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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA.

MINISTERIO DEL P.P.P LA EDUCACIÓN.


UNIVERSIDAD PRIVADA RAFAEL BELLOSO CHACÍN.
SECCIÓN: R-711.

ECONOMÍA VENEZOLANA.
EVOLUCIÓ N HISTORICA Y MODELOS
DE CRECIMIENTO

REALIZADO POR:
DIANYS GUTIÉRREZ.
CI: 30.355.098.
PROFESOR:
NELSON RUBIO
INTRODUCCION.
ESQUEMA

1. ORDEN ECONÓMICO.

2. ORDEN MONETARIO.

3. ORDEN FISCAL.

4. ANÁLISIS DE CADA PERIODO POR PRESIDENTE (ANUAL).

4.1 Cipriano Castro Ruiz (1899-1908)

4.2 Juan Vicente Gómez (1908-1914)

4.3 Victorino Márquez Bustillos (1915-1922)

4.4 Juan Vicente Gómez (1922-1929)

4.5 Juan Bautista Pérez ( 1929 – 1931)

4.6 Juan Vicente Gómez (1931-1935)

4.7 Eleazar López Contreras (1935-1936)

4.8 Eleazar López Contreras (1936-1941)

4.9 Isaías Medina Angarita (1941-1945)

4.10 Rómulo Ernesto Betancourt Bello (1945-1948)

4.11 Rómulo Gallegos Freire (1948-1948)

4.12 Carlos Delgado Chalbaud (1948-1950)

4.13 Germán Suárez Flamerich (1950-1952).

4.14 Marcos Pérez Jiménez (1952-1958).


4.15 Wolfgang Larrazábal (1958-1959).

4.16 Edgar Sanabria (1959-1959).

4.17 Rómulo Ernesto Betancourt Bello (1959-1964).

4.18 Raúl Leoni Otero (1964-1969).

4.19 Rafael Caldera Rodríguez (1969-1974).

4.20 Carlos Andrés Pérez Rodríguez (1974-1979).

4.21 Luis Herrera Campins (1979-1984).

4.22 Jaime Lusinchi (1984-1989).

4.23 Carlos Andrés Pérez Rodríguez (1989-1993).

4.24 Octavio Lepage (1993 – 1993).

4.25 Ramón José Velásquez (1993-1994).

4.26 Rafael Caldera Rodríguez (1994 – 1999).

4.27 Hugo Rafael Chávez Frías (1999 – 2013)

4.28 Nicolás Maduro Moros 14 de abril de 2013 - presente


DESARROLLO

1. ORDEN ECONOMICO:
Mientras a comienzos del siglo XVII el territorio de la actual Venezuela se
organizaba en torno a dos nú cleos dependientes de Santa Fe y dos de
Santo Domingo, en 1700 la Gobernació n central ha logrado articular en
tomo a sí gran cantidad de recursos, que luego será n poderoso argumento
en el camino hacia la unidad. En 1600 en cambio observamos que la
fuerza de los elementos de dispersió n era enorme. En el campo
econó mico, no existían instrumentos de cambio, por lo que las perlas, los
lienzos o frutos de la tierra actuaban como tales. La articulació n interna y
externa eran escasas. En esas condiciones, de verdadera vida de frontera,
la mercantilizació n de las estructuras agropecuarias era posible só lo a
partir de un espacio productor de metales preciosos, ú nico producto cuyo
valor de cambio en esa fase era capaz de sostener el trá fico comercial, la
«contratació n para sustentar la tierra».

Si hubo, a partir del fundamental sector minero, una efectiva construcció n


del «espacio Peruano» y el Nuevo Reino de Granada logra sostener una
existencia altamente autó noma, muy centrada en la dialéctica
costa/interior, en el espacio regional venezolano se introducen nuevos
elementos. El oriente, que rentabilizó en el siglo XVI su producció n de
perlas, no es capaz — pese al ganado o el tabaco —, de introducirse
plenamente en un espacio monetario primario. Só lo la Gobernació n de
Venezuela, dueñ a del trá fico de cacao —símbolo del poder político como
lo era de la plata mexicana— será capaz de convertirse en el centro
regional por antonomasia. La élite caraqueñ a, dueñ a y señ ora de los valles
intramontanos, actuará con una habilidad que permite comprender su
éxito histó rico. Si en el siglo XVI había logrado que los Alcaldes Ordinarios
administraran en el ínterin de los Gobernadores, caso ú nico en América,
en el siglo XVII logran evitar la exportació n de la simiente del tabaco a
Españ a, encuentran un trá fico rentable y pagadero en plata (que volvía
como lastre) y se aseguran el mejor mercado, el novohispano, en el que
compiten con beneficios fiscales.

No debemos olvidar, sin embargo, la existencia de otros elementos


globalizadores: la defensa, las redes de parentesco, la acció n eclesiá stica,
actuaban también como unificadores, como formadores de la comú n
idiosincrasia de los venezolanos, que madurará en la siguiente centuria.

Para concluir, creemos que hay una objetiva correspondencia entre la


organizació n político administrativa de 1598 a 1620 -cuatro
Gobernaciones y un Corregimiento— y una realidad de dispersió n de
intereses y unos grupos de élite poco integrados regionalmente. En el
reinado de Felipe III se define un nuevo orden: en oriente, el definitivo
ocaso de las perlas y la bú squeda de una alternativa; en occidente, el
hallazgo del cacao y el mercado de Nueva Españ a, rico en plata. El
numerario iba a romper la regionalizació n, con lo que estaban puestas las
bases del fuerte crecimiento de la que había nacido como exigua
Gobernació n de Venezuela.

2. ORDEN MONETARIO:

Durante el período comprendidoentre 1848 y 1857, se aprobaron


importantes leyesen materia monetaria. En 1848 se sancionó la primera
ley de monedas que estableció como unidad de cuenta de la Repú blica de
Venezuela, el franco francés, la cual era una moneda de plata, apropiada
para las transacciones corrientes. Sin embargo, para 1848, el monedaje de
plata heredado de la colonia y conocido como macuquina había sido
retirado de circulació n en virtud de su desgaste, a pesar de ser plata de
buena ley y en su lugar había quedado circulando monedas de cobre. Por
lo tanto, en el marco de la ley de 1848, el legislador tuvo el resolver el
problema de como incorporar legalmente las monedas de cobre a la
circulació n. Para ello, se estableció una paridad entre los centavos de
cobre y el franco francés. Esta relació n generó una serie de dificultades,
en especial para las transacciones corrientes, ya que la paridad con el
resto de monedas de plata, que circulaban se fijó a través de las monedas
de cobre, por lo tanto, a nuestra moneda se le otorgó un mayor valor en
oro, que, en plata, lo cual provocaba la salida de circulació n de monedas
de plata y la introducció n de las de oro.

Con la ley de 1848, el patró n monetario adoptado fue el bimetalismo,


propio de Francia. Sin embargo, al poco tiempo de aprobada la ley, fueron
descubiertas importantes minas de oro, tanto en California, como en
Australia, lo cual alteró la paridad oro-plata en los mercados de metales y
afectó el funcionamiento de los sistemas monetarios bimetalistas,
reforzando la tendencia hacia la salida de monedas de plata y la entrada
de monedas de oro, con el conocido efecto negativo sobre las
transacciones corrientes.

Estas dificultades, unidas al descubrimiento de minas de oro en la regió n


de Guayana en Venezuela motivaron al gobierno a redactar una nueva ley
en materia monetaria en abril de 1854. Con esta ley se introdujo una
unidad de cuenta propia El Venezolano, con ello se aspiraba tener un
mayor control en las decisiones econó micas, ya que en ausencia de una
moneda nacional las propiedades de nuestros ciudadanos dependían de
las decisiones tomadas en aquellos centros de donde procedían las
monedas que circulaban en el territorio nacional. También a través de
esta ley se reconoció una dificultad, que existía de hecho en la economía
venezolana, como era la coexistencia de dos unidades de cuenta
diferentes, una de octavos de tradició n hispana y otra de tipo decimal,
usada en Francia, entre otras naciones. Esta situació n afectaba las
transacciones. Finalmente, en 1857 se aprobó un nuevo marco legal en
materia monetaria, que establecía el sistema decimal como unidad de
cuenta, un esfuerzo que se había iniciado con la aprobació n de ley de
1848.

Otro de los problemas presentes en materia monetaria durante este


período fue la dificultad para expandir la oferta monetaria, ya que para
1848, apenas existían dos bancos en Venezuela, el Banco Colonial
Britá nico y el Nacional, los cuales fueron liquidados en 1849 y 1850, en
medio de una severa crisis financiera internacional con efectos graves
sobre la economía doméstica y el crédito. Posteriormente en 1855 fue
fundada una nueva institució n financiera, creada por allegados al
gobierno, llamada La Compañ ía de Accionistas, el cual operó entre 1855-
1858 y cuya relació n fundamental fue con el sector pú blico. Esta
institució n cerró sus puertas al poco tiempo de caída la dinastía política
de los Monagas. Ademá s de los bancos, existieron otras dos instituciones
relacionadas con operaciones crediticias. Una de ellas fue la Iglesia
Cató lica, que otorgaba, préstamos mediante censos a cambios de recibir
en garantías algunos activos, como haciendas, hatos, viviendas, solares,
ganado o esclavos. La otra institució n fueron las Casas Comerciales, las
cuales dominaban el comercio exterior, es decir, las importaciones y
exportaciones de mercancías y realizaban adelantos de efectivo a muchos
hacendados, ganaderos y comerciantes.

3. ORDEN FISCAL:

El primer tema que propone el Dr. Eusebio Gonzá lez en su condició n de


Relator General del Tema N° I es el relativo a “la compatibilidad entre el
principio de capacidad contributiva y los fines extra-fiscales del tributo”.
El relator general establece como supuestos de hecho no discutibles, es
decir, como premisas vá lidas necesarias para efectuar el aná lisis las
siguientes:

 Que todo tributo tiene fines fiscales y extra-fiscales espontá neamente


cumplidos.
 Que los fines extra-fiscales son los voluntaria y expresamente
perseguidos por el legislador.
 Que aceptada la conocida distinció n entre tributos extra-fiscales y
fines extra-fiscales del tributo será difícil encontrarse con tributos
extra-fiscales, es decir, tributos cuyo establecimiento responda
esencialmente al propó sito específico de alentar o desalentar
determinadas actividades econó micas.
El concepto de economía tributaria acuñ ado por Gerloff evidencia
claramente y de manera descriptiva las funciones que cumple la
tributació n en la economía moderna, tanto desde el punto de vista de
su fin propio natural y que justifica su existencia, como es la cobertura
del gasto pú blico, y la necesaria conjunció n con respecto a otros fines
que, en definitiva, van a constituir obligaciones del Estado. En efecto,
de acuerdo a la definició n descriptiva de lo que debe entenderse como
economía tributaria, nos encontramos lo siguiente:

 Una economía que satisface una parte considerable, por regla comú n la
mayor de sus necesidades financieras ordinarias mediante impuestos,
es decir, mediante cobros no retribuidos, o sea percepció n o retiro
obligatorio de dinero, bienes y a veces también prestaciones de otras
economías.

 La totalidad de las medidas, acciones o instituciones establecidas para


cubrir las necesidades con impuestos o, en otras palabras, el conjunto
de aquellas disposiciones econó micas de una corporació n pú blica
tomadas para cubrir las necesidades mediante impuestos.

 Asimismo, las medidas de la imposició n de ordenamiento político, vale


decir, la aplicació n de impuesto para realizar fines no fiscales como la
regulació n de las coyunturas econó micas, la obtenció n del pleno
empleo y otros.

 Un eslabó n econó mico es decir justamente aquel en que la evolució n


de la satisfacció n de las necesidades pú blicas lleva a que estas se
cubran con impuestos.

En este sentido, Gerloff resulta como en todo momento histó rico se ha


creído poder y deber mantener el orden pú blico, la seguridad y la moral
por medio del impuesto[27], es decir, funciones distintas aquellas
meramente necesarias para adminicular una actividad financiera con
cará cter medial o instrumental que permita allanar los recursos
suficientes para sufragar el aparato prestatario de servicios en beneficio
de las necesidades del colectivo.

Así, en Roma existió la tendencia de contrarrestar los efectos de la


decadencia de la costumbre mediante los ultra tributa creados por el
Cató n Censor; o como la recomendació n efectuada por Sonnenfels, en el
siglo XVIII, en cuanto a la adopció n de instrumentos tributarios para guiar
la actividad de los sú bditos hacia los caminos deseados por el Estado y
apartado de aquellos no deseados por él.

Sin embargo, no fue só lo sino hasta mediados del siglo XIX cuando
comenzaron los esbozos y sustentació n teó rica densa en relació n a la
finalidad extra-fiscal o de ordenamiento de los impuestos aneja a su
finalidad intrínsecamente fiscal o de cobertura. Esa nueva funció n extra-
fiscal o de ordenamiento se centró fundamentalmente en la necesidad de
justificar una intervenció n econó mica dirigida, principalmente, a corregir
la distribució n de la riqueza originada por el libre desenvolvimiento del
mercado.

Pero esa misió n general, correctiva del libre desenvolvimiento del


mercado, en criterio de Mateo, junto a la propiamente fiscal, corresponde
al sistema tributario en conjunto, en superació n de la idea liberal de
reducir el fin del mismo a la cobertura de las necesidades pú blicas.
Ademá s, segú n del citado autor, al margen de su consideració n como
factor positivo o perturbador, es lo cierto que toda figura tributaria
ocasiona, en mayor o menor grado, efectos econó micos distintos del
puramente recaudatorio.

El sentido y alcance de los impuestos de ordenamiento, con fines extra-


fiscales o con fin no financiero se encuentra en funció n de lo que se ha
denominado las «finanzas de ordenamiento», entendida como el empleo
de medios políticos –financieros- para la realizació n de objetivos de
políticas de ordenamiento. Se trata sobre todo de alcanzar finalidades en
el á mbito de la política econó mica y social.
La actividad financiera o finanzas de ordenamiento requiere de un
conjunto de instrumentos o herramientas para lograr los objetivos de
orientació n, determinació n y conducció n de las políticas pú blicas que va a
tener mú ltiple incidencia en los distintos sectores de la sociedad.

El impuesto de ordenamiento es el resultado de la utilizació n consciente y


directa del tributo, sin mirar su rendimiento fiscal para lograr fines de
ordenamiento político, es esta su misió n esencial. Los impuestos de
ordenamiento requieren de prestaciones (principal pero de ningú n modo
exclusivamente, en dinero) por corporaciones pú blicas a otras economías
con el só lo o principal propó sito de provocar así determinada reacció n de
estas economías. Ahora bien la distinció n entre impuesto fiscal e
impuesto no fiscal, no es tan clara, puesto que, como expresa Michelli, es
lo cierto que toda figura tributaria ocasiona, en mayor o menor grado
efectos econó micos distintos del puramente recaudatorio.

En igual sentido, Lejeune manifiesta que la existencia de impuestos


fiscales químicamente puros es algo que resulta totalmente imposible de
verificar en cualquier ordenamiento tributario.

El aná lisis y estudio del gasto tributario representado en incentivos o


beneficios fiscales, dada la importancia que el mismo representa de
manera heterogénea ,en relació n a lo que Soler Roch denomina los
mecanismos jurídicos de establecimiento y aplicació n del tributo ,y en
particular del impuesto, como una realidad incuestionable que pone de
manifiesto el propio ordenamiento, ya que tanto las leyes reguladoras del
sistema tributario como en el entramado jurídico positivo que articula el
fenó meno de la imposició n siempre los mismos está n presentes, como
manifestació n de “la otra cara de la moneda” del fenó meno impositivo y
se ha analizado en funció n al principio de capacidad contributiva.

En efecto, el principio de capacidad contributiva ,como lo indica La Rosa,


ha sido siempre la referencia bá sica de la temá tica constitucional en torno
a los beneficios tributarios porque de ordinario se los considera como
claramente lesivos a la exigencia de igualdad en el concurso de todos a los
gastos pú blicos; no olvidando el citado autor , que dicha problemá tica ha
estado aislada en parte por la no poca indeterminació n de sus propios
términos de referencia (la capacidad contributiva, por un lado, y la noció n
de beneficio tributario por el otro); respuesta demasiado articulada y
compleja. De esta manera, se ha efectuado una estricta vinculació n e
identificació n entre la capacidad contributiva con la justicia tributaria lo
cual só lo fue posible mientras el tributo fue concebido como un
instrumento jurídico, cuya ú nica finalidad era allegar fondos al erario
pú blico para el financiamiento de sus gastos , siendo precisamente por
ellos, el criterio de medida de la diferentes obligaciones tributarias.

El principio de capacidad contributiva entendido como principio de


justicia tributaria esencial y como elemento instrumental de la igualdad
ante la ley, se ha erigido como la «dogmá tica inexcusable» en los sistemas
tributarios, dejando a un lado la pretendida naturaleza de norma
programá tica que algunos han querido atribuir a la consagratoria de tal
principio en los textos constitucionales, lo cual de suyo se desvanece por
el hecho de que una norma incorporada en el texto constitucional,
entendido en su criterio racional normativo de cú spide de la pirá mide de
todo el ordenamiento, ya por si sola tiene un contenido vinculante que se
deduce de la limitació n e imposició n al legislador al momento de ejercer
el poder de imposició n.

En consecuencia, al decir de Moschetti, el principio de capacidad


contributiva no indica una tautología vacía de contenido, sino un criterio
de justicia preceptivo y vinculante, pues la prestació n tributaria, no tiene
como fundamento propio una abstracto poder de imperio ni una mera
relació n conmutativa (cambio de utilidad entre ente pú blico y
contribuyente), sino la vigencia del referido principio, esto es, la aptitud
para concurrir a los gastos pú blicos, manifestada en virtud de la
capacidad econó mica del sujeto.

La Constitució n venezolana de 1999, al igual que la de 1961, no se limita a


reafirmar el principio de legalidad tributaria o de reserva de ley (artículo
317), sino que ha querido también el constituyente originario intervenir
en un plano sustancial, especificando bien el fundamento de la obligació n
tributaria bien el criterio principal de justicia vinculante para el propio
legislador en la creació n y reparto de los tributos ( poder tributario
derivado). En este orden de ideas, el artículo 133 de la vigente
Constitució n venezolana dispone que “toda persona tiene el deber de
coadyuvar a los gastos pú blicos mediante el pago de impuestos, tasas y
contribuciones que establezca la ley” y el artículo 316 ajusten establece
que “el sistema tributario promoverá una justa distribució n de los cargos
pú blicos segú n la capacidad econó mica del o la contribuyente”.

De acuerdo con el autor venezolano Ruan Santos, la capacidad econó mica


exigida por el constituyente como criterio para la justa distribució n de las
cargas pú blicas es la causa y el límite del deber de contribuir. No se puede
exigir que pague algú n tributo a quien carezca de riqueza o de medios
para producirla; es menester que el ciudadano tenga una base mínima de
capacidad para que se le pueda exigir contribuir con los gastos pú blicos.
Pero ademá s, ese deber tiene como límite la dimensió n de esa capacidad,
en la medida en que no grave el mínimo vital o lo medios de subsistencia
del individuo o que no atente contra la existencia misma de la fuente
productiva.

En otras palabras, la capacidad contributiva es, a juicio de D’Albergo, la


medida en que los ciudadanos pueden soportar la carga tributaria
teniendo en cuenta las respectivas situaciones personales, lo cual revela
que la funció n del principio de capacidad contributiva como medida o
proporció n de la realizació n por cada uno de contribuir a los gastos
pú blicos (por ende como límite para el legislador en la configuració n de
los tributos) obliga, en criterio de Rodríguez Bereijo, al establecimiento
de los tributos tomando como presupuesto del hecho del mismo
circunstancias que sean indicativas o reveladoras, directa o
indirectamente, de capacidad econó mica.

El principio de capacidad contributiva responde a la preocupació n que


existe en el Estado de Social, de derecho y Justicia de someter el impuesto
a principios éticos y jurídicos que respondan a la idea de igualdad, y que
esta idea encuentra en el campo financiero su expresió n en el concepto de
facultades econó micas, que como lo asevera Valdés Costa, se asimila al de
capacidad contributiva, sin olvidar que este concepto ha sufrido en el
tiempo transformaciones fundamentales y que su enunciació n responde
en ú ltimo término a concepciones de políticas extra fiscales, es decir, a la
funció n de apuntalar políticas pú blicas.

El empleo en los textos constitucionales de los conceptos de capacidad


econó mica o capacidad contributiva es la materializació n e
instrumentació n del principio de igualdad resultante de las postulados
esenciales de la revolució n francesa. Se plantea así una identificació n
entre el referido principio con la justicia tributaria, lo cual só lo es posible
si se concede y reconoce al tributo en su esencia primigenia de bú squeda
de recursos para el financiamiento de la actividad prestacional destinada
a la satisfacció n de las necesidades pú blicas. En lo que corresponde al
texto constitucional venezolano, su artículo 2 establece que el Estado
propugna los valores superiores de su ordenamiento y de su actuació n,
entre otros, la igualdad de todos los ciudadanos (Artículo 2), siendo por
tanto iguales ante la ley (Artículo 21), y en consecuencia, de conformidad
con el mismo artículo:

 No se permitirá n discriminaciones fundadas en la raza, el sexo, el


credo, la condició n social o aquellas que, en general, tengan por objeto
o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o
ejercicio en condiciones de igualdad, de los derechos y libertades de
toda persona.
 La ley garantizará las condiciones jurídicas y administrativas para que
la igualdad ante la ley sea real y efectiva; adoptará medidas positivas a
favor de personas o grupos que puedan ser discriminados, marginados
o vulnerables; protegerá n especialmente a aquellas personas que por
alguna de las condiciones antes especificadas, se encuentren en
circunstancias de debilidad manifiesta y sancionará los abusos o
maltratos que contra ellas se cometan.
 Só lo se dará el trato oficial de ciudadano o ciudadana salvo las
fó rmulas diplomá ticas.
 No se reconocen títulos nobiliarios ni distinciones hereditarias.
Así, el texto constitucional venezolano de 1999 consagra el principio de
igualdad en su sentido genérico e inicial, en cuanto a igualdad ante la ley.

Sin embargo, establece una serie de disposiciones que permiten buscar


una nueva acepció n y concepció n de la igualdad en términos de equiparar
las desigualdades propias entre los seres humanos, pasando de una
igualdad formal a lo que pudiera llamarse, siguiendo a un sector de la
doctrina, la «igualdad de hecho», es decir, «la igualdad entre los
hombres», la cual tiene un cará cter instrumental y se presenta como
medio para lograr objetivos superiores.

4. ANÁLISIS DE CADA PERIODO POR PRESIDENTE (ANUAL).

4.1 Cipriano Castro Ruiz (1899-1908): Bueno en la época en la que


gobernaba Cipriano Castro (1899-1908), la economía de Venezuela
se basaba principalmente en la exportació n de Café y Cacao, lo cual
generaba unos ingresos moderados al país, cabe destacar que
Venezuela había terminado la Guerra Federal, y pues nuestro país
quedo en ruinas.... Ademá s una vez en el poder Cipriano Castro tuvo
que afrontar una fuerte oposició n política por parte de sectores
tanto nacionales como internacionales. En tal sentido, tenemos el
estallido de la Revolució n Libertadora, y el bloqueo de las costas
venezolanas por parte de las armadas de Inglaterra, Alemania e
Italia, (1902/1903). Estados Unidos, “el mediador” que luego se
convertiría en enemigo del gobierno de Castro por lo de la New
York and Bermú dez Co. y otros asuntos litigiosos, y Francia que
también figuraba entre los reclamantes extranjeros.

No fue un buen momento para nuestro país, en ningú n aspecto. No


fue hasta que Juan Vicente Gó mez le quita el poder a Castro,
traicionando a su compadre, cuando la economía venezolana
empezó a consolidarse, bajo el gobierno de Gó mez, se descubrieron
los primeros pozos petroleros, y posteriormente se empezó a
extraer el petró leo. En estos tiempos Venezuela se vio beneficiada
con la Guerra Mundial, debido a que fue uno de los países en surtir a
los países en conflicto.

Cuando las relaciones entre Cipriano Castro y Estados Unidos se


hicieron tensas, el Post de Washington (Marzo, 1905)
caricaturizaba a Venezuela como un desarrapado tembloroso a
quien el Tío Sam llamaba a ocupar el sitio de Santo Domingo, que ya
había sido ocupado. Otro dibujante, el de Constitució n de Atlanta
(Abril, 1905) exhibía el simbó lico Tío Sam con inmensas botas,
desafiado por el pequeñ o Castro, espada en mano, y con un
ultimá tum que decía “Venezuela demanda vuestra rendició n
incondicional”. Castro era exhibido en la prensa internacional como
un caudillo atorrante, ignaro, lú brico, bocó n, caricaturizado como
un “mono tropical”. El período de 1905 a 1908, establecido sobre la
reforma constitucional de 1904, es razonablemente tranquilo,
derrotados los caudillos y conjurada la grave amenaza del bloqueo,
Castro se siente firme en el poder, y se le abre un espacio y un
respiro cuando se afianza el Círculo Valenciano. La economía no
era favorable, ya que veníamos de una época dura, con la guerra
federal unos añ os atrá s que dejo al país en ruinas y un mocho
Herná ndez que se le alzo a Ignacio Andrade y bueno, tuvo sus
repercusiones, también como algo muy importante Venezuela debía
dinero a países extranjeros y no la podíamos pagar, por lo tanto
ellos bloquearon nuestras costas y en todo eso se dio la guerra
libertadora etc., en conclusió n, la economía no era favorable y había
mucho despilfarro por parte de Cipriano Castro que tomo el cargo
de precedente mas como una fama que como unas responsabilidad.

4.2 Juan Vicente Gómez (1908-1914): Fue un dictador, político y


militar venezolano que gobernó de manera autoritaria su país
desde 1908 hasta su muerte en 1935. Su logro má s notorio fue la
conformació n del Estado moderno en Venezuela, la eliminació n de
los caudillos criollos y casi un siglo de Guerras civiles,1 ademá s de
lograr la cancelació n de las deudas de la nació n. Sus detractores lo
llamaban «el bagre», apodo de los lugareñ os tachirenses. Durante
su dictadura se llevaron a cabo importantes obras pú blicas. Creó las
primeras aerolíneas del país, la Aeropostal y la Fuerza Aérea
Venezolana. Encargó construir los primeros aeropuertos
venezolanos: Aeropuerto Internacional «Grano de Oro» en
Maracaibo, La Fría, Encontrados, Base Sucre (hoy, Aeropuerto
Nacional Florencio Gó mez en Maracay, estado Aragua), la Base
Aérea Meteoroló gica Aragua (cuna y nacimiento de la aviació n
venezolana, posteriormente transformado en el Museo
Aeroná utico), Porlamar (hoy, sede de la policía del municipio y
sustituido por Aeropuerto Internacional Del Caribe), Aeropuerto
Internacional Leonardo Chirinos en Coro, Aeropuerto Internacional
San Antonio del Tá chira, Aeropuerto Alberto Carnevalli en Mérida.
Asimismo, se construyeron puentes, edificios de aduanas (como la
Aduana Principal Terrestre de San Antonio del Tá chira), las
primeras terminales de pasajeros de líneas de autobuses
extraurbanas y, con ello, se creó la primera línea de autobuses
extraurbanos llamada Aerobuses de Venezuela o Aeropostal Buses
de Venezuela. Se construyó también la famosa Carretera
Trasandina, ruta que comenzaba en Las Adjuntas (cerca de la
estació n del Metro de Caracas) y finalizaba en la Aduana Principal
Terrestre de San Antonio del Tá chira.2 Gó mez modernizó ,
profesionalizó e institucionalizó a las Fuerzas Armadas como la
organizació n que es hoy en día.

4.3 Victorino Márquez Bustillos (1915-1922): Para el añ o de 1914 la


Constitució n ratificaba que el periodo presidencial duraba siete
añ os y comenzaría oficialmente el 19 de abril de 1915 hasta el 19
de abril hasta 19 de abril de 1922. En ese tiempo Gó mez, desde
Maracay conduce el poder como una figura militar que se
encontraba detrá s del trono. De hecho en este añ o se iniciaba a
nivel global la Primera Guerra Mundial en donde este gobierno fijo
una posició n de neutralidad. Aunque el Benemérito
sentimentalmente se acercaba al sentimiento germano por razones
intereses econó micos personales.

Esa neutralidad venezolana a medida que pasaba el tiempo a la


diplomacia de los Estados Unidos no le agradaba mucho ya que
Venezuela a ese tiempo comenzaba a jugando un papel interesante
en mapa mundial debido a su condició n de nuevo país petrolero. De
paso las negociaciones petroleras se habían llevado con Inglaterra y
Holanda. También existía inversió n alemana, má s la compra del
café y otros productos como el cacao que se negociaban con países
que integraban la Triple Alianza enemigos de la Triple Entente

En este tiempo de siete añ os el gomecismo es reconocido como un


régimen dictatorial. Que ha tenido sus logros desde 1909 como la
pacificació n del país, la construcció n de carreteras por toda la
geografía nacional. Ahora con recursos petroleros comenzó a
reducir las deudas la externa en 23.000.000 de bolívares. La
interna en 20.000.000 bolívares, para el añ o 1917, la
administració n pú blica había tenido un superá vit de 33.000.000 de
bolívares.

Victorino en paralelo con las acciones del General y su equipo


durante todo este tiempo, goza de la confianza absoluta de Gó mez
así lo demuestra su permanencia en poder en Miraflores el propio
Marqués Bustillo decía “Aquí vive el Presidente, pero el que manda
vive en Maracay” (2008:9). Se paseaba por los pasillos del palacio
luciendo un botó n altura del bolsillo del saco con la figura del
Benemérito. Este es un personaje que abunda mucho en política
cuyo fin es la fidelidad, el cariñ o y amor absoluto al jefe tanto es así
que se convierte en un fiel adulante.

4.4 Juan Vicente Gómez (1922-1929): La economía durante el


gobierno de Gó mez hasta ligada por dos fuentes de ingresos
principales, una era la agricultura y ganadería la cual había sido la
mayor fuente histó rica de ingresos de Venezuela, y el reciente
comienza de la explotació n petrolera en el Estado Tá chira. En
Venezuela de 1908 a 1920 Venezuela seguía siendo un país
agrícola dependiendo de los precios de productos como el cacao y
el café, mientras que los del cacao se mantuvieron los de café fueron
bajando, Gó mez era el mayor latifundista del país teniendo tierras
hasta en 12 estados del país, aunque cerca de la mitad estaban
ociosas, Gó mez controlaba la ganadería durante su periodo, incluso
él y sus amigos monopolizaron grandes extensiones de tierra y los
mejores pastos del país (kitty , 1998).

La explotació n petrolera masiva en Venezuela inicia en 1921


momento en el cual Gó mez aun daba grandes facilidades para la
inversió n extranjera en el país, impone derechos de explotació n
bajos, y no establece normas para la refinació n y explotació n,
permite la entrada de maquinarias y equipos de explotació n
gratuitamente y largos periodos para la explotació n de un terreno
que fueron de gran beneficio para los compañ ías que se
establecieron en el país (kitty, 1998).

La crisis econó mica de 1929, afecta la economía mundial, siendo


Venezuela uno de los países de má s afecto, dando como resultado lo
siguiente:
 Las compañ ías petroleras despidieron cerca del 66% de sus
trabajadores (kitty, 1998).
Bajaron las exportaciones petroleras, debido a la poca demanda
(kitty, 1998).
 Bajaron los ingresos del país, el cual afecto significativamente a
los ciudadanos, ya que el petró leo se había situado como la
fuente principal de ingresos (kitty, 1998).
 Disminuyeron no solo las exportaciones, sino también las
importaciones en el país (kitty, 1998).
4.5 Juan Bautista Pérez ( 1929 – 1931): Nace en Caracas el 20 de
diciembre de 1869, Abogado, magistrado y presidente de la
Repú blica (1929-1931). Graduado como abogado en la Universidad
Central de Venezuela cerca de 1895, ejerció su profesió n en Villa de
Cura (Edo. Aragua). En 1900, regresó a Caracas, donde ingresó a la
magistratura hasta alcanzar la Presidencia de la Corte Federal y
Casació n (1929). Al finalizar su período presidencial (1922-1929),
el general Juan Vicente Gó mez había resuelto retirarse a Maracay
desde donde mantendría el control del poder como comandante en
jefe del Ejército. Sin embargo, al ser reelegido el 19 de abril de 1929
para el período 1929-1936, una delegació n del Congreso se dirigió
entonces hasta su hacienda El Trompillo a pedirle a Gó mez que
aceptara la presidencia por otro septenio. Ante la insistencia de los
legisladores, Gó mez resolvió entonces proponer la candidatura de
Juan Bautista Pérez, encargado de la presidencia desde el 19 de
abril en su cará cter de presidente de la Corte Federal.
Finalmente, el 30 de mayo de 1929, Pérez pasaba a ocupar la
presidencia de la Repú blica. Una de las primeras medidas que tomó
Pérez al llegar al poder, fue firmar un decreto ejecutivo
(11.10.1929), mediante el cual se expulsaba del país al obispo de
Valencia, monseñ or Salvador Montes de Oca, lo que originó un
diferendo pú blico con la jerarquía eclesiá stica venezolana y motivó
la intervenció n diplomá tica del Nuncio Apostó lico. También
correspondió a Pérez cancelar en 1930 la totalidad de la deuda
externa de Venezuela.

En junio de 1931, todavía sin resolverse el problema creado con la


Iglesia, el Congreso Nacional responsabilizó a Pérez por la fuerte
depresió n que abatía la economía (reflejo de la gran crisis
econó mica mundial iniciada en 1929) y en esa misma oportunidad,
con motivo de la circulació n (1.5.1931) del primer manifiesto del
recién constituido Partido Comunista de Venezuela, también fue
acusado en el Parlamento de permitir la entrada de ideas
comunistas al país. Sin embargo, tanto el problema con la iglesia
como las acusaciones formuladas por el Congreso, eran en parte
producto de maniobras políticas orientadas a reemplazar la débil
figura de Juan Bautista Pérez por un representante de las nuevas
generaciones andinas, entre los que se encontraba el general José
María García Velasco. Ante las presiones Pérez se vio obligado a
renunciar ante el Congreso (13.6.1931), pero a pesar de las
aspiraciones presidenciales de algunas figuras, Gó mez se reeligió
con mayores poderes constitucionales para el período 1931-1938.
Juan Bautista Pérez, por su parte, fue nombrado ministro
plenipotenciario de Venezuela en Españ a y Portugal (1931-1933).
Luego regresó a Venezuela, pero a raíz de los acontecimientos del
14 de febrero de 1936, fue expulsado junto con su familia después
de que su casa fuera saqueada. Vivió en Barcelona (Españ a) hasta el
inicio de la Guerra Civil Españ ola (julio de 1936), cuando se
trasladó a París. En 1939 volvió al país. Sus bienes, confiscados
después del 18 de octubre de 1945, le fueron restituidos en 1949.

4.6 Juan Vicente Gómez (1931-1935):

1.7 Eleazar Ló pez Contreras (1935-1936)

1.8 Eleazar Ló pez Contreras (1936-1941)

1.9 Isaías Medina Angarita (1941-1945)

1.10 Ró mulo Ernesto Betancourt Bello (1945-1948)

1.11 Ró mulo Gallegos Freire (1948-1948)

1.12 Carlos Delgado Chalbaud (1948-1950)

1.13 Germá n Suá rez Flamerich (1950-1952).

1.14 Marcos Pérez Jiménez (1952-1958).

1.15 Wolfgang Larrazá bal (1958-1959).

1.16 Edgar Sanabria (1959-1959).


1.17 Ró mulo Ernesto Betancourt Bello (1959-1964).

1.18 Raú l Leoni Otero (1964-1969).

1.19 Rafael Caldera Rodríguez (1969-1974).

1.20 Carlos Andrés Pérez Rodríguez (1974-1979).

1.21 Luis Herrera Campins (1979-1984).

1.22 Jaime Lusinchi (1984-1989).

1.23 Carlos Andrés Pérez Rodríguez (1989-1993).

1.24 Octavio Lepage (1993 – 1993).

1.25 Ramó n José Velá squez (1993-1994).

1.26 Rafael Caldera Rodríguez (1994 – 1999).

1.27 Hugo Rafael Chá vez Frías (1999 – 2013)

1.28 Nicolá s Maduro Moros 14 de abril de 2013 - presente

.
EPIGRAFE

“Venezuela se constituye en un Estado democrá tico y social de


Derecho y de Justicia, que propugna como valores superiores de
su ordenamiento jurídico y de su actuació n, la vida, la libertad, la
justicia, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la
responsabilidad social y en general, la preeminencia de los
derechos humanos, la ética y el pluralismo político”
(Asamblea Nacional Constituyente, 1999).
CONCLUSION

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