad de completar la instalación, ya q1,1e el día de
quedaba abierta la puerta a una exhibición puramente visual [ ... ] siendo el mero la inauguración varios de sus componentes aún no estaban terminados y otros
espectáculo de sus cuerpos y de sus. gestos cotidianos o rituales el principal ni se habían comenzado a construir. Entre ellos el <<pueblo indio de Santiago»,
atractivo de su participación[ ... ] es efectivamente lo que ocurre con Igorrotes
la instalación en la cual se exhibiría a los nativos cristianos cuando no estaban
ymoros. 27
mostrando sus destrezas artesanales, que no se abrió al público hasta el 15 de
septiembre, días antes de cerrarse el certamen. Y a pesar de haber sido utilizado
Habría que considerar, quizá, que la «desviación>> se produjo porque los
para la ceremonia de apertura, el Pabellón de Cristal tampoco parece haberse
diseñadores del certamen -hombres de mundo al fin y al cabo- sabían que la
terminado, pues no se inauguró «Oficialmente» hasta el 22 de septiembre.
novedosa práctica de exhibir a humanos era «un visible y simple signo de la
El efecto de la escalonada construcción de las «villas indígenas» fue que se
modernidad y de la grandeza». 28 Por lo tanto, si en parte el objetivo de la ex-
crearon representaciones raciales de la colonia que fueron cambiando a lo largo
posición era, al igual que todas las exposiciones universales, mostrar al mundo
del tiempo en que estuvo abierta la exposición. Así, si cuando se abrieron las
y a los metropolitanos la modernidad y, a su vez, reafirmar la importancia del
verjas del recinto al público solo existían la «ranchería>> igorrote y los pabe-
imperio, el poner _en escena a los pueblos indígenas de una de sus colonias ve-
llones de artesanía, al clausurarse había ya en el recinto dos <<Villas indígenas»
nía a ser la práctica cultural idónea para manifestar estos tan deseados atributos
que exhibían diferentes tipos de indígenas. Aunque según Sánchez Gómez no
de la nación.
se puede confirmar que el <<pueblo indio de Santiago» estuviera previsto en los
Arriba enumeré los varios grupos de filipinos que estuvieron presentes en
proyectos iniciales de la exposición, el que se añadíera esta «villa indígena>>,
el certamen, la función que desarrollaron en él y la manera en que se les ex-
por la razón que fuere, transformó la primera recreación racial y, por lo tanto,
hibió. Esa descripción, sin embargo, dejaba de lado la cronología del levanta-
la representación que se elaboró de las Filipinas en el Retiro. 32
miento de las «villas indígenas», historia que, como veremos, dio forma a las
Hasta la tardía construcción e inauguración del <<pueblo de Santiago» se
representaciones de los nativos que se elaboraron en el Retiro. A pesar de que
exhibió a los nativos para el consumo metropolitano, como hemos ya notado,
Balaguer en el Catálogo explica que «[l]a Exposición de Filipinas no es una
como zoológico humano en la ranchería de los igorrotes, y como artesanos en
idea nacida al calor de un entusiasmo pasajero, sino que es hija de la medita-
«exhibición industrial», nombre que puso el patriota filipino José Rizal a este
ción y el estudio», fue organizada con grandes prisas debido a una apremiante
díseño exhibidor, donde los indios, principalmente las indias, podían ser ob-
-y novedosa- necesidad de hacer visible y promocionar la colonia en la me-
servados trabajando. 33 Así, esta primera representación de la colonia española
trópoli. 29 No deja de ser curiosa la urgencia de los organizadores, dado que
Filipinas había languidecido como la más remota colonia ultramarina durante
casi cuatro siglos, situación que se había agravado desde que la independencia
30
de la Nueva España interrumpió el tráfico comercial con la metrópoli llevado Guía de la Exposición general de las islas.filipinas, p. 7.
31 Víctor Balaguer: Islas Filipinas (Memoria), Madrid, 1895, p. 18.
a cabo por los galeones de Manila. Se nos aclara este sentimiento de apuro en 32
Sánchez Gómez: Un imperio en la vitrina, p. 79.
los primeros párrafos de la Guía, que se vendía a la entrada del recinto, en la 33
José Rizal no vino a Madrid a la exposición, aunque siguió desde lejos el desarrollo
que se explicaba la necesidad que sentían los organizadores de que se llevara de los contenciosos debates que se dieron entre sus correligionarios filipinos en Espaila y
los organizadores de la exposición, llevados a cabo en la prensa metropolitana en 1887.
En una carta a su amigo Ferdinand Blumentritt, el renombrado lingüista y antropólogo de
27
Sánchez Gómez: Un imperio en la vitrina, p. 309. Filipinas, Rizal; escribe que: «En lo que se refiere a la Exposición, estoy de acuerdo con
28
Pascal Blanchard et al. (eds.): Human zoos, p. 8. Vd.; hace cinco años, quisimos hacer una exposición con obreros filipinos, tejedores, etc.
29
Catálogo, Madrid, 1887, p. 46. y todavía queremos hacerla, pero no una exhibición de individuos raros para divertir a los
62 ALDABLANCO
LA EXPOSICIÓN GENERAL DE LAS ISLAS FILIPINAS EN MADRID
63
establecía una clara diferencia entre sus poblaciones indigenas en cuanto que
dio de estas dos exhibiciones etnográficas complementarias, todas las pobla-
se las ubicó en diferentes modalidades expositivas, estrategia dispositiva que
ciones indígenas del archipiélago eran exhibidas en sus respectivos espacios,
apuntalaba las nociones occidentales binarias de lo <<primitivo» y lo «civiliza-
en donde escenificaban rituales y ceremonias, así como lo que Kirshenblatt-
do». Los pueblos «primitivos», en este caso los igorrotes y los negritos, fueron
Gimblett ha llamado «el drama de lo cotidiano». 36 El hecho de que para la clau-
transformados en objetos de espectáculo a causa de su «diferencia real o ima-
sura de la exposición todos los nativos estuvieran en exhibición en zoológicos
ginaria», mientras que los indios «civilizados» se exhibían como productores
humanos -a pesar de que los indios cristianos formaban parte íntegra del tejido
de las mercancías de la colonia. Si ponemos en funcionamiento la definición
social y económico de la colonia- revela el grado hasta el cual la mirada colo-
del zoológico humano que hemos visto arriba, se podría argumentar que los
nialista metropolitana quería mantener una representación simbólica de lo que
habitantes de la «ranchería» igorrote fueron puestos en escena en un zoológico se pensaba era un orden colonial necesario. 37
humano para hacer espectáculo de su identidad <<primitiva», a diferencia de
los artesanos y trabajadores indios, cuya identidad como artesanos y trabaja-
dores, junto con su «performance» de trabajo, les confería una dignidad que se
les negaba a los «no-civilizados». No resulta sorprendente que el espectáculo LA EXPOSICIÓN COMO NARRATIVA
de la «ranchería» y los espectáculos que se escenificaban en ella (bailes, ritos
religiosos, el hacer cotidiano de los exhibidos) fueran la atracción principal de Si la exhibición de indígenas es una representación visual del discurso colo-
la exposición, al saciar la curiosidad metropolitana con respecto a la exótica nial en su forma más perniciosa, la de objetos, que por comparación podría pa-
otredad de los pueblos «primitivos» de la colonia. Pero los igorrotes no fueron recer inocua, materializa, sin embargo, uno de los tropos en que se fundamenta
únicamente los objetos curiosos y exóticos de la mirada occidental, también se el imaginario colonialista, el de la «apropiación», en la que, según David Spurr,
convirtieron para el imaginario metropolitano en la población emblemática de «implícitamente se atribuye el territorio observado y medido como propiedad
38
las Filipinas. «Tras el certamen de 1887 -resume Sánchez Gómez- el concepto del colonizadorn. En la exposición, el Gobierno español y sus autoridades
de Filipinas y la propia imagen de los filipinos se asocian de forma tan marcada coloniales pusieron a la vista los muchos objetos que habían sido apropiados de
e indisoluble a los conceptos de igorrote y salvaje». 34 la colonia -literal y figurativamente- para que los visitantes metropolitanos pu-
Sin embargo, al añadir el pueblo cristiano, el zoológico humano en el cual dieran ver su belleza, maravilla y utilidad, pero con la intención, lo que es más
se acotó a los artesanos cuando no estaban desempeñando sus civilizadas labo- significativo, de que los percibieran como suyos. El importante trabajo ideoló-
res y a los obreros que habían venido para construir la exposición, la represen- gico de la exposición fue el de crear -o bien reforzar- en los espectadores un
tación inicial de la colonia se vio transformada. Ahora se recreaba la colonia sentido propietario sobre los objetos y artefactos coloniales exhibidos con el
española como lugar en el cual sus pueblos «primitivos» y aquellos que habían fin de que los metropolitanos se imaginaran como miembros de un imperio que
sido «civilizados» por el colonialismo español y la evangelización de la Iglesia poseía tales objetos.
existían los unos al lado de los otros, pero en espacios separados. 35 Así, por me- El mundo filipino representado por sus objetos y artefactos se exhibió en el
Pabellón Central, espacio de representación que se configuró a modo de museo
---
habitantes ociosos de Madrid presentando a nuestros paisanos como una curiosidad; con eso
no estamos. conformes. [ ... ] ¿Para qué vienen los joloanos, los marineros, los cuadrilleros,
se obtengan dos evidentes e irrefutables conclusiones: en primer lugar, el mencionado éxito
los carolinos, etc., que no tienen ningún oficio?». José Rizal: Escritos de Rizal, tomo II.
histórico del colonialismo espafiol y, en segundo, la necesidad de preservar en esa misma
Correspondencia epistolar. Cartas entre Rizal y el profesor Ferdinand Blumentritt. Primera
labor y con una orientación similar en el futuro». Un imperio en la vitrina, pp. 80-81.
parte, Manila, 1961, pp. 190-191. 36
34 Barbara Kirsheriblatt-Gimblett: «Objects of Ethnography», en Ivan Karp y Steven D.
Sánchez Gómez: Un imperio en la vitrina, p. 263. Levine (eds.): Exhibiting Cultures, pp. 386-443, p. 405.
35
Sánchez Gómez llega a una conclusión similar en su análisis de la función que cum- 37
Graciano López Jaena, escritor y periodista filipino, fue uno de los críticos más vehe-
plió el pueblo de Santiago en la exposición: «En todo caso, con la inauguración del pueblo
mentes de la Exposición. Así, protestaba que «[l]a Exposición no representa a esas Islas con
de Santiago los organizadores del certamen se apuntan un nuevo tanto a su favor. Puede
dignidad o, por lo menos, con decencia; no muestra más que el atraso de las ·Filipinas. Todo
pensarse que con su exhibición se muestra una imagen de los Filipinos mucho más "política-
lo moderno relacionado con el progreso, no ha sido traído a la Exposición». Discursos y
mente correcta" que la representada por los "salvajes igorrotes",_una imagen que sin duda es
una prueba categórica del éxito de la labor hispanizadora y cristianizadora de la administra-
y
artículos varios,_Manila, 1951, pp. 151-152. La traducción es mía. Este.escritor periodista
( 1856-1896) fundó y fue el primer editor del periódico La Solidaridad, el órgano del movi-
ción y, sobre todo, de las órdenes religiosas en el Archipiélago. Sin duda, esto es cierto; pero
miento de propaganda filipino en Espafia, que tuvo una gran resonancia entre los filipinos
en realidad la presentación del pueblo de Santiago no persigue acallar¿ suavizar el mensaje residente.s en Europa.
de salvajismo que se desprende de la ranchería igorrote. El objetivo es precisamente la con- 38
David Spurr: The Rhetoric ofEmpire: Colonial Discourse in Journalism, Travel Wri-
traposición en cierto modo impúdica de ambas realidades, para que de dicho enfrentamiento ting, and Imperial Administration, Durham, 1993, p. 28. ·
64 ALDABLANCO LA EXPOSICIÓN GENERAL DE LAS ISLAS FILIPINAS EN MADRID 65

y en el que se reproducía la estrategia expositiva de las exposiciones universa- artes, industrias, costwnbres y opiniones». 43 Sin embargo, esta sección fue cri-
les, cuya intención epistemológica era la de presentar la «cultura mundial» de ticada por lo que podríamos llamar su caos taxonómico, ya que vemos que la
manera «enciclopédicirn. 39 Por ello en este pabellón se combinaron los diferen- Guía oficial se queja de que la «aglomeración» de objetos es tal que «nosotros
tes tipos de museos especializados (de historia natural, antropología y arte) con mismos nos encontramos perplejos para guiarle». 44 Y es más, «[l]os objetos no
la modalidad de la exposición industrial. Sin embargo, pese a estar todos ellos están agrupados ni por razas ni por comarcas lo cual no permite comparar el
bajo un mismo techo, se dividió el espacio en· ocho secciones, y en cada una estado intelectual y aun fisico de cada una». 45 Es decir, que los artefactos etno-
de ellas se exhibían los objetos y artefactos con diversos tipos de dispositivos gráficos no se exhibían conforme a los criterios, las taxonomías y las narrativas
(vitrinas, paredes y pedestales) y, generalmente, según los diseños expositivos etnológicas que se utilizaban para clasificar y codificar a los pueblos indigenas,
que correspondían a ese tipo de museo. Al concebirse como museo, el Pabellón lo cual impedía que el visitante pudiera «ver» la relación jerárquica entre ellos,
Central reflejaba lo que Eugenio Donato llama la <<ficctón» propia de los mu- según exigía la narrativa de la etnología decimonónica que establecía un orden
seos, en que «el conjunto de los objetos[ ... ] constituyen un coherente universo jerárquico entre las poblaciones autóctonas según su aproximación, a lo «civi-
de representación [que] es el resultado de una creencia [ ... ] de que organi- lizado» o, por lo contrario, a lo <<primitivo». Por lo tanto, podemos inferir que
zar y clasificar, es decir, la yuxtaposición en el espacio de fragmentos, puede para la Guía lo que tenía que haber sido una semblanza del museo antropoló-
producir un entendimiento del mundo por medio de la representación». 40 Así, gico-etnográfico, es decir, un espacio de representación que reflejara la ciencia
los visitantes que paseaban por el pabellón podían llegar a un conocimiento de la mirada etnológica, más bien parecía un «gabinete de curiosidades», lo que
-evidentemente ilusorio- de Filipinas que para los organizadores del certamen para la segunda mitad del siglo XIX era ya una antigualla. Es significativa esta
era de suma importancia; a saber: el que se produjera una familiaridad con la queja en tanto que revela que el confuso batiburrillo de artefactos exhibidos en
colonia -desde sus especímenes naturales hasta sus productos agrícolas e in- la sección 2 puso en duda la modernidad de la exposición que, como hemos
dustriales, pasando por su cultura material y su producción cultural y artística- visto, se había configurado según la arquitectura del Pabellón de Cristal y por
que apaciguara la percibida ansiedad de los metropolitanos de invertir capital medio de la práctica cultural de exhibir a nativos en «villas indígenas».
en un lugar desconocido. Situadas entre las secciones dedicadas a la «Población» y la «Geografia
La historiografía y la teorización sobre los museos y las exhibiciones univer- botánica» de Oceanía se encontraban las secciones 3, «Ejército e institutos ar-
sales asemejan estas dos prácticas culturales en tanto que ambas son espacios mados auxiliares», y 4, <<Marina de guerra>>. Quizá sea una exageración in-
de representación. El crítico cultural Tony Bennett, sin embargo, ha propuesto terpretativa sugerir que al ocupar el punto medio del recorrido a través del
que son, además, «máquinas narrativas», con lo que resalta la fundamental Pabellón Central estas instituciones bélicas fueron concebidas como el centro
noción de que esos museos y exhibiciones no solamente crean significados, de la exposición. Pero aunque el Pabellón Central no hubiera sido diseñado con
sino que a su vez producen narrativas. 41 Así, por ejemplo; las colecciol).es per- esta finalidad, no deja de ser significativo que los visitantes que habían estado
tenecientes a la sección 1, «Naturaleza de los territorios españoles en Oceanía», paseando entre objetos y artefactos de los territorios de ultramar, de pronto, se
narrativizaban el concepto evolucionista de la historia natural al ordenar los encontraran entre artefactos que no solo interrumpían la narrativa de la historia
objetos y especímenes de tal forma que ilustraran el «origen en el tiempo, [el] natural del archipiélago, sino que materializaban la larga y dificultosa conquis-
origen individual, el desarrollo, crecimiento, función, estructura y la distribu- ta de Filipinas. Donadas por la armada.española, las colecciones de modelos de
ción geográfica en el pasado y presente» de los «reinos animales, vegetales y barcos, banderas, trofeos, armas y los doce maniquíes vestidos de uniformes
minerales». 42 La sección 2, «Población», que habríamos de suponer utilizaría de gala y diario utilizados por los españoles en sus expediciones militares en
la estrategia narrativa del museo de antropología, es decir, la de exhibir «la Filipinas para someter a los pueblos «moros» interpelaban a los visitantes a im-
historia natural del hombre, su clasificación por razas y tribus, su distribución plicarse en lo que podríamos llamar la narrativa del imperio-como-conquista.
geográfica en el pasado y presente, y el origen, historia y los métodos de sus Más claro no podía ser el significado de estas dos secciones tal y como se des-
criben en la Crónica:
39
Paul Greenhalgh: Ephemeral Vistas: The Expositions Universelles, Great Exhibitions
and World's Fairs, 1851-1939, Manchester, 1988, p. 174.
4°Citado en Susan Stewart: On Longing: Na"atives ofthe Miniature, the Gigantic, the

Souvenir; the Collection, Durham, 1993, pp. 161-162. 43


Citado en Tony Bennett: The Birth ofthe Museum, p. 180. Una vez más es George
41
Tony Bennett: The Birth of the Museum, History, Theory, Politics, Londres, 1995. Brown Goode quien en esta cita resume la manera de exhibir de los museos de antropo-
42
Citado en Tony Bennett, The Birth of the Museum, p. 180. Según el administrador logía.
de museos norteamericano George Brown Goode, ésta era la estrategia expositiva de los 44
Guía de la Exposición general de las is/as filipinas, p. 27.
museos de historia natural. 4S lbíd., p. 27.
66 ALDABLANCO
LA EXPOSICIÓN GENERAL DE LAS ISLAS FILIPINAS EN MADRID 67
Las gloriosas jornadas de nuestro ejército en aquellas islas combatiendo a los
lico de la vestimenta nativa. Cuenta Taviel de Andrade que cuando llegaron los
rebeldes moros de Mindanao y de Joló, se ven representados por varias enseñas,
trofeos, boquetes, banderas, cañones que después de haber costado derramar filipinos a Barcelona, «el comisario regio que recibió a los filipinos, dispuso
tanta sangre, vienen para llevar a los que las conquistaron el aplauso de la patria, que se les proveyera_de trajes europeos, á fin de que resistieran cómodamente
el que se otorga a los héroes. 46 la diferencia entre la temperatura peninsular y la de sus islas». 49 Si bien podría
interpretarse el aprovisionamiento de la comunidad filipina con ropa europea
A lo largo del siglo XIX las «maquinarias narrativas» expositivas, bajo lacre- como gesto hospitalario del comité organizador metropolitano, no parece que
ciente influericia del pensamiento evolucionista, plasmaron en sus espacios de así lo interpretara el contingente moro que, según el historiador de la Expo-
representación el discurso del progreso que posicionaba a sus visitantes como sición, «[l]os moros que vienen en la expedición, no han querido cambiar de
«sujetos» del inexorable avance hacia el perfeccionamiento. 47 En la exposi- traje, y conservan el característico y tradicional de su raza». 5º Habría que en-
ción madrileña la narrativa del progreso que hilvanó los diversos componentes tender este rechazo como acto de resistencia a lo que evidentemente se percibió
expositivos, relativos a lo que en el Pabellón Central se denominaba con la como un gesto colonizador por parte de los españoles. Pero lo que también se
rúbrica de «Población», fue figurada por el emblemático tropo colonialista de revela en este es el peso simbólico que los coloniales adscribían a la indumen-
la «misión civilizadora». Así, por ejemplo, los espectadores metropolitanos de taria. Asimismo, notamos que, si los otros filipinos se ataviaron de vestimenta
las «villas indígenas», al compararse con los nativos exhibidos, no solo podían europea, fue transitorio el uso que hicieron de ella, pues la crónica de Taviel de
verse como personas racial y culturalmente superiores a ellos, sino que también Andrade relata que «[!]os Filipinos han logrado aclimatarse. Muchos de ellos
podían sentirse parte de la narrativa imperial de pertenecer a una nación y a un se han despojado hoy de sus vestiduras que les fueron compradas en Barcelona,
pueblo que había llevado la «civilización» a los habitantes <<no-civilizados» de luciendo los vistosos trajes de su país». 51 Así, para cuando se inauguró la expo-
su colonia. Podemos constatar el funcionamiento de esta «maquinaria narrati- sición los filipinos habían revertido a su indumentaria indígena, que hemos de
va» en la Memoria complementaria de la sección 2. ª del programa: suponer era señ.a de su identidad. Aunque también era signo de espectaculari-
zación, pues aquella era la principal marca de su exotismo. Y en el caso de los
Observando ahora la marcha del pueblo Filipino, si meditamos la distancia que igorrotes y los negritos, su casi desnudez expresaba su «salvajismo».
le separa de su punto de partida, nos convencemos de que, á pesar del atraso En la ceremonia de inauguración que tlivo lugar el 30 de junio en el Pabe-
refativo en que se encuentra, más aun de lo que en España generalmente se cree, llón de Cristal, un evento regio al que acudieron la reina regente, las infantas,
ha recorrido ya un trayecto bastante notable en la senda del progreso que nuestra el séquito r~al, gran parte del Gobierno y los miembros del cuerpo diplomáti-
patria felizmente le trazara en sus comienzos. 48 co, los filipinos fueron presentados al Gobierno español y a la corte. Para este
evento los igorrotes y los negritos vistieron su atuendo «nativo», es decir, que
La narrativa del contacto «civilizadorn entre los españoles y los «nativos» iban mayormente desnudos. Sin embargo, según las crónicas de periódico que
de Filipinas también.se escenificó durante la exposición en tomo al uso simbó- siguieron de cerca los movimientos de los filipinos en Madrid, cuando salían
los igorrotes y negritos del recinto de la exposición para ir al teatro, a la opera y
a los otros eventos culturales a los que se les invitaba -incluso fueron a Palacio
46
Antonio Flórez-Hemández y Rafael de Piquer y Martín Cortes: Crónica de la Expo- a tomar chocolate con la reina regente y las infantas-, se vestían de europeos.
sición de Filipinas: Estudio crítico-descriptivo, p. 57. Las llamadas guerras de los moros, Por lo tanto, su casi desnudez en la inauguración, a diferencia de su modo de
durante las .cuales los españoles intentaron someter a los pueblos islámicos de Joló y Min-
vestir europeo para sus salidas culturales y sociales en la ciudad, podría inter-
danao, comenzaron en el siglo XVI y continuaron hasta bien entrado el siglo XIX. Los his-
toriadores de estas guerras han dividido la historia de estas contiendas en etapas, y asientan pretarse como una performance que escenificaba su identidad no-occidental y
que la sexta y última guerra comenzó en 1851. Es a esta a la cual se refiere la Crónica y a la no-civilizada para.sus espectadores metropolitanos. Se podría decir, incluso,
cual pertenecen los objetos exhibidos. Hoy, estos objetos se encuentran en el Museo Naval que los igorrotes y negritos hicieron uso estratégico de su vestimenta, 'lo cual
de Madrid. Sin embargo, vale la pena señalar que Taviel de Andrade, en su libro, dedica un muestra el entendimiento que tenían de las costumbres «civilizadas». Ahora
capítulo entero a la expedición militar de 1887 contra los moros y proclama la victoria de los bien, se complica aún más la (re)presentación de los «salvajes» al presentarse
españoles: «El 16 de Marzo de 1887 llegó por fin á Madrid la noticia del triunfo completo
de nuestras tropas en Mindanao. Los moros, después de una Resistencia hecha con el valor
a la ceremonia de clausura vestidos de occidentales. Aunque no sabemos si
y fanatismo que los distingue, fueron vencidos, quemadas sus moradas y obligados a firmar
una paz que pluga el cielo.sea duradera». Enrique Taviel de Andrade: Historia de la Exposi-
ción de las Islas Filipinas en Madrid e( Año de 1887, tomo U, p. 182. 49
47
Tony Bennett: The Birth of the Museum, p. 179. ' Enrique Taviel de Andrade: Historia de la Exposición de las Islas Filipinas en Madrid,
p. 56.
48
José María Ruíz y P. Francisco Sánchez: Memoria complementaria de la sección 2.ª 'º Ibíd., p. 57.
del programa, Manila, 1887, p. 227. " Ibíd., p. 63.
68 ALDABLANCO LA EXPOSICIÓN GENERAL DE LAS ISLAS FILIPINAS EN MADRID 69

esta manera de (re)presentarse fue idea suya o de los organizadores, no cabe la los negritos en Filipinas, a pesar de que sus «representantes» en Madrid se ata-
menor duda de que fue interpretada por los metropolitanos como umrtrasfor- viaran como europeos para la ceremonia de clausura en el Pabellón de Cristal.
mación de suma importancia. 52
Resulta claro· que la narrativa que estaba en funcionamiento era que el con-
tacto cori. la metrópoli civilizada había transformado la identidad «salvaje» y
LA TEX1UALIZACIÓN DE LAS FILIPINAS
«primitiva» de estos nativos, que vivían en los márgenes del proyecto civiliza-
dor del colonialismo, en la de personas civilizadas que ahora podían ser incor-
poradas a la colonia, al igual que lo habían sido los indios cristianos exhibidos Entre las convenciones de las exposiciones universales se encontraba la
en la exposición. Así, el «salvaje» se había ·convertido en el transcurso de la práctica de producir conocimiento científico organizando congresos de es-
exposición en «nativo». Si las exposiciones coloniales estaban estructuradas pecialistas que se reunían paralelamente al evento. Aunque la Exposición de
como narrativas que subrayaban las diferencias culturales y raciales entre los Madrid no se adhirió a esta práctica cultural, sus organizadores, sin embargo,
espectadores metropolitanos y los actores «salvajes» de lo «no civilizado», el incluyeron entre sus objetivos el producir textos acerca de las Filipinas que
acontecimiento madrileño creó una variante de esta típica narrativa colonia- complementaran el conocimiento que pensaban se ocasionaría en las exhibi-
lista. Mostraba de manera tangible los efectos positivos de la «misión civili- ciones de historia natural y de nativos. Tal era la necesidad de elaborar cono-
zadora», en lo que se podría llamar «tiempo real», es decir, la transformación cimiento sobre Filipinas que el real decreto que proclamaba la exhibición esti-
de la apariencia de los «salvajes» durante los dos meses que habían estado en pulaba la publicación de textos científicos para suplementar el acontecimiento,
«contacto» con los españoles en la metrópoli. Esta estrategia narrativa resultó ya que «[l]a dificultad de revelar, por medio de objetos expuestos, las múltiples
ser tan obvia que C. Vieyra de Abreu, en La Ilustración Española y Americana, manifestaciones de la vida de un pueblo, se resolverá insertando al final de
pudo escribir que: cada Sección de los programas, como complemento de las agrupaciones que
contenga, el sumario de una Memoria comprensiva de las materias o cuestiones
La ranchería de los Igorrotes es el sitio visitado con mayor curiosidad por el que, ajuicio de la Comisaría Regia, convenga dilucidam. 54 Pero el ambicioso
público que acude á Ja Exposición. [... ] Ciertamente que no representan una proyecto de publicar ocho memorias complementarias para acompañar a las
raza civilizada, que sus figuras, sus adornos, sus manifestaciones, nada tienen ocho secciones de la exposición se puede decir que fracasó, en tanto que sola-
de común con las trazas, Jos trajes y las costumbres de otros pueblos; pero las mente tres fueron publicadas: Memoria complementaria de la sección 2.ª del
imaginaciones exaltadas, aquellas que han formado un concepto extraño de esos programa escrita por el dominico Fr. José María Ruíz y el jesuita P. Francisco
hombres de color que han dejado sus selvas vírgenes para residir en el Parque de Sánchez; Memoria sobre la marina en Filipinas: Antigua organización de la
Madrid, sorpréndense, y de ello hemos sido testigos, de no encontrar salvajismo armada en estas Islas y principales modificaciones que ha sufrido hasta llegar
en el grado sumo que esperaban. Verdad es que Ja manera de ser del individuo al estado que hoy se encuentra, con noticias estadísticas referentes a sus diver-
se modifica muchas veces ante el ejemplo que atentamente observa en las razas
sos ramos de José Rodríguez Trujillo, y Exposición general de las islas Filipi-
que son superiores, social y materialmente consideradas, y que la estancia de
dos meses que llevan los Igorrotes en Madrid ha influido para que adquieran nas: Memoria correspondiente a la sección 8 grupos 72 y 73 por Fr. Evaristo
ciertas nociones de urbanidad. 53 F emández Arias. 55 Sin embargo, el que la Comisaría Regia no pudiera producir
las memorias prometidas no impidió la elaboración de conocimiento científico,
Pero esta narrativa de la «misión civilizadora» era, de hecho, una fantasía en tanto que en su número de julio de 1887 El Globo publicó una colección de
colonialista en tanto que ni el régimen colonial ni las órdenes religiosas, que artículos que pretendía ser, según la revista, un «estudio general del país». En
tanto poder ejercían al estar a cargo de la misión civilizadora y evangelizadora el primer artículo, «Estudio general de la Exposición», el antropólogo Manuel
de los pueblos paganos de las Filipinas, pudieron «civilizar» a los igorrotes y a Antón presentaba a sus lectores la lógica científica que había utilizado para

52
A pesar de que la exposición fue un acontecimiento muy fotografiado, no he encontra-
do fotografías de la ceremonia de clausura. Fue el fotógrafo francés Jean Laurent el principal s4 Este es el artículo 5 del real decreto que se encuentra en Exposición general de las
retratista de la exposición y sus imágenes sirvieron para hacer los grabados que ilustraron Islas Filipinas, Madrid, 1886, p. 12.
las páginas de, por ejemplo, La Ilustración española y americana. La relación entre la fo- ss Sánchez Gómez propone que una serie de circunstancias y la falta de tiempo «dieron
tografía y el grabado en la prensa decimonónica la explora Lou Chamon-Deutsch en Hold como resultado un fracaso casi absoluto en los proyectos de elaboración de las memorias
That Pose: Visual Culture in the Late-Nineteenth-Century Spanish Periodical, University complementarias». Un imperio en la vitrina, p. 277. Este incansable y exhaustivo inves-
Park, 2008. tigador solamente ha podido confirmar la existencia de las tres memorias enumeradas en
53
La Ilustración española y americana, 15 de septiembre de 1887. arriba.
70 ALDABLANCO
LA EXPOSICIÓN GENERAL DE LAS ISLAS FILIPINAS EN MADRID
71
organizar los artículos en la cual se revela el discurso taxonómico de la historia
parte, los etnógrafos españoles, al igual que sus colegas europeos, se dedicaron
natural en clave evolucionista:
a la tarea de clasificar y establecer un orden racial para las razas que habitaban
en Filipinas. Este afán -que rayaba en obsesión- de clasificar las «razas», tan
Debiendo toda Exposición, cuyo objeto sea el estudio general de un país, con-
tener así la naturaleza, o los productos naturales de éste, como los artificiales, típico de la etnología decimonónica, intentaba «manejar la real o imaginada
el trabajo, que ha de aparecer en estas páginas, se divide lógicamente en dos "hibridización", que era uno de los aspectos del contacto colonial en todas
59
partes: una que abarca la Historia Natural, y la otra la Industria, las Artes y Ja partes». Antón era plenamente consciente de los problemas metodológicos
Estadística. En la primera, siguiendo el orden natural de la creación, comenza- y las limitaciones que entrañaba este proyecto clasificatorio al que estaba, sin
remos por la geología, con sus anexas las meteorología y la geografía física; la embargo, casado. Así, escribe lo siguiente:
mineralogía con la metalurgia, que es su hija; la botánica y las maderas, y la
inmensa zoología en sus numerosas partes, procediendo de los animales más Se tropieza aquí con los escollos y los mares revueltos de las mezclas, conquis-
sencillos a los más complicados, la actinología, la malacología, la entomología, c--tas, fusiones, guerras, exterminios, emigraciones, inmigraciones de los distin-
la ictiología, erpetiología, ornitología, mamología, y finalmente, como corona tos pueblos unos en otros, aparte de las naturales comunicaciones establecidas
y remate de ésta y de toda la Zoología, la antropología o historia natural del por las corrientes de la civilización y del progreso, que tienden más o ménos
hombre. 56 nominalmente á estrechar los lazos fraternales de la humanidad y confundir
unos en otros los distintos pueblos; obstáculos éstos, todos, que se oponen á los
De ahí que este tomo de El Globo textualiza las Filipinas al ensamblar una adelantos de la clasificación, así porque multiplican y confunden los caracteres
representación panorámica y enciclopédica del archipiélago, y como tal puede diversos, como porque unen su acción á la del medio físico, aniquilando unas
considerarse el texto más completo que resultó de la exposición. 57 .razas y engendrando otras diferentes. 60
En lo que sigue exploraré la contribución de Antón a El Globo, que com-
binar~ con un análisis de la Memoria complementaria de la sección 2. ª del Si la metrópoli había prestado poca atención a su remota colonia ultramari-
programa de Ruíz y Sánchez, porque estos textos etnográficos son las únicas na y los pocos antropólogos españoles habían seguido esta costumbre, Antón,
intervenciones españolas en la antropología de Filipinas. Hasta su publicación, uno de los más destacados de ellos, claramente consideraba que la exposición
el estudio antropológico de esta región había sido el terreno científico de los era una oportunidad única para estudiar a los pueblos indígenas filipinos in situ,
etnógrafos europeos, principalmente del antropólogo francés Joseph Montano junto a los cráneos de nativos que habían sido transportados a la exhibición para
y del checo Ferdinand Blumentritt, profesor de etnología en la Universidad ser mostrados al público. De la misma manera que sus colegas antropólogos en
austro-húngara de Leitmeritz, quien, vale la pena recordar aquí, fue amigo y las exposiciones parisinas entre 1877 y 1883, Antón convirtió la exposición en
mentor de Rizal. Aunque los etnólogos españoles se basan en el trabajo etnoló- una extensión de su laboratorio y como lugar para hacer su trabajo de campo,
gico de Montano y Blumentritt, sus textos contribuyen a la etnografia del archi- habiéndole dado la Comisaria Regia permiso par observar y medir a los nati-
piélago al polemizar, cuestionar y hacer una revisión de las taxonomías raciales vos, pero solamente si «los interesados voluntarl.amente quieren someterse a
que servían para clasificar y, es más, situar a los pueblos del archipiélago en ellos [los exámenes]». 61 Su ambicioso objetivo científico era el de transformar
un continuo, según su grado de «civilización» -desde lo «primitivo» hasta lo el campo de la antropología filipina introduciendo nueva información empírica
«civilizado»-, que recordemos era uno de los principales proyectos científicos recogida durante su trabajo de camp~ en el Retiro. He aquí cómo lo explica:
de la etn~grafía imperial.
Al igual que Montano y Blumentritt, los textos de Ruíz y Sánchez y de Claro está que en este presente trabajo, breve y de índole general, no nos ha de
ser permitido presentar el detalle completo de nuestras investigaciones, ni sería
Antón buscaban, por una parte, explicar la manera en que se habían poblado
agradable para Ja generalidad del público aquel fárrago de números, proporcio-
las islas de Filipinas, estudio que, aunque ya había sido llevado a cabo por
nes, ángulos, diámetros y curvas sólo pertinentes y adecuados al trabajó técnico
los frailes españoles -que habían especulado durante mucho tiempo sobre el que hemos de publicar en días de más tiempo y más salud que Ja que ahora
origen de los habitantes del archipiélago-, no se había difundido. 58 Por otra nos ampara; mas tampoco dejaremos de consignar aquí todos los resultados y
observaciones necesarios y pertinentes á nuestro objeto; bastantes para afirmar
resultados ya conocidos, destruir afirmaciones erróneas y presentar alguna con-
56
El Globo, julio de 1887, p. 23.
51
Sánchez Gómez hace una lectura muy completa de este número de El Globo en Un
imperio en la vitrina, pp. 207-224.
" V. Filomento y Aguilar, Jr.: «Tracing Origins: Ilustrado Nationalism and the Racial
Science ofMigration Waves», en The Journal ofAsian Studies 64, 3 de agosto de 2005, pp. "Ania Loomba: Colonia/ism/Postco/onia/ism, Londres, 1998, p. 103.
60
El Globo, julio de 1887, p. 84. .
605-637, especialmente p. 606. 61
Citado en Sánchez Gómez: Un imperio en la vitrina, p. 214.
72 ALDABLANCO LA EXPOSICIÓN GENERAL DE LAS ISLAS FILIPINAS EN MADRID 73

sideración de bastante novedad para cambiar la Antropología de Filipinas, tal cordar aquí las cuentas de colorines que utilizó Cristóbal Colón para apropiarse
como ahora se considera en alguna de sus afirmaciones mas fundamentales. 62 de la Española. ,
Aunque los artículos de Antón en El Globo merecen estudiarse con deteni-
A través de sus artículos en El Globo, Antón interviene en el campo de miento y en profundidad, no es este el lugar para llevar a cabo lo que sin lugar a
la etnología filipina y, en particular, en la polémica acerca de la clasificación dudas sería un fructífero proyecto. Sin embargo, dos aspectos de estos artículos
racial de los.filipinos, ya que no existía acuerdo entre Montano y Blumentritt, merecen aquí nuestra atención. El primero es que Antón mayormente se limita
por ejemplo, acerca del número de «razas» que existían en el archipiélago. 63 a proporcionar a sus lectores una descripción fisica de sus «especímenes»; y
Echando mano de las observaciones de «campo» que había hecho de los filipi- el segundo es que por lo general no reitera y, por tanto, no reafirma los este-
nos en el Retiro, Antón entra de lleno en la etnografia filipina: cuestiona la cla- reotipos acerca de los grupos raciales filipinos que circulaban en el imaginario
sificación ampliamente aceptada de que los igorrotes y los'tinguianes pertene- racial colonial, como era, por ejemplo, la supuesta «indolencia» de los pueblos
cían a la raza malaya, proponiendo, en cambio, que podrían formar parte de la indígenas. Al contrario, se enfrenta con los lugares comunes y los d~shecha por
raza indonesia;64 avanza la teoría de que la raza micronesia debería ser incluida medio de varias estrategias narrativas. Cuando escribe acerca de los negritos
en la taxonomía racial del archipiélago; 65 y, es más, intenta desenmarañar y utiliza estratégicamente el discurso racial de la Ilustración, en el cual existía la
repensar la procedencia racial de los malayos. 66 Aunque había prometido en figura del «buen salvaje», y echa mano de lo que hoy llamaríamos el discurso
la introducción a su estudio etnográfico que no iba a aburrir a sus lectores con de los derechos humanos:
los datos típicos que se desplegaban en la ciencia etnológica de la época -me-
didas de cabezas, formas de los cráneos, y ángulos faciales-, trata de todo ello Como todos los pueblos salvajes, son justos y buenos; sobre todo allí donde
en sus artículos. Pero también incluye información etnográfica no cuantitativa no fueron hostigados por otras razas más poderosas que los despojaron de sus
respecto a los indígenas del Retiro, incluyendo su interacción con ellos. Así, su dominios [ ... ] Raza ésta de las más inferiores en el orden de la civilización y
etnología de Filipinas se transforma a menudo en etnografia. En un momento de las más primitivas en el orden geológico, es, sin embargo, digna de respeto,
fascinante del texto se revela la resistencia de los «nativos» a ser estudiados, porque sus costumbres é instituciones, nos muestran que poseen las caracteres
cuando Antón describe la reacción con la que se topó al intentar' medir a uno esenciales de la personalidad humana. 69
de los igorrotes, Oit-Tavit: «Se resistió [Oit-Tavit] á las medidas con adema-
nes descompuestos y algunas patadas, no obstante las atentas persuasiones del En su descripción de malayos y moros es significativo que los compara a los
alumno del Museo D. Luis Hoyos que tuvo la bondad de auxiliamos en estos europeos, concluyendo que:
trabajos; mas su fiereza se convirtieron en agradable y hasta tímida sonrisa
[S]olo hemos de asegurar, que no encontramos diferencia notable, bajo el punto
en cuanto se le ofreció una petaca llena de cigarros y adornada con vistoso
de vista intelectual y moral, entre los malayos Filipinos que hemos tenido oca-
cromo». 67 Si Antón, por una parte, incluye el gesto de resistencia de Olt-Tavit,
sión de estudiar y los europeos de análoga jerarquía social: el moro Mandi es
también, por otra, reproduce las narrativas de «encuentro» en la <<Zona de con- tan inteligente y tan caballeresco en sus acciones como cualquier europeo de
tacto», en las que los «nativos» que se resistían al «encuentro» eran finalmente esmerada cultura, y con ser los más de ellos individuos de clase artesana, repa-
sometidos al ser ofrecidos objetos deseados y_ chucherías brillantes. 68 Basta re- ramos, no sin sorpresa, que al devolvernos el termómetro que habían tenido en
la boca un cierto tiempo, enjugábanlo [sic] antes cuidadosamente; y como éste
otros actos no siempre observados en los campesinos europeos. 70
62
El Globo, julio de 1887, p. 84.
63
Una buena descripción de los paradigmas raciales elaborados para Filipinas se Es evidente que Antón sigue los principios de la antropología de los filipi-
encuentra en Filomeno V. Aguilar, ·«Tracing Origins: Ilustrado Nationalism and the Ra- nólogos europeos, en tanto que clasifica la población del archipiélago según
cial Science of Migration Waves», The Journal of Asian Studies 64, n. 0 3, agosto, 2005,
pp. 605-637.
su grado de «civilización». Sin embargo, el que proponga que los malayos y
64
Antón: El Globo, julio de 1887, p. 98. los moros son iguales o incluso superiores a los europeos de su misma clase
65
Ibíd., pp. 105-111. sorprende no solamente porque trastorna la infranqueable brecha racial entre
66
Ibíd., pp. 91-96. los indígenas y los europeos, sino porque incorpora la noción de clase social
67
Ibíd., p. 1Ol. al paradigma de la diferencia, propuesta metodológica que problematiza el
6
' Mary Louis Pratt define la «zona de contacto» como «el espacio de encuentros colo-

niales, el espacio en que gentes separadas histórica y geográficamente entran en contacto los
unos con los otros y establecen relaciones continuas, que, por lo general, incluyen condicio-
nes de coerción, desigualdad racial, y conflictos insolubles». Imperial Eyes: Travel Writing 69
Antón: El Globo, julio de 1887, p. 89.
and Transculturation, Londres, 1992, p. 6. 70
Ibíd., p. 96.
ALDABLANCO LA EXPOSICIÓN GENERAL DE LAS ISLAS FILIPINAS EN MADRID 75
74

pensamiento racial imperial que, como bien sabemos, intentaba marcar con correspondientes mestizos- están en «la senda de la civilización», a pesar de
nitidez las fronteras raciales entre los pueblos blancos occidentales y sus otros que existen «las felices disposiciones de los indígenas de los pueblos cristianos
de color. Aunque su reconocimiento de los malayos y los moros como pueblos para entrar de lleno en las vías del progreso, y ponerse al nivel de otras civili-
«civilizados» se debe en parte .a que cree en los efectos positivos del colonialis- zaciones, y aun superarlas en muchas cosas». 74 Al igual que otras etnografías
mo español, su mirada etnográfica desestabiliza la equivalencia que el discurso de pueblos colonizados, la Memoria codifica las diferencias raciales y propone
racial europeo establecía entre lo racialmente «blanco» y la «civilización>>. que la taxonomía que se adelanta en el texto debería utilizarse para elaborar la
Desde las páginas de El Globo Antón interviene en el tema de la proceden- política metropolitana: «sobre esta MEMORIA pudiera calcarse un sistema de
cia y la ubicación de los igorrotes, un importante aspecto de la antropología legislación más o menos en consonancia con su modo de ser [del indio], y fuera
filipina, porque piensa que existe gran «confusión» al respecto que requiere como el primer paso para conducirle al grado de civilización de cultura a que
clarificación. Para ello se basa, en su trabajo de campo, en la exposición, a la es acreedor y lo anhela la Madre Patria». 75 Se explicita, por tanto, la inextrica-
vez que toma en cuenta los extensos estudios etnográficos de Blumentritt y del ble relación entre el conocimiento y el poder colonial, una de las importantes
estudioso filipino Isabelo de los Reyes. A pesar de que Blumentritt no había premisas teóricas del pensamiento poscolonial. Resumiendo: este texto está
viajado al archipiélago y, por tanto, su etnología no estaba fundamentada en el repleto de estereotipos raciales, una ciencia etnográfica poco original, particu-
trabajo de campo, que para Antón era la base del conocimiento antropológico larmente en relación con los «paganos», recicla las etnografías de Montano y, a
auténtico, el que Antón utilice la investigación del catedrático alemán es lógico diferencia de Antón, insiste en ponerles color epidérmico a las razas.
y previsible porque este no solamente era una de las más destacadas figuras de Ahora bien, este texto es importante no solamente porque apuntala la repre-
la etnología filipina, sino porque también «ha escogido [Blumentritt] sus datos sentación que presentaba la Exposición de las Filipinas como lugar habitado por
en buena cosecha de libros españoles y alemanes y muy especialmente en los una multiplicidad de razas diferenciadas entre sí por lo que podríamos llamar
71 la línea divisoria del cristianismo, sino también porque transforma el discurso
del naturalista Semper, que tantos años residió en Luzóm>. Pero lo que me
interesa resaltar aquí es que introduce como importante punto de referencia etnográfico y etnológico en tanto que produce conocimiento acerca de la pobla-
para su breve intervención en el campo de la antropología filipina la labor et- ción «civilizada>> del archipiélago que, por lo general, no formaba parte ni era
nográfica de Isabelo de los Reyes. Si, según el historiador filipino Resil B. Mo- objeto de la antropología imperial. Es más, se distancia del estudio etnológico
jares, de los Reyes fue «el "Primer Filipinólogo", y el "padre" del socialismo de las sociedades «primitivas» al expandir la establecida taxonomía racial de
Filipino, del movimiento obrero filipino, y de los estudios del folclor Filipino», la etnografía para incluir <<razas» que no eran autóctonas, que, en el caso de las
también señala que sus «estudios fueron puestos en ridículo por los hombres de Filipinas, eran los chinos, españoles y sus descendientes. En este texto, pues, se
2 amplía la mirada etnográfica y se establece como objeto de estudio la totalidad
letras españoles que escribían acerca de las Filipinas»f Antón rechaza, pues,
la opinión de los metropolitanos al usar la obra del intelectual filipino, ya que de la población de la colonia, produciendo un discurso etnológico singular en
considera que es «au.tor modernísimo de Los Tinguianes, memoria en la que se la literatura etnográfica acerca de las Filipinas para esta época. Aquí, Filipinas
describen con mucha discreción y conocimiento las costumbres de este pueblo se articula como formación social a la vez que racial.
y sus vecinos». 73 Así, vemos que la versión de Antón de la antropología filipina La arquitectura taxonómica de este texto etnográfico es compleja, parti-
incluye la perspectiva «auténtica» de un intelectual colonial, con lo cual se cularmente en la segunda parte, en la cual se elabora una taxonomía de los
podría decir que abre una fisura en el discurso etnográfico que desestabiliza la cristianos, que se agrupan en cinco grupos raciales: indios, mestizos, chinos,
mirada e°'1ográfica europea que era dominante en el estudio antropológico de españoles y españoles filipinos. Así, la Memoria abre un panorama etnográfico
que no solo incluye grupos que las etnografias imperiales habían excluido, sino
las Filipinas.
La Memoria complementaria, de Fr. José María Ruíz y P. Francisco Sán- que también introduce el concepto de clase social como eje adicionál de cla-
chez, ambos miembros de las órdenes religiosas que tan importante papel juga- sificación, categoría que es importante recordar era principalmente usada para
ron -si no el más importante- en el sustento del represivo régimen colonial, es describir y mapear las modernas formaciones sociales metropolitanas, pero que
un largo tratado que argumenta que ninguna de las poblaciones del archipiélago no se usaba en la etnografia decimonónica. Los autores de este texto parecen
--que clasifican taxonomicamente en paganos, indios, chinos, españoles y sus saber que la categoría «clase» no es una categoría clasificatoria de la etnología

71 Ibíd., p. 97. 74
72 Resil B. Mojares: Brains ofthe Nation: Pedro Paterno. T. H. Pardo de Tavera, Isabelo José María Ruíz y P. Francisco Sánchez: Memoria complementaria de la sección 2. ª
de los Reyes and the Production of Modern Knowledge, p. 287. La traducción es mía. del programa, p. 349.
75
73 Ibíd., p. 225.
Ibíd., p. 97.
76 ALDABLANCO LA EXPOSICIÓN GENERAL DE LAS ISLAS FILIPINAS EN MADRID 77

y, por lo tanto, la Memoria explica las razones por las cuales la han introducido exposición compartió con otras exhibiciones coloniales los modernos discursos
en su mapa racial de la colonia española: expositivos que· sustentaban la empresa imperial. En el Retiro madrileño se die-
ron cita una moderna conciencia imperial, renovados sistemas clasificatorios
L~ distinción de clases sociales con la diversidad de profesiones, artes y oficios
para exhibir la otredad colonial española y un nuevo tipo de estructura arqui-
más o menos perfeccionados, es una consecuencia inmediata de la civilización
tectónica. Madrid nunca volvería a ser la anfitriona de una exposición colonial,
y cultura de un pueblo. Así observarnos que las tribus salvajes viven mezcladas
ni en ella se celebraría una exposición universal. Pero lo que quizá sea más
en la más abyecta confusión de gentes que, en su feroz independencia y libertad
selvática, no conocen el orden social y las ventajas de la mutua dependencia y importante es que las iniciativas comerciales que tanto anhelaban los organiza-
relaciones de sus individuos en orden a un bien común. Lo contrario acontece dores para producirir la exposición jamás se llevaron a cabo. El resultado del
' en los pueblos civilizados y cultos, en qu~ perfectamente .deslindadas las clases régimen colonial anticuado y represivo sería, como bien sabemos, la insurrec-
sóciales, las ciencias, las artes, la industria y el comercio florecen más o menos, ción de la Katipunan en contra del régimen colonial español, que contribuiría a
dedicándose cada uno a una industria u oficio que cultiva con esmero, mante- la desaparición del imperio en 1898.
niéndose cada cual en la esfera y círculo de acción que le marcan las mutuas
exigencias de la sociedad en que vive. 76

Es harto significativo que la Memoria insista en la necesidad de utilizar la CODA. LA YA PRESENTE NOSTALGIA DEL IMPERIO
clase social como categoría descriptiva para los indios, en vez de meramente
enfocarse en sus características raciales: «Algunos, harto preocupados contra En el prólogo al nJ!!nero monográfico dedicado a la exposición en El Globo,
el indio, no hacen diferencia de las diversas clases sociales que, aunque em- Emilio Castelar, político liberal y expresidente de la Primera República (1873-
brionarias, deben tenerse en cuenta para no atribuir a los más civilizados y 1874), presentaba este evento con las siguientes palabras:
morijerados según su clase, cosas que no les son propias». 77 Así pues, si en la
Memoria la raza es la única marca de identidad que se les confien¡ a los grupos Aunque sólo sirviera la Exposición Filipina para recordar cómo descubrirnos
el hemisferio austral; cómo entramos por América en el Mar Pacínco; y cómo
no-cristianos del archipiélago, la clase y la raza se enlazan en el discurso etno-
extendimos tras nuestras quillas en las aguas infinitas las vías conducentes á
gráfico acerca de los habitantes de la colonia que participan en su vida y activi-
circunnavegar la tierra, ciñéndola un zodiaco de glorias nacionales, tendría esta
dad económica. 78 De este modo, la Memoria, al igual que la propia exposición, grande aglomeración de productos y recuerdos una incalculable utilidad; la de
extiende los límites de la representación para retratar el tejido social y racial fijar en el espíritu público y en la memoria popular inmortales nombres. 80
de la colonia. Por lo tanto, la etnografía de la colonia escrita desde la colonia
misma empieza a parecerse a lo que sería una etnografía de la nación filipina. El hecho de que Castelar sugiriera a sus lectores que la exposición podía
Para concluir, hemos visto en este capítulo las maneras en que la conciencia ser vivida como lo que Pierre Nora ha llamado un «lugar de memoria» para
imperial metropolitana dio forma a los discursos imperiales y coloniales que conmemorar la época del descubrimiento y la colonización de las Américas y
se entrecruzaron y se plasmaron en la exposición de 1887. También se podría Filipinas, así como recordatorio de que habían sido los españoles los que ha-
decir que la Exposición de Filipinas reflejó el disminuido estatus y envergadura bían navegado por mares desconocidos y atravesado territorios ignotos, revela
del imperio español, ya que, en comparación con otras exposiciones univer- la necesidad que existía de que España conservase su identidad imperial en la
sales europeas en la época del imperio, el acontecimiento madrileño fue de metrópoli y el papel que podía jugar para este importante proyecto la exposi- ·
poca envergadura y alcance. 79 No obstante, al igual que el imperio español, la ción filipina.
Si la glorificación del presente imperial era el objetivo de las exposiciones
universales y coloniales que se llevaron a cabo en las metrópolis europeas, no
76
Ibíd., p. 248. deja de ser curioso, e incluso paradójico, que Castelar propusiera en el Prólogo
77
Ibíd:, p. 224. que por lo menos uno de los fines de la exposición fuera el de evocar la memo-
78
La taxonomía de las clases sociales de los indios es: aristocracia del dinero, aristocra-
cia oficial, nobles, plebeyos y clase media. José Maria Ruíz y P. Francisco Sánchez: Memo-
ria complementaria de la sección 2.ª del programa, pp. 247-275. visto, se exhibió a 44 «nativos», mientras que para la de St. Louis se construyó la llamada
79
Véase Paul Kramer: «Making Concessions: Race and Empire Revisited at the Philip- «Reservación Filipina», que contenía 100 «chozas» y en la cual vivieron y actuaron 1.100
pine Exposition, St. Louis, 1901-1905», Radical History Review 73, 1999, pp. 74, 75-114. indígenas del archipiélago. Una muy completa monografía acerca de esta importante exposi-
En este artículo Kramer compara, brevemente, la Exposición de Madrid y la que se llevó ción es la de James Gilbert: Whose Fair? Experience, Memory, and the History ofthe Great
a cabo en St. Louis, Missouri, en 1904, oficialmente llamada «Louisiana Purchase Expo- St. Louis Exposition, Chicago, 2009.
sition». Para la de Madrid se construyeron algunas estructuras «nativas» y, como hemos 'ºEl Globo, julio de 1887, p. 12.
ALDABLANCO
78

ria del pasado. Esta manera de enmarcar el evento en el Retiro nos sugiere que EL IV CENTENARIO.
intuía que España, a pesar de tener todavía un imperio, empezaba a perder su EL ESPECTÁCULO IMPERIAL (1892)
conciencia de ser una nación imperial y que, por tanto, era necesario que esta
se reafirmara. Para Castelar, entonces, la Exposición de Filipinas era un lugar
que podía producir significados múltiples, en tanto que en ella el pasado de Es-
paña era el palimpsesto de su presente, y en ella se encontraban las huellas de
lo que había sido el imperio español y de lo que para él era, indudablemente, su
momento de gloria: la conquista del Nuevo Mundo y de las Filipinas. Dado que
la finalidad de la exhibición era la de «modernizar» la relación colonial con el
archipiélago trayendo sus productos, artefactos y nativos a la capital del impe-
rio, la nostalgia imperial de Castelar podría parecer incongruente. Sin embargo,
articula el importante entendimiento de que España estaba perdiendo -o ya
había perdido- su conciencia de tener un imperio, lo que, según Edward Said,
81
es el fundamento sobre el cual se erige.la empresa imperial. En su momento,
la ya presente nostalgia del imperio del Prólogo castelariano, indudablemente,
chocaba con la visión que dio forma al evento, que era, como hemos visto, una Desde que poco después de la vuelta de Cristóbal Colón a España en 1493
mirada hacia el futuro. Lo que no le quita lo profético. empezara a circular en Europa su carta sobre el viaje a través del Mar Tene-
broso y su desembarco en Guanahaní, el «descubrimiento» del Nuevo Mundo
ha ocupado un lugar de gran relevancia en el imaginario histórico europeo. 1
En 1552, por ejemplo, Francisco López de Gómara, el historiador oficial de
Castilla, escribía que el descubrimiento de las Indias era nada menos que «[l]a
mayor cosa después de la creación del mundo».2 Años antes,- Sebastián Gaboto,
el explorad9r y cartógrafo veneciano-inglés-español, a cuyo padre se atribuye
haber descubierto Terranova (con Gaboto de niño a bordo), dio la noticia de
que «[e]n Londres, cuando llegaron a la corte de Enrique VII las primeras no-
ticias del descubrimiento de las costas de la India [ ... ] todo el mundo convino
en que era cosa casi divina navegar por Occidente hacia Oriente, donde las es-
pecies se crían ... ». 3 Pero aun sin recurrir a lecturas «a lo divino», las interpre-
taciones posteriores proponían que el «descubrimiento» había transformado el
mundo. Así, por ejemplo, en el origen de las versiones modernas que postulan
que-erencuentro con el Nuevo Mundo inauguró una nueva era, Alexander von
Humboldt proclamaba que «[j]amás. descubrimiento alguno puramente mate-
rial, ensanchando el horizonte produjo un cambio moral más extraordinario y
duradero». 4 Y no es de extrañar que el «descubrimiento» de Colón haya llegado
a considerarse como el origen del mundo moderno, dado que, como bien sabe-
mos, impulsó la exploración maritima y la expansión territorial hacia nuevas
fuentes de riqueza y comercio de un pequeño grupo de naciones marítimas.

1
Según el historiador inglés Henry Kamen, esta carta, la llamada «Carta a ~antángel»,
se publicó nueve veces en 1493, y para 1500 se habla publicado once veces más. Véase Em-
pire: How Spain Became a World Power; 1492-1763, Nueva York, 2003, p. 42.
2
Francisco López de Gómara: Historia general de las Indias, Caracas, 1979, p. 7.
3
Citado en Alexander Von Humboldt: Cristobal Colón y el descubrimiento de América,
Buenos Aires, 1946, p. 21.
81 Edward Said: Culture and lmperia/ism, Nueva York, 1993, p. 11.
4
Alexander von Humboldt: El descubrimiento de América, ~ol. 1, Madrid, 1914, p. 2.

You might also like