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PASTOREO

DE NUBES
COLECCIÓN EMERGENTES

Grassi, Francisco
Pastoreo de nubes / Francisco Grassi. - 1a ed. -
Córdoba : El Brote Editora, 2023.
50 p. ; 21 x 14 cm. - (Emergentes)
ISBN 978-987-88-8941-2
1. Poesía. I. Título.
CDD A861

EDI TORA
Flor Lopez

D IS E Ñ O E D I TO R I A L
Y D E TA PAS
Flor Peñaloza
Pastoreo de nubes
A Romina y Josefina.
Toda pérdida es irreparable en el corazón doliente,
toda palabra es vana en la mente endeble y
toda vida es remanente de lo indolente.

Mis palabras al vuelo van


y van.

Espero algún oído atento sienta el suspiro,


breve y suave cual susurro de hojas
que al viento van
y van.

9
I

Amo amarte, amo odiarte, amo tenerte,


amo extrañarte, amo besarte, amo olvidarte,
solo para poder permitirme recordarte,
amo perderte para recuperarte,
amo desearte y amo soltarte,
amo apresarte para después liberarte.

Todo esto amo en un mínimo instante,


y en el lapso de un beso volver a encontrarte,
posada en mis labios como mi única amante
y así finalmente simplemente
amarte.

10
II

Una cucaracha anida en mis escritos,


crece en mi una duda
¿Cómo aplacaré ahora mis gritos?
Sin duda es símbolo de podredumbre,
de desazón, una zona de derrumbe.

Tal vez signifique renacer entre la mugre,


o simplemente sea un ser que se
sintió acogido
por la oscuridad de todo
lo que he escrito.

Ánima de la noche en germinación,


insecto que se alimenta de las
sombras de una civilización.
Cucaracha en gestación,
bien se parece a mis suspiros
en momentos de dolor.

Comamos juntos todo aquello


que la gente desecha a su alrededor.
Cómplices ahora en un vivir marginal
que nadie podrá juzgar.

Ni bien, ni mal,
solo retomar todo
lo que alguien dejó
por falta de estómago.

La razón en plena digestión.

11
III

Si las llagas del tiempo pudieran estallar


en avalanchas de fantasmas,
nadie lloraría aquellas figuras angustiosas.
La constricción fisiológica del pecho llega a un punto,
el mínimo movimiento hace bullir los ánimos
y desbordar un fluir negruzco.

Me envuelvo en pliegues idílicos que cortan el aliento


de desear nada.
La herida hepática estatal que laceró
a toda la comunidad humana,
ahora se conforma como un ser en suspenso eterno.

Una persona en estado de inmanente interrogante.


Las miradas no terminan de desnudarse.

La memoria tiene cara de muñeca degollada


y mi rostro se mancha de sangre sintética,
pierdo así una identidad que nunca sabré si existió.

La vergüenza cobra sus víctimas,


los fantasmas vuelven a esconderse
y suman tormentos a nuestra espera.

No se cauteriza al joven espíritu y la acción vuelve


a humillar nuestra moral marmórea.

12
IV

Podría estar bajo una almeja milenaria en el fondo del


océano y seguirías percibiendo la fuerza de mi amor a
centímetros de tu pecho.

Iniciaría tifones devastadores y ahogaría cientos de


atlantes de solo verte desear otros labios.

Ojalá estuviera yo enterrado en el océano, aquí en la


superficie mi amor se vuelve tan desgarrador que llega
a consumir a la fortaleza inexpugnable por naturaleza,
el alma.

13
V

El cielo se ha cansado de mostrarnos colores.


Hoy no quiere llorar amaneceres,
sino derrumbar nuestro placer.

Fuegos, tormentos e inundaciones.

Las nubes se confunden,


como extensiones de metal,
con el vivir material.
La naturaleza pierde su verdad mortal
y se funde en plastilina oral.

Quien la desee comer,


no tiene mas que abrir la boca e inspirar
pavor.
Una suerte de favor a nuestra conciencia,
el hacerse cargo del propio
hedor.

14
VI

La calle sombría con sus


ruinas sedientas de tiempo,
minutos simples de esperpento
que sueñan mil cuentos.

Un sol,
una mirada atenta
cambian para siempre
aquella insulsa eterna
que sufría, dormía,
moría.

Vive ahora calle eterna


un segundo mas, nada más
¿Qué habrá a la vuelta?
¿Esperará ahí por mi?
No vivirá sino es así.

15
VII

El tiempo quebrado,
la razón se nubla
y en seco frenamos.
Pensamos en detención,
nos observamos.

Como un lago luego


de la tormenta
calmo y contemplando
quizás seco
y sin ondas quedo.

El saber perdido
y sin consuelo
no encuentra morada
en egoísmo y por eso
freno.

Quizás resulte como el


lago pétreo,
sin movimiento pero
en un eterno recambio
surja en mi un cambio.

Ya no hay mi, ni
ruidos templarios.
¿Cuánto durará
antes de volver a andar?

16
La tormenta volverá
y el lago ya no
recordará.

17
VIII

Si encuentran tan solo


un hombre libre en el mundo
señálenlo.
Pues no es hombre
aquél que no es esclavo
de su alrededor.

Como la cuchilla del barbero


marca el camino
de las ondulaciones de
su pelo,
el destino mío
es un deber ser impuesto
por una viuda que no terminó
su duelo.

Robles con raíces de poliuretano


y potros de un plástico fluorescente
guían nuestra meta hacia
montañas de papeles y metal;
que nunca apreciarán
el poder de una mirada
tan mimada y tan impuesta
por los románticos esbozos
de un escritor que nunca
vivió el amor
más que por raptos de obsesión.

18
Esa raza que una vez
Zeus separó
quería tomar el cielo
sin más que una escalera
forjada sin calor.
Ahora éstos antaño libres,
sufren el germen de su ambición.
Adolecen poder, religión,
sociedad y en el peor de los casos
amor.

Es por ello que ningún


hombre es libre,
nos encarcela la razón.
Materia prima endeble
y enclenca,
de los peldaños de una escalera
vacía de Dios.

Ninguna puerta nos espera,


no hay laureles de gloria
solo ídolos de madera.

Entonces enrollamos
en seda sentimientos
de dadá,
para fumarlos luego
y olvidarnos del mar
aquel en donde
nunca podremos nadar.
Un mar eterno de placer y felicidad,
una invención mental
frente al vacío universal.

19
La verdad última del dolor,
quizás parábola
en forma de polilla y farol.

Es la razón por la que


hombres libres no hay,
y sólo nos queda aguardar
por el final.
Ya que no hay bien
sin mal y no hay Dios
sin la ausencia de aquel
que derribó la escalera de sal
por la que transitamos con los
pies ensangrentados
esperando despertar.

20
IX

Temerosas sombras ruidosas


e inconstantes corriendo,
perpetuas en el alma aniñada
caminando.

Alza la vista hombre desesperanzado,


observa el azul negruzco acorazado
hinchando esperanzas
en un corazón alado.

El eterno techo acolchona


ideas terribles desarmando
maliciosas ilusiones de tu
negro lecho.

21
X

Arena, sal y viento


una rosa
sí, aquella flor demasiado conocida
nace entre las rocas.

Imagen trillada,
desalmada, desangrada.
sin embargo cumple su función,
yo escribo, él escribe
y la rosa nace.

Arena, sal y viento,


a nuestro encuentro
el pétalo artista
arranca agua del acantilado.

22
XI

“En memoria de
A. Fernández muerto en Gral. Roca”

Centinelas del general


que rasgan el asfalto,
no es mal
no es asalto,
prisión de muñecas.

Golpe en Roca,
¡Agustín!
Araña roja
¡Agustín!
En su frente posa.

Un mártir demás
te he visto entre tantos,
no hay más
ahora un susto dormido
para un nunca más.

23
XII

La lapicera golpeada admira


la sal derramada,
llovizna metalúrgica
no te adueñes de mí,
de mí.

Prefiero dormir a estar así,


entre las fauces de anís
y metal de ciudad,
tu ciudad.

Dueño del metal


de mí tu ciudad.

El molde de verdad,
verdad.

24
XIII

Epidermis de conchilla molida


no encuentra el camino dormida
naranja la luna,
el mar en llamas
échate al pasto
y levanta la pluma alto.

Pero … si el rengo no alcanza


¿qué te hace pensar que llegarás?
Si el sapo no envidia al espejo
y el hombre olvida al sapo.

Ojos de invierno tibio,


sólo la carne te hace acordar
de la música que todos
prefieren olvidar.
Te harán callar luces rojas
anfibio
mar.

25
XIV

Ciertas lecturas abren en mí el cauce


equívoco de la escritura,
me dan sed sin ventura
y opacan la senda del río que
inspira las letras.

Maldito el momento en que


encuentro la pluma,
ya que ésta ensaya el camino
hacia las escrituras.

Gusano argentino sin edad


ni cultura,
metes tu mano en la tierra
y sólo arrancas cenizas
antes rojizas y ahora
desnutridas.

26
XV

Tengo los pies helados.


Los viejos son mas ancianos que la noche
y siento que mis ojos están por desbordarse.

La naturaleza se hermana conmigo,


ambos sentimos la penetración de un frío metálico en
la carne.
Ella llueve,
yo, contengo las gotas.

Los geométricos de cemento rompen el ondular de los


árboles.
Por eso llueve
y yo contengo.

Un desborde,
la metonimia del dolor romántico por excelencia.

Los valores cayeron,


los cimientos de bondad se volvieron endebles
y la acción deviene en contemplación.

Paradoja:
la contemplación a temprana edad se transmuta en
impotencia.

27
Solución:
kilómetros de tinta espiralados sobre la misma pregunta.
Su fin reside en la búsqueda misma,
de ahí la inacción,
de ahí la vergüenza del escribiente.

28
XVI

Una dependencia buena,


de foco, caleidoscópica,
de distintas maneras.

Una dependencia opresiva,


deber.
Suprimida toda una vida de expectativa.

Entonces quiebro
la dependencia.

29
XVII

Un artista se interpreta al infinito,


en una búsqueda de origen difuso,
máscaras en un continium de lucha
donde razón y locura entran en pugna.

Un gesto, una luz, palabras


lenguaje circular que no esconde más
que individuos corroídos por un
tiempo demasiado corto y largo
para abarcar al ser.

Un recorrido que culmina en calcinación,


es decir, deviene en religión,
chorros de tinta,
una medianera entre ritual,
muerte, ambición.
¿De qué?
De conocer el por qué …

30
XVIII

Posmo (rtem)

Quisieron que el arte hable. Por eso lo torturaron.


Graffiti nunca visto.

El agua limpia las ideas y por eso es que uno escribe.


Es una lástima que hayan usado la poca que quedaba
para lavar el auto
ahora caen ranas del cielo ¿las puedes ver?

Aquí estoy de nuevo

dejo de escribir.

31
XIX

Sombras que ni la luz de la luna puede esclarecer.


Nada más puede empeorar.
El fondo antes fangoso, cuya profundidad parecía
inacabable, llega a su fin.

Triste, de asfalto y frío,


sin remedio que pueda apaciguarlo.
Ésta es mi pequeña, fútil historia que nadie pretende
escuchar
y que muchas veces ni siquiera pretendo contar.

Cuando llega el punto,


todo lo demás deviene perseverante contemplación.

La abominable sublimidad de la naturaleza se


transforma en verdad.

32
XX

Absorbo demonio grotescos,


cumplo mitades de sueños
vendidos, comprados al fin
quebrados.

Héroes demasiado absurdos


que juegan a asesinar sin razón,
no hay rincones
de perdón.
Hoy muero siete veces
y no busco despertar.

Iluso, infame,
carne de sobra
donde las vacas pastan
en campos de gritos.

Hoy no quiero volver.

33
XXI

El crujir de una puerta,


los espejos ya empañados de letras
y las paredes descascaradas
cual robles sin savia.

Suena desde lo profundo un pacto silencioso,


y cual cáncer corrosivo
escucho el soliloquio.

Metáfora sabia,
ahora, quizás sobria.

Esgrime su pasión y
desorbitando nuestras mentes
el atento profesor,
el profeta imperfecto,
nos colma de vigor.

Metáfora sabia,
ahora quizás sobria.

Resume la exposición
previendo decepciones
del lector con hambre,
esta es nuestra civilización
i nuestra barbarie.

34
XXII

Goteo, silencio

Lo cercano se hace inmenso


y la palabra desechable.
Despertar a la hora de dormir,
escuchar y desmentir.
Reconocer mi categoría de murmullo
y saberse dueño de un grito ahogado.
Después silencio,
callar cuando la noche habla.

Goteo, piedras, goteo.

Silencio como purgatorio de tormentos,


piedras que se hunden en el pozo
y ya nadie duerme.
Ojos abiertos en cuerpos muertos.

Goteo, desborda, goteo.

El trazo magnificado
y la vista punzante
cirujano de pensamiento,
ahora muero.

Goteo, desangra, goteo


otra vez silencio.

El charco crece y no veo a nadie con ganas de limpiarlo.

35
XXIII

Si pudiera demoler los cimientos que sostienen tu amor


tomaría sin pensarlo algún camino de evasión.
Sin quererlo me desarmas y consumes mi pasión
me estremezco, me torturo y digo
adiós.

No hay palabras de consuelo que contengan el fluir


de un sentir, que ahora sin velo,
espera atento su ansiado duelo.

Deshonra y maldición,
pues sin saberlo ni quererlo
por tu amor despojado muero.

Sueño y pienso tus caricias que desgarran


/toda hombría.
Mi semblante y gallardía yacen muertos
azotados por las garras de tu amor.

Villanía, caigo herido a traición,


sin pudor
ni cobardía me desangro
corazón.

Quién te ha visto y quién te ha amado,


quien herido te ha adorado.
Destronado todo fuego que alguna vez fue coronado
al mandato de tu amor.

36
Valentía yo te imploro no permitas que mis versos
sean al grito un murmullo,
mas permite sean palabras que al silencio han de asaltar.

37
XXIV

Insomio, vuelta,
resume un juez.

Las donnas de almidón, desgano y pregón.


Son presos los ruegos, la prueba.
Pigmeos, ignotos, deformes de arrojo.

No hay mortajas que enluten las piernas de aplomo.

No duermas, despide tu sombra y diadema.

Ya no podrás mirar más lejos que piernas en negros


atavíos que desmenuzan a desgano un placer
gratuito.

Vuelve a mí, no puedo perdonarme ni ser fiel a mis gritos.

38
XXV

Las siete señoritas impávidas en una eterna espera.


Sus siete señores muertos bajo la ambición española
transmutan sus rostros en susurros de vientos
aguardando la aurora.

La tierra es roja,
un recuerdo de sangre,
la tinta española.

Cual rostro escarpado del Inca azorado,


los cerros se descascaran
bajo el tranco del blanco.

Grises los ojos que el sol ha quemado


admiran el surco de una quebrada
sedienta de agua.
Es el temple de una estirpe
que incesante recuerda
el valor de las almas.

Reino del cardón,


rebosante de espinas,
una por familia
a la que nadie ha pedido
perdón.
Uquía.

39
XXVI

La sensación de un estrépito de luz que hiere la saña


de hiel que martiriza las barras de nuestra pobre piel
que cauteriza las hendiduras de sangre pretéritas que
subyuga al músico en su mayor idilio que lo pierde
en su universo matemático y escolástico cargado de
escalas por fuera de un tiempo en blanco que deja
tierna la mente mientras le impone un son recargado
de arreglos melódicos cual fuga de pliegues
evanescentes que no podemos escuchar por culpa de
la impasible cantidad de decibeles que demarcan la
cuadratura de nuestra ciudad-signo de pregunta- por
sobre una propiedad de lo sucedido en un sin fin de
lagartas cuevas que no defenestran a nadie más que
al escucha de los tronidos sordo-bajos de los héroes
sudorosos es entonces que rompo en campanadas
pequeñas de semitonos que no dicen no hablan
no cuentan ni cantan y a veces ni siquiera arrastran
una vibración por fuera de una nota esperable que
detesto con todas las fuerzas que me quedan una
tarde de demasiado de todo y poco de nada que a
veces se necesita para subsistir en el continuo de
fuerzas exógenas que nos embarcan en un sendero
de color y desazón que no dejamos salir por un si que
espera todavía hacerse presente que dejó sin humo
al peor de los fumadores de teles que no cuentan con
la insignia jurídica que provee al poderoso de orgullo
que desata los nudos de pedidos castos de los poco
hablados que los siete principios han dejado de percibir
en la comunidad de la raza que toca con mimosas
manos los rastros de un camino que no pudieron seguir
que perdieron en las sombras somnolientas de los
canes que no quisieron oír en la noche de los reyes que
prefirieron dejar descansar en el regazo de lapidario
que el propósito pantanoso de la lengua de la fe que
el corazón grita sin vacilar y no evita respirar que el
hombre impredecible elige por tradición para avanzar
en la revelación de pan que Sísifo cargó a cuestas sobre
la espalda de una idea jocosa que la polifonía de lo
no dicho nos deja con días de ocio que se remontan
al trabajo primigenio de la elevación del individuo
corroído por la interdependencia del otro podrido…

que.

41
XXVII

La nobleza de espíritu no es suficiente.


La belleza del alma es subjetiva, sujeta a una moral
revisada.
Lo tangible fue más fuerte y es en el placer inmediato
donde habita su potencia.

Desfilan jóvenes manufacturados.


Corazas vacías.
La intelectualidad se adapta al armazón.

Armazón estéril.
¡Ay! Si por lo menos fuera orgánico,
cargado de fluidos, sudores y olores,
se vería en sus ojos un destello de vitalidad.

Había muerto dios, ahora han suicidado al espíritu.

Cualquier asistencia en la liberación y resurrección


del suicidado es válida.
Lo primordial: La música.
Música como fibrilador del espíritu.
Arte como martillo dispuesto a demoler al armazón.

42
XXVIII

to be

La vitalidad de todo ser humano radica en su


posibilidad de encontrarse inmerso dentro de un todo
mayor que la embargadora categoría del yo. Esta
posibilidad se hace carne en cuatro instancias de la
vida de un ser humano.
Hacer el amor, nacer, morir y la experiencia de un
hecho artístico.

Avancemos entonces es nuestro deber como individuos,


la búsqueda de permanencia en estado de plenitud,
desaparición del yo.

Estar en el mundo,
despertar al estado de sueño,
la vigilia muestra su verdadera máscara
ya no queda más por conocer,
somos.

No hay objetos ni sujetos,


música.
Danza de los cuerpos.
Color.
Silencio al fin.

43
XXIX

Detrás de un manto de vida


me siento boca arriba
y vuelve la luz de una canción
que me recuerda tu armonía.

Ojitos tristes, mirada cansina


y un dejo de melancolía.

Mis agudos roncos y el andar de mi espíritu piden


desandar el camino recorrido.
¿El mar duerme?
¿Es que el sol cocina lento las frías despedidas?
¿Serán tus horas como las mías en ramas rotas que
hablan de alguien que caminó?
¿Será la mesa un bello recuerdo de las huellas de
rutina y siestas mal dormidas?

El paso por el paso y el sueño en desconcierto que


cantó más que el ruiseñor.

44
XXX

En lo profundo del hombre radica la sensibilidad del


artista.
En algunos se vuelve estéril,
en otros pareciera un volcán expulsando obras sin parar,
solo en pocos se vuelve vida.

45
XXXI

La sensación de vida en los poros,


su suavidad que poco a poco rasga la piel
y desaparece el cuerpo.

Pocas veces he de ser oído,


las más seré lengua.
Todo olvido guarda el secreto de la memoria,
su mayor secreto:
la de ser sueño.

46
XXXII

La paloma,
profética entrega de paz,
muestra en su vuelo
la sabiduría de amar.

Movimiento y luz.

El eterno cambio de lo inmutable.

47
XXXIII

Pierdo calor y vista,


mis ramas poéticas
martillan la visión profética
de la mirada altiva.

Ya se van en años
los rasgos ecuestres
de hombres alboreados
y libros ilustres.
Si antes creía,
pensaba en vigilia,
ahora mendigo
la fe del artista:

El puro presente,
al romper los muros
del tiempo ilusorio,
contra el que perjuro,
me vale en matices
de un hoy más puro.

48
XXXIV

Las más de las veces mis párpados lloran,


Las gotas no nacen, no brotan.
Se mecen en el columpio de pestañas.
El llanto silente ha de ser el más fuerte.
Dura lo que dura la mente,
Que,
las más de las veces es tan larga como una muerte.

49
XXXV

El pastoreo de nubes es el arte del soñador,


armar en el desarme todo aquello que palpita,
lúcido he inquebrantable.

En el recuerdo platónico habita acechando el olvido.


Saberse incapaz puede ser la clave del sueño en paz.
El sueño eterno presente,
elegimos día a día olvidar
y nos atrapa siempre antes de poder pensar.

50
XXXVI

Poder hundirme en pensamientos,


gran anhelo y sin sabor.
Poder moldearlos y admirarlos,
el futuro de mi salvación.

Dar cuenta de lo sabido y lo olvidado


destroza corazón.

Lo que fue, podría ser y nunca será,


desventura del amor.

El mío,
el tuyo,
el que se perdió.

51
Gracias a mi madre por las letras,
a mi padre por las aventuras,
a mi hermano por enseñarme de distancias
y a mis maestros.
Se terminó de imprimir en Córdoba Argentina,
mayo 2023

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