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UNION DE LA VIDA ACTIVA Y DE LA VIDA INTERIOR 61 omnia, ut ejus comparatione, Martha sollicita dici possit circa pauca (8). Vita securtor Porque tiene menos peligros. En la vida activa en su casi totalidad, el alma est agitada y febril y des- Parrama cus energias, con todo lo cual va debilitan- dose. Ademas encierra tres defectos: Sollicita est (9); las preocupaciones del pensamiento, sollicitudines in cogitatu; turbaris; estas turbaciones dan lugar a las afecciones, turbationis in affectu; por ultimo, erga plurima, multiplicaci6n de sus ocupaciones con la consiguiente divisién del esfuerzo y de los actos, di- visiones in actu. En cambio, para que exista la vida interior, basta una sola cosa: La unién con Dios. Porro, unum est necessarium. Lo demas pasa a la categoria de secundario, y se realiza en virtud de esa uni6n y para mas robustecerla. Vita ovulentior Con la contemplaci6én vienen todos los bienes: Ve- nerunt mihi omnia bona pariter cum illa (10). Es (8) Marta en un solo lugar se dedica a reducidos trabajos corporales. Maria, en virtud de la caridad trabaja en distintos lugares y en numerosas obras. Por la contemplacién y amor de Dios, todo lo ve, a todo se extiende, todo lo comprende y abra- za. Puede decirse, pues, que en comparacién de Maria, Marta se inquieta por poca cosa (Ricardo de San Victor, in Cant. 8). (9) Marta, Marta, muy cuidadosa est&s, y en muchas cosas te fatigas. En verdad, una sola es necesaria. (Luc., X, 41 y 42). (10) ‘Todos los bienes me vinieron juntamente con ella. (Sa- bid. VII, 11). 62 EL ALMA DE TODO APOSTOLADO la parte mejor entre todas: Optimam partem ele- git (11). Todos los méritos afluyen a ella. gPor qué? Porque aumenta a la vez el brio de la voluntad y los grados de la gracia santificante y hace que obre el alma por un principio de caridad. Vita suavior El alma verdaderamente interior hace un total abandono de su voluntad en la voluntad divina, y acepta con igual semblante las cosas agradables y las adversas, llegando hasta recibir ccn una sonrisa las aflicciones, porque se siente feliz de llevar su cruz. Vita stabilior Por muy intensa que sea, la vida activa termina en este mundo: predicaciones, ensefianza, trabajos de todas clases, todo cesa en el umbral de la eternidad. En cambio la vida interior jam4s declina: Quae non auferetur ab ea. Por ella nuestra vida en este mundo no es sino una continua ascensién hacia la luz, que la muerte hace mds radiante y rdpida. Podemos resumir las excelencias de la vida inte- rior con estas palabras de San Bernardo: “En ella el hombre vive con mas pureza, cae mas raras veces, se levanta con mas rapidez, camina con mayor seguridad, recibe mayor numero de gracias, (11) Ha escogido la mejor parte que no le ser& quitada. (Luc. X, 42). UNION DE LA VIDA ACTIVA Y DE LA VIDA INTERIOR 63 descansa con mas tranquilidad, muere mds confiado, es mas inmediatamente purificado y obtiene una re- compensa mayor (12). 2. Las Obras deben ser el desbordamiento de la Vida interior Sed perfectos como lo es vuestro Padre que esta en los cielos (13). El modo de obrar de Dios, guar- dada la debida proporcién, debe ser el Criterio yla Regla de nuestra vida interior y exterior. Dios por naturaleza es repartidor de dddivas, y es un hecho comprobado que en el mundo distribu- ye con absoluta profusién sus beneficios sobre todos los seres, particularmente sobre la criatura humana. Asi desde hace millares, si no millones de siglos, el universo entero es el objeto de esa inagotable pro- digalidad que derrama incesantemente sus gracias. Sin embarge, Dios no se agota ni empobrece y esa munificencia inexhausta suya no aminora sus recur- sos infinitos. Dios da al hombre algo mas que los bienes exte- riores, Le envia su Verbo. En ese acto de suprema generosidad, que no es otra cosa que el don de si, Dios nada abandona, ni puede abandonar de la in- tegridad de su naturaleza. Nos da su Hijo, pero con- servandolo siempre en Si mismo. Sume exemplum (2) Haec (vita) sancta, pura et inmaculata, in quo homo vivit purius, cadit rarius, surgit velocius, incendit cautius, ero- gatur frequentius, quiescit securius, moritur fiducius, purga- tur citius, praemiatur- copiosius. (S. Bernard. Hom. Simile est. Hom. neg.). (13) Mat. V, 48. 64 EL ALMA DE TODO APOSTOLADO de summo omnium Parente, Verbum suum emittente et retinente (14). Por los sacramentos, y especialmente por la Eu- caristia, Jesus nos enriquece de sus gracias. El las vierte sin medida sobre nosotros porque es un Océa- no sin orillas que se desborda sobre nosotros sin llegar a agotarse: De plenitudine ejus omnes acce- pimus (15). Asi, a nuestra manera, debemos proceder los hom- bres apostdélicos que aceptamos la noble tarea de san- tificar a los demas: Verbum tuum, consideratio tua, quae si procedit, non recedat (16); el verbo nuestro es el espiritu interior que la gracia ha formado en nuestras almas. Este espiritu debe dar vida a todas las manifestaciones de nuestro celo, y como se gasta constantemente en provecho ajeno, debera ser ince- santemente renovado con los recursos que nos ofrece Jesus. Asi, nuestra vida interior sera como el tallo Meno de savia vigorosa, y las obras que ejecutemos, su eflorescencia. A toda alma de apdéstol debe inundar la luz e inflamar el amor, antes que ella con sus reflejos ilu- mine y caldee a los demas. Lo que vieron con sus ojos y palparon con sus manos, ensehardn a los hom- bres (1, Juan, I, 1). Su boca derramara en los cora- zones la abundancia de las dulzuras celestiales, dice San Gregorio, (14) Toma por modelo al soberano Sefior de todas las cosas, que envia su Verbo y lo retiene al mismo tiempo (San Bern. I, II de Cons., c. III). (45) Todos hemos recibido de su plenitud (Juan, I, 16). (16) Tu Verbo es tu consideracién. Puede alejarse, pero sin salir de ti (S. Bern. I, II de Consid., ¢. IIL). UNION DE LA VIDA ACTIVA Y DE LA VIDA INTERIOR 65 Podemos ya deducir este principio: LA VIDA ACTIVA DEBE PROCEDER DE LA VIDA CONTEM- PLATIVA, TRADUCIRLA Y CONTINUARILA AL EX- TERIOR, SEPARANDOSE DE ELLA LO MENOS PO- SIBLE. Los Padres y Doctores proclaman a porfia esta doctrina. Priusquam exeat proferentem linguam, dice San Agustin, ad Deum levet animam sitientem, ut eruc- tet quod biberit, vel quod impleverit fundat (17). Antes de comunicar hay que recibir, escribe el Seudo-Dionisio (Coel, hier. c. III) y los angeles mas elevados no transmiten a los que estén mas bajos, sino las luces cuya plenitud recibieron. El Creador ha establecido en las cosas divinas un orden, en vir- tud del cual aquel que tenga la misién de distribuir- las, debe participar antes de ellas, y henchirse con toda abundancia de las gracias que Dios quiere con- ceder a las almas, por su conducto. Solamente enton- ces estara autorizado para comunicarlas. éQuién no conoce esta frase clAsica de San Ber- nardo dirigida a los apéstoles? Si sabes obrar con cor- dura, sé concha y no canal. Si sapis, concham te exhi- bebis non canalem (Serm. 18, in cant.). Por el canal corre el agua sin dejar una gota, El depésito, en cambio, una vez lleno, deja correr lo que le sobra para fertilizar los campos. jCudntos que se consagran a las obras no son sino canales, y quedan completamente secos precisamente cuando esta4n empefiados en fe- cundar los corazones! Canales multos hodie habemus, (17) Todo apéstol, antes de dar suelta a la lengua, debe elevar a Dios con avidez su alma, para exhalar lo que bebiere y distribuir su plenitud (S. Agus. Doc. Chris. 1, IV). 2-5 66 EL ALMA DE TODO APOSTOLADO conchas vero perpaucas (18), agregaba con tristeza el Santo Abad de Claraval. Siendo toda causa superior a su efecto, es necesa- ria mayor perfeccién para perfeccionar a los demas que para perfeccionarse a si mismo (19). Una madre no puede amamantar a su hijo si no se alimenta ella; del mismo modo, los confesores, directores de almas, predicadores, catequistas y pro- fesores, deben de antemano asimilar la sustancia de que han de alimentar después a los hijos de la Igle- sia (20). La verdad y el amor divinos son los elemen- tos de esta sustancia. Sdélo la vida interior interpreta la verdad y la caridad de Dios de una manera efi- caz para hacer de ellas un alimento capaz de engen- drar la vida. 3. La Base, cl Fin y los Medios de toda Obra deben estar impregnados de la Vida interior Debemos completar el encabezamiento agregan- do: de toda Obra digna de ese nombre. Porque al- gunas de las de nuestros dias no merecen ese ape- lativo. Son mds bien empresas organizadas al margen de la piedad, con el designio de procurar a sus autores (18) Hoy hay en la Iglesia exceso de canales y pocos depé- sitos. (S. F- en. ibid.). (19) Manifestum est autem majorem perfectionem requiri ad hoc quod aliquis perfectionem aliis tribuat quam ad hoc ut aliquis in se ipso perfectus sit, sicut majus est posse facere aliquem talem quam esse talem et omnis causa potior est suo effectu. (D. Thom. Opusc. de perf. vit. spir.). (20) Oportet quod praedicator sit imbutus et dulcoratus tn se, post aliis proponat (S. Bonav. Illus. Eccl. serm. 17). UNION DE LA VIDA ACTIVA Y DE LA VIDA INTERIOR 67 aplausos y fama de personas habiles, y para cuyo des- arrollo se ponen en practica toda clase de medios, aun los menos justificables. Hay otras obras dignas de mayor estima. En ellas se busca el bien; el fin que persiguen y los medios que se emplean son irreprochables, pero a pesar de los esfuerzos empleados, sus resultados son nulos o casi nulos, porque sus organizadores no tie- nen fe en la influencia de la vida sobrenatural sobre las almas, Para formarnos una idea exacta de las caracteris- ticas que debe reunir una obra, cederemos la pala- bra a un hombre que ha dejado las huellas brillan- tes de su apostolado en toda una regién, recordando la leccién que nos dio al principio de nuestro minis- terio sacerdotal. Se trataba de fundar un Patronato de jévenes. Después de haber visitado los Circulos Catélicos de Paris y de otras capitales francesas, las Obras de Valdes-Bois, etc., nos trasladamos a Marsella para estudiar las obras de jévenes, del Santo Presbi- tero Allemand, y del venerable Canonigo Timon-Da- vid. Con qué emocién nuestro corazén de sacerdote recién salido de las aulas recogié las palabras, que reproducimos, del Santo Canénigo: “Bandas de musica, teatros, proyecciones, gimna- sia, juegos, etc., no los censuro. En mis comienzos, yo también los crefia indispensables; son puntales que se emplean para sostener la obra, a falta de otros. Pero %1 correr de los afios, he acudido a medios so- brenaturales, porque cada dia que pasa veo con mas claridad que toda obra construida con elementos pu- ramente humanos esta llamada a desaparecer, y en cambio las obras que acercan los hombres a Dios por 638 EL ALMA DE TODO APOSTOLADO medio de la vida interior, tienen las bendiciones de la Providencia. "Hace tiempo que dejé en el desvan los instru- mentos de musica; el teatro también me resulta inutil, y la obra prospera como nunca. ¢Por qué? Porque mis compafieros sacerdotes y yo vemos, gra- cias a Dios, mas claramente que al principio, y se ha centuplicado nuestra fe en la accién de Jesus y de la gracia. *Créame; apunte siempre lo mas alto posible y quedara maravillado de los resultados. Me explicaré. No coniine su ideal en la elecci6n de distracciones honestas que ofrecer a los jévenes, para alejarlos de los placeres prohibidos y de las relaciones peligro- sas, ni tampoco en darles un barniz de cristianismo a base de una misa que muchas veces oyen maquinal- mente o prepararlos de tarde en tarde para confesién y comunién. »Due in altum (21). Aspire en un principio a for- mar a toda costa un grupo selecto, inculcandoles la resolucién de vivir a toda costa como cristianos fer- vorosos, haciendo oracién todas las mafianas; cyendo la misa diaria; si es posible, un poco de lectura espi- rivual y, desde luego, la comunién con el mayor fer- vor y frecuencia posibles. Ponga todo su empefio en inculcar a esa porcién escogida un gran amor a Jesu- cristo, y el espiritu de oracién, de abnegacién, de vi- gilancia sobre si, en una palabra, de las mas sdlidas virtudes. Excite en sus almas, con idéntico celo, el amor a la Eucaristia. Y luego emptjelos a actuar sobre sus compafieros, forme apéstoles francos, abne- (21) Guia mar adentro. (Luc. V, 4). UNION DE LA VIDA ACTIVA Y DE LA VIDA INTERIOR 69 gados, buenos, ardientes, viriles, que rechacen la de- vocién meticulosa y estrecha, que sean personas dz tacto, y que jams, ni con el pretexto del celo, se conviertan en espias de sus compafieros, Antes de dos afios, usted me dira si necesita charangas 0 bam- balinas para obtener una pesca abundante, ”_Lo comprendo —le contesté—. Esa minoria sera la levadura. Pero gqué haré con los demas que for- man la masa, y que no pueden ser elevados a ese nivel; con los jévenes de toda edad y con los hom- bres ya casados que pienso también agrupar en el Circulo? *_Darles una fe robusta, valiéndose de una se- rie de conferencias interesantes durante las noches de invierno. Asi saldran bien formados y armados no sélo para hacer callar a sus camaradas de taller u Oficina, sino para resistir a la pérfida influencia del periddico o del libro. "Crear en los hombres convicciones arraigadas que sepan sostener sin respeto humano, cuando se pre- sente el caso, constituye, desde luego, un resultado apreciable; pero ser4 preciso hacerles avanzar mas, hasta formarlos en una piedad verdadera, ardiente, convencida e¢ ilustrada, ”_<¢Abriré desde el principio la puerta a todo el que llega? ”_El numero no tiene importancia, con tal que los elementos sean bien escogidos. El crecimiento del Circulo ha de lograrse por la influencia del nucleo de apéstoles, cuyo centro seran Jesas y Maria, y usted, como instrumento de ambos. 70 EL ALMA DE TODO APOSTOLADO ”—,Comenzaremos en un local modesto, esperan- do a allegar recursos para establecernos en otro mejor? ”—En los comienzos, las salas espaciosas y cémo- das pueden, como el tambor del pregonero, llamar la atencién hacia una obra naciente, Pero, vuelvo a repetirselo: si usted fundamenta su asociacién en la vida cristiana, ardiente, integral y apostdlica, el local estrictamente necesario bastara siempre para el fun- cionamiento normal de todos los accesorios que un Circulo necesita. Entonces comprobara que el ruido hace muy poco bien y que el bien hace muy poco ruido. Y que el Evangelio bien comprendido reduce el capitulo de gastos sin perjuicio de los resultados, sino todo lo contrario. Pero, ante todo usted es el que ha de obrar personalmente y sacrificarse, men%3s para organizar funciones de teatro o sesiones de gimnasia, que para acumular en su propio espiritu la vida de oracién; porque, sépalo bien: usted seré capaz de encender en los demas los ardores del amor de Nuestro Sefior en la misma proporcidn en que vive usted de ese amor. ”—En resumen, gusted basa todo en la vida in- terior? "Si 7 mil veces si: de esa manera tendra usted oro puro, sin mezcla, Ademas, tenga fe en mi larga experiencia, Lo que acabo de decirle de las obras, de los jévenes, tiene su aplicacién en toda clase de Obras, como Parroquias, Seminarios, Catecismos, Escuelas, Circulos Militares, etc. ;Qué bienes tan grandes pro- duce en una ciudad una asocacién cristiana cuando vive la verdadera vida sobrenatural! Obra en ella como una levadura poderosa, y los angeles sdélo UNION DE LA VIDA ACTIVA Y DE LA VIDA INTERIOR 71 podrian decir lo fecunda que es en obras de sal- vacion. "i Ah! Si todos los sacerdotes, religiosos y aun se- glares dedicados a las Obras conocieran el poder de la palanca que tienen en sus manos, y tomaran como punto d2 apoyo el Corazén de Jesus y la vida en unién con ese Corazon divino, levantarian nuestra patria. La levantarian sin duda, a despecho de Satanas y sus secuaces.” 4. La vida interior y la vida activa se reclaman mutuamente Asi como el amor de Dios se revela por los actos de la vida interior, el amor del préjimo se manifies- ta por las operaciones de la vida exterior, y como el amor de Dios no puede separarse del amor del pré- jimo, resulta que tampoco estas dos formas de vida pueden subsistir separadas (22). Sudrez dice que no puede subsistir un estado de vida ordenado con rectitud al logro de la perfeccién, sino participa de alguna manera de la accién y de la contemplaci6n (23). Esas palabras del ilustre jesuita son un comenta- rio de la doctrina de Santo Tomas. Los que se sien- ten Ilamados a las obras de la vida activa, dice el (22) Sicut per contemplationem amandus est Deus, ita per actualem vitam diligendus est proximus, ac per hoc sic non Dossumus sine utraque esse vita sicut et sine utraque dilectione esse nequaquam possumus (S. Isid. Differ. 1, II, XXXIV, n. 13°). (23) Concedendum ergo est nullum esse posse vitae studium recte institutum ad perfectionem obtinendam quod non aliquid de actione et de contemplatione participet (Sufrez, I, De Relig tract. 1, 1, ¢. V, n. 5). 72 EL ALMA DE TODO APOSTOLADO Santo Doctor, estan en un error si creen que ese deber les dispensa de la vida contemple.tiva. Ese de- ber se agrega a esta vida y en nada disminuye su necesidad, Asi las dos vidas no se excluyen, sino que se reclaman, se suponen, se mezclan y se comple- tan; y si debe fomentarse mds alguna de las dos, ha de ser la contemplativa, que es la mas perfecta y necesaria (24). Para que la accién sea fecunda, necesita la con- templacién; cuando ésta llega a un grado determi- nado de intensidad, derrama en la primera algo de su soberania, mediante la cual el alma toma directa- mente del corazén divino las gracias que habra de distribuir por medio de la acci6n. Por eso, si la accién y la contemplacién se fun- den en una perfecta armonia en el alma de un san- to. dan a su vida una unidad maravillosa. Tenemos el ejemplo de San Bernardo, que fue el hombre mas coitemplativo y activo de su época, del cual hace esta pintura uno de sus contempordneos: “En él la contemplacién y la accién iban acordes hasta tal punto, que ese santo parecia al mismo tiempo que estaba entregado en absoluto a las obras exteriores, y absorbido del todo en la presencia y el amor de Dios” (25). Comentando el texto de la Sagrada Escritura: Po- ne me ut signaculum super cor tuum, ut signaculum (24) Cum aliquis a contemplativa vita ad activam vocatur, non fit per modum substractionis sed per modum additionis (D. Thom. 2.* Iae q. 182, a. I, ad 3). (25) Interiori quadam, quam ubique ipse circumferebat so- litudine fruebatur, totus quodammodo exterius laborabat, et totus interius Deo vacabat. (Gob. Vita S. Bern., 1, I). UNION DE LA VIDA ACTIVA ¥ DE LA VIDA INTERICR 73 super brachium tuum (26), el padre San Jure hace una descripcién admirable de las relaciones entre esas dos vidas. Resumamos sus reflexiones: El corazon significa la vida interior y contempla- tiva. El brazo, la vida exterior y activa. El sagrado texto cita el corazén y el brazo para demostrar que las dos vidas pueden unirse y acor- darse perfectamente en una misma persona. Se nombra el corazén en primer lugar, por ser un érgano mas noble y necesario que el brazo. Igualmen- te, la contemplacién es mucho mas excelente y per- fecta y merece mas estima que la accién. El corazén late dia y noche. Un instante de para- lizacién de este érgano esencial acarrearia la muerte instantanea, El brazo, que es sdélo una parte integrante del cuerpo humano, no se mueve sino de tiempo en tiem- po; por eso dcbemos suspender algunas veces nues- tros trabajos exteriores, y en cambio no cesar en nuestra aplicacién a las cosas espirituales. El coraz6n da al brazo la vida y fuerza mediante la sangre que hace llegar hasta él, sin la cual el bra- zo se secaria. Asi la vida contemplativa, que es vida de unién con Dios, merced a las luces y constante asistencia que el alma recibe en esa intimidad, vivi- fica las ocupaciones exteriores y es la unica capaz de comunicurles con su cardcter sobrenatural una utili- dad efectiva. Sin ella, todo languidece, se esteriliza y se llena de imperfecciones. (26) Ponme como un sello en tu coraz6én, como un sello en tu brazo (Cant. VIII, 6). TA EL ALMA DE TODO APOSTOLADO El hombre, por desgracia, separa con frecuencia lo que Dios ha unido; por eso es tan rara esta per- fecta union de que hablamos; por otra parte, exige un conjunto de precauciones que ordinariamente no se toman. No aceptan empresa alguna superior a las propias fuerzas. Ver en todo habitualmente, pero con sencillez, la voluntad de Dios. Entregarse a las obras cuando Dios lo disponga, en la medida en que lo dis- ponga, y unicamente con el deseo de ejercitarnos en la caridad. Desde los comienzos, ofrecerle nuestro tra- bajo, y en el transcurso del mismo, reanimar con fre- cuencia, por medio de santos pensamientos y de ja- culatorias encendidas, nuestra resolucién de no obrar sino para El y por El. En resumen, cualquiera que sea la atencién que prestemos a los trabajos, conservar- nos siempre en paz, como sefiores de nosotros mis- mos. Para el éxito, dirigirnos unicamente a Dios y no sacudirnos las preocupaciones, sino para estar a so- las con Jesucristo. Tales son los sabios consejos que dan los maestros de la vida espiritual, para llegar a esta union. Esta constancia en la vida interior, unida en el Santo Abad de Claraval a un apostolado activisimo, habia impresionado a San Francisco de Sales, cuan- do escribié: “San Bernardo nada perdia del progreso que deseaba lograr en el santo amor... Cuando cam- biaba de lugar, no cambiaba de amor, ni su amor de objeto..., no recibia el color de los negocios o conver- saciones, como el camaleén adopta el de los lugares donde se encuentra; sino que se conservaba unido siempre a Dios, con la blancura perenne de la pureza, el rojo encendido de la caridad y la plenitud de la UNION DE LA VIDA ACTIVA Y¥ DE LA VIDA INTERIOR mb} humildad (Espiritu de San Francisco de Sales, 17." parte, cap. II)”. Habré momentos en que nuestras ocupaciones se multiplicaran de tal modo que nos veremos forza- dos a emplear todas nuestras energias, sin poder sa- cudir la carga ni siquiera aligerarla. Esto traerd co- mo consecuencia la privacién por algtin tiempo del placer de la unién con Dios, pero esta unién no su- friraé con ello sino por nuestra culpa. Si se prolonga esta situacién, ES PRECISO LAMENTARLO, GEMIR Y TEMER MAS QUE NADA EL PELIGRO DE HA- BITUARSE A ELLO. El hombre es débil e incons- tante. Cuando descuida la vida espiritual, pronto pierde su gusto. Si se engolfa en las ocupaciones ma- teriales, acaba por complacerse en ellas. Por el con- trario, si el espiritu interior expresa su vitalidad la- tente por medio de suspiros y gemidos, estas quejas constantes que provienen de una herida que no se cierra en el lado mismo de una actividad desbordan- te, forman el mérito de la contemplacién sacrificada, o mas bien el alma realiza esa admirable y fecunda unién de la vida interior y de la vida activa. Impeli- da por esa sed de vida interior que no puede miti- gar a placer, vuelve con ardor, desde que le es dado, ala vida de oracién. Nuestro Sefior le procura unos momentos de intimidad. Le exige la fidelidad y en cambio le compensa de la brevedad de esos felices instantes, con el fervor. En un texto cuyas palabras deben ser meditadas una a una, Santo Tomas resume admirablemente esta doctrina: Vita contemplativa, er genere suo, majoris est meriti quam vita activa. Potest nihilomi- nus accidere ut aliquis plus mereatur aliquid exter- 76 EL ALMA DE TCDO APOSTOLADO num agendo; puta si propter abundantiam divini amoris, ut ejus voluntas impleatur propter Ipsius glo- riam, interdum sustinet a dulcedine divinae contem- plationis ad tempus separari (27). Fijémonos en el lujo de condiciones que el Santo Doctor exige para que la accién sea mas meritoria que la contemplacién. El mévil intimo que empuja al alma a la accién no es otro que’ el desbordamiento de su caridad; Propter abundantiam divini amoris. No entran, pues, en juego ni la agitacién, ni el capricho, ni la neve- sidad de salir de si mismo. Es, en efecto, un sufri- miento del alma: Sustinet, de ser privada de las dul- zuras de la oracién (28), a dulcedine divinae contem- plationis... separari, Por consiguiente, no sacrifica sino provisionalmente: Accidere... interdum... ad tempus, y para un fin enteramente sobrenatural: Ut Ejus vo- luntas impleatur propter Ipsius gloriam, una parte del tiempo reservado a la oracign. Los caminos de Dios llevan el sello de la sabidu- ria y la bondad, y la direccién que marcan a las al- (27) La vida contemplativa, como tal, es de mayor mérito que la activa. Puede ocurrir sin embargo, que se ganen mayo- res méritos con un acto externo; por ejemplo, cuando a causa de la abundancia de amor divino, se soporta la privacién de la dulzura producida por la divina contemplacién para cumplir la voluntad de Dios (2.* 2ae, q. 18, a. 2). (28) Es la dulzura que reside en lo mas elevado del alma, no suprime las arideces; por eso se dice: “Exsuperat omnem sen- sum”. La légica de la fe pura, aunqie sea 4rida, y fria, le basta a la vot utad para inflamar el corazén con una llama sobre- natural, con el auxilio de la gracia. En su lecho de muerte, en Mulins, Santa Juana d2 Chantal, una de las almas mds probadas en la oracién dejé a sus hijas, a manera de testamento el principio que le sirvié para su vida con la lézica de la fe. La felicidad mds grande de este mundo es poder entretenerse con Dios. we UNION DE LA VIDA ACTIVA Y DE LA VIDA INTERIOR 7 mas entregadas a la vida interior es maravillosa. Si éstas saben ofrecerle con generosidad la pena que les produce el privarse del Dios de las obras, en obsequio a las obras de Dios, esa pena tiene su pago, porque gracias a ella desaparecen los peligros de disipacién, amor propio y afecciones naturales; las hace mas reflexivas y fomenta en ellas la practica de la presen- cia de Dios, porque el alma encuentra en LA GRACIA DEL MOMENTO PRESENTE a Jesus viviente, que se le ofrece oculto en la obra que realiza, trabajando con ella y sosteniéndola, jCuantas personas de obras, por saber sufrir esa pena y sacrificar ese deseo de ir al Tabernaculo, por esas comuniones espirituales originadas en esos sa- crificios, reciben como premio la fecundidad de su accion, la salvaguardia de su alma y el progreso en la virtud! 5. Excelencia de esa union Dice Santo Tomas que la unién de las dos vidas, contemplativa y activa, constituye el verdadero apos- tolado, que es la obra principal del Cristianismo: Principalissimum officium (29). Para el apostolado se necesitan almas que se en- tusiasmen por una idea y se consagren al triunfo de un principio, La realizacion de esta idea ha de ser sobrenatu- ralizada por el espiritu interior, y nuestro celo, en todos sus aspectos, fin, medios y ardor, debe estar (29) 3* p., q. 67, a. 2, ad lum. 78 EL ALMA DE TODO APOSTOLADO animado del espiritu de Jesus, para que nuestra vida sea lo mds perfecta posible, la vida por excelencia, la cual es preferida por los teélogos a la simple con- templacion. Praefertur simplici contemplationi (30) El apostolado del hombre de oracién es la pala- bra que obedece al mandato de Dios y hace conquis- tas, en el celo de las almas y el fruto de las conver- siones: Missio a Deo, zelus animarum fructificatio auditorum (31). Es el vapor de la fe con emanaciones que llevan al cielo: Zelus, id est vapor fidet (32). El apostolado de los santos es la sementera de} mundo. El apéstol esparce el trigo de Dios en el cam- po de las almas (33). Es el amor en llamas que devora la tierra, y el incendio de Pentecostés que, con fuerza irresistible, se propaga por todas partes: Ignem vent mittere in terram (34). La sublimidad de este ministerio estriba en que atiende a la salvacién del préjimo, sin mengua de la del apéstol: sublimatur ad hoc ut aliis provideat. Transmitir a inteligencias humanas las verdades divinas es un ministerio digno de los angeles. Cosa buena es contemplar la verdad, pero comu- nicarla es mucho mejor, como es mejor reflejar la luz que recibirla; e iluminar que brillar bajo el ce- Jemin. El alma se nutre en la contemplacién y se entrega en el cpostolado: Sicut majus est illuminare quam lucere solum, ita majus est contemplata aliis (30) D. Thom (31) S. Bonav. (32) S. Ambr (23) P. LeSn, passim. op. cit (34) He venido a traer fuego a la tlerra (Luc. XII, 49) UNION DE LA VIDA ACTIVA ¥ DE LA VIDA INTERIOR 79 tradere quam solum contemplare (D. Thom. 2.* 2ae, q. 188, a. 6). Contemplata aliis tradere: segin el pensamiento de Santo Tomas, la vida de oracién es la fuente de este apostolado, Este texto y el anterior, citado al final del capi- tulo precedente, del mismo Santo, son una condena- cién del Americanismo, partidario de una vida mixta, en la cual la accién acabaria por ahogar la contem- placion. En efecto: Santo Tomas en estos textos hace las dos afirmaciones siguientes: 1." El alma ha de vi- vir habitualmente en una vida de oracién que le per- mita dar de lo que sobre, 2." Por la accién no ha de suprimirse la vida de oraci6n, y el alma, al entregar- se, ha de guardar su coraz6n de tal modo que no corra serio peligro de sustraerse a la influencia de Jesu- cristo en el ejercicio de su actividad. El Rvdo. Padre Mateo Crawley, apdstol de la en- tronizacién del Sagrado Corazén en las familias, tra- duce con frases sugestivas el pensamiento de Santo Tomas: “El apéstol es un cdliz lleno hasta los bordes de vida de Jesucristo, que vierte en las almas el so- brante de su contenido.” Esta mezcla de accién y contemplacién, accién con todas las abnegaciones del celo y contemplacién con sublimes elevaciones, ha producido los mayores santos: San Dionisio, San Martin, San Bernardo, Santo Domingo, San Francisco de Asis, San Fran- cisco Javier, San Felipe Neri y San Alfonso, todos ellos tan ardientes contemplativos como valientes apéstoles. 80 EL ALMA DE TODO APOSTOLADO iVida interior y vida activa! jSantidad en me- dio de las obras! jUnién potente y fecunda! jQué prodigios tan fantdsticos de conversiones realizais! Oh, Dios mio, dad a vuestra Iglesia Santa muchos apostoles, pero encended una sed ardiente de la vida de oracién en sus corazones que devora el deseo de entregaros. Dad también a vuestros obreros esa ac- cién contemplativa y esa contemplacién activa, para que vuestra obra sea cumplida, y los obreros evan- gélicos que nos disteis, obtengan aquellas victorias que os plugo anunciar antes de vuestra gloriosa As- censi6n. TERCERA PARTE LA VIDA ACTIVA, LLENA DE PELIGROS SIN LA VIDA INTERIOR, ASEGURA CON ELLA EL PRO- GRESO EN LA VIRTUD 1, Las Obras, Medios de santificacién, para las almas interiores, son un peligro para la salvacién de las que no lo son a) MEDIOS DE SANTIFICACION. —- Nuestro Se- flor exige a aquellas criaturas suyas que se digna asociar a su apostolado, que se conserven en la virtud, y que progresen, Pruebas abundantes de esto tenemos en las epistolas de San Pablo a Tito y a Timoteo y en los apéstrofes del Apocalipsis a los Obispos de Asia. Por otra parte, sabemos que Dios quiere las obras. Por consiguiente, es una injuria y una blasfemia contra la Sabiduria, la Bondad y la Providencia di- vinas, decir que las Obras, como tales, son un obs- taculo para la santifiacién, y que, aunque emanadas de la voluntad divina, retardan forzosamente nuestra marcha hacia la perfeccién. 2. 6 82 EL ALMA DE TODO APOSTOLADO Porque podemos formular el siguiente dilema: O el apostolado en cualquiera de sus formas, practicado porque Dios lo quiere y CON LAS CONDICIONES DEBIDAS, constituye para el apdéstol un medio de santificacion. O si no, al pedirsele cuentas al apéstol en el tri- bunal de Dios, tendra el derecho de presentar su ac- tividad y las fatigas y preocupaciones de su obra (mandada por El) como excusas legitimas del aban- dono de su santificacién. Consecuencia de este raciocinio: Dios TIENE CON- TRAIDA CONSIGO MISMO LA OBLIGACION de dar al apdéstol escogido por El las gracias necesarias para el cumplimiznto de sus obligaciones, no sdlo con la seguridad de su salvacién, sino ademas, con la tran- quilidad de poder adquirir las virtudes que se le exi- gen para llegar a ser un hombre santo. Por consiguicnte, al m4s modesto de los obreros evangélicos, al mas humilde de los Hermanos dedica- dos a la ensefianza y a la Religiosa mas olvidada de las que se consagran al cuidado de los enfermos, LES DEBE, en la medida necesaria, los auxilios que conce- did a un Bernardo y a un Francisco Javier. Es pre- ciso insistir en que esa es UNA VERDADERA DEUDA QUE EL CORAZON DIVIWO tiene contraida con el instrumento escogido por El. Y todo apdéstol, como cumpla las condiciones de tal, debe tener una confianza absoluta en el rigu- roso derecho que le asiste, a las gracias exigidas por unas Obras, a las cuales Dios ha hipotecado sus soco- rros celestiales. Quien se consagra a las obras de caridad, dice Alvarez de Paz, piense, que no se le cierran las puer- LA VIDA ACTIVA ASEGURA CON LA VIDA INTERIOR... 83 tas de la contemplacién, ni se le incapacita para de- dicarse a ella; por el contrario, tenga por seguro, que son la mejor disposicién para la misma, Esta verdad ensefiada por la razén y la autoridad de los Santos Padres, esté acreditada por la experiencia de todos los dias, que nos muestra a algunas almas, dedicadas a las obras de caridad en favor del préjimo, como confesiones, predicacién, catequesis, visita a enfer- mos, etc., y elevadas por Dios a tan alto grado de contemplacién, que pueden ser comparadas muy bien con los antiguos anacoretas. Con la frase “grado de contemplacién”, el emi- nente Jesuita, siguiendo a los Maestros de la vida es- piritual, desigra el don del espiritu de la oracién, que caracteriza a la superabundancia de la caridad en un alma. Los sacrificios que las obras exigen, hechos por la gloria de Dios y la santificacion de las almas, sa- can de ese doble fin tal fecundidad de méritos sobre- naturales, que el hombre entregado a la vida acti- va puede elevarse todos los dias a un grado mas alto de caridad y de unién con Dios, es decir, de santidad. Hay casos en los cuales por existir peligro en la virtud de la fe o de la castidad, DIOS QUIERE que dejemos las obras, Pero fuera de ellos, facilita a sus obreros los medios de inmunizacién y de progreso en Ja virtud por mecio de la vida interior. Para aclarar el significado de ese progreso, nos serviremos de una frase paradéjica de ia siempre tan juiciosa y espiritual Santa Teresa de Jesus: “Desde que soy Priora —dize—, en mis ocupaciones y fre- cuentes viajes cometo mas faltas que antes. Pero, 84 EL ALMA DE TODO APOSTOLADO como lucho con generosidad y llevo mi cargo por Dios, siento que cada dia que pasa me uno mas con El.” Su debilidad se manifiesta mas a menudo que en la calma y el silencio del claustro. Ella lo observa, sin inquietud, porque la generosidad sobrenatural que pone en sus trabajos y sus esfuerzos, mas rudos que antes, en las luchas del espiritu, le ofrecen la ocasion de obtener mayores victorias, las cuales la compen- san con holgura de las sorpresas de fragilidad, que antes no le faltaban, sino que permanecian en estado latente. Nuestra unién con Dios, dice San Juan de la Cruz, reside en la unién de nuestra voluntad con la suya. y se mide con ella. Santa Teresa no tiene un concepto falso de la es- piritualidad que consistiria en creer que unicamente en el claustro el] alma puede progresar en su uni6én con Dios: al contrario, juzga que la actividad cuan- do es impuesta por Dios, y se ejerce en las condicio- nes que placen a la divina voluntad, viene a au- mentar la unién de su alma con Nuestro Sefior, el cual vive en ella y le da 4nimo en sus trabajos, en- caminancola hacia la santidad, y todo esto lo logra alimentando su espiritu de sacrificio, su humildad, su abnegaci6n, su ardor y su entrega total por el rei- nado de Dios. La santidad, en efecto, reside, ante todo en la ca- ridad, y una obra de apostolado que merezca ese nombre no es otra cosa que un acto de caridad. Pro- batio amoris, dice San Gregorio, exrhibilio est operis. El amor se muestra en las obras que exigen sacrifi- LA VIDA ACTIVA ASEGURA CON LA VIDA INTERIOR... 85 cio, y Dios pide a sus obreros esta prueba de abne- gacion. Apacienta mis corderos; apacienta mis ovejas; esta es la forma de la caridad que Nuestro Sefior exige al apdstol, como prueba de la sinceridad de sus protestas reiteradas de amor, San Francisco de Asis creia que no podia ser ami- go de Jesucristo sino ejercitando su caridad en favor de las almas. Non se amicum Christi reputabat, nist animas faveret quas ille redemit (1). Y si Nuestro Sefior considera como hechas a El hasta las obras corporales de misericordia, es porque en cada una de ellas descubre esa irradiacién de la caridad (2) que anima al misionero o sostiene al ana- coreta en el desierto entre sus privaciones, combates y plegarias, La vida activa tiene su empleo en las obras de abnegacién, y camina por la senda del sacrificio a zaga de Jesus, cbrero y pastor, misionero, taumatur- go, curador y médico universal; proveedor tierno ¢ infatigable de todos los necesitados de este mundo. La vida activa debe recordar y vivir de esta frase del Maestro: Estoy entre vosotros como un servi- dor (3). El hijo del hombre ha venido para servir no para ser servido (4). Recorre los caminos de la miseria humana, pro- nunciando la palabra iluminadora, y sembrando en (1) S. Bonav. Vita S. Frane., c. IX. (2) Quamdiu fecistis uni ex his fratribus meis minimis, mihi fecistis. (Mat. XXV, 40). (3) Ego autem in medio vestrum sum sicut qui ministrat. (Luc. XXIII, 27). (4) Filius hominis non venit ministrari, sed ministrare (Mat. XX, 28). 86 EL ALMA DE ‘ODO APOSTOLADO torno suyo las gracias que se tornan beneficios de todas clases. Merced a las clarividencias de su fe y a las instituciones de su amor, sabe descubrir en el mas astroso de los que sufren al Dios desnudo y doliente, despreciado de todos; al gran leproso, al misterioso reo perseguido por la justicia divina y herido de sus golpes; al varén de dolores a quien Isaias vio vestido con el lujo horroroso de sus lla- gas y la tragica purpura de su sangre, maltrecho y destrozado por los clavos e instrumentos de la fla- gelacién, hasta retorcerse como un gusano que se aplasta, Lo hemos visto y no lo hemos conocido, dice el Profeta (5). jOh vida activa! Tu lo reconozes muy bien y, cla~ vadas las rodillas en tierra, con lagrimas en los ojos, sabes servirlo en los pobres. La vida activa perfecciona a la humanidad y, fe- cundando al mundo con sus generosidades, trabajos y sudores, puebla el cielo de sus méritos. Vida santa que sabe recompensar muy bien aquel Dios que concede el paraiso como pago del vaso de agua dado a un pobre, con la misma largueza con que premia el infolio del doctor y los sudores del apostol, Ante los cielos y la tierra, en su ultimo dia premiaré con una eternidad feliz todas las obras de earidad (8). (5) Et vidimus eum et non erat aspectus, et desideravimus cum, despectum et novissimum virorum virum dolorum, et scientem infirmitatem; et quasi absconditus vultus ejus et des- pectus, unde nce reputavimus eum Is. LIII, 2 y 3). (6) “Lumiére et flamme”, por P. Leén, O. M. M. Adviértase que esta cita se refieve a una vida activa Mena de espiritu de fe, y fecundada por la caridad y, por tanto, originada por una in tensa vida interior. LA VIDA ACTIVA ASEGURA CON LA VIDA INTERIOR... 87 b) PELIGRO PARA LA SALVACION. — Cuantas veces en los retiros privados que he tenido ocasién de dar, he podido comprobar que las obras, de medio de progreso esgiritual que debieran ser para sus direc- tores, se convertian en instrumentos de su ruina. Un hombre de obras a quien al comenzar un re- tiro rogué que escrutara su conciencia para encon- trar la causa del triste estado en que se hallaba, me dio esta respuesta exacta, aunque incomprensible a primera vista: “Mi entrega total a las obras me ha perdido.” “Por mis disposiciones naturales, yo sentia un verdadero placer en trabajar y prestar servicios, y como el éxito me sonreia, Satanas supo arreglarse- las para llenarme de ilusiones durante muchos afios, con lo cual crecié en mi el delirio de la accién, jun- tamente con la antipatia a todo trabajo interior, has- ta caer en el precipicio.” Este estado anormal del alma, por no decir este estado monstruoso, se explica de esta manera. Aquel obrero de Dios, por dar satisfaccidén a su actividad natural, dejé6 que se desvaneciera su vida divina, que era la reserva de calorias que hacian fecundo su apos-~ tolado, y protegian su alma contra el frio glacial del espiritu natural. Habia trabajado lejos del sol que vi- vifica, Magnae vires et cursus celerrimus, sed praeter viam (7). Por eso las obras, santas en si mismas, se le convirtisron en espada de dos filos, que hieren al que no sabe su manejo. Contra este peligro ponia en guardia San Bernardo al Papa Eugenio III, con estas palabras: Temo que en medio de tus innumerables ocupaciones, te deses- (7) Despliegue de fuerzas y carrera acelerada pero fuera del camino (S. Agus. In. Ps.). 83 EL ALMA DE TODO APOSTOLADO peres de no poder llevarlas a cabo y se te endurezca el alma. Obrarias con cordura ABANDONANDOLAS POR ALGUN TIEMPO, para que no te dominen nt arrastren a donde no quieras llegar. Tal vez me pre- guntes: gA dénde? AL ENDURECIMIENTO DEL CO- RAZON. Ya ves a donde pueden arrastrarte esas OCUPA- CIONES MALDITAS, HAE OCCUPATIONES MALE- DICTAE, si continias entregandote a ellas del todo, como hasta ahora, sin reservarte nada para ti (8). gHay empresa mas augusta y santa que el gobier- no de la Iglesia ni mas util para la gloria de Dios y el bien de las almas? Y, sin embargo, San Ber- nardo la califica de ocupacién maldita, si sirve para ahogar la vida interior de quien se consagra a ella. Esta expresién “ocupaciones mailditas” vale un li- bro por lo que estremece y hace reflexionar. Seria co- mo para rechazarla, si no hubiera salido de la pluma tan ajustada y precisa de un Doctor de la Iglesia, de un San Bernardo. 2. Del hombre de Obras, sin la Vida interior Esta frase lo caracteriza: Si-atn no lIlegé al esta- do de tibieza, Jlegara fatalmente. Ese estado de tibie- za, no de sentimiento ni fragilidad, sino de voluntad, es un pacto hecho con la disipacion y la negligen- cia habitualmente consentida o no combatida, y un pacto con el pecado venial deliberado, y, por consi- (8) Et quo trahere te possunt hae occupationes maledictae; si tamen pergis ut coepisti ita dare te totum illis, nil tul tibl relinquens (S. Ber. De cons. 1. 1, 6. TD LA VIDA ACTIVA ASEGURA CON LA VIDA INTERIOR... 83 guiente, es privar al alma de la seguridad de su sal- vacién y disponerla al pecado mortal (9). Tal es la doctrina de San Alfonso acerca de la ti- bieza, que con toda claridad ha desarrollado su dis- cipulo el P. Desurmont (10). éPor qué el hombre de obras cuando carece de vida interior va a parar necesariamente a la tibieza? Decimos necesariamente y para probarlo nos servi- remos de las palabras que un Obispo misionero dirigia a sus sacerdotes; palabras terribles que brotaban de un corazén devorado por el celo en favor de las obras y de un espiritu con tendencia al quietismo: “Es pre- ciso —decia el cardenal Lavigerie—, adquirir esta fir- me persuasi6n. Para un apéstol no hay otra eleccién que ésta: O la santidad completa, al menos de deseo, trabajando para alcanzarla, o la perversion mas ab- soluta.” Teniendo en cuenta los gérmenes de corrupcién que la concupiscencia deposita constantemente en (9) De la doctrina de Santo TomAs resulta que si un alma en estado de gracia ejecuta un acto bueno, pero sin el fervor que Dios tiene derecho a exigirle, este acto disminuye en ella, en cierto sentido, los yrados de caridad que tiene. Asi se expli- can los textos: “Maldito sea quien ejecuta con negligencia las obras de Dios" y “Porque eres tibio... comenzaré a lanzarte de mi bo Ademis los pecados veniales van disminuyendo el fervor, aunque no el estade de gracia, y disponiendo el alma al pecado mortal. Pero cuando falta la vida verdaderamente interior, abundan fog pecados veniales, que no son combatidos y a menudo ni si- a advertidos pero no dejan de ser imputados al alma disi- © floja que cesé de vivir el “Vigilate et o Asi Hega a encontrarse en Santo Toms la explicacién de la frase: “Ocupaciones malditas”, de San Bernardo, y de todos los conceptos expresados en este capitulo. (Conf. S. Tom. 1." 2ae q LIL, a. 3) G0) Ver In nota del cap. 3, pri. part. La vuelta constante « Dios 90 EL ALMA DE TODO APOSTOLADO nuestra naturaleza, la guerra sin cuartel que nos ha- cen nuestros enemigos interiores y exteriores y los peligros que nos cercan por todas partes, represen- témonos la situacié6n de un alma entregada al Apos- tolado, sin defensa contra los peligros que la ace- chan. XX... desea consagrarse a las Obras. Desde luego carece de experiencia. Su inclinacion al apostolado nos permite imaginarlo lleno de ardor, de caracter vivo, Avido ce trabajar y acaso de luchar también. Lo supo1emos de conducta intachable, piadoso y has- ta devoto, con una devocién mds sentimental que sélida, que no refleja a un alma resuelta a buscar en todo exclusivamente la voluntad de Dios, sino mas bien es signo de una rutina, resto de habitos piadosos. La oracion, si la hace, es una especie de divaga- cid. y la lectura espiritual un ejercicio de curiosidad, sin influencia real en su conducta. Acaso el mismo Satanas, haciéndole tomar por sentimiento de la vida interior lo que no es sino una ilusién de gusto artis- tico, provoca en él el paladeo de las lecturas que tra- tan de las vias extraordinarias de la unién con Dios, y el entusiasmo por ellas. Total, que esa alma, aunque de muy buenas cos- tumbres, muy buenas cualidades naturales y con un deseo leal, aunque un poco vago de conservarse fiel a Dios, cuenta con muy poca o ninguna vida interior, Ya tenemos a nuestro apostol, lleno de deseos de trabajar, dispuesto a entregarse con el mayor celo a ese ministerio nuevo para él, Pronto, en virtud de algunas circunstancias que criginan nuevas ocupacio- LA VIDA ACTIVA ASEGURA CON LA VIDA INTERIOR... 91 nes (toda persona habituada a las obras puede com- prendernos), surgen mil motivos de vivir fuera de si, mil cebos de su curiosidad, mil ocasiones de pecado, contra las cuales se sintié protegido hasta entonces por la atmésfera tranquila de su hogar, o del semina- rio, nov:ciado 0 comunidad, o al menos por la tutela de un director experimentado. Esa alma que no esta preparada para resistir nin- guna clase de asaltos, sentira crecer su disipacién, o despertarse en ella una curiosidad malsana de sa- berlo todo, mil impaciencias o susceptibilidades, la vanidad, la envidia, la presunciédn o el abatimiento, la parcialidad o el descrédito y la invasién de todas las flaquezas del corazén y de las formas mas o me- nos sutiles de la sensualidad, que la forzaran a un combate sin tregua ni descanso. Por eso, no le fal- taran heridas, Pero gpodra resistir esa alma con su piedad su- perficial, entregada del todo al gusto excesivamente natural de gastar su actividad y sus talentos en pro- vecho de una causa excelente? Satanads esta al ace- cho, olfateando ya su presa. Y en vez de dificultar esta satisiacci6n, la excita con todo su poder. Llega por fin un dia en que advierte el peligro. El Angel de la Guarda habla al corazén y la concien- cia da sus aldabonazos. Urge recobrar el propio do- minio, y para ello acudir a la calma de un retiro y tomar la resolucién firme de sujetarse a un regla- mento, para cumplirlo en todas sus partes, aunque ello exija el abandono de alguna de sus queridas ocu- paciones. 92 EL ALMA DE TODO APOSTOLADO Desgraciadamente, es tarde porque el alma ha saboreado ya el placer del triunfo como premio de sus esfuerzos y se contenta con decir: Mafiana, mafiana...; hoy es imposible; necesito mi tiempo para continuar esta serie de sermones, escribir este articulo, organizar este sindicato o esta sociedad de caridad, preparar esta representacién, hacer este via- je, poner al corriente la correspondencia, etcéte- ra, etc. ;Qué al‘vio experimenta al tranquilizarse con estos pretertos! Porque el solo pensamiento de en- frentarse con su conciencia, se le hace insoportable. Ha llegado el momento en que Satands puede, con toda garantia de éxito, trabajar en su obra de per- dicién en ese corazén convertido en cémplice suyo. El] terreno estA preparado para ello. Las obras eran una pasién para esa proxima victima suya; él con- vertira la pasion en fiebre. Le parecia insoportable el olvido de aquel tumulto de asuntos para recoger- se; el demonio le sugiere que eso es horroroso, per- filando en su alma nuevos proyectos que disfraza muy hdbilmente con el santo fin de la gloria de Dios y el bien de las almas. Y ese hombre, que poco tiempo antes estaba ador- nado de habitos virtuosos, va ya de flaqueza en fla- queza, hasta poner el pie en una pendiente que es muy resbaladiza para poder evitar la caida. Y, hecho un desgraciado, persuadido de que toda esta agita- cion no es conforme al Corazén de Dios, se lanza mds locamente que nunca en el torbellino, para aho- gar sus remordimientos. Las faltas se acumulan fa- talmente. Para esa alma, ya no es mas que un es- crupulo despreciable lo que antes perturbaba su recta conciencia, No se recata en decir que es preciso sa- LA VIDA ACTIVA ASEGURA CON LA VIDA INTERIOR.. 93 ber ser de su tiempo y luchar contra los enemigos con iguales armas, y para ello preconiza las virtu- des activas, despreciando lo que desdefiosamente ca- lifica de piedad de otra época. Y como las obras van prosperando y el publico las elogia al ver nuevos éxi- tos, “Dios bendice nuestra obra”, exclama el alma engafiada, por cuyos pecados tal vez lloraran mafia- na los angeles del cielo. ¢Causas de la caida de esa alma en ese estado tan lamentable? la INEXPERIENCIA, la PRESUN- CION, la VANIDAD, la IMPREVISION y la COBAR- DIA. Se lanz6 a la ventura a través de los peligros, sin preocuparse de los exiguos recursos espirituales con que contaba, y al agotarse estas reservas de vida interior, se vio en la situaci6n de un nadador que, sin fuerzas para luchar contra la corriente, se deja arrastrar al abismo. Detengamonos un momento a mirar el camino re- corrido y la profundidad del precipicio, Procedamos con orden, contando las etapas. Primera etapa. El alma ha ido perdiendo, en e) supuesto de que las tuvo, la caridad y la fuerza de sus convicciones acerca de la vida y el mundo so- brenaturales, y de la economia del plan y accién de Nuestro Sefior en cuanto a las relaciones de la vida interior y las obras del obrero evangélico. Las obras se le presentan como un espejismo alucinante, y la vanidad es el pedestal sutil en que descansa su buena intencién: “Qué quieren ustedes, Dios me ha otorgado el don de la palabra, y yo se lo agradez- co”, decia a sus aduladores un predicador hinchado de varia complacencia, de espfritu nada interior. El alma se busca a si misma mas que a Dios. Su repu- 94 EL ALMA DE TODO APOSTOLADO tacién, su gloria y sus intereses personales ocupan el primer plano. La frase Si hominibus placerem, servus Christi non essem (11), se le antoja completa- mente vacia. Aparte la ignorancia de los principios, la AUSEN- CIA DE BASE SOBRENATURAL que caracteriza a esta etapa, es causada y fomentada por la disipacién, el olvido de la presencia de Dios, el abandono de las jaculatorias y de la guarda del corazon, y la falta de delicadeza de conciencia y de reglamentacion de vida. La tibieza esta a un paso, si no la tiene ya. Segunda etapa. El hombre sobrenatural, esclavo de su deber y avaro de su tiempo, lo tiene reglamen- tado, porque sabe que, de no hacerlo asi, todo sera naturalismo, capricho y vida cémoda de la maflana a la noche. El hombre de obras, carente de base sobrenatural, no tarda en comprobar lo que acabamos de decir. Por falta de espiritu de fe en el empleo del tiempo, aban- dona la lectura espiritual; y aunque lea, no estudia. Que los Padres de la Iglesia se preparasen durante la semana para la homilia dominical, pase; pero él prefie- re improvisar y estima que sale airoso del paso, a me- nos que por vanidad no se prepare... Prefiere las re- vistas a los libros; carece de constancia, limitandose a mariposear. Y es que la ley del trabajo es una gran ley de preservacién, de moralizacién y de penitencia, él la esquiva, malgastando el tiempo y buscando dis- tracciones. Todo lo que sea privarle de su libertad de movimientos, lo encuentra moiesto y de pura teoria. No le basta el tiempo de que dispone para todas sus (11) Si agradase atin a los hombres, no seria siervo de Cris- to. (Galat. I, 10). LA VIDA ACTIVA ASEGURA CON LA VIDA INTERIOR... 95 obras y deberes sociales, y para el cuidado de su salud y sus distracciones. Ciertamente, le sugiere Satanas, “tu tiempo esta muy recargado de ejercicios de pie- dad. Meditacién, rezo del oficio, misa, actos del minis- terio... hay que hacer labor de pod”. E invariable- mente comienza por acortar la Med.tacion, o hacerla sin regularidad, hasta que poco a poco, acaso, acaba por suprimirla. Y esto se explica porque, como se acuesta muy tarde, y tiene sus motivos para ello, no puede madrugar ni levantarse a una hora fija, con- dici6n indispensable para hacer la meditacién. Pero si la persona que se dedica a la vida activa abandona la meditacién, es como si se pasase con ar- mas y bagajes al enemigo. Se atrikuye a Santa Teresa esta afirmacién; “Dad- me una persona que haga un cuarto de hora de ora- ciéa y yo respordo de su salvacién.” Nosotros no po- demos responder de la autenticidad de estas palabras, pero la experiencia que tenemos de las almas sacer- dotales y religiosas consagradas a las obras, nos per- mite creer que todo obrero evangélico que no haga por lo menos media hora diaria de oracién seria y met6dica, con la leal resolucién fundaca en su des- confianza y en la confiarza en la oracidn, de practi- car algunos actos que le cuesten para desarraigar un defecto o adquirir una virtud, cae irremisiblemente en el estado de tibieza. No se trata de imperfecciones, sino de una multi- tud de pecados veniales. Y como desgraciadamente el alma con su conducta se ha incapacitado para vi- gilar su coraz61, la mayor parte de éstas faltas res- balan per la conciencia; el alma se encuentra en una situacién en que no las ve ya. gCémo podraé combatir 96 EL ALMA DE TODO APOSTOLADO aquello que no discierne que es un defecto? Esa en- fermedad espiritual que se llama languidez esta muy avanzada en esa alma, y es la consecuencia de esta segunda etapa que se caracteriza por abandono de la ORACION y de todo REGLAMENTO. Todo esta en saz6n para la Tercera etapa, cuyo sintoma es la negligencia en el rezo del BREVIARIO. La oracion de la Iglesia, que debia dar al soldado de Cristo fuerza y alegria para ponerse en pie de tiempo en tiempo y, apoyado en Dios, remontarse so- bre el mundo visible, se le hace una carga casi inso- portable que hay que llevar. La vida liturgica, manantial de luz, alegria, fuer- za, méritos y gracias para él y sus ficles, no es sino el motivo para cumplir un deber desagradable, que se despacha sin ganas, con todo lo cual va resintién- dose la virtua de la religién, porque la fiebre de las obras ha contribuido a secarla, y el alma sdélo aprecia el culto de Dios cuando va revestido de bri- llantes manifestaciones exteriores. Aquel sacrificio hecho a solas y sin ostentacién, pero que nacia de lo mds intimo del coraz6n, sacrificio de alabanzas, de suplicas, de accién de gracias y de reparacién, nada le dice, Antes, al rezar sus oraciones vocales sentia cierto legitimo orgullo al pronunciar la oracién In conspectu angelorum psallam tibi (12), como si se pusiera al nivel de los coros monacales; pero el san- tuario de esa alma, perfumado anteriormente por la vida liturgica, se ha convertido en una plaza publica donde reinan el ruido y el desorden. El cuidado exce- sivo de las obras y su disipacién habitual se encargan (122) Yo te cantaré en presencia de tos Angeles (Salmo CXXXIT, 2) LA VIDA ACTIVA ASEGURA CON LA VIDA INTERIOR... 7 de aumentar las distracciones, que por otra parte, cada vez se las combate menos. Non in commotione Dominus (13). Desaparecié la verdadera oracién, porque la pre- cipitacién, las interrupciones injustificadas, la negli- gencia, somnolencia, retrasos, el dejarla para ultima hora con peligro de ser vencido por el suefio... y aca- so las omisiones més 0 menos espaciadas, cambian la medicina en veneno, y el sacrificio de alabanza en letania de pecados, que acaso lleguen a ser algo mas que veniales. Cuarta etapa. Todo se encadena. El abismo Ilama al abismo, jLOS SACRAMENTOS! se los recibe 0 ad- ministra, desde luego, con el respeto que merecen, pero sin sentir palpitar la vida que contienen. La pre- sencia de Jesus en el Tabernaculo o en el Tribunal de la penitencia ya no hace vibrar hasta el fondo del alma los resortes de la fe. LA MISMA MISA, el sa- crificio del Calvario es un jardin cerrado. Queremos creer que el alma no ha bordeado atn el sacrilegio, pero ya no siente como antes el calor de la divina Sangre. Las consagraciones que hace son frias y sus comuniones tibias, entre distracciones superficiales. La familiaridad, la falta de respeto, la rutina y acaso el fastidio estan ya acechandole El apéstol, asi deformado, vive fuera de Jesucristo y ha dejado de ser favorecido con las palabras inti- mas que Jesus reserva para sus verdaderos amigos. No obstante, el celestial Amigo le envia de cuando en cuando un remordimiento, una luz o una llamada. Espera, llama y pide permiso para entrar: Ven a mis (13) El Sefior no se encuentra entre el ruido (III, Reg XIX, ID. 2-7 98 EL ALMA DE TODO APOSTOLADO brazos, pobre alma herida, ven que yo te curaré, Ve- nite ad me omnes... et ego reficiam vos (14), porque yo soy tu salvacién. Salus tua ego sum (15). YO he venido a salvar lo que habia perecido. Venit flius hominis quaerere et saluum facere quod perierat (16). Esta voz tan dulce, tan tierna, discreta e insinuante, produce algunos momentos de emocion y algunas ve- leidades de portarse mejor, pero como la puerta del corazon apenas esta entreabierta, no puede entrar Jestis, y esos buenos impulsos del alma desaparecen. La gracia ha pasado inutilmente y va a convertirse en un acusador del alma. Acaso Jesus, movido a miseri- cordia, para no acumular motivos de célera santa, va a dejar de llamar a aquella alma: Time Jesum trans- euntem et nom revertentem (17). Avancemos ahora penetrando hasta el fondo de esa alma, cuya fisonomia estamos bosquejando. Los pensamientos influyen en la vida sobrenatu- ral tanto como en la vida moral y en la intelectual. éQué pensamientos predominan en esa alma? Los humanos;: los terrestres; los vanos, superficiales y egoistas, Todos ellos van a parar al Yo o a las criaturas, a menudo disfrazados de abnegacién y sacrificio. Con el desorden de la inteligencia, corre parejas el de la imaginacién, que es la que debe ser mas te- nida a raya. Sin embargo, se le deja sin freno al- guno, y campa por sus respetos, lanzandose a todos los descarrios y a todas las locuras, y como poco @ (14) Mat. Il, 2. (5) Salmo XXXIV. a6) Luc., XIX, 10. (7) Temed a Jestis, que una vez que pasa, no vuelve ya LA VIDA ACTIVA ASEGURA CON LA VIDA INTERIOR... 99 poco se abandona el recogimiento de la vista, la loca de la casa encuentra pasto en que cebarse por todas partes, Avanza el desorden. De la inteligencia y la imagi- nacion, baja a las afecciones. El coraz6én no se ali- menta ya mas que de quimeras. ,Qué va a ser de ese corazén que apenas se preocupa de que Dios reine en él; insensible a las intimidades con Jesus, a la poe- sia sublime de los ministerios, a las bellezas seve- ras de la liturgia, a los aldabonazos y a los atracti- vos del Dios de la Eucaristia; en una palabra, a las influencias del mundo sobrenatural? gSe concentraré en s{ mismo? Seria un suicidio. Como necesita afectos y no en- cuentra placer en Dios, amara a las criaturas y que- dara a merced de la primera ocasién que se le pre- sente. Se lanza hacia ellas con toda imprudencia y enloquecimiento, sin pensar en los votos que le ligan, ni en los intereses sagrados de la Iglesia, ni siquiera en su reputacion. La perspectiva de una apostasia, desde luego, le da escalofrios; pero el escdndalo de las almas le espanta bastante menos. Son excepciones, gracias a Dios, los que llegan hasta el fin en la pendiente del mal, pero gc6mo no ver que no sintiendo gusto en Dios y saboreando el placer prohibido, el corazén es arrastrado a las ma- yores desgracias? Del Animalis homo non intelli- git (18), se va a parar forzosamente al Qui nutrieba- tur in croceis amplexatus est stercora (19). La ilu- (38) El hombre animal no puede hacerse capaz de las cosas que son del Espiritu Santo. (19) Los que se criaban entre purpura, se ven cubiertos de basura (Jeremias, IV. 5). 100 EL ALMA DE TODO APOSTOLADO sién cada vez mas obstinada, la ceguera de espiritu y el endurecimiento de corazén aumentan. Puede ya te- merse cualquier cosa. Para colmo de males, la voluntad ha quedado re- ducida a un estado de debilidad y apocamiento que casi equivalen a la impotencia. No le piddis que reaccione con energia contra el estado en que se encuentra, seria inutil. Es incapaz del menor esfuerzo y sélo sabe dar esta respuesta desesperante: “No puedo.” Y, naturalmente no poder es avanzar camino de la catastrofe. Un impio famoso se ha atrevido a decir que no podia creer que sean fieles @ sus votos y obligaciones las almas que a causa de las obras se ven forzadas a mezclarse con el mun- do. “Como andan —afiadia— sobre una cuerda tiran- te, sus caidas son inevitables.” A estas palabras que son una injuria a Dios y a la Iglesia, es preciso contestar sin titubeos que pue- den evitarse estas caidas CON TODA SEGURIDAD cuando se maneja con pericia el precioso contrapeso de la vida interior; y que los vértigos y traspiés han de atribuirse al abandono de ese INFALIBLE medio de seguridad. El] admirable Jesuita P. Lallemant apunta a la causa inicial de estas catadstrofes, cuando dice, “Hay hombres apostélicos que nada hacen por Dios con ab- soluta pureza de intenci6n. En todo se buscan a si mismos y mezclan solapadamente sus propios intereses con la gloria de Dios, aun en sus mejores empresas. As{ transcurre su vida en esta mezcla de naturaleza y gracia. Sd6lo en el momento de la muerte se les abren los ojos; entonces ven su vida de ilusi6n y tiemblan LA VIDA ACTIVA ASEGURA CON LA VIDA INTERIOR... 101 al pensamiento del inmediato y espantoso tribunal de Dios” (20). Muy lejos est4 de nuestro pensamiento catalogar entre estos apéstoles que se predican a s{ mismos, a@ aquel célebre misionero caracterizado por su celo y fuerza que se llam6 el P. Combalot. Pero gser4 in- oportuno citar las palabras que profirid en su lecho de muerte? “‘Tenga mucha confianza en Dios, amigo querido, le dijo el sacerdote que le administré los ultimos sacramentos, Usted ha observado con toda integridad las obligaciones de su vida sacerdotal, y los millares de sermones que ha predicado durante su vida sera4n la mejor excusa para la insuficiencia de esa vida interior de que me habla.—Mis sermo- nes: con qué nueva luz los veo ahora. Mis sermones. jAh! Si Nuestro Sefior no empieza a hablarme de ellos, no seré yo quien tome la palabra.” Al resplan- dor de la eternidad, aquel venerable sacerdote veia sus obras de celo salpicadas de imperfecciones, que alarmaban su conciencia y que atribuia a la falta de vida interior. El Cardenal del Perrén a la hora de la muerte, hizo una pwblica manifestacién de arrepentimiento por haber empleado mas tiempo y energias en culti- var su entendimiento por medio de la ciencia, que en perfeccionar su voluntad con los ejercicios de la vida interior (21). iOh!, Jesus, Apéstol por antonomasia: gquién se prodig6 como tu, cuando vivias entre nosotros? Hoy mismo te das con mds abundancia todavia en su vida eucaristica, sin dejar jamas el seno de tu Padre (20) “Doct. spirit.”. (21) “Doct. spirit.”. 102 EL ALMA DE TODO APOSTOLADO Haz que tengamos siempre presente que ta no que- rras saber nada de nuestros trabajos, si no estan ani- mados por un principio verdaderamente sobrenatural y hunden sus raices en tu adorable Corazén, 3. La Vida interior, base de la santidad del obrero apostolico Como la santidad es la vida interior elevada hasta la mas perfecta unién de la propia voluntad con la voluntad divina, de ordinario, y salvo un milagro de la gracia, el alma no llega a esa altura, sino después de haber recorrido con mult‘ples y penosos esfuerzos todas las etapas de la vida purgativa e iluminativa. Hay que advertir que es ley de la vida espiritual, que en el camino de la santificacién de un alma, la accién de Dios y la suya siguen una marcha opuesta; a me- dida que el tiempo pasa, crece el papel de Dios en las operaciones de aquella alma en la proporcién en que disminuye el del alma misma. Dios obra de distinta manera en los perfectos y en los principiantes. Menos visible en éstos, les impul- sa ofreciéndoles de este modo un medio eficaz de ob- tener la gracia para aumentar sus esfuerzos. En los perfectos obra Dios de un modo mas com- pleto y a veces no les exige sino un simple consen- timiento, con el cual el alma se une a la accién so- berana de Dios, Cuando el Sefior quiere atraer hacia si a un principiante y hasta a un tibio o pecador, comienza por impulsarles a que le busquen; a con- tinuacién, a sentir un deseo creciente de agradarle, y, por ultimo, a gozar de todas las ocasiones que se LA VIDA ACTIVA ASEGURA CON LA VIDA INTERIOR... 103 les presentan, de destronar el amor propio, reem- plazandolo con el reinado exclusivo de Jesus. En es- tos casos, la accién divina se reduce a incitaciones y socorros En los santos, esta accion es mas poderosa y com- pleta. Al santo, en medio de sus fatigas y sufrimien- tos, y aunque se encuentre lleno de humillaciones o abatido por la enfermedad, le basta abandonarse a la accién divina para sostenerse. Sin ese abandono seria incapaz de soportar las agonias que, segun los designios de Dios. han de acabar de madurarlo, En €] tiene plena realizacion este texto: Deus subjicit sibt omnia. ut sit Deus omnia in omnibus (22). De tal modo vive de Jesus, que parece no vivir ya de si mismo. Es la confesién que hacia San Pablo: Vivo autem jam non ego; vivit vero in me Christus (23) El espiritu de Jesus es el unico que piensa, decide y obra en esa alma, y aunque su divinizacién esta lejos de alcanzar la intensidad que le espera en el cielo, su estado refleja ya los caracteres de la unién beatifica. Huelga advertir que esto no se realiza en el que comienza o en el tibio; ni siquiera en el fervoroso. Ciertos medios de que Dios se vale, cuadran a es- tos tres estados: no obstante, el principiante sufre mucho y avanza poco. Su tarea, como les ocurre a los aprendices. no es muy lucida. El fervoroso, en (22) Dios sometid u su dominio todas las cosas, para ser todo en todos (Cor., XV, 28) (23) Y yo vivo “ahora”, 0 m4s bien no soy yo el que vivo; »ino que Cristo vive en mi (Gal., II, 20) 104 EL ALMA DE TODO APOSTOLADO cambio, como el artesano experto, ejecuta las obras pronto y bicn, y con menores dificultades saca mas provecho. Pero las intenciones de la Providencia con rela- cién a los apéstoles, siempre son invariables, cual- quiera que sea su categoria. Dios quiere que las obras sean un medio de santificacién, siempre y para to- dos. La diferencia estriba en que el apostolado no es un peligro para el alma que llegé a la santidad, y le- jos de agotar sus fuerzas, le ofrece muchas ocasiones de perfeccionarse y adquirir méritos; ei: cambio ya hemos visto con qué facilidad produce la anemia es- Piritual y, como consecuencia, el retroceso en el ca- mino de la perfeccién de aquellas personas muy flojamente unidas a Dios, en las cuales estan poco desarrollados el gusto de la oracion, el espiritu de sa- crificio y !a guarda del corazon. Dios jamas niega estas disposiciones a quien se Jas pide con instancia, y le da pruebas reiteradas de fidelidad. Y se las infunde sin tasa al alma generosa que, renunciandose a todas horas, logré transformar paulatinamente sus facultades, haciéndolas ductiles a las inspiraciones de las alturas y capaces de aceptar con alegria las contradicciones y fracasos, las pérdi- das y los desengafios. Veamos a‘iora en seis rasgos principales, cémo esa vida interior, infiltrandose en un alma, la establece en la verdadera virtud. LA VIDA ACTIVA ASEGURA CON LA VIDA INTERIOR... 105 @) LA VIDA INTERIOR ABROQUELA EL ALMA CONTRA LOS PELIGROS DEL MINISTERIO EXTERIOR Difficilius est bene conversari cum cura anima- rum propter exteriora pericula (24). Hemos hablado de este peligro en el capitulo anterior. Mientras que el obrero evangélico que no tiene vida interior ignora los peligros que las obras llevan consigo, parecido al viajero inerme que atraviesa un bosque lleno de bandidos, el verdadero apdstol lo teme, y todos los dias se arma de precauciones para evitar- los, por medio de un escrupuloso examen de concien- cia que le descubre su flaco. Aunque la vida interior no tuviese otra ventaja que la de hacerse cargo de los peligros, contribuiria a librarnos de las sorpresas del camino, porque pe- ligro previsto es peligro medio evitado; pero su uti- lidad es bastante mayor. Es la armadura del hombre de obras. Induite armaturam Dei, ut possitis stare adversus insidias diaboli (25), con la cual el hombre no sélo resiste a las tentaciones, y evita las asechan- (24) Cuando se tiene cura de almas, es mAs dificil vivir bien, @ causa de los pelicros exteriores. Quo amplior atque diffusior actio sacerdotis curati, eo pericu- losior, et exitiosior, nisi spiritu contemplationis fulciatur (Card. Fischer, “Opusc. de Vit. contempl.”). (25) Revestios de toda la armadura de Dios, para contra- rrestar a las asechanzas del diablo..., para poder resistir en el dia aciago, y sosteneros apercibidos en todo. Estad, pues, a Ple firme, ceflidos vuestros lomos con el cingulo de la verdad y armados de la coraza de la justicia y calzados los pies, prontos a “seguir” y “predicar” el Evangelio de la paz: embrazando en todos los encuentros el broquel de la fe, con que poddis apagar todos los dardos encendidos del maligno “espiritu”; tomad tam- bién el yelmo de la salud y empufiad la espada “espiritual” (que es la palabra de Dios) (Eph., VI, a. 17). ’

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