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CONSENSO 318 perspectiva acabé por caracterizar la reciente referencia a la propuesta consiliar sustancial- mente como un intento de reformar Ia préic- tica de las organizaciones sindicales y de inno- Var sus estructuras, para hacer de ellas nue- vos sujetos politicos, capaces de dar a la nue- va identidad de productores de los trabaja- dores un relieve institucional, en el que se expresa un “punto de vista obrero” sobre la conduccién del conjunto de los asuntos socia- les (vease la evolucion de la idea consiliar en Italia en el trancurso de los afios sesenta y setenta hasta su identificacién con la proble- matica del “sindieato de los consejos"). BIBLIOGRAFIA: O. Anweiler, Los soviets en Rusia (1958), Madrid, Zero, 1975; A. Babeau, Las can- sbreros en Potonia (1960), Barcelona, Nova Historia del pensamien- to socialista, 4: La Segunda Internacional (1958), Mexico, Fondo de Cultura Econémica, 1960; A. Gorz, 1! socialismo difficile (1967), Bari, Later- 28, 1968; A. 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Si se conside- ra la potencial extension del c., es decir la variedad de los fenémenos respecto de los cuales puede subsistir © no subsistir acuer- do y, por otro lado, la intensidad de la adhe- sina las distintas creencias, se hace eviden- te que un c. total es algo improbable aun en unidades sociales minimas, y es por tanto impensable para sociedades complejas. Por Jo tanto el termino c. se entiende en sentido relativo: mas que de presencia ode ausencia de c, se deberia hablar de grado de ¢. existente en una determinada sociedad o subunidad. Es evidente ademas que la atencion deberia ser puesta principalmente en las cuestiones rela- tivamente mas importantes y no en puntos de detalle. Desde el punto de vista de la politica, pode- mos pues distinguir utilmente entre c. rela- tivo a las reglas fundamentales que dirigen el funcionamiento del sistema (es decir, las que los anglosajones designan con la expre- ién: rules of the game), vc. que tiene por obje~ rtos fines o instrumentos particulares. , en regimenes democraticos la aceptacion in escala de las normas que regulan las relaciones entre poder legislativo y ejecutivo cae dentro del primer tipo de c., mientras que el acuerdo sobre algunas direcciones particu- lores de politica, interior o exterior, cae di tro del segundo tipo. En el régimen republi- cano de la posguerra, por ejemplo, los parti- dos politicos italianos aceptaron —por lo menos como enunciacién y en algunos casos probablemente sin renunciar a proponer su modificacion en el futuro— algunas reglas fundamentales expresadas en la constitucion republicana, como la legitimidad de los cuer- pos legislativos expressdos por los mec: mos electorales, la tutela de la existencia de fuerzas politicas de oposicion en forma orga- nizada, las garantias de las libertades indi 316 CONSENSO duales de expresién y de asociacién, etc. Al mismo tiempo, las vicisitudes del periodo ofrecen amplio testimonio de las profundas disensiones que han dividido las fuerzas poli- ticas, por ejemplo en numerosas cuestiones de politica econémica. Es evidente que para los efectos de la sobrevivencia y del funcio- namiento del sistema politico el primer tipo dec. es bastante mas importante que el segun- do. En efecto, el c. sobre las reglas fundamen- tales que dirigen el desenvolvimiento de la vida politica es un elemento casi indispensa- ble para una marcha mas o menos ordenada del debate cuando falte, como a menudo suce- de, el c.del segundo tipo. Naturalmente la dix tincién mencionada no es siempre nitida: pue- de haber cuestiones de direccién politica tan controvertidas y con implicaciones tan gene- rales como para acabar por comprometer las reglas fundamentales de funcionamiento del sistema, y transformar por lo tanto un con- flicto politico en una verdadera y propia cri- sis de régimen. En las sociedades democriticas que permi- ten de manera mas o menos amplia la expre- sign de opiniones y puntos de vista, el c. es bastante menos visible en la superficie que los elementos de disensién. Esto depende en parte de ciertas caracteristicas de los medios de comunicacién de masas —en pocas pal bras, la disensién es mas noticia que el y, en parte, del hecho de que los principios verdaderamente fundamentales tienen raices tan profundas que a menudo se dan por des- contados. Asi, el respeto debido a los difun- tos, el derecho del imputado a la defensa, I condena del homicidio, son por cierto “uni versales” hallables en las sociedades mas diversas —si no en todas—, pero justamente su universalidad y su caracter no controver- tido minimizan su importancia. De eso resulta que el analisis superficial y relativo a los pro- blemas mas controvertidos tiende a subest mar el grado de c. existente. Se corre el peli- gro opuesto en referencia a regimenes de tipo autoritario o totalitario. En ellos, ya sea por- ‘que no esta permitida la libertad de expresion frente a los principios fundamentales del régi- ‘men, 0 porque es negada la legitimidad de fuerzas de oposicién, que solicitan y coasu- lan posiciones disidentes, o porque los distin- tos subsistemas tienen poca autonomia, y el régimen invade, por asi decirlo, toda la socie- dad, la disensién sobrevive sélo clandestina- mente, tiene poquisima importancia exterior, y conduce al observador a sobrevaluar el éxi- to del sistema en la obtencién de la adhesion de amplisimos estratos sociales. Alconsiderar el grado dec, existente en una sociedad dada también es importante distin- guir entre c. en un nivel de enunciados gene- rales y posiciones asumidas sobre cuestiones especificas. En general el c. en el nivel de los primeros es bastante mas extenso. Algunas investigaciones Ilevadas a cabo en Estados Unidos han demostrado, por ejemplo, que mientras la aceptacion del principio de la libertad de expresion es casi universal en tan- to que afirmacién genérica, su traduccion en puntos especificos —como por ejemplo la admision y el deseo de conferencias dadas por oradores que asumen una actitud bastante critica frente a las instituciones de ese pais— no encuentra efectivamente un amplio c. entre el puiblico. Es probable que las diferen- cias de c., en un nivel de enunciacién de prin- ios y de aplicacion de los mismos en situa- ciones particulares, sean debidas al hecho de que los primeros son expresados en forma bastante general y abstracta y se prestan a interpretaciones diversas, mientras que los segundos son disminuidos, por decirlo asi, en situaciones y experiencias particulares de los protagonistas, incluidas las divergencias téc- ticas derivadas de la contraposicion de las fuerzas politicas. Puesto que el grado de c. varia de sociedad en sociedad y de periodo en periodo, uno de los problemas mas importantes concierne a los factores que presumiblemente influyen sobre el grado de c. Los breves puntos que siguen contienen sélo una sumaria identifi- cacién de los elementos mas generales y se presta atencién principalmente en la forma- cién y el mantenimiento de c. en sociedades pluralistas. Un primer elemento de importancia es el grado de homogeneidad de la sociedad en tér- minos socioculturales. En este sentido la pre- sencia de grupos étnicos, linguisticos, religio- sos escusamente integrados en el sistema en posesién de una cultura politica con adhesion esencialmente formal a ya las normas del régimen, se pone claramente como factor que obstaculi- za la formacion de un amplio c, Naturalmen- CONSENSO, te esto vale en la medida en que se refiere a “islas culturales” verdaderas y propias, que se diferencian sensiblemente bajo el perfil de los aspectos mas especificamente politicos ligados indirectamente a la politica. La pre- sencia de una gran variedad de grupos étni- cos con culturas ampliamente heteogéneas no ha impedido la formacién en Estados Unidos de grandisimas franjas de c. en cuanto a prin- cipios politicos; pero se tiene presente que la aculturacién de los distintos contingentes de inmigrantes ha sucedido en términos de la cultura politica dominante de extraccin anglosajona y ha conducido a la amplia acep- tacion de estas normas. Un segundo factor, que es quiza todavia mas importante, es la sucesién en un pais dado de regimenes poli- ticos sustancialmente distimtos en cuanto a las reglas fundamentales de funcionamiento del sistema, como sucede cuando se pasa de un sistema autoritario a uno de tipo pluralis- ta. Aqui no sélo los individuos estan expues- tos a experiencias distintas sino que ven apli- car y desaplicar en breve tiempo principios distintos y a veces opuestos. Ademas, la ins- tauracién de un nuevo régimen lleva a menu- do a tentativas de creacion de nuevo c., y cuando el régimen cambia, a la difusion © interiorizacién de los nuevos principios se agrega a menudo la sobrevivencia de residuos del sistema precedente. Esto dirige la aten- cion, en tercer lugar, sobre los mecanismos i los que sirven para la formacién y el manteni miento de orientaciones y la adhesin a cier- tos valores entre los miembros de la pobl. cién. Por lo que se sabe, parece que estos ins- trumentos 0 agentes funcionan tanto mejor como mecanismos de trasmision del c. a las nuevas generaciones, en cuanto operan de manera congruente, es decir sin presentar discrepancias; pero la presencia de subcultu- ras entre si heterogéneas y la existencia de experiencias politicas contrarias hace asi que los mecanismos de socializacion estén a menudo caracterizados por discontinuidad e incongruencia. Desde e! punto de vist formacién y mantenimiento del c., 1a sociali- zacion politica, es bueno recordarlo, es un arma de doble filo: trasmite el bagaje cultu- ral de las generaciones precedentes; siel gra- do de e. es bajo y la cultura politica fragmen- taria, se trasmiten y perpetian también y 37 sobre todo elementos de disensién. Quinto: un factor ulterior negativo es la existencia de ideologias rigidamente contrapuestas las unas a las otras, de visiones sistematicas y exclusivistas del mundo, las cuales no tole- ran —o toleran s6lo contingentemente y prin- cipalmente por razones tacticas— la cohabi- tacién con otros esquemas a menudo exclu- sivistas ¢ intolerantes a su vez. Flexibilidad y pragmatismo son, desde el punto de vista de estas posiciones, debilidades, y una vez que estas ideologias se hacen dominantes, las fuerzas, que ellas dominan, se esfuerzan por forjar el c. sobre las reglas del juego mas con la imposicion y el adoctrinamiento que con el compromiso. Aun mas: los cambios econdmico-sociales de importancia, las trans- formaciones estructurales en gran escala, las innovaciones tecnologicas, no pueden ser por cierto omitidas: crean condiciones nuevas, someten amplios estratos de la poblacién a experiencias nuevas, crean nuevas necesida- des y destacan los limites de las instituciones y de las practicas en vigor. ¥ sin embargo, al considerar el papel de estos factores, se con- sidera que al menos tan importantes como ellos son los médulos de interpretacién, los esquemas mentales a través de los cuales estas experiencias son vividas y a las cuales se da un significado. Y en consideracién a esto se hace crucial el papel de grupos —habitual- mente restringidos— de intelectuales, divul- gadores, profetas, los primeros generalmen- te en advertir y hacer notar la maduracion de nuevas exigencias: es justamente en estos gru- pos donde comienza la critica a las institucio- nes y a las ideas dominantes, y es por eso por lo que su funcion como factores de resque- brajamiento del c. no puede ser subestima- da. No se olvida, por ultimo, la importancia de la dinamica de la interaccién entre las dis- tintas fuerzas politicas, sobre todo alli don- de su éxito depende, en gran medida, de la capacidad de obtener la adhesin y el apoyo de grandes masas. Es claro, por ejemplo, que los partidos politicos no

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