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CaPiTULO | Bajar el tonoenla historia de laciencia Una vocacién noble Hace algunosafios, un amigo resumi6 lo que se supone que yo habia logrado en casi cuarentaafios de escriturasobre la historia de laciencia. Dijo que habia bajadoel tono. Bajar eltono,se me ocurre, es un logro positive en nuestro campo, pero es un logro colectivo, no uno individual. Por lo tanto, mitareaes entender a qué pudo haberse referido mi amigo cuando dijo que habia bajado eltono, y luego deciralgo, para compartirasiel crédito, sobre como el bajar el tono ha sido una respuesta historicamente situada en el tiempo en que vi- vimosyen los cambios de nuestros objetos de estudio y, por tiltimo, brevemente, decir por qué ese bajarel tono esté asociadoa cierta virtud intelectual Fue hace ya varios anos que me enfrenté con lo que significaba bajar el ono. Estabale- yendo The New Yorkery habia una nota de Woody Allen. En pose de historiador, dijo que se habia cruzado con un texto hasta ahora desconocido: Libro de dieta de Friedrich Nietzs- che. “{Quién hubiera pensado que existia semejante libro?” se preguntaba Allen. “;Hayal- guna relacién entre un régimen saludable y un genio creativo?.... Los poderosos siempre consumiran alimentos ricos, bier sazonados con salsas contundentes, mientras que los dé- biles picotean germen de trigo y tofu, convencidos de que su sufrimiento les supondra una recompensa después de la muerte, donde las costillas asadas de cordero son furor. Pero si lavida después de la muerte es, como loafirmo, un eterno retorno de esta vida, entonces los débiles deben comer por siempre alimentos bajos en carbohidratos”. No sé qué me ofendia mas. ¢Frael hecho de que un profundo argumento intelectual sobre laalimentacion y el pensamiento se habia reducido a una broma (shuick)? Hace algu- nosanios, Lesley Chamberlain escribis un articulo muy bueno en el suplemento literario de The Times, sobre las ideas de Nietzsche acerca del extracto de carne de Liebig* (que le gustaba mucho) yanasantes yo habia publicado un ensayo sobre la dietética de la razon pura que incluta breves observaciones sobre los habitos alimenticios de Isaac Newton, Reneé Descartes, Immanuel Kanty Ludwig Wittgenstein. Incluso me vali de lacita que Cham- ' Woody Allen, “Thus Ate Zarathustra” en idem, Mere Anarchy (Nueva York: Ranclom House, 2008), pags. 141-146 publicacion original en The New Yorker (3 de juliode 2006) ? Lesley Chamberlain, “A Spoonful of Dr. Liebigs Beef Extract”, The Times Literary Supplement (9 deagostode 1996), pigs. 15:consultadoel 21 de marzoce 2009 en http7ls.timesonline.co.uk/-article/0, 25332-1993806,00 html 25 Steven Skapin berlain hizo de Nietzsche: *jNo mas comidaalemana, cristianae idealista, grasosa, pesada, ycubierta de cerveza para mi! Me doblaré de dolor de entranas, vomitaré sino me dan ver duras italianas”.* Turin suministré al filosofo alimento para el cuerpo y para el alma “Nunca tuve idea”, escribio Nietzsche, “de como podian ser lacarneo las verdlurasoalguno de estos platositalianos... Por ejemplo hoy, el mas tierno ossobuchi (jquién sabe como se dice enaleman!) la carne pegadaa los huesos, donde esta la esplénclida médula dsea. Tam- bien el broccoli cocinado increiblemente bien y, para empezar, los macatrones mas tier- nos”.* Yo habfa pretendido que el pasaje se interpretara con seriedad (algo asi como, en serio, nada de bromas absurdas con pollo’). ;O quizas me enojé porque no tuve la oportu- nidad de hacer el chiste yo mismo, dado que The New Yorker paga bastante mejor que las editoriales académicas? No, el problema noes laoposicién entre el humor de inversion y larespetabilidad intelectual: la nota de Woodly Allen sobre el libro de la dieta de Nietzsche versus laseriedad academica formal. La idea misma del libro de dieta de Nietzsche puede ser profunda, peroes graciosa Es graciosa en un sentido muy semejante al que es graciosa La vida de Brian de Monty Python. El problema del Sermon de la Montana erasolo un problema deacustica. “;Qué dijo2”, pregunto un Hebreo paradoal pie de la Montana: “sBenditos sean los fabricantes de queso? Qué tienen de especial los fabricantes de queso?” La respuesta fire uno de los pri- meros ejemplos de hermenéutica de] Nuevo Testamento: “Bueno, es obvio que no ha de in- terpretarse al pie de la letra. Se refiere a todos los fabricantes de productos lacteos”.° El chiste britinico de los Python era imaginarse que Jesus estaba haciendo un chiste yidish E: yo profano— Es gracioso 0 waicionero, para reirse o colgarlos. Elsociologa aleman Ralf 0 es bajar el tono: tomaralgo muy elevado y yuxtaponerlo con algo muy bajo -lo sagrado Dahrendorfescribioalguna vez que la funcion del intelectual alo largo de la historiase ase- mejabaa la del bulon de la corte: la condicion al decirle la Verdad al Poderera, o bien “son- ref cuando se la dice”, o bien no estar en una posicién en la que se lo tamea uno con mucha seriedad.° El poder, como bien entendemos ahora gracias a recientes acontecimientos, tiene una vision muy vaga de las verdades inconvenientes. Por lo tanto, enel centro de la religion (o.al menosenel de uma religion de la fe,a diferencia de una religion de la ley) hay un misterio: verdades tan increfbles que es necesario hacer un esfuerzo enorme paracte- *Shapin, “EL fil6sofo yel pollo” (capitulo 11 delsegundo volumen) ‘Friedrich Nietzsche a Franz Overbeck, Torin, navidad de 1988, en Selected ch Nietzsche, edicibny traduccion de Christopher Middleton (Indianapolis, IN: Hackett Sublish 337-338, Elautorhace relerenciaalasbromas que plantean una pregunta acerca de un pollo yel remate es absurdo,evidente ono causarisa. *httpuwww.mwscomp.com/movies/briarvbrian-O2,himy htupy//vw mo watch?v=-XiDmMBLy(sU (consultadoel I denoviembre de 2008), Ralf Dahrendor!, “The Intellectual and Society: The Social Function of the ‘Fool in the Twentieth Century”,en On -ctuals: Theoretical Studies, Case Studies. ed. Philip B 53-56. Garden Cit k: Anchor Books, 1969), pags, 26 Bajar cl tono en lahistoriade laciencia, as, cosas tan imposibles que noes posible reirse de ellas. La vida después dela muerte, la Jad, el nacimiento virginal. Supongo que esa es la raz6n por la cual el judaismo nunca ‘so de moda: no tenja sentido del humor ¥ ya que hablamos sobre lo sagrado, podriamos también hablarsobre laciencia. Decir que lacienciaes la nueva religion, que suplanto al cristianismoo,al menos, que lasucedio nlaautoridad cultural de la que alguna vez goz6 la religion, esun lugar comtin, oerasin da un lugar comina linesdelsiglo XIXy principios del XX. Porende,amediados del siglo XX aparecieron influyentes libroscon titulos tales come Science Isa Sacred Cow y The New Brahmins.’ Pero su carnino estaba allanado por laagresiva polémica de los naturalis- cientificos victorianos y por quienes se apropiaron del naturalismo cientifico en defensa elcontrolsecular de la educacién. Para John William Drapery Andrew Dickson White, 2 guerraentrelaciencia y la religion 0, al menos, ntre la ciencia y “la teologia dogmatica”, una guerraentre “la fuerza expansiva del intelecto humano” yel oscurantismo de lare- restrictiva, Yerauna guerra en la que, se consideraba, la religién perderta de manera nevitabley con rapidez: “Seacercael tiempo en el que los hombres deberan elegir entre la ¢inactiva, inmévil y una ciencia en continuo avance”. La fe pertenece al pasado; lacien- albrillante futuro: “La ciencia, esparce incesantemente sus bendiciones materiales por elsendero dela vida, elevaaloshombresde este mundo y unifica la raza humana”. No solo beneficios materiales, sino morales: desde el despotismo beligerante hasta la pactfica li- d humana. Noes necesarto decir -y la mayaria de losdefensores de la ciencia de hecho nolo dije- ron=que lacienciaera la nueva religion, Serfa imposible decir tal cosa si se quisiera yuxta- poner claramente la razon con la fe. Lo que podiadecirse era que la autoridad cultural habia ado de la religin a instituciones seculares y algunos dijeron que gran parte de la auto- ridad moral del sacerdote habia pasado de manera similar al cientifico. Esaerala opinion del gran seguidorde Auguste Comte y fundadorde nuestra disciplina, George Sarton, de : Universidad de Harvard. Segun la vision moral de Comte y de Sarton, la ciencia hace avanzarla historia, representa los logros mas elevados de la humanidady, finalmente,li- beraa la humanidad de sus cadenas historicas. La ciencia secular esta atravesada porim- plicaciones morales. La falacia naturalista observe que no era posible desde el punto de vista logico pasar del “ser” al “debe ser”, de la descripcidn alla prescripcion, sinembargo el llamado triunfo de la ciencia por sobre la religién fue un sintomma, para muchos comenta- ristas, de un cambio enel locus de laautoridad moral Anthony Standen, Science Isa Sacted Cow (Nueva York: E. P Dutton, 1950), Spencer Klaw, The NewBrahims: Scien- fic Life America (Nueva York: William Morrow & Co., 1968) *John William Draper, History ofthe Conflict between Sctence and Religion, 4ta edicién (Nueva York: D. Appleton, 1875; publicacion original L874), pags. vi, 364. No fue Drapersino White quien prefiris dar una delinicion mas res- trictadel enemigo como “teologia dogmatica”: Andrew Dickson White, A History ofthe Warfare of Sctence with Theo- Logyin Christendom (Nueva York: D. Appleton, 1897), pags. ix, i, 158. Consular tambien Shapin, *Laciencia yel mundomoderno” (capitulo 16del segundo volumen). 27 Steven Shapin Como laciencia era el logro mas elevado y noble de la humanidad, la historia de la cien- cig era una celebracién de loque habiasido y seguiasiendo lo mejorde la cultura humana Lacelebracion de la cienciasignilicaba rendir homengjea la reducida cantidad de perso- nas que habian hecho descubrimientos auténticos y duraderos. Habia muchos zanganos ia, pero pocos héroes y quienes importaban eran los heroes. La historia de la ciencia, dijo Sarton, es“en gran medida la historia de unos pocosindividuos” ® Noocurre lomismo, por ejemplo, en la historia politica, donde la accion colectiva es ampliamente considerada la regla del juego. La tarea del historiador—o, al menos, una de las tareasim- enlacienci portantes~eraelogiar'a aquellos pocos “hombres famosos” el elogio de hombres famosos es biblico—’ e incluso escudrinary evaluar una gran yariedad de contribuciones “paraes- tablecer la verdad relativa y la novedad relativa cle las ideas cientificas”"' y determinarast quién merecia crédito duradero y fama. Eracorrectoque el historiador fuera un hagidgralo: “por sobre todo” ,escribié Sarton, “debemos celebrar el heroismo cuando lo encontramos. El cientifico heroico contribuye conla grandeza y la belleza de laexistencia de todas los hombres”. 2 Aunque por momen- tos Sarton observ6 que los cientificos tenfan todos los vicios humanosasi como todas las virtudes, en otros momentos sostuvo que los grandes cientificos representaban la natura- leza humana falible en suestadio de desarrollo mas elevado: “la verdad misma es una meta comparable con la santidad... La bisqueda desinteresadae intrépida de la verdad es la vo- cacion humana mas noble”." Lacienciaes “el ancla misma de nuestra filosofia, de nuestra moralidad, denuestra fe” y nuestra vocacién apropiada como historiadores (ue hacer visi- bleese rol fundacional a una cultura masamplia." Por todo esto, las posibilidadesde bajarel tonoen laescritura de la historia de lacien- cia eran ricasy variadas, quiza tnicas. Es mucho mas facil bajar el tono en Ia historia de la ciencia queen cualquier otra area de la investigacion hist6rica. De hecho, elimpulso re- ciente de gran parte de la historia social y cultural ha sido, de manera explicita, elevarel tono de lo quealguna vez se habia considerado bajo: uno piensaen la historia del conoci- miento lego, en ls historia de ka medicina “desde el punto de vista del paciente”, en la historia militar a la manera de John Keengan y Richard Holmes y, en particular, en la historia del cuerpo, dela mujery de lo que se considere como “el otro”, Aceptamos, en gran medida como algo normal, que la tarea del historiadorno es celebrar fue hace mas de tentay cinco “George Sarton, The LifeofScience: Essaysin the History of Civiication (Bloomington: Indiana University Press, 1948) g5. 61-63, Traduccional espafol: La vidade laciencia, Buenos Aires: Espass Calpe °° almenosapocrifo: Jesus Ben Sirach, Eclesiastés 44. [:“Elogiemoszhora alos homb dees, quienes nosengendraron’ yanuestros pa- " George Sarton, The Study ofthe History of Science (Cambridge. MA niversity Press, 1936), pag, 35 "Sarton, The Study ofthe History of Science, pag, 45. Traduecisn alespat + de historiade laciencia. México UTEHA, 1968, ‘George Sarton, The History of Scienceand the New Humani: action books, 1988, publicacion original 1962), p “ George Sarton, “Knowledgeand Charity’, [sis5(1923):5-19.enlapag. | v Brunswick, Nueva Jersey: Trans- 28 Bajarel tonoen la historia de laciencia. que el medievalistaestadounidense Charles Homer Haskins dijo que noera tarea del oriador“distribuirmedallas para lamodernidad” 'y, por ende, lo que precisamente ha- -emos es lo que los antropologos llaman “interpretacion caritativa”. Peroescompresible si aponemos, al mismo tiempo, que losticosno necesitan caridad, De hecho, loque necesi- nes una buena boletada. Deallila popularidad, incluso en formas de biogralia mucho més ejanasa la ciencia, de igualar el virtuosismo historico con la exposicion (exposé) historica, No obstante, hay problemas en lo referentea la idea de que laciencia reemplaz6 la reli- sony me ocuparé de ellosal final. Donde fuera y cuando fuera que se hayaafirmado que encia habia asumido con razon laautoridad cultural y moral de la religion, quedaron -laro las formas de la herejia. ; Qué podria decirse de la ciencia que se considerara heré- desde este punto de vista? Puedo pensar en muchas cosas, pero he aqui una seleccion —Podria decirse que laciencia se desarrolla dentro del tiempo histérico, no fuera de él, que tiene una profunda historicidad y que cualquiera sea la trascendencia que posea, esensiun logro histérico. —Podria decirse también, que la ciencia pertenece, de modo similar, a un lugar; que lleva la marca de los lugares donde se produjo y através de los cualesse transmitey que toda apariencia de falta de lugar que tengaes en si un fendmenobasadoen el espacio. —Podria decirse que la ciencia no es una, indivisible y unificada, sino que las ciencias son muchas, diversas y no estan unificadas. —Podrian yuxtaponerse ideas de Método e ideas de genio. La primeraesensi, comonos ensefara Richard Yeo, un gesto de hajar el tono. '° Ose podria ir mas lejosy decir que no hay un Método Cientifico tinico, coherent y efectivo que haga la labor que, se suponta, alguna vez debio hacerel genio, incluso que no hay supuestamente capacidadescog- nitivas especiales en laciencia que no se encuentren en otras practicas técnicas 0 en las rutinas dela vida diaria. —Podria decirse que los cientificos son especimenes de la humanidad moral y consti- tucionalmente diversos, que personas con una moralidad y una capacidad cognitiva ordinarias predujeron conocimiento extraordinariamente confiable y, ademas, que el caracter ordinario de los cientificos individuales no se repar6 eficientemente mediante alguna virtud especial adjudicadaa su estilo de vida comunitario —Podria decirse que la Verdad (en cualquier sentido filos6fico preciso) no es un pro- ducto de laciencia, o que no es un producto tinico. O podria decirse queal historiador no le interesa tanto la Verdad como la credibilidad, lo que se considera Verdaden una va- tiedad de contextos historicos. Citado por Lyan White Jr," Naural Science and Nacuzalistic Artin the Middle Ages”, American Histovigal Review 52(1947):421-435,en la pag, 422. Richard R. Yeo, “Genius, Methad and Morality: Images of Newton in Britain, 1760-1860", Science in Context 2 988): 257-284, 29 Steven Shapin —Podriadecirse que la ciencia no es pensamiento puro, sino practica, que lamanoestan importante como la cabeza o, incluso, que la cabeza sigue a lamano."” —Podria decirse que la construccién y justilicacion del conocimiento cientifico son puestas en escenas (performances), que quienes producen conocimiento cientifico pue- den hacer uso, y lo hacen, de una gama completa de recursos culturales para producit esas puestas en escena (per jormances) y que estas incluyen laexhibicion de signos de in- tegridad yautoridad: experticia, desde luego, pero tambien signosde dedicacion yal- truismo. Laidea misma de conocimiento desencarnado pasaaser, asi, una puestaen escena (performance) encarnada y la dieta de Newton, tanto como la de Nietzsche, pasan aser pertinentes: comida para el pensamiento. Deberfamos entender, por supuesto, que todas estas herejfas, todas estas formas de bajarel tono, noson metas posibilidades: equivalen auna breve lista de las vanguardias del cambioenlacomprensién historica de la cienciaallo largo de las titimas décadas, en cierta medida, en los compromisos filosélicos con laciencia y, con mayor intensidad, en loses- tudiossociolégicosde laciencia Cuando menos, lamayortadeellasen cierta medida han pasado asertanaceptadas como “precisamente la maneraen que hacemos lascosas” y“qué esexactamente hacer historia de laciencia’ que aveceses dilicil apreciar cuanto hacam- biadoy con cuanta rapidez, ya veceses dificil reconocerla herejia~* menos hasta que nos Jo recuerden, con dramatismo, raros estallidos como las llamadas ‘Guerras de la Ciencia. Dire aqui solo un poco masacerca de todasestas here] ias, pero expondréen detalle unica- mente algunas. Despuésintentaré deciralgo acerca de cémoes que hemo. legadoaescri- bitacerca de la ciencia como lo hacemos y, por ultima, por qué hay un tipo discreto de virtuden todo ese bajareltono Primero debemios dleshacernosde la idea de que estas herejias fueron concebidas por socislogos radicaleso, de hecho, por cualquier personaen rigor preocupada por lograr un efecto de bajada de tono, denigracion o reduccisn de laestima del valordel conocimiento cientifico. Entonces, comencemos con la historicidad de laciencia y recordemos que [ue- ron lasacusacionesde Alta Critica (High Criticism) sobre la historicidad de las Escrituraslo quetuvo un impacto tan explosivoen la vida intelectual del siglo XIX (las supuestas “gue- tras” delsiglo XX entre laciencia y lasociologia tuvieron su paraleloen las guerras de fina- lesdelsiglo XIX dentrode lateologia)."° + para una nterpretacién de laimpoctancia cultural y social deesta oposicion en el contesto del pensamiento peda- asultar Steven Shapin y Batty Barnes, "Head and Hand: Rethorical Resourcesin British Pedagogi- 1770-1850", Oxford Review of Education 2(1976): 231-2 "Consultan, por ejemplo, David Bloor, "Rationalism, Supernaturalism,and the Sociology of Knowledge” en Scien- tie Knowledge Socialized, ed. Imre Honky, Marta Fehér y Balazs Dajka (Budapest: Akademial Ktad”, 1988), pags 59-74: idem, “Episternic Grace: Antielativismas Theology in Disguise”, Common Knowledge 1342007): 250-280 30 Bajarel tonocn lahistoria de laciencia. Thomas Kuhn dijo queel momento “Eureka” para él llego cuando miré porlaventana desu habitacion de Harvard y se dio cuenta de que la fisica aristotélica no podia haber es- ado mas equivocada, aunque juncions, fue coherente. Laciencia pasada tuvo su integri- jad historica y la tarea del historiador no era celebrar su contribucion al futuro, sina describire interpretarsu ubicaci6n historica, Fue una intuicion que nose debidaningtin socislogo dela ciencia—habia pocosacadémicos dedicadosaesa disciplina entonces-, sino al historiador filésofo Alexandre Koyré.® Koyré producia un enorme entusiasmo —imagi- nese: la ciencia como un fenomeno auténticamente historico— pero el radicalismo de su obrase vio en parte enmascarado porsu tardio reclutamiento como el Martillo de los Mar- s. Por ende, la sensibilidad auténtica y radicalmente historica del pensamiento cien- tifico fue una caracteristica marcada del nuevo “internismo” asociado con las obras de historiadoresde la ciencia posterioresa la Segunda Guerra Mundial, wan brillantes como fueron A. Ruperty Marie Boas Hall, |. Bemard Cohen y Richard S, Westfall.2°Los parame- tros por medio de los cuales los historiadores debian evaluar la obra cientifica del pasado noeran los del presente, sino los del pasado pertinente. La obra mas innovadoray provo- cativa de la década del 1960 que normalizé la ciencia como objeto histérico emergié de historiadores de las ideas cientificas de la Universidad de Leeds 0 estuvo asociada con ellos, incluidos]. R. Ravetz,J. E. McGuire, PM. Rattansi, Charles Schmitty Charles Webster. Era unasunto emocionante: por ejemplo, interpretar la ciencia moderna temprana, en su es- pecificidad histérica, como una rica combinacién de estudios de la naturaleza, religion stiana milenaria, misticismo, filosofia neoplaténica,alquimiay ucopismo social. Thomas. Kuh, “What are Scientific Revolutions?" enidem, The Road Since Structure Philosphical Essays, 1970-1993, withan Auiobiogyaphical Intervew, ed. JamesConant y John Haugeland (Chicago: University of Chicago Press, 2000), pags. 13-32, enespecial pags, 16-17. Traduccisn alespatol: El camino desde la estructura: ensayos filosdficos 1970 1993, conunaentrevistaautobiogrifica, Barcelona: Paidos, 2002. Pariunejemploemblematico delenfasisde Koyreen laespecilicidad y la cohereneciahistiricas, consultar Alexandre Koyté, “Galileo and Plato” Journalofthe History of ideas + 1943):400-428, Hay traduccicnalespanol: “Galileo yPlaton’, en Alexandre Koyré, Estudiosde historiadel pensamiento ico, Madrid: Siglo XXL, 1980. pp. 150-179. nsuiltar Steven Shapin, “Discipline and Bouncing, The History and Sociology of Science asSeen through the Externalist-Internalism Debate”, History of Science 30(1992): 333-369, Hay traduccion alespafiok “Disciplinayde- limitacion:la historia lisociologiadelacienciaa la luzdel debate externismo-internismo,”en Sergio Mattinez yGod- Srey Guillaumin (eds.) Historia, Filosofiay Enscnanza dela Clencia. México: Universidad Nacional Autonomade Mexico, (5, pp. 67-119 *' Entre muchosejemplosdeeste género de trabajo, verJ.E. MeGuire y P M. Rattansi, “Newton andthe Pipesol Pan”, Notes and Records ofthe Roval Society 21 (1966): 108-143; MeGuire, "Force, Active Principles and Newtons Invisible Realen” Ambix 15 (1968): 154-208; idem, “Boyles Conceptionof Nature” journalofthe History oftdeas 33(1972):523- 542; Charles Webster, The Great [nstauration: Science, Medicine, and Reform 1626-1660 (Londres Duckworth, 1975), Ar rnold Thackray,quien mnigré de Leeds a Cambrid ge y luego a Harvard y despues, ala Universidad de Pensilvania cuando yoeraunestudiante de posgrado, produjounconjuntodeobrasprovecadotas desde el punto de vista intelectual sobre lahistoria de laquimicaen losprimerostiempos de lamodemidad: consultar, porejemplo, “Matter ina Nutshell’: New- tonsOptieksand Fighteenth-Century Chemistry” Amis] 5(1968): 29-53; idem, Atomsand Revers An Esty on News nian Matter-Theory and the Developmentof Chemistry (Cambridge, MA: Harvarcl University Press, 1970) Bat Steven Shapin Esesta una de las fuentesde las cuales surgi la obrade Kuhn y unade las consecuen- cias de decir que la ciencia era un conjunto de practicas paradigmaticasera la aceptacion de hecho de su falta de unidad. Si Dioses uno, invariable, unitario y universal, entonces también loessu Verdad y, por lo tanto, la ciencia, en la medida en que se la considerabala nueva religion. Para muchos historiadores de la generacion de Sarton las cosas eran asi. In- cluso, cuando en 1962 aparecié en la Enciclopedia internacional de ciencia unificada, la no- cion de Kuhn de paradigmas cientificos multiples, que destrozaba lanocién de unidad, sus editores del Circulo de Viena evidentemente, no advirtieron ni se preocuparon por el efecto subversivo de las ideas de Kuhn con respectoala “unidad de la ciencia”? (Ia obse- sion con la unidad cientifica que tuvo suapogeo a prinicipios de la mitad del siglo XX tiene un dejo de buho de Minerva: la busqueda sistematica de los fundamentos de la unidad fue acompatada por una disminucion enel interés de los cientificos, por la Ciencia como un | Todoy swaceptacion general del hecho de que su espectalizacion ydiferenciacion fueron | cada vez mas aceleradas). Los historiadores de la.ciencia, en su mayoria, no han tenido | mucho para decir acerca de la unidad cientilica, aunque el nuevo impulso historicistade evaluar la ciencia del pasado de acuerdo con las preacupaciones culturales del pasado ha tenido um efecto racicalmente cesestabilizador de las nociones de esa unidad alo largo del tiempo. Se ha dejado en manos de los filosofos—con anterioridad muy dedicadosa teorias de la unidad conceptual y metodologica de lacienciael escribir libros que identifiquen los hechos y lasimplicaciones de la falta de unidad cientifica (uno piensaen la obra de John Dupre, Jerry Fodor, Nancy Cartwright y Alexander Rosenberg, asi comoen lacoleccién historica coeditada por Peter Galison).”? Y ahora, mientas los historiadores de la cienciae: n institucionalmente satisfechos por estar ubicados en departamentos de historia de la cienciay de ser publicadosen revistas de historia de la ciencia, quienes ensenamoscursos de iniciacién en la investigacion solemos tenerque decira nuestrosestudiantes que laciencia” noes una categoria historicaautoevi- dente, que la “filosofia de lanaturaleza” de principios de la madernidad eta algo diferentea la*matematica”, que el “Método Cientilico” esta, y siempre ha estado, sometidoa diversas Consultar George Reisch, *Disunity in the tnternational Encyclopedia of Unified Science” en Logéeal Empiricism in North America, ed. Gary L. Hardcastle y Alan W, Richardson (Mirmeapolis: University of Minnesota Press, 2003), pags. LO7-215, © Por ejemplo, John Dupré, The Disorder of Things: Metaphysical Fowndationsof the Disunivyof Science (Cambridge, MA: Harvard University Press, 1993); Nancy Carwwright, The Dappled World: A Study of the Boundaries of Science (Cambridge: Cambridge University Press, 1999); Slexander Rosenby urnental Biology, or the Disunity of (Chicago: University of Chicago Press, 1994); Jeny A. Fodor, “Special Science (or: The Disunity of Scienceasa Wor- king Hipothesis)”, Synthese 28 (1974): 97-115; Peter Galison y David J. Stump The Disunity of Science: Boun- daries, Contexts, and Power (Stanford, California: Stanford Uni 996); también Alison Wylie, “Rethinking Unityasa‘Working Hypothesis: How Archaeologists Exploit the Disunities of Science”, Perspeciiveson Scienc*7 (1999): 293-317, Philip Kiucher, "Unificationasa Reguls wes on Sctence 71999): 337- 348; Peter Galison, “The Americanization of Unity” Dedal ¢ 1998): 45-71 Science 32 Bajarel tonoen lahistoriadelaciencia... ssretacionese incluso que aquello que se consideraba (y se considera) “la filosofia me- 2° ola filosofia experimental’ tenia una enorme diversidad.* Durante muchos aiios, quiza incluso desde la década de 1950, los historiadores dela Senciadejaron de escribir libros llamados “la historia dela ciencia”, no porque tuvieran un mento sistematico sobre la falta de unidad, sino porque ya nose sentiana gusto con los ncipales relatosque alguna vez habfan dado integridad asu materia de estudio y que, se estudios de caso, {ascinantesen su individualidad serial, pero que omiten lacuestién de ls integridad de lacienciaoconvierten eltemaen un recursoa través de inyectar curiosi- cadacercade las ideasde unidad cientifica como producto historico™: porasi decirlo,“no xe talcosacomo laciencia y esta es su historia” Desde un punto de vista pertinente, este silencio generalacerca de laidentidad global suestra materia de estudio esuno de los logrossupremosde nuestro campo. Sentimos cener la razén al identificar la especilicidad historica y la heterogeneidad de lo que podria seiderarse ciencia, sentimos, incluso cuando rara vez lo celebramos, que dichaespeci- | “idadlesun signo de que hemos“ progresado” peto, bajo otra descripcién, esa mismasen- lidada laespecificidad yel silencioacerca de laciencia esun seereto disciplinario sucto “os gusta creer que, amedida que mejoramos cada vez masen hace: historia de laciencla, Spemoscada vez menos acerca de qué la convierte en cienciay no enalguna otraforma de | ~oltura designada de una manera diferente. El bajar el tonoaqui queda quiz mésen evi- Método Cienttfico, consultar, porejemplo, John A. Schuster y Richard R. Yeo, eds, The Politics and Rethoric “ienffc Method: Historical Studies (Dordrecht D. Reidel, 1986): pata a flosofiade anaturalezaylamatersticn rime petfado dela modernidad, consulta Robert S. Westman, “The Astronomer’ Role nthe Sixteenth Cen rremnary Seudy" Histor of Science 1&(1980): 105-147, Mari Biagoli, Galileo, Courter: The Prectccof vceinthe Culuucof Absluttsn (Chicago. University of Chicago Press, 1993);paracuesionamientosobre a flo- ocueritnentaly mecinicadelsiglo XVil, consulta, entre muchos ejemplos, Steven Shapin y Simon Schaller, Le- vhanatd the Air-Pump: Hobbes, Boyle, andthe Experimental Life(Princeton, Nueva Jersey: Princenton Univesity "1985)y eter Dear, The ntlliglity oj Nature How Science Makes Senseof the World (Chicago: Univ ryol nicago Press, 2006), capitulo L sultar, por ejemplo, Peter], Bowlere wan Rhys Morus, Making Modern Science: A Historical Survey (Chicago “sity of Chicago Press, 2005); Andtew Ede y Lesley B. Contac, History o Sclence in Suciety From Philosophy + (Poterbotough, ON: Broadview Press, 2004); Richard Olson, Science Defiedand Science Defied The Histor Significance Sciencein Western Culture, cosvoltamenes (Berkeley: University of Caiformia Press, 1982, 1990):y a Fara, Science: ‘A Four Thusand Year History (Oxtord: Oslord University Press, 2009) reultar Steven Shapin, “Science” en New Keywords: Vacabulayyof Culture and Society, ed. Tony Bennett, Larry ray Meaghan Mortis(Oxtiord: Blackwell, 2005),pags. 314-317; Andrew Cunningham. “Gettingthe Gane soe Plain Wordsonthe Identity and invention ol Science” Studistn Fisioryand Philosophy ofSicence 19 1988) sa a0. Peter Dear, “What is History of Science the History Of? Early Modern Roots ofthe Ideology of Modern Science” [sis 96 (2005); 390-406. 33 Steven Shapin dencia para aquellos que no son miembros de nuestra tribu que para quienes lo son: lain- tegridad y el valor van de la mano. Es un dicho habitual el que sila verdad tiene muchos rostros, ninguno es digno de respeto. Fue también nuestra pujante fascinacién con la encarnacidn de laciencia, con sus "per- sonajes"y con sus aspectos performativos lo que bajé el tono, Isaac Newton escribio enel Escolio General de los Principios que era solo a modo de “alegoria” que deciamos que Dios ve habla,se rie, ama, odiay deseay que quien tomaraal pie dela letra tales capacidades di- vinaseraunidélatra.?” Maso menos por la misma €poca, Newton escribio que el Marques del Hopital queria saber casi lo mismo sobre Newton: *;De qué color essu cabello? ;Come, bebe, duerme? gFscomo otros hombres?” 2 El mejorbiografo moderno de Newton sabia con exactitud qué estaba preguntando Hopital: “Se ha convertido para mi”, escribio Ri- chard Westfall, “en una persona por completo diferente... un hombre que no puede final- mente reducirsea los criterios por los que comprendemosa nuestros iguales”. Ahora tenemos sed de conocer todo lo que podamos acerca del estilo de vida de los cientificos—podemos llamarlo habitus si sentimos la necesidad de unaactualizacion del producto-. A medida que averiguamos y escribimos sobre esas cosas, somos conscientes de queesto también va en contra de latendencia historica prevaleciente. Las sensibilida- des del siglo XIX, queen parte reflejan un desprendimiento delas ideas de genio hacia las ideas de Método, desviaron el interés por quien erael cientifico. En 1845, el politicoy hom- bre de letrasescocés Henry Brougham escribié que “cuando se han descrito los estudios de un fildsofo” (yen este contexto Brougham incluyo al filosofo natural) “y, en especial, de un matematico, cuando se han registrado sus descubrimientos y se han tomado en conside- racidn susescritos, ya se ha narrado su historia. Queda poco por decirde tal hombre: su vida privada suele ser poco interesante y mondtona”. * Con el mismoespiritu, TH. Hux- ley escribiria mas tarde sobre un apécrifo fildsofo babilonico: “Porsuerte Zadigesté en la posicién de muchos otros grandes fildsofos. Como era cuando era un hombre decarney hueso, osi realmente existid, es un asunto sin grandes consecuencias. Lo que nos importa delaluzes que muestre el camino, no si proviene de una lamparao una vela, siestahecha deseboo de cera”.*! Claude Bernard insistio sobre la irrelevancia del indivicuo parael ejet- Isaac Newton, The Mathematical Principles of Natural Philosophy trad. Andrew Motte (Nueva York: Daniel Adee 1848: traducei6n original publicada en 1729), pag, 506. Traduccional espanol: Principios matematicosde la lilo- sofianacural, Madrid: Alianza, 2011. Citadoen Never at Res Biography of Isaac Newton de Richard S, Westall (Cambridge: Cambridge Universtiy Press, 1980), pag. 473. 2* Westphal, Neverat Rest, pag. x. Henry Brougham, Lives of the Men oj Lettersand Science, Who Flowrishe (Londres: Charles Knight, 1845-1846), volumenl, pag. 510. Elmaterial dk The Scientific Life: A Moral History of a Late Modern Vocation (Chica © Thomas Henry Huxley, “On the Method of Zadig [1880]" en idem, Colle brew Tradition (Nueva York: D. Appleton, 1900), pags. 1-23, inthe Time of George Hl, dos volimenes eccidn sehasaen Steven Shapin -y of Chicago Press, 2008), capitulo 1 volumen 4: Science and He 34 Bajarel tonoen la historiade la ciencia. cicio delaciencia: “El artees individu Jo que Thorstein Veblen llamo la “ecuacion personal” dela ciencia también eliminé cual- .lacienciaescolectiva’.“ La supuestaeliminacion guier razon sustancial de contar historias acerca de quiénes eran los cientificos.”” Por su- puesto, podia seguir ejerciéndose la hagiografia, pera sin ninguna asociacién importante conlaconstruccién o lajustificacion del conocimiento, sin un apice de epistemologia. Simuestra reciente fascinacian con “quienes eran esos tipos”, como dijera el historiador politico britanico Sir Lewis Namier, cuentacomo bajarel tono™, tenemos nuestra justifica- ion paraello. En primerlugar, laatencion alos cuerpos de los cientificos es una caracteristica enuestr interés cada vez mayor por la practica cientilica, ensi un movimiento de bajadade tonocontra el trasfondo de una concepcion contemplativa de laciencia como empresa tras- cendentalmente intelectual, que descorporizael conocimiento ensu resultado y ensumodo de produccion. Ahora queremossaber sobre la agudeza de la vision de los astronomos, la des- treza de las manos de losexperimentalistas, laacuidad del sentido del olfato de los quimicos. Laatenciénalconocimiento tacito nos ha vuelto curiosos sobre el tacto: Fingerspitzengefiihl, | y en especial, si eso también es un bajarel tonoidealista y racionalista Hemos querido enterarnos de las practicas encarnadas paraasegurar y mantener lacre- dibilidad. ¢Cémo pesaba el ser quien se era en la estimacion del valor dela que se habia dicho, incluso cuando ese interés también era un bajarel tono establecido por la insisten- cia de algunos socidlogos de mitad del siglo XX sobre la ciencia como algo que no con- ciernea personas? Por razones semejantes, hemos querido conocer las posiciones sociales los cientificos, sus formas de vivir, si vivian en espacias privados o publicos y como se charles Darwin? Y cémo pesé su vidaen ‘wn House en lasestipulaciones acerca de la integridad, el valory las consecuenciasde suteoria? ;De qué nosenteramos acerca de Darwin cuando leemos que sus “intestinos eran ruidososy malolientes” o nos han citado, en lo que asu propia ansiedad respecta, queel nerviosismo “produce flatulencias tan terribles que de hechono puedo iraningtin lado”? mpefaban en el curso cel dia. ;Quién era Claude Bernard, intraduetion tothe Studyof Experimental Medicine, trad. Henry Copley Greene (Nueva York: Dover, 7, publicacién original 1865), pigs. 40, 42-43. Traduccidnal espaitol; Inroduccionalestudiode la medieina experimental. Barcelona: Fontanella, 1976. arstein Veblen, The Higher Learning in America: A Memorandum on the Conduct of Universities hy Business Men ueva York: Sagamore Press, 1957; publicacion original 1918), pag. 5. ohn Brooke, “Namier and Namierism", History and Theory 3 (1964): 331-347, en pag. 333. Enmicaso particular, esa fascinacion por la costumbre caticiana de generarconoeimientose expresc enShapiny Schalier, Leviathan andthe Air-Pump, peto consultartambién Steven Shapin, "The li merican Scientist 77 (noviembre-diciembre de L989), 554-563, también idem, “The Invisible Tech- imerav Technician", . 1994), capitulo8, Ese interésen parte estuve inspirado por los pritnerosestudios ctnograhicosde trabajode baratorio, por ejemplo, HM. Collins, “The TEA Set. Tacit Knowledge and Scientific Networks”, Science Studies + 1974): 165-186, (dem, “The Seven Sexes. A Study in the Sociology ofa Phenomenon, orthe Replication ofan Ex- perimentin Physies” Sociology 9(1975): 205-224. Janet Browne, “] Could Have Retched All Night: Charles Darwin and His Body” en Science Incarnate: Historical Em- bodimentsaf Natural Knowledge ed. Christopher Lawrence and Steven Shapin (Chicago: University of Chicago Press, 998), pags. 240-287, en pag, 243 35 Steven Shapin Hemos querido enterarnos (y quiza masentre los escritores de ciencia noacadémicos que losacademicos) de lasexualidad o falta de sexualidad de los cientificos. Yaqui tengo que compartir parte de la culpa—hemos estado interesadosen su dicta. La respuestaa la pre- gunta de Hopital —scomia?—le ayudartaa juzge o mortal, sPor qué otra razén habria seguido circulando durante mas de trescientosafios laanecdota sobre el pollo de Newton, aquella le que habia olvidado silo habia comidoo siel conocimiento de Newton era divino no?” pNuestrossujetos, como ha escrito Rebecca Herzig, “sufrian por laciencia” y,deser asi, qué significaba su manifestacion de sulrimiento para elestado y el valor del conoci- imientocientificoy paralanaturaleza de la vocacion del cientifico? En oo contexto cultu- ral, cl interés por las personas encarnadas podriaentenderse como lo opuestoa un bajarel tomo: y lastradiciones hagiograficas del siglo XIXy principios del siglo XX insistian sobre laimpersonalidad cientilica, Pero, para nosotros, mucha de esto hasido solo parce del es- cribiracerca de laciencia como unesfuerzo humano integral. Es la normalidacl de la mo- dernidad tardia, Asi que hay muchas maneras en las que se bajé elton al escribir la historia de la cien- cia. Pero silos historiadores modernos se lo acreditaran de manera exclusiva, estarian re- clamando demasiado parasf. Habian recibido un tone ya bajo y lahistoria académica dela ciencia ha sido, en ese aspecto, masuna respuesta los cambios culwurales y sociales que unacreadora de nuevasactitudes. En primer lugar, tiene cierto sentido —solo cierto sen- tido, pero de suficiente importancia—el que estuviera transforméndose la ciencia de em- presa sagradaa empresa seculardesce mediados del siglo XIX. Esmas, mientrasadquirian enorme autoridad social, incluida parte de laautoridad que habian ejercido instituciones religiosas, ruchoscientificos insistian en que noeran, sialguna vez lohabian sido, “sacer- dotesde la naturaleza’ y que de la investigacion de fendmenos naturales no surgian conse- cuencias morales. Max Weber puco haber exagerado un poco cuando describio el mundo cultural de 1918.como “desencantado” o cuando sostuve que s lo ciertos “nitios grandes” seguian creyendoentonces que laciencia conteniaalgunaleccién acerca de como uno de- berta vivirsu propia vida.” Pero en kam lida en que estaba aceptado que no era posible pasar, lesdeel punto de vistalogico, del “ser” al “deberser”, de lacienciaa la moral, loscien- tificos buscaron despojarse de autoridad moral. Después de todo, unacosaera estudiar el Libro de lanaturaleza de Diosy otra muy diferente, documentat los bellos designios pro- ducidosaccidentalmente poratomos que chocaban entre sisin un proposito. La primera tenfalacapacidad de darun estimulo morala quienes estudiaban a naturaleza; lasegunda * Shapin, “Elfilosofo yel pollo” (capitulo 1 del segundlo volumen) Rebecca M. Herzig, Sufjering for Science: Reasonand Sacrifice in Mo Rutgers University Press, 2005) » Max Weber, “Scienceasa Vocation” en icem. , From Max Weber: Essays in Sociology, ed. HH. GerthyC. Weight Mills (Londres: Routledge, 199 ensayo original publicadoen 1919). 156, en pigs. 142-149. Haytradnecisn al espanol: "Laciencia comovocacisn’ ,en Max Webs, Ei politico el cenajico, Medrid: Alianza, 1984, pp. 180-231, Este yelsiguiente parrafo se basan en Shapin, The Scientific Life. capita orm America (New Brunswick, Nueva Jersey 36 Bajar eltono en la historia de lacienci ia. Lasecularizaciény laaceptacién de la falacia naturalisia eran procesos de ba- no. egundo lugar, el final del iglo XIXy el principio del siglo XX atestiguaron una gama “imientos filosoficos, algunos de los cuales adoptaron loscientificos, que manifes- escepticismo con respectoa la nocion de Verdad cientilica oa ciertas concepciones istas dela Verdad o,en un plano mas general, asi laciencia deberiaestar haciendo macionesmetafisicosacercade, por ejemplo, la “correspondencia’” y las “tealidades tl- ". Dichos movimientos se conocen con diferentes nombres y,en otro contexto, seria ante distinguirlos: fenomenalismo, operacionalismo, positivismo, convenciona- y. sobre todo, pragmatismo. Pero es de igual importancia lo que tienen en comun: ino argumentahaestablecer los vinculos que unen la filosofia de la naturaleza de co- s de la modernidad con la religi6n mediante la metafisica y las nociones de la Verdad Dios. Asicomoel naturalismo cientifico de fines del siglo XIX pasé.aesenibir“naturaleza” tiscula, todas esi racterizaciones cle la calidad y el caracter del conocimiento fico escribian “verdad” con mimiscula. Y, de hecho, algunas identificaban de manera nte explicita las tendencias metafisicas del discurso religioso como una patologia in- Ss electual, que debia curarse mediante concepciones deflacionarias del estado del conaci- miento cientifico apropiado. Para 1960, C.P. Snow decta seguramente lo que la mayoria de los cientificos pensaba cuando con engreimiento estipuls que “al hablar de verdad no me refiero a algo compli- cado... uso la palabra como la utiliza un cientifico. Todos sabemos que el examen filoso- fico de la concepeién de verdad empirica nos lleva a complejidades curiosas, pero a la mayoria de los cientificos en realidad no les interes”. Silas Guerras de la Ciencia de la dé- a de 1990 fueron supuestamente ataques hostiles de socidlogosa la idea de Verdad cientifica, debe de ser tan asombroso como pertinente observar laimpopularidad, o solo ia falta de relevancia, de las nociones de Verdad entre los cientificos mismos.*! Silos funda- mentos metalisicosy la idea estable de Verdad elevaron el tono, entonces debe decirse que dejara un lado tales cosas lo ha bajado. Pero eso también tiene que atribuirse a cambios que desarrollan dentro de laciencia misma. Entercer lugar, la tradicion hagiografica de la historia de la cienciacelebrabael genioy elcaracter de los cientificos, incluso si el homenaje se consideraba problematico por la in- tencia simulanea en la impersonalidad de la ciencia. No obstante,a principios del siglo XIX, los mismos cientificos estipularon en repetidas ocasiones que deberiaconsiderarse- los humanos, si bien no demasiado humanos. Muchos de ellos querian que se entendiera con claridad que tenian toda la variedad de debilidades humanas, que no debia vérselos © C.P Snow, “Address by Charles P Snow [to Annual Meeting of American Association forthe Advancement of Science, 27 de diciembre de 1960)", Science notasuplementaria 133, nro. 3448 (27 deenero de 1961): 256-259: nnsultar también Shapin, The Scientific Life, capitulo 2. Consultar Shapin, “Comoser anticientifico” (capitulo 3 de este volumen), 37 Steven Shapin como modelosy, cuando Robert Merton sostuvoa principiosde ladécada de 1940 que los cientificoseran, desde el punto de vista de la motivacion, muy semejantesa todo el resto de las personas, en realidad estaba comulgando con opiniones expresadas repetidas veces dentro de lacomunidad cientifica.** Los contextos en los cuales se expresaban estas opi- nionesy las razones para expresarlas eran dilerentes, pero inclufan la profesionalizacion y rutinizacion de la ciencia, como un empleo remunerado, un empleo que cada vezse ejer- ciamdsnoen unatorre de martil, sino en la industria. Ademas, incluian el deseo, que ad- quirié prominencia en el periodo comprendido entre la Primera Guerra Mundial Hiroshima, de estipular que los cientificos no eran personasa las que se debia temer, que lo que sea que fueran no era peor queelcomun dela humanidad. Uno debia entender que niiel gas venenoso ni la bomba atémica eran el producto de personas malas, con malasmo- tivaciones. Entonces, si se tenia una razon académica para hacerlo, se podia ser curioso acerca de quiéneseran loscientificos, libre de una regla de oro moral o intelectual. Lame- dianta moral de los cientificos, y la documentacién de los historiadores acerca de quiénes eran comoactores morales, podia considerarse un bajarel tono, pero eso también era una sensibilidad que surgia fuera de la historia academia.” Por tiltimo, el éxito institucional mismo de la ciencia durante el pasado siglo, y en espe- cial desde la Primera Guerra Mundial, produjo cambios a gran escala en referencia a como se veiay se evaluabaesa empresa. A finales de la decada de 1930 y principios dela de 1940, laempresacientilica parecia vulnerable, {ragil y delicada—tal como lo viera Merton y mu- chosotros- Sieralalampara de la civilizacién, su llama era débil y podian apagarlacon fa- cilidad los estallidos de la ideologia, la intolerancia y la mezquindad. Amenazada por el fascismoaladerecha, el comunismoa la izquierda y en casa ,supuestamente porelsecreto, elmando yel control industrial, laciencia parecianecesitar, tal como han demostrado David Hollingery otros, proteccion y celebracion. Y su proteccién involucraba una descripcion apropiada de las condiciones precisasen las cuales podia prosperar: su autonomta de las fuerzas sociales por sobre todo, pero también con un reconocimiento de su racionalidad esencial y de su condicion tnica entre otras formas de emprendimientos humanes. Pero lo que significaba el éxito, en especial en Occidente y sabre tado en Estados Uni- dos, era que la ciencia pasabaa rodearse estrechamente de las instituciones que producian ® Robert K. Merton, “The Normative Structureof Science” en idem., The Sociology of Science: Theoretical and Empi- rical Investigations, ed. Norman W Storer (Chicago: University of Chicago Press, 1973; articulo original publicado en 1942), pigs. 267-278, enespecial paginas 275-276. Hay traduccional espanol: "Laestructura normativadela ciencia",en Robert Merton, La sociologtacle laciencia, investigaciones tecricas y empiricas, Madrid: Alianza, volumen 2, pp. 355-368. hapin, The Scientific Life, capitulo David A. Hollinger, “The Defense of Democracy and Robert &. M Knorsledge and Society,ed, Robert Alun Jonesy Henrika Kuklick (Greenwicl 1-15; idem, “Science as a Weapon in Kulturkampfe in the Unite (1995): 440-454. nulation ofthe Scientific Ethos’ en jal Press, 1983), volumen4, pags and After World War ITY Isis 86 38 Bajar el tonoen ta historiadelaciencia... 1ezay poder proyectado y que las versiones aceptadas de la naturaleza de lacienciay de ondiciones de su prosperidad perdian su prominencia y suasidero cultural. gErane- cesario protegera laciencia de fuerzas mezquinas ose haba convertido en una de esas fuer iQuésignificé el universalistno cuando la cienciase convirtié en un arma poderosaen estado de conflicto, caliente y fria? Las condiciones de inseguridad habian sido reempla- -adas porcondicionesemergentes de complacencia y eso daba libertad alos historiadores lossocidlogos de la ciencia para contar todo tipo de historias naturalistasacerca de la ia, solo porque el naturalismo parecia no seruna amenaza. {Cudleseran las fronteras la ciencia, que laseparaban de otras formas de emprendimiento humano, cuando se bia vinculado tan estrechamente con lasinstituciones comerciales, politicasy bélicas que lanocién misma de “contexto externo” habla comenzado a parecer algo entre pinto- esco y bizarro? Podrtamos seguir hablandoacerca de laciencia como una forma diferente cultura, con una relacién inquietante con [uerzas “externas” o“contextuales” soloacon- n de ignorarlacircunstanciaen la que, alo largo de gran parte del siglo XX, la mayo- ria delacienciase ejercié en benelicio de laindustria o dentro de ella, en beneficio de los nedios estatales o dentro de ellos. De hecho, lacienciase ha fundido tanto con una gama de proyectos civics, econsmicos y militares que solamente estando perplejosacerca de su ntidad podemosapreciar suimportancia.**Y asi estamos. Con referencia la identidad oherente de laciencia, estamos en una situacién muy parecidaala de W. B. Yeatscuando scribio sobre religion: “La ceremonia de la inocencia se ahoga; /los mejores carecen de da conviccién mientras que los peores/estan llenos de intensidad apasionada”.” Los historiadores de la ciencia tardaron enaceptarel éxito civieo de la ciencia ylo han ho soloen parte. gE] éxito civico deberia considerarse un bajarel tono? Solo sise iden- sfica la ciencia con lasoledad y la vida contemplativa. La mayoria de los ciudadanos de estra sociedad, deberiamos entender, considera este éxito civico enteramente oen gran medida como un logro positive. No obstante, sieste éxito ha equivalidoa un bajar el tono, entonceseso sucedio también fuera de la historia académica y los historiadores han res- ondidoaello con lentitud y de manera indirecta. Si bien parece que resto importanciaa a culpabilidad de los historiadoresacacémicosa la hora de bajar el tono, también resto im- anciaal crédito que podemosatribuirnos poriniciaresas sensibilidades. Hemosteac- onado aesas sensibilidades y lo hemos hechoa la maneraen que hacemos historia: sin cusaciones ni disculpas. so equivalea decir que somos historiadoresy lo que hacemos alhacer historia es intentar contarla come en verdad sucedi6 enel pasado. Esaes nuestra ntencién institucionalizada y somos bastante eficientesa la hora de reconocer cuando al- ConsultarShapin, “Lacienctay el mundo moderno” (capitulo 16clel segundo volumen) onsultarShapin. The Scientific Life, cupitulos4-5;idem, "Quién esel cienttfico industrial?” (capitulo Ldeeste §-B. Yeats, "The Second Coming”.en idem, The Poems, ed. Daniel Albright (Londres: Dent, 1990), pag. 235. Iha- -cisn al espatiol: Poesia reunida, Valencia: Pre-Textos, 2010. ae Steven Shapin guienesta tratando de contarcomo fue y cuando esta distribuyendo medallas (0 castigos) alamodernidad. Pero los términos y categorias en los cuales podemos contar la historia como sucedio vienen de nosotrosy de laculturaen la que habitamos, Y ese fueel sentido de lamaxima, de E.H. Carr, queya tiene medio siglo: “Deberta estudiarse al historiador antes de comenzarsea estudiar los hechos"*. Las historias que cuentan los historiadores deben tantoa las corrientes que atraviesan su cultura como aaquellas sobre las que buscan hablar No esesa una circunstancia lamentable, dela cual pudiéramos |liberarmos si trataramos lo suliciente o si tuviéramos el método racional adecuado. Es nuestro dilema. Porlo tanto, si *nobleza” es un termino demasiado fuerte para bajar el tono, qué es ad- mirable, incluso virtuoso, de este bajar el tono de la manera en que ahora tendemosa es- cribiracerca de la historia de la ciencia? Aqui, laconferencia ce Weber acerca de la “Ciencia como vocacién” nos daun modelo de qué podria significar. Como historiadores delacien- cia, nos comprometemosa contar historias ricas, detalladas y, esperamos, también precisas acerca de laciencia sin creer que ella sea tinica desde el punto de vista cognitive, metodold- gicoo social, sin creer que sea integral y unificada, sin creer que tenga un conjunto especial de valores que no posean otras formas de cultura, sin creer que sutja por inspiracién di- vina, sin creer quesea producto exclusive de genios, sin creer que sea la tnica fuerza pro- gresiva de la historia o que quienes|a practican no coman pollo Seria més facil mantener ese compromiso -con la riqueza, con el detalle, con la preci- siGn-si sintigramos que estamos haciendo la obra de Dios, peroes masadmirable, pienso, sisentimosese mismo compromiso, ese mismo sentido de vocacin, cuando sabemos que no estamos cumpliendo con una mision divina, que estamos contando historias (ricas, de- talladas y, esperamos, precisas) acerca de un conjunto de practivas de ono rebajado, hete- rogéneo, rico, situadlo en un momento historico, encarnado y completamente humano. Es decir, que estamos haciendo lo que ahora se considera historia de laciencia. Edwardl Hallett Carr, Whatis History? (Nueva York: Vintage Books, 1961). pag. 2 lahistoria?, Barcelona: Editorial Ariel, 2011 ‘Traduecidnal espatiol: ;Quées 40

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