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VICIOS DE LA VOLUNTAD

¿Qué son vicios de la voluntad?


Como ya sabemos, existe la voluntad jurídica cuando se concurre con requisitos
internos: el discernimiento, la intención y la libertad; y los requisitos externos: la
declaración o manifestación.
Como ya se sabe que el acto o el negocio jurídico son manifestaciones de voluntad, esta
debe estar sanamente formada, ya sea libre de error o dolo que pueda afectar a la
intención o de violencia alguna, incluso de la intimidación que pueda de cualquier modo
afectar a la libertad. Estos vicios antes descritos son defectos congénitos, los cuales van
a coadyuvar a que se determine la invalidez de los actos jurídicos que los padecen.
Como ya se ha mencionado antes, el error, el dolo, la violencia y la intimidación son
aquellos que conforman o son parte de lo denominado vicios de la voluntad, los cuales
perjudican las condiciones subjetivas para el correcto ejercicio de la autonomía de la
voluntad privada, por lo cual impide que el sujeto actúe de manera coherente con sus
intereses, por alguna alteración del procedimiento de valoración y toma de decisión, por
lo cual afecta dicha validez del acto jurídico en su modalidad de anulabilidad. El acto
jurídico anulable por estos vicios antes mencionados es provisionalmente eficaz,
mientras no se declare judicialmente su nulidad.
Los vicios de la voluntad vienen a ser pues no más que los factores perturbadores o
distorsionadores que de cierta manera impiden que la voluntad interna se forme de
manera sana. Estos pueden presentarse en el sujeto de manera consciente, como en la
violencia o en la intimidación, o inconsciente, como es el error o el dolo, lo cual impide
la necesaria correlación entre lo que se quiere y lo que se manifiesta.
La características común a los vicios de la voluntad antes mencionados en el desarrollo
del presente resumen, radica en que al momento de producirse cada uno de estos
supuestos, la voluntad del sujeto que fue correctamente declarada ha sido sin embargo
afectada en su proceso de formación por una especial situación que ha determinado al
sujeto a manifestar su voluntad, de tal forma que de no haber sido por dicha
circunstancia especial, la voluntad no hubiera sido declarada y entonces por ende, no se
hubiera celebrado el negocio jurídico en cuestión.
Por lo cual se manifiesta que la voluntad viciada, vendría a ser una voluntad viciada, es
decir la que si bien es determinada de manera anómala, otro hubiese sido el resultado y
de no haber influido el vicio dentro de ella.
Entonces queda claro que cuando nos referimos a los vicios de la voluntad, siempre ha
existido una declaración, es decir una manifestación de la voluntad, lo cual fue emitida
por uno de los agentes del negocio jurídico o puede ser un contrato y bajo este supuesto,
el negocio en principio no podría ser atacado de ninguna manera con la nulidad. Sin
embargo si dentro del proceso formativo de esa voluntad se ha declarado algo o que
bien no se quería por haber sido determinada la voluntad por una fuerza irresistible o la
amenaza de padecer un mal (violencia o intimidación), o inducida maliciosamente por
un tercero, es decir doloso, o debido a una creencia equivocada; o inclusive en aquellos
casos en los que habiendo una voluntad interna correctamente formada se declaró mal,
es decir en error, el derecho en sí ofrece el remedio o antídoto para atacar o acabar con
esos actos, mediante lo que vendría a ser la anulabilidad de los mismos.
Existe una doctrina rumana, la cual nos advierte de que si bien dentro del derecho ingles
no existe una teoría en sí acerca de los vicios del consentimiento, por otro lado está
también cuenta con una teoría de obstáculos al consentimiento, los cuales nos describe 3
a saber: el mistake, el misrepresentation y el duress, pero todos estos 3 dentro del
derecho consuetudinario. Algunas de las sentencias, en ocasiones han considerado a la
undue influence como un cuarto obstáculo, aunque este se relaciona mas con la idea de
restricción, es decir si las nociones anteriores parecen relativamente cercanas a ambos
sistemas, los supuestos en los que se basan entonces son completamente antagónicos.
Desde la teoría general del derecho civil, el estudio de los vicios capaces de invalidar el
negocio jurídico fue tomado prestado por el Derecho de los Tratados. En este último
campo es posible hablar de vicios que invalidan el consentimiento del Estado en
obligarse por un tratado, y también sobre hechos que invalidan el tratado propiamente
dicho.
De ahí la necesidad de estudiar el tema bajo un encabezado más apropiado. «Vicios del
Consentimiento y Nulidad de los tratados».
Nos referimos a la mistake, la misrepresentation, la duress y a la undue
influence. Además, la teoría de los vicios de la voluntad no resulta ajena al derecho
público, como el derecho de los tratados.

EL ERROR
Parece conveniente empezar diciendo qué es error. Doctrina nacional entiende por error
a aquel factor perturbador inconsciente que distorsiona el proceso formativo de la
voluntad jurídica, ya en el aspecto relativo a la voluntad interna, en cuyo caso se
configura el denominado error-vicio, o ya en lo que se refiere a la exteriorización de la
voluntad interna, en cuyo caso se configura el denominado error en la declaración, que
el Código Civil legisla claramente diferenciados en el articulado pero bajo el título
común de Vicios de la voluntad. Haciendo un poco de derecho comparado, el error es
un vicio del consentimiento reconocido por el Código Civil Belga. Este error, vicio de
la voluntad, debe distinguirse del error obstativo.
EL VICIO Y ERROR EN LA DECLARACION (OBSTATIVO)
La categoría del error comprende dos tipos de errores. El error vicio y el error
obstativo. El error vicio es una condición de ignorancia o de falsa representación de la
realidad en la cual incurre espontáneamente una parte, que se representa mentalmente el
contrato de manera diversa de cómo es en la realidad. Este error ocasiona una
divergencia entre la manifestación del acuerdo y la voluntad real de la parte, debido a
una externalización o transmisión del acuerdo mismo. El CC equipara el tratamiento
jurídico del error obstativo con el error vicio.
En palabras más simples: en el error obstativo «se declara mal lo bien querido; en el
error vicio, en cambio; se declara bien lo mal querido».
Por tanto, el error vicio es aquel en el que se ha emitido una declaración pero algo ha
ocurrido durante su proceso formativo, o sea se presentaron determinadas circunstancias
que hicieron al agente declarar en cierto sentido pero que de no presentarse el agente
hubiera declarado en sentido diverso.
REQUISITOS DEL ERROR: SU ESENCIALIDAD Y SU
RECONOCIBILIDAD
Según el derecho quebequense este tipo de error es algo abstracto. Los comentarios del
ministro de Justicia dejan saber que se trataría de un error sobre una consideración
principal como aquel conocido bajo el régimen del Código Civil de Bajo Canadá. Ese
fue el caso particular de los compradores que adquirieron un terreno con el objetivo
principal de construir una casa a pesar de que el terreno no se encontraba listo.
Siguiendo a una doctrina peruana, los tipos de errores esenciales son:
1. Error en la propia esencia o cualidad del objeto del acto (error in negotio)
2. Error en las cualidades personales de la otra parte (error in qualitate personae)
3. Error de derecho (error iuris)
En suma, el error es esencial cuando es determinante en la formación de la voluntad
interna e induce al sujeto a la celebración del acto jurídico mediante una manifestación
de voluntad que no va a ser correlativa a los efectos queridos, o en otras palabras, el
error es esencial cuando de no haber mediado el sujeto no hubiera celebrado el acto
jurídico. El error será conocible cuando el destinatario de la declaración por las
circunstancias en que el error se produce, esté en grado de advertirlo con una atención
formal. El requisito de la reconocibilidad radica en la confianza.
Por eso, aunque el error tiene su origen en una de las partes, se tutela a la otra porque
requiere una protección ante la falta en la voluntad o en la declaración que recibe y
sobre la cual debe normar su conducta. De eso se deriva la inconveniencia de enfocar la
tutela jurídica solamente en favor de uno solo de los polos de la relación.
Por lo tanto, cuando se habla del error esencial nos estamos refiriendo a aquel de no
presentarse, no hubiera provocado que el agente manifestara su voluntad en cierto
sentido, además de que si seguimos a Juan Espinoza, la esencialidad contaría con la
siguiente clasificación:
1. Error en la propia esencia o cualidad del objeto del acto (error in negotio)
2. Error en las cualidades personales de la otra parte (error in qualitate personae)
3. Error de derecho (error iuris)
Por tanto el error será conocible cuando el destinatario de la declaración este en la
aptitud de advertirlo o sea de percatarse de él.

EL DOLO
El dolo consiste en prácticas o maniobras maliciosas llevadas a cabo por una de las
partes con el fin de conseguir de la otra una declaración de voluntad que le traiga
provecho, o a un tercero. La malicia humana encuentra medios variadísimos de actuar
con tal de lograr sus objetivos. En el derecho belga, el dolo es causal de nulidad, de la
convención cuando las maniobras practicadas por una de las partes hayan sido tales que
resulte evidente que sin esas maniobras la otra parte no hubiera contratado.
Para una doctrina francesa, en la etapa de formación del contrato, el dolo significa el
comportamiento deshonesto de una de las partes que haya tenido por objeto provocar un
error determinante del consentimiento de la otra. Pero el error, aquí, no es espontaneo:
él es provocado o sea inducido por el comportamiento del autor del dolo.
El silencio podría también, en ciertos casos, derivar en dolo.
RETICENCIA (DOLO OMISIVO)
El dolo por omisión, omisión dolosa o dolo negativo, viene a ser la reticencia de quien
actuando de mala fe se guarda para inducir al sujeto a error, o no sacarlo del error si ya
incurrió en él, pues quien actúa con dolo no dice sino en parte lo que debe decir, o no se
da a entender con claridad, o con malicia oculta o calla algo.
Desde la perspectiva del análisis económico del derecho, un sector de la doctrina
nacional nos plantea como supuestos de dolo omisivo, los siguientes casos que se
presentaron en la experiencia jurisprudencial norteamericana.
a) Paul Curtis le compró un terreno de diez acres en Lake Country, Orlando, a
Robert Chapman en 1966, por el precio de US $ 47,500.00, el cual era una vez y
media el valor del terreno. Ambos eran corredores de inmuebles. Sin embargo
Curtis sabía un dato que desconocía Chapman: Walt Disney iba a construir
Disneyworld en esa zona y, evidentemente, el valor del inmueble ascendió a un
precio exorbitante (L & N Grove v. Chapman 291 So. 2d. 217, Corte Distrital de
Apelaciones de Florida, 1974)
b) Fred Obne y su esposa compraron a Robert Schlemeyer y su cónyuge un
departamento. Los vendedores omitieron decirles que este estaba infestado de
termitas (Obne v. Schlemeyer 56 Wash. 2d. 449, 353, p. 2d. 672, Corte Suprema
de Washington, 1960). (Espinoza Espinoza, 2008, pp. 421-4222)
La reticencia es aquel ocultamiento de mala fe de información esencial que luego de
celebrado el contrato origina una pérdida o menor provecho económico en cabeza de la 
parte que, ignorando tal información, celebró el contrato

LA VIOLENCIA
Doctrina brasileña expresa que en vez de usar maniobras o maquinaciones, puede
alguien proceder con violencia, forzando la declaración de voluntad. En el mismo
sentido, doctrina francesa señala que puede haber dos tipos de violencia. En primer
lugar puede ser física (golpes, secuestros, etc.), la cual es relativamente rara pero que
podría ocurrir en los conflictos sociales por ejemplo. En segundo lugar puede ser
igualmente moral (amenazas, chantajes, presiones psicológicas diversas), por ejemplo
de personas que tengan una cierta influencia o medios de presión.
A diferencia del modelo jurídico nacional, tanto el Código Civil italiano como la
doctrina que lo desarrolla entienden a la intimidación dentro de la violencia. Así se
afirma que "en el lenguaje jurídico se da el término violencia un significado bastante
lato, en cuanto se comprende también la simple amenaza".
Según una doctrina nacional, la violencia física es simplemente violencia. En este
caso, hay una fuerza irresistible, apabullante, que conduce la mano, lo que no debe
confundirse con los maltratos físicos que se puede infligir a una persona para que
suscriba un documento, o coloque sus huellas digitales, pues ello constituye
intimidación y no violencia física, jurídicamente hablando. La mano conducida por la
violencia no es un acto volitivo, pues el sujeto puede resistirse pero la fuerza que se
ejerce sobre él puede más.
En tal sentido, Es obvio que en muchos casos el delincuente que emplea violencia para
hacer celebrar a su víctima un acto jurídico no será quien actúe por si mismo, sino que
en la mayoría de veces se valdrá de terceros para conseguir tales fines.
Para Lizardo Taboada, en estos casos, no estamos frente a un supuesto de vicio de la
voluntad, sino ante un supuesto de ausencia de voluntad, por cuanto en los casos de
violencia física el sujeto no tiene la voluntad de celebrar ningún acto jurídico, sino que
se ha obligado a ello por una fuerza física irresistible.
Por tanto, concebimos a la violencia como aquella fuerza irresistible que elimina la
voluntad del sujeto derecho obligándolo a celebrar un negocio jurídico. La fuerza
irresistible puede provenir de una de las partes del negocio o un tercero.

LA INTIMIDACIÓN
La intimidación consiste en infundir temor en un sujeto para obtener por ese medio una
manifestación de voluntad forzada, en cuanto es consecuencia de haber cedido ante la
amenaza que le infunde el temor y, por eso, constituye un genuino vicio de la voluntad.
Al contrario de lo que ocurre con la violencia física, que desplaza la voluntad por lo que
el acto “no es” del sujeto, la violencia moral o intimidación infunde un temor sobre el
sujeto quien, cediendo a ese temor, se aviene declarar una voluntad que no responde a
una decisión libre y espontánea.
La intimidación es una conducta antijurídica -acto ilícito-, que consiste en influir sobre
el fuero interno del agente causándole miedo o temor, amenazándolo con un mal futuro
que debe ser inminente y grave. De esta manera, presionando la voluntad o el ánimo del
agente, es decir, el aspecto psíquico del mismo, se logra que declare algo de una manera
distinta a la querida, o al declarar que quiere, cuando nunca ha querido así ni de otra
manera.

EL TEMOR REVERENCIAL
El temor reverencial es la «sujeción psicológica de un sujeto hacia otro, determinada por
las respectivas posiciones en el contexto familiar, profesional
o, genéricamente, social. » También se le define como «el temor que el sujeto
alimenta, con prescindencia de amenazas externas específicas, frente a una persona que
se presenta ante él, por las más variadas razones, familiares y sociales, como
gravemente severa y prestante». Para autorizada doctrina italiana, el temor es una
perturbación del sujeto. Este puede consistir en un temor en sentido propio, o sea en el
temor de un peligro o también en el temor reverencial.
Por tanto, entendemos por temor reverencial a aquella influencia provocada en una de
las partes del negocio que tiene la condición de débil, inferior o de menor jerarquía
respecto de la otra parte que tiene la condición de fuerte, superior y de mayor
jerarquía. Esta situación no dará lugar a la anulación del acto.

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