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SÍNTOMAS, DIAGNOSIS Y RASGOS ESTRUCTURALES.

La causalidad psíquica no es objeto de leyes, el psicoanálisis no es una ciencia a causa de ausencia


de legalidad entre las causas y efectos. No hay inferencias entre las causas psíquicas y los efectos
sintomáticos en la determinación de un diagnóstico.

El decir de aquel al que se escucha. Solo en el decir es localizable algo de la estructura del sujeto.
Para establecer una identificación diagnóstico debemos contar con la estructura. Las correlaciones
que existen entre un síntoma y la identificación diagnóstica suponen la puesta en acto de una
cadena de procesos intrapsiquicos e intersubjetivos que dependen de la dinámica inconsciente.

 Proceso primario, el instinto pulsional que Freud denomina vuelta hacia la persona propia.
Por ejemplo el masoquismo es el sadismo vuelto hacia el propio yo, y el exhibicionismo
incluye el hecho de mirar el propio cuerpo. La actividad sádica sintomática supone esta
lógica contradictoria de la vuelta hacia la persona propia.
 La actividad sintomática del orden y el arreglo. Síntoma de “préstamo conyugal”. En su
tendencia a adelantarse al deseo del otro, una persona puede tomar fácilmente en
préstamo ese síntoma, gracias a un proceso de identificación histérica.
 La vía regia es el discurso. Sin él no podría existir decodificación posible de la puesta en
acto del inconsciente. Para lacan subraya la incidencia de la palabra en la experiencia del
inconsciente. Para saber lo que ocurre en el análisis hay que saber de dónde viene la
palabra. El síntoma de resuelve entero en un análisis del lenguaje, porque él mismo está
estructurado como un lenguaje, porque es lenguaje cuya palabra debe ser liberada.

Los indicadores diagnósticos estructurales. La identidad de un síntoma nunca es más que un


artefacto acreditable a los efectos del inconsciente. Aparecen como indicios codificados de la
estructura que son testigos, a su vez, de la economía del deseo.

El síntoma está ligado al mecanismo de condensación y ver cómo operó para el nivel de los
elementos significantes que estructuraron el síntoma. Lacan describe el síntoma como metáfora.

Como formación del inconsciente, el síntoma se constituye por estratificaciones significantes


sucesivas. En esta estratificación la selección de significantes son aleatorios.

PERVERSIÓN.

En el ser humano hay una duplicidad, una «moral insanity»: quiere el bien, cree en él y lo dice,
pero hace el mal. Lleva a cabo el acto de pervertere, nos dice su raíz latina, vale decir, de
tergiversar el bien en mal. Lo que era bueno «Se desvía» y se invierte en su contrario; se hablará
así de efectos perversos.

Pero al someterse de tal modo a la demanda del campo judicial para evitar la reincidencia y
proteger el entorno, el psiquiatra evita hacer progresar la ciencia de las causas. ¿De dónde
procede entonces esta anormalidad, calificada de patológica.

La sexualidad es la verdadera razón de la perversión en la medida en que el placer sexual puede


llevar a la anormalidad. ¿En qué caso?
La naturaleza nos da la finalidad consciente y no violenta de la sexualidad. Tergiversar ese bien en
mal es transgredir su objeto y su meta, si se admite que el objeto según la naturaleza es la unión
genital heterosexual entre dos adultos; y la meta según la naturaleza es la satisfacción sexual de
uno y otro a raíz de esa conjunción.

La ruptura freudiana.

En efecto, todos los niños son «polimorfamente perversos» en cuanto a la meta (Ziel) y el objeto
(Objekt), porque la sexualidad infantil es en su origen una libido de las pulsiones parciales con
objetos pregenitales (oral, anal, escópica, vocal).

Ahora bien, es universal, ya que todo ser humano ha sido un niño: «Frente al hecho, reconocido
desde entonces, de que las inclinaciones perversas estaban ampliamente difundidas, se nos
impuso la idea de que la predisposición a las perversiones era la predisposición original y universal
de la pulsión sexual humana».

Sólo la primacía ulterior de lo genital debía permitir la superación de las perversiones por
unificación de las pulsiones parciales de la vida infantil en una sola pulsión totalizadora, dirigida
hacia el llamado objeto genital heterosexual, de acuerdo con el modelo de la finalidad biológica de
la reproducción. La perversión sería la persistencia de una fijación a una pulsión parcial: se trataría
del signo de un retraso en el desarrollo y la evolución hacia la pulsión genital. La transformación
por el Edipo no habría tenido lugar.

Amor según Freud: «El uso de esta palabra para una relación semejante sólo puede comenzar con
la síntesis de todas las pulsiones parciales de la sexualidad bajo la primacía de los órganos
genitales y al servicio de la función de reproducción»

Amor y perversión no están ligadas.

En efecto, «la pulsión, en tanto representa a la sexualidad en el inconsciente, nunca es sino


pulsión parcial» y por eso «no hay acceso al Otro del sexo opuesto como no sea por vía de las
llamadas pulsiones parciales»

Freud no se conforma con definir la perversión como la negación del instinto cuya finalidad es la
reproducción biológica. Una renegación es decir, una doble- posición a la vez: reconocimiento de
que la madre no tiene el falo y negación e este reconocimiento: la madre lo tiene a través del
fetiche como falo desplazado. Perversión es renegar de la diferencia sexual: todas las mujeres
tienen el falo.

Lacan desplaza a Freud: no se trata de lo real sino del falo imaginario y simbólico.

1. La madre no tiene el falo

Para el niño que no es psicótico la significación del deseo de la madre no está forcluida; designa lo
que le falta, es decir, el significado del falo como significante de su deseo. Si el niño ha recibido de
su madre la significación fálica de su falta, puede entonces hacerse para ella objeto fálico como
imagen. Ser el falo para la madre, el primer Edipo.

2. La angustia.
«Es siempre la cuestión de saber por qué medio el niño dará a su madre ese objeto del que ella
carece». El muestra a su madre lo que no es. ¿Cómo estar a la altura del deseo de la madre?

La castración de la madre implica para el niño la posibilidad de la devoración y el mordisco». Ser el


objeto fálico imaginario para colmar el deseo de la madre es la angustia misma de ser tragado por
ella. La perversión se origina allí como consecuencia de la angustia.

3. La madre tiene el falo

Allí donde falta en ella el falo simbólico, el sujeto sitúa un fetiche como falo imaginario. El fetiche
es una defensa contra la angustia del deseo de la madre; por eso, sin duda, tiene la misma función.

El velo es a la vez lo que oculta y lo que designa. En la perversión, la tarea del sujeto es ocultar la
falta fálica de la madre, a un tiempo que designa con la ayuda del velo la figura de aquello que
falta. el velo es el lugar en el cual se proyecta la imagen fija del falo simbólico: la madre tiene falo.

 El fetichismo

Pone un velo sobre la falta fálica de la madre.

 Masoquismo

Es preciso que el Otro tenga el látigo como poder fálico.

 El voyeurismo

El voyeur entra en el deseo del Otro por la hendidura, la ranura. Enfoca el deseo del Otro,
sorprende en su pudor y su intimidad. En el fantasma, el sujeto es la hendidura, a fin de que el
Otro se interese. El sujeto es hendidura, fisura del velo que seRara lo oculto de lo mostrado, lo
privado de lo público del espacio del Otro.

 Homosexualidad femenina

En caso, lo que la joven desea en la Dama está más allá de la mujer amada; es lo que le falta, el
falo simbólico. La perversión homosexual consiste en velar esa falta mediante un sustituto, un
Ersatz: el hijo como imagen fálica. Ella ama como un hombre. Tiene el pene y lo da a la Dama, que
no lo tiene. Y lo da de acuerdo con la equivalencia pene imaginario/hijo. En el momento de la
declinación del Edipo, dirigía las miradas hacia su padre en la expectativa de recibir un hijo de él.
En efecto, se complacía en actuar como una madre. Hay una inversión: en el lugar de la frustración
del objeto real (el hijo) por el padre simbólico, se establece una identificación con el padre
imaginario. Ese duelo del objeto demandado se cumple mediante la identificación con quien
podría darlo, pero lo ha negado.

Pero el fetiche como falo imaginario no siempre es puesto por el sujeto delante de la Nada [Rien]
como más allá de la madre. A la inversa, puede ser puesto por un sujeto que, al identificarse con la
madre, lo presenta a partir de ese lugar situándose detrás del velo. Se sitúa en el lugar de la
madre.
Enmascara como imagen fálica lo que designa como elemento simbólico, la falta fálica de la madre
como causa de angustia del sujeto.

1. Travestismo.

La actitud de envolverse en trajes femeninos es una identificación del sujeto masculino con la
madre poseedora del falo. Así, la protección contra la angustia es exitosa y se trata de «Ocultar la
falta de objeto».

2. Sadismo.

El látigo, el bastón, el cetro, el cayado, presentifican la imagen fálica. La identificación con la


madre que lleva los pantalones, protege de la angustia.

3. Exhibicionismo

Hemos visto que el voyeurismo es presentación de la hendidura como entrada en el espacio del
deseo del Otro. Mostrar lo que tiene en la medida en que el Otro no lo tiene. Se trata de revelar al
Otro lo que este supuestamente no tiene, para hundirlo al mismo tiempo en la vergüenza de lo
que le falta. El sujeto presentifica a la madre como si en ella no hubiera falta.

4. Homosexualidad masculina.

Porque se identifica con una madre que debe tenerlo, es decir, «en el lugar que ocupa la madre
que hace hace la ley del padre.

Después del Edipo y al completarse el proceso de la pubertad, llega el momento de permutar a la


madre por otro objeto sexual. Sobreviene entonces una inversión (Wendung) repentina; el joven
no abandona a su madre, sino que se identifica con ella; se en transmuta en ella ahora y busca
objetos que puedan sustituirle al yo de él, a quienes él pueda amar y cuidar como lo experimentó
de su madre»

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