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ALBERTO TENENTI

SeIido9 OGzZ - BUISPOA


LA EDAD MODERNA
SIGLOS-XVL-XVIN

BIIOJSIH - ZY9Z/p

CRÍTICA
BARCELONA

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INTRODUCCIÓN

1. PREÁMBULO

Una de las funciones de los historiadores parece ser la de trazar


el curso de las
vicisitudes humanas en los ritmos sucesivos que resulten apropia
dos a los giros
efectivos de esas mismas vicisitudes. Pero éstas, además de
ser complejas se de-
sarrollan en una multiplicidad de planos: por ello es casi imposib
le concretar fe-
chas en torno a las que todos o casi todos los factores
concurran o se combinen
para indicar importantes cesuras. Sea por esta dificultad o por
el tipo de historia
que tradicionalmente ha prevalecido hasta no hace mucho tiempo,
se han acepta-
do de hecho unas particiones que tienen mucho de convencionales
, además de ser
eurocéntricas. De todos modos la periodización no es sólo
la obra de los estudio-
sos que la han establecido en teoría, a posteriori o a modo de comprom
Primera edición: septiembre de 2000 iso. Esta
periodización es también y sobre todo el efecto, aunque
Segunda edición: octubre de 2003 sea aproximado, de au-
ténticos procesos de concienciación colectiva verificados en determinados
titula
Í de los s AFRO a o
a right,AI bajo >
is am-
izació
Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita bientes o elites. Esas tomas de conciencia se han concretado
c ció total
os, la reproducción
i ¿ en las leyes, Obra
ar «¡al de estaa : obre
C ¿ o parc por po 1 obviamente en la di-
i m establecidas
las sanciones mensión cultural, en la artística o en la política.
medio o prócedimiento, la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución 4
Así, ha habido diversos modos de establecer períodos que
plares de ella mediante alquiler o préstamo públicos. han partido de pre-
misas diferentes y que no han llegado a resultados concord
antes. Las citadas to-
mas de conciencia —que han dado lugar, por ejemplo, a las
nociones de Renaci-
Título original: o miento y de Hustración—- son por sí mismas acontecimiento
L'ETÁ MODERNA. XVI-XVH1 SECOLO s históricos de relieve
que se han tenido en cuenta. Pero esas tomas de concien
cia traducen las visiones,
y por lo tanto proponen sus ritmos, principalmente cultural
Traducción castellana de Ignasi Riera es, que tienen poco o
Revisión general de Alberto Clavería -* o nada en cuenta las realidades económicas, tecnocientíficas
e incluso sociales. En
otros términos, la periodización se revela desde luego como
un hecho no sólo con-
+ A

Cubierta: Joan Batallé vencional, por un lado,”sino también ideológico, por


Fotocomposición: Víctor Igual, S.L. -- otro, que sucesivas investi-
gaciones pueden poner en cuestión con fundados argumen
tos. Por otra parte, la
O 1997: Societá editrice il Mulino, Bologna o misma vida intelectual —y no sólo la académica o pedagógica—
tiene su propio
O 2000 de la presente edición para Españay América: peso y paga'un fuerte tributo a la fuerza de inercia. Cuando
- una noción histórica se
EprrortaL Crítica, S.L.; Diagonal, 662-664, 08034 Barcelona ha consolidado o ha echado raíces, aunque se impugne con
e-mail: editorial Ged-critica.es justas razones, resulta
sumamente ardua de expurgar o abandonar. Es decir,
hhtp://www.ed-critica.es . esa noción no es sólo un
nombre o una etiqueta sustituible, pues la adhesión que
ISBN: 84-8432-136-3 ha obtenido durante tanto
Depósito legal: B. 28.977-2003 tiempo y tan ampliamente se ha transformado en un dato
fáctico, aunque sea cul-
Impreso en España . tural, tenazmente transmitido e inculcado, dato casi inamovi
ble,
2003, - A8M Gráfic, Santa Perpétua de la Mogoda (Barcelona)

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8 LA EDAD MODERNA
INTRODUCCIÓN 9
Estas consideraciones se imponen en el umbral de un estudio
que se propone
cubrir un determinado período histórico: el que tradicionalmente se en que se precisen y articulen. El Medievo, en efecto, no ha perdido nunca su Ca-
ha presentado
como Edad Moderna. Antes de convertirse en una categoría de rácter ficticio de expediente para denominar un período de la historia europea,
juicio y en una es-
pecie de valor, la «modernidad» era la pura calificación de aquello Aparece constituido por una larga serie.de. siglos cuyas principales vicisitudes
que era más re-
ciente o actual con respecto a aquello que lo había precedido. El término tienen entre sí un grado de coherencia limitado. Desde este punto de vista, el Me-
«moder-
no» ya se había usado en este sentido en los siglos XI1 y xim. En dievo aparece en primer lugar como un contenedor dermaterias diversas y mode-
lossiglgs XIV.y
xv se había delineado en ciertos sectores (desde la literatura hasta la pintura radamente congruentes. Mientras qué en algunos planos se'advierten ciertas líne-
y la
arquitectura), sobre todo en alguna zona culturalmente determinante, as de continuidad, en otros ésta es más bien escasa: numerosos fenómenos del
una reacción
frente a las formas que anteriormente se habían-impuesto-en-talés sectores. período precarolingio tienen muy poco en común con los de la fase posterior alas
Así, la cruzadas. Ahora bien, así como en la historia europea hay aspectos que, incluso
«modernidad» empezó a hacerse consciente, a arrogarse una facultad
de juicio
e incluso de aversión o de rechazo. Mientras la maduración de importan después del año 1500, pueden remontarse al mundó antiguo, no es de extrañar
tes inno- de cuanto
vaciones técnicas daba un sentido de superioridad a las nuevas que algunos otros aparezcan comio la prolongación o la supervivencia
generaciones de
los siglos xv y xvI, al comienzo de este último siglo surgió también se denomina «medieval». Sin embargo, si las particiones históricas tienen un sen-
en varios pa-
íses una auténtica revuelta contra la Iglesia de Roma, contra tido, éste deriva de la posibilidad de revelar caracteres suficientemente nuevos
sus ritos y sus prácti-
cas. En esta coyuntura, que además había reverenciado la Antigiiedad y determinantes durante un largo período y en un área extensa, Se ba subrayado ya
y había ape-
tado a ella como modelo humano ejemplar, los términos no tardaron, que tales divisiones son en realidad bastante controvertidas o controvertibles
al menos en
parte, en dar un vuelco. Orgullosos de sus propias realizaciones y que para salir del atolladero hay que recurrir a aquellas que se han afirmado tra-
en tantos campos,
los europeos no vacilaron en proclamar que desde entonces no sólo dicionalmente. Sin embargo, los resultados convergentes de gran número de in-
habían igua-
lado a los antiguos en muchos aspectos, sino que incluso los habían dagaciones actualizadas han puesto de relieve una suma tal de cambios alrededor
superado.
Este conjunto de tomas de posición no necesariamente unívoco de 1350 que cabe considerar esta fecha como más apropiada pará señalar el ini-
o armónico
que emergió y se intensificó durante un período de tiempo bastante cio de la modernidad (y no tanto el año 1700 aproximadamente, como giro que
largo está in- o
dudablemente en la base de la idea de «modernidad». Como sanciona la madurez de tal fase).
ya se ha observado,
esta última se presentó cada vez más como un valor, como una suma En todo caso, los propios estudiosos del Medievo han considerado indispen-
de conquis-
tas progresivas. Por otra parte, influyó tanto en las reflexiones sable articular sus fenómenos en sectores que equivalgan a las particiones más
de los europeos so-
bre la trayectoria recorrida por su civilización que la pusieron como apropiadas. Es cierto que dichos estudiosos han dado prueba de muy escasa ima-
fundamento
de su periodización. Desde el siglo xv, aunque sobre todo desde el xv1 ginación al limitarse a distinguir una Alta Edad Media de una Baja Edad Media.
y el xvn,
cada vez se dudó menos de que la fase histórica que se estaba viviendo De todas maneras, no es de extrañar que, tras una larga serie de siglos, precisa-
fuera cla-
ramente superior a la anterior. Y así como la admiración y la estima mente el xxv y el xv manifiesten vínculos muy estrechos con los inmediatamen-
por el mun-
do antiguo se mantenían simultáneamente a un nivel bastante te siguientes. Por otra parte, corno es obvio, no tiene sentido imaginar que de una
alto, se delineó sin
duda alguna un proceso en el que se concretaban dos elemento década a otra se pase verdaderamente de una época a otra diversa. Por esto hay
s destacados: la
Antigiiedad, precisamente, y el período «moderno». La definición que considerar el año 1500 una fecha que no tiene más significado que tantas
de «medieval»
sobrevino de un modo desde luego tardío, casi en la segunda mitad otras, pues son sobre todo convenciones exentas de relieve las que hacen con-
del siglo xvi,
y de una manera deliberadamente neutra no exenta de connotaciones siderarla aún como aceptable o al menos orientativa. Con todo, aun queriéndola
negativas.
Se consideró «medievo», en efecto, el bloque de siglos transcurr tomar como punto de referencia, no se podrán dejar de evocar aquellas otras fe-
ido entre el final
del glorioso mundo antiguo y la afirmación de la vanidosa Edad chas, anteriores a 1500, en que ya se habían manifestado nuevas orientaciones y
Moderna. En
tanto que categoría histórica, el término se impuso lentamente y en nuevos caracteres de temple bien diverso del considerado medieval. Como co-
formas su-
bordinadas como mezcla de luces y sombras (que en la mayoría de los rresponde a una introducción, no se procederá a una presentación expresa del Si-
casos eran
proyección de las distintas pasiones culturales del siglo xvHr, del glo o siglo y medio que precedió al xv1, pero sí al menos se hará una referencia
x1x y del xx).
Sin ninguna duda, la noción de Medievo fue desde el inicio —y siguió alos factores notables que ya habían comenzado y que siguieron luego actuando
siéndolo
durante mucho tiempo— una noción débil y conceptualmente como elementos de la «modernidad».
subalterna.
Si se evoca brevemente aquí la fase llamada medieval es precisam
ente porque
en el discurso común «precede» a la moderna. En el plano histórico,
todo «pre-
cedente», sobre todo si es de larga duración, equivale a un condicio 2. LA CRISTIANDAD
namiento y a
una especie de hipoteca de la que no es fácil liberarse de modo rápido.
En reali-
dad, estas afirmaciones deben considerarse válidas en este caso El mundo cristiano de los siglos XIV y XV aparecía, sobre todo en algunos sec-
sólo en la medida
tores, firmemente anclado en sus doctrinas y en sus tradiciones o intuiciones. Pro-

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e

INTRODUCCIÓN 11
10 LA EDAD MODERNA
cionales. Se había evidenciado ya que el interlocutor laico del supremo poder re-
bablemente, sin embargo, era ahí donde se había introducido un mayor desapego
ligioso no estaba representado solamente por el emperador germánico, sino por
del pasado y también un contraste interno entre la armazón cultural heredada o
muchos otros príncipes y grandes ciudades-Estado. El nuevo tipo de relaciones
admitida y los nuevos intereses u objetivos, tanto individuales como colectivos.
entre la Iglesia y el Estado en los diversos países del Occidente europeo caracte-
Ciertamente, hay que guardarse de disociar en grado excesivo el mundo de las
rizó esta área en su conjunto constituyendo al mismo tiempo un fenómeno de
creencias, las prácticas o las instituciones tradicionales del mundo de las realiza- gran relieve. El tránsito del diálogo privilegiado del papa con el emperador a los
ciones y las perspectivas laicas europeas. En muchos aspectos ambas esferas si-
tratos del primero con los otros poderes soberanos fue acompañado de una com-
guieron compenetrándose durante mucho tiempo tanto en un período anterior
pleja e irremediable degradación del prestigio y la autoridad de los pontífices ro-
como posterior a 1500, casi como las dos caras de una misma moneda. Es nece-
manos. Incluso los enfrentamientos más llamativos que se produjeron después
sario admitir, no obstante, que el tipo de sociedad y de cultura que se asentó en
con el movimiento protestante hay que considerarlos desde esta perspectiva. El
Occidente desde el siglo xtv en adelante ya no se basó en los mismos equilibrios
triunfo de la Reforma en el siglo xv1 está encuadrado en una nueva relación de
ni en el mismo orden fundamental sobre los cuales se había fundado la época an- fuerzas que se remonta al siglo xIv. De este modo el papado pagaba, por lo me-
terior. Ciertamente, en los siglos xIv y xv se observan y se encuentran confirma- nos en parte, las consecuencias de una elección hecha en los enfrentamientos
das formas de simbiosis entre religión y política, entre iglesias y estados. No obs-
producidos en la península italiana, elección en la que tanto se había comprome-
tante, se trata de formas nuevas, de relaciones diferentes, caracterizadas por
tido políticamente.
divergencias y hiatos cada vez más explícitos y destinados a desembocar en di-
Como ya subrayó Maquiavelo desde comienzos del siglo xvx, la confluencia
vorcios y rupturas. Es prácticamente imposible no identificar la razón determi-
de múltiples elementos hizo del papado un tipo de poder muy singular. Por cuan-
nante de esos contrastes en el desarrollo y la organización progresiva de una eco-
to no residió en Roma durante aproximadamente setenta años del siglo xtv, pre-
nomía y de una cultura que prescindían de la visión medieval cristiana. El único
cisamente desde entonces su dominio cambió el apelativo de «patrimonio de san
error que se podría cometer sería precisamente fijar el inicio de la nueva fase de
Pedro» por el de «Estado de la Iglesia». Ni las fuerzas políticas italianas ni las de
civilización en una fecha precisa (que inevitablemente tendría un significado ma-
las demás potencias occidentales contemplaron jamás la eventualidad de privar al
yor o menor según el país de que se tratara y nunca resultaría satisfactoria desde
pontífice de esta dote, y ni siquiera de disminuir su consistencia. En este caso
todos los puntos de vista). también jugó a favor del papa la costumbre milenaria de asociar el ejercicio de la
La prueba suficientemente explícita de la discordancia de los diversos ritmos
profesión y del ministerio sacerdotal a la propiedad de bienes, sobre todo terre-
evolutivos de la cristiandad venía dada por la acentuada separación entre el mun-
nos. Desde hacía siglos se había constituido en toda Europa una auténtica socie-
do ortodoxo y el católico, consolidada desde hacía ya mucho tiempo. En 1439 se
dad eclesiástica de sólidas bases económicas y de privilegios reconocidos, sus-
clausuró en Florencia un concilio eclesiástico que hubiera debido sancionar no
tancialmente respetados y mantenidos. El papa no era sino el mayor poseedor de
sólo la reconciliación de las dos colectividades, sino también la reunificación de
ese particular género de poder aceptado como habitual; obispos, abades, canóni-
las iglesias de Oriente y de Occidente. Está claro, no obstante, que para el princi-
gos y sacerdotes constituían sus beneficiarios menores, aunque mucho más nu-
pal interlocutor oriental —es decir, la comunidad ortodoxa rusa— esa ceremonia
merosos. En conjunto, la fuerza económica y por tanto política, además de social,
oficial no tuvo continuidad, al haber rehusado el zar Basilio 1H hacer suyos sus
del clero en Europa durante los siglos XIV y Xv era grande y sería imposible de-
resultados. No le importaba demasiado la suerte de una ciudad prácticamente
terminar suficientemente su entidad. La obstaculizaban solamente unos pocos
condenada como Constantinopla ni la de un imperio fantasma como el bizantino.
promotores de una Iglesia más separada de los bienes terrenos y semejante a la
La dinastía rusa podía entrever ya un futuro e ingente beneficio político en la caí-
imaginada comunidad cristiana de los primeros siglos. Pero tendían más a poner-
da de la segunda Roma, que favorecía a la que empezaba a configurarse como la
la en peligro los príncipes, que por motivos sobre todo político-económicos con-
tercera: Moscú. Tampoco_la Iglesia risa tenía motivos para disociarse de una re-
sideraban excesivo su poder.
alidad en cuyo marco desempeñaba un papel de primer orden. Como en el impe-
Bor otra parte; la" Iglesia de Occidente no era sólo eso. La regía una organiza-
rio bizantino, el poder religioso moscovita estaba estrechamente vinculado, al
ción supranacional que tenía en su cúspide al papado romano y a su curia en vías
menos a partir del siglo xx, con el poder político. La invasión tártara había uni-
de avanzada estructuración. Este poder central desempeñaba funciones que nun-
do para siempre las dos estructuras, además de dar inicio en las tierras rusas a un
ca podíañ ser estrictamente religiosas y que afectaban simultáneamente a la eco-
proceso de centralización y autoeradia! Antes incluso de que Iván Il dejase de pa-
nomía, la política y la cultura. El título con que el papa ejercía su autoridad era el
gar el tributo a la Horda de Oro (1476), los obispos rusos habían tomado la ini-
de Vicario de Cristo. Entre el mensaje atribuido al Hombre Dios y el armazón ju-
ciativa de elegir por sí mismos a su metropolitano (1447).
ridico-doctrinal de la Iglesia de los siglos xIv y xv existía la distancia producida
Por consiguiente, resulta inevitable examinar por separado las vicisitudes de
por un milenio de historia, de especulación filosófica y teológica, de práctica li-
la cristiandad occidental. También ésta había visto cómo se verificaban antes
túrgica, de compromisos culturales y de ambiciones temporales. La suma de exen-
de mediados del siglo xtv notables fenómenos culturales, religiosos y jurisdic-

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INTRODUCCIÓN 13
ciones, inmunidades y privilegios acumulada
durante tanto tiempo permitía a 1
Iglesia y a su cabeza visible intervenir en la sin duda medir la diversidad de progresiones propias en cada área cultural euro-
vida cotidiana y también en la d z :
estados, tanto más fácilmente cuanto, además pea. Se constataría que, a partir de entonces y durante los últimos diez siglos, la
del monopolio del culto, se le te.
conocía la supervisión de las opiniones y del civilización occidental —que no se encontraba entonces a un nivel mental o tec-
saber. El prestigio de la 1 lesia
fundaba además en la conciencia, enraizada en nológico muy superior al de las civilizaciones extraeuropeas más evoluciona-
los fieles de los distintos alses, se distanció cada vezsmás de ellas, hasta el punto de que el mero contacto
de formar parte de un mismo cuerpo moral: la Cristiandad. das—
'Con today los mayo: con ellas podía disgregarlas o destruirlás.7 0
res triunfos de esta primacía eclesiástica pertenecían ya al pasado:
el si ar y Sin duda alguna el Occidente precarólingio no tardó eri sacar provecho del
el xv constituyeron para ella un período de crisis y de reorganizaci
ón La fuerza gran patrimonio clásico, heredado en parte precisamente gracias al cristianismo o
de las creencias y el enorme ascendiente heredado pareeían detene
rumbamiento que r aún el de a través de él. Muy pronto, además, las exigencias fundamentalmente religiosas
ya se preparaba y que se iniciaría a comienzos
del siglo XVI. de este último asumieron también urnémero creciente de instancias laicas. Este
es el sentido de los distintos «renacimiéntos» que se ha pretendido distinguir en
3. VARIACIONES DE LA SENSIBILIDAD
la cultura europea desde el siglo 1x en adelante. Se puede evocar al respecto un
fenómeno significativo no muy anterior al período de los siglos xv y XVI. En el
AS ná de las vicisitudes del grupo social determinante aristotelismo, y sobre todo en el tomismo del siglo x1n1, el peso específico de las
en que se había con- instancias no propiamente cristianas se igualaba con el de los contenidos marca-
el clero, había todo un patrimonio de doctrin
as. saberes y creencias que
ese estrato social particular administraba. Incluso damente religiosos, aunque la forma de estos últimos se presentase aún no sólo
en la Europa occidental, 1 o como cristiana, sino también como ortodoxa. Los resultados, no obstante, fueron
designamos con el nombre abarcador de reli
gión conllevaba —igual queentre los
A EIRDOrAAICOS aztecas, por ejemplo— formas muy distintos. Precisamente aquel imponente compromiso reveló en pocas déca-
de fetichismo, de antropomorfis- das sus contradicciones internas y desembocó en la crisis filosófica de mediados
» AN og e sin distinciones aparentes. ¿Es que la revelac
stianas formaban verdaderamente u
ión y del siglo xIv (marcada por el nominalismo de Roscelino y de Guillermo de Ock-
refinado o lógico que el de las civilizaciones Í mi ham). En otros términos —lo que no es más que un ejemplo—, el cristianismo
contemporáneas? El cristianion 5d .
Occidente no se reducía siempre y solamente había llegado ya entonces a un atolladero por obra de la propia intelligentsia que
a un contexto de formas litórgio :
a as y religiosas, terapéuticas o espirituales. había producido.
No se disociaba Es verdad que los mecanismos de aceleración de la civilización europea de-
¿Undamente de un denso sedimento de usos y práctic
ostra ri ben buscarse sobre todo en otros sectores. Sin embargo, era indispensable subra-
ao Pánico o eslavo. Puesto que desde
el sielo xi 0 adelante la sociedad
ental se había articulado de manera firme v yar que también se contaba entre esos sectores el naturalmente más inclinado al
ri igi tradicionalismo y a la inmovilidad. Por lo demás, precisamente al intentar man-
la revestí a y las concepciones cristian
as que la a
una evolución en ciertos planos particularmente
a religiosa que tener la dirección de todas las actividades humanas y afirmar su magisterio, el
notables. Hace tiem,So ue
brayó el importante fenómeno de la secular sue pensamiento cristiano y eclesiástico llegó a encontrarse preso en la dinámica del
ización que llegó a caracterizar a la
sociedad europea, recurriéndose desarrollo histórico. En su intento de encuadrarlo para no dejarlo escapar, la reli-
a ese término para determinar en
la fase de los siglos xtv y xv. En realidad particula gión se iba secularizando cada vez más, al igual que en el ámbito organizador la
se trataba de un proceso de mu
duración que abarcó tanto el período anterior lar , Iglesia se iba convirtiendo cada vez más en una institución terrena y económica.
como el posterior, llegand
nos hasta finales del siglo xv e No ha de extrañar que el resultado de tal proceso, que se había intensificado to-
esas
al me davía más, fuese un malestar múltiple y profundo.
Como se puede observar también en otras concep
ciones religiosas —la mu- Una pequeña parte del clero intentaba recurrir a remedios y propugnaba una
sulmana, por ejemplo—., el cristianismo compor
taba fuertes tendencias dogmáti-
cas, pretendiendo ser no sólo la única creenci serie de reformas. Su programa, dictado también por la conciencia de la distancia
a verdadera, sino también la b
exclusiva y determinante del conocimiento cada vez mayor entre el organismo eclesial existente y el de los orígenes, se ins-
y la actividad del hombre. En ci tos
aspectos ese dogmatismo siguió siendo suficienteme piraba en un retorno a la mítica pureza del cristianismo primitivo. En todo caso,
nte vivo como para influir 20 incluso antes que por los laicos, la búsqueda del lucro y de las rentas por parte de
el espíritu europeo, incluso en sus formas
más laicas, hasta el sielo Xxx. Un hecho
esencial, sin embargo, caracterizó a la civiliz los ministros del culto fueron denunciadas abiertamente por algunos eclesiásti-
ación de Occidente con res ecto la
americana O la asiática, así como con respecto al cos. Como las voces, a menudo italianas, de los franciscanos «espirituales» (es
islam. Ese dogmatismo. en efe :
to, esa rigidez de las concepciones del mundo decir, partidarios de una conducta económica más severa, incluso por parte de su
y del hombre, no se tradujo e n. orden religiosa), las voces más célebres que se levantaron en ese sentido fueron
movilismo y produjo fenómenos de esclerosis
inferiores alos de otros lugares Si
se tomase, por ejemplo, como punto de partida las de John Wycliff, Jerónimo de Praga y Jan Hus. Era muy natural que los laicos
el mundo precarolingio, se podría
no tardasen en seguirlos, sobre todo en Italia, al menos a partir de la primera mi-

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tad del siglo XIv. Fueron los primeros gérmenes, aunque vigorosos, del anticleri-
Poco arriesgada, y de implantación predominantemente urbana, era la prácti-
calismo, que se concretaría en formas y momentos diversos según los países, a
ca de la astrología. El demonio era por antonomasia el enemigo de Cristo y la en-
través de toda una gama de actitudes que fueron desde la deploración afligida
carnación del mal en el espíritu y el lenguaje tradicionales. Los astros, en cambio,
hasta la ironía socarrona o cáustica, desde el desdén hasta la acusación violenta,
eran criaturas de Dios. Y los planetas eran considerados regidores de las diversas
fomentadoras de una auténtica revuelta. Ni siquiera faltaron los que en pleno si-
esferas concéntricas que, según la doctrina aristotélica, se pensaba que envolvían
glo xv unieron las viejas aspiraciones milenaristas a la revolución política y so- la Tierra. La jerarquía cristiana ponía por debajo de la Trinidad a los apóstoles, a
cial más clara (como los husitas y, sobre todo, los taboritas bohemios y moravos).
los principales santos, a la densa corte de los beatos y finalmente a los innumera-
A pesar de ello, la mayor parte del clero cedía a la atracción de los honorarios
bles ángeles. Esta jerarquía no tenía nexos precisos con la estructura animada que
e incrementaba la proliferación de las prácticas piadosas de las que sacaba ulte-
se atribuía al cosmos, sino que era una estructura también «celeste», de modo que no
riores ganancias. El culto de las reliquias, a menudo imaginarias, estaba en pleno
se imaginaba que el único cielo pudiera albergar fuerzas opuestas. A los astros y
desarrollo, así como la creencia en el Purgatorio. Se sostenía que en ese lugar de
alos planetas se les atribuía también influencias reales sobre los acontecimientos
penas ultraterrenas quedaban retenidas las almas de quienes, indignos de ser ad-
terrestres. Más que advertir un contraste entre aquéllos y la providencia divina,
mitidos en el paraíso de inmediato, habían escapado de la condena al infierno.
existía la tendencia a admitir una especie de alianza o de unión matrimonial entre
Para liberarlas de allí eran necesarias las plegarias, pero se creía que también lo
tales influencias.
eran sobre todo las limosnas y las preces sacerdotales retribuidas. En gran parte
Se consolidó así a gran escala la proliferación de los intermediarios entre el
desde esta óptica se difundió aquella especie de letra de cambio espiritual en que
alma y Dios, entre el hombre y el cosmos. Bajo innumerables formas se reforzó
se habían convertido las indulgencias. Sobre el capital inagotable constituido por
y se intensificó el ya amplio recurso a la intervención de la Virgen, de los santos,
los méritos del Salvador, la Iglesia se arrogó el derecho de abrir un crédito a quien
de los ángeles, de los demonios. El antropomorfismo triunfaba bajo las especies
recitaba una oración, llevaba a cabo una peregrinación, asistía a una ceremonia más diversas. Lo sobrenatural, lo bíblico y lo evangélico quizá nunca hayan esta-
religiosa o daba una suma de dinero para el culto (€n particular, para la celebra-
do tan representados y sentidos de una manera tan inmediata y sencilla, tan asi-
ción de misas). Según una creencia cada vez más consolidada y aprobada por los
milados a los rasgos propios de la vida cotidiana, tan vividos y, por así decirlo,
teólogos, ese crédito se traducía en la remisión al menos parcial de la duración del
implícitos en el ámbito de la existencia terrena. Esta sed de lo concreto, esta an-
castigo de los difuntos o las penas que el alma del fiel tenía que haber padecido
sia de identificación sensible llegó a ser —por vías en parte ya trazadas, en parte
después de la muerte. El descubrimiento de la imprenta contribuyó en la segunda
nuevas— la imagen del propio destino individual, de la propia suerte física y de
mitad del siglo xv a incentivar ese recurso tan fácil para obtener la gracia divina,
la fuerza que interviene para destruirla.
de modo que las indulgencias surgían de la imprenta como si fueran pólizas de
Por un lado, se representaba como se podía la entrada de la propia alma en la
seguro. No siendo fácil resistirse a la tentación de recurrir a ese medio para los
ultratumba, la lucha entre los ángeles y los demonios que contendían por ella, el
objetivos más variados, los pontífices apoyaron la justificación de su uso también
juicio que debía decidir su suerte individual. Por otro, no mucho más tarde de
para financiar empresas de construcción, como la nueva basílica de San Pedro en
1350 apareció una especie de nueva diosa, precedida de representaciones bastan-
Roma. Eran prácticas que no podían dejar de suscitar reacciones y se entiende te groseras del cuerpo muerto y putrefacto, que no era tanto instrumento de Dios
perfectamente que contribuyeran tanto a aumentar la inquietid y a promover la re-
como encarnación de una ley inexorable: la Muerte. La nueva simbolización de su
vuelta de Lutero y de sus seguidores. poder, sin embargo, no se limitaba a un ente que se cernía sobre una multitud de
Las prácticas mágicas —concretamente una mezcla de gestos y símbolos víctimas de toda clase social (como queriendo concretarlo y considerarlo el fan-
cristianos y paganos— eran comunes desde siempre incluso en el mundo occi- tasma y responsable del flagelo colectivo que suponían las epidemias de la época).
dental. Su difusión, sin embargo, fue-más infensa ——y la adhesión a ellas más en- Al principio, esa forma de personificación fue propia exclusivamente de la penín-
raizada— en las zonas campesinas O-gamaderas, sobre todo de montaña. En la se-
sula ifaliana. En el siglo Xv su figura pasó a constituir otro tema iconográfico, pro-
gunda mitad del siglo xv la Iglesia de Roma decidió intervenir de modo más bablemente de ofigén teatral, presente durante largo tiempo en amplios ciclos de
enérgico que en el pasado y tratar como herejes a sus seguidores más manifies-
fresces,-sobre todo al norte de los Alpes y de los Pirineos: la llamada «danza ma-
tos. Esto significaba la entrega de los responsables a los tribunales de la Inquisi- cabra». En ella fueron personificadas casi todas las categorías sociales, incluyen-
ción eclesiástica, la tertura y la condena a penas bastante graves, incluida la ho-
do a los más altos representantes del poder laico o eclesiástico, cada uno en com-
guera. Entre los adeptos “a” la magia no falfabarT“quienes practicaban cultos pañía de un cadáver que venía de repente a invitarlo irónicamente y a llevárselo
demoníacos o adoraban al diablo en forma de personificaciones simbólicas, Este
consigo.
enfrentamiento entre distintos niveles de cultura dentro de la misma civilización,
agravado por el apoyo que el clero tenía en el brazo secular, se tradujo en cons-
tantes tragedias, sobre todo en las regiones alpinas.

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saba en el centro de las mayores plazas. La formación de los párrocos y sacerdo-


4. DIMENSIONES DE LA CULTURA
tes del siglo xv no se basaba en una selección bien organizada, al tiempo que sus
instituciones tampoco los preparaban de, manera adecuada para las funciones
Sabido es que dentro de la civilización cristiana se habían consolidado
desde doctrinales de su magisterio. Esta carencia era compensada en gran parte con la
hacía tiempo géneros culturales laicos casi tan independientes de las
directrices intervención en la predicación, sobre todo urbana, de los franciscanos y de los do-
teológicas como de las inspiraciones eclesiásticas. Bastaría Citar
los albores. del minicos, procedentes de un aprendizaje conventual mucho“más amplio y sólido.
conocimiento mercantil, ciertas formas de historiografía, la poesía de los trouba-
Se trataba en la práctica de auténticos especialistas en el magisterio oral, algunas
dours y las fiestas y ceremonias vinculadas al mundo caballeresco. Ni
siquiera la de cuyas intervenciones recopiladas en colecciones en lengua vulgar revelan su
cultura del clero permaneció estancada ni se limitó a incrementar el florecimien- eficacia y su pericia. Sus predicaciones normalmente se organizaban en ciclos
to de las distintas formas de literatura devota. A pesar de las disensiones filosófi-
(de Cuaresma, de Adviento, etc.) y la elección del orador correspondía a menudo
cas y teológicas que se habían acentuado en su interior, dicha cultura conservó
a las autoridades civiles más que a las religiosas. La predicación constituía, en
ante todo el dominio de la formación universitaria. En las facultades de Derecho,
efecto, una manifestación pública con múltiples facetas —políticas, sociales y
de las Artes y sobre todo de Medicina, los profesores estaban muy lejos de perte-
económicas, además de morales—, por cuanto se refería a toda suerte de com-
necer en su mayoría al clero. De todos modos, por encima del Derecho civil
rei- portamientos.
naba el Derecho canónico, al tiempo que las disciplinas filosóficas y científicas
La importancia del púlpito se acrecentó singularmente por el hecho de ser la
seguían estando suficientemente sometidas a la doctrina de la Iglesia. Por
lo de- única tribuna desde la que se hablaba verdaderamente en público a los miembros
más, ni de estas últimas ni de la medicina surgió prácticamente, antes del siglo
de todas las clases sociales, con suficiente frecuencia y de una manera particula-
XVI, ninguna amenaza importante para los dogmas o las creencias religiosas.
rizada. El predicador componía ciertamente su discurso sobre la trama de la doc-
Dejando aparte su influencia interna en círculos universitarios más bien
ce- trina religiosa y de las exigencias éticas cristianas, pero procuraba no rehuir nin-
rrados, el magisterio eclesiástico se ejercía a una escala mucho más vasta
a través guna cuestión que fuese de actualidad. De este modo, al menos durante todo el
de la predicación. En las zonas fuertemente urbanizadas (como Italia centrosep-
siglo XVI el predicador fue el principal artífice de la opinión. Aunque sus sermo-
tentrional y Flandes) existía ciertamente una instrucción pública bastante
difun- nes se caracterizaban por un conformismo fundamental, lo poco que se permitían
dida que ya no era sólo religiosa y tampoco era aún del todo laica. En aquellas
de personal o de original era, naturalmente, lo que llamaba más la atención. En la
áreas eran relativamente numerosos los que sabían leer y escribir. Pero las
formas lista de predicadores renombrados y a menudo celebérrimos que destacaron en
de enseñanza de radio más amplio eran orales y visuales: las constituidas por la
el púlpito antes del año 1500 hay que mencionar al menos a Juan Nepomuceno
producción artística y, sobre todo, las que provenían de los púlpitos.
No sólo en (+ 1393), Vicente Ferrer (t +19) y Bernardino de Siena (+ 1444), De sus filas
el campo o en los centros de importancia menor, sino también en las ciudades,
la de movimientos de devoción, a veces de revueltas
surgieron famosos animadores
mayoría de la gente era analfabeta. En los siglos x1v y Xv se difundieron cada vez
prolongadas como la husita y más raramente de auténticos partidos políticos ciu-
más las representaciones escénicas, casi únicamente religiosas. Los misterios
y dadanos (como Jerónimo Savonarola). De ahí que no deba extrañar que el éxito
las representaciones sacras ilustraban con riqueza de medios dramáticos el
patri- de la Reforma a comienzos del siglo xv1 se obtuviera por la voz de esos eclesiás-
monio ético y cultural cristiano. Aparte de las iglesias no había edificios expre-
ticos más que por la difusión por la imprenta de los escritos protestantes.
samente dedicados a ella y el acceso a los espectáculos era gratuito. Las proce-
Cuando se quiere considerar las formas culturales que de modo aproximado
siones constituían otra forma de difusión cultural, obviamente completada tanto
se pueden calificar de laicas, el panorama es obviamente variado. Aquí nos en-
por las habituales ceremonias religiosas como por el conjunto de frescos,
estatuas contramos ciertamente ante una auténtica eclosión de grandes novedades, aunque
y capiteles que adornaban las iglesias. Por consiguiente, los laicos de todas las
por otra parte no constituyeran de hecho un conjunto como el eclesiástico. En
clases sociales estaban constantemente rodeados por una compleja red de ense-
efecto, la cultura mercantil, la humanística y en cierta medida la caballeresca se
ñanzas eclesiásticas directas e indirectas, indudablemente eficaces. Hay que
re- desarrollaron mediante directrices bien distintas, más divergentes que conver-
cordar, sin embargo, que estos laicos organizaban también por su propia cuenta
gentes al menos en apariencia.
fiestas, torneos y entretenimientos públicos cada vez más frecuentes y pomposos.
Los puntos de gravitación de la vida caballeresca, incluso en el plano cultural,
Las comunidades aprovechaban regularmente las ocasiones en que llegaban em-
eran sobre todo las cortes, el único altar opuesto, y no tanto público, al esplendor
bajadores o pasaban príncipes y prelados para desplegar todo un ritual esceno-
de las mayores ceremonias de la Iglesia. En ellas se organizaban entradas triunfa-
gráfico destinado a su recibimiento.
les, fiestas y torneos que valoraban regularmente diversas actividades creativas.
Lo que pertenecía verdaderamente al clero era el monopolio del púlpito. Éste
En el ámbito de las cortes, en particular fuera de Italia, no actuaban solamente los
no estaba siempre confinado en el interior de los lugares de culto: a veces se eri-
laicos. En la península italiana, en cambio, en torno a los señores y a los príncipes
gía arquitectónicamente fuera del edificio religioso y más a menudo se improvi-
predominaban aquellos que no llevaban hábito religioso (a excepción de Roma).

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18 LA EDAD MODERNA INTRODUCCIÓN
19
La paz relativa de que gozaba Italia en el siglo xv en comparación con otros paí- la estructura de la Iglesia de su tiempo.
Para ellos lo esencial era dar finalment
ses favoreció especialmente el florecimiento de las cortes establecidas en el valle derecho de ciudadanía a los valores en que la civilización laica
en particular Cro.
del Po (desde Ferrara hasta Mantua, desde Verona hasta Milán), a las que se agre- ía firmemente: la importancia de la vida
activa, la legitimidad de los honore le
garon las de los Bentivoglio de Bolonia, de los Malatesta en Rímini y de los Mon- renales y la utilidad de las virtudes cívica
s y políticas. Si bien se mira existía
tefeltro en Urbino. Es significativo, por ejemplo, el gesto de un Gonzaga que, tras ciertamente una falta de conciliación real
entre sus perspectivas y las más -
haber hecho erigir para su propio solaz Ca'Zoiosa (1388), la destinó a partir de Plamente cristianas, pero el conflicto fue evitado durante
mucho
tiempo por lo
1423 a acoger la escuela humanista de Vittorino da Feltre. menos hasta finales del siglo xv1 y aún
más allá, aunque de hecho tam. 0co fue
En la península italiana los poderes políticos, principescos o civiles estaban buscado por unos ni por otros. La presencia
de tantos miembros del clero entre
organizados desde hacía tiempo de una manera que permitía no recurrir a los los humanistas del siglo xv testimonió
la unión armónica que, en vez de oposi
miembros del clero para ejercer las funciones de mayor importancia que exigían ción, se produjo durante mucho tiempo entre
la cultura humanista y la eclesiást.
una preparación literaria. A esta precoz y minuciosa solicitud de intelectuales Ca. Si se quiere considerar la función
ética y política de los humanistas,
todo en Italia, está claro que éstos no se sob
laicos correspondió un desarrollo anticipado del saber no eclesiástico. Las ad- alinearon ya con los regímeneses republ
canos, sino con los de los principados republi
i--
ministraciones monárquicas estaban provocando un fenómeno totalmente análo- y reinos.
go, sobre todo en los países de la Europa atlántica, aunque aquéllas recurrieron Aun siendo grande el prestigio de
la Roma antigua y natura
l que se desente-
en particular (como sucedió también en Italia) a quienes tenían conocimientos rrase en Occidente su patrimonio cultur
al, también los clásicos griegos hicier
sentir muy pronto su fascinación, que se on
jurídicos. extendería hasta el umbral del año 1500
A las motivaciones políticas se aunaron otras —de naturaleza más específi- Por lo demás, a finales del siglo x1tv y comie
nzos del xv un numeroso grupo d
camente cultural— para explicar el humanismo. Como anteriormente habían he- griegos se dirigió a la península italiana:
por ejemplo, Emmanuel Crisolora Gt
cho los juristas, los humanistas asignaron un valor fundamental al patrimonio clá- 1415), Teodoro de Gaza (j 1475) y Jorge
de Trebisonda (+ 1486). Los trabajos
sico, en primer lugar al latino. Su atención se concentró en las producciones para la anión de las iglesias ortodoxa y
latina hicieron venir a Italia a Jorge Ge.
literarias y filosóficas y además atribuyó una importancia determinante a su for- a dun Argiropulo (F 1490), a Demetrio
Calcondila (151 ya
ma estilística. De modo bastante paralelo al de los juristas (que reutilizaron una ES 2). Or otra parte, no fueron pocos los italia
laron expresamente a Oriente para apren nos que se tras-
armazón normativa del comportamiento patrimonial y civil), los humanistas se der y perfeccionar el griego o para ad-
refirieron a los criterios de los clásicos para responder a las necesidades éticas y quirir manuscritos de los clásicos antigu
os. En definitiva, desde el siglo do hubo
culturales que se habían convertido en cotidianas en una sociedad burguesa y Ci- un nutrido grupo de intelectuales que
fueron protagonistas de una nueva cultur
a ellos la aparición de la imprenta debió a;
vil e inseparables de ella. Este modo de proceder, consistente en el recurso a lo de ofrecerles un medio inesperado ero
antiguo para satisfacer exigencias actuales y nuevas, no ha de extrañar tanto si se potente de difundir sus Obras con más
facilidad. Sin embargo, al menos hast
segunda mitad del siglo xv1 la dimensión la
tiene en cuenta que —-sobre todo entre los siglos XIv y XV— caracterizó no sólo del mundo cultural creada por los mue
a la esfera jurídica, sino también a la religiosa o artística. Se trataba de un proce- VOS
O clérigos entusi
a astas de la Antisiiedad
5 quedó Teser
v ada a la S elites aristocráti-
so general, de fondo, propio de esta fase de la civilización europea. Cas, civiles O Cortesanas. á

En las obras antiguas se hallaba la expresión del gusto por la vida terrenal. El
rechazo del latín lleno de barbarismos consagrado por la escolástica y por la Igle-
sia en beneficio del original de los autores paganos era un modo eficaz de afirmar 5. LAS ARTES
y celebrar la legitimidad de los intereses mundanos. Por otra parte, en un segun-
do momento comenzó a emplearse la capacidad adquirida de distinguir los textos De la Imprenta de Oporinus en Basilea
salió en 1543 la espléndida edición de
auténticos de los espúreos para analizar los que habían sido transmitidos por las la obra de Andrés Vesalio titulada De
humani corporis fabrica. El autor sentí
creencias cristianas. Para empezar, per un lado la autoridad y el ejemplo de los an- aún de manera muy viva la necesidad a
de defender su obra de anatomía ataca
a la mayor parte de los profesores univer ndo
tiguos animaron a humanistas y a burgueses a revisar la escala de valores y virtu- sitarios que seguían limitando su ense
des elaborada por los eclesiásticos. A continuación se pudo pasar.a la crítica de ñanza guna, etusta doctrina libresca
y rehusaban fundamentarse personalme
importantes documeñtos falsificados; como la: pretendida donación de Constanti- con la práctica anatómica. De hecho, nte
el médico de Basilea no exageraba.
años antes, el gran Poc
no, así como, a principios del siglo Xvr, al análisis filológico y doctrinal de las humanista Luis Vives había descrito
tíficos de su tiempo precisamente a los cien.
versiones más auténticas del Antiguo y el Nuevo“Festamento. > con estos términos: «Enojados contra
ran, los dialécticos la naturaleza que igno
Salvo algunas excepciones, los propios eclesiásticos no estaban animados por se han construido otra, es decir, la de
la “formalidad” la d ,
una hostilidad hacia el patrimonio antiguo. A su vez, los humanistas no intenta- he aquí”, la de las “relaciones”, de las ideas platónicas
des que los mismos y de otras monst ' ida
ban de hecho poner en duda los dogmas religiosos ni menos aún criticar a fondo que las han inventado no pueden enten
der» ma

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20 LA EDAD MODERNA
INTRODUCCIÓN 21
Este divorcio entre conocimiento y experi
mentación, entre ciencia y técnica.
todavía dominante en las universidades del siglo el nuevo modo de construir y de representar que se ha calificado de renacentista.
Xv1, era el resultado de la ante- Esto no concierne solamente a los siglos XV y XVL, ya que encontró desarrollos
nor concepción general del saber. Se había
considerado que el objeto de este úl- coherentes y directos en las fases siguientes definidas como manierista, clasicis-
timo era la esencia y no los accidentes,
las formas y no la materia (exactamente
igual que para la visión cristiana lo que contab ta, barroca y neoclásica. Hasta la primera mitad del siglo Xxx se hallarán sus des-
a era el alma y no el cuerpo). En tacadas consecuencias en tode-el-continente europeo, así como en las otras áreas
esta concepción de cuño teológico, los
Cuerpos y los seres naturales «e conside» ” E
raban encarnaciones efímeras de especies culturales en que éste tuvo influencia:
inmutables. El verdadero conocimi Este movimiento artístico, que innegablemente se inició eñ la Toscana, se di-
to no debía dedicarse a ellos, sino a lo
eterno: quien.se ocupaba de ellos s veía
degradado socialmente al nivel mucho más fundió por el resto de Italia en el transcurso del siglo xv. En cambio, el camino
modesto de «metánico» Las llama. de su compleja propagación por el resto de Europa resultó cronológicamente es-
das «artes mecánicas» de aquella época
comprendían tanto la anatomía"como la
pintura ola escultura, en la misma catego calonado y geográficamente diferenciado. Según en qué países, durante una pri-
ría que la carpintería, la industria textil
la ingeniería, eto. Por cuanto esas artes mera fase sus manifestaciones coexistieron con las góticas (hasta pleno siglo
habían acumulado un notabilísimo co -
junto de conocimientos concretos y aplicables, xvi. Un nuevo arte fue elaborado en todas partes a partir de talleres y grupos de
eran consideradas de rango infe artífices que todavía eran considerados como «mecánicos». Aunque plasmaba el
nor y de ninguna manera dignas de teoriz
ación. En suma, el saber era model de , gusto colectivo y respondía a una demanda cada vez más amplia, la verdad es que
conforme a la metafísica en detrimento de
la física: consiguientemente, se sost o este arte casi nunca resultó popular. Es decir, hay que subrayar que, a diferencia
e aun que la vida contemplativa era,
sin parangón, superior a la vida activa.
: OS del arte medieval, el renacentista en sentido lato, de refinada factura, fue más
a derecho a una teoría. se consideraba que ésta
no tenía bien de cuño docto e intelectual. De ahí que, en cierto sentido, ese arte se separa-
Esa vieja concepción, no obstante, era sosten ra de la vena espontánea de los estratos sociales inferiores, vena que se vio mar-
ida y seguida sobre todo por las ginada a una dimensión secundaria, de jerga o provinciana. Fue el vasto sector
categorías directamente interesadas, que
manipulaban la cultura oficialmente do- exigencias religiosas el que se mantuvo
minante: teólogos, filósofos, profesores del arte producido para responder a las
universitarios y naturalmente eclesiá á más cercano a la sensibilidad colectiva, hasta el punto de seguir siendo durante
cos. Juristas y humanistas se movían
en un plano un tanto distinto, aunque las
profesiones del derecho y de las letras eran mucho tiempo la zona de encuentro cultural de los distintos estratos de la socie-
asimiladas por quienes las pacta. dad en la dimensión iconográfica. Hay que hacer constar, no obstante, que tam-
ban a las más nobles (entre las que se
incluía, además, el ejercicio de las armas
siempre practicado por nobles— y del gobier bién la Iglesia católica-como a continuación hizo igualmente, al menos en parte,
no). Está claro, sin embargo, que esa la protestante, aceptó sin resistencia el nuevo arte. La misma reorganización ecle-
clasificación mental y académica no debe
confundirse con la realidad eftotiva de siástica postridentina —que volvió a poner progresivamente en manos de la je-
las relaciones humanas de la época. Con mayor
razón, el alcance real de las art rarquía la iniciativa cultural— tontribuyó sin duda alguna a tales procesos.
y de las técnicas no ha de valorarse según
las pretensiones de la doctrina libres. En la base de las emergentes concepciones artísticas había una nueva intul-
ca. Así, ya el siglo XIV y el xv representaro
n una etapa esencial en el desarrollo ción del espacio, no siendo casual el hecho de que su primer promotor fuera prin-
del conocimiento en Occidente, y tambié
n sobre esta base se fundará la separa-
ción cada vez más rápida entre Europa y cipalmente un arquitecto. La exigencia que se intentó satisfacer en primer lugar
el resto del mundo. Precisamente Sn, este fue la de la ubicación —del edificio, de la escena o de la estatua— en un campo
período se crearon y se consolidaron los
tipos de saber y de técnica que result “que cumpliese las normas de la perspectiva o de la fruición estética y social. De
ron decisivos para la propia Europa, al menos
hasta el siglo xvHmn. z este modo, no se toleró ya que personajes situados en distintas profundidades de
Empezando por la anatomía, que los catedr
áticos se negaban a practicar, ya la la representación no obedecieran a las leyes de la Óptica. Sobre la superficie lisa
estudiaban apasionadamente los pintores
y los escultores (a pesar de lasdificul disponible, el pintor quería disponer todo cuerpo u objeto respetando la propor-
tades objetivas de procurarse cadáveres
incluso en pleno siglo xvI). Esta co . cionalidad de la visión espacial. Ello comportaba tanto un intento artístico dife-
ciente y deliberada atención al cuerpo human
o resultará importante no sólo ara rente como el conocimiento y el aprendizaje de los nuevos procedimientos téc-
la ciencia, sino también en gran medida
para el arte, Es decir, si se da la impor. nicos de expresión. El intento consistió en someter la reacomodación a reglas
anda que merece a la introducción del anteri
or saber Óptico y geométrico E las rigurosas de naturaleza matemática no totalmente desconocidas con anterioridad,
nes igurat
, NN ivas, no se puede
pue n desdeññear las transfq ormaci1ones
debida
i s a la obser- si bien antes no se había querido adaptar a ellas las escenas representadas. En re-
El surgimiento de los nuevos horizontes alidad, en la mayoría de los casos estas escenas eran religiosas. Parecía entonces
artísticos aparece sustancialmente instintivamente más oportuno situarlas en una dimensión no propiamente terres-
vinculado a la personalidad de Filippo Brunel
leschi (1377- 1446). Fue a su mod: tres, dominadas como estaban por el deseo y el objetivo de evocar lo sobrena-
un hombre «universal»: orfebre, innovador
de la representación en pers ectiva. tural. Todo fue entonces reducido o reconducido a lo «natural», entendido y tra-
arquitecto y urbanista, así como ingeniero
militar. A él va unido en primer lugar zado en el sentido de la perspectiva arriba indicada. De este. modo, entre las
o

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22 LA EDAD MODERNA
INTRODUCCIÓN 23
primerísimas creaciones del nuevo estilo encontramos una Trinidad pintada por simo recurso semántico a la Antigiiedad no vinculó, sin embargo, a las estructuras
Masaccio en 1428, Sin dudar, el artista florentino la enmarca en un espacio cal- concretas de los edificios, instintivamente intuidos como necesariamente corres-
culadísimo, que insensiblemenie encierra ahora en sus dimensiones a la divini- pondientes a un tipo distinto de sociedad y de relaciones humanas. No se hizo,
dad. Ningún contenido, infernal o celeste, milagroso o místico, debía escapar en pues, ningún esfuerzo por reproducir la tipología arquitectónica clásica, salvo ex-
lo sucesivo a los dictados del nuevo saber pictórico. cepciones marginales. El uso del léxico grecolatino y de las relaciones volumétri-
No pareció, ni de hecho pretendía serlo, un signo de irreverencia, sino que se cas «ideales» no indujo a imitaciones anacrónicas ni limitó la fantasía creadora de
trataba de la decidida manifestación de la superioridad de una técnica consciente los constructores, Esta fantasía se desplegó de un modo no menos ininterrumpido
de que se arrogaba explícitamente —en el plano de la expresión cultural— una y dinámico que la de los pintores, dando lugar a un proceso arquitectónico y urba-
soberanía intelectual inapelable, incluso más clara e incontestable que la que los nístico que se expandió por Europa hasta finales del siglo xvu.
humanistas habían querido imponer en el plano filológico-documental. Si bien La penetración de estos modelos de construcción fue relativamente más res-
cabe omitir aquí los nombres de los más insignes artistas que se distinguieron en- tringida y lenta que la propagación de los paradigmas figurativos. Edificar o ree-
seguida en este plano, no se puede dejar de subrayar que pocos años después de dificar comportaba gastos mucho mayores e implicaba problemas concretos más
las primeras aplicaciones de su método, sus criterios e intentos fueron claramen- numerosos que la ejecución de un tapiz, una tela o un fresco. En la mayoría de los
te formulados en el tratado de Leon Battista Alberti Della pittura (1435). Fue el casos, no sólo los edificios sino incluso las ciudades tardaron en someterse a los dic-
primero de toda una serie importante de escritos similares que se sucedieron en tados de la perspectiva. Muchos núcleos, incluso ricos e importantes, siguieron
Europa a lo largo de más de un siglo. La escisión técnica entre la producción an- siendo medievales. Otros (sobre todo en el área correspondiente grosso modo a la
terior y la siguiente era clara. Respecto al público, enseguida expresó su confor- Hansa) se desarrollaron y crecieron sin alterar la fisionomía urbana heredada del
midad al reconocer lo sagrado bajo especies corpóreas y «naturales» que se daban pasado. Es decir que la transformación arquitectónica chocó no sólo con obstá-
a una profundidad espacial sutilmente sometida al ritmo de una trama geométrica culos económicos y urbanísticos, sino también con dificultades sociológicas y de
insensible y omnipresente. 7
gusto colectivo. La fuerte tradición municipal y republicana llevó a los comer-
Un tanto más complejo fue el viraje producido en el campo de la construc- cientas ricos de las ciudades germánicas, y sobre todo de las holandesas, a iden-
ción. Por un lado, en pleno período gótico, entre los siglos XUI y XIV, numerosos tificar sus ideales civiles con los modelos de su propia construcción tradicional,
centros urbanos —desde la zona centrooriental de Europa hasta Italia— habían a la que permanecieron fieles incluso en el período del florecimiento de los siglos
sido ya creados o ampliados con el concurso de criterios de uniformidad, alinea- xvi y el xvm. Estos reflejos funcionaron simétricamente, aunque en sentido
ción y distribución de los espacios y las áreas económicas o de control. Por otro opuesto, en el seno de la burguesía comerciante meridional. Aparte y antes que
lado, si bien intervino poco en la revolución de las técnicas pictóricas, el magis- para los nobles, el palacio de ciudad concebido de forma renacentista (y en mu-
terio de la Antigliedad clásica fue decisivo en el caso de la arquitectura. Más que chas zonas también la casa de campo) constituyó el signo visible del rango con-
nunca, el personaje clave en este campo fue Brunelleschi, del mismo modo que el quistado por la familia del gran comerciante. Este fenómeno tuvo su desarrollo
primer tratadista e ideólogo fue Alberti (seguido también en este sector por una más significativo en Italia, aunque con fuertes divergencias cronológicas. Flo-
serie de arquitectos escritores de la Edad Moderna). Por lo demás, así como el rencia y luego Venecia vieron surgir hacia el siglo xv lo que sucedió en Génova
nuevo lenguaje figurativo respondió innegablemente a las exigencias del gusto y y Roma entre los siglos XVI y XVI.
de la celebración social, lo mismo pasó de modo mucho más acentuado en el El aspecto político y social de la nueva arquitectura se revela de un modo no
campo de la construcción. Al final, la cultura arquitectónica renacentista asumió menos claro en el hecho de que fuera adoptada (con modificaciones significati-
una forma de iglesia (de planta central y con los dos brazos iguales inscritos en vas según los países) por la nobleza, el alto clero y, sobre todo, por los príncipes
un círculo) que —aun sin imponerse definitivamente sobre la iglesia de cruz lati- de cualquier rango, y particularmente por los monarcas. Las formas renacentistas
na— encarnaba una verdadéra estructura alternativa frente a la tradición. Aun- —y luego manieristas y barrocas— de inspiración clásica se hicieron distintivas
que luego se sucedieron importantes modificaciones, incluso el nuevo San Pedro de la supremacía y del poder político o religioso, que atrajeron para los innume-
fue concebido e iniciado por Bramante (1444-1514) según este modelo. rables edificios, monumentales y costosos (incluso administrativos), una suma de
Brunelleschi y sus sucesores reconocieron,en los tres estilos helénicos (el dó- inversiones.muy notable. «Construir a lo grande» pasó a ser en una tendencia co-
rico, el jónico y el Corintio) y en lós elementos. característicos de la construcción mún a la mayor parte de las autoridades y clases sociales dominantes europeas,
antigua el léxico obligado de toda construcciónñnoble y digna de no perecer: de en particular en el área latina y católica. Con ello, el aspecto de muchas ciudades
todos modos, se reconoció una función complementaria en el llamado «rústico (por no hablar de las de nueva fundación) resultó transformado, a menudo por
toscano». Al mismo tiempo se asumió un conjunto de relaciones volumétricas y obra sobre todo de los soberanos, que en los siglos XVI y xvi! siguieron el ejem-
espaciales de inspiración simbólico-filosófica, pero también matemático-musical, plo de los príncipes italianos del siglo xv. Lo que había sucedido en Pienza, Ur-
para establecer las proporciones ideales de los diversos tipos de vano. Este amplí- bino, Mantua y Ferrara entre 1450 y 1550 se reprodujo luego desde El Escorial

cli
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24 LA EDAD MODERNA INTRODUCCIÓN 25
hasta Valladolid, , desde Heidelbe rg hasta
Ber] Í cambios de moneda de una plaza a otra, las mercancías con que se traficaba ha-
colmo, , desde Viena hasta Praga y SSan Peters
O ca
burgo. Inclus ge hasta Esto.
j bitualmente en cada emporio, el tiempo necesario para cubrir las distancias res-
a los órdenes arquitectónicos antiguos ya la
6 tr ía mon
volume Ee tal N
onumen d e los edi - pectivas, los calendarios de las ferias, las equivalencias de pesos y medidas, etc.
Hasta el siglo xv1t proliferó; poniéndose ál día constantemente, esta literatura,
ficios y de los vanos, relnaron de Manera indiscutible la simetría y la pe spect va.
que no debía nada a la enseñanza universitaria. Contenía además elementos de
Esta encarn ación o ostento
O: sa y maciza de un order
orden Socia!
ial 1 reconsti udo
d y Seguro
8 de
contabilidad —desde las operaciones mássimples hasta laselaboración de los ba-
Si mismo se hizo
A propia a tanto
I de la le]
g1es la d e Ro ma
Sos ma coo n od e la ang
nelita: aede Os
lances—, y precisamente en este séctor se realizaron progresos notables (uno de
obispos-príncipes del o E
Imperi germán
Ss ico. Triunfaron atrios y patios, portal es y
los principales fue la teneduría de cuentas por partida doble). Conscientes de la
cor usas,
1. p ero $ ob: e to do pó: TUICOS,
tIiCOS
C Pp ilastr a. S y coh
cotum nas, 1
mientr as que COmo re-
importancia de los resúmenes escritos de st'actividad, las sociedades y sus agen-
mate
ate d e los e d ici ossd e cul
cult o p: rTOMMTer
lif aron ada
cada vez
vez más ás s1 fasTi Ss túpul
úpula Ss q ue más tar-
tes concretos se habituaron a conservar la correspondencia y las relaciones de da-
de coronaron también los edificios civiles),
(
tos. Muy pronto el uso sustituyó las"cifras romanas por las arábigas, más ágiles,
al tiempo que la lengua vulgar fue desde el principio la usual para los escritos
mercantiles. Algunos de éstos fueron de especial relevancia, pues permitieron
6. TÉCNICAS MERCANTILES, MILITARES Y TIPOGRÁFICAS
una mayor complejidad en las operaciones crediticias y financieras. En los siglos
Así com O los ordenamient O s de la nueva civilización Ss
estaban íntimamente x1v y xv se consolidaron la letra de cambio, el efecto comercial, el endoso relati-
vinculado s a 1 las 1
estruct uras del poder y de la Tniqueza > las téécn. 1Cas y los conocl- vo, el cheque y la póliza de seguro.
Gracias a esas técnicas y a estas escrituras los negocios pudieron basarse en
mientos experimentales también 4
estaban entrelazados con lo Ss demás sectores de
una red densa y supranacional de datos informativos y cuantitativos. Esto permi-
mayor dinamismo de las distintas actividades.

tió a las sedes centrales de las sociedades o empresas -—aunque también a los
Z El mu nd 0 mercant
e il se e h había
1 rToDuste
b s cido Sssin du 1d a suficientemente desde el
agentes concretos bien organizados— dominar los intercambios que cubrían el
p eríodo anterior >sracias a a sus luchas VICLOTIO; sas, tanto en el á mbito
b de las ciuda
espacio euromediterráneo y extenderse hasta Sudán, hasta Persia, para llegar poco
des p ata imponer
p y se políticamente como en los
OS mares p por la pl imac Í:1a ome: rcial .
Com:
a poco a escalas atlánticas cada vez más avanzadas. Lo que no quita para que in-
Cuando sobre mo la CTISIS del siglo X1V, ese mundo hal Ya empeza O a forjarse
cluso el área europea estuviera tanto más sólidamente en $us manos en el plano
todo 1 an conjun
ito d e instrumentos
ent é
técnico s y e e onórmi cos
O; q u e le JOrK eros
económico cuanto más desarticulada política y jurisdiccionalmente se hallara, El
alro
fr ntarla mejor - De este
st modo V O1viÓ
lv ó a to Y ñar mu y pronto el puiso
impul necesario
para ? constituir una V vez más una fue 1Za Mofriz decisiva Pp arael O ccidente eu 10) peo.
comerciante de los siglos xtv y xv la había reducido a su modo a un todo orgáni-
co, y cuando las puertas de los demás continentes se abrieron a sus sucesores, és-
Anál« 2 amente a lo sucedi d oen
ene l campo de ar epresen
p tac 1Ó
sentaci ón figur atrva y de la
tos ya estaban técnicamente preparados para resolver los problemas que surgían
construcción
Ó > las técnicas elab oradas e ntonces porl OS a g entes econór
onó ucos tenía
Í:
Ono
con Objeti
1 et1vo organiz
reant
g ar e 1 carap odel
e 10 S negocios S y de OS los 1 nterc ambios Pp ara a escala oceánica. .
d do -
En algunos aspectos mejor que lo que a su manera lograron el humanismo, la
minarlo c On n v vistas al may
ayor prove
Veo ho . Básica
. men: te, la S intuiciones y ha Maz g OS
perspectiva geométrica y el léxico arquitectónico renovado, la cultura mercantil
de' los siglos XIV y XV en ese campo fueron lo Ss cimientos de las pr incipa. es acti
constituyó un elemento unificador del espacio occidental, y sobre todo un poten-
vida des mercantile
j s yy de sus ÉXi
éxitos 1
incluso fifuera de Eur opa hasta el siglo
El
oconjjunto de estos 5 o XVI . :
tos instru
instr mentos
] y técnica
écni s no fue copiado en realidad de los ciador de sus capacidades de expansión. A partir de los siglos x1v y xv los co-
ene os sino en parte tomado del vecino mundo
musulmán, con el que mantenía merciantes supieron recoger periódicamente los frutos de los intercambios re-
mneesan es contactos económicos. Desde el
sa

gionales y supranacionales, manejando las ferias -—en particular las mejor


L a.

punto de vista de la elaboración, por o

siguiente, las zonas de vanguardia resultaron situadas— como plazas de reajuste regular (clearing) de los recíprocos activos y
ser las del Mediterráneo centr
occiden tal, entre Italia, España y el sur de Francia
o pasivos comerciales. El mecanismo de la participación en los negocios también
importa
En el plano de la informinformaación,
ció los hombres de negocios comprendieron lo se perfeccionó. Por lo demás, el recurso al seguro marítimo (primera forma de
nte que era no sólo intercambiarla a del « modo másás rápido
rápi y fi Í este tipo de garantía que se practicó a gran escala) se hizo bastante frecuente a
atambién tenerram
a mano > lalea esencia
es Í l, , conden
nde sada en pror 1tuarios
Í S que toma. ron preci-OÍ partir de ese período, empezando por el Mediterráneo, donde aumentaban la pi-
s mt el significativo título de Prácticas de ratería y la guerra corsaria.
o . o mercado. Ya debían de existir en
a siglo e pues el siglo siguien te los encontramos ya en su forma madura Fuera por lo referente al contrato de seguro o por la estipulación y empleo de
os manuales estaban redactados en 1 engua
vulgar por los propios 1 otras obligaciones crediticias, la clase mercantil llegó a chocar con algunas doc-
por lo general para su uso S por tod a una red % de socios. trinas económicas y con cierta jurisprudencia a ellas subordinada. Su cultura emi-
1 . No tení íanaa ada
nada de
de doc,
doctri-i
nario.
par o Coleecionados empiri Í camente, a menudo con meticulosa lentitud sus nentemente empírica y la conciencia ideológica demasiado débil de sus propias
diver-:
mentos estaban ordenados en secciones funcion funciones no le permitieron rebatir abiertamente los argumentos de sus adversa-
ales que se referían a los

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26 LA EDAD MODERNA
INTRODUCCIÓN 27
rios. Así, los comerciantes tuvieron a menudo un complejo de inferioridad con
tálico que los dirigía sobre el objetivo fue pronto de las longitudes más variadas
respecto al magisterio eclesiástico, que condenaba algunos de sus comporta-
y de un peso tal que podían maniobrarlo dos hombres e incluso uno solo. Estas
mientos como usurarios o contrarios a los preceptos religiosos. Mucho más que
armas individuales, cuyo uso se difundió bastante a partir del año 1500 aproxi-
su capacidad de reacción teórica, lo que sin duda sustrajo progresivamente a esos
madamente, resultaron decisivas. Esto tuvo lugar no solamente en las luchas en-
burgueses a las censuras clericales fue la creciente y amplia tendencia de los pre-
tre europeos o contra los turcos (que supieron proveerse de estas armas bastante
lados y de la Curia romana a enriquecerse a base de ingresos financieros. Muy
bien), sino también en las que los occidentales no tardaron en entablar con los
pronto los pontífices se vieron obligados a recurrir a los servicios bancarios de los
pueblos ultramarinos de los demás continentes.
comerciantes y, como los demás príncipes, a pedirles préstamos. También con-
Las armas tradicionales, que dominaron todavía en los siglos x1v y xv, lan-
tribuyó a debilitar el moralismo originario la disponibilidad para el compromiso
zas, alabardas y flechas, siguieron siendo ampliamente empleadas en el siglo
de los agentes económicos. Sin saber qué otra cosa hacer, intentaron expiar por
xvI e incluso en el Xvn (al igual que los escudos, los yelmos y las corazas). No
adelantado las penas ultraterrenas que consideraban haber merecido con su con-
obstante, la caballería entró en crisis repentinamente. No es necesario insistir en
ducta, donando dinero para obras piadosas y ceremonias religiosas o disponien-
el hecho de que ya nadie podía dudar entre las armas blancas y las armas de fue-
do para la hora de su muerte generosos legados testamentarios. Hubo algunos que
go, siempre que se dispusiera del equipamiento adecuado y de la capacidad para
entre las distintas partidas contables llegaron a instituir la de las deudas para con
procurarse las segundas. Desde entonces, los príncipes no pudieron dejar de pro-
Domineddio, Dios Nuestro Señor (en la que acreditaban sumas correspondientes
veerse de artillería, cuya puesta a punto y empleo superaban en general las posi-
a los «pecados» inevitables cometidos en el ejercicio normal de su actividad). Es
bilidades de los particulares. Bastante diferente fue la situación en el mar, don-
obviamente arduo averiguar en qué medida los comerciantes estaban verdadera-
de cada barco, aunque fuera mercante, era capaz de transportar ese tipo de armas
mente convencidos de haber incurrido en culpas dignas de castigo. Con todo, un
y de usarlas. Poco a poco casi ninguna unidad de cierta importancia pudo per-
aspecto de su mentalidad era precisamente intentar precaverse ante los riesgos,
mitirse carecer de ellas. Puesto que en la práctica los contactos con los países ex-
fueran éstos más o menos reales. -
traeuropeos sólo tuvieron lugar por vía marítima, parece evidente el relieve que
La articulación funcional de la maquinaria económica fue acompañada por
asumió durante siglos el armamento de los barcos occidentales en sus conflictos
nuevas formas de armamento. En efecto, precisamente a partir de mediados del
bélicos.
siglo XIV se constata, en los tipos más diversos de combate y en las zonas más va-
Por lo que respecta a Europa, ya se ha observado que las nuevas posibilida-
riadas, la aparición de la artillería. Así, algunas bombardas inglesas sorprendie-
des balísticas impusieron muy pronto una renovación radical de las construccio-
ron ya a sus adversarios en la batalla de Crécy (1346). Las piezas instaladas por
nes defensivas fijas. Murallas, torreones y fortalezas o ciudadelas empezaron en-
los rusos en la defensa del Kremlin hicieron efecto sobre las tropas tártaras del
seguida a cambiar de aspecto a partir de la segunda mitad del siglo xv, en un
kan Tok-tamic, que les atacaron en 1382. Entonces se inició una lenta evolución,
proceso que prosiguió ininterrumpidamente hasta el siglo xv. Los muros de
desde las bombardas primitivas (anchas de boca y muy cortas, capaces de lanzar
piedra dejaron paso a anchos terraplenes o glacis cubiertos de ladrillos; desapa-
balas de piedra con una trayectoria muy curva) hasta los primeros cañones autén-
recieron las torres y aparecieron los bastiones o baluartes cada vez mejor dise-
ticos de la segunda mitad del siglo xv. De ser una arma útil sobre todo para las
ñados por los ingenieros militares. Asaltada por todas partes, sobre todo a partir
Operaciones de asedio (aunque seguiría siéndolo durante bastante tiempo), la ar-
de inicios del Xv1, la península italiana concentró sus esfuerzos en este sector de
tillería se convirtió en un conjunto de baterías móviles gracias a su cureña, aptas
las nuevas construcciones defensivas (que, en cambio, casi fueron ignoradas en
para lanzar balas de bronce con un disparo casi rectilíneo y de una fuerza de im-
Inglaterra). Italianos fueron en general los ingenieros más competentes en la
pacto mucho mayor. *
materia hasta el siglo xvm, desde Francesco di Giorgio Martini (+ 1501) hasta
Mientras que en las técnicas de contabilidad y de banca los italianos estuvie-
Michele Sammicheli (j 1559) y desde Francesco Marchi (+ 1577) hasta Fran-
ron en vanguardia, en lo referente a la balística lo estuvieron los del norte, en es-
cesco Páciotto (+ 1591).
pecial los alemanes y los franceses. También en el ámbito marítimo los países
De manera-similar a la artillería, aunque bastante menos anónima, la im-
atlánticos precedieron a los mediterráticos, distanciéndose de ellos cada vez más.
prenta, cronológicamente más tardía, se impuso entre mediados del siglo xv y
Las galeras de combate de estos últimos, bajas de amurada, estaban poco adapta-
las primeras décadas del xv1. Aunque esta nueva técnica floreció sobre todo en
das para la instalación ¡Ac las nuevas piezas, : al contrario que las unidades de alto
el norte dé Europa, no tuvo un período de incubación muy largo. Casi con toda
bordo de lá marina oceánica. Es indudable gue ta-introducción de la artillería in-
certeza, una modalidad de tipografía con caracteres fijos precedió a la tipografía
fluyó con bastante lentitud en el arte de la guerra; con todo, sus progresos fueron
con caracteres móviles. En aquella primera fase xilográfica se labraron unos tex-
regulares, de modo que antes del año. 1500 empézaron a percibirse llamativa-
tos breves en matrices de madera, y luego también de metal, de formato no muy
mente sus efectos. Por otro lado, la novedad no residía tanto en el cañón como en
grande. La página se imprimía sobre hojas vírgenes a la vez que la escena a re-
el aprovechamiento de la pólvora para lanzar proyectiles a distancia. El tubo me-
producir. Estas matrices, quizá no usadas antes de 1430, ofrecían el inconvenien-

ml
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12/250
28
LA EDAD MODERNA
INTRODUCCIÓN
29
te de no ser ser muy resi
resi stentes, además de exig
habúa que volver a realizar ir un prolon vendían las obras, su actividad no respondía
para cada pá, gina. En torn eran ellos mismos quienes elegían y
o a 1450O Joha
O nnes
de tall
Gute0n- generalmente a auténticas directivas editoriales, sino sobre todo a las ganancias.
pos metálicas y móvi nó les, es 5 deci Pero una producción de este tipo no podía prescindir de las exigencias culturales
decir, r reutiliz ] ables$ un
un núm
ona ar E Circulación nú ero indefinias con les ni de una estructuración económica más articulada. Muy pronto se quiso hacer
de los xilógrafos estimuló
la bús Pee OA también del libro una obra de calidad. De modo totalmente semejante a los ma-
IS
limítrof
A e ed cue5 laFuncenionaque
l. Esto
habíanse apar concretó al cabo de
ecido los xilógr
poe sa o nuscritos (por lo general góticos, dado-el osigén nórdico dez los tipógrafos), los
IS ra de Gutenberg
8 (que
(que topó topó inm
i ediata
, primeros caracteres de imprenta no tardaron en dejar paso a otros más legibles.
i mentee con NUMETOSÓS imit los
ador es En Italia, aunque también poco a poco en otros países, fueron sustituidos por
texto
do Como se ha indi indi cado, el trán
ánsi
sito del manuscri
a = Ñ 7 tipos en redonda y en cursiva. Los caracteresy la presentación externa del
o to al libro fue relati vame de
- Eran numerosos, en efect
o, los nte rá- en la superficie de la página —así como de las letras mayúsculas a principio
y de trabajar con los metatales a ser pronto y a menudo auténticas realizaci ones artísticas.
les,, en partio ularoen la zona co capítulo— llegaron
PO y
S
sobre todo la difus 7 rena s
ana. Eloahorro de .ar
tiiem- Los productos de las distintas imprentas fueron contraseñados con imágenes
em-
i Ó n de .
las S Odra
br: Ss qu e pi Oporcionaba -
análogas a las que enarbolab an los demás talleres ax-
mnuento: no tenían p arangónÓ
el nuevVio descub ri - blemáticas y de propaganda,
alguno Co: 1 a 1 aé 4 C Copla
pia m anuscrita.
aunque más refinadas y al mismo tiempo más ambiciosa s. Pero esto no
en artículo casi Corriente, ño era
El papel >, convertido tesanos,
era suficiente para proteger la exclusividad de la producción de cada tipógrafo:
ya un mu
sión de tipografías no era stos
trabajosa, dado que los
29s c caracteres podían tran aun-
abricarse de modo relativa
mente fácil. La sportarse tampoco lo consiguió el privilegio de impresión, que a no tardar se instituyó,
L única desventaja nota breve.
pecto y la belleza del producto
. Sin haber Sido siempre
ble era el as- que se concedía por lo general para un período bastante
crito era desde hací
1a Ss lglo suuna
de alta calidad, el manus- La imprenta constituyó una de las producciones más características de Occi-
auté ntica
tiempo. Pron-
dente, donde permaneció prácticamente concentrada durante mucho
obra
> de arte SSs obre
taba habituado, t odo p a fa q quien es-
por lo que la degr adación parecía
de quien, disponien do de los medios adecuados , deseaba di-
« larar ¡ente que en el caso d e
indiscutible . Inclus O másá to atrajo el interés
la Ss armas
a dos
fundir ciertos tipos de obras más que otros. Á este propósito cabe citar
de fue go,
O. la compet
procedimientos p e Cia entre los
a cabó con vent dos o
> aja a favor del más
Caxton (+ 1491), gran promotor de la lengua ingle-
niad
! os desaparec
> : ieron de la Cu culación
moderno «Lo
1 OS volúmene mí - eminentes editores: William
insta-
sa, y Aldo Manuzio (+ 1515), difusor de obras latinas y griegas (el primero
ya antes de termin a: 1 el sigl
g o XV : ue
aunq
segundo en Venecia). Aun cuando ya la segunda
en cuando algu
2 n OS ejen
>] plares ) lado entre Brujas y Londres, el
>
concretado
generación de impresores, posterior a 1485 aproximadamente, había
ao
Aunque los impresores apen (
as lo subrayaron e inicialm particular es intervinie-
ron en tal
tal sentido, su invento era ente no lo aprovecha las ubicaciones más rentables para su actividad, factores
verd aderamente Marsella o Bar-
conocimiento se pasaba ionari ron en este proceso. Grandes centros comerciales (como Génova,
a otra. Poco imporporta que ini-
pos
pografía
os s hiciera en las primeras
a o: dedéca
unadas las ti- celona) permanecieron ajenos al triunfo de la tipografía, así como, al menos
a SalirÍ col i Unic
úni amente obras religiosas, e
a veces total sedes universita rias (por ejemplo, Padua, Nápoles y
mayor cádi a A lénsese que, en efec
cialmente, algunas célebres
to, precisamente éstas o vio cómo sus
un público de usuarios —los sosabe ade Cambridge). A falta de una capital política, el espacio germánic
eclesiás eje consti-
Slásticos -— más
más ato
amplio.o mayores concentraciones editoriales se alineaban a lo largo del doble
no podían tardar en veri go, Augsburgo, Ba-
a apto pa ficarse nue- tuido por los valles del Rin y del Danubio. Colonia, Estrasbur
sólo las necesidades de del siglo
e o me las de todo el mundo: desd " silea y Núremberg constituyeron sus puntos de apoyo entre mediados
e los humanistas e décadas del siguiente. Desde Liibeck, corazón de la Hansa, los
grafos hasta los ersonas xv y las primeras
(entre 1480 y 1500) en Dinamar-
curiosos hastaos
los mi on indo ¡ ctos. Gracias a él las artesanos germánicos partieron para instalarse
ilustraciones podían dif ca, Finlandia y Rusia.
a Y polar incluso a los anal
fabetos. Apenas hace falta ón ve-
AE A E er Unauna 1nuev
y aespe
añadir Italia, en cambio, enseguida estuvo dominada por el centro de gravitaci
ctac
pect acular dime
1 nsióiónn para se observará que, mientras que los tipógrafos vene-
a pe odo la religiosa y la política), Í Lo neciano. A título indicativo
información a ON s publi-
one impresores no pudieron por E cianos sacaron alrededor de 1.500 obras entre 1490 y 1500, los florentino
lo general vislumb yr apo una tercera. Sien
e das ente ps las posibilidades implícitas en caron una décima parte, los milaneses una sexta y los romanos
una buena
UN cir Ad marchars
el nuevo d suba. Francia fue París la que sobresalió al principio, Lyon le hizo al menos
e de su zona supo rivalizar
odas aclaro O su proppia activ
alemana de e competencia hasta mediados del siglo xv. Ninguna ciudad inglesa
id ad en plazas sin
ivid se caracterizaron
nera mento de la producción tipográf nir Í o poco ni de lejos con Londres, mientras que las imprentas españolas
ica. Cuando les. Dare con el paso de los años la tipografía se
suticientemente bien, se iban a NON por una dispersión regional. Por lo demás,
de nuevo evo, Aunqu e al Lnprin
inci actividad económic a cada vez más notable. Ciertamen te, pocos
cipi'No convirtió en una

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30 LA EDAD MODERNA INTRODUCCIÓN 31
editores emplearon efectivos comparables (más de cien Operarios y artesanos) a trolabio, conocido por los doctos a fines del siglo xH1,
se introdujo en la práctica
los de Antonio Koberger, de Núremberg, activo entre 1470 y 1513. Pocos tam- náutica en la segunda mitad del siglo Xv. Servía para medir
a bordo la altitud de
bién hicieron tirajes de un millar de ejemplares de sus propios libros, como Aldo los astros, es decir, para establecer el punto exacto de
la situación de la nave. An-
Manuzio. Pero la propia incapacidad aún vigente para la catalogación de todos tes del año 1500, sin embargo, por lo general ni siquiera
los navegantes más ex-
los títulos de la producción europea aunque sea solamente del primer siglo trans- pertos lograban establecerlo, fuese por la falta de cartas
marinas o por la dificul-
" currido desde su aparición, denota bastante bien el éxito y el beneficio que la ti- tad de mantener una ruta regular. Las latitudes, por consiguiente,
se obtuvie ron
pografía aportó a los emprendedores en este campo. de modo sistemático gracias sobre todo al progres
o del conocimiento empírico de
la costa atlántica de África.
Los grandes descubrimientos, en suma, precedieron
a la navegación astronó-
7. DESCUBRIMIENTOS Y EXPLORACIONES mica, y con anterioridad al siglo xv1 la difusión del saber
náutico tomó cuerpo
con notable lentitud. A pesar de ello, los grandes viajes
realizados en los siglos
La concatenación recíproca con que se consolidaron las nuevas técnicas y los XIV y Xv fueron la base de la intensificación de los
intercambios y comunicacio-
nuevos conocimientos no resulta fácilmente concebible precisamente por la rela- nes mundiales. Su instrumento principal fue un nuevo
tipo de nave que respondía
tiva autonomía de los respectivos desarrollos en los distintos campos. Pero ha de a las necesidades de la exploración oceánica: la carabela
. Antes de que ésta apa-
constatarse su progresiva convergencia en un sistema de vida articulado y nota- reciese, especialmente en la Península Ibérica y
en Portugal se habían creado las
blemente diverso, que imprimirá a Europa un ritmo y un aspecto bastante origi- condiciones previas para los descubrimientos. A partir
de mediados del siglo x1v,
nales y le asegurará una clara preeminencia sobre los demás continentes. No se en efecto, se alcanzaron —y fueron progresivament
e incluidos en los circuitos
pretende sostener con ello que resultaran positivas las salidas a las que la inter- marítimos regulares— los archipiélagos de Canarias y de
las Azores. La fase que
vención europea condujo a las demás civilizacióties. A pesar de los resultados ne- va desde 1340 hasta 1420 aproximadamente fue
muy importante por las pers-
gativos que tuvo la presencia progresiva de los occidentales, parece que el único pectivas económicas que se abrieron (en primer lugar,
el cultivo de la caña de
elemento unificador destacado de la historia mundial a partir del siglo xv reside azúcar), y aún más por la práctica náutica que se
impuso a los navegantes, El re-
precisamente en la red y el conjunto de contactos que fueron estableciendo los conocimiento a gran escala de las costas africanas
se verificó a partir de 1420,
europeos entre los continentes. No se habla, pues, de «descubrimientos» en fun- cuando los marineros se fueron adaptando a las caracter
ísticas del espacio marí-
ción de una escala de prioridad, como si tantos pueblos adquirieran importancia timo conquistado.
sólo porque las naves europeas lMegaron a sus tierras. Sin embargo, no se puede Hasta el siglo xvr la navegación oceánica de los
europeos se mantuvo sus-
dejar de exponer las consecuencias que su llegada provocó y está más que justi- tancialmente vinculada al régimen de los vientos y de
las corrientes. De ahí que
ficado reconstruir el proceso cuyo curso se concretó en este fenómeno. la experiencia que los navegantes ibéricos habían acumula
do poco a poco ——re-
De modo semejante a lo que sucedió con las técnicas de la vida económica, corriendo aquella especie de Mediterráneo particular que
se encuentra entre las
las de los descubrimientos marítimos maduraron sobre todo a lo largo de una ex- Canarias y las Azores— resultara insustituible y determi
nante. Desde la isla más
periencia ininterrumpida durante los siglos xtv y XV y prácticamente fuera de la oriental del primer archipiélago hasta la más occident
al del segundo hay más de
ciencia universitaria. Desde finales del siglo xi esta última poseía ciertamente 2.200 kilómetros y soplan sobre todo vientos estacion
ales que los marineros eu-
los elementos teóricos necesarios para la navegación astronómica. Pero su diso- romediterráneos ignoraban. Cuando su paciente
audacia intuyó y asimiló la pe-
ciación de la práctica hizo que los descubrimientos se realizasen antes de que riodicidad de éstos, se atrevieron a lanzarse más lejos.
Con todo, hasta la realiza-
esos conocimientos científicos fueran dominados por los navegantes. Las prime- ción de los mayores descubrimientos, dichos archipié
lagos siguieron siendo los
ras tablas impresas que permitieron traducir en latitudes la observación del sol a puntos de referencia, de partida y de llegada de
sus empresas oceánicas. Actores
mediodía aparecieron en 1509 en Lisboa. Tanto en el siglo XIv como en el Xv, ca- de esa fase determinante fueron los marineros andaluce
s, que impusieron la so-
pitanes y pilotos siguieron dirigiendo sus barcos basándose en datos sensoriales, beranía.de Castilla sobre Canarias, y sobre todo los
del sur de Portugal. En torno
no en cálculos elaborados. Los marineros tenía la brújula, que se hizo de uso co- a 1420 el príncipe portugués Enrique (+ 1460) se instaló
en el Algarve y dedicó
rriente en los mares europeos alrededor del,año 1300. Disponían además de las todos los recursos de su patrimonio personal a la aventur
a marítima. Entre 1415
tablas trigonométricas llamadas de declinación magnética, que permitían corregir y 1460 Porfugal invirtió en los descubrimientos más
que todos los demás países
aproximadamente la diferencia entre el nortey el polo magnético indicado por la europeos juntos. En esas empresas portuguesas tomaron parte conjuntamentela
brújula. Estaban provistos en fin de cartas marinas (portulanos), cuya producción nobleza, animada por un espíritu de cruzada y de
proselitismo, y los armadores.
había florecido particularmente a partir de la primera mitad del siglo Xrv. No se La aparición de la carabela en las rutas africanas no
está documentada antes
trataba, sin embargo, de auténticas cartas marinas, que no surgieron hasta finales de 1440, pero debe suponerse su presencia en
el punto final de la primera gran
del siglo xvr, al generalizarse la proyección de Mercator (1569). En cuanto al as- etapa: el cabo Bojador, alcanzado por Gil Eanes en
1434. Para doblar el cabo Bo-

14/250
LA EDAD MODERNA
INTRODUCCIÓN 33

Las exploraciones geográficas

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pa llaitiy CABOVERDE AN A ÉS :
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SN Estrecho de E
Magallanes

A
Exploraciones efectuadas
por Cuenta de Portugal:
—O0- Dias (1487-1488) Exploraciones efectuadas por cuenta de España:
—T- Gama (1497-1498)
bbbb Vespucio (1501-1592)
om. Colón (1492-1493)
Cabral
me.» Albuquerque (1507-1508 Exploraciones efectuadas
(1500-1501) y 1819) + —p Vespucio (1499-1500)
*.... Sequeira (1509) por cuenta de Inglaterra:
e. — Magallanes y Elcano (1519-1522)
e — Saavedra (1527-1528) ooscon Caboto (1497 y 1498)

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34 LA EDAD MODERNA
INTRODUCCIÓN 35
jador, en efecto, hacía falta un velero rápido y maniobrable. Se trataba de nave-
Los pueblos americanos en 1492
gar lejos de tierra para vencer la fuerte corriente que empuja hacia ella; para re-
gresar solían alejarse perpendicularmente de la costa, aprovechando el viento ali-
Á
sio hasta las Azores, para descender de nuevo desde allí, con ayuda de otro ALGONQUINOS
viento, hasta el Algarve. La carabela era precisamente el navío pacientemente
)
puesto a punto en las primeras décadas del siglo xv para obtener estos resultados.
De casco alargado, y veloz en consecuencia, la carabela tenía poca capacidad de
almacenamiento (entre 50 y 100 toneladas de media), lo que explica su signifi-
cativo abandono inmediatamente después de los descubrimientos, cuando se qui-
so aprovechar la oportunidad de traer a Europa cargas cada vez mayores. Se re-
currió entonces a un nuevo tipo de nave (de 250 a 300 toneladas de media) con
dos o tres mástiles que permitiera una distribución más variada y equilibrada del
velamen y al mismo tiempo una discreta velocidad. Empleada también, obvia-
mente, para usos comerciales, la carabela fue el navío de la exploración oceánica SEM NOLAS
por excelencia, capaz de llevar las provisiones necesarias para mantener durante Va a
muchos meses a una tripulación de al menos una treintena de hombres. Además
de su particular facilidad de maniobra, lo que la distinguía era su excepcional ve-
locidad, que le permitía realizar travesías casi tan rápidamente como los veleros
más veloces del siglo x1x (los clippers). ..
El pequeño Portugal del siglo xv (de 700.000 a 800.000 habitantes) se ase-
guró de este modo una notable ventaja sobre todas las marinas de la época. Tras
la muerte de Enrique el Navegante fue fundamental el apoyo de los propios mo-
narcas lusitanos, sobre todo de Juan IÍ (1481-1495) y de Manuel (1495-1521).
Éstos no dudaron en tomar directamente en sus manos las riendas de las empre-
sas económico-marítimas de su país, transfiriendo la base de las operaciones de QUECHUA:
Sagres a Lisboa. En esta fase más madura, el Estado aportó una serie de capitales IMPER
y se reservó para sí una parte de los beneficios, controlando las transacciones
e imponiendo un monopolio.
Durante sesenta años se sucedieron los descubrimientos, con fases alternas
pero con éxito ininterrumpido. Tras haber alcanzado el cabo Verde y el estuario
del Senegal en 1444, hubo que superar nuevas dificultades náuticas debido a la
presencia de vientos monzónicos entonces desconocidos. Explorada luego, hacia
1470, la Costa de Oro, se llegó inmediatamente, en el ecuador, a las islas de San- TUPINAMBAS
to Tomé y Fernando Poo. El oro de Sudán pudo entonces ser recogido de modo
más amplio y directo. Diego Cao llegó al estuario del Congo en 1482, pero co- Fonts
rrespondió a Bartolomé Dias vencer la última dificultad náutica importante y do-
blar el punto más meridional del continente africano: el cabo de Buena Esperan-
za. Había cierta analogía entre el régimen de los alisios del hemisferio austral y
del hemisferio boreal. Con todo, era necesario intuirlo y al mismo tiempo desa-
fiar lo desconecidg, dejándose llevar cadá vez más lejos de tierra para volver a


encontrar más al sur el-viento opuesto. De mode +simétrico al utilizado para re- Zonas de escasa densidad de población.

gresar a Europa, Dias derivó en dirección al aún desconocido continente ameri-


ÍA
ETE
Zonas de mediana densidad de población.
cano antes de ser de nuevo empujado en ditección a África, que volvió a encon-
Zonas de gran densidad de población.
trar bastante más allá del cabo de Buena Esperanza, en la costa del océano Índico
(marzo de 1488). Habiendo salido de Portugal en el verano de 1487 con dos ca- Migraciones en curso durante el siglo xv.

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36 LA EDAD MODERNA
INTRODUCCIÓN 37
rabelas, en diciembre del año siguiente pudo
llevar a Lisboa la noticia de su me- Además de objetivos económicos (el oro africano, los esclavos, las especias,
morable empresa.
Lo esencial se había realizado, aunque esto no etc.), sobre todo al principio motivó esos descubrimientos el objetivo de propagar
disminuye el mérito de la cir- la fe cristiana. (A Colón le satisfizo no haber encontrado musulmanes, conside-
cunnavegación de Vasco de Gama. Diez años
después de Dias, aquél zarpó hacia rados los más difíciles de convertir.) Por lo demás, si se compara el polo demo-
la India con cuatro pequeñas naves y plena concie
ncia de las posibilidades que se gráfico europeo con el chino»se-puede constatar que, comparado con el segundo,
abrían ante sí. Explorados ya los ritmos de los
vientos, se dejó llevaz desde Sierra el primero disponía entonces de una fuerza de trabajo aninfal- cuatro o ono ve-
Leona (en África occidental) hasta el Atlántico sur,
dando un largo rodeo de unos ces superior, pero su capacidad de rendimiento por hectárea de cultivo era € ar a
10.000 kilómetros, para volver a encontrar
tras cuatro meses de navegación el
cabo de Buena Esperanza (noviembre de mente inferior. Pese a la sangría producida por las epidemias repentinas, los paí-
1497). En enero del año siguiénte llegó
a las alturas del río Zambeze; en marzo, a Mozambique ses occidentales tenían sed de espacio.
; en abril a Mombasa y en El dinamismo europeo se basaba en una experiencia colonizadora ya plurise-
mayo a Calicut, puerto del océano Índico al sur de
la India. Habiendo partido a fi- cular, así como en un mecanismo económico capitalista suficientemente estruc
nes de agosto de 1498, entre octubre de aquel
año y enero de 1499 cubrió la dis-
tancia existente entre el norte de la India y Mogadi turado y maduro. En sus asentamientos de ultramar, los portugueses se no
scio; en marzo estaba todavía taron —desde Arguim hasta Luanda, desde Mozambique hasta Goa, desde lu
en Mozambique, pero en agosto, aun habiéndose
detenido en las Azores, había hasta Macao y Recife— de modo totalmente análogo al de los genoveses y ve-
arribado a Lisboa. Había perdido en el viaje dos de las cuatro naves y casi
tad de sus hombres, pero la mi- necianos en Levante. Como ellos, en efecto, buscaron las bases y los puntos de
la vía marítima de las especias ya estaba abierta
portugueses, y más tarde a los apoyo costeros más aptos para atraer las riquezas continentales y negociarias en
a sus competidores nórdicos.
Aun con su evidente beneficio propio. Está claro, sin embargo, que los sucesivos desarrollos e a pe
originalidad, la empresa de Cristóbal Colón
1506), cronológicamente situada entre la (1451- netración europea —empezando por la española en tierra americanas— iniciaron
de Dias y la de Vasco de Gama, fue casi
tan lusitana como española, Colón, en efecto, una fase de colonización totalmente nueva. A todo esto conviene poner de relie-
perfeccionó su buena formación
marítima mediterránea con una prolongada experi ve que la vieja economía euroafroasiática estaba siendo sustituida por una autén-
encia cartográfica y náutica en- tica economía mundial. De ahí que a los más o menos limitados, aunque san-
tre Lisboa, las Azores y el golfo de Guinea.
Su intención era ponerse al servicio
del soberano portugués, pero en 1485 éste rechaz erientos, conflictos territoriales europeos pronto hubiera que añadir otros a escala
ó la propuesta de llegar hasta planetaria.
China y Japón navegando hacia Occidente:
sus carabelas, en efecto, ya habían
llegado cerca del océano Índico. Además de por
su obstinada fe en sí mismo, Co-
lón obtuvo los medios para intentar su viaje gracias
a la confianza que pusieron
en él los franciscanos españoles e Isabel de Castill
a. La puesta a punto de la ex-
pedición, sin embargo, fue lenta y sólo llegó a
realizarse debido a la contribución
de los armadores andaluces de Palos, que acepta
ron compartir la aventura con él.
Nombrado almirante, virrey y gobernador general
, dejó el puerto de Palos el 3 de
agosto de 1492, llegó a Canarias el 9 de septie
mbre y aproximadamente al cabo
de un mes, el 12 de octubre, llegaba a las
Antillas. El 28 de octubre estaba en
Cuba; el 6 de diciembre llegaba a Haití; y el 15 de
marzo de 1493 estaba de nue-
vo en Palos con sus carabelas Niña y Pinta. (La
nave gallega Santa María, con la
que también había partido, había naufragado en
la costa de Santo Domingo.) Los
viajes de Colón (en particular el segundo: 23
de septiembre de 1493-11 de junio
de 1496) determinaron genialmente la mejor ruta
a seguir, tanto para la ida como
para la vuelta, para la travesía del Atlántico.
Aparte de las incalculables con-
secuencias del involuntario descubrimiento del
continente americano, el primer
viaje de Colón tuvo ya un resultado inmediato:
la repartición del ámbito extraeu-
ropeo en dos zonas, una española y otra portug
uesa; la línea de separación de am-
bas zonas la determinó un paralelo situado a 370 leguas al oeste de
las islas de
Cabo Verde (Tratado de T ordesillas, del 7 de
junio de 1494).
El coste de los descubrimientos fue sin duda
bastante inferior a los causados
por conflictos entre los estados contemporáneos
e incluso por una guerra civil.

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17/250
PRIMERA PARTE

EL SIGLO XVI
ta
A,

18/250
1. LOS ESTADOS EUROPEOS
Y LAS GUERRAS DE ITALIA
1. HACIA LOS ESTADOS NACIONALES

La modernidad se ha manifestado en la historia europea de modo gradual, y


de vez en cuando más en unos sectores que en otros. En el plano de la organiza-
ción estatal, antes del siglo xvur dicha modernidad logró imponerse de forma
bastante débil. No es menos evidente, sin embargo, que también en este caso se
produjo un vasto proceso de transformación entre la guerra de los Cien Años y la
Lustración. Para concretar dicho desarrollo se ha recurrido a varias fórmulas: la del
Estado nacional y la del Estado renacentista. Se trata, no obstante, de etiquetas
bastante inadecuadas: la primera es demasiado simplificadorá y la segunda da lu-
gar a desequilibrios cronológicos entre distintas áreas.
Hablar de estados nacionales no es totalmente infundado, a condición de no
otorgar al adjetivo el sentido que adquiere tras la Revolución francesa. En el cur-
so de los siglos XV y XVI (con las excepciones parciales de Holanda e Inglaterra)
no puede incluirse al pueblo en el concepto de «nación» de modo casi universal.
En dicho período, en efecto, la conciencia de «nación» no se traduce en repre-
sentación política adecuada, y menos aún en apoyo libre y convencido de los go-
biernos por parte de la mayoría, y en primer lugar de las capas inferiores. Es in-
dudable que éstas permanecieron todavía muy ligadas a las realidades locales y
como máximo regionales, sin acceder a los debates ni participar en los intereses
que oponían un país a otro: sobre todo padecieron casi pasivamente las conse-
cuencias de los conflictos internacionales. Por lo demás, cuando el pueblo estalla
en arrebatos colectivos, esto suele suceder contra el propio soberano y las autori-
dades que lo representan y muy raramente contra un enemigo externo. Cuando se
califican de nacionales los estados de ese período se corre el peligro de proyectar
al pasado de modo abusivo el concepto de nación que la realidad más reciente ha
autorizado. No es fácil entender esa definición de manera más limitada, es decir,
para designar a las entidades políticas correspondientes a conjuntos étnica O geo-
gráficamente homogéneos. No hay que olvidar, en efecto, que la fragmentación
política europea propia de la época precedente no sólo no fue eliminada en gene-
ral, sino que en lo esencial los poderes centrales ni siquiera fueron capaces de
proponerse el objetivo de superarla. En otros términos, la homogeneidad nacio-

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19/250
LOS ESTADOS EUROPEOS Y LAS GUERRAS DE ITALIA 43
42 EL SIGLO XVI
clero, la nobleza y el «Tercer Estado». Cuando se convocaban (lo que sucedía de
nal siguió constituyendo más la excepción que la regla, e incluso su búsqueda fue modo más o menos regular según los países y momentos), estas asambleas tenían
motivada mucho más por motivos administrativos o necesidades financieras que
la función de debatir los problemas del reino, así como aprobar las contribuciones
por instancias éticas o por profundas solidaridades políticas.
y los impuestos requeridos por el soberano. En este terreno no es fácil medir la dis-
En cuanto a la expresión estado «renacentista», por un lado no funciona me-
tancia que separaba a los estados de la Italia centroseptentrional de los estados del
jor debido a su elevada indeterminación. y por otro no puede abarcar las realida- resto de Europa, donde los príncipes no podían exigir impuestos a sus propios súb-
des del siglo xvH.
ditos sin haber obtenido previamente su consentimiento. Prolongando el tipo de
Por consiguiente, en el plano de la organización estatal, en el caso del perío- relación que se había instituido en el período comunal, los distintos señoríos de la
do que va del siglo xv al xvH nos encontramos ante un conjunto de fenómenos
península italiana actuaban como mandatarios del pueblo, pero siempre sin con-
dispares que tienen como principal denominador común el poder de tipo princi- sultarlo. La prevaricación era formalmente más flagrante en los regímenes princi-
pesco. Pero incluso esta afirmación necesita precisiones si se quiere destacar todo
pescos italianos, aunque en los republicanos era sólo una escasa minoría quien te-
lo que distingue a esa época de la medieval o de los siglos XVI y XIX.
nía las riendas del gobierno. Poco a poco los soberanos europeos lograron imitar
La fase que va del siglo Xv al xvn se caracteriza tanto por la subsistencia de
en gran parte la autoridad de la península itálica en este aspecto.
una concepción contractual de la autoridad como por el lento triunfo de una idea En el transcurso de los siglos xv y XVI, de modo aún más acusado que ante-
absolutista del Estado. Así, por una parte el soberano siguió siendo considerado
riormente, las monarquías (al igual que otros estados como Venecia, Florencia o
legítimo en tanto que respetaba las exigencias fundamentales y tradicionales,
Milán) se encontraron con funciones cada vez más onerosas tanto en el plano mi-
como defender la fe y sus propios dominios y salvaguardar las diferentes prerro-
litar como en el financiero, estrechamente relacionados. Las guerras eran cada
gativas de los distintos miembros del cuerpo social, y en particular las de sus bra- vez más costosas, pero prácticamente no existían frenos para su continuo desa-
zos O representaciones. Pero, por otra parte, un-conjunto de circunstancias, y en
rrollo. En general faltaban instrumentos adecuados para calcular los ingresos y
primer lugar la exigencia de la política exterior y-de la acción militar, concate- los gastos; la potencia de un soberano dependía aún en gran parte de la importan-
nándose y desarrollándose progresivamente, hicieron cada vez menos adecuados
cia de su dominio directo. Se recurría ya al crédito público. Al norte de los Alpes,
los mecanismos intermediarios y representativos del gobierno en beneficio por
sin embargo, se recurría a préstamos a corto plazo, reembolsables al cabo de al-
entero de una dirección centralizada de los asuntos públicos. Este segundo fenó-
gunos meses o como máximo en uno o dos años. En Alemania, para obtener fon-
meno maduró bajo la urgencia de los acontecimientos, y si bien no faltaron sobe-
dos los príncipes empeñaban sus joyas a los judíos o a los grandes propietarios las
ranos conscientes de ello y que sacaron provecho deliberadamente para acrecentar
partes más rentables de sus posesiones. Muy otra era la siteación en las ciudades-
su poder, no puede decirse que antes del siglo xvn dominasen sistemáticamente
estado, especialmente en las italianas. Las suscripciones de préstamos concedi-
las situaciones y actuasen sobra la base de una elaborada teoría inspirada en el ab-
dos por los ciudadanos a su gobierno ya eran títulos de crédito negociables, yen
solutismo. Ni siquiera los pensadores políticos de los siglos xV y XVI supieron,
ocasiones había que pedir nuevos préstamos para poder reembolsar los intereses
por lo general, elaborar doctrinas completas y coherentes de la soberanía y del
de los precedentes. Esto equivalía a una especie de hipoteca sobre el gobierno por
Estado, por más que percibieran netamente el cambio que se estaba produciendo
parte de las clases sociales más pudientes, las cuales pudieron a menudo contro-
y lo expresaran en tomas de posición eficaces y de amplia resonancia. No obs-
lar su gestión por medio de este trámite financiero mejor que a través de las ins-
tante, puede afirmarse que el príncipe medieval se había sentido más responsable
tituciones políticas normales.
ante la sociedad y los vasallos o súbditos que quienes le sucedieron. Se ha obser-
Al igual que el expansionismo de los grandes centros italianos en el siglo xv,
vado que, paralelamente, varió el mismo concepto económico de propiedad: de
durante siglos las pretensiones patrimoniales de las dinastías europeas siguieron
posesión para beneficio común pasó a dominio reservado para el propio y exclu-
siendo terreno fértil para todo tipo de conflictos armados. Por lo demás, si algu-
sivo provecho. En otro aspecto, en el transcurso del siglo xvI empezó ya a desa-
nas fronteras consideradas «naturales» coincidían con las efectivas, se trataba
rrollarse un sentido nuevo y más impersonal de la responsabilidad del Estado y
más de una excepción que de unaTegla: en todo caso, casi nunca se convertían en
de la comunidad, al menos respecto a ciertos problemas de interés colectivo.
obstáculo-que pudiera imponer respeto. No existía un concierto de las naciones
A excepción, yna vez más, de los Países Bajos y de Inglaterra, todos se sentí-
capaz de frenar los apetitos de expansión y de poder, y aún menos un Estado ca-
an ligados por su fidelidad al principe naturál en mucha mayor medida que al va-
paz de dictar leyes a los demás. Sea en torno a 1450 o dos siglos más tarde, la si-
lor todavía incierto de «nación». Todos coiitidíarf-en admitir que era necesario
tuación resultaba aún tan complicada que el trazado de las fronteras más ilógico
obedecer al rey aun cuando su comportamiento pareciera tiránico: oponerle re-
y extravagante a nuestros ojos parecía normal a los de quien pensaba y actuaba
sistencia era casi un sacrilegio. El nexo jerárquico predominaba sobre cualquier
basándose en los derechos hereditarios y en la concepción patrimonial del terri-
relación horizontal y los distintos componentes de cada sociedad se situaban con-
torio. El dominio político no se concebía de una manera sustancialmente diferen-
forme a un abanico de clases perfectamente graduado. Esta distinción se refleja-
te de la propiedad privada: la continuidad territorial no se imponía en absoluto
ba en las asambleas generales, donde tenían representación propia, sobre todo, el

20/250
44 EL SIGLO XVI DE ITALIA AS
LOS ESTADOS EUROPEOS Y LAS GUERRAS

por sí misma y lo remoto de las ubi caciones


no constituía ninguna rémora para la
reivindicción de una posesión. Ob viamente,
tampoco faltaban los choques direc-
tos de intereses concretos y económicos.
Sin embargo, no fueron éstos, aún exis-
tentes durante mucho tiempo, sino las
disputas dinásticas o religiosas lo que
constituyó la base de la lógica de poder que
marcó la historia europea,
La evolución de los distintos organismos

NISON 6
europeos resultó inegablemente
lenta. Como habían pasado al menos dos siglos
(entre finales del xu1 y finales del
XV) para que su estructura empezase a emerg
er, no fueron necesarios otros dos
para que se llegase al verdadero absoluti
smo: Tal proceso: constituye uno de los
Caracteres peculiares de la Edad Moderna
precisamente en el sentido de que se
caracterizó tanto por sus progresos como por
la resistencia de las fuerzas contra-
rias. La crisis demográfica y económica del
siglo XIv, así como los prolongados

ÍvINO
.
conflictos contemporáneos, actuaron como frenos
potentes sobre el desarrollo de
los estados. De la oleada de revoluciones que
se desencadenaron en Europa entre E
mediados del siglo xrv y los primeros deceni

YIVA
os del xv resultó un freno ulterior a

RIAOSIBA
la organización estatal. Estando aún la socie E

VINOTOd
dad orient ada en gran parte a la obe-

VJHONNH
diencia a la autoridad y articulada en clases no
solidarias entre sí (porque estaban
convencidas de la profunda diversidad de sus

es
e
funciones y de sus intereses), esta-

opeJbieg
ba casi ausente de ella cualquier espíritu de .
contestación colectiva en su plena

enbeyuado)
$ Aloans
acepción. Las revoluciones se derivaban sólo

¿e
de motivos coyunturales o locales
y concernían por lo general a una sola categor

005]
ía. Las convergencias amplias y du-

euBlA
raderas entre grupos sociales distintos o entre

uOg
diferentes países no se produjeron

e eBeld

ua vdo1ng
prácticamente nunca antes de la Reforma protes

o
tante (excepción hecha del caso
de husitas y taboritas en Bohemia y Moravia).

OIS
Esto significa que el primer eran

"sejoyedsa seuolsesod Á eyeds3


factor que contribuyó a cimentar las auténticas

. VIEpIa1suly
alianzas políticas en la época mo-
derna fue, a partir del siglo xv1, el factor religio
so,

A
¿
Pese a los repetidos alborotos, por lo general desord E

sejesnia
3
enados, los estados fue- P
ron dirigiéndose lentamente a partir del siglo S
xv a lo que será llamado el Ancien ZE

oBinquiip3
Régime. Éste se caracterizó por la decadencia o
de las grandes fuerzas que en la 3

e
Edad Media habían representado el Imperio y el papado, el o

"eo/ugmal
E
feudalismo y las cor-

VIONVHY
£3
poraciones ciudadanas. Mientras que estas última E
s resultaron en conjunto inca- pe3
paces de imponerse políticamente, los feudat G3eLv OE o
arios fueron sustituidos a gran esca-
la por los nuevos estratos superiores (cuya fortuna se fundab Sr 3
a sobre todo en la
propiedad inmobiliaria). En suma, mientras el viejo feudalismo estaba
en deca-
dencia, en toda Europa se erigía un nuevo orden laico privilegiado, aunque
ocasiones complejo: el en
de los nobles. Pero éstos ——a Su pesar y no

VHYVAVN
ciertamente

'SLUBIOGUGA SOUOISOSOS Ea
en todo el continente—, estaban pasando a convertirse de vasallos en súbdito
s.

*OedU]
Frente a ellos se hallaba ahora el príncipe con su corte y su burocracia,
central que estaba articulándose de modo
un poder
cada vez más eficaz.
En esta sociedad de órdenes o clases, fuertemente

j9p SOMA
jerárquica, no era el núme-
ro lo que contaba. Cincuenta magnates, por ejempl
o, poseían el 10 por 100 del
suelo inglés, y 183 nobles menores otro 10 por 100;
en Castilla la situación no era
muy diferente. Con todo, ni siquiera el aparato estatal

enuncia
estab a constituido por den-
sas filas de funcionarios. Un consejo real norm alment
e compuesto por una vein-
tena de personas, tal vez menos, bastaba para
desempeñar la función de motor del

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21/250
46 EL SIGLO XVI
LOS ESTADOS EUROPEOS Y LAS GUERRAS DE ITALIA 47
Estado y constituir al tiempo un órgano eficaz, consultivo y ejecutivo en manos
las necesidades impuestas por la guerra de los Cien Años. Este sistema se basaba
del príncipe. Así, las burocracias, incluso donde eran más amplias, sólo contaban
en el monopolio de la sal (gabela), el impuesto directo (talla) y el subsidio (aide),
con algunos millares de personas (aunque su grupo, jerárquicamente dispuesto,
alos que se añadieron después los derechos de aduanas y los diezmos eclesiásti-
tenía un peso específico mucho más relevante que su entidad numérica). Las ca-
cos. Todos esos impuestos fueron poco regulares al principio, pero lo fueron ya a
pitales burocráticas, con sus oficinas y sus archivos, estaban ya tomando cuerpo,
partir de 1430 aproximadamente. La administración fijaba los importes, mientras
y poco a poco constreñían a la corte del soberano a pasar de ser itinerante a fija.
que las asambleas que debían conceder tallas y subsidios se limitaban a aprobar-
De este modo, al menos en Francia, ya a mediados del siglo xv se experimentó la
los a posteriori. A partir de 1451 el rey los exigió de manera autoritaria. La coro-
necesidad de descentralizar: señal indiscutible de una problemática política y so-
na tenía en la talla su fuente de ingresos más conspicua: los fijaba una ordenan-
cial de los nuevos tiempos.
za, su monto se repartía entre las provincias y se pagaban parroquia por parroquia
(la contribución de cada familia era fijada según tal cómputo). Pero este sistema
impositivo daba lugar a una notoria falta de equidad, puesto que no obligaba a los
2. LOS REINOS DE EUROPA OCCIDENTAL
súbditos más ricos: los nobles, el clero y los altos funcionarios, ni tampoco a los
profesionales y a las personas influyentes. También estaban exentos algunos pue-
Aunque de manera irregular, durante el siglo xv apareció en Francia una cons-
blos, distritos y ciudades (como Ruán). En la práctica, la talla venía a ser un im-
telación de prestigiosos tribunales de justicia que se convirtió en bastión de la pre-
puesto reservado a la masa de las clases medias e inferiores, ya que no pagarla era
sencia y la jurisdicción monárquicas: los Parlamentos. El primero fue el de París,
sinónimo de distinción social y el hecho de estar exento de ella se adujo luego
que alcanzó la autonomía hacia el año 1360, separándose del Consejo del rey. A
como prueba de la condición noble de la familia. Hacia mediados del siglo xv1 la
continuación se instituyó uno en Tolosa, en 1420, que se hizo estable a partir de
monarquía perfeccionó su sistema de control atribuyéndose la supervisión de las
1443. Surgieron luego los del Delfinado (en Grenoble, en 1456), Guyena (en
finanzas urbanas (1555) y confiando a sus propios funcionarios la jurisdicción ci-
Burdeos, en 1462), Borgoña (en Dijón, en 1476) y Normandía (en Ruán, en
vil de las ciudades (1567).
1515). El derecho consuetudinario francés fue codificado en un compendio úni-
La administración francesa era la más compleja y además la más costosa,
co a resultas de la ordenanza real de Montils-les-Tours (1454). La monarquía in-
aunque indudablemente era también más capaz que las demás de responder a los
crementó así por diferentes conductos su dominio sobre el país, aunque los go-
impulsos y solicitudes del aparato central. En el terreno eclesiástico, el concor-
bernadores nombrados al frente de las regiones todavía fueran a menudo grandes
dato de Amboise (1461), si bien reservaba al papa la potestad de conceder los be-
feudatarios. Los Estados Generales —asambleas del clero, de los nobles y de los
neficios más importantes, subordinaba esta concesión al beneplácito del rey. (Los
burgueses— ya no podían desempeñar la función de instancia contraria, pues en-
beneficios menores dependían alternativamente de las dos autoridades, un mes de
tre mediados del siglo xv y mediados del xv1 sólo se convocaron en 1484. Los re-
una y un mes de otra.) Más tarde, el concordato de 1516 entre Francisco 1 y León X
presentantes de estas clases sociales se reunieron con mayor frecuencia en
confirió al soberano el derecho de nombrar alrededor de seiscientos cargos ecle-
los «estados» provinciales, que entre otras cosas votaban los subsidios.
siásticos de mayor relieve. Este acuerdo sancionó, además, que podía aprobar o
Desde la primera mitad del siglo xv la monarquía francesa estaba regida por
no la publicación en su reino de las bulas papales.
leyes fundamentales. Pero éstas se limitaban a la ley sálica (que excluía del trono
La situación española resultó bastante distinta. La unión de las coronas ara-
a las mujeres) y a la imposibilidad de enajenar el patrimonio territorial del Esta-
gonesa y castellana acaeció relativamente tarde, y hasta finales del siglo xvHx las
do y renunciar a la propia soberanía. A lo largo de la segunda mitad del siglo xv
autonomías de las regiones mediterráneas se opusieron con éxito al centralismo.
el rey pudo dominar cada vez mejor el Grand Conseil (que tenía reservada la ad-
En Cataluña, la Generalitat —supremo régimen local —, además de otras atri-
ministración suprema de la justicia). En su seno, Francisco I constituyó más tar-
buciones fiscales y financieras, asumió pronto prerrogativas judiciales y milita-
de un consejo más restringido (Conseil des Affaires). Casi contemporáneamente,
res. Más allá de la autoridad de Castilla, esa instancia personificó los privilegios
bajo el reinado de Enrique VIIL Thomas Cromwell creaba en Inglaterra el Privy
locales, como ocurrió. análogamente en Aragón, en Navarra y en la zona de Va-
Council, reducido círculo de consejeros con funciones gubernativas. En el terre-
lencia. En Aragón, las Cortes eran más potentes y estructuradas que en Castilla.
no financiero, en.Francia surgieron circunscripciones locales de extensión mo-
_Los:derechos de cada «orden» eran celosamente defendidos frente a las intrusio-
desta llamadas étecgions, que a su vez seyeagrupaban en conjuntos más amplios
nes reales, y entre una sesión y otra, una comisión permanente velaba desde 1365
llamados généralités; grapos de consejeros geñeráles (cinco o seis en total). Des-
por la aplicación de las deliberaciones. En el seno de estas mismas Cortes arago-
de finales del siglo XIv había una docena de secretarios de finanzas; un siglo más
nesas, además, los representantes de Barcelona formaban un grupo aparte, como
tarde se convertirían en los grandes responsables del sector y en el prototipo de
un Estado dentro de un Estado, sumamente vigilante en defensa de los privilegios
los futuros ministros del xv1.
urbanos. En Castilla, las Cortes se reunían con menos regularidad y el soberano
El reino de Francia había ido aceptando un sistema fiscal bajo la presión de
podía designar directamente a algunos miembros. Tras la unión dinástica, esas

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48 EL SIGLO XVI DE ITALIA 49
LOS ESTADOS EUROPEOS Y LAS GUERRAS

Cortes tuvieron una consideración todaví


a menor: Isabel y Fernando pudieron
permitirse no convocarlas entre 1483 OÍ den V
divino yy a la u
V vez causar ine V itablem e nte su propia
O pérdi
é d;a. Una osa
mi nucios
y 1497. per> nr a
A. fines del siglo xtv la Hermandad entre ó
reflexión, un debate apido
rápid y u na 1 nd agaci on sin Te,
presunción: debian
ones s deb:
las ciudades castellanas había deja- re:
do de constituir un frente opuesto al po Ítico
Í e
escoge el n ejor e aru ino p para real
azar us
sus pi
propi O sp es,
anes, lo cua pre-
poder monárquico, aunque la creación
una Junta en 1465 renovase un poco su de Í:
suponia que estos últim OSs fueran eg 7 do
lesitimados simp lemente p por Ssus po
resu 1 ltados S po-
acción. En cuanto a la Mesta, la gran
ciación socioeconómica de los sector aso- O:
S ilivOS. s
Estas C O vy1CC1 ones re eran sólo las de Comuinaynes, sino que se habían
es ganadero y textil, sus funcionari
menudo asimilables a funcionarios reales os:eransa ga ener alizado en los g
gabin e tes de los) principes,
Í particularfent e en quien e: S les
. Los más perjudicados por esta situa-
ción eran también en España los avudaban
ay y 1
secundaban e en la dir 10n
dirección de lo
los asurimtos Ss de Estado. so V los
No Matodos
campesinos. El soberano no conseguía
guardarlos de la explotación de los nobles salva- princ
Í 1pes eran pe S onal rente fan río S y £
calculad oOres
res como I FI 1 1Pp O 5
aña Ss -
, cada uno de-los. cuales administraba
su propia tierra como si fuera un patri conti
nt o esco
Fr ances Orza
Sforz er a Italia, Luis Xl en en F Francia y Fernando > el Católico en
monio casi absoluto. z y ya s e había encontr ado y
La monarquía, aunque no pudo elimin E: Ss p: aña. P Fero el r e medio 16) a sus eventuales insuficiencras "
arla en Cataluña, en Aragón y en Va- de ministros hábiles y de con-
lencia, redujo casi del todo la autonomía de las ciudades se practicaba cada vez más: consistía en rodearse
de
Castilla: con las con-
tribuciones que éstas votaban en las Cortes sejeros fieles, que a su vez se valían de un cuerpo de funcionarios.
formó y mantuvo el núcleo de un ejér- era o en el Ssentido
cito permanente. La disolución de las E OS estados
a p
suropeo: Ss de este período
Í no Í:
existía un ob
go
autonomías municipales en Castilla
casi total tras la represión de la revuel resultó emo
modern del término, por cuant O tes
105 CO mí identes A 1 sobe 1 ano
de a
no e eran ISO
personai-1
ta de los comuneros (1520-1521). Las ciu- de lo sp ode: -
dades, en efecto, se habían sublevado mente responsab 1 es ante e las asambleas MA
y menos aún eran 1
expres sion
contra la pretensión de instaurar en
corregidores como supervisores administra ellas a 1 es O las coaliciones d ese sas asa
as ble:
i AS
as. E or í l lo egene ral no ha bía tro
munistros con
tivos, y sobre todo contra la exigencia e Se tra -
real de que a sus delegados en las Cortes comp: ete;
tencias mi uy es ecí ficas
especi y sectoriales, V
salvo en el terreno financiero.
se les otorgarse plenos poderes para apro- S si funciones y r a acu-
bar las contribuciones fiscales. En un t aba de e e,
e co. laboraado res 1 a1co: S qu e p podí.
dían d essemper far diversas
primer momento los nobles se pusieron
parte de los ciudadanos; pero cuando de muiía lar y arias Ss incumbencias, O bien de parientes cuíneos
consanguin q que a
asistían al
vieron que los municipios pasaban
de elementos cada vez más radicales, a manos monarca e en tant O q ue e mi emobro:
b TOS de su f far lía . O OL 1nicluso de altos dignatarios ecle -
les retiraron su apoyo. Las comunidade
clamaban, en efecto, el derecho a desig s re- ÁS
s1iásticos or
nombra do Ss por eé 1 debido a su gran
Sl Y
capacidad suglo.
y pi estigg JO se habíar
-
nar a sus propios funcionarios y la
tad de reunirse en las Cortes cuando lo facul- V Í.
suprimid O todavía los cargos S más eminentes que hab ían rizad A a.
caracterizado eríodo
per
considerasen oportuno, corno si fueran
órgano soberano. Los representantes un 1 ecedente, cont O los de e
senes cal, >, maestro de ceremonias, chambelánz o condes-
de Carlos V, ante la resistencia de la
za, se vieron obligados a permitir que noble- table, aunque estas funciones, rTeser vadas a los nobles, estaban vol viéndose cada
los nobles se sustrajeran prácticamente
las imposiciones financieras, aunque obtuv a vez más honoríficas. o
ieron en compensación su apoyo arma- iba perfilán-
do contra los comuneros: el ejército de A medida que se or gan zaban y articulaban los consejos reales
la nobleza no tardó de hecho en derrotar- a parte de ellos
el p 10)1
los en abril de 1521. A partir de entonces S
dose una auténtic a lucha Í:
entre quí ene Ss podían p hn er , formar
etend O
las ciudades castellanas ya no lograron A
modesta, e sd ecIr, bur-
eludir la presión fiscal. Cuando más tarde súu sangre
angr o Pp O: TS UI angSo y hombres 'de procedencia mas
Carlos Y intentó imponer un impuesto a me -
también a los nobles, éstos se hegaron guesa. Cuando Í:
sob: resalían por
O: sus de
cualidades per sonales » estos t
últimos er:
eran
a aceptarlo (1538). En lo sucesivo el
harca se abstuvo de convocar a la nobleza mo- nudo 1
lo Ss p pi ele id O S, sea p orque
q Í:
sabíar que lo de bí ian d al
todo S O berano, , s Se a porq ue
a las Cortes de Castilla. Los nobles, sin a o gq ue ha -
embargo, nunca dejaron de ser fieles al Sse s O lidarizaban másá on
con 10:
los ln tereses de s su seño: 1 mediante el servicio
soberano, que les reservó gran parte de burocr ático mue
los principales cargos administrativos bían s do llamados. El triunfo de los distintos patrones del aparato
y eclesiásticos. De hecho, en virtud
concordato con la Iglesia (1483), Isabel del lento. La figura tradicional del canciller dominó todavía en los siglos XIV y XV,
y Fernando habían obtenido para la co- m O: narquias mu
como la m -
rona el derecho a proponer los candidatos y los secretarios se 1Mpusiero 1ene siglo
> xXVIen >e andes
a las altas prelaturas y a los obispados, 1 h om as se
Cror nw ell, >, 5 convir-
V
pasando así a depender del monarca la sies
glesa esa El
y la fr ancesa. s ecretario de Enriqu e VI 1 1 >
atribución de los grandes beneficios ecle- del 1 Estado e: nl 53 3, cuand O Ss
sustituy Ó a al carde -
siásticos. tióÓ en la perso 12 másá p
importante Es

Francia, los secretarios del rey no


Según Philippe de Commynes, histor nal W olsey el canciller precedente. En
iador y cronista francés (1447-1511), :
los reyes, como jefes de sus estados, eran entraron a formar par te de su consejo hasta 1547.
siempre responsables de sus errores capa-
porque les era posible seguir los dictad En y Í:
la mayoría de los casos, estos
S yes
personajes
pers eran j uristas o humanistas
os de la inteligencia política. Como corte- lo
sano de carrera y buen consejero de príncipes O
citados para semp' eñar
dese 1 la Ó
función de Y nmunciar
uy adores > pro
embajado d GISCUISOS €l0-
que había sido -—primero en la cor- ed ac tar documen:ntos oficiales, asi Í como pa 1 a utilizare f
en b benelic: 10 del
te de Carlos el Temerario y luego en las de Luis XI y de los Orléa
e:
cuentes y
y
convencido de que el hombre tiene la posibi ns—, estaba £
prir c1pe sus conocimientos del derecho de la administración. El Derecho ro-
lidad de aprender y de tener una com- ión notabl
O ee n. la . afirma-
presión constante de la racionalidad mano, tras, Í aber desemp eñado
na te: e
anteriormente una f fune
1
profunda e interna de los acontecimientos .z oz . “q:
Para él, consiguientemente, descuidarl . cion de la Supl emacia 11 perial, desde entonces fue utilizado cada vez más como
a o infringirla significaba transgredir
un apoyo de las ambiciones reales. En la concepción imperial latina y justimiana, Te-

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50 LOS ESTADOS EUROPEOS Y LAS GUERRAS DE ITALIA
EL SIGLO XVI => 51

periosa necesidad de los beneficios que recibían. Pero el


tomada por los grandes comentaristas y su escuela, el soberano era situado en una favor principesco tam-
bién era apto para asegurar la fortuna de la burguesía. Desde la primera
esfera superior, por encima de las mismas leyes. Para los reyes que tenían que en- mitad del
siglo xv se había manifestado con claridad que las grandes ganancias se obtení-
frentarse constantemente con las autonomías feudales y las relativas jurisdiccio- an sobre todo con los monopolios y los contratos públicos, cuya concesió
nes particulares, así como con los tradicionales privilegios eclesiásticos, la exal- n de-
pendía del soberano. Desde los Médicis a los Pazzi, de J acques Coeur
tación del propio poder era, además de apetecible, indispensable. El conflicto a los Fug-
ger, Spínola, Pallavicino, Bonvisi, etc., todas las vicisitudes y peripecia
entre el centralismo monárquico y los particularismos señoriales era un hecho co- s políticas
y militares estaban conectadas a las relaciones entre el príncipe y
tidiano e impregnó toda aquella época. Por eso el Derecho romano fue favoreci- los grandes em-
presarios O banqueros. Con el paso de las décadas esta interdependencia
do desde Francia hasta Inglaterra, desde España hasta Alemania y Austria. fue ha-
ciéndose más estrecha. Y en el siglo XVI se impuso de manera flagrante.
No faltaron las oposiciones y las resistencias, sobre todo por parte de los de- De este
modo, la vía de acceso a los diversos tipos de fortuna personal y familiar
fensores del derecho consuetudinario (es decir, el derecho que sancionaba jurídi- depen-
día en general del soberano y de su corte, de aquellos que aventajaban
camente principios y normas que se habían hecho de uso común: droit coutumier a los de.
e e PeStsio y poder y asumían la función de gran mecanismo
en Francia, commom law en Inglaterra, etc.). En los estados de Carlos el Temera- que movía la
rio y en el Imperio germánico, por ejemplo, los esfuerzos centralizadores que ten- Se observará, sin embargo, que aún en los siglos XV y XVI, aunque
dían a aplicar normas más uniformes provocaron revueltas en las poblaciones sin identi-
ficarse entre sí, la corte y el soberano se distinguían bastante mal.
apegadas a sus costumbres ancestrales y a su antigua «libertad». El derecho con- En este as ec-
to, por ejemplo, el reino de Nápoles era casi una excepción. Pues Alfonso
suetudinario nunca se suprimió en suelo inglés, salvo en los tribunales militares el Mag.
nánimo había instituido fuera de la corte órganos autónomos como
y eclesiásticos, mientras que en las cuestiones matrimoniales y testamentarias es- la Camera
della Sommaria (para las cuestiones económicas y administrativas), la Gran
taba en vigor el Derecho canónico. En Inglaterra es significativo que fuera el Par- Cor-
te della Vicaria (para la justicia civil y criminal) y el Sacro Regio
lamento el paladín del derecho consuetudinario, precisamente para establecer un Consiglio ade-
más de las cancillerías del propio soberano. La situación no era menos
contrapeso al poder monárquico, que se valía de los juristas romanos. Éstos ac- clara en
las ciudades-Estado (desde Italia hasta los Países Bajos y el área de
tuaban regularmente para ampliar la jurisdicción y las competencias de la corte la Hansa), don-
de se había formado toda una serie de magistraturas para ejercer
€ í.

su jurisdicción
3

real en perjuicio de las señoriales. Las instituciones locales inglesas no tienen su


:

sobre todo el territorio de ellas dependiente.


explicación principal en el apego del pueblo a su inmunidad, sino en la voluntad
real inclinada a imponer sus propios puntos de vista.
Un hecho general estaba surgiendo con claridad: el príncipe y su corte cons- 3. BUROCRACIAS Y OLIGARQUÍAS
tituían la suprema instancia decisoria, que se iba potenciando progresiva e irre-
sistiblemente. Como entre mediados del siglo xtv y principios del xvI una serie , Si bien el instrumento de la vasta acción monárquica era
de ordenanzas sucesivas fue definiendo en todas partes su ceremonial, los efecti- ya la burocracia
ésta no debe entenderse como un cuerpo impersonal y autónom
vos de esas cortes tendían a hincharse y a aumentar. En Francia, la de Carlos VU o al servicio del
Estado, En el siglo xv, en el xv1 y también en el xvx los funcionar
(+ 1461) constaba de entre 700 y 800 personas, mientras que en 1454 la del rey de ios llegaron a
constitulr una categoría muy emprendedora y activa, por cuanto
Inglaterra tenía al menos 400. Con todo, pese a que todos los príncipes eran pro- cada uno de
ellos estaba directamente interesado en su propio cometido.
elives a comportarse como emperadores en su reino —es decir, a ejercer de modo Ciertamente, este
cometido no era interpretado como una misión ni se limitaba
pleno y absoluto la propia soberanía—, la teoría del derecho divino de los reyes siempre a un em-
pleo o un puesto retribuido. La remuneración en sentido estricto
se formuló y se sostuvo tardíamente, sólo hacia finales del siglo xvI. La autori- era a menudo
un factor totalmente secundario, tanto porque su regularidad
dad-real, por lo tanto, se impuso fundamentalmente como autoridad laica, unas no estaba garanti-
zada como porque raramente constituía el atractivo principal
veces de resultas de un conflicto directo con el papado, otras aprovechando sim- A o único del cargo
desempeñado. - :
5

plemente las debilidades de la Iglesia. Esto no contradice el hecho de que los con- Mientras que en Inglaterra varios cargos siguieron siendo durante
ceptos y teorías de los canonistas encontrasen eco en los teóricos y los adminis- mucho
tiempo honoríficos, en Francia se practicó frecuentemente
tradores del Estado, en un transfert cultural más o menos consciente. la elección de los
funcionariós (en particular de los recaudadores de impuest
“Lo que contribuyó en mayor medidaa ineremsentar la autoridad del príncipe os y de los miembros
del Parlamento de París) entre mediados del siglo xtv y las
fue la asignación de los distintos cargos y funciones públicos. Se trató de un pro- primeras décadas del
siguiente. De modo casi contemporáneo, entre los titulare
ceso lento, aunque irreversible, qué.no llegó'a Su plena madurez hasta finales del s de los diversos car-
gos públicos se manifestó la tendencia a considerarlos una especie
siglo XVII, precisamente con el triunfo del absolutismo. Controlar las prelaturas de patrimo-
nio o propiedad. A este fenómeno, ya muy visible hacia
era decisivo en la medida en que constituía un medio sobremanera eficaz para te- 1380 contribuyeron lo
propios soberanos, que además de pedir subsidios al clero y
ner bajo control a las familias nobles, cuyos miembros más jóvenes tenían la im- a las ciudades soli

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S2 EL SIGLO XVI
LOS ESTADOS EUROPEOS Y LAS GUERRAS DE ITALIA 53
citaron préstamos a sus funcionarios, sobre todo
a lo largo del siglo xv. Era na-
tural que estos últimos, con mayor motivo, vieran do y confuso de competencias. La distinción entre dominio privado de príncipe
en sus retribuciones una justa
recompensa que podían transmitir, por otra parte, y patrimonio «nacional», casi inexistente al principio, se fue precisan o con ex
a sus herederos. En esta pri-
mera fase, sin embargo, se trataba simplemente trema lentitud. Las atribuciones de los cargos administrativos podían ser tanto pe
de venalidad Privada, porque el
rey no se decidió a vender directamente los cargos nales como fiscales, y sobre todo estaban poco armonizadas entre sí, de manera
hasta la gran crisis financie-
ra de 1521-1522. Es evidente que la laicización que el súbdito podía encorttrarse simultáneamente sometido a jurisdicciones con”
del Estado estuvaestrechamen-
te vinculada en Francia a la atribución de los trapuestas. Por otra parte, faltaba también el debido acoplánriento entre los pone
cargos públicos y su venalidad.
Con todo, aunque los cargos se vendieron al mejor res locales y los centrales, tanto más cuanto que el Estado se hallaba lejos le a
postor prácticamente sólo en
Francia, persistía el hecho de que no eran atribui ber triunfado sobre las autonomías feudales y municipales, por no hablar de las
dos sobre lá base de "concursos
públicos ni sometidos a ningún control previo. eclesiásticas. Era por otro lado relevante el margen de discrecionalidad propio de
Se concedían a título personal
(que podía convertirse en hereditario), de modo los funcionarios y no solamente de los jueces. En ebambiente del Áncien Régime,
que, aunque en distintos grados
según los países, todos los consideraban una esfera el ejercicio de los cargos reales se caracterizaba en gran medida por la impt onta
propia de poder y de venta-
ja individual. de la mentalidad feudal, favorable a los abusos y.a las malversaciones. La inco-
El Estado se asemejaba a una gran empresa de herencia de las situaciones se veía favorecida naturalmente por la vigencia sl-
gestión pública que se estaba
montando y cuyos beneficios se revelaban cada multánea de distintos sistemas jurídicos, como el Derecho romano, el Derecho
vez más inequívocos. De modo
que no tenía que esforzarse para buscar a aquello canónico y el consuetudinario. De la suma de estos elementos resultó ener an par
s a quienes necesitaba. Eran mu-
chos los que acudían, a menudo ambiciosos y codicio te el incremento de la fortuna de las profesiones Jurídicas, cuyos especialistas
sos, para servir al soberano,
pero ante todo para invertir del mejor modo posible eran en general los únicos capaces de orientarse en el laberinto de las normas y
su prestigio, sus energías y su
saber. Comenzando por los de mayor dignidad social: las monarq los trámites reglamentarios. Los hombres de leyes y los abogados, en ecos
uías no tenían emergieron paralelamente al afianzamiento de los Órganos administrativos y la bu-
la intención ni la posibilidad de menospreciar
sus servicios y su apoyo, sobre
todo para los altos cargos y particularmente los rocracia. La articulación de las magistraturas ya existentes y la institución de otras
militares. Sólo en Inglaterra los
miembros más jóvenes de la nobleza no hereda nuevas eran fenómenos necesariamente ambivalentes, y sus objetivos de eficion-
ban la condición nobiliaria. Por
tanto, en casi todas las familias de la nobleza contine cia pública no podían dejar de ir acompañados de complicaciones de funciona-
ntal había jóvenes en busca o
de cargos públicos o prebendas eclesiásticas. Puesto miento o de escasa eficacia del personal.
que el más alto de los obje-
tivos sociales seguía siendo el rango de noble, además Esto no impidió que la máquina del Estado articulase cada vez más sus en-
de los miembros de la pe- eranajes, ni que el príncipe y su corte fueran sus primeros motores. Los cargos
queña nobleza hubo numerosos hijos de profesionales
o de la rica burguesía que
pidieron igualmente disfrutar de esos cargos. Los más elevados nunca se vendieron y siempre siguieron dependiendo de la conce-
nuevos nobles (grupo que reci-
bió en Francia la designación significativa de nobless sión soberana. Su disponibilidad equivalía a la posibilidad de un gobierno efecti-
e de robe, nobleza de toga)
no sólo no se asimilaron por completo a la nobleza vo y se reveló como una de las vías maestras del absolutismo. Nadie ponía o
tradicional, sino que en algu-
nos aspectos incluso rehusaron adoptar sus compor duda que las competencias administrativas, ejecutivas O Judiciales tenían me :
tamientos. En definitiva, con-
servaron deliberadamente, al menos en cierta medida otorgadas, igual que las militares, por quien encarnaba la autoridad más e eva a.
, valores propios de la con-
dición y el espíritu burgués. Un cargo público, además Era sin duda un fenómeno corriente que el príncipe no tuviese más en cuenta pos
de ser un instrumento para
obtener ganancias, era el mejor medio de acrecen méritos o las capacidades objetivas que sus preferencias personales o el deseo de
tar la propia influencia, al me-
nos a nivel local, y de satisfacer las ambiciones recompensar servicios, sin que hubiera relación alguna con las funciones otorga-
sociales. Por Otra parte, como la
nobleza de sangre se debía a la fidelidad al sobera das. A menudo, entre los primeros y segundos cargos existía sólo una distancia
no y su derecho a llevar espada
provenía de su dedicación a las funciones militares, análoga a la que había entre el estipendio oficial, o el coste de la persona contra-
se reivindicó para el servicio
del Estado una prerrogativa de nobleza análoga, tada, y el rédito efectivo del cargo. No había estabilidad ninguna en elejercicio
claramente por encima tanto de
las actividades comerciales como de las artesanales de los cargos más elevados: la muerte del soberano podía comportar su pérdida,
o rurales. Así, a partir del si-
glo xv se impuso a una escala bastante amplia una No obstante. hubo casos de auténticas dinastías de funcionarios no sólo locales,
clase más bien desigual y he-
terogénea desde el punto de vista de la procedencia sino también de rangos muy elevados y centrales, tanto en Inglaterra como en
y de las atribuciones, pero
que constituyó una de las categorías más determinantes Francia y los Países Bajos, sobre todo en el siglo XVI
en el desarrollo de las so- La continuidad era casi la regla en las administraciones ciudadanas y provin-
ciedades europe as en la Edad Moderna.
Al irse formando, según las necesidades contingentes ciales, donde los cargos públicos se convirtieron en monopolio de una ne de
y sobre todo externas a aristocracia que veló tenazmente para no perderlos. En estos ambientes, enel co
un ámbito verdaderamente orgánico, la admini
stración central de los estados eu-
ropeos, y con frecuencia también la periférica, dio to, no podían producirse cambios repentinos, desde el momento en era
vida a un conjunto enmaraña-
administración del poder se habían formado grupos estrechamente solidarios. Es-

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LOS ESTADOS EUROPEOS Y LAS GUERRAS DE ITALIA 55
tos últimos, para no tener que compartir la gestión pública con otros y para sal-
vaguardar mejor sus propios intereses directos, se hicieron cada vez más exclusi- so Sus normas, éstas eran fruto de la observación empírica de una línea de con-
vos y cerrados y no dudaron en alegar su nobleza, real o pretendida, para excluir ducta y de una aceptación general.
más eficazmente a los grupos rivales. Era evidente, pues, que la estructura jerár- El príncipe europeo quedaba así como revestido con nuevas vestiduras, laicas y
quica de la sociedad se hacía de nuevo rígida, casi como en el tiempo del feuda- civiles pero casi sagradas. Su acción se presentaba en cierto modo como trascen-
lismo. Se ha observado justamente, sin embargo, que esta renovada jerarquía ya dente, en el doble sentido de que obedecía a una lógica superior a sí mismo, a la
casi no se apoyaba en vínculos de dependencia personal, sino en una gestión pri- cual no podía dejar de conformarse, y de que al mismo tiempo justificaba todos
vilegiada y de hecho incontestable del poder. En efecto, se estaba formando tam- sus actos poniéndolos en un plano inatacable en sí mismo y por sí mismo. Los
bién una conciencia difusa del Estado, es decir, de una instancia superior ante la asuntos de Estado constituían una esfera que escapaba al común de los mortales
que no había otra opción que doblegarse. —aunque fueran nobles, feudatarios o prelados—, los cuales era bueno que no
Los señoríos y principados instaurados en la Italia centroseptentrional por lo tuvieran acceso a ella para que no violaran ni profanaran sus arcanos. Se trataba
menos desde principios del siglo xtv constituyeron los prototipos aproximados ciertamente de una esfera totalmente humana pero autónoma, que tenía cierto sa-
de un género de poder político: el de un príncipe que era aceptado sobre todo no bor a divino y era superior a la misma religión. De hecho, igual que esta última,
sólo por su legitimidad, no tanto por vínculos de vasallaje y menos aún por un pro- hacía cuanto era posible para ponerse de acuerdo, asociarse y unirse a los demás.
fundo acatamiento colectivo, sino porque aseguraba la función soberana de un
modo presumiblemente superior a los intereses particulares. Simultáneamente,
aunque en formas diversas, incluso en las grandes ciudades republicanas, como 4. LAs CULTURAS NACIONALES
Venecia, Florencia y Génova, el gobierno se ejerció cada vez menos por delega-
ción de toda la comunidad y más como señorío;:en un sentido afín al principesco. El envés cultural de esta actitud colectiva consistió en el surgimiento o la re-
Estos señoríos colegiados representaban también algo superior, que prácticamen- novación de mitos propios de cada comunidad y en el concurso de los intelectua-
te no tenía que rendir cuentas a los ciudadanos, sino solamente a un grupo res- les para su amplia difusión. También en este plano fueron distintas las posiciones
tringido de ellos, que detenta efectivamente el poder y que de hecho era el propio a menudo ya surgidas en los ambientes cultos de los principales reinos de la mi-
Estado. Por consiguiente, ya se tratase de príncipes o de grupos oligárquicos, en tología política, mucho más instrumentalizada, elaborada por los humanistas para
este tipo de régimen se aceptaba o se soportaba la autoridad, sobre todo en ho- satisfacer las exigencias de los nuevos poderes. Por motivos totalmente análogos
menaje a una lógica de puro mantenimiento y salvaguarda de la subsistencia y y coherentes con los ya expuestos con respecto al desarrollo de la cultura laica, la
eficacia del mismo régimen. El Estado valía en sí mismo y por sí mismo, y se gran tradición a la que deliberadamente se enlazaron las comunidades del mundo
consentía de modo cada vez más consciente que fuera conservado por cualquier latino fue la romana, entendida en sentido amplio. Algunos pueblos o ciudades,
medio, como si se tratase de una nueva entidad, trascendente a su modo, a la que cuya historia no permitía una conexión inmediata con Roma y que querían evitar
nunca fuera lícito oponerse. que esto pareciese un homenaje implícito a la autoridad imperial, situaron sus
Hacia mediados del siglo xvi una expresión (no del todo ignorada por la tra- gloriosos orígenes en el tronco troyano, del que la misma Roma era una deriva-
dición medieval, aunque entendida con un espíritu muy distinto) consagró este ción. Obviamente, esto permitía satisfacer mejor el propio orgullo étnico por cuan-
conjunto de actitudes de los súbditos y, recíprocamente, de la autoridad política: to, si la remota ascendencia era común, no había ningún motivo para sentirse in-
razón de Estado. Como si se identificara la definición de un fenómeno no sólo ferior a quienes se consideraban más directamente herederos de la romanidad.
adulto sino además común a toda Europa. Es decir, que no se trataba de una defi- Las únicas entidades políticas que se limitaron a ser orgullosamente fieles a sus
nición lanzada por un pensador solitario.ni designaba un conjunto de obligacio- propios orígenes reales y humildes fueron la helvética y la veneciana. Aunque sin
nes éticas, sino que constituía el núcleo de una práctica madurada y ampliamen- negar ser descendientes de un núcleo de pescadores y de patricios refugiados en
- te arraigada ya en el transcurso de los dos siglos anteriores. Las ciudades-Estado la laguna, los venecianos no encontraron motivo para no subrayar su peculiar e
tuvieron innegablemente la precedencia en este proceso, hecho que tuvo cada vez irreductible indepéndencia. Se sostuvo, en efecto, que su ciudad había surgido
más correspondencia en los países europeos. Como un apunte preciso dado por la tras la caída del Imperio romano de Occidente en una zona no sometida al Impe-
historia, lo demostró en la segunda-mitad del siglo xv la actividad de monarcas rio de Oriente, como tampoco lo estuvo después al imperio carolingio. También
como Luis X1 de Francia o Fernando el Católico. Con ello se subraya, consi- en este caso el mito maquillaba los acontecimientos, dado que en la primera fase
guientemente, el hecho de que esa conciencia progresiva de la razón de Estado no de su existencia Venecia había formado parte del dominio bizantino. Pero habían
iba ligada a una doctrina, sino más bien a un concurso de situaciones y a una ma- transcurrido demasiados siglos de compleja autonomía para que fuese posible,
duración de las conciencias, al difundirse a partir de una verdadera y auténtica además de lícito, recordarlo. En la segunda mitad del siglo xv, por otra parte, se
dimensión de la mentalidad. Incluso para Maquiavelo, que implícitamente expu- difundió una obra (Libro blanco de Sarnen) en que se conmemoraban los oríge-
nes de la confederación helvética y la epopeya de Guillermo Tell. A su vez, in-

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LOS ESTADOS EUROPEOS Y LAS GUERRAS ; .
DE ITALIA 57
56 EL SIGLO XVI

or en
(0
gleses y franceses, y luego tambi

ic ll elec lá co mt
ien, por ejemplo, el polaco Jan Dlugosz (+ r 1480), enopo-
autor de de Historiae
én alemanes y españoles, insistiero
cendencia troyana. De todos modo n en su as-
s el fundamento de tal filiación
descalificado por algunos humanistas empezó a ser
del siglo Xv, y esta forma mitológica
pareció rápidamente en el trans desa- ia
í ñ
e alemata la redacción en lengua vulgar con el DO
: 5 ? : L
ma
>

curso del siglo siguiente. Eso


ejemplo, a Pedro de Andlau soste no impidió, por de Fernando e Isabel, de
ner, una vez postulado el origen me On eE o se escribieron las obras Crónica
troyano de los
alemanes, su igual dignidad con
respecto a los romanos y su supe A -(+1506 aproximadamente), más tardela Historia del empe-
los franceses (Libellus de cesar ñoridad Sobte de Jerónimo
ea monarchia, 1460). oe Carlos ye Pedro Mexía y'Anales de la corona de Aragón,
Z
De todos modos el Estado veneciano
sí que era distinto-también por. otros an Isa » Todas estas obras enaltecían los valores nacionales, las glorias
pectos. En efecto, fue el único que as- y es ersonales de los soberanos. Pero no hay que olvidar que
ya en el siglo x1tv ¿uidó delibera lia MU
imagen de su propio pasado y la damente la o
narración de su historia, consciente a llas cursioron otras obras que, en cambio, investigaron
lítico de tales tomas de posición. del valor po- las cremas y las anta IS! » ; E
Con mayor o menor discernimiento, cuidado los antiguos recuerdos,
estados se comportaron según los también los i nte el h g , »
mismos criterios, de modo que j icier
una fisonomía y una especie de perso se dotaron de a continuació n Juan pl (1 AR
nalidad peculiar en el ámbito europ unido Aventino. PA
este proceso de personificación ética eo. En indicios signi
de indicios o
significativo s del progrestv:retó el-
colectiva confluyeron, obviamente Hubo además toda una serie
Hub seri
los atributos que ya habían surgido , también
en el transcurso de la Edad Media
Junto, este lento proceso de caracteriz . En con- antes de on mismo reino, lo que hacía
ación constituyó la fase determinan ion e Sidaridad entre los
te de la
toma de conciencia nacional, que
hizo más tarde de cada comunidad e condido as ilícita una relación de vasallaje con señores establecidos fuo-
cada vez más específico y cada vez un núcleo También desde el siglo x1v se desarrolla el gusto por los es-
menos reducible a los demás. Inclu made ote
so cuando y Pa a,
las vicisitudes históricas llegaron
a privar a algunos estados de una e E os Pastos que versan sobre la vida de los Pn
tica independiente o la interrumpi entidad polí- e estas fiestas pre: a
eron, más tarde —en el siglo XIX Cobre 51
el xx— pudieron resurgir y realzar y también en ectinidad. y bon deliberadamente canalizadas
sus propios destinos en virtud del O Kplosió: a e
ético de tradiciones y mitos acum patrimonio y monárquicos . Tras la AUDI q A
ulados y establecidos en los siglos Sara RNA objetivos estatales
En suma, lo que caracterizó las precedentes. rvirse de ella a base de grabados -
vicisitudes europeas en este terre ,
lata, la propaganda ti
política no dudó 5 en servirs
XIV y Xvu fue la formación de una no en los siglos
imagen nacional que se sobrepuso
a los particularismos regionales, que a menudo que el crimen de lesa majestad, e aa
frecuentemente seguían subsistien e omar alme
propias mitologías. Así, en los do con sus OSI AN So 2 o
siglos xv y xvu ya se había difun mmienzos del siglo XIV sólo con respecto alos
gía del español, del francés, del italia dido una tipolo- electores de nes mo o
no, étc., que, aunque era un producto 1356 a quienes atentaran coníra los príncipes
ral, constituía —y siguió represen cultu- l resto de Europa sucedió lo mismo con respecto a > ns pranos-
tándolo— un factor histórico de
hasta nuestros días. gran relieve ,
Entre lo: ás sienos de la afirmación estatal cabe citar la evolución q o
y u-
Otra dimensión de este fenómeno
es el hecho de que, por decirlo tinas do Lmpe loe rmánico. Aunque dicho proceso no tuvo consecuencias
príncipe ni ciudad-Estado que no fuera así, no hubo
objeto de obras sobre todo históricas o OI dOS e Sr clamó una paz perpetua. Simultáneamente se instituyó en
ticularmente adaptadas a los Objet , par- potente para todos los miembros del Imperio; . o
ivos que se querían alcanzar en ni 1 Dd
lítico contemporáneo. Italia no tardó el contexto po- eno e eno”
en exportar este tipo de publicistas, 1500 se intentó además la constitución de un gobiemo único
bían emplear sus esfuerzos a favor que sa- , SO oa
y en elogio de los soberanos y, rio. A la aglutinación de cada una de las partes del continer
indirectamente, de sus propios paíse al menos era
s. Paolo Emilio recibió de Luis imi d na nueva conciencia semántica del todo, Mien ras q
cia el encargo de ilustrar las empre XH de Fran- tarde «Europa» se COnvirtió en términc
sas de su reino y Polidoro Virgi Sn aa 0 » a docta, un siglo más
comisión análoga por parte de Enriq lio obtuvo una
ue VII de Inglaterra. Las gestas de uso comén, sustituyendo a «Cristiandad» como designación de conjunto.
en el Milanesado habían sido celeb Luis XI
radas de hecho por un escritor de
cia el año 1500, con acentos que la corte ha-
diferían poco de los empleados
del siglo anterior, todavía embebido por los cronistas
s de los valores caballerescos 5. EL DUELO FRANCO-ESPAÑOL
cluso estos últimos podían ser reto medievales. In-
mados sagazmente para ensalzar a
pes contemporáneos, como supo los prínci- eliana. para as Do
hacer magníficamente Ariosto en Una concurrencia sólo relativamente fortuita de
Jurioso en honor de la familia de los su Orlando | Pa alas po
Este. 1 décadas del siglo xvI fueran decisivas para la historia í alía
Pero la vía maestra seguía siend tenias € al menos indirectamente, para el orden mundial. pub e
o la humanista, cuyo espíritu
mejor a la exaltación de los valor correspondía
es colectivos nacionales. Lo había ello nada
n: gico; antes bien, > fue la maduración de una coyuntura y la precipita-
mágico:
n comprendi-

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58 EL SIGLO XVI
LOS ESTADOS EUROPEOS Y LAS GUERRAS DE ITALIA 59
ción de acontecimientos cuyas premisas habían ido acumulándose lentamente.
No hay períodos más importantes que otros, pero en algunos se verifican fenó- La evolución de las relaciones entre los distintos estados europeos
era el en-
granaje que pondría en tela de juicio la precedente ordenación
menos catalizadores que resultan ser cruciales y que impresionan más a la imagi- del continente. Los
nación tanto de quien los vive como de quien los estudia. Dado que lo que más conflictos que estallaron a fines del siglo xv no tuvieron motivaciones
económi-
cas ni religiosas (que intervinieron sólo en una fase posterior). Nadie
cuenta es la vida cotidiana, su lenta sucesión grávida de tradiciones y de fermen- pensaba po-
nerse en campaña contra los otomanos, aunque éstos avanzasen
tos para futuros progresos, no pueden dejar de evidenciarse las manifestaciones ininterrumpi-
damente. Al término de la guerra de los Cien Años ya no subsistían
más dramáticas y vistosas de la vida colectiva. No es totalmente ilusorio pensar, entre las
en efecto, que esos fenómenos actúen como las articulaciones del proceso histó- diversas potencias cuestiones políticas relevantes, a excepción
de la que oponía a
Francia y el Imperio por la herencia borgoñona de Carlos el Temerario
rico ininterrumpido, semejantes a las sacudidas telúricas y a los cataclismos que , aunque
ésta fue resuelta finalmente por el tratado de Arrás (1482). Cada
modifican el paisaje en que se desarrollaba la vida y en que seguirá desarrollán- Estado buscaba
dose, con el recuerdo y la huella de los cambios operados. reforzarse interiormente, pero no tenía ningún programa agresivo de relieve
en el
ámbito internacional. Era muy natural que fuese así: los problema
Lo esencial del giro que se verificó consistió en el paso de un tipo de relacio- s que cada uno
tenía aún no eran secundarios. La unión de Castilla y Aragón
nes internacionales relativamente estático y compartimentado a otro más dinámi- era demasiado re-
ciente para poder dar frutos y hacía falta tiempo para que la simbiosis
co e interdependiente. En cierta medida, y sobre todo en el plano económico, pudiera po-
nerse en marcha verdaderamente. Por otra parte, Fernando e Isabel determina
existía por lo menos desde el siglo Xx111 una realidad global que concernía, además ron
de a Europa, a las zonas más activas de Asia y de África. Pero la interacción re- como primer cometido la consecución de un objetivo común: la expulsión
defi-
nitiva de los moros de la Península Ibérica y la guerra contra el reino de
cíproca era lenta, nada intensa y poco continua. Las cosas no cambiaron de repen- Grana-
da. La campaña se alargó bastante y la capital musulmana no capituló hasta
te: con todo, en las primeras décadas del siglo XvI se puede constatar un cambio 1492.
Aunque Inglaterra estuvo ocupada en cuestiones muy distintas,
de voltaje. Gracias a ello los acontecimientos empezaron a repercutir unos sobre también se halló
menos replegada sobre sí misma debido al conflicto interno de treinta
otros a ritmo acelerado y de modo progresivo la esfera local se hizo claramente años de du-
secundaria respecto de la mundial. ración conocido como la guerra de las Dos Rosas. Dos casas, en efecto,
la de Lan-
caster y la de York, que tenían ambas una rosa en su emblema,
La primera imagen de esta situación la ofrece la península italiana, en mu- se disputaron el
trono hasta 1485. Pero el vencedor no pertenecía a una ni a otra. Enrique,
chos aspectos el ejemplo más cristalino de cuanto acaecía en el resto de Occi- que se
dente. En la segunda mitad del siglo xv esta península constituía un mundo apa- hizo designar como VII para subrayar la continuidad, fundó una nueva
dinastía:
rentemente en equilibrio pese a la constelación de estados que la componían. Los los Tudor. El país estaba lleno de energía y había evolucionado
políticamente:
que predominaban estaban en estrecha relación unos con otros y se proyectaban durante muchos años, sin embargo, el nuevo soberano no pensó
en emprender
campañas exteriores. También el reinado de Luis XI de
centrífugamente hacia esferas geográficas no italianas. Parecían grandes empre- Francia (1461-1482) es-
sas que tuvieran su sede central en un determinado territorio (y por tanto se pre- tuvo dominado por problemas internos, así como por la recuperac
ión de los do-
minios borgoñones. En Alemania, el emperador Maximiliano, aunque
ocupasen necesariamente de cuanto ocurría allí), pero que actuasen sobre todo en intentando
poner orden en la situación del Imperio, se dedicó sobre todo
otro lugar, sacando de estas actividades internacionales la savia más vital de su a consolidar y es-
prosperidad. Ciertamente Italia no era sólo una expresión geográfica, pero la pre- tructurar mejor sus posesiones personales, es decir, las de la casa de
Habsburgo.
ocupación principal de las principales entidades políticas y económicas que la Europa parecía así, igual que la península italiana, seguir viviendo
en un pe-
componían era que ninguna de ellas se hiciera tan potente como para amenazar ríodo de dislocación política. La transformación del arte de la guerra
tampoco se
la libertad y la independencia de las demás. Desde mediados del siglo XIv ningu- había manifestado aún con evidencia. Clamorosa había sido ciertamen
te la victo-
na potencia europea, salvo Aragón, había logrado entrometerse de modo durade- ria suiza en Grandson y Morat contra la caballería de Carlos el
Temerario, pero
ro en los asuntos italianos, Por otro lado, la resonancia de este suceso había sido limitada. Todavía se notaban
la corona de Francia, habiendo puesto menos los
en 1483 los dominios de los Anjou bajo su propio control directo, daba muestras progresos de la artillería, que, no obstante, habían sido constante
s e importantes.
En la segunda mitad del siglo Xiv había aparecido ya el avantrén,
de querer hacer suyas las pretensidhesal trono de Nápoles de dicha casa princi- esencial para
pesca. En definitiva, el equilibrio que ostensiblemente perseguían las potencias los carros de cuatro ruedas y para el desplazamiento de los cañones.
Hacia el año
.1400 £mpezó a usarse el alto horno de producción continua
italianas era doblemente inestable. Por un fado, los diversos estados establecían , que hizo que el hie-
sin dudar coaliciones siempre nuevas en las quesseseponían unos y otros; por otro, rro fuera menos costoso y sobre todo más abundante, Se ensayaro
n cierto núme-
en modo alguno buscaban medios de defensa comunes para el caso de una inter- ro de experiencias bélicas: aunque no tuvieron continuación,
probaron que los
vención forastera. De haber dependido sólo*de éllos, la relativa estabilidad aún progresos de la técnica en este sector podían resultar decisivos
.
hubiera podido durar, pero la práctica ausencia de solidaridad recíproca en las re- Mientras que a comienzos del siglo xv se había empezado a
usar la culebrina
—pieza de artillería más ligera que la bombarda y que
laciones con el extranjero daba pie a cualquier imprevisto. iba montada sobre caba-
lletes—, hacia 1430 apareció en Alemania un nuevo modelo
de cañón, montado

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EL SIGLO xv]
EUROPEOS Y LAS GUERRAS DE ITALIA 61
LOS ESTADOS
sobre unae cureña de dos
s ruruedas. S. SiSi bien
bi las armas de fueg
OSI Fran-
RENA AN patatas ppr
oximadamente hasta el
j Í reaccionar: pese a la presencia de un contingente inglés cerca de sus tropas,
do año 1430. 2 > art de a com-
o o m0 cañones primitiv cisco IL duque de Bretaña, fue claramente derrotado en 1488 y obligado
os eran cilindros de hie Ma-
o prometerse a no casarse con Ana sin el consentimiento de Francia. En 1489
ximiliano convenció al rey de Indlaterra de que se hiciera garante junto con él de
pes metálicos que los
recubrían Lacarra paro ña IO
mpezó a incorpor: N PR el Ca-
ieza haci O
cnn la independencia bretona: al. año siguiente se unía a esa, alianza Fernando
nic respecto a
tólico, feliz de contrarrestar de ese-modo lasapetencias franigesas con
ón se utilizaba un modelo
ue o tran o
RO
€l momPA da sona quads o
ento de su uso).) En la prim tImerera
a mita hit d del sigl Cerdeña y el Rosellón. Maximiliano hizo más todavía: estipuló su matrimoni
O y ze Eaon carones de una Adel HO o xv empezó que se al
aleación con Ir vadobe el
del al Ana, que se celebró en Rennes por poderes. Las hostilidad es se reabrieron y
con
ez Rennes, capital de Bretaña. A su
ea a había una relación precisa las tropas de Carlos VII ocuparon sin dificultad
entre el peso de labala o del
ada PIE e las dimensiones de la vez. Ana decidió renunciar al lejano marido y aceptó la oferta de matrimoni
cám ara de disparo, la ] ne (1491). Re-
ay ee AND AN as reglas se enc rey francés: un tratado sancionó la unión del ducado bretón a su reino
E ontraban ya claramente bue-
MA o Do sienés France
sco di Giorgio Martini.
definidas suelta la crisis bretona, Carlos VIII logró restablecer momentáneamente las
PSI Rosellón, y
POE a ventaja que podía deri Paul ú 2 nas relaciones con Fernando el Católico, al que restituyó Cerdeña y
varse de la nor aprovechan-
a » de su reducció o n a un número E estr
iza ón también con el rey de Inglaterra. El joven rey tenía las manos libres:
Entre finale ingido. patación correr una aven-
sigl
Í o xv y las Pumeras déc
adas S del xv1e tuyo 1 ugar do su alianza con Ludovico el Moro, se dejó inducir entonces a
tico cambiolo con la intervy interviniera en
ención! perfec perfeccio
o; nada de las distin
un autén- tura, seducido por la invitación del papa Inocencio VUI para que
aerictar y a Icaci el reino de Nápoles.
BTOSÓ mucho el arte de las
eo as el rey
a mol e Mn fortificacio
nes, Operando en el sub
sa po Sd Pero ltalia no era Bretaña: lo supieron por propia experiencia tanto
suelo a Estos últimos, en efecto, vieron con preocupac ión el
francés como los italianos.
Paco a s eran muyma solicitados siguiente), seguido
. a Sus empresas másabril li avance del monarca sobre su suelo (otoño de 1494. e invierno
dado E me pe mon-
e e a del imponente Cast stas á co por la flor de sus caballeros y por numerosas piezas de artillería de bronce
de O el N A VII
LOpa os VI L Pero la novedad Nápoles, 200. tadas sobre cureñas, con proyectiles de hierro. Superados los Alpes, Carlos
stos od A vino sobre todo con el uso o de la Cisa y desemboc ó en el norte de la
sí como con las contra atravesó los Apeninos por el desfilader
medidas adoptadas pa. de Médicis,
e E eecones a que pronto re Toscana, en territorio de la república de Florencia. El joven Pedro
se recurrió no sólo se las
mo hijo de Lorenzo el Magnífico, corrió al encuentro del rey y le permitió ocupar
ao izar eo cómodamen damente te su su de Sarzana y Pietrasant a, así como Pisa y Liorna. Esto bastó para cata-
arti AA a respon0der PA fortalezas
PO al asalPA
t al des-
do ro fueron perfeccionándos dtesores po , lizar el descontento de los ciudadanos con respecto a su señor y para dejar
a e poco INES los bala, me de los Médicis sobre la ciudad. El desdén de los
to os más adecuados, con cubierto la fragilidad del dominio
o sus formas dia, nal x poder, por
an o o icuo en distintas direcc florentinos por su condescendencia impidió a Pedro tomar de nuevo el
lo que tuvo que emprender el camino del exilio. Florencia, sin defensa alguna, no
iones, de modo « u las
donÑ aron todas las viej su propio te-
c as murallas , las
des
Dor o sedestao mico negó el paso al ejército transalpino, sino que lo indujo a abandonar
Pp 7 merlo a o uve intentó
ron pese los sus
O
s no at , rritorio; pero se había producido en su interior un grave vacío político: se
PO PSI e medios
o nadie hubiera podido colmarlo restaurando un gobierno republicano.
eva luar la capacidad potenc Car-
ds a ne o nuevos ejércitos o ial Mientras el nuevo papa Alejandro Vl asistía sin simpatía a la invasión de
e ng s A Ds ría en del nuevo tipo de guerr e de Nápoles, favorecid o además por la re-
marcha con su intervenc a ni los VIIL éste no tardaba en apoderars
ión. En alidad. al e
plicó en fases sucesivas vuelta antiaragonesa que estalló primero en los Abruzos para luego extenders
ble que
A | 1 Oso» hombres $ RO , con un progreso: imapara ) -. espaldas, mientras tanto, casi todos los estados ita-
no sup
Supiierronon dominar.a r. SuS 1 preámb á por el resto del reino. A sus
ulo no era Cie
lianos se unían en una liga para restablecer el orden precedente. En julio de 1495,
j rtamente apto
mentEn efecto, en 1487O: a
se había perfdor il ado en el hori
zonte un conflicto auté en Fornovo, sus tropas se encontraron frente a las francesas, que habían vuelto
ao oe a or Maximiliano, tras ntica- subir a toda prisa por la península. No hubo claros vencedores ni vencidos,
pero
la muerte de Luis X] ,
a o e demi de desposars
e con la heredera del du el grueso del ejército transalpino logró pasar, aunque dejando un notable botín al
o no ha-
a a de continuidad territor
ial entre aquella regió
do adversario. Por consideraciones de orden político el ejército de los aliados
o rció un su sino que le permitió que se formara en buen
obs áculo, sino que consid bía ido al encuentro del francés,
eró oportuna aqu 0 juga tiempo de
insidia para la Monarquía
francesa. Ésta
da. orden de batalla; para atacarlo fue preciso además vadear el Taro en
no pudo d ejarde de Así, la
crecida, lo que suponía un importante obstáculo para los movimientos.
S

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62 EL SIGLO XVI LOS ESTADOS EUROPEOS Y LAS GUERRAS DE ITALIA
63

acometida de la caballería pesada francesa no pudo frenarse, las reservas italianas La mueva expedición francesa al sur llegó otra vez a Nápoles
sin grandes di-
no entraron en acción y algunos cuerpos del ejército dieron pruebas manifiestas ficultades, utilizando como base avanzada el puerto de Génova:
el propio sobera-
de indisciplina. Mientras tanto, el reino de Nápoles se liberaba de los franceses; no entregó a los conquistadores de la fortaleza real de Castel
Nuovo (31 de julio
mas no por su propia fuerza, sino gracias a la ayuda de los venecianos, desem- de 1501). Los españoles, a quienes correspondían Calabria y
Apulia, se enfrenta-
barcados en Apulia, y de los españoles, que desde Sicilia habían subido hasta Ca- ron a los franceses a partir de 1502. Los refuerzos llegados
de la Península Ibéri-
labria a las Órdenes de Gonzalo Fernández de Córdoba. Así que puede afirmarse ca en la primavera siguiente no tardaron en dar la vuelta a la situación
. El 12 de
que ese reino fue el primer Estado de la península italiana que perdía su papel de abril varios cuerpos del ejército español, actuando conjunt
amente, derrotaron en
protagonista político y militar. Seminara a las fuerzas adversarias, mal coordinadas entre
sí. Aún más significa-
Carlos VII habría vuelto a Italia si la muerte no le hubiera sobrevenido de tiva fue la batalla entablada al cabo de una semana en Ceriñola
. Obligados a ata-
improviso en 1498: para recobrar Nápoles había consentido un reparto previo car a Gonzalo Fernández de Córdoba para impedir que
se uniese al ejército que
de dicho reino con Fernando el Católico. De esta manera, Italia empezaba a con- avanzaba desde Calabria, los franceses chocaron con los atrinche
ramientos dis-
vertirse no sólo en objeto de ambiciones extranjeras, sino también en el campo de puestos ante su campo. Tras comprobar que la acción de la
caballería era imsu-
batalla en que se enfrentaban estas ambiciones: el equilibrio mediterráneo y el eu- ficiente para superarlos, también su infantería pesada (compuesta por pigueros
ropeo estaban en tela de juicio. La empresa de Carlos VIIL poco importante en sí suizos considerados irresistibles) fue frenada por los piqueros
españoles, de for-
misma, estaba dando inicio a una nueva fase histórica. mación y experiencia mucho más recientes, con el apoyo
del fuego coordinado de
Sin renunciar en absoluto a Nápoles, el nuevo rey de Francia, Luis XIL, dio los arcabuceros. El contraataque de la caballería ibérica y
de la reserva guiada por
preferencia a las reivindicaciones dinásticas sobre el Milanesado. el propio Gonzalo aseguró la victoria, mientras 3.000 infantes
Desde su as- suizos quedaban
censo al trono se había proclamado duque de Milán; poco después había prepa- sobre el terreno. El camino de Nápoles quedaba expedito.
No obstante, la con-
rado el terreno renovando el acuerdo con Fernarido el Católico y estipulando una quista española del reino fue coronada por la no menos
brillante jornada de Ga-
alianza con los venecianos (tratado de Lucerna, rellano (28 de diciembre de 1503), fruto de una excelente
16 de marzo de 1499). Mal se- escisión de las bien co-
cundado por el emperador Maximiliano, Ludovico Sforza tuvo que huir de su ordinadas tropas italoespañolas, que cogieron por sorpresa
a los enemigos y les
ducado ante los 10.000 caballeros, 17.000 infantes y 130 cañones del rey de impidieron reordenar sus propias fuerzas. En esta batalla
de movimientos, tanto
Francia. Volvió fugazmente en febrero de 1500, pero en abril perdía definitiva- la caballería como la infantería estaban situadas en
un amplio tablero, y demos-
mente el Estado y además era entregado como prisionero a los franceses por los traron saber conservar su propia potencia en el choque frontal
y saber además in-
mercenarios suizos que había contratado. Más allá de estas peripecias había un tegrarse en una acción de maniobra. Era precisamente esta
función de la infante-
profundo desafecto de los súbditos respecto a Sforza, que ciertamente había sa- ría lo que caracterizaría la nueva fase de la guerra moderna.
bido organizar una corte brillante y tejer sutiles intrigas diplomáticas, pero que En vísperas de su caída Ludovico el Moro, para sorprend
er a los venecianos
en el momento decisivo no había podido remediar la insuficiencia del arma- por la espalda, había pedido al sultán que los atacara
mientras estaban ocupados
mento ni la escasa fidelidad de los jefes militares. La ocupación del Milanesado combatiendo contra él en Lombardía. El conflicto veneciano-otomano, latente
fue menos grave para la península que lo acaecido pocos años antes en el reino desde hacía tiempo, estalló definitivamente y adoptó por primera
vez un aspecto
napolitano: la lucha por la hegemonía debía fundamentarse precisamente en predominantemente naval, pues los turcos se propusieron
destruir el sistema de
aquellas dos regiones, pero la presencia transalpina resultaría más dañina en el bases marítimas de la Serenísima. La lucha, en la que ocasion
almente partici-
ducado que en el sur. paron también escuadras españolas y francesas, se concentr
ó en la Grecia jónica
Francia y España no habían entrado hasta entonces en conflicto directo, pero y tuvo vicisitudes de variada fortuna entre 1499 y 1502: Venecia
perdió las pre-
esto se verificó a fines de 1502. Las dos potencias habían reafirmado su intención ciosas bases de Modón y Corón, pero conquistó la isla de Cefaloni
a. En aquellos
de repartirse el reino de Nápoles (en el tratado de Granada del 11 de noviembre de años se vio obligada a reducir claramente su presenci
a militar en la península y a
1500). Como demostraron los hechos no resultó posible hacerlo pacíficamente, y permitir un serio autriento y desarrollo de la preponderancia forastera
. Pero las
de súbito aquel territorio se convirtió en zona de experimentación de las nuevas fuerzas de la república muy pronto se encontraron con
que tenían que enfrentar-
técnicas guerreras, así como en banco de pruebas de la capacidad militar de am- se a una auténtica coalición inspirada por Julio IL
bos estados. La:bataHla de Fornovo, aun siendo la más dura que durante siglos se Eltueve papa, en efecto, reclamaba la restitución de las
tierras ocupadas por
había entablado en Italia, “aún había sido un enfrentamiento dé tipo medieval, sin los venecianos en la Romaña, territorio de los Estados
Pontificios: para alcanzar
intervención decisiva de la infantería ni de las armas de fuego. Los primeros tres su objetivo no dudó en aliarse simultáneamente con Fernand
o el Católico, el em-
decenios del siglo Xxv1I fueron importantes no sólo para los destinos políticos de la perador Maximiliano y Luis XII. Mientras el primero
se contentó con recuperar
península italiana y para el equilibrio europeo, sino también para la evolución del las bases ocupadas por la Serenísima en Apulia, el segundo
atacó el Véneto y el
arte de la guerra en el continente. soberano francés penetró rápidamente en Lombardía
con un gran ejército. El 14

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LOS ESTADOS EUROPEOS Y LAS GUERRAS S DE DE ITALIA 65
de mayo de 1508 sus tropas lograban
enfrentarse a la retaguardia veneciana
dada por Bartolomeo d' Alviano cerca man- ec har del país a los franceses, , como si los primeros fueran menos peligrosos que
de Agnadello, en un terreno favorable
acción de la caballería francesa y de ala los segundos (Liga Santa del 5 de octubre de 1511).
la infantería suiza. La actuación oport
la artillería transalpina y sobre todo la una de
deficiente intervención del grueso del
cito veneciano provocaron la derrota ejér-
parcial de este último. Bastante más |
que el resultado militar, sin embargo, grave 6. Z
La LUCHA POR LA PREPONDERANCIA El N ÍTALIA
fueron las consecuencias estratégicas
políticas, y mucho más a largo que y
a corto plazo. Los franceses, en efecto primeros años ños del xv1 Pancia rancia po había mos
demos-
terminaron su ofensiva, limitándose , no Entre finales del siglo xv y los pH
a volver a ocupar el resto de Lombardía UN :
había pertenecido a los Visconti. Las que a
trado ser en la península, , pese a la pérdida del reino napolitano, la po A'
tropas de Maximiliano, compuestas por buena parte del Piamonte, PE a o PON
manes, españoles e italianos, lograron ale- emprendedora Controlaba
ocupar una parte notable del Véneto, ién Génova.Génova. olítica de de JulioJulio
LaL: política U le
eno
pués de que las tropas de la Serenísima des- láná y desde abril tiy de 1507 oc upaba también
prefiriesen hacerse fuertes en Padua. El na
asedio de esta ciudad fue el primer bía Sermitido consolidar aún más su presencia preponderante: mo aa yo
gran asedio que padeció un núcleo 1 consis sisistencia territorial, o
te de la península desde el inicio de las importan- eran sus fieles aliadas Í y, a p esar r de su reducida
guerras de Italia. Se resolvió con un claro
éxito de los venecianos, puesto que los una cuña estratégicamente preciosa en la llanura bañada por el po atado die
atacantes apenas llegaron a arañar sus ad Or PP
fensas. de- Su fuerza militar, sin embargo, tenía sus luces y sus
Í de un aguerrido j ¡ conjunto junto ¡lleríe y de una0 caballe ría
« de artillería ía pesadapesad: formada!
Desde entonces se hizo evidente que
la península no era capaz de defenderse numerosa S nobleza; 5 pero por otro le faltaba a todavíatodavía MEE
y DE e
en la nueva coyuntura internacional or
or la la flor de su
que se había formado. En el ámbito
co se había demostrado ampliamente políti- » derna y sólo disponía de grupos de infantes formados por cadetes in : o
que por lo general sus súbditos y ciuda ens
Bos no se comprometían seriamente en da- nados Por eso Francia se había inclinado por los suizos y los me
la tarea de defender a sus gobiernos, de hombres $ para cua a e a
que en el mejor de los casos quedaban sino a u ¡enes reclutaba como mercenarios a ' millares !
como espectadores pasivos. Esto se do
visto con claridad primeramente en el había baña eracias a los notables recursos financieros de que cisponia, a
reino de Nápoles, donde el invasor pudo 1 a menu: o vasallos al de aos
aprovechar incluso las complicidades vética,
sic
éti formada por pastores oO campesinos,
y las revueltas internas, y luego en el ba o no
do de Milán. La única excepción parcia duca- Ss noes s rurales S o súbditos de oligarquías ciudadanas, le proporcionaba
l era la república de Venecia, donde NON qa De
oligarquías ciudadanas de Tierra Firme las losraba obtener en Francia y en Italia: esto es, que los nobles
tomaron partido de modo más o menos
declarado y amplio por los transalpinos hacer la guerra a caballo y que asumieran la función de oficiales . a prepa aa
, mientras que grandes grupos de campe En los : cuadros de piqueros 1 r suizos i se encontra O t an efica: "-
sinos no sólo permanecieron fieles a - igl s 1
la Serenísima, sino que incluso tomar lleros, artesanos y campesesinos;¡ ; y éste, > Jun juntoPD con su rf
armas para rechazar a los extranjeros. on las e uconados
Í
te fusionados HOP
nobles, caballeros,
Con todo, lo que mayoritariamente de las victorias alcanzadas primero
ponía por entonces era la prueba renov se im-
ada y manifiesta de la falta de solidaridad gl ida disciplina, > había sido el secreto cre
Carlos el Temerario1 y luego en Italia..A o Larios no
entre los distintos estados italianos.
En este plano. no sólo un príncipe inclin que suministraban los JUAN nO o
a las intrigas como Ludovico el Moro ado La economía de las zonas helvéticas
sino también un pontífice severo y yo anu
vencido de su justo derecho como Julio con- era rica y no podía soportar la ausencia repetida de esa fuerza de a
Il habían demostrado la mayor ligere
El papa, en efecto, al principio se había za. de otras ganancias. También en otros países relativamente pobres so la zona
dejado llevar por sus resentimientos simi
ías similares, E
los lansquenetes . c tn
respecto a Venecia, instalada ciert con ina se habían
allpin. b ido formando infanterías
amente en algunas tierras sometidas : MAIN
na jurisdicción, sin considerar que era a su leja- de los estados hereditarios austríacos y de las zonas vecinas del e 1 xe .

la única potencia capaz de oponerse


injerencias forasteras. La Liga que se a las también allí los pequeños señores feudales o los cadetes de la no o DD
formó en su contra no arrebató de hecho
la Serenísima la posesión de la Tierra a los campesinos formando una tropa excelente. Un fenómeno an oe cunde
Firme, sino que demostró que las miope
discordias internas eran el motivo princi s al zo más reciente acaeció en el curso de las guerras de Italia, constata a IR
pal de la fragilidad italiana. A pesar .
a
.qe eo OS
O
e .

de rioridad de la infantería española frente a la sua. me


a o _

todo, Venecia consiguió preservarse


a sí misma y más tarde recuperar casi 36 onz :erná qeZ
lo que había perdido, pero la península todo es, desde su primera imer, campañ ñ a calabresa en 149 5-1496 -
ya no se mostró capaz ni siquiera de
hovar con éxito la unión provisional realiz re- Córdoba lahabía tomado como modelo Los jefes ibéricos fueron obligados a
ada contra Carlos VIII, E ON
Ante la presencia extranjera, que él lizar en un primer momento a aventureros, vagabundos y pe
mismo había contribuido tanto a acrec perspectivas de ganancia, la pequeña no era esp cmo
tar, Julio U intentó apresuradamente repara en- a las incitaciones y a las
r lo sucedido formando una coalición i
las s ffilas a,
con los restantes estados de la península no dudó Ó en abastecer cada v ez másá con sus miembros 1 mb, 2de esa inf
para liberarla de los transalpinos (vera- se revelaría como una de las mejores das aproxima.
no de 1510). Pero esta tentat
iva fracasó miserablemente y el
que muy pronto
mismo pontífice, Reanudada la guerra en la península itali italiana, duran e 5
¿ca s pm
dándose cuenta de ello, se resignó a establ
ecer una alianza con los españoles para casi todo su territorio. Los españoles, haciendo y
damente se extendió por

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66 EL SIGLO XV1
LOS ESTADOS EUROPEOS Y LAS GUERRAS DE ITALIA 67
sin dudarlo al enemigo en el norte de Italia, sufrieron importantes reveses inicia-
les. El ejército francés, al mando de Gastón de Foix, había pasado al contraataque posee ontraba ahora ¿ en una situac 1 1Ó análo
ión á ga. Francisco 1 no tardó en reabri
en los primeros meses de 1512 en la llanura del Po. El 10 de abril alrededor de ao 0 a es, confiando en el apoyo r las
de los cantones suizos; pero ya en
2.000 lanceros (en grupos de combate de al menos tres hombres cada uno), 3.000 en o Ñ o conseguía volver a poner 1521 el
a Francisco María, heredero de los
soldados de caballería ligera, 18.000 infantes y al menos 50 piezas de artillería en ucado de Milán. Este territorio había Sforza
visto aumentar su importancia en
atacaron el campo ítaloespañol que se había establecido en las cercanías de Ra- AN eva tura Inter
internnacio
aci nal. Su posesión la
ió se había convertido en indispensa
vena y tenía fuerzas netamente inferiores. Fue precisamente en esta batalla don- o pi ra ambos competidores. Para -
los Habsburgo representaba la mejor
de los lansquenetes, que luchaban a favor del rey Cristianísimo, se mostraron por a Para una Conexión entre los domin plata-
ios ibéricos y los germánicos; para
primera vez a la altura de los helvéticos. Aunque la infantería española, bien se- L ro advers ario,
/ersan o, la ruptura de tal c Onexión
el
ió y Su propia1 pre 1 :
cundada por la italiana, pareció obtener ventaja sobre el adversario, no fue sufi- nínsula italiana.
DPP preponderancia en la pe-
ciente. Pues el duque de Ferrara, tras un primer empleo no demasiado eficaz de El generalísimo francés Lautrec comen
zó mal su campaña con la jornada
la artillería francesa, colocó sus cañones de modo que sus tiros pudieran abatir a la ! , e entre Monzay Milán, , el campo fortif de
solo se podía acometer de frente. El i cado enemigo
ortifi i , que
caballería española. En vez de detenerse, ésta se lanzó al ataque prematuramente 27 de abril de 1522 sus mercenarios
sufriendo muchas pérdidas y permitiendo a la caballería enemiga realizar un de- o se o arOn a los ¿arcabuceros españñoles helvóu
ordenados en cuatro líneas suce- .
cisivo movimiento envolvente que deshizo las filas de la infantería italoibérica. s de mil hombres cada una: mientras
una fila disparaba, las otras cargaban
La sangrienta victoria, que costó la vida a Gastón de Foix, apenas tuvo fruto s fueron gravísimas. Era la primera sus
a
los tiradores se manifest aba con vez que la acción de
inmediato. Las hostilidades prosiguieron al año siguiente, acompañadas de cam- tanta eficacia, y esto prueba que en
pa Sa aquellos años
bios totales de alianzas: en efecto, habiendo establecido Julio lÍ un acuerdo con ucido un notabilísimo perfeccionamien
to de las armas de fuego por.
el emperador Maximiliano, Venecia volvió de súbito al bando de los franceses. cn 1es. 0 Os arcab
¿ uceros,S en efecto, dispa i raban ahora a una distancia de dosci
Derrotados los suizos cerca de Novara en junio de.1513, éstos se reconciliaron a mo mos y con palas que tenían en- -
fuerza suficuente para perforar casi
su vez con el nuevo pontífice León X, mientras el resto de la coalición formada : la , zona que los enemigos cualq uier
g tenía hn que recorrer antes de caer sobre
en su contra se disolvía en 1514. El emperador Maximiliano, que pretendía rei- migo > había (crecido, , y para ell os resul el
taba mucho más mortal y peligr 1 osa. sa. Por
vindicar sus derechos tanto sobre el ducado de Milán como sobre la Tierra Firme demás, los tiradores se articulaban Por lolo
en auténticas secciones; su empleo
veneciana, se quedó aislado. Así, al año siguiente Francisco 1, que había sucedi- tá
do a Luis XI, volvió a emprender el camino de Lombardía con unos 60.000 hom- contraataq
3000 enem ue a,
de los infantes alema. nes y españ
p ñoles provo
provoc
cóó la muerte de ala menos
bres y 75 bocas de cañón. La gran batalla de Marignano (1515), entablada insó-
litamente a lo largo de dos días sucesivos y no en una sola jornada, opuso sobre A EN podía resignarse tan rápidament
e a la pérdida del Milanesado. En
todo las unidades de los piqueros helvéticos, a sueldo del duque de Milán, a los on e E 23 envió un nuevo ejército para
recuperarlo; pero nada decisivo aca-
lansquenetes del Cristianísimo. Al atardecer del 13 de septiembre el éxito del en- ee año n1 el siguiente entre los
dos campos, que se enfrentaron varias
frentamiento era cuando menos incierto; aunque el 14 los suizos daban la im- ces,
es! n otoño ñ de 1524 Francisco ve
1 1 volvíaÍ a Lombardía y obligaba a
paras : las tropas ad- -
presión de prevalecer en el combate pese al fuego de la artillería adversaria, la A en Pavía en espera de refuerzos.
po Cuando éstos llegaron a
vanguardia del ejército veneciano logró presentarse de improviso. Pese a la de- € 153, Pescara, , coma0 ndante imperia mperia
l.l, , i intentó Ó recupeperar
rar la la inicia
i iniciati tiva de
sesperada acción de los helvéticos, la caballería de Bartolomeo d”Alviano los e ES y liberar Pavía, bajo cuyas mural
las estaba el ejército francés. El
sorprendió por el flanco y per la espalda mientras los lansquenetes se reorgani- 2 » Con una maniobra envolvente
Ogró coger por sorpre
losró las
zaban, volvían al ataque y aniquilaban al enemigo. La victoria permitía al fin a del rey, > que ademá s no supie Í ron dispo l
Í ner su contra ataque de un mod
doo y ooportuno.10. La victori ctoria españñola o i
Venecia recuperar la posesión de su Tierrá Firme y a los franceses la del ducado Ss se debióÍ esenci encialmenteE a la
0 ación de los arcabuceros, a la acció excelelente
nte e inter.
¡
inter-
de Milán. n de los lansquenetes y a la feliz salida
Al día siguiente de esos acontecimientos se produjo una pausa, debida tanto a o ediadaque en el momento decis de
ivo sorprendió por la espalda al
a la desaparición de la escena de Fernando el Católico como al hecho de que su ( rio. El mismo ) rey no pudo evitar su
su captu
e ra y Carlos V lo hizo ] , i
joven sucesor Cados de Habsburgo quisierá firmar con Francisco l el tratado de sionere o aMadr A id.Eld. En esta¿ ciudad el soberano franc 1
ésé se vi o oblig| ado a foma
Í
fir en
Noyon (18 de agosto «de 1516). Era sólo una tregua. Muerto en enero de 1519 el enero
I : Ede 1526 2 un tratado cuy:yas condicione ici s casi i humil lantes, una vez
emperador Maximiliano, el 28 de junio de aquel mismo año era elegido para 1 be. no
libre,
el trono imperial, contra la candidatura del soberano francés, precisamente el rey ad El a 22 o del mism i o año, ñ en Cognac, pareció reconstituirse
de España, que se convertía así en Carlos V. Demasiado amenazada por la mult.- a Va : ha liga : ttaltana contra la prepond bajo la égi-
erancia1 españñola: : se se adhir
adh iriero
ieronn a
plicada potencia de los Habsburgo, Venecia estrechó sus lazos con Francia, que o IA potencia, el papa y el duque de Milán
. Las Operaciones iniciadas
por las fuerzas venecianas y pontif
icias no produjeron resultados
posi-

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68 EL SIGLO XVI
LOS ESTADOS EUROPEOS Y LAS GUERRAS DE ITALIA 69
tivos: al contrario, un cuerpo de 12.000 1 ansqu
enetes imperiales logró meterse en parado
la llanura bañada por el Po, se unió a él viese obligada a hacer esto último, en 1528 Andrea Dora ya había
el condestable de Borbón y se dirigió a francés y se había pes o A la Do:
Roma, donde superó su débil resist bruscamente a Génova del bloque
enci a y la saqueó (6 de mayo de po
franceses, bajo el mando de Lautrec, 1527). Los emperador. Tal vez Italia era víctima de una coyuntura ad - a ¿q a
no llegaron hasta el verano siguiente; su actitu e no i n t e o
mando la ruta del sur, se presentaron bajo to- ias € eas hubiesen continuado sosteniendo
las murallas de Nápoles; pero el asedio rencias o. tos se habría-legado a una mayor consistencia nacional? | )
resultó un fracaso debido a una peste
en la que murió Lautrec. En el norte de
lia, en junio de 1529 los arcabuceros españ Ita- todos modo al peso del pasado había Mostrado. ser determiñante, y la sujeción
oles se habían impuesto a los lansque-
netes adversarios, sin que la caballería francesa logra po ca de ello resultante no podría sét puesta seriamente en tela de juicio hasta
se resta
blecer la situación.
En lo sucesivo el rey de Francia ya no lograr el siglo XIX.
ía jamás arrebatar a los españoles la
posesión del ducado de Milán.
Mientras tanto, Carlos V, que se había recon
ciliado con el pontífice Clemen-
te VIL de la familia de los Médicis, lleva
ba a cabo otra campaña para el refuerzo
ulterior de sus posesiones en Italia. Los floren
tinos, tras el saco de Roma, se ha-
bían rebelado contra el gobierno filom
ediceo y habían proclamado de nuevo
república. Ésta trató de organizar milici la
as propias, que ya había intentado poner
en pie entre 1505 y 1507. Como ocurr
iera antes, las estructuras comunales,
a su Intrepidez llena de valentía se revel pese
aron incapaces de una madura transfor-
mación tanto en el plano militar como
en el político. La oligarquía mercantil
tifundista que dominaba la ciudad tosca y la-
na no tenía confianza en sus propios con-
ciudadanos y no quiso armarlos, prefi
riendo llamar al servicio a los hombres
campo. Mas éstos, a su vez, no estaban del
dirigidos por jefes propios, sino por ofi-
ciales proporcionados por Florencia:
para colmo de precaución y de sospecha,
tos prestaban sus servicios en la misma és-
unidad un máximo de seis meses; en la
base de la falta de cohesión militar que
de todo ello resultaba se hallaba una sol-
dadura política deficiente. Frente al peligr
o, ahora mucho mayor que hacía vein-
te años, el gobierno hizo algunos esfue
rzos posteriores, pero sólo una quinta
te de las tropas que defendían la ciudad par-
estaba formada por florentinos, mientras
que los súbditos del territorio de la repúb
lica permanecían pasivos. Demasiado
tarde, en diciembre de 1529, se decidió
armar a los ciudadanos de la capital ase-
diada. Ésta tuvo que capitular en agost
o de 1530 y renunciar para siempre a
ordenamientos republicanos para acoge los
r a un príncipe, el duque Alejandro
Médicis. Constituía en cierto modo el de
símbolo del destino de toda la península.
Francia había acabado suscribiendo la
Paz de Cambrai (3 de agosto de 1529),
a la espera de estar en condiciones de reemp
render la ofensiva. A escala europea
y mundial el conflicto no estaba ni much
o menos terminado, pero en Italia el
triunfo de España y de la casa de Habsburg
o parecía evidente. Lo sancionó la co-
ronación de Carlos V, que tuvo lugar en
el corazón del país, en Bolonia, ante los
representantes de casi todos los estados
italianos. Incluso Venecia renunció a la
alianza francesa y se dispuso a afrontar
la invasión de los imperiales intentando
tratar con ellos de igual a igual con vistas
a un posible acuerdo antiturco. Tras ha-
berse opuesto entre sí a lo largo de los
siglos x1v y Xv, las potencias de la penín
sula italiana habían seguido haciéndolo -
en definitiva a favor de los ejércitos ex-
tranjeros. Su equilibrio inestable tenía que
resultar definitivamente roto por la
desaparición de dos de las principales (el
reino de Nápoles y el ducado de Milán)
y por el paso de otras dos al bando del
vencedor. Pues antes de que Florencia
se

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LA REFORMA PROTESTANTE Y LOS CONFLICTOS EUROPEOS 71

todo aparecía implicado, de modo que lo que se califica de religioso


aún era un
entramado imprescindible en todas las realizaciones colectivas. El intento
de dar
una orientación o un orden distintos a las creencias e incluso a las
prácticas del
culto no significaba caracterizar a un sector consistente de por sí, sino tocar
una zona
neurálgica.
Era indispensable subrayar al menos de pasada ese aspecto tanto para
no sor-
prenderse de la confusión que produce la Reforma como para señalar la
dificul-
tad de analizarla de modo adecuado. Antes de afrontar su rápido examen
hay que
poner de relieve el carácter de larga duración propio de su desarroll
o. La Refor-
ma del siglo xvI no sólo maduró a partir de los siglos XIV y xv, sino que
2. LA REFORMA PROTESTANTE profundamente también a todo el siglo xv europeo, tuvo repercus
afectó
iones signifi-
Y LOS CONFLICTOS EUROPEOS cativas en otros continentes y en ocasiones éstas se prolongaron
con gran fuerza
hasta el xv. Con este propósito queda dicho también que el conjunto
de tales
procesos no resultaría comprensible si se pusieran sus aspectos religioso
s en una
1. PREÁMBULO esfera aparte, siendo su indisolubilidad recíproca particularmente
evidente y pre-
sente en los siglos XVI y XVI.
Ningún gran acontecimiento de la historia occidental es tan compieio como a Uno de los pocos elementos que diferencian en gran manera la segunda
fase
Reforma, en parte porque ha sido reducida sobre todo aun fenómeno e la reli- del Medievo, más o menos a partir del año 1000, de la fase siguiente
denominada
giosidad. Aun hoy —y probablemente bastante, más en los últimos tiempos as moderna, es la clara divergencia de la escala con respecto a la que ha
de medir los
antes— es considerada algo propio de la esfera espiritual (tanto más cuanto que e acontecimientos históricos. Más allá de algunas relaciones esporádi
cas con Chi-
desarrollo de la conciencia europea ha llevado a sentirla en varios aspectos mms na e India y a pesar de los vigorosos intercambios con Levante y los
países afri-
como un hecho personal que como una dimensión colectiva). Aun siendo algo canos del Mediterráneo, en esa ulterior fase medieval Occidente siguió
caracteri-
instintivo considerar desde semejante punto de vista las manifestaciones o zándose en su conjunto por un notable repliegue en sí mismo, así como por
la
sas concretas precedentes, sería más apropiado al mundo medieval tardío y e compartimentación entre las áreas que lo componían (pese a la existenci
a de re-
Ancien Régime verlas como parte integrante de un todo y elemento a e laciones comerciales no desdeñables). La situación empezó a invertirse
a partir
tanto del conjunto de las vivencias como de los conceptos subyacentes a todas las de la segunda mitad del siglo xv, para modificarse luego a ritmo cada
vez más rá-
demás actividades fundamentales, mentales y sociales. o pido en los dos siglos siguientes. En la interdependencia que se fue
establecien-
En el panorama actual, fragmentado por las especializaciones, puede parco do progresivamente entre las áreas y las potencias de Europa centrooc
cidental y
legítimo considerar necesario un conocimiento general de los factores teo Eos meridional, la Reforma desempeñó un papel de aceleración, revelánd
ose como
para hacerse una visión exacta del período de la Reforma en su conjunto. pre uno de sus factores más acentuados. En contrapartida, la contemporánea
expan-
ciación plausible a condición de no considerar tales factores como aonomos y sión otomana desempeñó una función en apariencia correspondiente,
aunque en
regidos únicamente por una lógica propia, sino como funcionales con pops 01 lo esencial más bien marginal. Las relaciones entre España, Francia,
Inglaterra, el
los modos de pensar, de sentir y de actuar de las comunidades occidentales. a se Imperio de los Habsburgo y los países escandinavos se hicieron muy
estrechas
quiere salir de la tensión que opone lo «material» a lo «espiritual» y de la subor- debido a la reagrupación de sus estados en formaciones confesion
ales mucho más
dinación de uno al otro, es preciso renunciar a aislarlos y a hacer de cos dos absorbentes que su participación en la lucha contra el imperio turco. Por
otra par-
campos contrarios, al menos en el o de la sociedad en la cual y por la cua te, este último hizo sentir su peso más decisivo en las décadas en que
la Reforma
se sostenían el uno al otro. trastornaba a Europa,con mayor intensidad, es decir, aproximadament
e entre
E en clclina de la Reforma se"encontraban incrustados, interpenetrados y es- 1530y 1580. 7 * A
trechamente unidos lo político, lo económico, lo social, lo religioso y lo cultural, a Desde un punto de vista general hay que otorgar un puesto relativo
tanto a los
pesar de nuestra. tepdencia a distinguirlos con precisión excesiva. A su nan tarmentes espirituales de los individuos considerados protagonistas
de la Refor-
las distinciones operadas actualmente son en cierta medida comprensibles y apli- ma como a los debates teológicos. Unos y otros tuvieron sin duda
notable impor-
cables también a los siglos xIV-XV O XVI-XVIL Los viajes de exploración, la con- tancia, pero la medida real de su incidencia sigue siendo opinable.
Mientras que
siguiente ampliación del área marítima europea y las colonizaciones Cp la atención a ellos dedicada resulta más bien excesiva en un plano
global, por el
dientes fueron procesos del siglo XvI bastante autónomos, aparte del impacto de contrario es insuficiente la búsqueda de los subyacentes significa
dos mentales y
la llegada de los metales preciosos americanos, que estableció fuertes nexos en- sociales de algunas de las tomas de posición de los reformadores
del siglo xv1. Es
tre tales fenómenos. La Reforma venía a ser una especie de cocción en que casi

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72 EL SIGLO XVI
LA REFORMA PROTESTANTE Y LOS CONFLICTOS EUROPEOS 73
o»obvi io que en la lectura de los S fenóme ó nos no hay que otorgar mayor priorida
na visión o a un punto de vista que a otros. Ni d
i siquiera
siqu cuando un histori se en el consentimiento de los fieles. Por un lado, los reformadores admitieron
afirma 0 que entre los cristian os de los siglos
tanos 1 xv y Xv1 el sentido 1 del pecado O se hio que correspondía a estos últimos contribuir incluso en el ámbito material al fun-
particularmente agudo y doloro so es posible i certificj arlo con > ruebas
: indirect
indilrectas, cionamiento de su iglesia. Por otro; sin embargo, está claro que la fundamenta-
O parciales ni puede bastar cor on el hecho de que
tal fu era el caso o de Lutero. € 5 ción de la exención del pago de los diezmos promovió una justificación teórica
argumen
Mo ! perotos ydedeno menor importa ' nci áncia se puede sostener que
po
qu en aquel período Í odo sese que contribuyó al vasto proceso de secularización de los sienes eclesiásticos
yO 1sIvo el sentido de , la muerte físi ísica a másá que la espiritu
o
iritualF
piritual/al? aunal
aunque l en los países reformados. Siendo campesina gran parte de la población, además, no
os tuvieran un nexo y una relación recíprocos
esenciales. Sin podía dejar de parecer una injusticia la tentativa de extender los diezmos a las co-
€ han investigado los motivos de e. loslor ecos y las'
tadosos |por las tesis del r eformad
reperci j $ l Í sechas y hacer de ellos una especie de canorrde arrendamiento. Los privilegios
0 or alemán, , pero el problemaasea 'se plantea
la visión purame nte cristian
plant másá allá á de del clero, que incluían impuestos sobre los productos en venta en el mercado y
cristi a, dado que : e en la socieda i d de entonc
solamen e te condicionamient OS O exigenc
O ado sobre las actividades mercantiles, afectaban directamente.a otras clases.
i gencias
ias
i de natural tura eza religios ¡gl a EE o estrictj N amen- Se hará evidente, en suma, que en las sociedades de la Europa septentrional
Pp
lo or poner sólo z . . y central, bastante más que en las meridionales, en los siglos XV y XVI se era ya
un ejemplo, es sabido que a partir de Lutero la
reto ma os pecto a la mendicidad se reveló
actitud de los capaz de hacer valer las exigencias de la vida civil incluso en detrimento de las
severa e incluso hostil. Al reco tradiciones favorables al clero. Esto se verificó naturalmente de modo más visi-
imiento de la figura de Cristo en el pobre" y
a oponers
en el indigen indi te o miserable vi > ble entre los gobiernos y los príncipes, que tuvieron un papel decisivo y muy no-
' e . la convicción de la ascesis ascesi santific if ante y del valo
mismo.
mo mo Así, las socieda¿ des protest
y r del trabajoj os Í table en la consolidación de la Reforma. Tales actitudes se apoyaban en una am-
test. antes en general, diferenciándose de lasSS ó
ca , pusieron A acento en la realización progres católi- plia base reivindicativa, presente en cualquier estamento laico, de modo que
iva del reino de Dios sobre la tie- incluso después se mantuvo en la parte católica, que hizo valer con vigor seme-
sien o de modo más tajante y convencido
A
el éxito de sus iniciativas in- jantes instancias. Se podría citar el caso de Johann Eck, campeón de la ortodoxia
ey se clase. Pero no es fácil sostener que semejan
pa:
tes tendencias fueran romana y gran adversario teológico de los reformadores. Años antes de la re-
amentete de naturaleza religios
religiosa
g a e hn en. mayor medida 1
con Sspecíficamente mundanas. Sin ninguna
que dictado 1 s por por exigen- exi vuelta luterana, este hombre desplegó su propia competencia bíblica y canónica
duda, un fiel que debía sentirse para resolver la cuestión de la legitimidad o como mínimo de los intereses sobre
o o como pecador ante Dios y que a la vez
estaba convencido de su salvación el dinero invertido. Tanto su obra como sus intervenciones se desplegaron con el
po e gracias a Cristo, sto, era llevado| a una 1na especie
especi de activis
EE
1vi mo te rrenal ] (aunque retraso propio de los ambientes financieros de la Alemania meridional respecto a
diese en formas y medidas diferentes entre
a istas, por otro). Pero semejantes formulaciones
luteranos, por un lado. y los italianos, aunque también con la expresa solicitud de los Fugger de quedar
precisamente interpretables también son legibles
espirituales y teológicas son resguardados, y sin duda con una convicción todavía más fuerte de no tener ya
, e incluso más legítimamente que someterse a ciertas prevaricaciones o pretensiones eclesiásticas.
como opresión de sólidas convicciones terrenas,
Co: z SA
económicas y sociales. No es ex- No se podrá decir, pues, que de la Reforma se haya dado prioritariamente una
2, 100
7 "
ño que la Reforma atrajera particularmente
a las clases en ascenso, sobre todo versión económica y social, ni que ese movimiento haya tenido que ver con el es-
ens
en la zonas anglosajonas, j desde a los comerciantes j y los burgueses hasta los arte- píritu capitalista. Todavía menos se puede compartir la opinión de que pudo tener
pa 5 y cuantos habían llegado al gobierno de las comuni
am evas tomas de posición religiosa no podía
nu
A . . , *
dades ciudadanas. En éxito en tanto que se dedicó a combatir y eliminar las pretensiones del clero, su-
ració o dejar de verse el reconocimiento :
primiendo su supuesto fundamento en la ley divina. Ni puede pensarse que la ac-
y onsagración de una dignidad al menos igual de -
estado eclesial.
los laicos y los miembros del ción de los mismos eclesiásticos que animaron semejante contestación no tuvie-
de empre desde una perspectiva similar hay : ra más sostén que motivos espirituales y cristianos, dado que se consideraban
que hacer otras observaciones, in- intérpretes de todos los fieles y en particular de los que estaban comprometidos
pa ee de los apoyos sociales y de las justificacione
rmadoras pudieran ofrecer, , en primer 1 ugar a
s ideológicas que con la vida activa. Así, no fue un fenómeno exclusivo de Alemania proporcionar
diezmos
on
los cam 1 L una base teórica y una legitimación a la práctica de los negocios y de las transac-
y la fiscali : idad eclesiás lásti
tica ca gravaba n en general
mun >, pao, pa el puro por ejemplo de que
> a amplio plios
j Póstrato
estratos
] s del
del ciones de capital líquido. El mundo de los negocios requería una financiación
los obispos imponían una multa cada vez más ágil de las inversiones y sobre todo del comercio a gran distancia,
ncubinato. En particular en los paí íses de
más ampliamente
lengua alema entonces en expansión. Ni la matriz alemana ni el ímpetu de Lutero hubieran sido
n en los a,anglosajones,j > estos gravámenes suscia scitaban unmn malest
ad
cada vez más acentuado. . Much. O antes de Lutero,
males suficientes para hacer de la Reforma un movimiento victorioso y menos aún eu-
" no obstant e, se asentó Ó la con. con- ropeo: los presupuestos de su éxito, en efecto, estaban ya muy presentes en am-
YVIC ción de que el diezmo se fundase en la ley humana,
a natural: su aplicación formaba parte de las
l no en la divina ni tampo- do plias zonas centroseptentrionales del continente. Si algo hay que explicar —como
costumbres, aunque basándo- por cierto se ha hecho de modo bastante convincente— es, en definitiva, cómo y
por qué la Reforma no se impuso en los estados ibéricos ni en los italianos, dado

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LA REFORMA PROTESTANTE Y LOS CONFLICTOS EUROPEOS
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74 EL SIGLO XVI
res). La Reforma fue un vuelco de épocas que con todo derecho
pudo determinar
su pronunciado nivel de evolución económica y social. Obviamente, no sorpren- un antes netamente distinto del después. Participó en ella todo el
Occidente euro-
de que ese movimiento no penetrase en la mayor parte de la península balcánica, peo, en gran parte directamente o si no indirectamente, y lo hizo
en todo ámbito
no sólo ampliamente dominada por los turcos, sino también calificable como y en cualquier esfera; a diferencia de los movimientos telúricos, sus seísmos si-
zona todavía subdesarrollada. guieron transmitiéndose a lo largo de un siglo de una zona
a otra y siguieron tea-
Si además se fija la atención en la esfera más propiamente cultural, uno se en- pareciendo hasta el siglo xvHL
cuentra con la imposibilidad de verificar si realmente la instrucción se difundió
más intensamente en las áreas que se hicieron protestantes que en las que siguie-
ron siendo católicas. La vasta expansión de la lectura que parece haber tenido lu- 2. Los PRÓDROMOS DE LA REFORMA
gar hacia fines del siglo xv constituyó sin duda un elemento potencialmente fa-
vorable a la Reforma: con todo, hasta su manifestación detonante lo fue en una La cristiandad occidental acariciaba desde hacía mucho tiempo
el proyecto
medida primordialmente indirecta. Fue precisamente el mensaje de los reforma- de reformar la Iglesia. Tal exigencia fue sentida al menos desde
el sielo XI y se
dores lo que se convirtió en un potente factor de promoción cultural, y no sólo por satisfizo de vez en cuando poco o mucho, aunque nunca
de modo completo. | a
el puesto eminente y esencial asignado por ellos al conocimiento de las Escritu- idea germinó en cuanto el funcionamiento de la Iglesia empezó a resultar
dece >-
ras y por la adopción de las lenguas vulgares para su goce colectivo. Por un lado, cionante -—al menos para algunos de sus miembros—,
lo que dejó ver claramen.
cuantos en la sociedad estaban deseosos de aprender o tenido la instrucción ade- te la ruptura existente entre la vida atribuida a los primeros cristianos
y la que
cuada se hallaban entonces capacitados para articular sus propias necesidades re- aparecía ante los ojos. La imagen de un cristianismo primitivo
ejemplar era en
ligiosas —aunque en realidad no fueran las únicas—, mientras que en el pasado parte mitica y en parte ideológica. Es evidente, en efecto, que la
preparación
solamente el clero había tenido principalmente tos medios para hacerlo. Pero las mental propia del Medievo no permitía a los cristianos ir rigurosa
mente en busca
necesidades culturales fueron entonces mucho más que exclusiva y preeminente- de documentos y vestigios del comportamiento de sus antecesor
es: la investiga-
mente cristianas. La elite de los reformadores estuvo compuesta, en efecto, no ción de carácter histórico y científico aún tenía que renacer. Pero
la idea de una
sólo por predicadores y teólogos, sino también por pedagogos, juristas, conseje- primera fase de pureza y de virtud se hacía necesaria para reacciona
r mejor fren-
ros de príncipes e incluso artistas. te a las que parecían ser formas de decadencia y adulteración.
Efectivamente, en-
Se ha puesto ya de relieve que en el siglo xVI el estudio del derecho conquis- tre los siglos X1 y XIV se produjo un fenómeno que no tenía nada de
paradójico:
tó un ámbito específico propio en contraposición a la teología. Pero dejando esto cuanto más peso había ganado la Iglesia en la esfera política,
cuanto más indiscu-
aparte, hay que recordar que al menos durante todo el siglo xv en la mayor parte tido era su prestigio cultural y más aumentaban sus recursos temporale
s, tanto más
de las regiones centrooccidentales europeas, desde Lisboa a Riga y desde Londres una parte del clero y luego también de los laicos se convencía de
que había dege-
a Ragusa, subsistía una articulada, sólida y vasta cultura mercantil constituida no nerado y había dejado de cumplir sus principales cometidos.
De este modo la idea
sólo por práctica cotidiana, sino también por racionalidad consciente y valores de reformarla se nutrió de una imagen del cristianismo que se
fue forjando pro-
éticos propios. Sin el apoyo de esa cultura y sin el recurso a los clásicos paganos gresivamente por reacción frente a aquello en que el cristiani
smo se había con-
antiguos, difícilmente los juristas podrían haberse convertido en los mejores in- vertido efectivamente. Sería, sin embargo, un acto de parcialidad
sostener que el
térpretes de los gobiernos civiles ni de sus reivindicaciones antieclesiásticas. Sin cristianismo propuesto por los reformadores fuera más genuino:
sus adversarios
las convicciones autónomamente maduras en la esfera de la magistratura de las no crelan menos que ellos, pero se hacían una idea distinta de
la función de la
ciudades-Estado y de las cortes de los soberanos, las instancias políticas del siglo Iglesia. Durante siglos chocaron una concepción más espiritual con otra
más term-
xvi no hubieran podido dar prueba-de tanta seguridad al entrometerse en cuestio- poral y política en el propio seno de la Iglesia. Como los partidari
os de la prime-
nes dogmáticasy en la legislación sobre problemas en apariencia estrictamente ra estaban en minoría y los partidarios de la segunda tenían
en su poder la orga-
religiosos. o nización eclesiástica; más de una vez los segundos
condenaron e hicieron
Ha sido necesario subrayar, pues, que el volcán de la Reforma no expulsó su perseguir como herejes a los primeros.
lava desde un magma de simple espiritualidad y que la masa de sus lapilli no fue : Las dos tendencias se enfrentaron durante mucho tiempo, y
a medida que pa-
exclusivamente de naturaleza teológica» La Reforma protestante gozó de un sus- sabán ls añús, grupos de laicos iban acercándose a los clérigos
que defendían la
trato no mienor y quizá más amplio y enraizado “que la Revolución francesa casi reforma, Esta tendencia de los laicos no puede sorprender,
dado que la concep-
tres siglos posterior. Ésta coronó una fase de caracteres que ya no eran definibles ción política de la Iglesia los situaba a un nivel claramente inferior
al de los mien,
como medievales, dado que sus estructuras, aunque fueran desarticuladas, ya no bros del clero. Los eclesiásticos no dudaban en reivindicar
para sí toda suerte de
eran tales. En todo caso se avino plenamente a la calificación de revolucionaria, privilegios, haciendo de la comunidad cristiana un conjunto
en que ellos eran go-
aunque pasados los primeros decenios su curso se canalizara entre renovados y bernantes y los fieles súbditos. El fenómeno se acentuaba hasta
tal punto que los
firmes muros de contención (como sucede habitualmente en coyunturas simila-

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EL SIGLO Xv1
LA REFORMA PROTESTANTE Y LOS CONFLICTOS EUROPEOS 77

la colectividad; por otro lado, consideraba contrario a la ley divina el voto de cas-
tidad de las monjas y reprobable la mendicidad de los monjes. Aunque era teólo-
go, el teórico inglés expresaba las reacciones de la sociedad laica frente a la Igle-
sia y sus obras ejercieron una influencia notable: gran parte de sus críticas serían
nuevamente asumidas por losseformadores del siglo xv1. Ya Wycliff atacó a fon-
do las indulgencias, la pretensión de lOs eclesiásticos de expenderlas y traficar en
los ci
medios int ele: ales o mor ra cierto modo con ellas; se opuso no sólo a la infalibilidad pontíficia, sino también
ales ¡ ntarse por sí sola ni
para orie
para oponerse
e de e estásticos. El sacerdote apar ala utilidad de tener un papa. Estos puntos de vista se difundieron desde Inglate-
ecía al misiño tiempó com
o ya eN po agrado, aquel que 4 1 rra (donde, sin embargo, su éxito inmediato no fue relevante) hasta el continente
vivía de modo distinto al de
£ ; o

Si
a er ví Culos de famil losde o
y en particular hasta Bohemia, donde fueron introdueidos en 1401 por Jerónimo
n ia, , que sabí;Ía suminist
ini rar1 os medios
as RAN NS y provocar Í para b : de Praga. Jan Hus (1369-1415) y sus seguidores los corroboraron en gran parte,
su augurada intervención, y que
A Sidías : de las fuerzr as maléfica además podía afirmando por ejemplo que nadie podía hacerse pasar por representante de Cris-
s y demon íacas
as Í . Por ell
e a : s clero ocupase el Prim Í: to o de Pedro si no imitaba su comportamiento.
er rango social, que se le pa
gasen los bien
e lega j es S 1 inmuebles y las prop OS nos, Lo que las personas religiosamente sensibles consideraban relevante era la
iedades territoriales de impo
r notable ruptura entre el incremento del sistema de prácticas y devociones exter-
nas a que parecía reducirse el cristianismo y la relativa despreocupación oficial
por la adhesión interior y la comunión espiritual con Dios. Intérpretes de esta in-
satisfacción fueron los «Hermanos de la vida comunitaria», fundados por Geert
Groote (1340-1384), que inicialmente se difundieron sobre todo en el área holan-
desa y flamenca, así como el movimiento de la Devotio moderna. Ambos ponían
en primer plano la necesidad de una experiencia religiosa más íntima y personal,
reavivada por la lectura de los textos sagrados. Frente al culto de la innumerable
. di o
inva es e campo y po: rt 1 lo 8 eneral sostenía€ las
cohorte de santos protectores y a la ostentosa veneración de sus reliquias, se que-
posi
'O cion
one:
es
ría reafirmar la centralidad del papel salvador y del ejemplo moral dado por Cris-
oficiales de la jerar.

Des p ués de que la cur!Tia pon 1 tifici a $e


se estr
estruuctura S eenl OS
to. A este propósito hay que citar la importancia de la obra titulada precisamente
mo un potente orga ni smo burocrátÁtiico y centrali
gani
sigl
g O; S XI 1 y XI V Co e
Imitación de Cristo. A estas-corrientes de reavivada piedad no tardaron en unir-
Í zador, muchos intentar on aprove se, sobre todo en el noroeste de Europa, instancias humanistas que propugnaban
el retorno a las fuentes originales de la inspiración cristiana. Del mismo modo
que el humanismo laico había dignificado las obras de los clásicos antiguos des-
forma deE gobi
dl IR ie E á colegiad cuidadas, deformadas o transmitidas fragmentariamente y ensalzaba los valores
i ¿ a y menos autoritaria. Los
o éxitos de esta tenden
ás 'entes que qu reales, , aunqque d úrante much que contenían, el humanismo cristiano se aplicó al estudio más riguroso de los
en ases un concilio de os años perm
prelados que, sin la participació ió; textos sagrados para captar su forma más auténtica o para extraer mejor su espí-
das untad, intentar ndel papas a ritu. Junto a esta lectura más atenta del Antiguo y del Nuevo Testamento se con-
t on Prop
pro oner una seriei de reformas
no ya se ha puesto de manifies (1431. >. solidó el conocimiento y la autoridad de la literatura patrística, particularmente
to, los papas de la
Y principios del xv1 se vieron a mitadENdelCI siglo
NAxv
absorbidos en de los escritos de san Agustín.
no - llevaron a cabo O ning or la política italiana y
ni una acciión de ran alca La espiritualidad de la Devotio moderna y también el evangelismo de cuño
a nceo Dor esponder a las exj-
gencias reformad A pas éstas
ós sigu
¡guiiero
en n manifestándo humanista —que tuvo su mayor exponente en Erasmo— estaban reservados más
Fdo
se. en el interior de la
e o oe siglo XV se sucedier
on una serie de iniciativas y a las elites que a las masas. La lenta y constante búsqueda de una perfección y
min: a brimir abusos discipli tentati elevación moral se traducía al menos implícitamente en un itinerario ético arduo,
on narios manifestados en las
A A , 1r formas más sobri; as de órdenes que sólo unos pocos eran capaces de recorrer. Esta búsqueda se fundaba tanto en
pied
i ad, a fund
7 ar cofradías y aso-
una disciplina interior como en la confianza de poder recorrer con las propias
del 0 Muy propront2o os EAacci S fuerzas el camino de la virtud y de la salvación. Un prolongado hábito colectivo,
de modo radical. Desde la
PA ,z icle segunda mitad
al contrario, había acostumbrado a los fieles al logro de las metas religiosas por
30-11384)
384) había
1 nía sost
s enid1 o que los prínci
propiar al clero y a distribuir ncip
1 es te vías más fáciles e inmediatas, como las prácticas piadosas, las limosnas, los vo-
y administrar sus bienes en
Fterés de tos, las indulgencias o el recurso a la intercesión de la Virgen y de los santos.

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78 EL SIGLO XVI
LA REFORMA PROTESTANTE Y LOS CONFLICTOS EUROPEOS 79
Quien hubiera querido impugnar la validez de tales formas de piedad y sustituir-
las, sólo hubiera obtenido un éxito amplio y popular indicando a los fieles una XVuH y el xvi, la naturaleza Hegará gradualmente a
ser la instancia suprema tan-
senda accesible y exenta de obstáculos continuos. to en las dimensiones de la política y el derecho como
en las de la moral y el co-
Una coyuntura particularmente favorable permitió a los reformadores protes- nocimie nto científico, convirtiéndose finalmente en un criterio de referen
cia para
tantes obtener en breve tiempo gran número de seguidores y sobre todo dar vida la verdad religiosa.
a iniciativas duraderas. Los resultados conseguidos no fueron en modo alguno
provocados, ni menos aún adecuadamente explicados, por la actividad de las co-
fradías evangélicas o de la Devotio moderna, mi por la influencia humanista, ni 3. LUTERANISMO Y ANABAPTISMO
por el desdén hacia los abusos eclesiásticos, ni por el conjunto de ataques y de
críticas que circularon en los siglos xIV y Xv. Sí hubo un elemento, en cambio, Mientras el nuevo emperador Carlos V estaba
apoderándose definitivamente
que pudo desempeñar un papel importante y que surgió precisamente a lo largo de Lombardía y preparaba su supremacía sobre la
península italiana, el Imperio del
de los siglos xIv y XV, elemento que se concretó en una concepción diferente de que acababa de tomar posesión era presa de agitaci
ones a las que el soberano in-
Dios y de las relaciones del hombre con él. tentaba hacer frente.
El sentimiento de la divinidad es sin duda uno de los menos fáciles de escu- La causa ocasional de los desórdenes fueron las
tomas de posición de un
driñar, y sin embargo en los siglos XIV y xv ese sentimiento derivó bastante cla- monje agustino, Martín Lutero (1483-1546), que
entró en polémica con un domi-
ramente hacia varias formas bastante divergentes. La versión eclesiástica lo re- nico a propósito de la asignación de indulgencias
en el territorio alemán. Antes de
presentaba bajo un aspecto antropomórfico, a la vez rey providente y juez, tan presentar y hacer circular sus 95 «tesis» (otoño
de 1517), Lutero había atravesa-
próximo al hombre como para que los intermediarios (como la Virgen y los san- do una crisis interior que le había llevado a aproximarse
a convicciones dogmáti-
tos) hicieran sentir el contacto con él como algo fácil y casi directo. Contra esta cas contrarias a la doctrina tradicional. Impugnaba
el derecho del papa a distri-
representación tradicional se delineaba otra que, por el contrario, hacía de Dios buir los frutos de los méritos de Cristo y de los santos,
aunque esto se encuadraba
un ser insondable y lejano, superior a cualquier intento de comprensión por parte en una visión de conjunto a la que no pensaba
renunciar. En la primavera de
del hombre, severo e inescrutable. La primera imagen erá innegablemente más 1518, al transmitir al pontífice 97 justificaciones de
sus tesis propuestas el año
popular y extendida, tan agradable y familiar como la de un padre comprensivo e anterior, no dejaba de subrayar a modo de conclu
sión que no se había retractado
indulgente. La segunda tenía sus precedentes en la teología negativa del Medie- de ellas. Para Lutero, todo cristiano no podía ser
sino un pecador, digno de ser
vo, que ponía a la divinidad en la cima de una amplísima escala de seres y subra- condenado sin apelación posible si no creía profun
damente poder salvarse sólo
yaba su incognoscibilidad trascendente. De ello se derivaba, tanto para Ockham gracias a la misericordia de Dios (ésta era la Justifi
cación por la fe). Por consi-
como para Wycliff, que el hombre se salvaba o se condenaba solamente por la guiente, los sacramentos perdían su importancia como
canales de distribución de
voluntad insondable de Dios. En otros términos: a la figuración reconfortante y la gracia divina: lo que contaba era una iluminación
interior por la que cada uno
acomodaticia del Padre Eterno, inclinado al perdón y a disponer las cosas como se aseguraba de que no le sería imputada su propia
miseria moral. Tal diálogo di-
el hombre esperaba, se contraponía una imagen más autónoma y severa, precisa- recto entre el creyente y Dios devaluaba no sólo
los Sacramentos, sino también
mente porque a la facilidad de la moral hecha de indulgencia y de intercesiones las buenas obras como títulos de mérito, así como la acción
de los intermediarios
se quería oponer otra, hecha de rigor y de temor, fundada en la conciencia de la entre el Salvador y los fieles. Estos últimos, pues, eran todos de igual dignidad
insuficiencia humana y de la necesidad de atribuir todo mérito a Dios. todos sacerdotes, teniendo pleno derecho no sólo a leer sino también a emprender
Aparte de esos arquetipos contrapuestos de lo divino existía un tercero que el libre examen de las Escrituras, única base y referencia infalible.
actuaría cada vez más ampliamente, aunque poco a poco, en el desarrollo de la El luteranismo gozó de toda una serie de circunstancias favorables. Ante todo
sensibilidad. Este arquetipo era de hecho más bien de cuño pagano y se basaba en su divulgador tenía que haber sido entregado al cardenal Cayetano, legado ponti-
el presupuesto de que Dios se identificaba casi con la naturaleza. Ésta era la raíz ficio en Alemania: porel contrario,.el elector Federico de Sajonia
lo sustrajo a tal
benéfica de todo don y toda virtud; no estando corrompida y siendo originaria- procedimiento, sosteniendo que ho se tenía que arrestar al acusad
o antes de que
mente buena, todos.los hombres, aunque en grados diversos, extraían de ella sus fuera Juzgado como hereje por una universidad alemana y tras una
discusión
cualidades y la indiscutible capacidad.de realizar el bien, así como todo cuanto pública.Cuando luego León X declaró heréticas
41 proposiciones sacadas de los
les era útil. Esa naturaleza, concebida cómo instan8ta superior, se hallaba tam- escritos de Lutero y lo excomulgó (15 de junio de
1520), el fraile pudo impune-
bién en la base de las leyes y los derechos fundamentales, definidos precisamen- mente echar a las llamas la bula papal ante los
profesores y estudiantes de Wit-
te como «naturales». Constituía a la vez la raíz de la dignidad de todos los indi- tenberg. Al año siguiente, más de un centenar de
caballeros le escoltaron hasta la
viduos, de la esfera autónoma de su racionalidad y de su ética, y justificaba sus Dieta de Worms, a cuya presencia había sido
convocado. Protegido por un salvo-
iniciativas económicas y sociales. En el transcurso del siglo XvI, e incluso del conducto, rechazó retractarse y la Dieta lo expulsó
del Imperio aunque siguió
siendo defendido por el elector de Sajonia, cuya
escolta le condujo a lugar segu-

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LA REFORMA PROTESTANTE Y LOS CONFLICTOS EUROPEOS 81
ro. Sin lugar a dudas aquel fraile agust
ino supo a pelar al sentimiento nacional
los alemanes, entre quienes encontró de cluso en nombre de su propia conciencia, se aprestaron a tomar posiciones en el
en breve tiempo gran número de seeuid
Con todo, esta solidaridad no fue el campo de las creencias y las prácticas cultuales. Así, en Zúrich, a comienzos de
único elemento de que se valió; se le
o MEROS orante: la propaganda por medio unió los años veinte, el burgomaestre y:el consejo de la ciudad proclamaron su dere-
de la imprenta La edición cho a intervenir en esta materia. En otros términos: la responsabilidad política de
' ha de sus iniciales 95 tesis conoció un
éxito
faltó a la densa lista de sus escritos los magistrados. sobre todó ti elárea alemana, se tradujo; en la reivindicación
posteriores, o A
lento de polemista, Sólo Girolamo Savon DOcO de legislar en el terreno dogmático: cultural y eclesiástico. Hubo incluso casos
arola había podido utilizar en análo
circunstancias el nuevo descubrimiento Las paradójicos, como el del arzobispo de Colonia Hermann von Wied. Aunque su
tipográfico, aunque treinta años má
de la imprenta alemana constituía un Ce . preparación teológica era escasa, este príncipe del Imperio otorgó gran crédito al
instrumento mucho más evolucior
Lutero empleó a fondo y deliberadamente do. ue reformador Martín Bucero y le prometió introducir varias innovaciones protes-
.
Sin embargo, el reformador encontró e tantes en sus territorios. - o To
la mayor caja de resonancia en la voz
Sus propios seguidores, a los que había d Si bien el pontífice pudo excomulgar a aquel arzobispo, que fue después des-
reconocido con su teoría del sacerd
versa el derecho a tratar los problemas lo tituido, ni el papa ni el mismo emperador pudieron hacer nada contra los prínci-
religiosos y eclesiásticos Aunque en
e sisputa pública de Leipzig Gulio de pes laicos que sin dudarlo manejaron el movimiento reformador en beneficio pro-
1519) con Johann Eck éste le había
gado a reconocer que el concilio de Const obli- pio. Se atribuyeron toda una serie de poderes, como dotarse de instrumentos para
anza ya había condenado como heréti
cos algunos de los asertos Que él había ejercer el ius reformandi independientemente de cualquier control de los ecle-
vuelto a sostener, Lutero enseguid. co
ardorosos partidarios: desde Carlstadt o siásticos o los teólogos. El príncipe visto como obispo se transformó en soberano
hasta Ulrich von Hutten desde Er
Sickingen hasta Felipe Melanchton. on en el pleno sentido de la palabra, ampliando su estructura administrativa, interfi-
Este último a finales de 1521 resentab:
denadamente la doctrina luterana en or riendo en los nombramientos eclesiásticos y en la formulación de la doctrina.
una afortunada y pequeña obra titulad
communes. Aquel mismo año la ciuda : Looi Hubo, pues, una Reforma desde arriba acompañada de centralizaciones territo-
d de Constanza rechazaba aplicar
de Worms y en 1525 hacía lo mismo el edicto riales y que conllevaba visitas e inspecciones oficiales, así como confiscaciones
la Dieta de Núremberg Entre 1522
otras ciudades, como Erfurt, Magde 71528 de bienes eclesiásticos. De acuerdo con la estructura del Imperio germánico, los
burgo, Halberstadt, Breslau Bre o
como centros suabos similares, adopt Í juristas de la parte protestante sostuvieron a fines de 1530 que los príncipes elec-
aban el luteranismo. En Koniesbere el
pio obispo lo imponía en su diócesis: .o- tores no debían ser considerados súbditos del emperador, sino asociados con él
el gran maestre de los caballeros teutó
una vez secularizada la orden, hacía ios, para el gobierno de Alemania. Serían, pues, estados territoriales contrarios a los
otro tanto en Prusia.
o evo desde el principio, el apoge meo Habsburgo los que hicieran posible la victoria protestante en la Dieta de Augs-
o de la nueva doctrina había sido pro-
¿OIGO Por los apoyos seculares: sin ellos, su burgo de 1555. :
suerte habría sido completamente
distinta. Alemania ho era solamente Por lo demás, las prédicas de Lutero no se limitaron a los problemas religio-
el terreno más fértil para una revuelta
Hromana y antipontificia, sino que era ademá anti sos, y las consecuencias derivadas de ello pudieron aparecer como las novedades
s el más apto, dividido políticame .
te como estaba, para la formación de más interesantes. Aunque algunos de sus seguidores adoptaron posiciones más
partidos opuestos. En 1525 algunos
pes alemanes se aliaron para hacer frente prí S radicales que él, Lutero no revolucionó la vida cultural del fiel. El confesionario
a la propagación de la nueva doc Sas
Inmediatamente se coaligaron para defen se conservó y gran parte del servicio religioso siguió desarrollándose como antes.
derla el elector Juan de Sajonia, su sor
de Federico, y Felipe de Hesse. La
discordia más viva se había instal
Lutero no tenía un programa litúrgico muy claro e innovador. Los luteranos man-
corazón del Imperio, con todas las ventaj ado a enel tuvieron prácticas y tradiciones parecidas, y sobre todo a nivel popular no hubo
as de parte de los disidentes que aquel
mismo año consiguieron en la Dieta de en este ámbito graves tensiones. Hasta 1550 aproximadamente, muchos sacerdo-
Spira el rechazo de la aplicación del dio.
to de Worms. Cuando en 1529 una nueva tes siguieron celebrando sin dificultades tanto para los viejos creyentes como
Dieta quiso volver a ponerlo en vigor
Seis príncipes y catorce ciudades protes para los nuevos, y no sorprende que en el campo de los ritos el conflicto no pare-
taron, ganándose el epíteto de rotes
eS que desde entonces designaría a los tan. ciese tan tenso a los contemporáneos. Mucho más llamativa era la consecuencia
seguidores de Lutero (y luego también
Demás reformadores de análoga Inspir a de la doctrina según la cual todos los cristianos eran partícipes del sacerdocio, lo
ación). En marzo de 1513 los protes-
$ Megaron a establecer un auténtico pacto que conllevaba que el clero no había de ser ya una casta separada, que sus miem-
armado, llamado Liga de Esmal-
Calda: era la prueba de que la pequeña bros podían casarse y que habían de abolirse los conventos. El mismo Lutero se
nobleza y muchas burguesías ciudadanas
h a bían descubierto en el lu terani
1SIM:
smo
casó con una monja, Katharina von Bora, con la que tuvo seis hijos.
pe Y sp
spect 1v a $ q que cor 1COrd.
Cor aban con sus ob. - Estas innovaciones sugerían otras, o al menos muchos intentaban esforzada-
sa po una medida hasta entonces inhab mente llevarlas a cabo. En una situación que se había hecho tan fluida trataron de
itual e impresionante, todo tipo de
nidades civiles, bajo la fácil justificació auto- imponer sus exigencias varias categorías sociales: en primer lugar los campesi-
n de la salvaguarda del orden público
e in- nos, con tantas aspiraciones insatisfechas desde hacía tiempo. Lutero sostenía que

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LA REFORMA PROTESTANTE Y LOS CONFLICTOS EUROPEOS 83

eran una importante novedad en el marco de una situación profundamente cam-


la fe la daba la gracia de Dios, sin relación alguna con el grado de instrucción, y biada. De modo que la gran aportación del luteranismo fue la ruptura de la uni-
que todo cristiano era un hombre libre no subordinado a nadie. Lo que en reali- dad confesional propia del mundo católico.
dad quería decir es que esa libertad no era la exterior, política o social, sino la in- Con ayuda de los príncipes, Lutero no dudó en constituir una auténtica ¡ele-
terior. Pero las masas rurales no percibían del todo la distinción del teólogo y ten- sia diferente de la de Roma, que hasta entonces había reunido bajo su égida a to-
dían a rebelarse frente a los abusos y los gravámenes feudales o a la partición de dos los creyentes. Ciertamente no podía encontrarse prueba más palmaria y deci-
las tierras comunales. siva de la pérdida de prestigio y autoridad del pontífice romano, y además la
Es fácil imaginar qué poderoso grupo de seguidores tuvo Thomas Múntzer división así introducida revelaba hasta qué punto se había impuesto la preponde-
(1489-1525) cuando anunció a los campesinos que eran ellos los elegidos, los rancia del poder civil sobre el religioso. Anteriormente los soberanos tampoco
destinados a vencer a los príncipes y los grandes personajes que querían impedir habían tolerado que se implantasen en sus territorios las diversas creencias o las
el triunfo del Evangelio. Los predicadores radicales o «profetas de Zwickau», doctrinas contrarias a la común ortodoxia: de todos modos, más allá de cada Es-
como se llamó a su núcleo más radical, que se pusieron a la cabeza de los alde- tado la religión seguía siendo única no sólo en su interior, sino también en el ex-
anos, dieron origen al movimiento anabaptista. Según ellos, en efecto, tenían terior. Ahora un número cada vez más importante de príncipes no vacilaban en
que volverse a bautizar para constituir comunidades de santos, en cuyo seno abrazar una forma de religión nueva y muy discordante, y seguían exigiendo a
todo sería repartido equitativamente. Los mismos luteranos, príncipes y nobles sus súbditos que los siguieran e imitaran. Por lo demás, esto no excluía lo que
sobre todo, tomaron las armas contra los revoltosos. Tras varias vacilaciones a veces sucedió: no sólo que un país tuviera que pasar de una confesión a otra
Lutero se inclinó a favor de los nobles y los exhortó a exterminarlos, como efec- sino incluso que volviera a la anterior o aceptara una tercera, siguiendo los cam-
tivamente acaeció en Frankenhausen (15 de.mayo de 1525): Múntzer fue captu- bios de postura de sus gobernantes.
rado y luego ejecutado. La breve llamarada que ardiera en el verano de 1525 en
el sur de Alemania se reavivó un decenio más tarde-en el valle del Rin. Allí rea-
pareció aún más viva la convicción de que el fin de los tiempos estaba cerca e 4. PRIMERA DIFUSIÓN DE La REFORMA
iba a instaurarse una nueva Jerusalén. De hecho, en 1534 los anabaptistas con-
siguieron apoderarse de Miinster, en Westfalia, e instaurar un régimen radical Mas la obra de Lutero no tuvo sólo estos resultados, y ello se debió a sus no-
bajo la guía de Juan de Leyden. Durante casi un año se impuso el reparto de to- tables repercusiones en el ámbito cultural. Convencido de que la Biblia era un
dos los bienes (incluidas la casa y la alimentación) y se instituyó la poligamia: texto accesible a cualquiera que la leyese con los ojos de la fe, preparó una edi-
se declaró fuera de curso el dinero. Pero la represión por parte de las tropas epis- ción alemana completa, ilustrada por Lucas Cranach (1534): la obra tuvo antes de
copales no tardó en imponerse y en dispersar a los exaltados (24 de junio de su muerte 84 ediciones diferentes y 253 reimpresiones, con innegables beneficios
1535). para la lengua nacional. El sector de la enseñanza fue profundamente influido por
Lutero dedujo de esas experiencias que las masas alemanas eran incapaces de el luteranismo, ya que pasó de manos de la Iglesia a las de los magistrados segla-
asumir la responsabilidad de su propio destino espiritual y que había que salva- res: se intentó llevar a cabo una enseñanza general obligatoria, laica y técnica
guardar el orden constituido de modo que los príncipes asegurasen el éxito de su además de religiosa. Desaparecidas las órdenes monásticas, la asistencia social
Reforma. Se percató de que sin su apoyo ésta no podría consolidarse, pero en fue confiada a las parroquias y a las comunidades: gran número de monasterios
contrapartida hizo suyas las exigencias del Estado. Era innegable que la doctrina fueron transformados en hospitales o manicomios. En conjunto, las colectivida-
del sacerdocio universal reforzaba los poderes de los gobernantes y que el lutera- des luteranas se vieron investidas de toda una serie de deberes sociales, lo que
nismo les atribuía una mayor responsabilidad social. Si la autoridad civil tenía el contribuyó al desarrollo del sentido cívico de las poblaciones.
deber-de reformar la Iglesia tutelarla, de ello se derivaba que dicha autoridad no Lutero no fue sino el primero de una larga lista de reformadores que intenta-
encontraría resistencia aunque se inmiscuyera en cuestiones religiosas. Era obvio ron organizar iglesias autónomas que respondiesen a sus doctrinas pero fueran
que en la situación alemana el luteránismo constituía para los príncipes un arma obedientes al poder constituido. Así, en Estrasburgo Martín Bucero (1491-1551)
contra el emperador y los señores que seguían siendo católicos. Con todo, aún era nunca negó a los magistrados civiles la facultad de dar directrices a la iglesia lo-
más claro que con esta alianza entre el trono y el altar protestante se introducía en cal. En Basilea, donde Ecolampadio (1482-1531) había intentado mejor salva-
la escena europea la premisa de toda una nueva serse-de conflictos graves. La po- guardar la independencia de la comunidad religiosa por él promovida, fueron las
lítica del continente se volvía singularmente complicada, dado que a las contien- autoridades municipales quienes suprimieron el consistorio central de pastores
das dinásticas y a las rivalidades por Iá suprémacía de las potencias se añadían que se había instituido. Los reformadores de dicha ciudad tuvieron que conten-
como motivo de conflicto las disensiones y hostilidades de naturaleza religiosa. tarse con los consejos parroquiales, en los que había también representantes del
Para consolidar el éxito de sus doctrinas, Lutero no vaciló en emprender un Cca- gobierno civil. Se tendía, pues, a la aplicación de un principio que seguía sin te-
mino perfectamente conocido y practicado, y ello pese a que sus implicaciones

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84 EL SIGLO XVI PROTESTANTE Y LOS CONFLICTOS EUROP: EOS 85
LA REFORMA
ner en cuenta la libertad de las conci
encias: culus regio eius religio; La difusión de la Reforma en torno a 1536
de acostumbrarse a seguir la confe todos habían
sión de su propio estado.
Suecia (que comprendía también
Finlandia), independiente desde
orientó progresivamente hacia la 1523, se
Reforma. Tras la Dieta de Vasteras
representante oficial del partido catól (1527), el
ico fue expulsado del país y el poder
tual quedó concentrado en manos espiri-
del rey Gustavo Vasa ( 1523-1560)
cabo una enérgica política eclesiásti ; éste llevó a
ca, confiscando vastas propiedade
bían pertenecid o al clero. Entre 1526 y 1536 Dinamarc s que ha-
al luteranismo, que naturalmente a y Noruega se acogieron
siguió difundiéndose «por el Imper
sando la Liga de Esmalcalda. La io y engro-
gran victoria militar que obtuvo
los protestantes alemanes en Múlbl Carlos V sobre
berg (24 de abril de 1547) no pudo
la situación y sus efectos fueron restablecer
pasajeros. Alemania, aunque recon
emperador al hermano de Carlos oció como
V, Fernando de Habsburgo, se vio
el plano religioso en dos zonas desig dividida en
uales. Mientras Baviera y la parte
valles del Mosa y del Mosela y occidental
gran parte del valle del Rin) seguí
tólicas, el resto -—cerca de dos terci an siendo ca-
os del territorio— fue desde enton
tante: la Paz de Augsburgo (1555 ces protes-
) sancionó esta división confesiona
El primer gran país externo al Imper l.
io que adoptó el protestantismo
glaterra, donde las institucio fue In-
nes eclesiásticas no gozaban y
habían sido vigorosamente ataca de mucho prestigio y Mi nster
das desde tiempos de Wyocliff.
La segregación
LA.0777, ALIAS
Magdgotas

TUE
PAMténbera A
respecto de Roma, sin embargo,
se produjo Por motivos singulares
muy concreto. Pues Enrique VIHIL y de modo
que incluso había escrito un trata . S Bréslau
Lutero y en defensa de la doctrina do contra Frankfurt del M. Ze
tradicional, se dirigió al papa en . ,
tener la anulación de su matrimon 1527 para ob- Púremberg -,
:
io con Catalina de Aragón. 77 ybrain
SP gen Hermanos Bohem iós
obtenido, decidió pese a ello casar No habiéndola Estrasburgoo, ZAd _
se con Ana Bolena, sirviéndose E e sne
de la anula- pp Milhouse 0
ción dictada por el arzobispo de

za
Canterbury, Thomas Cranmer
o
Jiasios a .
La energía que tan escasamente (mayo de 1533). Neuchátel Ú
E
había mostrado Roma contra Luter A
meros seguidores se manifestó o y sus pri- ] Lausana
ahora: el rey, la reina y el prela
mulgados (julio de 1534). Pero do fueron exco-
Enrique VIH ya había adoptado Valdenses
medidas auda-

Nom
ces y no se echó atrás. En febre
ro de 1531 se había hecho reco
nocer como ¡SN

ox
FEAR

1
1 na
reforma
Ss a la are luterana. 2. Ciudades s a: adheridas a la reforma de
. Estados yy ciudades
1uda a adheridos

4 - Zona Ss con no ab es traciones
I nhiitracioón dede la
Suiza ES eo.
y á 0e Estrasburgo. 3. Re
Reforma g
anglicana.

Reforma. 5. Acuerdos políticos y religiosos de Wittenberg.

1543 incluso recomendó la devoción a la Virgen


i ibió la lec-
y a los santos y prohibi
como antes, los cabildos de las catedrales, si 2
bien la lista de los candidatos tenía sa de la polñica religiosa aún menguó con los sucesores de UN
que ser aprobada previamente por once
el rey. Las ceremonias católicas y
las imágenes se mantuvieron, así como las oraci el culto de Or el primero, Eduardo VI (1547-1553), subió altrono con
ones por los difuntos y el dog- cl ve añ 1547 y 1548 se sintió la influencia luterana, ye ”
ma de la transustanciación eucarístic
a. En torno a 1536 pareció que sólo nueve anos. entre n una sucesión de cambios eclesiásticos y litúrgicos (er a
abría las puertas al luteranismo. el soberano
pero al año siguiente restableció
los siete sacramentos y en 1538 la práctica de e de! oras de arte sacro se perdieron al tiempo que los altares eran. Ss o
prohibió el matrimonio de los
sacerdotes; y en tuidos
Pido or Snes mesas). . Los cinco años siguientes de reinado de María Tu

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86 EL SIGLO XVI
LA REFORMA PROTESTANTE Y LOS CONFLICTOS EUROPEOS 87
(1553-1558) permitieron a Inglaterra volver a ser católica: el Parlamento aceptó
la reconciliación con Roma, aunque rechazó restituir las tierras confiscadas a la apartarse de la ortodoxia. A la primera reforma, llamada grosso modo luterana,
Iglesia (3 de enero de 1555). Una minoría de protestantes, no obstante, cometió le siguieron muy pronto por un lado la heterodoxia manifiesta y el liberalismo
varios actos sacrílegos y la reina desencadenó una severa represión que mandó a más o menos oculto, y por otro las confesiones de nuevo rígidamente encua-
la hoguera a 273 personas, entre ellas el arzobispo Cranmer. Esto provocó pro- dradas.
fundos resentimientos y una duradera aversión popular al catolicismo. Además Un primer ejemplo de este trabajoso encauzamiento de las opciones y de los
de los motivos personales de Enrique VIII, la separación de la iglesia inglesa se más complicados procesos éticos y religiosos es el de Erasmo y sus seguidores,
debió a la escasa implantación en la población de la Iglesia tradicional y a cierto que eran en muchos casos influyentes. El humanista holandés, en efecto, encar-
anticlericalismo de la burguesía y de la pequeña nobleza. Sus representantes en el naba tendencias aparentemente contradictorias, muy Características de la época y
-Parlamento favorecieron la política de la corona, que tendía a subordinar la esfe- compartidas por gran número de fieles. En especial una forma de anticlericalis-
ra eclesiástica a los intereses de estado. mo que se expresaba, por ejemplo, en la ironía referente a un pontífice como Ju-
lio TI, que se servía de la espada con más placer que de la tiara, o la crítica abier-
ta del fomento por el clero de formas de culto supersticiosas. En segundo lugar,
5. ERASMO, ZUINGLIO Y CALVINO una clara tendencia a situar el núcleo de la religiosidad en el mensaje evangélico
y en la «filosofía de Cristo», que hacía del Hombre-Dios centro y modelo de la
La revolución luterana había provocado en los países del norte de Europa, di- vida ética. En tercer lugar, una simbiosis de humanismo y cristianismo que im-
recta o indirectamente, repercusiones no sólo religiosas, sino también políticas y pedía considerar al hombre totalmente desprovisto de medios para salvarse, de
sociales, además de culturales. Pese a sus turbulencias y sus conflictos, pese a las modo que valoraba, incluso en el plano religioso, la voluntad y la capacidad
tensiones y los traumas, la situación del siglo xwes muchísimo más sencilla que de educarse. Desde tal punto de vista Erasmo consideraba que la cultura era un
la del siglo siguiente. En el transcurso del siglo xV fueron aumentando la inco- elemento vital de las creencias y un fermento crítico de carácter laico e implíci-
modidad frente al magisterio de la Iglesia y la exigencia de formular autónoma- tamente antidogmático. La «vía erasmiana» respondía bien a las exigencias de la
mente los propios juicios morales. Por otro lado, en los siglos XIV y XV la religión minoría culta, y fueron muchos quienes la siguieron y practicaron en numerosos
había desempeñado de modo bastante inadecuado sus funciones éticas en la Sso- países europeos e incluso en el ejercicio de las funciones directivas y de gobier-
ciedad. Las reformas del siglo xvi se diferenciaron de las precedentes corrientes no. Esto no implicaba una ruptura institucional, antes bien una mayor racionali-
en apariencia análogas por una insólita dosis de anticiericalismo y por el puesto dad y una búsqueda de la conciliación, así como de la disposición a la tolerancia.
preponderante que adoptó la satisfacción de las necesidades de la sociedad laica Lutero y Erasmo, tras unas buenas relaciones iniciales, no podían dejar de en-
y las exigencias terrenas. El punto crucial de la actitud religiosa luterana el frentarse, y de modo significativo lo hicieron en el campo dela capacidad del
compromiso directo del cristiano con Dios, el pacto de la fe que se proclamó y hombre para colaborar con la gracia divina. Erasmo no quiso admitir que después
que los también los demás reformadores adoptaron— remitía a una autonomía in- del pecado original el cristiano hubiera perdido por completo la posibilidad de
dividual que se oponía a la disciplina dogmática. contribuir a realizar buenas acciones. El humanista no podía aceptar que, tras el
El éxito de las distintas reformas señaló el inicio de la decadencia del mono- sacrificio de Cristo, que había redimido al hombre, sin la gracia la razón y la vo-
polio cultural en sentido lato, y por tanto también civil, del cristianismo en la vida luntad del fiel hubieran quedado radicalmente corruptas e impotentes.
de Occidente. Pero no tardaron en surgir nuevos problemas, pues la necesidad de Con todo, en su obra de 1524 sobre el libre albedrío (a la que Lutero respon-
una organización eclesiástica seguía sintiéndose con fueza. En el seno del vasto dió al año siguiente con la suya sobre el «siervo albedrío») Erasmo insistía ade-
fenómeno protestante se manifestaron tendencias opuestas tanto a la izquierda más en que no era lícito poner en peligro la unidad de los creyentes por una cues-
como a la derecha del tronto central luterano: eliminar aún más las contradiccio- tión tan ardua: él permanecía en el seno de la lelesia romana (como también
nes, dar amplio curso a la crítica y a la libertad de pensamiento y de conducta y permanecieron gran parte de sus seguidores). Lo contrario sucedió con el sin em-
volver a asumir la dirección de las conciencias y de las creencias. Circunstancias bargo erasmiano Ulrico Zuinglio (1484-1531) y sus partidarios. Este reformador
una vez más de naturaleza no religiosa permitieron que la segunda tendencia pre- SuIzo, tras haber intentado suprimir varias prácticas supersticiosas en su época de
valeciera sobre:ld "primera. En uña fase de choque frontal e inevitable era natural vicafio de Emsiedeln, pasó a ser párroco de la catedral de Zúrich, y entre 1520 y
que la dureza de las posiciones doctrinales, antigúas y nuevas, volviera a impo- 1525 impulsó a esta ciudad hacia el protestantismo. Admirador de los grandes es-
nerse sobre la tolerancia y el pluralismo: con todo, una vez abiertas las compuer- critores antiguos e inclinado a admitir que se salvaron aun siendo paganos, Zuin-
tas, las aguas no siempre pudieron ser reconducidas al interior del embalse y a glio creía en la predisposición del hombre a la virtud. Dios era fuente de la bon-
menudo lo fueron sólo provisionalmente. Frente a las iglesias que se reconsti- dad, aunque las criaturas no pudieran participar de ella; de ahí que la forma más
tuían se multiplicaron las sectas y pulularon quienes de un modo u otro preferían auténtica de culto fuera el esfuerzo por alcanzar un grado de justicia e integridad
moral cada vez más elevado. Zuinglio se diferenciaba bastante claramente tanto

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88 EL SIGLO
LA REFORMA PROTESTANTE Y LOS CONFLICTOS EUROPEOS 89
XVI

d e Erasm O co
como d e Lut e TO » Para
ára este
es úUt . no la
también social y económica. Según Calvino, los ministros del culto tenían que ser
fe e
elegidos; en la práctica, sin embargo, fueron los demás ministros ginebrinos quie-
a Misere icord
MAcambiaba sustancial alm mente 1 a naturaleza corrupta
ord;ia div
di 10 ano1
pta deldel h hombre; mient i ras que
AO AS fe lo liberaba de la necesidad par nes propusieron los candidatos, que luego los fieles aclamaban, aunque pos-
de pecar y le permitía complir la vo.
a de! J1OS. Sin duda alguna el mensaje teriormente (desde 1561) sólo'se consintió Ta aprobación silenciosa del pueblo.
y el sacrificio de Cristo habían hech
imposibilidad de hacer el bien y vence , A fines de 1541 Calvino logró imponer en Ginebra un consistorio de pastores
r al pecado, pero al mismo tiem.
Po la fe en él otorgaba la gracia. Con
todo, Dios concedía los medios pira compuesto por ministros del culto- y por laicos («ancianos») elegidos y coopta-
cer a su 1 ley y sólo ól a 1 Os elegid
obéc dos: eran de su competencia no sólo-las cuestiones doctrinales, sino también las
legi os, > a los escoggl idos por é > y alr 1SMO-
ar
ost
existía la predestina >
. nz
ción, 10
- ,
tiempo,po, como
V matrimoniales e incluso la disciplina eclesiástica. También se instituyó (1559) un
los predestinst ados tenían que constituirse en
-
E DA no
: - auténtico sistema escolar, desde el grado elemental hasta el universitario: sobre
logró imponer en Zúrich una espec
e la oa pública compuesto por miem
ie de cribunal todo su tramo final, la academia, se convirtió en otros países en punto de referen-
bros del clero, las cia para la formación de los pastores y en modelo de iniciativas análogas.
le: y los fieles. Desde este punto
de vista Zuinglio subrayaba
la de las competencias éticas y civile Calvino siguió con particular atención el desarrollo del protestantismo y de la
s sobre las funciones litúrgi-
política europea con vistas a asegurar mejor la difusión de su doctrina y el éxito
cad laica era de institución divin
es ' ndonó los pecados a través de Cristo,
a, la de su iglesia. La reforma propuesta por él, en eficaz competencia con el lutera-
se DOlÓ por todas para expiar las culpas és nismo, obtuvo gran número de seguidores en la misma Alemania, sobre todo en
o humanas: laeucaristía ya IM (1559-1576). Con todo, los Países
PS los estados del elector palatino Federico
una conmemoración, así como el
o de | pa
bautismo era Bajos, Escocia y Francia resultaron ser los terrenos más fértiles. Calvino empezó
nencia a la comunidad de los
elegidos.
ls ro e laa encia en la predestinación a tomar el mando del movimiento protestante francés hacia 1555; los pastores
y la voluntad de estructurar
e e eN amente disciplinado se empezaron a afluir desde Ginebra (en esa primera década se enviaron allí más de
mostró con mayor eví-
eden mo. , a vino (1509-1564) recibió la un centenar), pero la mayoría surgió en el mismo territorio: hacia 1561 había ya
ce Zalo a influencia de Mar- en Francia unos 670. El primer sínodo nacional, reunido en París en 1559, con-
a e SS suizos Ecolampadio, Zuinglio
o y Bullinger (su- tribuyó a fijar los principios dogmáticos, además de la disciplina interna.
ic , ligado a salir de Francia en 1535
debido a sus Así como la pequeña nobleza no había tardado en manifestar en Francia sus
bra y Estrasburgo,o, hast
py hi a que 15 simpatías por el calvinismo, en Escocia fue la gran nobleza quien lo hizo. A fines
> Stablecers
tos eoa definitiva a mente en
0 e nglio, estaba convencido de que Gi- de marzo de 1546 fue inmolado en la hoguera George Wishart, primer calvinista
la salvación era concedida a
an ad e 0 lempo que Dios escogía a los escocés destacado. Su sucesor, John Knox (1505-1572), residió como exiliado en
primeros por mediación
a dí na aotuando de modo irresistible Ginebra, donde entabló amistad con Calvino. Tras las distintas peripecias que
, arrastra a la voluntad
a ee eld mE perseverar: el alma experimentó su país entre 1546 y 1559 (en el curso de las cuales las tendencias
elegida ya no podrá recaer de-
per dom loo p ca o Con todo,
si el hombre es llamado así, habrá de protestantes se mostraron cada vez más indignadas con la autoridad católica), la
reco- muerte de la regente María de Lorena (1560) hizo más fácil el triunfo de la Re-
ciendo su profesión, sea roo forma. El 17 de agosto de 1560 el Parlamento adoptó la confesión de fe redacta-
ente
ptvi
individual
da esto venía a significar que el el hombre er da por Knox e inspirada en la principal obra de Calvino, la Institution chrétienne;
podía
día considerar el éxitoo mundplano
a- en diciembre se publicó el Libro de disciplina, que reorganizaba la iglesia esco-
ción Enel plano coloco al ceo a
pon Er
ía al calvinista un activ ismo notor SOMO prueba desu ee cesa. Los obispos fueron suprimidos, al tiempo que los ministros del culto eran
o E ctas y ar en defensa de la iglesia de que
io, de hecho elegidos por los fieles. Se estableció además un sistema escolar bien or-
lena formaba parte. denado.
onda l € 108 creyentes era esencial,
porque sólo a través de
Y dada edad No obstante, y a la recíproca, En los Países Bajos la influencia de Calvino se había sentido aproximada-
la iglesia de- mente a finales de 1545. Jóvenes estudiantes acudían de Brabante a Ginebra para
vduos como para realizar la tran
storno
recibir una formación dogmática, regresando luego a su patria para difundir clan-
1 salvación de Jos
a za cos bemos Calvino se sirvió en inci destinamente el calvinismo. En torno a 1560 éste había echado raíces sobre todo
parte de los instrumentos ya
pone oa 0 p : e mentos nuevos, perfeccionando su en la zona de la industria textil (Lille, Valenciennes, Tournai, etc.) y en la costa,
estructura al desde Amberes hasta Frisia. El primer supervisor y ministro general de la región,
los
los dogmáticos
: claramente
nel formuladad os). NA medio Guido de Brés (1522-1567), que había residido en Ginebra, fue el principal re-
esencao
ial con
para los
reguartícu
yo id anto civil como relig
iosa; de la excomunión (no Sbtuvo el dactor de la Confessio belgica (1561), que también establecía que los ministros,
a hasta 1555) se sirvió como conde
Po los ancianos y diáconos de la comunidad fueran elegidos. El gran conflicto que
na no sólo eclesiástica, sino

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90 EL SIGLO XVI
Li A REFO
? RMA PROTESTA
E NTE Y LOS CONFLICTOS EUROPEOS
estaba a punto de enfrentar a los Países Bajos con España influiría fuertemente en
' 91
do
la comunidad calvinista de la región, que fue de hecho uno de sus principales pro- Ne a a orato Tepresivo impidióo que se Imani
festaran. También se multi-
tagonistas. La doctrina del derecho a resistirse a las autoridades, enunciada por
Calvino, se desarrollará, en efecto, de modo decisivo en aquella coyuntura. de la adhesión a las propias Ideas reli
arga e as o esencial Tacto
tud, que tanto preocupó a Calvi
AE ( no,( de Kasaspar
sar Schn
Schwvenc
enckicid
feld (148
(14899-1561
Ll ) y,sus
O Se mania hasta Transilvania. A sus ojos,
tanto las pequeñas
6.. Los HETERODOXOS
el propio Cristo era tambiéenn cierto modo un intermed
interiamediario simbó
SE lico.O
Con sus estructuras sociales y mentales aún bastante compactas, hacia 1550 NADO aba a Cara descubierta debido a los
dogmas y a las A
Europa se mostraba profundamente desgarrada en los ámbitos político, cultural y cos a c no intervenían en el enfre
ntamiento, aunque tampoco se
religioso. Mucho más que una ruptura o un conjunto de revueltas, la Reforma su- al como espectadores. Eran tanto
menos pasivos cuanto que
puso una herida interna que, lejos de cicatrizarse, empezó a afectar, uno tras otro, a e s como de otros de manera consciente
, reservándose la
a muchos países europeos. La vasta batalla teológica, que se mezcló además con a O Y se Se cuentan entre ellos quienes
interiorizan fuerte-
discordias sociales y conflictos militares, fue sin duda mucho más notoria que el o 0A e O incluso acentuados Eintes místicos; aquel
Actuando de manera relativa- an los en cuyo
gusto recuperado por la cultura de los antiguos. a , AN o menos alto de indiferenc
ia; aquellos en quienes
mente lenta aunque profunda en la dimensión de la sensibilidad, llegó a resque- OS.poes e una ética autónoma y laica; y, en fin, quien
o es lle-
brajar el universo compacto y sólido del cristiano. ars contra el propio cristianismo. Hacia
1550, en efecto,
Continentes enteros ofrecían entonces a los europeos el espectáculo de las en s o a sumarse Una especie de catalizaci
ón de la incre-
más variadas religiones, si bien aparecían como muy lejano y no causaban en re- NEO AN as las orientaciones o tendencias implí
cita o explícita-
alidad crisis mayores que las provocadas por el conocimiento renovado y enri- e a n incrementándose debido a la rápida
circulación de las
quecido de los textos clásicos. La Reforma, en cambio, turbó y rompió la línea de 1vacidad y amplitud de las polémicas,
que se mezclaban, confundían
sus horizontes mentales, los apartó del punto de vista unitario y dogmático y los
puso en presencia del pluralismo religioso como algo objetivamente posible, real. ani
demismo o y re todo o liberibertinitinismo espiri Í tual, junto a ciertas formas de ana
A pesar suyo, y aunque sólo fuera en un punto extremo, Europa empezaba a ad- : , anto que fenómenos pura mente
heterodoxo: ía fáci
mitir la coexistencia, a aceptar en profundidad la división. Antes de estar bien ciar a relacionarlos indirect amente con
las corrientes del lie Í
elaborada la idea de tolerancia empezó a surgir el inconfesado reconocimiento de tendencias al racionalismo y a la
- . -

tolerancia !
pe pensa
:

Hacia medi mient o y as


su necesidad; antes del libertinismo declarado se tuvo la vaga intuición de que se ed O del siglo 1 xvI buen núme ám ro de europeos dan muestras de ac-
podía dejar de creer en todo lo que hasta entonces se había admitido y predicado, SU ales o hipercríticas, o incluso de una
despreocupación bastante
sin ser por ello dignos de desprecio. Era como la sensación nueva de que en ma- o de o Creencias religiosas. Este
desapego mental y esta des-
teria de creencias el hombre tenía derecho a medir por sí mismo su grado de ad- p cp n van d desde ciertas formasas de
escarnio1 antiecl lecle
MN 1 esiásti
siástico o de «here- -
hesión intelectual y moral. En otros términos, a partir de 1530 no sólo tuvo lugar adopción de posturas razonadas y
filosóficas, con toda una gama de
una fragmentación eclesiástica en confesiones yuxtapuestas, sino que además O rmedias. La atmósfera general
creada por la Reforma fue una
buen número de fieles no se inclinaron por una parte ni por la otra, mientras que a vorable a la manifestación de gérm
enes de que era portadora la ci
una masa aún más numerosa admitió desde entonces los diversos cultos por cos- MO euro de hacíaía tiempti o, desde el anticlericalismo hasta
en el epicu .
tumbre o por conformismo, como si de repente se hubieran exteriorizado. Sin ísm , asa, iversas modalidades de raci 1onalismo. 1
pa - AA partir1 de 1530 au- -
duda alguna la mayoría se yio enseguida Encuadrada en las nuevas estructuras pero de quienes consideran las
religiones como Construcciones
protestantes o en los renovados andamiajes católicos. Un cambio notable, sin em- pe Md ón es mantener a Jos estratos infer
iores de la sociedad sumi-
bargo, se había verificado: puesto que era necesario seguir y practicar la religión ne os ncluso cabe mencionar a quien
es se dejan llevar por el placer
del soberano y dado que este último permitía una Inquisición a menudo desatina- pr Aura So a y de mostrar
un auténtico desprecio por el culto
se Mio contrariada, la fuerza de las cre- as. aquerdislocada 2 y EScasamente coher y por sus
da, la espontaneidad Je los sentimientos ente, la incre
- ] dulidad aparece ya
encias inhibida y su expresión, falseada.- * lu e las diversas iglesias. Los ata-
Se llamó nicodemitas a quienes, a semejanza de Nicodemo, que no había osa-
do pronunciarse abiertamente a favorde Cristo; no tenían el valor o la voluntad de
manifestar públicamente sus convicciones íntimas. Abundaron éstos tanto en los a credo de manos de los intermedia
rios ecles lásticos, sino también la
exigencia
países donde las luchas confesionales estallaron con violencia como en los esta- e reducir los dogmas a afirmacion
es compre nsibles según los parámetros
razón y la moral humanas. de la

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22 EL SIGLO XVI LA REFORMA PROTESTANTE Y LOS CONFLICTOS EUROPEOS 93

En la segunda década del siglo xv1


Maquiavelo había criticado con vigor Genealogía de Carlos V
gico la visión cristiana expresando ló-
una clara preferencia por la religión
antiguos paganos. En 1537 Bonaventur de los
e des Périers había tachado a Cristo
postor en su Cymbalum mundi; hacia de im-
1531 Miguel Servet había publicado ” BORGOÑA HABSBURGO > ARAGÓN CASTILLA
critos en que negaba el dogma de la es-
1553, el médico español negaba ademá
Trinidad: en su Christianismi restitutio,
de | | |
isábel t, .
s el pecado original! Hacia 1520 Carlst "7 Fernando !l
en nombre de la prioridad del espíritu adt, María
(1493-1519) CL E (1479-1516) (1474-1504F 7
sobre la letra, había atribuido a las Escri-
furas una importancia relativamente
secundaria, insistiendo en la inspiració
terior que transforma y deifica eradu n in-
almente-a1 elegido: como tantos otros
li- no | po FT | |
bertinos espirituales, Carlstadt era Ira ina
Catalin
partidario de una comunidad libre Felipe el Hermoso Margarita Juan Isabel Juana
aa
iluminados. No todos los anabaptistas de laicos
fueron partidarios desde su aparición ” - Enrique ViIl
violencia para implantar el reino de de la ]
Dios. Desde Suiza hasta el sur de Alema
desde Austria hasta Moravia y los nia,
Países Bajos, otros (como Balthasar María Tudor
maier) reivindicaban el derecho a organ Hub-
izar su propia secta con independencia
los estados y las iglesias del Estado.
era hostil a toda iglesia organizada
Sebastian Franck (1499-1542), por su
de
parte, | |
así como a las ceremonias, a las imáge Do | La María Catalina
gradas y a los edificios de culto, mient nes sa- cies) Ia con
(casa (emperador: 1558-1564) [casa con casa con
(casa. o
ras que Sébastien Castellion (1516-1563 Leonor
negaba el derecho a dar muerte a los ) Ana de Hungría)
IA de Hungría) de Portugal)
herejes. Libertad, razón y tolerancia 900
de ID, !
Portugal) Dinamarca)
asa
lores que seducían, aunque sólo fuera eran va-
por contraste con la ferocidad de las
religiosas y con el renac luchas
ido dogmatismo.
Maximiliano !l
Juan Dorotea Pia s (emperador: 1564-1576)

duque de Milán)
7. CARLOS V
Ana de Austria

Exactamente a un siglo de distancia, Juan de Austria María luna


dos emperadores, Segismundo y Carlos María Felipe !l
(1555-1598) (Ilegítimo)
V, tuvieron que hacer frente a la herejí de Portugal
a, a la reforma de la Iglesía y al peligr | .
turco: los comportamientos de uno y o | J
de otro fueron análogos. Al menos exte-
riormente, sin embargo, el poder de
Carlos V parecía mayor que el de su Felipe HI
cesor: además de la corona húngara, unía prede- | 1
(1598-1621)
a su cetro imperial la corona española Y os
y la joven potencia transoceánica de
los castellanos, en continuo desarrollo.
contrapartida, frente a los dominios de En
los Habsburgo (tan extensos que en su
rritorio nunca se ponía el sol) se erigía te-
ahora no sólo el expansionismo otomano, Frente a la herejía, desde luego Carlos v no se mostró Óó 1 de
j la lr Pas
aíses
sino también la decidida acción de Franci
a. Carlos V soñaba con restablecer el j izó un sistema de vigilancia religiosa semejante a : on
prestigio del Imperio y convertir a su Lo
jefe en árbitro de los destinos continenta pe sa e hizo | blicar toda una serie de ordenanzas sumamente rigurosas.
les. No obstante, pese a perseguir su -
objetivo durante más de tres décadas, E , de > fueron los anabaptistas, relegados a la clandestinidad y reduci-
nalmente tuvo que reconocer que no fi-
lo había alcanzado. Como había acaec Frente a la propagación del luteranismo el A po
en Italia en el siglo xv, en el ámbito ido NN Mrupos aislados
de la Europa del xvr las fuerzas existe sovió rápi de un concilio con la esperanza
ia !
eran demasiado vigorosas para que un ntes
solo Estado, por grande que fuera su O confecionalos, Pero Sus esfuerzos fueron RN PGE
der, pudiera someterlas o al menos dirigi po-
rlas y armonizarlas. Como antes en Ita- o 1 1 asaron los dedica: -
lia, ahora en Europa cada Estado perse
guía una política absolutamente exent
a de E obren 5 ES o En E O Anebargo. Melanchton, porta-
prejuicios y abierta a todas las alianz
as que parecieran eficaces y provechosa e loc oral tantes intentó un encuentro con los interlocutores católicos,
Francia sola no podía hacer frente a s.
mente la rodeaban hacia 1530; pero no
los Habsburgo, cuyos territorios prácti
ca- no o Carlos V rechazó en bloque las confesiones de fe de los reforma-
adversarios del emperador para libera
le fue difícil apoyarse en los principales
O ETS, en Re tisbona, el legado pontificio logró incluso llegar a un acuer-
rse en definitiva del bloqueo a que estaba PON E ros obre el problema crucial de la justificación por la o
sometida. Ca
y
lo términos del acuerdo no fueron aprobados por el papa ni por Lutero

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LA REFORMA PROTESTANTE Y LOS CONFLICTOS
94 EL SIGLO XVI EUROPEOS 95
» ViNo, A
no. En el ámbito eclesiástico quedaba la posibilidad del concilio, que finalmente o
o
se inició en 1545. Pero en el ámbito político, especialmente en el alemán, se dio
primero la palabra a las armas (que se batieron en Múhlberg), y luego a la cons-
tatación de la imposibilidad de entenderse. La paz religiosa de Augsburgo no
hizo sino sancionar la división entre principados católicos y principados protes-
tantes (cuius regio, elus religio).
La actividad de Carlos V no fue en lo esencial más afortunada en su enfren-
tamiento con Francia, pues a partir de 1530 Francisco 1 no vaciló en emprender
dos caminos poco acordes con su título de rey Cristianísimo, aunque política-
mente rentables: el apoyo a los príncipes protestantes, adversarios del emperador, En 8
23 6

El imperio de Carlos Y
es
y el entendimiento con los turcos. Fue ya con apoyo francés como el duque de 22
=
2
4%
2
Baviera, católico pero contrario a los Habsburgo, se alió con el landgrave lutera- 252 Y £E

no de Hesse para restituir al duque de Wiirttemberg el Estado que en 1522 le ha-


5 ge oo53
¡82= $8
o.
5
T 8
bía quitado Fernando, hermano de Carlos V. Más tarde, a partir de 1536, se rea- (53 585 8
2832 22
82 2 EE
nudaron las hostilidades entre el emperador y Francisco L, que sólo concluyeron 50
= o
38 £
3

tras la muerte de ambos, después de una sucesión de tratados de paz y fases de

CALAS
conflictos armados y victorias alternas en diversos frentes. El nuevo rey de Fran-
cia, Enrique 11 (1547-1559), intensificó todavía más sus vínculos con los prínci-
pes protestantes alemanes, lo que le permitió ocupar, con su conformidad, las pla- g
É 2 3
E 3 9
zas fuertes imperiales de Metz, Toul y Verdún (primavera-verano de 1552). En el o
o
=
E
a
So
z
w
s 3a 3
campo italiano, en cambio, los fr anceses vieron cómo se les escapaba de las ma- Q o a
2 2 y
nos una pieza con la que habían contado: la república de Siena. Atacada por fuer-
5o 025 5
o o 3

zas conjuntas hispanoflorentinas, tras un largo asedio se vio obligada a capitular, e


D
p
o
II TI E
quedando anexionada al ducado de Cosme 1 de Médicis (1556). Mientras un Y 5

cuerpo expedicionario enviado por Enrique Il intentaba aprovechar el favor del ES ES]
pontífice Pablo IV para poner fin a la hegemonía española en la península italia-
na, Felipe 11 (1556-1598), sucesor de su padre Carlos V, que había abdicado, or-
= >
denaba atacar directamente a Francia. El condestable de Montmorency fue cla-

Buenos Aires
na
“TI

ÉS E, S
3 = a c
ramente derrotado por Manuel Filiberto de Saboya ante las murallas de San
Quintín, que fue sitiada y tomada (agosto de 1557). Aunque esta victoria no pudo ZO
mm
o
SD
2
5
Luz
ser adecuadamente aprovechada con una marcha sobre París, Francia aceptó

V
A < 2 jo a 2
ga 8/3 a
poco después firmar el tratado de Cateau-Cambrésis (3 de abril de 1559). Enrique

El imperio americano de Carlos


ou D3/ p _
- —)
ll abandonaba oficialmente sus pretensiones al reino de Nápoles y al Milanesado ou
ass Pp E
e incluso aceptaba evacuar el territorio saboyano, que era desde 1536 óptima base
de partida para las intervenciones francesas en Italia. Junto con Saboya, se de-
343%
24E
5

Santiago
volvía el Piamonte al duque Manuel Filiberto, con excepción de Pinerolo y Sa- o

Valdivi
cd
luzzo: A partir de entonces el principado, así reconstituido, gravitará durante va-

,
Quito
rias décadas en la órbita española, al igual que la Toscana de los Médicis y

Portobelo
Génova. Finalmente Francia renunciaba también a sus derechos sobre Artois
y Flandes, así como%a la reciente conquista de Córcega, que volvía a quedar bajo
dominio de la república ligur. nn "
Mientras que los príncipes luteranos alemanes habían sido algo más que un
obstáculo para Carlos V, al sustraerle muchas fuerzas en su prolongada lucha
contra Francisco 1 y Enrique Il, un adversario aún más temible que el francés lo
tuvo ocupado durante décadas en el opuesto frente balcánico y en el berberisco

46/250
46/250
96 EL SIGLO XVI
LA REFORMA PROTESTANTE Y LOS CONFLICTOS EUROPEOS 97
del norte de África. A diferencia de los
estados occidentales, el imperio otomano
tenía como objetivo principal la expansión
armada en dirección a Europa. Esto
es, toda su estructura interna estaba conce
bida en función de la guerra, de modo
que el organismo estatal venía a ser una
inmensa máquina bélica. Como todo ti-
tular de una propiedad territorial (timar)
que estuviera por encima de un rédito
determinado se hallaba obligado como
máximo a prestar servicio militar a caba-
llo, a su vez quien militara en el ejército victor sa
ioso podía ser dotado domini os te-
rritoriales en la nueva región conquistada.
Por otra parte el timar nose transmitía
necesariamente de padres a hijos, de modo que
las tierras podían ser redistribui-
das entre quienes se distinguiesen en la guerra.
En cuanto a los pueblos someti-
dos, por un lado quedaban obligados por la admini
stración turca a pagar un con-
junto de tributos y prestaciones variables
según las necesidades bélicas, y por
otro muchos de sus integrantes —para conser
var la posesión de sus tierras o
eventualmente para recuperarlas- participaban
en las operaciones militares jun-
to a los turcos.
Así pues no es sorprendente la serie casi
ininterrumpida de derrotas cristia-
nas, ya que ninguna potencia europea estaba
organizada de un modo tan vasto y
coherente en función del ataque y la expans
ión armada. Al empuje agresivo, ba-

VINVALI
<
sado en la labor de hacer la guerra a
santa contra los infieles no musulmanes >
unía el interés personal de los combatientes , se < a
z
, basado en la perspectiva no sólo del 2 Z
botín inmediato, sino también de los benefi > e.<x
cios notables y vitalicios obtenidos a
tras cada conquista. Incluso la religión de las

6557
¡0
comunidades sometidas era aprove-
chada por los otomanos: a cambio del permis
o para practicar sus cultos respecti-

us vdomz
vos, esos pueblos tenían que abonar tributo

00vV49139
s especiales que financiaban las fu-
turas campañas. En cuanto a las fuerzas armada
s, además de utilizar las propias
e inducir a reforzarlas a elementos de los
pueblos sometidos, no dudaban en COns-
tituirmilicias escogidas haciendo uso de su autori
dad sobre los jóvenes de las po-
blaciones cristianas. Estos jóvenes, originarios
sobre todo de los Balcanes, eran
deportados, sometidos a un rígido adiestramien
to militar, convertidos a la reli-
gión musulmana e integrados en un cuerpo
especial de infantería cuyos miem-
bros se denom inaban jenízaros. Verdaderos soldados profes
ionales que incluso
tenían prohibido casarse (al menos hasta la
primera mitad del siglo xv1), los jení-
zaros constituían el núcleo y la flor del ejércit

vyud
o: eran entre 20.000 y 30.000 hom-
bres y formaban la fuerza armada más disciplinada
de la época.

v1DNI 30
A fines del siglo xv y comienzos del XvI
la expansión turca quedó relativa-

ON!
mente frenada en los Balcanes, fuera por la
prolongada y eficaz resistencia de los
húngaros o por el conflicto que enfrentó
al sultán y al sha de Persia. Selim 1
(1512-1520) atacó a los persas y sus tropas
incluso lograron ocupar Tabriz
(1514), pero no doblegar al adversario. En
otra dirección, sin embargo, los oto-
manos obtuvieron enseguida resultados muy
notables, pues enfrentados de nuevo
a Egipto, alcanzaron la clamorosa victori
a que en vano habían intentado obtener
en una guerra precedente entre 1484 y 1491.
En 1516 las fuerzas turcas ocupaban
Siria, Palestina y el mismo Egipto. Incluso
Arabia, que hasta entonces dependía
de Egipto, pasó a estar bajo su dominio, que
se extendía así hasta el golfo Pérsi-
co y el océano Índico.

47/250
98 Place GIRO CE AUR SE o EL SIG 3LO XVI LA REFORMA PROTESTANTE Y LOS CONFLICTOS EUROPEOS

Reparto del imperio de Carlos V


Esta espectacular ampliación del imperio fue acompañada inmediatamente
por otra. Especialmente tras la expulsión de los moros de su reino de Granada, en
los núcleos litorales del norte de África se habían constituido numerosas bases de
piratas musulmanes, en particular en Bujía: el intenso tráfico marítimo de aque-
lla zona se veía así expuesto a sus ataques inesperados. Los españoles reaccio-
naron vigorosamente (como antes los portugueses en las costas marroquíes) pa-
sando a la ofensiva. En 1497 habían ocupado Melilla, en 1505 Mers-el-Kebir, en
1509 Orán y en 1510 Bujía y Trípoli. Finalmente en 1515, aunque sin ocuparla,
habían logrado neutralizar Argel estableciendo una guarnición en el islote que
controlaba la entrada a su puerto. Pero, entretanto, fuerzas navales turcas com-
puestas en buena parte por unidades corsarias armadas en el Egeo habían empe-
zado a establecerse en el norte de África. Tras apoderarse primero de la isla de
Djerba y luego de Cherchell, su jefe aceptó la invitación de los argelinos a esta-
blecerse en su ciudad, pero sucumbió en un encuentro armado con los españoles
ante las murallas de Tremecén. El mando de los corsarios fue asumido entonces
por su hermano Khaireddin, conocido luego como Barbarroja. Para enfrentarse
mejor a los españoles, Khaireddin apeló directamente al Diván, que lo nombró
lugarteniente suyo (1516). De este modo se instalaba en el Mediterráneo occi-
dental el poder otomano: a partir de 1525 la posesión de Argel se haría definitiva
y en 1529 caía el islote dominado por los españoles.
Carlos V no podía asistir inactivo a estos progresos otomanos, sobre todo
porque, tras haber sido nombrado capitán y bajá por el sultán, en 1534 Barbarro-
ja se había apoderado de Túnez. La reacción del emperador fue inmediata y estu-
vo coronada por el éxito; en 1535 él mismo participó en la expedición que logró
recuperar Túnez y poner una guarnición española en La Goleta. Pero la situación
en el mar no tardó en complicarse, dado que en el mismo año Francia se aseguró
la cooperación naval del sultán y de Barbarroja. Al año siguiente, cuando se rea-
nudó el conflicto entre el emperador y Francisco I, una flota francoberberisca
pudo ya efectuar un ataque contra las Baleares y las costas españolas. La con-
tienda entre el Imperio germánico y el turco estaba abierta, pues además Solimán
(1520-1566), sucesor de Selim, había reemprendido enérgicamente el avance en
los Balcanes. En 1521 caía en sus manos la importantísima fortaleza de Belgra-
do. El ataque que a continuación lanzó contra Hungría concluyó con la decisiva
victoria de Mohács (1526). Además de perder en ella la vida el soberano húnga-
ro se desmoronó todo su reino, pasando en gran parte a quedar bajo dominio oto-
mano (el resto pasaba a los Habsburgo). La ofensiva del sultán no había finaliza- ;
: AAA >
do: tres años más tarde sus tropas llegaban ante Viena y la sometían a un asedio,
A su ! hijo
y
aunque en vano. Felipe ll (además de las posesiones de ultramar).
Si bien éste sería el punto máximo del avance turco por tierra, sus éxitos na- A su hermano Fernando l.
vales en cambió no habían terntinado. Pára hacerle frente se había constituido
una imponente coalición marítima formada por los venecianos, los españoles y el
pontífice. Alrededor de doscientas-de sus-unidades se reunieron cerca de la forta-
leza de La Prevesa frente a casi otros tantos navíos musulmanes al mando de Bar-
barroja, que había reunido sus fuerzas en el goifo de Arta. Tras un conato de
enfrentamiento, en la noche del 26 al 27 de septiembre de 1538 uno de los co-

48/250
100
EL SIGLO XVI

victoria.
Más que en el plano auténticamen
te naval venció en el plano mora
l y estraté
oo
gico. La La coalició
y n formada entre
hire 1 las potencia
ci s cris
istiantiañas no pudo reco
reconstr
nstruirse
3. LA CONTRARREFORMA
'£ largo tiempo, entre otras razo
nes porque los venecianos qued
aron muy Y LAS POTENCIAS | o
PROTESTANTES: 1564-1604

te a cualquier fuerza marítima crist 1. HACIA NUEVAS FRONTERAS POLÍTICAS Y RELIGIOSAS


iana considerada por separado. Los
empezaron a practicar la táctica venecian
llamada del scanso, esto es, de la
terponiendo regularmente desde «evitación in. Tradicionalmente se ha entendido por Contrarreforma el conjunto de medidas
entonces una prudente superficie
sus unidades navales y las otom marin Snte eclesiásticas e iniciativas político-religiosas promovidas en gran parte por la Igle-
anas cada vez que éstas avanzaba
turca ya nunca volvió a atacar a n Pero L Mota sia de Roma, y por ella aprovechadas, para hacer frente a la propagación del pro-
la Serenísima; consciente de su
rante dos décadas se enseñoreó superioridad , da testantismo, Adecuadamente se ha puesto además de relieve que incluso antes de
del mar Jónico y del Mediterráneo
occidental, ha- desencadenarse el movimiento luterano, la Iglesia católica ya había realizado re-
formas y estaba reorganizándose. Más tarde, cuando empezaron a imponerse las
confesiones protestantes, la renovación del catolicismo prosiguió en buena parte
por su propia cuenta y no ya sólo como reacción a lo que sucedía en el norte de
pjerba, base del corsario Dragut. Europa. Atendiéndose únicamente a los fenómenos religiosos, debería hablarse
Junto con unidades francesas, este
taatacó 5 1553 y arrebató Córc último con- más de reforma católica que de Contrarreforma. Pero en realidad el desarrollo de
ega a los genoveses en beneficio
simo. En 1560 una expedición naval hispa del rey Cristia- su espiritualidad, y sobre todo sus iniciativas eclesiásticas, no estuvieron muy se-
nopontificia intentaría en vano ocu-
paradas de la adopción de posiciones políticas, diplomáticas y militares, además
Djerba y le infligió pérdidas graví de culturales y sociales. Las vicisitudes protestantes ejercieron una influencia de-
simas. El Mediterráneo casi se
o en un lago otomano, mientras había converti- cisiva, y en varios casos incluso determinante, sobre tales tomas de posición, que
que los movimientos de la mayo
ropea, la española, quedaban condi r potencia eu- en su conjunto merecen ser llamadas Contrarreforma. Es absolutamente imposi-
cionados, al menos hasta Lepanto,
haza que constituía el imperio turco. por la ame- ble decir en qué se hubiera convertido el catolicismo de haber podido proseguir
la obra de reestructuración interna emprendida en el siglo xv y en las primeras
décadas del siguiente haber tenido que enfrentarse a los movimientos protestan-
tes, si bien a nada conduce preguntárselo. En cambio es forzoso constatar que si
bien al catolicismo no le faltaron energías para reaccionar ante lo que iba a ser el
mundo reformado, si bien en tal proceso supo manifestar una fuerza autónoma y
una fisonomía propia, la mayoría de las manifestaciones efectivas en que tales
energías se concretaron estuvieron más o menos condicionadas por la obligación
de luchar contra tan gran adversario. De aquí que, si bien si en el plano de la his-
toria religiosa subsisten dudas legítimas sobre el término a adoptar, en el plano de
la historia general no pueda evitarse hablar de Contrarreforma. Desde esta óptica
más abarcadora, las nuevas formas de piedad o las profundizaciones espirituales,
en sí y por sí consideradas, no cuentan tanto como la inmensa lucha que abarcó
casi todos los ámbitos y convulsionó a casi todo el continente europeo.

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49/250
LA CONTRARREFORMA Y LAS POTENCIAS PROTES
TANTES 103
Por ello no usamos aquí la expresión Contrarreforma en un sentido estricta- propio soberano por m 0) tivos políticos y religio OS
g1osos. E Er 110 esenc
mente eclesiástico. Hasta principios del siglo XVI católico equivalía a cristiano, O
1 S ial puec le atirmar:
f -
se con segurida que tos intereses estatales y nacionales
más exactamente designaba a la parte de la cristiandad que se consideraba más
se IMpusieron cada vez
mas por encima de las exigencias confesio rales. Con todo, estas
auténtica, en oposición al variado conjunto de las iglesias ortodoxas orientales.
últin a fuero!
e n muchos
uchos casos s facto.
factores
e de e c Crisis internas p rofundas y de mengua de la ca p: acI-
En el transcurso de las décadas examinadas en el capítulo anterior la situación d d d os t :C Y
a o€ al
acción interna ci mat, así como profun d 00 bsté 1 8 f>
un stácu O para el 1 T reforza-
cambió radicalmente y la Eúropa fiel a Roma se encontró dividida en dos campos
enfrentados. Este fenómeno duró alrededor de un siglo, entre mediados del XVI y e En cierta medida las Ñ luc! 1as confesio
10n ales h iCieron
1 más incierta
mediados del xvu. Pero no hubiera tenido ninguna eficacia reducir la historia de
y lábil
á la di-
rección de los as untos
É bl
publicos. Estas luch as,
s, en efecto,
ef > contribu y! eron
esos cien años al único denominador común de la Contrarreforma, del que sí nos
a dar libre
curso a 1 o $ motivos obje
] t 1vos de descontento ya los conf
servimos en cambio para su fase crucial. Hay que subrayar, en efecto, que la
O: lictos sociale 1 de as Tre-
vueltas de los Carmapesinos fueron numerosas,
as, > a aunque
q re g ularmente
amalgama de religión y política, de la que ya se habían producido unos primeros
re p rimidas
: > y

amagos destacados, cristalizó de modo cada vez más vasto y exasperado en la se-
q 2
facilidad. Cuando había razones económ Sm Les
icas o políticas para oponerse a la -
gunda parte del siglo xv1. Así como en tales condiciones es imposible, como se
7 2 s acción
de la monarquía, las idea: S Y 4 .
de la Reforma ervian de óptimo pretexto para noe
ha dicho, distinguir lo que pudo haber de autónomo en la reforma católica de lo
resistir-
se a su autoridad, desde É rancia
hasta Escocia y desde Ia g laterra
que tuvo de efectivo en la Contrarreforma, del mismo modo suele ser difícil la Es ecialmente entre los seguido hasta Au S tria.
p' re del
S Ca: lv 1B1SImo, 1 lo que contaba ño
era tanttanto l. la
distinción entre manifestaciones ideológicas y aspectos religiosos de los diversos volunta
S d del sober ano como el modo
e n qu e ejerce¿Jer Í: a su cometido . Como se soste-
fenómenos. Precisamente porque el cristianismo representaba no sólo la matriz nia que todo hombre tenía que
cumplir ciertas o obl 8 aciones con Dios
dominante de la cultura, sino también la doctrinal, dimensión exclusiva del mun- > No se con-
Ssider
d b
aba qu e el prin:
ri e p e pudiera Sustraerse en
lo esencia12.l a esta regla funo dame
do occidental, fue inevitable que las luchas políticas, sociales y culturales sacaran
n =
tal. E or eso los cal inistas constit
uyeron un fermento de indudab
del sistema cristiano de pensamiento y de expresión las armas y los argumentos
le rele ancia
política Y de claro alcance intera
acional . El frente común 4 que al menos
con que cada parte afirmada su propia verdad. Este fenómeno no se contradice con
en Lp parte
constit
- uyeron las potencias pr otestantes
de a segunda mitad del siglo
la simultánea decadencia, progresiva y sustancial, del prestigio de las iglesias,
g 8 XV 1 se de-
bió a su pr 'Opi0 impulso, y no al de los lutez anos. Grac i £
porque el abuso del recurso al aval religioso hacía cada vez más transparente la
. as sobre todo a aquél el
IZ
protestantismo se convirtió en :
úna bandera de lucha contine
instrumentalización de la propia religión y su dependencia del éxito en los en-
ntal y muy pronto
mundiala. Las potencias que siguier
g on siendo católicas > y en p: Tia: era
frentamientos políticos y sociales. El uso ideológico de las doctrinas de naturale-
instanc
stan ia 1 a Ss
dominadas * por los Habsbur
8 O, > tuvieron que enfrentarse lar amente a un desafío
za religiosa se traduce poco a poco en una devaluación de su valor originario. del que cada y ez salían z, : . sas.
menos victorio Así, entre las >décadas : res
anterio a
El primer ejemplo lo aporta el significado del término «herejía». En la Euro- 550 y las Siguientes se dio úna g
gran di vel sidad A 1 a lucha bási
Z

pa del siglo xvI muy pronto se convirtió en hereje todo aquel que no era partida-
amente litar
entre las las di S tintas p pote: n Ci as para a: Se,
g urar Ssu predo: mino o su p resenci
rio de la propia fe. Hasta entonces la herejía.era el error y el delito de unos pocos
a en el 1 es -

frente a la verdad compartida coralmente por la inmensa mayoría. Naturalmente,


q . ; Los
grandes bloues cuyos Intereses ideológ 1COS estaban perfectamente
esta convicción, que justificaba ante la conciencia pública el ostracismo e inclu-
ez - ensamblados
con los políticos y los económicos.
so la muerte de los culpables impenitentes, no desapareció ni mucho menos de re-
pente. Aunque no en todas partes se llegó a los extremos de la Inquisición espa-
)
ñola (que condenó en masa a todos los protestantes de los Países Bajos rebeldes),
2 4
2. REORGANIZACIÓN CATÓLICA Y CONCILIO DE TRENTO
la ira dogmática siguió siendo ingrediente.destacado de las encarnizadas contien-
das del siglo xvI. Con todó, en mayor medida que por la sensata reflexión de este
is
Po. 0 .
' La hi o
toria
religiosa del siglo xv está constel
ada de figuras de eclesiásticos,
“0'aquel pensador, esa ira empezó a decrecer cuando un mismo país se vio afecta-
; , a Loz
asi co mo de laicos a
que en varios Paises se hiciero rro
n promotores de una dis ciplina
do por discordias doctrinales y dividido de manera que se convertía en presa fá- monástica más ngurosa g , >» de una vida ( cristia
j na más severa de una p ráctica
cil de influencias-extranjeras. El principio-según el cual culus regio elus religio
! mas
Ss Obria 2 e inglin
6 ad:daa
! aca: ridad. Numerosos mie| mbr os
s d del cl e FO > asi como 11
no era, en efecto; eXremedio de todes los males. Cada príncipe intentaba cierta-
chos
fieles > se dieron cuenta de qa ue
h acia
€ falta p oner e
mente mantener o imponer en su Estado la unidad Teligiosa,pero a veces él mis-
remedi dio a 1 O Ss abus os s de de toda
to. ín -
dole que degradaban el culto
y las ceremoma: mas mancillando al t 1e npo la
mo no sabía si inclinarse claramente por una parte o por otra, aparte de que si te-
propiaÍ
onduc
conduct
: a 06
de Sus ministr OS. > Una de las grandes e Speranz e
nía convicciones muy precisas en la materia, podía plantearse contradicciones
as e era u un c O ncilio| enten -
dido com organo colegiado y CO ordinad
or de úna reforma q ue no
internas difíciles de superar. Estos dramas fueron la regla, no la excepción, en los y iniese única
mente de o arriba y que venciera eos
a la ez la !resiste ncia a inictarla del1
países del norte, donde no faltaron las ejecuciones capitales ni los asesinatos del
p Y igl 1 papado y de
aís Z S 1 g

50/250
50/250
LA CONTRARREFORMA Y LAS POTENCIAS PROTESTANTES 105
104 EL SIGLO XVI

nización católica fueron España e Italia, es decir, precisamente los


que se pondrí- pontificio: una reforma católica hubiera sido posible sin una Ca
an luego a la cabeza de la Contrarreforma. i te, en mayo dee 1512 se había convocado un t-
j del papado. Ciertamen
mática
El cardenal español Jiménez de Cisneros (1436-1517) contribuy H decidió a convocarl o sobre todo por moti
ó notable- lio —el V de Latrán— pero Julio E z . asumir
z
, A me
vos políticos, y su desarrollo demostró que el papado aún estaba nos
7
mente a robustecer las estructuras eclesiásticas de su país y no o ? =
fue ajeno a la ger-
tam es
minación del espíritu de expansión misionera que tanto caracteriz
ó a la espiritua- sus propias responsabilidades»De todos modos, en teoría este concilio
lidad católica del siglo xvu. Cisneros anticipó algunas de las metlidas en él se tomaroh inedidas para reorgani la
zar cua pon a
decóntrol pudo ser de utilidad:
e
de la práctica religiosa que después se hicieron sistemáticas: cia y reducir el cúmulo de beneficios Y encomiendas; pero ua 1,
por ejemplo, en
1503 mandó elaborar en Toledo el censo de quienes no-habían participa
do en la 7 jado.
fue papel mojado. Ni León Ni Leó
X (15 131521). ni Adriano V
15 ni -1523), ni Cle-
e
comunión pascual. A finales del siglo xv promovió'lo3 sínodos re y E pose aque 09 po
para imponer a mente VII (1523-1534) tomaron iniciativas
o pa
los sacerdotes la residencia en sus parroquias, la instrucción
necesaria para la pre- Í
ligro luterano era cada vez másá man! ifiesto. Sólo con Pablolo 1HI -Farnest
dicación y el catecismo de los niños. Este alto prelado se había distingui j el ambientei de Roma, comó3 demostró la elevación S al Cd cardena.
do ade- a cambiar
más por acciones drásticas, como la confiscación de los libros o Gasparo Contarini ini,, Jacopo Sadoleto, , Gian Pietro Caraía da yy Ee8r
Keg
árabes hallados en hombres como
el reino de Granada (que en parte mandó a la hoguera) y Otros iástic
eclesiásti cos j
abiertos a las exigencia s de la r e reforma ngr
ingres
el bautismo en masa de nald Pole.
Álvarez de
millares de musulmanes. Por otro lado Cisneros fundó en Alcalá de
Henares una en el Sacro Colegio, como Giovanni Morone, Marcello Cervini, Juan
universidad de nueva concepción provista de Facultad de Derecho, :
cuyas ense- Toledo, etc.
el ansiado
fianzas estaban ampliamente articuladas para un mejor conocimiento
de la filoso- Pablo MI (1534-1549) fue, además, el papa que logró organizar
fía cristiana y una profundización en las doctrinas teológicas. Cisneros un primer momento lo convocó en Mantua (1536), cuando an p :
no sólo concilio. En
con) o Da
admitió en la nueva universidad a las tres tendencias principal
es de la escolástica sistía la esperanza de que los prelados fieles a Roma pudieras reunirse
: a no duró muc o tiempo, O fuer. :
(tomismo, escotismo y nominalismo), sino que además no dudó en introducir el presentantes protestan tes. Pero esta esperanza
estudio del griego y el hebreo: precisamente en Alcalá se imprimió j
las dificultad jeti
es objetivas (seS habíaÍ reanu ado la guerra entre Carlos Y ya
entre 1514 y
1517 la Biblia trilingúe. co D) o por las duras condicion icl es propues tas por Lutero (en en sus «artículo de
Las numerosas iniciativas de aquel cardenal español preludiaban plenamen caida de 1537). En un segundo momento se intentó celebrar el concilio. e
te 1542, po en o
las de la Contrarreforma. En Italia se habían distinguido a partir del Vicenza, pero el éxito fue aún menor. Hubo que esperar hasta
siglo xv ecle-
siásticos reformadores y predicadores celosos, y además surgieron apreciado clarament e que la conciliac ión ya no era pos e
órdenes reli- tanto se había
u EP -
giosas nuevas, como los mínimos, fundada por san Francisco de
Paula. Este im- asamblea ya no podíaÍ proponerse como objetivo más que o re reorganizar
pulso prosiguió en la península itálica a lo largo de las primeras ingl
restringid o, una estructura ca
stic
eclesiásti por opos a
décadas del siglo 1
cismo á camente
geográfi
en junio de 1542, que rr
xvi con la fundación de las órdenes religiosas de los teatinos en 1524 (por
inicia- otra Tal cue la obra del concilte convocado en Trento
los tiempos:
tiva de Gaetano da Thiene y de Gian Pietro Carafa) y de los barnabita
s de Anton nalmente no pudo inaugurarse hasta diciembre de 1545. Signo de
Maria Zaccaria en 1530. No tardaron en aparecer los filipenses, a iniciativa
de 1542 Pablo IH había creado la Congregación de la Inquisición.
Felipe Neri (1548), y los fatebenefratelli de san Juan de Dios
(1540). Estas nue-
vas Órdenes se distinguían de las medievales por una mayor inserción
en la vida
cotidiana de los fieles, a quienes se intentaba asegurar la asistencia Sucesión de los papas desde 1492 hasta 1823
material y es-
piritual, así como la instrucción cristiana. Se manifestaba sin
lugar a dudas un
nuevo fervor religioso, en modo alguno provocado por la exigencia j VI (Rodrigo Borgia) 1492-1503
de reaccionar Todeschini Piccolomini) (septiembre-octubre 1503)
a la Reforma. Por otra parte, esta última se difundió muy poco en la Frances
península ita- Julio ll (Giuliano della Rovere) 1503-1 513
liana, excepción hecha de numerosas adhesiones o simpatías individua
les o de al- León X (Giovanni de” Medici) 1513-1521
gún entorno muy localizado, como el veneciano.
Adriano VI (Adrian Florensz) 1522-1523
Pese a todo ello la reforma católica procedía muy lentamente,
aun cuando Clemente VII (Giulio de* Medici) 1523-1534
cabe suponer que con el tiempo su ritmo se habría acelerado un poco Pablo II (Alessandro Farnesio) 1534-1549 óss
de no ha-
berse agigantado rápidamente la amenaza protestante. Era necesario Julio HI (Giovanni Maria de” Ciocchi del Monte) 1550-1
recuperar un
largo período de despreocupación doctrinal durante el cual el clero
casi se había Marcelo IH (Marcello Cervini) (abril-mayo 1555)
desinteresado de la enseñanza de las verdades dogmáticas fundament Pablo IV (Gian Pietro Carafa) 1555-1559
ales. En el
siglo xv, tanto en el plano de las prácticas religiosas como en el de la Pío V (Antonio Ghislieri) 1566-1 572
predicación
se había insistido casi exclusivamente en la moral, en detriment Gregorio XII (Ugo Boncompagni) 1572-1585
o de la base teo- Sixto V (Felice Peretti) 1585-1590
lógica. Además se sentía gravemente la ausencia o la discontinuidad
del impulso

51/ 250
51/250
106 EL SIGLO XVI
LA CONTRARREFORMA Y LAS POTENCIAS
PROTESTANTES 107
Sucesión de los papas desde 1492 hasta 1823 das. Se revaloró la función de la oración,
entendida como un vínculo con Dios
que no requería la intervenci ón del sacerdote: de ahí la elaboració
Urbano VII (Giambattista Castagna) (septiembre 1590) para favorecer los impulsos de los fieles. n de manuales
Naturalmente se confirmó la eficacia de
Gregorio XIV (Niccoló Sfondrati) 1590-1591 o los sacramentos, que se intentó aplica
r de modo cada vez más regular y contro
Inocencio 1X (Giovanni Antonio Facchinetti) (octubre-diciembre 1591) do. Debido al temor de que el cristiano la-
laico se arrogase cometidos sacerdotal
Clemente VIH (ppolito Aldobrandini) 1592-1605 el clero quedó como un cuerpo opuesto es,
León XI (Alessandro de” Medici) (abril 1605) al laicado y la misa conservó su caráct
de ceremonia sacra, sin aproximar verda er
Pablo Y (Camillo Borghese) 1605-1621 deramente al celebrante a la masa de
presentes. La figura clave de la refor los
Gregorio XV (Alessandro Ludovisi) 1621-1623 ma católica resultó ser la del obispo.
lado se prohibió la acumulación de cargo Por un
Urbano VIKI (Maffeo Barberini) 1623-1644 s episcopales; y por otro se ordenó a los
Inocencio X (Giovanni Battista Pamphili) 1644-1655 prelados que hicieran en sus diócesis
visitas pastorales regulares y minuciosas
Alejaridro VÍ (Fabio Chigi) 1655-1667 Un cuidado no menos evidente se dedic .
ó a la función del sacerdote, y especi
Clemente IX (Giulio Rospigliosi) 1667-1669 mente a su formación. Los seminarios al-
se convirtieron en una pieza fundamenta
Clemente X (Emilio Altieri) 1670-1676 de las renovadas instituciones eclesi l
ásticas: los de Roma, Milán, Rieti
Inocencio XI (Benedetto Odescalchi) 1676-1689 Ypres (1565) y Reims (1567) fuero (1564),
Alejandro VHI (Pietro Ottoboni) 1689-1691 n los primeros de una densa red que
todo el mundo católico. Se llamó «pont cubrió
Inocencio XII (Antonio Pignatelli) 1691-1700 ificios» a los seminarios con característi
Cas particulares y orientados a la funci -
Clemente XI (Gian Francesco Albani) 1700-1721 ón contrarreformista; surgieron en territ
rios de los Habsburgo, como Viena (1574) o-
Inocencio XI (Michelangelo Conti) 1721-1724 , Dillingen ( 1576), de Gratz, Olmiitz
Braunsberg (1578), Fulda (1584) e y
Benedicto XI (Pier Francesco Orsini) 4724-1730 Ingolstadt (1600). La creación de unive
des católicas estuvo también estrechame rsida-
Clemente XII (Lorenzo Corsini) 1730-1740 nte vinculada al nuevo impulso difund
Benedicto XIV (Prospero Lambertini) 1740-1758 do por los países fieles a Roma. Se impla i-
ntaron precisamente en las zonas fron-
Clemente XT (Carlo Rezzonico) 1758-1769 terizas con el mundo protestante, de Dilli
ngen (1554) a Douai (1559), de Olmiitz
Clemente XIV (Lorenzo Ganganelli) 1769-1774 (1573) a Wiirzburg (1575), de Pont-á-Mousson (1582
Pío VI (Giovanni Angelo Braschi) 1775-1799 ) a Gratz (1586), Paderborn
(1615), Salzburgo (1625), Múnster
Pío VII (Barnaba Chiaramonti) 1800-1823
y Osnabriick (1629).
No fueron éstas las únicas iniciativas
puestas en marcha. En 1568 se publica-
FOn Un catecismo y un breviario, a los
que siguió en 1570 un misal. El índice
libros prohibidos, que ordenó redactar de
por primera vez Pío IV en 1559, volvió
publicarse en 1564, siendo confirmado a
Los trabajos de los prelados se prolongaron durante un período ene en 1571 por una auténtica Congregaci
del Índice, que desde entonces se encar ón
largo y no concluyeron hasta 1563, tras un traslado a Bolonia (1547-1549) y una lar- gó su puesta al día sistemática. Se
todo lo posible por crear escuelas domin hizo
ga interrupción de diez años (1552-1562). Hay que subrayar que Los papas suce- icales obligatorias en las que se enseñ
ba a los niños las verdades fundamenta a-
sores de Pablo IU, aunque cada uno a su modo, no quisieron dejar exclusiva- les de la fe. Se instauró progresivamente
un ambiente de vigilancia cultural y
mente al concilio la iniciativa de la Contrarreforma: todos la asumieron como de rigidez doctrinal, mientras que todo
ro, tanto el regular como el secular, era el cle-
cosa propia y con una energía sin precedentes. En esta actuación se distingui sometido a un adiestramiento apropiado
al ejercicio de sus funciones. Aun cuand
sobre todo Pablo IV Carafa, que llegó a acusar como sospechosos de herejía a o se sabe que todavía a fines del siglo
más de la mitad de los sacerdotes de los XVI
cardenales ilustres como Pole y Morone. Por otra parte, las decisiones tridenti- cantones católicos suizos vivía en con-
cubinato, la actividad con vistas a correg
nas no hubieran sido súficientes de no haber contado con el apoyo del poder po- ir los desórdenes que habían dañado
ambiente eclesiástico fye infatigable y al
lítico en los diversos estados (cosa que no fue posible en Francia durante mu- eficaz.
El espíritu de apostolado se revigorizó,
chos decenios). A menudo, sin embargo, esas decisiones fueron asumidas muy animando especialmente a los miem-
bros de lás nuevas órdenes. Entre éstas
dificultosamente debido a las consecuencias políticas y nacionales de algunas se distinguió la Compañía de Jesús, fun-
dada en 1534 por Ignacio de Loyola
importantes decisi ógl
decBsiones. teológicas. nclui
Concluidos | Los trabajos,
j los ero tos nan
emana- (1491-1556), que fue muy pronto la
más activa de la Iglesia. Los Jesuitas milicia
dos fueron aprobados por una bula de Pío IV (1559- 1564) en enero de 04. supieron compaginar la firmeza de la
plina con la habilidad de su acción concr disci-
mayor parte de los estados italianos (incluso Venecia), Portugal y España los eta sobre los laicos, y en particular
las clases sociales Superiores, para las sobre
aceptaron de inmediato. , que organizaron colegios muy eficie
La formación por ellos puesta en prácti ntes.
El conjunto de las posiciones doctrinales definidas o confirmadas fue verda- ca se proponía abarcar todas las facul
de los fieles, pues estaban convencido tades
deramente notable, y también lo fue la masa de disposiciones prácticas adopta- s de que hasta los sentidos habían
zarse para desarrollar la espiritualidad de utili-
cristiana. De acuerdo con esta direct
riz,

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108 ES 109
EL SIGLO XVI LA CONTRARREFORMA Y LAS POTENCIAS PROTESTANT
mitigaron
Deno n las las penite
peni nci ncias y privac estaba tomando la delantera. En pri-
e ¿ itas insistieron particularmente
Í iones es físi físicas e incre
j ment: ] ramente de las ri egiones en que el calvinismo
ar que los intentos de realizar un sincre-
en la prácti
ácticaca dede 1 ejerci
escios espirimoral
tua- mer lugar, sin embargo, hay que subray
Dora dos para adiestrar en la concentrac 1ón mterio
r E y educar la voluntad nismo y calvi nismo .dese mboca ron en una serie de fracasos tanto
tismo de lutera
o razar losS Metám dictá enes religi ¡gl osos. El hombre no dabía sentirse sio helveti ca, de 1566, señaló la ruptu-
disminui en el siglo xvI como en el xvu. La Confes
OREA op y da cristiana vivida intensamentela de Lutero y+tas funda das por Zuingl io y Calvino. Éstas se dife-
: devoción NAS - ra entre la iglesia los lutera-
e p: a ne la actividad ni de las satis tía; porto-démás,
facciones mundah co sa renciaban especialmente por la doctrina de Ta eucaris propios
e ple rea ca dad de la Contrarreforma tuvo tambi
én un símboSololo urbaní nos admitían que Jesús había muerto por todos los hombres y no hacían
a me con el paso de los años adoptó la ciuda rio añadir que los luteranos distaban
d de Roma. La los rigores de la predestinación. Es necesa
e | enía4 muy poco d e capitaital. l. Para la agresi vidad de sus émulos. Sus iglesias de Esta-
Bara el cristi
i j ) mucho de poseer la eficacia y
e encia era todavía Jerusalén, aunque ésta alemanes vivían en condiciones incó-
fuera de hech DEN do tenían pocos medios y sus pastores
E ón de una ínfima minoría. La ciudad del ones católic as no era suficientemente claro y
Tíber era aún a sincipios. o modas: el desapego de las tradici
E AA :e cación en eran parte descu . todo, no faltó un esfuerzo de defi-
idada, cuyareducida tencia profundo, especialmente entre los laicos. Con
e a en el ampli particu lar el cancill er de la Universidad de Tu-
plio o espacioj rodeado por las anti nición teológica, que dirigió en
nos pe o Desdo la época de Pablo HI Farnesio el aspecto del ó en el Libro de concordia, publica-
ciuda binga, Jacobo Andrea. Este esfuerzo culmin
.

:
é

PE es de la fe luterana y atenuaba la
,
a
y
e del siglo XVI apenas era reconocible. do en 1580, que sintetizaba los puntos capital
Mientras en el
cre a a noble disposición espacial concebida
por Mi -ue doctrina de la predestinación.
pa a ica de San Pedro iba tomando cuerpo en esa coyuntura. Entre ellos
poco a o k ae Los oasis de tolerancia eran sumamente raros
:
a no a a
Vino tacarse sobre la ciudad
Í . Los palacios surgían Cad Basilea , donde sobrev ivía el espíritu de Erasmo e impe-
cada de más siguió distinguiéndose
IN o EN wiponentes y fue la Roma ante la lucha abierta y armada, a
cristiana la que fue ma orit mia. raba un liberalismo editorial. La palabra cedía
al a o erada POLO como miserable Babilonia todo los calvini stas. Su doctri na estaba impregnada
los papas la que no renunciaban sobre
Laron cionar io y atraía a los miembros de
n de ella la capi i icidad de rigor y de radicalismo potencialmente revolu
Las ¡iglesi
AN IM as ANse convirtieron en puntos Pe artesa nos hasta los nobles y los banqueros.
$ Sl del espacio
gicos ci d: renovada
ciudad las diversas clases sociales, desde los
A| PO meta obligada de ]los cada vez más numer o que tras el tratado de Cateau -Cambr ésis se acentuó en
osos oner nos. Se ha afirmado a menud
e abrieron para comunicarlas entre sí y canali y los Países Bajos, el malestar eco-
zar a 1 visita nos algunos países, en primer lugar en E rancia
ea santo de 1600 fueron medio millón. L os jesuit »
momen to, sin embar go, esta actitud no fue exclusiva
as edific
siñcaroaron
n elel cólo
céle- nómico y social. En aquel
olegio Romano (1551) , Centro aprovecharse de esa actitud precisa-
da la iglesia de su orden —Hamada «il Gesú»
y cúspide d todo su sistema escolar, así de tales zonas: si bien el calvinismo pudo secundaron. La
n otros factores que la
P :

» SIn que las demás órdenes se mente allí, es necesario identificar tambié
e

a aran atrás. A los ojos j de todo el mundo Romaar podía presen que agitó a Francia no puede prescin-
t. 1 historia de las décadas de guerra religiosa
el orbe católico, espléndida en sus mon: ón partic ular de esa potencia, que no había renun-
por sus obeli oo dir, por ejemplo, de la posici
osugestiva p beliscos y venerable por los magníficos e 15 Juentes,
ciado a desempeñar el papel de antagonista
de España. En muchas ocasiones,
ran sus templos. g os cofres de reliquias que Ginebra y después en Francia los
primer o en
los hugonotes (nombre que tomaron
como campeones de la política na-
seguidores de Calvino) pudieron presentarse
co, al que era muy fácil acusar de conniven-
cional en demérito del partido católi
3. LA OFENS IVA CALVINISTA: LAS GUERRAS DE RELIGIÓN EN FRANC A los calvin istas les ayudó, además , que una parte de la noble-
IA cia con España.
ones de los reformados un modo de
za y de los príncipes viera en las reivindicaci
Mientras el catolicismo tensaba sus fue
Izas para asegurar la salvación de las en el reino en detrim ento del centralismo monárquico.
ejercer mayor influencia
almas y su triunfo terreno, el protestanti smo Franci a se encont ró a partir de 1559
chas Iniciativas de un campo tuvieron
se mostraba igualmente activo. Mu- Finalmente, no se puede pasar por alto que mente sus fun-
iado jóvene s para ejerce r plena
su paralelo en el otro, desde la es wi-
tualidad hasta la casuística, desde los 1 ibros con una serie de soberanos demas tenía apenas quince
mayor de edad,
Mientras surgían las universidades cató
de oraciones hasta la instrucción ciones (Francisco IL, aunque legalmente ra tenía diez
mientr as que Carlos X ni siquie
versidades protestantes, de Leyden a
licas no faltaban las fundaciones de
uni- años cuando sucedió a su padre, de su cargo,
que no estaban a la altura
Marburgo, Tubinga, Rostock, Jena,
E rfurt, de Wittenberg a Basilea, Ginebra. cuando llegó a ser rey, a fines de 1560) o
etc Incluso las figuras más destacadas como Enrique MI (1574-1 589).
ofre-
cian caracteres bastantes análogos com: o del siglo xvVI fue sumamente sig-
Ignacio de Loyola y Calvino. El mundo Lo ocurrido en Francia en la segunda mitad
protestante era más variado e indudabl es políti cos —como el al Imirante Gaspar de
emente menos compacto que el católico nificativo. Ante todo, algunos hombr
En su seno la zona luterana, en particu importante en el concierto europeo.
lar la alemana, se distinguía bastante cla- Coligny— aspiraron a emprender una acción

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110 EL SIGLO XVI LA CONTRARREFORMA Y LAS POTENCIAS PROTE
STANTES 111
La difusión del calvinismo en la segunda mitad del siglo xv1 vertirse al catolicismo, se presentó como
campeón de la política nacional y se
consolidó luchan do contra la intervención española. En
segundo lugar,
la debi-
lidad de la monarquía, que afligió durante década
s al país, la obligó a oscilar al-
ternativamente entre el partido hugonote y el
católico, que intentaban a la vez
condicionar su acción. Esto contribuyó a prolon
gar el conflicto interno,
ininte-
rrumpidamente marcado por enfrentamientos sangri
entos y treguas y edictos de
pacificación. Poco a poco los hugonotes vieron que se les
iba reconociendo un
margen cada vez más amplio de libertad e inclus
o la posesión de algunas plazas
fuertes como garantía de tales concesiones. La
contienda interna no podía sino ra-
dicalizarse y llevar al país al marasmo. Con
todo, precisamente la aspereza. del
conflicto, además de su duración, llevó a sugerir
la búsqueda de una tercera vía,
que excluyera el completo predominio de una
de las partes sobre la otra, a fin de
salvar la unidad nacional.
Esta perspectiva fue avanzada por los llamad
os politiques, fuerte grupo de
moderados que propusieron superar las nefasta
s consecuencias del principio
¿Aunkacs "> cuius regio eius religio. Así, la solución finalm
ente adoptada por el edicto de
Nantes de 1598 sancionó un notable hecho nuevo:
BeaunBnig z : ASS istriza la existencia de un reino don-
Angers Le - Os 7% de coexistían dos religiones distintas, sin compr
Nantes” mos Ñ Lito,
>
ometer por ello la indispensable
peón ourges) oo solidez nacional y estatal. Con su acción, Enriqu
La Roche! (8 Poitiers Ja Edo e IV encarnó este difícil éxito,
Por un lado, no tardó en abjurar (1593) del calvin
Angoulemey/O z ismo, una vez heredada la coro-
ña; por otro, no sólo no persiguió a los hugonotes,
Burdedo RA briguel sino que incluso los reconoció
- La LO como súbditos con igualdad de derechos. El
pai edicto de Nantes fue aceptado de for-
eS
p Pau o ma duradera por los calvinistas, dado que no les
quitó nada de cuanto habían con-
quistado y añadió incluso concesiones suplem
entarias, como la facultad de fre-
NI
a Ccuentar cualquier escuela y poseer las propias
. Por lo demás, a todo cabeza de
familia reformado le fue lícito escoger la confes
ión de sus hijos; a condición de ju-
rar fidelidad al soberano, cualquier protestante
0. 222 podía ocupar cargos públicos. El
objetivo era evitar que los hugonotes constituyera
3067 4 EZA n un estado dentro del Estado,
como de hecho habían intentado hacer hasta
entonces, controlando directa o in-
directamente la administración pública en varias
regiones y manteniendo en pie
un ejército casi permanente. Este objetivo no
9 100 200 300 400 500 se consiguió plenamente, pues el
Kilómetros rey no tuvo más remedio que dejar bajo su control
los lugares fortificados que
ocupaban y que eran unos 150.
1. Estados adheridos al calvinismo.” 2. Regiones con predominio de calvinistas. 3. Regio- Los inconvenientes de tal situación se sentirían
nes con fuertes infiltraciones calvinistas. 4. Dominios de la casa de Saboya. 5. Valdenses. en las décadas siguientes. No
obstante, la estructura dualista que se instauró
marcó el fin del sueño de Francia
una potencia calvinista. En la época del edicto
de Nantes los protestantes eran
cerca de un millón, es decir, una clara minorí
a; eso sí, ocupaban sólidamente so-
Como intentaron sacar partido de las dificultades del adversario ibérico, Felipe q bre todo regiones periféricas del reino. Supera
do el escollo de la sedición, re-
les pagó haciéndose aliado del partido católice;y no sólo ejerciendo presiones mi- constituida la autoridad regia y reanudado
el impulso del centralismo estatal, el
-litares, sino interviniesdo además conrsus ejércitos. de la vecina Flandes en las tiempo empez ó a jugar a favor de la religión tradicional de la
contiendas internas francesas. Para el monarca español se trataba no sólo de de- mayorí a: los refor-
mados siguieron siendo la parte hostigada de
la nación. Ciertamente, este resul-
bilitar a Francia y de intentar tomarla bajo su tutela¿sino también de procurar evi- tado fue debido también a la fuerza del partido
de los Guisa, que había sabido
tar que dicho reino fuera a engrosar el frente protestante que ya se perfilaba. Por organizarse con la Ligue no menos eficazmente
que los hugonotes y había impe-
Otra parte, el éxito final de quien había sido uno de los jefes de los hugonotes, En- dido que éstos se instalaran en el norte y el
este del país. Finalmente París se re-
rique de Borbón (el futufo Enrique IV), se debió también a que, además de con- veló corno un auténtico bastión del catolicismo;
a finales de siglo, aunque tenía

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112
EL SIGLO XVI 113
LA CONTRARREFORMA Y LAS POTENCIAS PROTESTANTES
cerca e
de 200.000 habitante
ass, no había e la capital más protestantes que
en el miento fue muy viva. Tras haber consentido en 1560 que las tropas españolas, mal
£
»
ás
Granve-
vistas por los flamencos, abandonaran la región, en 1564. el rey hizo que
la volviera a España para calmar el descontento . !
4 Ñ CONTRA
ESPAÑA Í: s BAjos E INGLATERRA
LOS Paíse En esta situación ya tensa se mostraban muy activos los calvinistas, que se
habían implantado bastante vigorosamente en los Países Bajos; al ser persegui-
taco Las
e guerrar , s deo: relig
1gió
ión fran cesas habí Í: an vuelto a poner a
dos, hacían todo lo posible para transformiar.el malestar político local en una au-
a
ones aristocráticas opuestas (en
particular a los Mo) t
ñi T plano a téntica resistencia a la autoridad. Inconscientemente, fue el propio rey de España
que se
y os Borbón por un lado y a los
Guisa por otro) que se dis
Lency. los quien animó la constitución de una oposición organizada. No sólo quiso
al menos intentaron asegurárselo. ad: acrecentara el rigor de la lucha antiprotestante, sino que además, y como conse-
Con este objetivo. <anto da por el
nio cuencia de los disturbios de 1566, decidió sustituir a la regente Margarita
sol-
duque de Alba. El ilustre general no llegó solo, sino al frente de unos 20.000
extrema severidad. Permaneció en el país desde el ve-
dados y con consignas de
rano de 1567 hasta finales de 1573 y aplicó medidas tan drásticas que desenca-
solos en
denaron una auténtica guerra. Los calvinistas cada vez estuvieron menos
logró en en Francia se realizó , gracias que empezó a adoptar forma de resistencia nacional, atrayendo a sus fi-
a unas circu la lucha,
j nstancias gran te-
Ln o En el Momento en que decidió retiramucho rse RCDmá favorables, las incluso a muchos nobles moderados y originariam ente católicos. Un
ada Guillermo de Orange se adhirió oficialment e a su confesión en
Es nico a su hermano menor Fern rrateniente como
ando y todo el resto (el guerrillera
O e botes, Sicilia, Cerdeña y el imper 1573, pero para entonces ya se había desencadenado una insurrección
io de ultramar) as guiada por tierra y por mar por los llamados gueux (desharrapados).
el : ulo de rey de España. En
este reparto a Felipe II le to- un aten-
La población no podía dejar de ver en la actividad de la Inquisición
beran tradicional es «privilegio s» cívicos. En el gran centro co-
oo había
aos sido ddo d | PO ament tado al conjunto de sus
A e en España, yPero alejar la
: MN NAAA se sabattos
flamencos —de 1555 a 1559—_no
au el muevo idió
dió mercial de Amberes se temía que la intervención inquisitorial pudiese
modo,
pre e a De eo estaban muy apegados ao preciosa presencia de aquellos banqueros de religión no católica. De este
a sus autonomías tradiciona- provincias de los Países Bajos los factores políticos y econó-
a penado dipe te ía vocación en las florecientes
de soberano absoluto; el prote de compleja
stantismo micos se unieron estrechamente a los eclesiásticos, en un proceso
rano, en suma, miraba Flandes DEL
O transición desde las institucione s precedentes a la conciencia más o menos clara
D ad as diversaas poses
ascoiones parecía
mes a eras españolas. Sólo parcialmente
horroder. Bl sobe- de los derechos modernos. En cierto sentido, el primero de esos derechos
DEERORAN su La reivindicac ión protestante de la fe individual se
A AN > anteponía a estos intereses los ser la libertad de creencias.
na-
O . ello se añadía un último factor: los
de la fidelidad a la había convertido, además, en la de los derechos innatos y, en cierta medida,
un derecho
mente mucho más aislados de
Países Baj - turales, no revocables por los poderes temporales. La convicción de
España que, » por ejemplo. el Mi nte de la obediencia al Estado fue una de las vías de
lanesado y el Te 'O de Nápol
. es; 2 obern al los,
» 1- de conciencia independie
pues, era posible; mantenerlos por paso hacia la afirmación de inalienable s derechos personales.
a
Al volver
ol e a Es p aña, ” E elipe
p U
Además, el apego interno al conjunto de los «privilegios» locales simbolizab
tra Margarita ” du ques
de J ÓÓ en la re gl ón
Ó como regen
e te a su hermanas - una tradición de libertad. Los Estados Generales de los Países Bajos desempeña-
a de Parma. .. F ero
para
ban la función esencial de aprobar los impuestos requeridos por el príncipe,
. losÑ flar nencos no tar daron en dar se cuen:
E -
le.
cuya aplicación el asentimiento de sus diputados era considerado indispensab
» representab a el sagrado vínculo que unía a los súb-
Así, la noción de «privilegio
reconocido del
ditos a su soberano y constituía en definitiva el apoyo legítimo y
control de su actuación. Precisamen te la defensa de tales «privilegio s» desempe-
obligacio-
ñó una función central y se ejerció para reclamar la subdivisión de las
comprometi do, exactament e como si se
nes a que se estimó que el rey se había
de un acuerdo recíproco. A medida que la acción española se mostraba
tratase
«privilegios»
más dura con los súbditos, éstos tendían a asimilar los tradicionales
de contrato, como si se hallaran en un contexto de gobierno consti-
a una forma
conviccion es calvinistas referentes al
tucional. Era una presión animada por las

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114 EL SIGLO XVI
LA CONTRARREFORMA Y LAS POTENCIAS PROTESTANTES
115
Los Países Bajos
derecho de resistencia a la autoridad contraria
a la fe verdadera y conducía a la di-
solución del deber de obediencia en los casos en
que el príncipe no hubiera ob-
servado la relación de reciprocidad que se daba
por supuesta entre él y sus súbdi-
tos. Los gueux del mar manifestaron una fuerza
agresiva e indomable, hasta el
punto de tomar posesión de casi todas las ciudad
es de Zelanda y de Holanda. El
radicalismo calvinista encontró en esta circun
stancia el mejor terreno para des-
plegar su capacidad organizadora y su rigor
ideológico. La dureza de la acción
española hizo aceptables incluso las más enérgi
cas iniciativas de los revoltosos,
inclinados explícitamente a convertir a los católic
os a su confesión. Después de
que Guillermo de Orange aceptara (1572) las
funciones de gobernador de Holan-
da, se empezó a delinear una fragmentación del
Y
país entre una parte septentrional
Alkmaar cada vez más independiente de España y una
zona meridional aún bajo su control
efectivo. A ello se llegó explícitamente en
Haarlem 1579, al proclamarse primero la Unión
de Arrás (que comprendía aproximadamente
HOLANDA ¿£ el sur valón y estaba animada por la
aristocracia católica local) y después la de
Utrecht, que reagrupaba las regiones
flamencas y calvinistas. Estas últimas proclamaron
además su república indepen-
diente, llamada precisamente de las Provincias
Unidas (julio de 1581). En con-
trapartida, el poder español se estabilizó progre
sivamente en la zona meridional,
en gran parte gracias a la habilidad táctica y
Middelburg política del nuevo gobernador, Ale-
Arnemuiden jandro Farnesio, que entre 1579 y 1585 volvió
a ocupar los grandes núcleos de
Vlissingen Tournai, Ypres, Brujas, Gante, etc.
Hay que tener en cuenta además que varios
elementos contribuyeron a que
esa región siguiera siendo católica, donde
la propiedad eclesiástica ocupaba un
lugar predominante (las tres cuartas partes del
suelo en la zona de Cambrai, la mi-
tad en la de Namur y porcentajes relevantes
también en Artois, Brabante y en
Flandes propiamente dicho). La Contrarrefor
ma, en efecto, había realizado una
ofensiva notable, con toda una serie de fundac
iones de seminarios (al de Ypres en
1565 sucedieron los de Arrás y Brujas en 1571, de Lovaina en 1579, de Douai
en 1586, de Lieja en 1592, de Malinas en 1595,
de Amberes en 1602 y de Gante en
1612). A su vez, los jesuitas concentraron allí
sus esfuerzos y abrieron muchos
colegios, de Tournai (1562) a Dinant (1573),
de Saint-Omer (1566) a Douai
(1568) y a Amberes (1573); entre 1584 y 1592
fueron inaugurados los de Ypres,
Courtrai, Valenciennes, Gante y Lille (y entre
1592 y 1625 se fundarán otros 27
establecimientos escolares de la Compañía de
Jesús). Mientras tanto, la contien-
da no tardó en cambiar de aspecto, pues se
internacionalizó: para evitar que Far-
nesio avanzara demasiado en su reconquista,
Inglaterra intervino en el conflicto,
aunque sin declarar abiertamente la guerra
a España.
La indudable superioridad militar terrestre
del soberano español y su alta
Ye Ciudades en las que empezó la rebelión de 1572. conciencia de paladín de la propia fe se vieron
enfrentadas no sólo a las reivindi-
caciones de los Países Bajos, sino a todo un
to Xx a 2

H Países de la Generalidad, incorguradds conjunto de fuerzas que de diversos


EA a las Provincias Unidas en 1648. modos obstaculizaron sus designios. Se
trataba de energías aún no coaligadas,
aunque a la larga resultaron suficientes para
transformar una revuelta local en un
Unión de Utrecht en 1579. auténtico conflicto internacional con resulta
dos desfavorables para la monarquía
española. Desde el principio pareció claro
. Países Bajos españoles en 1648. que Felipe l no se iba a encontrar sólo
frente a las presiones de unos súbditos descon
tentos o reacios, sino a toda una se-

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116 EL3 SIGLO XVI
LA CONTRARREFORMA Y LAS POTENCIAS PROTESTANTES 117
rie de alicu
o difi ltados de otro tipo.
Í El: poder de España, en efecto, tenía
a pa NN para hacer frente al sultán en sus límites, Si Inglaterra y España no se precipitaran a un auténtico conflicto hasta después de
el Mediterráneo, tenía que retirar
1 a e los Países Bajos, , mientras
tas que
que l | os hugonotes france 1585. Mientras tanto, Felipe IL, desaparecido el último miembro de la dinastía le-
menaza a las puertas del reino ibéric s es constituía
ances ituí n una gítima lusitana y emparentado como estaba con la dinastía portuguesa, había ane-
o. El desarrollo de los acontecimien
xionado a España Portugal y sus dominios de ultramar (1580).
Desde hacía algunos años se habían puesto explícitamente enun plano de pa-
ridad la «vocación» del rey y la de los estados, dado que tanto el uno como los
protestante y el católico. otros habían recibido autoridad y poder de Dios y de las leyes del país. Para sos-
.
Po Tr otra pa rte,
te, com
como bie
1en de mostr
Osti aron
tener la causa de los sublevados en la lucha, cada vez más encarnizada, no se tardó
1 a S peripeciasX de
en hacer de las asambleas de los estados el auténtico receptáculo de la soberanía.
la lu € ha q ue Sig uo
1Ó,
España nunca
o tuvo posibilidades de lle vara cabi O una a accióÓ:n
Semejante paso fue dado en julio de 1581, cuando estas instancias se arrogaron el
n aval 1 ef icaz
az en en agua
2 S
de los Países Bajos. La marima
de guerra era s u 1 punto
dé é yl , mientras q que
t Odo
d en la prime 1 a fa S e del enfrentami € nto , resultó
> sobre
derecho inaudito de derrocar al monarca. En cierto modo los estados se convir-
Ó ser la carta Pp nMnci p al
surrectos. Sus puerto e s,S, en efecto fi , poseí
OSseí:an una a
de los mm >
tieron en el terreno en que empezó a realizarse la revolución política de la región,
1 flo ta mu y nBumerosa,
ciones desde hacía tiemp
o acostumbrada:as —al
con tripula-
en tanto que el rápido desarrollo de la situación hacía de ellos el trámite y el cri-
contr
O ario
ni
sol de un viraje histórico. Gracias al número de sus representantes, los grupos
de las es p añola1 s A a la
mani 10 bra ya la ha vegac gaciión Ó por] O S Mares
y nórdic OS.S Era ba stante
mercantiles y burgueses de las ciudades (entre las que se había terminado dando
t á
fácil transformar
sus ágiles barcos merca
ntes en navíos armados,
aptos para realizar Opera
militares mediante el
empleo cada VEZ más
adecuado de la ar tiller
ciones
la primacía a Amsterdam) fueron muy pronto mayoritarios en las asambleas. Más
Ade: 1as, el dominio
del mar aseguraba una:
ía dea bor do
que una base jurídica fue esa plataforma socioeconómica lo que les aseguró un
S pr ec 10sas a rel ac
auténtico poder. Representantes de la colectividad, los estados siguieron funcio-
ack ones con la aliada na-
tural de los sublevados
: la Inglaterra d e Isabel 2
eZ L En el plano estr atégi
nando como instancias de delegados de intereses locales precisos: de ahí que lo-
, nz co, pues, Es-
paña no partía de una - . S
posic
O: ión de segur g a ventaja, obli g ada
graran cimentar la coexistencia de provincias celosas de sus particularismos.
como estaba a actuar
en aq uel el escen
S a: 10. , p Para ella 1 ejano,
-Jano, casiex e lus 1 vamen
te por medio de fuerz
as ex - Además, con el paso del tiempo en sus asambleas se perfiló una mayor concien-
Las re laci Obes
nes ent
entre Feli
Lip e II y la recma Is abe 1(1558 -16
cia del propio papel soberano. A medida que se imponía la necesidad de una ad-
1 03)
ga fistoria desde que el soberano español,
t e nían ya
y un a lar -
z.
ministración estatal independiente y coherente, se advirtió el carácter indispensa-
muerta María
ble de la organización eficaz de un gobierno central. Desde 1577, en efecto, se
Tudor 1558 > había
consi
O! derad
d o la posibilida d de Casarse con ella «A 1 OS a acontecimient
seggu ida un rumbo muy dife: rente: las simpatías
s tomaron en -
había pasado de la fase de represión más o menos inevitable a la de auténtico con-
de lo S 1 nal les es Do:
e vident: eS, y 1 O Ss gueux
s d el 1 mar encon
O trar 10) nen
O: O > ange eran
flicto político y militar entre dos frentes opuestos.
sus puertos
Las proporciones mundiales de la contienda se habían hecho evidentes, sien-
r ernugi
fi 2 o acoge
O E dor . 1 sa 7
bel intentaba ño e nemistarse demasiado con E ¿Spaña para evitar
do claro que la alineación religiosa seguía la pauta de la lucha política y econó-
V q que ésta apoya
[poy se
abiertamente a los partid
.. AArIoSs católicos de la p: retend' iente MaríaÍ: Estu
mica. La piratería inglesa se intensificó y creció a partir de 1580 aproximada-
ns 2 ardo , con
todo, permitía que sus . £,
súbditos practicar an z o
una piratería activvaa en p per;
ibér 1COS. A medida que pasaban los años y sus golpes de Kano resul
j uicio de los
mente; en 1585 Isabel aceptaba enviar un cuerpo expedicionario en ayuda de las
taban frue-
Provincias Unidas. Felipe II, que también había vacilado durante mucho tiempo,
decidió finalmente salir al encuentro del enemigo e inició los preparativos para
construir una gran flota. El adversario tomó una actitud que no tenía nada de
Esta
as pmuevas nvaliedades se inscriabían ociosa: mientras la católica María Estuardo era eliminada de la escena y obliga-
sobre el fondo de un evidente rencor
mA na En 1559 Isabel se había hecho da a subir al patíbulo (febrero de 1587), las naves de Francis Drake atacaban el
proclamar «suprema gobernante tem-
poca y epa del o y había vuelto a poner en vigor puerto de Cádiz e incendiaban los navíos allí concentrados. El gran enfrenta-
la legislación antica
p ol Cta | de Unifor
] midad, , que castig2 ab a a quien miento tuvo lugar al año siguiente, cuando en aguas del canal de la Mancha en-
q i no seguí.
guía el culto ofi-Í .
o bién por atajo de la vecina Escoci
a, donde en 1560 el Parlamento traron en contacto las unidades ibéricas —bautizadas imprudentemente con el
ptado el calvi nismo de John Kno x, los purita nombre de «Armada Invencible»— y las inglesas. El combate se prolongó alre-
1 nos
quese inspi é
estava
a n diseminándosese por Inglaterra
de modo pro gresivi o. a dedor de una semana y se resolvió con un desastre para los españoles, dañados
La reinaj no los f:
A conv
recía, con encida de que el episcisc opalii smo angli1 cano aseguraba más que por el adversario, por una tempestad ante la cual no encontraron refugio
ci : mejor la defen defenssaa
ativas del Estado; en contrapartida, adecuado.
el puritanismo hacía muchos
pros en los Comune
nunes, , donde reforzab a la oposiS ción El frente protestante obtuvo pronto nuevos éxitos. Mauricio de Nassau, suce-
ició a la políti
políti ca de la coro-
stas dificultades internas contribuye
ron a explicar que las relaciones sor de Guillermo de Orange, ocupaba al mando del ejército de las Provincias Uni-
entre das Breda en 1590 y Nimega y Deventer en 1591; tras la muerte de Alejandro

57/
57/250
118 EL SIGLO XVI LA CONTRARREFORMA Y LAS POTENCIAS PROTESTANTES 119

Farnesio, Felipe H aceptaba reconstituir en los Países Bajos una especie de esta-
do borgoñón satélite bajo la soberanía de su hija Isabel y del marido de ésta, el ar- ¡

chiduque Alberto. Mientras tanto la armada de las Provincias Unidas comenzaba


a hacer su aparición incluso en los lejanos océanos: dos de sus escuadras surca-
ban victoriosamente los mares del archipiélago indonesio en 1595 y en 1598. En
1596 Drake repetía su incursión en Cádiz y se permitía permanecer allí unos
quince días, saqueando e incendiando. Ante estas y otras demostraciones de los
>)

Límites del imperio otomano


límites de su potencia, la orgullosa España empezó a pensar en negociar. La pri-

Conquistas entre 1566 y 1

Estados dependientes,
mera paz concertada fue la de Vervins (1598), entre Felipe Il y Enrique IV; la se-

OSCIRCASIANOS
gunda fue estipulada entre Felipe III y la Inglaterra de Jacobo 1, el soberano que

DE
había unificado bajo su cetro los reinos de Inglaterra y Escocia (1604). En 1606

LORRITORIO
el monarca español proponía un armisticio a las Provincias Unidas y al año si-
guiente se suspendieron las hostilidades: el 9 de abril de 1609 se firmaba una tre-

TER
gua de doce años. Como se trataba de un puro reconocimiento de hecho, consa-

tea
ZO
graba innegablemente la existencia de las Provincias Unidas, las últimas llegadas

e
al grupo de las grandes potencias europeas: el reconocimiento oficial del Estado
calvinista, que no se producirá hasta 1648, será sobre todo un acto formal.

NEGRO

ANATOLIA

Jerusalén:

La formación del imperio otomano


DESDE EL MEDITERRÁNEO HASTA La EUROPA SEPTENTRIONAL Y ORIENTAL

MAR
5.

Las luchas de la segunda mitad del siglo xvi entre las potencias de Europa oc-
cidental estaban consagrando nuevas relaciones de fuerzas y nuevos equilibrios
que caracterizarían la fisonomía de la historia mundial en el siglo siguiente. Efec-
tivamente, se puede situar en los años finales del siglo xvI el inicio del traspaso

CUINA
SEE AN
de la supremacía de España a las potencias marítimas protestantes. Vicisitudes SSA
o

POLONIA
2 a.
relativamente simétricas, aunque en parte de signo opuesto, tuvieron lugar duran-
o
3 3
te el mismo período en el Mediterráneo. La mitad del siglo xv1, en efecto, había g
AZ 52
señalado el apogeo de la expansión otomana tanto en el mar como en los Balcanes. 3E 3£
Pero mientras que el mundo germánico tardaba en organizarse contra el avance
2 o
o. 0

turco, la catolicidad meridional preparaba sus energías para la contraofensiva. Un


factor no menor de este proceso cada vez más vasto era la concreción de un im-
pulso religioso en el que participaban muchos elementos de la nobleza católica

>
europea, empezando por la italiana y la ibérica. En 1559 nacía la orden de los ca-

L4
ray
2
balleros de San Esteban, con sede en Pisa y base marítima en Livorno. También

Territorios otomanos en 1397.

Territorios otomanos en 1359.

Territorios otomanos en 1451.


por entonces volvía a fortalecer sus filas la orden de Malta en la isla en que los

Rp,
_
caballeros expulsados de Rodas se habían establecido finalmente tras una efíme-

gg7
ra estancia en Trípoli (Libia).
Precisamente en Malta, en el curso de ún gran ataque lanzado por Solimán el GERMÁNICO vOINA,
IMPERIO

y
ys

y
Magnífico y pór Dr'agut, la marea Turca"chocó por primera vez con un obstáculo SS
insalvable y se vio obligada a retroceder (1565). El nuevo sultán, Selim Il, deci-
dió poco después atacar de nuevo-ala Serenísima y apoderarse de Chipre. A pe- 4
3
sar de la distancia que separaba a la isla de las bases cristianas, opuso una fuerte “oS
resistencia: Famagusta inmovilizó a los atacantes desde agosto de 1570 hasta 6

EE
EN

ES
agosto de 1571. Mientras tanto, establecida una vez más la alianza entre Venecia

58/250
120
EL SIGLO XVI 121
LA CONTRARREFORMA Y LAS POTENCIAS PROTESTANTES
y los españoles, > la: 145 TESpectiva
cti s tropas se unieron y fueron
al encuentro de e 1 la ar- simultáneamente en ambos
mada enemiga ga. E Era
7 tarde . para salv Pero se había entablado una partida confesional
confesión romana y haber
. ar i e,
Chipr pe J Ono para demost rar
tado sus simpatí as por la
países. Tras habe r manifes
da de q e la arma: -
la Santa Liga reunida
protestantismo (1578). En
podía hacer frente victoriosamen
del
acogido a los jesuitas en su reino, Juan HI abjuró
ea la mu ulmar a
el 7 de octubre de 1571 la flota
.
efecto psicológi o fue notable a claramente derrotad:
turca salí:
e de Segism undo II Augusto (que en 1555 había
y desde entonces los otomanos a Z Lepanto. El Polonia, a la política tolerant
>
reacción ys
ne tardó en suceder el influjo de la Contrarrefor-
concedido la libertad religiosa)
la sucesión en el tro-
que contra Túnez (ocupada por los españoles > 1573 9/3, yve tomada
ada ma. A la muerte de Esteban Bathory sé'reabrió la lucha por
di recto en el mar, contentándose como iguiente),) no buscaron ya el enfrentamiento al archiduque Maximiliano de Habsbu rge y al heredero del
A no polaco, que opuso
AN divida, no pudo evitar que los
pes de acabar el siglo inicia rán tambié o SS Habsburgo,.aurqu trono sueco, Segismundo. La Dieta polaca, al estar
e aún débilmen- lo obligó al adversario. a
» la ofensiva terres: tre par a rec
1erras ocupadas por los turcos en pretendientes tomaran las armas. Segismundo no só
Balcanes. los le hizo retroce der hasta Silesia hasta hacerlo pri-
: mn abandonar Cracovia, sino que
renunció definitivamente a sus
En la segunda mitad del siglo xv1 Ni el Mediterráneo se estaba abrie sionero: no le fue concedida la libertad hasta que
ndo de nue- o (1587-1 632) tenía una sólida formación
vo también a las marinas atlánt
ic a Primero a la inglesa y luego pretensiones (1589). El nuevo soberan
a la holande en hacer suyos los objetivo s de la Contrarreforma. Como
e : s acentuado, , estaba producié católica y no vaciló
¡é ndose en hubo de enfrentarse a sus propios
o, e conti
on enda sobre
1el consecuencia, a la muerte de su padre Juan TI,
o
t todo entre daneses, suecosss tiempo y mayorit ariamen te adheridos al luteranis-
od , 1tratado de Spira había proclama súbditos suecos, desde hacía
protestante. Cuando Se-
que quedar de libre tráfico y limit
do que lo. o mo. El duque Carlos, su tío, se puso al frente del partido
aba el importrtede de LolosSs en Kalmar para restable cer su autorida d, Carlos salió a su
derechos de paso. Los mayores beneficiari
eneficiarios s d de esta o gismundo desembarcó
n los holandeses, que pasaron a ser los
:
Sta garantía internacional fue- mar (1598). Mientras el catolicismo
To encuentro y le obligó a hacerse de nuevo a la
a extende rse por los territorios de Eu-
veía cómo Suecia se le escapaba, intentab
octubre de 1596 se promulg ó en Brzesc (Brest-Litovsk) una
ropa oriental: en
y ortodox a rutena.
unión confesional entre las iglesias romana
mencion ado, el fin del siglo xv1 vio cómo se producían los
Como ya hemos
de las tierras ocupadas por los tur-
primeros síntomas de una reconquista católica
aba a la difícil reconst rucción de un frente antiotoma-
cos. El papado se consagr
potencia s de la zona fieles
no, especialmente difícil debido a que las dos mayores
de los Habsbu rgo— tenían interese s divergentes.
a Roma —Polonia y el Imperio
príncipe de Transilv ania, Segis-
Rodolfo de Habsburgo se aseguró el apoyo del
los turcos una brillant e victoria en Giurgevo
e 4 ntratado firma
1 do no sólo por las potencias bálti mundo Bathory, que consiguió sobre
tuvieron las operaci ones lanzadas por los imperiales contra
» SIno también por Inglaterra, Escoc (1595). Menos éxito
i : de señalarse que en estas opera-
libertad de navegación. En este
períod los otomanos en la frontera turco-húngara. Ha
holandeses correspondió el del mayo de las más variadas procedencias del mundo ca-
r E prod uctor de trigo: Polonia; ciones participaron contingentes
del Danubio terminó con
Dantzig superará desde entonces
en prosp
su Puerto de
sp eridad al mayor centro de la deca tólico: valones, españoles e incluso franceses. La guerra
te Hansa: Liibeck. den- noviemb re de 1606: el sultán renunc iaba al tributo
la tregua de Sziva-Torok, de
A . los destinos de Pi olonia¡ se a estado pagand o los Habsbu rgo. Pese a la confirmaci ón del estatu-
me que le habían
del siglo xv1, sob proximaron los de Suecia en 1 : de julio de 1606 el principa-
sara con la henmana e to autónomo de que gozaba, con el tratado de Viena
después de que el futuro monarca sueco
ll Augusto (1548-15 72). A la ndamitad
an HI se ca- lvania manten ía los víncul os que desde hacía aproximadamente me-
alamo. tada e Segismundo do de Transi
ambiciones polacas, aunque sin
quía polaca me a la dinastía de los Jagellón y convertida en ele a dio siglo lo unían a la Hungría austríaca. Las
de esto
ia y Valaqu ia, se orient aron sobre todo en dirección a las tierras
jar el país Sa IO fue nombrado rey Enrique de Anjou que a la Monar- ignorar Moldav
de Esmole nsko. El proyecto, ya acariciado
Besar de habs on se convirtió en heredero del trono francés rusas, concretándose en la conquista
(1574) 3 Lan L a
- Juan Ia Bathor y, de anexio nar Moscov ia a Poloni a fracasó debido a la resis-
candi ura, no logró i
puestoO entonces su candidat . o por Esteban
del príncipe dos intento s realiza dos tras la muerte de
tencia del pueblo ruso, aunque los reitera
encontraron ee amsilvani a Esteban Bathory (1576-1586) ER la elección a que en 1617 el príncip e Ladisla o, hijo de Segismundo Y,
mente derrotado A Por primera vez en la guerra común contra Iván IV condujeron
lvá
ván US
1V. Inicial-do fueron notable s los resultados
primeros lograr
S, los . estuviera a punto de convertirse en zar. En cambio
: graron arrebatar al adv ¡ :
sa con los ortodo xos. Esta unión fue aprovechada
dad de N; arva, mientras los segundos conquistaban Livonta (1579-1 de la política de unión religio ación en
381), la cio se oponía n a su penetr
por los magnates polacos contra los cosacos, que

59/2
59/250
iván HI Rurik
(1462-1505)

ba
Basilio MI
|
sa Roman Jur evió (11543).
(1503-1533)
|
, í Y |
. Nikita Ronzanovié (+ 1586) Anastasia Romanovna (+ 1560) Iván TV. el Terrible
E
(casada en 1547 con el zar Iván 1V) (1533-1584)
Feodor Nititid Romanov (Patriarca Filarete, + 1633)
1
*Miguel Feodorovié (1613-1645) zar
4 Fiodor Il Dimitri
Ñ Y Alejo Michajlovié (1645-1676) (1584-1598) (t 1590)

e : + €
| |
Sofía, partícipe el el reino 1682-1689, + 1704 Feodor 111 (1676-1682) Iván V (1682-1689) + 1696 Pedro el Grande (1682-1725)
6 o casado en segundas nupcias en 1712
TAX OT0IS TH

Catalina 1, 1725-1727
i - Ú 1
kl Catalina (f 1733) Ana Alejo (del primer nratrimonio; y 1718) Ana (t 1728) Isabel
Isabel (Ana Leopoldovna) (1730-1740) (1741-1762)
Regente 1740-41, $ 1746 Pedro II Alekseevid (1727-1730 ) Pedro MI (t 1762)
, casa: do en 1745 con Sofía de Anhall-Zerbst
Iván Vi AntonovicC (nacido 23 agosto 1740; Catalina 11 la Grande (1762-1796)
emperador 28 octubre 1740 — 6 diciembre 1741; Pablo1 (1796-1801)
asesinado 16 julio 1764)

Genealogía de los soberanos rusos

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ezI
LA ECONOMÍA Y LA SOCIEDAD EN EL SIGLO XVI 125

Incremento demográfico en Europa: 1500-1600

Millones
de - z -

habitantes ”
20

*Y
18

leé
j
16

EN EL SIGLO XVI DAD


14
12

2d
10
1. Las CONDICIONES 8
DE La POBLACIÓN
6
El p eX íodo del sigl
2 o XVI
4
liene muchas cal acterísticas
dente y con en común e one
el q ue le Sigu e en e 1 plan O d de la
a 1 p rece- 2
1 vida cotidiana . Los
higiene y de la medicina p FOgr
g esos
sociales de la
no se har án verdader amente sensibles hasta el
15001600 15001600 15001600 15001600 15001600 15001600
Francia Alemania Rusia Italia España Islas

FUENTE: M. Legnani, R. Parenti, A. Vegezzi, Tempo storico, vol. ll: L'etá moderna, Bolo-
nia, Zanichelli, 1978, p. 12.

bres.O
O . No obstante, » t tanto en el
c : sigl
Í o xv1 co: mo en el cia y Milán no vieron crecer mucho su población, a diferencia de ciudades atlán-
IS ran aras más bajas, caso xvu , €n d determin1 ticas como Sevilla, Lisboa; Amberes, Amsterdam o Londres, aunque también
de Ginebra, París e Inglater
o . los habitantes de Colonia ra a crecieron Roma, Madrid y sobre todo Nápoles. Pero entre los mayores centros
eran niños de edad inferior
a e . e ne tanto en Leiden como al5 años. europeos no hubo diferencias demasiado notables y, por lo general, comparables
en Inglaterra represen
A po so no se llegaba Muy pron taban casi la a las actuales. Fueron muy raras las ciudades que llegaron a 200.000 habitantes:
les como despésa , A to al matrimonio: las
años; los hombres, entre jóvenes : Nápoles, París y probablemente Moscú, seguidas a no mucha distancia —aunque
o los 25 y los 29, tanto an sólo por un breve período— por Venecia. Sevilla estaba más poblada que Lon-
e ; en lass clases s másmás altas
en > : ol 20 por 100. Por
el segundo matriml oni
a, dres: Mesina, Palermo y Milán no eran superadas por Marsella, Amberes o Ams-
lo que se sabe, las prác
Ss > án difundido abiertamente ticas anticomos o terdam. En el Imperio germánico, Dantzig, Augsburgo, Estrasburgo, Liibeck,
, aunque se re CurríaÍ a
ellas por dist istin
in-o Núremberg, Hamburgo o Viena no sobrepasaban los 50.000 habitantes.
fuelacUnablide a e consecuen o cia“ias En el siglo XVI, así como en el xv, muchas aglomeraciones fueron atacadas
s de la soliici citud del Concilio de Tren
ció a e los AOCOS católico to por las a] por enfermedades epidémicas: Venecia perdió casi el 30 por 100 de su población
s de registrar la natalidad;
6 sto. np : se hasta 165393.
acer ento. entre 1575 y 1576, Santander el 80 por 100 en 1599, Mantua el 70 por 100 en
. AÁ pesar de las
dl adios picas el sigl
o xvi se caracterizó por
plagas e. i y 1630, Nápoles y Génova alrededor del 50 por 100 en 1656. Estos azotes (llama-
OA pr o + EA Increment un fuere
o alcanzó valores próxim tivas o dos pestes, aunque la mayoría de las veces eran tifus, viruela, etc.) afectaban más
ae astilla y desde Bretaña os al 50 por 100 desd -N a las ciudades, en particular a los barrios pobres y con malas condiciones higié-
a
hasta Suiza. El Imperio
5 o
e germánio nicas; vehículos habituales de transmisión eran las ratas infectadas por las pulgas.
-
se qe de : vente millones de habi po
5 _

tantes, e Inglaterra de
o a O. Estee fenfend ómeno se prod
produujo
tres millo. Como en el período anterior, las personas acomodadas se sustraían más fácil-
i en las ciud j ades de modo desi
do a motivos coyunturales .> mente a estas enfermedades, fuera por la mayor posibilidad de salir de los centros
. Así, en el transcurso
del sigl
o o plo afectados o por alimentarse mejor.

61/250
126 EL SIGLO XVI
LA ECONOMÍA Y LA SOCIEDAD EN EL SIGLO XVI
127
No parece que las familias de las clases populares fuesen normalmente muy sas y pastizales, al tiempo que se emprendía el saneami
numerosas: aunque puede sostener que el número medio de hijos era cuatro, eran ento de varios terrenos
pantanosos. Entre estos últimos hay que citar los del Lacio, el
sobre todo los pudientes quienes tenían más. De todos modos, el aumento demo- Véneto y el Ferra-
rese, en Italia, las Provincias Unidas, Schleswig-Holstein y otras
gráfico no prosiguió y entró en crisis ya antes de finales del xv1. Entre 1594 y regiones ingle-
sas, francesas y alemanas. Así, la agricultura atravesó un
1597 las desfavorables condiciones meteorológicas causaron malas cosechas: período de notable de-
sarrollo, aunque no se produjesen progresos técnicos decisivo
mientras la peste se difundía en España, en Italia y Alemania se sufría una gran s en los aperos, en
los métodos de rotación ni en la utilización de las cosechas.
carestía. Las zonas mediterráneas resultaron más afectadas que las nórdicas: tan- Inglaterra fue una
zona de evolución agrícola particularmente intensa, situació
to en Holanda como en Inglaterra, por ejemplo, en el siglo xvu la población si- n que se prolongó
desde el siglo xv1I hasta el xvH: la explotación de los terrenos
guió creciendo. Las dificultades de aprovisionamiento de ciertas zonas de alta y la comercializa-
ción registraron progresos innegables. Otra área donde la producc
densidad urbana se correspondían con las de la producción agrícola circundante, ión dio grandes
pasos fue la polaca: la exportación de centeno, por ejemplo,
a menudo inferior a las exigencias. La carestía, que ya se había hecho sentir en el se triplicó en la se-
gunda mitad del siglo xv1 y volvió a doblarse a principios del
Mediterráneo antes de 1590, por primera vez después de esa fecha obligó alos es- siglo siguiente. Por
otra parte, en las inmediaciones de grandes centros como Londres,
tados costeros a recurrir a masivas importaciones de cereales del Báltico. Con París o Vene-
cia prosperaron los cultivos hortofrutícolas destinados a un mercado
todo, las insuficiencias hay que relacionarlas también con una inversión de ten- seguro.
Naturalmente, sobre los campesinos siguieron cayendo el
dencia en el campo. Así, en el Languedoc a fines del siglo xv muchos campesi- fisco con impues-
tos como la talla y el clero (incluso el protestante) con
nos eran personas relativamente pudientes que con los beneficios sacados de sus sus diezmos, mientras cre-
cían los arriendos: con todo, un número impreciso se benefici
propias tierras podían procurarse otros bienes. Mientras que a principios del siglo ó del alza de los
precios de los comestibles mientras pudo gozar de los
xvn la mayor parte no producían trigo suficiente para sus propias necesidades, cánones antiguos.
Esta época, no obstante, vio desarrollarse notablemente el pauperi
por lo que tenían que trabajar en otra parte para-subvenir a las necesidades fami- smo tanto
en el campo como en la ciudad, aunque sea arduo verificar que
liares. De forma más general se instituyó una relación entre la presión demográ- el porcentaje de
pobres con respecto a la población en conjunto llegara a ser
fica y el alquiler de tierras, ya que los propietarios intentaban elevar a un nivel co- de un quinto, como
se ha aseverado. Desde principios del siglo XVI se percibe claramen
rrespondiente al de los precios los arriendos y demás derechos. Este deterioro de te en Europa
una conciencia más aguda del fenómeno, así como una intenció
las condiciones de los campesinos provocó los traslados de población, al menos n de afrontar el
problema de la asistencia, en plena evolución en todos sus aspectos
allí donde no existían obstáculos particulares a su movilidad -—caso de Francia, . Las formas
de caridad medievales estaban en crisis o se manifestaban como
Alemania e Inglaterra. insuficientes: tan-
to la reforma protestante como la católica buscaron nuevas
Teóricamente, en la mayor parte de Occidente los campesinos ya no eran soluciones. El lutera-
nismo favoreció la transferencia a la autoridad laica de la asistenc
siervos y no sólo podían disponer de sus haberes, sino también abandonar sus ia pública, con-
siderada una misión que había de ser cumplida por y en
pueblos. Poco a poco, sin embargo, muchos perdieron la propiedad de las tierras, nombre de la comunidad
cristiana. Así, la asistencia fue instituida por grandes municipalidade
engrosando el número de quienes ya no las poseían y reducidos a menudo al pa- s alemanas,
desde 1522 en Augsburgo y Núremberg, desde 1523 en
pel de braceros temporeros o desocupados y vagabundos. Mientras los trabajado- Estrasburgo y Breslau
y desde 1524 en Magdeburgo y Regensburg. También varias
res agrícolas pasaban a ser (como en Inglaterra y en Francia) mayoritarios en el nuevas órdenes re-
ligiosas surgidas en el mundo católico se propusieron entre
mundo rural, debido al aumento demográfico muchas haciendas resultaban de- sus objetivos princi-
pales la asistencia a los necesitados, tendencia que no hizo
masiado exiguas e insuficientes para garantizar unos ingresos regulares. Gran sino acentuarse en los
siglos XVI y xvIL. Estas medidas intentaban hacer frente
parte del suelo estaba constituido por campos comunales, mientras que las ha- a las insólitas proporcio-
nes del pauperismo y el vagabundeo, pasando de la limosna
ciendas pertenecían a los burgueses, al clero o a los aristócratas. Por ello no es de desordenada a una
ayuda organizada que facilitaba además la función de control.
extrañar que el descontento, desde hacía mucho tiempo difundido en el campo, Las providencias
adoptadas ho tardaron en cumplir función de cedazo e incluso
no disminuyera e incluso siguiese alimentando disturbios y revueltas de distinta de discriminación.
Los grupos mercantiles sé mostraron más sensibles que
"entidad. Después de la guerra de l0S campesinos, en tiempos de Lutero, se vieron otros a la amenaza social
que constituían los pobres: fueron los más generosos aportan
afectadas por ese tipo de revueltas regiones tan diferentes como el Languedoc y do medios, pero
también los Amás exigentes respecto a su empleo. En la capital inglesa,
Hungría (1560-1570 aproximadamente, y más tarde en 1593-1595 y 1597), No- E por ejem-
plo, entre finés del siglo xv y mediados del xvH la burguesía
ruega (1570) y Ucrania (última década del stgle 1D), o la zona alpina, desde el disminuyó hasta una
sexta parte sus donaciones para el culto, mientras aumenta
Delfinado (1580) hasta Estiria, Croacia y Eslovenia (1571-1573 y 1594-1597). ba hasta el triple las
destinadas a la asistencia.
Si bien los campesinos no se beñeficiaroñ por lo general del aumento del pre- En la primera mitad del siglo xv1 —que vio surgir, por
cio de los productos de la tierra, la mayor demanda de estos últimos condujo a ejemplo, los grandes
hospitales de Lyon (1533), Londres (1544) y París (1554)
una ampliación de las áreas de cultivo. Se empezó a roturar muchas zonas bosco- — se recurrió al siste-
ma de dar una licencia de mendicidad. Así, Carlos V
permitió que los mendigos

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128
LA ECONOMÍA Y LA SOCIEDAD EN EL SIGLO XVI 129

procedentes de la burguesía. Así, el gran peso económico y social de la nobleza


podía conducirla a actitudes antitéticas. Según un censo efectuado a fines del si-
glo xv1, los nobles controlaban en Castilla la Nueva el 40 por 100 de las ciuda-
des y al 34 por 100 de la población: $in embargo, siguieron siendo el fiel apoyo
de la corona, mientras que en Polonia ésta había sido reducido a un cargo elec-
tivo. Esta misma variedad se encuentra-en etros sectores importantes, como el
los inválidos sin recursos, y militar. En tomo a mediados del siglo xv1 el ejército inglés tenía aún una es-
hospicios para los mendio. tructura feudal: lo mismo ocurrió en algunos países europeos hasta mediados del
mente se empezaron a tomar sanos. Casi simultánea-
medidas contra el vaga
Vagabono .
tan severas (desde la esclavit bundeo: en Inglaterra fueron siglo siguiente.
ud hasta la muerte) que hubo De todos modos, la burguesía ponía obstáculos de múltiples formas a la pri-
mismas medidas ho tardaron que abolirlas. Estas
en ser aplicadas t ambién cont macía aristocrática: sin lugar a dudas nrás fuerte y perspicaz en el plano econó-
que se consideraba —-sobre ra los pobres, puesto
todo entre los prot estantes mico, mediante su riqueza tendía a ocupar las filas de la nobleza. Cuando pudo,
estado por culpa de su incapaci — que se hallaban en tal
dad: se les quis O, pues, obli esta última intentó cerrarle el camino erigiendo como principio discriminante un
pecto era lo bastante robusto. gar a trabajar si su as-
En nombre de una nueva ética estilo de vida heredado del período precedente. Para engrosar su patrimonio, en
productividad > la del trabajo y de la
efecto, los burgueses habían tenido que ejercer personalmente ——y todavía tenían
image
: n 1 v vivie
e nte de Cristo fue c ONvirti eÉ Di do. S e pa ulat
la inam
iname
en tee n
que hacerlo— actividades lucrativas, por lo general mercantiles. Por tradición los
nobles se habían abstenido de ello, sobre todo en países como España y Francia.
2. LAS CLASES SOCIALES Además, los nobles sostenían que era indispensable a su condición social cons-
truirse costosas mansiones, tener un notable séquito de criados y dedicarse al jue-
Como durante todo el perí go, la caza y los banquetes. Su ética comportaba no sólo la negativa a consagrar
odo del Ancien Régime, en su vida cotidiana a acumular dinero, sino además la prerrogativa de gastarlo con
socialmente dominante sigui el
ó siendo la nobl eza, que en largueza y generosidad y prácticamente sin tener en cuenta sus disponibilidades
tenía también en sus manos el
L z la mayoría e de los Erup
casoso
ejercicio de las distintas formas
e

to, con el paso del tiempo no de poder. En efec- efectivas. Si por un lado los beneficios de las tierras feudales y de los numerosos
se modificóe la t endencia de cargos públicos todavía ocupados por ellos eran más que notables, por otro la cla-
la superioridad del estado nobl la burguesía a aceptar
e y Sancionar su propio asce ra disminución de sus réditos y la subida de los costes debida a la inflación hicie-
nso modelando su
- Esta última, sin embargo,
estaba ya ron ruinoso el consumo aristocrático. Sobre todo en España se recurrió al mayo-
puede afirmar se que em:
razgo para proteger los patrimonios aristocráticos: sus normas prohibían la venta
vezaba a encamina:
seo h hacia sud £cade ad : n Cia. Las mona: r- de las propiedades familiares, aunque permitían contraer deudas. En muchos ca-
sos esto contribuyó a preservar los bienes nobiliarios, regulando al mismo tiem-
quías g
S1guie ro a practicand
] O 1 la po 1 ít 1 ca esb
SdOZada
d ante Y 10rmente >, inclinada
tar los de ech 10 s de los al 1imi-
po la primogenitura: ésta salvaguardaba la integridad del haber hereditario sin
feu
euda tarios
ar1 b e qui ene
SODT: nes Tr es$ idían e í
risddicicciones. D e este
modo, sobre todo en la part
su s do MMIDIOS O J Ju -

príncipe
pes s pers e occidental de Europa, los impedir la alienación de las haciendas.
pe eguían
Í un doble s objet
les no rd
objetiivo: consolidar cada vez más
5 su autoridad en Los nobles, sin embargo, consideraron que no era una mala defensa apelar a
de e za qe noes de inestable fidelidad.
Los no- sus prerrogativas de raza y a estilo de vida. Sobre todo en Francia, los nobles se
RN
4 dose obstinadameente y 2
a veces victictori propusieron apuntalar los privilegios aún reservados de hecho a su clase afir-
a (cor o por e Jemplo, en el oriosa-
as
reino de Nápoles) para restaurar
sus antiguos mando que no podía pasar a formar parte de ella quien no fuera de sangre noble,
y opto cs os en desuso,
O haciendo indispensable su
apoyo a 1 perdiéndolos por otra parte quien ejerciera actividades mercantiles. Este doble
ia Sa A Smbio privilegios
Enanos (caso de Polonia). La relación
0. criterio resultó mucho más claro en la teoría que en la práctica, puesto que la ri-
se o
configur
gu ó de mane nera muy vari1ada segú queza, aunque más de modo indirecto que directo, se tomó con creces el desqui-
segú n los países. ,
Spaña-—-, la afluencia de los
elementos s burgburgue
ueseses
s
te. Es muy cierto que en 1560 el principio de la dérogeance llegó a ser codifica-
do: quien se dedicara al comercio al por menor o a actividades manuales perdería
la nobleza y, recíprocamente, no podía obtenerla quien se dedicara a ello. Con
todo, muchos juristas no tardaron en admitir que quien se dedicara a ciertos tipos
de comercio no por ello debía sufrir la pérdida del rango nobiliario, sino sólo su
suspensión. Es presumible que en cierta medida la inversión de los réditos rura-
les franceses en las actividades comerciales o industriales se frenara, pero no su-

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130 EL SIGLO XVI LA ECONOMÍA Y LA SOCIEDAD EN
EL SIGLO Xv1 131
cedió lo mismo con la adquisición de los cargos públicos y las tierras con título,
que facilitaban a los miembros de la burguesía el acceso a la nobleza. 3. LOS PROBLEMAS DE La TIERRA
Como ya se ha mostrado anteriormente, desde los siglos x1v y Xv se había
consolidado en Francia la tendencia a la transmisión hereditaria de los cargos pú-
blicos. La ley que sancionó esta práctica, llamada de la Paulette, no se adoptó
hasta 1604: además de legalizar ese carácter hereditario, dicha ley provocó un au-
mento del precio de los cargos venales. Es cierto que la posesión de un cargo o de
una tierra con título no bastaba de por sí: era necesario además vivir como noble
y demostrar que así habían vivido también los propios antepasados; con todo,
para quien fuese tenaz, el asalto del dinero a las defensas de casta era por lo ge-
neral coronado por el éxito. En Francia, pues, a pesar de las severas exigencias
genealógicas, el estado noble fue un cuerpo social bastante permeable y también
suficientemente comprensivo, del que no quedaban excluidos los segundones ni
la pequeña nobleza rural. Ello no significa que la obstrucción social quedase sin
consecuencias. Una de ellas fue el fortalecimiento de la conciencia de clase de al- vilidad social de la fase histórica
anterior. Italia, que al pri ncipi
gunos grupos burgueses que, a pesar de doblegarse a ciertas exigencias de la vida nos al resto de Europa, se fue luego o se parecía me-
pareciendo más sobr todo en lo referente al
noble, siguieron estando fundamentalmente anclados en sus valores propios y pe- estilo de vida y a la Jerarquía de
las clases.
culiares, sin mostrar ningún entusiasmo por el ejercicio de las armas y sin consi- Ni en Italia ni en los demás paise :
s se corre el Tresgo de
derar admisible la gestión desconsiderada de les propios haberes, como hacían cia de la tierra en las relac
0 iones sociales.
€xagerar la 1importan-
La tierr a, en
los nobles. : eto de las tensiones, así
efecto, fue el puncipal ob-
como de las Osmos
mosis y de las difere nciaciones
Como las relaciones entre las aristocracias y los soberanos, las existentes en- pr odujer On. Apen a S hay necesidad de Ss UDI
q que se
t a yar, en efecto > que
tre la burguesía y la nobleza variaban mucho de un país a otro. En casi todos los zonas la decadencia de la aristocracia
mientras en Ciertas
tenía lugar por medio
principados del Imperio germánico los burgueses no podían adquirir propiedades de manos de los nobles a las de
lo S burggueses . también
del paso de la tierra
é la reactivación
nobiliarias: así que sus inversiones agrícolas resultaban notablemente limitadas. meros
o a A expen sas de los segundos se concr Z
Ó de los pri-
1
. 2 etó en otras regiones
Esto no quita para que los patricios de Liúibeck, por ejemplo, fuesen casi todos 1 rizac
ha ión de los terreno s :
realizada
p 2
8 8 gracias a la Teva-
Or al 4 uéllos. Cc on todo, s
propietarios de tierras, como lo eran los ricos comerciantes de Londres, aun cuan- los distintos estados de
la península Italiana,
como ocurría entre
en los europeos tampoco
do tanto unos como otros siguieron residiendo preferentemente en la ciudad. única l Ogica su b yacente
a la diver: sidad d e
existí a una
los fenó:
enóm enos. I Laas situacione
En Inglaterra ni siquiera tuvieron lugar la lucha por la defensa de las prerro- demasiado peculiares
para reducirlas aun
s eran
común denominador,
gativas nobiliarias ni el asalto a las mismas: no hubo cuestión de limpieza de san- y sobre todo a

gre ni batallas genealógicas. La aristocracia inglesa no era una auténtica casta,


sus miembros no perdían prestigio ni rango por dedicarse a los negocios, Se po-
día llegar a ser gentilhombre sin poseer propiedades territoriales, con tal de vivir
según las exigencias de tal condición social. Aun cuando en esta época no falta-
ron de hecho nobles emprendedores entre los alemanes, los escoceses, los italia-
nos, etc., los ingleses invirtieron sus fondos en el comercio o en la industria más
que los demás. En cuanto-a la participación en la vida política, los grandes aris-
, tócratas seguían ocupando los cargos más elevados que la corona les reservaba,
or ej
por a los pequeños
TS
noble
s del campo eran los menos
ho

mientras que la administración efectiva de Inglaterra estaba en manos de la pe- afortunados mien-
IÓ en las. segundas
nc conquistar On posiciciiones¡ envidid iable
queña nobleza. Esta última, además de desempeñar los oficios de sheriff y juez de ' qu s. - E En todo caso) pare- .
de corregirse, al menos en parte, la imagen de un estra
“bsp to aristocrático
paz, alimentaba-en gran parte las filas de lós miembros de la Cámara de los Co-
munes, cuya importancia no hacía sino crecér.“Esbase de los éxitos de esta capa
lo
social era, más que las iniciativas mercantiles, la tierra. Supo apoderarse de ella , Encuentra
glaterra, siendo además desmenti
aprovechando en particular las diversas secúlarizaciones de bienes eclesiásticos, amplia área del Báltico y desde Hun
gría hasta Rusia. Y esto vale no sólo
da en una
y en muchos casos utilizó el suelo para la crianza de ganado más que para la agri- gestión de los terrenos, sino tambi para la
é o en el ámbito de la industria
cultura. Es un hecho que la nobleza supo y el comercio
acerse e e emprendedora no sólo
sÓólc en Inglaterra,

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132
EL SIGLO XVI
LA ECONOMÍA Y LA SOCIEDAD EN EL SIGLO XVI 133
sino o tamb 1 én en Mn ZOna
2 s soci
o almente diferentes como
etc. Al desarrollars Prusia,E F olonia > Bohemia.
e con fuerza las
tendencias antes
mencionadas, en
.
Los boyardos intentaron tomarse el desquite contra el soberano a la muerte de
nes las burgu esías esas Teglo-
sí. € 1 udada: nas cedi
eron cad
ea Vez másá terren O frente
Basilio 1 (1503-1533), que había dejado un hijo de sólo tres años. Éste, Iván IV
í
em Pp: rend edo r d de 1 la no blez a 1 Cará
aract
ct er
aa q ue se se
La, anif
mani e S ó
fest tó tant nto ene 1 plan O SOCI llamado el Terrible (1533-1584), tuvo que esperar la mayoría de edad para tomar
económic
Ó Social 1 comTao ene 1
o ye 1 políÍt 1CO e Lo: S nobl
ot e
1 5 daneses, pr u SIian
OS
os Y Pp po lacos supieron
en sus manos las riendas del Estado. A mediados del siglo xv1 Iván IV decidió re-
d onu -
conocer el carácter hereditario-de.las tierras cedidas en usufructo por Iván IM y
donó muchas otras en la zona de Móscú. Pocos años desphés- indignado por la
animosidad de los boyardos, procedió a la instauración de uh sistema que tenía
algunas características feudales, aunque en realidad estaba totalmente orientado
al fortalecimiento de la autocracia. Tras haber expulsado a los anteriores propie-
tarios, Iván IV concedió a los «nobles de servicio» las tierras de una amplia zona
(opricnina), casi equivalente a la mitad del territorio; libre de los boyardos, esa
zona fue administrada de distinto modo que el resto del país y puesta bajo la au-
toridad directa del soberano. Los nuevos señores territoriales fueron obligados
desde entonces a proporcionar soldados a caballo, perfectamente armados, en
función del suelo poseído, o bien a pagar sumas de dinero al contado: sus repte-
A el ado del siglo XVI, cuyo
s horizontes se h abían ampliado sentantes constituyeron desde 1566 una nueva asamblea (Zemskij Sobor). El zar
» €£XISCIÓ sin 1 duda una inte'erd al planeta en-
rde ependenciai entre los polo formó con estos nobles una fuerza militar autónoma, de la que se valió para hos-
las Zonas marginales. Los
destinos sociales y económic
os del Occide tigar duramente a los boyardos, a los que expulsó a millares, procediendo tam-
OO
se vincularon 0 entonces S
ES
estrecha O y
o mente a los contacto bién a ejecuciones en masa (1564-1572). Los desórdenes y la violencia de esta
palo aeticanos y astático s contnos
inuos yy directos o 001 los
s, tanto al menos como lo
habían estado anterior: nen. fase de reorganización hicieron huir del territorio a.muchos campesinos. El sobe-
andes e urbes ans a las regiones del Medi rano reaccionó promulgando leyes que, además de aumentar las prestaciones de
E terráneo islámico . Aun nen ue en
Pe e que nudo una complemen los aldeanos, los vinculaban obligatoriamente al suelo con la prohibición absolu-
AN : tariedad entre los esta.
aL os de la occi: dental, , en el sentid ta de alejarse en el futuro. Así que de una región a otra de Europa se desplegaba
as que se impusieron en los prim ido de que las arististoc: Í ,
eros prosperaron también un verdadero abanico de situaciones sociales que, aunque casi siempre se basa-
2 Para Sus productos que enco gracias aalala sali
sali-
ntraron en los se gundos. Es ciert ban en la tierra, ofrecían ordenaciones de conjunto de una acentuada diversidad.
o que la prospe-

4. LA VIDA ECONÓMICA
Su propia historia.
Mientras las relaciones sociales ofrecían, salvo excepciones, el espectáculo
O fenó eno DON ó een part
Este " e
i ar a Rusia, donde los Zare
icul de una evolución bastante lenta, los fenómenos económicos se vieron afectados
me ho InclusoO con CON resp s se mostraron su
res; ectoa a las
las corp
c oracione
Í s ciud por un conjunto de coyunturas insólitas y desconcertantes. La más constante,
DS » Papes moscovitas iudzadanas der
fue sin duda el que más revis
tió aunque no la menos nueva, fue el aumento de los precios, que afectó en primer
pode Ñ me ntífi ce romano- — Un cará dejando a el
aráccter sacro: la Iglesia les te lugar a los estados atlánticos y, aunque de un modo más atenuado, se extendió a
] erias de jurisdicción eclesiás reconoció autorid Sida d
tica. Su autocraci todo el continente. Como ya se ha mostrado, esta alza parecería hoy por lo menos
guirse del abso
ON E lutismo incii piente de los país sin
Eaíses
e occiiddental es, marc moderada, ya que el aumento correspondía a un promedio del dos o tres por cien-
ociedad rusa precisamente en OA ó ó pro: -
el transcurso del sigl g o xv1 . to anual para los géneros alimenticios. Los contemporáneos, sin embargo, se sin-
te, hacia principios an en-
e d si 8sia
siglo 5 euev
U óa
Ó cabo úna Í
Impo rtante r eto
tieron muy perjudicados por este encarecimiento, que contrastaba con la expe-
a los f í tma » q que f favoreci Ó
pequeños nobles (llamados «nobles de servicio»
1
riencia anterior y les encontraba poco preparados, sobre todo cuando gozaban de
E
réditos fijos. El aumento era ya perceptible a fines del siglo xv, aunque el proce-
so no se hizo declaradamente inflacionista hasta después de mediados del xv.
quienes
nes lo
le seservían el usufrue
aructo (no la Prop
prop
ieda
ieda
¡ d d heredita
itari
ria) de tierr Los precios agrícolas aumentaron bastante más rápidamente que los demás, des-
e este modo, además de ¡ as conquista. el simultáneo incre-
vincularlos a sí mismo, el de España hasta Bélgica y desde Alemania hasta Polonia:
Propietarios en parte interesa zar convertía a 1 nu
da en la defensa de sus bien mento demográfico debió de contribuir a ello, dado que los más afectados fueron
es no los géneros de consumo. Se ha calculado que durante todo el siglo xvi los cerea-

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134 EL SIGLO LA ECONOMÍA Y LA SOCIEDAD EN
XVI EL SIGLO XVI 135
les vendidos al por mayor se encarecieron cinco veces más en Inglaterra, siete ve- Producción y exportación de metal
es preciosos
ces más en Francia y todavía más en España. Pero tanto en España como en In-
Omeo_O AAA

glaterra el alza de los precios de la lana fue más rápido que el de los cereales, al 0%
Índice
A Millones
menos en la primera mitad del siglo. de pesos

El nivel de los salarios no se elevó en absoluto de modo proporcional, fuese


por la lentitud con que reaccionaron los organismos corporativos, fuese por la —— Precios
ter Tesoro
abundancia de mano de obra y la existencia de desocupados. Los salarios se do-
e per?
blaron o triplicaron en el transcurso del siglo XVI, pero hubo una innegable pér- Pé
dida de su poder adquisitivo (debida también a la repetida devaluación de la mo- Porto éN ombre
beloga de Dios
neda). No se puede olvidar que en aquella época muy pocos vivían únicamente de Panamá
su salario. Incluso los que no eran campesinos poseían por lo general, excepción
hecha de unas pocas grandes ciudades, un trozo de tierra o un huerto, lo que re-
1500 1550 1600 1650
dujo los efectos de la degradación salarial. No es menos cierto que el nivel de
vida de los trabajadores padeció las consecuencias del encarecimiento generali-
zado, aunque éstos no reaccionaran casi nunca de un modo violento u organiza-
do. Sin embargo, no pasó inadvertido el peligro que constituía este fenómeno en ,
el plano social: por ejemplo, la ciudad de Basilea prohibió deliberadamente la in-
¿
l
migración de trabajadores pobres. 3

Aun cuando no fue el único factor de tal fenómeno y de ese malestar, la lle- ñ
gada relativamente masiva desde la América hispana de gran cantidad de metal 1IA «e ;
Paita
precioso (oro, aunque sobre todo plata) agravó notablemente la inflación. En s A
efecto, el radio casi continental de la acción política, directa o indirecta, de Espa- ti $3
o $ Y o LO o Lo o Lo

ña la obligó a difundir en múltiples direcciones los tesoros de cuyo monopolio - S 8x2 ócozamaz:
disfrutaba y a inundar con ellos Europa. El motivo más corriente de su empleo RUTA
LA DENÓ NM Lima
PLATA a Huancavelica PERES
fueron los gastos militares, que crecían sin cesar: a menudo, estos gastos hicieron CI EA GAR
Í Cuzco
de Sevilla y de Castilla una simple zona de paso de los productos de las minas
y KChincha
americanas. España fue la región más afectada por el alza de los precios y proba-
RUTA DEL
y MERCURIO
blemente la que menores ventajas reales sacó de la riqueza sobrevenida. En par-
te, la confianza ilusoria que se puso en esa riqueza hizo atender menos a sus au- Gí Oruro
ténticos recursos; y en parte bajaron las inversiones ante la perspectiva de ver que TN eLa Plata
las ganancias quedaban fuertemente recortadas debido a la inflación.
$
Potosí
Aunque la corona se había reservado el 20 por 100 de todas las canti dades de
metales preciosos que llegaran a Sevilla, fue ella misma la primera en procla- FUENTE:
no A. esa) y OS sobre economíaía miner
mi, a hispanoamericana, 1966. El mercu
marlo insuficiente. En 1557 Felipe Ul declaró que no podía satisfacer las deudas de base para la IE a se hallaban las más Importantes minas -
de plata, como elemento
que había contraído, que ascendían a la enorme suma de siete millones de duca- a e o A: Impor
taciones de oro y plata e inflac
ión de precios en
dos. Esta primera bancarrota fue seguida por una segunda en 1575, por una suma A A. siglo le hierro. Cambio social en Europ
a, 1550-1660, Alianza. Ma-
*'de más del doble que la anterior; se sucedieron otras en 1596, 1607, 1627 y 1647. » P- 85. B: Historia de la produéción de metale
s preciosos en el Perú (1531-1600)
En 1557 el gobierno español transformó sus propias deudas en «juros» u obliga-
( en miles de millon
mn es a de maravedíes españoles) rd
A. Jara, > Tres ensayos sobredd economía mi -
ciones del Estado; pero ello no impidió una:serie de quiebras en cadena. En efec- , des

to, se'había hegho iábitual que, a lawespera de la llegada de las flotas de América
y para hacer continuo el flujo de pagos, así como para efectuarlos en las plazas y
teatros de operaciones más diversos, los financieros europeos anticiparan, con
equeñ
Aoo. dores que nabían
Í prestado sus fondos a través de los banq
a ueros
fuertes intereses, las sumas de que la monarquía tenía necesidad. En 1557 hubo opa ' Inestabilidad financiera, mient
ras las cecas proce-
también bancarrotas en los Países Bajos, en Milán y en Nápoles, así como en nora, A p tones de devaluación monetaria que
» provocaban inflació
Francia. Las mayores víctimas del terremoto bancario fueron repetidamente los tras haber reducido en tres quintas
partes el contenido de plata de
sus

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136 EL SIGLO XVI
LA ECONOMÍA Y LA SOCIEDAD EN EL SIGLO XVI 13 7
chelines en torno a 1545, fue la única que
logró restablecer la confianza en su .,
propia moneda después de 1560. Pero el - . .
contenido de plata del grosz polaco se of ecidas por el mercado, muchos de estos propietarios (con la excepción, por
redujo en dos terceras partes entre 1587 y 1650,
y en España a fines del siglo xv1 J
ejem Pp 1 O , de l OSs Y
grandes tócratas
Ó
de aristóoc fr ances e s) se dedicaron a d t
l a administración
la plata prácticamente desapareció, cediendo
su lugar al cobre. La caída de la mo- directa de sus do nimios, indudablemente más pro vechosa. Un nuevo patriciado
neda española se hizo tan grave a mediados
del siglo xvH que las piezas acuña- rural p TO: sper Ó así ien a
muchas g ones de e la la It alia
regione centrosepte
OSep onal
ntnonai, asi com oe
das en cobre representaban ya más del 98
por 100 de las que circulaban. ON Ing laterr a y enn O:
v varios paí 18 es de lá Europa centroorl e ntal. E En el Pp
e campo romano la
Las necesidades crecientes de los intercambios , dada la creciente
y las astucias técnicas cada no Meza
leza n no dudó en a usar los terrenas d e branza
labr para É
pastos
vez más sutiles permitieron al crédito prospe
rar en gran medida a pésar de estas da
demanda de to
p rod uctos carnt cos de la ciudad. - En España on
se sucedieron d dos fases .
dificultades. Sin duda, los bancos privados
vieron minada su actividad: si toma- En la primera mitad glo
de 1 sigl se SIguio Ó d
extendiern do 1a sup er fici e de a oO
lo: s pas
mos como ejemplo la plaza de Lyon, se observ a satisfacer con la criauza la demanda in ternacional de lana; > en 1 la seg unda, > se
a que en 1575 había 41, en 1580 pa
20 y en 1592 cuatro. Para hacer frente a la incert 4
empezó de nuevo a cultivar tr 190, COMO consecuencia de la caída de la demanda
idumbre financiera se reclamó la
creación de bancos públicos. Éstos surgie
ron, efectivamente, empezando por lta- de lana po: 1 parte de las man u facturas des
h O landesas. A 0
mo do de reacción frente al
lia, desde Génov a (1586) hasta Venecia los pr e--
(1587), desde Milán (1597) hasta Roma alza e XCEpcI O nal 10
d e los cereales, S, E do
e l E Esta p
espan ol 1 fijó
poa 1 Os productores
(1605): el de Amsterdam data ya de 1609.
El crédito se extendió por medio del cios máxin OS; pero esto sólo benefició a los vendedores al por mayor, que vol vi
uso cada vez más habitual de la letra de cambio fue 1 la situación
t
, ya utilizada en el período ante- Y
ana V ende: 1 por mucho O más. En esta O afor tunada
ura menos
Ccoy untura
rior, que pasó a ser recurso indispensable
para gran número de inversiones y de de los propieta: 30s territor ales alemanes, V1I8ro
qu e tuvieron mas dificultades para au-
transacciones comerciales. Naturalmente,
la circulación de las letras de cambio mentar los s arriendos (a excep ción de Austria y de Baviera. > donde b rTanos
lo ss oberano
permitió además lucrativas y repetidas manipu los
laciones financieras, así como al- apoya On Sus Feivi idicaciones).) Tampoco en e Castilla la vieja y en Polonia
tos intereses sobre préstamos a corto plazo. arrendamientos agrarios,
. estipu lados a largo plazo, taron
aumentar mucho es
antes d de 1
El crédito se desarrolló tanto en el sector no table -
público como en el privado, fuese siglo xvu. Con art
todo. > los Ss arrendatarios intentaban resar C1rse aume o
tando
por las necesidades de los poderes monárquico hizo del
s o ciudadanos, fuese por la segu- ment e el recio
preci de sus pr O ducto Ss . En suma,
Z el aumento d de la . p oblación
ridad que daban los depósitos de tal natura
leza. Los estados tenían una incesante Vv
cultivo de la ti en an O sólo una
un mversión D segura,
g sino o también un buen neg
egocio
necesidad de dinero y sus gobiernos no podían d ae Luc Ai -
sostener por lo general el ritmo de tanto para los nobles O
como p ara 1 10s burgueses. Se podr a citar el caso
los gastos que debían efectuar: por eso empeñ de las tres
aban sus entradas con un anticipo tono Giunti el ove: 1, dueñ o de la mayor
y empresa editorial v eneciana
de hasta dos o más años. Quien prestaba al
Estado tenía, además de los intereses, ú lt
última: Ss décadas del £
siglo VI
XVI, Qu e al ernóO 1 las iniciativas
al 1
comerciales e industria-
las garantías que representaban los réditos
O ingresos que eran cedidos a cambio les con ste
las inversiones en terrenos rut ales . Este cas g
caso es también sienificativo
2
por-
a los acreedores. En caso de bancarrota, los z : a :
O; que
réditos no eran anulados. Este meca: O
q ue el p atrimon1o de Giunti $ e acrecentó Ó E gracias sob Te todo d a los
10 p rést.stamos
1 1
nismo animó la formación de un grupo de person cedí 1 limmíl fa 1 E : : 1
as, sobre todo burgueses (aun-
que en España también nobles), que vivían
de tales réditos y al mismo tiempo es- claraba insolvente, Giunti se apoder aba de ellos.
taban vinculadas a los destinos de las institu
ciones. Así, las rentes francesas
constituían un préstamo a la corona: las emitía
el Hótel de Ville de París, que pa-
gaba también los correspondientes intereses E INDUSTRIAS
anuales. En España existieron tanto 5. COMERCIOS
los juros, emitidos por el Estado, como los
censos de las municipalidades o tam- . . Las áblic
bién de particulares. Dada la situación financ Si bien la llegada de los metales preciosos americanos, el crédito po eS "
iera española, con el paso del tiem- 3 a :
po las posibilidades de reembolso se desvan ron os a Pe
ecieron progresivamente y los juros privado y la revitalizada función económica de la tierra
se convirtieron en una de las columnas de la ómi á nuevos de este período, Í no menos aer
carac terístico de nismo
continuidad económica y social. No tos económicos más
faltaron las situaciones paradójicas, como j
fue el incremento de las activiivi ¡idades comerciales j e industriales. a economía Ñ as eu
la constatada en Valladolid hacia
1600: poco más de doscientos ciudadanos percib Í. j to desde hacíaía siglossi en estos sec tores por su dinam: y
ían por los juros un montante su-
perior al de los impuestos pagados por la ciudad ción ont
izació j
constituyen: do en el Viejo je Mundo uno 0 dede los. los p polos de laa produc-
entera. Este sistema, que no se su organización,
implantó en Inglaterra, se difundió ampliamente ión y$ de los intercambios.
ción i i E 1 siglo XVI representó entó una gran fa ada
también en Italia y en los Países
Bajos, lo que incrementó las rentas vitalic expansión y no sólo en el campo de las comunicaciones oceánicas. Sn mos ¿
ias, que no tardaron en ser negociadas
en los grandes centros financieros. dudas los centros
l Í Í
marítimos distinguieron
istingui
se dist en esto bastante má másás que los terres-resS
No es de extrañar que en el curso del siglo tres. De todos modos, no puede afirmarse que los puertos atlánticos pa .
xv1 los propietarios territoriales
procedieran al aumento de los arrendamientos, importantes -—como ocurrió en el siglo siguiente— que los o od A Sa
aparte de pretender que los cam-
pesinos satisficieran las prestaciones tradici á1ti
Báltico. j
Mientras que al men os en parte el ascenso : r
de A mberes se pri po para!
onales. Ante las buenas perspectivas
compensar el forzado declive de la vecina Brujas, en el siglo XVI no se p ]

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138 EL SIGLO XVI LA ECONOMÍA Y LA SOCIEDAD EN EL SIGLO XVI
139
Minería y metalurgia en Europa un progreso decisivo del tráfico marítimo francés
por el Atlántico. Las ciudades
que se impusieron incontestablemente fueron Sevilla
, Lisboa, Londres y la cita-
da Amberes. Las dos primeras debieron su renova
da prosperidad en particular al
hecho de constituir los centros de gravedad
de dos vastos y ricos imperios colo-
niales, mucho más que a sus funciones europe
as o estrictamente nacionales; Lon-
dres, pese a prosperar cada vez más, seguía
demasiado alejada de su máximo de-
sarrollo. Bristol, Ruán, Bremen o Hamburgo,
sin ser escalas secundarias, no eran
de primera magnitud.
La ciudad que reunió las ventajas de los tráfico
s intercontinentales con las de
las rutas europeas y los enlaces con el interior fue
Amberes. Pero el destino de esta
a 5SO sPMIDLANDS-
a? ? ciudad fue tan brillante como dramático.
En el origen de su fortuna se hallaba la
<G-L 007 oo % SAJONIA siesta conjunción en su puertode los intereses mercantiles portugueses
y alemanes,
además de la potenciación de sus relaciones
A
AINE Do
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qa
go 2 Boa
,
vw Wieliczka
diterráneo.
con Inglaterra, el Báltico y el Me-
Amberes se convirtió en un motor econó
mico mundial y un centro de
on Li XEMBURGO 4 múltiples industrias: textil, metalúrgica,
naval, editorial. Se fabricaban instru-
Guéranda * o
NIVERNAIS A BOHEMIA, HUNGRÍA mentos científicos y musicales, tapices, mueble
s, etc., al tiempo que florecían las
TIROL % ESTIRIA o Operaciones de crédito. Los portugueses habían
encontrado en la ciudad flamen-
VIZCAYA=Ñ ca, además de los capitales alemanes, el azogue
J UIPÚZCOA Aigues-Mortes de las minas alemanas de que te-
** nían necesidad en las Indias. A mediados
seD o8n . del siglo xv1 el procedente de las colo-
Da 600 nias americanas de España les resultó más ventaj
oso: eso les indujo a retirar de
Amberes a partir de 1549 su monopolio de las
especias. La década siguiente mar-
có ya un inicio de interrupción para aquel gran
emporio. En 1565 sufrió las con-
secuencias del agudo conflicto comercial entre
Inglaterra y los Países Bajos, y en
1576 el saqueo español. En fin, la guerra entre
España y las Provincias Unidas
condujo al bloqueo holandés de la embocadura
del Escalda, que baña la ciudad.
Mucho antes de empezar el siglo xvIL, Londres
por un lado y Amsterdam por otro
ant j sustituían ya a Amberes en el plano europeo e intercontinental,
Mercaderes, em-
presarios y artesanos la abandonaron, como abando
naron los Países Bajos meri-
se

dionales, para transferir sus energías a Leiden


, Rotterdam, Haarlem y sobre todo
Amsterdam.
La prosperidad comercial, sin embargo, no se
limitaba a la fachada atlántica
de Europa. También los puertos bálticos y medite
rráneos conocieron un impor-
tante desarrollo en el siglo xv1. Sin duda, sobre todo
en la primera mitad del si-
glo, Alejandría padeció una crisis, pero el volum
en de los intercambios de los de-
más emporios del Mediterráneo fue en aument
o. Esto es cierto de dos grandes
puertos distintos entre sí, como Constantinop
la y Venecia. Más que entrar en
competencia con ellos, Sevilla, Lisboa, Amber
Zonas de extracción de carbón. BB Yacimientos de mercurio.
es y Londres se abrieron sobre
todo a otros mercados. Hay una prueba adicio
nal de ello en la última parte del si-
Dxo0og9

Yacimientos de hierro. > dh Minas de plata.


glo, cuando los ingleses, seguidos muy pronto
Yacimientos de cobre. . Y A Salinas. por los holandeses, intentaron con-
Yacimientos dé estaño. - : a Ésaguas y quistar a su vez las lucrativas rutas de Levante.
Sólo entonces se puede hablar de
Yacimientos de alumbre. altos hornos. decadencia de las marinas meridionales:
a excepción de la francesa, todas ellas
demostraron resistir mal la penetración de los
nórdicos. Un buen ejemplo del flo-
recimiento mercantil del Mediterráneo en ese
período lo ofreció la flota de la ciu-
dad de Ragusa. Este centro adriático, en efecto,
tenía de por sí necesidades limi-
tadas, escasas actividades industriales y no demasi
ados productos para exportar

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140
EL SIGLO XVI
LA ECONOMÍA Y LA SOCIEDAD EN EL SIGLO XVI 141
e
desde su regió
ór n interior. ¿Lag La gran fo rtuna de su marina
se basó en ra:
MAIS panda de seanspon
es marítimos del área medi Hay que señalar además la penetración de los franceses en las costas del nor-
terránea, Bastante . o
DARA oa Mesina y Livorno, Cuyos te de África en la segunda mitad del siglo xv1. Un privilegio para la pesca del co-
puertos fueron e Oriente) les fue
o o disp! on prácticamente de navíos ral (particularmente buscado para los intercambios con Extremo
propios. El motivo de su
o e pre mento general de los inte concedido a partir de 1552 a lo largo de unos doscientos kilómetros de costa al
rcambios, el mayor aco- des-
as y Imas y las terrestres a través este de Bona. Estos enclaves,sin-embargo, junto con los de La Calle, fueron
able desarrollo.
del conti adala penetración de
truidos en 1604 por los berberiscos: Múchonás afortunFue
Aunque no hubiera innovaciones po ae los marselleses en Levante, donde supieron hacer frente tanto alos ingleses como
respecto del período inmediat
sustanci ales en el sistema de tran cónsules
amente anterior la expansió sportes a los competidores holandeses, más tardíos. Francia (que tenía también
n comercial tesultó su-
ma e gonsiderable y esen
cial para la form ación de en Túnez y en Fez desde 1577, así como en Argel desde 1579) vio cómo se le re-
capitales (lo que permitió s latinos
do ento de las actividades finan
Cieras y bancarias). Hasta muy conocía además en 1604 un derecho de protección sobre los eclesiástico
A en- Santa. Al final de sus guerrás de religión Francia era la potencia cris-
tant, no se pudo advertir ning de Tierra
una influencia de la ide- ,
a est pliegue exce pcional de los nego tiana preponderante en el área otomana.
n omo se ha demostrado, una fuert cios íri
sit
e oposición a la a domi
minó nó
quiera en Holanda seestableció 0 ol : E por los seguidores de Calvino:
ni si- 6. La CULTURA
y las actividade
o .
s capitalistas. irec SUS COnvicei o
o entre sus convicciones religiosas .

Como en el pasado, la mayor


parte de los mercaderes si guie Como ya se ha visto el siglo xvI es un período de desarrollo no sólo en los
ron negociando en el reli-
ámbitos demográfico, marítimo, económico y político, sino también
progresivo de todo tipo de actividades no es de
gioso. En esta fase de despliegue
téc-
extrañar que también las culturales tuvieran un notable incremento. La nueva
del siglo
nica de los caracteres de imprenta móviles, introducida hacia mediados
xv, realizó rápidos progresos en las primeras décadas de su difusión, de manera
NN , o
Que e
vieronon cómo
e luego muchos otros imitaban su ejem que a principios del siglo xvI ya estaba en plena actividad. Tras la producción
plo. Ha el punto
ndo ea gara los merc hant adventurers, puesto editorial de esos dos siglos hubo un cambio muy claro, y no sólo desde
a polio del comercio a gran dist
que había r >. de vista cuantitativo. En la segunda mitad del xv, como se ha dicho, la preocupa-
ancia tanto en Europa obras que
Ln .E E uvo su orig: en laa Mi Moscovy ción principal era en gran parte el uso de la tipografía para reproducir
Company,l despué
orador AE Chancellor hubiese atracado desde hacía siglos circulaban en copias manuscritas; en el siglo XVI, en cambio,
en aus del mar Bl A o cultu-
de tros de Arkangel. Como cons triunfó la actualidad. La imprenta se convirtió entonces en un instrument
A ecuencia de ello tván $ 7 más vivo y dinámico. Las censuras que se montaron
o le Eduardo VI plena liber ral de valor diverso, mucho
tad para negociar Desde so se ha
o COMPA el derecho de tráfico hasta Jaro para frenarlo lograron sus objetivos en muy pocos países, como España. Ya
y a (do slay Ke. que desempeña ron los talleres tipográfico s en la propagació n
ra tv amente había instatalad l o sus alma
señalado el papel
E cenes de
ME ujara y Persia. Más tarde,
el zar, decepcionad
e alÍí de las controversias religiosas que invadieron el continente, pero tampoco dejó
2yO por parte de Isabel a su empr
esa contra Polonia
se all crecer el uso político y administrativo de la letra impresa. Los contratos de segu-
de relle-
de ros marítimos, por ejemplo, comenzaron a ser estipulados por el sistema
mercantil. Sobre el mismo mode
A nar unos formularios de bella factura y fáciles de cumpliment ar. De muy notable
lo insti
S Huyeron los ingle1 ses en 1579 la E geo-
oo y > mas dogs fue Dant
zig y la siguiente Elbing, para amplitud fue luego el uso de la imprenta como vehículo de obras literarias,
do mercado dosañ el io gráficas, jurídicas, científicas, técnicas O musicales.
más tarde, gracias a los contacto
s establecidos por aún
a pin S con el sultán turco Ahmed 1, El libro se convirtió en el objeto cultural más vendido (no habían aparecido
a le tocó el turno a la L cada vez más en las lenguas vulgares y
fía pes, que hacía poco habí
an obtenido derecho ahacer prácticamente los diarios o periódicos),
a ban cada vez menos en latín. Con ello, la misma creación intelectual fue estimulada,
OS 'aICOS atlánticos que nego
ciaban en aquella área así como
an sol as c » colonias de Inglaterra a o condicionada, por el innegable afán de dar a imprimir que se difundió,
no tardaron en inmiscuirse e las dedicatoria s y a veces incluso los con-
» desde Alejandría hasta El por la función cortesana que asumieron
Cairo, desde Damasco hasta pro-
Al epo
PO y Drí Íp oli de Si la: en
1583
$ y a h había tenido de las obras. Por lo demás, el libro del siglo xv1 fue por lo general un
1 en n Co asta
Ñ ntinopla u na embaja d. a per
esmerada y muy a menudo bella, bien encuaderna do, bien com-
er
ducto de factura
con
paginado, con papel verjurado a mano y adornado con bastante frecuencia

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142 EL SIGLO XVI LA ECONOMÍA Y LA SOCIEDAD EN EL SIGLO XVI
143

óptimas ilustraciones. Del reino de la imprenta, en efecto, forma parte una pro- dos, tenían eco e impacto en los indoctos que las contemp
laban, aunque no todos
ducción inmensa de grabados, particularmente importantes por lo que respecta a los espectadores fueran capaces de apreciar muchas de sus
intenciones y valores
la cultura popular y por su calidad artística. Estos grabados florecían en el texto estéticos. Sobre todo cuando se trataba de edificios religiosos
o de la fruición de
para deleitar los ojos y también para hablar a los iletrados, o constituían directa- cualquier obra pública, un producto de este tipo entraba
a formar parte del patri-
mente el principal atractivo de la publicación (sobre todo cuando se trataba de ho- monio cultural común mucho más que una obra escrita si, aunque
tuviera muchas
jas volanderas). En suma, si el libro fue un descubrimiento del sigio xv, fue in- ediciones, ésta no lograba penetrar en el radio propio
del oído colectivo.
negablemente una conquista del siglo xvI: sus formatos fueron de lo más diverso, El estilo renacentista, aunque no se difundió en igual
medida en todos los paí-
desde el gran infolio hasta el minúsculo en dozavo. ses europeos, era grandilocuente y estaba basado en valores
doctos, cuando no
Entre todo lo que se imprimió resulta difícil no citar un conjunto de obras que aludía además a conocimientos que escapaban a la mayoría
. Al menos en un sen-
ilustraron el patrimonio lingúístico de varios países. También desde este punto de tido relativo, es decir, precisamente porque por su naturaleza
la obra figurativa
vista, en efecto, el siglo XVI se sitúa en una escala totalmente diferente del siglo concernía a un sector más amplio, el peso específico del
clasicismo fue mayor
anterior. La mayor parte de las literaturas nacionales pusieron entonces en circu- entre pintores y escultores que entre los escritores. Como
sus mismos contem-
lación obras maestras que no tenían parangón con las del siglo xv. Tomemos poráneos percibieron en seguida, clasicismo suponía manera
de ejecución estu-
como ejemplo el caso de la historiografía italiana. Por un lado está la ampulosa diada y estilo amanerado. Tratándose en gran parte todavía
de temas religiosos,
producción humanística; por otro tenemos (sin desmerecer a la primera) el ner- los contenidos siguieron siendo sobre todo tradicionales,
pero su forma cambió
vio, el ritmo ágil de un Maquiavelo o de un Guicciardini. No menos significativo claramente, tanto que en algunos casos llegaba a traicionar
el espíritu cristiano
es el ejemplo de la literatura caballeresca: a las obras sobresalientes de Pulci y de de la historia o por lo menos lo descuidaba. Cuando más tarde
en las regiones ca-
Boiardo siguen las de Ariosto y de Tasso. El género caballeresco no podía dejar tólicas los artistas fueron inducidos de nuevo a respetar las intenci
ones religio-
de ser apreciado por una sociedad tan prendada de la nobleza: lo prueban también sas, los resultados no fueron muy positivos, dado que
la medida se aplicó en
fuera de Italia los éxitos de Amadís de Gaula (1540-1548) y de Os Lusiadas de detrimento de la espontaneidad. El arte de la Contrarreforma
quiso ser edifican-
Camóes (1572). te, pero a menudo resultó afectado y a su modo retórico.
El estilo renacentista
La producción se resintió de un fenómeno general que, al menos en parte, de- (expresión deliberadamente aproximativa) no se impuso en
todas partes hasta el
pendía de las formas y de las propias proporciones del nuevo vehículo de cultu- siglo xv1L A lo largo del siglo xvi muchas zonas, sobre todo
del norte de Euro-
ra: la imprenta. Por un lado era bastante natural que se diera una exigencia de or- pa, se mantuvieron fieles al gótico. Lo que se hizo sentir
en todas partes sobre
den en el estilo y en la lengua para dar uniformidad y rigor a la masa creciente de las artes figurativas fue el condicionamiento de los encargo
s laicos. En el mismo
lo publicado. Pero está claro que semejante codificación cultural y lingúlística se momento en que el artista lograba una mayor libertad de
expresión estilística y
resolvió en un decidido alejamiento entre el resultado literario de la savia semán- de iniciativa temática, se sentía más influido por las
exigencias y los gustos de
tica y el gusto popular. Aunque no se puedan trazar particiones claras en un pro- los príncipes, nobles y burgueses que se convirtieron en
sus clientes en mucho
"ceso de este tipo, puede afirmarse que el siglo xvi se opone a la época anterior por mayor número que antes.
su nueva artificiosidad del lenguaje vulgar, que se hace académico, y su tenden- Observaciones de este género deben hacerse también con respecto
al campo
cia excesiva al clasicismo. El patrimonio literario no podía dejar de estar marca- arquitectónico. Ante todo, precisamente porque en el siglo
xvi se alzaron edifi-
do por las tendencias aristocráticas y elitistas dominantes en los estratos supe- cios civiles y privados en cantidad mucho mayor que en
el siglo anterior. El nue-
riores de la sociedad. No obstante, el siglo XVI estuvo animado también por la vo lenguaje de los artistas, con importantes excepciones,
se hizo deliberadamen-
presencia de creaciones que testimoniaban aún la capacidad de interpretar las co- te clásico, es decir, entretejido con los elementos emplead
os por los antiguos
rrientes de la sensibilidad y de llegar a sus fuentes. En este siglo nacieron pre- (columnas, frontones, cariátides, bóvedas de cañón,
etc.) La única innovación re-
cisamente el teatro de Ruzzante, la novela picaresca y la commedia dell arte. lativa fue la cúpula para las construcciones religiosas. Los
arquitectos no se limi-
*"Grandes obras como las de Rabelais, Montaigne, el mismo Lutero o Shakespeare taron a introducir estas novedades formales ya en sí mismas
importantísimas: se
muestran que el refinamiento no siempre se producía en detrimento de una pro- impusieron además el rigor en la perspectiva y una simetría
espacial totalmente
funda capacidad de llegar a lo humano sin sofisticaciones. , diferente de la gótica. Toda construcción fue sometid
a a normas geométricas y a
Consideraciones análogas pueden hatersé respecto a las artes figurativas. En relaciones de volumen consideradas ideales y perfectas,
sin que esto impidiera la
-este plano, sin embargo, hay que observar que el producto de serie era claramen- mayor variedad de soluciones. Se tendía, de modo análogo
al perseguido en la re-
te más popular que el similar salido de la imprenta. En efecto, para disfrutar del presentación del cuerpo humano, a lo imponente, a lo
majestuoso, además de a lo
segundo (un simple manual de piedad religiosa, por ejemplo) había que saber regular y armonioso. Los edificios así construidos contras
taban con los anterio-
leer, mientras que para tener un contacto con el primero bastaba con mirarlo. In- res, pero respondían a una intuición global, como si
fueran partes de una rees-
cluso obras de excelsa calidad, si iban ilustradas con temas iconográficos conoci- tructuración general aún por venir.

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144 EL SIGLO XVI
LA ECONOMÍA Y LA SOCIEDAD EN EL SIGLO XVI 145

movimiento, asumió módulos usados y ol ao a POMO se llenó de


No obstant Í aneció fij
movi S Una atención particular requiere el desarrollo de la música en este período, y
re todo se abrió ampliame
0 a aivas ¿bajorrelieves, hornacinas in- no sólo como elemento esencial de los espectáculos profanos. Las iglesias pro-
con estatuas, festones, tan. testantes, así como la católica, contribuyeron a su revaloración. El apoyo y el im-
Op omórficas. e e e y junto al rigor clasicista se desple
o e aa ptas pre c dio del preciosismo y de la
gó así la pulso aportados por Lutero en este campo fue uno de sus mayores méritos cultu-
a audacia barroca. La con- "rales. Por lo que atañe al cante-de-los salmos (son célebres, por ejemplo, los que
ps a a se hizo cada vez menos inmóvi
a o e Ementos de las masas arquit
l y los artistas.domina- son obra de Claude Goudimel), Calviño 10 "señaló como 14 manifestación más
cio Co ble ectónicas mediante la
ales Estos artistas se_apartaron pronto adaptada a la religiosidad por él predicada; lo que resultó ser uh arma eficaz para
pagina con el lar seo ante, para hacer de él una estruc
de la idea del galvanizar a sus seguidores hugonotes durante las guerras de religión francesas.
tura capaz de com- Este reformador, sin embargo, no admitía ya el uso de instrumentos musicales en
juntos fundid z1dos os yy bien UI los servicios religiosos, y donde este mandato se observó se produjo una pronun-
e Sí,
< EA
distribuidido os
aen
exa armónica. La ciudad tendió a pl: aci or ciada decadencia de tan gloriosa tradición. En efecto, las capillas de las principa-
constituir al
MP o ION e impusteron el lenguaje de los
o s ad
realiz os
acione s les iglesias habían sido hasta entonces un riquísimo vivero de compositores y
distintos tipos de poder, cantores; y lo continuaron siendo, naturalmente, en las regiones que siguieron
s que cuanto e i las
]
de los súbditos. La A s ciudadanos o siendo católicas. La Contrarreforma promovió más tarde unas tomas de posición
on
ba do
convir tiendo me
un decorado, que en la ro pa ajustada mucho más lo en un marco que no eran tan diferentes de las de Calvino. Carlos Borromeo prohibió en su dió-
y la armadura orgánica de las neces
reales de la comunidad. idades cesis de Milán el uso de cualquier instrumento en la iglesia, a excepción del ór-
gano, y varios teólogos católicos se declararon contra las formas demasiado ela-
Baron todaa en no 2 as en transforma
espectáculos pomposos y a v: eces compu
lÓn no se desarro- boradas de música religiosa. Pese a ello, la Contrarreforma no se mostró nunca
actes izarían mucho más al siglo siguie ngidos verdaderamente hostil al empleo de la música. El oratorio musical, por ejemplo,
nte. La vitalidad se manifestaba aún
de s bastante espontáneas y variopintas, que tendría tanta popularidad, nació en Roma en el círculo de San Felipe Neri, al
con una part icipación colectiva
má > comediata en los tipos más diver tiempo que los autores de música litúrgica no se alejaban de la sensibilidad de un
sos de ceremonias públi cas (de proce
Jecuciones capitales, de autos de fe siones amplio público. La diversidad de los ambientes y la gama de las ocasiones per-
a entradas triunfales de carnavales
tas y Juegos de todo tipo). El gusto a fies- mitieron e incrementaron producciones de todo tipo, así como el uso de variados
por la manifestació n á pública era muy
no desperdiciaba ocasiones para vivo y instrumentos. Tanto los ballets, la caza, la guerra, las paradas al aire libre como
exteriori Zarse. Los prínci 2cippes daban el ejemplo,
tomaban y provocaban las iniciativa las simples canciones estimularon una gama riquísima de obras.
s, aunque las comunidades no se
atrás. Las cortes eran aún en parte iti quedaban Mientras la canción francesa reinaba todavía sin discusión en la primera mi-
herantes, y naturalmente las estancias
soberanos daban lugar a puestas de los tad del siglo xv1 —sobre todo ¿on Clément Janequin (1480-hacia 1557) y luego
en escena llenas de movimiento. Los
tas no eran los únicos que figuraba aristócra- con Guillaume Costeley (1531-1606)—, los Países Bajos se hallaban en los orí-
n en esta dimensión espectacular, pues
bién burgu ue eses
: y gente del puebl
p o s e: asegu
tam- genes de los más notables desarrollos de la música de dicho siglo. Los flamencos
g raban un puesto en ella.
lo pasión por el espectáculo estim perfeccionaron la tradición polifónica del período anterior y supieron combinar
uló la producción teatral, todaví:
a osa, cOn
religi con sus misterios yy Sus Sus r1 epresentaciones ' las líneas melódicas con las sonoridades vocales. Italia se había abierto amplia-
sacr. as, aunque cada vez e má
anima a ppión por comedias típic mente a su influencia, aunque supo también nutrir y renovar la inspiración fla-
amente laicas. Los edificios usados expre
para
a > representaciones siguieron si endo sa. menca. En las colecciones de principios del siglo xvi las obras procedentes de los
muy y e escasos y sólo tardíÍ amen- -
o a so e algunas poblacione
s, Países Bajos —especialmente los madrigales— ocupan un puesto más importan-
pero los patios de los palacios y sus vasta
IN pra o an ácilm o.
ente a sus exige. . . te que las originarias de la península italiana. El gran Adriaan Willaert fue nom-
ncias. Típica del siglo xv1, en efecto
brado maestro de capilla de la iglesia de San Marcos de Venecia en 1527: desde
- a
poliza o
.

ovisional de espacios, sobre todo abier , , es la


tos pero también a veces ce
o mo 0 gares teatrales y escénicos. No este año hasta 1571 él y su sucesor, Cyprien de Rore, formaron a generaciones de
>
menos característico es el recurso
músicos italianos. Willaert se distinguió por la introducción de los coros múlti-
éni
Pel od as as oa técni cos eminentes ,
(desde Leonardo hasta Tizia
a nara y la dirección que precisaban no o Palla ples acompañados por trombones e instrumentos de cuerda, además del órgano;
semejantes creaciones im sus compatriotas Verdelot y Arcadelt fueron particularmente apreciados por sus
S. OS mismos jesuitas tas no d udaron en secund. ar este gusto
e o vaizándolo para dirigirlo a sus colectivi o madrigales. Muy pronto, sin embargo, se impusieron también compositores loca-
objetivos (por ejemplo, el montaje
ramatizados). Por otra parte, se ha demo de les como Giovanni Croce y Andrea Gabrieli (1557-1612). Roma se convirtió
strado que para represen
E 8

tar er 1 VIVO
1VO €:escenas
, s d e tortura o
igualmente en un gran centro musical, donde brilló el arte de Luigi da Palestrina
(1525-1594) y el de su alumno español Victoria (1535-1611). Músico excelso y
Muerte
e no s e vacilaba en comprprar a ON con enad O Ss

de renombre europeo fue Roland de Lassus (1532-1594), un flamenco llaraado a

71/250
71/250
PAG
00 rre ELL SIGLO XVI

Sicilia por Ferrante Gonzaga y que luego residió en Italia (de Milán a N e de
Florencia a Roma). En la segunda mitad del siglo fue llamado a PUNO po 0
berto V de Baviera, y desde 1556 hasta su muerte permaneció allí dando pa >
de un genio de enorme fecundidad. Fue, en efecto, autor de decenas de mo Y
centenares de motetes, además de salmos, letanías y obviamente cancion : , ma
drigales y lieder. En Francia la creación musical tendió a concentrar a a .
te, donde empezó a florecer el ballet, en el que se conjugaban los : e da
danza y de la poesía con los de la música. También en el entourage de sor anos
como Isabel y su sucesor Jacobo 1 la música conoció su edad de oro en nglate
rra. Mientras el madrigal de procedencia italiana asumía formas más pop pes, 5. LA EXPANSIÓN IBÉRICA
la música litúrgica se mantenía en el centro de la actividad de los copo os
(por ejemplo, William Byrd). A finales de siglo se II e la e
menes de la ópera, cuyos primeros ejemplos fueron Dafne (1597), hoy p pa 1. CARACTERES GENERALES
de Peri, y Orfeo (1607), de Claudio Monteverdi (1567-1643). Este nuevo Pros
cuyos efectos orquestales lograban enlazarse con los acontecimientos repr Todo acontecimiento histórico deja huellas que
constituyen siempre un pre-
dos en el escenario, estaba destinado a un gran porvenir. cioso testimonio de la actividad humana. Alguno
s acontecimientos, sin embargo,
dejan señales que sólo se distinguen tras pacien
te investigación, mientras que
otros las imponen a distancia de siglos, se podría
decir que a simple vista. Preci-
samente por ello es posible aún hoy vislumbrar,
para quien la observa, la expan-
sión europea por los tres mayores continentes más
allá de los mares. La religión,
la raza o al menos las técnicas que fundamentan
su existencia estuvieron condi-
cionadas o fuertemente influidas por la relació
n secular que se instituyó a partir
del siglo xvI entre esos continentes y los países europe
os.
En el centro de este fenómeno dominante está
el problema de la coloniza-
ción. Sería fácil remontarse al mundo griego y
romano para encontrar sus pre-
cedentes en la civilización occidental. Es cierto, sin
embargo, que a las formas
de irradiación propias de cada pueblo en vías de
progreso dinámico se añaden en
el Medievo las inspiradas en la visión religiosa.
Incluso el islam siguió una tra-
yectoria análoga y contemporánea, que lo llevó
a cubrir un área inmensa del es-
pacio afroasiático. Al principio el radio de acción
y el poder de enfrentamiento
fueron bastante modestos, aunque implícitamen
te el Occidente cristiano era ya
más ambicioso. Soportaba menos, en efecto, que
allí donde hubiera logrado es-
tablecerse, la civilización de los vencidos pudier
a seguir su propio curso con re-
lativa tranquilidad. Sin embargo, entre la coloni
zación medieval, que se mani-
festó tanto en las cruzadas mediterráneas como
en las expediciones terrestres
contra los eslavos, y la moderna hubo un salto
cualitativo. Este salto correspon-
de a la escisión existente entre el nivel tecnológico
de la mayor parte de las re-
giones alcanzadas y el de los europeos. Sin duda
alguna los navegantes del siglo
XW_y sobre todo del xv1 llevaban consigo la misma
convicción que había asisti-
L - A a do a los cruzados medievales: la de pertenecer
a la parte religiosamente privile-
giada de la humanidad. Con todo, los cruzados
tuvieron que imponerse comba-
tiendo, y la lucha que entablaron nunca fue sustan
cialmente desigual, como lo
demuestran claramente sus treguas forzosas y sus derrota
s. Ahora, en cambio,
la superioridad y las fuerzas estaban totalmente
de parte de los europeos. No es
de extrañar que apenas hubieron superado los
obstáculos que oponían las difi-

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72/250
148 EL SIGLO XVI 149
IBÉ
LA EXPANSIÓNÓN IBÉRICA
cultades de la navegación y de la dist. s. En
e
ancia, no vacilaran en sacar provecho de su pondían para cada viaje más de dieciocho meses de ;
ON) A octiempo
predominio e incluso en abusar de él idos este fenómeno era aún mayor. Además e a arg o a
Es significativo que la toma de posesión
larmente sancionada por el jefe religioso
de los nuevos espacios fuese regu- carga y ded va, los convoyes comportaban otros inconvenientes: obliga
de la cristiandad occidental, el pontífice alo os ds sápidos g
a navegar como los más lentos y estimulaban el fraude
romano. Éste había asumido siempre la
guía moral de las empresas directas rea- a : A - E es.
OO a
lizadas con los países considerados infiel
es y había sancionado su legitimidad. evisible pudiendo resultar la más larga (súbre todo en lostviajes
Como sucedió repetidas veces en las décad el hecho
as siguientes del siglo XVI, ya en su i Hay que contar: dasnásingentes eo
L

7.000 kilómetros) el doble de la más breve.


>

segunda mitad, a finales de 1454, Nicolá z e S. o


s V, papa humanista, concedía un mo- 1
ue los intercambi ]
os marítimj
ítimos implicaban
j 1 1 de por sí í p pérdidas
nopolio a los portugueses en la costa de DIA
cedía el derecho a «atacar, someter y
Áfricaoccidental. La bula pontificia con- A OseS tuvieron cerca de un 15 por 100 de las naves hundidas a
MOS, paganos y otros enemigos de Cristo
reducir a perpetua esclavitud a los sarrac
e- » todo casos de naufragio, en especial en las décadas que siguieron 3 NN
a
Non, incluyendo toda la costa de Guine
que viven al sur del cabo Bojador y de del país por Felipe HU. Todavía más fuertés eran las pérdidas DA
a». Análoga aprobación acompañó ños é
éstas oscilaban
psi en tre el 155 y
y el e l 25 or
por 100; 1 0 ; en uno de tres, ener
también a las empresas de los españoles, luego j; dos años
lo que contribuyó a hacer del sudeste de 35 por 100, mientras que entre Manila (Filipinas) y Acapulco (M )
la Península Ibérica (es decir, la zona A y a ,
comprendida entre Lisboa y Sevilla) lugar ían al 50-60 por 100. - bien.
de tránsito casi obligatorio de la mayor
parte de los intercambios entre el Viejo
y descubrimientos y en particular las relaciones comerciales conse ne
el Nuevo Mundo a lo largo del siglo e redu- :
xvt. Tras estas bases y tras sus hombr
es no Í
Deusieron en contacto ocon otros continente j úme
s a un» n núúmero relalativamentpa
estaba solamente el pontífice, sino también no a más de
el apoyo económico, técnico y huma- a e europeos. A fines del siglo xv1 los que había en ultramar
no de numerosas regiones europeas (sobre o
Alemania). Partiendo
todo la Italia del Tirreno y más tarde de cientos mil. sobre un número de habitantes de Europa que en
deBristol, Sebastiano y Giovanni Cabot . llones. No obstante, llegaro n a controlar r a c lacioness indígenas
poblaci inc g ARON
c l er -
costas atlánticas de Canadá y de los actual o estaban ya en las len j
mismo modo también los franceses lHegaron
es Estados Unidos en 1498-1499 (del ta y cien veces más numerosas. La cantidad de naves empleadas pa AO
a Brasil hacia 1510). En otros térmi- ici por ellas surcadas, e pro 1 do se se-
nos, los nórdicos, al menos con respec be cante baja: en relación con las superficies
to a América, tenían una capacidad
de con- o de una nave por cada millón de kilómetros cuadrados. Anne po MA
tactos marinos no inferior a la de los meridi da nos e
onales. Entre finales del siglo xv y co- tablecer exactamente cuántas fueron las expediciones e a
mienzos del xv1 la pesca del bacalao a a tra e o] o
en las inmediaciones de Terranova era , á continentes i , se puede es timarj que los recorridos lev;
idos llevados
practicada tanto por los ingleses y los océanos entre principios del siglo xvI y mediados del siguiente peo vLooco
franceses como por los vizcaínos: todos
guieron disputándose este producto si-
con posterioridad. La ventaja inicial DA o
ibéricos, debida en gran parte al apoyo de los de veinticinco mil. Si se considera solamente América, en pod e
político de sus monarcas, que en cambio ásá de un millón illó | de europeo s zarparon r hacia1 sus € ostas. Incluso cho e eo " ds >
faltó en otras partes, les valió un predominio cada 2
secular que fue indudablemente SOS- Portugal puede parecer limitado: el número de las naves enviadas
tenido por la preponderancia progresivamente
pera la veintena y el de los hombres los mil quinientos dos se efectuó de modo
.
asumida por España en el conti-
. . o.
>

nente europeo.
De todos modos, la explotación de los nuevos mundos parana. Cabe
Esto no quita para que los obstáculos pudieran ser superados sólo hasta un lí- vastas de E PS .C
tante ápi
rápido a ici
beneficio de reg j
egiones cada vez másás vas
mite. En efecto, si se toma la conex
o
co ayar 2n particular que la llegada de metales preciosos de Am
ión más larga, ida y vuelta, entre
tos extremos los dos pun-
del inmenso espacio que se había convertido mitad del siglo XV a a
en español (es decir, el bu 6 , educir la separación que en la segunda
que unía Sevilla con Manila), hay que o0ar . . ndo sis
a
L
constar que hacían falta de media cinco los diversos países europeos. Al mismo tiempo se Ca
años para hacer el viaje. La distáncia condi
mía y de las redes de relaciones que los
cionaba los ritmos de la nueva econo- ercial que por primera vez implicaba, aunque no en profun tdo pao a
AAA
adoptar navíos de diferentes arqueos y a
europeos habían creado. Esto llevó a e nomía del elobo. En esta ósmosis a gran escala cabe obser a
abandonar sobre todo los de un centenar tante claros: aun crecimient o bastante rápido en la primera mita: o. o
de toneladas, para utilizar cada vez más los de PRO
mitía un ahorro relativo de casi la mitad
alrededor de un millar. Ello per- iouió un breve período de estancamiento, y luego una nueva pa
de los costes, gracias a la reducción del fltimas décadas del siglo. A partir de 1590 las riquezas pr a 104
número de hombres y de la cantidad de Lo
víveres. La dificultad de la navegación, rica eran ya aprovechadas más por el norte de Europa que por o
por otra parte, indujo a adoptar el sistem da
o
co
,
a de convoyes, que se generalizó basta NA o
.
Lis
.
siendo
»

el
Ú
ica. Los dos puntales de este proceso siguieron
punto de que el 90 por 100 del tonelaje AN a
jaron de este modo por el Atlántico españo
y el 95 por 100 del valor transportado via- una ventaja del 50 por 100 aproximadamente de la segunda so y
l: el tanto por ciento aumentó todavía El mando de las operaciones fue tomado DOS por am a ds
más en las rutas del océano Índico. Esto ha eta ,
no suprimió los tiempos muertos. Entre spañol ñ y el portugués, ó aunq ue el21 primeroylpr controrolara c directamente,
Andalucía y México, por ejemplo, a m
cinco o seis meses de navegación cotres Doco ás dela mitad de su territorio, estando todavía el resto en
-

E
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73/250
150 EL SIGLO XVI
LA EXPANSIÓN IBÉRICA
151
Movimiento del puerto de Sevilla. Tráficos con América, importaciones de oro y plata
aristocracia. La aventura oceánica hizo que España
gravitara progresivamente
hacia el sur, dejando que la zona cantábrica fuera
cayendo en el estancamien-
250.000 to que se manifestó en el siglo xvHm. A partir de
200.000 7] 1550 los propios marinos de
las provincias del norte debieron de confluir
150.000 7 en la zona de Sevilla, cuyo centro
100.000 + urbano pasó de los 40.000 habitantes a finales del
siglo xv a los 120.000 de
principios del xvt.
50.000 «y
Tráfico global en ambas direcciones,
25.000 -? expresado en toneladas
2. EL IMPERIO ESPAÑOL

En el siglo xv Castilla sólo poseía en el Atlánti


co las islas Canarias: la
co-
5.000 7 l ; 1 y lonización de sus 8.000 kilómetros cuadra
dos ocupó varias décadas. En cambio,
150.000 la isla de Santo Domingo, diez veces mayor, fue
ocupada y reducida a colonia
100.000 -] por los españoles en unos diez años. Su explota
ción fue tan intensa que a partir
50,000 “] de 1509, faltando mano de obra, se empezó a
deportar a ella a los habitantes de
las Bahamas. De este modo los conquistadores mostra
.000 , ban no sólo carecer de todo
escrúpulo a la hora de sojuzgar a los pueblos pagano
= Tráfico desde Sevilla hacia otros puertos, s que encontraban, sino que
además no les importaba arrancarlos de sus sedes
expresade en toneladas naturales simplemente para
incrementar sus beneficios. Como habían encont
rado arenas auríferas en las
Antillas, los españoles obligaron a los indígen
5.000 7 l 7 1 : as a buscar el precioso mineral,
provocando a veces su muerte y generalmente
su fuga: la producción ya estaba
100.000 *7 en decadencia alrededor de 1512. Los conquistador
es se lanzaron a la búsqueda
de nuevas tierras, desde Cuba hasta la zona de Panamá
50.000 -; : en 1513, Vasco Núñez
de Balboa encontraba un nuevo mar al otro lado
del istmo. En 1519 se iniciaron
dos empresas memorables: con cinco navíos Magall
25.000 Tráfico de llegadas a Sevilla, anes empezó desde Saniú-
car el periplo del globo, mientras que Cortés partía
expresado en toneladas a la conquista de México con
600 hombres, quince mosquetes y siete pequeños
cañones que disparaban balas
de piedra. Al cabo de tres años una sola nave regresa
5.000 1 ba del inmenso viaje, con
40.000 - t 18 supervivientes de los 265 que se habían
lanzado al mar. En un período de
30.000: -] tiempo aproximadamente i gual Hernán Cortés,
20.000: valiéndose del apoyo de los ene-
migos locales de los aztecas, se había apoderado
de su país. Mientras que a fi-
nales del siglo xv los españoles eran señores en
10.000 », ultramar de unos 50.000 kiló-
metros cuadrados, en 1515 poseían ya 250.00
0 y a partir de 1540 dominarían
5.000 -] dos millones.
Desde el principio la Conquista no se había dirigid
7 Valor del oro y la plata
o directamente a la valora-
ción del suelo, sino a la sumisión de sus habitan
4 - importados en Sevilla, tes. Sin embargo, la distancia de
la madre patria reveló cuán difícil era controlar
y 000 z expresado en miles de pesos a aquel puñado de colonos em-
prendedorés y armados, a menudo en profundo
desacuerdo entre ellos. La prime-
ra.acción de Cortés, la fundación de Veracruz, se
z 7 . o > o La llevó a cabo contra la voluntad
de su superior local, el adelantado de Cuba.
3 AA
AAA TA Apelando a su derecho comunal, sus
seguidores constituyeron por propia iniciativa
1440 1500 o. 1600 .- 1700 1760 una comunidad autónoma, de la
que le designaron responsable. Ya en octubre
de 1522 las cartas enviadas por
Carlos V legalizaron la serie de golpes de mano
que habían llevado al nacimien-
FUENTE: The Cambridge Economic History of Europe, tomo IV: The Economy of Expan- to de la nueva provincia, bautizada con el nombre
ding Europe in the Sixteenth and Seventeenth Century, University Press, Cambridge, 1967. de Nueva España. Pero tuvie-
ron que pasar varias décadas hasta que el vasto
territorio fuera verdaderamente

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152 LA EXPANSIÓN IBÉRICA 153
EL SIGLO XVI

las fortalezas
La conquista de América
del Sur controlado. El dominio maya fue ocupado entre 1527 y 1544, pero
impedir una gran revuelta (seguida de una feroz repre-
allí erigidas no lograron
MARTINICA Y SANTO
(fran cesas) |
DOMINGO 2%+u sión entre 1547 y 1548). Mucho más que por los arcabuces europeos los habitan-
« ISLAS BARBADOS
DOS,
, S SAN VICENT almente la vi-
É y SANTA LUCÍA (ingle sas) tes fueron diezmados por las enfermedades contagiosas —princip
de
Cartagena ruela— llevadas consigo por los « conquistadores. En las dos primeras décadas
y los pueblos de América continent al pereciero n
contacto entre los españoles
Stabrock (Georgetown) unos cuarenta millones de indígenas. A fines del siglo xv1, de
menos en par-
Surinam
se habían reducido a doce millones. Esto contribuye a explicar, al
como la for-
te, tanto los límites de la resistencia armada opuesta a los europeos
étnico salido del cruce entre los recién llegados y
mación de un importante grupo
feñó-
las mujeres del lugar. La humanidad criella constituyó uno.de los mayores
menos culturales y raciales causados por la conquista .
los españoles se di-
Cuando apenas habían acabado de adueñarse de México,
de que Pascual de
rigían ya hacia la América del sur. Menos de diez años después
(1523), se encontraban
Andagoya hubiera llegado al sur de la actual Colombia
con el rescate del empera-
frente a los incas a 3.000 metros de altura (1532). Sólo
equivalente al de
dor Atahualpa se apoderaron de metales preciosos por un valor
siglo de producci ón europea. Tras haber sido bautizado , el desventurado
medio
podí-
soberano fue estrangulado en verano de 1533:.en noviembre, los españoles
Cuzco. Pizarro prefirió en un principio mantener a un soberano inca
an entrar en
confiado en el
y nombró al hermanastro de Atahualpa, llamado Manco; pero éste,
de los suyos y en la rápida adopción de algunas armas europeas,
número superior
Pizarro tuvieron
no tardó en desencadenar la revuelta. Los doscientos hombres de
hasta la lle-
que resistir un asedio de unos cuantos meses, pero pudieron hacerlo
1537): nacía así una
S Río de Janei gada de los refuerzos capitaneados por Almagro (marzo de
Sáo Paulo amero
nueva gran provincia, el Perú. |
el de México.
El control de aquel país tan complicado era aún más difícil que
La Serena Y y desde allí dirigió una prolonga da guerrilla
Manco se refugió en las montañas
(1560-1571), consintió en
Valparaíso contra los invasores. En cambio, su sucesor, Titu-Cusi
zona gobernada
hacerse bautizar y dejó entrar a los misioneros agustinos en la
de la base
por él. En 1572, por último, el virrey Francisco de Toledo se apoderó
después de las
de Vitcos e hizo decapitar al inca Tupac Amaru. Inmediatamente
Concepción
españoles, que
primeras victorias se produjeron graves discordias entre los jefes
llegado a una especie de guerra civil entre dos facciones capitaneadas por
habían
s en abril de 1538
Pizarro y Almagro. Los partidarios de Almagro fueron derrotado
y se fueron a refugiar en la costa del Pacífico. Pero un grupo de ellos, dirigido por
tarde y asesinó a Francisco Piza-
Posesiones españolas. el hijo de Almagro, volvió a Perú tres años más
o rro (26 de junio de 1541).
—en la
La América del Sur española se extendió un poco hacia la Amazonia
Posesiones portuguesas.
strech o de Aquí, sin
Magal lanes RRA 7 entrar hacia 1540— y a lo largo de la costa chilena.
Posesiones inglesas. que Orellana logró
a de los arau-
sE
>. BA poses:
osesiones holandesas, embargo, los españoles tuvieron que enfrentarse a la feroz resistenci
(batalla de Tucopel,
canos, que infligieron una grave derrota a los conquistadores
Perú no exten-
1553). A partir de mediados del siglo Xv1 el nuevo virreinato del
SS Posesiones francesas.

SS Zona de misió
Zonas
jesuitas,
sión
de los dió apenas sus fronteras.
delante llevaría a
A No obstante, un último y casi desmesurado salto hacia

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154 EL SIGLO XVI
LA EXPANSIÓN IBÉRICA 155
nuevas tierras a los conquistadores. Aunque Magallanes había llegado a Filipi-
nían a la cabeza de un estado dentro del Estado. La
nas en 1521, los españoles no estaban en condiciones de establecerse allí de multiplicación de las conce-
siones redujo, al menos relativamente, las prerrogativas
modo duradero. La fundación de Buenos Aires en 1535 fue sin duda un gran de los distintos conquis-
tadores, pero el dinamismo de que dieron prueba
acontecimiento, pero esta ciudad podría servir más para prolongar en dirección se explica también por este tipo
de relación de investidura personal. El desarrollo
al Atlántico las conquistas efectuadas en la zona andina, que como base de par- de esa relación, definida ini-
cialmente con las capitulaciones de Santa Fe entre
tida para expediciones hacia el Pacífico. Este inmenso océano constituía un los monarcas y el almirante
genovés, condujo enseguida a la «encomienda». Ésta
obstáculo difícilmente salvable por sus propias proporciones y por la ignoran- consistía en la delegación a
un hombre emprendedor de los derechos señoriales
cia de los europeos respecto al modo de atravesarlo. No obstante, finalmente la sobre un dominio (o «repar-
timiento») y sobre los indígenas que lo habitaban.
empresa se llevó a cabo con la expedición de Legazpi y Urdaneta: tras haber sa- El Estado y el clero españoles
se preocuparon ciertamente, desde el inicio, de no
lido de México, supo descubrir el difícil secreto de la ruta que debía seguir para abandonarlos sin control a la
explotación indiscriminada de los colonos, pero la solució
su regreso (1564-1565). El resultado no fue sólo posibilitar la ocupación de las n que se encontró no
alcanzó sustancialmente su objetivo. Es decir, se
Filipinas, sino también hacer que los españoles —que ya habían puesto sus ma- inició la práctica de exigir a los
jefes indígenas que proporcionaran determinadas cantida
nos en el Eldorado de los metales preciosos— llegaran a la zona de la produc- des de mano de obra a
los titulares de las encomiendas. Tal procedimiento
ción de las especias. Por lo demás, de este modo se realizaba la circunnavegación pareció admisible en la me-
dida en que se consideró que esa colaboración de
económica del globo, dado que las nuevas posesiones hispánicas estaban den- los indígenas en las empresas
de los europeos constituía un proceso educativo. En
tro del radio de las portuguesas en Extremo Oriente. Las Filipinas ya eran una otros términos, no se dudó en
suponer que por medio del trabajo forzoso los primero
colonia hacia 1570, y una veintena de años después el territorio controlado era s aprendían de los segun-
dos el hábito de la laboriosidad y se apartaban más
de unos 150.000 kilómetros cuadrados. En sus islas, los misioneros llevaron a fácilmente de sus creencias
paganas. De hecho, los indígenas eran considerados
cabo una de las más importantes obras de conversión: de un centenar en 1570, de ese modo no como hora-
bres, sino como parte integrante del botín, sin ninguna
los neófitos pasaron a ser 100.000 en 1583 y cerca de 300.000 a finales del si- contrapartida real para
ellos: todo individuo estaba sometido a un tributo en
glo xvI. No tardó en establecerse una línea comercial regular entre Acapulco y oro y en trabajo desde la
edad de catorce años.
Manila. Casi simultáneamente se implantaban dos redes de penetración euro-
La encomienda, que entró en el Derecho público español
peas en Extremo Oriente: la portuguesa con base en Macao y la española con a partir de 1503, no
suprimía por consiguiente la autoridad indígena, sino
base en las Filipinas. que hacía de quien la de-
tentaba (el encomendero) árbitro de la aplicación de las
prescripciones, cuya ob-
servancia aseguraría la integración de los indígenas
en el nuevo sistema. Cómo
funcionaba esto lo revelan implícitamente las leyes de
3. ESTRUCTURAS Y ASPECTOS DE LA COLONIZACIÓN Burgos de 1512, que no
sin motivo prohibían asignar los trabajos agrícolas más
pesados a las mujeres y a
los niños. Este régimen se impuso sin ninguna oposición
Hay características esenciales que contribuyen a dar a las conquistas españo- durante todo el siglo XVI
en los virreinatos de México y del Perú. En el segundo
las un peso específico bastante más notable que el de la irradiación portuguesa. Si se mantuvo también más
tarde, mientras que en el primero dio lugar en el siglo siguient
bien esta última no fue menos amplia que la hispana, lo cierto es que, salvo en el e a la organización
pública de la «hacienda». La pirámide social que sancion
caso de Brasil, fue ciertamente mucho más episódica. Los lusitanos anduvieron ó no se puso sustancial-
mente en tela de juicio ni siquiera con el logro de la indepen
sobre todo en busca de apoyos para sus tráficos, un poco como habían hecho las dencia por los países
de América latina en el siglo x1x.
ciudades cristianas del Mediterráneo con respecto al islam afroasiático. En cam-
Castilla creó además órganos centrales de control comerci
bio, por medio del sometimiento de la mano de obra indígena los españoles per- al y administrativo.
En 1503 se fundó y estableció en Sevilla la Casa de Contrat
siguieron además el dominio de vastas tierras interiores del continente americano ación, que en nombre
del rey supervisaba y regía los movimientos de mercanc
y.les impusieron su religión, además de marcarlas con el sello no menos durade- ías y de metales precio-
sos. Sus funcionarios no podían paíticipar directamente en
ro de su propia raza. En el plano institucional, el Estado portugués se comprome- las transacciones. De
hecho, sus cargos fueron acaparados cada vez más por los
tió a fondo para crear y gestionar su imperio, mientras que Castilla se limitó a or- grupos que dominaban
el intercambig atlántico. En 1524 fue creado el Consejo
ganizar el suyo y arbitrar su funcionamiento: .. de Indias, que trataba los
asuntos de mayor importancia referentes al imperio de
Tanto Fernando e Isabel comó sus sucesores reservaron a los castellanos la ultramar. En las colonias,
bajo la autoridad suprema de los virreyes se instituyeron
exclusiva de los monopolios y de la explotación de las tierras de ultramar. Los so- las «audiencias» de au-
ditores y procuradores, auténticos detentadores del
beranos adoptaron el sistema de ceder'a los particulares la tarea de fundar colo- poder. Tras la primera au-
diencia, la de Santo Domingo (151 1), surgieron una
nias, en cuyo interior cada uno de ellos tenía amplia jurisdicción. Los poderes de en México (1527) y otra en
Panamá (1538) y dos en Lima y Guatemala en 1542,
que fue investido Cristóbal Colón cuando zarpó eran desmesurados y casi le po- seguidas antes de 1565 por
las de Guadalajara, Santa Fe, Las Charcas, Quito y
Santiago de Chile; la de Ma-

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76/250
156
ELl SIGLO Xy]
LA EXPANSIÓN IBÉRICA 157
nila,dala Stm
últi a del sisiglo XvI, fue
establecida
1 en 1583. En la práctica,
a au ¡encia
ie

cra el paso del período inici


e
A. . .o. la instalació América y de la disgregación de las civilizaciones que habían florecido con an-
al de conquista al de una
adminis. terioridad. La evangelización de sus territorios se mostró, en la edad de la Con-
1
a e a ar. puesta por «letrados»
| (pequeños nobles o burg
PEAD Univ
cr ersi
ia dade
do s :españolas en ee 1 espíritu
. ueses trarreforma, como uno de los signos más visibles del triunfo del catolicismo re-
-
Íritt de la legalidad -
A , y de la fi- novado.
a icia fue el verdadero instrume
a nto
de la construcción Sin embargo, no cabe duda de que las más sólidas fueron los beneficios que
e
El siglo XVI fue su período
net de mejor funcionamiento Europa sacó de las colonias de ultramar en el plano económico: no podía ser de
o siglo Xvu. Esta fue prov antes
a np ocada por la afluencia de
es ¿ e e pana y por la búsqueda aristócra otro modo, puesto que el desnivel tecnológico era clarísimo. Las regiones con-
Cto de cargos oficiales por quistadas no tenían prácticamente animales domésticos y la utilería cotidiana es-
ales.
les, Estos últimos resulta FOB $Cr
nos res
q primeros en el transcur ser Opré
ópre sores aúh más du1 taba poco desarrollada, aunque las tierras americanas fuesen bastante fértiles. El
so del siglo X vu; una
vez z conquistaron losS carg escaso número de colonos españoles, así como el espíritu con-que habían tomado
de «COr
O; reggidores», demo
straron una
os s
dígenas. posesión de sus dominios, hicieron que los productos del suelo siguieran siendo
a Es cosa Í que la al intelligen
da totalmente secundarios. Se puede citar, por ejemplo, el caso del vino, que se ha-
3 tsia7 española del siglo xv] representada
2A r eclesiásticos,cos, , itent en cía venir de Europa: en las Antillas se pagaba por él cinco veces más que en el
intentó fren ar los excesos
BA e otra cometidos
i por los con- punto de partida, y en Potosí de quince a veinte veces más. A fines del siglo XvI
los indígenas. Entre ellos
pon se distinguieron los domin
E esinos, Bartolomé de Las icos An el azúcar, el cuero, el índigo, la cochinilla y los productos farmacéuticos ni si-
Casas (1474-1536) y Francisco
: o a mente Eseste último, , que llegó de Vit . quiera representaban el 10 por 100 del valor de los artículos importados de ultra-
egó
8 a oponerse al : sist istema impue
o pa ea América. Aunque obtuv 1 sto por los los mar. Esto es aún más cierto si se consideran los virreinatos españoles, dado que
ieron unos resultados nece
DA Do StOn a despertar la conciencia sariameno limi el azúcar era cultivado sobre todo en el Brasil portugués (donde el número de mo-
e ARS europea ante estos problemas linos dedicados a su producción pasó de 60 en 1570 a 130 en 1585 y luego a 346
ón al plano antropológico.
Dani En 1538 Pablo UI publicó
ase atar alos Indígenas, una bula en 1629). Los productos coloniales fundamentales del imperio hispánico siguie-
pero en 1545 Carlos V sanci
eS pe ona e la enco onó definiti. ron siendo las drogas y las especias asiáticas, aunque sobre todo los metales pre-
mienda (extendido a las
s Casas, por otra parte Filipinas a partir de 1565), ciosos americanos. A la extracción y al tratamiento de estos últimos se dedicaron
ó la ide:
ca fueran utili l zados para aliviar la suero de Ari no sólo los desventurados indígenas, sino también muchos esclavos negros, a
pleo satisfacía cada vez meno € lo105 : Indíg1 enas ameri Jos INSI
s a los colonos menudo hábiles metalúrgicos del oro. El rendimiento de esta actividad fue posi-
vada Laposconqui a milit o o em ble debido a que el trabajo no era remunerado y a que había una notable indife-
ii ar y admininiistrativa j fue1e por lo general acompañada
AN eligiosa: así,
así, en cierto: senti ido, > estata y apo rencia respecto a la suerte física de quienes eran obligados a trabajar. Las vícti-
de loa mes se últi Última f fue su aspecto másá
Esta últ
eraron de forma destacada dura- - mas se contaron por millones...
ron ON | a las funciones misiones Se ha calculado que entre principios del siglo xv1 y mediados del siguiente la
1ROS, los franc0 iscané os y r losS domin fue
dOMNIiCOS, , Seguiddos i
j y los padres mercedarios. másá tarde c . exportación de metales preciosos en dirección a Europa superó las 25.000 tone-
Sólo en la provincia de Cu
glo Xv1 estos dlúltimos tenían 16 monas ines del o ladas. Los dos grandes centros de producción eran el mexicano y el peruano. El
6 terio j s con 114 sacerdotes y algun
pomos ñ , clero secular mostró hallarse osel her- si primero gozó de la ventaja bastante superior de haber iniciado su explotación mi-
a un mediocre nivel Inicialmen
or as puertas del sacerdocio t neral en un período bastante anterior al segundo. México siguió a la cabeza hasta
incluso a los indígenas pero
e aam ayor limit imitac i
ación luego se pri - 1575, aunque las técnicas arcaicas iniciales, basadas en la simple fusión, fueron
de éstos.
É La evangelización sese caracteriz
AN : mente reducido de sacerdotes i: ó por alel sustituidas aproximadamente a partir de 1560 por las fundadas en la amalgama
OT con relación a las necesidade
pao espacio colonizado s con mercurio del mineral triturado. Los yacimientos de Potosí, que proporciona-
RO se crearon mas que tres
medad e siglo xv1 las diócesis eran arzobis ados: a ron el 80 por 100 de la plata peruana, no se descubrieron hasta 1545; con todo, no
aún solamente unas quince;
h a vemtiséis y llegaron a treint en 1566 Ñ tardaron mucho en alcanzar el primer puesto, debido a la proximidad de yaci-
a y Cuatro en 1622. . El episc
opado c olo- lo. mientos de mercurio. A finales del siglo xvI, en torno a las minas de Potosí, a
4.000 metros de altura, se concentraba una masa de unos 120.000 hombres que
ascendió a 160.000 hacia 1610. Por lo que respecta al valor, a su llegada a Sevi-
Ha, el del oro siguió superando al de la plata aproximadamente hasta 1565, a pe-
sar del creciente volumen de esta última. La inversión de esta relación se debió a
la introducción de la técnica de amalgama y a la explotación intensiva de las mi-
nas de Potosí.
En la primera mitad del siglo Xvr la plaza a la que más a menudo iban a pa-

771]
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158 EL SIGLO XVI LA EXPANSIÓN IBÉRICA : 159
rar los metales preciosos llegados a España fue Amberes (donde en 1531 se creó tras la expedición de Martín Alonso de Souza. Las tierras del
litoral fueron in-
una Bolsa). Se enviaban allí sobre todo como pago correspondiente a material feudadas a una docena de grandes señores. En 1549 se procedió al
nombramien-
bélico y papel. Cuando las fortunas de la ciudad flamenca empezaron a declinar, to de un gobernador general, que permitió a la monarquía empezar
a percibir de-
destacaron las de Génova, que durante medio siglo supo atraer el oro y la plata, rechos regulares. Poco después llegaron los jesuitas, que contribuyeron
mucho a
mientras que las especias y el azúcar tenían como lugar de destino Amsterdam. la estructuración colonial del país. Además de la madera llamada
palo del Bra-
Si en términos absolutos los bienes procedentes de América representaban sólo sil, utilizada para teñir telas, prosperó en aquella región el cultivo de la
caña de
una cincuentava parte de la producción estimada de la agricultura europea, en el azúcar. Hacia fines de siglo los portugueses construyeron también
en Brasil as-
plano de los intercambios su valor resultó el doble o el triple que el del comer- tilleros navales.
cio marítimo del trigo en Europa. Desde un punto de vista global, en el trans- No obstante, la gran aventura lusitana del siglo XVI siguió siendo
sustancial-
curso del siglo xvi la plata representó cerca del 80 por 100 de los metales pre- mente asiática. Los hombres llegados de Portugal, capaces ya de dominar
las tra-
ciosos, siendo el oro un poco menos del 20 por 100 y las perlas el 1-2 por 100. vesías atlánticas, no tuvieron ninguna dificultad para hacerse con
el control del
En cuanto al resto, cabe mencionar la producción de cuero de las Antillas, don- océano Índico. Éste, en efecto, no había que descubrirlo en el auténtico sentido
de
de había casi un millón de reses. No hay que olvidar, en fin, que a causa de la la palabra, puesto que los navegantes árabes sabían recorrerl
o desde hacía siglos.
distancia y de los ritmos relativamente desiguales de la llegada de los convoyes Los portugueses no tuvieron más que apropiarse de su experiencia,
lo que consi-
desde los virreinatos hispánicos, la demanda no coincidía nunca adecuadamen- guieron en poco más de una década. Esto es cierto no sólo
en el aspecto náutico,
te con la oferta, constituyendo casi la regla común del mercado la sobreabun- sino también en el comercial. Evidentemente, los intereses
de los recién llegados
dancia o la penuria. y los de los mercaderes «moros» —como solían ser llamados—
entraron en se-
guida en abierto conflicto. Al evaluar el esfuerzo lusitano se ha de
tener en cuen-
ta tanto las dimensiones geográficas de la madre patria (en torno
a 1530 los por-
4. EL IMPERIO LUSITANO Y LOS «OUTSIDERS» - tugueses eran menos de un millón y medio) como el hecho de que
los mares que
encontraron estaban dominados por adversarios mucho más aguerrido
s que los
Pese al carácter imponente del éxito colonial de España, el de Portugal no fue que encontraron los españoles. Ni siquiera las distancias eran menores.
El tiem-
menos notable. Las primeras regiones que sus navegantes habían descubierto po que se tardaba de Goa a Lisboa equivalía al necesario para ir de
Lima a Sevi-
—las zonas costeras de África occidental, austral y oriental— les entretuvieron lla; Malaca estaba tan lejos de la capital portuguesa como Potosí de la
ciudad an-
poco, dado que la superación del cabo de Buena Esperanza les puso enseguida en daluza. Si se quiere establecer un parangón más amplio, considér
ese que la ruta
contacto directo con India e Insulindia. La rapidez con que las flotas portuguesas compuesta por Manila-Acapulco-Sevilla no era más larga que la
que conectaba
pasaban ante los litorales africanos se debía a que las especias asiáticas eran lo Macao y Japón con Lisboa. La primera relación normal de este
emporio con el
único que les interesaba. Sin duda alguna África proporcionó, además de un nú- Decán se llevó a cabo en quince meses (marzo de 1500-julio de
1501). Con todo,
mero cada vez mayor de esclavos, cierta cantidad de oro que sirvió sobre todo aún a finales del siglo xv1, cuando el sistema había llegado a su
máxima per-
para financiar la importación de las especias asiáticas. En las dos primeras déca- fección, hacían falta dieciocho meses para un viaje de ida y vuelta
desde Lisboa
das del siglo XVI fue el oro de Guinea, más tarde el de Mozambique. Sin embar- hasta Goa; uno de ida y vuelta desde Goa hasta J. apón requería
tres años. No obs-
go, al menos en una primera fase, lo que más interesaba eran sus escalas, para re- tante, hay que precisar que mientras en esas rutas las primeras
naves fueron
alizar etapas en dirección a las Indias y para la vuelta. Incluso la difusión de la fe europeas, no se tardó en tomarlas como modelo para construir
otras en el océano
cristiana, que era teóricamente el objetivo principal de las empresas de ultramar, Índico con materiales del lugar, e incluso para las tripulaciones pudieron
utilizar
se centró prioritariamente en Asia. Hay que esperar prácticamente al siglo XVH alos indígenas. :
para que se dirija de manera estable a ciertas regiones africanas. Pese a sus 60-80 Tanto en África como en Asia el imperio portugués se basó en el
sistema de
millones de habitantes hacia el año 1500, estas últimas no ofrecían a los portu- las factorías monopolistassexplotadas por la corona por medio de concesion
arios.
gueses un mercado considerable ni una auténtica atracción para sus estableci- Un capitán mayor ——que a partir de 1505 asumió el título de
virrey— delegaba
mientos. > . sus propios poderes, en determinadas condiciones, a regidores y gobernad
ores.
Afirmaciones análogas —al menos inicialmente— valen para Brasil, adon- De'su indumbencia eran casi todas las responsabilidades militares
y políticas,
de Alvares Cabral llegó casi por cásualidad entre-abril y mayo de 1500, mientras además de las comerciales y logísticas. Un momento crucial
del desarrollo del
se dirigía hacia las Indias. Dado el régimen atlántico de los vientos, en la zona dominio lusitano fue la batalla naval entablada en Diu por Francisc
o de Almeida,
austral los convoyes eran llevados á-pasar bastante cerca de la costa brasileña, en la que venció a la escuadra musulmana (Q de febrero de 1509). Esta victoria
que sobre todo en las primeras décadas del siglo hizo funciones de escala. El es- consagró una supremacía sólo relativamente incontestada
en el siglo xv1, dado
fuerzo lusitano dedicado al asentamiento comenzó después de 1530, sobre todo que durante todo este tiempo el imperio no se libró de su fragilida
d originaria. El

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160 EL SIGLO XvI
LA EXPANSIÓNÓN IBÉRICA
IBÉ 161
sucesor de Almeida, Albuquerque,
comprendió la gran importancia que
tenían las
Pérsico y del mar Rojo. Por eso vo o en año: di de los
manos rt gue es e n un
portugues 60 po: K 100, mientr
e ue
as que el 1 Te: sto y uedó en
lítica de cooperación con Persia, se orientó hacia una po-
de intención antiturca. Vio igualmente el antiguo circuito de los «moros».
necesario extender las propias bases que era
lo más adelante posible hacia el sudes Como se ha dicho, los portuguesesA
no tardaron en penetrar
pi
en los mares ce
cir, en dirección a Insulindia. Conqu te, es de- al servi -
istada la excelente posición de Goa Extremo Oriente.
1 Tras el v 1a] e de Magallan e S ——-$u Cc COMP atriota.
triota, au 1que
q
y convertida en la capital de la India en 1510, or
ri e conociera . la le. le-
portuguesa, Albuquerque dirigió cio de España:
p — ero: n que luchar
, tuvier: !
d urante O:
años para que se
hacia Malaca, que fue tomada el 10 sus fuerzas
de agosto de 1511. La posesión dest gítima per tenencia de las Molucas a, sú zoná de influencia: la cuestión te Te uel-
to clave, en la intersección del océan e pun- vor 9 o, , e su ves
naves : ha b
habíañ Ilcanzado
alcan: además
ade
o Índico y los mares del Extremo ta a su favor en 1529. Mientras anto, 1522 sus
duraría ciento treinta años. Además, Oriente, nme liato tuvo
no tardó en obtener un éxito no meno Osta:
las costas onsecuencdias
australianas > sin COnsecue no t: abl es . N insún
gú efe cto inmedi
ble en el frente septentrional del océan s nota- contac to co n China, a. > realizad: o e n 1 313; y en cambi o, NA
o Índico. Tras haberla conquistad tampoco su pumer
tre 1507 y 1508, el virrey pudo estab o ya en- rl o tardó en a pro vecharse
ars jOr. Ade -
mejor
lecerse de forma duradera en la ciuda acabo con Japón, que tuvo lugar e 1543,
Ormuz a partir de 1515. A través de d de »
1 ia er mp: re: sa Must onera
esta fortaleza y de su escala, los portu ás
mas de otro
ros eXca
intercam le , h Ma y que
bio: S COMEICI ales d estacar
Eacar
lograron pertrecharse abundantemen gueses ; 7 : : 4 :
gles
:
Crk
nes
ecnistiana a q que al cabo de
te de la moneda persa de plata, que del jesuita Francisco Saverio. En 1 549 fundó dó una
un: 1g1esia
para ellos preciosa en los intercambi resultó eles.
les. S Sin d udaa un éxito de-
os efectuados en las plazas indias. unos treinta años con tab: a con O! ones de:
un: OS doss millones
pudo realizarse, en cambio, fue el Lo que no Z o
pao E A
bloqueo del mar Rojo: tras intentarlo masiado rápido pata a S Ser sólido
Ó y duradero : tanto más cuan to el e
ar 7 Ostol 1 no
ces, el plan siempre falló, y ya en varias ve- C EN a
ptua ni -
1517 se perdió la esperanza de posee dudado en adaptar si
Y Casi u
traducir los as
do gmas cristianos sal
Crist a uaje
le nguaj
Por otra parte, las buenas relaciones r Adén. 2
antes por 1e lás de
con los persas implicaron que los merca pón. Él se basaba ea la CORVICCIÓN —anticipada un siglo
<«mMOros» siguieran llegando regul deres
armente al golfo Pérsico. De este Cusa- — d e que e xistí
stía una 1
armo mía
Í: sustanci
sustancia entre
Y e 1 > e
p pensamiento 50
reli 2£ 10SO
dicionales rutas medioorientales y modo las tra- ( 1551 Í rancl S e .
Save _
mediterráneas de las especias seguí oriental y y el occidental. . No o bstante, antes de su e
muerte
y además eran muy competitivas con an abiertas, eme] te tipo de vange liz a CIOD.
evan Por últi-
respecto a la del cabo de Buena Esper no ya había
Í: onstatado los Í
lími te S de semejan
Durante todo el siglo XVI y más concr anza. para los ses
po: rtu, guese ora
la hor: de Cc h ima: ar
s e 1us ta laron de forma
etamente entre 1520 y 1620 el volu mo, O, en 1555 : llegó
de producción de las especias aume men e inic 10 tv dades
a s activi
ntó sin cesar: en este período las durade:
radera e en Maca O m q ue dej ÓÓ de ser un simple mercado
que llegaban a Europa se duplicaron cantidades del )
1impeno Ss p
espan Oi,1 €l 1 PO: N -
. Objeto de amplio consumo, la p ermanentes de un gran emporio. Pero a diferencia
constituía por sí sola dos tercios de pimienta transcurso del siglo XVL .
los artículos que los portugueses impor gués no experimentó un auténtico crecimiento en el
a Europa. Cultivada sobre todo en taban alrededor de 1515 n
Malabar, tenía la ventaja de poder menos por lo que respecta al CoInercIio, el nivel alcanzado
mercados occidentales en unos llegar a los fue superado en el futuro. . , o
diez meses, mientras que hacía
tiempo para que llegaran las demás falta mucho más -
grandes realizaciones ibéricas, con su 1MPp'
especias enviadas desde las Molucas En compar ación con las dos
lo, macis, clavo, etc.). A partir (sánda- nente dimensión munund ¡al y su 5 duración
Ó secular, las empresas o ocea. nicas de los
de 1501-1503, el gran centro de
especias fue Amberes, donde negoc maniobra de las Z £, 4 :a .
o
2
iaban activamente los Welser, los demás paises europeos par ecen mas que secundarias en el siglo xvi. Las
Affaitati y los Gualterotti. Imhof, los has meditert aneas — como la de G éé nova, la de ve necia O 1 laad e R agusa—— lo-

En el plano inmediato, la ciudad a Igunas de 1


sus na ves a la costa e p uesta del
que más se resintió como consecuenc eraron como
S
maximo
A hacer llegar
e
la nueva ruta utilizada fue Venecia. ia de eses
Los o franceses hicieron apar co -
ap
Sin embargo al eje Venecia-Alejandría Atlántico
á en viajes exclusivamentete co
comerciales,
afectó una crisis prolongada: Europ no le a lala pesca en lo: s bancos0
a siguió siendo ampliamente provi temente
men á
mas, sin ontar
con co!
con s úu 1mpor tante dedicación
de él. Con independencia de que el sta a través as
las st
costas b ras as leñas y Ss e insta -
larguísimo transporte por mar deter que rodeaban V
Terra: nova. á
Además, frecuentaron
calidad de las especias traídas por iorase la u
Pp Or Tun b TOv p el Ííodo - De t odos d
modos , e 1 resultado más dura-
los portugueses, éstos no tenían laron allí,í aunque eve
producto que ofrecer apto para amort casi ningún las ap rec iabl es Ss de Ss CrIpciones publica-o
izar los costes del viaje de ida. Por der O de 1
su presencia en aquella Z ona fueron p
te, al aumento del consumo y al otra par- C Gio V anni da Z,
Ve 1razZzan
descenso de los precios debidos das p 'O: Tsu S y 1ajer O: Ss y 08 alo
Sceógrafos. Incluso J es
los sv viajes de
cia se sumó el incremento de la produ a la competen- largo de la a americana o
cción hace poco mencionado. En cierto (1524) y de Jacques Cartier (1543-1536) a lo
tido, por consiguiente, tras un mome sen- de la pres encia vde sus
ntáneo declive, la apertura de la tentrional deben conside I arse como máximo un preludio
provocó mayores provechos que ruta lusitana el siglo XVIL Hay que notar que el Estado francés se mantuvo ln
pérdidas a Venecia y al Mediterrán sucesores en
culado que por la ruta del mar Rojo eo. Se ha cal- a ca bo p 'Or Ssús
sús ú O
Ss úbditos e n A a
das
tentativa: Ss 1 evadas
llegó a Europa una cantidad de espec sente de casi todas las
ximadamente equivalente a tres cuarta ias apro- $se ha V 1Sto
1StO, parut 1C1p : A Co
activa-
s partes de la que tomó la ruta del cabo a las coststas amer ericana Ss. El Estado inglé é S , COMO
Buena Esperanza. Entre 1550 y 1570, de sus ero
mercadere S, per durant e gran par te del
o igl 1
además, parece que el viejo trayecto mente en las fortunas de
igualado, si no superado, el volumen había Levante . Co
y a LOvVa nO C18I PA -
del nuevo. En lo que al océano Índic SODÍ
lo hizo O sobre todo Oo en d dirección ntal
a Europa ori ent
fiere puede observarse otro reparto o se re- (obstinadamer rte g
Hegar da Chi -
global casi semejante: el gran comer O!
lorad ese S,
ore s frances algun O: Ss 11g leses intentaron
cio estu- na por el paso llamado del noroeste, entre el polo ártico y el nuevo mundo: pat-

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162 EL SIGLO XVI

as de Martin Frobisher
ticularmente notables a este propósito fueron las tentativ en el
logró fundar una colonia
y Michael Lock (1576-1578). Sir Walter Raleigh
iento en Virginia fue
norte de Florida, pero la duración de este primer asentam
s se distinguieron en los océ-
efímera (1585-1586). Por el momento, los inglese
Drake, que realizó una
anos mucho más como corsarios (desde Hawkins hasta
circunnavega ción del globo entre 1577 y 1580) que como colonizadores de los
demás continentes.
SEGUNDA PARTE
EL SIGLO XVUHU

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l. LOS EUROPEOS Y EL MUNDO

1. LAS FORMAS DE LA SUPREMACÍA OCEÁNICA

El proceso de relaciones marítimas entre continentes, iniciado y desarrollado


alo largo del siglo XVI, se intensificó en el siglo siguiente. Aunque no todas las
flotas europeas incrementaron su volumen en la misma medida, los armamentos
navales conocieron en general un clarísimo ascenso. Más que todos los demás se
distinguieron los ingleses y los holandeses. El tonelaje mercantil de Inglaterra era
de casi 70.000 toneladas en 1582; todavía más notables fueron las metas alcan-
zadas por Holanda: con sus 570.000 toneladas aproximadamente, su flota supe-
raba en 1670 a la inglesa, a la francesa, a la escocesa, a la alemana, a la española
y a la portuguesa juntas. Por ello no ha de extrañar que en el siglo xvH Amster-
dam sustituyese a Lisboa también como centro principal de publicación de atlas,
mapas y manuales de navegación. La proyección cartográfica realizada por Mer-
cator (Gerhard Kremer) en 1569 y perfeccionada en 1590 por Edward Wright, se
hizo de uso casi normal en torno a 1630, ocupando el puesto del tradicional por-
tulano. Era la representación simbólica del paso de los horizontes de los cerrados
mares europeos a los de los océanos. De hecho, si se observase la situación de
modo puramente cuantitativo, se constataría que las nuevas rutas marítimas im-
plicaban una actividad más bien marginal con respecto a los componentes princi-
pales de la economía, todavía sustancialmente agrícola. Con todo, el curso de la
historia se estaba modificando en gran parte gracias a la nueva orientación de los
tráficos, con repercusiones notorias fuera y dentro del viejo continente. Incluso
en el plano de los cultivos y de los consumos, el transplante de vegetales de un
área a otra llegó a modificar la geografía de la producción agrícola. En el plano
de la ocupación territorial, Europa controlará hacia el año 1700 alrededor de cua-
tro millones de kilómetros cuadrados, excluyendo a Siberia, es decir, una super-
ficie superior a la de Europa centrooccidental.
Los que se interesaban activamente por la economía colonial seguían siendo
una exigua minoría, pese al éxito de las publicaciones de libros de viajes. No obs-
tante, más o menos perceptiblemente, el orgullo del europeo se estaba desarro-
lando cada vez más frente a los pueblos de ultramar, de modo paralelo a los éxi-
tos obtenidos allí. Desde siempre se había tenido el convencimiento de lo que el
jesuita José de Acosta aseveraba a propósito de los países extraeuropeos: que era

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166 EL SIGLO XVHU
LOS EUROPEOS Y EL MUNDO 167
«conforme al deseo de la Providencia el hecho de que ciertos reinos gobernasen Para los estados, la expansión oceánica representaba un factor
de consolidación y
sobre otros». Aunque los objetivos de conquista religiosa no habían desapareci- se tradujo en una reorganización administrativa. La retención
de Una quinta par-
dó, habían cedido rápidamente el primer puesto a los económicos ya en el curso te de los productos fijada ya por Enrique el Navegante se generaliz
del aría luego en
del siglo xv1. No sorprende, por ejemplo, que las grandes compañías Ma varios países europeos.
siglo xvH no se interesaran nunca seriamente por los asuntos misioneros. Ya des- Particular relevancia asumieron en el siglo xvH las relacione
s entre los go-
de los siglos XV y XVE como se ha visto, los europeos se habían aproximado a Otros biernos y las compañías monopolistas que dependían de ellos. El
desarrollo del
pueblos con desenvuelta superioridad, como si los no cristianos careciesen e au- aparato estatal no sólo llevó a los primeros a intervenciones
directas en sus ope-
ténticos derechos sobre el suelo que ocupaban y los productos que ofrecía. A fi- raciones de ultramar, sino que además les animó a recuperar los
derechos que al
nales del siglo xv Enrique VI Tudor había dado instrucciones a Giovanni Cabo- principio se habían cedido a las compañías, con el objetivo de someterla
s a leyes
to de que plantase su bandera allí donde llegara en señal de toma de posesión, con válidas para todos los súbditos. Por ello, pese a los criterios dominantes del pro-
plenos derechos de señorío y de jurisdicción. De modo más expeditivo que e de teccionismo mercantil, desde mediados del siglo xvi hubo
desacuerdos entre las
los pontífices romanos, el rey inglés se comportaba como si el orbe fuese una tie- compañías y los gobiernos. Por lo demás, tal como había sucedido
ya al menos en
rra de nadie. Este monarca, sin embargo, estaba muy lejos de ser el único en este España, a los estados les interesó valerse de los privilegios
concedidos para pasar
aspecto: la mayor parte de los soberanos confundían sin más el descubrimiento a la gestión directa de las colonias y hacer de ellas la base de auténtico
s imperios.
n la infeudación. Por otra parte, éstos llegaron a enfrentarse a los colonos,
cada vez menos dis-
> Como hiciera con Madeira y las Azores en el siglo anterior, desde: 1533 el rey puestos a sacrificarse por exigencia de los intereses de grupos económic
os de la
de Portugal concedió a sus nobles las capitanías hereditarias en Brasil. a pleno madre patria. Entre otros muchos casos puede citarse el de los
fabricantes fran-
siglo xvu los distintos gobiernos concedían siempre la soberanía feudal a as ceses de azúcar, que en 1684 consiguieron que este producto no
se refinase más
compañías privilegiadas, que se comprometían a cumplir sus obligaciones de va: en las Antillas. Es decir que en poco tiempo se pasaba del estadio
de la expolia-
sallos. Así, en 1606 Jacobo I cedió a los socios de la Virginia Company la plena ción o la explotación epidérmica al de la valoración autónoma
de los recursos de
propiedad de las tierras que descubriesen. Análogamente, en 1628 Luis XIn asig- ultramar, surgiendo así las contradicciones del sistema colonial.
La primera solu-
nó el Canadá a la Compagnie des Cent Associés, y en 1664 Luis XIV cedió Ma- ción que se siguió durante mucho tiempo -—aunque de formas bastante
distintas
dagascar a la Compagnie Francaise des Índes Orientales. Este proceso estaba des- y con éxito desigual de un país a otro— fue la de las compañía
s comerciales, a la
tinado a tener numerosas prolongaciones. Citaremos, a título de ejemplo, la Mr que ya se había recurrido para los tráficos con el este europeo o Levante.
en 1651 de varias islas de las Antillas por parte de la Compagnie des les d'A- No hubo una diferencia sustancial entre la concepción de
las compañías me-
mérique, que las poseía desde 1635, y la venta a la ciudad de Amsterdam de la dievales —como las Maonas de Génova— y las de los siglos xvI y xvIL. Sin em-
base de Surinam (Guayana) en 1670 por parte de la Compañía Holandesa de las bargo, la organización semigubernativa de estas últimas concedió
a los particulares
Indias Occidentales. márgenes de iniciativa claramente superiores a los permitido
s por las institucio-
De este modo, el aspecto de varias áreas de ultramar, sobre todo costeras, se nes ibéricas del siglo xv1. Cada compañía tenía un estatuto
que aseguraba cierta
remodelaba según la pauta de los usos y modelos de vida vigentes en Europa. La disciplina de los socios y promovía la solidaridad entre ellos,
además de reser-
relación de dominio, que se exportaba de modo natural, era la señorial, dado que varles poderes especiales y privilegios monopolistas. Es innegable
que tales esta-
se trataba de ocupación del suelo y de explotación de los recursos. El asenta- tutos desempeñaron la función de potenciar la economía capitalist
a y las redes de
miento francés en Canadá fue organizado en gran parte respetando el sistema sus relaciones internacionales. La compraventa de las cuotas
de las compañías
señorial. Walter Raleigh creó muchos feudos en Virginia, al tiempo que las dos Ca- fue factible al alcanzar tales cuotas proporciones fácilmente negociabl
es. El co-
rolinas surgieron como entidades feudales. Incluso los holandeses se implantaron mercio de semejantes acciones fue en el siglo xvIr uno de
los aspectos más im-
en América según este tipo de régimen. En la London Virginia Company, muchos portantes de la Bolsa de Amsterdam. En el acto de su fundació
n podía reunirse un
,- + accionistas que eran grandes feudatarios recibieron cupos de tierra proporcionales capital capaz de permitir la realización de proyectos a largo
plazo y de empresas
a sus inversiones, mientras que a finales del siglo xvH fue generalizándose la cos- comerciales a gran escala.
tumbre de entregar a los nuevos colonos lotes de tierra uniformes. Sobre todo en Hubo compañías efímeras y otras más que seculares, de radio
de acción me-
Francia, aungue también en Inglaterra, la dirección de las compañías coloniales fue rámente regfonal o mundial. Algunas se hicieron prósperas
(como las de las In-
asumida:a menudo por nobles de alto linaj8,mitintras gran número de aristócratas dias Orientales holandesas, británicas y francesas) hasta
el punto de poder Operar
participaban en su fundación y se convertían en accionistas. o como potencias autónomas y constituir casi un estado dentro
del Estado. Se en-
Richelieu fue sin duda el hombre de Estado que comprendió mejor que los traba en ellas por derecho hereditario o mediante el
pago de una cuota (o por lo
demás la importancia de las colonias, pero en el siglo XVII aparecieron numero- menos de una caución), o bien al término de un período
de aprendizaje. Las com-
sos personajes que desempeñaron el papel de colonizadores en sentido moderno. pañíías que sólo admitían a comerciantes cualificados
se distinguían de las que

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168 EL SIGLO X Vu
LOS EUROPEOS Y EL MUNDO 169
aceptaban a cualquiera que invirtiese su propio dinero
(las primeras se caracteri-
zaban sobre todo por los estatutos y las segundas por
el modo de reunir y utilizar sobre todo entre 1640 y 1700. En la segunda mitad del siglo' Pa
el capital). Así como nadie estaba obligado a limitar en él los franceses: desde 1673 con la Compañía del Senegal y A se ce e
su propia actividad a una
sola compañía, todas se reservaba la potestad de Compañía de Guinea. Aún más activamente intervinieron desde A o , e
autorizar a los particulares el
ejercicio de ciertos tipos de comercio. Cada socio ses, cuya Royal African Company vendió noventa mil esclavos —s0 codo en
utilizaba sus fondos como caja
común para cada viaje: al regreso los intereses se las islas de Barbados y Jamaic entre 1672 y a Do ans ologo
dividían; por esp se constituían
tantas cuentas autónomas para cada operación, sobre 1Ó isti opuso a ese comercio, ni siqu ista:
todo si se efectuaba a gran
distancia. Las compañías que operaban en territor
ios geográficamente dispersos iron Sa efecto, que era justificable porque los negros tenían que ser cate-
nombraron gobernadores locales, sometidos de diferent quizados y no vendidos a españoles y portugueses.
es modos a la dirección
central. Cualquier representante quedaba libre para negociar persona
lmente fue-
ra del ámbito de la compañía, por lo que podía llegar
a convertirse en el compe-
tidor más temible. 2. PORTUGUESES Y ESPAÑOLES
De modo que Europa utilizaba en su expansión
oceánica los instrumentos
más perfeccionados de su técnica naval y militar inos
Es lógico reunir aquí a los dos reinos ibéri
ibéricos pe
por cuanto entre 1 SN yo 1640
y de su organización social y
económica. Aunque se empleaba a fondo, no podía ambos tuvieron los mismos soberanos. A los lusitanos, sin embargo, a US a
dejar de tropezar con dificul-
tades que no sólo eran materiales o exteriores. En nástica
ásti les reportó ó másmá inconve:
i nientes
Í que ventajas, j : ya que 1 osos enemigos g de no Es-
muchos casos sus comercian-
tes se encontraban ante poblaciones que no tenían ñ aprovecharon la ocasión
aña 1Ó par a dañarla, :
ñ l extendiendo la lucha , a Portugal y y
la misma mentalidad econó-
mica y con las que era difícil comerciar. Raramente Asus posesiones Por lo demás,. la unión, dinástica entre los dos países no se tra
había indígenas que, como ., > . os : or-
los europeos, persiguieran la ganancia como medio dujo en una política unitaria ni en una integración económica orgánica. Los p A
"

para financiar otras ganan-


cias. Los indios de América septentrional entrega tugueses mantuvieron i 1
una ges tión 1
ampliamente y Ó
autónoma e > sus
su d domin So
ban sus pieles por otros bienes,
sobre todo como intercambio de dones de cosas superflu
as, sin atender a su valor sus tráficos, pero tampoco vieron que se les extendieran los privilegios de que o a

zaban los castellanos ni obtuvieron siquiera derecho de comerciar con la m yo


.
y ni siquiera a su cantidad. En Indonesia los holande ? * . .

ses no descubrieron en los


productores de especias ningún incentivo económico parte de las posesiones españolas. Ambos imperios coloniales on sep Ml
que los estimulase a su cul - . - e
tivo y a venta. En África, el sistema comercial dos pese a sus estrechas relaciones, que funcionaron mejor en o ' es
indígena no parecía mejor articu-
lado. Por eso en numerosas zonas la exportación europea en el campo del transporte de esclavos africanos a América central y meri na
tuvo que centrarse en
las armas, las bebidas, los bienes de equipo y los
artículos de lujo. Otra dificultad A este propósito cabe señalar que los negros iban directamente a Potosí a tra
se debía a la escasa elasticidad en la disponibilidad de puerto de Buenos Aires, desde donde llegaban al norte por Tucumán. cial.
de mano de obra. Las compa-
ñías tuvieron que recurrir frecuentemente al recluta La organización de los tráficos . lusitanos no resultó modificada sustan .
miento de colonos europeos, A spe-
a lo que a veces estaban obligadas en virtud de sus propios mente hasta 1580. E incluso en el siglo XvI1 el portugués siguió siendo ms pe
estatutos: muchos bra-
ceros eran contratados por un período que oscilab cie¡ de lengua franca que se hal bíaía impuesto i1 enn lolos comercios j a ÁTICOS, , M nas
asiá!
a entre un año y medio y tres
años. Con todo, no fue ciertamente ésta la fuente que los contactos entre lusitanos e indígenas siguieron andes. portas -
más abundante de fuerza de tra-
bajo, sino la esclavitud y el empleo servil de los
negros, sin los cuales no hubie- Í
leranciaj recíproca y la mezcla raci ] al. El !monopolioj real siguió com ce E
ran sido posibles ciertos cultivos rentables. cuantos participaban en el comercio (funcionarios y miembros de la o)
Ya bastante ampliamente practicado en el Mediev derecho a embarcar cargamentos personales de mercancías q cr o men
o y en el siglo xvi —desde
la Península Ibérica hasta Madeira y las Canarias—, te, un tanto inferiores a las transportadas por cuenta del erario púb po NN que
el tráfico de esclavos se con-
virtió en uno de los principales instrumentos de la
colonización atlántica. Fer- desde principios del siglo :XVI las tierras de ultramar fueron proc ana a apar :
- -
nando el Católico lo promovió y a partir de 1510
ordenó a la Casa de Contratación integrante de la madre patria, los funcionarios locales conolaron ca a ve nnás:
organizar el abastecimiento de mano de obra negra su placer los comercios i y la vida i económica.ómi Por un lado, las Etécnicas nadccuadas: tradi por-
para las minas americanas.
Como los negros se encontraban en la esfera de compet les empleadas por los portugues es se revelaban cada vez más t ENPp
encia lusitana, en el siglo
XVI fueron precisamente los Portugueses quienes otro e Estado se mostraba cada vez menos capaz de salvaguardar so o
dominaron ese comercio, tanto
en dirección a las colonias españolas como a las Naturalmente, estas deficiencias se pusieron de relieve en el sig O XVI, Do
propias. Los negros fueron lle-
vados también a Brasil a partir de 1525, primero desde todo con el conflicto armado con los holandeses. Los lusitanos A Ñ
el golfo de Guinea y lue-
go desde Angola. En el siglo xvH su tráfico pasó en ici
tes oficiales y comandantes, per o nunca perdieron j umbr
la costumbr ES
e de confiar -
gran parte a manos de los ho-
landeses, que organizaron regulares Y numerosos j
1Ó de sus unidades
rección a nob les provistos
1 experiencia 1 más militar que
de una IDEAS qe
cargamentos desde la Costa de
Oro. Este tráfico, dirigido en particular hacia la 1
áutica: esto causó Ó incluso
náutica: 1
disen: siones )
iones y actos de indisciplin; l a en momentos
or dede:
América española, fue intenso
cisivos. Al mismo tiempo, sus naves estaban concebidas más en función de

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170 EL SIGLO XVH LOS EUROPEOS Y EL MUNDO 171

pacidad de almacenamiento que de la resistencia al maroa los ataques enemigos. sucedió no sólo en el océano Índico, sino también en el Atlántico
y particular-
Y a partir de mediados del siglo xv1 su arqueo aumentó hasta el punto de que las mente en Brasil, la primera tierra de que los lusitanos intentaron sacar provecho
naves resultaban demasiado grandes para ser seguras. De modo que las flotas en el plano agrícola. La concesión semifeudal del suelo practicada por
la monar-
portuguesas tendían a estar formadas por un número de unidades cada vez menor, quía favorecía el régimen de las plantaciones, basado en el empleo
de mano de
desde media docena a dos o incluso de una solamente. Al viajar sobrecargadas o obra negra. Los señores coloniales gozaban de la exclusiva posesión de
los me-
a veces siendo vetustas, las naves portuguesas sufrieron naufragios cada vez más dios para explotar la caña de azúcar: los molinos y las prensas hidráulica
s; en tor-
frecuentes y desastrosos. Se ha calculado que entre mediados del siglo XVI y me- no a ellos se desarrollaron las propiedades gestionadas por los europeos. La
pri-
diados del xvI se perdieron al menos cien unidades, y que la proporción de tra- mera capitanía importante fue la de Sáo Vicente, cerca de Santos
(1532); no
vesías desafortunadas pasó de 1 sobre 8 a 1 sobre 5 entre los primeros años del si- tardaron en establecerse también la de Pernambuco y la de Bahía.
El número de
glo xv1 y el año 1650. Una serie particularmente negra se registró en los años plantaciones creció rápidamente entre las últimas décadas del siglo
xVI y las pri-
1620-1623, en que de 34 naves que habían partido de Lisboa naufragaron 8, tu- meras del siguiente: las decenas de naves que iban a cargar cada año
el azúcar no
vieron que volver atrás 9 y fueron capturadas 2. eran capaces de transportar toda la cantidad producida. En torno a 1585
los asen-
En el siglo xvrt, la competencia holandesa puso al descubierto los inconve- tamientos lusitanos en Brasil contaban con unos veinticinco mil blancos, casi
nientes de haber hecho de Goa el centro del sistema económico y administrativo veinte mil indios desarraigados de su cultura y quince mil esclavos
negros. En
lusitano en el océano Índico. En efecto, los tráficos de aquel gran emporio esta- 1620, los colonos europeos o de sangre mezclada se acercaban a los
70.000 y su
ban gravemente obstaculizados por los monzones, aunque su situación geográfi- mayor parte se concentraba en la zona de mayor producción azucarera
: la de Per-
ca tuviese una funcionalidad propia. Los portugueses situaban en Goa múltiples nambuco. En estas décadas, en torno al año 1600 Brasil proporcionó
a Europa la
comercios: los tejidos indios de algodón se cambiaban en África oriental por oro mayor parte del azúcar que necesitaba.
y marfil y en Indonesia por especias. A causa del régimen de los vientos, sin em- Los holandeses habían aparecido en la zona hacia 1587 y en el siglo
siguien-
bargo, las naves no podían prácticamente acercarse a Goa durante los tres me te se instalaron en la costa del nordeste. Importaban esclavos y exportaban
azú-
de invierno, mientras que durante los tres meses de verano no podían zarpar, E car, controlando alrededor de 1620 por lo menos una tercera parte
del existente.
período durante el cual había que llevar a Goa las especias para después difun- Se llegó así a su primer golpe de mano contra Bahía (1623-1625): no
tuvo conse-
dirlas por otros países resultaba muy limitado, y tanto Malaca como Ormuz esta- cuencias inmediatas, aunque inicialmente fue todo un éxito. Más duradera
e im-
ban aisladas de dicho puerto durante buena parte del año. Cuando los holandeses portante fue su acción contra Recife y Olinda (1630): en 1631, la
segunda plaza
hicieron sus primeras apariciones en el océano Índico, realizaron también opera- fue abandonada, y en 1635 ocuparon la primera. Su retirada fue causada
no tanto
ciones escogidas en función de esas dificultades provocadas por los monzones. por la reacción portuguesa como por la guerra que hubo de sostener
por entonces
Prefirieron adentrarse directamente en Indonesia, sin seguir el gran arco costero con Inglaterra. Hay que indicar también que los holandeses asediaron
igualmen-
formado por los litorales africano e indio. Entre 1637 y 1645, conjuntamente con te las colonias lusitanas de África: en 1641-1642 una de sus expediciones
se apo-
los ingleses, decidieron realizar el bloqueo de Goa, logrando derrotar a sus comer- deró de Luanda (Angola), de Santo Tomé, Annobón y de otras bases. Pero los
cios, que en adelante apenas volvieron a levantar cabeza. , portugueses no se quedaron sin hacer nada, pues en 1649 constituyeron por su
Pero ya antes de la llegada de estos competidores la potencia portuguesa A- parte una compañía general para el comercio con Brasil. Asumido el monopolio
bía iniciado su decadencia. Portugal, en efecto, no había logrado nunca imponer de los transportes entre las grandes colonias y la madre patria, ésta organizó una
su predominio en las islas.de Banda (grandes productoras de nuez moscada, al sur gran expedición que permitió la reconquista de Recife. Bajo el reinado de Pedro
de las Molucas), y su establecimiento en Ternate se había limitado a un período de 1 (1667-1683) se crearon muchas otras compañías lusitanas.
cincuenta años (1522-1574). Los comercios lusitanos en Extremo Oriente flo- A mediados del siglo xv1 España era todavía la segunda nación marinera
de
recieron también en medio de contratiempos. El envío anual de una gran nave a Europa. Á pesar de los tráficos sevillanos con América, su flota mercantil
más
Japón se efectuó solamente entre 1560 y 1618, aunque durante otra veintena de importante era la" vizcaína, con Bilbao como centro principal
de astilleros. Sólo
años lograron circular por aquella ruta unidades menores y más veloces. Se trata- en el siglo xvi los astilleros de Vizcaya empezaron a decaer, en parte por
agota-
ba de tráficos rentables centrados en Mácao, donde se cargaban porcelanas y se- mientowde lag reservas forestales y en parte por el atraso que
padecieron sus cons-
das para Nagasaki. Otra conexióñ proVechosa gra la que unía Macao con Maca- trucciones navales. Pese a los incesantes conflictos declarados, hasta
1660 Espa-
sar (isla de las Célebes), rica en especias, y con Manila (donde éstas se pagaban ña logró hacer funcionar regularmente las conexiones vitales
entre Andalucía y
con la plata procedente de la América españota a través del Pacífico). o las colonias americanas. Hasta dicha fecha las escuadras que las
aseguraban fue-
Los dominios portugueses, territorialmente restringidos, estaban distribuidos ron interceptadas o derrotadas sólo tres veces (fue famosa la acción
de los barcos
en un espacio inmenso: protegidos por una marina gloriosa pero de mediana en- holandeses mandados por Piet Heyn, que en 1628 se apoderaron
de un carga-
tidad, no podían escapar durante mucho tiempo a los ataques de sus rivales, Esto mento de ocho millones de florines, además de otras mercancías preciosas). La

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172
EL SIGLO XVH 173
LOS EUROPEOS Y EL MUNDO
f O ta 11 a mad a Carrera > compuesta
Com O
sobre el sistema de los tráficos españoles. Alrededor de 1640 el comercio entre
prom
omed
edi
io p O runa
cruzaba sesentena de naves
V ,
cada año el Atlánti co con unidad es S de
medio de 240 toneladas por nave hacia
tonelaje cada Vez mayo:
yor el pro- América y Sevilla descendió por debajo de las 10.000 toneladas anuales debido a
mediados del Sig lo XVI ascendió a S 00 ha- la rivalidad armada holandesa, y a continuación siguió descendiendo.

3. Los HOLANDESES CL

Estos recién llegados a los océanos se transformaron muy pronto en auténti-


cos dominadores de las rutas del Atlántico y sobre todo del Índico. Tradicionales
y expertos pescadores de arenques en el mar del Norte y principales intermedia-
rios del comercio báltico, los holandeses —tras haber sido la revelación política
rol cada vez más, de modo que
por lo meno s hasta las prim imerga
eras décadas del siglo europea del siglo xvI— constituyeron la gran revelación marinera del siglo XvIL
Í Xvu esta flota siguió siendo el
po de relevantes tráficos atlánticos Sus puntos fuertes eran una dúctil capacidad de iniciativa, una flota en rápido
n la prime j ; : ascenso y sumamente competitiva y saber hacerse prácticamente insustituibles
tación fueron Doapados lo xv os egos sevillanos de la Casa de Contra como intermediarios comerciales. Los constructores navales holandeses se dis-
cia- económica - > por - persona jes
Personajes d de alto'O linalinaje
j -:
pero carentes de com tinguieron tanto por su pericia como por el sentido de la economía en el uso de
titución o a consiguiente pérdida de eficiencia adminis
productivas Lao o o colonos les estaban trativa de la ne los materiales para la construcción (y en especial por el empleo del abeto en lu-
prohibidas numerosas actividad . gar del roble en las partes del barco en que era posible). Sus astilleros, pues, tení-
naban las dav 4 os, el vino, el aceite, el jabón y la lana de la
es de la Carrera en sus viajes de madre patri lle. an unos costes de producción inferiores en cerca del 40-50 por 100 a los ingleses.
ida. A pesar de laestrecha Ub
dinación de este
st comercio O a la u
autor
: ubor-. Sin invenciones verdaderamente revolucionarias, en los últimos años del siglo
i dad
XVI y durante todo el siguiente los holandeses siguieron estando en vanguardia en
estata
Ss al s la.A8 S JOSES
ses IONES
constituyeron de ultran ar no
para la industria española
la proyección de mercantes de línea simple, flotación segura y mejor aprovecha-
el estímul

miento del espacio. La suya fue una producción sistemática y a gran escala: sólo
en los puertos ibéricos, cuando las autoridades españolas decidieron (en 1595 y
Mundo ibérico. - E En 1608, , por ejem 1598) incautarse de sus embarcaciones, había de cuatrocientos a quinientos. Las
j plo , Una veint
i E ves holandesas estaban
ocupadas en el contrabando e
htre Europa, por un MA innovaciones más notables fueron las aportadas al diseño del casco, además del
lado, y Cuba y Santo Domingo
por otro. amplio uso de cabrestantes y aparejos para economizar mano de obra. La nave de
El merc
AA antilismo español se ejerc tres palos transoceánica iba provista de velas cuadras a proa y de una vela mesa-
ió tamb
a ién ennel
el Pacíf ico:
nas que hacia la segunda mitad Pacífi Í
co: las im: i na latina en el palo mayor. El comercio de las especias, que los holandeses su-
del siglo xv1 habían llegado hasta
IA op a sobre todo a los tejidos caste Perú lu pieron organizar provechosamente, fue el precioso complemento de sus comer-
llanos, se prohibieron en 1631.
SIglo XVI siguió estando en activ cios bálticos. Para éstos y para los del mar del Norte crearon una nueva
idad la línea Acapulco-Man -Manilila » embarcación, el fluyt, provista de unos pocos cañones, y a veces de ninguno para
disminuir los gastos de tripulación y de armamento. Este barco era de sección
panzuda, fondo casi plano y una longitud de cuatro a seis veces mayor que su an-
o A
cio que justificab LE chura máxima: la proa era chata y la popa redondeada. El fluyt, que hizo su pri-
a la larguísima travesía: luego se enviab, a al Perú
través de Veracruz, aunque sólo
hasta
o —a mera aparición mientras las Provincias Unidas se constituían en Estado indepen-
] 1640 — incluso a España.a
indicado, en Extremo Oriente
tuv O lugar la conjunción
Como ya se ha diente, resultó una bodega flotante: los palos maestros estaban más distanciados
de los tráficos lusitanos para permitir la presencia de una gran escotilla central. Este tipo de barco, que os-
EN e tibuyó a salvar el comercio cilaba entre las 200 y las 500 toneladas, dominó durante el siglo xvH el comercio
de Macao del norte de Europa entre otras razones porque se podía fletar a precios inferiores
O es os olandeses bloquearon Malaca. Desdcuando Japón
bare e 1620 has- en aproximadamente un 40 por 100 a los de los competidores ingleses. Otra em-
pal 0 ¿Pinas se resintieron fuer
o teme nte de la clau sura al ex- barcación holandesa fue el pinnass, más armada y más robusta, siendo por consi-
anicada. cl ecisamente en este período
decli > guiente de profundo calado.
e plata en Perú. También el desg
aste infligido en el océano Atlá
Co por los corsari
arios franceses,S, 1 ingleses y hola Como ya se ha visto, Amberes se había convertido en el gran emporio del si-
ndeses se hizo sentir cada vez
más glo xvi, tanto de las especias como del comercio internacional. Con todo, esta

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LOS EUROPEOS Y EL MUNDO 5
174 EL SIGLO XVH 17

ciudad no fue nunca un centro de astilleros importante, y por lo tanto dependía


ampliamente de las marinas extranjeras. Tras reforzarse la revuelta antiespañola
en los Países Bajos resultó por ello más fácil a la flota de las Provincias Unidas


bloquear el puerto de Amberes, que además se halla en el interior de un estuario.

CD
Pros
AS
En el transcurso de la primera mitad del siglo xvir, es decir, durante el período

»
comprendido entre la llamada tregua de los Doce Años y la guerra siguiente, el
bloqueo fue eficazmente mantenido: en el tratado de Múnster (1648) se incluyó

es
Fort Larantuka,
al fin una cláusula que cerraba el Escalda al comercio. Obviamente, todo ello fue

(Formosa)
ly TAIWAN
ventajoso para Amsterdam, que de gran centro de pesca y de los productos bálti-

Dago
cos no tardó en pasar a ser el mercado mundial de la cochinilla, del cacao, de la

:, Pescadores;
plata peruana y luego del oro brasileño, además de las especias. En Amberes

-
siguió existiendo el tráfico fluvial con el interior del país, así como alguna im-

a
portación de cereales por los propios holandeses. Entre finales del siglo xvI y
principios del siguiente transformaron su ya gran capacidad marítima en un ins-

LANA
trumento de dominio intercontinental.

IMPERIO MANCHU
Desprovistos al principio de experiencia, los holandeses se lanzaron a través

Posesiones europeas en las Indias orientales


del océano por motivos coyunturales. Al disminuir la afluencia de la sal portu-

Batavia (Yakarta)
guesa de Setúbal a causa de la hostilidad con España, a partir de 1598 aproxima-
damente empezaron a aprovechar los inmensos yacimientos situados en Vene-
zuela, dada la necesidad que tenían de este producto, insustituible para conservar
el pescado. En los primeros años del siglo XvH un centenar de naves holandesas
frecuentó la lejana laguna de Araya. Y los holandeses se dieron cuenta de que lle-
vando a aquella zona tejidos y herramientas, aunque fuera de contrabando, podí-

:. Atjeh_; Pasei
an cambiarlos por tabaco y por perlas. Gracias al impulso dado por Willem Us-

BIRMANIA
selincx, en 1621 se llegó a la constitución oficial de una Compañía de las Indias
Occidentales. Con todo, lo que intentaba sobre todo Usselincx era crear colonias
en el continente americano a fin de conseguir productos de venta segura en Eu-
ropa. Los holandeses se establecieron en zonas diversas y bastante distantes unas
de otras, desde Brasil hasta Guayana, desde Curacao hasta la desembocadura del

Hooghly pa
Hudson; tras sus huellas llegaron también al Caribe los ingleses y los franceses.

erampore

Masulipatam
Su colonia más importante en la costa del Atlántico fue Nueva Holanda, con
aproximadamente dos mil hombres en 1635 y diez mil una década más tarde. Su

Armagon
ó

IMPERIO MOGOL

Posesiones portuguesas,
ó

e Agra
capital, Nueva Amsterdam, se convirtió en el centro de un interesante tráfico de o5
S 3
u£ 9

Posesiones inglesas,
pieles de castor, cuyos intermediarios eran los iroqueses. Pero en 1664, como o. 3
aa
o
consecuencia del renovado conflicto con Inglaterra, los holandeses tuvieron que =
o o
$

y Almeceoad
DE DoE
cederla (y la ciudad fue rebautizada con el nombre de Nueva York). A pesar de 2a
25

Daman
“este grave fracaso, que se unía al fracaso brasileño, la marina holandesa siguió

mandare
9o

Surat
d2

Chaul
9 6
a
ocupando un puesto muy destacado en los comercios atlánticos. En la segunda a

¿Cannanore Y
AFGANISTÁN

sanaona meros
Mangalore
mitad del siglo xVHI casi doscientas de siis naves surcaban regularmente las

Bombay

Ey
ll
aguas; con una targá de unas cuarenta mil toneladas.
Las mayores fortunas holandesas, sin embargo, se realizaron en Asia. Varias PERSIA
compañías comerciales se habían formado en las Provincias Unidas ya en los úl-
timos años del siglo XVI, y sus naves habían seguido instintivamente la ruta que
iba del cabo de Buena Esperanza a las islas de la Sonda. En 1598 dos expedicio-
nes se habían dirigido simultáneamente hacia aquel destino por las ruta del cabo

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86/250
176 EL SIGLO xvn
LOS EUROPEOS Y EL MUNDO 177
de Buena Esperanza y del estrecho
de Magallanes. En el año 1600 el númer
barcos empleados por los holandeses o de xvn los Estados Generales renunciaron al derecho de aprobar el emo
era ya igual al de los portugueses: una
cada más tarde lo habían cuatriplicado. dé- del gobernador general de la Compañía en Asia. Esta mantuvo empre e mo
Los lusitanos no sólo carecieron de
dios para hacer respetar la prohibició me- nopolto del comercio de Extremo Oriente por el estrecho de Maga mes co -
n de meterse en aquellas aguas, sino
además en un período brevísimo se vieron que cultad de declarar la guerra y concertar la paz, de estipular alianzas y de ocup.
en condiciones de franca inferioridad. . torio. A o o
Ante todo, los holandeses supieron viajar
con productos manufacturagos, sobre
todo alemanes (desde armaduras hasta . ARRE lo que habían hecho En Añérica, al meno? parcialmente, en
armas, tejidos, objetos de cristal y jugue-
tes), para usarlos como mercancías aptas Oriente los holandeses evitaron con cuidado comprometerse en IA c
para intercambiarlas por otras. Además.
sus naves se revelaron como económicam opusieron también a una auténtica emigración de tipo colonial y, poo icieron
ente más adaptadas que las carracas
vales. Con una quincena de expedicion ri- los ingleses, evitaron mezclarse con los indígenas. Su única instalación ag
es entre 1595 y 1601 consiguieron-un
periencia marítima que les permitió a ex- - en la ruta de las especias fue realizada en Ciudad del Cabo a partir de 1652, aun-
sorprender por la espalda a los portug
En vez de dirigirse hacia la India, ueses. que se trató de un caso particular. En aquel púnto de paso obligado las tripula-
los holandeses buscaron un paso hacia
Oriente que les librara del importante ciones tenían necesidad perentoria de víveres, sobre todo de vegetales frescos y
engorro de los vientos estacionales.
ta de numerosos naufragios en esta A cos- de frutos agrios, que precisamente aquel asentamiento estaba Sncarsado de ca
primera fase, aprendieron a no acerca
masiado a Australia y a pasar por el rse de- nistrar. El objetivo de la Compañía holandesa fue sobre todo dominar os ome
sur al mar de Java a través del estrecho
Sonda, siguiendo una ruta practicable de la cios y controlar la producción. No le faltaron las naves. En primer lugar va conta
durante todo el año. De este modo evitab
la vía del mar Rojo y del golfo Pérsico an una cincuentena en servicio regular (mientras que en 1623 la comespon iento
y minaban considerablemente la funció
del emporio de Goa. En perfecta coher n Compañía de las Indias Occidentales sólo disponía de quince). En 16 e a ,
encia con esta nueva lógica marítima
guida entretanto también por los ingle —se- un centenar, de unas 600 toneladas por término medio. En las primeras década.
ses—. los holandeses buscaron una oportu
na base de apoyo. Jan Pieterszoon - del siglo xvn los puntos neurálgicos del sudeste asiático cayeron en sus manos.
Coen la encontró en las cercanías
donde fundó la plaza fortificada de Batavi de Yakarta, Amboina fue conquistada en 1605; la toma de posesión de las Molucas se Cc
a. Estos movimientos holandeses dis-
minuyeron también mucho la importanci solidó en 1609. El inevitable enfrentamiento con los ingleses se resolvió ¿ su
a del estrecho de Malaca, que durant
cierto tiempo fue abandonado por las e favor: en efecto, estos rivales fueron expulsados sucesivamente de Yakarta, Ban-
naves europeas. Con todo, los holandeses
no renunciaron de hecho a los tráfic da, Amboina y las Molucas entre 1620 y 1630. En 1641 los holandeses on
os con Persia: ofreciendo en aquel
tejidos y armas de fuego, consiguieron mercado también la base de Malaca y se apoderaron de otras plazas lusitanas en Ceilán y
hacer confluir en Batavia notables canti-
dades de seda y de tapices. en la India meridional. A partir de 1639 incluso sustituyeron alos portugueses en
Como resultado de la fusión de las compa el modesto comercio permitido a-los europeos con Japón. En cambio no posaron
ñías preexi stentes y operantes en expulsarlos de Macao ni impedir a este emporio que irradiase las mercancías c
Indonesia, así como por un acuerdo entre
los Estados Generales y el Gran Pen-
sionario Oldenbarneveldt, en 1602 se j ila, India y Europa. o
fundó la gran Compañía Holandesa de
Indias Orientales. Aun cuando a su las e e la verdadera fuente de la riqueza holandesa siguió OI
lado siguieron subsistiendo algunas
fifas menores, desde el principio ésta compa- en Indonesia, donde la Compañía se comportaba casi como un soberano A a
asumió los Caracteres de máximo ente
mipúblico, de hecho independiente en se- con respecto a los príncipes locales. Su política consistía en o e , e
cualquier campo. Desde sus inicios,
Compañía dispuso de un capital de cerca la mente y controlar la producción de las especias por medio de un residen e. e
de seis millones y medio de florines:
decir, más dinero y más naves que sus es control era muy rígido y despótico: se traducía, en efecto, en toda una cn
rivales portugueses e ingleses juntos.
componían seis «cámaras» distintas: La medidas colonialistas. Ante todo, cuando se presumía que la cantidad pro mucióa
sólo la de Amsterdam poseía la mitad
los títulos. Cada cámara era autónoma, de había superado la demanda del mercado europeo, la parte excedente pon . 1
empleaba sus propias embarcaciones,
escogía a hombres y mercancías y vendí la cosecha era destruida. En segundo lugar, los cultivos se concentraron en dete:
a los productos a la vuelta. Por consi-
guiente, no sólo cada una podía encon minados territorios: el de la nuez moscada únicamente en las islas de panda, e
trarse en situaciones financieras difere
tes, sino que también disponía de la facult n- del clavo en Amboina (con la consiguiente destrucción de los árboles de las o
ad de pedir préstamos por separado.
- Inicialmente cada socio podía retirar más islas de las Molucas). A partir de 1680 se instituyó un EN po de
sin dificultad su propio capital y sus
reses respectivos. inte- supervisores, responsables de las cosechas debidas ala Compañía en las no as
Desde 1612 en adelante la Compañía
bolsos: todos, sin embargo, estaban facult
rechazó efectuar reem- zonas. Pero los holandeses exigían también prestaciones personales de tral ajo
ados para vender su parte, sobre todo
en la Bolsa. Finalmente, desde 1623 los por parte de los indígenas, aunque se les dejaba la posesión de casi to a sus o
propietarios de pequeñas cuotas perdie
ron todo poder efectivo y los titulares - rras. Las autoridades locales tenían que responder de la organización de . ao
de grandes inversiones vieron cómo se
reconocía estatutariamente una posici les de obra que fuese necesaria. Finalmente los precios de las peas vine . 05
ón dominante. Hacia mediados del
siglo entregas obligatorias, eran fijados para unos cuantos años y en condiciones

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178 EL SIGLO XVII
LOS EUROPEOS Y EL MUNDO 179
rables a los holandeses. En algunos casos, los productos representaban además un po asentamiento fue Pulicat (1609), en las proximidades
tributo anual a pagar por los cultivadores o los jefes indígenas en compensación a o se O arocerado en 1643 y donde habían construido un
de Madrás. de la que
por la ocupación del suelo. fuerte en
. sar del tratado de amistad entre in gleses y persas
de 1622, en el
gundo tercio del siglo xvH fueron loss h holandes
es quienes
j prevaleciseron en los
mercados de Persia. . Como ya se ha dicho, Í desde las primeras
4. INGLESES Y FRANCESES imeras. décad las del isiglo lo
mismo
nismo había
| sucedido en Indonesia. . E En cambio1 la presenci
, a ingle
A 1 Í
siguió siendo muy notable, , desde S urat (donde
Entre los europeos que se lanzaron al comercio transoceánico no ha de silen- se habían instalad So desde 1612)
hasta Masulipatam (1631). . En 1634] a compañía
las In- ñÍ londinense estableció
ciarse a los daneses y a los suecos. Los primeros tuvieron su Compañía de do con el Gran : Mogol y fue autoriza
NO
Indias 1 da para comerciar con' B engala:
dias Orientales en el siglo xvi y a finales de siglo fundaron otra para las o e acoría de Hooghly en 1640 y la de Cassimb
la: alíallí Í surgie-1
sureio.
Occidentales. Los segundos, además de una más bien efímera Compañía de las azar en 1658. En 1661 Cata
1 aganza
gi aportó Bombay
30 en dote a Carlos IL , Quien
Indias Orientales (1626), tuvieron otras de duración no mayor (la de los Mares qui al cabo de al :
o a e0dió a la dana por una renta anual;
del Sur en 1611 y la de África en 1630). El siglo xvu se reveló de hecho como el barcos a - Cantón,
A partir aunque
finalmente, en 1690 se fundó
de 1634ade la misma compañí
pañía a fi fue autoriza
siglo de las compañías. Sólo a fines de siglo, y sobre todo en el siguiente, un au- n,
da a enviar
izad: i algunos
' ntamiento oficial allí no tuvo lugar hasta 1648;
téntico sistema de convenciones y de alianzas transformó los asentamientos ho- mano se habían abierto en la costa china las bases
landeses, ingleses y franceses en imperios coloniales. El instrumento y la base ca O ns y
de Amoy y Fuzhou e
es Que los holandeses, los ingleses consideraron Amé-
principales del éxito de las compañías fue el aumento muy notable de las diver-
a tierra destinada a ser poblada. Pese a ]
sas marinas que se produjo en este período. inici
coloniza
olor ción, > en Virginia
g se e mpezó Ó a cultivar
ivar
Al lado de la flota holandesa se desarrollaron en particular la inglesa y la fran- tabaco haciaacia 1610.
1610. Ena
En la décadadé
siguient
le e esta colonia era la principal pal : abastecedora de
cesa. Mientras que la marina holandesa había optado por el auténtico carácter patria. Ello indujo a muchos colonos a acud
dicho
Í product ad
mercante, la inglesa conservó el tipo de embarcación armada. No obstante, exis- Í a ir
ella, aunque alaba para el dotrabaj de
plantaciones se recurrió r enseguida a la mano de obra ' africana.
tió una ósmosis entre ambas marinas: a finales del siglo XVI una cuarta parte, si cam L dolo
nia, la dde
e NNueva Inglaterr era, a. tuvo sus origenes
orí; en un grupo de puritano
no una tercera, de los mercantes ingleses era de construcción holandesa. La flota na e por casualidad a bordo del Mayflower en 1620.
ainss queque llega-loza:
británica creció sobre todo en la segunda mitad del siglo xvi: de las 90.000 to- e
En 1629 nació la co.
Massachusetts, a la que se unieron a continuación
neladas de 1663 pasó a las aproximadamente 180.000 de 1688, y a las 260.000 los asentamientos de
del año 1700. En un plano general, la mitad del siglo marcó un giro en el desa- TABLA 1 Los pares ingleses y las actividades industriales
rrollo de la expansión colonial, pues sobre todo a partir de entonces se hizo sen- y comerciales (1560-1639)
tir la presencia inglesa y francesa más allá del océano. Como ya se ha dicho, sin
embargo, esa presencia no se había manifestado aún con fuerza, ya que la hosti- Familias de pares Familias de pares Total
lidad contra España y la riqueza de sus galeones habían constituido un motivo su- antes del año durante el período de familias
ficiente para la guerra de corsarios en el siglo xvI. A partir de 1560 aproximada- 1603 1603-1639 de pares
mente, John Hawkins y sus compatriotas habían llegado hasta Guinea en sus o no %
correrías atlánticas, apresando esclavos y vendiéndolos luego de contrabando en no % n> %
el Caribe. Pero no hay que circunscribirlo todo al ámbito de las compañías, pues Total le de familias BB —
la Royal African Company no fue fundada, por ejemplo, hasta 1672, y era de ca- Familias con intereses en:
> > >. >
rácier antiholandés (el Estado asumió su control en 1688). minas e industrias 27 37
»= + La Compañía Inglesa de las Indias Orientales vio la luz exactamente a prin- saneamientos de tierras * -8 10 5 A IS 9
cipios del siglo XVIL, por una reacción de los mercados londinenses frente a un
desarrollo de la construcción 7
urbanaa : 2?
acaparamiento de especias por parte de los holandeses que había doblado su pre- 13 18
havegáción y piratería 15
ció en el mercádo.Cada socio teníe-un derecho de voto proporcional a sus inver- inversiones en sociedades
21 5 S 2 ña
siones: coino en otras compañías inglesas de siglo xvn, el sistema de las cuotas 45 62 55 6 100 53
de admisión entró en vigor al modo de las sociedades por acciones. Los benefi-
mn
Total de familias
.q.
con intereses 57 78
_
60 70 117
o
74
económicos, industriales
cios de esta East India Company ftieron pronto notables, llegando al 250 por 100
o comerciales
entre 1609 y 1613, y al 500 por 100 en 1617. Fue la verdadera heredera de los
portugueses en la India e incluso los sustituyó en Ormuz a partir de 1623. Su pri- FUENTE: L. Stone, The Crisis of the aristocr
acy, 1558-1641, Oxford 1965

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18 0 EL SIGLO XVH 181
LOS EUROPEOS Y EL MUNDO
Provi .
eyes Connecticut, New Haven y Rhode Island, mientras que en las
ps s
cerca- Fort-Dauphin, aunque la nueva colonia desempeñó sobre todo la función de cen-
na surgían Maryland y las dos Carolinas. Alrededor
DNueva Inglaterra eran ya cuarenta mi il, y un número
de 1640 los co tro de piratería. Richelicu dio impulso a la emigración a América y por consi-
ú ini
similar habíaÍ en Vir-ir guiente a la colonización. Ésta, sin embargo, se enfrentó en Canadá a la resisten-
cia de los iroqueses: un primer conflicto con ellos duró más de veinticinco años
hola y cia inglesa en el norte de América fue bastante diferent
a OBES
portuguesa
e de la espa (desde 1641 hasta 1666). Umesegunda guerra franco-iroquesa se inició en 1682
A enen el resto del continente:>: en en 1 lugar de conquisj tadores
ueron sobre todo agricultores
, feu- y duró largo tiempo, debido en paíte al apoyo de los inglesés a tos indígenas; la
i i paz no se concertará hasta 1701. +
mentet la Virginia Compan y estaba compuesta.en
sgentilhombres, , pero casi todos elloss permanecían
gran parte aistó Colbert dio un nuevo impulso a la expansión francesa a partir de 1664, en
Scí, en lala madre me a 1 y ponpor dolo ge-
patria particular a través de numerosas compañías (sobre todo la Compañía de las ln-
neral no trasladaban a las Costas americanas unas
ol con sas colonias constituía en la segunda mitad
relaciones de tipo féudal El co. dias Orientales y la de las Indias Occidentales). El gobierno de: Luis XIV no sólo
1O para la madre patria,
del siglo XvH casi un mo participó en su fundación, sino que reclutó además a sus socios, nombró a sus di-
ría, , quequ lo consi nsideraba un sector fundame ntal de su j
pera po los rectores, reunió los capitales necesarios o gran parte de ellos y proporcionó las
es ni siquiera descuidaron las islas atlánticas. En 1602
Upado ya el archipiélago de las Bermudas:
ha naves. Era natural que su gestión fuese también gubernativa y que formara parte
as; en 1625 penet : de la organización estatal. En 1682, sin embargo, la Compañía de las Indias
del Caribe ocupan o do B arbados (que se convirti Í ó en ba se principal con
n10s), , además de otras islas me nores. 3
inci
A de su - Orientales concedió a su vez a una sociedad privada el derecho a comerciar
En esos asentamientoo , Itivó tomo un porcentaje del 10 por 100 sobre las mercancías transpor-
caña de azúcar, úcar, para lo que se requirió sus naves mediante
equirió enseguida j
objeto pos ingleses instalaron un puesto base en
mano de obra a neera:
gra: con este tadas. A través de su intervención el Estado intentó cumplir objetivos no sólo
1ca le les permitió competir con los holandese s en el contrab
Gambia (1631). La conquista de económicos, sino también políticos y estratégicos, como la soñada conjunción de
nea española. Por otro lado, la Compañía de la Bahía
(
ando con la Amé- las posesiones canadienses con nuevas bases implantadas en el golfo de México.
ercio Importa 0 nte de pieles. . En torno a 1690
de Hudson daba lugar a un Moviéndose desde el lago Erie, en efecto, a partir de 1670 los franceses siguieron
20 1 la sexta parte de la flota ¡ el curso del Ohio hasta su confluencia con el Misisipí. Poco después el explora-
sana dedicada a las transacciones comerciales con
las ran potencia continental, Francia fue prácticamente
América mee dor Cavelier de la Salle descendió por todo el valle del gran río y en su desembo-
la última en dedicarse a cadura fundó Luisiana (1682).
empresa
m s transoceánicas. . Por un lado. , Su su COmercioi gravita
al tráfico mediterráneo > Y por
A
j ba en part De modo que los contactos entre Europa y los demás continentes se amplia-
or otro sentía r Í poco interés j
0 dl pas los Numerosos viajes americanos que
por las av enturas a de dl ultra- ron de modo muy notable en el curso del siglo xvI1. A ello contribuyó también
2 a .
había llevado a cabo en el sielo la nueva política de la Santa Sede, que en 1622 decidió crear un órgano especial
a exploit de una compañía de barcos mercantes de Ruán
a tá e
que para la coordinación de las misiones: la Congregación para la Propagación de la
sostuvo
: ella sola una guerra cont ra los portugu
ad
portugueses
eses d de Brasil] y se Fe (Propaganda Fide). Anteriormente estaba en vigor el régimen de patronato,
mero con cines y Angola. En 1604 se constituyó
a esa e de las Indias
también la Com que dejaba a cada Estado colonizador el control de los religiosos que se dedi-
ds Orientales, , después desp de que una expedicició ión llegase aa caban a la difusión del cristianismo. Los nuevos vicariatos apostólicos empeza-
- No obstante, , y a pesar de los ase ntamien
por Samuel Champlain en Canadá
Í tos realizad 1 ron a instituirse a partir de 1658: su presencia se hizo sentir particularmente en
a yaya aa . princip
principiios del siglo
cia no tuvo el empuje que había caracterizado a Holand
Í £ xv H, antes de Riche- 1 e zonas de reciente evangelización como Siam, Tonkín y la Cochinchina. Los je-
a y a Inglaterra suitas, que entraron en China en el siglo XvI, aunque a título no oficial, eran
Aun que este gran E ministro se :sintió movido a la
tiza con España, fue sobre todo consciente de la necesid
lucha colonial j por €el d eseo ' apreciados allí sobre todo por su competencia en astronomía y artillería. No obs-
ad do que el Es tante, un edicto del emperador K”ang-hi (1662-1722), de la nueva dinastía man-
€s se h hiciese promotor de la expansión en
1628 la Compañía de los Ci ien Socios
ul tramar. Por esto f . chú de los Tsing, acabó autorizando también en 1692 el ejercicio público de la
i y dioi a Champl
:energía de Richelieu sólo obtuvo res
apiain u inoroso
j . La religión cristiana en todo el imperio. Sin duda alguna, dejando aparte a comer-
esultados parciale ales
a e emiarmientos e Guayana, de las Antillas
s, , aun que no despreciables, j e ciantes y misioneros, así como ciertas zonas de América, la penetración europea
(1626) y del río San Loren siguió siendo bastante marginal en ultramar, cuando no epidérmica. Además de
, x e fundó en 1 la ciudad de Montréal). - T Tras la declaraciónj
a España (1635), , la Compañ
d 2 Japón, que se le había cerrado deliberadamente en la primera mitad del siglo
pañía
í de las Islas de AméricÍ a se apoderó Guadalupe xvu (casi totalmente a partir de 1638), se le escapaba sobre todo la mayor parte
yy de la Martinica. . Ena 1633 Richeli leu> habíaÍ apoyado la fundaci
mí pa la explotación de Guinea, Senegal y Gambia
A ó n de otra compa- de África negra y el norte de África continuaba mostrándosele hostil. A la guer-
pa hn Otras
as para operar
; entre 1634 y 1635 se cons ra corsaria organizada en los puertos berberiscos se añadió en el siglo xvu la en-
: en Mauritania yy Sierra Sierra L Leona. En 1642, los franceses , de
a Compañía de Oriente se apoderaron también de tablada por el puerto marroquí de Salé. Como consecuencia de las medidas
Madagascar y fundaron allí expulsión de que habían sido objeto en España, una parte de los moriscos se re-

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182 EL SIGLO XVH

fugiaron allí e hicieron de dicho puerto un centro muy activo de piratería duran-
te todo el siglo. o
Los europeos, pues, habían penetrado aún de modo parcial en los demás con-
tinentes, así como en el Océano Pacífico, cuyo control se les escapaba casi por
entero. Pero hay que señalar la penetración rusa en Asia, iniciada ya en el siglo
XVI, aunque prosiguió sin cesar en el siglo siguiente. Fueron a menudo sus artí-
fices los cosacos, que se extendieron cada vez más hacia Oriente en busca de
pieles, haciendo retroceder poco a poco a los tártaros. El espacio siberiano fue
progresivamente controlado por medio de la construcción de campamentos forti- 2.
ficados (ostrog), donde el gobierno moscovita confinaba además a prisioneros
PERFIL ECONÓMICO Y SOCIAL
políticos o a presos de derecho común. De esos campamentos surgieron poco a DEL SIGLO XVII
poco las primeras ciudades: lenisseisk en 1618, Krasnoiarsk en 1628, Takutsk en
1632. Una vez alcanzado el río Lena, la penetración se efectuó tanto hacia el nor-
te, a lo largo de su curso, como hacia el sur, en dirección al Baikal (lago en cuya 1. La ACLIMATACIÓN ANIMAL Y VEGETAL
orilla se fundó Irkutsk en 1652). Menos de quince años después, en 1665, un jefe
cosaco llegaba al valle del Amur y daba su nombre a un nuevo asentamiento: Ja- En el cuadro de los intercambios internacionales no hubo que registrar so-
barovska. Llegó así el momento en que los hombres del zar se aproximaron a la lamente modificaciones radicales en los circuitos comerciales instaurados en el
zona controlada por el soberano de Pekín, K”ang-hi, y se enfrentaron a sus tropas siglo XVI, sino también novedades importantes en los cultivos de los distintos
continentes. Tuvo lugar, en efecto, una vasta aclimatación entre unos y Otros,
(1685). La localidad en disputa fue Albazin, a la que los chinos obligaron a capi-
tular y que los rusos intentaron volver a tomar. En 1689, sin embargo, se llegó al
facilitada por el hecho de que los tráficos europeos estaban a caballo de zonas
primer acuerdo directo entre ambas potencias, El tratado de Nertchinsk delimita- muy diversas. Los portugueses introdujeron en África occidental las semillas
ba, en efecto, la frontera a lo largo del río Amur: fueron intermediarios los jesui- de coco y el arroz de Asia (distinto del que allí se cultivaba). Además del maíz,
tas, dado que cada contendiente ignoraba la lengua de su adversario. África vio llegar de América la mandioca y el boniato, ambos particularmente
apreciados porque escapaban al ataque de las langostas. En el clima húmedo de
los trópicos, la mandioca vino a constituir la mejor provisión alimenticia con-
tra la carestía.
Europa no quedó al margen de este proceso de ósmosis a escala mundial,
aunque en el capítulo de los animales de notable utilidad económica acogió so-
lamente al pavo (que se difundió rápidamente por España). En las primeras dé-
cadas siguientes al descubrimiento los bovinos llevados a América por Colón
dieron lugar a un fenómeno relevante de retorno: la exportación de las pieles. Es-
tos animales proliferaron en la vasta extensión del Nuevo Mundo: hacia media-
dos del siglo xvt, importando algunas cabezas de ganado desde Chile y Perú has-
ta la zona argentina, Aguirre estableció las bases de la industria ganadera. Más
rápidamente aún que el bovino se multiplicaron en América los cerdos, que con-
tribuyeron mucho al aprovisionamiento de los conquistadores. Obviamente, no
hay que olvidar a los caballos; désconocidos por los indios, éstos quedaron cons-
ternados-cuando los europeos los lanzaron contra ellos. Si la aportación animal
resultó, claramente ventajosa por parte de los colonizadores, las tierras america-
nas prevaleciéeron ampliamente en el plano vegetal. Además del maíz, de la man-
dioca y del boniato, empezaron a difundirse las patatas, las alubias, los cacahue-
tes, los tomates, el cacao, el tabaco y las piñas tropicales, aunque con fortuna
desigual,
Fue el mismo Colón quien trajo a Europa el maíz, aunque su difusión fue
bastante lenta. En el siglo XxvH se cultivaba sobre todo en las regiones montaño-

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184
EL SIGLO XVH PERFIL ECONÓMICO Y SOCIAL DEL SIGLO XVU 185
Sas y más húmedas de la España
del noro este y el norte de Portugal cidencia con la llegada al mercado del azúcar de las colonias francesas de la Mar-
do al centeno
mi > y al my1jo , el
. Sustituyen-
como
Í.
malz 1£1
modificó profundamente las di 1et as camp e: sinas,
tinica y Guadalupe. En los siglos xv y xVI Venecia había sido el principal centro
suced 10 despu
p és en
maiz
el V éneto a pal ti d e las últ
i1t mas déec ad as d el siglo
18 E
de refinado: sucesivamente lo fueron Amberes y en el siglo xvu Amsterdam (don-
también llegó pronto al mundo otomano mientras de las refinerías pasaron de 25 en 1622 a 60 en 1661). En efecto, la mayor parte
en
e e paña por ColónSn,, fue
del azúcar de las colonias ipelesas y francesas del Caribe fue elaborada en Ho-
fi conocido 1 mucho más como hortali landa hasta 1660. El Acta de N avegación inglesa de aquebaño y las restricciones
a - Bast e singu i lar fue A el itine
1ti rarioÍ de la patata. De uso
Id bastante común en tt análogas impuestas por la Francia“de Colbert dieron un dure golpe a esta actlvi-
spaña antes ya de finales del
siglo xyl, este producto era mira dad holandesa. A partir de 1660 Hamburgo sustituyó en parte a Amsterdam, has-
dese onza por cierta analogía suya
n £ do co ,
con la'venenosa belladona. ta el punto de que en 1690 más de ocho mil personas estaban empleadas en las re-
íe

MN pr e mente y lo redescubrió en el Francia lo le.


Pd ne 7 XVI en la propia
siglo XVI: no se conoció hasta
rinci finerías de aquella ciudad alemana, aunque en torno a 1680 había también una
América septentrional, donde la treintena en ciudades francesas, sobre todo en Ruán.
: es - Froplamente, en introdujeron los
efecto, , ffue sól o en Irlanda dond
en electo, A través de España y Portugal penetró en Europa el tabaco, que había de dar
a a ala patata, que se convirtió e se cultiivó
vó de for-
en componente principal de la origen también a fenómenos de superproducción (por ejemplo, en 1639 en Vir-
MONSI A poctales pobres. Después de dieta de to
AOSr
que los grandes propietarios ingle
ses ginia). Este producto se diferenciaba de los demás por haber suscitado por un
ampe"pesinos
sinos aa la pose S sión de o minú
IÓ minúsculas S parcelas,
1 la patata con- lado una auténtica moda, y por otro una viva reacción. El embajador francés en
: modo decisivo a su superviv
encia. En Hungría la introdujer Lisboa, Jean Nicot, llevó a Francia su semilla procedente de Florida. Pero la
novedad y DN antes Universitarios que había on como
PI . n hecho sus estudios en Ale costumbre de fumar se propagó en Inglaterra alrededor de una generación más
alubias fueron descubiert diertaÉ s en Canadá á por por J Jacques Cartier
i en 15 ., tarde, gracias en gran parte a sir Walter Raleigh, que se convirtió en ejemplo y
O que los ingleses las vieron llega
r desde Francia (de ahí procede promotor de su uso. El tabaco obtuvo de repente un gran favor en el mundo oto-
nominació n ingle gles
s af Fer nch bed 17 15).
su E
interés que suscitaron en la Euro
En cuanto a los toma
tes > fue e s casísim oe mano y en Persia. Por otro lado su difusión está documentada en Java en 1601 y
1
pa septentrional . en India en 1609; en China fue introducido por los portugueses. Los holandeses
y los alemanes fueron los primeros en seguir la moda inglesa: con todo, mientras
hasta finales de siglo. que ellos fumaron en pipa, los españoles prefirieron los cigarros (cuyo uso im-
ADe Euro,opa a los demásá conti portaron directamente de América). En el transcurso del siglo xvH el uso del ta-
inentes fue
7 trasplantada la caña de azúca baco fue censurado repetidas veces y declarado delito punible, desde Suiza has-
O prosperar acabó luego haciendo r que de
entrar en crisis la producción origi ta Turquía, desde Persia hasta Rusia. En Inglaterra también fue perseguido y se
naria En
recurrió incluso al ejército para destruir la cosecha (hacia 1600 había seis mil
cultivadores en los condados occidentales del país). En Francia, su cultivo y su
venta se convirtieron en 1674 en monopolio del Estado, si bien luego fue cedido
en arriendo.
nO tardó
En cuanto al cacao, el café y el té, tuvo que pasar mucho tiempo hasta que la
en periclitar 1 a produ
pese
1 1CCIÓOn
c 1cil iana,
sicil ana c as: 1en A est ado agóni
2Ó Cc
co ha cia 1 380
demanda se generalizase en Europa. Las exportaciones venezolanas de cacao se
a algunas facilidades fiscales:
secundaria de
Importancia ue su recupera- iniciaron en 1634 y pasaron en parte a manos de los holandeses: hubo también
fines del siglo xvm. También
había entrado en crisis el culti plantaciones importantes en Trinidad, Martinica, Jamaica y La Española. El cho-
vo del an $ca
colate como bebida apreciada se difundió a principios del siglo XvIL, primera-
mente en las colonias españolas y luego en la metrópoli. Su uso pasó de España
bajo la competencia de las plant a Italia, Alemania, Holanda e Inglaterra: en Francia, se puso de moda al casafse”
aciones americanas. Luis XIV con la española María Teresa. Originario de Etiopía como producto, el
Como ya se ha indic
indi ado, el azúca
ú r era el producto tropical
de exportación que café como bebida fue sobre todo una invención árabe, ya difundida en Oriente
a a no E PÓ más nume
rosa, y por eso se recurrió Medio en los primeros años del siglo xv1. Su consumo arraigó tanto en el impe-
cada vez más a los es-
al con canto por la multiplicación
o e a
de las plantaciones competido- rio otomano como en la India: los holandeses lo introdujeron en Ceilán en 1658
cia e monopolios-— equilibrar cafés europeos no parecen anteriores a media-
AA la oferta y la demanda: el y en Java en 1696. Los primeros
pro ueción. El fenómeno se había dos del siglo xvir: en efecto, su primera aparición se constata en Oxford (1650),
LO re verificado ya a finales
car de Madeira y de las Canar seguidamente en Londres (1652), luego en Marsella (1671) y en Leipzig (1684).
precto del producto en crudo ias. Con todo, en torno a
descendió además a casi la mitad El té fue también un producto típico del siglo xvt1. Mientras que a Rusia llegó di-
, en coin-

91/250
186 EL SIGLO XVH PERFIL ECONÓMICO Y SOCIAL DEL SIGLO XVH 187

Precios de la carne (en gramos de plata por kilogramo, medias quinquenales)


rectamente desde China en 1618, los holandeses lo importaron por primera vez
hacia 1610: en 1635 se encontraba en Francia, en 1645 en Inglaterra y en torno a
1650 en Alemania y en Escandinavia. Tras haber sido durante mucho tiempo mo-
Carne bovina en
Wurzburgo
nopolio holandés, la Compañía Inglesa de las Indias Orientales lo hizo llegar di-
rectamente a Inglaterra (1669).

Precio medio
del trigo :
2. LOS ALIMENTOS

Debido a la preocupación cada vez más acuciante de asegurar el alimento ne- Carne bovina en Carne de cordero
cesario a una población en aumento, el siglo xv1 había visto disminuir los pastos Carne bovina Sandwich, Inglaterra en Sandwich, Inglaterra
10
y aumentar la superficie dedicada al cultivo de cereales. Los granos constituían en Andalucía
el alimento básico ordinario en el siglo XVI, y en el campo se registró a veces ETT TATTOO
-—bastante más que en las ciudades— el fenómeno de la mortalidad por desnutri- 1440 1500 1600 1700 1760
ción. Sobre tódo en las zonas donde la propiedad campesina estaba muy frag- FUENTE: The Cambridge Economic History of Europe, tomo IV: The Economy of Expan-
“mentada, las familias no podían contar con un aprovisionamiento seguro y sufi- ding Europe in the Sixteenth and Seventeenth Century, University Press, Cambridge, 1967.
ciente. Una investigación efectuada en la región de Beauvais ha mostrado que en
“el campo la gente se nutría en particular de sopa, guisantes, alubias, harina de
avena y pan. El consumo de este último y de productos farináceos fue constante do de cereales de toda Europa, sostenido en este período por el predominio ho-
en todo el siglo xvir, mientras que el de carne tuvo una clara regresión. Durante landés en el comercio de los cereales bálticos (cuya exportación continuó au-
un largo período ——entre los siglos XV y xvII— el consumo individual anual por mentando al menos hasta 1650). Con todo, los holandeses se distinguieron aún
término medio de la carne habría pasado en Alemania de 100 kilos a solamente más por su iniciativa en el campo de la pesca. La producción mediterránea de
14. Por otra parte, si bien la economía de regiones como Polonia, Hungría y los pescado salado había sido siempre inferior a la demanda: de ahí que la disminu-
Balcanes estaba basada en la cría de ganado mayor, en Occidente la situación era ción del consumo de carne favoreciese el del pescado.
distinta. En efecto, desde Estrasburgo hasta Sajonia se ha constatado que, mien- Los grandes competidores de los holandeses eran los hanseáticos, si bien no
tras el precio del centeno aumentó un 150 por 100 entre 1400 y 1600, el de la car- tardaron en ser claramente superados. En efecto, sus rivales de la Provincias Uni-
ne subió un 250 por 100. Mientras perduraba la incertidumbre de la producción das supieron descubrir otras zonas de pesca y actuar con métodos modernos de
agrícola, el término medio de la alimentación europea fue descendiendo a lo lar- comercio rápido, consiguiendo hacer de la distribución del arenque salado uno
go de los siglos XVI y XVIL. de los factores de su primacía marítima. El pesquero creado por los holandeses —el
El transporte de los víveres por tierra a grandes distancias era costoso y len- buizen— era un barco económico, robusto y bien aparejado, lo que le permitía la
to, ya que debía ser efectuado a lomos de mulo o por medio de carros. En cambio explotación de bancos lejanos de la costa de partida (en particular, los disemina-
estaban en progresiva expansión los transportes marítimos, tanto de sal y de trigo dos entre las islas Shetland y el estuario del Támesis). La duración legal de la es-
como de vino, aceite, queso y pescado salado. El aceite y el vino atravesaron in- tación de pesca iba de junio a diciembre: durante este período los buizen intenta-
cluso el Atlántico, desde Andalucía hasta las colonias españolas de América: más ban realizar tres viajes. Para permitir a los pesqueros quedarse en alta mar el
normalmente, el segundo seguía siendo objeto de comercio entre Burdeos e Ín- tiempo más largo posible, en la segunda mitad del siglo xv1 los holandeses crea-
glaterra. A partir del siglo xvVL, sin embargo, los precios del vino fueron en au- ron el sistema de los ventjagers, que fue perfeccionado en los primeros años del
mento constante, lo que contribuyóa que se convirtiera en artículo de lujo para siglo XvIt. Se trataba de barcos rápidos que cargaban los arenques poco después
las mesas de los países septentrionales. Además, las devastaciones producidas de su pesca y los transportaban a los puertos de venta, lo que permitía a los pes-
por la guerra de los-Treinta Años dañaron gravemente a los viñedos renanos. Los cadores seguir trabajando en su provechosa campaña. El número de estas embar-
ingleses siguieroíí teslamando los claretes.de Burdeos y los fuertes vinos espa- caciones era tan alto —cerca de un millar en el apogeo de semejante tipo de acti-
ñoles, mientras que los holandeses se pasaron a Ta"Éerveza (cuyo precio perma- vidad — que los marineros de Dunkerque organizaron una especie de guerra de
neció estable a lo largo del siglo xVH). A partir del siglo xvi los holandeses habí- corsarios para sorprenderlas cuando regresaban. Los buizen tuvieron que viajar
an aprovechado la creciente demanda de géneros alimenticios para incrementar armados, y a finales del siglo XVI incluso escoltados por unidades de la flota mi-
su función de proveedores e intermediarios comerciales de productos de primera litar. El gran comercio holandés del pescado salado empezó a entrar en crisis ha-
necesidad. Durante el siglo xvH Amsterdam se convirtió en el más vasto merca- cia mediados del siglo xvI1 como consecuencia de los conflictos navales entre las

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92/250
188
EL SIGLO XVu 189
PERFIL ECONÓMICO Y SOCIAL DEL SIGLO XVH
Precios del vino, la Cerveza y
el trigo, en gramos de plata
por hectolitro
(medias quinquenales)
O IO Provincias Unidas e Inglaterra o Francia. Capítulo aparte era la pesca del bacalao
en aguas islandesas: su temporada no coincidía con la del arenque y además se
necesitaban barcos con mayor capacidad de carga. El bacalao no se vendía fres-
tt me co, sino que, secado o salado, se enviaba sobre todo a España o a los Países Ba-
jos españoles. A Ñ
—I=i Amsterdam
.nso.o En el transcurso del siglo xvirla tendencia consolidadg en-el siglo anterior
Winchester 4
ala extensión de los cultivos de cereales llegó primero a su punto más alto y lue-
2

Grenoble po pe
go empezó a retroceder. En efecto, la situación general se caracterizaba por fe-
o Si
+++ Valencia
+ Castilla la Nueva eS nómenos opuestos. Pues por una parte algunas grandes ciudades estaban hacién-
“—— Lemberg (Lvov) el
y dose aún más populosas, y aunque las magistraturas de cada centro urbano se
preocupaban por los abastecimientos; éstos era un problema constante para las
. a A
mayores capitales. La expansión de Londres acentuó la exigencia de abastecer-
la de trigo del Báltico: en este sector los holandesés sustituyeron también a los
Y. E IM
100 IV la
hanseáticos. Pero por otra, en la segunda mitad del siglo xvx los progresos de
agricultura inglesa hicieron cesar casi del todo las importacione s, aun cuando el
trigo subió de precio en Inglaterra sobre todo después de 1688. El caso de Cons-
tantinopla era muy distinto a causa del monopolio otomano de los productos de
las fértiles zonas europeas que daban al mar Negro. Amenazas de carestía pesa-
ron también a veces sobre la capital turca, aunque sólo en años verdaderamente
malos tuvo ésta que recurrir a los abastecimientos mediterráneos. Mucho más
grave e incierta era la situación de Nápoles, donde la carestía se había hecho ya
sentir repetidas veces en la segunda mitad del siglo xvt. Los abastecimientos
destinados a la aglomeración partenopea se hicieron todavía más difíciles cuan-
do en 1592 Sicilia cesó de exportar trigo y se convirtió además en una región im-
portadora.
100 Con todo, si bien por un lado las necesidades se hacían más amplias y acu-
ES PRI,
ciantes en algunos puntos neurálgicos, por otro el incipiente estancamiento de-
TT
4)
A
mográfico del siglo xvH provocaba la caída de los precios del trigo desde Ingla-
terra hasta Alemania y desde Francia hasta Italia. Mientras que algunas zonas se
2 das
0.11/0108y JOd ejejd ep SOWEB

abandonaban a causa de tales fenómenos, otras empezaban de nuevo a pasar de


A | los cultivos a los pastos. No sorprende que en esta fase de depresión agrícola, al
disminuir las superficies cultivadas y los beneficios correspondientes, los pro-
pd
QDMDOMNO

pietarios de las tierras intentasen aumentar —sobre todo a partir de mediados del
siglo xvu— las cargas que pesaban sobre los campesinos. También en el ámbi-
10

to de los cultivos, Holanda e Inglaterra se distinguieron bastante claramente de


<<

10 E
los demás países de Europa centrooccidental. A partir del siglo XVI la agricultu-
m

ra holandesa se había desarrollado como consecuencia del drenaje-de extensos


ID

tramos de campo, del empleo del nabo y del trébol como forraje para los anima-
N

les y de una rotación de cultivos más intensa. De modo análogo, en Inglaterra,


T Í 1 T 1 Y Í TT sobre todo en el siglo xvH, se realizaron grandes mejoras, como la de Hatfield
Í GrTT Í y FTT
Chase (1620-1630), a la que siguió la de los Fens: en ambas desempeñó un pa-
Í Y PT Í 1

OTA: Las Z zonas SsS ombreadas


N ql : r indi an: los valorees
Sss indic
pel importante el ingeniero holandés Vermuyden. Las enclosures (o vallados de
a
tierra), que en la isla habían estado prohibidas hasta 1640, empezaron otra vez
s : entre z los S quee flucttua Jar
E ! ENTE
The combridg S y precios
i de : 1 g O.
7 e Economic History
difundirse rápidamente. Como consecuencia de la introducción de nuevos tipos
of Europe, » tomo 1V: V: 1 The E 2 nom
ding Euro, pe > A P Dan-
in the Sixteenth and Seventeent
de cultivos y pastos creció la producción de los géneros alimenticios, en parti-
h Century,Y, Universit y Press Ss. CaCambri a ge, , 1967.
E

93/250
190 EL SIGLO XVH
PERFIL ECONÓMICO Y SOCIAL DEL SIGLO XVII 191
cular el trigo y la carne, además de los forrajes. Proveniente de la Europa meri-
TaBLa 2 Estimación hecha por Gregory King de la población inglesa en 1688,
dional, desde principios del siglo xvi se había aclimatado en Inglaterra el lúpulo,
dividida en clases sociales
que se convirtió en un importante ingrediente para la fabricación de la cerveza.
Pero los maestros de la destilación alcohólica en Europa fueron los holandeses: l. Campesinos indigentes y personas sin domicilio fijo (300.000),
de ellos aprendieron los viticultores de Occidente todo lo que podía extraerse de incluidos los trabajadores de las industrias domésticas
1.300
sus productos por medio de esa destilación. El consumo de licores destilados se 2. Trabajadores no especializados, incluidos los asalariados agrícolas
hizo importante en Europa a lo largo del siglo XVI1, y Amsterdam fue su princi- e industriales y los mineros
1.275
pal emporio. 3. Soldados y marineros
220
4. Artesanos especializados
240
5. Dependientes de tiendas y hospederías
225
6. Agricultores .
3. Los HOMBRES 750
7. Pequeños propietarios
660
8. Medianos propietarios
En lo referente al período considerado preestadístico, que incluye los siglos 280
9. Pequeños comerciantes, bajo clero y empleados públicos de grado inferior
118
por nosotros estudiados, los demógrafos se muestran muy vacilantes a la hora de 10. Grandes comerciantes, alto clero, empleados públicos de grado
superior
avanzar cifras globales e inclúso regionales. Los datos disponibles son cierta- y oficiales del ejército y de la armada
104
mente de naturaleza bastante distinta a los que pueden tratarse en la fase postin- 11. Abogados y otras profesiones liberales
145
dustrial, aunque no se excluye que puedan proporcionar indicaciones bastante rl- 12. Grandes terratenientes
30
gurosas si se saben buscar y aprovechar. Por otra parte, no hay duda de que los 13. Nobles, baronets y caballeros
27
hechos demográficos son muy reveladores, además de indispensables para la
TOTAL
compresión de muchos fenómenos históricos. 5.374
Antes y después del siglo xvi la distribución de los hombres en la superficie FUENTE: G. D. H. Cole.
terrestre era sumamente irregular. Mientras que por un lado el 70 por 100 aproxi-
madamente estaba concentrado a principios del siglo xv1 en el 7 por 100 del te-
rritorio disponible, por otro, en el suelo europeo -——que representaba el 2 por
países europeos durante las últimas décadas del siglo XVI y casi todo el xvIL
100 del total— se hallaba concentrado del 20 al 25 por 100 de la humanidad. En Con todo, la tendencia al declive se acentuó en torno a 1650 por la sucesión
efecto, los dos grandes polos demográficos del planeta eran Europa y China, de
crisis de subsistencia, epidemias y conflictos militares. Por lo que respecta a
cuyas poblaciones estaban en continuo aumento. De los 50-60 millones de ha- las grandes ciudades, el promedio de defunciones fue claramente superior
cia 1400 los europeos pasaron al menos al doble a fines del siglo XvH: en el al
de nacimientos. Si la población urbana no disminuyó siempre en la misma pro-
mismo período, los chinos pasaban análogamente de unos 70 millones a unos
Pa ello fue debido al continuo fenómeno de la emigración del campo a la
120. El crecimiento, sin embargo, no fue continuo ni en una ni en otra área,
ciudad.
aunque lo fue bastante en ambas. Como ya se ha visto, el final del siglo XIV re-
presentó un momento de clara disminución, seguido por un estancamiento y
luego por una decidida recuperación, que culminó a finales del siglo xvi. En TABLa 3 Población aproximada de algunas ciudades europeas
cambio, el siglo xvHn supuso sustancialmente un nuevo estancamiento, en algu- (en miles de habitantes)
nos casos una caída demográfica, antes de producirse el renovado y gran im-
pulso. del siglo XVI. - y hacia hacia hacia hacia hacia hacia hacia
Ciudades 1 300. .
- Antetodo, la mortalidad fue claramente mayor en el siglo xvH que en el an- 1400 1500 1550 1600 1650 1700
terior, principalmente la infantil. De los sondeos efectuados en ambientes de la Italia :
aristocracia y por tanto privilegiados, resulta que de cien niños de aquellas fa- Bolonia 55 55 63 58 63
milias sólo 61 estaban aún vivos a los quincé años. En estos mismos ambientes, Bresci > 50 40 50 40 35
entre: 1580 y 1679, dé.cien varones vivosa la-edad.de quince años sólo unos 41 Como 10 11 9
llegaron a los cincuenta. Un estudio sobre la aristocracia danesa ha puesto cla- Ferrara 33 25
ramente de relieve que la mortalidad era más'elevada entre 1630 y 1679 que en- Florencia 95 55 70 60 80 70
27
80
tre 1530 y 1579. Se ha observado igualmente cierto paralelismo entre las depre- Génova 63 70
Lucca
siones económicas y la disminución del crecimiento demográfico en muchos 25 25
Mantua 27 35 31 15 20

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94/250
192 EL SIGLO XVI
PERFIL ECONÓMICO Y SOCIAL DEL SIGLO XVH 193
TABLA 3 Pi oblación
ión aproxi
aproxi mada de algunas ciudad
¡ es europeas
(en miles de habitantes) La guerra de los Treinta Años provocó una parada brutal del desarrollo de-
mográfico en Polonia y en Alemania. En las décadas correspondientes a esa gue-
hacia hacia hacia
a hacia rra, también en Bohemia la población disminuyó de 1.700.000 a 930.000 habitan-
hacia ha i 1
Ciudades
1300 1400
II 1500 1550 tes, y en Moravia de 800.000 a 600.000. En el caso bohemio (que no fue el único
¿_ >1600 1650 00
Italia en Europa) la disminución fue debida al éxodo masive de unos 150.000 protes-
o 100
o tantes en 1627 (cuando el emperador Fernándo H decidió Expulsar a los nobles
50 110 Ñ 95. - 100
pol que habían rehusado convertirse). La guerra de los Treinta Años afectó sobre todo
210 250 300 210
po 30 27. a Alemania. Al término del conflicto, ésta contaba con el 40 por 100 menos de ha-
32 35 25
pa ler mo 50 bitantes de los que tenía a su inicio: en algunas zonas las pérdidas alcanzaron el 50
80 - 100 100
poa por 100. Mientras los centros urbanos alemanes perdieron cerca de una tercera
16 20 25 20
avía 30
18 13 18 19
parte de sus efectivos, una región como Wiirttemberg no volvió a recuperar su an-
Pistoia 20
11 4 8 terior nivel demográfico hasta 1730. Un retroceso análogo, aunque no tan grave,
Bom:
Roma 8 8
> Me 110 126 se observó también en otros países europeos. Entre 1568 y 1648, por ejemplo, en
" 135
1 19 Brabante se anularon los progresos registrados por la población en los setenta
an 4 14 20 10 7 años anteriores. Por otra parte, la peste de 1630 redujo en más de una tercera par-
Venecia
115 160 150 120
erona 20
140 te las poblaciones de las ciudades italianas, lo que equivale casi a la población ru-
40 46 55 25 ral de la llanura del Po. En Cerdeña, en cambio, fue la carestía de 1680 lo que re-
Alemania dujo a sus habitantes de 300.000 a 230.000. Las pérdidas humanas causadas por
Hamburgo 7 20 las devastaciones que acompañaron a los turbulentos años de la Fronda (1648-
20 19
Colonia 30 35 1653) sobre todo en la zona de París y en la Francia septentrional fueron casi del
Frankfurt 10
Leipzig 25 20 por 100. Una nueva crisis demográfica tuvo lugar en Francia coincidiendo con
7 15 1 2 la carestía de 1693-1694, que afectó principalmente a los campesinos pobres.
Viena 20 60 > 2 Otros descensos demográficos se registraron en Dinamarca en torno a 1650, en In-
Francia glaterra por la viruela (particularmente dañina tras la restauración de los Estuardo)
Lyón y en Finlandia por la carestía producida entre los años 1696 y 1697.
70 90
ParísÍ 100 Si se hiciera una clasificación escalonada de la densidad demográfica entre
300
Ruán 40 las zonas europeas en torno a mediados del siglo xv se obtendría un resultado
Toulouse 80 eS
223 35$ 42
de: 44 habitantes por kilómetro cuadrado en la Italia septentrional, 34 en Francia,
43
una veintena en Alemania central y un poco menos en Castilla, y 5 en Rusia y en
Países Bajos
Ucrania. En cambio, si se considerasen los distintos países según la población
Amsterdam
1S 35 1 existente dentro de sus fronteras políticas, Francia obtendría con gran ventaja el
Ypres 11 8 e > » primer puesto con cerca de 16.000.000 de habitantes (distribuidos en 460.000
Inglaterra km?), luego las islas británicas y España con menos de 8 millones, y finalmente
Londres 35 Holanda con 2. Por otra parte, si se siguiera una progresión en el tiempo, se vería
70 80 250 450 600 a la población suiza pasar de las 600-650.000 almas en 1450 a las 800-850.000 en
Suiza 1530, al millón en 1600 y a 1.200.000 en 1700. Cada país era sin duda un caso en
Ginebra 5 137 sí mismo. En efecto, si en apariencia Suiza no fue directamente afectada por los
17
conflictos bélicos, pagó su alto tributo a las guerras con su aportación de merce-
España
narios. De 50.000 a 100.000 suizos habrían caído guerreando en luchas ajenas en
Barcelona
Madrid
el siglo xv, y de 250.000 a 300.000 en los siglos xV1 y XVIL Por otra parte, si
Sevilla 5 en los cantones suizos se registró un aumento demográfico en el siglo XVH, no su-
100 150 125 cedió lo mismo en Italia, y sólo levemente en Inglaterra.
1975FUENTE
po :Je
C. M. Cipolla
polla,. Stori,
Storia economica
ica dell'E
En cambio, la emigración del campo a la ciudad actuó de modo muy decisi-
del Eur Í ustrialí e, 11 Mulino
uropa pre-ind i , Bolonia, vo, sobre todo hacia las capitales, como ilustran principalmente las urbes de Pa-
rís y Londres. La primera necesitó tres siglos (desde principios del xIv hasta fi-

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95/250
sustsrses EL SIGLO XVI PERFIL ECONÓMICO Y SOCIAL DEL SIGLO XVH 195

nales del xrv) para incrementar su población de 100.000 a 200.000 habitantes. Le encontraron el modo de instituir una
red
: de relaciones económicas sumamente
bastaron cincuenta años —de 1610 a 1660— para que la población se doblase de notable. En centro s como Ragusa, por
ejemplo, en unas pocas décadas —entr
nuevo: la ciudad contaba con cerca de 450.000 personas en 1684. El desarrollo nales del siglo xv1 e inicios del xvIr— los e fi-
hebreos tomaron en sus manos casi to-
de Londres fue totalmente análogo: a mediados del siglo xv tenía 100.000 almas os. hilos
dos los ! de los comercios; en otro s centros
TOS,
, como Veneci a, constii tuyeron un
aproximadamente, el doble hacia 1610 y casi el cuádruple en 1665. Cabe señalar creDo > AN fundamental. Manteniendo aún contac
tos con la Peníns
que, a diferencia de otros países —sobre todo Italia y Alemania—, Inglaterra ca- A, e eran origina
$ rios, ,Mmu chos exilia
ula
ili dos refugi1 ados en Amsterdam y
recía de otras grandes aglomeraciones: sólo cuatro (Norwich, Bristol, York y ÓN 1 la penetración nórdica en los imperios españo
Exeter) superaban en el siglo xvI1 los 10.000 habitantes. Madrid y Viena se ha- As E n l y portu-
Inglaterra, del tiempo de Cromwell en adelan
te, los hebreos lograron te-
bían convertido en grandes ciudades europeas -—ambas con unas 100.000 almas importante red de relaciones en el ámbito de
las finanzas
a finales del siglo XVII —, aunque sobre todo Amsterdam, que dobló su población
entre 1622 y 1700, llegando hasta los 200.000 habitantes. En cambio, Venecia y
Amberes retrocedieron también demográficamente, perdiendo la segunda más de 4. LAS TENDENCIAS DE LA ECONOMÍA
la mitad de su población entre 1568 y 1569 y la primera sin llegar ya en el siglo
xvm a los niveles de población precedentes (en 1624, en efecto, tenía 142.000 ha- El siglo
g XVI, al contraz
ni 10 que el 1 anterio
MIerior
: ,
bitantes). Uno de los raros centros que aparte de las capitales destacó por su cla-
n: Oe Ss para
pal Europa a una fase
Ss de de S á-
rrollo y de expans
p ión , P ese a amy p. liar S ee Intensificarse
ro ascenso fue Leiden: de poco más de 12.000 habitantes en 1581 pasó a tener
los intercambio. S con lo S
demás continentes. Cuan
- d O los €S p ecialis ta. sh ablan
44.000 en 1622 y 70.000 en 1685: con todo, la crisis textil allí producida provo-
de 1 ae conorr
omi ía de e S e p perí10: =
do suelen emplear términos negati vOsS como
có su declive. En el polo opuesto de Holanda cabe situar a Polonia (de las 700 po-
1SIS,
crisis, de p Tresiones o recesiones > al
18 ual q ue h hacen los der 1 Ó grafos. Incluso se ha
blaciones que poseían el título de ciudad sólo ocho superaban los 10.000 habi-
+ co deducido de ell q ue en muc ho, Ss
países tales dificultades provocar o
on —sobre todo alrededor . >
de
tantes) y a Hungría, que en 1680 parecía un desierto.
1660— un triunfo
mas fácil del absolutismo y Su aceptación por
Entretanto, la peste disminuía lentamente, fuera seguramente por la difusión
parte de las clases dominantes. En
Ciertas situaciones esto E uede
de una raza de ratas marrones que habría eliminado a la precedente portadora de
erificarse efecti amente
terra haci a mediad
1 os de siglo—
i , en el sentid
O Ingla como ! rancia
j o de que se haya invocado el orden
las pulgas pestíferas, la rata negra, o por la sustitución de la madera y la paja por de una monarquí: a fuerte para hacer frente
Ó dene j
a los desór
ladrillos o piedra en las construcciones de las casas. Pero, en contrapartida, la In- NAS
de aumento del poder estatal, sin emb argo,
fue un fenómeno de largaA duraci
tolerancia religiosa provocaba desplazamientos más o menos forzados de pobla- corto ón en
COSO
la Al pane ente comprometido. Se inició
ciones enteras o de grupos importantes. Entre 1609 y 1614 el rey de España Feli- 1 si zado o condicionado por múltiples facto-
pe II expulsó de sus dominios a cerca de 275.000 moriscos, que en parte se res, no siendo el último de ellos la necesi
dad que cada Est. de la de manifes,
dirigieron hacia el norte de África y en parte hacia Levante. Otros movimientos nen más sólido
tarse i en el juego cada vez más reñido y rudo de de las
las rela
relacioones
IAN inter-
migratorios fueron los de los protestantes de los Países Bajos, de los hugonotes 0 bar, peso que este proceso emergió
de modo más evidente
franceses (cerca de 175.000 entre 1685 y 1700 como consecuencia de la revoca- Lane de made E o XVII, se ha considerado más un nacimiento
ción del edicto de Nantes) y de los escoceses. El único caso de emigración casi a que una
e > msn siguió siendo una cuestión interna
voluntaria fueron las decenas de millares de ingleses en dirección a las colonias europea, no
del norte de América. En cambio, en la prolongada guerra que se entabló en Ir- económica, es más probable que se e
ies anales do e
landa entre 1641 y 1652 hubo un auténtico exterminio de la población autóctona, En este plano se observa que el aumento o
de las especias. O
que perdió aproximadamente medio millón de personas. Mientras millares de equiparación de la relación asiática oro-pl
ata con la curo e:
da
o o
soldados y de colonizadores ingleses se enriquecían en la isla, gran parte de los súbitamente a los productos o
xica o
“irlandeses tuvieron que tomar el camino del exilio. estancamiento al eos en lo referente
O eo
Un grupo étnico cuya diáspora tradicional se agravó a partir del siglo xvI fue Si se considera sobre todo Europa, a pesar de
la interdependencia de las di-
el hebreo. Comos sabido, en los países en que eran tolerados los hebreos esta- Vgrsas Zonas, está claro que Holanda e In
glaterra se resintieron mucho menos de
ban generalmente obligados a viviren guetos; que sin embargo no necesariamen- las dificultades económicas generales qu
e España o Polonia. Dados los estrechos
te eran un refugio seguro (basta citar el saqued déT gueto de Frankfurt en 1612). vínculos entre las actividades desarrolla
das al norte y al sur de los Alpes, la rece-
En los siglos xVI y XxVu, no obstante, desde Levante hasta Ragusa, desde Italia sión de las ciudades de la llanura italian
a asentamientos muy a del Po repercutió en las ciudades del sur
hasta Alemania e Inglaterra, los hebreos supieron dar cuerpo de Alemania. Análogamente, la econor nía
de esta última región y la de Renania
fructíferos y a una especie de internacional de los negocios. En un mundo que se se resintieron negativamente del colap:
so de Amberes, que también fue pernicio-
dividía en campos opuestos por la intolerancia religiosa y política, los hebreos so para España. No obstante, fue decis
Ivo que la modificación de los circuitos in-

96/250
96/250
196 EL SIGLO XVI PERFIL ECONÓMICO Y SOCIAL DEL SIGLO XVIL 197
tercontinentales fuera tan importante para Europa
como las mutaciones que se países septentrionales no se produjo una auténtica disminución de las fuerzas co-
produjeron en su interior. Los historiadores de la econom
ía ven en el siglo xvi
una constelación de depresiones (desde la produci
da en 1620-1630 hasta las de no en los períodos precedentes, también en éste las monedas de oro y pla-
mediados del mismo siglo y las de 1660-1670 y 1690-17
00), sin tener en cuenta ta no eran objeto de circulación popular, sino que tendían a concentrarse sn ma-
que, particularmente sensible en España y en Italia,
ya había sufrido una a finales nos de quienes se ocupaban-del-somercio externo. A escalaEp el metal pre-
del siglo xv1I al decaer las importaciones de metales
preciosos de América::En cioso provenía sobre todo de España, aunque las exigencias des as mansaciones
el siglo xv11, por otra parte, la economía castellana
acusó bastante brustamente el lo enviaban constantemente hacia Oriente, tanto a través del Báltico como por la
final de un período de expansión, así como un retroce
so demográfico y dificulta- vía de Levante y del cabo de Buena Esperanza. Para el incremento de sus nego-
des financieras. La disminución de las llegadas de oro”y
plata a España se volvió cios, tanto los holandeses como los ingleses tenían necesidad constante de esté
a registrar entre 1610 y 1620, seguida de una contrac
ción de los comercios entre metal. Los primeros, en particular, pudieron consolidar tan sólidamente su pe
la madre patria y los virreinatos del otro lado
del Atlántico. Se ha calculado sencia en Noruega, Dantzig, Kónigsberg o Rusia gracias sobre todo a disponer e
que la quinta parte correspondiente a la corona de
los metales preciosos importa- esos metales. Las Provincias Unidas habían concedido libertad de movimiento 2
dos pasó de once millones de pesos en el quinquenio
1601-1605 a 600.000 pesos las divisas y al mismo tiempo lograron constituir un gran mercado de lingotes e
en el quinquenio 1656-1660. La inflación monetar
ia que se derivó de ello no se oro y plata. Sólo en las últimas décadas del siglo xvH los holandeses ro ps
bloqueó hasta 1679 con las medidas tomadas por el
gobierno de Carlos IL Tanto prohibir la exportación de plata, cuyos precios habían subido de modo NN lo
los Fugger como los financieros genoveses, afectad
os de lleno por la insolvencia Sobre todo en la primera mitad de dicho siglo tanto los holandeses como Jos mn
provocada por las repentinas bancarrotas ibéricas,
habían tenido que renunciar a gleses dispusieron de notables reservas monetarias, fuese porque no a an E
sus lucrativas funciones.
rectamente implicados en graves conflictos bélicos, fuese porque su balanza co
La economía mundial de España, tras haber condicionado el desarrollo euro- 1 ositiva. Ñ
peo del siglo xv1 lo influenciaba ahora más bien
negativamente mientras su flota =a paola se obtenía a cambio de trigo, cobre, estaño, cidos Y má
mercante declinaba de modo claro. Con todo, las dificult
ades que padecieron los dera. Una parte se iba hacia el Báltico a través de Sund y otra hacia las n ias
países meridionales no dependieron solamente de
la trayectoria seguida por Es- Orientales y China. El valor de la plata con respecto al oro y a las mercancías se
paña. En el Mediterráneo, en efecto, repercutió
en las primeras décadas del siglo hacía tanto más elevado cuanto más orientales eran los mercados en que se tra-
xvun la llegada masiva de los holandeses al océano
Índico, su acaparamiento de ficaba. Por ello no resulta paradójico que en Europa se emplease cada vez más
las especias y de los productos del mercado persa,
que ahora llegaban a Amster- el cobre para la acuñación de moneda, haciendo circular el llamado on
dam por la ruta atlántica. Por lo demás, las
marinas mediterráneas, como ya se ha (piezas de escaso valor acuñadas con poquísima plata y mucho cobre). AIN n
indicado antes, con la única excepción de la francesa,
cedían el paso en aguas de las cecas faltaba la plata, en Francia se recurrió también a las monedas de co re
Levante a la victoriosa competencia de las naves
holandesas e inglesas. Se resen- a partir de 1602. La circulación de este metal se hizo aún mayor desde PS
tían de ello en particular las exportaciones italiana
s, y por consiguiente la propia mento en que el producto de las minas suecas se difundió por Europa. Dea í de-
producción de la península. Por ejemplo, mientra
s que en 1628 había en Milán rivaron numerosas devaluaciones (a las que escapó sobre todo ha libra esterlina,
más de 5.000 telares de seda, en 1662 había alreded
or de 200; siempre en la mis- la moneda más estable de este período). Las devaluaciones más fuertes se pro-
ma ciudad, hacia 1600 se producían 15.000 piezas
de lana y en 1640 sólo 3.000. dujeron en Turquía, Polonia y Francia, aunque las hubo también en Rusia por
La eclosión de semejantes fenómenos no se debió
solamente al conservadurismo ejemplo, donde el cópec de cobre sustituyó al de plata OA on p
de los reglamentos corporativos, a la presión fiscal
o a los altos niveles salariales, ción al oro, la plata se devaluó en Europa desde mediados del siglo xv. Hay
sino también a la competencia de los tejidos ingleses
y holandeses introducidos que señalar además que a partir de 1670-1680 llegó al mercado un nuevo prota-
directamente en los mercados mediterráneos por
sus respectivas marinas. En el gonista: el oro de los yacimientos aluviales brasileños de Minas Gerais (Mato
mismo período, la economía balcánica acusaba también
un notable estancamien- e la región de Bahía. , o
to, y puede afirmarse que mientras la tendencia
favorable general se produjo en ES anar del siglo xvH los imperativos religiosos perdieron también
el sur de Europa ya a finales del siglo xv1, en el norte
se hizo sentir, aunque de su primacía sobre la actividad económica, aunque la noción de justo precio sguiS
manera diferente, sólo algunas décadas después. A
excepción de Riga, la activi- estando viva y siguió inspirando la política de las autoridades, sobre todo en
dad de los puertos bálticos sufrió entre 1620 y 1650
un declive que llegó a reper- campo de la alimentación. Claude Saumaise, en su libro De usuris 1638) am
cutirincluso en Londres. En Alemania la depresión fue análoga, aunque
antes y peró la severidad calvinista con respecto a los préstamos e intereses. zn este p
después de la guerra de los Treinta Años se produjo
un notable desarrollo en ríodo, sin embargo, también es bastante difícil sostener que el amo
Hamburgo y en Leipzig. En suma, aun cuando Europa
entera fue invadida pro- cuanto tal contribuyese a la consolidación de la clase mercantil. Tuvo que produ-
gresivamente por una oleada de crisis en la primera
mitad del siglo xvi, en los cirse, en efecto, la intervención de la autoridad secular —es decir, la de los Esta-

97/
97/250
198 EL SIGLO XVII
PERFIL ECONÓMICO Y SOCIAL DEL SIGLO
XVH 199
dos de Holanda— para salvar de la exclusión de la comunión a los banqueros que ro O
declive de los artículos ingleses de
lana en el mercado europeo. Mientras que
habían practicado la usura (1658). A partir del siglo xvH las sectas protestantes se aprinol 1: as telas ingles
glesas
as de col olor púrpu ú ra se mantu-
correspondieron ciertamente cada vez más con las comunidades dedicadas a los o as por el aumento moderado de su precio
(55 por 100 en siglo y
negocios, pero el grueso de los calvinistas siguió estando formado por una masa , 10 de las cariseas (telas bastas d e
estopa y también1 de lan:
de artesanos descontentos o una pequeña nobleza pobre. Los niveles salariales se tonces de mucho u so en las plazas de los Bal
Canes y Me
Y
de Levante, cayó e e
deterioraron en general entre la segunda mitad del siglo XVI y principios del si- uno del o XVH y no se estabilizó a principios del
xvar a
guiente, durante el cual se mantuvieron relativamente estables con una levísima OS 1n
UNA oe saron
za a hacerl
C e tambi
E 1é la competencia a los holandeses en
én
tendencia al ascenso. En contrapartida, los precios tendieron progresivamente a MAN . : and Company —que intercambi:¡aba telas
por por | lino,
] cerealales
esl
disminuir. in no pa embargo, un volumen de negoc
ios casi insignificante en com
pon a el de sus rivales. En realidad, el esfuerzo
holandés dedicado al Bál
Cata que Y bo a u
o que MA 1666, por ejemplo, las tres cuarta
s partes del
7

5. LOS COMERCIOS pal


o

Tr ia Boisa de Amsterdam e ran invert l id


idas
II en aquell ]
a zona.
para los comerciantes de Dantzig y
de los puertos hanseáticos
Pese a los progresos realizados en los tráficos terrestres, éstos se vieron per- 5, que debían exportar mercancías y
oluminosasÍ , la dispon 1 ibilid:
turbados tanto por los frecuentes y prolongados conflictos bélicos como por fe- Capaz y numerosa flota hol andesa era casi
l indisp
indi en sable. LLas ProyCN inci s AUni
nómenos naturales (como el avance de los glaciares alpinos, que afectó gra- aprovecharonesucesivamente en los mares
s septen
septen
entr t trionales 1 tanto deO lala part paráli áliio
sis dede
vemente a las comunicaciones entre ltalia y Alemania). Las administraciones OS o eman es durante la gguerra de ]los Trej reinta Años ñ como mo d de la guerraa ci-ci
públicas no fueron capaces de obviar la mala calidad de las rutas ni la difícil cir- o pales Ni Siquiera las actas de comer
cio emanadas desde Inglaterra y las tari
culación por los cúrsos de agua. Unos resultados bastante modestos, por ejemplo, anera
era Do Impuestas por Franciaj (1664 y 1667)
lograron quitar £ a los holan ' de- -
logró el intento de Sully encaminado a mejorar las grandes vías de comunicación; qa pama ' a Por otra parte, con el tratado de Nimega
más tarde Colbert recurrirá a las corvées para empedrar las carreteras principales. los franceses
a los holand s eses fuertes reduccccione
i s tarifar 1fariias. A fines
fines del siglo xvn
En cambio el Rin constituía un eje de importancia muy notable para las numero- po los tráficos entre Europa septentriona
l y Franci á como ' gran parte e de los trá-
sas chalanas que lo surcaban, llevando hasta Frankfurt del Main el pescado ho- 1cos ingleses en el mismo sector estaba
n todavía en manos de los holandeses.
tandés y los tejidos flamencos para regresar con cargas de vino, aceite, fustanes O
seda, etc. Tales embarcaciones tenían dimensiones adecuadas y sus tripulaciones,
TaBLa 4 Comprarass en Asiaj de una compañ
pras
especialmente holandesas, vivían en ellas de manera estable. Sin embargo, este 2 ía
Más comercial
¡ holandesa (en valores)
fenómeno no era parangonable al incremento registrado del tráfico marítimo de
mercancías vohuminosas, como los cereales, la sal, la madera y los productos co- de delia 1668-1670

loniales (azúcar, tabaco, algodón). lo de otal


(excepto
o 1619-1621 1648-1650
Fue interesante el desarrollo del comercio de la lana inglesa y sus productos. Ceilán) 1698-1700

Sobre todo en la época del florecimiento de Amberes, su exportación al conti- Especi


spe as 17,55 17,85 o 12,0: o
nente era ingente y excedía a la demanda local. La lana era llevada a un staple O iento 56,45
factoría, que tras la pérdida de Calais (1558) fue sucesivamente situado en Mid- : 16.06
50,34
14,16
503
36,46
Ls
5473
delburg y en Brujas. En 1617, la factoría fue abolida y se prohibió la exportación,
Coste total (en florines)
ya que toda la lana era necesaria para la industria insular, que además empezaba 2.943.000 6.257.000 10.813.000 15.026.000
a importarla de España. Los ingleses, y más exactamente los merchant adventu- FUENTE: F. Mauro, La.expansión europe
a (1600-1870), Labor, Barcelona
rérs, tenían otra factoría en los Países Bajos para la venta de tejidos de lana. Ha-
biendo sido devastada Flandes y caído en decadencia Amberes, la establecieron
en diversas ciudades de las Provincias Unidas, hasta que en 1655 la fijaron de indis+ Unayd
pensaeblelos princi
a lapales artículos casi monopolizados
por ellos era la madera,
modo permanente eh Dordrecht. Sirrembargo, desde finales del siglo xv1 Leiden A Actividad de los astilleros, en conti
nuo progreso. Tras el
“y Amsterdam se habían convertido en grandes centros de actividad textil, lo que g as reservas de madera españolas e
Ingles as en el siglo XVIL, em-
contribuyó al progresivo control por.las holandeses del comercio de piezas de lana. p: e o Ea pcender también ié las francesas: se tuvo que recurrir O

Los ingleses pudieron contraatacar estableciendo en Hamburgo su base de ventas ru y sobre todo al Báltico. - El enton ces a No-
El puerto princ
inciipal de la mader.
de telas de apreciada calidad. La actitud local les resultó favorable y la elección de ?Zig, adonde se llega era Dant-
gaba ba sieui
siguiendo el cursoS del Vístula:a; el otro, nlo 1 1 mportante
puert
la ciudad fue afortunada: con todo, la guerra de los Treinta Años provocó el cla- ra Riga, al que se transporta ba la madera de la cuenca del Dvina
Ha cia finales

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98/250
200 EL SIGLO XVII
PERFIL ECONÓMICO Y SOCIAL DEL SIGLO XVIL 201
del siglo XVIL cada ano
E zarpa
4 ban del centro letón cerca de 250 naves
nadera y de Dantzi
ig z
partía el doble; Z
cargadas de — igual que sus competidores— sedas, vinos dulces, tapices y pasas. Cabe preci-
para el tráfico de Noruega, en
lar deses empleaban cerca de 40
1670 los ho- sar que a fines del siglo xvi el estaño procedente de Inglaterra era el único que
00 O t onel
eladas S de arqueo.
eran insustituibles > por cuanto
En líneas
Í] 2 ener ales circulaba tanto en el Mediterráneo como errel resto de Europa. Entre 1480 y 1740
sus fl etes
te 1
eran los
porte incidían apr O. xX1Imadame
1 nte
masá ba JO: S 1 s costes del trans- su precio se dobló mientras que su producción se quintuplicó. Al lado de los ho-
e a dos IS t fercio
C1OS
landeses (que habían firmade-urr acuerdo con el gobiernoturco desde 1612) y de
S ODre
bri e 1 precio
So > d Se sa merca
al Negar e ncía
Í:
a su destino. La dependencia de los astiller OS
abastecimi e ntoy S báltic os de madera
ingleses COR respecto á los los ingleses, hay que mencionar además a los franceses de Marsella, por sus tran-
n O hiz O sin O ac recentarse en la Sseggunda Tai - sacciones en Levante. Fueron en gran parte estas marinas las que hicieron fortu-
na en el puerto de Liorna desde las últimas décadas del siglo xvI en adelante.
Así pues, el Mediterráneo era aún teatro de intensas corrientes de intercam-
TABL/ AS Ventas en Amste
y rdam de la misma
, compañía (en valores) bio, y de esa zona y en particular de Italia copiaron los países nórdicos la técnica
comercial, sobre todo en el campo de la contabilidad. Así, en las primeras déca-
% del total
1648-1650 1668-1670 das del siglo xvu los mercaderes holandeses se aplicaron atentamente a hacer su-
1698-1700
spe ias
Espec yos los métodos de la actividad bancaria. Tanto en el siglo xv1 como en el xvH si-
26,36 28,43
Pimienta guió sintiéndose mucho la presencia de operadores económicos italianos en las
32,89 28,99
TÉ y café EN plazas europeas. En Suiza, por ejemplo, fundaron manufacturas de terciopelo e
,03
0.03 4,10
Textiles
17,54
10 introdujeron la industria de la seda y el cultivo de la morera, liberando a los can-
23,77 43,45
tones de la dependencia económica de los países limítrofes. Florentinos, genove-
Precio total (en florines) ses y luqueses animaron el mercado financiero y actuaron por cuenta de los ma-
8.771.000 17.760.000 21.032.000
yores soberanos desde principios del siglo XVI: Orazio Pallavicino trabajó para
FUENTE: F. Mauro, La expansión europ
ea (1 600-1870), Labor, Barcelona Isabel, Zametti para Enrique IV y Burlamacchi para Jacobo 1. Análoga fue la fun-
ción europea de las familias que por motivos religiosos abandonaron Flandes: un
No d eb: e sorprender, pues,
impulso muy notable recibieron de ellas las plazas de Frankfurt (donde introdu-
qu e 1 lo s tr áficos
jeron la industria de la seda), Hamburgo y Colonia. Muchos se distinguieron tam-
a trav
ra és d el Sund danés fues € n su -
O intensos. Mientras que a Principios
bién en Francia, desde los banqueros Jan y Mateo Hoeufft hasta Samuel Bernard,
del siglo XVI se habían registrado
1 00 travesías al ano,
a fines del mismo siglo se
xXVvHn la media anual
fu ed e 3 0 oO O, aunque se
contaban ya 5.000. En el siglo desde Louis de Geer hasta las familias Crucius y Meerman. Todos esos hombres
contribuyeron a la expansión comercial con las técnicas aseguradoras, crediticias
trataba d e unidad es d de
cidad de carga: sólo las traves m ayo r capap: -
ías de as naves holande sas entre
y financieras. En efecto, un particular desarrollo tuvieron en esta época las socie-
1562 y 1657 fue
on 1 15 . 212 . Se ha calc
ulad O a demás que hac la
recorrían el trayecto con om p rendido entre Inglat
162) 0 losSs ba rcos CO hi O land eses que dades por acciones basadas en la inversión permanente de los capitales. En 1703,
e 1entos O . En 16 70 la flota de
errae y el Báltic ascendían a dos - por ejemplo, las inversiones hechas en esas sociedades alcanzaban en Inglaterra
1 as Pr O vVincias t ) nidas
taba con 135 unidades (excl
uidos los pesqueros y las
que Oper
p: abab do e en el Bálá í 120 Cc COn -
la cifra de ocho millones de libras esterlinas. La expansión de este capitalismo
280 tonelad a sd e capac
id: ad mel dia. .] ste te tone. 1
embarcaciones menores)
de comercial favoreció innegablemente también la reorganización de la producción
aj e repr esentaba masá del
f ot a mercaerc ntil in gS lesa entera
AS
0. .
doble de la industrial.
y US q uintas p artes> de la hol
Ola2 ndesa. sa. Losma hol ande:
d -
ses operaron activamente
tami xén en el Ártico: entre
1614 y 1641 se constituyó
companía una
a especializada para la caza
a d de 1 ia ballena y el comer
cio del aceite q que se E INDUSTRIAS
obte:
bt nía d e ellaCo, . Además de Ser Tr sus
6. MERCANTILISMO
s principales consu 5 mido: Tes es, > lo s 1 holOla ndese
de ess era n
los amos del Omercio de la sal. Una
Óptima € onfir
es la constatación de que
o mación Ó de su su prep
preponder ancia Como se ha puesto de relieve en otros casos, el siglo XVI se distingue en el
a pr mo 1pD10S O; de 1 Si g lo XVI > de lo, s 1
on
ron en en e el Pp u ert o de Lo: dres,
Ss 36 0 eran de las Prov
71 4 b al cos que entra- plano económico por la supervivencia de visiones de tipo feudal o municipal que,
OVInCIaSs U nicas das, , 2 07 ingleses y por la vastedad de sus aplicaciones, dieron vida a fenómenos en gran parte nue-
Las mannas nórdicas
vos. Tal es el caso de las políticas mercantilistas inspiradas en el nacionalismo.
fueron muy
Éstas contaban con numerosos precedentes en las practicadas por las ciudades a
activas en el Mediterráneo, donde en 1670
los holandeses empleaban doscientas haves
principio de la Baja Edad Media, aunque ahora tuvieron mayores repercusiones
con una capa idad media
toneladas. de 360
En esas aguas lo Ss un g lese Ss les hi cieron
preparand o 0 muy lentamente
una com o etencia muy y activa > en la escena internacional. En el siglo xvn, en efecto, algunos gobiernos de gran-
la Supre:
des estados actuaron basándose en la convicción de que era una de sus funciones
Pp macia que al Ccanza
anzarl ían e n el sl 2. lo XVuL
V A
Levante éstos llevaron sobre todo estaño,
disciplinar según determinadas normas la actividad económica de sus súbditos.
tejidos y armas, comprando a su vez

99/
99/250
202 EL SIGLO XVI PERFIL ECONÓMICO Y SOCIAL DEL SIGLO
XVH 203
Uno de los criterios directivos era controlar el volumen de las importaciones y bastante
a nu OP é logró Ó —como en Inglaterra— tener influencia en
desarrollar las exportaciones. Por esta vía se llegó a tener muy en cuenta la ba- E O mi a mera en efecto, el rey y sus consejeros
la
lanza comercial e intentar equilibrarla con la producción agrícola e industrial. La sabían que de-
expresión «balance of trade» fue empleada por primera vez en 1618: tal idea con- cales e inmed
a iatos. -EEn Fran > en ci
camba,
io, ,e inter
elimar és eldel sobeIS
rano y deinter
loseses
tribuyó a la elaboración de teorías sobre el equilibrio económico nacional. Pero Da A a ercio EN preferentemente aristlo.
ó-
político y fiscal. Esto explica el gran
estas ambiciones no podían dejar de traducirse en incentivos para conflictos ar-
mados. La agresividad económica que estaba fuertemente implícita en ello lleva- radores económicos hasta onto
ba a la guerra propiamente dicha cuando ya no eran los particulares los que se ims- dustr e eos sim
str ias. El objetivo princ) ipal del minis
tro
st de IN era aumente:
piraban en esa idea, sino los gobiernos. En efecto, la guerra apareció como la pbcos y reformar el sistema tribu ingres in
tario. En un país en que el
: desembocadura natural de las rivalidades económicas y el comercio como su pro- nimo € minuciosa reglamentaci os
ón industrial. la acción de Col bert
longación por diversos medios. Esquematizando: a los motivos dinásticos de sus éxitos en el abastecimiento de consiguió

artículos militares y navales y en>
conflicto propios de la Europa de los siglos xIv y xv y a los confesionales im- de objetos ON de lujo (porcelanas, la producción
as, encajes, muebles, es pejos, etc.).
plantados en el siglo xvI se unieron entonces los específicamente económicos. ndando establecimientos o manufactur Estos últimos se
as cuyo objetivo no era sola-
Aunque no fue el principal, la rivalidad económica constituyó un componen-
te relevante de la primera guerra entre ingleses y holandeses. El Acta de Navega- O
más célebre fue la de los Gobe
linos, situada en la periferia
ción de 1651 se proponía eliminar a los holandeses del comercio de importacio- a o de París, que tenía
E abricación de muebles y tapices. La
nes a Inglaterra: los decretos de 1660, 1662 y 1663 no hicieron más que extender familia Gobe-
ortun a en el siglo xvi, se retiró de
su radio de acción. En virtud de dicha Acta, sir George Downing se empeñó en do aas los negocios renuncian
sus las y vidad
activi es a fin
Í de conseguir] títulos de renta
reservar únicamente a la flota nacional los tráficos entre la madre patria y las co- a 2 e fundó la manufactura homónima,
y cargos públicos
lonias. El segundo conflicto entre ingleses y holandeses, en 1665, fue considera- pa confiando su di ión ge-
e ert y emprcando a gran núme
ro de artesanos de los oficios
do el clásico ejemplo de guerra comercial. Ciertamente el antagonismo se hubie- a :- En Un plano de orden generaliz ado, la más
ra prolongado y agravado si no se hubiera hecho sentir cada vez más la amenaza revocación1Ó del edi
no afectó gravemente a 1 a economía
Í francesa, ' > puesto e ue la ma
de una hegemonía francesa en Europa. Los holandeses, en efecto, además de cho- presarios protestantes no abandonaro Í
n el país. 0 pos
car con el mercantilismo inglés, no tardaron en hacer lo propio con el francés. Las o el transcurso del siglo xv la em
organización de l a industria sigui
tarifas aduaneras de Colbert de 1664 y 1667 pueden ser consideradas el antece- poo
no obstpes un retrasE o basta¿ nte consi1derable con respe
ó llevando,
dente de la guerra de 1672-1678 (véase el capítulo 4). Para ingleses y franceses cto a la del comercio. a pe
a des : persistent
! es 1reglamentaciones Corpo
rativ1 as. sólo
SólÓ en 1 Inglaterra
errá y en' Ho- -
la desorbitada actividad marítima de los holandeses era incompatible con la no- NOAA ost ra Logró sustraerse al contro!
de las guildas y responder de ón
ción de soberanía económica. Para los holandeses, en cambio, la razón de Estado EA as exigencias de la demanda y modo
de la moda. El grueso de la activ
estaba subordinada a los intereses privados del comercio, en tanto que el bienes- PNTE
a pi el sector textil, siguió siendo de idad
3
tipo artesano o incluso domés
tar público no era conciliable con las exigencias fiscales y políticas de los go-
1 1 1Ó 1
. se ica era la mayor parte de la p :
produc ció n de p prendas s de de lan:
ucció lana: y se cal-
biernos monárquicos. Desde los primeros años de su guerra de independencia, el e ña zona de Manchester, en 1696, ¿1
los operarios que trabajaban en sus
espíritu de tolerancia había hecho confluir hacia las Provincias Unidas a una 10 da a 20.000. A pesar de algunos momentos
masa de hombres capaces y provistos de capitales. Casi exentas de una adminis- , dé crisis (1622, 1657
a textil inglesa fue bastante próspera,
tración centralizada, las Provincias Unidas debieron su prosperidad a una multi- p or las medi además de estar protegida
edidas gubernativ1 as (salvaguardiaÍ
de los abastecimientos, de los merca
tud de agentes, fletadores y refinadores de-bienes producidos por otros. Por eso dos, etc.). ) Esta indusi tria1 supo sacar gran partiÍ do de
animaban a comerciantes y fabricantes a crear riqueza en libre competencia, va- la inmigración de numerosos
liéndose de una pronta disponibilidad de dinero a bajo tipo de interés. En lugar de
invertir su dinero en tierras o en la obtención de cargos públicos, invirtieron sus
ahorros en títulos de préstamo público, en empresas de pesca o de transporte ma-
los holandeses se vieron obliga-
rítimo. Partidarios de'la libertad de navegación,
dos a soportar un gravoso régimen fiscal a causa de los conflictos en que se ha-
llaron implicados, al ser su Estado pequeño y pobre en recursos y población.
Casi opuesta era la situación de Francia, desde hacía tiempo orientada hacia
el proteccionismo (en 1572, por ejemplo, un edicto prohibió la importación de te-
jidos extranjeros). Aunque allí se había formado una comunidad de negociantes

100/250
204 EL SIGLO XVH1

a conoducción de la industria de la fundi


ción tanto en Inglaterra como en Sue-
sa De uyó a desplazar a favor de los países nórdic
os el equilibrio económico
Desde finales del siglo xv1 la industria
inglesa del hierro desempeñó un:
función notable en el desarrollo de
la navegación y así pudo lanzarse ala
tación. En el ex or.
siglo xvHn se empezó a revestir las quilla
s de las naves-£on cel .
láminas de plomo, y hacia 1670 se invent
ó en Inglaterra la fabricación de crista.
les de plomo: aunque eran menos aprec
iados que los de vidrio veneciano sus
productos eran claramente menos costos
os: Los crisoles y los hornos con ue se
obtenían estos cristales eran de carbón
empezado a sustituir en gran escala a la
. A partir del siglo Xv1 este” último
había 3. LAEDAD BARROCA -
madera como combustible, al menos e
Inglaterra y en la parte septentrional de
Francia. Más que de una novedad se tra.
tó propiamente de un recurso que se hizo
necesario a causa de la escasez que hi 1. PREÁMBULO
bía de madera; no obstante, este acont
ecimiento fuvo una importancia ¿con
ca de primer orden. El uso del carbón á
se dedicó primeramente, además de a la Las obras históricas no pueden evitar dedicar su atención a las ideas genera-
calefacción de los edificios, a la
cocción de los ladrillos, a la extrac
a la fabricación ción de l 1 les que se refieren a su objeto y son usadas corrientemente como definiciones.
de la cerveza y al tinte de los tejidos, aunqu
e muy pronto SO Cada definición, a su vez, contiene o perfila un concepto, aunque se presente
tendió a la elaboración de los metales. El emple
o del carbón significó una die mio como puramente cronológica. Cuando se habla de «fin del Medievo» se puede
nución de los costes de buen número de Opera
ciones y condujo además dan pensar en la época sobre la que ha versado la primera parte del presente estudio.
mento de la producción y de los mercados. En
la segunda mitad del siglo sv al Con todo, al mismo tiempo remite a la Edad Media y a la idea que desde hace
carbón se había convertido ya en una importante
materia prima de la industria: siglos se ha acuñado de ella, es decir, la de una época anterior y distinta de la
sobre todo en Inglaterra, promovió el desarr
ollo de la actividad de los astillero llamada precisamente Edad Moderna. Estas expresiones generales, pues, no son
Sin ninguna duda su explotación, aunqu
e estuviera todavía en su fase relativa. culturalmente neutras o puramente técnicas, sino que se cargan de sentido por la
mente inicial, favoreció también en las
minas de donde era extraído el d relación que establecen no sólo entre los ritmos temporales, sino también entre
del sistema capitalista de producción. ollo
emo los significados que el conjunto de tales conceptos presupone, al menos implí-
citamente. ¿De modo que el historiador no puede evitar colorear la materia que
trata, es decir, interpretarla enel mismo momento en que la expone? Aunque qui-
siera limitarse, por ejemplo, a hablar de un siglo como el XVI, se sentiría inevita-
blemente impulsado a ir más allá del puro y simple cuadro de lo que sucedió en
aquellos cien años. Es decir, no podrá evitar personificar el período tratado, ca-
racterizándolo con lo que a su juicio lo distingue mejor de los demás. Esto signi-
fica que el historiador, más o menos directamente, da por sobreentendidas las
ideas que tiene de los otros períodos y del sentido de los restantes fenómenos que
sin embargo no trata, sirviéndose de ellos como referencias para enfocar su pro-
pio tema. Cuando esas ideas sobreentendidas condicionan fuertemente su presen-
tación de la materia, ello significa que el autor actúa también como filósofo de la
historia, es decir, como intérprete de su desarrollo de conjunto. En cambio, cuan-
do existe un equilibrio, es decir, cuando esas ideas son usadas solamente como
hipótesis abiertas y no como esquemas condicionantes, el trabajo del historiador
tiene mayores probabilidades de representar las situaciones reales.
El concepto histórico de «situación real» implica que en cada una de esas si-
tuaciones actúan elementos opuestos y múltiples, fuerzas de inercia y energías la-
tentes o detonantes, viejas o nuevas, tendencias seculares e impulsos más o me-
nos episódicos o momentáneos. Por eso ningún período tiene un rostro único: y
esto es lo que nos induce a usar por lo general términos históricos que se aseme-

101/250
206 EL SIGLO XVI
LA EDAD BARROCA 207
jan todo lo posible a sus contenidos. Sin embargo, en la exposición de procesos guesía titulada, de cuyas filas sin embargo habían
salido los más decididos opo-
que son inevitablemente temporales, la propia división en períodos es ya una sitores del absolutismo. En los puestos más elevados
de la administración públi-
elección y una calificación. Nosotros incluso hemos ido más lejos, pues además ca siguieron figurando individuos de la aristocracia,
de modo que los gobiernos
de los correspondientes a los siglos hernos empleado vocablos como Reforma y tenían una decidida impronta nobiliaria, no burgues
a, pese a lo cual todo un mun-
Contrarreforma en la medida en que nos ha parecido que correspondían a fenó- do de burgueses formaba las Corporaciones de recauda
dores, magistrados y abo-
menos auténticamente reales (así como «escolástica», «humanismo», «Estado», gados. En Inglaterra —-como a menudo en otros sitios-—-
, el comerciante no acce-
«absolutismo»). En cambio, hemos evitado cuidadosamente el término «Renaci- día en cuanto tal al manejo de los asuntos de Estado;
sin embargo, precisamente
miento»; y no porque no le correspondan manifestaciones precisas, sino porque allí, los industriales, los fabricantes y los plantadores
influían en la conducta del
padece en exceso de una visión unilateral y cronológicamente imprecisa. Parlamento. En Holanda los comerciantes formaron
un gobierno oligárquico se-
En cierto sentido, pues, deberíamos guardarnos también del concepto de «ba- gún sus propios intereses, aunque también una parte
de la burguesía se sintió
rroco», que el título del presente capítulo cita directamente. Sería ilegítimo pre- fuertemente atraída por los cargos públicos. En el
plano de la doctrina política
tender que «barroco» sea equivalente, y menos aún sinónimo, de siglo XVII, aun- florecieron simultáneamente los promotores de un régime
n absoluto, como Hob-
que sólo sea porque se refiere a fenómenos situados en ocasiones en el si glo xvIH bes y Filmer, así como los partidarios de un estado
constitucional, como Locke.
y porque atañe bastante más a unos sectores que a Otros. Pero no recurrimos a ese En el plano social, ni siquiera en uno de los países
más burgueses como Ho-
término para evocar un conjunto de caracteres y matices particulares en el campo landa la nobleza cayó completamente en decadencia.
En una nación tan ajena al
literario, arquitectónico o musical. Más simplemente, y creemos que no de forma espíritu de casta como Inglaterra, el número de miembr
os de la aristocracia au-
arbitraria, lo usamos para indicar que en esta edad coexistieron fenómenos parti- mentó en más del 50 por 100 entre 1615 y 1628, mientra
s que en el paso del rei-
cularmente opuestos y se cruzaron fuerzas contradictorias en grado sumo, con nado de Isabel al de Jacobo IT el número de caballeros se
duplicó. Pero la inflación
una constante tensión en todos los campos. En otras palabras, si en la historia eu- de los títulos afectó incluso a los ambientes más celosos
, ya que en España las fi-
ropea hay un nudo intrincado de diversas tendencias, se sitúa exactamente en el las de las Órdenes caballerescas se engrosaron y bajo
Felipe IV fueron creados
siglo XvH. No pretendemos, naturalmente, referirnos a los conflictos bélicos más de doscientos nuevos nobles titulados. Análog
amente, en la Suecia de la rei-
—Que no faltaron antes ni después—, sino al campo de las fuerzas subyacentes, na Cristina bastaron diez años para duplicar el número
de familias nobles y aumen-
que hace del siglo xvH una bisagra histórica, una auténtica articulación entre dos tar seis veces el de barones y condes. No obstante,
en esta atmósfera de dominio
fases distintas. En suma, si algo análogo puede decirse de todo el período que va aristocrático la función militar de los nobles decayó
o se modificó profundamen-
de 1350 a 1700, es posible afirmarlo con particular pertinencia de sus últimos te. En España los nobles perdierón casi toda experie
ncia personal de la guerra,
cien años. mientras que en Francia tuvieron que dejar de manten
er milicias privadas. Entre-
El siglo xvn es el primero en que las revueltas sociales ya no se expresan de tanto, en Suecia e Inglaterra se formaban auténticos
ejércitos estatales y no feu-
un modo preferente a través de justificaciones religiosas, aunque el componente dales, cuyo prototipo no tardó en consolidarse desde
Brandeburgo hasta Francia
ideológico confesional no estaba ausente. Pero, simultáneamente, es también el yAustria,
siglo en que la represión contra las minorías o simplemente contra los vencidos En el plano económico, precisamente en este siglo que
veía el triunfo de las
se hizo más dura y cruel alegando motivaciones confesionales. Aunque se seguía compañías comerciales y de los tráficos transoceánicos
, los regímenes estaban
sosteniendo que la autoridad procedía de Dios y no del pueblo, fue precisamente una vez más basados en la tierra. Unas veces se trataba
de los verdaderos siervos
en esta época cuando por primera vez se sometió a la pena capital a un rey inglés de la gleba, otras del latifundio: en algún caso, como
en Inglaterra, de predios
por delito contra el Estado. Más que en los siglos anteriores, en el XVH se creía desvinculados ya de derechos feudales; pero incluso
la burguesía de las ciudades
que los órganos constitucionales eran una garantía contra las tiranías, y por ello holandesas se orientaba hacia las rentas proporcionad
as por las tierras. En mu-
los Parlamentos se enfrentarón en enconados conflictos con ciertos monarcas. No chos países existió un vínculo totalmente directo entre
la propiedad agraria y el
obstante, la monarquía no se discutió casi nunca, y precisamente en esta fase las poder político. En la segunda mitad del si glo xvH
las producciones ciudadanas de
asambleas representativas fueron silenciadas por un largo período. El Zemskij Brandeburgo, por ejemplo, estaban sometidas a impuest
os, mientras que las pro-
Sobor ruso se reunió por última vez en 1653, las Cortes castellanas en 1665, la ducciongs agrícolas de la nobleza estaban exentas
de ellos. En el Piamonte el so-
Dieta de Brandebúrgorperdió su poderefectivo-en 1653 y el Parlamento de París berano se comprometió a salvaguardar los patrimo
nios rurales del clero y de la
fue parcialmente desautorizado a partir de 1670. o aristocracia (que en compensación suscribían la mayor
parte de los préstamos pú-
Cuanto más fuerte se hacía el poder del monarca absoluto, menos arbitrario blicos), aligerándoles notablemente los gravámenes
fiscales.
resultaba; cuanta más necesidad tuvo de eficientes ejecutores, menos se buscaron De este modo, tras un proceso secular, el absolutismo
triunfaba en casi todos
por lo general entre los príncipes de sangre real y los nobles de más alto rango. los países. Con todo, cuando llegaba a la cumbre
de su potencia, la autoridad del
Casi en todas partes se prefirió a los miembros de la nobleza menor y de la bur- príncipe se transformaba, cada vez más atada por
el mecanismo de poder que la

102/250
208 EL SIGLO XVH
LA EDAD BARROCA 209
sostenía, La burguesía, en la que tradicionalm
ente se ha querido ver a la clase do que en los países protestantes se alcanzó a fines del siglo xvH el grado de ins-
motriz del progreso en Europa, no podía manife
star más abiertamente su confor- trucción más elevado de Europa; sin embargo, también en el radio de acción de
mismo social y político. Es decir, que seguía
sin tener en lo esencial objetivos y la reforma católica se lograron progresos notables: en París, por ejemplo, desde
horizontes más avanzados que en el siglo xv1.
No obstante, era precisamente la la primera mitad del siglo xvH todas las parroquias tenían una escuela gratuita
burguesía la que se estaba preparando bastan
te inconscientemente para derrocar para los pobres, y a finales del mismo siglo el porcentaje de mujeres alfabetiza-
el orden establecido por el Ancien Régime.
Las masas campesinas, más que nun- das era casi igual al de los hombres. Por otró lado, en la ciudád calvinista de Ams-
ca sin guía, constituían un estrato social aún
más explotado que antes, aunque terdam en 1630 menos del 50 por 100 de la población sabía leer y escribir.
bastante más dispuesto ahora a apoyar a fondo
un sistema alternativo de socie- En cambio, es bastante más notorio que el sistema de censura de las obras im-
dad. En el siglo xv1L, por consiguiente, lo
que“sorprende no es tanto la variedad presas se hacía sentir mucho más en los países católicos que en los protestantes: '
entre los diversos países europeos, que sin embar
go se estaban aproximando pro- muchos tipógrafos emigraron de los primeros para refugiarse en los segundos.
gresivamente, como la maduración de ciertos
procesos de fondo que abarcan tan- Con todo, la censura actuaba con criterios diferentes según los estados: en Espa-
to la vida cultural y política como la social
y económica. ña, por ejemplo, se podía escribir libremente sobre -los problemas económicos y
coloniales, pero no sobre los filosóficos y morales. Por lo demás, el control de los
2. LA CULTURA gobiernos se podía manifestar casi tan restrictivo como el de las iglesias: así su-
cedió en París, de modo que el libro francés buscó desde 1650 una mayor liber-
Gran parte de la cultura más difundida siguió tad en los núcleos periféricos del reino. En París, siempre en la primera mitad del
siendo la transmitida -—sobre siglo xvH, un tercio de la producción editorial era aún de tema religioso, y entre
todo por vía oral y visual— por los ministros
de las distintas confesiones. El si- 1598 y 1645 la producción editorial de este tipo de libros fue en aumento. Desde
glo XvIT es un período de predicación intensa
y capilar, ciertamente más sistemá- el punto de vista de la lengua empleada, la progresión de los idiomas nacionales
tica y organizada que en los siglos anteriores. En
el campo católico quienes se sir- es relativamente lenta. En el último tercio del siglo Xv1 el 65 por 100 de los libros
vieron de modo más eficaz y hábil del magiste
rio del púlpito fueron sin duda publicados en Frankfurt no estaban escritos en alemán; en los primeros años del
alguna los jesuitas. En el campo protestante
los más aguerridos resultaron ser los siglo xvu descendieron aproximadamente al 50 por 100, y a partir de 1680 se re-
puritanos ingleses, cuyas comunidades design
aban a oradores parroquiales no so- dujeron a una clara minoría.
metidos a la autorización de predicar. Frente a estos
innumerables y activos pun- El xviL, no obstante, fue el siglo de las publicaciones políticas y de los perió-
tos de difusión religiosa había ahora un conjunt
o de cátedras escolares mucho dicos. Se ha calculado que en la época de la Fronda aparecieron en París más de
más abundante que antes. Se trataba de niveles
culturales distintos y poco comu- cuatro mil opúsculos de propaganda, mientras que durante la revolución inglesa
nicados entre sí: el primero correspondía a estrato
s bastante amplios y en gran (entre 1640 y 1661) se publicaron al menos quince mil. En el transcurso de este pe-
parte analfabetos de la población; el segundo, a
grupos más restringidos y de con- ríodo revolucionario los diarios británicos —cuya tirada media era todavía de unos
dición más elevada. A falta de indagaciones sistemá
ticas y verdaderamente fide- quinientos ejemplares— tuvieron un desarrollo prodigioso, pasando de 4 en 1641
dignas en esta materia, nos encontramos ante
datos que resulta difícil generalizar. a 167 en 1642 y a 722 en 1645. También en París, desde mediados del siglo xvu
No cabe duda de que la preocupación por saber leer
y escribir para poseer una se asistió a una disociación progresiva entre el mercado de los libros y el de los pe-
Cultura personal era sumamente rara: la mayor
parte de la gente buscaba la ins- riódicos, que acabaron constituyendo un sector autónomo de la actividad impre-
trucción como exigencia técnica o profesional.
Incluso en este aspecto la forma- sora. Los primerísimos periódicos o gacetas no eran sino las versiones tipográficas
ción de las ideas morales y de las normas de conduc
ta seguía estando en gran par- de los «avisos» que circulaban manuscritos en el siglo xv1, si bien ahora contenían
te en manos del clero. En segundo lugar, como parece
Obvio, había una diferencia crónicas reunidas procedentes de diversas ciudades europeas, y no ya de una sola.
bastante clara entre la alfabetización de la gente
de las ciudades y del campo. Se Se ha descubierto la existencia de dos ya en 1609 (uno en Estrasburgo. y. otro en
puede mencionar el caso de la zona de Narbona,
donde aproximadamente el 90 Helmsted), mientras que el primer semanario apareció en Frankfurt en 1615. Los
por 100 de los burgueses sabían leer y escribir a
fines del siglo XvI, mientras que gobiernos no tardaron en aprovechar este canal informativo. Richelieu encargó a
entre los artesanos urbanos el porcentaje era del 65
por 100, y en el territorio cir- Théophraste Renaudot la publicación de la Gazette de France (1631); el ejemplo
cundante el porcentaje oscilaba entre el 10 y el
30 por 100. Razonando desde una fue seguido en Florencia en 1636, en Roma en 1640, en Génova en 1645 y en Ma-
perspec tiva global, se observa que hacia mediados del si
glo xvr la instrucción es- drid en 1661. Inglaterra fue el primer país que tuvo una prensa de oposición polí-
taba ya casi tan difundida en París como lo estará
en el resto de Francia a finales tica a gran escala, en la que se distinguieron los levellers (niveladores), cuyo más
del siglo xvIr. Hacia 1380 los 100.000 habitantes
de la capital francesa poseían destacado exponente fue John Lilbourne, especialmente en los años 1648-1649. El
ya 41 escuelas públicas para varones y 22 para
mujeres, tanto unas como otras de siglo xVI1 fue también el primero en que hubo una literatura popular impresa, a la
pago. Las situaciones variaban mucho también de
una zona a Otra. Se ha afirma- que contribuyó en gran parte la narrativa novelesca.

103/250
210 EL SIGLO
3L XVII LA EDAD BARROCA 211
Este período no fue cultural y cient
íficamente muy brillante para las univer
sidades, que no supieron fomentar el -
desarrollo del saber, sino que se mantu
ron durant
e mucho tiempo fieles a la escolástica tradic vie-
ional. Su transformación
fue sin duda frenada por las exigencias
de la dogmática religiosa, que seguía
niendo sus baluartes en esas instituciones, sin te-
crear ningún estímulo para el cam-
bio de las materias y los métodos de enseñ
anza. Muchas universidades desem-
peñaron principalmente la función de
proporcionar hombres cualificados para
ocupar los puestos superiores de la admin
istración y de los tribunales. En mucho
servicios públicos, en efecto, se exigía s
ya un título universitario, así que los hi-
e Vilna
1578

dalgos, pequeños nobles o burgueses a la busca


Y

de cargos públicos debían pasar


antes por estas instituciones de enseñanza
superior. De ahí que no pueda sor-
Kónigsberg

prender que fueran más valorados los cursos


que parecían más aptos para las ca-
rreras propias de los gentilhombres. Por
1544

1389-1526
un lado, sin embargo, la función interna-

Funtkirchen
1367-1526
cional de las universidades no decreció,

Buda
y por otro su función cultural resultó
Cracovia
1364 e
cada vez más integrada en otras instit
uciones.
Frankfurt del O.

e
En el siglo xvH florecieron las academias,
que sobre todo en la esfera litera-

Las universidades entre los siglos XIV y Xvn


O Wittenberg 1502

ria ya habían abundado en el siglo anterior.


Sin ninguna duda estas instituciones
1585
Graz
e 1506

Catania
91643 8 Praga

estaban también reservadas a una elite y


1348

Viena
6 Halle 1694

1305
eSalzburgo e

se presentaban como círculos que, sin

1434
Vbs,

Mesina)
e Treviso 1318

>
Bamberg

ser cerrados, se abrían principalmente a


% Jena 1558

1549
8 Padua 1222

1020 -
e Ferrara 1397
o

elementos de un nivel cultural y un am-


Linze
N Istadt

$ e Florencia 1349
e
Rostock

1303-1603
1669
e ingolsta:

o
Heimstedt

biente social muy determinados. Era muy


1623
1419

frecuente, en particular entre los litera-


1459

Bolonia

1623-1637
tos, formar parte de ellas para tener un públic
1576
9

Palermo
1224
Erfurt

o, aunque fuera restringido, al que


14768 — Heidelberg
1372

Vicenza

poder destinar la propia producción. Aprec


1485, 14609 e Friburgo 1455

1204
Bagilea,de Zúrich 1523
Osnabruck
Paderborn
Groninga

iar o al menos aplaudir lo que presen-


. o
1630-1633

ger 154%

>
.

Se
e 1248

taba cada miembro de esas instituciones era


Génova,“AReggío'.
Leiden Hargerwijk 16814

614

considerado por los demás miembros


y ercelli Pavía
Maguncia

1188
1390
vaina8 13888rburgo

Naney 1572 % eo A e 1567

Lausana 1537
€ Berna 1528

un deber implícito e imperioso. No obstante,


1404 Prasencid
o

no todas las obras producidas en ese


Mousson6 1572 o o

Besangon «£ Dilillim
1527

Y
Colonia
Amsterdarn

ámbito eran inconsistentes: lo que más cuenta

U es que, pese al respeto a la ortodo-


1228
1575 (1648

no
1426 Glessen
1607 €.
18317

€ Pomt-á- 1473
Tréveris

xia religiosa, se trataba de cenáculos laicos


Utrectitg

relativamente libres para tratar cual-


ur
Ginebra

2 1409
Dole 1422
1859 €
Grenoble

quier tema y capaces de afrontar problemas


Aix
1636
'Aberdeen

de actualidad o de utilidad pública


St. Andrews

Valence 1339
1452-1459 €

La vida cultural de esas academias se compl


Lo

1365 Orange y
e
Cambridge
1494

aprox. 1150

etaba con los intercambios que se


Parls

o
Edimburgo

e
producían entre ellas, así como con las
i
Montpelliero

e.
visitas de quienes eran considerados dig-
1209
sl:

1337 Orléans

23
*

12350
1582

2 nos de cruzar sus umbrales. Cada vez más frecue


Londrese

1464

Barcetona

A
nte, en efecto, era el viaje de es-
7 Oxford

Perpiñán
11908

Angers

1289
Burdeos

tudios y puesta al día que hacían mucho


1483 O
1349
Glasgow

Poítiers
1683

1430

s ——nobles, burgueses, artistas— para


” Caen

14310
432
14510

Palma
Y

81443
nm

Cahors6

perfeccionar su formación (nobilis et erudit


Toulouseg

Huesca
9

Lérida
A

a peregrinatio, tour). El país que en


1460 0
Nantes

S
1321

mucho mayor medida que los demás


1233

era objeto de estos desplazamientos era


Zaragoza
e

-—por su patrimonio artístico, cultural y


Velencia

también científico-— Italia, adonde afluí-


lenci
taza

an visitantes de casi toda Europa.


1500
Palencia

Sigúenza
1489 y
8 1208
t

Alcaté

e Sranada
1506
e
Valladolide
:
(Turku) transforigla a Helsinki

Salamanca
o.

3. La ESEERA RELIGIOSA
1346
a.
Santiago de-
la

1243
Compogteta
y

ca
he

.
0%

:
:

El evidente restablecimiento de las activi


4

Évora
1508

Lsnoa
cae

1550

dades eclesiásticas se caracterizó


e
1632-1658

por el programa explícito de vincularlas


o
oi

2
Uppsala

en mayor medida a la vida mundana y


Dorpat

.
:
,
;
1640
1477

laica. Entre los artífices más eficaces


Abo

de esta orientación figuraron los jesuita


que tenían ya una fuerte presencia en s,
muchas naciones europeas: en 1626,
ejemplo, España contaba con 2.962, Alema por
nia con 2.283 y Francia con 2.156. De

404/250
104/250
212 EL SIGLO XVHn
LA EDAD BARROCA
tod 213
0 o al ada o conjua nto impon
. .
ente de iniciativas que afectaban
a ral y política, a llaa social a la vez a llegó, sin embargo, a los excesos que caracterizaron a Bohemia, donde los here-
sc y a lala económnómic
i a. Si j tomamos el caso de
A ervarmos que los jesuitas, admitidos jes obstinados eran amenazados de muerte y con la confiscación de sus bienes.
de nuevo en el reino en 1603. se
a la instrucción elemental desde Una disposición del 10 de febrero de 1650 establecía allí que quienes no se hu-
1617 en adelante y casi i 1
zaron. . En 1626 sus doce colegiog10s
s sisituados en ]la regió i bieran convertido en el plazo de seis semanas tenían que abandonar el país. La re-
de ms de mil alumnos. Pero en j n parisina tenía
atení n de
eo prome-
la primera mitad del si glo xvH interv acción católica fue un poco nrás-tardía en Moravia, donde sólo en 1654 se obligó
pe os Oratorianos del cardenal Bérulle, inj a
que en menos de un cuarto a los nobles protestantes a vender sus bienes. A partir de 1653-en Silesia se ce-
undaron 43 colegios de enseñanza. de sig] rraron también 656 templos protestantes y se expulsó a unos 500 pastores. La
Se ha calculado que entre 1600 y
1650 se ins.
universidad católica de Breslau, fundada en tiempos del emperador Leopoldo,
católi fue oficialmente reconocida en 1702.
ca DS ejercieron en Francia. una influ
/ . No sorprende que el siglo XvKH registrara manifestaciones de una religiosidad
encia evidente: por ejemplo,
s rmados se introdujeron como conse los carmeli
c nciaÍ de un viaje
secue muy rígida y agudizada. En el campo católico hay que mencionar al menos a san
nínsu
Ml la Ibéric
laj de Bé : o
: a. . Entre la. $ nuevas fundacione Vicente de Paúl y a los jansenistas. El primero, protegido por Bérulle, se guiaba
10 i s en el seno de órden Sn
Ó es ti
a lonas la congregación benedictin i a haRoy
ant. iguas
por la idea de que para elevar el nivel religioso de los cristianos era preciso actuar
a de Saint-Maur muchos de cuyo
uembros se distinguie .
ron por la renovación .. s enérgicamente en lo referente a la formación de sus sacerdotes. En 1628 empe-
de los métodos ? de la j igació
histórica erudita. zaron a funcionar sus programas de retiro espiritual para los que estaban a punto
SSI Juano o
Ódenes propiamei nte dicha i s prosperaron las cofradías: de ser ordenados sacerdotes, programas que tuvieron tanto éxito que lo adoptaron
ía en 1625 > todas las diócesis francesas. Totalmente distinta fue la trayectoria seguida por los
- Por lo demás, S, en el> sig] O XVII una
urbano depi cuarta parte N di
la ta
capital fran cesa estaba ocupada Pp jansenistas, que llegaron a posiciones bastante similares a las calvinistas al afir-
opor edific1CIOS
j SAcros o asiste
Í nciale
a i s:
o ya exist
o entes en 1600 ses mar que Cristo no había muerto por todos los hombres. Insistían en el carácter
se sumar on antes de 1660 otros 60
mbres y 40 de mujeres). Entre los (20 ] prácticamente irresistible de la gracia, en el número muy limitado de los elegidos
hospitales parisinos cabe
a y en la indignidad fundamental del hombre tras el pecado original. Dieron prue-
bas de gran austeridad, aunque también de intolerancia tanto respecto a los pro-
tuó testantes como a los católicos y a los jesuitas.
1uó qa tendencia . del siglo
- .
anterior a pasar del socorro caritativo En el campo protestante estaba consolidándose una tendencia caracterizada
ndo paso go nima, controlada personal a la
e institucionalizada. En 1 yon el por la tolerancia. En las primeras décadas del siglo xvn hubo en Holanda una
Ss pasó de los 6.000 de 1619 a los 10.00 número de
. 0 d e 1642; a partir vivísima controversia entre los calvinistas más rígidos —encabezados por Gomar
aron en: París más de 20 hospitales, rt de 1656
» tod todos confiÍados a religj (1565-1641), y llamados por “ello gomaritas—- y los partidarios de Arminio
du Saint Sacrement se e ncargó ó delib listo L: Dagnioj
deli eradamente de esa (1560-1609), según el cual Cristo se había inmolado por todos y nadie podía pro-
nes, haciéndolas surgir en Marsell: políti italizaci e
a (1639) ) , en Orléans (1642 clamarse elegido antes de morir. En el plano político, los primeros eran favora-
etc. Fue esa institución la que a alizacio.
abrió1Ó en Parísís en 1656 el Hópital Géné bles a la autonomía de la Iglesia respecto al Estado, mientras que los segundos se
res, : cuya fundación siguió en 1666 od, inclinaban por un amplio control civil de la vida religiosa. Siempre en el ámbito
la de la Salpetriére ? de Par
a e eenerales la noción de la Contr del protestantismo se consolidaron los pietistas, de quienes había sido precursor
arreforma católica se hizo notar
modo más amplio e intenso que en en el teólogo y poeta luterano Paul Gerhardt (1606-1676). Sus asambleas se desta-
el anteri j
protestantismo había exaltado laa funci caban por la masa de fieles dedicados al activismo de la piedad: sus collegia pie-
ó1ón sacerdotal de los laic 1 nd
ici
a
—al menos en algunas zonas-
, — — otorg tatis eran, en efecto, reuniones de edificación mutua.
otorgó ó al ! laica
i do un puesto much aoo más
ante que antes: prueba a ás impor
1 eIsmo-
de ello es el interés por la enseñanza Así, también en el plano religioso, mientras que por un lado se llegaba a ex-
de las órdenes reli
cesos innegables, por otro se producía una orientación hacia concesiones menos
Sionera e n la mayo
yor parte > de Europa: el calvinismo
dogmáticas y hacia una práctica más liberal y amplia. Así fue desde la primera
la siguió a duras
Muentras q que el lute: anismo no hiz O nada al re Specto. De
penas >
mitad del siglo xvn, por ejemplo, en el ámbito de la academia protestante de Sau-
od:
todos m '000S
d > ya se har
indic
di ado
ad antes en parte 1 OS efe ctos S ne g ativo
tivos d e esta
mur, fundada por el hugonote Du Plessis Mornay. Este colegio teológico inspiró
S expansión
Ó religiosa
ral. A de Más de 1 lo qu e $suced
€ i Ó en Bohernmi a, » tambi
e é
1en en
y cultu-
una tendencia al liberalismo religioso no muy distinta de la propugnada por Ar-
1 Os P Paises
e: Baj O s el C ato: -
licismo ti tunfó » g Trac 1as sobre todo
od ala
1 p presencia
hn de
minio. Una filiación espiritual menos eclesiástica, aunque análoga, es la que cabe
tropa
p s es p añolas . Los
tante Ss Incluso fu ero
FOn COns iderados como muert
SI os
Pp rotes .
establecer entre el deísmo incipiente de Fausto Socino (1539-1605) o de Jean
civiles: fueron excl
xcluida JS
cualquier cargo público Y se negó reconocimiento legal
de
Bodin (1530-1596) y el de los ingleses Herbert de Cherbury (1583-1648) y John
a sus Matrimonios No se
Locke (1632-1704). Durante todo el siglo xvH, en efecto, se robustecieron pro-

405/250
105/250
214 EL SIGLO XVH LA EDAD BARROCA 215
gresivamente las corrientes racionalistas que habían hecho su aparición en el si- teramente anclada en la milenaria concepción
cualitativa y antropomórfica ela-
glo anterior. Cada vez eran más los que sostenían el carácter fundamental de la re- borada en la antig úedad y transmitida sobre todo a través de Aristó
ligión natural, es decir, de aquella cuyos gérmenes podían encontrarse en la mente era concebida como un cuerpo inmóvil en teles. La tierra
el centro del universo. La reflexión fi-
de todos en virtud de un don divino concedido a la naturaleza humana: sus prin- losófica de los siglos xv y xv1 se había
basado en este dato todavía indiscutido
cipios universales, considerados esenciales, eran además los dogmas de las di- sosteniendo la excelencia del hombre, que al reunir
en sí todos los elementos del
versas confesiones secundarias. Por otra parte, al insistir en la importancia de la cosmos, tal como se aseveraba, era capaz de arranc
ar los secretos de todas sus
libertad de conciencia los arminianos sostenían que sólo esa libertad podía com- partes. Sin embargo, de acuerdo con Aristó
teles, no se creía aún que las matemá-
paginarse con la libertad de comercio, que no debía condenar al ostracismo a nin- ticas pudieran ser un instrumento adecuado
para comprender los fenómenos del
gún pueblo ni a ninguna fe. : movimiento de los cuerpos. La propia noción
de espacio, en efecto, era aún la tra-
El gran binomio que inspiraba estas actitudes de pensamiento estaba torna dicional: se consideraba que cualquier cosa, en
virtud de sus cualidades intrínse-
do por naturaleza y razón y nutría cada vez más la reflexión laica, tanto la de los cas tenía una sede natural hacia la que tendía
a moverse y en la que finalmente
creyentes como la de los escépticos. Por ello un hombre de convicciones religio- quedaba fijada. De esta manera, y reduciéndo
se los elementos fundamentales a
sas tan firmes como Pierre Bayle (1647-1706), en su Diccionario Filosófico, cuatro (tierra, agua, aire y fuego), se imagi
naba que existía una esfera propia del
compuesto en los últimos años del siglo, adoptaba posturas y defendía tesis cuyo fuego y a él reservada. Algo semejante sucedí
a en el estudio del cuerpo humano,
racionalismo podía parecer además libertino. La corriente que sobre todo en cuyo funcionamiento se explicaba en virtud
de componentes como la sangre, la
Francia encarnó este modo de pensar fue el libertinismo erudito, de la que fueron flema, la bilis amarilla o negra, o de humores
(sanguíneo, flemático, melancólico
exponentes Pierre Gassendi (1592-1655) y La Mothe le Vayer (1588-1672). Esta y colérico). El mundo se concebía como un sistema cerrado, esférico, en que la
corriente expresaba la necesidad de liberar a las personas instruidas de las cons- divinidad que lo movía ocupaba la zona celest
e más alejada de la tierra.
tricciones doctrinales y de disfrutar del derecho a emplear a fondo la propia razón Tuvo que pasar mucho tiempo para que se
llegase a desvincular los diversos
en el examen de los problemas morales y humanos, aunque sin atacar de frente objetos del modo en que parecían moverse
en el espacio. Sobre este problema
las posiciones oficiales de las distintas iglesias. Estos y otros numerosos escrito- fundamental resultó muy importante la maner
a en que se dirigió la investigación
res, de manera indirecta y encubierta, aunque no menos deliberada, preparaban experimental, y también el descubrimiento por
Galileo de leyes físicas. A finales
bases cada vez más sólidas para las corrientes culturales que triunfarían luego, en del siglo XVI y luego en el xvn, en un giro genera
l la civilización alcanzó el esta-
el transcurso del siglo XvIIL. dio maduro incluso en el plano de la elaboración
teórica. Hombres como Galileo
y Bacon contribuyeron a que un movimiento
de conjunto que había invadido la
sociedad occidental tomara conciencia de sí
mismo. Estos hombres sancionaron
4. CIENCIA, TÉCNICA Y FILOSOFÍA el extraordinario incremento alcanzado en
varios sectores de la actividad prácti-
ca e interpretaron su sentido en el campo teórico
. El ideal de un saber que menos
Uno de los fenómenos que se adscriben por lo general al haber del siglo xvH, a la contemplación que a la acción, que tuvies
e como criterio la utilidad terrena y
y muy acertadamente, es la nueva orientación científica y filosófica, En una su- no la verdad metafísica o las perturbaciones
psíquicas, constituía el resultado de
cesión muy coherente, a los descubrimientos geográficos iniciados en el siglo xv una vasta conmoción mental.
siguieron en el siglo siguiente los astronómicos, yen el siglo xvu los físicos. Los El acrecentamiento y la diversificación de las
necesidades cotidianas colecti-
primeros, como ya se ha visto, se realizaron sin el auxilio de un saber científico vas ejercieron una influencia muy notable
sobre la investigación y la acumula-
de buen nivel; los segundos siguieron siendo solitarios y de reducidísima difu- ción de nuevos conocimientos. Ambroise Paré
(1509-1590), por ejemplo, se con-
sión. Por consiguiente, sólo se puede hablar de una ciencia en sentido moderno sagró al cuidado de las heridas producidas por
armas de fuego y descubrió que se
aproximadamente a partir de finales del siglo XvL Hay que evitar, sin embargo, curaban mejor con los ungiientos fríos que
con aplicaciones de aceite ardiente.
considerar su desarrollo como un camino lineal. Visto teóricamente, el proceso Paracelso (1493-1541), que recurrió al mercurio
para el tratamiento
de la sífilis,
de los conocimientos y de las disciplinas puede parecer lineal, pero en realidad el basaba su medicación en fármacos de elabor
ación química. Las exigencias de ni-
nuevo saber se impuso fatigosamente y de modo inorgánico, sobre todo antes de velación de log terrenos ayudaron a perfec
cionar la técnica de los mapas y for-
1630. Sólo a partir desesta fecha se logró consolidar las concepciones generales tificaciones; las exigencias monetarias impul
saron a meditar sobre las leyes de la
del mundo y de los sistemas filosóficos, o almenos una metodología del conoci- economía, como hicieron Jean Bodin y Thoma
s Gresham (1519-1579). Niccolo
miento coherente con los intereses científicos... .2 Tartaglia (1499-1557) fue prácticamente el
primero que aplicó el saber matemá-
Los siglos xv y XVI no habían estado exentos de un ansia de saber semejante tico al arte militar, y en especial a la balísti
ca. Generaciones de navegantes tuvie-
a la del xvIL, pero no poseyeron una concepción de la realidad que verdadera- ron que enfrentarse durante mucho tiempo
al problema de determinar la longitud
mente contribuyera a echar los cimientos de su estudio. La física aún estaba en- sin recurrir a las estrellas; ésta y Otras necesi
dades análogas impulsaron a los ma-

106/250
216 EL SIGLO XVH
LA EDAD BARROCA 217
temátic Os a colaborar con los navegantes . Hubo q ue
nes sobre el eom 2g
geor 1
1etis mo pa
hacer muchas in ve sus acio- Pero también es cierto que en el siglo xvi se siguió investigando sobre una
a pod er u utili
il Z:ar d ebi da ma ente
otra Manera no era capaz
- d e indicar
la b rújul
ú a que de única clave universal capaz de desvelar todos los misterios de la naturaleza. Esta
el verdad er O norte
orte en alta
decisiva la aportación publicada
Mar. F Para est O ue convicción fue característica de Francis Bacon (1561-1621) y también de René
precisamente e ón 1 60 0 p ¡OI
tulada De magne Í e. . Si 1 emb
embargo,
8
W il 1 lam Gilbert y ti- Descartes (1596-1650), cuyas relaciones con el hermetismo de la secta de los Ro-
en el Sig
iglo XVI nos
no se elabo:
1 TO
OS campos
o de la mecánica, la física mn
tungu
2 n a teoría
ria en sacruces son conocidas. De todes-medos, el saber del siglo Xv11, aunque no siem-
la quírai € a que
te las pr aácticasS tecnoló gICas . Las Iayores Ss conqu
orien
renttase de modo. b. «liferen - pre dedicado a resolver problemas tecnológicos y a salir al ehcuentro de las ne-
'quist.tas del
gara d udas las d e o Cc Copé
pérnm CO
siglo
8 x VI fuer n sin lu- cesidades corrientes, supo hacerse verdaderamente experimental. En la medida
y Vesal
S io ¿EE 1 céleb
é re anato:
t Imusta
en Basilea, y el número de diplomados
fundó Unaa es S cuella A en que empezaron a aparecer las condiciones mentales adecuadas, los esfuerzos
que fueron saliendo
de 560 » 114 en los vernticinco
de ella (sólo 9 antes dedicados a las aplicaciones de la ciencia lograron mayores resultados concretos.
años S sigui
g en tes y mas
á
Es justo insistir en el hecho de que en el siglo xvi los científicos siguieron-a la
de 4 5 4e 4 tre 15 86 y
da una idea del 1 610
1 )
nt mo Cc con que se difundier on los nuevoO;s
cuanto a Copérnico , logró determinar
saber es de ese ampo.
po. En búsqueda de verdades teóricas dejando casi sin tocar los problemas tecnológicos
con una 1 nterpr etac 1 ón
vimiento de la Tierra y de los planetas o
mate ático
á el mo- heredados del siglo XVI. Con todo, tuvieron ya una visión de la naturaleza como
alreded Y del 2
gran Opo
Pp sición teoló 82 ica en 1 as déc ada: Ss
Sol. Su trabajo Bo encontró terreno autónomo regido por principios propios, que les permitió precisamente
18 lentes
Sigu
simplemente por haber sido presentado
a S ú d e, scub; Tinue
1 nt O » y ello empezar a investigar y a concretar leyes verificables. Por otra parte, supieron or-
como una mera
E S mn egable
q ue ya e 1 el S 8 O
hipótesis.
ganizar el estudio de modo recíprocamente coordinado, de manera que el con-
XVI era posiS b 1 eu a
cuado de la obra de E iwquímedes,
con
Ono Ccinuento
f mas ad e- junto de sus tentativas articuladas merece ya ser definido como ciencia.
pues por entonces se entregaron a la inuprenta El nacimiento de las matemáticas modernas se sitúa exactamente en la pri-
mera mitad del siglo XvH, entre la muerte de Viéte (1603) y la de Descartes. De
potes a o pos más variados, Hay que citar este mismo siglo son los descubrimientos de instrumentos indispensables para la
ante todo la Pirotechnia (1540)
MA zo puguccio y De re metallica (1556 observación, como el telescopio, el microscopio, el barómetro y el termómetro.
a! ana ) del alemán Georg El ritmo de aceptación de los descubrimientos teóricos se hizo también más rápi-
grícola. Es también el caso de
los escritos de artistas como
rd Palissy (1510-1590) sobre cerámica do, pues en veinte años se impusieron los de Galileo, en treinta los de Harvey
y de Benve ini
1571) sobre orfebrería. (1578-1657) y en cuarenta los de Kepler. La teoría de la circulación de la sangre,
A Dacia tiempo, y especialmente en quo ei 01500: propuesta por William Harvey, dio un golpe decisivo a la fisiología tradicional de
el siglo xv1 en Italia, se había comp
que las máquinas son más económicas ren- Galeno, todavía en vigor, e influyó profundamente en la medicina. En 1669, Ri-
que el trabajo humano. Por ello
en la chard Lower logró apreciar la diferencia entre la sangre venosa y la arterial. La
descripción de las enfermedades dio igualmente importantes pasos, sobre todo en
> la segunda mitad del siglo xv11, por ejemplo la de la diabetes por obra de Willis
B
esson
Zn
IS des
.
instruments Z.
mathématiques " (1670), la de la gota estudiada por Sydenham (1683) y la de la tuberculosis inda-
ef
gada por Morton (1689). A John Ray (1627-1705) se deben notabilísimos pro-
méchaniques, 15 7 9)
V.Z
. onca OVO VO Í y el de
feaí FO di dir machi
A ne et f ed ificii, 1607) . Co O O hast
motri
1 ces Sigui
g eron siendo los
. ho mb 1 es,
| a 1700 las fuer Zas egresos de la anatomía comparada y de la zoología, y a Nehemiah Grew (1641-
lo, S anima
1 les > ela
e
1712) los de la histología de las plantas. Pero sería demasiado larga una lista
gua y el 1 viento
¡ent , , ( esde
siglo XVI el hombre el
aplicó sus s e sfui e YZOS a aprovechar O
natural e S. Un O de 1 O Ss probl ¿mas a superar
tod 1 Op sible las ene glas completa de los científicos que se distinguieron en este período en las distintas
era la p resenci a d e mnadera
te de los ingenios y máqu inas. . | ero
en gran e disciplinas, desde Marcello Malpighi (1628-1694) hasta Giandomenico Cassini
a p partir del siglo
2 XV : pernos,
vos de MEerro
, sustituyeron
tor nillos y cla- (1625-1712), desde Robert Boyle (1627-1691) hasta Robert Hooke (1635-1703)
al OS de mader
. a, q uea menudo
usos domésticos, aunque a veces también
fue ee
rTeera p. laz ada
d A en y Blaise Pascal (1623-1662).
en usos industriales-—
eltre, e hierro colado y el vidrio. Ademá ás, a par tir de
por el bronce, el La institución de los observatorios dio un importantísimo impulso a la inves-
rel
elojero
eros alcanza S on un alt O grad O d de peric
entonces los herrer OS y los tigación astronómica; el primero fue el fundado en 1560 por el landgrave Gui-
pe: ia y d e p ri €C1SIÓN,
ó c COM o
las « ajas
j fuer tes y sobre t odo los di Verso
demo:
mos traro: T llermo IV de Hesse. Más célebre fue el de Federico 1 de Dinamarca, en Urani-
€ersos tipos de I elo j es
per sonales, estos últim
o os eran aun
de la ép oca. . De mesa o borg, por los trabajos que allí llevó a cabo Tycho Brahe (1546-1601) a partir de
una
2 novedad relativa
tir de la cual se p: du jeron
one en gran
r mero 180.
h ac 12 1 55 0) > fecha a par: - 1576. Este astrónomo logró invalidar creencias milenarias, como la incorruptibi-
, Esp ecialme1ent eene
El relo de péndulo que presentó Huygghens en Holan
nel área p rote,
otestante , lidad de los cuerpos celestes (dJocumentando tanto su aparición como su desapa-
dae en 1657 era fr uto de
medic
e i Ó nd e l tiemp o muy o
bie á contr o. . 1 una rición) o la impenetrabilidad de las esferas cristalinas (observando la trayectoria
lada en e p lano mecánic O y
mu y bien un - de un cometa). El siglo XVII puso en práctica la lección dada por Tycho, reali-
zando la observación sistemática y precisa de los fenómenos naturales y organi-

407/250
107/250
218 i EL SIGLO XVII LA EDAD BARROCA
219
zando lógicamente las deducciones posibilitadas por los datos recogidos. Así, las Estudiantes matriculados en algun
as universidades europeas (1560
teorías de Kepler, elaboradas entre 1601 y 1609, se basaron en un prolongado tra- -1670)
¡¿qÓo o oScScS
bajo matemático y experimental que permitió llegar a una teoría astronómica c—————
———

nueva y rigurosa. Después de él ya no se pudo creer que los cuerpos celestes se 1250 y
movieran a velocidad uniforme o que las órbitas planetarias fuesen circulares (re- 1200 —
sultando elípticas). De importancia primaria fueron igualmente los trabajos de Pa -
1150 — F
Galileo Galilei (1564-1642), que le causaron problemas directos y penosos con la
1100 — í
autoridad eclesiástica. La coronación de sus investigaciones fue la obra Philo-
sophiae naturalis principia mathematica (1687) de Isaac Newton. La obra no de- 1050 + F
mostraba sólo la existencia de la ley de la gravitación universal, sino que era ade- 1000
más el triunfo del mecanicismo, es decir, de una concepción del mundo físico 950 —
como conjunto regido por fuerzas naturales traducibles matemáticamente. 900
Estas conquistas se hicieron en un ambiente nuevo creado por los contactos 850 —]
científicos y por la existencia de instituciones específicamente destinadas a pro- 800 —
moverlos. Los observatorios siguieron desempeñando una función cada vez más 750 y
importante; se distinguieron los de París (1666) y Greenwich (1675). Pero las ver- 700 —
daderas palancas del progreso de los conocimientos fueron las academias científi-
650 —
cas, desde la romana de los Lincei (fundada por el príncipe Federico Cesi en 1603)
y la florentina del Cimento (creada por el gran duque de Toscana en 1657) hasta 600 —
la londinense Royal Society (1660) y la parisiense Académie Royale des Sciences 550
(1665). Estas instituciones, subdivididas en comités o secciones para coordinar las 500 —
investigaciones, se revelaron capaces de reconocer la validez de los resultados al- 450 —
canzados por los mayores científicos de la época (que por lo general trabajaban en 400 -,
conexión con ellas). De estas instituciones se puede afirmar que finalmente susti- 350 --
tuyeron el lenguaje de la escolástica medieval por el lenguaje geométrico del uni-
300 -,
verso. Como anteriormente había sucedido sobre todo a favor de la producción ar-
250 Ss N-

.”
tística, el mecenazgo se desplegó ahora a gran escala también para la producción 200 — Heidelberg

pe”
científica. Reyes, príncipes y primeros ministros se tomaron en serio el progreso
del saber y destacaron personalidades capaces de coordinar la organización (como 150

Qe.”
Marin Mersenne, Samuel Hartlib y Henry Oldenburg). 100 l

|
No sorprende que en este ambiente resurgiera también una especulación au-

|
1560-1570

1570-1580

1580-1590

1590-1600

1600-1610

1610 -1620

1630-1640

1640-1650

1650-1660
1660-1670
tónoma y cada vez menos condicionada por los dogmas religiosos. La filosofía

1620-163
europea, tras siglos de connubio con las creencias cristianas, supo emprender ca-
minos propios que tenían en cuenta las orientaciones del saber científico. El sis-
tema que se difundió con mayor amplitudel de Descartes, disoció radicalmente FUENTE: L, Stone, ed., University in Society
el mundo espiritual (res cogitans) del de las cosas (res extensa), para fundamen- , University Press, Princeton, 1974,
2 vols.
tar mejor la posibilidad de establecer relaciones cuantitativas y mecánicas entre
ellas. Esta especie de desacralización del universo físico era el fin del antropo-
morfismo que presidió casi todas las manifestaciones del pensamiento occidental 5. Las FQRMAS ARTÍSTICAS
desde la edad aníigua.en adelante y que eberistianismo había reforzado. Por ello
son comprensibles algunas vigorosas reacciones en sentido contrario. Entre ellas En el plano de las artes figurativas
el siglo XVI continuó al menos en
hay que mencionar por lo menos la reflexión del filojansenista Blaise Pascal, pro- riencia, las tendencias consolidadas apa
como novedades renacentistas en el
fundamente convencido de las imperfecciones y vicios de la razón y la naturale- de los siglos xv y xv1. En la pintura erfod ,
se cuidaron más los efectos de luz
za humana (en las que, por el contrario, el siglo Xxvn parecía poner su confianza frecuentemente las gradaciones noctu buscando
rnas o atmosféricas. El retrato or
de modo creciente). el paisaje (especialmente en el ámbit un lad y
o holandés) por otro alcanzaron un
desarro,

108/250
220
EL SIGLO XvHn
LA EDAD BARROCA. 221
llo .cada vez mayor. La obra
de a,
profundizarlas y por así
decirlo ¿ TABLA 6 Universidad de Salamanca. :
se buscaba no tanto la sere
nidad Número de inscritos en las diferentes facultades (1551-1700)
grandilocuencia. Persisti
eron los -
gusto decorativo y Orna á- Dcho. -“ De
Dcho. edi-a Teo! lo-
: o
Grieg Mate-
mental, retóri Medi” 8 o eN
multo, la expresión sens . ímpetu Año a Artes canónico civil
ible del ri tica cina gía yretó
una creatividad desbordan o imi , Siempre sustentados por
Te ro - = rica Hebreo Cirugía máticas

-| 5,
te Í
su evidente filiación
respecto del arte del
— 590 1436 621 129 318 — = >
, Pues Se propuso ser más siglo xv1, el arte del
xvI acabó siendo 1335 1.668 700 1063 636 157 20 e 1 =
eloc uente, más persuasivo 1560 — 533 1026 518 148. 2 $ ==.
O íntimo. En sus ma-
to clarísimo de participa 1565 1.755 583 1324 637 138 os Z =>
ren la vida religiosa y
a en el arte de este siglo social. 1571 1.320 701 2.118 623 115 05 == 7
las puestas en escena, que
se 1575 — 570 2.147 556" 110 so ==
también en los innumerab fiestas y celebraciones,
les altares de las iglesias sino 1581 816 728 2277 537 144 m0. == —
ecuestres, en los arcos de católicas, en los monume 1585 893 924 3.137 643
triunfo, en las villas y resi ntos 194 mn == >
lacios y en los jardines. dencias campestres, en los 1592 547 977 2939 686 234 - == 7
Las produccio pa-
1595 448 693 2776 768 208 sa - =
1599 — 448 2178 289 161 2 =

00 tt
1605 331 627 2386 314 164 a == 7
1610 401 495 2437 282 155 ms > - sh
1615 227 496 2682 258 178 2» => z
tuaron su complementar parte, las diferentes for 1620 265 522 3.043 1244 163 20 =P
mas de arte acen-
iedad como si entrecruz
ándose, el trabajo de 1625 279 408 3.128 1282 177 a = mn —-
los estucos, 1630 — 233 2209 734 143 ls Zo 7
quisieran alcanzar una
fusión enemigas del vací plen itud y una pro- 1635 359 329 2407 733 108 107 = 2»
o o de la pausa.
La música fue uno de los 1640 391 257 2099 618 75 7 - ?
ámbitos en que el siglo
su potencia creativa. Aún XVI asentó en mayor grad
o 1645 288 190 1595 455 38 So - 3
más que en ] as artes figurati
vas y en la arquitectura
(en 1650 142 192 1459 138 42 5
1655 173 214 1.652 143 E So = =
1660 166 162 1.259 , 139 6 o = = Ll1 -
, grandes ciudades de la 1665 208
Venecia, Florencia y Rom península italiana —como 207 952 ' 265 70 Ze = -
a-— las 1670 110 257 940 121 60 So = -
fección las novedades musi a menudo llevaron a la per-
cales: desde la Ópera hast 1675 247 264 1.246 174 88 3 = -
hasta el oratorio, desde a el ballet, desde la cant
la sonata hasta el conciert ata 1680 158 173 745 141 59 pe - = Ñ =
instrumentos musicales o. Incluso en el campo
Italia alcanzó a menudo de los 1690 102 166 724 107 57 5 = = - =-
fabricación de los violines la primacía, en particul
, con artesanos tan céle ar en la 1700 115 231 S81 121 52
Stradivarius. Fue Giusep bres como Guarneri, Ama
pe Torelli (1658-1709), ti y
cierto para violín solo F UENTE:
1 L. L. Stone, . ed., ed., University
rstty in in Society,
doctety Uni vi ersity P, Te: ss, Princeton,
el 1 974,2 » vols., p. 401.
1s ,P:
y orquesta, así como Arc
considerado el fundador angelo Corelli (1653-171
de la música instrumental 3) es
importantes giros tanto de clásica. Italia presidió los
la música sacra como de más Precisamente a principios del siglo xvn se delineó, ineó tanto en pa masÚsica a sacra
la profana, £ al ¡
o en la profana, el triunfo de la monodia, es decir, de la oa A no
por una sola voz. Del: reinado del coro se pasó ó al del solo: : la voz <a sor ca ya no
1 añada
:
ñ por otras dos o tres vi oces, , Sisino por instrumento
. .
Las
s

q onfas y sus acordes Semejante evolución fue favorecida por la gran copa
ción, on 1
en el siglo xvi, del laúd, con el que se interpretaban 1
madngales. canci
do nes. .
El gusto por el bel canto y por su intérprete —así como a cu o consagrado ala
5), a pesar de su innegabl , ¡a donna— datan precisamen:i te de principios
pri incipi del: sig O XVI. con
Obra la doble inspiración e originalidad
de Monteverdi y de Lull Ó losos venecianos Andrea y Giovanni Gabrieli, en el origen z de estas AO
0 o :
i.
túa la obra de Claudio Monteverdi, maestro cremonés de la capilla

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222 ELSIGLO XVH
LA EDAD BARROCA
223
cos entre 1614 y 1642. Su producción fue particularmente notable por los madri- neciano son la tocata y la sonata,
que han de atribuirse en primer
gales, llenos de lirismo, y por los coros, que llegaron a desempeñar una función ni Gabrieli lugar a Giovan-
(maestro, junto con Carissimi, del
análoga a la que ejercían en el drama antiguo. Este compositor destacó también músico francés Marc-Antoine
Charpentier, 1634-1704). Fueron tambi
por su original empleo de la orquesta, en que los timbres de los diversos ins- én Italianos los primeros conciertos, reali-
zados como diálogos entre un peque
trumentos lograban diferenciar a los personajes. Después de su Orfeo de 1607, ño grupo de instrumentos, o un solist
orquesta: entre sus primeros creadores a, y la
Monteverdi se mostró capaz de crear un tipo de ópera totalmente renovado: su figuran Stradella y Alessandro Scarla
Entre los organistas hay que menci tti.
Coronación de Popea, en efecto, combinaba escenas cómicas y duetos. onar en primer lugar al ferrarés Gerol
Frescobaldi (1583-1643), organista de amo
Venecia, donde en 1637 se abrió el teatro de San Casiano, se convirtió desde San Pedro de Roma y maestro del alemá
Johann Jakob Froberger n
(1616-1667). El florecimiento de
entonces en el lugar elegido por este tipo de espectáculos: más de 300 obras se fue muy
la música de óreano
notable en Alemania, en particular
montaron en la ciudad antes de acabar el siglo xv11L El alumno preferido y suce- con Samuel Scheidt (1587-1654)
Dietrich Buxtehude (1637-1707), conoc y
sor de Monteverdi en este género particular, además de maestro de capilla, fue ido también por sus conciertos vesper
nos de Navidad y de Pascua (Aben ti-
Pierfrancesco Cavalli (1602-1676). A él se deben Jasón (1649), Eritrea (1652) y dmusiken).
El siglo xvI1, además de ser el verda
Artemisa (1656) —con arias y duetos cada vez más melodiosos—, así como dero creador de la música clásica
na, dio un nuevo rostro a la ciudad moder-
Egisto, obra con la que triunfó en Viena. En las últimas décadas del siglo las arias europea. El Renacimiento italiano del
XVI había realizado ciertamente (desd siglo
empezaron a proliferar en la ópera, hasta el punto de que éstas acabaron presen- e Ferrara hasta Liorna pasando por
Venecia, Sabbioneta, etc.) experienci Roma
tándose básicamente como una sucesión de estas piezas musicales. Contra esa as urbanísticas que habían sido imita
Francia (Vitry-le-Francois, Charleville) das en
plaga reaccionó el palermitano Alessandro Scarlatti (1660-1725), maestro de ca- , en España (Valladolid, Madrid) y en
lonia (Zamo sc). Además, las concepciones Po-
pilla en la corte de Nápoles y director del conservatorio de Sant'Onofrio. Este maduradas en Italia desde Brunelles-
chi hasta Palladio siguieron siendo la
prolífico autor de 115 óperas, 700 cantatas, 200 salmos, 20 misas y 15 oratorios sólida referencia de las evoluciones poste-
nores, y las soluciones por ellos propu
(además de sinfonías, tocatas y fugas) llegó a ser un maestro del uso de las voces estas en el campo de la arquitectura
la matriz de los desarrollos europeos, fueron
y fue con sus célebres intermezzi precursor de la ópera cómica del siglo siguiente. al igual que sucedió en el campo de la
sica. La arteria rectilínea y bastante mú-
Además de triunfar en Viena, la ópera italiana triunfó también en París, don- larga, la plaza ancha y regular, los edific
más grandes como coronación de las ios
de en 1662 se representó la obra Hércules amante, de Cavalli, para celebrar el perspectivas, la visión y la realidad escen
gráficas del conjunto eran los elementos o-
matrimonio de Luis XIV con la infanta María Teresa. El personaje dominante de imprescindibles a que se referían las ciu-
dades renovadas de los distintos países
la vida musical parisina fue durante más de un cuarto de siglo el florentino Jean- . De todos modos hay que subrayar
pese a que no se impondría plenamente que,
Baptiste Lulli (1632-1687). Descubierto cuando tenía sólo trece años por el ca- hasta el siglo xvII1, este modelo urban
Originario del siglo xvI fue no sólo imita o
ballero de Guisa y llevado a Francia, este precoz músico supo caer en gracia a do, sino también articulado y perfeccio-
nado en el xvH. La gran novedad del
Luis XIV, quien en 1661 le nombró superintendente de la música real. Óptimo siglo Xvn era la búsqueda de un equili
racionalizado entre ciudad y naturaleza brio
actor y coreógrafo, monopolizó la ópera en la capital francesa, creó una academia , entre edificio y presencia de los espac
vegetales. Abstracción ios
hecha del Caso romano, completame
de música y fue el primero en introducir el minué en los ballets. A él se debe tam- zación de la ciudad renacentista italia
nte anómalo, la reali-
bién la transformación del ballet en comedia-ballet, así como la modificación de na no comportaba la presencia de planta
lo largo de las calles ni en determinad s a
la ouverture, que en su forma llamada «a la francesa» se impondría en toda Eu- os espacios del centro. Los árboles
cieron en primer lugar junto a las mural apare-
ropa. las, y luego a lo largo de las arterias
ciudades holandesas, modelo que tambi de las
En la escuela de Lulli se formó el alemán Reinhard Keiser (1674-1739), uno én sería imitado en Alemania en el
XVI, El ideal urbano de este siglo compo siglo
de los creadores de la ópera clásica-alemana y animador del teatro de Hamburgo rtaba la presencia de un paseo arbol
Junto a la parte interior de las murallas, ado
(activo entre 1678 y 1737). En Alemania compuso también óperas «a la italiana» así como de auténticos parques y jardi
públicos. nes
A
«Johann Kaspar von Kerll (1627-1693), alumno de Frescobaldi y de Carissimi. Este La ciudad en realidad estaba acentuando
último había perfeccionado el género del oratorio (creado en Roma por Emilio su carácter burocrático y adminis-
trativo en detrimento de sus pasadas funci
dei Cavalieri en el año 1600 con su Rappresentazione di anima e di corpo), dan- ones políticas colectivas, y a veces tam-
bién económicas. Esta realidad urban
do prueba de gran fuerza expres a, orientada hacia el papel del lengu
Desdeivar
Carissimi (1605-1674) en adelante el cional y a menudo aje ra-
autoritario del poder, cada vez
oratorio demostró que el estilo del drama líticó Ro estaba fuera de lugar en una aunque también más impersonal, se
más simétrica y coreográfica
composición de carácter religioso. Pero está claro que en aquella época hubo desarrolló en sentido residencial. Para
librarla y para ofrecer contrapartidas equi-
múltiples intercambios recíprocos entre música sacra y música profana, así como a lo que le faltaba se sintió la neces
enriquecer su articulación ambiental idad de
entre compositores católicos y protestantes. El oratorio fue llevado a una perfec- a fin de que habitar en ella constituye
goce más completo. Había que dispo se un
ción especial por el napolitano Alessandro Stradella (1645-1682). De origen ve- ner de espacios adecuados para los
y los espectáculos públicos; a la ciuda desfiles
d no podía faltarle la presencia real
de la

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224 EL SIGLO Xvu

! aturaleza, aunque fuera debi. dame


nte domestic. ada. De este modo
or Sin necesidad de salir de ella, ofreció en su
la distensión c i
pol1biciai
ón indiv
da i Avenidas
idas, parques y jardi
jardi nes desempeñaban también
e € nacer / converger a todas las cl la fun-
ases
s socia1 les, , al m enos en los días
stivos. Las jerarquías no se anul Í
aban en realidad, pero el prínc
ipe podía hacer

4. RIVALIDADES ESTATALES | .
Y PROBLEMAS INTERNOS
dad moderna. Así reunidos, aunq 1. LA GUERRA DE LOS TREINTA AÑOS
ue fuera sólo en determi
Ocasiones, los ciudadanos —«+to á
daví
plas de cada clase social— daban El proceso de interdependencia progresiva entre los estados, claramente ini-
cuerpo a la armonía que tan crud
mentían las agudas tensiones y amente des- ciado en Europa a finales del siglo xv, no había hecho más que intensificarse en
los incesantes conflictos internacio
nales
el transcurso del Xv1. Los intereses religiosos que se habían unido a ese proceso
hicieron aún más fuerte el engranaje y todavía más densa la cadena de acciones y
reacciones en el siglo xvI1. Las relaciones internacionales ofrecieron entonces el
aspecto de un ingenio mecánico que funcionaba a gran escala implicando a sus
diferentes partes de modo casi ineluctable. La política exterior europea se impu-
so entonces como un auténtico sistema autónomo, cuyos desarrollos sólo estaban
relativamente implicados en las vicisitudes internas de las potencias en ella com-
prometidas. Los mismos soberanos actuaron cada vez menos por motivos perso-
nales y encarnaron cada vez más los intereses nacionales (aunque en realidad se
identificaban específicamente ton las miras de los grupos dirigentes que se erigí-
an en sus intérpretes). Desde este punto de vista no hay entre el siglo Xvu y el si-
guiente una separación suficientemente clara ni un cambio de ritmo como los
producidos en el paso del siglo xv al xv1 y en el paso del xvI al xvi. Las guerras
de religión en Francia y la insurrección antiespañola en los Países Bajos habían
proporcionado largas décadas de paz al área alemana y a la italiana. Ahora, en
cambio, Alemania e Italia volvieron a ser los tradicionales campos de batalla que
fueron en la primera mitad del siglo xv1. Se reanudó la política de potencias, que
no tendría fin hasta mediados del siglo Xx.
La reemprendió Enrique IV, promoviendo precisamente entre 1600 y 1601
una rápida campaña contra el estado saboyano. Apuñalado por Ravaillac el 14 de
mayo de 1610, el soberano francés no pudo llevar a cabo en el plano internacio-
nal la obra de reconstrucción estatal que había proyectado con ayuda de Sully y
de Laffemas. Con un príncipe que apenas tenía nueve años, el reino quedó bajo la
regencia de María de Médicis y pareció que volvía a caer en las dificultades in-
ternas ya conocidas con anterioridad. Entretanto, tras haber corrido el riesgo de
desencadenarse en 1613 por la sucesión de Francisco Gonzaga, el conflicto se re-
anudó en Italia al año siguiente entre el nuevo duque de Mantua y el duque de Sa-
boya, Carlos Manuel IL Esto bastó para que Francia y España, oficialmente en Óp-

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226 EL SIGLO XVH
RIVALIDADES ESTATALES
Y PROBLEMAS INTERNOS
timas relaciones, se inmiscuyeran en el asunto para enfrentarse entre 1616 y 227
o do

1618, Francia pareció correr en ayuda del príncipe saboyano, que había perdido
Vercelli, mientras que España se había declarado protectora de Gonzaga. La paz
fue restablecida temporalmente en septiembre de 1618 sobre la base del statu
quo. España, en efecto, estaba comprometida en una guerra alemana debido a sus
persistentes vínculos con el Imperio. oriental e el Adriático, con los veneci
Antes de suceder en 1619 al emperador Matías de Habsburgo, Fernando II de
Do anos por un lado y los Hab
Habsburgo se había convertido en rey de Bohemia en 1617 y no había tardado
ARA os últi mos entraron en conflicto
sbureo
en a además con Francia
manifestar su celo contrarreformista. Aun cuando eran más numerosos que los ina (que pertenecía al
cantón suizo de los gris
católicos, los luteranos bohemios no habían visto que se aplicaran realmente la de comunicación y de paso ones y
las militar para las tropas
ibéricas y
prescripciones de la paz de Augsburgo entre 1555 y 1609, cuando Rodolfo Il,
hermano de Matías y emperador hasta 1612, les reconoció los mismos derechos
que a los demás protestantes del Imperio. La acción de Fernando Il, ferozmente
Un na vez puso fin con
antiprotestante, envenenó rápidamente la atmósfera: el 23 de mayo de 1618 dos la paz de Montpelier (oct
ubre de 1622) a un nue
de sus consejeros particularmente mal vistos fueron arrojados al vacío desde una vo re-
ventana del palacio imperial (defenestración de Praga). Siguió una revuelta, así
como la constitución de un gobierno provisional en lugar del Consejo real: antes
de terminar el año tropas protestantes ocupaban el país. Para asegurar mejor el Mo
vincias Uni
AAA con los españole
triunfo de su causa, los bohemios eligieron comio rey al calvinista Federico V del ñ s. Un notable impu
lso a esta orientación
e a
Palatinado (agosto de 1619). du Ples
sis, cardenal y duque de Rich
NOT mu ; elieu. Rígida-
En este punto entró en acción el espíritu de solidaridad dinástica y católica. Fe- € la monarquía, desde el
principio se Propuso venc
lipe HI de España envió tropas desde Italia y el duque Maximiliano de Baviera 0s hugonotes y los nobles ren er a
uentes— y ensalzar su pres
puso a disposición de Fernando 1 todos los efectivos de la Liga católica alemana, tigio
de la que era jefe. A su lado intervinieron además el rey de Polonia e incluso el
Elector de Sajonia, protestante, que buscaba para sí provechos territoriales, El 8 de
noviembre de 1620 el aguerrido ejército católico se enfrentaba a las filas inexper-
tas de los adversarios, que fueron desbaratadas en un brevísimo lapso de tiempo
(batalla de la Montaña Blanca). Nadie pudo detener la feroz represión imperial,
nos, . en los que intervinie
ron de nuevo en 1629 y
metido
tl s hasta sta junio
juni de 1631 (cuand
que trató a Bohemia como sí fuera una provincia sometida. Ajusticiados los jefes o el tratado 22de Chera
y en los que se encontra:
sesión de Pinerolo). sco
09
les > mon
2es garantizó la po-
rebeldes y confiscados sus bienes, se promulgó una amnistía, si bien subordinada
Entret -
al pago de multas, que debían saldarse con propiedades de tierras: pasaron a ma-
nos de los católicos dos tercios de los territorios señoriales bohemios. A partir de
Cristián IV ge Suera no había cesado en Alemania. El rey de Dinamarca
ta las cercanías s de delnoBáltic
hacers
o ea paladí n de la causa protestante, había atraído has.
1627 sólo se reconoció la confesión católica: todos los nobles que no se hubieran las tropas imperiales que habían ido a atacarlo
convertido tenían que abandonar el país. Mientras decenas de millares de personas
tomaban el camino del exilio, los protestantes eran privados tanto de los cargos
municipales como del reconocimiento legal de su matrimonio (de modo que sus
«hijos quedaban reducidos a la condición de bastardos). Convertido en obligatorio
el catecismo romano, castigada con multa la ausencia de las ceremonias de culto,
incluso los hospitales rechazaron acoger a los «herejes». En 1622 el director de la
academia de los jesuitas había tomado posesión de la universidad, a la que fue
confiado el control de todas las escuelas y el ejercicio de la censura. Mientras Pra-
ga perdía la prerrogativa de ser residencia imperial, la corona bohemia se declara-
ba hereditaria a favor de la casa de Habsburgo.
A cambio de su apoyo, el duque de Baviera, Maximiliano, había obtenido en-
tretanto la investidura de la dignidad de Elector Palatino (febrero de 1623) en per-

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EL SIGLO X Vu
RIVALIDADES ESTATALES Y PROBLEMAS INTERNOS 229
Baviera volvió a presentar batal
la el 16 de noviembre de 1632
que volvió a salir claramente venc en Lútzen; y aun- cia lograron apoderarse de la plaza alsaciana de Brisach (17 de diciembre de
edor, fue herido de muerte
1638), haciendo extremadamente difícil desde entonces el paso de los refuerzos
españoles procedentes de Italia en dirección a los Países Bajos; de ahí que en
2. SEGUNDA FASE DE LA GUERRA DE LOS otoño del año siguiente hubiera que enviar allí a un cuerpo de más de diez mil
TREINTA AÑOS
hombres por vía marítima. Rere-la flota del almirante-holandés Tromp obligó a
Pero esto no puso fin a un confl las naves ibéricas a refugiarse en Dover, dónde luego las afacóy aniquiló. Tam-
icto que, desarrollado de modo
Perso y con otras intervencion bastante dis- bién por aquellos años las tropas imperiales habían llevado a cabo penetraciones
es a partir de 1618, merecerí
nombre de guerra de los Trein a por su duración el en territorio francés, mientras que los suecos, partiendo de sus bases en Pomera-
ta Años. Aunque Gustavo Adol
como heredera a una niña de fo había dejado nia, habían realizado incursiones en territorio alemán. La potencia española iba
seis años, Cristina, los suecos
contienda. Ayudados financie no abandonaron la mostrando progresivamente que era bastante vulnerable. En el frente de los Pi-
ramente y reforzados militarm
tantes alemanes, se dirigieron ente por los prote - rineos, que ya se había abierto, pese a la victoriosa defensa española de Fuente-
hacia el valle del Danubio y ocup
Ratisbona. Ante la amenaza que aron la ciudad d . rrabía (septiembre de 1638), los franceses habían conquistado el Rosellón, don-
esto suponía para Viena, Fernando
diendo prescindir de los servicios Tí, aun deci. de Perpiñán acabó capitulando a manos de Luis XI. En el mismo lapso de
de Wallenstein (al que hizo asesi
de 1634), decidió lanzar a todas nar en febrero tiempo dos revueltas, apoyadas ambas por Francia, se habían extendido por Ca-
sus tropas a la lucha. Su ejército,
tropas españolas provenientes reforzado y taluña y Portugal. El reino lusitano del duque de Braganza, Juan IV, fue recono-
de Italia, se enfrentó al enemigo
lo derrotó (6 de septiembre de 1634) en Nórdlin en y cido enseguida por casi todas las potencias europeas, e incluso sus colonias se
. La causa protestante se resintió
un modo grave, pues además de de ello de sustrajeron al dominio español. Todas estas vicisitudes hicieron que cayera en
retirarse los suecos se disolvió
de los príncipes alemanes refo la confederación desgracia el hombre fuerte de la monarquía hispánica, el conde-duque de Oliva-
rmados, de modo que el emperado
al Elector de Sajonia el tratado r pudo impo res (enero de 1643).
de Praga (30 de mayo de 1635).
titución fue confirmado, para pesar El edicto de Res. En Francia también había desaparecido de la escena política el cardenal Ri-
de los luteranos: los Propietarios
tenían que recuperar sus bienes eclesiásticos chelieu, muerto en 1642, siendo sustituido por Mazarino. Éste decidió aprovechar
secularizados a partir de 1627.
Muchos protestantes se resignab la lenta aunque tenaz actuación de su predecesor, que había logrado la reconsti-
an a esta dura paz, y el mismo
co Oxenstierna la habría firmado canciller sue- tución de una flota militar. Pero las campañas navales contra España, lanzadas en
si Fernando MU no hubiese pues
de que sus tropas evacuasen todos to la condición dirección a la Toscana, el Elba y Nápoles entre 1646 y 1647, tuvieron resultados
los territorios del Imperio. Desd
e los inicios decepcionantes. En cambio los franceses obtuvieron éxitos mayores en el frente
septentrional. En 1643 la infantería española había sido derrotada en Rocroi por
el príncipe de Condé; posteriormente conquistó sucesivamente Thionville, Gra-
velines y Courtrai, y en octubre de 1646, Dunkerque. Estas victorias fueron de tal
envergadura que indujeron a las Provincias Unidas a replantearse su política, pa-
reciéndoles preferible que la almohadilla de los Países Bajos españoles conti-
nuara interponiéndose entre ellas y Francia (amicus Gallus, non vicinus, se de-
cía en La Haya y en Amsterdam). Persuadidos como estaban de que no podrían
doblegar la resistencia holandesa, los españoles fomentaron esta tendencia. Pese
a las fuertes presiones ejercidas por los franceses para disuadirlas, las Provincias
pa blecer en el Imperio la situa Unidas urdieron así acuerdos de paz y los firmaron en La Haya el 30 de énero de
ción en vigor en 1618. En el mes
a do proctamaba en Bruselas de mayo un 1648. Por ellos obtenían el solemne reconocimiento de su independencia, así
una declaración de guerra franc
aont
ontra o
los españoles, que seguían en esa también como los territorios de que se habían apoderado en Brabante, Flandes y Lim-
arm as en los Paíse
aÍ: s B ajos
j contra4 las Pro- burgo.
De intervención de Francia no También en Alemania se estaba llegando al cese de las hostilidades, en el
cambió enseguida la suerte del
o e a su alcance europeo se conflicto pero transcurso de las cuales, tras la paz de Praga, los Electores de Sajonia y de Bran-
hizo más extenso y evidente.
£ arlos V, las comunicaciones entre Como en la época deburgo habían secundado a los Habsburgo contra los suecos. En 1640 Federico
España y los Países Bajos a travé
pes, y el valle del Rin eran vital s de los Guillermo de Brandeburgo concertó con los suecos una tregua, siendo seguido en
es para los Habsburgo. Por ello
seu a Valtelina tropas franc se enviaron en- 1645 por Juan Jorge de Sajonia. Por ello incluso el nuevo emperador, Fernando TIL,
esas para que impidieran el paso
nesado hacia el norte. Acto segu desde el Mila- adoptó una actitud más conciliadora en la conferencia de paz de Miinster, inicia-
ido las fuerzas protestantes ayud
adas por Fran- da en mayo de 1644. Finalmente, incluso Maximiliano de Baviera consintió en

113/250
230 EL SIGLO XVII RIVALIDADES ESTATALES Y PROBLEMAS INTERN
OS 231

: uienes concertó dos años más tarde la de los Estados Generales o provinciales, así
iar como de los consejos municipales, y
o 1647) España. decidida a no aceptar las nn el poder de los estatúderes. Los conflictos intern
a a La de os se resolvieron a favor de quien
ra— qu tenía mayor fuerza efectiva, es decir, de los
concias france: as, fue consiguientemente la única —junto con Inglater magistrados y Consejeros municipa-
1648. DIES les: en primer lugar, los de Zelanda y sobre
no ñ Sa Miner la paz de Westfalia el 24 de octubre de todo de Holanda, en particular de
o PA Amsterdam. En el nuevo orden político de
cuencias del tratado fueron bastante importantes, por tales magistrados —los llamados «re-
su derecho a recibir compensa ciones PS ANO gentes»—, la soberanía vino a parar a las manos
que se admitiera de la oligarquía mercantil de la
Tras larga EN ANN DO o provincia de Holanda y de su mayor ciudad
había tenido que sufrir por la causa alemana. . El poder de los «regentes», amplia-
s aceptaron ceder Alsacia y la plaza e » nada on mente dominante, no fue incontestado. Si
¿ imperiale su oligarquía tendió a cerrar filas por
a a pesa medio del carácter hereditario de las funcio
la orilla derecha del Rin, que pasaban así a estar bajo plena nes públicas —perpetuando así su su-
suecos, siempre a
a título
tí de ín
indemniz ación, en - premacía—, la multiplicidad de radio cada vez
> ue respecta a los: ] más internacional de sus objetivos
e EA a favoreció el dinamismo económico, técnic
Conoció la Dosesión de la mejor parte de Pomerania, con o e intelectual, así como la tolerancia
civil y religiosa contraria al autoritarismo, dando
como resultado el primer régi-
conseguía MR
ca concegar de es o el derecho
: sen
a tener un represen- men republicano de la época moderna.
de Suecia
fue quien NON ODA aa No obstante, a su éxito y a su vitalidad contri
dat en le Dicta del Imperio. El emperador buyó la vigorosa y constructiva
O aportación de los estatúderes. Tras la desapa
das con el tratado, pues todos los territorios germánicos o rición de Alejandro Farnesio y la lle-
an OS eo gada de Ambrosio de Spínola al teatro de operac
establecer relaciones diplomáticas e incluso a establecer iones en 1602 , las Provincias
os IN Unidas habían visto cómo se debilitaba el domin
le. En el plano religioso, los artículos de la paz de io español. Uno de los principa-
io, eius religio) fueron de nuevo puestos en vigor y es les artesanos de sus crecientes fortunas había
sido el hijo de Guillermo de Oran-
er. IONES ge, Mauricio de Nassau, ya en 1585 capitá
stas Finalmente, puesto que todas las potencias contrayentes n general y almirante de Zelanda y de
del tratado, tanto Francia como Suecia DR no ON Ñ Holanda. Entre otras cosas se distinguió por la
de la aplicació n provechosa introducción de nota-
casos en que el imp bles reformas militares, logrando a partir
para su intervención en Alemania en los de 1594 poner en práctica un eficaz
adiestramiento de sus tropas terrestres, sobre
autonomía de los principados alemanes. todo en el uso de armas de fuego.
Por otra parte, él y su sucesor Federico Ernest
o supieron introducir innovaciones
en el campo de las técnicas de asedio, inspir
ándose en el criterio de rodear la po-
blación a conquistar con un doble anillo de
3. HOLANDA, GRAN POTENCIA REPUBLICANA puntos fortificados. De este modo las
Provincias Unidas, que ya gozaban de una superi
oridad naval incontestable, ha-
j xvI y la primera i ma j E DON ¡glo siguiente , e bían logrado disponer también de un autént
Entre las últimas décadas del siglo ico ejército hacia finales del si glo XvI.
como resultado PO o Desde entonces sus tropas supieron hacer una
la revuelta de las Provincias Unidas trajo defensa eficiente de su exiguo te-
de An nes 0 ne rritorio. Desde la tregua de los Doce Años,
n ueva potencia europea, , Holanda. En el seno de una a sociedad firmada en 1609 con España, aquellas
as a IA provincias no sólo fueron reconocidas como países
sus fuerzas disgregantes y al mismo tiempo constructiv libres, sino que también fue
jeti dando vida 1 a un sing j ular Estado republican ) 1 o. Este, te, :en DO , no un hecho real que su pequeña región de poco
bjetivos, más de un millón de habitantes fue
p e elevada al rango de potencia internacional.
asimilarse a la Confederación de Cantones suizos, y menos aún . la zi
las comparaci ones intentadas entre ele PA de Simultáneamente, Holanda había destacado
Venecia (a pesar de todas como abanderada y casi sinóni-
Cc MOON mo de las Provincias Unidas. Además de desem
laguna italiana y el de Amsterdam). Sólo en las Provincias Unidas se peñar una función muy notable
e determinan 1 te y II e O
un ms - con su contribución a los gastos comunes,
hecho
l el calvinismo en component tuvo también un papel determinante
de peso internacion al. Solamente en ellas, antes de a rev a en la dirección política y militar del país gracia
mo político s a su preponderancia marítima,
*“teamericana de finales del siglo XWIH, supo constituirse un men DO . económica, política y social. La potencia financiera y la red
mundial
de los trá-
ació y de cu ñ
1ñ0 moderno. Pese a su graan valor con amo ,
conti ficos tenían su epicentro en Amsterdam, es
co de larga duración decir, en Holanda. Que sus opera-
ión
revolución 1
inglesa de 168 8-1689:—a : la que por : dores y banqueros se interesaran más por sus
] intercambios garantizaba una gran
“nó n0-con construyó ni realizó añtas
tañtas 1n
innovacio nes como el régimen libertad comercial. Incluso en el transcurso
buyóO EHolanda*=- de las guerras, fue especialmente
landés. , . o ¿do por Holanda la que autorizó los tráficos con
los países enemigos, al tiempo que sus
que allí se creó fue iniciado y co o P ; negociantes proporcionaron
po Ya se ha visto que el Estado naves y municiones incluso a los
españoles, Era
l 0 calvinistaini co ntra el monarca ed c ( ar, una prueba de fuerza, y por lo demás aquell
un lado, por el desbordan te impulso i os negocios acabaron uniéndose con
1Ó de las tradiciones autonómicas ! . o e la agricultura del país, en vías de mejora
r otro por la valoración racional y de aprovechamiento de una
equilibrio fecundo, aunque no exento de tensiones, entre loS p tecnología elevada, con actividades preind
e onces un ustriales muy dinámicas. En este Es-

114/2530
114/250
232
EL SIGLO Xv1
RIVALIDADES ESTATALES Y PROBLEMAS INTERNOS
233
interés. El comercio de los metales preciosos se convirtió en
una de sus mayores
fuentes de beneficios, acrecentados por la obligación de
recurrir siempre a las le-
tras de cambio superiores a los seiscientos florines. De este
modo se consiguió
que cualquier comerciante internacional o agente financiero de
buen nivel tuvie-
ra interés en abrir una cuentael tener asegurado además el hecho,
que el secreto
bancario estaba garantizado. : -
Puesto que era un Estado en que casi todo el mundo estaba
activamente dedi-
cado a la producción y a sus beneficios, gracias al avance tecnológ
ico obtenido
en sectores claves no es de extrañar que las Provincias Unidas
se convirtieran, en-
tre finales del siglo XVI y comienzos del xvx, en una pótencia
apoyo de amplios estratos mundial. La rique-
populares y de algunos za alimentó allí un ambiente de alta cultura científica, empresar
gunos momentos de cris «regentes». Con todo, si ial y artística, ade-
is militar la hegemonía en al- más de nutrir un esfuerzo bélico casi siempre victorioso.
en entredicho Por los Ora de la clase mercantil fue Entre 1630 y 1640 en
nge, en todo caso hunca uest particular, sus ingresos fiscales cubrieron casi por entero los gastos
ba capitaneada por los Gra fue subvertida. Esta clas militares, y
ndes Pensionistas —los e est : durante toda la primera mitad del siglo xvH se encontró fácilmen
más altos funcionarios estat te en el mercado
a. financiero el dinero necesario para la guerra. Mientras la lucha
estuvo concentra-
da más bien en el inmenso teatro naval de los océanos Atlántic
ba la función de ministro o e Índico, Holan-
de asuntos exteriores. da dispuso también de tropas terrestres más numerosas y
El otro gran factor que mov muy bien adiestradas.
ió la dinámica afirmación Aunque su triunfo no podía darse de antemano por descontado,
das fue el calvinismo, de las Provincias Uni- su aportación
por otro lado subdivid
ido en corrientes que contribuyó ampliamente a la derrota de la coalición católica
Caron tensiones muy áspe a veces provo y al gran éxito de la
ras (como la que producid causa protestante. Las fortunas económicas y militares constitu
Fistas, en particular entre a entre arminianos oa. yeron la parte más
1618 y 1619). Su objetivo visible de una consolidación que era tanto civil como política,
de Dios, conquistando para no era sólo propiciar el además de cultural
su propia causa la autorida reina y tecnológica, y que hizo de Holanda un epicentro de la civilizac
hacer entrar a sus «elegido d del Estado, sino también ión del siglo XvHn
s» en las filas de Quienes europeo.
des humanas. La seriedad se imponían en las vicisitu
de la profesión calvinista, -
prosperidad, fue acompañad sin duda alguna fuente
a de la aspereza de las posi d
ciones teológicas y del ino
4. LAs REVUELTAS EN FRANCIA Y EN LOS DOMINIOS IBÉRICOS

La trama de la política de potencias cuyas fases se han tratado


rápidamente
aquí y que convulsionó a gran parte de los estados europeos
siones, En Amsterdam, tuvo importantes
sin embargo, no hubo nin consecuencias: los estremecimientos producidos por las
pida penetración de los guna resistencia frente tensiones internas en los
judíos, por cuanto éstos a la rá- distintos países, antes de que el absolutismo monárquico lograra
nuevos tráficos. Por lo supieron activar en la ciud acabar con ellos y
demás, las raíces ibéricas ad de que se llegara a la Revolución francesa, fueron los aconteci
de relaciones de que goz de tantos israelitas y
la densa red mientos más rele-
aban en España y Portugal vantes y dignos de notar. Así como los antagonismos económi
éxitos de Holanda. Uno contribuyeron mucho a los cos se convirtieron
de los frutos más importan en este período en el elemento determinante de las relaciones
cación (de e que formó tes y precursores de su internacionales, del
parte Spinoza) fue el pen civili mismo modo no es menos claro que la lógica del equilibrio de
eN pos. A samiento de Hugo Grozio fuerzas había ac-
ZO brillar su independenci . que tuado como hilo conductor del prolongado enfrentamiento
a de todas las Creencias de la guerra de los
y orienta- Treinta Años. Casi ningún Estado había alcanzado aún una coherenc
No Sorprende, finalmente, ia interna tan
que los instrumentos de perfecta como para excluir momentos de desequilibrio y
fueran forjados además en la supremacía holand de crisis: con todo, apar-
el ámbito de las técnicas te de las tensiones entre elementos centrífugos y exigenci
Amsterdam, que se conv económicas y financieras as absolutistas, no exis-
irtió también en uno de En tió un denominador común preciso entre los trastornos que
europeos del siglo xvn, los máximos núcleos cult allí se produjeron. Se
aunque todos los cargos ural : trató más bien de residuos descompensados propios de cada entidad
públicos fueron ocupados nacional en
por vías de asentamiento, de modo que su relativa contemporaneid
ad fue casi la úni-
ca característica que los relacionaba entre sí. Tales trastorno
s han de considerar-
se el revés de la medalla, el conjunto de malestares sociales
y políticos que ex-
plotaron bastante confusamente sin encontrar salida ni satisfacc
ión adecuadas a

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234 EL SIGLO XVH RIVALIDADES ESTATALES Y PROBLEMAS
INTERNOS 235
del si- vejaciones llevad
largo plazo. Sin ninguna duda, fue éste —sobre todo en torno a mediados o por O aaROnes (dragonnades),
que desde Poitou
delicado y crucial en la vida del Ancien Régime. Las fuer- hasta el Delfinad o husoncies EN
glo xvi— un momento oe! anta Béarn se alojaban deliberada
mente
prevale- en las casas de 1
zas del orden tradicional, de la jerarquía social y del poder real acabaron en Te sar de hacerlo en las de los católi
cos (provo-
de las clases
ciendo, aunque en detrimento de las más que legítimas exigencias
cando numerosa
era aún (15 de Ooctubre de 1685) no fue más o
medias e inferiores. Con todo, la organización política de estas últimas
PAC
O acto ción de Nante
de una larga persec ució s
todo carente de coordinac ión o de un verdadero progra- co Loraolo e o protestante fue entonces prohibida
casi inexistente, y sobre 7 seordenó que
amenazadora,
ma. Aunque se prolongaran largo tiempo o se repitieron de forma O dos Sn todas partes, al mismo tiempo que
eran supri-
a excepción Alas rerionos Me a
los trastornos sociales sólo produjeron revueltas sin consecuencias, a lentras eran enviados cuatrocientos misio
neros
de Portugal y de Inglaterra . o sony idas y se fomentaba la abjuración de los
tras la pastores
Los problemas internos se habían reavivado con fuerza en Francia
la regente María de Médicis se apoyó en un favo- marada A
RR de revuelta religi
n osa. fue lado los pS aras, aque adurante
muerte de Enrique IV, cuando Ivarios
S años la
de los Es- o 21710, con-
rito codicioso e incapaz: Concino Concini. Ni siquiera la convocatoria las Cévennes desorientar a las tropas enviadas para reprimirlos
en su
tados Generales en 1614 reveló ser eficaz: las oposiciones que surgieron
a que no se volvieran Era casi inevitable que
seno entre burguesía y nobleza, sin embargo, contribuyeron las necesidade
les nj a > Enancieras de los estados compro-
llevando metidos en las guerras REI
a convocar hasta el año 1789. Por otra parte, el ardor con que se estaba as . ar la presión fiscal y que a su vez
Contrarr eforma había suscitado la exasperac ión de los hugo- ésta generase un vivo d2 Ta
a cabo la obra de la enómeno fue bastante general y produ-
que les era la jodounatsdesazón Oque a y
notes. Éstos pudieron comprobar muy pronto lo poco favorable 9 en movim ientos insurreccionales, sobre
de los acontecim ientos. La rebelión protestant e, manifesta da de nuevo a Os: . eses. Richelieu, en efecto, no dudó
evolución en endurecer
de una más acentuada reacción Ca- a in de desarrollar una política exterior
a partir de 1621, se debía sobre todo al temor y militar de al-
tólica. Pero el cardenal Richelieu —que había entrado a formar parte del Conse- o Sol odo na período de veimte años comprendid
interna do proloneaos o comas € Francia se o entre 1624
jo real en 1624— la consideró una insidia inadmisible contra la cohesión realizaron movimientos de revuelta que
en el campo internacio nal. Esta visión política de Ri-
del Estado y su actuación
y de su mi- bles AA
se pusieron también al front
chelieu fue confirmada por la intervención de Carlos I de Inglaterra A oos, porque
PpesIin Dorauchos casos,
el aumen to los
de no. los
la flota ingle-
nistro Buckingham a favor de los hugonotes. Los movimientos de OS ado E Estado dejaba muy poco margen para
satisf acer Lo
prestar ayuda a la plaza fuerte de La Rochelle, baluarte principal de la 116 la posibilidad NON noo del sistema de los intendentes reales
sa para acen-
la ciudad tuvo que capitular AAN
resistencia protestante, no llevaron a nada concreto y nal odo O : poder central sobre las ciudades de
provincias:
los hugono- O
tras un memorable asédio de varios meses (1628). Al año siguiente, or as exigencias fiscales, esas ciudades
hicieron a
de todas La
tes se resignaron a firmar la paz de Alés, que les impuso la destrucción a campañas rebeldes. Más grave que la
revuelta de
sólo el ejercicio de la libertad religiosa. Estos acon- trade a zona comprendida entre el Garona y el
sus fortalezas y les permitió Loira e
fran-
tecimientos precipitaron el proceso de desmovilización del protestantismo a normanda de los va-nu-pieds de los años
1639-1640, precisa.
doctrinale s, así como por la mermada capacidad ymenteC por
cés, debilitado por controversias
el apoyo que esta revuelta encontró en lo S grandes núcleos de Ruán
y poca calidad de su propio cuerpo pastoral.
s el he- E consideración análoga es válida tambié
Fue sin duda una prueba de la desorganización de las fuerzas opositora n para la Fronda, que tuvo como
permanec ieran prácticam ente ajenos a los disturbios o
centro PaParf: > a / Frque afectó ó direc di tamente al gobieSn
cho de que los protestan tes rno y a la misma corte. “ El movi-1
revueltas de IE
que perturbaron a Francia en los años sighientes, y en particular a las onda tuvo dos fases bastante distintas,
la primera animada sobre
sin embargo, que se acentuase todavía más la discri- ces. y e pa pa eetaria y
la Fronda. Esto no impidió, la segunda por la nobleza. Los parlamento
, al poder mo- OA , ticular s
minación practicada contra ellos.-A cambio de su apoyo financiero | el de París, , no habí, an renunciad Í O en 1 la prácti
ácti ca al dere-
hugo- E . nar os edictos reales ni al de rechazarlos
nárquico, el clero católico pidió medidas cáda vez más drásticas contra los cuando no los considerasen
volviera a la nÉormeiSs arial s Pen
notes y se llegarón a instituir gratificaciones monetarias para quien principio s
DoDe jurídi
o del reino. Í Un conflicto1 de este género es-
nála segunda Tnitad del siglg xvHL, sobre todo después de la
obediencia roiiaEn
LS in la c O ! , COR IMporportan
tanttes repercusio
susi nes tamb: ié
cargos pú- A a
paz de Nimega, se vetará a los protestantes el acceso a casi todos los Pe conflicto, sin embargo, terminó
con bastante rapidez porla
abogado, impresor, librero y A. a A monárquica de los parlamentarios y por
blicos e incluso a profesiones como-las de médico, el deseo de los
El último sínodo nacional hugonote autorizad o por el rey fue el de Lou- y a ovOl movimientotoss revolu
r
boticario. narios
cionar i populares. Más vi
re- e ero ñ fue la siguiente fase nobili
dun (1659): más tarde, en varias zonas se empezaron a derribar los templos aria de la Fronda. Los aristócrat.
MN
XIV no se detuvo aquí: son célebres, en efecto, las graves ura nte todo el gobiei rno de Richel
formados. Pero Luis Í ieu
1 un conjunto to de medid
: as ; que ten/

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236 EL SIGLO Xvn ¿RNOS 237
RIVALIDADES ESTATALES Y PROBLEMAS INTERNOS
dían a disminuir sus privilegios y su preem rance-
inencia. Mientras que algunos cargos ñ
bargo, la intervención de la flota española 1
logró Ó la retirada de ls tropas AA
importantes eran suprimidos, otros se confi parte del a:
aban a burgueses y algunos nobles ha- y
sas, aunque el éxito hispáni
ión hispánica
é j de la repre sión dependióió: en graanpia
bían sido condenados a la pena capital. : NU
Al término de una complicada trama de la nobleza local. Al extenderse p or el campo,po la revuelta cues :
acontecimientos, el jefe del partido aristo
crático, príncipe de Condé, gracias a las te y ponía en peligro el régimen de los bárónes, de modo que los feudatar
milicias a cuya cabeza se había puesto
logró apoderarse de París durante unos ú ñoles. :
cuantos meses: Mazarino y la corte tuvier
on que abandonar la ciudad. 5u gobier- e Elranico
úni
único aovimient
movimiento nai evolucior me
Jonario
revolucion: taaelel Estado ibérico oqué tuvo éxito
ibéric
no, sin embargo, se hizo detestar muy pronto por sus
excesos. Ana de Austria y verdaderamente fue el de Portuga l:-Desde esde u ini inicio (1580)
ssu Olos lu a ?
el mismo Mazarino fueron llamados de España:ción polos n
nuevo a gobernar, y en 1653 esta última aceptado con muchas reser vas la unión dinástica 1 con
gran revuelta feudal quedaba sofocada. o tic
: o hizo
Í cada vez másás débil débi confor me se fue viendo que con es
Esos movimientos franceses llevaron susta en
ncialmente a un fortalecimiento no se defendían Í las posesiones j p' ortuguesas 9de los cal ataques ho AA . Tan
del sistema de gobierno ya vigente y al desarr
ollo del absolutismo. Incluso el Par- en el plano religioso igl exisistítía una parecida ] animosidad,o; y a que la Inquisi EE
lamento, el grupo más compacto y polít Z acentuada sospecha la dúctil «ortodoxia de loslos portug ]
icamente consciente, a la larga salió per- i
Judicado de todas esas revueltas. De «corte par-
Ie unaa par
soberana» Luis XIV lo redujo a «cor- rSlmonte
Finalmente,
i 00D i
clel gobierno de Mas dridj reclamaba también bién 0d aa estos : últimos
te superior», y en 1673 le quitó el derec 2
NA
ho a impugnar los edictos reales. icipació activa
ticipación 1 en el con flicto j ran ¿
contra Francia, S
suscitan ando así reacciones
En los disturbios que conmovieron a d
España, sobre todo en torno a 1640, con- j difuso
i descontento estalló primer o en los tumultos 00]
fluyeron distintos elementos, aun cuando os E duque
rápidamente en Lis-de
obedecieran a la lucha entre las fuerzas 1637; luezo
2037. luego, en diciembreici de 1640, , la sublevación ión triunfó
triu
periféricas y el poder central. El gigantesco md
do enfrentó a España con las potencias protes
conflicto que en Europa y en el mun- boa, donde solamente habíaÍ un p uñado de soldados , castellanos. E
tantes y sus aliados puso de relieve Braganza no tuvo ninguna dificultad en hacerse proclamar rey con eln
la fragilidad de la estructura estatal,
cuya columna vertebral era Castilla. Las an- de Juan IV.
tiguas autonomías regionales, reavivadas
por las dificultades económicas y mili-
tares, llevaron a revueltas de alcance bastan
te diverso según los casos.
La menos grave fue sin duda alguna la que
se manifestó en Andalucía, pues- 5. LA PENÍNSULA ITALIANA: ASPECTOS GENERALES
to que allí no existían un espíritu separatista
ni las premisas necesarias para que
la revuelta se extendiera a otros lu gares. . . . . . aero 2 o
La tradición democrática de la zona vas- En la consideración de las vicisitudes itálicas han actuado desde hace tiemp ,
ca, en cambio, alimentó los desórdenes
que estallaron en 1632 contra el impues- asi
cas h: as ta hoy , esce Os
£SCNATOos Omo
CO: TIdick O nant e S, COM O
ritmos de úna partitura musical
to sobre la sal: el gobierno pudo calmarlos
con una moderada represión y la abo- a cuya fuerza nadie pue di e sustraerse. De este m o do, S e ha encontr ado positivo e
lición del tributo. Bastante más grave fueron
los movimientos en Cataluña, una inclus
Cc1uso OS
gl Orioso ch
el h echo de que Italia haya estado divid 1 da en gran :
núniero de
región cerrada en sí misma, de población
predominantemente rural y excluida en omu nidades
com t
bastante libres y pro, Ó Sp eras,
Tas, al aun: q us al
se ha mM 1 rado con desdén y aver-
7
gran parte de los beneficios obtenidos de
las conquistas americanas. Estando en one
Ó
sión el mapa Í
p 'O. lític entaba
O qu e la p resen ab. div umer O de
ividi dae a Cu erti o nur esta: dos algún
o
curso la guerra con Francia, el gobierno
de Madrid reclamaba a esa zona del país e p
tiempo después. Es d e Cu, ch Zi b
S e Tr rechazada O se Se Ss So p: ortaba mal que entre los Éxitos
un esfuerzo considerado excesivo por la
población local, extorsionada además municipales y la unidad tardía se interpuslese una fase en la que no se do
por las indisciplinadas tropas castellanas
e italianas. En junio de 1640 bandas de ni os los valores
al S de 1 los prua ero sE ¡ el valor de la s se gunda.o De est. a v isión ha s ufrid
ce
insurrectos penetraron en Barcelona y
consiguieron incluso asesinar al virrey, ás q que ningún
más sú otro período
Í el XV 1
lo XvVIt,
siglo q ue e
ta rmabién por esto
or es ha atraído esca
> e
Apoyados también por el clero, los separatistas
rompieron decididamente con Es- samente las simpatías y el trabajo de los estudiosos, como sl ofreciese demasiado
paña y reconocieron como soberano a
Luis XIII de Francia. De esta manera la poca materia para el orgullo nacional.
suerte de la revuel ta se entrecruzó más que nunca con carac.
la guerra exterior y la re- No se puede negar que el siglo XVUu tuvo en la península italiana unas
gión se convirtió durante muchos años en
terreno de contienda entre las dos po- eríst
terísticas co
p oOco atra y tes,
atrayentes, mm
como una senci
pr esencia e xtran b 1 la Sí tuación
e ra Q u e ro Zana
tencias.
JO, una
Una O ist.
ontrar reformista
acción Ó Con q ue e CO mculcaba varias liber tades de
de p redominio,
La rebelión se extendió también al sur de
Italia, con los importantes tumultos e Apr esión
sión O de Y ó > una
in ve; stig, ación, í.
economía sin ]
dinamism o y y ca S1 decadente, etc,
de Nápoles y de Palermo de los años 1647-
1648: sus protagonistas principales O
Con másás O menos
eno: fun nto,
undamento el s obree a tendido o aunque
q O bstinado parangón
fueron Masaniello, el abate Genoino y
sobre todo Gennaro Annese. Mientras des pu: é Ss hacíÍ: a q ul e el 3 a 1CIO se
redun d ase en desa ve; ntaja de la 1ma-
disturbios se propagaban por el virreinato, los on
con e 1 antes y el
en Nápoles se proclamaba la repúbli- glo
ge n d del siglo V
xvi. La erto
itervenci Ón dele criteri ativ
Co: Mparativo —- es decir > qe ue
que
ca, a cuyo frente estuvo por un momento
el príncipe francés Enrique de Guisa. ocurría entonces en Italia y lo que se estaba desarrollando en algunos otr paí-
Francia, que estaba en guerra con España,
hubiera querido sacar provecho, pero se S-— Pi arecía añadir X
otros a I gun entos desfavorables para la realidad peninsular .
intentó sustituir al príncipe de Guisa por PE . / : o . 4
el príncipe Tomás de Saboya. Sin em- Estos últimos ho eran consider ados en sí mismos de un modo armónico O ecua-

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238 EL SIGLO XVII

Ni
RIVALIDADES ESTATALES Y PROBLEMAS INTER
NOS 239
nime, juici
debido a la influencia de prejuicios historiográ
mentales s ee bistoriográncos O me-
ms ás ome de los dominios de los Sforza y extend
son
ido hacia el oeste, más allá del cantón sui-
nos desequilibrantes. Así, las repercusiones de todas esas ones se an zo de Ticino, cerc. a de Vercelli— correspondía solame
18
el pun to de dificultar inc
! incluso actualm ente u OO - nte en su mitad a Lom-
1
do muy persistentes, hasta
¿ bardía; la república de Venecia comprendía
del sig AN.
territorios muy dispersos, como en
tación
1Ó adecuada de las coyunturas y las situaciones propias
) mayor o menor medida los Estados Pontif
icios y el virreinato de Nápoles; tam-
necesario, 1 por consiguiente, Í j ] dis
distanciarse Í His ac
de lasas figuraciones p reconcebidas' con ! poco los dominios de Génova y de los Médicis estaba
Í que haber x r sid i
sido la historia de Italia
Mal p ara dedicarse a e a se n unidos de forma que hu-
respecto a lo que «tendría» biera podido considerarse dotada de cohere
ncia regional. Hay que reconocer, sin
2uir sus vicisitudes reales y las peripecias ocurridas efectivamente entre fin embargo, que muchos principados europe
os del siglo XVII se inscribían también
del siglo i XVI y comienzos 1 del XvIn. o . o en esa especie de artificialidad relacionada
con un concepto aún poco actual de
Ante todo sería oportuno observar un mapa político de la pos ans Estado-nación. Ni siquiera era propia
sólo de los dominios españoles en Italia
sin ninguna repulsión por sus numerosas delimitaciones internas (da e por característica de depend la
er de una potencia extranjera, respec
Í ese e stado de ánimo ánir :
la todavía ía má:más acentuada ad parcelación ar to a cuyos intereses
ejemplo,
j no suscita esos dominios resultaban marginales o
os periféricos. Aunque alguno lo pensara,
los territorios alemanes contemporáneos). Ciertos pnons os fin y al cabo la unidad política de la peníns al
ula no era más que un espejismo: nin-
ejemplo—
j — pueden par ecer instintivos, instinti pero son bastan te ilógico. O : o: gún Estado estaba dispuesto a subordinar
' anda) ;
a ella su existencia autónoma y nadie
xIv y xv Francia1 estuvo también ién fracturadaf y sometida , a diversos OS sober: DS podía contar aun con unificarlos todos o
AO en gran parte para su propio beneficio.
j
son igualmente itrarl
arbitrarios p or cuanto eligen como referen a En contrapartida, se había consolidado
una comunidad lingúística y cultural
1 siglo
1 XvH, en algunos aspectos, los estados italianos ¿ he tante notable que abarcaba el campo del arte bas-
: flicto p: producido en y los campos propios de la ciencia
e onoon ell orden qué : se habíaÍ creado al 1 con cluirir el el conflkicto y de la música.
el siglo j O xvI entre España ña yy Francia. ] Hasta E incipios o deldel siglo
principios sig XvHt, , cuando AAN
cuandc em- Por otro lado, entre los estados italianos
reo, el reparto terri que podían considerarse indepen-
á itui Españañ al imperio impe de los Habsburgo, dientes, sólo dos —el Piamonte y la repúbl
ica de Venecia— tuvieron al menos
Safirá
sufrirá irá modificacio: ificaci
modificaciones 1
impo rtantes, > aunque AU se producir. ducirán numerosos oO retoques. Boadas en parte medios para mantener su actuac
- se Esp ión política con las armas. Pese a sus
No por esto, sin si embargo, el con texto internacional se presenta senta 1 gestas iniciales, el gran ducado de T Oscana
y atlánticas. , en efecto, no fue capaz de nutrir
Francia, i en efecto, : son al mismo ] tiempo
1 potencias las mediterr.
me áneas
á as más que empresas de piratería marítima.
e e No se deben confundir, empero, los
Mientras que en la primera mitad del siglo XVI su rivalidad había tenido inquietos movimientos saboyanos de
este período con los pródromos y los
cenarioo principal princi Italia, Í en e l siglo | igui
siguiente su mutua COMP: etencia a sese maesO
mantfe guros auspicios de las fortunas piamontesa se-
n e s del siglo x1x. En el Juego incierto
de modo preferente refe másá allá á de su s confines, ! aunque a veces se e de las alianzas, las iniciativas veleid
osas de Saboya llegaron ciertamente
vo, en episodios discontinuos o marginales, desde el Piamonte y Génova una oscila ción de éxitos y de fracasos— a algún result —en
Nápoles y Sicilia. . . e ado. Es sintomático, sin
embargo, que sus primeras imposiciones
DN a la cabeza de un reino se realizasen
Comparada con la situación de casi todos los demás países ope primeramente con la toma pasajera de la
de es te período. o se Po dis- remota Sicilia y luego con la perma-
cidentales,
i nÓ i
Ss, nórdicos i
u orientales—, s—, la situación i ión italiana
itali: nencia en la desolada Cerdeña. El enfren
tamiento entre el Estado saboyano y la
]
tingue por el mantenimiento mi de u na paz al menos ; relativam entete b benéfica. %La república de Venecia ha sido sobre todo
manos an subrayado a raíz de hechos consuma-
animosidad con que a principios del siglo XVI ms o dos. Si se observara, en cambio, de modo
: sedi isminuyó o congruente la configuración real de
frentaron a otros, provocando €campañas a ñ : bélicas élice y asedios, los acontecimientos se Podría constatar
Pa que la Serenísima prosiguió de forma
arte en el transcurso del siglo 1 x vi. Había sobrevenido ( : ya la conc impertérrita su antagonismo plurisecular
con los otomanos. Ciertamente, en los
tiva de que existía un juego político internacional en elque no se podía de ade primeros años del siglo xvIm, mientras Víctor
me Amadeo Il ceñía por primera vez
ser actor, al que era necesario adecuarse y en el que aún era posible inse la corona real, Venecia estaba ya a punto
de quedar agotada por la lucha contra
más O menos Repercutiendo sobre sus relaciones interiores, esa concien : su enemigo. Con todo, esto no autoriza
.
as
a
a olvidar que entre 1645 y 1669 Vene-
apagó y aminoró casi por completo las llamativas mnantfestaciones de
m C . .

cia sostuvo ininterrumpidamente y casi


si- por sí sola, y por consiguiente con sus
, ían dao lugar a tantos s conflictos, confli en par ticular en el transcurso del propios medios, el peso del adversario
vOcatONopera- o que tendía a arrebatarle la isla de Creta
glo xv. LaLa paz pas noxeinó inó sisiempre ni j en todas panes pero Esporádicas y atacaba desde su interior las bases
a marítimas de Dalmacia. La república
ciones
1 militares
ilitares quesse produjeron
ques, | ron sobre.el suelo E suel 1 italiano só 0)
—aunque geográficamente tan lejana y
teniendo que superar dificultades inter-
c

décima parte e inclusó ura centésima parte de Tas Víctimas causadas por las ep nas-— logró, durante un cuarto de siglo
o al parecer, bloquear y contrarrestar los
demias y las pestes. o o asaltos turcos contra la fortaleza de Candía. Por lo demás,
Está fuera de duda que casi todos los estados italianos que se habían ido po en el mar obligó a la
flota del sultán a retroceder, infligiéndol
asp! ecto de ALartifi- e varias derrotas graves y bloqueándo-
mando anteriormente 1 y que tod avíaÍ subsistían istí ! rrecí
ofrecían 1
cierto le repetidas veces la entrada a los Dardan
elos. Hacia fines del siglo, aliadas con
cialidad. El ducado saboyano era en parte francés; el Estado de Milán ——naci las armas de Austria y de Polonia, las
tropas venecianas se impusieron con-

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240 EL SIGLO XVII RIVALIDADES ESTATALES Y PROBLEMAS INTERNOS 241
quistando Morea (de la que sólo en 1718 fueron
obligadas a retirarse). Resulta por todas partes, los que habían pertenecido a las clases. sociales emprendedo-
año qe entigadores de gestas épicas hayan descuidado esta hazaña
ras se inclinaron cada vez más por el género de vida aristocrático, que casi ya
no podía realizarse de otro modo que mediante el goce y el acrecentamiento de
Para caracterizar la situación general de la península italiana
del siglo xvu se ha recurrido a un conjunto de imágenes, de
en el transcurso los bienes territoriales. Por lo demás, la situación había tomado ese cariz bas-
metáforas e incluso de tante pronunciado desde el.-siglo xv1 e incluso desde fines del siglo xv. Como
seudoconceptos, siempre de tono negativo. Puesto
que no faltaronsen este perío- aunque fuera sólo
se reconoció y como había sucedido también anteriormeñge,
do aspectos desfavorables, esos términos de condena tienen
innegablemento por en el campo de batalla internacional era en-
para luchar en el plano económico,
una razón o por otra, cierta correspondencia parcial con la
realidad aunque la co- tonces aún más necesario el apoyo fáctico de los poderes estatales de cierta di-
lorean de modo perjudicial y arbitrario. Ante-la ausenei
a de una política atlánti- mensión. Casi ningún Estado italiano tenía la estatura suficiente ni las fuerzas
ca, al menos en el plano económico y marítimo, por parte
de los estados que en el para entrar eficazmente en semejante competición. .Aunque no fueron muchos
pasado la habían tenido, se ha hablado de incapacidad, sin
advertir que habría sido los que bajo diversos aspectos comeTieron errores, lo cierto es que ninguno de
muy poco realista insistir por su parte en esa vía. No
menos vano ha sido apelar a esos estados podía medirse con las nuevas potencias (a pesar de que alguna
hipotéticas perspectivas de concentración o de converg
encia entre los estados de ellas, como Holanda, fuese en apariencia inferior en algunos aspectos no re-
cuando nadie ponía en duda —sobre todo en Italia, aunque
también en el extran- levantes). Como entre el siglo xv y el xvI algunos de ellos habían tenido una
jero— el pleno derecho a la existencia de los Estados
Pontificios. Tampoco pare- irradiación internacional y habían ejercido formas de supremacía aparentemen-
ce muy pertinente subrayar que las clases dirigentes
locales se mostraron ine tas te superiores a sus dimensiones, se sintieron arrastrados y obligados a no valo-
para cumplir las exigencias de la nueva distribución
de fuerzas en Europa or rar los recursos que podrían haberlos inducido a atribuirse tales formas de su-
contraposición, se podría ciertamente sostener a posterio
ri que las clases diri en- premacía. Ha de pensarse, en efecto, que cambiar o hacer innovaciones no es
tes inglesas no fueron capaces de hacerlo e hicieron
recorrer un lareo y fructuoso igualmente posible en todo momento histórico y que existen fases en que se
camino a su país entre principios del siglo xvH1 y princip
ios del siguiente. Con cuenta más con la tradición y con la prudencia (sea cual sea el juicio que pueda
todo, hi siquiera en un caso aparentemente tan ejempla
r como el suyo es lícito hacerse más tarde).
atribuir a los burgueses y comerciantes de Inglaterra
—por no decir a su nobleza De este modo, quienes se hallaban en posesión de la riqueza se inclinaron
y a sus soberanos— un proyecto tan orgánico, aunque fuera
aproximado y preven- sobre todo por el sector agrícola, por un cúmulo de circunstancias tanto econó-
tivo, destinado a alcanzar los resultados a que llegó su
patria. Los alcanzó sobre micas como sociales. Disponiendo de escasas posibilidades para emplear de
todo por un conjunto de actuaciones y de reacciones no
calculadas ni dominadas otro modo sus beneficios, los dedicaron a incrementar una serie de inversiones
de modo coherente en el ámbito interno ni en el interna
cional, salvo en momen- culturales y de prestigio, en general de alcance local. Las reducidas perspecti-
tos excepcionales. Una coyuntura de conjunto favorec
ió a Inglaterra, mientras vas comerciales o industriales mo hicieron más que reforzar ese anclaje en la tie-
que se reveló totalmente contraria a los estados italianos.
Las clases dirigentes de rra, que se tradujo a menudo en una vida de ostentación y a veces cortesana, así
estos últimos supieron a su tiempo sacar provecho admira
blemente de otras co- como en la satisfacción de exigencias artísticas y musicales de mayor o menor
yunturas y otros contextos: en el siglo xvn se adecuar
on a las nuevas condiciones provecho social. Evocando un lugar común, se ha observado que en la Italia de
sociales, políticas y económicas que se habían ido creando
. ese período casi ningún gobierno apoyó su actuación en la burguesía, sino que
Lo que resultó de todo ello puede parecer también un estanca
miento, un de- en todo caso lo hizo de un modo bastante marginal. Sin que esto pueda implicar
clive, un retraso, si no una crisis, pero se trata más
o menos de definiciones apro- ningún reproche legítimo, hay que recordar a este propósito que por lo general
Ximativas, viciadas por una visión externa del fenómeno
y no caracterizada por esta burguesía —sobre todo la más pudiente— hizo todo lo posible por reves-
un movimiento de comprensión desde el interior. Una palabra
resume todas esas tirse de las ropas y de las funciones de la nobleza, asimilándose a ella en todo
inadecu aciones de juicio, al tiempo que resulta muy cómoda en
su acrítica facili- tipo de comportamientos. Por lo demás, sin que esto autorice alguna especie de
dad: decadencia. Precisamente porque aquí se la conside
ra impropia, no es nece- condena, el ideal de vida aristocrático llevó raras veces en la península italiana
sario buscar argumentos que vayan en sentido contrari
o, como si setratase de re- —como ocurrió en otros varios países europeos— a cultivar de forma prepon-
equilibrar una balanza. El único camino para desligarse de
esa manera de plantear
elproblema es no recurrir a semejantes perspectivas o imágene derante actividades mercantiles o industriales. Lo que se buscaba en mayor
s, registrar las nu- grado, además de la posesión de tierras, era el ejercicio del poder local a través
Merosas e innegables debilidades de la posición de la
península y mostrar al mis- de cargos y funciones de orden público, tanto en el plano laico como en el ecle-
mo tiempo que lo que se reprocha a sus clases dirigent
es es por un lado lo que siástico, así como el acaparamiento de rentas financieras. No ha de extrañar que
prácticamente no pudieron dejar de hacer, y por otro lo mismo
que en gran part también en Italia haya existido una notable tendencia tanto a la constitución de
hicieron las demas elites europeas.
e latifundios y a su expansión (incluso en Liguria) como al beneficio proporcio-
En esencia, ante las dificultades económicas y política
s que se presentaban nado por las prerrogativas o privilegios tradicionales ya conocidos (como la re-

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119/250
DAD, rc ico EL SIGLO XVH RIVALIDADES ESTATALES Y PROBLEMA
S INTERNOS 243
caudación de peajes y aduanas, la exacción de impuestos o la imposición de mo- de parque
dues,
s OS y Jardin
jardi es. El fenóm
Ó eno del absentismo de los
ninsule que ne da menos acentuado propietarios
nopolios). en la parte centroseptentrional de la pe-
Esas características generales asumieron gradaciones o aspectos bastante di- Su parte meridional. Por otro lado
no se dispone para todos los
versos e incluso notablemente diferentes de estado a estado e incluso de región a
región en el seno de cada organismo político. La península italiana era una espe-
cie de mosaico cuyas partes tenían peculiaridades específicas y precisas. Sin em-
bargo, incluso en este plano geográfico suena a falso y es muy impropio hablar
de refeudalización. Este término sería además erróneo si con él se pretende sig- Zas
nificar que en el siglo xvI se reinstaló en Italia un feudalismo semejante al que va que t as
úna décima parte de . y
la superficie de la Tierra £
F utme pertenecía
había florecido allí alrededor del año 1000. Basta pensar en la imponente suma de
á cerca

cambios acaecidos, en la profunda evolución del contexto general y en la impo-


sibilidad histórica de auténticos restablecimientos. Con todo, aunque esa palabra
se limitara a la función de simple imagen evocadora, se trataría aquí de un empleo 6. LA PENÍNSULA ITALIANA: COYUNTURAS PARTICULARES
sumamente abusivo. Como ya se ha indicado, en este período la nobleza consti-
tuyó en más de la mitad de la península el resultado de la fusión entre burguesía eto Se » puede
ed pae pes, a amina
j másá de cerca la situación de los estad
os con
y aristocracia, así como de la inserción de la primera en la segunda. Aun inde- es mood etenerse demas: iado en cad: a uno de ellos
y consi1 derando má :
pendientemente de esto, en su mayor parte la nobleza se había renovado amplia- NE s dimensione
: s sociale s y las activ iviidades que allí1í se desarrollaron.a
mente y las familias que predominaban muy raras veces eran las más antiguas. o Su o ya recordado sobre los problemas
agrícolas, hay que subrayar
Finalmente y sobre todo, los comportamientos súciales, políticos y culturales de los: Mayores propietarios de tie Tras
—globalment :
eran los eclesiásticos (a únque con iderz
la aristocracia del siglo xvu en la parte centro-septentrional de Italia no tuvieron grandes difer 1 enci as de una PE
oparticde
ularPoeran desmesurad zon. NN
casi nada de feudales en el sentido que puede dar al vocablo la realidad observa- : am.ment
ente ingen
Í tes s sus su. domininios en Lombardía,Í a
pa en el du-
ble en la península después del año mil. La reivindicación de algunos privilegios na y sn Piacenza, así como en el reino
de Nápoles, y naturalmente en
de fecha antigua sobre las propias tierras es muy poca cosa para justificar el em- A O icios. Por otra parte, en estos últim
II os, desde el agro romano
pleo del término «refeudalización» para lo referido a casi todos los estados italia- a toscana se observó en este período
una disminución del cultivo
nos de esa época. delos and o y de los pastos: en 1622, en efecto
, se redactó el estatu
Se ha observado ya que las inversiones en tierras de las clases sociales pu- S TOS del Patrimonio de San Ped: ro. En
cuanto a la
repre
sssentantes de diversas Ss famili ió :
dientes produjeron un progreso real de la producción agrícola, aunque de ello familiass de de aquel Estado en el soli io
solio pontif ifici
icio, duran-
no se derivó un aumento decisivo de la productividad. Entre el año 1550 y prin- e o XvVH se crearon principados para algun
os de sus miem
e 0 bros yen
cipios del siglo xvH, en el Milanesado la proporción de tierras ocupadas por os sobrinos de los papas (a este
propósito hay que citar en primer
campos o prados de labranza pasó de menos del 3 por 100 a más del 10 por 100. LO da ya o Barberini). Era frecuente que
los titulares de estos pues
Estando gran parte del territorio repleto de núcleos urbanos y no raras veces de ales ales rerechazaban someterse a la Jurisjurisddicci
iccióón de los órga .
grandes ciudades, prevaleció la tendencia a asegurar su abastecimiento con pro- manos, 5,1
, reivindicando do la co mpetenciaj de los juece
] s señori
ñoria. é o
ductos de las tierras vecinas más que con importaciones del extranjero. Tam- además a las imposiciones fiscales
PDMas po lo general, en este organ ss y sustrayéndose
bién por eso las rentas de origen rural acabaron contando más en la economía aniismo singu
i lar no sólo el poder político es
de las antiguas metrópolis comerciales, y-por el contrario, se hizo mayor la de- $5 mismas manos que sostenía n
las riend
1 as del pod
que además
ne además S e en las de qui enes ir i ,
pendencia de los campesirios con respecto a los propietarios. A escala más am- o los detentaban confluí. uían ademá
A sá olos más
argo o a á altos
«plia esto provocó una mengua de las inversiones por parte de algunas zonas en tivos, así como las conspicuas poses
iones de tierras De este
otras partes de la península, a beneficio precisamente de las locales, y consi- o es urante todo el siglo XVI el cardenal
sobrino del papa asumió regu-
guientemente una disminución de ciertos intercambios: esto es válido, por ejem- 195 Cargos gubernativos de Prefecto
- Consul ta.a. PorPor ótra del Buen Gobierno y de la Sacra
plo, no sólo por'Ió que se refiere a una elase de alimentos como el trigo, sino onsult «í parte, se ha calculado que desde los
xv últimos años del siglo
también por lo que atañé a productos como la séda. En varias regiones el em- o EPI¿ ys A isent isti os sobri1nos de los pontífices
tuvieron como graciosa
pleo de los capitales de las propiedades territoriales traducía una exigencia de a eetida proximada de treinta millones de
escudos —siendo los
seguridad y de estabilidad, además de la búsqueda del prestigio e incluso de la Iciados los
Pamphili y los Altieri, los Chigi y los
Ottoboni. E
ostentación. No es cierto, ni siquiera en la Toscana, donde era un fenómeno tra- o señalar que incluso en el ámbito
aristocraci a desbancó Ó a menu romano una nueva
dicional, que la valoración del suelo comportase específicamente el incremento e do —tanto en el plano patrimonia
l como en el del

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244 EL SIGLO XVH
RIVALIDADES ESTATALES Y PROBLEMAS INTERNOS 245
P oder
tióefec
n detivo 2 — a la nobleza másá antigÍ ua.
En las provincias, y en particular
o de ncona, se distinguió el fenómeno en H (1628-1670) se consolidó de manera clara esta tendencia a la disgregación del
Lenta dl pu no aislado de la compenetra
as e
viejas estirpes de magngnate
atess y las másÁS impo centro de poder. Ésta se acentuó aún más bajo el mandato de Cosme HI (1670-
1 rtantes familÍ ias opu- .
1723), que se distinguió, además de por su obtusa piedad religiosa, por una fisca-
Considerando en el plano social lidad exenta de organización.
el caso de la república de Génova,
se obser. El gran ducado de Toscaxa,-no.obstante, podía presentarse como uno de los
estados mejor gobernados de la península ftaliana, incluso “por su capacidad de
mantenerse en un relativo equilibrio 'éntre las influencias de España, de los pon-
tífices y de Francia, Paradójicamente, en cambio, parecía más precaria la autorl-
dad de los papas, que en el siglo xvH ya no gozaron verdaderamente del ascen= '
diente que tuvieron en la segunda mitad del siglo xwr. A este propósito se ha
observado que ya en los tratados que pusieron fin a la guerra de los Treinta Años
apenas contó la voz del sumo representante de la Iglesia católica, mientras que en
la firma de las paces de los Pirineos y de Nimega ni siquiera se designó un pues-
to a los representantes pontificios. Quizás el último esplendor de prestigio tem-
poral lo conoció la Santa Sede en 1648, cuando los enviados de los Habsburgo,
udientes
ES (proveniente
Í s en partij cular de los negocios de Polonia y de Venecia juraron fidelidad en Roma a una nueva Liga Santa con-
AE de la seda y el papel) a la
o es. Por lo demás, este asce tra el turco, en el presencia de una congregación general cardenalicia. Esto no
nso social no estaba prohibido
prop aos e patrimonios más modestos, a los quita para que la Santa Sede continuara desempeñando en el transcurso de dicho
con tal que de estuvieran de
so O UEIzO Anaaciero requerido. Por acuerdo siglo importantes funciones internacionales gracias a su papel religioso y ecle-
lo repetido de estas admisiones
o: ambién que : desde 1650 se pue siástico y al apoyo de las grandes organizaciones contrarreformistas. Mientras
: no exist
existíía ya en Géno
é v. a una auténénti
Pp n de las clases sociales burguesa tica ex-
s. Así, en dicha capital, en la que las ofensas al papa por parte del arrogante Luis XIV no fueron más allá del
primera mu
plano formal y diplomático, mucho más grave fue la reacción del soberano fran-
cés contra la república de Génova. Este rey, por motivos más bien inconsistentes
—a prohibición no observada de armar algunas galeras para España—, ordenó
bombardear la capital ligur, contra la que su flota lanzó trece mil cañonazos en
mayo de 1684.
No obstante, precisamente en Génova, entre 1630 y 1650 había surgido la

incio y orananoa—, sada os naprinfueipsc


la osque, —entr
aspiración de liberar al Estado de la semitutela española a fin de involucrarlo

e como el Í pon
tiña más activamente en el juego político europeo. Era un hecho que desde hacía
anducal tosca

PO
lor
pe po
-L Horentina, en efecto,
as ae en h oca republicana
ar
da quen o
-
bastante tiempo el espacio económico ibérico se había convertido en la salida
principal de la producción artesanal e industrial genovesa. Por otra parte, la po-
lítica mercantilista cada vez más practicada por Francia a lo largo del siglo ex-
cIudad. A los grandes ponía a la república ligur a las estrategias económicas de su poderosa vecina,
d
mente orear os obles,pero los príncipes Pero había algo más: mientras los empresarios genoveses del ramo textil per-
: : or
. S ra, e manecían anclados en la solidez tradicional de sus productos, la producción más
A Í i
beció principalmente sobre labaso variada y llamativa de los productos franceses, ingleses y holandeses estaba
MN lacada patrimonial. Lo
elevadas dela administración Ta Justa yla ran e EÍttaras más
conquistando los mercados. En tales condiciones, la cuestión de la calidad de
los tejidos se hacía más bien abstracta: el gusto de los clientes se estaba convir-
do en gran parte a lo que sus tiendo en el juicio de calidad más concreto. De esta manera, el sector genovés
“antepasados no habías. Dodo. Ie en
de la seda, tras haber sufrido grandes pérdidas ya a finales del siglo Xv1, aun
cuando se había recuperado a continuación hasta conseguir un buen nivel, cayó
de nuevo a un nivel muy bajo en las últimas tres décadas del siglo xvH. Las no-
tables dificultades industriales de este período afectaron sobre todo a los erm-
presarios que no eran nobles.
En esa coyuntura disminuyeron también mucho las producciones genovesas

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246 EL SIGLO XVH RIVALIDADES ESTATALES Y PROBLEMAS INTERN
OS 247
de hierro, jabón y papel, por no hablar de la producción de lana, que se o este éxito era más propio de un núcleo marít
imo (y secundariamente de Pisa)
en condiciones aún peores. La industria del hierro, por ejemplo, en pesao que de la econo mía toscana. El puerto de Livorno, en efecto
bastante notable en los años comprendidos entre 1630 y 1640, no fue o a , mostró ser sobre
todo un gran puerto de tránsito: en vez de
Compararse a un pulmón de la econo-
por los progresos tecnológicos. No faltaron las intervenciones del Estado, a o mía, su condición se aproximaba más bien
a la de una isla respecto al estado en
dirigidas por el favoritismo más que por los Intereses generales. Por otra p a Cuyo territorio se encontraba. De hecho,
existía una contradicción entre la suer-
reestructuración industrial ligur de comienzos del siglo XVII no recibirá pa os Í te cada vez menos favorable de las indust
rias florentinas y la afluen
cia a Livorno
mulo efectivo por parte de la clase aristocrática dirigente. Y, además, o re as de productos extranjeros de mejor mercado,
cuya introducción en el gran ducado
producciones industriales genovesas pesaban los altos salarios debidos al coste no era precisamente favorecida. Tal prote
ccionismo, establecido en defensa de
elevado de la vida. En las últimas décadas del siglo xvH se intentó transferir mu- los precios internos del país, no bastaba para
evitar el descenso de la producción
chas actividades a lugares lejanos del centro urbano, ORINAR en pro- y de los puestos de trabajo.
vincias y en zonas rurales, pero las autoridades y las corporaciones b ron Por otra parte, con un país políticamente :
así dividido era posible que cada
bastante pronto estos recursos. Por lo demás, los empresarios de la a per zona económica concreta, al disminuir cada
vez más sus salidas al extranjero, se
aceptaron más gratamente perder poco a poco las salidas de sus productos q , viese obligada a replegarse sobre sí misma
. Con todo, en cada Estado existía una
decer las consecuencias de una renovación de los procedimientos técnicos y las disparidad bastante notable entre la situac
ión de las ciudades, y principalmente
propias estructuras de organización. El retroceso, por consiguiente, se hacía ine- de las capitales, y la del campo. Muchas ciudad
es italianas desem peñaron tam-
bién en este período la función de auténticos
escenarios de exhibición y de fuer-
a situación genovesa puede considerarse como bastante ao y e tes inversiones de prestigio. Mientras la
vida teatral y musical tenía un incre-
loga a otras de la península italiana. En el plano de la producción de PA as mento cada vez mayor, pululaban las academias
—algunas de las cuales gozaban
de lana, el número de las florentinas descendió de 14.000 en 1602 a 1 . S de reputación internacional-— y se constituían
importantes museos. Sin duda al-
1629 y a 5.647 en 1644. En el año 1616 había aún en Milán sena bras de guna el fenómeno en conjunto más vistoso
y no exento de importancia econó-
géneros de punto, reducidas a cinco en 1682; en 1709, en la Capita orn a ase mica aparecía fortalecido por toda clase de
inversiones ciudadanas y urbanísti-
produjeron sólo un centenar de piezas. Fue análoga la situación lanera o cas. Las ciudades se adornaban con nuevo
s palacios, mientras que gran número
cia: de unas 28.000 piezas a principios del siglo xvI se bajó a 10.000 en 1650 y de iglesias se añadían a las ya existentes y otras
eran transformadas conforme al
a 2.000 en 1700. Totalmente similar fue la trayectoria seguida por la na ve- gusto barroco. Algunas capitales parecían
auténticos astilleros, tal era en ellas la
neciana del jabón: mientras que alrededor de 1600 consumía casí cinco mi A abundancia de iniciativas arquitectónicas. Bastar
á citar la obra de Guarino Gua-
de libras de aceite, en los últimos veinte años del siglo xvH utilizó una cantida rini (f 1683) y de Filippo Juvara (+ 1736)
en Turín o la de Baldassarre Longhe-
1 enor. na (ft 1682) en Venecia. Los Estados Pontificios,
Faenza, Pésaro, y sobre todo
a se ha observado que -——aunque fuera por motivos un tanto diferentes— Bolonia fueron teatro de transformaciones import
antes. Pero particularmente en
los clientes tradicionales de los productores italianos (desde España hasta Flan- Roma la actividad constructora resultó ser
casi la única industria y suponía uno
des y Alemania) vieron notablemente reducidas sus posibilidades de noquisición de los principales factores de la vida económica.
Fuentes, jardines y plazas mo-
en el transcurso del siglo xvn. En los mercados de Levante, por otra parte, a numentales —es particularmente significativ
a la de San Pedro— se añadían a las
prendas de lana de la península italiana sufrían cada vez más la competencia de más variadas edificaciones. Arquitectos como
Gian Lorenzo Bernini (f 1680),
las francesas, inglesas y holandesas, mucho más baratas. La producción de tr Francesco Borromini (+ 1667), Carlo Rainal
di (t 1691) y Carlo Fontana (+ 1714)
dos de seda pareció asegurarse claros éxitos frente a los de lana, en tranca Sal desplegaron allí su maestría.
cadencia. En Florencia, los empleados del Arte de la Lana duplicaban a los de Ésta era la península que constituía la meta
principal de los viajeros —ade-
Arte de la Seda hacia mediádos del siglo XVI, mientras que en 1662 losprimeros más de los peregrinos— de casi todas las nacion
Va- es europeas: fue precisamente a
habían descendido a 5.364 y los segundos ascendido a más de quince mil. partir del siglo xv1L, en efecto, cuando se
convirtió de modo sistemático en obje-
rias ciudades marítimas italianas buscaron otro recurso en la institución de puer- to de una visita considerada obligatoria para
la formación de las elites. Por otro
tos francos. Cabe»mencionar el de Génova, abierto en 1654 y reformado e lado, el. siglo xvu fue un período de depres
iones y de calamidades demográficas,
1658, y luego las desCivitavecchia (+692)y Ancona (1692). El único eran ao hasta el punto de que a finales de siglo la poblac
ión apenas superaba la de sus ini-
en este plano, sin embargo, fue el puerto de Livorno, ya muy favorecido o e cios: unos trece millones. No obstante, las
ciudades italianas seguían figurando
Médicis en el siglo xv1. Su fortuna siguió acrecentándose en el transcurso de Ñ entre las más pobladas del continente, empez
ando por Nápoles, que tenía 176.000
glo Xvi y tuvieron además una victoriosa competencia con el trabajo mea do habitantes en 1788 y 215.000 en 1707. Seguía
ra e n Venecia (120.000 habitantes en
por la capital ligur. El trato de favor dispensado a las nutridas colonias 1642 y 132.000 en 1696), Roma (100.000 habitantes en
ras y la modernidad de'sus instalaciones dieron empuje al éxito de Livorno. 1657 y
135.000 en 1699),
Milán (100.000 habitantes en 1658 y 123.00
0 en 1715), Florencia (69.000 en

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248 EL SIGLO XVI

1642 y 77.000 en 1738) y Génov


a (35.000 habitantes en 1657 y
Eran grandes núcleos en que ade 65.000 en 1681)
más de conservarse las riquezas
sado, se acumulaban las nueva habidas en el pa-
s. Incluso a escala europea,
época podía estar tan orgulloso ningún otro país de la
de un patrimonio urbano tan notab
plendor semejante. le y de un es-
a - -

*
5. TRASTORNOS POLÍTICOS Y SOCIALES
1. CARACTERES DE LA SITUACIÓN INGLESA

También es objeto de la narración histórica explicar los sentimientos profun-


dos que animan la vida de las civilizaciones y de los pueblos. En gran medida, sin
embargo, esta narración no logra penetrar en todos los secretos de las mentalida-
des ni iluminar todas las situaciones psíquicas colectivas, de modo que le resulta
difícil integrar esos aspectos con lo que parece manifestarse claramente en los
planos económico y social, cultural, político y militar. No obstante, entre los fer-
mentos y las pasiones que agitan bastante el período del siglo xvH, tanto en Eu-
ropa como en otros continentes figuran en primer plano los que se pueden recon-
ducir a los diversos patrimonios religiosos. Con todo, bastante más que en la fase
del siglo xvi, es difícil identificar concretamente qué es lo que desempeña —*n
el plano histórico, es decir, en el complejo engranaje de las vicisitudes— en el si-
glo xvii una función religiosa. Es sin duda un problema que afecta también a los
siglos anteriores, dado que soh pocos los aspectos de las diversas creencias que
se desarrollaron en una dimensión verdaderamente autónoma y sin relaciones
más o menos estrechas con las demás dimensiones de la vida colectiva. También
es verdad, sin embargo, que una de las tendencias generales de la civilización eu-
ropea —y podría decirse mundial— la progresiva laicización o secularización, es
decir, las formas de liberación y disociación de cualquier realidad de los condi-
cionamientos religiosos y de la mezcla con ellos. Se trata de un proceso muy len-
to, en varios países aún hoy día en curso, que en Europa se manifiesta al menos
desde el siglo x1m en los campos y con los ritmos más diversos. Precisamente por-
que tal proceso afecta a la historia en toda su globalidad, no se hace de él por lo
general un estudio aparte. .
Estas consideraciones, aplicables a gran número de fenómenos, se refieren en
particular a la historia inglesa del siglo XxVIL Ésta, en efecto, aparece como un re-
voltijo de elementos que intentan abrirse camino, atropellándose y atemperándo-
se, para por fin llegar a un orden estable. Casi todo el siglo xvHn británico se ca-
racteriza por vna sucesión de trastornos. En el título del presente capítulo han
sido calificados de políticos y sociales, pero es esencial recordar que uno de sus
principales componentes en esa zona es el religioso. Los distintos países europe-
os han digerido a su modo y en tiempos diferentes la Reforma protestante y todo

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250 EL SIGLO XVII TRASTORNOS POLÍTICOS Y SOCIALES
251
el conjunto de fenómenos y reacciones que comportó. El conflicto que había pro- décadas del siglo xv1 como en la primera mitad del
siglo siguiente. Al menos en
vocado desde Inglaterra hasta Escocia e Irlanda no se aquietó definitivamente la medida en que la tierra logró con sus beneficios hacer frente
a las exigencias
bajo el reinado de Isabel Tudor, sino que se reavivó con fuerza bajo sus suceso- de una población en claro crecimiento, se ha podido hablar
de revolución agrí-
res Estuardo, durando casi hasta los umbrales del siglo XVuL Es decir, que ese cola. A principios del siglo xv el mundo inglés era aún claramente rural; de to-
mundo británico es el que durante más tiempo provocó —prácticamente a lo lar- dos modos, los porcentajes de los empleos en las diversa
s actividades eran en
go de más de un siglo y medio— la dialéctica y casi exasperada encrucijada de 1696 los siguientes: 77 por 100 en la agricultura, 13 por
100 en la navegación y
las exigencias religiosas más variadas con las políticas, sociales e indirectamente en el comercio y 10 por 100 en la industria y en la minería
, Por otra parte, a par-
al menos culturales y económicas. Sin duda hizo falta una gestación tan prolon- tir de 1700 aproximadamente el aumento de la producc
ión agrícola provocó una
gada para poder llegar finalmente a la madurez del nuevo orden que tanto pa ca- disminución de los precios. Por lo demás, no está excluid
o que el grave conflic-
racterizado luego a la modernidad inglesa, haciendo de ella incluso un modelo en to con Holanda, seguido por el Acta de Navegación de
1651, hubiera estimu-
1 XvIaL. lado a los propietarios de tierras a intensificar y mejorar
los cultivos para con-
19s o ovillo liado en que se combinaban los factores más diversos tribuir a la victoria de su país satisfaciendo sus necesid
ades de un modo más
resultó casi inextricable en el ámbito de las islas británicas, donde se devanó li- amplio.
bremente y de modo especialmente imprevisible. El componente religioso fue En 1646, además, se produjo la abolición del régimen
feudal de los poderes
allí por lo menos cuádruple: anglicano, calvinista, católico y sectario o y la medida ya no fue revocada. Desde entonces fue
más fácil programar la ges-
do designar con este término al conglomerado de sectas que tuvo un nota e tión de la tierra y las inversiones a largo plazo. Este proceso
tuvo su traducción
peso específico, aunque cada una por sí misma ejerciera era una n re- política en el ingreso en la Cámara de los Comunes
de los representantes de la
ducida). En el mundo inglés del siglo xv, en suma, la partida confesiona es- gentry. Las corrientes más radicales, como la de los leveller
s (o niveladores),
taba aún casi toda por jugar. En apariencia acabó con el resultado más lógico, intentaron oponerse a la concentración de las propied
ades de tierras, al menos
pues vino a ser la conclusión original de un proceso atormentado e iniciado ha- durante la revolución de los años cuarenta del siglo XvIL
Su pretensión era muy
comprensible teniendo en cuenta que muchos pequeños
cultivadores se veían
e ol cars de unos dos siglos, entre mediados del xv1 y mediados del XVIL obligados a vender sus propiedades al no poder sostene
r la competencia que les
la población inglesa se dobló. Los períodos en que el incremento demográfico hacían los propietarios de las posesiones más extensas.
Pero el proceso de enri-
revesultó más fuerte fueron el siglo xv1 y la segunda mitad del XVI. Se ha cal- quecimiento de estos últimos no hizo sino proseguir
también en el transcurso
culado que entre 1620 y 1640 cerca de ochenta mil hombres dejaron el país, en del siglo XVI.
dirección sobre todo a las colonias de América del Norte. Se trataba principal- La economía inglesa conoció notables transformaciones
no sólo en el plano
mente de un éxodo rural. Además de padecer un colosal incendio, Londres fue agrícola: fueron mayores incluso en el sector de la industri
a, hasta el punto de que
azotada en 1666 por la peste. Sin embargo, la isla no conoció como Italia un es- se ha querido ver en tales progresos el trampolín de lanzami
ento de la que cons-
tancamiento demográfico en el transcurso del siglo XVI: a principios de este si- tituirá más tarde la revolución industrial. Así, desde
1620 aproximadamente em-
glo los ingleses eran cuatro millones, y a su fin cinco millones y medio. Hay que pezó a destacar en Lancashire la industria de tejidos de
algodón, es decir, una ac-
considerar aparte el caso de Irlanda, que entre 1640 y 1650 perdió la mitad Él tividad que requería grandes disponibilidades financie
ras para la adquisición de
su población. Sin contar Londres, que alrededor de 1600 tenía ya doscientos mi la materia prima en mercados muy lejanos. Por otra
parte, en varias actividades
habitantes (destinados por otra parte a incrementarse rápidamente), hasta el si- se difundió el uso de las máquinas: desde las que desemp
eñaban su función en las
glo xv las ciudades inglesas siguieron siendo núcleos de segundo orden, so- minas hasta las hiladoras mecánicas para la seda o los ingenio
s ideados para la fa-
bre todo comparadas con las de los mayores países europeos. En la capital, en bricación de calcetines; instaurada por Cromwell,
la corporación de los tejedores
contrapartida, el consumo de trigo aumentó el 230 por 100 entre los años 1605 en telares sústituyó enseguida a la de los tejedores a mano.
Siempre en búsqueda
y 1661. - de los orígenes, se ha quérido ver én el desarrollo
de la red de canales un punto
La agricultura inglesa hizo notables progresos enel transcurso del siglo Sa de partida para la revolución industrial. Es cierto que su
ramificación contribuyó
hasta el punto de que desde 1660 aproximadamente la isla se convirtió en uno de á una mayor distribución geográfica de varias manufac
turas. Es sabido, por otro
los almacenes de trigs.del continente-Aunque-los fertilizantes químicos no fue- lado, que a cómienzos del siglo xvH el carbón de Staffor
dshire se llevaba a Bir-
ron empleados a gran escala hasta finales de siglo, TOS productos agrícolas se re- mingham en carros tirados por bueyes, mientras que
a fines del mismo siglo lle-
velaron —juntamente con los de Holanda— como los mejores de Europa apar- gaba por vía fluvial. Junto a la estabilización progres
iva de las comunicaciones
tir de 1650. Gracias también a las comunicaciones fluviales con Londres, tanto fluviales bien conectadas mejoraba también el sistema
de comunicación por ca-
el volumen como la organización y el impacto económico del comercio de los rretera. Por ejemplo, ya a mediados del siglo xvI1
la administración de correos
comestibles se caracterizaron por un acentuado incremento tanto en las últimas pasó de ser un monopolio privado a un servicio público
.

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252 EL SIGLO XVI
TRASTORNOS POLÍTICOS Y SOCIALES 2533

información y de reflexión. Especialmente durante los años de trastornos inter-


PA todos los días que el gobierno nos, muchos pudieron abrirse a perspectivas -——como la tolerancia religiosa o la
ordenase -—co
pS a , compra de 1.500 libertad de impresión— que ponían en tela de juicio las relaciones habituales de
cañones de una sola vez, per
esIO del ejérc
Jerctito y de e lale marina O realmente las necesi-
i no fuer
ñ on ajena
j s a la' proliferación de su sociedad. En los grupos sociales plebeyos y obreros se manifestaron por en-
. e e extrafíar
¡ que el reclutamiento de sold altos h tonces formas de irreligiosidad,-si-no de ateísmo. Ciertamente, no se excluye
a. ados al hacer escasa la
ra subir los salarios, y que esta
subida provocase la el
ma nano que estas y otras tendencias radicales indujéran a los más phdientes a inclinar-
el de vida. En varios sectore ió de se por la Iglesia anglicana, que ofrecía mayor seguridad, y nd por la de los pu-
Snaesde el Papel hasta la seda,
e al meno
menoss a a part
partiirdo
r de
ran ani ades de producción con ritanos, sobre todo tras el período de mayores tensiones (1640-1660). Es un he-
centenares de trabajado-
en -Hurgia Se impusieron empresas cho cierto que principalmente en los años cuarenta del siglo xvu la prensa
de notable entidad. Simul
» £l come nerci
rcioo se hacía cada vez má1ás prec i empezó a convertirse en un verdadero órgano de información y a hacer-una
dos e pueblos apareció un iso y distr
i ibui 1 .
negocio para la venta de los competencia eficaz a los púlpitos. Ocupar estos últimos, antes de 1640, equiva-
y en Londres en 1686 había o lía al ejercicio de una función que era tan política como eclesiástica. A partir de
casi cien mil tiendas.
i ién 1641 se suprimió la autoridad del gobierno en las parroquias. Cuando la here-
jía no fue ya punible con la hoguera, la Iglesia oficial perdió el monopolio de
que había gozado tanto en el control de la educación como en la censura. Poco
a poco, la opinión pública se convirtió en una fuerza que era necesario tener en
cuenta, y a partir de 1689 esto se acentuó con la instauración de las sesiones
ao . Un ejem
jes plo anuales del Parlamento.
EEN depo ell o es el inici
inici o del régii men de liber
j tad sala-
Hay que destacar además los factores que desde entonces desempeñaron un
En este períÍ odo se observan papel importante en el transcurso de los acontecimientos. Con la separación de
en Inglaterra ciertos fenómeno
s
la iglesia inglesa de la de Roma, en la época de Enrique VIII el papismo, es de-
fusión de las 5 re sidenciaj s subu cir, la fidelidad al pontífice, fue crecientemente considerado un enemigo tanto
rbanas en torno a la capi
dad de las viviendas, pasa mayor comodi-
ndo por el de sarrollo de interno como externo. Poco después de iniciarse el reinado de Jacobo 1 los cató-
O
sociales. Hasta 1643 no la lectura y lade los encuentros
se instituy
y eron en la isla el impuesto licos habían conspirado en la célebre «conjuración de la pólvora» (1605). Como
o
bre el consumo (en particular territorial in- parcial, no desa-
sobre el alcohol, > la cerveza. hasta 1687 la amenaza de una restauración católica, al menos
el café y el chocolate). Sola , la sidra . el
= teté pareció del todo, la pertenencia a las confesiones protestantes reforzó el senti-
mente entonces
Í in- miento nacional, contribuyendo así a la unión del país. Sin embargo, a semejan-
te resultado se llegó después de un largo recorrido y puede afirmarse también
que de una auténtica lucha. El mundo británico, en efecto, estaba bastante clara-
o nodo, a diferencia de mente dividido en este aspecto entre una Inglaterra oficialmente anglicana, una
lo que no pudo reali
Ines dez este
e ssigl
il o se puede afi lmar que se Escocia calvinista y una Irlanda católica (por muy sumaria que pueda ser seme-
había form
orm:ado en Inglaterra un y
sión nacional. De este modo - jante caracterización).
, entre 1688 y 1701 la rent
, a nacional ae
au-
- Hay que destacar también Particularmente conflictivas fueron, hacia mediados del siglo xvn, las rela-
la aparición de una
ciones entre ingleses y escoceses. Escocia, en efecto, tenía su Iglesia, regida por
órganos colegiales y electivos, y un Parlamento propio en el que, además del cle-
ro y los nobles, estaban representados los dirigentes de distritos y ciudades. La
lanza erc
com comercia
ia l y y los os in¡INgresos S y gastos S posición de los escoceses era muy particular, si se tiene en cuenta que por un lado
públi cos,
públic os
mone Circulació
n. Fue en Londres donde eran de confesión calvinista, pero por otro eran los súbditos primigenios y favo-
j rcial en el año 1682, y también se editó el primer periódico
fue londinens e el primer diari co- ritos de la dinastía Estuardo, que desde principios del siglo xvH ocupaba el trono
702 (el Daily Courant). o, publicado en
de Inglaterra. De modo que sus fuerzas estaban destinadas a enfrentarse, como
l Además de ser la movilidad social muy
alta en Inglaterra a lo largo sucedió abiertamente desde 1639. No fueron poco importantes en el transcurso de
810 XVIL, también los tradiciona del si- la guerra civil las intervenciones de los escoceses, unas veces inclinados contra el
les v alores morales e intelect
cudidas. Los numerosos uales sufrieron sa-
debates en que se mezclaba monarca y otras a su favor. Tras la ejecución del rey en 1649, Cromwell tuvo que
con las políticas y sociales n las exigencias religiosas
acelerar On y extendieron la dirigirse contra ellos, aunque sólo fuera por haber dado refugio al hijo del sobe-
capacidad colectiva de
rano, Carlos UH. El ejército de Cromwell logró derrotarlos primero en Dunbar

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a]

254 EL SIGLO XVI TRASTORNOS POLÍTICOS Y SOCIALES


255
(1651) y luego en Worchester, pero el gobierno entonces instaurado en Escocia
no fue del agrado de la población y desapareció en 1660. El problema secular no 2. DE Jacoño la CARLos I
fue resuelto hasta 1707, al proclamarse la unión de Inglaterra y Escocia, A cam-
bio de la renuncia a un Parlamento y a un gobierno propios, los escoceses obtu- No se puede reducir la historia
europ
vieron 45 diputados en los Comunes y 16 miembros en la Cámara de los Lores. talecimiento de los organismos
estatales; no obstante
Hubo además otras condiciones, como una fiscalidad más ágil y la conservación directrices dominantes. La form S
ación de los estados ocupa un perío
de las jurisdicciones señoriales locales. do muy largo
Casi paradójicamente, el papel de los escoceses se vio vinculado al destino de
Irlanda: en efectos, miles de ellos habían sido trasladados al Ulster en tiempos
de Jacobo 1 (1603-1625). Con todo, las relaciones de Inglaterra con Irlanda fue-
ron todavía más dramáticas que las mantenidas con Escocia. En 1633 Thomas
Wentworth fue nombrado gobernador de Irlanda, donde no dejó de favorecer el
asentamiento de colonos protestantes, si bien realizando una firme acción de go-
bierno. Á su marcha siguió una década de disturbios (1639-1649), que los ingle-
ses —demasiado ocupados en sus asuntos internos—— no pudieron apaciguar. Los
católicos irlandeses en plena revuelta masacraron incluso a cierto número de pro-
testantes. Esto llevó a la tardía aunque cruel campaña que el propio Cromwell di- ron € ada vez más contr
E arias
j al despliegue
Í de un gobie1 rno absoluto, por más
rigió contra ellos entre finales de 1648 y 1650, encargando luego a sus generales fuera inglés uno de sus mayores que
teóricos: Thomas Hobbes (1588-1679
terminar las operaciones por él iniciadas. Una vez conseguida la sumisión de Ir- mer lugar, el rey no disponía de ). En pri-
un ejército ni de una flota permanente
landa en 1652, los católicos fueron desposeídos de dos terceras partes de sus tie- , y los fun-
rras, que acabaron en manos de nuevos colonos protestantes o de soldados de
Cromwell. Hasta su muerte, es decir, durante algunos años, este último hizo ac-
ceder a diputados irlandeses al Parlamento de Westminster y extendió a su isla
los privilegios comerciales de que gozaban los ingleses. Pero estas medidas no
fueron respetadas tras la restauración de los Estuardo en 1660. Después de haber
padecido tantas vejaciones, los irlandeses aprovecharon el nuevo gran conflicto qQq_ __—
interno inglés de 1688 para rebelarse. Al cabo de dos años de enfrentamientos
Jacobo 1 1625
y de resistencia vieron desembarcar en la isla para luchar con ellos al nuevo rey Estuardo
inglés —Guillermo Hi—, que los derrotó el 10 de julio de 1690. Les fue reserva-
da entonces una suerte aún peor que las anteriores. Más de cuatrocientas cin- Federico V casado con Isabel
cuenta propiedades importantes les fueron confiscadas, de manera que entre 1688 del Palatinado | : O
y 1703 la parte del suelo que pertenecía a los católicos pasó del 22 por 100 al 14
por 100. Además, todos sus obispos y todo su clero regular fueron expulsados,
mientras que todo laico católico quedaba excluido de la enseñanza y de algunas Emesto casado con Sofía Guillermo
IM casado María Carlos H
otras profesiones; en 1727 incluso se negó a los católicos el derecho a votar. En- gu de Orange Jacobo H 1701
con Estuardo Estuardo
tretanto, entre 1690 y 1730 cerca de 120.000 irlandeses tomaron el camino del over , expulsado
1685 1688
.=exilio, sobre todo para prestar servicio en ejércitos extranjeros. Las desgracias de
Lore poo= o
Irlanda no terminaron aquí: dos gravísimas carestías, en los años 1726-1729 y I 1
de Hanover Guillermo UI casado con María Il
1739-1741, se abatieron sobre la isla; la segunda mató a una quinta parte de la po- Ever, Ana Jacobo
de orange Estuardo Estuardo
blación, es decir; a400.000 habitarrtes. bos supervivientes se salvaron sólo gra- Eduardo
A
| 1694 1714 pretendiente
cias a una hueva oleada migratoria y al cultivo de la patata.
1766
Jorge Il
de Hannover
1760
AQ _ __— __

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256 EL SIGLO XVH
TRASTORNOS POLÍTICOS Y SOCIALES 257
Aunque su carácter sobresaliente fuese
cada vez más significativo, la cl Los cercos (enclosures) de tierras realizados en el siglo XvIL, principalmente por
mercantil inglesa tuvo sobre el gobie
rno una influencia mucho más lenta
las Provincias Unidas, y ello pese a a los grandes propietarios, supusieron sobre todo un dominio más intenso de los
la presencia de sus representantes en
mara de los Comunes. La trayectoria lace campos (cultivados ya no solamente con cereales, sino también con trébol, colza,
de su ascenso fue, pues, totalmente
al menos hasta 1640, aunque la más tad al nabos, etc.). Ya antes de 1630 tuvo lugar una redistribución de la riqueza que dejó -
antigua aristocracia hubiese erdido. ca
parte de su poder militar, al tiempo al margen a las clases sociales.más humildes, aunque produjo un aumento del
que su autonomía política y financiera
taba también minada por la inflación. sb producto nacional. Se ha observado; pO”obsfánte, que en el sfelo-anterior a 1640
Si en los cuarenta y cuatro años del
do de Isabel I las sesiones parlamenta rein: . comercios, industrias y unidades agrícolas florecieron gracias también a la inci-
rias habían durado en conjunto
años, los Estuardo hicieron además sólo tres dencia relativamente ligera de los impuestos. _
del Consejo Privado el fundamento
bierno, acentuando la dependencia de su so. De modo que Inglaterra era un país en pleno florecimiento económico acom-"'
que la resolución de los asuntos tenía
persona del soberano. Hasta 1640 la de la pañado de un cambio social. Por lo demás, sobre todo en una primera fase, la po-
Cámara de los Comunes siguió siendo
casamente representativa: por eso es. sición privilegiada de las oligarquías mercantiles provinciales dependía del apo-
la búsqueda de la prolongación del
Político será una de las cuestiones más sufra lo yo del poder real. En este contexto, no obstante, emergió cada vez más la gran
debatidas después de aquella fecha.
malmente los miembros de los Comu For. comunidad de Londres, dotada de una administración autónoma y provista de en-
nes eran elegidos en los 46 distrito
glaterra y de Gales, cada uno de los d L. tidad jurídica propia. Su clase industrial se fortaleció progresivámente en el trans-
cuales designaba a dos miembros
entre todos los propietarios de tierra ( 1 dos curso del siglo xvi. Como el régimen monárquico tenía sus mayores apoyos en
s que tuvieran dos libras esterlinas
anual). Sólo poco a poco se delineó de fent la pequeña nobleza y en los grupos de clase media, tanto el primero como los se-
una capacidad parlamentaria orgáni
sistencia y de oposición a la actuación der gundos eran partidarios de una expansión internacional capaz de hacer de Ingla-
del gobierno, aunque precisamente.
sarrollo constituyó el fundamento princi de. terra la potencia protectora de los protestantes contra la coalición católica. Si-
pal de la singular historia políti ingle.
sa del siglo xvu. multáneamente, muchos estaban insatisfechos del autoritarismo real, que inducía
Durante muchas décadas los intere pr le aobispos y sacerdotes a seguir servilmente las directrices del gobierno. Por lo de-
ses de los soberanos habían seguid.
pliamente vinculados a los de las más, el vocabulario religioso calvinista en particular era el utilizado por los inte-
clases sociales dominantes propietari
rras (gentry), que se habían enriquecid as de e resados para manifestar abiertamente su rechazo de los aspectos injustos y opre-
o considerablemente eracias ala
los bienes eclesiásticos promovida vent e sivos que no faltaban en la sociedad inglesa.
por la corona tras la adopción de la
y la constitución de la iglesia angli Refor a El congregacionalismo —del que ha de considerarse verdadero fundador a
cana. Estos propietarios de tierras
sustituir en gran parte a las baronías lo ta on Robert Browne (1550-1636)— sostenía la libertad de prédica y la elección de los
feudales, además de prosperar a ex:
los arrendatarios y de los asalariado ensas de predicadores por la comunidad, la igualdad de sus miembros y la independencia
s agrícolas. El gobierno central tonta
dad de ellos, ya fuese como miembros , de la Iglesia con respecto al Estado. No muy alejados de los congregacionistas es-
de los Comunes para imponer los impue
tos, ya fuese como jueces de paz o como : . taban los «independentistas» o separatistas, que se comprometieron en la lucha
lugartenientes para el mantenimiento
orden. Este grupo de gentilhombres, del por la libertad de conciencia invocando precisamente la separación de iglesia y
esta pequeña elite de propietarios de
de pequeños barones y caballeros, tierras Estado. En cuanto a los baptistas, consolidados durante el reinado de Jacobo l,
acabó dominando la evolución intern
país. Á esos y a otros propietarios de a d 1 eran fieles al principio arminiano del valor universal de la expiación de Cristo.
tierras, que supieron destacar poco a
imponerse definitivamente, se unier : Hacia finales del siglo xvH un número creciente de no católicos se había alejado
on otros grupos de gentilhombres
tes del comercio, la industria y las E cd N del anglicanismo estatal: debido a la exigencia de pureza de la Iglesia que reivin-
profesiones legales. En el plano social
cién llegados eran admitidos por . los Le dicaban, estos inconformistas fueron muy pronto llamados «puritanos». El térmi-
la gentry al cabo de una generación
de que fueran lo suficientemente ricos. o d a no, empero, acabó incluyendo también a un conjunto bastante diverso de perso-
Tal capacidad de ósmosis de la clase
gente fue uno de los caracteres pecul di ñ nas que tenían en común la hostilidad respecto al modo en que se gobernaba la
iares de la estrecha unión inglesa
en el transcurso del siglo XvVIL, así como reali ada Iglesia inglesa. Con todo, la disensión religiosa corría a menudo pareja con la po-
una de las explicaciones de su di ais.
mo, po un lado, y de sus típicos logros lítica. Para los puritanos la sociedad ideal era aquella en que los hombres glorifi-
constitucionales por otro pa
eras on un aumento de los coyn a de as propiedades
caban a Dios con la plegaria y el trabajo. Aborrecían los ornamentos sacerdotales
< y las imágenes sagradas, reducían el altar a una mesa de comunión y los sacra-
.
con las bonificaciones. El saneamient mentos a un papel simbólico (la auténtica comunión consistía en la iluminación
o de Ls naa Ya
ques —con los consiguientes cercados O . del alma por la presencia divina). El puritanismo se difundió en todas las clases
para ua aprovechamiento más racional
suelo — privaron sobre todo a los campe del sociales e incluso en el campo inglés, sostenido en particular por los núcleos mer-
sinos de los derechos de pasto, de
y de recolección en las tierras de pes : cantiles y por una fracción de la gentry. Muy pronto se revelaría como la princi-
cada comunidad, esenciales para su
sustento. pal levadura del radicalismo político.

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EL SIGLO XV TRASTORNOS POLÍTICOS Y SOCIALES
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El episcopado anglicano se vio un tanto desarmado frente a los cada vez más derarse absoluta. De modo que
a
numerosos predicadores puritanos, dado que estos oradores populares, que se ba- sólo constitucional, sino tamb
ién políti
saban en la Biblia, eran subvencionados espontáneamente por las parroquias o
por empresarios laicos. Su presbiterianismo se distinguía por sus potencialidades
anticonformistas tanto en el plano religioso como en el político, así como por su
tendencia a construir una teocracia en que el magistrado desempeñaba por dere-
cho propio una función religiosa. Los puritanos pretendían sustituir a los obispos >
ra realizar un régimen de
de los sínodos presbiteriales, además de admitir a los laicos en las funciones del perfil
erfi absolutist
i a, al tiemp
1 o que se negaban a aceptar el comp
ministerio sagrado. Las clases sociales más inclinadas a sus ideas fueron la clase lamento. romiso con el Par.
media burguesa y los comerciantes, dado que el tipo de moralidad por ellos pre- Ni> Jacobo 1 ni € arlos 1 dejaj ron
de exterertor
iorjizar las ma 1 Í
dicado se basaba fundamentalmente en el valor del trabajo y de la vida sobria. Es mediatas y corrientes de la func
ión sobe
ás 1
Í o
decir, en la medida en que la actividad terrena alcanzaba un significado religioso, in
la burguesía emprendedora encontró en el puritanismo la justificación de las pro-
pias actividades económicas. En vez de ser proyectadas hacia un futuro lejano,
las consecuencias de la actuación puritana aparecían encuadradas en un porvenir
producido sobre todo por el esfuerzo cotidiano. De este modo, en la interpreta- :verso
e syi
nu grupos de puriti anos. Éstos E eran particularmente adversos
ción inglesa, la teología y la ética calvinistas se prestaron a ser dirigidas en gran a a y DE poSores, que en cambio
orar Carlos 1 intentó restau
medida a fines sociopolíticos. Cor a2 dede Wil William Laud, , nuev
Mu o primpri ado desde 1633. La; 1
Bajo el reinado de los primeros Estuardo se hizo más acuciante la necesidad o aero afianzar la jurisdicci
ón de los tribunales eclesiásticos,
de aumentar el número de predicadores, mientras que el alto clero anglicano se y particularmente el de los Obisp el Mono
os, además de favorecer el fasto
resistía a aceptar semejante exigencia, temiendo que cada comunidad religiosa s
concreta tendiera a independizarse. Al mismo tiempo se fue consolidando una
nueva generación de predicadores puritanos que aplicaban a las situaciones eco-
nómicas y sociales las frases apocalípticas que anteriormente sólo dirigían a la
iglesia corrompida. Los pobres, al igual que los ricos, fueron considerados miem-
bros de una sociedad cristiana común. No faltó tampoco un mesianismo puritano, : 2 s e
ualquier 1npue: to tenía
la espera de una transformación inminente, así como la convicción de hallarse en bado por el F arlamento, además
que ser apro-
de manifestar se contrario
la última fase de un período de preparación para algo que no podía tardar. El mo- a las detenciones ar-

vimiento puritano alcanzó su apogeo en la década comprendida entre 1630 y Era un modo de volver a la
2%
tradición de la Carta
1640. En un plano más inmediato, la perspectiva de una aproximación política a
Magna aunque sobre
una señal de la indignación todo
del país con un gobierno
España, buscada por Jacobo 1, chocó tanto con los intereses puritanos como con
dese ntendido y despreocu

los vinculados al desarrollo de la colonización de ultramar realizada a expensas estaba dispuesta a admitir en
E rancia y en E Spaña
o en otros países euro
de esa potencia católica. era pos1 ble € imponer 1 o en ]
la socied:
da d 1g lese
esa . A SI, á 0
peos no
Í, ésta Í en sí Í misma le as f fuer
tenía

3. LA GUERRA CIVIL Y CROMWELL

Entretanto, precisamente en las primeras décadas del siglo xvH se agudiza- AN So E MU no or daron en demostrar que se
ba en Inglaterra la eontroversia sobre los poderes del soberano. Por parte real se ? 2 ya muy ce
nsiderarse una auténti Ica ru
había lle-
sostenía que la soberanía residía sóle en el rey, mientras que para sus adversa- provocada inopinadamente por una
revuelta de los escoce
en el Parlamento». Por ello, se-
rios el poder de dictar leyes pertenecía al «rey redondo a aceptar la int roduccióiÓ
n del anglicani s
clan
j »
gún la teoría parlamentaria, tanto la facultad de legislar como la de imponer im- fin de obtener los fondos necesarios
para fi sacas ops e
puestos, de legitimar o de juzgar sin apelación, no podían pertenecer más que Con el
al segundo. El célebre jurista Edward Coke afirmó explícitamente por aquellos
años que la competencia del Parlamento en materia legislativa tenía que consi-

adi

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260 EL SIGLO XVn
TRASTORNOS POLÍTICOS Y SOCIALES . 261
terminar el año los representantes de las corrien
tes de la oposición lograron con-
vocar un nuevo Parlamento, que a diferencia de los lladas contrarias a Carlos 1 pudieron seguir financiando la guerra contra él. Por su
anteriores debía encauzar de
modo eficaz la indignación y la impaciencia parte, el rey encontraba a sus seguidores sobre todo en el campo, en el clero an-
de la parte más decidida y avanzada
del país. glicano y entre los católicos, así como, además, en gran parte de la nobleza y de
En esta asamblea (que por su prolongación la gentry rural.
y por su excepcional actuación
fue bautizada con el nombre de «Parlamento El inicio de las hostilidades pareció favorecer alsmonarca, pero.ya en octu-
Largo») participaron muchos, pu-
niítanos, y más de la mitad de los miembros bre de 1642, en Edge Hill, el ejército parlamentario impidió-aCarlos 1 tomar la
procedían de las universidades. La
asamblea estaba compuesta por una sesent capital. Mientras que al año siguiente la suerte parecía aún claramente favorable
ena de comerciantes, iinos ochenta
hombres de leyes y numerosos propietarios a las armas reales, estaba apareciendo en el campo de batalla un condottiero que
de tierras; sus apoyos más importan-
tes los tenía en las aglomeraciones urbanas (ante todo ya había sido diputado en 1628 y que en 1640 había sido reelegido por los habi-
la londinense) y en las re-
giones industriales. Esto hizo que, cuando tantes de Cambridge: Oliver Cromwell. Se trataba de un propietario puritano de
se llegó a un conflicto abierto con el
rey, las clases sociales perjudicadas que habían acentuada religiosidad personal y de tendencias políticas radicales, pues además
mandado a los Comunes tales re-
presentantes no se negaran a costear las subven era partidario de la abolición del episcopado. Una vez estalló la guerra civil,
ciones que se les pedía para sos-
tener la mencionada lucha. Gran parte de Cromwell se convenció de que las tropas parlamentarias, sin fortalecer su moral,
los diputados, tanto gentilhombres
como burgueses, estaban a favor de una monarq no podrían alcanzar el éxito. Con todo, aunque realmente supo transmitir a los
uía constitucional y no absoluta,
pero en cuestiones importantes estaban en soldados que mandaba la profunda convicción de que estaban investidos de una
desacuerdo entre sí: concretamente, al-
gunos querían que el episcopado — Cuyo misión divina, hay que reconocer que muchos de ellos eran ya seguidores de
nombramiento correspondía al rey —
fuese abolido. Con todo, no tardaron en adopta sectas religiosas que les llevaban a combatir por la fe. Por otra parte, Cromwell
rse cierto número de iniciativas:
desde el proceso contra el ex-gobernador de no tardó en manifestar extraordinarias dotes tácticas y una aguda visión de los
Irlanda Wentworth (luego ajusticia-
do) hasta el encarcelamiento de Laud y la campos de batalla. Las fuerzas militares de Cromwell dieron su primera prueba
abolición del tribunal eclesiástico. Al
tiempo que se ratificaba que ningún impues convincente en Marston Moor (2 de julio de 1644), aunque entonces no estuvo
to podía ser percibido sin el voto del
Parlamento, se instauraba la tolerancia religio solo al frente de los vencedores, como ocurrió en cambio en Naseby el 14 de ju-
sa y se consentía que las diversas
sectas desarrollasen sus actividades. Los miembr nio de 1645.
os de estas últimas eran de ten-
dencias de carácter radical: no eran partida Se ha afirmado de modo sumario que los años cuarenta del siglo xvu seña-
rios de las iglesias constituidas y se
oponían a la intrusión del Estado en el campo religioso. lan en la historia inglesa el fin de la fase medieval y de los Tudor. Aun cuando
En medio de esta mez- es simplista, esta afirmación no parece infundada si se tiene en cuenta que en
colanza, los independentistas se distinguían
de los levellers (o niveladores): los
primeros aceptaban aún las instituciones polític aquella época Inglaterra dio un giro que se revelaría como irreversible. Con
as tradicionales con tal de que el todo, hay que añadir enseguida que no pesan lo mismo los años cuarenta, sus-
Parlamento pudiera controlar al rey, mientr
as que los segundos querían además
abolir la monarquía y la Cámara de los Lores. tancialmente favorables, que Jos cincuenta, es decir, los años én que Cromwell
Poco después hizo su aparición fue el supremo y único responsable del país. Por lo demás, ya en torno a 1647 su
también una corriente más extremista, los
diggers, que tendían a la supresión de
la propiedad privada. actuación fue decisiva. Habiendo sido apresado el rey, en el Parlamento se con-
Las diversas alineaciones se enfrentaron en solidaba la opinión de desmovilizar el ejército del condottiero puritano (llama-
la arena parlamentaria durante do desde hacía algunos años New Model Army). Tras una victoria de este ejérci-
poco más de un año hasta que a principios de
enero de 1642 Carlos 1 creyó de re-
pente que podía arreglar los problemas intent to en Preston sobre las fuerzas monárquicas, Cromwell encargó sín dudarlo a un
ando detener a sus adversarios más
decididos. No sólo falló el golpe sino que destacamento suyo que dispersara a los diputados que se le oponían (diciembre
provocó un levantamiento armado, lo
que le obligó a abandonar la capital. Al cabo de 1648). También a él se debió en gran parte la ruptura de las negociaciones
de poco tiempo, tanto sus partida-
rios como los que apoyaban al Parlamento con Carlos Í, que seguía sin mostrarse conciliador. Aunque sin duda la mayoría
organizaron sendos ejércitos contra-
puestos, y así estalló la guerra civil, Hay que de los ingleses no se atrevían a pensarlo, Cromwell estaba convencido de que ya
señalar que no había diferencias so-
ciales significativas entre los diputados que no había que restaurar de ningún modo al rey en sus funciones. Haciéndose in-
llegaron hasta el fondo en acción
antimonárquica y el 40 por 100 aproximadamente térprete del partido del ejército ——que no había vacilado en oponer el derecho del
de los que se pusieron del lado pueblo al del Parlamento—, Cromwell apoyó el requerimiento de que el rey fue-
del rey. La misma frecuencia de los cambios
de posición señala que la cohesión
de los partido s opuestos ra castigado. De manera que el monarca fue procesado no por un tribunal nor-
era sólo parcial, aunque el grupo de comerc
iantes mi- mal, sino por uno de 135 jueces, de los que sólo 59 firmaron la pena capital. Por
litaba en gran parte contra el soberano. De modo
consecuente, los disturbios no primera vez en la historia europea un rey era decapitado; lo fue el 30 de enero de
impidieron los tráficos comerciales ni la prosec
ución de la mayor parte de las ac-
tividades económicas más rentables, hasta el 1649. Los parlamentarios proclamaron la abolición de la monarquía y en su lu-
punto que las regiones más desarro-
gar instauraron la república.

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262 EL SIGLO XVI
TRASTORNOS POLÍTICOS Y SOCIALES
263
Para imponerse también sobre el ejército Cromwell tuvo que emplear méto- vada S
O a las naves inglesas; ; además,ás,
en t odos los puertos de las colonias
dos drásticos. Los consejos de soldados que se habían constituido en 1647 Or os a AN anerior, creando una zona priv
británi
cada regimiento fueron suprimidos y los levellers perseguidos. Luego el condot- los productos colo ilegiada baralos» mer
Ñ este monopolio era adquirir a
los
tiero ajustó cuentas con los diputados: tras haberlos arengado vituperándolos, O Com os ingleses para volver a vend
bajo precio tanto
por sus tropas (20 de abril de 1651). Finalmente , en Worcheste r de- O erlos con notables
hizo expulsar » mprar artículos extranjeros a buen
fin así
rrotó a las milicias del joven Carlos 11 (3 de septiembre de 1651), poniendo entajosas en el mercado nacional.
precio distribu-
que había durado casi diez años. Se iniciaba con ello el perío- Además de favore-
a la guerra interna,
do de gobierno de Cromwell, que en 1653 era nombrado Lord Protector. Anima-
do por una fe bastante profunda e inclinado a ver la mano de Dios en cualquier
acontecimiento, intentó introducir reformas eclesiásticas en sentido puritano,
prohibiendo la libertad de culto tanto a anglicanos como a católicos. No obstan- tencia a las de la madre patria
Ín-
te, asumió una actitud favorable a los judíos, a quienes autorizó, comerciar en Hc anda cre YO
2
poder
d contrarre star oz :
glaterra, así como a los cuáqueros. Las relaciones entre Cromwell y los Parla-
tar esa
esas d ec 1S1ON es
flota y en 1652 entró en guerra 8 gracias a su lumerosa
con [ nglaterra. P :
mentos resultaron poco felices, pese a que no se oponía a la libertad de iniciativa, taban compuestas, a la manera antigu
a
Lord cn
ni siquiera cuando estaba en el origen de la elección de los diputados. El amasar holandesas es-
Protector intentó asimismo, aunque también sin éxito, hacer gobernar Inglaterra
Oposi-
por una decena de generales de alta graduación, lo cual suscitó una viva r , de 1654, , puso fin al conflicto
parlamenta ria le ofreció la corona, que él i E
ción en el país. En 1657 una asamblea cer la validez del Acta de Naveg
ación. En el
rechazó, aunque aceptó poderes que de hecho correspond ían a los de un sobera- Portugal un tratado por el cual Io vell estipuló con
su los em :d
no constitucional. Su intento de transmitir sus prerrogativas en el momento de l
de septiembre de 1658) a su hijo Ricardo —de inmediato proclamad o
muerte (3
llevó
sucesor— falló al cabo de poco. Y una rápida sucesión de acontecimientos
a la restauración de los Estuardo en 1660.
En la aventura personal de Cromwell se alternan ciertamente las luces y las
pese a
sombras, pero lo indudable es que la década de su gobierno consolidó,
todo, el éxito del trastorno interno inglés. Pese a que Carlos Il volvió luego
a ocupar el trono y permaneció en él hasta 1685, esta última fase de la dinastía comercio inglés hiciese notables
progresos:
Estuardo fue claramente diferente de la primera. Tras la muerte de Cromwell nes y reexportaciones se cuadrupl
rupli icaron
y social clara- entre
Inglaterra había alcanzado un nivel civil, religioso, económico conflictos navales con Inglaterra
(1 A
mente más avanzado que en las dos primeras décadas. Mientras los sucesivos había perdido el predominio en los
acontecimientos mostraban el alto grado de madurez política alcanzado, tam- los esclavos.
bién en el plano internacional el país había accedido vigorosamente al rango
si-
de gran potencia. Habiendo permanecido durante toda la primera mitad del
glo xvi al margen de las luchas europeas por la supremacía , la Inglaterra de 4. De CarLos HA GUILLERMO IM
Cromwell no tardó en meterse nuevamente en ellas, logrando incluso consti-
tuir una flota nacional. Aún en la época de Isabel, el gran éxito sobre la Ar-
"mada Invencible española se había conseguido básicamente gracias a la cesión
a
de naves privadas temporalmente movilizadas. Cromwell, en cambio, dejaba
su muerte una auténtica flota de unos 150:barcos en servicio regular, y duran-
te los años de su góbierno pudo intervenir victoriosamente en numerosos con-
flictos navales.
El primer golpe del condottiera puritano.en este campo lo dio sobre todo con-
comer-
tra Holanda, cuyos comerciantes controlaban por entonces gran parte del
cio de los productos que entraban y salían de los puertos ingleses. Con el Acta de
reser-
“Navegación de 1651 la importación de las mercancías coloniales quedaba

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264 EL SIGLO XVII TRASTORNOS POLÍTICOS Y SOCIALES 265

Aunque estaba al frente de las milicias de Cromwell, Monk creyó oportuno po- vertían en distintivos de un grupo social que de forma nueva podía calificarse de
nerse de parte de Carlos 1H. Marchó, pues, sobre Londres, y allí restauró el poder burgués. Por otra parte, hay que dejar constancia de que las condiciones internas
monárquico (mayo de 1660), aunque sólo en apariencia recuperó su forma ab- y externas eran orgánicamente favorables a esos desarrollos. Los pasos avanza-
solutista. dos por la economía inglesa erari cada vez más evidentes y se veían recíproca-
El reinado bastante largo de Carlos II es la fase en que se depuraron los tras- mente corroborados por las motivaciones éticas de sus autores. De la reivindica-
tornos de los veinte años anteriores. Las definiciones históricas sonÁ veees disz ción puritana contra el lujo y la corrúpción de la corte, de la dontestación radical
cutibles, y como tal puede parecer la definición de «Gloriosa Revolución» que se de los privilegios y del beneficio social se pasaba poco a poco“a la conquista de
ha atribuido al cambio de régimen inglés producido en los años 1688-1689. una autosuficiencia económica propia y cada vez más sólida, a la seguridad de
Este
giro fue sin ninguna duda esencial, si bien era tanto el punto de partida como el re- uno mismo impregnada precisamente de la fe en la bendición divina referente a
sultado de lo sucedido en Inglaterra durante cerca de medio siglo. Los aconteci- los propios éxitos materiales. En el plano teórico e ideológico este tránsito sim-
mientos del período comprendido entre 1688 y 1689, pese a sus aspectos en par- bolizaba el paso de la doctrina absolutista deThomas Hobbes a la liberal y utili-
te inopinados, sancionaron la maduración de un largo proceso de enfrentamiento tarista de John Locke (1632-1704). : o
político, social y económico interno en el que se insertaron además factores de A este propósito cabe citar a los baptistas, que se inspiraban en una amplísi-
naturaleza internacional. ma tolerancia religiosa, y a los cuáqueros, de los que fue animador John Fox
En ciertos aspectos, lo sucedido con Carlos II fue obviamente una restaura- (1624-1691). Igual que hicieran anteriormente los libertinos espirituales del si-
ción. La censura y un severo control de las actividades editoriales contribuye- glo xvI, los cuáqueros se entregaban a la inspiración religiosa individual sin te-
ron de nuevo a proteger la ortodoxia anglicana. El Parlamento que fue elegido ner en cuenta las ceremonias, los sacramentos ni la disciplina eclesiástica. Con
no dejó de amenazar con condenas a muerte y con la cárcel a los partidarios
de mayor conciencia civil, se oponían a toda forma de violencia, a la guerra, a la
Cromwell y a los puritanos. Por otra parte, se otorgó al rey una renta anual pena de muerte, a la esclavitud e incluso al juramento. Buen número de cuáque-
de cien mil libras esterlinas, y también a los dirigentes de la iglesia nacional y ros emprendieron el camino de las colonias inglesas de América septentrional.
a los mandos del ejército. Sin embargo se ratificó la prerrogativa del Parlamen- Entretanto, Carlos 1 —con una Declaración de indulgencia de marzo de 1672—
to de controlar el empleo del dinero público, si bien no se negaba la facultad de tomó la iniciativa unilateral de suspender las leyes penales contra los disidentes
iniciativa legislativa del monarca. En el ambiente de vuelta a la paz, el rey
in- y los católicos; pero la vasta reacción que suscitó la medida en favor de estos úl-
tentó además un acercamiento entre los miembros más moderados de las con- timos obligó al soberano a retirarla un año más tarde. Así, en 1673 se ratificaba
trapuestas tendencias anglicana y calvinista, aunque sin gran éxito. Con todo, con la Test Act la exclusión de los oficios públicos de todos los que no eran an-
se orientó decididamente hacia la tolerancia religiosa para beneficiarse de ella glicanos. o
del modo más amplio, incluso con respecto a los católicos. Carlos 11 se había El Ensayo sobre la tolerancia (1667) de John Locke contribuyó a poner las
casado con una princesa portuguesa y precisamente católica, cuya presencia en bases de una reflexión pragmática sobre la libertad de conciencia, en sintonía
Inglaterra no dejó de tener repercusiones, sobre todo en la política eclesiástica con la política whig de Anthony Ashley Cooper, futuro conde de Shaftesbury.
de aquellos años. Para aquel pensador de familia puritana y de tendencias laicas, racionalistas y
Se ha observado que, con la restauración, la actitud de muchos radicales y liberales, no podía dejar de existir un «estado natural», desde el momento en
miembros de sectas inglesas experimentó una notable evolución. En el ambiente que Dios había puesto necesariamente en los orígenes a los hombres en las mis-
nuevo y adverso al puritanismo fueron suavizándose los aspectos relativamente mas condiciones. Según Locke de ello se derivaba que tal estado natural tenía
subversivos de ciertas tendencias, y además cierto número de antiguos «revolu- un valor normativo para el presente y permitía creer en la libertad del individuo,
cionarios» emprendió el camino de la emigración. Mayor espacio empezaron a propia de cada uno, en la que el Estado no podía intervenir. Pero aún fue más le-
ocupar, frente a las iglesias constituidas, las sectas, políticamente menos agresi- jos, sosteniendo que el ejercicio del poder tiránico por parte de cualquier auto-
vas, aunque no por ello menos eficaces ni religiosamente menos significativas. ridad constituida (y, naturalmente, también por el rey) tenía como efecto la re-
Éstas, en efecto, expresaban de modo creciente la exigencia de una libertad de ac- versión del poder a la comunidad y la completa disolución del gobierno
ción personal y económica emancipada del autoritarismo estatal y eclesiástico. constituido. Es decir, existía un contrato social, que no era simplemente un acto
De los enfrentamientos confesionales recientes y aún activos se tendía a pasar a originario, sino un compromiso constante entre las partes que lo habían estipu-
un nuevo tipo de relación civil sobre cuya base el ciudadano pudiese gozar de un lado, y además renovable cuando los gobernantes hubiesen traicionado la con-
espacio más amplio. Con ello aparecía una desviación tanto de la comunión dog- fianza puesta en ellos. .
mática como de las comunidades eclesiásticas constituidas y del absolutismo de Así fue como Locke llegó a sugerir una teoría de la soberanía y del derecho
cuño real. Se cultivaban y se destacaban valores impregnados de un sobrio y pru- a la resistencia plenamente compatible con la constitución mixta deseada en el
dente activismo individual, como la laboriosidad y el ahorro: estos valores se con- ambiente de los whigs. Estos últimos, no obstante, en el momento crucial de la

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TRASTORNOS POLÍTICOS Y SOCIALES
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Gloriosa Revolución en 1689 no lo siguieron, al volver a atribuir la soberanía úl- el católico Jacobo II (1685).
tima —o el poder constituyente— a la comunidad del pueblo en vez de al Parla- Los an glicanos se defendieron
torno de las fuerzas del catolicismo , Perspectiv fi
mento. Con todo, fueron las ideas de Locke las que dieron vigor e incisividad a a que se hizo aún
Csmás al
preocupan-
e
los acontecimientos revolucionarios y al mismo tiempo pacíficos de los años
1688-1689 en Inglaterra, alimentando las inspiraciones civiles y la mediación
política que se realizaron entonces. Para el filósofo, en efecto, la revolución apa-
recía justificada cuando existía la amenaza directa de que fueran subvertidos el
estado de libertad de los ciudadanos y la constitución que lo defendía. Era una de A en este punto del enfrentamien
visión mucho más concreta que la que proponían en 1789 los principios revolu- to cuando se produjo el original
: oqueó la situación y permitió giro que
cionarios franceses. el desarrollo de las mejores energ
ciales civiles implicadas. En 1677, ías poten-
Simultáneamente, de implícita pasó a ser explícita la afirmación de Locke en efecto, la hija primogénita de
Jacobo HL fue
referente a la superioridad del poder legislativo sobre el ejecutivo (en todos los
gobiernos bien constituidos, por otra parte, dichos poderes debían encontrarse
en instancias diversas y distintas). La riqueza creativa de la reflexión teórica en
el campo ético y político, además de dar lucidez a las contiendas internas ingle-
sas, nutrió y guió su desarrollo dialéctico. Por medio de este proceso de madu-
ración y de aumento de la conciencia política se pusieron las premisas para una
mediación pacífica entre tesis opuestas y entre los intereses divergentes pre-
sentes en la comunidad nacional inglesa. Las oposiciones anteriores, llenas de
que el estat
a úder exigía ser reconocido rey con
aspereza debido a las pasiones religiosas y agudizadas por las preocupaciones los mi smos der
sorte María
ía. Fue precis 'amente en ese tranc
teológicas, tomaron el camino de una meta dialécticamente articulada y con so- e cuando se elaboró, en medio
ate aunque pacíficamente, la «rev deonun
luciones equilibradas. Estas últimas permitieron al Estado encontrar un orden olucionaria» solución de febrero
1689, Se proclamaba ante todo que d
nuevo y duradero y además presentarlo y hacerlo aparecer poco a poco en los una nación protestante com
So Dos por un pancipe de confesión catól o po.
ambientes occidentales como una auténtica conquista civil y una referencia ejem- ica. En el seno del Parlamento
nte convocado para ello se apro
plar. El proceso que fue realizándose sancionó el paso, con papel de protagonis- bó la tesis de 1 ,
cual Jacobo II había violado elcont ú
ta, del fiel al ciudadano y del súbdito al hombre libre. Si los logros políticos de rato fundamental acia
por lo que el trono quedaba vacan ÓN
que acabaron gozando en Inglaterra los más pudientes no hubieran sido funda- te. Conciliando tales posiciones
divino del soberano y el carácter con el de e no
dos y legitimados de ese modo, los ciudadanos más modestos no habrían podido hereditario de la dinastía, seestablec
sen coronadosNE
AI María (como hija ió que fue.
conseguirlos más tarde y los eventuales derechos prematuramente concedidos a ya del
del monarca huido
j ) y Guil] lermo en virtu
] d de la
estos últimos habrían recaído sobre alguien poco consciente del precio de los be-
neficios conseguidos.
Durante el reinado de Carlos Y siguió creciendo la eficiencia de la flota, ade-
más de seguir favoreciéndose el desarrollo de los tráficos comerciales. En el pla-
no político, la oposición entre anglicanos y puritanos se estaba configurando de
un modo más preciso por la simultánea consolidación de dos partidos, los tories
y los whigs, más o menos correspondientes a las alineaciones anteriores. La pri-
mera consolidación de los whigs consistió en el derrocamiento del gobierno do-
minado entre 1673 y 1679 por el ministro Danby, así como en la sanción de un
Habeas Corpus Act contra los encarcelamientos arbitrarios y a favor de las liber- escen
¿CEN a:curopea
pea y mund 1 a L [ Je t tod OS
tades personales” Pero las provocaciones, de los whigs permitieron a Carlos II di- MO d OS, hay que s ub raya
tambi één que du
rante los trastornos producidos
solver el Parlamento, en el que eran mayoritarioS (1681). Signo del deterioro de naron
£ . : -
enels 3 1gl 0 XVI >» y
7
todavía
Í. más 3 cuand
ndo ter -
en el ámbito inter 10r, a .
la situación política fue también el descubrimiento de un complot contra el rey y el pais se benefició
ampliamente de úna crm
estructura
contra su hermano, duque de York y heredero del trono, con la consiguiente con-
dena a muerte de algunos representantes whigs (1683). Aún más tensas se hicie- , 2unque de un modo
ron las relaciones internas cuando, desaparecido Carlos II, le sucedió en el trono Y menos rígidamente vinculad
a a los va-
rtinente. En efecto, por un lado
se hallaba

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268
EL SIGLO XvHu
dotada de suficiente
TRASTORNOS POLÍTICOS Y SOCIALES 269
coherencia social, Y por
yectada hacia las activi otro estaba dinámicam
dades económicas y los ente pro- do, así como llamado a constituir1 un modelo político
íti y AO encia no deoropro-
propiedad señorial Pur negocios, sin las rémora
amente rural. La alianza s de la greso civil para varios países del continente. La capa inferior de ase EI :
bleza que poseía tierras de a] Menos una parte
con los Comerciantes de la no- Do la fiscalidad y por la insuficiencia de conjunto de las pas mortale Y
suerte de la «Gloriosa Rev ricos se reveló decisiva
olución». para la de tras tanto el capitalismo comercial constituía el motor y o polio
Así, el gobierno de
Guillermo MI encama
ba el Estado de los¿ glesa,
glesa, e en tanto que las estrueturas ar istocráticas
j Ati de las que el el . sistem
las que
fueran de de tierras O no, propieta rios, lo +
fueran gentilhombre 2
s del campo u opulento era expresión resultaban reforzadas. - >
2
ciantes de las ciudades. s comer-
Por otra parte, el contro]
garantizar la vigilancia parlamentario anual ade
sobre las asignaciones más de
intereses comunes de Públicas cuidaba de su
las clases dirigentes, lo uso para los 5. DESDE POLONIA HASTA RUSIA
asimismo, al menos rela que en aquella época sign
tivamente, toda la naci ificaba
medidas significativas, ón. Se sucedieron de
como la Bounty Act (168 este modo íses dé dé Europa, el Aj
Al igual que la mayoría de los países do seiglo XVI sese
Propietarios de tierras 9), gracias a la cual los
recibían un premio Por grandes i estó Ó también
¡1é ] do en dos grandese estados, 3uno junto LS PO
muy agita
por otra parte, los Whig sus exportaciones de cere
s lograron restablecer ales. Pero > o o situado en Extremo Oriente. De notable extensión y duración AO
no, sobre la propiedad el Land Tax, de origen
territorial. Las finanzas cromwellia- cto,
ecto, los trastornos de los q ue la zona ruso-po -polaca fue teatro. Al í era
oa a -
ción del Banco de Ingl y el Estado se aliaron en
aterra ( 1694), con un la institu- BE favorables a la inestabilidad interna el vagabundeo de pos camp SO
que fue suscrito en doce capital de 1.200.000 libr
días. Concebido inicialm as esterlinas intentaban huir de la servidumbre de la gleba) y su resentimiento AD
debía durar diez años, no ente como una compañ
sólo se prolongó su dura ía que á s feudales de los boyar dos o de sus señores más
] re , :
SA
servó el monopolio de ción, sino que además
las Operaciones bancaria se le re- dos. A esto se añadía la presencia de los cosacos, etnia de senos. ev po»
grupos que dominaban s con el Estado. El éxit
el capital fue confirmad o de los comi ómada establecida en las estepas de Ucrania menciona» NUS a
creación del Board o de Otro modo, es deci
of Trade (1696), que r, con la de Dé er. Vivían sobre todo de la caza, la pesca y la crianza e sa IAE
ciantes a nivel gubernat garantizaba los interese
ivo. s de los comer-
, iñas a expensas tanto de rusos como de tártaros. La expansió A pa aca
Estas iniciativas, junto aquella región había intentado sacar partido de su belicosidad, prop: onndoles
con otras como la instaura
los juicios (1689) o la ción de la inamovilidad
abolición de la censura de ecaball
a osSs municiones para que combatiesen a los tártaros. Muy pro D. Dona
cosacos se volvieron
mente la sociedad inf (1695), plasmarían post contra los propios polacos, a
undiéndole agilidad y erior- qones A
lidades civiles. Con el dan do a sus miembros más posi
Acta de tolerancia de bi- dem se l antagonismo confesional. Seguidores de la religión reli; ortodo . . copo
culto, con excepción del 1689 se concedía la libe
católico, mientras que rtad de Da el proselitismo católico de los polacos y consiguieron atraer c
servados a los anglicanos. los Cargos públicos segu
Pese a las reacciones de ían re- a los campesinos, también ortodoxos, de Ucrania. Ita de 1648, el esman (jefe
logró restaurar la Iglesia estos últimos, Guillermo
calvinista en Escocia. Ta En este cambio de frente se distinguió, en la revuelta de 648, ee 1
venció varias veces al Por lo demás, el monarc
Parlamento para que a con- de tribu) Bogdan Chmielnicki, que no dudó en aliarse cd DN ps tártaros.
para las guerras contra concediese los subsidio
Luis XIV: las asignacio s necesarios : ayuda de éstosé logró Ó una s erle] de victorias
ictori y en rala la batalla de be Zbo: o
ron rápidamente y en nes de fondos recíproc NO
1693 llegaban casi a 6.0 as subie- IR de hacer prisionero al rey polaco Juan Casimiro. Las posuna ds os
nales de 1692 Guillermo 00.000 de libras esterlin
IM desembarcó en el as. A fi- z seron debido a los grandes intereses económicos que los magn 0 »: Pd
unos 80.000 hombres, obt continente con un ejér
eniendo éxitos significativ cito de ía en esa zona. El esfuerzo militar hecho por a AOS SD
zona de los Países Bajo os sobre los franceses
s. A continuación, en en la m táneamente
á les fueron fa vorables, con
( el trata: do de Belai. he cn. .
autorizó la alianza antibo septiembre de 1701,
rbónica con Holanda y el gobierno Ene te punto los cosacos decidieron unirse a los rusos, sus Cto on
En el mismo año, con el Imperio de los Habsbu
la Settlement Act, el Par rgo, el tratado de Pereiaslav el pueblo cosaco, aunque o p . pa o
definitivas sobre la cues lamento tomaba las dis ca 2 a a

tión dinástica. Los Est posiciones Í: traba a formar parte integrant


i te del estado moscovita.
co AI
cesión al trono, que uardo fueron excluidos
al año siguiente, tras de la su- Alej Romanov y Chmielnicki consiguieron nuevos éxitos Pa los po: Al a
pondió a Ana (hermana la Muerte de Guille
de la difunta reina María) rmo TIL, corres-
y a su marido, elector de perdieron las importantes ciudades de Esmolensko, Vina y o o ascos,
nover, de confesión prot Han-
estante. Hay que seña igui
tante, siguieron j
siendo un fuerte elemento de inestabili : Y as
de la Unión entre Inglater lar, finalmente, que
ra y Escocia (1707) el tras el Acta rusas,
rus e “pues no tardaron en romper la aún fresca alianza moscovita al ap
ses de su derecho a eleg Parlamento privó a los
ir a sus Propios pastores escoce- se políticamente el zar al Estado polaco. lo de la Europa oriental. pues las
brados, como los demás, : desde entonces fuer
por la corona o Por los on nom- No sólo estas turbulencias agitaron el espacio de la S e al, pues las
dudas con el paso de propietarios ricos. Sin
menos de un siglo el lugar a mpeoraron cuando la po tencia] polaca chocó
hc ó nono sólo , no ade
mundo británico se mos
traba reno- más cono > imperio turco y con Suecia. La política expansionista de s 2

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270 EL SIGLO XVII
TRASTORNOS POLÍTICOS Y SOCIALES
271
tes, en efecto, se había dirigido incluso a Moldavia y Valaquia, y por tanto hacia Polonia
el área otomana. Desde principios del siglo xvIr, pues, había estallado un con-
flicto entre ambos estados. En 1620 una importante expedición polaca fue derro-
tada en Cecora, pereciendo incluso su jefe; la victoria obtenida el año siguiente LO
sy,
por otro condottiero polaco no modificó la situación.
En el frente opuesto, Polonia se encontró enfrentado a los suecos, por lo que
comprometieron gravemente sus propias posiciones en el Báltico. De hecho, lo
más nefasto para Polonia fue la invasión sueca de 1655. Esta invasión llegó a ame-
ZA
nazar la existencia del propio Estado polaco, apareciendo por primera vez el pro-
PRINCIPADO
yecto de repartir sus territorios entre sus adversarios (en especial Suecia, Brande-
burgo y Rusia). En semejante trance era como mínimo peligrosa la actitud de los DE Moscú
magnates, que reconocieron la soberanía del rey sueco, Carlos X Gustavo. Este
soberano, recién ascendido al trono tras la abdicación de la reina Cristina, no ha-
bía tardado en entrar en guerra contra Polonia y ocupar tanto Varsovia como Cra-
covia. Pero el protestantismo intransigente y brutal de sus tropas suscitó una viva
reacción entre las masas católicas del país. Unidos por un impulso patriótico,
campesinos, burgueses y pequeños nobles fueron al combate y lograron hacer re-
troceder al invasor (1656). A continuación también Dinamarca y Brandeburgo, y
luego Austria, decidieron enfrentarse a los suecos; en 1659 el ejército austropo-
laco invadió Pomerania y puso sitio a la ciudad de Stettin. Pese a sus anteriores
éxitos, Carlos X Gustavo, exhortado en este sentido por Francia, consintió en ne-
gociar. Francia fue, en efecto, la mediadora en la reunión europea que tuvo lugar
en la abadía de Oliva, cerca de Dantzig, donde se firmó la paz el 3 de mayo de
1660. Los suecos conservaron la reciente conquista de Livonia y devolvieron to-
dos los territorios polacos. En contrapartida, Polonia reconoció al elector de
Brandeburgo la soberanía sobre el ducado de Prusia. Por otra parte, el progresivo
debilitamiento de la política polaca contribuiría a la fundación oficial del Estado
prusiano en 1701.
Mientras que el gran país eslavo y católico iniciaba su decadencia, varios
síntomas denotaban el ascenso del país moscovita y ortodoxo. Durante su largo
reinado el zar Alejo (1645-1676) consolidó su propio poder en el ámbito interno
a expensas del clero, no vacilando en internar en un convento al patriarca ruso
Nikón (1667). Inició además una reforma de la administración estatal y una re-
ordenación del ejército, además de promover la primera codificación escrita. No
deja de tener significado el hecho de que durante su reinado la penetración rusa
se extendiera por Asia cada vez más lejos. Habiéndose implantado ya anterior-

L
mente en la inmensidad de Siberia, a. partir de 1650 alcanzó también los confi-
nes de China. Ciertamente, en la segunda mitad del siglo Xvu el país fue sacu- €__—_AA==<
=>=
dido una vez más por una peligrosa revuelta de los cosacos. Fue su jefe Stepan dos 2
“(o Stienka) Razjn*queínicialmente organizójuntoal río Don una gran banda ar- Límites de Polonia en 1618, ==“ invasiones rusas.
mada en la que confluyeron, además de siervos de la gleba, elementos del bajo E provincias perdidas entre 1629 y 1699.
=> «bp» Ayuda
proletariado y de sectas religiosas. Tras realizar incursiones incluso en dirección » Expediciones polacas (1610-1618). de los polacos al emperador
durante el sitio de Viena por los
otomanos (1683)
a Persia (1668-1669), el jefe cosaco recorrió el interior de Rusia sublevando a su Invasiones suecas.
mb» Liberación de Varsovia de los
paso no sólo a los campesinos, sino también a la plebe de las ciudades, especial- por Juan ll Casimiro.
suecos
» D Invasiones otomanas.
mente en la cuenca del Volga. El ímpetu de los revoltosos sólo pudo detenerse a

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272 EL SIGLO XVH TRASTORNOS POLÍTICOS Y SOCIALES 273
fines de 1670, gracias al empleo de tropas moder
namente adiestradas y armadas. La formación del imperio ruso
También la gravísima carestía de 1670-1671 contri
buyó a hundir el movimiento
insurrecto: Razjn fue apresado y luego ajusticiado
en Moscú el 24 de septiembre es Fronteras rusas.
de 1671.
Territorios ganados por
Mediante esos trastornos, sin embargo, un impuls
o de renovación se abría Suecia en 1617 y 1629.
camino en Rusia. El nuevo zar Feodor (1676-1682) E Territorios Sgnados por Rúsia en 1667.
no dudó en servirse
inclu-
so de tesis —como la del serbio Juri Kri*hanié—
tendentes a trasladar el eje de
la política rusa de la lucha contra Polonia a la
lucha contra el imperio otoma- Ea incio
Principado de Moscú en 1462.
po
no. KriZhanié apoyaba una cruzada para liberar erritorios anexionados por Iván 1
a los pueblos ortodoxos some-
tidos a los infieles y asignaba a Rusia la misión
de dirigirla en nombre de la
fraternidad entre los eslavos. Tras la desaparición
de Feodor Rusia pasó algu-
nos años de incertidumbre, caracterizados por
feroces luchas en la corte y por erritorios ane
la ambición de la hija del zar, Sofía. Sólo en 1689 (1533-1584).
su hermanastro Pedro logró
desbancarla del poder y hacerse proclamar zar.
Durante más de treinta y cinco
años su personalidad dominaría el país e imprim
iría un importante giro a la
historia rusa.
La figura de Pedro, llamado luego el Grande (1689-
Pos
1725), es a la vez la del FINLANDIA
monarc a absoluto y la de un soberano iluminado.
Sus métodos fueron,
LU ge
en efecto,
enérgicos y a veces brutales, siernpre autoritarios, >
aunque sus objetivos se diri-
gieron indudablemente a la modernización y puesta INGRIA
al día de la tradicional socie-
dad rusa. Ésta era ante todo una sociedad muy
cerrada y replegada en sí misma:
el nuevo zar no dudó en proceder radicalmente
en sentido contrario. Tras haber
dejado durante algunos años la guía del país a los
boyardos de su propia facción,
empezó instituyendo en varias capitales extranj
eras embajadas permanentes (que
Rusia no había tenido hasta entonces). Sumamente
interesado por los problemas
navales, militares y técnicos, entre 1697 y 1698
él mismo quiso realizar una es-
tancia de instrucción en el extranjero. En Holand
a trabajó unos meses en unos as-
tilleros y en Inglaterra realizó un curso superior
de adiestramiento naval. Obliga- Varsovia
do a regresar a Rusia en 1698, empezó desde e
entonces a gobernar de modo
autocrático. Ya anteriormente, sin embargo, había dado prueba POLONIA
s de su espíritu de
iniciativa y de su dinamismo. Habiéndose dirigido en 1695
contra el baluarte oto-
mano de Azov, al darse cuenta de que no dispon
ía de los medios adecuados para
conquistarlo, en los meses siguientes logró organi
zar a la vez una flotilla de nue-
va construcción y tropas armadas más modern
amente, con las que en 1696 se
apoderó de la fortaleza enemiga.
Poco después de iniciar su gobierno personal,
Pedro I se lanzó a una serie de
iniciativas innovadoras con el objetivo de organi
zar y utilizar de modo más ra-
cional el vasto cuerpo cuya cabeza era él. Por
una parte prohibió el uso de los
tradicionales vestidos largos de tipo asiático, y por
otra hizo marchar al extran-
jero a numerosos jóvenes para que recibieran
una formación occidental. En 1701
abrió en Moscú una escuela de navegación, que
luego, en 1715, fue transferida
a San Petersburgo como Academia Naval. Las
academias de artillería y de inge-
niería se fundaron ya en la nueva capital en 1715.
Pedro 1 se preocupó seria-
mente por los problemas de la instrucción, promov
ió la traducción de muchas
obras extranjeras e hizo publicar la primera
gaceta rusa; creó en las provincias

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135/250
EL SIGLO XVH TRASTORNOS POLÍTICOS Y SOCIALES
274 275
ose incluso de la colaboración de gularela
la sucesión al trono y atribu
ibuiirse el de
gran número de escuelas elementales, valiénd murió sin haberlo designado.
de nombrar al futuro zar. Pero
los eclesiásticos. eo
es del zar, muy deseoso de Por muy enérgi i 5ti
No fueron éstos, sin embargo, los únicos interes mática que fueran las medidas tomadas cierta-
primer os puestos del campo de batalla internacional. mente no fueron
que su país figurase en los dejando aparte la resistencia y la imitación en profundidad la sociedad rusa
ron numero sas reformas y fueron pocos los sectores en que
Por ello se realiza Más llamativ. n COn que se recibían las :
o de disposi ciones engrasó el meca- cional, en el
éstas no se introdujeron. Todo un conjunt o Ds resultados obtenidos por el zar en el Da ¿mcr
recluta miento y las corres pondie ntes exigenc ias logísticas y finan- desembocaduras marít po o cada vez más. Enderezó sus intereses hacia las dos
nismo del
de alistar a súbditos suyos
cieras. Pedro 1 eliminó la costumbre de los nobles
sacados del trabajo estacio nal e impuso un alistam iento más impersonal, pro- el mar Negro y sobre todo el Bala: entonces apenas lamían los dominios rusos:
de exigir la unifor midad de estilo de su 1 ejército
que Pedro Lo peca
medir sas ñ uerzas,
tuvo que como por elel principal
tanto fue adversario con el
porcional al número de habitantes, además cacia grado bastante alto de efi-
cripciones administrativas,
occidental de los reclutas. Habiendo creado circuns inada de di-
al mar. En la primera faso porque le cerraba precisamente un acceso adecuado
una Suma determ
cada una de ellas estaba obligada a proporcionar territorio ruso que ll ¿E ON Iniciada en 1708, Carlos XII se adentró
nero o una cantidad corres pondie nte y anual de trigo; los impuestos se exten- siva enen agosto
tanto de a es asta el Dniéper. El zar logró detener la ofen-
de los diversos conflictos en
dieron a todas las clases sociales. Las exigencias
100 del presupuesto ruso una dolorosa derrota en Poltava, Esto le permitió oe
que tomó parte el zar hicieron que cerca del 80 por este además dede es
Se LE a los suecos
militares. Para obviar los principe: es núcleo
ú
fuese absorbido durante varios años por los costes s de Carelia. En la segund
AI a fase NN |
tabaco se instituyó un impuesto a. (el ana
déficit, además del monopolio de la sal y del o
aia y Finlandia y luego su escuadra naval
(proce diándo se a partir de 1719 a la elaboración VO ho e 1714). Pero sus aliados daneses, polacos
personal sobre cada campesino y sa-
l, que daba tanta importancia a E O en su intento de desembarcar en Suecia,
de un censo exprofeso). Naturalmente, Pedro de modo que fi-
ó la formac ión de la flota. A su muerte, la es- 130 de agosto e A firmar la paz, lo que se llevó a cabo en Nystad
los aspectos marítimos, no descuid
s, podía alinear unos cincuenta na- o : , r e que respecta al frente meridional, hay
cuadra del Báltico, entre otras embarcacione que hacer
a ande ade lo de 1711 el zar tuvo que ceder
víos de línea. de nuevo Azov a 1
del zar en los sectores de la , ños más tarde logró extender sus p
Como mínimo fue también notable la actuación do
dar impuls o a la primera adoptó los llas
as o cciden
economía y la administración interna. Para
; e > les del mar € aspio,
s pio, congu
q istando Der ber
ent y Bakú úa expensa
Xpensa ss de
tan difundi dos en el siglo XVI: se aumentaron los aran-
criterios mercantilistas
arios de oficinas y a los fabri-
celes de importación, mientras que a los propiet
gios. Simult áneame nte se desarro llaron la meta-
cantes se les concedían privile
la industr ia textil. Se fomentó 6. CHINA
lurgia y la industria del armamento, así como
a un sistema mixto de canales y de embal-
enérgicamente el comercio, y gracias
la comuni cación entre el Neva y el Volga. En el plano administrati- Otra or
potencia l y otraé civilizac
ivilizaciión a a l:la que habíaÍ afectada todavía
ses se logró men
cripciones, más tarde diez, cada in nena occidental era China. El fenómen
vo, el territorio ruso se dividió en ocho circuns o es muy comprens io se
correspondían a un número de- embargo no a
, n .
anta de este país asiático, así como su inmensid
£
que
L
en zonas
. .

una de ellas subdivi dida a su vez o


ad China, in
inspirada en la ordenación sueca, E o Rod ado retrasado: la agricultura, la artesanía
terminado de contribuyentes. Esta reforma, ópoca de los Miss sv
y la industria en
llevó en 1719 a la creación de cincuen ta provinc ias. Operaba en ellas una densa es muy elevados. Considerando globalmente
la
funcionarios, organi zados según una jerarquía de catorce grados: los a e , ecadenci
eca a no se producirá
producirá hasta el siglo
i
masa de xv
superio r accedía n a los derechos de la no- que se caracterizó por el logro de una imponent
que alcanzaban el nivel funcionarial mientos . práctic
e suma AN noci-
S
de esa jerarqu ía Pedro 1 creó un senado, inicialmente de ios
os tanto dí e farmacia1 y medici ina
“ bleza. Para el vértice áni Í
a partir de 1722 formó parte de él un geografía ' y técnicas artesanales. Se Podría
nueve miembros y después modificado: citar oa este propósito lalar figuraade
, persona de confian za: del zar. La compet encia de los órga- Wang Zheng (1571-1644), que dejó
procurador general licas y militar
<colegios», se determinó más exacta- ias es de suy invenciónn. Hay Ha que señalar ademá
nos de la administfáción central, llimados ao s que casya ent Hide
mente en 1718. Hacia el fin de su reinado Pedro Tel Grande procedió también a a doo ano varias obras científicas y que el propio
Wang Zhen cono ol e
suprimido y sustituido por el ns J esu:
: e Gnemáná Hans Schreck, redactó una
una reforma eclesiástica (1721): el patriarcado fue descripción Mustea uste da .
o» en que, junto a los obispos , un procurador represen- mo Oriente. Especialmente por obra de los jesuita
Santo Sínodo, un «colegi s seento.
ley del 5 de febrero de 1722, aquel 1
taba el poder imperial. Finalmente, con una
blaro n relacio
la 10: nes entre e uropeos y eltlit es chinas en la p rimera mitad de x VIH u,
lo menos tensas quiso re-
l siglo
Alejo eran por sobre todo en lo s campos ; de la astronomía,
autócrata cuyas relaciones con su hijo las matemáticas y la cartografía

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276
EL SIGLO XVI
TRASTORNOS POLÍTICOS
Í Y SOCIALES 27 7
Aunque es difícil dar datos
ni siquiera aproximados, se
Población de China a comienzo puede afirmar que la
s del siglo xvn giraba en La China de los Ming
millones de habitantes, cifra torno a los ciento trein-
sin duda Superior a la de Euro
ca. El desarrollo económico pa en la misma épo-
de aquel gran país era notable:
por ejemplo, había allí dece a fines del siglo xv1 ,
nas de fábricas de Papel que
empleaban de media a

impuesto sobre las mercancías


trasladadas por vía marítima
de su valor) llegaba para cubri (del 20 al 30 por 100
r casi la mitad de los gastos
bargo, el régimen de los Ming del Estado. Y sin em-
estaba entrando en Crisis, empe
cito, que se había vuelto plet zando por su ejér-
órico y mercenario. En torno
la tensión interna tomó la form a los años 1615-1627
a de un grave conflicto entre
lacio imperial, por un lado, los eunucos del pa-
y grupos de funcionarios ínte
fieles por otro. La corte, adem gros y de intelectuales
ás, provocaba ya serios
inconvenientes debido a
(algunos de los cuales tenían
hasta miles de guardias pers
por ejemplo, se contaban cerc onales). Hacia 1610,
a de 23.000 nobles de segundo
bía que subvencionar. rango a los que ha-
Las medidas adoptadas en
1629 para beneficiar la econ
prudentes y fueron un presagio omía resultaron im-
de inconvenientes posteriores.
dió entonces licenciar a parte El gobierno deci-
de las tropas dedicadas a la
municaciones, lo que no tardó vigilancia de las co-
en

Fuzhou
MN e
gró incluso entrar en Pekín. TAIWÁN (FORMOSA)
Frente a esto, al emperador
que el rebelde Lj Zicheng Ming se suicidó.
se proclamó a su vez empe
vio obligado a replegarse rador al año siguiente, e

hacia el sur del país y en Huna se


campesinos. n fue asesinado por dos
o
A estos trastornos internos LAOS .o
les habían precedido importan
manchúes en las fronteras tes éxitos de los
septentrionales de China, a FILIPINAS
1618. Los manchúes se establec las que atacaron desde
£
Ke
ieron en 1625 en Mukden SIAM
sieron su dominio sobre Core
a: toda Manchuria había caíd
1642, o imperio de los Ming 1368-1644.
Expansión china de finales del siglo xiv
y principios del xv.

> Direcciones de ataque de los manchúes (1635).

dadanos chinos —particul Ming, muchos ciu-


armente los pudientes-—
de los manchúes. Por lo demá eran favorables a la llegada
s, fue el mismo Wu Sangui gozaban de amplios y múltiples apoyos en China; ina: por oros las ici e s de del
daba contra ellos el ejército —el general que man-
imperial-— quien se alió con Í Í l avance. La anarquía Í. se difundió
1 ió c cada vez más;
más; “-
chó sobre Pekín (donde hizo los manchúes y mar-
prisionero al jefe de la revuelta zas pública
lao
úbli s oen quiebra
aj , e l ejércit
jérci o debilit
del il ado, 1 la po blación dividida| fueron: .
un lado, pues, los Príncipe , Li Zicheng). Por
s manchúes —y sobre todo otros tantos factores de la caída del régimen de los Ming. No hay que olvidar
Abahai: 1627-1644—
además, que las tribus manchúes eran económicamente prósperas y, sobre ,

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278 : EL SIGLO XVI TRASTORNOS POLÍTICOS Y SOCIALES
279
paísis civil
civl izado y avanz ado, , ejemp
estaban dotadas de una óptima organización militar: desde finales del siglo j lar. . Est O se debióió, al
práctica libre de cualquier
po
xvr sus unidades fueron las más aguerridas de Asia oriental. No obstante hay 1 culto que permitía j K*ang-hi. Esta
Esta tole
toler
ranc
an i oa ca
que añadir que aunque las fuerzas Ming cedieron fácilmente bajo su choque, recompensada por los misioneros
jesuitas, qu ¡tí Los co
vertidos al cristianismo seguir
durante décadas resistieron en el sudoeste del país, que no fue sometido hasta practicando sus ri
sus antepasados y de Confucio.
1680.
En un primer momento los manchúes se instalaron en China como señores
destinados a reinar sobre un pueblo de esclavos. A su llegada prohibieron además
los matrimonios mixtos y expulsaron a todos los chinos del norte de Pekín para
instalarse allí como dominadores. Bajo amenaza de muerte, desde 1645 impusie-
ron a los chinos llevar coleta; los motines producidos se reprimieron con masa-
cres. Mientras que los campesinos eran expulsados de sus tierras, los que acepta-
ban trabajar en los nuevos territorios de los manchúes eran tratados casi como
esclavos. Hacia 1660-1670, en efecto, podían ser vendidos o comprados y no les
estaba permitido abandonar los campos en que trabajaban y donde estaban some-
tidos a numerosas corvées. Este régimen luego fue aliviado, pero no se abolió
hasta finales del siglo XVIL
Simultáneamente, no obstante, las elites manchúes se abrieron ampliamen-
te a los chinos y sus emperadores hicieron todo lo posible para atraer a los lite-
ratos. Eran chinos los confidentes y los consejeros de la familia imperial, así
como los dignatarios encargados de la administración interna del palacio. Fue-
ron chinos varios gobernadores militares de provincias y a ellos les fue conce-
dido traspasar a sus descendientes las fuerzas armadas que militaban a sus Ór-
denes. Mas precisamente esto no tardó en ser un grave peligro para el nuevo
poder manchú. En 1676, por ejemplo, Wu Sangui estuvo a punto de reconquis-
tar toda China y la situación no se restableció hasta algunos años después. De
hecho, tuvieron que transcurrir varias décadas para que la nueva dinastía pu-
diese extender su dominio ya consolidado sobre todo el país. Como ya se ha in-
dicado, esta dinastía encontró resistencia sobre todo en la parte meridional y
marítima de China. Un jefe corsario, Coxinga, plantó cara a los manchúes al
menos desde 1661, y su hijo pudo mantenerse en Formosa hasta 1683. Así
pues, el gran trastorno chino requirió poco menos de cuarenta años para liqui-
dar todas las tendencias autonómicas o separatistas y llegar a un nuevo orden
estable.
Esta obra de consolidación halló su principal artífice en el emperador
K'ang-hi (1662-1722), al que sin dúda se debe la nueva actitud para con los
campesinos; gracias a él pudo florecer de nuevo la pequeña propiedad y au-
inentaron las exportaciones agrícolas, además de las producciones de seda, de
porcelana y de objetos metálicos. A este renacimiento interno se unió una efi-
caz acción de conténción en las fronteras, tanto en Mongolia exterior como en
la antefior de los rusós. Gracias a las ArmaS de fuego, conseguidas con ayuda de
los jesuitas, K”ang-hi pudo detener a los rusos entre 1685 y 1689. Antes de mo-
rir el emperador tuvo también la satisfacción de establecer en Lhasa a dos resi-
dentes chinos para controlar la situación en el Tíbet. Mientras las relaciones en-
tre el celeste imperio y Occidente se estrechaban durante el reinado de este
soberano manchú, en Europa empezaba a florecer el mito de China como gran

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LOS ABSOLUTISMOS Y LUIS XIV 281

otro. Por otra parte, tales «personajes» no son los únicos que ocupan el escenario:
baste con citar el mercantilismo en el plano económico, la mentalidad noble o
aristocrática en el social, etcétera. a
El absolutismo es una forma de gobierno que caracteriza a gran parte de los
estados europeos en la fase dessw-estructuración que corresponde, grosso modo,
al siglo XVI, aunque se inicia ciertamente añtes y se prolongá a¿óntinuación se-

ve

G
gún los casos. Tal categoría O noción se aplica preferentemente a la historia eu-
ropea en tanto que uno de sus mayores ingredientes es la estrecha relación con las
6. LOS ABSOLUTISMOS Y LUIS XIV iglesias y con la religión. Con todo, precisamente la volubilidad de tal relación di-
ferencia unas situaciones con bastante heterogeneidad-de un país a otro. El abso-
lutismo europeo es monárquico, y de ahí que difícilmente se aprecie su presencia
1. OBSERVACIONES PRELIMINARES en las Provincias Unidas, en la república de Venecia o en la confederación suiza.
casi
No obstante, hay estados donde la presencia de una dinastía o de un soberano
No ess de extrañar que la argumentación
no comporta formas absolutistas. A este propósito es muy claro el caso de Po-
Ó histórica a vi-
lonia, aunque ya se ha visto lo difícil que es poner de relieve una consistenci
pase habitualmente a través
de 1 3s núcles JS CO nstitui
tuiddos p OL
sible de esas formas en el mundo británico. La mayor parte de los soberanos
nociones
e d dir ecta o indire
di ctamen
mente
ds te cron: O 16 e 1Cas .
De hecho, el empleo de estas separaci O nes
el
o rucione
particio n: s ti ende a darles CONsis-
Estuardo manifestaron, sin duda, tendencias personales absolutistas, pero éstas
tenci. a. , a Car 8g arlas d e S1gen 1 ca adosS
su-
fueron eficazmente rebatidas, en un momento dado destrozadas y finalmente
y de colorac
ol 10nes
es específi
sp Í c.
1Cas en d NN va
cas 1a transfo:
ransformarlas > en pers onajes 0 1 a cluso , en cate gortas
peradas por las fuerzas políticas y sociales inglesas.
2 a d e ; azonamuento.
ento Q Qu e
al ende cla sea dif ícilmer te evitable
Por consiguiente, la expresión «época del absolutismo» no sólo es genérica,
y esulta
sul del hecho de q ue todo histor lador Se
O
apoya , en nociones > sobre
sino que además su validez es bastante relativa. Precisamente por ello, aunque el
esas t odo cuand O quie: Y e dotar a Ssud 1SCUrs:
rso de u a Tes-
piración! un poco amplia . I e les
término figura en el título del presente capítulo lo hemos empleado en plural, y así
partitic 10nes
es t tienen
e un carácter inmediatamente
cronoló g ICO p pr InCipa. 1 mentee cuando
precisamente se utilizará para ilustrar algunas de las principales formas en que se
se trata d e SIg. los; esto
sto es es así
así sól
sólo de q odo In in-
directo cuando se tienen en
concretó. De todos modos considero autorizadas algunas observaciones generales
cuenta gr andes fenómenos considerados específicos
de una epoca mas que de otra
sobre los aspectos y caracteres que asumió el fenómeno. Sin ninguna duda en mu-
(por e emplo, la Contr arreforma).
Este conjunto
chas monarquías europeas se desarrolló la tendencia a la concentración autoritaria
de nociones es voluminoso y cada una de ellas resulta fiable
sólo a mec lia S, aunque es difícil prescindir de -
y autocrática del poder. ¿Qué factores la favorecieron y la provocaron precisamen
su uso.
uso. E E Ss necesa TIO, por lo tanto,
e mpl earlas, tanto como seg a posibl e,
te en esta fase de la bistoria europea? Por lo que respecta a España, por ejemplo,
de modo crí tico
10: y d 1iStanc
t iado
d p ara, no de jar-
ar
se condicionar por su inadecuación
parece que cuando mejor actuó el absolutismo fue en la segunda mitad del siglo
y por su 10 menos
1 evider tte injerencia. Se tu a-
ta, en efecte >, de ageneral
2, iz
izacion
1 es
xv1, durante el largo reinado de Felipe IL, aunque a continuación viniera a menos.
a 1 las qu e S se re cu tr e p Or las e X1Le:
g ncias d e 1 dis -
Curso, para no confundir
La disminución de las autonomías locales o de clase en beneficio del poder central
las cosas de modo simplista haciendo que unas
real dades exclu yan aa Otras.
otras Sis e tom
A O! ad e nuevo
corresponde en Europa a un importante cambio político y social, a la convergen-
el caso de 1 a C ontrarreforma, no
puede dejarse de observar que el término
cia de muchas energías económicas y culturales en las cortes y en sus soberanos,
indica un fenómeno cuyas múltiples ca-
racterísticas no se pr esentan todas
y además a la conversión de las elites nobles hacia funciones de carácter menos
1 a misma
nis de
manera o en el Tusmo g rado
en
u na zona
O: u o tra
1 de Europa
Y ó S Z
ni,1, COR Mayor
particularista y más claramente estatales. Pero no hay que olvidar los condiciona-
y
raz ZÓ n, en los demás continentes
. Las no -
ciones hist Ó Ticas son com: O las n edu
mientos que provocó en todos los organismos políticos el nuevo contexto de riva-
b losas > que invade n eespac s OS Y ñ áso menos am -
pli oseS impregnados simultáne amen te
lidades entre las potencias. Las más importantes se sienten más inclinadas a im-
po pl Otras ras n ne bulos as. S As Í, 1 a Co 4 arrefor-
ma convive según los Casos cor
poner su supremacía, mientras que las relaciones entre unas y otras Se estrechan y
los Ssiglos
E XVI y XV, v con el el abso
sol ut 1ISMO > con e
barroco y, según las per spectivas, también con
todas se obligan mutuamente a unir sus propias fuerzas, al menos para resistir me-
. otras cesuras.
Esta refere . . . Po.
cia sumaria parece Inevitable -
jor la competencia internacional. Todo el período de los siglos XVI y XVI está im-
al pr 12CIpIO de ún capítulo dedica-
do a las fort 12S de absolu b 1 tismo de 1 siglo XxX vu, ad e mas
pregnado de la búsqueda de una ordenación, que no se encuentra porque el campo
á de much OS otros aconteci-
muentos que las acompañaron.
La Contr
. arre forma y el ab: solu 1 1Smo, vez
de batalla se ha hecho demasiado vasto: ya no es sectorial o europeo, sino cada
O, e expresa
p do de
mod o aproximad O yu n tant o
simpli sta,ta, son fi(¿no eénomenos O, re acionados entre sí y
más mundial. Proceso que, por otro lado, durará hasta el siglo XX.
contem
: p 'O: ráneos.
OS. N O por por ello
4
La forma absolutista de gobierno se ha presentado como la configuración
van neces'ecesar 1amente ente siempr p e J u ntos, Ss > ni su estrechha
unión —cuando d se se v ve:rifica A se configu
más apta tanto para las tensiones internas como para los conflictos externos, en la
g ra de z la Misma manera en
un país que en

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282
EL SIGLO XVH LOS ABSOLUTISMOS Y LUIS XIV
283
medida en que mejor lo permitan unas y otros. En el transcurso del siglo xvH se micas de los grupos nacionales
dominantes. En este plano, sin embar
hizo particularmente difícil entre los estados la competencia, agravada por los an- tuación se mostraba más compleja, go, la si-
pues el sistema económico en vigor
tagonismos confesionales. La dura regla de la vida europea (y en cierta medida a en gran parte en el comercio inter se basa-
nacional y en cierta libertad de inter
extraeuropea) fue la guerra. Esta lo convulsionó un poco todo, imponiendo sus bios. Los poderes estatales, queri cam-
endo hacerse los intérpretes y los
exigencias y sus repercusiones en cadena de un teatro a otro. Este cruento en- las fortunas de la producción y garantes de
del comercio, intensificaron por
frentamiento ya no se practicaba en nombre de la fidelidad que vinculaba a no- didas para defenderlas, pero por un lado las m
otro incrementaron los motivos de
bles o caballeros a sus señores ni en nombre del servicio que los campesinos de- con los demás estados, lo Cual perjudicab conflicto
a a menudo la fluidez de los negocios
pendientes de cada uno de ellos estaban obligados a prestar. Se impusieron
nuevos sistemas y nuevos valores, incluso allí como se ha visto en la Inglate-
rra de Cromwelil— donde el absolutismo no había celebrado sus triunfos. Una de
las motivaciones que sin duda alguna han impulsado a los europeos a combatir
entre sí ha sido la religiosa. Pero sería más justo decir que el apego a esta o aque- nacional.
lla confesión ha constituido un apoyo al sacrificio, o al menos al riesgo, de la vida
a que se exponían los hombres. El otro apoyo, dejando aparte el económico, el de
la percepción de la soldada y el eventual goce del botín, es el sentimiento de de- 2. LoS ESTADOS NÓRDICOS
fender o engrandecer al propio soberano y al propio país. Bastante más que ante-
riormente, en efecto, el rey es representado y visto ahora como la encarnación de La ampliación de los horizontes geogr
áficos y de los intercambios intern
un Estado nacional o al menos regional. Ello hace posible la actuación al menos cionales se había hecho sentir cada vez a-
más en el transcurso del siglo XvIL, hasta
parcial del reclutamiento, que impone la tendencia a todos los miembros de de- el punto de que países pequeños
o de suelo pobre en recursos, como
fender a la propia comunidad: Es un proceso lento, que se instaura en tiempos di- ctas Unidas, se habían vuelto ricos las Provin
y poderosos. Esto había pasado ya
versos y con intensidad bastante variada, aunque impregna ya ampliamente a las mente a Portugal y al menos en parte anterior-
a España, mientras que ahora le estab
fuerzas armadas del siglo xvu. Esto hay que subrayarlo de modo especial preci- cediendo a gran escala a Inglaterra. a su-
Aunque el siguiente punto de vista
samente porque no sólo caracteriza el absolutismo, sino porque permite además tomado con mucha elasticidad, puede debe ser
observarse que los estados más impli
alos estados ampliar su dominio sobre sus propios súbditos, además de lanzar sus en los intercambios y en la expansión cados
marítima fueron en general aquellos
propias fuerzas contra los enemigos. menos se impusieron las formas del en que
absolutismo, y viceversa. Ciertament
La proporción correspondiente al aporte de las motivaciones religiosas y al países donde esos aspectos estuvieron e hubo
más entrecruzados y se podría citar
de las patrióticas es más difícil de sondear, pues por lo general aún estaban estre- zÓn el caso de Dinamarca. En los con ra-
años sesenta y setenta del siglo xvm
chamente unidas. Esta inextricabilidad relativa se vuelve a encontrar en la perso- Ul realizó allí una serie de reformas Federico
de sentido claramente absolutista
na del monarca, que aparece a la vez como lugarteniente e imagen de Dios y ] e intentó
des oceánicas por medio de compa
como encarnación indiscutible del Estado. No sólo las iglesias protestantes sino para el comercio en la India, en las ñías privilegiadas
Antillas y en las costas de Guinea,
también las católicas se hicieron bastante más nacionales que antes, aunque en escala una simbiosis análoga se obser A mayor
vará en Francia, con resultados que
este aspecto las situaciones estén especialmente lejos de ser claras o bien delimi- mos Ocasión de ponderar. Con todo, tendre.
no es precisamente un caso extraño
tadas. Una vez definitivamente destrozada la unicidad del supremo poder espiri- XIV se interesara bastante poco por que Luis
los problemas de la marina y de la expan
tual de Occidente, el prestigio del poder pontificio había llegado ya casi al térmi- e de se sión
render, pues, que nos detengamos ahor
no de su progresivo declive, para complete beneficio del poder de los monarcas a principalmente
1dad y el desarrollo de los estados de fuerte
por esto, A SMbarEo, se podrá decir gravitación terrestre. No
concretos. Aunque resulte un poco expeditivo expresarse así, en cierto sentido del siglo xvn que las mayores poten
cabe afirmar que, mientras que anteriormente los soberanos habían servido a la tu Sen tam ón as que habían constituido o estab cias no
an constituyendo amplios do-
religión, ahora lo que hacen es servirse de ella. Por otro lado, eran totalmente
conscientes de quertenían necesidad de ella,-sin duda porque percibían que no go- o Un país bastante singular en el
tablero europeo resultó ser Suecia,
zaban de suficiente apoyo autónomo para exigir a sus súbditos los sacrificios que Inpuso casi con prepotencia preci que se
samente durante todo el siglo xvn
les reclamaban. Por lo demás, una constatación análoga puede valer para el arte rica en hierro y en cobre, produjo Suecia
además excelentes soldados y sober
y la cultura en general, que esos monarcas protegieron de modo por lo menos in- de forma poco habitual para la época anos ve,
, se ponían personalmente al frente
teresado. : tropas. Casi indisoluble fue la perfe de sus
cta unión con que en los ejércitos
Condicionados por las ambiciones políticas y por las motivaciones confe- nación se aunaron la sincera devoc de esa
ión a la Causa protestante y a la
sionales, los absolutismos procuraron también satisfacer las exigencias econó- ca. También fue importante el papel del monar-
desempeñado en las empresas sueca
s por

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284
EL SIGLO XVIL
LOS ABSOLUTISMOS Y LUIS XIV 285
la poderosa nobleza, que Supo
también sacar de ello grandes
beneficios. En un El Báltico en el siglo Xva

CD 1
E2
NE
AA
. 5

El vigor casi continuo de las ofens


ivas suecas aseguró al país una
guerrera indiscutible. La caren reputación
cia de adversarios bien organiza
báltico y en la propia Europa dos en el sector
contribuyeron mucho a los éxito
todo, la especie de vacío que el s de Suecia. Con
expansionismo sueco se había
llenar empezó a ir a menos hacia comprometido a
1660. Surgió entonces con Prog
la separación entre las ambicion resiva evidencia
es de Suecia
dios de que efectivamente dispo
nía. En la segunda mitad del
financiera repercutió sobre todas siglo xv11 la crisis
las relaciones sociales, ya que
tado no era ya capaz de sacar desde 1665 el es-
nada de dos terceras partes de
tratados de Westfalia y los éxito sus tierras. Tras los
s conseguidos en la guerra de
Suecia se había asegurado el contr los Treinta Años,
ol de gran parte del espacio econ
ómico de Ale-

Curlandia
vez irrupciones decididas hacia las
tierras de esa cuenca marítima Hay que re- Meme! (1629-35)
cordar abora la formación de la Potencia de xN
los Hohenzollern en las orillas Bornholm (1658-60) Po
dionales del mismo mar. meri- ES % (1629-35)
El gran elector de Brandeburgo, 4 1629-35)
4

Federico Guillermo, que ascendió Y


23 Y
Ay 1
en 1640, había salido de la guer al poder o: t Nue
ra de los Treinta Años en estad SN.
2
ve. Además, sus territorios (Prus o de quiebra gra- Ao
A
ia oriental, Brandeburgo, Mark xs i
estaban totalmente separados y Ravensburgo)
uno de otro. Fue precisamente 2
quien inició eficazmente el proceso de form él, sin embargo,
ación de la potencia de los Hohenzo- os ina
lern; y para alcanzar este objet l reino de Suecia al ocupar el trono Gustavo I Wasa (1523). 2. A oie
ivo desde el comienzo apostó deci
clusivamente por una sola carta: dida y casi ex- a S ENoXIV (1560-1568). 3. Conquistas bajo el reinado de AE da o. Ligonas
el ejército. Inicialmente Federico e istit 1632-1654). 4. Conquistas
i bajoj el reinado
i de Car
“arlos 654- :
Guillermo dis-
o ica 5. Ciudades ocupadas temporalmente por Gustavo Adolfo.
mercenarios, y no tenía los medi
os adecuados para hacerse con
Para mantener su propia administ otras mejores.
ración y pagar a las tropas, en
de los notables de las provincias efecto, dependía
, que poseían el control local
tos. Así, en los primeros años de sobre los impues- ros a cambio de importantes concesiones políticas y sociales. podenco Suillor mo
su gobierno no tenía más que unos
nientos hombres, a cuyos jefes el dos mil qui- noció como única clase autorizada para adquirir propie ades, e
gran elector a menudo tenía que
dos de vejaciones o licenciar por arrestar acusa- os la exención de impuestos y la jurisdicción a sobe MR
incompetencia. De todos modos,
esfuerzos en el ejército, cuyos concentró sus o j 1
ue los fondos concedidos por los Junker sólo leg aban2 -"
efectivos logró aumentar ya en
madamente ocho mil soldados. 1648 hasta aproxi- tener a una a bastante modesta, el gran elector los AS. tn sagas
El primer y esencial vuelco para monte que no tardó en recoger sus frutos: de 8.000 soldados, A AI
proseguir la reforma militar logró
cabo el soberano gracias a un comp llevarlo a guiente pasó a 22.000, y en 1660 llegaron a ser ro A e oe a 00 oa
romiso. En 1653, en efecto, obtuv
ker (los nobles grandes propietari o de los Jun- te, instituyó una especie de Estado Mayor general a las rde 0 NON
os de tierras) una financiación
de 530.000 tále- Sparr bajo cuyo mandato se encontraron cada vez más unificadas las di

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EL SIGLO XVH
LOS ABSOLUTISMOS Y LUIS XIV
287
fuerzas provinciales. Casi al mismo tiempo se realizó otra reforma, destinada a ta entonces desconocidas e n
Europa. El21 ejérc
ejérciito fue fin
disminuir las exorbitantes prerrogativas de los jefes militares anteriores. Con la dependencia de los subsidios extranjeros i
institución de un Comisariado General para la guerra, el reclutamiento, el abaste- andado de toda
cimiento, la soldada y el alojamiento del ejército, además de la supervisión de los pao del esto estatal. Sus efectivos,
almacenes y de los depósitos, fueron sustraídos al control de los distintos coro- que en 1688 ascendían ya a
res y llegaron luego a la cifra 30.000
neles. A continuación, Federico Guillermo intentó también evitar los contratos de 40 .000,
000 alcanzaron ah
83.000. De modo que mientra. $ ú l
que por su poblacióien aquel reino
específicos con cada uno de los comandantes, poniendo las bases de un sistema motercer lugar enP Euro
Apa , por las di Imensio1 nes de ROI ¡
en que todos los oficiales sin distinción debían absoluta fidelidad al soberano en su ejérc
jérciito se habí
DÍAaÍ con
conv erti
ven idoÍdo
tanto que jefe de las fuerzas armadas. tes Tederico Guillermo 1 se cons
agró a fondo al cuidado de sus
Esta acción combinada y lúcida no tardó en dar sus frutos tanto en el plano in- » 4e las que procuró eliminar fuerzas milita-
los residuos de imperfección.
terno como en el internacional. La fuerza militar que el gran Elector estaba cons- Se había constat:
truyendo le aseguraba inevitablemente también un peso político cada vez mayor
en el propio ámbito estatal. De modo que ya antes de 1660 pudo permitirse igno-
rar las protestas de las clases sociales brandeburguesas e imponerles una serie de
impuestos extraordinarios para el equipamiento de los reclutas. En otros térmi-
nos, no tardó en ser lo suficientemente fuerte como para desbaratar a quienes le
criticaban y desmantelar su resistencia, pues fueron sometidos a la voluntad del
príncipe bajo la amenaza de la implantación militar de los derechos rechazados.
Fueron precisamente los años de la guerra contra Suecia (1655-1660) los que per-
mitieron a los Hohenzollern obtener, con la paz de Oliva, la soberanía del duca- ra acionos de alistamiento
fuese considerado desertor. Luego
do de Prusia. Al final del conflicto los efectivos del ejército fueron naturalmente 23, Instituyó el llamado sistema , entre 1732
cantonal prusiano, en virtud
reorganizados, pero era ya un instrumento sólido y permanente que no precisaba del cual a cada
ser rehecho casi en ningún aspecto. El antiguo sistema mercenario fue gradual-
mente abandonado y la cobertura de los gastos militares se aseguraba de un modo
más regular y moderno. A partir de 1660 el gran elector decidió además asignar
cargos estatales a los oficiales superiores que habían dejado el servicio e instalar
a los soldados licenciados como colonos en tierras de propiedad pública (crean-
do una especie de reserva que podía ser llamada en tiempo de guerra). A Federi- de emergencia,
co Guillermo, que se batió aún en sucesivos conflictos con los suecos derrotán- El edifi cio de este
edifici St nuevo absolutii smo de carácter
dolos en Fehrbellin (18 de junio de 1675), hay que otorgarle el mérito de haber militar fue completado
sociales. El monarca se apoy
practicado una política de tolerancia religiosa, gracias a la cual pudo gozar de la ó decidida-
colaboración en la administración y la economía de su Estado de hombres perse-
guidos de gran valor personal.
Le sucedió en el ducado Federico (1688-1713), que reconoció en el ejército bién el Semvicio1 AN los nobles en el
E >
cuerpo de oficiales se realizab
el baluarte de su propia autoridad, aunque,se consagró también a otras iniciativas para establecer entre oficiales y sol a de modo ade-
de prestigio, como la fundación en 1694 de la Universidad de Berlín y de la Aca- dados una relación análoga a
cional de la sociedad rural. Por la tradi-
ello, todos los nobles comprend
, -demia de Bellas Artes dos años más tarde. De acuerdo con el emperador Leopol- idos entre las
do 1, el duque pudo asumir el codiciado título de rey de Prusia y ser coronado en
Koónigsberg el 18 de enero de 1701. La capital, sin embargo, siguió en Berlín, que E oa, a o E en enviar agentes de polic
fue posteriormente gngrandecida y embelletida. Después de su abuelo, auténtico onto ía o desta-
ra eriín
Ber a los
los jóvenes elegidg1dos
os, , d de manera que ya
fundador del poder dé los Hohenzollern, el nueVó Y homónimo soberano Federico MN ta o que una familia aristocrátic
Guillermo 1 (1713-1740) llevó el absolutismo militar a un nivel de plena madurez. a no tuviera al menos unhijo
NOA MO ncluso a ones estaban menos prov entre
En 1714 este monarca escribió para'su ejército el primer reglamento de infante- istos de medios económic
NO la COn este objetivo una os
Ina educació
ción espec Í » un UN alto
p ial,
ría completo. El adiestramiento y las evoluciones tácticas que allí se prescribían portunidad de alcanzar los vérti al nivel
Í de vida
j
álti ces de la autoridad militar
dieron a la infantería prusiana una flexibilidad y una precisión de maniobra has- último punto del sist .
4 ,
o política Como
ema, el Iey mandó vestir el Tn1smo unif orme :
a sus oficiales,

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EL SIGLO XVI
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por los que se hacía rodear y que
- , con el «rey Y sarge
Ss
g nto», > forma
f especiei
de sociedad cerrada. ban úna
estaba ligada con vínculos de fuerza semejante a la corona y a la Iglesia, siendo
por lo general los grandes dignatarios de procedencia noble. Por otra parte, bas-
tante más que el catolicismo medieval, el.de.la edad barroca austríaca resultó es-
3. EL IMPERIO DE Los HABSBURG tar vinculado al gobierno y al sistema de la propiedad territorial (Herrschaft).
O
Prelados y nobles, pues, aparecían estrechamente unidos, tanto por convicción
o a pertl daramente distinto presenta como por conveniencia. Además de:prestigio social, la propiedad agraria otorga-
el que sin duda puede definirse como
solutismo de los Habsburgo del ba a las familias dominantes el control de la justicia y de las administraciones
siglo
si xv. Hay que recordar á
los tratados de W estfaliaj habíafann provinciales. Con todo, como sus dominios se extendían por diversas provincias,
hecho de cada a pequeñoñ estado cnn alemá na edÍ
da
dad política sobererar a; na, confinirmando de este modo el desmenuz los señoríos de los magnates acabaron por servir de contrapeso a las tendencias
po cuerpo nario del Sacro uzami
amie ento
Í nto deldel aan-
Imperio Romano. En vez de conve centrífugas del variado complejo imperial. 7 :
sn
sma, sin embargo, el Imperio asumi rtirs e en un
úmióó una nueva fison En todas esas tierras seguía reinando un absolutismo poco organizado. Para
paidentificó
dif 1 omía
con los dominÍ i los de' la casa q de empezar, ni los oficiales del ejército ni los funcionarios del Tesoro fueron los
Habsbur: g o en Europpa cent mal. ral. Estos
ntral. EEstos
nos no se extendían solamente agentes de una auténtica centralización, siendo numerosas las fricciones tanto en-
por una parte relevante del territ
a » Sino que comprendían adem orio ale- tre los órganos burocráticos como entre los cuadros militares. El sistema judicial
ás extensas zonas como Bohemia,
Slovenia y Croacia, además de una ho Silesia era aún menos unitario que los órganos de gobierno militar o político, por cuanto
parte de Hungría y el centro polít
ico del or-
?

sanismo imperial: Austria. Este el Consejo áulico (Reichshofrat) asumió una importancia cada vez mayor debido
último término se convirtió en sinó
pero, Por cuanto las regiones que nimo de lm-
lo constituían tenían todas como a la confianza en la imparcialidad de sus sentencias que supo conquistar entre los
monarca austríaco. . No por ello único so-
1 OS representantes de la dinastía alemanes. Por otra parte, en el transcurso del siglo xvHu tanto la cancillería austrí-
stos a cortar el cordón umbilical aca como la bohemia pudieron desempeñar la función de instancias de apelación
que en el pasado había unido
cu cas alal d destino y la suerte dee Alemani respecto a los tribunales inferiores.
] ia. Les S parecíaÍ todavía vitalal, en
seguir ejerciendo sobre ella su influ efecto Bastante singular era la situación del ejército imperial, que desde 1648 asu-
encia, como si ésta fuera lo propio
EN
is

vocación imperial. En el siglo


no . de super-
mió progresivamente el aspecto de una fuerza armada permanente, aunque clara-
. .
xvi, en suma, los Habsburgo de
hn en cierta medida oscilando ent Viena mente cosmopolita. Por un lado, ésta tendía a constituir un vínculo unitario y su-
re un polo germánici o cada v
consisister
stente y la función de dar cohes e pranacional, y por otro había ciertos cuerpos que no recibían órdenes de nadie. Se
ión
1Ó orgán g ániica a los demá
emás territitori
ori
te dispares de los que eran sober a - comportaban de modo muy autónomo, por ejemplo, los regimientos y las guarni-
anos.
. En realidad, el absolutismo de bs ciones de los puestos fortificados situados a lo largo de la frontera otomana. No
los Habsburgo tenía aún poco en
pra siano o el francés, puesto que los común con el
dominios sobre los que reinaba conse obstante, existía un Consejo de guerra (Hofkriegsrat) que al mismo tiempo vigi-
omías y notables particularismos. rvaban laba las tropas e intentaba controlar precisamente aquella especie de cordón mi-
Sin el consentimiento o la adhes
ión de litar que hacía de frontera con los turcos desde Croacia hasta Transilvania. La fi-
nanciación del ejército no estuvo casi nunca asegurada de manera satisfactoria y
Cc
omo a los mayores dignatarios había que recurrir a todo tipo de ingresos extraordinarios para satisfacer sus ne-
eclesiásticos les era
¡ ate : 73 5
en cierta medida posible
;

«ennsatusar al orador, E fanto en el plano adminini cesidades. Pero no hay que olvidar que, aunque fuese a través de varias vicisi-
istrativo o fiscal como en el del
pam militar o dede la ejecución de la justici tudes, logró crear el instrumento de una política de gran potencia que tenía que
a. No NO Obstan
1C12. ob te, los intere
Í ses de
asta y de la noble za no dejaron de estar estrechame defenderse tanto del imperio otomano como de las incesantes amenazas del im-
nte unidos para lo cual
O ron a una serie de compromiso
» s en el clima
SOS perialismo francés. En los primeros años del siglo xvu Austria acabó ampliando
cli unific
if ador de e la la C Contrarre-
a En efecto, mientras que el núcleo tanto sus dominios que llegó a formar el más importante Estado occidental desde
social políticamente decisivo estuvo
ds ,por un grupo bastante solidario cons- el punto de vista territorial: logró dominar desde Amberes hasta Sicilia y desde Si-
de familias aristocráticas, su conso
n onel soberano se cimentó sobre el nancia
espíri
Spíritu de la cultura católi lesia hasta Rumanía.
ólica ca imper
¡ ante en la
Aunque la eficiencia de los factores de centralización revelaba sus límites,
oAsí, bay
Ñ que poner de reliev
1 e ante todo que en esa Europ hay que reconocer que precisamente en la segunda mitad del siglo xv1n los diver-
DUrgo, a partir de 1648 la obra de a central de los
la Contrarreforma se reanudó de modo sos territorios de los Habsburgo lograron constituir la base suficiente de un ver-
dadero organismo estatal. A este respecto no hay que pasar por alto el papel con-
ona
zona n unca formaron un cuerp
o social vergente que en varios planos y de modos diferentes desempeñó la organización
cial indep
i endie1 nte de la dinastía, y que
a en gran medida a través de la Iglesi ésta eclesiástica. Ésta, en efecto, con sus diversas instancias, no sólo aseguró la con-
a y de la alta nobleza. La aristocrac
ia formidad con una misma fe, sino que reforzó además la fidelidad a la dinastía

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O TT y SIGLO XVI
LOS ABSOLUTISMOS Y LUIS XIV
29
291
a los Habsburgo. Es cier-
promoviendo un fuerte nexo entre religión y devoción lerse de los factores más
gradores. dis ar
aceptar de nuevo el tribunal medieval de la Inquisi- pares para obtener resultados cada vez más inte
to que la dinastía no quiso
las «comisi ones de reforma», que
ción, pero desde 1648 se pusieron en marcha
tenían funcion es análogas . Compue stas paritariamente por
en ciertos aspectos
a la Iglesia católica, es decir,
laicos y eclesiásticos, exigían pruebas de sumisión
del precept o pascual, Obviame nte, la relación en-
testimonios del cumplimiento
nobles católico s y los sacerdot es era muy estrecha , Durante todo el siglo
tre los
reforma fue la es-
xvvI1 uno de los mayores obstáculos encontrados por la Contrar
es seculare s, aunque abundas en los miembro s de las órdenes re-
casez de sacerdot
ligiosas vinculados a la aristocracia.
de Jesús, que en Europa
La presencia más importante era la de la Compañía
la segunda mitad del siglo
central alcanzó la cumbre de su influencia durante
on una tarca de activida d misione ra de reconquista,
xvi Los jesuitas se asignar
en parte calvinistas.
sobre todo en las zonas primeramente luteranas O todavía
de su densa red de cole-
Probablemente consiguieron su mayor eficacia a través
acogían a muchos alumnos nobles. Para realizar mejor su penetración
gios, donde
ó socieda des de laicos, que tenían el objeti-
capilar, la Compañía de Jesús organiz
r la literatur a, el teatro y la música de carácter religioso. Los je-
vo. de promove
eran 870 en 1651 y 1.300 en 1700— se
suitas —que sólo en Austria y Hungría
cido en las univers idades, permiti endo así al gobiern o controlarlas
habían introdu
contacto con los funcion arios
mejor (dado que sus censores actuaban en estrecho
os de los Habsbur go fue rapidís imo también el desa- ra (es decir, de los territori
imperiales). En los territori
de los capuchi nos. Después de 1625 tenían diecioc ho conventos en el Ti- de las demás regiones.
rrollo
; a principios del siglo
rol, doce en Estiria y otros catorce entre Austria y Bohemia e L a limiut ación
Z f undamental de lo S po deres del
xvi estaban establecidos al menos en cien localidades.
sober año
10 Vienés
vi És era la
ley del pais lan ada
(Land; echt), considerada vinculante
o l, que rei-
A su modo fue decisiva la personalidad del piadosísimo Leopold
para todos, y por consiguien-
te también para el monarca. Durante la segunda
Se valió mucho de sus consejer os, por lo general no- mitad del siglo XVI Surg S mas
nó desde 1658 hasta 1705. claramente la identidad de Austria, que tenía
gl
co que no eran nobles. desde 1620
bles o eclesiásticos, aparte de algunos de origen germáni
canciller ía Propia, naci-

largo —desde 1668 hasta 1685— tuvo como cola-


Durante un período bastante
la que más escuchó
borador al capuchino Emmerich Sinelli, que fue la persona a
(1680-1685). Leo-
en el período en que ejerció las funciones de obispo de Viena seían a su o vez canc
; illeríaÍ propia. El Órga
6 no de gob:
ñar una tarea esencial , pues era el verdadero una función supr que másá se l JimÓ 6Ó a
poldo supo hacer a su corte desempe pranacional fue el Consejo priva
go. Fue precisa mente gracias a o , en que participabanan tamb
do, tamb
| ieiéna
centro de la vida en los dominios de los Habsbur
barroca como el emperad or implant ó el régimen absolutista. En
su fastuosa corte
ialmente el conjunt o de valores que
efecto, la coordinación social acentuó sustaric
ento del soberano , en el ceremon ial y en los actos sim-
se encarnaba en el seguimi
verdad que sólo los du-
bólicos que recalcaban la fidelidad al ideal imperial. Es
ios vieneses y
cados austríacos estuvieron bajo el control directo de los dignatar lue jurisdicció
or] Jurisdicción más5 allá de las fronetras húngaras
tiempo siguiero n funcior iándo Órganos adminis trativos de re-
que durante mucho or losgque Z respecta
los nobles : a má ás concreta mente -
a Austria¡ , €n
Taúsbru ck). Pero cada provincia tenía od - e Sus S es inf feri
giones concretas (sori los casos de Gráz e
su lugarteniente nombra do por el monarca , mientras que en Viena un patriciado Zona eselegir
ron aúne protestanntes. religiosa, si y en 1652, ? 235 de elloso se design
confesión ilenciar
No sy que silenciar,
s. El central ismo de los Habs- sin embargo, que precisamon a
oligárquico hacía llover desde lo alto sus-disposicione
burgo resultó en algunos aspectos relativ amente modesto , y la unidad de los do- licismo. Por lo
raban a grados demás. sólo
a en dos años
Jiempos más
de de veintidós
Fernando II (1637-1657)
mil quienes
conversiones al e o
o
del soberano.
minios imperiales no la forjó sólo el predominio político o militar
Leopoldo supo va- profesores universitari
asi como los Concepción. a
No obstante, la actividad del probo, justo e incluso inteligente fidelidad a laa -
doctrina de la» Inmaculada A este pro, > an Jurar
- S pósito hay que

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señalar que en la universidad benedictina de Salzburgo tanto laicos como ecle- nobleza reciente, formada en los siglos XVI y xvIL. Su mayoría protestante se con-
siásticos encontraban un ambiente cultural más libre que en los ateneos
contro- virtió muy pronto en minoría, pese a los vínculos cada vez más estrechos que es-
lados por los jesuitas. En las iglesias austríacas la predicación se hacía ya en len- tablecieron sus miembros con los soberano3.de los Habsburgo. Y fueron sobre
gua vulgar, dado que la mayoría de los sacerdotes eran de origen campesino. Se todo las diez casas mayores las que se aunaron cada vez más en torno a la dinas-
ha observado que la devoción a los santos locales contribuyó en gran medida a tía, que en compensación dejórersus manos los-órganos del poder, local y les ase-
unir estrechamente el catolicismo al patriotismo austríaco. Había árraigado, En guró el más amplio prestigio social. Como en las demás tierras dé la monarquía,
efecto, la idea de una «Austria católica» que ensalzaba las glorias religiosas del la verdadera fuerza de los magnates húngaros residía en su dominante posición
país, aunque bajo el influjo de la propaganda filodinástica, la cual celebraba económica y social. El resultado de este proceso fue que la anarquía feudal dis-
las
gestas de los Habsburgo a favor de la fe. Tampoco hay que olvidar que los mo- minuyó y el absolutismo de los Habsburgo resultó bastante difuminado, teniendo
nasterios participaron a su vez en la exaltación de las misiones divinamente con- en cuenta que la estabilidad de su poder no estaba aún del todo arraigada; Los
fiadas a la dinastía. aristócratas magiares estaban directamente ocupados en la defensa de su país
Una especie de altar paralelo del absolutismo a nivel menor eran en Austria frente a los otomanos, dado que gran parte de sus propiedades seguían al alcance
las dietas provinciales. Teóricamente, éstas comprendían al clero, las ciudades de las incursiones turcas. Sabido es que el avance musulmán se prolongó al me-
y a veces a los campesinos, así como a los nobles, cuyo predominio en ellas era nos hasta 1664 y que el peligro inmediato no se alejó de suelo húngaro hasta el
total. Tales asambleas establecían contratos con la corona, fijaban impuestos año 1683.
y
aprobaban el reclutamiento de hombres para el ejército, además de presentar sus Existía un último elemento que hacía de Hungría un territorio particular en el
propias reivindicaciones. La alianza entre la corte y estos exponentes locales te- seno de la monarquía de los Habsburgo: la recíproca alergia entre el elemento
nía como objeto la preservación de los señoríos nobles (Herrschaft). De modo
sa- magiar y el alemán. Particularmente mal vistos por los magnates locales eran los
lomónico, pues, puede concluirse que en el siglo xv Austria no tuvo un gobier- generales y los funcionarios procedentes de Viena. Por su parte, los grandes no-
no fuerte ni una oposición robusta. No sólo no era todavía una nación, sino
que bles húngaros se sentían cada vez más incómodos en la corte y en los cargos ofi-
tampoco tenía una entidad política bien definida, aunque el sistema de los Habs- ciales de la capital. Debido a estas formas de resistencia al centralismo burocrá-
burgo acabó arraigando profundamente en la sociedad. La burguesía resultó ser tico de la dinastía, ésta no logró implantar en Hungría el orden político de tipo
un bloque aparte cuyos representantes apenas intervenían ya en la vida pública,
absolutista que obstinadamente intentaba aplicar allí. La represión calvinista, que
especialmente a partir de 1650. Un hiato importante se produjo también entre
la se hizo más intensa a partir de 1670, provocó además revueltas largas y agitadas
alta y la pequeña nobleza, pues ésta ya no se restableció debido a la aparición de sobre todo en el campo. En este sentido puede decirse que Hungría fue la región
acaudaladas familias burguesas.
donde más se notó lo incompleto del avance católico. La resistencia de los cam-
Bohemia, pese a las campañas militares de la primera mitad del siglo XVII pesinos entre la última década del siglo xvHn y la primera década del siguiente re-
seguía siendo la región más rica de la monarquía, aunque también allí la
bur- sultó en este aspecto un factor de primer orden.
guesía había sufrido súbitamente un claro descenso respecto a la aristocracia No obstante, por un camino paralelo el dominio del país por parte de los
propietaria de tierras. En Silesia se acusó la presión de la Contrarreforma preci-
Habsburgo hacía constantes progresos. Tras la conquista de Buda (1686), en la
samente tras la paz de Westfalia, y ello pese a las garantías nominales que Dieta de Presburgo del año siguiente los magiares reconocieron el carácter here-
los
tratados aseguraban a los luteranos. Cerca de seiscientas iglesias protestantes se ditario de la corona de san Esteban en la casa de Austria. En 1690 el emperador
cerraron a partir de 1650: a principios del siglo xv eran 1.500 y al cabo de un
Leopoldo logró que se reconociese a su hijo José como rey de los rumanos al más.
siglo sólo 220. Más larga y compleja hubo de ser la acción de la Contrarreforma mo tiempo que como soberano húngaro. Á partir de entonces el monarca intentó
en Hungría, donde ocupó la mayor parte del siglo Xvi1, llegando a su máxima in- establecer en Hungría una política económica dirigista, pero a no tardar se pro-
tensidad en los años setenta. Se insistió, como era lógico, en el culto de
san Es- dujeron graves disturbios. Tras los ocho años que duró la abierta revuelta dirigi-
teban, pues la veneración por el rey medieval magiar concordaba muy bien con da por Ferenc ll Rakoczi, en 1711 se llegó a un acuerdo por el que el país con-
los objetivos de los Habsburgo. De este modo, de la intensificada atención
a la servaba toda una serie de órganos administrativos y políticos locales. De modo
continuidad de la tradición católica en Hungría se pudo pasar a una interpreta-
que hasta la época de María Teresa, para hacer valer la mayor parte de sus direc-
ción conjunta de la historia magiar en sentido católico. En suma, también en esta trices los Habsburgo tuvieron que servirse de las instituciones magiares tradicio-
vasta zona se llegó a una alianza entre la dinastía vienesa y quienes tenían los
re- nales. El dispositivo de que podían servirse en esta zona era notablemente más
sortes del poder local. frágil que el establecido en las demás áreas de la monarquía.
Éstos representaban sobre todo a una serie de unas cuarenta familias de mag-
nates. Controlaban la administración y tenían fuerzas armadas propias con las
que defendían las fronteras de los ataques turcos. Se trataba en gran parte
de una

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294 EL SIGLO XVII LOS ABSOLUTISMOS Y LUIS XIV
295

Los Borbones reyes de F, ranci


a
4. FRANCIA
q _ —
__ _—

Las tres formas de absolutismo aquí consideradas se caracterizaron —así Enrique IV


como la rusa de Pedro el Grande— por la notable importancia del papel perso- rey de Francia
nalmente ejercido por los soberanos. Además, en Prusia y sobre todo en el Es- (1589-1610)

tado de los Habsburgo, los soberanos ocuparon el trono durante gran parte de la
segunda mitad del siglo xvi. Lo mismo que sucedió aún más llamativamente Luis XUL Gastó! n
rey de Francia Ct 1660) ? Isabel Cristina
en Francia, donde Luis XIV sucedió a su padre en 1643, con sólo cinco años, y 1610- o casada con Feli -
Enri
nriqueta Ana 7
(1610-1643) duque de Orléans de España IV casada con Víctor
se mantuvo en el poder hasta 1715. Ya se ha comentado que hasta 1661 fue so-
casada con Carlos1
sado con María madeo I de Inglaterra
bre todo el cardenal Mazarino quien gobernó el país, y que durante la juventud de Montpensier de Saboya
del rey su autoridad estuvo expuesta a una serie de disturbios internos, además
de los conflictos externos. De todos modos, la mística monárquica se había ido Ana María Luisa

reforzando progresivamente, y cuando el joven soberano inició la fase de su po-


der personal, se sintió aureolado aún más que sus predecesores por un halo de Luis XIV
rey de Francia
grandeza. Estaba indudablemente al frente de una nación poderosa que le ofre- (1643-1715)
cía la base y los medios para intentar imponer al continente su propia política
de predominio. Pero también Luis XIV, por su parte, estaba firmemente con-
vencido de que Dios en persona le había atribuido unas tareas y funciones a de- C17ID) Felipe
sempeñar. Se consideraba destinado a aumentar cada vez más su propia gloria
y la supremacía de Francia, Encarnó en suma el absolutismo del siglo XVII en ===
su forma más acentuada: no dudó en afirmar que el Estado se resumía en Su
L PA
1712) duque deV Anjou
Felipe (Felipe Carlnos
du que de BorgofíaON
propia persona (1 'État c'est moi) y se hizo honrar con títulos hiperbólicos, rey de España
como el de Rey Sol. 1700-1746)
En este contexto, por tanto, resulta bastante difícil diferenciar las ambiciones
y pretensiones personales del monarca del despliegue organizativo del poder es- Luis XV
tatal en el interior y de las incesantes manifestaciones de invasión política en el rey de Francia
(1715-1774)
exterior. Estas dos dimensiones se presentarán por separado debido sobre todo a
que las guerras en que se comprometió Francia arrastraron a casi todas las poten-
cias europeas. Por otra parte, es preferible detenerse primero en los caracteres in-
ternos del absolutismo francés, ya que contribuyen a explicar e itluminar sus com-
María Luisa Luis
delfín
portamientos diplomáticos, estratégicos y militares. Sin duda alguna el fenómeno (+ 1765)
que domina la vida interna de Francia en la segunda mitad del siglo xvi es la es-
tructuración de sus órganos e instrumentos de gobierno. Éstos habían sido lenta-
Luis XVI . Luis X VIn
mente articulados con anterioridad y el cardenal Richelieu los había hecho espe-
cialmente eficaces. Durante el reinado de Luis XTV, sin embargo, fueron por fin E-1793) (1814-1824)
rey de Francia (sos.
re: E AA i (8179)
Isabel

"racionalizados y sobre todo centralizados. Como había demostrado el movimien-


to de la Fronda durante la minoría de edad del soberano, ciertos particularismos
acentuados aún no'se habían apagado en el país ni en sus clases sociales. A partir
A " María Teresa Luis Carlos
de 1660 las estructufas centrales de £0biemno se reforzaron acentuadamente y sus
> ,
(+ 1795) (+ 1844) (+ 1820)
disposiciones fueron transmitidas a todo el cuerpo de la nación de modo más uni-. duque
de Angulema
duque de
a ]
Ber
cuy
forme y tajante, impregnando tanto-las dimensiones culturales y religiosas como
las administrativas, fiscales y económicas. Enrique
Una de las manifestaciones más significativas de este perfil del absolutismo (+ 1883)
conde de Chambard
francés del siglo xvH es la Declaración de los cuatro artículos, formulada en
Q(IXX'**>+<m

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296 EL SIGLO X vn LOS ABSOLUTISMOS Y LUIS XIV 297
1682 para ensalzar el poder del monarca y la absoluta independ
encia del Estado fesionalidad cada vez mayor. De este modo se reforzaban en los más diversos
frente al pontífice romano, Se afirmaba en esta declaración
no sólo que el conci- sectores los cuadros de una burocracia sólida y eficaz, celosa de sus propias atri-
ho era superior al papa, sino también que la autoridad del
soberano derivaba di- buciones y capacitada para ser la estructura que sostenía tanto las funciones in-
rectamente de Dios y que los privilegios o libertades que
la iglesia francesa se ternas del país como las tareas propias de las empresas internacionales. o
había arrogado eran intocables. De ello se deducía que en
materia de fe las deci- Es casi un lugar común, además.de una especie de oportunidad expositiva, re-
siones pontificias estaban subordinadas al consenso de la comunid
ad eclesial na> sumir la vasta aportación de ese aparato de fúncionarios realés en las figuras que
cional. Estas reivindicaciones galicanas, aunque se remontaban
al siglo xv, su- encarnaron al más alto nivel las responsabilidades de gobierho. Es difícil, en
brayaban el renovado intento de ensalzar la supremacía
del rey también en el efecto, dejar de mencionar ante todo a Jean-Baptiste Colbert (1619-1683), cuya
campo religioso, en tanto que jefe de la nación no sometido
a ninguna instancia actuación fue tan significativa que llegaría a definirse como un tipo de gobierno,
superior. El comportamiento de Luis XIV con los jansenist
as, celosos de su es- el «colbertismo». Tras haber administrado el patrimonto personal de Mazarino, a
piritualidad interior y no dispuestos a doblegarse, ilustra
estas pretensiones su- su muerte Colbert entró a formar parte del Consejo de Finanzas, creado poco an-
yas. No vaciló en quemar las Provinciales de uno de sus célebres
representantes, tes: al cabo de cuatro años, en 1665, era ya el controlador general de las finanzas
Blaise Pascal, en 1660. No menos tiránico se había mostrado antes con la revo- del reino. Desde esta posición clave promovió por un lado una serie de reformas
cación del edicto de Nantes referente a sus propios súbditos
hugonotes, someti- e intentó, por otro, imponer proyectos de notable alcance económico y político.
dos a toda suerte de vejaciones de baja estofa. Para hacerlos
ingresar en los hos- El impulso que dio a la contabilidad del Estado introdujo una ordenación más
pitales católicos se prohibió prestarles cualquier asistenci
a privada, y en 1679 se simple y racional, así como la elaboración de presupuestos preventivos. Ya a par-
fundó una caja especial para atraer a los protestantes a converti
rse mediante una tir de 1661, y durante cuatro años, se revisaron las cuentas de miles de funciona-
compensación en dinero. Por otra parte, se reducían los impuesto
s a quienes con- rios financieros. Inmediatamente después se procedió a la verificación de la «no-
sintieran en abjurar, y se les aumentaban a quienes se
resistían a ello; a los calvi- bleza» de los muchísimos que habían usurpado esta prerrogativa para evadirse
nistas, además, se les cerraba el acceso a los cargos públicos
y a numerosas pro- del pago de la taille. Ciertamente, Colbert no puso en tela de juicio el antiguo pri-
fesiones. Estas y otras formas de persecución eran entonces expresión del vilegio de la nobleza y el clero que les permitía no someterse alos impuestos.
autoritarismo absolutista más que efecto del enfrentamiento
entre confesiones y Pero reduciendo los costes de exacción de los tributos y repartiéndolos mejor
creencias religiosas.
consiguió —sobre todo al principio, cuando había menos conflictos externos—
Las manifestaciones del despotismo de Luis XIV eran casi innumerables: elevar notablemente sus ingresos con menos presión sobre los contribuyentes. No
desde las cotidianas, como la lettre de cachet (con la que se encarcelaba indiscri- fue posible, sin embargo, lograr que en cada región se pagaran los impuestos so-
minadamente) o la régale (revocación de las rentas de los beneficios vacantes), bre la base de los bienes realmente poseídos por cada uno; en la mayoría de las
hasta otras más concretas como la revocación de los síndicos de las ciudades para regiones se siguieron percibiendo sobre la base de su estimación por las autori-
privarlas de sus residuos autonómicos. Al mismo
tiempo, no obstante, las energí- dades. Siguió ocurriendo, pues, que debido a sus apoyos sociales los habitantes
as de muchos burgueses o miembros de la pequeña nobleza
se orientaban al ser- de las ciudades pagaran menos impuestos, haciendo recaer el peso fiscal en aque-
vicio del rey y del Estado, crecientemente considerado como
dedicación comple- llos que en el campo no gozaban de favores análogos. ,
ta a una causa nacional. Estos grupos sociales, en tanto que
el soberano rehusaba Según Colbert, para lograr mayores ingresos fiscales había que aumentar no
confiar cargos de gran responsabilidad a los miembros de la
alta nobleza, se con- sólo el número de los contribuyentes, sino también la producción. Imbuido de
virtieron en los instrumentos competentes y cada vez más organiza
dos del poder mentalidad dirigista, se dedicó entonces a regular desde arriba los distintos sec-
público. Aunque de hecho no estaban exentos de cortesaní
a, en el cumplimiento tores productivos. Aunque intentó reducir el peso de la taille sobre los agriculto-
de sus funciones realizaron un nuevo espíritu de identificación
consciente con los res, no favoreció la libertad de comercio de sus productos y permitió la exporta-
intereses de Francia. Su celo permitió la constitución o el
desarrollo de numero- ción de cereales de una provincia a otra sólo en los años de cosecha abundante.
sos órganos centrales, como el Conseil d'en haut y el
Conseil d'État (cuyas com- Su objetivo principal era favorecer las actividades industriales y la mercantiliza-
petencias desautorizaban a la nobleza de toga de los Parlamen
tos, a veces re- ción de sus productos, reduciendo primero los salarios e instituyendo luego una
nuentes y celosos de sus propias prerrogativas tradicionales).
Por medio de sus serie de medidas proteccionistas, además de conceder incentivos a este tipo de in-
actividades, por ejemplo las de los Intendentes (que represen
taban el poder cen- versiones. Colbert promovió una unión aduanera, si bien resultó bastante parcial,
tral en las provincias con atribuciones bastante amplias), se
tendió a reaccionar al no extenderse hasta Bretaña, Artois, Alsacia, Lorena, Provenza, el Languedoc
tanto frente a las antiguas formas de privilegio y desigual
dad como frente a los y Lyon. Se preocupó además por las comunicaciones, aboliendo gran número de
desórdenes administrativos característicos de la época de Mazarino
. Formaban peajes, contribuyendo al mantenimiento de las carreteras, incrementando los cs
parte también de esta serie de servidores del Estado los
técnicos y especialistas, vicios postales e iniciando la excavación del canal del Languedoc (que en 16
como los ingenieros del rey, que infundían al ejercicio de sus
funciones una pro- puso en comunicación el golfo de León con el Atlántico, con un recorrido de 241

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EL SIGLO XVH
LOS ABSOLUTISMOS Y LUIS XIV
299
kilómetros). En 1669, apenas nombrado secretario de Estado de la Marina, creó gimiento
e sueco.A JEnt Mi raS que ya en tiem i pos de Richelieu caballeros
los tres puertos francos de Marsella, Bayona y Dunkerque. En 1673 lograba pu- es de húsares, tampoco faltó hún garos ha
blicar el primer código moderno de comercio (la Ordonnance du commerce), a la una bri gada irlandesa integrad
obo II A Inglaterra. Las carr a
que siguió en 1681 la Ordonnance de la Marine. Por otra parte, a finales de 1667 o bién a eras militares se
e , Como demuestr. a el caso
hizo redactar un código único de procedimiento civil (Ordonnance civile). del marquésé Conrado ad
Tanto en la lógica del mercantilismo como en la del absolutismo la política vin tóo en lugarteniente - : mariscal de
general de los ejércitos cam po en 1677,
reales ? ;
tr as abjurar se con-
económica de Colbert desarrolló a fondo sus tendencias centralizadoras y disci- A Mientras
NEÓN que Me los As e bartamentos gubernativos
plinarias, que resultaron ser contradictorias y estar cargadas además de conse- dos pa y administrativos
Ouvols, la direcciónÓn técn
técniica era únic
cuencias negativas. Las tarifas aduaneras de carácter proteccionista que ideó e o en Le Prestre de Vauban (163 áni :
3-1707) desde 1655. Este sona
impuso en 1667 para acelerar el desarrollo industrial contribuyeron a los conflic- pó durante un largo período carg l
tos internacionales. Aunque algunos de los ramos más vitales de la gran industria os importantes y se distingu
úICIO COMO por sus extraordinar ió
francesa nacieron gracias al impulso de Colbert, éste, con su dirigismo y con la ias dotes de inge- E
minuciosidad de sus reglamentos, obstaculizó sin lugar a dudas la libre iniciativa.
Aunque su política de incentivación desde arriba logró sortear los obstáculos in-
terpuestos por los antiguos estatutos de las corporaciones y, gracias a la institu-
ción de un cuerpo de inspectores, logró estimular el aparato productivo. Mientras
se creaba toda una serie de manufacturas privilegiadas de artículos de lujo (seda,
terciopelo, espejós, tapices, étc.), se recurrió sin vacilar a las técnicas y procedi-
mientos de fabricación extranjeros más avanzados. Las intervenciones de Col-
bert, además de disciplinar las actividades económicas, se extendieron rápida-
mente al campo cultural. Tras fundar una Academia de Pintura y Escultura desde e el el canal de la Mancha , al noroeste d ís. ib:
hasta el Palatinado. Vauban
(1664), a los dos años instituyó la Academia de las Ciencias y en 1671 la de Ar- cintu
cin rón de fortalezas la protegió a . riple
A
' , que salvó Ó a Francia en lo
s momentos má
quitectura, al tiempo que la Académie Frangaise. Como superintendente de las do gran conflicto desencad
enado por Luis XIV
i
construcciones reales Colbert había actuado desde 1655 sobre diversas activida- omo o y ya había
Pd s DES penerosos del
do
Í anterior
Í mente€ en la península
des artísticas a fin de que redundasen en prestigio y gloria del rey y del Estado. or o as ou italiana por los mis
a as se utilizaron también
para controlar los núcleos
Con este objetivo no dudó en fundar además, en 1668, una Academia Francesa en ao DS po o central. Así, la fortaleza ur-
construida a poca distanci
Roma. Todas estas instituciones vivían bajo el control y gracias a las subvencio- e ' mantenía a Montpellie a
pelti
r er al al alcance de sus cañ
nes del Estado. da tentativa de amotinamient
o. Análoga Operación se reali
El otro gran representante de la política de Luis XIV fue Frangois-Michel Le zó entre eco
Tellier, marqués de Louvois (1641-1691). Secretario de Estado para la Guerra
desde 1666 y miembro del Conseil d'en haut, ejerció un papel importante por es-
tas funciones y en particular por la organización del ejército. A él se deben nu- los rebeldes se parapetasen en
él. Vauban quiso pro
merosas iniciativas, todas encaminadas a ofrecer un aparato bélico eficiente y a
disposición de la voluntad del soberano. Sobre todo, los efectivos terrestres pasa-
ron en unos cuantos años de poco más de 70.000 a 270.000 aproximadamente. El
fusil sustituyó al mosquete, ya anticuado, se introdujo la bayoneta (1687) y apa-
*recieron las primeras unidades de granaderos (es decir, armadas de granadas ex-
plosivas). Louvois introdujo muchas otras medidas que racionalizaban el funcio-
namiento del ejército: desde la creación de qompañías de cadetes (a las que podía
acceder libremente E: juventud burgtesa)hastá la introducción de uniformes para
todo tipo de hombres armados y desde la fundación de un gran hospicio para in-
válidos hasta la de los archivos militares. Como en el pasado, las tropas siguieron
favorecieran su lógico interés : vieron implicadas
sin ser exclusivamente francesas: en ellas militaban, en efecto, gran número de
por los océ anos y por las
alemanes, húngaros y suecos, además de suizos. A petición del mariscal Puren- tinentes. Pero es un hecho que, tierras de los demás con-
sobre tod O desde la época de
ne, en 1667 Otón Guillermo de Kónigsmark enroló en el ejército francés a un re- rra tenía más conciencia de Cromwell, Inglate-
lo important es que eran la
presencia en los mares y

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los asentamientos coloniales. Fue precisamente


en el transcurso del siglo Xxvu a estratégicas de largo alcance. Frente a la decadencia evidente de laporoacia vo
cuando se estructuró y articuló el dominio de
las potencias europeas sobre el res- rica, se trataba de verificar si Francia era capaz O no de heredar sus pon S, o
to del globo. Sólo Rusia estaba realizando su
expansión en dimensiones terres- particular las situadas a lo largo de las costas atlánticas de América. En e 7
tres. Para Francia aún no era demasiado tarde,
pero sus destinos de ultramar fue- de este conflicto (1702-1713) se aclaró más que nunca el enorme peso Espoo 150
ron decididos, al menos en parte, durante el
reinado de Luis XIV, que habían adquirido el poder.marítimo y la posesión de posiciones clave com:
El cardenal Richelieu había mostrado ser consci
ente de la importancia del do- Gibraltar. at sg
minio de los océanos. Aunque metido en las
guerras religiosas internas y en Jas
que convulsionaban Europa, el cardenal intentó
favorecer la colonización de
América del Norte y la construcción de al menos
el embrión de una flota moder- 5. LAS GUERRAS DE Luis XIV
na. Tras él, y después de la fase totalmente
negativa correspondiente al gobierno
de Mazarino, el propagador más convencido
de los destinos marítimos de Fran- Sin embargo, como ya se ha indicado, el Rey Sol concentró la mayor pane e
cia fue Colbert. Por voluntad del gran minist
ro se creó entre 1661 y 1674 casi de sus fuerzas principalmente en la prosecución de la hegemonía europea. primer
la nada una potente flota de sesenta barcos
de línea, armado cada uno con 74 ca- conflicto del largo período de su gobierno personal fue la llamada SOPA de
ñones. Durante los sucesivos conflictos provoc
ados por Luis XIV Francia pudo volución» (1667-1668). La había precedido la contienda armada ena a rl
hacer frente a sus enemigos también en el mar.
En el enfrentamiento de Beveziers mar por las Provincias Unidas contra Inglaterra (1664-1667). El trata od e Breda
(julio de 1690), por ejemplo, el almirante Tourvi
lle, al mando de más de setenta le puso fin sancionando la pérdida en beneficio de Inglaterra de la e a o
unidades mayores, obligó a huir a la escuad
ra anglo-holandesa mandada por To- cana de Nueva Holanda. Aún no se había firmado esta paz cuando uis ne
rrington (formada por 57). Cuatro nuevos y
grandes arsenales se construyeron en ció las hostilidades contra España (primavera de 1667). Sostenía que su conso te
Dunkerque, Brest, Rochefort y Tolón, mientr
as Marsella seguía siendo la base de María Teresa, como hija del primer matrimonio de Felipe tv, pasaba . sera la
las galeras; en Rochefort y en Saint-Mandrier
se crearon dos hospitales para ma- muerte de su padre heredera legítima de los Países, Bajos meridional es. e des
rineros enfermos. Colbert procuró asegurar
un reclutamiento marítimo de cali- baratar la amenaza de una frontera con la belicosa Francia, las nora as
dad, alistando en la flota a pescadores y marine
ros, cuyo sueldo se pagaba direc- lograron constituir una triple alianza con Inglaterra y Suecia ( co pero de
tamente a sus familias: a partir de 1673, además
, se aseguró una pensión a los 1668). Era el inicio de un cambio total de alianzas cuyo desarrollo perj na a
hombres de mar que superaban la edad adecua
da para embarcarse. Luis XIV. En efecto, habiendo conquistado el Franco Condado, tuvo qu Cedo
De todos modos, los intereses navales de Franci
a siguieron siendo insuficien- a restituirlo por el tratado de Aquisgrán (2 de mayo de 1668). pa compr Pon.
te, y no sólo por la escasa sensibilidad del Bajos esp:
país respecto de este ámbito. Las mi- conservó las plazas estratégicas que A ocupado en los Países
ras de Colbert chocaban con las ideas de Louvoi
s, que hizo todo lo posible para j j uai, Charleroi, etc.). o
dar siempre prioridad a las exigencias del ejércit
o. Se dio ciertamente un gran de- MS Y nCéS mantuvo un vivo resentimiento hacia las Provincias umdas.
sarrollo a las defensas costeras, para las que
se recurrió a la obra de Vauban. Pero responsables en gran parte del fracaso relativo por él padecido. porDA pa pu
aunque los recursos del país eran amplios
y su explotación estaba bien organiza- omnipresencia marina de los holandeses no sólo hacía sombra a Ingla ra , mo
da, los gastos militares resultaron superiores
a su capacidad: fue necesario, pues, también a Francia. Su flota mercantil dominaba efectivamente er parte rá
anteponer las exigencias terrestres, que parecí
an primordiales. Advirtiendo que fico entre los puertos franceses del Atlántico y los del Báltico, va ¿en ose a
en combate no se imponían los barcos de segund
o rango, armados con unos cin- so de sus relaciones con los comerciantes hugonotes. El gobierno e as IN
cuenta cañones, se decidió emplearlos para
la guerra de corsarios. Por otra parte, había decidido aplicar a partir de 1659 una onerosa medida proteccionis €
se les asignó la tarea de defender las costas
atlánticas de las flotillas de galeras. sistente en un impuesto de 40 sueldos por tonelada de cada nave extranjera que
Había un dilema de fondo que no se soluci
onó Y que perjudicaba a la marina. hiciera escala en Francia. Como si esta medida —dirigida en particu ar con PON
Francia, en efecto, era una plataforma ideal
para atacar en los frentes terrestres y holandeses— no bastara, Colbert había instaurado en 1664 un EA o de
efectuar al unísono las oportunas maniobras
internas. Por mar, en cambio, tenía chos aduaneros que aplicaba a ciertos artículos aumentos de hasta e NN poo
dos campos de batalla muy distintos —el medite
rráneo y el atlántico—, entre los En 1667 el ministro francés echaba más leña al fuego aplicando otras tarifas Le
cuales estaba obligada a dividir sus fuerzas,
sin que una escuadra pudiese fácil y bitivas. Tras largas vacilaciones, los Estados Generales de las Provincias pas
eficazmente unirse a tiempo con otra.
adoptaron contramedidas: el 2 de enero de 1671 prohibieron los asar mentes
No obstante, hay que corroborar que, aunque
la lucha naval concluyó con el franceses y aumentaron los derechos de aduana sobre los tejidos por e
completo fracaso de Luis XIV, este monarca
aspiró fundamentalmente a la su- Francia. Al cabo de cinco días el Consejo del Rey Sol respondió en a do das
premac ía no sólo europea, sino también interc
ontinental. Su últimoconflicto, la tarifas aduaneras sobre los arenques y sobre las especias transportadas por
guerra de sucesión de España, se debió
no tanto a motivaciones dinásticas como holandesas.

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LOS ABSOLUTISMOS Y LUIS XIV
303
En previsión de la guerra, Luis XIV, gracias a la concesión de subsidios fi- tatendí. Í
dasE «con todas sus dependencias j », tribunales franceses instalados
nancieros, consiguió disolver la triple alianza entre Inglaterra, Suecia y las Pro- A sach como e «cámaras de reuniones» o t omaron laE decisi isióón unilate
vincias Unidas. Además, se aseguró la neutralidad del emperador Leopoldo l, así ng os de o dependencia de varios territotorios
Í ral
como el apoyo del Elector de Baviera e incluso la ayuda armada de los ingleses. manuevas conquiJuistas, ri de aquell
stas, a fin de anexionarlos. + E Esta especi
el de bandida
band: je ye jurídico.
jurídic
sico.o, al;
No obstante, una vez iniciadas las hostilidades, el almirante holandés Ruyter no LS a prucipio, fue seguido por
la ocupación militar, que se produjo
vaciló en atacar a la flota anglofrancesa, derrotándole en Yarmouth (7 de junio de . reacci
: entre
ones eran inevitables, > y los franceses
di ¡eron un d gol-
1672). En el frente terrestre, ante el avance inicial de Turenne y de Condé —al pe e mano apoderándose de Estrasburgo
(1681) y de Casale
mando de 120.000 hombres— las Provincias Unidas tomaron la decisión de abrir por ió la popuesta a las invasiones del no
Rey Sol la gran victoria obtenida
las esclusas de sus diques y provocar una inundación general del país. No sólo las pas reunidas del rey de Polonia, Juan
Sobieski
tropas de Luis XIV no pudieron proseguir adelante, sino que incluso el rey se re- LS ante Viena contra los tt úrcos,
burgo
que la habían sitiado a oO (12 (12 de o septie1 mbre
signó a ordenar la evacuación del territorio invadido. Poco después Inglaterra se le e LS ahora más libre para reaccionar contra
Habs de
separó del rey francés y firmó la paz con las Provincias Unidas (19 de febrero de la ocupación
1ánicos por Luis XIV. De todos modos
lanzó i
1674), mientras se ponían a favor de éstas, rompiendo la neutralidad, tanto el em- campo de batalla (y estipuló con él 1
a paz de Ratisb j ona: 1515 dede agosto de 1684,
perador como el Elector de Brandeburgo, Federico Guillermo. Ayudados por los ya que
] había decidido compromete
on rse e n una Santa Liga
derrota a los suecos, aliados de iga con los polaco
O pol A
s y los ve-
daneses, los holandeses infligieron una grave : Po Do vechar el éxito obtenido contra los turcos.
Así pues entre 1686
Francia (en Fehrbellin: 18 de junio de 1675). Como incluso España se había de- Opoldo lanzó a fondo la contraofensiva antitiotom
ana, ' logranl do de-
clarado a favor de las Provincias Unidas, Luis XIV pensó disputarle la posesión rarse > tatanto de Buda como de Bel grado.
Tras haber amplia1do t exte
de Sicilia, donde se había rebelado Mesina. Los comandantes de sus escuadras — domini ninios,os, el emperador estableció me Su
eció con Españay Sueci a ala Lig:
el duque de Vivonne y Duguesne— consiguieron efectivamente éxitos sobre las de julio
bién Bran de den,
1686), , de clara a intenc
¡ ió antifr
ión Í ancesa: : al al año
año siguiea nte se uníaÍ tam-O
sieui
flotas españolas y holandesas en las inmediaciones de Stromboli, Lípari y Au- ié , CUyas tropas acudieron en defensa de Coloni
gusta (en cuyas aguas fue mortalmente herido el propio Ruyter). ión contra
ción
vincias UnidasLuisy XIV
de nula 1
se comple
s pletó
tó entre 168 9 y 1690 con laA adhesiióón de las Pro-
Pese a estos enfrentamientos victoriosos y a varios ataques de los corsarios
C .
franceses en el Atlántico coronados por el éxito, la imposibilidad de triunfar cla- um co que:el conificto no se prolongaría, sobre todo si la balanz
ramente indujo a los contendientes a negociar. En Nimega se firmaron una serie a se incli-
esde el primer momento, Luis XIV rompió
1 di
de tratados entre agosto de 1678 y febrero de 1679. Francia, además de la pose- otoño de 1688 con la invasión del Palati
alatinado. Contraria
sión del Franco Condado, obtuvo una vez más a costa de los Países Bajos espa- :
la guerra duraría casi una décad a. Las brutalidades isi en
j cometida 1Ó eS l
ñoles importantes localidades fronterizas (anexionándose entre otras Cambrai, teriza iza (se devastaron sus cam Pos y se incend Í iaron
1 sus ciudadN es) e I
Valenciennes, Maubeuge e Ypres), a cambio de la restitución a España de otras rínciy es del Imperio. . El mariscal de
púncip Lu xemburgo obtuvo en Fleeuros ana
plazas (concretamente, Courtrai y Charleroi). Pero frente a las Provincias Unidas victoria sobre las tropas españolas , aleman ara
as y holandesas : (1 de julio juli
ulio de
de 161590)
no salió victoriosa. Aunque la decisión no se incluía en el texto del tratado, in- na eshazado la flota francesa en Junio
del mismo año a a escuadra A
mediatamente después de su firma Colbert abolió las disposiciones aduaneras an- a a. En agosto od de 1690 Catinan t inflieí gíaa una dura derrota en Staffarda a,
tiholandesas de 1667. Por lo demás, Francia se alejó definitivamente de las Pro- ya (que había abandonado la alianza
vincias Unidas, perdiendo la ocasión de aprovechar en beneficio propio su invadía el Piamonte.e. Mas el año O siguie
pra sieu nte, tras haber vencido cidoNA aa 1 los RÓ turcos N j junto al
rivalidad marítima con Inglaterra. Le o poo de pe o emperador pudo
dirigir de nuevo sus fuerzas contra
Quienes vivieron esta inútil guerra contra Holanda supieron ver en ella un S - La suerte de la guerra siguió siend
precedente directo de aquéllas en que luego se vio implicado Luis XIV. El siglo flota francesa sufrió una d errota en la bahía
de La Hosue o (3 de ao juni
XVI terminaría con un conflicto general europeo, provocado una vez más por el mariscal de Luxemburgo batió a las f uerzas
de Guilleerrmo II a de O. Í
monarca francés. Éste, a partir de Nimega procuró restablecer las buenas relacio- enn Steenk Steenkerke (octubre de 1692) y luego en Neerw
inden Gulio de de 1693) 169 Eno
nes con otras potencias, concretamente firmando una paz con el emperador Leo- años os siguiesiguienntes tes la flota francesa del Medi terrán á eo fue obliga | da .
podo T (26 de febréró de 1679), mientras se-acordaba adernás la paz con Suecia, rada a fortif tc icada de Tolón, > mien tras que Tourville SO
i y Jean a B a
por un lado, y con Dinamarca y Brandeburgo por dtió. Al poco tiempo, sin embar- Atlánt1 ico unas revanchas episód pisódii cas. Los corsarios los holandeses D de Vliss;
e
go, Louvois persuadió a Luis XIV para que emprendiera una acción arriesgada: pondían dañando gravemente el comercj
ercio de los marselleses en L
anexionarse en las fronteras del noroeste una serie de localidades, obtenidas con pe
pes repercutían tanto en un teatro de€ e
operac
Operac
i iones como en el otro, hasta id el pu
el procedimiento capcioso llamado de las «reuniones». Habiendo establecido los de en derSe : las Antillas, Canadá y la
India. Finalmente, a partir del momen
anteriores tratados que determinadas plazas de reciente cesión a Francia se en- q uls XIV buscó el acuerdo con Víctor Amade to
o II (a quien restituyó en

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304 EL SIGLO XVH
LOS ABSOLUTISMOS Y LUIS XIV 305
1695 Pinerolo y prometió evacu
ar Casale) se buscó el cese de
tipulándose un armis las hostilidades, es- nocido el testamento de Carlos II y muerto un mes más tarde elmonarca ¡béri-
ticio entre Francia y Saboya por un
perio por otro. lado y España y el Im- co, Luis XIV no resistió la tentación de promover la candidatura de a neo.
En Ryswick se acordó entre septiembre Pero el Rey Sol no se limitó a esto; contrariamente a las cláusulas de e -
y octubre de 1697 restablecer el sta-
tu quo de las colonias y poner de nuevo mento, hizo saber que reservaba a Felipe todo su derecho a sucederle en e 7
en vi gor las cláusulas establecidas en
mega. Para Francia, que había sopor Ni- no de Francia, y ello tras haberlo presentado a todos como rey de España, : o
tado tantos sacrificios durante £l
aquello era lo contrario de un éxito: de conflicto, contento con esto, hizo que su nieto le Otorgára una cesión de poderes para go
hecho suponía un golpe a sus pretension
hegemónicas, Luis XIV, en efecto, es bernar en su nombre los Países Bajos, donde mandó captural'a los delega OS
tuvo que restituir Luxemburgo y las
plazas ocupadas durante la guerra. Adem demás que en virtud del reciente tratado de Ryswick tenían las Provincias Unidas en
ás hubo de aceptar la vuelta a Loren
hijo del duque Carlos IV, que había a del
sido desposeído de ella. Las Provincias
das obtuvieron el derecho a establecer Uni- en pines momento buen número de estados —desde Portugal pa
se en las guarniciones de Courtrai,
Mons, Charleroi y Luxemburgo. La Ath, boya, desde los electorados de Bavieray de Colonia hasta Inglaterra e ne puso
tarifa aduanera francesa de 1667, cuya
cación a los holandeses ya se había anula apli- hasta las propias Provincias Unidas— acusaron el golpe. Pero el DAA 5 A
do, fue suprimida también respecto para
los ingleses. La nueva tarifa promulga cés fue todavía más allá y, aún en 1701, a la muerte del ex rey Jacobo | e e
da en 1699 venía a ser un compromiso
tre las de 1664 y 1667. Además, se :en- do, declaró reconocer como heredero legítimo del trono inglés a su hijo Jacobo
abolió el impuesto de 40 sueldos por
da que pesaba sobre los barcos extra tonela- II, de confesión católica. Casi inevitablemente, en la primavera del año AN
njeros. El emperador fue el último
la paz de Ryswick, debido a laa dific en firmar te se constituía la coalición antifrancesa entre Inglaterra, las Provincias Unidas y
ultades para definir la suerte de Estra
Se halló la solución dejando, junto sburgo. el imperio de los Habsburgo. Gran parte de Europa y de las posesiones duroDaS
con la de Alsacia, la posesión de esta
Francia, que en compensación restit ciudad a en los demás continentes se convirtieron en teatro de un conflicto que no era e
uyó los territorios ocupados más allá
(comprendidas las poblaciones de del Rin realidad meramente dinástico, sino que concernía a relaciones de panas
Brisach y Friburgo). Finalmente,
conservó las fortalezas de Sarrelouis Luis XIV tanto económica como política, a escala mundial. Aún más que antes se manifes-
y Longwy, así como el derecho a pasar
Lorena las tropas que se moviesen entre por tó claramente la enorme importancia del dominio de los mares y lo relativamen-
Metz y Alsacia.
La opinión francesa no se engañó al te limitado del predominio terrestre en que confiaba sobre todo Francia. a
juzgar con severidad los resultados
que se había llegado en Ryswick, pero a los Los varios años de guerra fueron ricos en vicisitudes a favor de una pa y de
el rey —que se consideraba invicto-—
tardaría en inaugurar el nuevo siglo no otra, así como en reveses de orden militar y diplomático. Desde 1703, en e coto,
con otra guerra, al tenerse por invencible
matrimonio ya lejano entre él y María . El dos estados —Portugal y Saboya— pasaron del campo de Luis XIV al amo se
Teresa de España estaba destinado,
efecto, a convertirse en motor de acció en versario. En 1704 se produjeron otros dos acontecimientos infaustos para € m
n retardada de una vasta contienda
to de estallar en los primeros años del a pun- narca francés: dos condottieri aliados —el caudillo Marlborough y el poe
siglo xvi entre el anciano monarca
cés y las demás potencias. En febre fran- Eugenio de Saboya— derrotaron a su ejército en Blenheim ( 13 cs e
ro de 1699 moría el que por vía de
ción hubiera tenido que suceder a negocia- 1704) mientras que una flota inglesa se apoderaba de la posición clave e me
Carlos II de España. Éste, en víspe
muerte, bajo las presiones del propi ras de su braltar (4 de agosto de 1704). Una tentativa de desalojar a los Pos pS
o Consejo de Estado hizo testamento
de un nieto de Luis XIV, Felipe de a favor infructuosa y además el pretendiente de los Habsburgo al trono TO A ”
Borbón (2 de octubre de 1700). La
ra que no tardó en empezar tomó el larga guer- barcado en Lisboa, se dirigía a Madrid (donde entró en junio de 170 ). n sep
nombre de guerra de Sucesión de Españ
tinta, en efecto, la rama de los Habs a. Ex- tiembre de 1705 la flota inglesa había ocupado Barcelona, y para dominar nor
burgo de la dinastía española, se encon
frente a frente como candidatos al trono traron el Mediterráneo se apoderó luego de Menorca y de la base naval del puerto de
ibérico Felipe, duque de Anjou, segun
hijo del delfín de Francia, y un Habsb do Mahón. En los frentes terrestres Francia resistía bastante mejor e so A
urgo: el segundo hijo del emperador
poldo 1, es decir, el archiduque Carlos Leo- guía éxitos. Aunque sus tropas habían sido derrotadas una vez más por E PO,
. Mientras que las familias reinantes
Francia y de Austria tenían un interé de pe Eugenio en Turín (7 de septiembre de 1705) y por Ma poros en es
s directo, las demás potencias europ
de cerca involucradas en la causa no eas más (mayo de 1706), los españoles ahora apoyaban la causa de su so o poo
veían con buenos ojos una ni la otra
ción, debido a los incon solu- co. Felipe V, tras haber entrado una primera vez en Madrid, se insta S e e va
venientes y temores que podía
n suscitar ambas concen-
traciones dinásticas. Por otra parte, los mente allí tras la victoria de Villaviciosa (10 de diciembre de 1710). a ofens
mismos españoles, tan interesados como
el resto, deseaban que en cualquier caso de Marlborough y de Eugenio de Saboya en el norte de Francia, tras haber pro
se excluyera la unión eventual en la
ma persona de su trono con el de otro mis- vocado la caída de Lille fue prácticamente detenida por la nena e ae
país.
Ya antes de la muerte de Carlos II los Malplaquet (11 de septiembre de 1709). Más tarde, el mariscal francés y i de
diplomáticos europeos habían idead
una complicada solución que consi o rrotaría en Denain (24 de julio de 1712) el ejército a cuyo mando estaba el p:
deraban satisfaría a todos. Pero una
vez co- cipe Eugenio.

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306 EL SIGLO XVH LOS ABSOLUTISMOS Y LUIS XIV
307
Los contendientes habían intentado al menos a partir de 1709 entablar nego- 1667
Ten
en ale costa de Oro africa
1 na y en 1668 en Bombay; pocos
años antes de te
ciaciones de paz, que prosiguieron con lentitud debido a la dificultad de conciliar AE y o o se insta laban en Indonesia y en Calcuta. De modo que cuando
exigencias muy opuestas. Se produjo un acontecimiento inesperado que resultó E aba a punto de
de expirar (1 dele septie
$ ptiemmb:
bre de 1715) Inglaterra llega
decisivo: la muerte de José 1, sucesor de Leopoldo 1, y la subida al trono imperial aro AN edominio. pues podía controlar práct
icamente los destinos de
de su hermano el archiduque Carlos (a quien la coalición antifrancesa intentaba — niendo
! bajo
: sus alas a los imperio s portuguésé y
ho és— im-
imponer como rey de España). Como no estaban dispuestos a ver al mismo Habs- poner su supremacía en casi todos
los mercados principales ondo im
burgo reinar en Madrid y en Viena, los ingleses se inclinaron entonces por la acep-
tación de Felipe V de Borbón. El acuerdo anglofrancés fue ratificado en Londres
el 8 de octubre de 1711; se llegó luego a un armisticio de seis meses (17 de julio
de 1712), luego prolongado. Inglaterra, verdadera vencedora del largo enfrenta-
miento, asumió el papel de mediadora, logrando que las Provincias Unidas acep-
taran las condiciones de un acuerdo. El emperador se resignó a ello sólo más tar-
de, cuando se dio cuenta de que sus armas no podían imponerse solas sobre las
francesas. De este modo, a la paz oficialmente firmada en Utrecht (2 de abril de
1713) entre Luis XTV e Inglaterra siguió en Rastadt (6 de marzo de 1714) la acor-
dada entre el monarca Habsburgo y el Rey Sol.
La casi única satisfacción de este último fue ver a su nieto reconocido por to-
dos en el trono español. Pues primero Luis XIV tuvo que admitir definitivamen-
te que el trono británico esperaba a un protestante, por lo que tuvo que prohibir al
pretendiente católico Jacobo II Estuardo pisar suelo francés. Y segundo, quedó
sancionada la separación permanente de las coronas de Francia y España. Es más,
Felipe V no podía conceder a los franceses privilegios comerciales o marítimos
superiores a los de súbditos de otros países; así, los ingleses obtuvieron en Espa-
ña la posición de nación más favorecida. Finalmente, los Países Bajos pasaban de
la soberanía española a la austríaca, que se extendía además hasta el Estado
de Milán y al ducado de Mantua, al reino de Nápoles y a Cerdeña. Esta isla, sin
embargo, no tardó en pasar a los dominios de Víctor Amadeo II de Saboya a cam-
bio de Sicilia, que le había sido asignada en un primer momento con el título de
rey. Aunque ciertamente Francia no había tenido que renunciar a ninguna parte
de su territorio, el peso específico de su poder se veía reajustado en el nuevo con-
texto europeo. La degradación de su poderío era más evidente en ultramar, pues
sus asentamientos en el estuario del río San Lorenzo ya estaban rodeados de ex-
tensas regiones que había tenido que ceder a Inglaterra (Acadia, la vasta bahía de
Hudson y la isla de Terranova).
No había sido trabajo vano, pues, que. los ingleses hubiesen aumentado su
marina de guerra desde las 95.000 toneladas de 1660 hasta las aproximadamente
190.000 de 1690. Poco a poco Londres había ido sustituyendo a Amsterdam en la
función de primer centro económico internacional, y paralelamente la libra ester-
lina suplantaba al florín holandés. La bandera británica estaba alcanzando en to-
dos los mares del gl6bo una superioridad -que-pronto le sería reconocida. El co-
vw
mercio marítimo inglés estaba destinado a alcanzar únas dimensiones mundiales
y a competir ventajosamente con las naciones rivales incluso donde éstas habían
sido preponderantes (como el Báltico y el Mediterráneo). Por otra parte, en los
tratados hacía poco estipulados se confirmaba a Inglaterra la posesión de Gibral-
tar y de Menorca. En 1651 los británicos se habían establecido en Santa Elena, en

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152/250
v

a
TERCERA PARTE -

EL SIGLO XVII

153/250
Il. CREDO Y VALORES
DE UN MUNDO MODERNO

1. PREÁMBULO

El registro de nuestro discurso no puede dejar de ser doble: reclamar la lentí-


sima interpretación de una compleja continuidad casi exenta de verdaderas cesuras
y encontrar en su interior los cambios que se condensan en determinadas cir-
cunstancias. Alrededor del año 1700 nos encontramos en varios aspectos en pre-
sencia de una de las articulaciones más importantes de la historia europea y que
es, al menos en parte, intercontinental. Esto puede afirmarse si no se limita el cam-
po de observación a los años próximos a dicha fecha, sino que se busca intenta
además considerar el proceso más amplio en que esos años se sitúan. Se ha afir-
mado que, sobre todo en Occidente, el siglo xVHI se limitó a heredar los resulta-
dos conseguidos durante todo el siglo xvH y a confirmar las convicciones ya sur-
gidas en su transcurso. Con el mismo fundamento, pues, es legítimo extender la
vista más lejos: hacia arriba, a lo que comúnmente se considera el inicio de la
Edad Moderna, y hacia abajo, a nuestro presente actual.
Es preferible no detenerse en un solo punto de vista, y en la medida de lo po-
sible tener presentes por lo menos los que acabamos de citar. Ante todo, no obs-
tante, nos situaremos en el punto de observación último y más abarcador, a fin
de enlazar con lo anunciado en la introducción de este libro. Se concreta en ella
el giro producido entre los siglos XIV y xv y se siguen los diversos procesos
acaecidos en el transcurso de los siglos xV1 y XvH. Al parecer puede afirmarse
que precisamente alrededor de 1700 buen número de esos procesos habían llega-
do a su punto culminante y, por así decirlo, al punto de su desenlace. Como es
normal, el desarrollo de la modernidad no tuvo lugar con anterioridad a esa fecha
de manera lineal y pacífica o gradualmente progresiva. Especialmente desde
1500 en adelante, y sobre todo en la historia europea, hay que registrar contras-
tes profundos y luchas encarnizadas de varias tendencias a escala como mínimo
continental. No se asistió solamente a una densa sucesión de enfrentamientos
por el predominio estratégico. Se combatió al mismo tiempo en el plano religio-
so y político así como, sin ninguna duda, en el terreno económico y a una esca-
la ya casi mundial.
Los capítulos que siguen procederán por una vertiente bastante nueva. En casi

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312
EL SIGLO X VIH
E
CREDO Y VALORES DE UN MUNDO MODERNO 313
todos los campos los contrastes cambiaron de
naturaleza y de forma, aunqu
que cambiaron fueron sobre todo las perspectivas morales, las
e las nómenos en gran parte bien encuadrados y puestos en paj AAA enó- no
las aspiraciones colectivas. Precisam ideas políticas y menos pertenecen a un mun do muy distinto list
isti del nuestro. En cambio,a aun: eco -
ente por esto hemos tenido que
este capítulo en el punto de vista situarnos en rrientemente se diga que el Ancien Régime estaba en decadencia . qu fue o
más amplio, es decir, en el que
cesos de mayor envergadura y de recoge los pro- rado con los acontecimientos revolucionarios de finales so - siglo ado z mm esa
más lenta articulación en el tiemp : cho siglo ebségwnen .
esta ba minado -
mente desde este ángulo y en esta o. Precisa- ipi j 1 és se había
y-se había i iniciado o una nue
dimensión creemos posible afirm
primera fase de la modernidad a partir ar que auna - Se entró Ó entonces en 1 un
oo Sent
va fase. complejó de
n'complejó
un'cor de dimensione3
dimen que
q son aaún las
as pro
po
de 1700 aproximadamente le suced
gunda, que es aquélla en que en e una se- Í i
te, que se sienten como ac tuales y en cuanto táles
buena medida se ha seguido vivie
La tecnología y la ciencia, junto ndo hasta hoy, vitablemente
eblemento
1 1
de las controver: sias
de. otros'
empre nos agitan. En ques
y debates que siemp
a las formas de la vida económica,
procesos graduales y en gran medid han seguido términos el modo propio del siglo xvm de plantear los Peas a
a lineales hasta mediados del siglo
grado bastante menor lo mismo ha Xx. En un j
vida j
asociada j
sigue j
siendo rsié
iguessi
Oy, como sigue-siéndolo
e 1 de hoy, iscutir para or -
pasado en el plano de la sensibilid
va y de las ideas referentes a los ad colecti- verlos de un modo u otro. Los hiatos o las contradicciones que Pero en
modos de vida social. En el siglo
la tipografía eran casi i guales que xv el cañón y tonces y que vamos a examinar no han sido arregladas ni pas:
Y :
o3 4 acr a u

hacia 1950; la visión astronómica


renegado de la de Copérnico, Galil de ayer no ha presa de la dialéctica de su oposición (aunque a su vez el mundo a do
eo y Newton ni el capitalismo
del siglo Xx parece de haturaleza de principios décadas tienda, , al menos en parte, a contextos poco similares a los p
esencialmente distinta del que ya
solidado suficientemente en vísperas se había con- que precedente).
del siglo xv1,
No se puede decir lo mismo de los
valores éticos, de las formas y convi
nes ideológicas, de las estructuras ccio-
de la organización política. Ciert
tuación no se ha modificado de amente la si- 2. EL DEÍSMO
modo brusco. Si nos referimos
simbólicos, a la primera ejecución a dos episodios
capital de un monarca en Inglaterra
siguió otra, en Francia, hasta 1793. en 1649 no Lo primero que no puede dejar de impresionar, j j ¿ e percepuble ible en la
aa
La marcha de las Opiniones y de
taciones no es más veloz ni requi sus manifes- atmósfera
Ó occidental
i de haciaj 1700, , es la actitud Í bastantee radicalmente
radi po ist
a
ere menos tiempo, y además las
desaparecen de golpe, aunque padez tradicionales no respecto a la religión, y más concretamente respecto al cristianismo. a > mo
can mutaciones. En realidad, en
XVH Y X VIH se pasa en Europa de los siglos Í
ha impregnado durante casi j dos milenios deni ivilización europea
] civilización
la r y y sin du o
las monarquías absolutas a las const
y sobre todo de una escala de valor itucionales, de iniciarse el siglo xvm ya había recorrido etapas bien adas. ae a :
es morales a otra. De modo superficia
parecer que alrededor del año 1700 l puede inmediatamente anterior se caracterizó por la pon de de a e
no ocurrió gran cosa. Pero si se
go plazo, en el plano de las mentalidad piensa a lar- iversi de modos en que reaccionó ionó el mundo qu :
es y de las maneras de sentir, entre
1950 parece apropiado destacar el 1450 y fiel a Roma. Ese Í
período
iodo bas tante prolongado, que corresp ES
responde aproximadamen- A :
giro espiritual acaecido entre las
das del siglo xvu y los primeros años últimas déca- te a los siglosÍ XVI y XVIL, SUp uso sin1 duda una gran crisis. urante de Su Cursodl alo !
del siguiente.
Teniendo en cuenta aquel ambiente i
nifestaron de modo disperso j los ggérmenes de lo que serían no udes del io y
puede hablarse ya con innegable
tencia de irreligión o de democracia consis- xvui. Se trataba, no obstante, te, de tomas de posición marg inales 0 O pisóepisó cas Y
, así como de Opinión pública.
En otros tér- obligadas a seguir siéndolo por la fuerza persistente y o peso o. Ata .
>nci j
antiguas o a las nuevas que de ellas habían surgido. :
Ielesia1 yaa no era una, las igj lesias j seguían i
ían imponién: ! iéndose con fuerzaAT sobre las !nu
destacados de la vida en sociedad merosas sectas que habían Í: empezado a difundirse rse ssobre todo eneos algunos p:
palo
y del saber científico. Con todo,
asumen ya por sí mismos orientacio esos valores órdi
nórdicos. i
Esto significaba fi i ta
un: a importante permanenci a del del ascendie:
ase OOO
nes que nos traen al mundo de hoy,
son ascendientes directos. Basta del que dogmas y doctrinas más o menos tradicionales, que se encontraban en A
ría mencionar como ejemplo todo
verge en la «naturaleza» o gira a lo que con- lamoral y buscaban reglamentar o condicionar los comportamientos indi ales
su alrededor, todo lo que se refie
chos del hombre. También por estos re a los dere- lectivos. nome:
vínculos o por estas filiaciones, consi
tes secto res de la realidad del siglo XvIu se prese sten- z o que ocurrió en torno a 1700 no fue un derrumbamiento, sino motes pe
ntan ya y siempre de forma
controvertible y todo lo contrario no complejoj de marchitami itam iami
ento y vaciamiento de los sentimientos mie religi ps -
de pacífica, por lo que se convi
ces, y siguen siéndolo, en mater rtieron enton- biuales. de distanciamiento de éstos en nombre de convicciones que a pane
ia de polémica. Quiere decirse
hoy se pueden tomar distintas posic coh ello que aún
iones, por ejemplo, sobre las cruza eran todavía cristianas, aunque en un sentido muy diferente y en cie os Pos
bre la Contrarreforma. Pero se trata das y so- ada vez más débiles, hasta llegar a ser casi nulos en algunos aos ponente
de proyecciones al pasado de tende
direcciones del presente, de color ncias y :complejaj de las creencias aci ]
milenarias i 5 ituí, un e dificio no sólo imp po ,
constituía
aciones que no alteran excesiva
mente unos fe- sino también proteico, por cuanto se refería a casi todos los aspectos de

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314 EL SIGLO XVII CREDO Y VALORES DE UN MUNDO MODERNO
315
tencia. Consiguientemente, una dislocación profunda de los sentimientos más es- en la obra de Johannes Crell (+ 1661)—
se había reforzado progresivamente la
pecíficamente religiosos no podía dejar de significar también la llegada de una tendencia a reconocer como válido un número cada vez más
nueva ordenación de las mentalidades y los valores éticos, y también a la inver- restringido de mis-
terios cristianos. Los socinianos, en
efecto, sostenían abiertamente que la
sa. Fenómeno que había de traducirse a su vez en la constitución de un nuevo pa- humana era indispensable para apreciar la consis razón
norama cultural e intelectual, y en definitiva político-económico, y también a la tencia de las verdades religio-
sas. Tras haber sido tolerados durante mucho
inversa. Como había sucedido en el momento del anterior gran giro de la sensibi-
tiempo en Polonia, en 1685 fueron
expulsados, y entonces se dirigieron sobre
lidad (que fue seguido por la crisis protestante), existió sin duda una fuerte inte- todo a las Provincias Unidas, donde
ejercieron una influencia notable sobre
los reformados y más tarde sobre los
racción entre, por un lado, las nuevas formas que habían venido asumiendo el sa- teranos. Así, el pastor Isaac d'Huisseau, lu-
de origen calvinista, en su Réunion du
ber, las técnicas y en particular las aspiraciones y las maneras de vivir, y por otro christianisme (1669) sostenía socinianamente
que sólo debían aceptarse los dog-
el contexto religioso. mas que se impusieran de modo claro
e inequívoco. Obsérvese también que
No hay duda de que la prolongada polémica entre las diversas doctrinas de gún los seguidores de Arminio (TF 1609) se-
la Revelación no podía proponer nada
las iglesias interesaba cada vez menos, y además parecía ya secundaria a los contrario a la razón.
estratos de fieles socialmente relevantes. De modo que el distanciamiento res- De aquí que en diversas sectas se tendie
ra a valorar las exigencias raciona-
pecto de la religión sólo se realizó indirectamente en el plano de los valores éti- listas en la esfera de la dogmática cristia
na. Aunque se manifestaran ante todo
cos (distanciamiento que pese a ello fue luego decisivo) y afectó sobre todo a en ámbitos teológicos, estas aspiraciones
penetraban cada vez más en los am-
las llamadas verdades de fe, es decir, a los dogmas. Se produjo a este propósi- bientes laicos. Seducía, en efecto, incluso como reacción a las
ardientes con-
to un doble fenómeno. Por un lado se extendió la tendencia a dar prioridad a la troversias confesionales, la perspectiva
de un fondo común de creencia como
conducta moral respecto a la práctica religiosa, litúrgica y devota. Por otro, se patrimonio de todos los hombres. No hay
duda de que, como ocurrió ya con Ni-
difundió y acentuó la convicción de que el patrimonio dogmático se desenten- colás de Cusa, esta perspectiva agradó a
muchos, pues la consideraban una con-
día demasiado claramente de las conquistas de la razón humana, cuyo poder y firmación ulterior de las doctrinas cristianas,
tenidas por la más alta expresión
prerrogativas, por otra parte, se apreciaban cada vez. Es difícil distinguir si el de dicho patrimonio. Pero esta visión podía
invertirse con bastante facilidad de
debilitamiento de las creencias y del apego a los dogmas se debió más a las modo que el cristianismo fuera considerad
o una mera configuración particular
crecientes exigencias racionalistas (que al menos implícitamente tendían a de- de la religión universal básica. Es lo que
ocurrió precisamente de modo bastan-
valuarlos) o al desarrollo de las aspiraciones a valorar más la esfera de la ac- te acusado a partir aproximadamente de
1600, bajo la influencia de la filosofía
tuación moral. Entre el distanciamiento y el rechazo o el abandono antes men- estoica, entonces muy revaluada, y de
su doctrina sobre las «nociones comu-
cionados no es fácil distinguir los elementos decisivos. Pero lo que existió ante nes» de la humanidad. Quien más procedió
en este sentido fue el inglés Herbert
todo de modo verdaderamente claro fue el distanciamiento. En Otros términos, de Cherbury (f 1648), a quien cabe consid
erar primer representante explícito
se dudó cada vez menos de considerar caducas las formas históricas de la fe del deísmo. Investigando el comportami
ento de los diversos pueblos pasados
cristiana, sus misterios hasta entonces venerados o las mayores verdades filo- presentes, creyó poder deducir que coinci y
dían en creer en la existencia de un ser
sóficas y metafísicas con ella relacionadas muy de cerca. Pero al suceder tal Supremo, venerado mediante la piedad y
la virtud. Por otro lado, era ya típico
cosa no se podía dejar de reforzar y contraponer a esas «verdades» los valores de una nueva fase que se orientase a funda
mentar la legitimidad de sus creen-
que se consideraban superiores o al menos preferibles. La expresión más ade- cias en la observación etnológica más que
en la Revelación bíblica. Se hace ine-
cuada de esta nueva actitud fue la que adoptó el nombre de deísmo, consisten- vitable observar que para los deístas «natur
al» era la religión tal como la con-
te en una especie de escisión racionalista entre lo esencial de la esfera espiri- cebía el laico de talento y de buen sentid
o, exponente de la buena sociedad
considerado accesorio. - occidental.
EI modo se llegó 'al deísmo? No hay que excluir la posibilidad de que Destinado a conquistar el consenso de la
elite del siglo xvru, el deísmo fue
el contacto renovado y radical con la antigiiedad clásica operado por los huma- aún marginal y muy minoritarien o el siglo xVIL Pero en la segunda mitad
nistas aún actuara hacia 1700 para anteponer una especie de religión universal a último siglo recibió un refuerzo indirecto de este
aunque eficaz del movimiento científi-
las formas específieas de las diversas fes cristianas. A este propósito es tentador CQ, Y Coperetamente de la filosofía mecani
cista, que en gran parte lo caracterizó.
citar la- pequeña Obrade Nicolás de Gusa E 1464) titulada De pace fidei, en que Del mismo modo que los deístas insistí
an lo menos posible en la existencia del
se sostenía que todos los cultos tenían por objeto un solo Dios. Más cercanos en más allá, así proscribían los científicos
los agentes espirituales en el mundo de
el tiempo e inspirados en exigencias no muy. distintas eran los escritos de Jean naturaleza. Como la verdad religiosa se la
buscaba en el consenso efectivo de los
Bodin (f 1596) o Dick Coornhert (j 1590). Casi al mismo tiempo los seguidores pueblos, la científica se quería alcanzar
sobre la base de las propiedades verifica-
del hereje sienés Fausto Sozzini (j 1602) insistieron en la preeminencia de la bles experimentalmente. Así fue como
en el ámbito de las elites intelectuales
conducta moral en el seno de la propia vida religiosa. Entre ellos —por ejemplo bas visiones resultaron convergentes y am-
estaban destinadas a reforzarse recíproca-

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316
EL SIGLO XVuI
CREDO Y VALORES DE UN MUNDO MODERNO 317
mente. Pi or las dos partes, en
efecto, se tendíaÍ a apartar lo
sobrenatural tanto del
mente con sus críticos y adversarios. El docto teólogo inglés John Spencer (+ 1693)
no vaciló en atacar a fondo predicciones, presagios y todas las menudas creencias
del pueblo vulgar. El historiador de la Iglesia abate Claude Fleury (f 1723) des-
pojó la vida de la Virgen y de los apóstoles de todas las leyendas que no resistían
. a Además de Uniruni se con la a una crítica racional. Esta penetración de las nuevas ideas ilustradas en las filas
cien
ienci
cia, las tendencias deístas
al menos transversalmente, aunq se entrecruza; de los eclesiásticos se haría cada vez iás'interrsa con el paso de las. décadas, aun-
ue de modo no menos efecti
vo coñ la vi.
vi- que mucho menos entre los miembros del clero católico que entre los represen-
tantes de las confesiones protestantes.
No sin razón se puede afirmar que una ilustración científica y filosófica apa-
reció en Inglaterra ya en la última década del siglo xVH. «Cuando escribí mi tra-
tado sobre el nuevo sistema —dejó dichS Newton en 1692— me serví de princi-
más N
NO afortunados, , see cont rapuso cada pios tales que pudieran ser utilizados por hombres dados a la reflexión para
vez más clara mente otra, pant
ente ocrática. Ya Robert Boyle Í a y polí-
eíst
confirmar su fe en una divinidad.» Los Philosophiae naturalis principia mathe-
(+ 1691) y los mecanicistas
Uucían explicaciones materialista pleno. matica (1687) del científico inglés contribuyeron fuertemente a una visión toda-
s que podían arribar a una
concep vía fiel a la providencia divina, aunque orientada hacia la tolerancia de las confe-
siones que no debilitasen el orden político y social. Newton admitía, en suma, un
sistema de fuerzas espirituales que regulaban y controlaban el mundo, sistema
que penetró ampliamente en los círculos de la elite dominante británica. Con
todo, ya en las primeras décadas del siglo xvIn esta visión adoptó la forma de un
deísmo providencialista, considerado como baluarte contra el materialismo. No
se dudaba, en efecto, de que las ideas referentes al orden de la naturaleza estu-
ber Subráyes
OSe que bajoj el impa vieran en relación con las de orden social y moral; por ello no ha de extrañar que
1 cto conjjunto del racionalismo
Os valores de la fe decayeron, , el deísmo y el sa-
al menos en ciertos ambiente los newtonianos hicieran causa común con los whig de la época de Walpole
s so (1721-1742). Como el mundo natural era una referencia para el político, la orde-
nación física expuesta por Newton era garantía de estabilidad. En otros términos:
sin el postulado de una divinidad, aunque fuera remota, no parecía que pudiese
subsistir el orden en la naturaleza y en la sociedad. Las fuerzas espirituales con-
trolaban el universo como el soberano y los aristócratas regían el Estado; pero era
necesario que la monarquía fuera no sólo fuerte sino también ilustrada. La rique-
za y el poder de que disponía la elite estaban enteramente de acuerdo con un de-
signio providencial, siempre que se empleasen con tacto y 'al servicio de un cris-
tianismo tolerante y liberal. La armonía social aparecía como el complemento de
un universo ordenado, al tiempo que el saber científico desempeñaba la función
de apoyo de una religión natural de cuño cristiano, con el favor de la iglesia an-
glicana. ¿No fue el propio arzobispo de Canterbury, John Tillotson (f 1695), quien
sostuvo a capa y espada las causas conjuntas de la tolerancia, la monarquía cons-
Cuantitativ amente, es cierto
i , los fieles practicant titucional y la nueva ciencia?
j es de las diversas iglesias
gguieron siend O claramente más si- Aunque Newton no quiso presentarse como deísta, su sistema fue tomado
TUMmEerosos que los pertenecient
es a los estratos como fundamento de un cristianismo basado en la razón. El newtonianismo se-
cundó con fuerza la primera y moderada versión de la Hustración, centrada en
una especie de monoteísmo racionalista. Pero el deísmo tendía con fuerza a ir
más allá y a acentuar los aspectos menos próximos al cristianismo tradicional.
como
defensiva Ma
ante, ivi +
ante la agresividad del deísmo racionalista tuvo que ponerse Dios se encontraba en la naturaleza y en el corazón del hombre sin recurrir a la
. Cc uso algunos de sus representantes a la Revelación. Mientras la actitud ética y religiosa se alejaba de las fórmulas dog-
se alinearon directa o indirecta
máticas y de las ceremonias, las formas asumidas por las creencias en las dis-

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318 EL SIGLO XVIII CREDO Y VALORES DE UN MUNDO MODERNO
319
tintas iglesias eran consideradas no sólo una derivación de la religión natural,
sino además una falsificación de esta última. Por lo demás, la práctica de la vir- 3. RAZÓN, NATURALEZA Y PROGRESO
tud laicamente entendida y la aplicación de la nueva filosofía se elevaban a
factores de mayor relevancia, y lo que en primer lugar se condenaba y pros- En la historia del Occidente moderno ya había
sucedido que un amplio
cribía era el fanatismo. Por esta vía se llegaba directamente a la más abierta grupo de intelectuales —esto es, los humanistas
— se hicieran divulgadores y
desestima del conjunto de las creencias tradicionales, así como a formas de portadores de valores culturales y morales para
responder a las exigencias de
distanciamiento capaces de generar no sólo aversión, sino también ironía e in- la sociedad laica de su tiempo. Los que fueron
llamados «ilustrados» o «pro-
cluso desprecio. motores de la Ilustración» desempeñaron una
función totalmente análoga,
Pero este vuelco ético se realizaba con buena conciencia de sí mismo. Se con- aunque de modo bastante distinto y en un context
o también muy diferente. En
sideraba, en efecto, estar totalmente de parte de una sólida respetabilidad, pues se sus filas, en efecto, ya no figuraba casi ningún
eclesiástico, y sí en cambio nu-
ensalzaba el trabajo como valor, y además como medio para una legítima afir- merosos hombres de ciencia, así como muchos
que por su actitud de pensa-
mación terrena. Consiguientemente, se censuraba toda forma de ocio y se conde- miento fueron definidos como philosophes: todos
ellos, en fin, ya no se expre-
naban las actitudes que podían compararse o relacionarse con los juegos de azar saban en latín, sino en las lenguas de sus propios
países. Sin duda alguna los
o la mendicidad. La religión era considerada un apoyo, pero de este tipo de mo- humanistas fueron los antecesores de sus sucesor
es del siglo XVII, si no en el
ralidad: la moralidad del éxito, sobre todo económico. Emergía y se difundía así terreno científico, sí en el de los valores laicos. De
todos modos, no sólo en el pla-
un credo utilitario que casi olvidaba el más allá, en tanto que tenía por legítima y no mental, sino también en el organizativo y político
, era aún tan grande la fuer-
digna de aprobación la mejora del propio bienestar y de la propia supremacía, o za de las creencias en los siglos xy y Xv1 que hasta
la segunda mitad del xvu
al menos de la posición social. los fermentos humanistas más vivaces e innovadores
tuvieron que someterse a
Como ya se ha visto, el deísmo no fue un producto o un fenómeno exclusiva- un compromiso o atenuarse y resignarse a impreg
nar soterradamente la cultu-
mente inglés, pero Inglaterra fue, por lo menos en un primer momento, su tierra ra occidental.
de elección. Muchos países europeos no tardaron en acogerlo, y Francia no fue de No obstante, como ya se ha visto hace poco, por
un complejo concurso de
los últimos. Uno de los más eficaces transmisores de su difusión en el continente circunstancias y de factores diversos, lo que ni siquiera
habían pensado los hu-
fue Francois-Marie Arouet, conocido sobre todo por el sobrenombre de Voltaire manistas vino a ser posible para los «filósofos»
del siglo XVIII: tomar posición
(1694-1778). Este gran intelectual, casi un Erasmo de su tiempo, marcó con su claramente, es decir, hacer frente incluso a los princip
ios cristianos hasta enton-
sello personal múltiples campos culturales, desde la filosofía hasta la historia y la ces dominantes. Se asistió en suma a una inversión de
relaciones. Del mismo
literatura. Se distinguió sobre todo como escritor resuelto a hacer de cada una de modo que durante siglos la teología había intentado,
casi con pleno éxito, some-
sus propias producciones un acto de compromiso civil y de intervención concre- ter a la filosofía a sus exigencias, el pensamiento
laico, convertido ahora en au-
ta en la batalla de las «Luces». Entre sus mayores aciertos prácticos hay que se- tosuficiente y orgulloso de sí mismo, se dispuso a domesti
car incluso la visión
ñalar en primer lugar haber optado por el newtonianismo deísta, en los términos cristiana. Sobre los valores terrenos no se admitía
ya ninguna discusión, y de la
ya esbozados. Tras una estancia de cerca de tres años en Inglaterra quiso conver- religión se tomaba sólo lo que a esos valores aún les
parecía conveniente. Lo
tirse en heraldo de esa nueva visión de la vida, y asumió el papel de divulgador único que no se aceptaba es que a la religión le fuera
lícito desempeñar una fun-
de la misma en Europa por medio de sus Lettres philosophiques (1733), resplan- ción educativa o de apoyo al orden establecido. Durante
todo el siglo se siguió
decientes de argucia y de contagiosa capacidad de penetración. El Parlamento de negando que hubiese una solución de continuidad
entre los animales y el hom-
París se apresuró a condenar a la hoguera aquella obra, considerada peligrosa tan- bre, al que aún se atribuía carácter divino. En
el hombre, en efecto, resplandecía
to para la religión como para la sociedad.del Ancien Régime, El poder constitui- ante todo la razón, principal instrumento de cada una
de sus afirmaciones y de un
do ño se engañaba e intentaba defenderse, sobre todo teniendo en cuenta que tam- esplendor tan grande que o podía dejar de constituir
una cualidad superior, casi
“bién en Francia, a principios del siglo xvHHL, escritores socialmente eminentes sobrenatural. Desde Galileo y Descartes en adelant
e la razón fue particularmen-
como Fénelon (f 1715), Boulainvilliers (j 1722), Bernardin de Saint-Pierre te ensalzada, y un moralista libertino como Saint-Evremo
nd (+ 1703) veía en la
(TF 1743) y Saint-Simon (f 1755) expresaban claramente la aspiración a un régi- geometría el nodelo supremo de la certeza. ¿No
fue acaso un teólogo, el suizo
men.no
na absolutistazsino
16 Í de cuño
ñ censtitucional,
itec análogo
álogo alal q que se había impues-
p Johann Jacob Schenchzer, quien emprendió un estudio
geométrico de los pro-
- to sólidamente en Inglaterra. blemas dogmáticos?
La razón, pues, se había convertido en soberana,
y a finales de siglo sería in-
cluso, como diosa, objeto de culto público en Francia.
Gracias a ella, además de
poderse resolver cualquier problema, por su carácter
inmanentemente crítico
cualquier hombre estaba legítimamente capacitado
para ejercer en su nombre

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320 EL SIGLO LO XVI
X CREDO Y VALORES DE UN MUNDO MODERNO
321
una especi í ás 2
divi do. ana. > e nd : PA
no era sólo la de un in- dían, por el contrario, en lo irracional, y de aquí la perduración de los abusos y los
A su modo, por este camino, también la opinión públi o sumnía, ble.
funciones soberanas, como versión ACI e ca asumía desde entonces E TodasAN las condiciones
e :
mentales estaban reunidas :
con vistas a buscar y ensal-
Dei. Ya no podía sorprender, pues, que Pierre Ban le Ed ó e vox populi, vox zar el «derecho natural», factor correspondiente a la religión natural y ambos co-
camente: «Hay que llegar necesariamente a la conclasión a ) afirmase categóri- munes a todo el género humang_ Como la segunda permitíacribar los conteni-
dogmas —tanto el presuntamente contenido en las Sasrad e Le caga uno de los dos de la fe histórica, el primero se convertísTen criterio de evaluación de toda
establecido de otro modo— son falsos cuando son E uta scrituras como el institución jurídica concretada en el tiempo. Desde este punto dé vista, las insti-
mientos claros y distintos de la razón, sobre todo on lo ados por los conoci- taciones humanas no aparecían ya como el comprensible efecto de los tiempos,
Era como decir que los campos de la religión y de la e se refiere a lá moral». sino más bien como desviaciones de lo originariamente natural y razonable. Este
tonces separados para asegurar mejor la preeminencia acaban desde en- modo de considerar las cosas maduró antes del si glo XVHI gracias en particular a
da. Bayle ya previó que el uso de la razón en el cam q nio de la segun- Samuel Pufendorf (1632-1694). Hasta 1662 este insigne jurista ocupó en Hei-
debates sin fin y no menos fanáticos que los role o po o desencadenaría delberg la cátedra de Derecho N atural y de las Naciones. También fue decisiva
podría apelar de modo igualmente intransigente > o ado que todo partido la contribución de Christian Thomasius (1655-1728), que hizo incluir en las fa-
provocar males peores que los que se quería eliminar mentos. Para evitar cultades de derecho enseñanzas de derecho natural como doctrina autónoma. El
ayle intentó limitar la criterio dominante que le inspiraba era la distinción de la felicidad como fin úl-
se o pradoso: la vida, tes timo del individuo y de la sociedad.
política no tardaría- en ser tran
lento a la vez constructivo y dest sformada por el desborda- El iusnaturalismo desempeñó una función de apoyo tanto del mundo burgués
ructivo de la racionalidad y de s
cuencias. - como de las monarquías ilustradas del siglo xvi. Las esferas de la moral y del
co Por sa juego de conexiones z a derecho eran las dimensiones que reivindicaba una sociedad laica, sobre todo con-
y relaciones recíprocas potencia
ución del saber científico, la razó do por la con- tinental, excluida aún del ejercicio del poder político.. En nombre del «derecho
n ideologizada no se quedó sola,
se desposó con la naturaleza. Como sino que natural», en efecto, se operó una escisión entre moral y política que fue el cimien-
todo lo que era conforme a la razón
no po- to de sucesivas reivindicaciones jurídicas. Del mismo modo que se produjo un
distanciamiento del cristianismo en nombre de valores éticos y culturales, así se
produjo una oposición a las pretensiones del absolutismo en nombre de instancias
morales que pronto se transformarían en criterios políticos. Así se pusieron las
bases de la contestación al Ancien Régime, pues se debilitaba no sólo su dimen-
sión sobrenatural, sino también su poder terrenal. Esto acontecía en nombre de
una capacidad crítica de juicio que se reivindicaba en la esfera política referida a
una especie de derecho natural. ,
Desde este punto de vista es oportuno citar la obra titulada Ensayo sobre el
entendimiento humano, en la que John Locke (f 1704) separó distintamente la ley
divina y la civil de una ley específicamente moral o «filosófica», «que es medida
de la virtud y del vicio». El poder de esta tercera ley no es menos fuerte e impe-
o amente porque la naturaleza era rativo que el de las otras dos, aunque nadie se sienta subordinado a ella. Esa ley,
buena, se experimentó una profu
aígla por el 1 «estae do natural», del nda sin embargo, no queda confinada al ámbito de la conciencia de cada uno: crea
que se consider
3 aba que de aleún
re se había alejado. La naturaleza g m odo el y constituye un campo de fuerza colectivo cuando se expresa de modo concor-
era el código de Dios en que estab
ontas as leyes que la razón sabía an es- dante a través de la opinión pública y también del parecer de determinados gru-
distinguir. Obviamente, era la Reve
que nía que ponerse laci ón la pos o de sus intérpretes. Quienes estaban fuera de la gestión de los asuntos públi-
u : de acuer
Z do con la naturaleza —-y por - tanto
o a revés. Como la razón era en ta con la razón cos y como excluidos de ella sentían entonces que tenían una especie de derecho
cierto sentido nuestro Dios interior,
ces Ñ e Minguna intervención sobrenatural sin ne- natural a no ser apartados de ella para siempre. Gracias a la formación y a la ex-
la naturaleza ofrecía al hombre
A , y nnesario para su salvación. ¿No presión coral de su juicio corcordante —del que la prensa, en sus variadas for-
era incomparablemente superior
€ la; naturalez a la a de la fe, , l tan osecurecida la mas, era cada vez más un amplio vehículo—, los súbditos reforzaron su concien-
Í o y debil li
E itada por
po controversias
j se-
o Por otra parte, los obstáculos cia de tener que contar en el plano político no menos que en el religioso. Como
que se Interponían a la consecución
idad no podían ser inherentes a la de la sostenía precisamente Locke, tales juicios poseían el carácter de una ley que te-
naturaleza humana: esos obstáculos
resi- nía la facultad de imponerse: de este modo no se tardaría en pensar que de esos

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CREDO Y VALORES DE UN MUNDO MODERNO
322 EL SIGLO XVI 323
nas
nacional.SDE
El mi de Mos paramentos
se constituía, en efecto, la fue tan acariciado que llegó a encontrarse
juicios la sociedad debería sacar su legitimación. ¿No en el plano IAN > e es en las asambleas de los antiguos germanos
anos? Igual que
autoridad por el consenso autónomo de los ciudad adas de > 0 es de otros tiempos. Si Locke había subrayado en
, así
ico la crítica raciona l constit uía un proces o abierto, no menos válido en sí 1690
científ ld elo
del mismo modo la variación de representativo y elegido (en Two Treatises of Go-
mismo por tener que recorrer sucesivas etapas, RS o a Oyras (F 1725) asumió la tarea de proponerlo
connotación vinculante. A la ins-
los juicios de la opinión pública no excluía su al con-
tancia estatal se contraponía con vigor la concie ncia de una ley no menos válida
treo1734 y 1745— valoró más la exigenci e a de € 1 laA
pública y por tanto política . separación de los orada
pod: en
en la dimensión e a O fue Charles de Secondat, barón de Montesquico
empleó la id ea de estado
De este modo, especialmente después de Locke, se ode al ! oso Ha francesa de la sociedad y
US
o fue posible , en Inglat erra-— como medio por el cual de la cultura se propuso
natural —allí donde primer leyes. y para ello 3 pr e relaciones civiles mediante el conocimiento de
todo el derecho a la propiedad
las nuevas clases dominantes reivindicaban sobre ia o Soren o ma redacción de un tratado orgánico.
las
el continente, al propagarse
y a la libertad individuales. Pero más tarde, ya en una o <a ento
También para
del pensador inglés, lo que inicialmente parecía sólo
de toda ley la razón «natural», considerada
cada vez más las ideas por él
en una aspiración y un obje- rsal, aunque adaptada a la estructura particular
perspectiva de «filósofos» se convirtió poco a poco Se trataba un a vez másá de proponer
de cada pueblo
anos. Durant e casi todo el curso del siglo XVI este proceso se o 1 a unidad
i entr ? eza y razón o, > asu
tivo de los ciudad parecer, de un acuerdo univ rsal tomado por todas elasnatural
, pero prepar ó las repercusiones que naciones y en cualquier
mantuvo en la esfera de la expresión teórica época,
osamen te en un ataque al absolu tismo. Entretanto, al me-
desembocarían clamor Con su atención a la historia com: arada —de
a las leyes naturales se ha-
nos desde la segunda mitad del siglo XVH, el recurso
1
ca camente paradójica en sus Cartas IN
un aval de la libre compet encia por los beneficios te- Montesq
MontesdAuieu fue
quien fue
bía ido configurando como en un a enano qe fuerte tendencia de su época a indagar en las di-
Dios había puesto al hombre
rrenales. Como subrayaba John Ray (f 1705), y me- ae INIA 0
privile gio y por tanto el deber de disfrut arlo omo estaba implícito en las nociones de religió
mundo espacioso y rico con el O natura P a raciones
n y
que como alma inmorta l en busca sólo de la salvación o de la virtud, de los siglos xvH y XVII concebían la hu-
jorarlo. Más NO
e las puertas de la riqueza y de a - Las diferencias de origen, de lengua o de cultura
el individuo veía cómo se le abrían legítimament a sera antes. No obstante, para explicar los caracteres funda-
no
una posición social sólida O destac ada. OA
e todo tras la desapari- . se consideraba indispensable comparar las
El mensaje británico llegó también a Francia —sobr NAAA
ideas y las
ganancia y a la búsqueda del A raciones sociales. Esta actitud mental incrementó
ción de Luis XIV— como una apelación a la libre clima, aun- es e OS
por
y por otro las mitificaciones, empezando por la
ó allí un nuevo
goce personal. El advenimiento de la regencia instaur
se expres aron perman ecieron largamente insa-
que las esperanzas que entonces ra había partido
rtid de formas SSimples, , de modo que eel estudio
as. La nueva elite frances a, formad a por grupos de signo social abigarrado ud 4de e
los imi
tisfech os o O a luz sobre la esencia del hombre.
sobera no absolu to el tipo de poder que le impe- Su bondad NRO
y diverso, vio cada vez más en el DEI no o ron solamente, por ejemplo, entre los suizos y los cor.
liberta d de decisió n polític a. En Inglate rra, la clase dirigente repre-
día casi toda Aro sta o Ones anteriores y lejanas, cuya presunta pureza se
tan estrec hament e al ejecutivo monár-
sentada en el Parlamento se había unido A 105 17
n entre ambas instanc ias pudo evitar diverg encias demasiados oe en su obra Nouveaux mémoires sur Vétat
pré-
quico que la relació O
compra rse títulos nobiliarios, co- ), sostuvo que eran los chinos quienes durante
ásperas. En Francia, en cambio, aunque podían A e eado el mejor conocimiento de Dios y la más
más
hombre s de negoci os y recaud adores de impues tos se sen- alta
merciantes, banqueros, Esto le a o le censura de la facultad parisiense de teologí
confir mó la suerte que corrió una
tíar políticamente frustrados y marginados. Lo Dre a PA 00 e ee sondena póstuma de su obra a la hoguera por
a y
Saint-P ierre. Un proyec to suyo de reform a po-
iniciativa del abate Bernandin de VosepbFrancols Lat
públic o en 1718, no sólo no fue acepta do, sino que incluso valió a su (1762): Más afortunado fue su hermano en religión
lítica, hecho ) au (t 1746), que quiso sondear los orígenes de la histori
que era miembro. En Francia,
autor la exclusión de la Academia Francesa, de la europea
pea al
a la lu z de las poblaciiones americ1 anas primitivas
a
y,lo nuevo tenían una relació n proble mática desde las primeras cuyo estudio había em
en.suma, lo vieja reñidido.
monárquico empezó a +
décadas del siglo XVIL-hasta el eXtremd de quee! poder sus Este
ión no ya de la nación, sino de un grupo de poder con
. t p unto
to de vi1sta i
impli 10 -aDe
abab > pu e S, qu e existier
istieran
isti c onsi d eradas
d
aparecer como la expres
sitj taciones
j ¿
ejemplar es, eventualmente mitificadas
propios intereses. . en mayor o menor grado y otras que se
vez más la función de
coel sideraba
d b; necesario
:
En este contexto, la realidad inglesa desempeñó una
endere Zar o reformar. - Este
E fiue el campo
p ment.
> al propio del
la prueba concreta de los be- : S z e A y éstos los dos focos
referencia ejemplar. Inglaterra, en efecto, ofrecía
en torno a los cuales se polar izaro. n sus fuerzas
y el funcio namiento regular de un Parlame nto electivo ntelectuales y morales. De modo que no ha de extrañar ferente al im-
neficios de la existencia
que > en lo re

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CREDO Y VALORES DE UN MUNDO MODERNO 325
portante tema de la religión «natural», alguna
s investigaciones sobre religiones
primitivas permitieran descubrir concepciones cluso la comprensión de la tradición como valor. Ésta, valorada negativamente,
de tipo deísta. La época proyecta-
ba fuera de sí los propios valores y los redesc fue sentida como un lastre o una aberración e incluso como un factor de retroce-
ubría allí donde posaba su mirada.
Con un proceso análogo llegaron a establecerse so. El Ancien Régime era el primero en pagar las consecuencias de este punto de
sus insatisfacciones civiles. No
puede decirse ciertamente que el absolutismo vista, sobre todo allí donde luego tuvieron lugar los disturbios revolucionarios.
fuese un régimen ideal y que mere-
ciese ser mantenido a perpetuidad. Pero, bastan Con todo, la convicción que tente amimó a los europeos les llevó, también en
te más que de las sityaciones.oh-
jetivas, la necesidad de modificarlo derivó del nombre del progreso, a imponerse “cada vez más sobre otros continentes y sus
nuevo conjunto de valores al que
muchos se habían convertido y que se difund pueblos, alterando y a veces nivelando y destruyendo su identidad. A partir de
ía cada vez más. Las consecuencias
revolucionarias a que se llegó en la segunda 1719, por su éxito mundial, fue símbolo de todo ello la figura de Robinson Cru-
mitad del siglo xvi estaban am-
pliamente implícitas en las premisas que acaba soe, creada por Daniel Defoe para describir la capacidad de la naturaleza huma-
mos de ilustrar.
La dialéctica que se fue instaurando no se articu na para desarrollarse y perfeccionarse. _ >
laba solamente en torno a los
valores de la razón y la naturaleza, sino que
implicó a un tercero: el progreso.
Este último venía a ser el espejismo terreno que
sucedía al anterior de la supervi-
vencia celesti
al. El progreso, ciertamente, 4. «FILÓSOFOS», RADICALES Y MASONES
estaba más directamente relaci onado
con la razón que con la naturaleza. Para reenco
ntrar esta última era necesario en
cierto sentido volver a los orígenes o hacer florece Se ha recordado ya varias veces a numerosos pensadores que inspiraron el
r de nuevo aquel estado que era
el primigenio, y por consiguiente positivo y movimiento de las ideas propias del siglo xvI y expresaron con eficacia los va-
bueno. Aunque para llegar a esto no
se excluía restaurar las situaciones más «natur lores por ellas sostenidos en los distintos sectores. Han sido citados un tanto in-
ales» descomponiendo cuando fue-
ra preciso los órdenes históricos y concretos que distintamente como científicos y «filósofos», aunque Voltaire merecería más
se les oponían. El progreso, pues,
estaba ligado más bien a la espiral de la razón. bien ser definido como publicista. No se puede establecer distinciones muy pre-
Esta última -—primero al nivel de
la ciencia y de la agudeza intelectual y luego cisas en esta coyuntura. Newton fue sin duda un astrónomo: ¿pero no desempe-
en cualquier otro plano—- se reali-
zaba precisamente por grados o franjas sucesi ñió también la función de ideólogo? Así, hubo también juristas «filósofos» y je-
vas. Si ilustrar a los hombres era si-
nónimo de hacerlos progresar, ¿no significaba suitas etnólogos o antropólogos. La amalgama que existió efectivamente entre
esto, en efecto, utilizar el discerni-
miento crítico? esas figuras intelectuales procedía sobre todo de la sólida conexión interna en-
Siendo la gran tarea del siglo Xvur «ilustr tre las actitudes mentales colectivas de que unas y otras estaban impregnadas. Al
ar», además del fanatismo, los
grandes enemigos a combatir eran la tradici menos superficialmente, los contemporáneos percibieron el fenómeno explica-
ón, la ignorancia y el atraso. El ho-
rizonte del progreso era ilimitado y a la vez do y a los representantes de las nuevas ideas los llamaron muy específicamente
indefinido. Por consiguiente el nue-
vo dogma, así como el nuevo credo, fue que philosophes. . o o
el futuro no podía dejar de ser pro-
metedor —también en parte porque así lo quería El término no se empleaba en sentido propio y menos aún tradicional. Filó-
n los hombres del siglo XvIL
Esta noción de progreso ha sido considerada sofo, en efecto, había sido hasta entonces el que especulaba sobre los problemas
un atributo de la nueva mentalidad
burguesa. Se trataba sin duda de un valor europe metafísicos y sobre la esencia de las cosas, guiado aún por la perspectiva de tener
o -—y más exactamente de una
determinada elite socioeconómica, por en cuenta la sustancia y no los accidentes, el ser permanente o ideal y no su apa-
cuanto se atribuía al viejo continente
la tarea de difundir por todas partes sus «luces» riencia superficial. La actividad filosófica había sido considerada una labor pura-
y de preparar pacíficamente un
porvenir humano mejor. La marcha hacia este objeti mente conceptual; ahora, en cambio, se concebía de modo bastante distinto. Ante
vo debía ser consta nte, aun-
que algunos admitieron que podía haber alguna todo, el filósofo tenía que ocuparse cada vez menos de la pretendida sustancia,
parada o un retroceso momentá-
neo. El progreso se manifestaba por doquier. sobre todo espiritual; tenía que buscar sólo las leyes, preferiblemente matemáti-
Obviamente, en primer lugar en el
saber y sobre todo en el científico; y luego en cas, y llegar a ellas por medio de la observación sensible y.el experimento. La
las técnicas y en la vida cotidiana,
además de en la educación y en las organizacion base del saber ya no estaba situada en la especulación, sino en los datos proce-
es políticas, etc. Globalmente el
progreso no podía dejar de dar forma a la histori dentes de los sentidos. Análogamente, ya no era necesario indagár sobre el desti-
a entera, cuyo sentido y esencia
él representaba, pues era su filosofía. Como no ultraterreno del hombre, sino sondear la trama de sus deseos actuales y de sus
se ha dicho, el optimismo del pro-
greso ocupó el puesto del optimismo de la acepta sentimientos inmediatos. o
ción. Con el paso de las déca-
das se intensificó en el siglo xvi la convicción Mucho más que los grandes pensadores como Descartes, Spinoza o Leibniz,
de que muchos males se podían
evitar o eliminar y de que el camino hacia la el que más correspondía a este perfil fue Locke (liberal, empirista y notablemen-
perfección no tendría fin ni sería
ilusorio. te antimetafísico, atento a los problemas concretos y cotidianos del ciudadano e
Es obvio que esta nueva convicción iba direct incluso del creyente). Persuadido de que el curso de las cosas dejado libremente
amente contra el respeto e in-
a sí mismo llegaría al bien más fácilmente que bajo una intervención programa-

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EL SIGLO XVI
CREDO Y VALORES DE UN MUNDO
MODERNO 327
da, Locke fue favorable al laissez-faire económico y a la libre competencia. Para inglé
INIs Arevalorizó
a por por completo el amor a sí
el filósofo inglés la «naturaleza» era un sistema extraído de un conjunto de leyes O
mismo Y Sostuvo que en el fond
ar el amor a a los demásás.. EFue, pues,S partidario del
apto por sí mismo para producir la máxima felicidad al mayor número de perso- NARA a norma ética mejor y más unive
idari egoísmo bien enten-
en
nas. Junto a este sentido de confianza en la racionalidad del universo, Locke cul- placer, al reposo y a la alabanza,
rsal. En suma, el amor ¿
tivó la confianza en la virtud del hombre y en las conquistas del buen sentido ilus- no sólo er, an permisibleisi s, sino
así como el rencor por las ofens
as,.
i tambiénié necesarios, con tal de qu
trado. ciertos límites. o
y De lo contr
rari
arioa los individuos no sólo se conve
El modo en que Locke consideró la esfera religiosa coincidía básicamente EN e sn q rtirían enCNvicio
O sos
emás engendrarían con sus actos
con las actitudes y aspiraciones de muchos de sus contemporáneos. Concebía el nd Ed a en este punto que Shaftesb
la infelicidad del su
cristianismo como racional y la existencia de Dios como corolario del conoci- ury evoque la virtud pero no
realización del placer. . El egof.
miento de los seres creados. La razón de cada uno era ya una especie de revela- cuando no logra procurarlo. La oÍísmo se och: só
virtud consi :
ción natural: a través de ella Dios nos hacía partícipes de la dosis de verdad que puesto que en cada uno residen able sólo
—como e
podía ser comprendida por nuestras facultades naturales. La validez de la Reve- bri o . «S e TIA Orale:
ral Ss 1lgnif
1
l
g ica S er naturales
lación específica que la divinidad había concebido no podía ser averiguada ni es- so verdader amente hasta
» Es cierto G que no se Pp puede Ser virtuo -
tablecida por la razón humana: todo lo que apareciese en contradicción con sus
q ue el sentimient O Y BO Coincida con la la 1 razón

ción es precisamente cuya
u fun-
criterios tenía que ser rechazado. Locke, sin embargo, se apresuró a mostrar que lo
asegurar una recta aplicación de las incio,
definitiva, el sentido En
moral - no
que el cristianismo proponía creer o inducía a hacer era compatible con lo que
es ofra ( Osa que «un mpulso
SO HF tai al O ¿ur
amor
equid
q € ad y h a cia la
la J Uusticia p por
el hombre podía admitir y aceptar. Llegó además a sostener que la Revelación
sim isma, o su belleza y su valor natura ».
hombres Por eso lo S
pueden alcanzar

cristiana había enseñado algunas verdades —<como la doctrina de la vida futura—
el maxim de felicidad 1 1 dividual preci
1Ssamente a tra-
a las que la razón por sí sola no hubiera podido llegar. La tolerancia era de todos E e O hey
q ue so. stenían Locke y Shaftesbury
modos el corolario necesario de esas tomas de posición. que la nueva elite esperaba
era e a g ran1 Parte
t preci
e€cis
samer
amente ] lo
Casi tan grande, al menos en el continente europeo, fue la influencia de los
que se dijese. Es super fluo
q ue estaban casi
asi en las S antíantíl podas del catolici por Otra parte, subrayar

escritos de Anthony Ashley Cooper, conde de Shaftesbury (1671-1713). Tam- ici smo de la Contrarreforma
bién del calvin
. i S mo E puritano. y tam
bién él, en efecto, supo desarrollar las posiciones más innovadoras a que había
Inc 1 u so las versio nes má Ss renov
1o0nes Y ad a Ss del ristia
Cris
as por el nuevo
llegado el siglo xvi, sobre todo en el campo de las teorías morales. Como Loc- credo «filosófico», y en
ke, este aristócrata tuvo notables contactos con el ambiente intelectual de las Pro-
vincias Unidas, donde pasó una estancia bastante larga y conoció bien a Pierre
Bayle. En el sector más cultivado por él, Shaftesbury fue bastante más lejos que era neces
nec ario ser honrado O inde
>
¡ pendient
Í eme nte
Locke y no sin razón podría ser considerado un librepensador bastante menos del infierno?
pm a Sin embargo, 1 Í
o no sin razón escribió luego
condicionado que su predecesor por las creencias tradicionales. Shaftesbury no e asadaa
o naDiderot: «Una del a vez
vez los
los
«el Ser más benigno del mundo», algún modo saltar la barrera de
vaciló, en efecto, en representar a Dios como RI la religiógión..
n... . no es -
ses ande el momento en que
pero sobre todo ensalzó la perfección divina de la naturaleza. De ello dedujo que a S amajestad del cielo, , no faltaará
hayan dirigido miradas amena
la verdadera religión tenía que basarse más en la naturaleza que en la Revelación: rá mucho para que las dirij ' an con- -
en cuanto al cristianismo, sostuvo que debía adaptarse y adecuarse a la cultura ci- La mentalidad y la sensibilidad
vilizada de su tiempo. Optó abiertamente por el deísmo y se opuso al ateísmo: a ue se han
claramente en las últimas décad A
as deel siglo xvi y las primeras
su parecer, este último debilitaba el amor-a la virtud, mientras que el primero re- del
eS siguie
ente. Las
forzaba los dictados del sentido moral.
* Fueron precisamente las ideas, que sobre esta cuestión expresó Shaftesbury
las que constituyeron su aportación más original, además de estar muy en conso- en
medi
parti
adosculardel
. poro
siglo tamb
xvmienaproxima
nddament e. Éste ste fuefue e el credo
nancia con la sensibilidad de la época. Según este pensador, el hombre está do- AB E de los philj osophes
1 rato social cada vez más amplio
tado de un sentido%moral natural respecto”a-lo que es justo o injusto, previo a IS que llezó
a Y que los compartió. El deís
cualquier fe religiosa e independiente de ella. Dé gllo deducía que, obviamente, la te cal y o mo, el liberalicano. lato.
e a que aquí hemos evocado
la humanidad no podía dejar de perfeccionarse de modo progresivo, eliminando e fueron los valores de
lu ladana, No obstante, Junto
poco a poco sus propios defectos. El optimismo de Shaftesbury fue tan decisivo más las posiciones a estos valor
es se con-
le o mente minoritaria, que radicalizó
que le impulsó a considerar el gusto, las pasiones y los sentimientos bastante más y cada vez
Sl pec ivas de mayor difusión. Clar
determinantes —en sentido positivo—- que la función del intelecto. El filósofo , amente anticristia-
mente prosperó sobre todo desde
mediados del siglo xvmz

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328 EL SIGLO XVII CREDO Y VALORES DE UN MUNDO MODERNO 329
aunque sus raíces se encontraban en el libertinismo
del siglo X vir, en ciertas for- También algunos pensadores italianos se aproximaton a las tesis radicales.
mas de mecanicismo poscartesiano y en el panteísmo,
tan alimentado por el pen- En la [storia civile del regno di Napoli (1723) Pietro Giannone quiso desen-
samiento de Baruch Spinoza (+ 1677). En esa corrient
e confluyeron conjunta- mascarar las usurpaciones de la curia poritificia en aquella región y negó el ori-
mente pensadores y hombres de ciencia, sobre todo ingleses
y franceses, mientras gen divino del papado. Alberto Radicati di Passerano (f 1737) se inclinaba por
que el movimiento de las «Luces» —como se verá-— fue común, en cambio, a to- el materialismo panteísta yrersalzaba a la Diosa Naturaleza. _Pero aproximada-
dos los países europeos. Esta diversificación de los philoso
phes enalos corrientes mente desde mediados del sigló xvm estos planteamieñtos Ctalaron hondo en
es indudablemente sumaria y en muchos casos puede resultar inadecuada, por Francia. Por un lado se tendía a deificar el orden material. y por otro a espiri-
cuanto de una generación a otra muchos de ellos se situaron
en un punto inter- tualizar la materia poniendo en evidencia la cualidad vitalista de la naturaleza.
medio de ambas o no ocuparon con suficiente claridad
un solo campo. La distin- En la segunda mitad del siglo xv el médico alemán Pancracio Wolff había sos-
ción que se adopta aquí, sin embargo, se impone no sólo
por exigencias expositi- tenido que las operaciones del pensamiento eran réconducidas a las mecánicas
vas o con el objeto de explicar mejor los éxitos revoluc
ionarios del pensamiento del cuerpo y, en particular, a las del cerebro. A su vez, el holandés Hermann
ilustrado, sino también por corresponder a una diversificació
n real que caracterj- Boerhaave (t 1738) planteó la hipótesis de que también los procesos psíquicos
za a todo el siglo xvi.
del hombre se fundaban en el sistema nervioso, mientras que para David Har-
Tras la figura de Spinoza es justo citar enseguida, dentro
de esta perspecti- tley (f 1757) eran simplemente conexiones con las funciones corporales. En
va, la de Pierre Bayle, autor de un célebre Dictionnaire historique et critique 1741 Abraham Trembley pareció proporcionar una verificación experimental
(1696-1697). Su enérgica refutación de las disputa
s teológicas le impulsó a en- de la autogeneración de la materia, al descubrir la reproducción por gemación de
tablar una lucha abierta contra las grandes confesiones e
incluso a defender a los la hidra de agua dulce. De todas esas aportaciones se aprovechó Julien Offray
ateos. Fue un maestro en el escarnio, sobre todo de
la religión, y muchos le si- de La Mettrie, autor de la obra Homme machine (1748). Para él, el hombre no
guieron por este camino. El médico holandés Antonio
van Dale (F 1708) desen- era sino una máquina sensible y pensante, carente de alma: no existía, pues, una
mascaró como falsificaciones los oráculos de las sibilas,
como hizo Bernard Le diferencia sustancial entre él y los animales. El médico y filósofo francés no va-
Bovier de Fontenelle (+ 1757). Un amigo de Bayle,
Jean-Frédéric Bernard, en ciló en negar la existencia de Dios y en declarar el ateísmo como base necesa-
una obra ilustrada de 1723 describió las ceremonias y
los cultos de los distintos ria de la prosperidad humana: en el plano moral retomó en parte las ideas de
pueblos, poniéndolos irreverentemente en el mismo plano.
Las perspectivas de Shaftesbury.
la visión mecanicista llevaron a concebir el univers
o como materia en movi- Concebida en aquel período, la Encyclopédie de Diderot se alineó también a
miento que no tenía necesidad de un creador: muchos
se inclinaron así hacia for- menudo con las perspectivas materialistas, sobre todo en los artículos del abate
mas de panteísmo.
Claude Yvon (f 1791). Por otra parte, muchas posiciones de Toland fueron reto-
En un primer momento, la propia tendencia al materialismo
no prescindió de madas y acentuadas por Claude-Adrien Helvétius (f 1771), y sobre todo por
la hipótesis de que la gran máquina del mundo presupo
nía una intervención di- Paul-Henri Dietrich, barón de Holbach (f 1789). Este último intentó construir
vina. Pero tanto el pensamiento de Newton como el
de Locke podían experi- una religión de la naturaleza, que ya no era considerada una especie de demiurgo
mentar inflexiones puramente naturalistas e irreligi
osas. Entre los adversarios cristianizado. A su parecer, sólo después de haber reconocido que tras la muerte
más declarados del cristianismo hay que recordar al
menos a Charles Blount no hay nada se podía persuadir el hombre de que su interés y su felicidad consis-
(+1693), John Toland (+ 1722), Anthony Collins (+
1729) y Matthew Tindal tían en ser virtuoso sobre la tierra. Por otra parte, la virtud no era sino todo cuan-
(41733). Toland, que se formó en Rotterdam en la última
década del siglo xvi, to era verdaderamente útil a la sociedad: hacía falta, pues, mejorar el ambiente
se inclinó pronto por una concepción que fundía espíritu
y materia. Enlazando natural para conseguir el progreso moral. Según Holbach, cuando los hombres se
con Giordano Bruno, veía a Dios y la naturaleza como
una sola realidad y en- vuelven hacia una divinidad imaginaria llegan a esperarlo todo de ella, sin con-
salzaba una moral laica con acentos anticristianos. Está
en los orígenes del pan- fiar ya en la naturaleza ni en sí mismos. A sus ojos, incluso la «religión natural»
teísmo del siglo xvi —sus Letters to Serena son de 1704—
y promovió la idea tenía la tendencia inevitable a degenerar en superstición: como la ignorancia in-
de una materia infinita y eterna. Toland no sólo se orientó
hacia la exclusión de ventó los dioses, las «luces» tenían que intervenir para destruirlos.
cualquier más allá, sino que probablemente tampoco
fue ajeno a compartir la Concluía así la trayectoria de muchas ideas ilustradas. Aunque numerosos
idea de que Jesús fue un impostor. El Testament de
Jean Meslier (Fr 1729) es un philosophes y un número todavía mayor de sus seguidores tenían posturas bas-
escrito francés de esta época en que se sostuvieron
posiciones aún más extre- tante más tenues y moderadas, otros se mostraron muy radicales. Se puede ci-
mistas. Este sacerdote veía en la religión la fuente de
la injusticia y de las des- tar por ejemplo a Morelly, que en su Code de la Nature (1755) propuenaba no
venturas entre los hombres, negaba la existencia del alma
y propugnaba el dere- sólo la absoluta igualdad entre los hombres, sino también la exclusión de la
cho a rebelarse contra toda servidumbre. proyectando
además una sociedad de propiedad privada y por consiguiente la posesión común de todos los bienes.
tipo comunista.
Los responsables de este tipo de sociedad debían ser elegidos y delegados por

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330 EL SIGLO XVIII CREDO Y VALORES DE UN MUNDO MODERNO 331:
el fin de numerosas
el pueblo para ejercer el poder. Por otra parte, esto suponía ca. En e ansourso a siglo
j xvul fueron
ñ masones un soberano sueco. el duque
utópicas que habían florecid o desde principi os del siglo xvi. Si los uto- A rTunswick, numerosos Hohen
teorías OS príncipe
fnci s ale-
no puede decirse lo mis-
pistas fueron y siguieron siendo individuos marginados,
los masones , cuyos primero s conventículos existier on en ciertas formas A la:,
Entre j Gades masónic
mo de nicas as de este período hay que mencion
ar la de los
miembros el
en el siglo xvI. Al imponer estas asociaciones como regla de sus os el
Júbilo Les chevaliers de la jubilation), a la que pertenec
ieron nu
no ha favorecido las investigaciones sobre sus IA
secreto, esto —obviamente— SY que dirigió Prosper Marchand (+ 1756), además
el siglo xvHm fue el prime- de la logia
caracteres y su consistencia. Pero sin ninguna duda e sor Dada ars en 1769. Maestro de esta última fue Benjamin
ro de la masonería. E 7 9 hasta
: 2; hubo en ella nume rosos g enciclop
aspectos los «con- i edistas
1 y philo-
Aunque de maneras diversas, los masones fueron en varios S IÓ macho la propaganda de los ideales republicanos. El
Gran
En general puede considerárseles también NA
testadores» del orden establecido. , eN en 1773 y estaba regido interiormente por una especie
y probablemente se de
adeptos al movimiento de las Luces O de los philosophes, SAS eS icana. En 1772 se podían contar en Francia al
menos 164 lo-
seguidor es más radicales . «Cuando estamos reuni- es A e
contaban a menudo entre sus ascendían a 629 (65 de ellas en París). En las décadas
anterio-
hacemos todos hermano s —escrib ió el miembro de una logia del siglo o elas Cs entre los círculos masónicos ingleses y
dos nos los franceses habían
, el rico y el pobre
xvit—; el príncipe y el súbdito, el gentilhombre y el artesano ES udo b astante tensas debido a divergencg ias
ncias intelect
i uales s y políticas
! Íti . No
nada los distingu e ya, nada los separa ya.» Dentro de esos con- ar si se tiene en cuenta que, con la consolidación
están mezclad os, del radicalismo. el
humanid ad, consisti endo su
ventículos se organizó algo así como un baño de a par ato del part ido Jaco
cobino en la época de la Revolució
los hombres a su primitiv a igualdad . Sin duda las co- ná francesa recibió el apo e
objetivo en reconducir a yo de sociedades mas Ónicas.
Mientras que las
rrientes masónicas fueron bastante diferentes unas de Otras. Se ha sosteninido no sinj razón5 que, al menos durante
el siglo XVIH y sobre
y humanitario, los rosacru-
asociaciones inglesas tuvieron un carácter más ético cono
todo en FranciON Me los S ones rodearon conscie Í ntemente de secreto el espacio
ces y los filaretes esperab an iluminar y rescatar a Sus adeptos por medio de las VAN rto sentido extraestatal que constitu ituíían las activida iv idades
d de sus lo-
hubo toda una gama de logias, muy
ciencias ocultas. Entre estos dos extremos a o o proclamaron unos por masones franceses que el
secreto era un
, moderadas unas y más com- Ar
restringidas a veces, Otras veces de escala nacional a o que vínculo de la confianza, base a su vez de la socie-
da 2 o e a observó que los conventículos secretos habían «crea-
masonería del
Es ciertamente difícil medir el peso específico efectivo de la Do Y po a del siglo». Bastante significativo a este respecto
fue la
haber sido. La maso-
siglo XVII, pero cuanto más se estudia más notable parece aa O Iluminados, fundada en 1776 y disuelta en 1784.
Uno de sus
y protestantes, y sus ritos
nería se implantó indistintamente en países católicos o es Hb10 precisamente: «Sería locura jugar
a carta descubierta cuando
al menos para los es-
hicieron la competencia a los de las iglesias tradicionales, ar esconde su propto juego». El enemigo a que
aludía era el absolu-
píritus de laicos de todo tipo. Particul armente atraídos por las perspectivas ma- no po Ml peso los lluminados, en efecto, se habían propues
on en Inglaterra y en to ocupar con
sónicas resultar on los prófugos hugonot es que se refugiar es os tribunales y los Consejoj s del Estado, calcula
res,
as (1685). Una lo- ndo que para con-
las Provincias Unidas al abolir Luis XIV sus libertad es religios EUA 1 Baviera bastaba con seiscientas personas. Para realizar
desde 1710: varios editores su propósito
gia privada fundada por ingleses existió en La Haya impuesto una organiza g ciónión interna
i muy filtrad1
logias surgieron tam-
y libreros fueron miembros de ella; pero parece que otras aceptado
Se reue !había que re sponder
: un
t cuestion
. Í ari o de varios
, ios cientos
ci O Os d de a
hugonote, Desa- preguntas
bién en Londres en la última década del siglo xvIL. Un prófugo er queria Superar otros cuestionarios para ascender
a grados su or
de 1713 y admitido en la Royal Society en a
guliers, inscrito en una logia a partir AA
ogia. Para N la toma del poder ext Aterno, quienesÍ regían
Í
(1717). En la orden
> de los Humina
lluminados
dos
Londres recién fundada
1714, fue quien dirigió la Gran Logia de je 1 ma preciso de control inter erno. Cada «herman O»
e Inglaterra; estaba
1737 se convirtió en Gran Maestro de las logias unidas de Escocia o a presentar mensualmente una relación sobre sí
mismo y sobre los de
n ser dirigidas por
“sus ideas religiosas eran bastante moderadas. Aunque prefería MD OS e la sociedad secreta. Así pues, este instrumento
de lucha era
logias londinen ses fueron acentua damente burguesas e
aristócratas, numerosas an nen Os que se habían adoptado y perfeccionado en
un contexto nue-
s hay que recor-
instituyeron fondos caritativos de asistencia. Entre sus miembro po yal e emente moderno. No tardaron en comprenderlo
los mismos go
Ephraim Chambers
dará Collins y a Tóland, al editor d8 la pringéra enciclopedia S,
galomeFc veces
polínos ) se sirvieron de las logi ogia:
glas para ejercer
j cer influenc
1 ias
(fue iniciado en 1730 en la Horn Tavern i .se-
y perse-
(+ 1740), a Voltaire y a Montesquieu
s, como Fran-
Lodge). Entre esos adeptos, sin embargo, no faltaron los príncipe contacComo
tos todas
elas demásds iIdeas O puntos de vista
] citados, también los masónicos
en la propia casa de Wal-
cisco de Lorena, que ingresó en la masonería en 1731, y a ente y de varios modos en la a esfera
esfi política.
Íti Pero ésta pa-
celebraciones
pole. Al llegar a emperador de Austria, en 1745, entre las distintas mo ps 0 ovedad del siglo XVIn y el fruto cada vez más
aparente del progre.
ceremonia masóni-
de la coronación el esposo de María Teresa hizo oficiar una q nstituía su matriz. A diferencia de lo ocurrido hasta
entonces, el

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332 EL SIGLO XvHu

trabajo conceptual, las elaboraciones filosóf


icas, al no estar ya orientados hacia
un mundo supraterreno y eterno, se convertían
cada vez más en tomas de posi-
ción política, ya que estaban fundamentalment
e centradas en los problemas so-
ciales, concretos y también contingentes. Por primer
a vez en el mundo occiden-
tal, la política irumpía en el modo de delinea
r la gestación del pensamiento y
cualquier modalidad de indagación intelectual.
Esto ocurrió precisamente-porque
por fin se había llegado a percibir de modo colect
ivo y directo que la política no
concernía solamente a los soberanos y a alguno
s de sus ministros o confidentes
sino a todos los miembros de la comunidad.
:
2. LAEDAD DE LA ILUSTRACIÓN

1. LA PEDAGOGÍA

En el capítulo anterior se han expuesto las premisas mentales y conceptuales


de la Ilustración. Así, se ha visto que la principal forja de la nueva sensibilidad y de
las ideas que la expresaron fue el mundo británico, si bien las Provincias Unidas,
Alemania y Francia desempeñaron una notable función complementaria. Se ha
indicado ya y se ha subrayado además que, mientras en Inglaterra tuvieron lugar
un entrelazamiento dialéctico y una relación armoniosa entre los acontecimientos
economicopolíticos y las formulaciones de los nuevos valores socioculturales,
estas condiciones apenas se dieron en el resto de Europa en el siglo xvi. Por una
incongruencia sólo aparente, por tanto, la fase históricamente más relevante de
los sucesivos progresos ilustrados no hay que buscarla al otro lado del canal de la
Mancha, sino en los estados aún gobernados por regímenes absolutistas. Fue pre-
cisamente en estos últimos, en efecto, donde las «Luces» tuvieron un efecto más
eficaz y a veces desbordante, desempeñando la función de hilo conductor de pro-
cesos de auténtica transformación, sobre todo cultural, o al menos de fermento de
conatos significativos e inicios de renovación política y administrativa. Esto ocu-
rrió porque, en general, en el continente europeo el orden absolutista imperaba
todavía, y sin embargo buen número de soberanos y de ministros suyos conside-
raban que podían hacer propios ciertos puntos de vista ilustrados.
Esta especie de matrimonio era el fenómeno definido como «absolutismo
ilustrado». Se ha preferido, sin embargo, titular de otro modo este capítulo por
cuanto no trata sólo este aspecto manifiesto, sino varios otros característicos del
siglo XVII europeo. En este caso específico el término «edad» correspondería
ciertamente a un período bastante breve, de medio siglo aproximadamente, si se
tuviera en cuenta sólo el absolutismo ilustrado. Los otros factores que se pre-
sentan conjuntamente se refieren por lo menos a todo el siglo xvIu y son sufi-
cientemente relevantes para no ser silenciados. Se trata sobre todo de fenómenos
culturales, pero no hay que olvidar que en esta fase asumieron una importancia
excepcional, un poco como sucedió en el Renacimiento. Por lo demás, como ya
se ha subrayado, en muchos aspectos los distintos sectores culturales tuvieron
específicamente relaciones bastante determinantes y estrechas con la vida polí-
tica y social.

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334 EL SIGLO XVI LA EDAD DE LA ILUSTRACIÓN
335
Uno de los problemas que la Ilustración consideró central fue la formación
pedagógica, sobre todo porque se sostenía que los hombres tenían que ser educa-
dos racionalmente. Se ha señalado que esta perspectiva —aunque condujo a uno
de los resultados más innovadores de que se vanaglorió el mundo moderno: la en-
señanza pública y obligatoria— tuvo efectos negativos en el patrimonio de las
tradiciones y en las culturas populares. Era una opción de las clases dominantes
que no podía tener otras consecuencias, de modo que éstas se acentuaron cada
vez más hasta nuestros días. Durante el siglo XVII, pues, aún estaba muy lejana
la equiparación niveladora de la aculturación ideológica y tecnológica, al hallar-
se dicho fenómeno en sus primerísimos prolegómenos. Ciertamente en el trans-
curso del siglo xvm el interés por la enseñanza aumentó, pero todavía con mucha
lentitud. Por-otra parte, persistía una amplia hostilidad a los proyectos de secula-
rización en masa, ya que muchos temieron que por el camino de la educación se
podía llegar a «ilustrar» a los estratos sociales considerados inferiores. Hubo, en
suma, un verdadero conflicto interno. Por un lado, debilitado el papel de la reli- e£Xcesivo O demasiad O elevado pat a 1 O Ss ubord: 1 nado: S . E ara
V olta: 1re,
gión, se pensaba que una enseñanza laica la podía sustituir. Por otro, sin embar- e, 1 la d fu sió
1Ón

go, los mismos laicos estaban ampliamente condicionados por una visión jerár- honnétes
A gens. Muchos temía 1 q que la e nseñanza . para
1 , todos Provo case
quica de la sociedad, y por tanto de los límites en que se debía educar según las nuciLOón d e l a mano de obra y acrecentase la Insatisfacción
la dismi =
de las masas de.
clases sociales. Sición o intermedia
era la de q ulene
nes aspi i ában
ba a úna
na Pp po -
nación
Ó fundamentada , en tra.
No es de extrañar que en esa dimensión tan reveladora de los proyectos so- bajad res y agricultores provistos del saber mínimo Z
>
Indispensable,
ciales de las distintas tendencias, el siglo XVII asumiera de hecho posiciones no Vit UO0SOS S y p acíficos
, para
a tener s úbditos Ss qu e pudi
además de
pud: eran
¿gra
sólo diferentes sino contradictorias. Según varios «filósofos» —cuyo precursor cada uno co: Inprenderíaía y acept go ber narse bien. En
suma >
aríaÍ su propio1 puesto en la escal
en este terreno fue Johann Amos Comenius (+ 1670), el analfabetismo y la pa- a social si hubie-
sividad cultural de los pueblos eran un obstáculo a la libertad y a las reformas. Se
llegó a pensar que la educación de masas sería la garantía de la nueva moralidad
y de la productividad. Según Adam Smith (f 1790), se debía enseñar a leer, a es-
cribir y a hacer cuentas por motivos ante todo de orden económico. Así, pudo pa-
recer que el objetivo de la Hllustración era formar ciudadanos preocupados por el
bienestar, además de sensibles a la obediencia debida al estado y al patriotismo.
Toda materia de enseñanza tenía que ser presentada de modo que pudiera ejercer E eg uetización y de la moraliza
Posresos.SOS. E ción de las masas hizo much
una influencia moral. Las nuevas escuelas enseñarían así a vivir mejor y contri- ri de 1792 el marqués de Cond os
-Ondorcet (f 1794) presentó en
buirían al progreso de la sociedad. ea legislativa francesa un proy 1 -
ecto que reflejaba los ideales
De hecho, muy pocos creyeron que pudiera encontrarse con frecuencia virtud, Dustraci
ación
ón:: hacía falta, pues, una ense pedagógi
Do cos de la
ñanz
ñ a primaria] obligatoria, y
talento o genio entre los trabajadores y los campesinos. Por eso distintos planes para los adul
educativos preveían que los hijos del puebto sencillo se limitaran a la enseñanza se-
cundaria. En compensación, la sensibilidad respecto a los problemas pedagógicos
* se acentuó a partir de mediados deksiglo XVI. Los fisiócratas se cuentan entre los
primeros que invocaron una profusa educación popular. Su objetivo era una escue- tos: basta ba que cada uno —ncl
Í uida
Í s las muje] res-— Poseyese al
la laica controlada por el Estado, aunque otros «filósofos» insistían en la exigencia SHnMleran gozar conscienteme menos los que le
nte de sus propios derechos.
de uri control seculár sobre la educafión pública fproblema del que tenía que ha- La enseñanza reli
cerse cargo la nación). Los fisiócratas consideraban que incluso para los campesi-
nos era indispensable el logro de cierto grado de alfabetización. Según Anne-Ro-
bert-Jacques Turgot (f 1781), cada parroquia francesa debería tener un maestro. una ense
Po corñanz
azaa públiica, univ1 ersal y gratuita
Públ
l el Estado lograría limar las
Auspició además la realización de un programa articulado de educación social y la $ Creando una paridad casi desigual
perfecta entre los ciudadan
publicación de libros que tratasen de los deberes del buen ciudadano. os :

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336 EL SIGLO XVH1 LA EDAD DE LA ILUSTRACIÓN 337

2. La EDUCACIÓN ra. Federico Il intentó que se impartiera la enseñanza en dosis reducidas y dis-
minuidas según la jerarquía social. Este soberano, en cambio, combatió el sa-
Se ha obser vado
ber tradicional de las universidades, contraponiéndole el cultivo de las ciencias
ya q ue e l lasS reforma. s erectu:
ef t adas a lo 7 o
alcanzaron una
largo
g del siglo Xvia no naturales y exactas.
Z in: inciden
de: cia notable
En Austria destacó la figura, del abate Ignaz Felbinger (f 1788), que en
én lo. s niveles populares d e alfabe:
1 b tización
Ó o de
escolarización. F or otra par te
tiempos de María Teresa y de JoséTI prombovió un sistemásescolar primario de
hubo sin duda progresos, sobre todo en el norte
de Europa,a pero las dimensiones
tipo moderno. Estos dos soberanos Consideraban la enseñanza como un instru-
del cambi o ño o eran regulares
] , mea Onstantes.
q ue seguía
o A co. ntan do
e el ejemp e ran
mento para la creación de súbditos útiles y obedientes, y por consiguiente como
S lo y la expet 1eNcIa , Mientt 1 as q que la escuela
ejercía a aún nun
u , z
papel totalmente subalterno. La Biblia de he-
Ss 1gulÓ ó Su siendo
nd por
po: lo gene: er ral una función correspondiente al Estado. Formalmente estatales, aunque
el principal libro de texto
cho administradas por la Iglesia, eran las escuelas públicas de enseñanza pri-
y la cultur
- a oral cubría la mayor
parte de las neces 1da- da
des . En el con junto de aquell
maria de Baden, cuyo plan de estudios'se centraba en el catecismo luterano y en
a epoca pocas S ocupac 1 ones e: o estilos
es lo, d de vidad: exigíargl
en real dad saber leer y escribi
las tablas pitagóricas. En esta región los maestros aceptaban que se les pagase
10 r. A unque losS d istintostint s Ss tipos
pos di de prensae 8) ercían en
a vida de la gen gente unaha 1 i1 fi uenci
en gran parte en especies: con productos naturales (trigo, madera, carne, vino)
aci a ] que antes a; p enas se h, habí
a registrado d de for na
rele vante, la u adición con
y con la concesión de parcelas y utillaje agrícola. En la segunda mitad del siglo
Ss erv aba gran parte de su fue:
IZA. Ademá: ás > 1 a vida d de l S
instruidos ño era muy di
fe, ente de la V ida de lo. s indd
tintas
inta.
z ocu
e pacioO:nes tenía
e
JCtos > y el acceso a las de
xvim, en Baden los hombres alfabetizados eran ya el 80 por 100, y las mujeres
escasa relación
el 40 por 100. A finales de dicho siglo, en Mittelrhein todos los patricios sa-
5 con la trayecy Ct toria pedagí Ó gi a, > a exc el ad
ción de determinadas Carrer
bían firmar, de entre los artesanos, comerciantes y empleados sabían hacerlo el
as.
Esta
> tas consid
nside racion
O: es Ss son
90 por 100, de entre los trabajadores el 65 por 100 y de entre las mujeres
la otra cara de la moneda de 1
la cultur1a d el au
Hus-
tración y muestran hasta que punto sta
é £ s egu
g ía
También es impor
siendo
en un n fenó:
nómeneno
o de eli e . el 60 por 100.
po tan SIgn1 fi o cativo
En Italia se concentraron las energías en las universidades y en algunas es-
ante y 1 recorre
rrer, aunqu
q e sea rááp: d: amente, el pa-
a:
nor ama ofrecido por la
cuelas para oficiales o funcionarios, en perjuicio de la educación popular. Pese a
educación en los distintos países eur Opos. Empezando
por elá ea germánica, se 0bs erv: a Qui een
todo, la educación se difundió en grandes ciudades como Milán, Florencia y Ná-
e este plano los € a iMD1IOS
b O allí í introdu cid
1d0S
fueron escasos
: H 1 trabajo seguía
poles, mientras que en las ciudades pequeñas las escuelas seguían siendo escasas.
e siendo tina consta
2 nte en la vida de los niños de
ambos SEXxos; incluso en lo s núcl
Incluso en Lombardía costó más de veinte años poner en pie una red de colegios
úcleo S urbanonos
: a lemane s1 Os s niño
niños fre uental an las
escuelas de modo
> 1 Tre gular.
de enseñanza primaria. Los campesinos y los pobres creían poco en la utilidad de
Ci erta
rtamente ha y q ue indicar q ue fue en» estas zonas
don e se p'ensó pr eco: Zmen
educar a sus propios hijos. En el Milanesado y en la Toscana la educación pro-
ente en n 1 ta for mac
ración
o de 1 O: s maesti
a OS - Con
O: a. lo b j etivo
Y
apareció un primer instituto
gresó gracias a la mayor disponibilidad de los religiosos, mientras que en el rei-
en Gotha en 1698; le Siguieron otros, también para
futuros maestros rur ales.
no de Nápoles todo esfuerzo resultó inútil ante la hostilidad de la jerarquía ecle-
Aunque integrados por preceptores laicos, Siguieron
S1 e nd O reiev
1 antes los gru pos
siástica conservadora. En el Piamonte el intento de los soberanos de definir unos
de sacerdo tes$ que enseñaban basá
asándose en los es-
e
quema s Onso. lidados
cons
planes de reforma pedagógica llevó al enfrentamiento con la Iglesia. A partir de
de la egduca
du ci
ación cle
1 Xica 1 S ólo ha e 1a finale S d e. 1 siglo XVII
se crearon auténticas escuelas de magister
dos de habilit nz g 10 con sus correspondientes certifica . 1729, en efecto, se creó un sistema escolar secundario que excluía a los jesuitas,
En E rusia,
1 fue E ede
y ya en 1723-1724 se encargó al siciliano Francesco d' Aguirre sustraer la Univer-
sidad de Turín a su monopolio intelectual. En la capital del Piamonte, en 1710 el
é YT 1C0 G Gu il1 ermo Ya: I quien
1 inició
a Ó en 171 3 la ni e: forma d e la
enseñanza » Y de e retó en
porcentaje de analfabetos era del 94 por 100 entre las esposas y del 81 por 100 en-
17 7 la obli gator
atoriedad d e 1a asi
Sisten
0 cia a clase de OS
cinco a los doce anos . En
tre sus maridos, mientras que en 1790 descendía al 35 por 100 y al 70 por 100 res-
este s e ntido 1 € siguie
gS1g ron só 1
SO0O Sa jonia
ona en 1722 y Ba-
V 1era e en 18 O2, aunque en n 1ingun
g a zona
O las obli £ aciones
petadas con escrupulosa
escol
scolar es u eron res - pectivamente.
También en España la alfabetización masculina pasó del 46 al 92 por 100 en-
exac itud. En Prusia , e í p part icular
1 , la Oposición
5 de la
a obleza y la resistencia
e
tre el siglo xVI y finales del XVHL, mientras que en el caso de las mujeres ascen-
d e las clases sociales infer 1 ore, S se unían
Í. a los ba jOS
OS Sa. -
la OS y a la p enuna de
dió del 4 al 14 por 100. Parece que en Francia el progreso en este ámbito fue más
p: rofesores. N ura erosos Ss Maestros Ss era
eran incomp
e p etentes
otros y
tenían un segund O
acentuado en la primera que en la segunda mitad del siglo xvIL. De todos modos,
trab ajo, dado que les pa: g aban demas ado Pp o0co; ; mu -
chos
o mños,
: además , e eran
los niveles de alfabetización femenina crecieron en Francia más que los mascu-
envi ado Ss pr O nto a traba: 3] ar. De 1 10do qu e quien
ene:
es
podian se
perm O
Mir Ppropo rci O naban e ducaci ón del clero, el
pre eptor es ó a sus hijos media
e n te linos. Gracias también a las petites écoles, tanto municipales como
Pp rivado
v s O pers
perso
o
número de los que estaban en posesión de los rudimentos de la lectura y la escri-
nalmente - . Los S imstit utos prusianos procu
titut pr raban
b garantizar
S 1 una
educa,ción clásica
y una Sol sól da Í O rmaci
tura se dobló en Francia entre 1686 y 1790. A escala nacional, en cuanto a las pa-
e ón re lí gi10osa . M ientra
ra.s q que ani vel de en -
señanza primaria la Bibli
rejas casadas de las clases populares, el grado de alfabetización pasó del 21 por
a y el catecismo er an los
pr incipales libr OS de lectu-

A 167/25
167/2500
me cuociees EL SIGLO XVI LA EDAD DE LA ILUSTRACIÓN "339
100 en 1690 al 37 por 100 en 1790; en cuanto a los hombres alfabetizados, del 40 Inglaterra no llegó a realizarse un proyecto de escuela pública y gratuita sub-
por 100 se pasó al 49 por 100 entre 1740 y 1799. Si nos basamos en la entidad de vencionada por el Estado. En Escocia, en cambio, gracias al impulso dado por
las aglomeraciones, en las inferiores a 500 habitantes la alfabetización era del 16 la reforma calvinista, ya en el siglo XVII se pusieron las bases de un sistema de
por 100, en las de entre 500 y 2.000 del 22 por 100, en las de entre 2.000 y 10.000 escolarización obligatoria. En esta región la alfabetización de los adultos varo-
del 18 por 100 y en las de más de 10.000 del 29 por 100. En cuanto al conjunto nes era del 33 por 100 en 1675 y del 90 por 100 hacia 1790. En compensación,
de la población, no obstante, en 1790 sabía firmar la mitad. en Inglaterra prácticamente todos los miembros de la clase media sabían leer y
El principal factor del avance de la educación en Francia fue el rango social escribir; contribuían a ello, por supuesto, las exigencias y los progresos de la
y la clase: se difundió, por ejemplo, menos entre los artesanos que entre los co- economía. Así pues, la lectura se extendió también a un número importante de
merciantes. Como la educación vino a ser un status symbol, su nivel fue clara- los pertenecientes a la clase trabajadora. Con todo, entre los estratos superiores
mente superior en las ciudades, donde los padres acomodados podían enviar a sus y los más bajos del mundo del trabajo se produjo en este aspecto una fractura
hijos a. escuelas de subvención pública. Con todo, fue la familia quien determinó bastante clara. La mayor parte de las actividades, en efecto, aún podían ser de-
aún durante mucho tiempo la oportunidad del aprendizaje, haciéndose necesario sempeñadas por analfabetos. Mientras que peones y criados tendían a seguir
en muchas familias combinar el trabajo temporal con una asistencia escolar tam- siéndolo, cerca de la mitad de los artesanos poseían los rudimentos de la lectu-
bién estacional. Los edictos reales de 1695, 1698 y 1774 impusieron a las co- ra y de la escritura.
munidades rurales una autotasación para financiar las escuelas y los maestros, La alfabetización masculina inglesa se mantuvo hasta fines del siglo XVHI
aunque no se aplicó de manera homogénea. Las escuelas francesas eran por lo ge- en un promedio del 60 por 100. La difusión de los textos religiosos siguió sien-
neral religiosas, tanto por su origen como por sus planes de estudios. A la comu- do notable, y puede afirmarse que el deseo de acceder a los textos sagrados era
nidad laica correspondía gestionarlas, intervenir en su régimen pedagógico y re- entre la gente común un estímulo muy fuerte para la instrucción. De modo que,
tribuir a los profesores (muchos de los cuales eran itinerantes: sólo las grandes aunque los sentimientos de la Ilustración produjeron algunos progresos, en con-
ciudades disponían de maestros fijos). junto resultaron en Inglaterra de una eficacia inferior a la de otros lugares. Así,
En Francia, las probabilidades de tener escuela eran elevadas en las aglome- las escuelas gratuitas de la isla —donde se enseñaba en primer lugar la Biblia y
raciones de más de 1.500 habitantes. Por otra parte, sólo en las grandes ciudades el catecismo, y secundariamente a escribir y a hacer cuentas— estaban anima-
intentaron verdaderamente las órdenes religiosas implantar la educación entre das por el deseo de controlar a los pobres y encaminarlos hacia formas de tra-
los pobres. El conjunto del territorio se dividía aproximadamente en una zona bajo socialmente inocuas. En Inglaterra subsistió también una fuerte divergen-
claramente menos instruida —al sur de una línea que va de Ginebra a Saint- cia entre los altos niveles de alfabetización de las regiones septentrionales y del
Malo— y otra pedagógicamente más evolucionada en regiones de mayor desa- nordeste y los de la zona de East Anglia. Con todo, aún a principios del siglo
rrollo socioeconómico. En la última fase del Ancien Régime los libros invadieron XIx era sobre todo la burguesía media y baja la que se beneficiaba de las 20.000
cada vez más la sociedad y el mundo cultural franceses. Pero el peso de la tradi- escuelas que funcionaban. En las últimas décadas del siglo xvi también mejo-
ción siguió siendo dominante, y durante casi todo el siglo fue sobre todo la en- ró sensiblemente la educación de los pequeños propietarios de tierras y de los
señanza religiosa la que influyó en los promedios de alfabetización. Aunque los colonos. No obstante, ni siquiera en ese período sabían firmar la mayoría de los
libros y las estructuras escolares eran muy insuficientes O inadecuados, los cate- adultos. A mediados de siglo las mujeres casadas que sabían hacerlo eran me-
cismos eran el pan de cada día de la educación. De todos modos, las situaciones nos del 40 por 100, y en los cincuenta años siguientes el avance fue incierto y
eran bastante dispares, incluso entre las mayores ciudades. En Marsella, por fatigoso.
ejemplo, el promedio de alfabetización entre los trabajadores pasó aproximada- En las Provincias Unidas —como en Escocia y parcialmente en Inglaterra—
mente del 28 por 100 en 1710 al 85 por 100 en 1785, mientras que en Lyon a fueron sobre todo las motivaciones religiosas las que estimularon el crecimiento
principios de siglo el promedio era del 35 por 100, y entre 1730 y 1785 siguió de las estructuras escolares más acentuadamente que en los Países Bajos meri-
siendo de lo más mediocre. . . y dionales. También en el siglo xVHt, en Suecia, la alfabetización de la gente co-
Como ya se ha visto antes, a partir de los últimos años del siglo XVI Surgió mún era un aspecto de la práctica pastoral. No sólo la influencia del pensamiento
en Inglaterra una cultura burguesa vinculada al consumo de diarios y Otras pu- de la Uustración resultó allí marginal, sino que la nobleza incluso se opuso a la in-
blicaciones. Mieñtfastse consideraba que uma.buena educación era una forma de troduccióde n reformas pedagógicas: como en otros lugares, los conservadores
discriminación entre una Clase social avanzada y Tas clases retrasadas, la pe- sostenían que la educación no era indispensable ni socialmente de desear. En
queña burguesía comercial y algunos artesanos se mostraban deseosos de acce- suma, mientras que Suecia ocupó un puesto de primera importancia en la alfabe-
der a ella. El panorama, no obstante, rio tenía nada de uniforme o favorable ato- tización durante todo el siglo Xv1, en el siglo siguiente se produjo cierto retroce-
dos. Bernard de Mandeville (f 1723) aún sostenía que había que dejar en la so. En 1768, de 2.216 parroquias poco más del 10 por 100 tenían escuela; en 1802
ignorancia a extensos sectores a fin de explotarlos como fuerza de trabajo. En habían ascendido al 15-20 por 100, y sólo en 1814 alcanzaron el 45 por 100. Aún

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34 0) EL SIGLO XVII
LA EDAD DE LA ILUSTRACIÓN 341
: z,
en 1 768, mientras que había Pe
un centenar de
como en los protestantes. Cabe mencionar especialmente la escuela teológica de
escuelas rurales Itinerantes,
bles las esta-
eran0 165, y en 1802 legaron a2 4.0. En es te p ais,
educación Siguió g e
centr ada
d en la preparación
en fin , en el siglo Í:2 Vul la Gotinga, donde se propuso conciliar la religión revelada con el racionalismo del
5 religiosa. , mientras q que
-
no O ha cla la gran
e cosa
O en este Ssect O 1, 1 as D E 2 , .
el £gobier
-
E no siglo. De todos modos, las concesiones ep“este sentido de un Lorenz von Mos-
Inicia
lativa
tiva s Pp pri vada soeclesiásti
prevaleci e nd o . En cuant
o a I SsS land: 1 a —donde existí
sias á c as Siguleror heim (+ 1755) o de un Johann David Michaelis (+ 1791) fueron aún bastante se-
e n casa—
asa , h acia fina 1 e S del
íaa la tr adició: a de e nseñ ara
1 leer cundarias. Bastante más radieales-fueron las posiciones.de un eclesiástico de
SIglO
gl Xx XVI 1 p odía V a nag lo; 1
general de la a 1 abe tizaci 1Z ó n básica . Í inalmente, en
arse e d de us difusión Ó ca Si Braunschweig, F. W. Jerusalem (F 1789). Tras haber abandonado el dogma del
TICa, y más exactamente
en Nueva 1 ngla te; ira », 1 10
las colonias 11 g lesas de Amé
> pecado original y de la redención, llegó a sostener que el généro humano se edu-
caba progresivamente hasta convertirse en imagen de Dios, para abandonar fi-
Ss agricu
£ ltore. Ss estab ba ya alfa ye-
tizados en un 55 por 100
e nl 6 60 y 1 eggaron al 80
por
PC
la difer
if el 1C1a 1 entntre h omt re,
10 O un siglog másá tarde E ero nalmente también la creencia en la Trinidad, al ver en Cristo sólo un mensajero
Ss y mujer y es era evidente:: la ensenanza
1 O 0 de éstas antes 0 e d e 167 0 , Pal
Z, ll ega b, a al 33 po divino. Análogamente, para Gotthilf Samuel Steinbart (+ 1800) se podía llegar a
Dara
a asce
scende:
la felicidad por medio de las religiones más diversas: el valor del cristianismo re-
1 uegogo m u y 1 enta ntamente nte al 4. 5 p Or 100 >
con la excepción de Bosto
n. En V Irgmia yen Pensilvania,
hacia finales del sigl
sidía en el sostén que proporcionaba a la moralidad natural. De modo no muy dis-
b urgues
guesia
Í:
tinto, para K. E. Bahrdt (ft 1792) Cristo fue un predicador de la religión natural
me dia y de 1 ase
Ss lases t 1 aba jado:
ad Tas no

que sólo por prudencia no abolió la fe revelada. En resumen, según Bahrdt, Jesús
se comportó como un ilustrado: aprovechando la fe del pueblo produjo con suti-
3. LAS LUCES les estratagemas la ilusión de los milagros. Se llegaba así también en Alemania
al anticlericalismo, siendo el clero a ojos de Bahrdt el responsable de que la reli-
La
Las
pedagógica es
.
sin duda
. . . . . gión fuera sofocada por la superstición y el fanatismo. A su parecer, las comuni-
una dimensión
de su . escasa presencia— en
significativa de la Hustración —-0 dades religiosas y las iglesias eran superfluas, por cuanto se basaban en el enga-
los distintos países
ño y en la explotación del pueblo. Por su parte, el párroco berlinés J. H. Schulz
d e Occidente . Mientr as
este q que en
ámbito su influ e 101 a se caracterizó ó por
O
(+ 1824) renegó de todo tipo de confesión y de fe, mientras que para la escuela
u nn O table ase
asentamiento de 1 as 1 lu -
Ces y de las sombra
: sZ > en el plano mas ás e S pecí ífic a mente
de la elite es más
z fácil constatar
c O nceptual y restringido
luterana de los «neólogos» había que despojar el cristianismo de sus dogmas para
qu :e 1 ía S luces
en algunos paises. De modo
b rillaron intensa: mente al m eno:
nos poner en primer plano los deberes morales, como hacía tiempo habían propugna-
Cast paradó 1CO, y pese a la
p ensador es como Da v id Hu mi e
presencia de grandes do los deístas.
( Í 1 7176 ) , su Su In ejor
par te de 1 sigl O XVIO
XV ya n 0 fu ein
representante durante buena Si el pensamiento de los ilustrados alemanes se extendió poco fuera de su
L g laterra
2 . En
país —y también por ello ha sido menos conocido—, casi opuesto fue el caso de
su territo 1 10 NI Ss 81 qu era se pe cibie-
fon las reacciones o repercu S1OY
10nes de la: $ ideas
E lu ustr adas
na en e el o continente. . Para
que ocupaban la esce- los pensadores franceses. En el transcurso del siglo XVII, en efecto, se asistió
enc on trar d de nuevo
a un fenómeno de afrancesamiento, ante todo lingúístico, de Europa. En gran
en en Ssue lo b: TrHtanico
tá O un nuevo
V fer VO T
democr ático ha y qu e esperar a los anos Ss de
parte estaba escrita en francés la literatura anónima o clandestina que, particu-
la 1asur rección de la: S Coloni
1 nias norte-
americanas. Se desarroll ó ent
ntonc es,
larmente desde las Provincias Unidas, difundía las concepciones inspiradas en
en efect LO, YU 3 movimi
V ent
n O q ue e t te ndíaÍ: aen -
salzar el nuevo sistema de gobierno republicano
Por otro ado,
: también contribuyó
y federal de Estados Unidos. las Luces. La cumbre de este afrancesamiento se puede situar en torno a 1760
a la constitución
y 1770. A este respecto es bastante significativo que en 1773 Federico H obli-
úción di de un p pen samien
a ento
t
de p po lít
Í co
OPOSICIÓN la multiplicidad de diar 10S 1 A g 1 e se S, cuyo numer
ú oe n1 7 60 supera: - gase a la Academia de Berlín a imprimir sus actas en francés, con la siguiente
A su manera resulta
sul ma Ss notable
explicación: «Las academias, para ser útiles, deben comunicar sus descubri-
1a a lus tración
mientos en la lengua universal». También por esto, además de por el gran nivel
ación aleman
al Mana,
a. aung ú e
una no tuviera
H
auténtica capi tal
al. Al misrao tiempo, enelá área
y talento de los escritores que las pregonaron, las Luces aparecieron durante dé-
e ger Mánica
án: Cade
bi di destacar
rante. el du-
siglo XVI por una par te la d 1sSmMin
S ución
ució
cadas asociadas en el continente a la imagen de la cultura francesa. Posterior-
de 1 fiervar re 1 12 10SO , y po r otra
fend meno otr: un
de a p: FOX 1
mación 1 OS
de 1 ep Jl esentante. Ss d el
la sensibili d ad ilustre ada.
a. Sin
1 hal ar
p ensamiento con fesional a mente, difundieron a gran escala las perspectivas y los valores antes descritos:
d e verd 2 adera desc
escrist
la libertad de pensamiento, el derecho a la crítica, la superioridad de la toleran-
1Stiani
S ianización >, ha y q ue su -
brayar una tenden
encia
c bastante extend 1 da a 1 lali mitación
sas habitua
: les y al descen so
5 de las unciones re 1g10- cia sobre el fanatismo y la necesidad de poner remedio a las injusticias o defor-
d de la asisten
5 e cia a lasS Mismas
Ss .
las prácticas devota:
votas sufrieron un
En d 1versas region
£ es maciones sociales.
retroce
etroce: so clarc O, yy se se intentó
end:
ciendo, O: ej e mplo,
por e
reuni ones «il ustr
Ñe eno varl as introdu
ren d - El movimiento francés de las Luces no constituyó un frente compacto, sino
s adas» con
un conjunto —bastante coherente— de impulsos en distintas direcciones: desde
canto:
MATOS l túrgico
gl sS e a vez Z de 1 OSS

Las L uces penetraron en el mundo alemá el deísmo hasta el materialismo y desde el anticlericalismo hasta el empirismo. A
ná tanto en los ambientes católicos
medida que este movimiento se desarrolló y tuvo éxito se hizo más radical, casi

169/250
342 EL SIGLO XVHI LA EDAD DE LA ILUSTRACIÓN 343

intolerante con los adversarios, y se orientó a reformas, incluso políticas, cada Estado totalitario o de nueva dictadura (que atenuaba o hacía desaparecer las ins-
vez más extremistas, al menos en teoría. Quizá los extremistas del pensamiento tancias representativas intermedias), en que la voluntad general siempre tenía ra-
francés germinaron más vivamente en el extranjero. Es el caso de la posición de zÓn y debía prevalecer.
Montesquieu en matería de Derecho penal y a favor de sanciones más moderadas. Basándose también en esta visión, la mentalidad de Rousseau no aborrecía
Publicado en 1764, el libro de Cesare Beccaria titulado De los delitos y de las pe- de hecho la perspectiva de un vuelco total del sistema político existente. Aunque
nas desarrolló de modo vigoroso y eficaz las tesis ilustradas sobre este tema y en la segunda mitad del siglo xvII, y mucho antes de la revolución americana o
tuvo gran-resonancia, como confirma su traducción a veintidós lenguas. Según el francesa, no fue el único en pensarlo, Rousseau sostenía que el orden estableci-
teórico milanés, las leyes y las penas tienen como fin permitir a la sociedad una do estaba sujeto a trastornos inevitables y radicales. Entre otras cosas, en efecto,
convivencia más ventajosa: por ello las penas deberían adecuarse al progreso de escribió: «Nos aproximamos a una condición de crisis y al siglo de las revolu-
la sensibilidad y disminuir de intensidad con la consolidación del sentido civil ciones». Ya el anticlericalismo que había madurado entre sus contemporáneos
colectivo. estaba convirtiéndose cada vez más en vehículo y expresión de un ataque en pro-
De Ginebra salió una aportación ulterior y mucho mayor a las Luces france- fundidad contra el Ancien Régime, y en cierto sentido era uno de los trámites en-
sas: la de Jean-Jacques Rousseau (1712-1778). Tras destacar a partir de 1750 tre las ideas de las Luces y la incitación a actuar en el terreno práctico. Era tam-
con un Discours sur les sciences et les arts, ejerció la mayor influencia con su bién muy consciente de ello Turgot, que soñaba sin embargo con una inminente
Émile y sobre todo con el Contrat social (1762). El pensador ginebrino aportó a nueva Edad de Oro. Hombre de su tiempo en mayor medida que Rousseau, Tur-
la llustración de mediados del siglo xvIH la contribución más original y atrevi- got siguió siendo un promotor del absolutismo ilustrado. Propugnó ciertamente
da, y además repleta de repercusiones posteriores en el plano político. Este pen- la eliminación de las supervivencias feudales en Francia, así como la instaura-
sador ilustrado adoptó de lleno ideas que ya estaban en circulación, reelaborán- ción de la igualdad jurídica de todos los ciudadanos. No obstante, consciente de
dolas en un conjunto no exento de contradicciones, aunque de innegable eficacia la urgencia de romper el sistema político ya superado que aún estaba en vigor,
por sus consecuencias. Rousseau vio también en el hombre a un ser originaria- propuso sobre todo dejar sitio al advenimiento de un grupo liberal y burgués, no
mente bueno y generoso, al que el Estado existente impide ejercer su virtud na- revolucionario en sí mismo.
tural. Por un lado, pues, según aseguraba, era necesaria una educación adecuada Turgot llegó también a situarse en el espacio intermedio entre la vertiente del
para poner coto al egoísmo que se ha apoderado de todos. Para ello era preciso reformismo y la de la revuelta. Para él, esta última se traducía en un cambio pro-
eliminar en la mayor medida posible el influjo del ambiente en el desarrollo del gresivo de las relaciones existentes, y por consiguiente en una especie de revo-
hombre, a fin de impedir la deformación de su personalidad. Por otro lado, a es- lución guiada desde lo alto. Lo cual no evitó que su breve gobierno cayera pre-
cala colectiva, el ilustrado ginebrino buscó un orden social «mediante el cual cisamente el día de la Declaración de Independencia norteamericana. Tras las
cada uno, aun uniéndose a todos, sólo obedezca a sí mismo sin quedar menos li- reivindicaciones económicas que como ministro había querido hacer valer en
bre que antes». vano, se perfilaba el deseo ya apremiante de una «constitución». Esto era tanto
Se trataba entonces de saber quién sería el nuevo soberano y cómo debería más claro cuanto que para Turgot la legitimidad del rey y la justificación de su
funcionar su autoridad. Rousseau sostuvo que el soberano había de ser la volun- poder no se basaban ya en un derecho divino o dinástico personal. La autoridad
tad general: ésta no debía ir en contra de los miembros de la sociedad, precisamen- soberana podía ser considerada válida sólo si el monarca se movía dentro de los
te porque había sido expresada y formada por ellos por medio del voto directo (ex- confines trazados por un derecho procedente de la moral. Semejante supremacía
cluyendo a la clientela política y a los partidos ya en el seno del Estado). Pero esta reconocida a la moral podía también convertirse en un aval para un vuelco polí-
voluntad general resultó absoluta y capaz de otorgarse a sí misma la ley. Sólo en tico. Los ilustrados, en efecto, estaban de acuerdo en quitar al rey sus atribucio-
potencia, en efecto, el pueblo seguía siendo soberano y confería la autoridad a un nes tradicionales y en considerarlo ante todo como un hombre. Esto implicaba
poder ejecutivo. La libertad superior que cada uno hubiera alcanzado haciendo que el derecho de decisión política, hasta entonces reconocido exclusivamente al
*“confluir la propia voluntad en la voluntad común, implicaba la renuncia del hom- soberano =—al menos en el continente—, podía extenderse a todos los represen-
bre a su igualdad y libertad naturales. Convertido en ciudadano de una comunidad tantes de la sociedad en tanto que hombres, sobre la base de la legitimidad moral
política conformezal contrato social, el hombre acababa disponiendo sólo en apa- (de hecho, ética y política) de que cada uno de ellos era portador. No hay que ex-
riencia de la voluntad general, que en realidad eraadministrada alternativamente trañarse, pues*de que Holbach escribiese: «El poder soberano no es sino la gue-
por determinados jefes. Éstos últimos tenían que ejercer el poder real como si fue- rra de un individuo contra la totalidad en cuanto el monarca va más allá de los lí-
se la expresión del consenso universal. Por consiguiente, si bien la concepción de mites que le han sido asignados por la voluntad del pueblo». Era un punto de vista
Rousseau politizaba de modo acentuado la participación de cada uno en la vida diferente del de Rousseau, aunque no contribuyó menos al derrocamiento del ab-
colectiva, de hecho dejaba a los individuos un escaso margen de derechos indivi- solutismo en Francia. Se traslucía ahí una filosofía de la historia en virtud de la
duales. Tras intentar unir estrechamente moral y política, legó a una especie de cual, en nombre de una especie de tribunal y de instancia moral existían condi-

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344 EL SIGLO XVHu
LA EDAD DE LA ILUSTRACIÓN 345
cioneos para E lar un proce
para entab Ces cesso al siste
j ma ma polít
polític
ico exist
1 ente. Además,
de CS .premo era el bienestar del indiv la id las franquicias, las instituciones y las tradiciones locales. Se trataba de inmuni-
iduo, junto con el de todos, no
ad : E consecuencias políticas So dades feudales y eclesiásticas, de residuos de las antiguas administraciones, de
de la mayor importancia concebibl
ANA o
ZUTO; EDO! sobre todo en Francia, pe autonomías ciudadanas, etc. Planteando el problema del Estado en términos nue-
Í la Encyclopédie de Dider dd ot y
PAIDa Icación se inici
inició vos, la Ilustración abrió el camino a una realización más sistemática de los obje-
ó en 1751 -— ejercjerció
ió una influ
1 encia
ANSIA : entido de una ilust pro- en efecto, estaban convencidos en principio
tivos del absolutismo. Los ilustrados,
ración radical. Interrumpida al
ii a añossiguiente a Te tener el deber
de que el poder absoluto era capaz —adémás 3 proporciónar
en a por la revocación tácita del
decreto que la había
. ENDpueda considerársele en coni bienestar a los individuos. Volviendo a poner esa amplia confiánza en el Estado
¿Onjunto como una máquina j
aba un repudio del sistema político de ilustrado, les parecía a ellos algo natural confiarle el mayor número posible de
Régi
2 me. Prohibi y social del Ancien * funciones. Así, las innovaciones del absolutismo ilustrado podían ser acogidas
ibido de nuevo ofici
Aci almente, el gran diccionario fue
clandestini
A : editado en la favorablemente, aunque se llevaran a cabo de modo despótico, siempre que se
ado a partir del tomo octavo. Su mayor
promotor, Diderot (1713-1784) salvaguardara la libertad de conciencia. Por consiguiente, el Estado absolutista
ralismo con fuen, Poo del deísmo al panteísmo, para aproximarse a
un natu. obtenía una existencia legítima cuando ejercía su poder realizando reformas ins-
dudarlo: «Estamos onto de carácter biológico. En el plano político escribió sin piradas en el espíritu de la época. Sólo al término de todo un proceso surgió la
libertad». Potenciaron as de una Crisis que acabará en la esclavitud o en la
de Claude-Adrian exigencia de poner límites al despotismo ilustrado mediante una constitución y
Perspectivas de las Luces francesas las aportaciones
un Parlamento elegido.
de este último titulada S eN (F 1771) y del barón de Holbach (f 1789). La obra Según la escuela alemana del derecho natural, aunque el soberano estuviera
losóficas,
El hacía más fá aca de la nature, además de formular audaces tesis fi-
autor >ubrayaba . cil la consolidación de nuevos valores morales y políticos por encima de las leyes, tenía que respetar los derechos fundamentales del súb-
dito (vida, propiedad, libertad). En Francia se sostuvo que el monarca era ilus-
nía que éstas podí Importancia de realizar enérgicas reformas, aunque s soste _
Podían realizarse mucho mejor por obra de los príncipes que trado cuando basaba su propia conducta en principios queridos por la naturaleza,
La coyun
yuntt ura francesa de e las «Luces» estab es decir, en el conocimiento de las verdaderas leyes del orden social. Por consi-
a cambiando visiblemente y pa
guiente, cuando procedía para el interés supremo de la sociedad, el absolutismo
era legal y estaba autorizado a ejercer un poder sin límite de extensión ni de in-
tensidad. El súbdito casi era considerado un alumno: ninguna fuerza tenía dere-
Ie lA AIDA a propósito de los colonos suble cho a ir contra la acción soberana inclinada al interés común. Se ha calculado que
ero
vados en 1780, en el conjunto de Europa, el Estado dispuso de medios cuatro o cinco
humano: esS también 1 a nuestra.» Se
entr ev eía el d erro:
TYOCAmuLe nto d el 1 siste
sistema estata
est tal
veces superiores a los de un siglo antes.
¿Cómo construyó su edificio el absolutismo ilustrado? ¿Sin un proyecto pre-
absolutista
a travé vés d e 1 ataque in -
de aban aa la moral «uniniversal»
que el Estado habí
o cen azar y dificultar. En cierto sentido, establecido y bajo el estímulo de las necesidades inmediatas o bien según crite-
en la «revolución» ——de 2
mm só rICana-— ya nmno Sse quería v er una rios bien definidos? El ministro austríaco Kaunitz (f 1794) sostenía que «para le-
2guerra civil,
¡
ivil, sinsi de
cumplimiento de postulados éticos
. La Ilustración estuv
á ] vantar un buen edificio era necesario derribar el antiguo». Pero ni siquiera los
a o en casi todo el continente europ
eoo entre Ancien Régime y trast
el monarcas que pretendieron llevar su actuación más allá llegaron ni quisieron lle-
cal. Había creído sinceramente orno radi- gar a tanto. Hay que reconocer que el absolutismo ilustrado se consideró con de-
en la posibilidad y en la efica
hechas desde arriba. cia de las reformas recho a proceder a la reforma con la routine tradicional, precisamente porque se
inspiraba en los principios de la razón. En el continente, la reforma Hlevada a cabo
desde arriba fue, al menos a principios del siglo xvIu, bastante tímida e incierta
4. EL ABSOLUTISMO Y LAS REFO
RMAS (con la destacable aunque parcial excepción de la obra de Pedro el Grande, en
Rusia). Sin embargo, Ludovico Muratori (+ 1750) ya determinó tres direcciones
di
Con la tra yectoria
di de las Luces que hemos evocado a lo largo de las cuales tendría que moverse la acción reformadora. Al cuidado del
. - aquí rápidamente coinci
dieron de hecho las traye ctorias de > las demandas de la nueva bienestar de los súbditos (respetando sus opiniones y creencias), Muratori añadió
sociedad y de e l las la oportunidad de mejorar el derecho mediante la codificación y la reivindicación
de la independencia de la esfera estatal respecto de la eclesiástica,
No hay que olvidar, desde luego, que los distintos poderes absolutistas
europeos del siglo XVII nunca renunciaron a la prosecución de una política de
hegemonía ni a una competencia internacional exenta de prejuicios. No obstan-
te, la inserción del doctrinarismo «filosófico» actuó especialmente sobre la ges-

l
!
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346 EL SIGLO X VIH LA EDAD DE LA ILUSTRACIÓN 347
ción de José 1 (f 1776) y de su ministro Sebastiáo José de
tión interna de los gobiernos. Esto fue particularmente visible en la política Carvalho, marqués
de Pombal, que fue depuesto y procesado inmediatamente
económica en cuyo ámbito se intentó superar las angustias de la visión mer- desaparecido el so-
berano. España destacó al principio por sus iniciativas culturale
cantilista a la luz de una concepción más orgánica obediente a principios gene- s. En 1711 se
creó la Biblioteca Nacional de Madrid, en 1724 se fundó la Academia
rales. La fisiocracia, o dominio de las leyes naturales, fue la teoría de Frangois de Me-
dicina y en 1738 la de Historia. Carlos UI de Borbón, a quien ya
Quesnay (+ 1774) y luego también de los enciclopedistas. Según esta concep- se ha visto ac-
tuar en el reino de Nápoles, pasó en 1759 al trono español, que ocupó
ción, la función del Estado era secundar las leyes de la naturaleza dejándoles la hasta
1788. La tenaz voluntad renovadora de aquel monarca tuvo mejor
máxima libertad para explicarse. De la proclamada libertad de trabajo y de in- fortuna en
tierras ibéricas, donde no le faltaron obstáculos. El personal
tercambio se derivaban a la vez la abolición de los viejos vínculos corporativos eclesiástico es-
pañol del siglo xvnr suponía principalmente un gran poder
o mercantilistas y el retorno a la tierra y a la agricultura. En el momento y en la de resistencia y de
inmovilismo, con sus 66.000 sacerdotes, 85.000 frailes y monjas
medida en que encontraron acogida por parte de los soberanos, las voces de los (en 3.000 con-
ventos) y 25.000 sacristanes y acólitos. Carlos HI limitó el
«filósofos» inspiraron los criterios directivos de su conducta. Un poco más tar- número de los sa-
cerdotes y de las cofradías y destruyó el poder de la Inquisición,
de, en este mismo ámbito, Adam Smith pareció menos preocupado por reivin- además de dar
un duro golpe a los privilegios del clero, cuyos bienes fueron sometido
dicar los intereses agrícolas a fin de insistir en la salvaguarda de los intereses s al fis-
o co. Mientras que entre 1769 y 1789 se llevaba a cabo una reforma
industriales. de las uni-
versidades, los poderes de los órganos centrales del Estado
Aunque a menudo resultaban débiles o precarias, las reformas de las distin- aumentaron y se re-
dujeron los de las Cortes. Pero a los esfuerzos del Borbón por
tas monarquías continentales se fijaron sobre todo en los privilegios de la no- crear una
administración gubernativa eficiente se opusieron seriamente
bleza. En el reino de Nápoles, Carlos II de Borbón (1734-1759) no se atrevió a los representan-
tes de los grupos sociales privilegiados, que también lograron
aceptar la propuesta de suprimir los privilegios y las inmunidades feudales; sin echar por tierra
otras tentativas de reforma.
embargo, logró limitar los arbitrios sobre los vasallos y someter a tributo a los
Lejos de encontrar su impulso en la monarquía, como sucedió en
propietarios de tierras. Al inicio de su reinado, de unas dos mil tierras feudales otras partes,
el movimiento reformador francés encontró en ella a menudo
pocas decenas dependían directamente de la corona: tras décadas de luchas, las incomprensión
e incluso desprecio. Luis XV y Luis XVI permitieron que la nobleza
tierras del Estado ascendieron a unos cuantos centenares. A partir de 1739, el rey conservase
sus prerrogativas feudales frente a sus súbditos y que el clero
Borbón intentó mejorar el funcionamiento del foro mercantil instituyendo, aun- mantuviera sus in-
munidades. Se ha observado, además, que incluso los cuerpos intermed
que sin demasiada aceptación, una Magistratura Suprema del Comercio. Tras ios fran-
ceses (desde los Estados Provinciales hasta los Parlamen
haber concedido a los judíos el libre ejercicio de sus actividades en su reino tos) acabaron consti-
tuyendo una fuerte rémora para el cambio, oponiéndose delibera
(1740), Carlos MI firmó con Roma un concordato (1741) que limitaba los privi- damente a los
estímulos de las Luces. Así, antes de 1763 las estructuras de Erancia
legios y las inmunidades del clero. Además, se suprimieron diversas órdenes re- apenas ha-
bían sido rozadas por las ideas reformadoras, y después tampoco
ligiosas y sus bienes fueron incautados. Pero esta política de reformas bastante se hicieron pro-
gresos apreciables. Hay que observar, por lo menos, que al igual
precoz sufrió pronto las repercusiones de la guerra de sucesión austríaca. A par- que en Nápoles,
en España, en Portugal y en Austria, también en Francia se procedió
tir de 1744, a cambio del apoyo proporcionado al soberano en el plano militar, en la segun-
da mitad del siglo xvi a la expulsión de los jesuitas.
la nobleza napolitana logró obtener del rey la restitución de sus posiciones de
. Aunque en Prusia faltó también una auténtica reforma modernizadora,
privilegio. Fe-
derico II no permaneció inactivo. Su objetivo primario era mantene
Más estable, aunque menos audaz, resultó la acción reformadora realizada en r el antiguo
orden social y la relación de dependencia entre campesinos y señores.
la Toscana por la familia Lorena (que había sucedido a los Médicis en 1737). La No obs-
tante, defendió a los primeros de las arbitrariedades de los segundos
publicación de la mayor parte de los libros se sustrajo en 1743 al parecer del cen- y les favo-
reció en la fase de saneamiento de las ciénagas o de colonización
sor eclesiástico y quedó sometida a la autorización de un laico. En 1749, los ma- de las tierras
conquistadas en Polonia: Ciertamente no dejó penetrar las Luces en
yores procesos penales aún instruidos por los jueces de los propietarios de tierras los cuarte-
les, pero reformó el Derecho penal según las nuevas exigenci
pasaron a estar bajo el control de jueces estatales. Tras una ley que imponía al as humanitarias.
príncipe el recoriocimiento de los títulos nobiliarios a 750), en 1764-1765 se dic- En el plano económico, Federico HI se atuvo a los criterios mercantilistas
y si-
en particular el del trigo (refor- guió los dictámenes de la fisiocracia sólo cuando ello le parecía
taron disposiciones para liberalizaFel cOmiercio, útil para su Es-
tado. De todos modos, creó ministerios especializados, desde el minero (1768)
ma llevada a cabo en 1775). La Toscana fue, además, la primera en Italia que su-
al forestal (1770); reorganizó además la ceca y la banca nacional,
primió las antiguas corporaciones de artes y-oficios (1770). En 1786 pasó lo así como los
monopolios del tabaco y del café. En la esfera religiosa, en
mismo con la pena de muerte, la tortura y la confiscación de los bienes del reo, su calidad de prín-
cipe protestante siguió siendo celoso de sus prerrogativas e
así como con el delito de lesa majestad. intentó extenderlas
también a sus súbditos católicos. El monarca prusiano, en
En Portugal, las iniciativas reformadoras dependieron sobre todo de la ac- fin, proveyó a las ins-

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348 EL SIGLO XVHI
LA EDAD DE LA ILUSTRACIÓN 349
tituciones de una clase judicial prepa
rada e independiente y reformó el
eN en función de las nuevas Derech a la tierra de los vínculos que los oprimían, José Y quiso poner fin a la servidum-
necesidades económicas y socia
sor les. La codifica, bre de la gleba en todos sus dominios. Empezó por Bohemia y Moravia hacia fi-
IÓ Impuso un derecho común por encim
a de las múltiples nor- nes del año 1781, extendiendo la reforma basta la Polonia austríaca al año si-
Más consistentes fueron las refor guiente e inmediatamente después hasta Estiria y Carintia. Las medidas de censo
mas en los territorios del imperio
Habsburgo. Al igual que Federico de 1 que acompañaron a tales disposiciones de liberación suscitaron la rebelión de los
IL María Teresa no modificó las
antiguo régimen y dejó en pie la estru base del burgueses y de los propios campesiños en Hungría y en Traiilvahia (verano de
ctura social y política que había hered
do. Pero el gobierno austríaco se 2. 1783). En vez de proceder gradualmente, el emperador pretehdió transformar
mostró notablemente consciente dé
cesario era un proceso de moderniz cuán ne. de un plumazo situaciones seculares no sólo disminuyendo los poderes de la no-
ación in crescendo.. Así, se aumentó
der de los despachos de cada distri el bleza, sino además recomendando a los aldeanos dejar la tierra y dedicarse
to (Kreisámter) para convertirlos
de funcionarios imperiales— en uno —a manos a otros oficios. Así, la revuelta se produjo de nuevo en Transilvania y se extendió
de los principales ganglios de toda
ganización administrativa del Estad la hasta Valaquia en 1784 y 1785, siendo duramente reprimida. José H puso fin ade-
o. María T eresa reorganizó tambi
cito, instituyó un organismo comp én el ejór. más a la obligación de los judíos de permanecer en sus guetos y de llevar signos
etente para la política exterior y
to tiempo logró concentrar en un durante cier. distintivos en la ropa (1781), así como al monopolio de las corporaciones. No
nuevo Directorio las competencias
dl lerías austríaca y bohemia. En d las dejó de unificar y modernizar los códigos de leyes ni de introducir un tributo ge-
1760 este Órgano fue sustituido por
ensedo de Estado (Staatsrat) cuya funci un neral para todas las clases sociales.
ióón era tratar
ta los problemas interiores El soberano Habsburgo no impresionó menos con sus reformas eclesiásticas,
o El gobierno de María Teresa supo que se produjeron una tras otra, impregnadas del racionalismo ilustrado más lai-
también actuar de acuerdo con la
ción lombarda y secundar sus punto Hust co. No soportaba la inmunidad del clero ni sus vínculos con Roma: todo tenía que
s de vista. Una innovación más bien
cional y base de toda futura reforma o. ser nivelado y sometido al Estado. Así, sometió las bulas y los breves papales a
fiscal fue el Catastro geométrico lomba
deseado precisamente por la emper rdo, la aprobación gubernativa, se reservó el nombramiento de los obispos y conside-
atriz y realizado por el conde de
catastro lo elaboró a lo largo de casi Firmian. E 1 ró alos eclesiásticos como funcionarios públicos. Convencido de que las órdenes
una década (1750-1758) una junta
por Pompeo Neri. Esto por una parte residida religiosas contemplativas no eran más que una pandilla de ociosos, con un solo
provocó una reordenación administra
por otra supuso un golpe importante tiva ; edicto suprimió los conventos de cartujos, camaldulenses y eremitas, además de
a los privilegios de clase, al exigir
ciera constar la riqueza en propiedade que se hi las monjas franciscanas, capuchinas, carmelitas y de Santa Clara (febrero de 1782).
s de tierras para conseguir una fisca
más equitativa. Así se uniformaron lidad Como el ejercicio del ministerio sagrado debía estar de acuerdo con las directri-
autonomías y particularismos ciuda
suprimieron las diferencias entre las dano ces estatales, el monarca hizo implantar seminarios dirigidos según las nuevas
provincias y se puso fin, desde lue
desequilibrios entre la ciudad y el campo 4 os corrientes «filosóficas». La liturgia no escapó del ardor del monarca. Se limitó el
. En Lombardía, la obra de José. Y
a significar más tarde el fin de la supre 1 s; horario de rezos, se reformó el ceremonial de los servicios divinos, se fijó el nú-
macía patricia. Pero el emperador no
extender el catastro a sus 1 sr6 mero de cirios de los altares, se prohibieron las peregrinaciones y se obstaculiza-
otros dominios: decidido sólo
poco antes d
rición, el proyecto nunca se realizó. d oa ron las comuniones y confesiones frecuentes. Incluso se suprimieron las ceremo-
Mientras que María Teresa fue una : e nias fúnebres y el matrimonio se redujo de sacramento a simple contrato civil
gran reformadora aun siendo adver
nueva «filosofía», José H fue un segui sa a 1 disoluble con el divorcio. Se llegó a prescribir un catecismo de Estado, mientras
dor consecuente de ésta. Ciertament
tentó diferenciar sus reformas y reali e ¡i . que los libros de plegarias fueron censurados para modificarlos según las ideas de
zarlas en momentos distintos en las
regiones de su imperio. Esto le salió diversas las Luces. Pietro Tamburini y Giuseppe Zola, teólogos jansenistas de la Univer-
mal sobre todo en los Países Bajos
cos, donde estalló una revuelta contr austrí : sidad de Pavía, defendían la política eclesiástica de José IL. Ésta comportaba la
a las medidas eclesiásticas y administra
impuestas por él (1787). El emperado tivas supresión del latín en buena parte de la liturgia, la admisión de los no católicos a
r tuvo que recurrir al ejército y
unos meses llegó a un compromiso. al cabo de la ciudadanía, a los cargos civiles y a las dignidades académicas y que se diera se-
Este soberano, no obstante, es 2 único
fue verdaderamente un campeón de : pultura a los hebreos y a los ateos.
las Luces, convencido como estaba
misión era ejercer hasta el fondo su de qu -su El absolutismo ilustrado llegó al Báltico, y en especial a Suecia y a Rusia. En
propio poder para realizar elbienesta
pueblo (tal como él lo concebía). r del Suecia, Gustavo HI (1772-1792) decretó una nueva constitución que ponía al ga-
Pero su obra pretendió en realidad
suma de obstáculos interpuestos por derribar 1 binete regio en posición central, dio impulso a una política de cuño liberal y abo-
la pléyade de particularismos y de
g105 que reinaban todavía en el abiga rivil : lió la tortura. Mientras se instauraba de modo gradual la libertad de prensa (1766
rrado organismo de los Habsb €
no quedó mucho de esta A que y 1774), se dictaron disposiciones a favor de la minoría católica y de las comuni-
labor tras su muerte.
Fisiocráticamente convencido de que as dades judías urbanas. En Rusia coexistieron casi ignorándose dos mundos: el de
era necesario liberar a los campesin
os y la masa campesina hundida en una dura servidumbre y el de la elite que gravita-

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350 EL SIGLO XVII
LA EDAD DE LA ILUSTRACIÓN
351
ba en torno a la corte. Catalina HU (1762-1796), en efecto, no parecía gobernar ver- instituido en Viena por los jesuitas en 1735 fue
seguido en territorio austríaco
daderamente sobre aquellos 15-20 millones de campesinos que dependían de unos por los de Graz, Tyrnau y Kremsmiinster. Con
las investigaciones astronómicas
cien mil propietarios de tierras y en parte de algunas decenas de miles de a están relacionadas también las referentes a la edición
narios. Con todo, la emperatriz inició en 1775 una reforma administrativa basada
sistemática de los grados
longitudinales del globo terrestre. La primera operac
en distritos (de entre 20.000 y 30.000 habitantes) reagrupados en cincuenta pro- ión de este género fue lle-
vada a cabo en 1733 y 1734 por Giacomo Cassini
y Gian Domenico Maraldi,
vincias (gubernii). El jefe administrativo de cada distrito lo elegía la nobleza, que que tomaron como base el paralelo de París. La
tenía derecho a sus propios tribunales, distintos de los reservados a los comer- precisión de los puntos de re-
ferencia astronómicos caracterizó también la obra
del geógrafo Guillaume De-
ciantes y de los destinados a los campesinos libres, En 1785 se promulgó na car- lisle (f 1726). Además, Johann Michael Frantz
(t 1761) elaboró un sistema car-
ta de la nobleza rusa que le daba derecho a reunirse en asambleas en cada istri- tográfico original.
to y provincia. De este modo los nobles se asociaban al aparato a o Si la mecánica celeste representó para el siglo xvu
consejos estaban facultados para nombrar a los titulares de los cargos públicos y el trámite ideal para la for-
mulación matemática del universo, la pasión
del siglo siguiente fue sobre todo el
para presentar los informes. conocimiento de la tierra y de la vida. Así,
tomaron la delantera las ciencias de
la naturaleza, de carácter tipológico y descriptivo.
A Robert Hooke se debe la pri-
mera mención de la célula, que aquel científico entrevi
5. LAS CIENCIAS, LAS ARTES ó primeramente en el azú-
car (1667) y luego en muchos otros vegetales;
utilizó también el microscopio
para el estudio de los animales fósiles. A.
Leeuwenhoek (j 1723) se especia lizó
No tendría que haber motivo para poner el siglo XVII por encima, Pe en la exploración óptica de lo infinitamente pequeñ
o y sus descubrimientos tu-
plo, del siglo X11 por el valor de sus descubrimientos científicos. Pero en o se o vieron resonancia europea. Mientras Carl von Linné
XvIn se produjo sin lugar a dudas un entrelazamiento de gran ón oo re lo 5 (t 1778) perseguía una cla-
sificación rigurosa del reino vegetal y animal,
om ve a Georges-Louis Leclerc, conde de
progresos del conocimiento de la naturaleza y la reflexión sobre el Buffon (f 1778), proponía las primeras hipótesis
como una amplia compenetración entre muchos resultados científicos y la a serias sobre la duración de las
eras geológicas. Lazzaro Spallanzani (+ 1799)
profundizó en el estudio experl-
cotidiana. En sentido lato, pues, puede decirse que la cultura estuvo relaciona la mental de la fecundación y Friedrich Wolff mereci
os ó por sus trabajos ser definido
mucho más que antes con los datos que proporcionaba la ciencia. A esto como el padre de la embriología descriptiva.
buyeron, obviamente, el grado más alto de educación y la pon e los En Inglaterra, ya en el período de la Restauración
productos de prensa e imprenta. En el transcurso del siglo xvIn los li ros Circu- del siglo x vt el interés por
la medicina, la física y la química formaban parte
laron casi diez veces más que antes de 1680, lo que sin duda fue favorecido por de la moda del bel mondo. La
posterior Ilustración se propuso incluir los conoci
el descenso del precio del papel. En torno a 1725 la zona que comprendía pra mientos científicos en el plano
de la divulgación. Fontenelle destacó en este aspecto
cia, Inglaterra, Holanda y Alemania producía cerca del 90 por 100 de mos 1 mos con sus Entretiens sur la
Pluralité des mondes (1686) y Francesco Algarotti
europeos. En el mundo editorial la moral y la metafísica dominaban aún e pa se hizo célebre por ll newto-
nianesimo per le dame (1737). A partir de mediados
rama literario, mientras que la medicina se imponía con respecto a las otras se del siglo xvi se empezaron
a dar conferencias de tema científico en las mayore
cias; pero las artes «liberales» se distanciaban claramente de la agricultura y le s ciudades. Sobre medicina
hubo muchas, especialmente en París, Londres
y Berlín; en la capital prusiana,
las artes «mecánicas». La prensa progresó también desde el punto de vista técni- participaron en ellas en primera fila miembros de
co: basta recordar el rodillo automático para entintar introducido por William Ni- la casa real y ministros. Ade-
más, fue precisamente la demanda creciente de
cholson. Por otra parte, no hay que descuidar el papel muy notable desempeñado las clases más ricas lo que hizo
aumentar el número de médicos competentes. Éstos
cademias. empezaron a interesarse tam-
. bién por las poblaciones rurales, donde se intentó
e En el siglo XvuI se iniciaba la subdivisión del saber científico en eos introducir escritos sobre las dis-
tintas enfermedades y su remedio mediante sus
singulares y concretos de investigación, exactamente delimitados, de os que respectivas terapias. En algunos
países —como Holanda y Austria— se utilizaron
hasta entonces no se había sentido necesidad. De este período, por ejemplo, es de modo habitual las predicacio-
nes para extender la vacunación en el medio rural.
la separación definitiva de la química respecto de la alquimia, gracias sobre En Nápoles, Sicilia y algunos
países sudamericanos incluso se acudió en proces
todo a. los descubrirgientos realizados en.el, primer campo. De todos modos, si ión al encuentro de los porta-
dores de la vacuna. Por otra parte, hay que destaca
se quiere indicar la referencia principal del conotImiento ilustrado de e reali- r el aumento de humanidad en
la asistencia de los enfermos mentales, en la
dad, hay que concretarla ante todo en la astronomía. La aparición de observa- construcción de cárceles que res-
pondieran a requisitos higiénicos y en la ubicaci
torios astronómicos revela el ascenso de Alemania en este sector. Al observa- ón de los cementerios fuera de
los perímetros urbanos. La odontología como
torio de Berlín (1700-1701) se unieron, en efecto, los de Núremberg, a disciplina científica nació también
en la primera mitad del siglo xv.
Magdeburgo, Kassel, Giessen, Mannheim, Altdorf, Schwering y Wiirzburg. En cierto sentido puede afirmarse, además, que
el siglo xv1m descubrió la tec-

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352 EL SIGLO XVII
LA EDAD DE LA ILUSTRACIÓN 353
nología. De hecho, del aprendizaje por inform
ación oral o por experiencia visual
se pasó al aprendizaje por los libros y a las se puede dejar de mencionar la mayor creación urbana de las Luces, sa peer
enseñanzas institucionales. En Fran-
cia, el mayor vivero para la formación y difusi burgo, aunque no pudo permanecer fiel a una sola concepción estética. A
ón del progreso tecnológico fueron
los ambientes del ejército, y en particular núcleo de la ciudad, todavía barroco, fue promovido por el arquitecto tanano
las escuelas militares y de artillería.
Francia desarrolló una función importante en la Domenico Trezzini (+ 1734). Corresponde a Bartolomeo Francesco Paro i E
transformación científica por me- :
dio de las grandes escuelas de ingeniería, 1771) el triunfo del barroco colosak+eon el Palacio de Invierno y e Pa o
que sirvieron de modelo en la épaca- e a
para las de Rusia, Austria y España. Por lo que Verano, además del de Tsarkoie Selo (1752) y de la Perspectiva N $ sr e
se refiere a la manufactura de los pen
instrumentos de precisión, el primer lugar talina UI quien hizo completar el conjunto de su capital. Hay que De tam
lo ocupó Holanda hacia 1750, siendo
luego superada por Inglaterra. la moda de las plazas monumentales francesas, destinadas a servir de o
0 : Esa moda se siguió desde Copenhague hasta Lisboa,
Como ya se ha mostrado antes, el paso del siglo una estatua del soberano.
xvi al xvi no es muy per-
ceptible en el plano de las bellas artes, en las donde tras un terremoto surgió una de ellas en honor de José L, en el centro co-
que se observa una continuidad no- o ,
table. En el plano de los valores estéticos se i erto.
sigue reafirmando la fidelidad a lo ES no ceo
antiguo, reinterpretado según los cánones del La ra urbana del siglo xvm es la primera de
Renacimiento italiano. En las dos 0
últimas décadas del siglo xvn había tenido colas, pues parece preceder globalmente a la misma industria textil. nro
lugar la conquista de la Europa cató-
lica y danubiana por el barroco italiano. El modelo cidental se dotó entonces de un riquísimo capital inmobiliario, cuyos arquitec 5
de Italia siguió siendo una de OS e
las claves de la estética de las luces, el ideal preferían la simplicidad y la gracia al fasto y a lo aparatoso. Esta
de lo bello que permanece fiel a los
criterios renacentistas. La doctrina de la solidar bana mejoró sin duda de calidad, al tiempo que se construyó más y mejor: 5 ten
idad total con el arquetipo italia-
no del siglo XvI fue formulada casi en todas dió a la uniformidad y se atenuaron las divergencias entre los diversos UN '
partes en la Europa del siglo xvi.
A la esfera de influencia italiana siguió perten vivienda. En Escandinavia, Polonia y Rusia la piedra no se impuso pera o os
eciendo en particular la Alemania en otros países empezaron a o un ps
católica. Obra de italianos o de artistas formad barrios residenciales de las ciudades;
os en sus escuelas son tanto las a
iglesias como los palacios y las fuentes de estilo las casas de piedra también en el campo. En la disposición ea de IVA
barroco. En esta área, entre 1680 ución AP
y 1720 impresiona particularmente la eclosió das por lo general ya no se observó mucho la simetría, y la da
n del barroco religioso. Esta arqui- nor oo
tectura militante, inspirada en Bernini y en Borrom cales se organizó de modo diferente: las estancias situadas en e
ini, se adapta a la apologética os
antifilosófica del siglo xvm1. La enorme difusió plejo pasaron a ser más pequeñas y más Numerosas. En las mora a
n de estas basílicas, iglesias aba- y ados
ciales y monasterios celebra la vitalidad o el todavía se podían distinguir las habitaciones destinadas a la osten ao
prestigio de la religión en esa área siguió sien o on
ampliamente dominada por los Habsburgo, actos de sociedad de las privadas. La casa del siglo XVI
El esprit de géométrie contribuyó a
asegurar la victoria del clasicismo. La edad de junto el espejo de una civilización tradicional. Cast por doquier se produjo
la Hustración aspiró a la claridad, escalinata simplemente representativa. _
a la abolición de los ornamentos considerados 1
inútiles, a la búsqueda de una ar-
monía simple y de proporciones calculables. delo avia imprimió a las estructuras materiales de los interiores familia.
Al cabo de una generación por lo
menos se pasó de un registro análogo a la res un modelo duradero: la vida se desarrolló en un nuevo escenario. La inven
exaltación de un ejemplo histórico de
modelo artístico. Se intentaba en particular recupe ción de las chimeneas desviadas permitió construir hogares menos Cnosos
rar los valores estéticos «uni-
versales» mostrados por Johann Joachim Winck y más eficaces a partir de las últimas décadas del siglo XVI. En los países no
elmann (+ 1768) en la antigúedad
clásica en su forma griega. El arte auténtico cos la estufa de cerámica se difundió en el siglo xvHu y triunfó en el siguiente. Ea
fue reconocido como suprema clari- O
dad y simpli cidad, como armonía perfecta. cama fue aligerada de sus superestructuras y los cortinajes se usaron
Se ha puesto ya de relieve que Joshua Reynol los interiores privilegiados hicieron su primera aparición en torno al año 0
ds (+ 1792), presidente de la Ro- a
yal Academy británica, desarrolló aún un el diván y la chaise longue; hacia 1720 aparecieron en las anos pa
conjunto de reglas artísticas proce- A od
dentes de la Italia del siglo xv1. Desde princip primeras bañeras. Nuevos tipos de muebles se consolidaron en el
ios del siglo xvHu la obra de Andrea pasta
Palladio ejerció una auténtica fascinación sobre mismo siglo: desde la mesa de billar (que se remonta a fines del siglo XVI
la arquitectura inglesa, y es In- Incluso la pintura, sigui o
glaterra la que aparece como un bastión del clasic la mesa redonda de salón y los sillones o butacas.
ismo al menos hasta mediados cada vez DAN
del siglo xvi. Entre las realizaciones urbaní el rastro de la holandesa del siglo XVIL, se dejó influenciar
stico-arquitectónicas de este período on y
hay que recordar la ciudad de Ludwigsburg. tendencia a representar la dulzura de la intimidad doméstica. A este propos
La primera piedra de su castillo se
puso en 1704 y la ciudad se desplegó luego que recordar al menos a Giovanni Battista Piazzetta (+ 1754), a Jean-Baptiste-
a su alrededor a partir de 1709. In-
crustada en un complejo sistema de fortificacione méon Chardin (+ 1779) y a Daniel Chodowiecki (+ 1801).
s, Mannheim fue a su vez re-
construida, mientras que Karlsruhe fue quizá
la ciudad residencial más típica,
surgida en 1715 por voluntad del príncipe
Karl Wilhelm von Baden Durlach. No

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354 EL SIGLO XVIH LA EDAD DE LA ILUSTRACIÓN
355
(1762), mientras que la Ópera «mági
ca» hizo su aparición gracias a Egidi
mualdo Duni (+ 1775). o Ro-
6. La MÚSICA
En los nuevos espacios teatrales en
forma de herradura las ondas sonoras se
menos en e o ada condensaban mejor y se difundían más
La vida colectiva no se desarrolló ciertamente libremente hacia el fondo de la sala. Pue-
s pla de considerarse arquetipo de los teatro
teriores. Una de sus mayores dimensiones era el tea ro, que s del siglo xvi el de Torre di Nona
edificio ao yen Roma, edificado por Carlo Fontana en en
-n do a difundir en el curso del siglo xvm como 1671. Por lo genera l, las salas del siglo
ión de convergenc
o i
genci: 2 - XvIK se inscribían en un rectángulo cada
truidoido expresamente para desempeñañ r la función vez más alargado, en el que el escenario
a. El siglo xvH1 destacó como 2 osas sa disponía de más espacio. Hay que record
edad fuertemente jerarquizad ar, sin embargo, que parte de los teatro
s
e a de la época siguieron inspirándose en el
renovada liturgia social. Pero el genio teatral que este se o Eo modelo de A. Palladio. Desde principios
del
a siglo xv la escenografía se había conve
taba íntimamente vinculado a la presencia ya la acción da ma Solo rtido en un arte de la perspectiva aplica
-
de teatro más auténticam ente prop oli da al escenario, además de usarse tambi
afirmado que la forma én en las naves de las iglesias. Pero el
PIO de la maquinaria, que predominaba en el siglo uso
ld musical. Este siglo se dedicó a la música, en su se xvxt, en el siguiente cedió su pues-
desconocid a en el barroco. Por primera vez no se sintió to a las exigencias musicales prioritarias
<n unan dida . Por otra parte, la arquitectura escénica
fuerza capaz de atraer el interés de los intelectuales, sino tam-
ya no se vio de frente, sino de escorzo,
Ponte Como UN produciéndose un aspecto fantástico de
inmensidad. Es propio también del siglo
Den como Un factor de educación de los sentimientos y de la formación cl XVI el uso de la oscuridad en la sala
an-
eng, tes de comenzar la representación.
ral. Este dominio de la música supuso que su presencia
el instrument o pri Po 1 Los ilustrados católicos reprobaban el
familias particularmente en la burguesa; exceso de pompa musical durante las
O funciones religiosas. La devoción prote
fue el piano. Como en el pasado, cultivaron la música a stante se expresó particularmente entre
las armonías, los acordes y los arrebatos
príncipes. sobre todo para su prestigio. En Alemania, por emp : de IRON místicos del Órgano, que fue la pasió
n
ANNE del siglo xvm. Una plegaria acompañada
intena de ellos pretendían disponer siempre de una orques por el Órgano se consideraba uno de los
e DD hitos eclesiásticos de la época. En Alemania, el repudio
te 1740 y 1780 el mejor conjunto orquestal de Europa estaba a del barroco musical se
Carlos Teodoro, sobre todo o po din Al o produjo inicialmente de forma más acent
y era el del elector palatino uada que en Francia e Italia. En las tie-
na os mm rras alemanas meridionales y danubianas
bohemio Johann Stamitz (+ 1757). En particular , hasta entonces bajo la influencia de
Pe NS maestros italianos, se produjo un cambio los
Austria y en el sur de Alemania se difundieron mue NON musical. La asociación de canto y órga-
a datos y dar ño en las funciones religiosas se desar
cales al aire libre, con serenatas y nocturnos al término rolló especialmente en la parte centra
l de
esp: Alemania. En la zona de Turingia y
los entretenimientos en el campo tampoco se concebían sin Sajonia, con Johann Sebastian Bach
(t 1750),
o o la música fue el único arte en que parti
úsica.
zas Un puesto bastante central era el que ocupaban cipaba todo el pueblo. Tras haberse con-
las ón solidado en el sur de Alemania, el Órgano
italiano del siglo xvi se fundió con el
, DN ópera e Órgano septentrional, de múltiples regist
ra. Al proporcionar un extenso campo de PAR ros, lo cual condujo a la construcción
de
TO fugas los grandes órganos de nuevo estilo.
favoreció una clara victoria de la música instrumenta . a LS
rodujo en Italia, con la eliminación de las redun > d e la Ds El genio musical de la Europa del siglo
xv tuvo necesidad también de nue-
o a o vos medios para expresarse. La edad de
demasiado elaboradas y del exceso de artificios. A Pietro la Ilustración otorgó un puesto impor-
la forma operística definitiva de las arias, encaminad a a p n pe tante a la música de clavicémbalo, al
tiempo que eran numerosos los clavi
AN balistas y los organistas (cabe recordar cem-
ve a elodía La presentación en París de La serva pana de que entre 1728 y 1740 Bach utilizó un
PO Ao ón órgano del Renacimiento restaurado
tista Pergolesi (f 1736) fue el centro de una hacía poco). El clavicémbalo era un
instru-
ITA e SIErOn, os mento de salón y de corte que se hizo casi
sores de la tradición local, capitaneados por Jean-P indispensable para la música de cáma-
- los partidarios del nuevo estilo italiano. A favor de e E e de io ra. Progresivamente fué sustituidó por
el piano con martinetes —inventado
año 1700—, más apto para traducir los matic en el
Rousseau, Diderot y d' Alembert, la corte y la reina. ra es de la nueva música. Este instru-
;
Scarlatti (+ 1725) locomaes-
a Mmento,no se difundió a gran escala hasta
XVI tuvo én Nápoles su capital y a.Alessandro la segunda mitad del siglo xvm. En
Cuanto al viólín, hacia fines del 1750 en
7 “tro princip al Tescr _ ibió más dé 115" ópera Francia era considerado con cierto des-
: e incipios s),
En los DEAN aparecieron te-- precio y considerado un instrumento popul
i de la ópera bufa, desde principi os de ese€ mismo si Ss nera ar; Italia, en cambio, supo apreciarlo
del Arte. Nacida en el siglo e a precozmente. Además, ya se ha visto
mas y personajes de la Comedi
Ps
SN a que el ambiente musical francés se
resistió
Smica alcanzó z sus mayores éxitos pop ulares en el sigiglo XVII gracias > ala difusión de las modas italianas hasta
los umbrales de la segunda mitad del
: : con Si-
formas de Apostolo Zeno (+ 1750) y de Metastasio. El drama sentimental
Y ) í
glo xvi. La aceptación del violín, y aún
mente relacionadas con un cambio de
más la del violoncelo, estaban íntima-
música fue creado por Jean-Frangois1 Marmontel con su Bergé ¿re des Alpes lp la sensibilidad. De esta transición fue
in-

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356 EL SIGLO XVI
LA EDAD DE LA ILUSTRACIÓN 357
térprete también Rousseau, que no sólo
prefería la ópera cómica a la Ópera seria pertos, particularmente en Inglaterra. El estilo de Haendel fue cosmopolita por su
sino que además —desde Francia hasta
Alemania— contribuyó a difundir el us. poder sintético y su arte exuberante y colorista. En él, el sentido de la naturaleza
to por la melodía como expresión espontánea
del lirismo individual. : es aún más manifiesto que en Bach, mientras que en numerosas de sus composi-
Arcangelo Corelli (f 1713) fue el precursor de
toda una serie de violinistas ciones se encuentran temas populares de varios países. Próximas a la sensibilidad
de primer orden, como Tomaso Albin
oni (+ 1733) y Giussepe Tartini (+
Frangois Couperin (F 1733) marcó el 1770) común y vivificadas por las fuentes folclóricas son en particular sus piezas de
paso de la gravedad del barroco a las for- música para interpretar al aire libre. De todos medos, este compesitor fue además
Mas graciosas y esbeltas del rococó. Coupe
rin experimentó con fuerza la in un gran hombre de teatro, autor de cuarenta óperas de estilo italiano notables por
fluencia de las sonatas de Corelli, en cuyo
honor compuso precisamente L'a- la calidad de sus arias y por el acompañamiento instrumental. Parientes de la ópe-
pothéose de Corelli. Este compositor francé
s fue organista de la capilla real ra y casi dramas sacros son sus treinta y dos oratórios, en que se ensalza la histo-
y maestro de clavicémbalo de varios prínci
pes. Su arte intelectual estaba domi- ría del pueblo judío. Inicialmente fueron concebidos para la escena, pero el clero
nado por un espíritu de orden y de equili
brio que disciplinaba la inspiración anglicano le impidió llevar al teatro aquellos temas bíblicos. Probablemente su
la imaginación. Bach hizo estudiar a
sus alumnos las obras de Couperin aun. obra maestra la forman sus dieciséis conciertos para Órgano, que entusiasmaron
que el gran músico alemán se remitiese
más aún a sus predecesores italianos: ya a sus contemporáneos.
a hasta Frescobaldi, desde Corelli hasta
Albinoni y Antonio Vi- En Francia fue Jean-Philippe Rameau quien llevó a su punto culminante la
Este último, maestro de música del Hospit ópera. El propósito de este artista era al parecer acercar a los oídos la naturaleza
al de la Piedad de Venecia, fue sin mediante un imponente aparato instrumental. El principio fundamental de su es-
duda el más genial de los violinistas y compo
sitores italianos del sielo xvIn Dejó tética era: «quien guía es la armonía, no la melodía». Fue precisamente mediante
cincuenta óperas, setenta sonatas y más de
400 conciertos, de una rara variedad la armonía como intentaba caracterizar a los personajes, evocar los lugares y ex-
riqueza de invención, Alessandro Scarlatti
(+ 1725), por su parte, en el plano de presar los estados de ánimo. Por su parte, otro gran autor de óperas, Christoph
la musica instrumental puso a punto el prelud
io sinfónico operístico, que resultó Willibald Glúck (t 1787), persiguió el ideal de la naturaleza aproximándose ya a
decisivo para todas las composiciones análog
as del siglo xvm en Italia Su hijo las formas del clasicismo. Con Orfeo y Eurídice, de 1762 —y luego con Alcestes,
Domenico (+ 1757) se impuso pronto en
Europa por sus ejercicios musicales o de 1767—, promovió una reforma dramática, liberando a los héroes de la mitolo-
«estudios», preparando además en el clavi
cémbalo el futuro de la sonata para gía antigua de su carácter sobrenatural y poniendo de relieve en ellos los rasgos
piano. Desplegando su actividad de Venec
ia a Roma y de Inglaterra a Lisboa puramente humanos en nombre de la verdad y de la simplicidad. Inclinado a su-
Madrid, operó eficazmente para la unific
ación del espacio musical europeo mé bordinar la música a la palabra, se esforzó por restringir el papel de la primera.
diante una extraordinaria invención temáti
ca y rítmica. Josep Haydn (tf 1809), originario de la Baja Austria, fue un autodidacta que
Johann Sebastian Bach pertenecía a una famili
a de gran tradición musical: permaneció treinta años al servicio del príncipe húngaro Esterhazy como director
fabricantes de instrumentos y compositor
es, maestros de canto y virtuosos Tras de orquesta. Su temperamento le llevó a valorar en sus creaciones las melodías
haber sido maestro de capilla (1717-1723)
en Kóthen con el príncipe Leoy oldo populares, desde las magiares y austríacas hasta las escocesas y galesas. Impreg-
de Anhalt, fue y siguió siéndolo hasta su
muerte maestro de coros y organista de nado de un fuerte amor por la naturaleza, su música se inclinó al Romanticismo.
Leipzig. Sus 150 corales, inigualables poemas musicales, consti
lo de comunión entre los fieles luteranos
tuyen un víncu- Religioso y optimista, llenó de alegría incluso la treintena de misas que compuso
gracias sobre todo a su lenguaje sim- para el magnate al que servía. «Cuando pienso en Dios —llegó a escribir— mi
ple e inteligible. Con el imponente despl
iegue polifónico de los preludios corazón se llena de una alegría tan grande que mis notas surgen cómo una fuen-
fugas de Bach contrastan los temas popula
res que impregnan sus cantatas bro. te, y puesto que Dios me ha infundido un corazón alegre, me perdonará haberle
fanas o Sus sutles para orquesta, mientr
as que el virtuosismo más sorprendente servido con la alegría.»
acompaña a la fantasía creadora de su músic
a para clavicémbalo. Dentro de su No se puede afirmar ciertamente que la proximidad a las instancias y a las
vasta producción, de la que en gran
parte fue a la vez compositor e intérprete formas tradicionales de lo sacro, presentes en muchos de los más eminentes mú-
sera necesario mencionar al menos los
conciertos para violín y orquesta y sus sicos del siglo XvHi, se halle en el masón Wolfgang Amadeus Mozart (1756-
Pasiones, Entre sus hijos, también músico
s, se distinguieron en particular Jo- 1791). No obstante, no parece fuera de lugar concluir con él esta visión panorá-
hann Cristian (f 1782) —que dio los prime
ros recitales de piano— y Karl Phi- mica de la edad de la Ilustración. Muy precoz, a los cuatro años este compositor
lip Emmanuel (+ 1788).
Contemporáneo de Bach fue el precoz Georg de Salzburgo escribía ya su primera sonata y su primer concierto para piano; a los
Friedrich Haendel (+ 1759), que doce años escribió su primera ópera bufa, una misa y una pequeña obra cómica.
alos siete años tocaba el órgano en presen
cia del duque de Sajonia y a los veinte También a él puede considerársele un precursor del Romanticismo, aunque en su
escribía su primera obra. Capaz de compo
ner en un lenguaje apto para conmover. múltiple producción se traduzca también la aspiración ilustrada a desvelar el
varias obras suyas suscitaron el entusiasmo
de las masas, además del de los ex mundo de los sentimientos humanos. Su genio supo fundir en una síntesis origi-

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358 EL SIGLO XVII

nal la influencia dominante de la música úsica italiana,


itali la de Bac y la de Haydn - EsLa
1 Ó ra en que convergieron 1 el esti ilo italiano y la inspiración
ras ,
itrí
Mitrídates,
Mitrídates, la compuso élé a los s ca catorce años
la soma ños (se represen:
o sentó con éxito AMOO
en Roma).
uizá izá la obra maestra de su 1 música música de cámara la constituyan si :
sus sei :
Dar cuerda de 1782-1785, mientras que el punto culminante de su opera puta o
. - a -
sin duda alguna Don Giovanni (1787). Mozart, que se había adheric O aa paso
nería en 1784, en el último año de su vida compuso La flauta mágica q o
música y el libreto se unen de modo perfecto, al igual que lo trágico y lo cómico.

3. LAS RELACIONES ENTRE


LOS ESTADOS EUROPEOS

1. PREÁMBULO

repartirse su territorio con despr


ecio de los vínculos que habían
das a sus poblaciones. mantenido uni-
Por otra parte, hay que subrayar
que el propio hecho de guerrear
atravesado significativas fases -—tras haber
de desarrollo y de transformaci
ón— asumió ca-

ticular en Francia y en Prusia—


el mantenimiento de los ejércitos
función capital en la promoción desempeñó una
social y también intelectual de una
nospreciable de-la población. franja no me-
Las fuerzas armadas se convirti
eron cada vez más
adiestrarse e ingentes costes para
mantenerse y equiparse. De ello
los comandantes respectivos duda se derivó que
ran cada vez más que antes en
la consistencia de su ejército; poner en peligro
además, aparte de las batal
a menudo proceder a la Ocupació las campales intentaron
n del territorio conquistado para
especie de prenda en los futuros que fuera una
tratados diplomáticos. Se pone
de relieve, pues,

dci
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360 EL SIGLO XVII 361
LAS RELACIONES ENTRE LOS ESTADOS EUROPEOS
que en este siglo los ejércitos empezaron a dejar
de vivir primordialmente de los por una razón o por otra, habían encauzado y monopolizado el consenso electo-
recursos del propio país y de los ciudadanos, pues
contaban ahora con sus propias ral manifestado de vez en cuando por los ciudadanos (dirigido y manipulado lue-
reservas de víveres y de municiones. En el plano
táctico, el fusil tomó definitiva- go otra vez por sus representantes). Así pues, el siglo XVHI supuso en este aspec-
mente la delantera a las armas individuales que
no eran de fuego y los ataques to un momento de tránsito y de intermedio no muy prolongado entre dos tormas
tomaron la forma de sucesivas oleadas de descar
gas ordenadas de fusilería. de transposición o de proyección de los valores en que se consideraba habían de
Se habían superado ya los grandes ideales que acomp E
añaron y alimentaron a inspirarse los grupos humanos de Octidente.
los apetitos de conquista de los siglos anteriores. -
No subsistían ya causas por las
que o en cuyo nombre batirse: ni la guerra santa-c
ontra el infiel, ni la lucha con-
tra la potencia hereje o de distinta fe, ni el sueño de
una potencia ansiosa por im- 2. EL NUEVO PANORAMA POLÍTICO
poner a todos la propia supremacía. Permanecía,
puesta al desnudo, la pura razón
de Estado, es decir, la codicia de la conquista. ec
Los pretextos no faltaban, desde En cierto sentido puede afirmarse que el orden surgido de los tratados de
los dinásticos, considerados aún totalmente válidos
, hasta los estratégicos o en- y de Rastadt a principios del siglo xvii marcó de modo bastante duradero a e
cubiertamente económicos. Desde hacía tiempo
convertida en un campo único de las décadas siguientes, al menos hasta aproximadamente 1780, tanto por e a o-
fuerzas interactivas e interdependientes, la Europa
del siglo xvux era ya un espa- so desarrollo del Estado prusiano como por la no Menos aparente erosión del po-
cio donde resultaba muy difícil mover un solo peón
sin provocar una serie de re- laco. Algunos puntos que ya parecían bastante firmes fueron corroborados Y con
percusiones en otras partes del tablero.
solidados, desde la supremacía marítima y naval inglesa hasta la entrada e las
Estas constataciones, no obstante, exigen alguno
s comentarios. La razón de fuerzas rusas en el horizonte europeo, desde la decadencia del imperio otomano
Estado, a la que ya no se hacía tanta referencia
siendo implícita y considerada y también de Holanda, hasta la persistente incapacidad de los organismos políti-
como obvia, no se identificaba solamente con el
interés calculado y con la irre- cos de la península italiana para introducirse eficazmente en el juego de las com-
frenable tendencia a la expansión territorial, maríti
ma y económica. Como había ias internacionales.
sucedido en Italia en el siglo xv, era ahora la traduc
ción de la idea de asegurar un O transcurso del siglo XvVHu tuvo lugar, por otra parte, un reparto bastante
equilibrio de las fuerzas, un orden internaciona
l en que ciertamente se consoli- novedoso entre el grupo de capitales que se pusieron al frente de las iniciativas
dasen los más poderosos, pero en que se excluyera
la auténtica preponderancia de continentales y el grupo de las que tuvieron que ir 2 remolque suyo. Entre las pr
una sola potencia. Al menos en parte y en notable
medida, este objetivo de equi- meras ciudades, a Viena y Londres se unieron Berlín y San Petersburgo; ne as
librar las distintas esferas había presidido ya los
mayores desarrollos de las re- segundas, se situaron ya no sólo Madrid y La Haya, sino a ar Y on
laciones entre los estados del siglo XVI, y aún
más las del siglo xvi. Existía, en tantinopla. Desde la desaparición de la escena de Luis XIV, y no só o por la a
suma, algo que se asemejaba a una especie de concie infantil de su sucesor, Francia ya no mostró poseer la altura que había alcanza o
rto europeo, sabiendo que de
ello dependía también en buena parte el destino
de las demás regiones terrestres. en los siglos anteriores. Ministros como el cardenal Fleury, que Dn
Aunque propiamente no estaba inspirada por un
elevado sentimiento, la razón de 1725 y 1743, el duque de Choisel (1758-1770) o el conde de Vergennes ( .
Estado era la juiciosa consideración de un campo
de fuerzas en cuyo interior era 1787), no galvanizaron sus energías ni supieron enderezarlas durante mue pe
preciso reunir la coexistencia y la convivencia,
sin atropellar del todo ni romper po en el sentido de unas directrices eficientes, aunque lograron algún éxito. A ' i-
las relaciones con los estados vecinos. La confro
ntación entre los estados era cho país el desarrollo de las Luces, la difusión del pacifismo y la influencia . los
abierta y exenta de prejuicios, pero no existía el
propósito de imponer formas de philosophes o de una opinión pública de amplio espectro desempeñaron más nen
dominio exclusivo, y menos aún a escala mundia
l. en conjunto un papel negativo en una Europa donde la eficacia en el plano in
Por otra parte, dado que habían venido a menos
de modo bastante notable los nacional seguía vinculada a la acción incisiva de sus más altos representantes y
apoyos ideales y religiosos o políticos y Cultura o )
les (cristiandad, difusión de la fe, beranos.
etc.), aún se había pensado recurrir a su traducción
más moderna, la que repre- e Inglaterra, al contrario, era la potencia de primer rango que podía jugar há-
sentaban las ideologías éticas y políticas. Los
monarcas y los gobernantes de bilmente en el tablero mundial tanto estar protegida por la primera flota de guer-
aquella época, movidos por sus pasiones y
sus proyectos, actuaban pese a todo en ra existente como por el escaso condicionamiento territorial ejercido por las fuer-
nombre (aunque no siempre necesariamente
por el interés y provecho) de las co- zas del continente vecino. Es verdad que en 1714 subió al trono inglés el elector
munidades estatales que regían. En el siglo XVI,
en suma, la situación se encon- de Hannover Jorge Luis, que se convirtió en Jorge 1 (t 1727), pero los gobernan-
traba en una especie de fase intermedia entre
la caracterizada por la presencia de tes británicos nunca pensaron transformar esta región alemana en una pieza apta
Supraestructuras de tipo religioso y confesional,
que habían actuado hasta enton- para la maniobra, y menos aún en una base de futuras expansiones. Al contentar-
ces pretendiendo interpretar las exigencias colecti
vas, y la ya próxima de las su- se con mantenerla y defenderla, se comportaron a menudo como si la considera-
praestructuras de tipo más o menos democrático,
expresada en ideologías que > sen una posesión marginal e incluso una rémora para sus ambiciones ulteriores.

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EL SIGLO XVIN
LAS RELACIONES ENTRE LOS ESTADOS
EUROPEOS 363
Más que conflictos con sus vecin
os, su nación parecía desear buen
y conquistas estratégicas en los disti os negocios
ntos mares y océanos.
No era de importancia secundaria
que los v ástagos de la aristocrac
ia Inglesa
: lOs y al mismo tiempo acogieran
sin

, Ya no eran tan
ad política del gobierno frent
e al

de los tratados de Utrecht (1713) y Rastadt (1714)


HUNGRÍA
Si Inglaterra estaba orientada en
El alto grado a mantener la paz en
3
a
te, muy contraria era la tendencia el continen-
<=: de la ñ
2 tanto habían hecho desde la segu
nda mitad del siglo xvn para dotar
rrido aparato militar terrestre). No se de un ague-
obstante

y condado de Ravensberg) y
las regiones renanas (condado
Cléves); desde Suecia (principad de Mark y ducado de
o de los Hohenzollern, con Ansb
ach y Bayreuth)

Europa después
Por lo demás, la propia burocrac
ia prusiana había sido constituid
en primer lugar al ejército y satis a para servir
Gibraltar

facer sus exigencias. Cuando Feder


(española)

al trono, el alto grado de centraliza ico H subió


ción que caracterizó a su gobierno
Melilla

recaída en unos impuestos del apara supuso la


to militar cada vez más onerosos.
ivas, sino también las actividade No sólo las
ma organización social estaban s económicas y la mis-
poten
objetivos bélicos. Dirigido por
un Consejo General a partir de
miento del país,se modeló según 1723, el creci-
sus necesidades militares. Los disti
mentos de esta instancia bajo Federico nt Os departa-
U (1740 -1786) organizaron
los recursos
programaba.
Casi en el lado opuesto se situa
ba el ord enamiento del limítrofe
Co, que se distinguía por la Carac Estado pola-
terística ar 2nómala —aunque
segunda mitad del siglo xvi— perduraba desde la
de ser al mi smo tiempo una mona
rquía y una re-

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364 EL SIGLO XVI LAS RELACIONES ENTRE LOS ESTADOS EUROPEOS

pública. Era, en efecto, la Dieta de los nobles la


que elegía al soberano, y al me- Ftalia en 1748
nos desde el siglo xv11 esta forma institucional
había provocado notables perjui-
cios a las fortunas del país. Como sucedía en el
caso sólo relativamente análogo
del Imperio germánico, para toda sucesión abierta
se ponía en movimiento un
mecanismo de candidaturas y de presiones por
parte de los estados más interesa-
dos en el resultado. Sin embargo, mientras que en
Alemania la casa de los Habs-
burgo había logrado progresivamente —entre el siglo
XVI y mediados del xvm—
asegurarse con bastante solidez la atribución del.
título imperial, en el trono pola-
co, en el mismo período no cesaron de altefnarse miembros
de varias familias
principescas. Además, a medida que Rusia y Prusia
alcanzaban un peso específi-
co en aquella zona, su condicionamiento había ido añadié
ndose a los de Francia
y Austria, aparte de los del imperio otomano.
Mientras que la propia Dieta polaca se transformaba
en un campo abierto a
las influencias exteriores y entre sus miembros se
delineaban partidos cada vez
más discordantes, las intromisiones extranjeras
se veían proporcionalmente re-
forzadas. A fines del siglo xv había llegado a
ser rey de Polonia el elector de Sa-
jonia Augusto 11 (1697-1733), que para ocupar
aquel trono había tenido que
abandonar el luteranismo. Determinantes para
su elección habían sido los apoyos
de Prusia y de la Rusia de Pedro el Grande. Cuando
el soberano murió, fueron
Austria y Rusia las que propusieron y al final
impusieron la subida al trono del
hijo Augusto HI (+ 1763), contra el designio de Francia
, que sostuvo, aunque de-
masiado débilmente, la candidatura de Estanislao
Leszczynski (quien entre 1704
y 1709 ya había disputado la corona polaca a
Augusto II). Para subrayar la fla-
grante debilidad de la Dieta bastará recordar que
en 1733 estuvo primero domi- REINO
nada por las presiones francesas y procedió a la elecció
n de Leszczynski y que DE
antes de terminar ese año, habiéndose reunido en
Varsovia las tropas rusas, se lle- NÁPOLES
gó a la designación de Augusto III.
A partir de 1733 se había desencadenado una especie
de guerra entre los aus-
trorrusos y los Borbones de París y Madrid precis
amente por la sucesión polaca.
Desde 1730 aproximadamente, Augusto II había aceptad
o en la práctica la tutela
de la zarina Ana Ivanovna (+ 1740), sobrina de Pedro [-] Posesiones de los Borbones DU
el Grande. Así pues, no ha de
extrañar que ésta asumiese la defensa del hijo
de aquel monarca y la sostuviera Posesionés de Saboya
hasta que éste fue confirmado en el trono por el tratado
firmado en Viena el 2 de 5 =$ »
mayo de 1738. Posesiones de los po Loren
Aunque en franca decadencia, la potencia española no
descendió ciertamente
en el siglo xvm a tal grado de subordinación,
aunque precisamente por la suce-
sión a su trono se había desencadenado un largo conflic
to y se había accedido fi-
nalmente a poner en él a la dinastía extranjera
de los Borbones. Este cambio ha- ron inicialmente representadas por el prelado Giulio Alberoni (1664-1752), con-
bía deteriorado inevitablemente el tradicional entend
imiento entre las cortes de vertido en su principal ministro y muy pronto también cardenal. En laprimavera
Viena y de Madrid, tanto más cuanto que en torno
a 1700 la preponderancia aus- de 1717, éste aprovechó la ocasión de una ruptura con Austria, ofrecida por la de-
tríaca llegó a ser sustituida en Italia por la español
a. No obstante, el nuevo sobe- tención en Milán de José Molínez, embajador en Roma y designado para el car-
rano ibérico, Felipe V de Borbón, no fue reconocido
por el emperador Carlos VI, go de Gran Inquisidor en Madrid. Una flota española atacó entonces Cagliari y en
mientras que se la rivalidad entre ellos se agudizaba,
pues ambos aspiraban a la breve tiempo se apoderó de Cerdeña, que había entrado a formar parte de los do-
posesión de Sicilia (atribuida en un primer moment
o a Saboya). Isabel Farnesio, minios de los Habsburgo. Pero los logros de esta ofensiva se volvieron pronto en
esposa de Felipe V, promovía enérgicamente las
iniciativas austríacas, que fue- perjuicio de la iniciativa de Alberoni. Habiéndose alineado Inglaterra con Aus-

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366 EL SIGLO XVIHM LAS RELACIONES ENTRE LOS ESTADOS EUROP
EOS 367
de neci .
tria, una de sus escuadras navales mandada por el almirante Byng aniquiló en el . ye ecia, .
rompiendo la tregua en vigor desde 1699, en 1 7 15 declaró la guerra
cabo Passero a las fuerzas navales españolas, que habían decidido atacar también al 11m; p eno turco
uUrco. A 1 man: do de su eje
jérci to, el princi
ínci pe EugenioÍ de Sabo y a derrotó d 1
Sicilia (11 de agosto de 1718). adver sano entreA Saba y Dr ave,
ve, en Peter W aradin
1 (S de g st O de
ago 17 1 6 Y > 1] name d 5
1
Las incertidumbres de la política francesa contribuyeron primero a provocar tamente d e Spués o
el condot tier O se ap ¡0 deró $ de [ esmevar
V y al año O si guient
j e de el
la caída de Alberoni. No habiendo logrado evitar un conflicto con París, éste vio gl ado. Bastante menos felices fu ¿iron las2 Operacione
j s de los venecianos > metid S
moverse desde Bayona al ejército del duque de Berwick, hijo de Jacobo II Es- en serl
serias
- dificultades- en Mor ea. , Tecie
i! ntemente c O nquis
! i tada y en 1a q qu e habían
Í: .
tuardo convertido en mariscal de Francia. Habiendo caído en posesión de este co nfiado mucho. Mientras que la Paz
de F Assarowitz (21 de julio
de 17 18) san-
último Fuenterrabía y San Sebastián a principios de 1719, y estando luego di- cionaba su abandono de aquell
a región, los turcos cedieron
a Austria la población
de Temesvar
rectamente amenazada Cataluña, a finales de aquel año se consumó la desgracia
a pe que ña Va aquia y parte
de Serbia con Be grado. Se trataba
en
del cardenal italiano. La Paz de Madrid, de enero de 1720, obligó a los españo- parte ni Juistas pasaj ras, pues en una posterior campaña
bélica, en el verano
les a retirarse tanto de Sicilia como de Cerdeña (que entretanto había sido en- de 1 739, los otomanos victoriosos arrebataron de nuevo
a Car los VI Belgz ado
.
tregada a Saboya á cambio de la otra isla). Para conseguir un aliado contra In- el norte de Serbia La frontera fue situada enton
ntonc
cees en Saba, don: de permanecer £
e í z
elaterra, Francia se aproximó a España, con la que estipuló un tratado secreto en
marzo de 1721. Madrid abrigaba esperanzas de recuperar Gibraltar, la colonia D e todos modos, en el curso de su reinad
i o O el emperador emprendió también
inglesa a la que puso un infructuoso sitio entre diciembre de 1726 y junio de Otras iniclativ as. H ara competir con los puer tos de Livorno de Génova
j en 17 18
creó
1727. los puertos francos de F jume y de
alt .
Tr ieste, pues esta diia ciuda
d estableci

No obstante, las dos monarquías borbónicas consiguieron algún éxito en la una 7


Compa ñía austríaca de 1]
Le vante O:
con bjeto
el obj de a: p TOV ec ha 1 ase 1 áusulas el ,
península italiana en el transcurso del conflicto que las había enfrentado a Ingla- merciales favorabl es obte
teni d: as de los turcos en Passarowitz Los p rin eros resul -
terra, Austria y Rusia por la sucesión al trono polaco. En 1734, al frente de las z o -
tados positivos, no) A te > se hicier
obstan A esperar mucho tie Do.
1 mpo, pues la suerte de
tropas francopiamontesas, el octogenario mariscal Villars ocupó por breve tiem- Trieste no se confirmaría verdaderamente
hasta finales del siglo xv.
Por otra
po Milán, que el año siguiente volvió a los austríacos. En 1734 y 1735 en el fren- parte, el intento análogo
Los z.
que Carlos vi emprendió en los I aises Bajos
tuvo un
te del Rin se desarrollaron unas operaciones de escaso alcance entre el cuerpo exitoExit e fím ero. S pobera:
b rano de a q U ella r egió
1722 a la Compañía austroflam
,
gión d esde 1 7 13,r eco:
c ROCIÓ
1Ó O ficia
ici lmente en
>
expedicionario francés a las Órdenes del mariscal de Berwick y las fuerzas aus-
.
tríacas mandadas por el príncipe Eugenio de Saboya. Precisamente en aquella dad, naturalmente obstaculiz
=f .
ada =—y a veces por la fuer
za— por las
%
y : demás com-
coyuntura, un ejército ruso al mando del mariscal Lascy se movilizó tardíamen- panlas occidentales a existentes, tuvo escasa
vida y fue a menos hasta desapare-
te en ayuda de los Habsburgo, y por primera vez llegó hasta el valle del Rin. El cer por completo al cabo
de unos diez anos.

ya citado tratado de Viena del 2 de mayo de 1738, que puso fin al conflicto, pro-
dujo varios cambios en la escena europea. Por un lado, don Carlos de Borbón,
hijo del rey de España, tras haberse enfrentado eficazmente a los austríacos en el 3. La GUERRA DE SUCESIÓN AUSTRÍACA
sur de Italia obtuvo el reino de Nápoies y Sicilia con el nombre de Carlos UL en
compensación, cedió a los Habsburgo sus derechos sobre Parma y Piacenza. A de Se nombre para designar el conflicto
que estalló a finales de 1740 es ya tra-
Estanislao Leszczynski, excluido ya del trono polaco (al que renunció definiti- O OR o parte impropia. Como ya se ha visto,
el emperador Carlos VI
vamente), se le asignó el ducado de Lorena, del que hasta entonces era titular el O €n el transc
an urso de las décadas anteri erores que reconocieran
yores porencias la legítima sucesión de su 1 las ma-
marido de María Teresa, Francisco. Al mismo tiempo, a este último le fue atri- hija María Teresa al trono de los Habs
buido el gran ducado de Toscana, ya que se había producido la extinción de la Igo. A suy muerte (26 de octubre de 1740)
, Se produjo] no tanto :;
casa de los Médicis. * derechecho os dinásticos s di de la soberana como el plante
ami
miento por varios dios1 esoestados s de d
" Primogénita de Carlos VI de Habsburgo (1711-1740), que sólo tuvo hijas, pretensiones sobre este S o aquel territo
ecrritoririo que ella heredaría pacífi
en lo' esencial, , el auténtico golpe de efecto ero.
María Teresa había sido la primera preocupación de su padre, por otro lado deci- Í lo dio1 el rey de Prusi rusia, que
caciones objetiv ai n justifi
a
dido a traspasarle el trono. En 1713 el joven emperador había promulgado con bjetivasas,
, , en€ diciembre d e 1740 envió1Ó un ultim in átum a Maca MaríaÍ Tercr
que le cediese Silesi: a (que no le habí Teresaa para
este objeto ula PRagmática Sanción, aa que intentó tenazmente que se adhirie- abía pertenecido j nunca y sobre 1 oníaÍ
ran los demás estados. Sucesivamente, en electo, obtuvo el reconocimiento de ningún derecho fundado). . Tras int roduciri sus
tropas en aquell id ió á
Prusia y Rusia (1726), de Inglaterra y España.(1731), de Francia (1735) y final- desapr
NN ensivo Federic O 1, (que acababa de sucede
r a su padre
acre Federico Í Guill llag
i ermo a
mente de Holanda (1739). : a ear que a cambio de la conquista
de Silesia daría su apoyo a la candi-
Carlos VI se reveló como un soberano emprendedor y decidido a promover e e Francisco, marido de María Teresa, al
cargo imperial
en distintas direcciones el destino de los Habsburgo. De acuerdo con la república n su largo reinado Federico 1 daría otras
pruebas de su modo de proceder

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368 EL SIGLO XV1In
LAS RELACIONES ENTRE LOS ESTADOS EUROPEOS 369
exento de escrúpulos, además de atrevi
do y con todo muy hábil. De todo ell
dio pruebas el soberano prusiano solam gía la rivalidad de estos últimos países con Inglaterra. Caído el gabinete del whig
ente en el plano internacional En el
rior de su país supo incrementar los into, Robert Walpole en febrero de 1742, Inglaterra se alineó a favor de María Teresa,
vínculos con los Junker, a quienes reserv
máximos cargos de la administración ó 1 l sobre todo para poder intensificar sus operaciones contra España y en particular
civil, además del monopolio de la desi
ción de cargos en el cuerpo de oficia o contra sus colonias americanás. Francia, por su lado, para tener en el trono ger-
les del ejército. Estaba convencido,
to, de que el sentido del honor —con en efec. mánico a un hombre fiel, sg alineó a favor de la elección del elector de Baviera,
el que se propuso precisamente es ecula
sólo podía encontrarse en la nobleza r— Carlos Alberto. Éste, después de entrar con sus fuerzas €a Bohemia, se'hizo co-
feudal, con exclusión de la burguesí
este modo Federico II consentiría en De ronar allí rey y luego fue investido con la dignidad imperial en Frankfurt con el
aceptar a oficiales no aristócratas sólo
do se viera obligado a ello por las peripe cua : nombre de Carlos VII (enero de 1742).
cias ataecidas en la siguiente guerr
los Siete Años. Esta prioridad otorgada dl De este modo, la guerra se convirtió en un enfrentamiento entre Inglaterra y
a los aparatos militares y alos Evite
de la nobleza supuso sin duda una fuerte : Austria por un lado y las potencias borbónicas por atro. Por de pronto hay que se-
rémora para una política de fo Sl :
berales y cambios sociales efectivos. falar que las fuerzas francesas no lograron mantenerse mucho tiempo en Praga.
Pero el astuto monarca supo crearse ¡gu
mente en la opinión pública un aura L Su última guarnición tuvo que abandonar en enero de 1743 la ciudad, en la que
de soberano ilustrado, manifestando
camente simpatía por los philosophes bl pronto volverían a entrar las tropas de María Teresa. En septiembre de aquel mis-
franceses, que apoyaron su causa Much
más adecuado era el juicio de su conte o mo año el rey de Cerdeña, Carlos Manuel IL intentó también aprovechar las di-
mporáneo y súbdito Johann J vachim Wi
Kkelmann (tf 1768), cuando deploraba que - ficultades en que se encontraba la soberana de los Habsburgo aliándose con ella
toda Prusia no fuera prácticamente N
que tna guarnición o cuartel. No obstan mediante el tratado de Worms, pero obteniendo la cesión de una parte del Mila-
te, la elite prusiana resultó partidaria
sistema de gobierno de su rey, convencida d 1 nesado, al oeste del Ticino. De esta manera las operaciones se extendieron a la
de que era en conjunto el más efica: :
el más racional de Europa. Aunque zona de la península italiana, con un ataque de fuerzas borbónicas a Saboya y su
bastante menos favorecida, la burguesía
bó obteniendo también sus beneficios a entrada en Chambéry. A pesar de la ayuda de la república de Génova, el intento
de este sistema político en a di 1
campo de la industria y del comercio. nel de las tropas francoespañolas de entrar en el valle del Po no tuvo éxito y fueron
Los movimientos a veces también impru AS los austríacos quienes llegaron hasta Liguria y Niza.
dentes del monarca prusiano no es-
taban, pues, solamente dedicados a Después de que en octubre de 1743 los Borbones de España y de Francia es-
la organización militar, sino también
una estructura socioeconómica sensa a tod trecharan más las relaciones entre sí con un primer «pacto de familia», firmado
tamente edificada en función de sus objet
vos. Cuando atacó de improviso e i- en Fontainebleau, el auténtico conflicto que tenía lugar en el campo de batalla eu-
inopinadamente Austria ésta sehalla
aislada en un contexto en el cual las mayor ba ¡ ropeo se reanudó en 1744. Siguiendo una directriz de expansión que se remonta-
es potencias o estaban metidas enotros
campos de batalla o constreñidas por ba al siglo anterior, los franceses se propusieron como primer objetivo los Países
problemas internos. Por lo demás. la
tión de la elección imperial germánica os. Bajos austríacos. Inicialmente se apoderaron de Cambrai, Ypres y otras localida-
actuaba en parte de pantalla a la -ue ta
lámpago de Federico IL si bien llegó ro. des, pero en junio se encontraron con el cuerpo expedicionario inglés y fueron
a entrecruzarse con ella.
Las auténticas Operaciones militares o derrotados en Dettingen. Un intento suyo de desembarcar en Inglaterra se reveló
se iniciaron ya en la primavera de 1741
en el territorio de Silesia, donde los también inútil: bastó una tempestad para desperdigar-en las aguas de Dunkerque
prusianos tuvieron la suerte de conse
una clarísima victoria euj la flota que habían preparado. Pasado el verano, el ejército austríaco al mando de
en Molwitz, cerca de Breslau (5
de abril).
Ésta contribuyó Carlos de Lorena, cuñado de María Teresa, penetró en Alsacia y llegó hasta Lo-
a dar rápidamente cuerpo a una alianz
a entre Federico U y Francia, estipul
inmediatamente después en la localidad da rena. Los franceses intentaron entonces, en 1745, una atrevida maniobra de ro-
bávara de Ninfenburg (mayo de 174
Un ejército al mando del mariscal de Belle 1 : deo, haciendo desembarcar en Escocia a Carlos Eduardo Estuardo. Con el apoyo
-Íe, jefe aristócrata del partido inter
vencionista y armamentis ta francés, fue enviado a Alemania y de muchos escoceses, éste no sólo se apoderó de Edimburgo, sino que hizo ade-
26 hasta Praga. Entretanto, el rey de en noviembre lle. más proclamar rey a su propio padre, Jacobo VIL Habiendo logrado derrotar en
Prusia, que se había asegurado tambi
apoyo de Baviera, de Sajonia y de Españ én : Preston-Pans a las tropas enviadas contra él desde Londres, Carlos Eduardo ocu-
a, firmó el 9 de octubre del mismo
con Austria la tregua de Klein-Schellend añ pó inmediatamente después Manchester. No obstante, abandonado por los fran-
orf, a cambio de la promesa de o.
cr Y paa Silesia, Al año siguiente firmó ceses, su tentativa fracasó el 27 de abril de 1747 en Culloden (Escocia), donde
con María Teresa el tratado de Ber.
o : e Julio de 1742), con el que fue claramente derrotado.
la soberana consintió a su pesar en
ceder En cambio, fue en el frente flamenco donde Francia logró resarcirse amplia-
La iniciativa de Federico II había puest mente, después de que se confiara el mando de sus hombres al mariscal Mauricio
o en movimiento casi todo el en
naje de las relaciones intereuropeas. de Sajonia. El 11 de mayo de 1745 éste desbarató por primera vez en Fontenoy al
Aunque se confirmaba el antagonism
tinental entre los Habsburgo y los Borbo o e 5 ejército angloholandés mandado por el duque de Cumberland, abriéndose así
nes de Francia y de España, también
sur. el camino de todo Flandes y de la propia Bruselas. El 11 de octubre del año si-

I[—-_- 183/25
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370 EL SIGLO XVII
LAS RELACIONES ENTRE LOs ESTADOS EUROPEOS 371
guiente Mauricio consiguió una nueva victoria
1 1 en Rocoux, cerca de A frontera
o ha apoyaba al sobrino del monarca
do sión desaparecido. En septiembre de 1755,
holandesa otra vez contra los angloholandeses, a quienes se habían Romanov estipuló un tratado con Isabel
E Inglaterra con funciones antiprusia
zas austríacas
fa capitaneadas
1 os de Lorena. Finalmente, el maris
4 por Cararlos 7 prometiéndose a poner en el campo nas, com-
volvió a vencer a sus adversarios dirigidos por el duque de Cumberland cerca de batalla un ejército que se financiarí
aportación británica. a con
Maastricht en julio de 1747. o . En cualquier caso, la situación no
on po po trata era por entonces clara en el plano de
Hacía poco que se habían iniciado ya, y en parte neaciones internacionales, pues cada las ali-
En diciembre de 1745 se habíaA fir , g Estado intentaba protegerse de los
dos de paz entre los contendientes.
tendi aunque fuera con acuerdos contradict demás
Aug o orios entre sí. El 1 de mayo de 1756
] a la mediación
cias 1 SE el tratado de Dresde entre !Federico ll y
¡ación inglesa, tado firmado en Versalles, aunque por un tra-
Pri z
en efecto, PO inspiración del canciller de María Teres
joni
elector de Sajonia, soberano ¿ de Polonia. El rey de > Prusia, Wenzel Anton von Kaunitz (que perm a,
en Friedberg,8 en Silesia, y había conv odo Ue anecerá en sus funciones hasta 1792),
recientemente
1 a los austríacos
strí cionó una notable aproximación entre san-
1táni
británicos r 1
para que le reconocieran la posesión de o aquella región
gl (obte ¡enc , Francia y Austria, prometiéndose
mente estas dos potencias un apoyo mutua-
de militar de 24.000 hombres en caso
Inglaterra no apoyase ya financieramente a María Teresa si ésta Da de ellas fuera atacada. Era una respu de que una
esta bastante explícita a otro tratado
recuperarla). Por otro lado, al firmar también esta soberana el trata o Y e a principios de año en Westminster, firmado
en virtud del cual Federico II garan
renunciaba definitivamente al que había sido su tonos además, sus mi mas Inglaterra la integridad de Hannover tizaba a
por la1 g
ilizado t totalmen te con los gastos producidos por
Í desestabilizado . ra mientras Inglaterra diera al rey su
se habían aval por la salvaguardia de todos propio
sus territorios. Casi paradójicamente
paz general se firmó finalmente el 28 de octubre de 1748 en Aquisgrán. qodos - cie de exceso de instrumentos diplomátic , esta espe-
os cautelares impulsó hacia la guerra.
conocieron allí como emperador a Francisco de Lorena, oficialmente e esto y tratados mencionados, A los
en efecto, vino a unirse otro, en
ra la muer te de Carlos
en Frankfurt en 1745 tras Z VII María Teresa tuvo
ría ía” Teresa t q ue r 2- virtud del cual la zarina se
comprometía a apoyar a María Teresa
si ésta era atacada por Federico IL.
ciar a la posesión de Parma y de Piacenza, que junto con el principado de Gu Sin perder tiempo, Federico H marc
hó entonces contra Augusto Il, elect
talla pasaron al infante Felipe de Borbón, hermano del rey de España. Sajonia y rey de Polonia, obligándole or de
a ponerse a salvo en el campo atrinchera
de Pirna. Al cabo de un mes, Augusto do
se vio obligado a capitular (15 de octub
de 1756) y a refugiarse en tierras sárma re
tas, mientras gran parte de sus solda
4. LA GUERRA DE LOS SIETE AÑOS incorporaba a las filas del ejército vence dos se
dor. La acción de Federico H podía
cer por lo menos arriesgada, pues se pare-
enfrentaba con Austria, Francia, Rusia
El tratado de Aquisgrán, que había restablecido el statu quo DN PO también Suecia. Durante los sigui y
entes años, en efecto, sus aliados
e Inglaterra, se resolvió sustancialmente con una tregua, seguida cn so limitaron a permanecer a la defensiva ingleses se
cruce de iniciativas diplomáticas que prepararon un nuevo y más pa O en Hannover, sin comprometerse práct
mente a nada en el continente, dado ica-
que estaban ocupados en la gran compe
to. El destino de la gran competencia colonial anglofrancesa no esta an DA haval con sus adversarios franceses. Esta tencia
tante definido mientras los Balcanes y la zona del mar Negro eran mn ena lucha marítima se había reemprendido
ya en 17536 y también en el Mediterráneo, cuando la escua
que tanto Austria como Rusia tendían oamemento a Consoli a UI 19 dra de La Galissoniére
había derrotado en primavera a la del
otomano, en efecto, era a la vez un enigma y una especie c MOR A po almirante Byng, obligándole a capitular
junio y a ceder la base ocupada por en
e: te. PON los ingleses en el puerto de Mahón
capacidad de resistencia aún no se había contrastado ca). Esta isla de las Baleares fue resti (Menor-
5 tuida enseguida a España por los franc
ás Ci en el caso del vasto reino polaco, hacia el cual se dirigían que en los años siguientes, sin embar eses,
go, sufrieron ataques en sus propias
ambiciones austríacas, sino también, y quizás en mayor medida, Na Pr En 1757, la marina británica efectuó costas.
un desembarco en la desembocadura
Con todo, no se puede poner en duda que con la innegable sed de om PO Charente y ocupó la isla de Aix, en del
la vasta bahía. En 1758, la flota ingle
Federico H vino a entrecruzarse la política expansionista de la aa tentó un desembarco en sa in-
Saint-Cast (Bretaña) pero fue recha
(1740-1762). Esta constatación es importante no sólo por la Po pon 1759 derrotó a la flota francesa.en Belle zada, mientras que en
de la potencia de los Romanov en el sistema europeo, sino ca ne Pp ner Íle (Morbihan).
No obstante, esas operaciones navales
no resultaron decisivas para las rivali
frentamiento que se-manifestó entre sus aspiraciones y las de e . IAN dades coloniales anglofrancesas, de -
las que hablaremos a continuación,
cuarenta del siglo xv hubo una nueva fase de: hostilidad ente usi y 0 se suerte de la guerra de los Siete Años, ni para la
a cuyas vicisitudes europeas afectaron
que subrayó el despertar provocado por el reinádó de Isabe DA cialmente a los campos de batalla esen-
terrestres. Federico Il supo valerse
anexionarse una de zona meridional de Finlandia (tratado de o. aso po de las 670.000 libras esterlinas que con creces
OO Inglaterra le pagó anualmente entre
1743). Todavía a propósito de Suecia; aunque esta vez por la DN 1761, dada la necesidad que tenía 1757 y
de ese dinero. Consciente de que
de este país, en 1751 se tensaron las relaciones rusoprusianas. MN ADD constituía su talón de Aquiles, el rey el dinero
prusiano recurrió también, entre 1756
ba de parte del hijo del rey difunto, marido de su hermana, mientras q a una estratagema financiera muy y 1763,
poco escrupulosa, aunque bastante
rentable.

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372 EL, SIGLO XVI
D LAS RELACIONES ENTRE LOS ESTADOS EUROPEOS 373
bos
esde Breslau y Kónigs .
berg inundó en aquellos años
el área polaca de moned: a
paban Silesia. El vuelco decisivo se verificó a partir de enero de 1762, cuando de-
sapareció la zarina Isabel. Aunque fuera provisionalmente, en efecto, le sucedió
en el trono el gran duque Pedra de Holstein (Pedro HD), sobrino de Federico ll y
admirador suyo. El nuevo soberano no sólo retiró su cuerpo armado, sino que
además enseguida entabló negociaciones de paz, una paz que fue firmada el 5 de
mayo. El zar abandonó sin contrapartidas Sus anteriores cónquistas y poco des-
pués prometió incluso el apoyo de un contingente de veinte mil hombres. Al mis-
mo tiempo se había decidido la paz entre los, prusianos y los suecos. Aunque ha-
cia fines del mismo año Pedro HI fue destronado por Catalina II, ésta se contentó
con proclamar su neutralidad en el conflicto. La nueva zarina no era favorable a
Federico 1I, pero éste salió sin pérdidas de una prueba de rasgos bastante brillan-
tes, aunque esencialmente inútil a escala europea. Con el tratado firmado en el
castillo sajón de Hubertsburg el 15 de febrero de 1763, María Teresa tuvo que
ataccado
ado al pis
mi o tiem
j po por los rusos, los suec
os y los austríacos. En primav
> confirmarle otra vez la posesión de Silesia. No se pudo ver qué beneficio había
paa Estos : pmos habían sido .
sitiados primero en Praga, sacado el continente europeo de aquellos siete años de guerra, que en ultramar en
e los refuerzos ' al mando del gene pero la ayuda su lo.
ral Daun obligó a Federico la cambio habían modificado tantas situaciones.
ab an-a

5. La EUROPA ORIENTAL

Más allá del mundo germánico, que ya hemos visto convulsionado durante
mucho tiempo por el antagonismo existente entre los Habsburgo y los Hoben-
zollern, también en el mundo eslavo estaba madurando una gran tensión. Dos
grandes países como Polonia y Rusia seguían dos trayectorias de sentido dife-
rente, que se estaban entrecruzando cada vez más peligrosamente. A pesar de los
La
e camppaña
aña sigui
sigui ente, de 1758, resultó 5 no complejos cambios dinásticos, desde Pedro el Grande en adelante Rusia estaba
menos favorable al rey de Prusi
suecos como los franceses se a mostrando seguir con determinación cada vez mayor no sólo esa directriz, sino
mantuvieron sustancialmente
ala también la que le hacía disputar a Turquía la supremacía en los países balcáni-
cos. De modo que el poder zarista estaba chocando cada vez más claramente con
de IAN luego atacó a los austríacos, El éxito de la batalla
las ambiciones de los Habsburgo, enemigos ancestrales de los otomanos y al
octubre de Hockir ch (14
fue
ue ba: s tante inclerto. El conndo tttero imperial Daun
de
mismo tiempo propensos a la expansión a lo largo del curso del Danubio y hacia
par
are ció haber g ana: -
el Mediterráneo. El inicio de esta rivalidad puede situarse en torno al año 1740,
momento en que el ascenso al trono de la zarina Isabel marcó una clara recupe-
ración de la potencia rusa.
en Kiinesd
kof y Dau o o agos . No obstant
agosto e, los respectivos comandantes, En esta línea de intentos surgió de modo bastante espontáneo en San Peters-
Solty-
burgo una tendencia hacia una política de buenas relaciones con Inglaterra, a su
que Elás
los ejércitos imperiales vez interesada desde el siglo xvi en los mercados de Europa oriental. Desde las
7 do Y rteles
o . de inviern
echaro
o nen O éxito,
Sajonia
que aun ae . aun
O PU o prolongaba y conoció cierta primeras décadas del siglo xvIu adquirieron una notable importancia los inter-
fase de estancamiento por-
ta los suburbios do le : AO ya pesar cambios comerciales entre el Caspio y el Volga, ya que de un lado esos tráficos
de que los FUSOS, que habían llegado has-
Prusia venció poco de uda de Berlín, se prolongaron hacia Persia, y de otro llegaban hasta Londres (a menudo por me-
la pudieron saquear, en 1760 el rey
juntaran de spués en Liegnitz, logrando impedir que de diación de mercaderes armenios). El primer tratado. de comercio de este período
nuevo con sus aliados. Aunque los austríacos se
el año 1760 no reportó ninguna con los ingleses se estableció en 1734 y durante el reinado de Isabel fue renovado
nove- por lo menos tres veces: en 1742, en 1755 y en 1756. A fuerza de obtener privi-
legios, los ingleses habían acabado ejerciendo una especie de monopolio comer-
cial en los territorios zaristas. Exportaban allí surtidos de telas y tejidos de lana,

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374 EL SIGLO XVII LAS RELACIONES ENTRE LOS ESTADOS EUROPEOS
375

a la vez que importaban una cantidad cada vez mayor de hierro, hasta a po. eN de Montenegro que deseaban su apoyo para liberars
e del yugo otomano. Las na-
que la llegada del mineral ruso superó a partir de 1770 al procedente e a : ves zaristas esperaban que también los griegos se rebelar
ían para secundar su ac-
Sólo el desarrollo de las minas inglesas, a partir de 1780 aproximadamente, l e: ción, pero el acuerdo duró poco. Por lo demás, las unidade
s navales de Catalina
gará a provocar una disminución de esas importaciones. e induste no lograron expugnar la plaza de Modón, que habían
sitiado, y además tuvieron
Gracias a la contribución de maestranzas germánicas e inglesas, la indus ma que abandonar Navarino al cabo de unos meses. Sin embargo
, los rusos salieron
textil rusa se renovó en el siglo xv1n, multiplicándose su fabricación de paño A claramente victoriosos del enfrentamiento que tuvo lugar cerca de Quíos (4 de
tejidos estampados de algodón. Una parte de este florecimiento PE se o: julio de 1770), aunque su flota no llegó a atraves
ar los Dardanelos ni a apode-
calizó en la zona de los Urales, incrementado también por la pegada e AN aj rarse de alguna base otomana.
dores sajones cualificados (llamados por Biren, favorito de la ano ¿ na va no Por consiguiente, la partida se Jugaba en el tablero
terrestre, y la apuesta en
«- na, en el período 1735-1740). En este aspecto resultó decisivo tam pe e e juego era Crimea. En 1771 casi toda aquella penínsu
la cayó en poder de los ru-
de Isabel, aunque las campañas militares emprendidas por ella estimul aron el S0s; mientras que el kan tártaro se refugiaba en
Constantinopla, otro kan fiel a
sarrollo industrial. La introducción de las nuevas técnicas inglesas desempeñó en Catalina Ii aceptó su protección. No obstante, a
pesar de la ocupación de Kerch
la industria textil de Rusia un papel particular, aunque los especialistas nomas —en la entrada al mar Azov— por tropas zaristas,
en julio de 1774 los otomanos
mantuvieron el primer puesto en este sector. Así pues, en el momento de rn lograron atacar de nuevo en Crimea al kan altado,
dado que el cuerpo expedicio-
tico ascenso al trono de Catalina IL en 1762, Rusia estaba realizando poa les nario mandado por el general Rumiantsov no había
sabido conseguir éxitos dura-
progresos económicos, además de militares y políticos. Las conquistas Al ona: deros. El tratado de Kúcúk-Kainarge (21 de julio de 1774),
no obstante, recono-
les prosiguieron enseguida, tanto en competencia con Austria ene aa ció a Rusia no sólo la frontera del Dniéster y la posesió
n de Azov y Kerch, sino
ca como de acuerdo con ella en la polaca, sobre todo a partir de 177 o o también derecho a intervenir a favor de los dos princip
ados danubianos, Molda-
En el curso del siglo xvi la expansión rusa siguió cada vez más pa rección vía y Valaquia, aunque permanecieron bajo soberan
ía turca.
del mar Negro, pero tuvo que pasar casi todo el siglo para que alcanzase resu o Desde entonces los progresos rusos en este tablero
se hicieron casi irresisti-
dos concretos. El imperio otomano se mostraba celoso de su propia supremací bles, a pesar de los distintos obstáculos que intentó
ponerles el imperio de los
Habsbur go.
estratégica en el mar Negro. Le secundaba eficazmente el principado nano o Tras una nueva fase de dos años de tensión
entre la zarina y el go-
tablecido no sólo en Crimea, sino en toda la zona que rodeaba el mar le A so ( bierno turco a causa de Crimea, en un tratado sobre
el Bóstoro firmado el 31 de
Por lo demás, el soberano de aquel territorio se consideraba bajo la pon e marzo de 1779 el sultán reconoció a los mercantes
rusos de pequeño y medio to-
sultán de Constantinopla, siendo éste también musulmán. Por consiguiente, late nelaje el paso libre entre el mar Negro y el Egeo. Pero
el paso más decisivo, como
rea de las fuerzas rusas no resultó fácil, como lo demuestra un intento ea o consecuencia de una nueva crisis que había estallad
o dos años antes, se dio en
entre 1737 y 1739. La ofensiva de aquellos años contra Crimea no nan z Sm 1784. En el verano de aquel año tropas rusas al mando
del mariscal de campo
jetivo de ocuparla, y con el tratado de Belgrado del 18 de septiembre de za Grigori Potemkin ocuparon en pocas semanas Crimea,
que definitivamente dejó
plaza de Azov permaneció en manos de los turcos, aunque su fortaleza mo q de estar bajo soberanía otomana. La nueva guerra entre
rusos y turcos de 1787-
ser desmantelada. La zarina Ana obtuvo sólo una salida limitada al na, cero, 1788, a pesar de una nueva y cruénta victoria consegu
ida a fines de 1788 por Po-
entre el Bug y el Dniéper, aunque sin derecho a tener allí una flota naval ni un temkin, no modificó sustancialmente las respectivas
posiciones.
1 il. o Los Habsburgo no habían asistido precisamente impávid
os a esa expansión,
ue, por tanto, que antes de mediados del siglo xvIn parecía aún una pero no pudieron impedir la culminación de las etapas,
ni siquiera con la inopi-
sión, empezó a realizarse en las décadas siguientes. En efecto, como conse en nada y breve alianza concertada el 6 de julio de 1771
entre ellos y el gobierno tur-
cia de un incidente fronterizo en Crimea, en laprimavera de 1769 PDA ] Mi co. Entonces siguieron a su vez la táctica de aprovec
harse de la debilidad del im-
vió sus tropas hacia el Dniéster, del que el gran visir tuvo que oras jan o perio otomano para intentar anexionarse algún territori
o. Una operación de este
“én manos de los rusos Moldavia y Valaquia. Al año siguiente el ejército d e e género tuvo éxito en 1775. El 4 de mayo de aquel
año Kaunitz obtuvo de Cons-
rina conseguía victorias bastante claras sobre el kan de Crimea y a so! y tantinopla, en la convención de Palamuta, que Bucovi
na pasase a estar bajo so-
las fuerzas turcas;"en cambio, la contraofensiva de estas últimas no sólo o o- beranía austríaca (con el pretexto de que se trataba
de una dependencia de Podo-
gró elobjetivo de hácer retroceder AT adversario, sino que ni siquiera pa o a lia, hacía poco anexionada por los Habsburgo).
Esta provincia estaba destinada
pedirle ocupar Besarabia y establecerse en la desembocadura del Danu no a pertenecerles hasta el fin de la primera guerra mundial
(1918). Al cabo de muy
iniciativas de Catalina no se limitaron a eso. Una de sus escuadras nava par poco, sin embargo, se llegó al conflicto con la
Sublime Puerta iniciado en febre-
tió de Kronstadt y, a través del Báltico y el Atlántico, llegó en NINA e ro de 1788, a pesar de los notables éxitos iniciale
s de los austríacos. En 1789 el
las aguas del Mediterráneo al mando de uno de sus favoritos, Alejo r ova mariscal Laudon, al frente de sus tropas, hizo que
Belgrado capitulara de nuevo,
cía tiempo que Rusia se había puesto en contacto con las poblaciones or y un cuerpo de expedición mandado por el príncip
e de Coburgo llegó además a

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376 EL SIGLO XVII 377
LAS RELACIONES ENTRE LOS ESTADOS EUROPEO Ss
Bucarest. No obstante, con la
Paz de Sistova de julio de 1791
vieron que restituir casi todos los imperiales tu- Las tres reparticiones de Polonia
los territorios recién ocupados.
Si tal fue la suerte que expe
rimentaron el mar Negro y
nubio, más lamativas aún fuer el valle inferior del Da- o
on las vicisitudes del reino polac
indicado antes, al menos desde
la época de Augusto III de Sajo
o. Como ya se ha
nia este reino es-
A 4d
taba destinado a convertirse en
un protectorado ruso encubierto.
ra de los Siete Años, por ejem Durante la guer-
plo, las Dietas no habían func
regular, mientras que las tropa ionado ya de modo
s zaristas habían hecho de
militar y logística, instalándose su territorio una base
allí como en su casa y explotan
Por lo demás, el fin de aquel do $us recursos.
conflicto vino a coincidir Casi
Augusto, abriéndose así Una nuev con la desaparición de
a y más peligrosa fase de inter *Poznan
no dudó en aprovecharse de ello regno. Catalina ll eVarsovia
para acentuar su ya onerosa tutel
cuencia de un acuerdo esta a. Como conse-
blecido con Federico ll en
ceñir la corona polaca a su ex abril de 1764, aquélla hizo
amante Estanislao Poniatowski
Estanislao Augusto). Este miem (que se convirtió en
bro de una familia de nobleza
conocedor de las capitales euro mediana, óptimo
peas, era un hombre culto afín
las Luces. Elegido rey en 1764, al movimiento de
se encontró muy pronto con que
cieramente del apoyo ruso para dependía finan-
no convertirse en un instrumento
progresivo desmantelamiento de involuntario del
su propio Estado.
La situación polaca se caracter
izaba por factores bastante contr
Frente a las patentes arbitrarieda adictorios.
des extranjeras y a la evidente
allí maduraba también un movi crisis del reino,
miento patriótico animado por
y por exigencias de renovación. intenciones civiles
Por otra parte, muchos ambiente
ban abiertos a proyectos de refo s se manifesta-
rma que germinaban o incluso
vez más en los países occidentales se realizaban cada
; hasta los conservadores recur
sejarse a hombres como J.-J. rían para acon-
Rousseau y Gabriel Mably. Igual
ravillar que más tarde encontra que no ha de ma-
sen en Polonia un eco y un autén
tico seguimiento Fronteras de Polonia
antes de 1772.

Progresiva
ocupación rusa.
cias empezaron a florecer tamb
ién las críticas de las institucio Progresiva
privilegios sociales, penetró lent nes nobles y de los ocupación austríaca.
amente el deísmo y se hizo senti
los fisiócratas. r la influencia de Progresiva .
ocupación prusiana.
La estructura en que se basaba
el país, sin embargo, era todavía
poco funcional: hasta entonces inadecuada y
había impedido casi totalmente
que se establecie-

además de los sociales, entre los


_)
que incluso figuraba el de negar >
rey. Si no hubieran existido las obediencia al
Onerosas interferencias externas
vorecidas por esa fragilidad estru (obviamente fa-
ctural de las instituciones), las
nas habrían podido llevar a la naci fuerzas endóge- 1Ó de los oficiales o del
ón polaca a plasmar de nuevo tituyó una esc la nacional de «cadetes» para la formación
denamientos. Sin embargo, prec sus propios or- y poca cosa frente a 1 a enérgica acción del embajado r ruso, el g
isamente cuando ese proceso de ejército. Era muy
Estado empezaba a iniciarse, refundación del d s directrices de Catalina 1, este
no sólo se acentuó la intromis
que esta última logró también ión extranjera sino g e O
hostiles a las imiciativas
someter por la fuerza el territorio Í
principe y de ó o
ayu omento
fomentó una ÓÓ
Opo SsiCiÓnN de 1 los magnates
cabo de un año de haber ascendid de aquel reino. Al lasS 1 amadas S «lib ert a d es constitu
constitu ,
cion les»
cionale:
o al trono, por ejemplo, Estanisl reales » en p part cula a la 1 educción
ón de
ao Augusto ins- o
ación d e Radom»> Ss:
Í norrusa ( 7167
6 ) o ardóen opo po-
de los de bl
nobles. A S
esta «Confeder

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378 EL SIGLO XVIII LAS RELACIONES ENTRE LOS ESTADOS EUROP
EOS 379
este modo se hicieron cada vez Iámás
nerse la «Confederación de Bar», que reunía a los más sensibles a la suerte de su s patentes las reacciones que tendían a salva-
guardar la independencia del país, en partic
patria (1768). ular el proyecto de constituir un ejér-
cito de cien mil hombres.
La influencia rusa se mostraba cada vez más condicionante y la acción del
embajador Repnin encontró desde el comienzo pocos obstáculos serios. En 1766 P rusia y Rusia p usieron todos los obstác
stá ulos q ue p udieron a semejante pro -
la Dieta polaca se vio prácticamente obligada a votar la igualdad de los derechos
ceso de consol dación estatal, tanto r másás cuanto q que no habían tar dado en mani -
festar a»
de todas las confesiones religiosas y a aceptar una nueva constitución cuya ga-
e sn, atías respecto a las Y
erspectivas olíticas ue provenían de E rancia,
rante era... la zarina. En aquellos años se acentuó también el propósito de los pru-
donde había estallado y p TOgTé.
g saba una
Pp peligro:
1 grosa r ev olucióÓn antimonár
q Úlca . La
sianos de no dejar que Catalina fuera la única en aprovecharse de la situación. En
coyuntu:z a movió a estas dos potencias, g 4
seguidas mas débilmente
por Austr la, a per-
particular, Federico H obró con insistencia para persuadirla de que recompensase
petrar un ulterior desmembram
iento del territorio polaco
> . La proclamación de una
con Polonia los progresos todavía parciales en la lucha contra los turcos. La za-
nueva constitución el 3 z a
de mayo de 1 791, inspir ada de algún modo en los .
princi-
rina acabó consintiendo a principios de 1771 y las negociaciones, entabladas a
pios france
: ses, se convirtió en pretex 2
o to para la intervención allí de Au Ss tria > Rusia
continuación, llegaron en 1772 a una declaración común entre Austria, Rusia y y Pru 12. Los MiSInmos polaco
s se dividieron en dos
bandos, uno fa orable
otro
Prusia, que consagraba el principio inaudito del reparto del territorio polaco (el
adver soa tal Z consti S tución >, te TON dente a p rOp:
4 Criar un p O der ejecut
] ivo má Svigorgoroso S.
proyecto definitivo se estableció el 25 de julio de 1772). A pesar de los escrúpu-
La intromisión extranjera y
sacó partido de estas dis Z
cordias en 1 193 procedió a
los de María Teresa, a Austria le fue atribuida Galitzia, erigida en reino autóno-
una segun
> 8 da e S sCIsiÓnN del: paí 1SSs al que fueron sustra
5 > ídos territ Ori OS aúr mas as
á “ im
mo, con sus dos millones de habitantes, mientras que Catalina H ocupó toda la
p ortantes. . La p érdida de
ran p parte de Lituania » anexi
onada
o p Or Rusia » Y de la F e >
Rusia Blanca con un millón y medio de almas. Pudo parecer menor el logro de la
quena I olonia, que se hi ZO
pr USlana, redu j O el 1 I reino a
z poco más q úe una s ombra
?
parte oriental de Pomerania —con sólo 600.000 súbditos y sin Dantzig ni To-
de lo que había sido en la primer .
a mitad del siglo XVI.

run— por parte de Federico IL, aunque esto le permitió realizar la preciosa conti-
La revuelta de los polacos cristalizó muy pronto en torno a la figura de Ta-
deusz
nuidad territorial entre Brandeburgo y Prusia oriental. Kosciuzko,
e
recién legado
a
a su patr laen 1 794 pr ocedente de Estad $ Uni-
:
Esta cínica operación había sido posible también por la ausencia de una acti-
dos, donde había participado brillante nente :
en su o
lucha por la independenc a.
francesa en aquella área, aunque difícilmente hubieran podido impedir-
Este condottiero í
va política aportó al g unos
nos éxitos
tos e 1 ntentó Ó o 8ganizar un
Z
ejército autér
z
ica.
la Luis XVI y Vergennes. Con todo, esa operación fue llevada a cabo por aquellos
menteA regular. La
gran nobl eza,A, sin embar
o : 8 O, », temiendo las refor mas social e: s q qu e
tres monarcas sensibles a las ideas de los philosophes y paladines de las Luces.
habrían perjudicad a sus intereses, 2% cz
obstaculizó su acción. Tras una serie de en-
Por parte de los Habsburgo había manifestado una connivencia activa el hijo de frentamientos y de Ccontraataques febriles co ntra las tr Opas
extranjeras > Kosciuz
ko fue derro ado y hecho
María Teresa, José II, recién proclamado emperador y unido al gobierno por su Le s prisionero en Macie owice.
-) En 1 795 se consumaba
a , el
madre. Fue una intervención que demostró, sin que hubiera ninguna necesidad,
último reparto del E tado Z 7
p o a co: . E Tusla se instaló e A Va IS .
covia y en 1 ublin Ovia y Aust: ta en Cc Cra-
mientra
cuán poco se habían impuesto en la escena internacional los derechos de las na-
que Rusia lo hacía en Vilna
y en las vastas resiones

ciones y hasta qué punto, en cambio, los estados estaban concebidos aún como
O; mental es del Pp aís.ís. Con
€ inad
nado en G Grodno JOL
0: orden de C22 atalina
1 1 >Es 1 a nislao Au-
incontrovertiblemente negociables por parte de los soberanos. De hecho, aunque gusto fue obligado a abdica
r el 25 de septiembre de
1 95
en el siglo xvI y en el xvi se habían perpetrado ya acciones notablemente arbi-
trarias con respecto a los propios súbditos por parte de los príncipes, contra las
poblaciones no se había cometido aún algo tan odioso como el desmembramien-
to polaco de 1772.
Polonia, no obstante, era un país tan extenso que ni siquiera una amputación
tan exenta de escrúpulos de una tercera parte de su territorio la redujo al extremo.
“En los veinte años siguientes se realizaron notables reformas administrativas,
económicas y militares. De manera que en 1773, como consecuencia de la diso-
lución de la orden”de los jesuitas, se creó una «Comisión educadora» que actua-
ba como un auténtido ministerio dereducación, La misma acción de Estanislao
Augusto contribuyó no sólo a una gran apertura cultural y artística, sino también
a promover en el país reformas fiscales y sociales, además de iniciativas didácti-
cas concretas. Finalmente, entre 1788 y 1792 una Dieta, llamada de los Cuatro
Años por su insólita duración, se hizo intérprete de un Partido de los Patriotas e
impuso el funcionamiento ininterrumpido de una representación nacional. De

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EL CONTEXTO MUNDIAL 381

dialización un fenómeno que deba medirse exclusivamente a escala europea. Este


criterio de valoración es aplicable en la Edad Moderna y hasta mediados del siglo
xx aproximadamente. Como ahora ya no lo es, hay que señalar su valor relativo
y su carácter indudablemente temporal. Estas observaciones se manifiestan, con
todo, particularmente oportjnas cuando se toma en consideración África y se in-
tenta contextualizar su función eñ'eltranSturso de los siglos» En efecto, si existe
un continente que ha sabido escapar durante mucho tiempo «la espiral de la mun-
dialización es precisamente el africano, hasta el punto de que, en muchos aspec-
4. EL CONTEXTO MUNDIAL tos esenciales, la historia del globo se ha visto influida por él sólo en virtud de su
extensión, no por sus pueblos y menos aún por sus civilizaciones. .
África, conocida desde la más rémota antigiiedad, tras la Alta Edad Media y
1. ÁFRICA en el transcurso de la época moderna se ha distinguido por el hecho de represen-
tar, por así decirlo, un continente inútil o como exento de consistencia histórica.
E
1 tí
título de estas
An:
paginas está
3% : En torno al año 1000, ninguna iniciativa procedente de ese continente influyó ni
justificado
siquiera de modo marginal en la vida de Asia o de Europa, es decir, de las tierras
sólo en parte, pues no es
con otro fácil dar
qu e recoja
coja d de m Ol do pertin ente
at cuanto
a él más próximas. Este fenómeno se acentuó en los siglos XVI y XVIL convir-
se efiere
Tre a la situaciónÓ intercon-
tinental del siglo
g xvi. Al me nos h e asta el
tiéndose África en una inmensa zona casi vacía de interés, a excepción de —y
año 1 800 > en n efecto
f to, > un aut entico
é t pro-
ceso de mundialización se h abia
Í: r manift estad
aún en débil medida— sus franjas septentrionales. De manera que la cuenca del
SsS o de modo aun 1 tota mente parcial.1
aunque
: innega
2 blemen
a te se habí, 1a imc:
1C1 ado y a con Y
Mediterráneo, aunque no se distingue precisamente por su longitud (quizá redu-
lo Ss acon
acontec ¡mientos
0 pr O ducid O: $
en lo siglo XVI y XVI.
? Semejante proceso > pues,
namente en sentid O únic: O. La
debe entend erse
IS c asi necesa: - cida incluso a pocos kilómetros), ha constituido una frontera muy difícil de atra-
S relaciones
vesar, tanto en un sentido como en otro. Del mismo modo, por lo que respecta al
recipr
Í| OCas entr e las di Versas
ersa: á) eas d del
globo eran 0 de h e cho aún casi 1 nexist
XIS entes,
conocimiento histórico, la distancia entre nosotros y el pasado africano corres-
ya que ningun
gun a de ella S —= except
una— ept o
tenía los medic US y los Programa Ss para
pondiente a los siglos XVI, XV y XVIII sigue siendo en un grado máximo difícil
llevarlas a cabo. Aparte
meño del fenó-
bastant
nte e red
reduci do de ed ación
mediac m usu Imana
parte
rt y O; Uriente Medio y alguna Zona Kn africa
ent re el mund
ndo 1n d
una O por de atravesar, tanto por la ausencia de documentos que conserven su memoria
f na po Tr Otra,
como por la reducidísima operatividad de los que puedan subsistir.
otr Ttuagú ú 1 Estado o p ueblo re-
alr nente : significativ o ma
nteníaÍ en o el Si g lo XVHI contacto S 1
los demás contin meen tes, a excepc
mp 0; rtantes con O los de Esto, que no sucedió en los demás continentes, en África se verificó incluso
- ión hatu
en el período en que al menos marginalmente hizo sentir su presencia, precisa-
tur al nente e de algu gun: as naciones europeas.
Europa, Pp úes, constituí
a el 1 único
'n1 rImotor
mente por el tráfico de sus hombres como mercancía, es decir, como esclavos. En
otor de un proce; roceso de mund lalización.
el siglo XVIN este proceso . £ Er
resultaba todavía parcial
camente e dec ese continente,
sino O tanabi
no O sólo porque q provenía úni-ú este plano hay que distinguir dos vertientes bastante distintas y, por otro lado,
también porqu e el a limi
to S: g eográ:
gr fic O > polít ICO, CO, econó Ó
ñóÓmac
ado ent OGOS d SUS aspec-
ampliamente desiguales: la vertiente árabe y la vertiente negra. Desde el punto de
o y c uitu1 TI al . Baste
e xpl Or acione
eco: 1 dar qu e 1 la era de las
vista del comercio, en efecto, los árabes se distinguieron constantemente como
O: s e: era a t todo lo contr ario
de una era
e emplo los atrevidos e LS
> concluida , COM: omo demuest; a 2 ppor O saqueadores de bienes y de habitantes de Europa, mientras que los negros eran
ont a viajes que James Cook efectu
la se g unda
nu tad del S1gelo
ó (eso sí, ya en cambiados en el mercado por sus propios compatriotas, que los atrapaban y los
entre
ntre las
1 s isla islas del P acífico
vasta y mal > conocida área que compre
Íi
i
y las tierra Ss situada: en la revendían para su exportación. En el aspecto de la cantidad, los negros compra-
r día Austral a. E hn O Z 2
desde la época de Pedro
otra área le ana,, s OL0 lc dos como esclavos fueron infinitamente más numerosos que los europeos que ca-
el Grande los rusos fueron
penetrando en el 1 urquestán,
mentras q quee nte e 17
13 y 173 3 Vario:
yeron en manos de los berberiscos.
108 kan e su ZDe bi kos a: cept a On pres ar
to a la Zarina Ana
juramen- Con este último término se designa los musulmanes de África septentrional,
sl I V ano vna. En cuanto a la
y más precisamente a los establecidos en las costas de Trípoli, Túnez y Argel.
extensa zona semud se d esiertadee Z Zunga
ria,, enelco ga-
CL corazóÓnn d e Asia, , n BO VOIV ol 10Ó a estar
Como ya se ha indicado anteriormente, a partir de mediados del siglo xv1 tales
) ajoj la autor dad d e Chin.
ah asta 1 760
.
y únicamente durante el 1mperi
o de Kiang-Long a 7136-1
solidaron su supremacía
en el 1 íbet.
7 99) los manchúes con-
poblaciones reconocieron la soberanía del sultán de Constantinopla, que por su
Por consiguiente, la mayor
parte les permitió una amplia libertad de movimientos, para poder valerse de ellas
parte de las tierras ubiertas, a pesar de la pro-
en las fases de conflicto abierto con los estados que se asomaban al Mediterráneo.
desc
gresiva ampliación de la presencia europea, seguíanviviendo replegadas en sí Normalmente, pues, los berberiscos se regían de modo bastante autónomo, no sin
mismas y en el
e xplotadas por las relaciones
mejor de los casos apenas
tinentales. Í or
intercon- conflictos internos (a este respecto hay que destacar una guerra entre los de Ar-
p arte discutible considerar
otro lado, es al menos en
hoy la mun- gel y los de Túnez, que a partir de 1756 tuvieron que pagar un tributo a los pri-

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382 EL SIGLO X VIH
EL CONTEXTO MUNDIAL
383
meros). En el plano del comportamiento marítimo, que es el de mayor relieve, a por aquel soberano. La regencia de Argel
fue objeto de ataques navales conju
ellos se unen los de Marruecos, aunque se desligaron de la sumisión a la Sublime tos por parte de españoles y napolitanos, así como
de malteses, 1784,en 1783
Puerta. En efecto, los de Marruecos ——como los de Trípoli, Túnez y Argel— es- y su rey no consintió en tratar con España hasta
1785. z
tuvieron constantemente animados por una aguda hostilidad hacia las poblacio- Con respecto a la trata de negros hay que observ
ar que los navíos mercantes
nes cristianas. Su agresividad marina contra éstas se manifestaba de modo casi europeos se abastecían exclusivamente en las
costas de África occidental
unívoco; armaban barcos de corsarios tanto para capturar o depredar los navíos esa trata se realizaba especialmente en las escala
s de Sierra Leona. Eran los ms.
mercantes como para convertir en esclavos a cuantos encontraban a bordo, así mos jefes de tribu y cabecillas locales quiene
s procuraban esos esclavos a lo
como a numerosos habitantes de las costas cristianas (particularmente italianos y aracores europeos, que acudían a embarcarlos
en sus naves para eransportar-
españoles). os : Cn nente americano. En 1787 una asoci
ación filantrópica inglesa consi-
Es indudable que este fenómeno secular, que siguió produciéndose de mane- gui establecer en Sierra Leona un centro de
refugio y asilo para los
negros sus-
“rabastante viva durante gran parte del siglo xvi, dio lugar a toda una serie de in- traídos a la esclavitud. Por otro lado cabe
mencionar numerosas iniciativas
tercambios entre los países de África septentrional y Europa. Por otra parte, el co- misioneras católicas, particularmente en las
zonas portuguesas de las costas
mercio se desarrollaba dentro de una doble dimensión, ya que las presas hechas atlánticas de Africa. En todo caso, esas
Operaciones de proselitismo siguie
por los berberiscos alimentaban muy poco sus actividades productivas. En cuan- siendo relativamente esporádicas y en general
no se adentraronde hecho lejos de
to a las personas hechas esclavas, esperaban que por diversos trámites, concreta- las costas. La parte interna del continente negro,
es decir, mucho más de la mit d
mente con la mediación de religiosos cristianos, les llegase el rescate exigido y de su extensión, siguió siendo por tanto descon
ocida y hubo que esperar al siglo
quedasen en libertad. Las mercancías y los mismos barcos caídos en sus manos XIX para que los europeos efectuar an Sus primeras explor aciones
se ponían en los mercados, tanto en los de sus escalas como en los puertos fran-
suficientemen-

cos de la cristiandad. Las circunstancias en que se llevaban a cabo las rapiñas y


las razias, así como las formas de la reventa de las presas, eran de tal naturaleza
que apenas dejaron huellas documentales adecuadas, lo que hace bastante difícil 2. EL CONTINENTE AMERICANO
las estimaciones cuantitativas.
Aunque la piratería berberisca y sus consecuencias pudieron ser más inten- A principios del siglo xv1n la expansión rusa
ya había atravesado toda Sibe-
sas o incluso más prolongadas en los siglos xvI y XVII, siguieron siendo también ña, aunque con asentamientos de moderada
entidad, llegando hasta el Extremo
amplias e incisivas en el xvi. Hay que observar que la marina inglesa obtuvo Oriente y las costas del océano Pacífico. Precis
amente estando al servicio de P.
entonces en el norte de África mayores facilidades que las demás flotas, siendo dro el Grande, el danés Vitus Behring (1681-
1741) llegó hasta las regiones 5
así, por ejemplo, que los corsarios de Marruecos sólo respetaban su bandera. El lejanas del continente asiático y descubrió allí
el estrecho que lleva Su nombre,
comportamiento vejatorio de los musulmanes se ensañó particularmente —-Con poco después de la muerte del zar. En los años
siguientes, prosiguiendo sus ex
extorsiones e imposiciones de «regalos»— con los venecianos, los holandeses, ploraciones, Behring recorrió la península
de Kamchatka. Se puede recordar tam.
los suecos y los daneses (en la práctica, los que menos eficaces represalias podían bién un fenómeno que tuvo lugar en sentido inverso
, es decir, la llegada desde
ejercer). En el curso del siglo xvr1 el comercio europeo resultó por otro lado más Zungaria hasta las orillas del Caspio y la parte
baja del Volga de centenares de : 1
activo en Túnez y Argel. Aunque las cantidades exportadas desde Túnez y en ge- lares de mongo les, que se establecieron allí con permiso de
Pedro el
Grande En
neral desde la zona berberisca fuesen reducidas, las mercancías negociadas en 1771, acogidos por el emperador chino Kian-L
ong, cerca de 300.000 de ellos to
mayor cantidad en ese período fueron el trigo, la cebada, el cuero y también los corrieron de nuevo Asia para volver al área
de la que habían partido. Poco más
gorros: por otra parte, a Túnez llegaban desde Sudán oro en polvo y plumas de tarde, a partir de 1760, los cazadores en busca
de pieles fueron crozando las
avestruz. - glones siberianas y llegaron hasta Alaska. Hacia
fines del siglo xvi en la región
«= En 1770 Francia hizo bombardear las bases tunecinas de Bizerta y Susa; la de Vancouver las nutrias marinas éran captur
adas tanto por los rusos como or]
paz con Luis XV fue firmada al año siguiente. En cuanto a Marruecos, en una pri- ingleses. Los habitantes de las colonias británi
cas de la costa oriental de América
mera fase los paños-ingleses sustituyeron a los de fabricación francesa, mientras del Norte aún no se habían extendido mucho
hacia el oeste y estaban todavía le.
que Inglaterra imfiórtaba el trigo de Maerruecos.No obstante, con el acceso al tro- jos de las costas del Pacífico, sin superar el
Misisipí. Con todo, su pro resió se
no (1757) de Mulay-Mohammed se inició una fase Moborbónica. Además el 28 estaba acentuando y numerosas poblaciones
indias del interiorse 00 as vd o
de mayo de 1767 se firmaron en Marrakech un tratado entre España y Marruecos de Carolina y Georgia hasta Florida, entonc
es española. ne
y otro entre Francia y Marruecos (un nuevo y más amplio acuerdo con España se En efecto, quienes más territorios seguían ocupan
do en el continente ameri
estipularía en 1780). Al mismo tiempo la actividad de los temidos piratas marro- cano durante todo el siglo xvi fueron
los ibéricos. La línea trazada por el t na
quíes de Salé disminuyó de intensidad gracias a la orientación política adoptada do de Tordesillas a finales del siglo xv aún
dio lugar a conflictos. Los portugue.
o

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384 EL SIGLO X Vu
EL CONTEXTO MUNDIAL 385
ses, en efecto, establecidos inicialmen
te en las costas más orientales de vivían ya desde el siglo anterior muchos colonos ingleses y su madre patria con-
habían ampliado sus asentamientos Brasil,
y se habían extendido claramente sideraba como propios los territorios en que se habían instalado. Las primeras
el norte, hacia la desembocadura del tanto hacia
Amazonas, como hacia el sur, por la hostilidades notables se habían manifestado ya durante la guerra de sucesión aus-
Porto Alegre. El enfrentamiento, zona de
que se prolongó durante varios años
de mediados del siglo Xvur, no termi a partir tríaca. En junio de 1745, miles de británicos de Nueva Inglaterra, roads En
nó hasta el tratado de San Idefonso, una pequeña flota de cuatro mevíos, habían atacado Luisburg en la isla de Cap
mayo de 1771. Totalmente tranquila, 11 de
en cambio, era la posesión española Bréton, cerca de la península de Acadia (córrespondiente añaractual Nueva Es-
go de casi todas las costas americanas a lo lar-
del océano Pacífico, desde la parte centro cocia y a parte de New Brunswick). Tras cincuenta días de asedio la plaza ps ex-
meridional de Chile hasta California -
, a través de Perú, Nueva Granada pugnada y una escuadra armada de los franceses que fue allí para recuperarla se
rosos asentamientos de América Centr y nume-
al. En torno a 1720-1722 las poses vio arrastrada y hundida por una tempestad.
España se habían extendido a lo largo iones de ”
de las costas del golfo de México hasta Aunque la Paz de Aquisgrán restableció luego et statu quo, en esencia ue
xas. Más al norte, bajo su égida, prime Te-
ro los jesuitas y luego los franciscan sólo una tregua, pues el conflicto no tardó en reanudarse. En Jumonville, en el va-
bían emprendido la evangelización os ha-
de los habitantes de la zona california lle del Ohio, tuvo lugar en junio de 1754 un primer enfrentamiento entre meses
de se fundó San Francisco en 1776. na, don-
Pero había un gran foco de aguda de Virginia y un destacamento francés. Al año siguiente los colonos de ambos
discrepancia en el mar del Caribe, bandos se batían contra la voluntad de sus respectivos gobiernos, no sin que tu-
ñaba regiones bastante densamente que ba-
habitadas y económicamente ricas. viera lugar también algún enfrentamiento naval, La competencia había need
rica centromeridional, en efecto, En la Amé-
vivían en el siglo xvI casi veinte
habitantes, menos de la mitad de raza millones de hasta tal punto que ya no se podía detener, teniendo en cuenta además la istan-
blanca y cerca de tres millones y medio
tizos. Para remediar la crisis que de mes- cia existente entre aquel teatro de operaciones y Europa. Por ej lado la tensión
se había producido en torno a 1700, afianzaba la unidad de las colonias británicas, y por otro Canadá sepoblaba cada
se había intentado reformar el siste en España
ma de flotas que la comunicaban regul
te con las vastas colonias del otro armen- vez más de franceses. Hacia 1700 había ya allí cerca de 20.000, número que en
lado del Atlántico. El tratado de
obstante, había dejado tras de sí una Utrecht, no 1755 ascendió a 55.000 aproximadamente, sobre todo en el estuario del río San
secuela de desacuerdos, en primer Lorenzo (habiéndose establecido otros millares en Hlínois y en la cuenca del Mi-
concesión a Inglaterra del monopolio lugar la
de la trata de negros. Por otra parte, sisipí). Sobre todo a partir de 1730 la colonia francesa de Luisiana, situada a ori-
ña se mostraba cada vez menos capaz Espa-
de satisfacer la demanda de los produ llas del golfo de México, había experimentado un notable desarrollo.
necesarios para sus colonias. Sus merca ctos
dos habían hecho prosperar el contr En la zona más septentrional de los asentamientos británicos, Nueva Inglate-
do, sobre todo por parte de las naves aban-
inglesas, mientras que la madre patria rra constituía aún una franja de espesor reducido entre el Atlántico y los montes
veía capaz de oponerse a ellas milit no se
armente. Muy consciente de esto,
ción oficial de guerra las autoridades sin declara- Alleghany, quedando el interior todavía en manos de los indios. Los nos rn
inglesas ordenaron en 1738 a sus unida sobre todo agricultores, pero algunos practicaban el comercio de las pieles: deal Í
navales atacar las bases españolas, des
empezando por las de Colombia; que no pudieran dejar de enfrentarse con los franceses, en particular en la cesión
se ocupó la base de Portobelo y se así, en 1740
bloqueó Cartagena. Otro episodio de de los Grandes Lagos y del Ohio. Alf no sólo se encontraba el punto crucial de
dad angloespañola se produjo a finale la rivali-
s de la guerra de los Siete Años,
soberanía sobre las islas Malvinas, de cuando la mercado de las pieles, sino también el punto de conexión entre la cuenca do Mi-
posición sumamente estratégica, pasó sisipí y Canadá, regiones ambas dominadas por Francia. En efecto, desde as po”
cisamente de España a Inglaterra. pre-
Las relaciones de esta potencia con Portu siciones atlánticas del estuario de San Lorenzo hasta el golfo de México se ali-
gal, en cambio, siguieron impregna- neaba toda una serie de puestos fortificados que casi rodeaban
das de buena vecindad. Instalados Los OS
en la misma Lisboa, los comerciant habitados por los colonos ingleses. Estos últimos, por su lado, a partir de 1687 a-
dominaban las importaciones de produ es ingleses
ctos a las zonas brasileñas. De modo bían buscado el acuerdo con las poblaciones iroquesas cón una finalidad anti-
el desarrollo económico de estas últim que
as iba totalmente a favor de los opera
británicos. Este fenómeno se hizo dores
tanto más relevante cuanto que, por a
aquella inmensa área se había conve un lado, hostilidades se abrieron exactamente en 1755 a consecuencia del envío a
rtido en semiindependiente respecto América de refuerzos ingleses al mando del general Braddock y de la llegada de
gal, y por otro se habían descubierto a Portu-
allí -—entre finales del si glo xvI y princ
del xvui— importantes yacimiento ipios una escuadra contraria a las órdenes del marqués de Vaudreil. Este último fue ata-
s auríferos y diamantíferos.
Con todo, el verdadero antagonist cado en octubre cerca de la isla de Terranova por las unidades del almirante Bos-
a de Inglaterra en el continente cawen. Al cabo de poco tiempo estalló oficialmente la guerra a causa de la deci-
en el siglo xvI no eran las dos poten americano
cias ibéricas, sino Francia. Ésta, pese sión británica de detener a cualquier navío mercante francés en aquella zona. En
en este siglo poseía solamente un territ a que
orio limitado de Sudamérica (la Guaya
había concentrado sus ambiciones na), Acadia los ingleses lograron capturar en 1756 a ocho mil colonos o
en la parte septentrional del Atlán que en parte se refugiaron en su isla de Cap Bréton (donde permanecieron hasta
cha debía manifestarse de modo tanto tico. La lu-
más violento cuanto que en aquella 1758, cuando fueron expulsados de allí a la fuerza). Entretanto, el cuerpo expe-
zona

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386: . EL SIGLO XVII EL CONTEXTO MUNDIAL
:387
por tres la danesa). En el siglo xvxr los establecimie
de mara:qués de Montcalm, compuesto ntos europeos en esa vastísima zona
dicionario francés bajo el mando de la milici a local, atacó y se reducían aún —excepción hecha de las Filipin
0% od a]
il hombr es
mil soldados regulares, además de el fuert e de William- restringidos. La situación cambió en el si glo
as españolas— a territorios muy
istó c
o 757 xvi, sobre todo en India, a la que la
tomó Ó el fuerte dee Os Oswego y conqu dios auxiliares masacraron a desaparición de Aurengzeb (+ 1707) había dejado
s numerosos
Henry. Durante aquellas operacione mentación política.
en un estado de relativa frag-
ses. dado en
cierto número de prisioneros ingle ministro de la Guerra, In- En cuanto a las organizaciones comerciales,
William Pitt el Viejo , A e n los primer
os años del siglo
Animada por e
= :
as AO nero en la renovación y el incre- xvi la Compañía de Indias holandesa seguía
sien do la más importante, aunque
elaterra invirtió entonces ingentes ocientos barcos fren- estaba en franco retroceso. Hacia 1650 esta compa: ñía
logran : vera cuatr
mentoE de su proplaia flota militar, así como, tras varlas nente en los tráficos con los puertos asiátic
empleaba de modo perma-
e do ario. Fue os cerc a de ochenta naves, que al cabo
te a poco másá de cincuenta por parte ademá s de doce mil hom- de un siglo habían descendido a poco más de la
dra de Bosc patada mitad. De todos modos, los bar-
semanas de asedi edio,o, la escua
:
Luisburs en USA En el campo de batalla te- Cos que esta compañía enviaba cada año a las
bres dé tropa) conquistó de nuevo el fuerte de Carillon, en el mil setecientos, todavía más numerosos que los
Indias Orientales eran en torno a
n ataca: e o
rrestre los británicos, aunque había do en el lago Ontario disminuyó de modo más patente fueron los
de las compañías rivales. Lo que
el fuerte mon situa beneficios, que sólo giraban en torno
transcurso de aquel año tomaron sne, en Ohio, cuna de la fu- a los cuatro millones de florines entre 1720
y el fuert e A ue: y 1730 y que se redujeron a menos de
(donde podían amenazar Montréal) é
Wolfe y formado por un millón y medio en la década siguiente, La
ado por el g neral
tura Pittsburg. El cuerpo inglés, mand r Québe c. Montcalm pañía holandesa empezaba a provocar como consec
misma regulación interna de la corm-
¡gui endo el ríoÍ San Loren z o fue a ataca uencia indirecta el crecimien-
nueve mil hombres, sigui mente mientras Wolfe to de la flota de cabotaje inglesa, ya que prohib
a, pero fue herid o grave ía a sus propios participantes el
salió de la ciudad para dar batall
en aquel enfrentamien 1 to cruento; ; Québec, de fendida luego por Vaudreil,
e comercio local emprendido por personas privad
as. Cuando los responsables de
erecía esta compa
. Los re franceses, unidos en 1760 a ñía se apresuraron a reparar el error, ya era demasi
acabó rindiéndose el 8 de septiembre ue le pusieron ¡ asedio no lo graron recon- más, los tráficos británicos en el océano Índico
ado tarde. Por lo de-
z
las órdenes del 1 duque de Lévis, - ase:
Evi aunque le pl se desarrollaban en gran parte con
duq e en septiembre capituló además Sal.
Montréal la complicidad de los funcionarios holandeses.
> o Tenían relación con el malestar
istarla; de modo qu
da perdida en aquella zona. Poniendo reinante los serios desórdenes que en torno
on lo esencial, Francia tenía la parti febrero
a 1740 ocurrieron en la misma Ba-
h ), el tratado de París del 10 de tavia, donde afluyó por entonces una cantid
1 n a aquella guerra Co lonial (1755-1762 ción de dos islotes, Filipinas. De modo que la guerra abierta que
ad menor de plata procedente de las
Cana dá a Ingla terra (a excep opuso a ingleses y franceses reper-
se 1763 sancionó la cesión de de Sal A
los derechos de pesca en el estuario1 cutió negativamente en la suerte de los holand
Saint-Pierre y Miquelon, así € omo de los de Luisi ana situada al
eses en el sur de Asia. Los admi-
nistradores de la compañía no supieron tomar medida
. Unic amen te la parte s adecuadas para detener su
Lorenza y Sa la isla de Terranova) las
de Luis XV, que conservaba por otra parte declive, aunque su auténtica bancarrota no
oeste del Misisipí siguió en po: der que los españ oles ce
se produjo hasta 1792.
Es casi superfluo recordar que en el siglo xvnt
Santa Lucía. Mient ras
Antillas: Martinica, Guadalupe y los negocios de los portu-
en compensación por el L ter territorio oriental de Lui- : gueses de Goa, Diu y Damán estaban en
plena decadencia. Su debilitamiento
1 Í
además tod: ala franja territ orial situada a lo largo del va beneficiaba también a los ingleses, de quienes estaba
n obligados a depender va-
ban dema
siana), éstos ocupalen
dd
que de este modo otenían garantizad
a en América rios mercantes lusitanos para desplegar sus propio
lle del Misisipí. La supremacia s tráficos. El monopolio de la
lta lonos, que estall aría al poco Corona portuguesa escapó al colapso total gracias
del Norte no lograría detener la revue ñías financieras gestionadas por extranjeros.
a la colaborac ión con compa-
tiempo. Algo análogo le su cedió a la Com-
pañía de Ostende, que tuvo vida breve (1721-
1731): esta comp añía en realidad
empleó preferentemente naves de construcción
británica. Tamp oco fue muy di-
ÍNDICO
ferente el funcionamiento de la compañía danesa
3. Los EUROPEOS Y EL OCÉANO , que surgió en 1616 y duró
hasta la segunda mitad del siglo xVHI. Tambi
én esta compañía empleó a nume-
la
de Estad os Unidos se reemprenderá rosos extranjeros (especialmente holandeses)
En el capítulo dedicado a la formación la lucha entre, los esta- alto el contrabando de mercancías y la transferenci
y practicó en un grado bastante
narración de las ulterioresvicisitudes me aracte rizaro n
a ilegal de capitales de Orien-
> mo ra a,se trata de examinar las vicisitudes te a Europa. Con la reorganización de 1722, esta
dos europeos en América septentrfona dio a las personas privadas, que utilizaron barcos
compañía abrió el comercio in-
ac n e los occidentales en Oriente.
que produjeron la presencia y la penetr en los que ondeaba la bande-
ido suce a vamente por la expansión portugue-
El sur de Asia había sido invad
o AE po luego más fuertemente por la Un estilo específico de la Compas ñía de Indias
inglesa a partir de 1707 (cuan-
sa, de manera más bien del xvmi, a estas presen- do se fundieron las dos compa: Mías británicas
> todo
. En el transcurso de anteriores) fue fletar las naves en lu-
la inglesa y la france sa (y accesoriamente gar de asegurar su propiedad. En consecuencia
as E ETPISieron y contrapusieron , los capitanes y los oficiales po-

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388 EL SIGLO XVH1
EL CONTEXTO MUNDIAL 389
dían disfrutar de su derecho al come
rcio privado, en beneficio del contr
aunque sin detrimento de los inter abando;
eses de la propia compañía. Por lo India entre 1790 y 1816
última gozaba del apoyo del Banc demás, esta.
o de Inglaterra, así como del apoyo
parte del Parlamento, gracias al cual de buena”
pudo esquivar los ataques a su monop
Hay que añadir que la construcción olio.
de las naves usadas en los viajes por
res de Asia meridional fue cada vez los ma-
más cuidadosa a partir de 1670 aprox
mente; a partir de 1770 la quilla de imada- -
los barcos se revistió con una capa
Dado que estas naves no podían resist de cobre. RAJPUTAN,;
ir ya más de media docena de tempo
en aguas tropicales, sus fletes iban radas
en continuo aumento. Entre 1717
número de estos navíos pasó de 100 y 1727 el
a 150 y su capacidad de 41.000 a
neladas; su cargamento aumentó de 52.000 to-
600-800 toneladas en la primera mitad
glo xvmi hasta 1.000-1.200 a partir de del si-
1780.
Las mayores sedes indias de la comp
añía inglesa fueron Bombay, Madrá
Calcuta. Los principales productos s y
importados eran el té y los tejidos,
tos el calicó tuvo gran éxito en la y entre és-
moda femenina europea. A título
puede indicar que las quinientas mil de ejemplo se
piezas de calicó importadas anualmente
la primera década del siglo xvut ascen en
dieron casi a un millón entre 1731
La recaudación de las ventas del y 1740.
té se triplicaron también entre 1712
beneficio bruto anual de la compañía y 1744. El
entre 1713 y 1743 fue de un millón
esterlinas aproximadamente. Desd de libras
e Londres salían hacia Oriente hierr
del Báltico, plomo, plata y artículos o y cobre
de lana: con la plata procedente de
acuñaban en Madrás las rupias que Europa se Para Inglaterra A
luego eran enviadas a Calcuta. Poste
te la compañía inglesa encontraría riormen-
la base principal de su propio poder | Para Inglaterra después
el derecho, que sabría obtener, a recau político en de los tratados de Bas+
dar los impuestos en Bengala. sein y Amiens (1801).
A diferencia de la británica, la Comp Deogaon (1803), Amris-
añía Francesa de las Indias Orientales tar (1809) y París (1815)
estuvo muy centralizada, empleó una
flota propia y confió su gestión a funci Estados que aceptaron
rios o banqueros más que a comer ona-
ciantes. Tras su reorganización un tratado de alianza su-
compañía poseía veinticinco barcos en 1725, esa bordinada con Inglaterra
y se ha calculado que a partir de 1756
anualmente de Lorient una veintena. partió
En el período de treinta años entre Para Francia antes de los
1743 esta compañía no permitió a 1713 y tratádos
sus participantes comerciar libremente
mero de naves francesas privadas dedic y el nú- ; 7 75 Devueltos a Francia des-
adas al tráfico local tampoco tuvo un ! e Z pués de los tratados
cremento particular en ese período. in-
Con todo, la fase más rentable de
fue la comprendida entre 1724 y 1744, su actividad
influyendo en ello las relaciones pacíf
de entonces entre Francia e Inglaterra icas
. Pero, precisamente cuando en Europ
taban a punto de reanudarse las hosti a es-
lidades (1743), la compañía francesa y la de la compañía naviera provocaron crecientes enfrentamientos. Por otra par-
contró en condiciones financieras preca se en- te, mientras que sus finanzas fueron siempre poco sólidas (excepto entre 1730 y
rias. Sus entradas estables las const
ingresos del Estado, mientras que ituían
fallaba cualquier mecanismo para 1750), las inversiones de capital extranjero desempeñaron un papel mínimo. Fuen-
capital circulante, necesario para constituir un
alimentar los tráficos. De este modo te de debilidad resultó ser el uso escasísimo de personal no francés, además
, al menos del
a partir de 1747 el aumento de los hecho de no organizar un comercio local propio y dejar a menudo a los partici-
gastos militares y administrativos
neto, pues las exportaciones se suma redujo su útil
ron a los dividendos. Sólo a partir pantes en la compañía a su suerte. El gobierno francés se vio obligado en 1769 a
hasta 1785 los comercios franceses de 1769 y
de las Indias Orientales estuvieron liquidar su compañía, que entró en bancarrota en 1795. o
la iniciativa privada. abiertos a
. . Los asentamientos franceses en la India se encontraban en Pondicherry ( 1686),
En el transcurso del siglo xvur la Surat y Masulipatam (1687), Chandernagore (1688) y Karikal (1739),
política regia, dirigida a comprome así como
más en los frentes terrestres que en terse en lle de France (Mauricio), que los holandeses habían abandonado en 1710,
los marítimos, perjudicó también Esta
fía francesa. En segundo lugar, las a la compa-
interferencias entre la autoridad guber isla, recolonizada en 1721 y donde Mahé de La Bourdonnais (+ 1753) introdujo
nativa el azúcar en 1735, tendía a convertirse en una de las principales bases francesas

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EL CONTEXTO MUNDIAL 391
390 EL SIGLO XVIH
dente que distintos países europeos, estand
cultivo o además en oposición entre sí, no
isla Bonn (Reunión) se introdujo el
en Oriente. Con todo, también en la podían desempeñar en la India el papel de potenc
ias locales sin excluirse mu-
del azucar. _
afé y del índigo, así como tuamente. Una de las principales consecuencia
compañías os s de la batalla de Passey fue que
. cba cial que había enfrentado a las distintas desde entonces ningún gobierno indio se manife
dos del siglo ¡e con IE pa stó capaz de oponerse victorio-
en el océano Índico se combinó hacia media En o
sament e al predominio británico.
todo, el enfren tamien to militar PS
de competencia. Se produjo, sobre e o a no
Tan clara fue la derrota de los franceses que en
la primavera de 1758 hicieron
unos contra Otros. Pero
y franceses, inmersos oficialmente en guerra llegar a Pondicherry una expedición militar
a las órdenes del nuevo gobernador
a su adversano: : unió ID
se limitó a los golpes que cada uno podía asestar general, Thomas Lally de Tollendal (+ 1766).
Éste, apoyado por fuerzas navales
implic ación de los europe os en la situac ión interna de la In ens pe insuficientes y poco ayudado financieramente,
progresiva o po aunque también a causa de su
o donde los ingleses tomaro:
“"nínsula india. Fue sobre todo este el terren o a
completa ignorancia de la situación india, tuvo
que doblegarse ante las fuerzas in-
a poo ro O
poco la delantera a los franceses. La E glesas tras una lucha que duró tres años. Los británi
cos pas aron a la ofensiva en
1744 y uran cl
India se delineó ya entre Coromandel, en especial en 1760. El comandante
general de la compañía e inglés, Eyre Coote, logró al
sucesión Sinástica, Nombrado gobernador A pe
principio imponerse a las fuerzas del marqué
s de Bussy y c apturarlo (23 de ene-
conven ció bastan te pon
1741, Joseph-Frangois Dupleix (+ 1763) se e »o Z A Se
ro de 1760). A continuación, ocu pada Karikal, no
lejos de Ceilán, puso sitio
país también en este
cesidad de hacer sentir la presencia de su a Pondicherry, defendida por Tollendal, quien
tuvo que firmar la capitulación de
en septiembre de 7 oe o -
da de la escuadra de Mahé de la Bourdomnais, a a . A
la plaza en enero de 1761. Desde entonces la influe
ncia de los franceses no ten-
rán, sin embar go, le ne
derarse de Madrás: el tratado de Aquisg o os
dría ya los medios ni la ocasión de hacerse percep
tible eficazmente. Aunque el
mejor arraigo a la
los ingleses. Dupleix intentó entonces dar los De E nos
tratado de París, a finales de la guerra de los Siete
Años, concedió a Francia Chan-
indios para percibir
cia haciéndose autorizar por los gobernadores dernagore y Pondicherry, estas plazas se convir
tieron en simples escalas co-
le servirían para el pen de es
sobre territorios locales: las recaudaciones merciales, sin poder ser ya fortificadas. En
cuanto a la presencia francesa en el
cías. Por - poner ia
tropas, así como para la adquisición de las mercan AI
Decán, fue casi completamente eliminada por
los ingleses de Madrás. Los holan-
autoridades autóct onas consis tía en formas
partida requerida por las las
deses, que habían intentado contrarrestar el ascens
o in glés enviando una expedi-
de los europeos en
militar, es decir, que se acentuaba el compromiso ción naval a Bengala, también fueron
derrotado s por las tropas enviadas contra
indias. y
íti itoriales ellos por Clive (otoño de 1759).
en adoptar O a a
omo cra de prever, los ingleses no tardaron A partir de 1761, el gobernador británico de
Calcuta y su Consejo empezaron
para contrarresta r la acción de sus al DN o e
de penetración, por lo menos na po
a concentrar en sus manos todas las actividades
de su nación en el océano Índico.
ingleses y manos e
pesar de la Paz de Aquisgrán el conflicto entre a o
Los ingleses se impusieron también cada vez
más sobre los gobernantes locales:
no britán ico envió al océan o In
prolongó a partir de 1743. El gobier > ON
se podría citar, por ejemplo, la victoria conseg
uida por las tropas angloindias de
Boscawen. La compañía A
tente escuadra naval al mando del almirante Henry Vansittart sobre Mir Kasim en 1763 y
base principal o o o NN la siguiente de Hector Munro el 24
tituyó también un auténtico cuerpo de tropas Con na ae
de octubre de 1764 en Bengala. Robert Clive,
tras haberse enfrentado con sus
sur de Madrás. No tardó en tomar el mando de esas tropas Robert oponentes dentro de la Compañía de las Indias
escribano y luego . a A Orientales, consiguió ser nombra-
que había empezado su carrera en 1743 como do nuevo gobernador en 1765. Clive supo amplia
r en Bengala los derechos britá-
Z e a AS PAS a Do
grado a la carrera militar.Distinguiéndose por ,
nicos a recaudar los impuestos locales y cuando
dejó la región, en 1767, la hipo-
rvirse de tropas indias no sólo en los los CON teca de Inglaterra sobre India era bastante notabl
j e . Con la reforma del gobernador
haber sufrido un grave da
Lisa conca los franceses. Estos últimos, tras ps d
Warren Hastings (j 1785), la recaudación
de los impuestos —que tanto nutrían
, hicieron regresar a Dupleix a
las inmediaciones de Trichinopolis (1752) l
la presencia inglesa en India— fue encargada direct
amente a los dependientes de la
sobre todo naval En e
. en 1754, conscientes de su inferioridad compañía. Tras el victorioso ataque del príncipe
de Mysore a las tropas británicas
ando en su organización
Compañía Inglesa de las Indias estaba integr o
(verano de 1780), Hastings supo recuperar y
levantar la suerte del predominio in-
gobierno territorial. :
énti ativas de glés, que ni siquiera se vio turbado por la brillan
implicaba pa SI te campaña naval dirigida por el
objetivo:de la guerrade los Siete Años en Europa almirante francés Pierre-André de Suffren entre
1782 y 1783, en la época del con-
indio. Tras una va osa a e
de la lucha armada en el teatro de operaciones o,
flicto norteamericano. La Paz de París de 1783
abriría a la potencia inglesa posi-
los ingles es se apoder aron de la pa Ml
inútil defensa de los franceses, la de o
bilidades de expansión completamente nueva,
Cuando el sultán de Mysore cayó
año las tropas m0 Se
nagor en marzo de 1757. En junio del mismo a
derrotado por las fuerzas angloindias de Richar
d Colley Wellesley (4 de mayo de
revés a las del naba > Mir :
bert Clive infligieron en Plassey un auténtico as
1799), el gobernador de Bengala podía ser consid
erado ya como alguien que es-
de Calcuta yla sión de
do de los franceses. Esto supuso la ocupación taba al frente de un nuevo
Entonces se hizo cada ve:
región de Bengala a la influencia británica.

194/2380
194/250 .
392 EL SIGLO XVI
EL CONTEXTO MUNDIAL 393

4. CHINA pio de autoridad y en una obediencia escrupulosa. Y ésta no se limitó a promover


oficialmente esa atmósfera de paternalismo. Las instancias del gobierno, en efec-
En el siglo xvi el único gran país no europeo que to, organizaron una auténtica inquisición que no perdonó ni a las obras sospe-
resistía la comparación
con cualquier otra potencia era la China de los manchúe chosas, así como tampoco a sus autores ni a sus familias y amigos. Más de diez
s. Esta afirmación ad-
quiere todo su significado si se tienen en cuenta mil escritos fueron puestos en el índice entre 1774 y 1789, mientras que casi
las dimensiones que había al-
canzado el imperio asiático —once millones de kilómet 2.500 fueron destruidos. Los libros eran condenados tanto por falta de respeto a
ros cuadrados— y su de-
sarrollo demográfico. Hacia mediados del siglo xvin los emperadores como por el hecho de que proporcionaban informaciones de in-
China y Europa contaban
todavía con casi el mismo número de habitantes: ciento terés estratégico. Los defensores de tales obras fueron amenazados con sanciones
cincuenta millones apro-
ximadamente. Es sabido que la demografía europea gravísimas, al tiempo que se promovió y animó con fuertes sumas de dinero. Los
tuvo también a continuación
un notable incremento, que le permitió acercarse en 1800 sectores afectados en mayor grado por esta censura fueron la filosofía política y
a los doscientos millo-
nes. Sin embargo, a esta cifra parece que ya había llegado la literatura en lengua vulgar. Con todo, se puede recordar que también se persi-
China en 1762, y en
1812 a la de trescientos cincuenta millones. Esto no sólo guió a los príncipes manchúes que se habían convertido al cristianismo (en parti-
se debía a un aumento
demográfico, sino también a las vastísimas conquistas cular por obra de misioneros jesuitas).
territoriales realizadas por
los emperadores manchúes, en particular en dirección Casi todo el siglo xvHr fue en China de prosperidad, debido a un desarrollo
a Asia central. Hay que
añadir que esos emperadores extendieron su suprema agrícola, artesanal y comercial sin precedentes. A esta fase correspondió una
cía bastante más allá de sus
ya inmensas fronteras, y tuvieron como estados semivas tranquilidad notable en el campo, teniendo cuidado los manchúes -—al menos
allos a Nepal y Birmania.
a Siam y Vietnam, a Filipinas y Corea. Los manchúes hasta finales de siglo— de restituir a los campesinos en caso de abuso fiscal. Si
se establecieron de mane-
ra definitiva en el Tíbet a partir de 1751. Antes se compara la agricultura china de este período con la de numerosas regiones eu-
de 1760 conquistaron y poseye-
ron bajo administración militar vastísimas regiones ropeas, ésta se halla singularmente retrasada. En líneas generales, los campesinos
hasta los montes Altai y el
Palmir, formando el Turquestán chino o Sinkiang. Los chinos estaban mucho mejor alimentados y eran más instruidos y ricos que los
enfrentamientos que tu-
vieron lugar en la frontera de Yunnan y Birmania franceses de la época de Luis XV. Por sus técnicas, por sus rendimientos y por la
condujeron en 1767 a las tro-
pas chinas hasta lo alto del valle del Irrawadi, en operaci diversidad de sus productos, la agricultura china del siglo xvi es la más evolu-
ones bélicas que se pro-
longaron hasta 1771 (año en que Birmania reconoció cionada antes de la aparición de la agronomía moderna. La amplia difusión de los
la suprema soberanía de los
manchúes). distintos vegetales procedentes de América supuso una auténtica revolución en
No se trataba todavía, sin embargo, del desplie
gue de una supremacía pura- aquella zona, donde el algodón, el té y la caña de azúcar estaban en pleno desa-
mente militar. El siglo xvm chino, en efecto, estuvo marcad rrollo. El cultivo del suelo fue lo suficientemente avanzado para afrontar bien el
o por una serie de so-
beranos que a su modo merecen la calificación de ilustrad extraordinario aumento demográfico. Por otra parte, las escuelas públicas y pri-
os no menos que sus
contemporáneos europeos. En especial Kang-hi (+ 1722), vadas eran tan numerosas que los campesinos pudientes podían dar fácilmente
de quien ya se ha hecho
Mención por su acceso al trono en 1662; le sucedieron una educación a sus hijos.
Yong-tcheng (1723-1735)
y Kiang-long (1736-1796). Estos soberanos adoptaron K"ang-hi abrió a los extranjeros en 1685 varios puertos de China, coincidien-
sin notables cambios las
instituciones autocráticas y centralizadas de los Ming do esto ante todo con una constante demanda europea de té. En la importación de
que les habían precedido
favoreciendo naturalmente a la aristocracia y asegurándose este producto a través de Cantón se distinguieron particularmente los ingleses. Por
el control de todos los
Cargos con mando militar. En el siglo xvu1 los emperadores otro lado, la lucha entre británicos y franceses en el sudeste asiático siempre se ha
manchúes buscaron
el acuerdo con las elites intelectuales chinas, permitiendo considerado desde la perspectiva del continuo crecimiento del comercio chino de
su acceso a los puestos
más elevados de la administración estatal, fuente de honores la porcelana y la laca, así como del té, la seda y el algodón. El comercio exterior
y de prestigio social.
Sobre todo en los dos primeros tercios del siglo, los estipen hizo afluir a China grandes cantidades de monedas de plata, mientras que la venta
dios de estos funcio-
harios eran muy elevados y se previó incluso un consist de los artículos europeos proporcionaba oro para llevarlo a Madrás o a Occidente,
ente premio para los que
se distinguieran por su probidad. Entre 1720 y 1740, especialmente los ingleses que frecuentaban Cantón intenta-
Hay que añadir que K'ang-hi y sus dos sucesores asumier ban sacar provecho de la diferencia de la relación entre oro y plata respecto de la
on de modo emi-
nente la función de protectores del patrimonio literario europea. Con todo, hay que tener presente que la expansión de los tráficos con
nacional y de la cultura
china, haciéndose mecenas de grandes empresas China consolidó y reforzó desde este período las posiciones inglesas en Oriente.
eruditas e históricas. Pero no
hay que olvidar que por esos favores se reclamó una riguros En cuanto a los holandeses, que esperaban desde 1729 iniciar el comercio directo
a contrapartida: una
acentuada sumisión al poder imperial y una fidelidad indefec del té con Cantón, perdieron el control inicial de los tráficos chinos y ya no lo re-
tible a la persona del
soberano. Es decir, se proclamó e impuso una ética cuperaron nunca. Los británicos, en cambio, estableciéndose en Penang en 1786
política fundada en el princi-
lograron su objetivo de disponer de un emporio líbre en aguas de China.

195/250
394 EL SIGLO XVII EL CONTEXTO MUNDIAL 395
este elacent
sentado mal gobiem 1 o se aprecia 1 ron tambié1 n en otros sectores, por ejem
El té del imperio manchú era primero elaborado en grandes establecimientos eS anteni
ante muento de los: diques y los sist emas de regulac
que empleaban a varios centenares de trabajadores. Ricas corporaciones de ne- a >
inunda
iónÍ n ded las aguas, con .
gulació
ciones ( catastróficas delel ríorí Huai-h
gocios se encargaban luego de introducirlo en el mercado internacional, tratando PS esgracia, Heshen sólo pudo ser eliminado
i o desde 1798 hasta
sobre todo en Cantón con los representantes de la Compañía Inglesa de las Indias AU EY su infausto período llevó a China a una
tras la desaparición de
Orientales. Mientras que por ejemplo en 1762 se exportaron casi 2.600.000 libras ds ades inte internas se unieron las ext ernas, como
fase de acentuada crisis. A
inglesas, a fines del siglo XvIH esta cantidad había ascendido a 23.000.000. Se
ha una revuelta de las po- :
ra tibetana (que seS prolongó Ó desde 1746 hasta
calculado que la compañía británica cosechó en 1775 con el comercio chino unas motíní en Taiwán
] ahogad
g o en san gre entre 1787 y
1776), un grave
ganancias de 234.000 libras esterlinas, que ascendieron a 418.000 en 1784 y a vulsionaron Vietnam desde 1787
178 j 1 >
800.000 e incluso a 900.000 hacia el año 1800. Al reducir drásticamente el im- z yo Esurbios peo
puesto sobre el té, la Commutation Act (1783) de William Pitt el Joven hizo dis-
minuir mucho los beneficios del contrabando de té y estimuló de modo clarísimo
el crecimiento de los respectivos tráficos de la compañía.
En las grandes ciudades, las corporaciones de negociantes disponían de una
especie de grandes almacenes donde sus miembros podían pasar breves estan-
cias, guardar o vender sus mercancías y gozar de servicios bancarios. Las redes
del
comerciales chinas, por otro lado, eran muy amplias y comprendían, además
vastísimo mercado interior, Mongolia, Asia central y todo el sudoeste asiático.
Una de las principales industrias era la de la porcelana, cuyos productos llegaban
hasta Japón, Corea, Filipinas, Indochina, Indonesia y Europa. La industria textil
contó a menudo con establecimientos de imponentes proporciones. Hasta finales
del siglo xvn los cultivos de algodón de la región situada al sudoeste de Shang-
hai emplearon de modo permanente a más de 200.000 trabajadores, sin contar a
los temporeros.
Aunque la China manchú no conoció los exorbitantes privilegios que el naci-
miento confería a los nobles en Europa, su numerosa corte era muy exigente, has-
ta el punto de absorber progresivamente gran parte de los recursos estatales. Por
otra parte, en el último cuarto del siglo xvín la corrupción hizo rápidos progresos
en el aparato administrativo, impulsada también por el maléfico ejemplo de los
cortesanos y del mismo emperador Kiang-long. Ya en 1740 habían aparecido se-
rias disfunciones, al proceder numerosos funcionarios, por no disponer de los re-
cursos necesarios, a introducir impuestos nuevos y disparatados. Por lo demás,
era cosa públicamente admitida que aprovechaban su período de servicio público
para enriquecerse e indemnizar a los que habían contribuido a hacerles conseguir
el cargo. La burocracia de las provincias no podía administrar de modo satisfac-
torio el país por la centralización excesiva que caracterizaba al sistema manchú,
de-
Se pretendía, en efecto, solucionar desde Pekín cualquier problema sin dejar
talle alguno y en todas las partes del inmenso imperio, cuyos representantes se sen-
tían atados de pies y manos por la proliferación de reglamentaciones.
- Raras todavía primero bajo el mandato de Yong-tcheng, durante el reinado de
su sucesor, Kiang-long, empezaron a hacerse más frecuentes las revueltas y las
consiguientes represiones. Pero la situación empeoró de manera clara hacia 1775,
cuando el emperador se dejó influir en exceso por un joven general favorito suyo,
Heshen. Éste organizó por un lado, en su propio beneficio, un extenso séquito de
personas corruptas, y por otro se puso al frente de expediciones represivas que
prolongó de modo deliberado para obtener mayores subvenciones. Los efectos de

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196/250
LOS PROBLEMAS DE LA ECONOMÍA 397

TaBLa 7 Población mundial desde 1750 hasta 1800.


Datos aproximados en millones de habitantes y por término medio

Aumento
1750 1800 1750-1800

Europa 140 (19,2 %) 187 (20,6 %) +47


Asia 479 (65,8 %) 602 (66,4 %) +121
90 (9,9%) -5
5. LOS PROBLEMAS DE LA ECONOM
Africa 95 (13,1 %)

ÍA 6 (0,7%)
América septentrional 1 (0,1%) +5
América Latina 11. (1,5%) 19 (2,1%) +8
Australia y Oceanía 2 (0,3%) 2 (0.2%)
1. La DEMOGRAFÍA
Total 728 (100%) 906 (100%) 176

FuEnTE: M. Reinhard, A. Armengaud, J. Dupáquier, Storia della popolazione mondiale,


Laterza, Bari, 1971.
con 1 l las realiÍ dades políti Í cas y culturales de la época.
Recíprocamente > resultará
6 enos no específicamente ec onó i
todo: sociales, estrechamente vinculados
entre sí PEO Y sobre ron a veces a un índice más bajo de natalidad, pero por otra parte pudieron con-
a p prime0 a i mensión ió que parecee indispensable
indi evocar es la demográfica tribuir a que las poblaciones aprovecharan en mayor grado las oportunidades
EA AO : ecto, se verificaron cambios bastante
importantes, que ob- ofrecidas por las nuevas tecnologías agrícolas e industriales. En estos países de
ont info n en casi tod
todos los sectores
: es de de la la vida
vi colectiva,
Í aunque Occidente persistía una costumbre que preveía un matrimonio bastante tardío y
ES peca en el económico y social. o de ,
Por otra parte, en este siglo on que menos generalizado. En el este y en el sur de Europa, en cambio, el matrimonio
as es ados se engrandecieron
territorialmente a expensas de otros, más bien precoz y casi universal generaba un número de hijos más elevado. El
NI Pones
ela evidentes hubo
ide entre la demografíaÍ: y la situación
internacional en fuerte incremento demográfico de las regiones del este y del noroeste europeos
ol a o ra parte, es bien sabido que la población
registró
en este conti-
estuvo relacionado con la colonización de nuevas tierras y con el asentamiento de
cremento notable, Ello fue debido las poblaciones en zonas casi vírgenes. A este propósito debe mencionarse sobre
en parte a una mejora casi general
todo el aumento muy acentuado de los habitantes de Rusia, que pasaron de doce
millones en 1690 a quince en 1725 y luego a treinta a finales del siglo XvIIL
esteo propós
. A Nei hay que señala
ñe
r que las dos última Pero hay otra situación que merece ser puesta de relieve de modo particular:
últi s oleadas de pestes afectaron
Isamente a principios del si iglo xvi: a
Í
una invad ió la de Inglaterra, donde los progresos de la higiene personal, familiar y urbana fue-
pion
regioe
nes centroseptentrionales yy 1 la otra,
a, e €n 1720--1721, EI
sobre todo A ron indiscutiblemente notables. Por un lado, en este país el momento del matri-
el sur de
monio tendió a anticiparse, y por otro la revolución agrícola redujo claramente la
Eo Nuestrgos
o. imi
mientos S en el campo demográfico
se están enriqueciendo res- incidencia de la carestía y aseguró un mejor aprovisionamiento alimenticio. De
AAN porto O, pero su carácter de prést
amo los hace a menudo inciertos modo que el índice de natalidad se mantuvo alto a partir de 1720 y el de mortali-
Paci - Parece que > hastahast a aproximad: amente 1740 el creci
i mient
¡ o de la po- dad descendió. Al mismo tiempo, la población excedente del campo se estableció
e CUropea fue más bien irregular en parte en núcleos urbanos costeros o del interior. Contrariamente a cuanto ocu-
y probablemente de no gran entid
SP on nuación, es decir, a partir de ad
1760, en ciertas regiones como los rría en general en los antiguos centros administrativos europeos, se produjeron
A ! ? , sacia y Prusia se produjeron
parciales de la consistencia demo- así en Inglaterra casos de rápidos incrementos de la población de varias ciudades,
ar pS O dera el caso francés, se puede poner
de relieve una disminu como indican los siguientes datos:
DS y 1720 y una situación de estancamie
En
nto en las dos décadas si-
ente, os flujos en este sector
estaban también relacionados
ntos colect con
: ivos que en lass disti
distintas áreas
á se observ:
que se refiere al matrimonio. En las por lo
zonas más occident ales de EuroEpa se tienen
más en cuenta las exigencias vincu
ladas al nivel de vida: estas exige
ncias induje-

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197/250
398 EL SIGLO XVII LOS PROBLEMAS DE LA ECONOMÍA
399
1700 1750 1800
1700 1750 1800
Londres 575.000 675.000 948.000 París 500.000 570.000 550.000
Manchester 8.000 18.000 84.000 Lyon 97.000 114.000 109.000
Edimburgo 36.000 57.000 83.000 Marsella 90.000 68.000 101.000
Birmingham 7.000 24.000 71.000 Burdeos 45.000 62.000 96.000
Glasgow 13.000 25.000 70.000 Ruán 50.000 66.000 80.000
Bristol 20.000 50.000 64.000 Nantes 40.000 60.000 77.000
Leeds 5.000 16.000 53.000 Toulouse 43.000 44.000 50.000
Sheffield 3.000 12.000 46.000 Lille 60.000 63.000 56.000
Liverpool 6.000 35.000 Amiens 35.000 35.000 40.000

_Como es patente, los aumentos notables sólo


Aunque la tendencia de las mayores aglomeraciones italianas coincide con la se produjeron en los puertos
atlánticos, que se beneficiaron de las fortunas coloni
regla normal de Occidente, la comparación de sus poblaciones con las de los nú- ales del aís. El
mográfico de los centros de población del área ge
cleos ingleses resulta bastante elocuente. En efecto, sólo dos ciudades se distin- rmánica seo caracte
CaraCIerizó
neS sobre
sobre
todo por el gran ascenso de sus capitales:
guen, aparte de Nápoles, por su dinamismo demográfico: Purín y Livorno, como
se deduce de las cifras siguientes:

1700 1750 1800


1700 1750 1800 Viena 114.000 175.000 247.000
Berlín 55.000 113.000 172.000
Nápoles 300.000 339.000 430.000 Hamburgo 70.000 90.000 130.000
Roma 135.000 158.000 153.000 Dresde 40.000 57.000 60.000
Palermo 100.000 124.000 139.000 Frankfurt 28.000 32.000 48.000
Venecia 138.000 150.000 138.000 Mónaco 20.000 32.000 40.000
Milán 125.000 124.000 135.000 Bremen 27.000 28.000 36.000
Génova 65.000 87.000 90.000 Augsburgo 21.000 31.000 30.000
Turín 40.000 69.000 82.000 Núremberg 40.000 30.000 30.000
Florencia 72.000 74.000 81.000
Bolonia 63.000 69.000 68.000
Livorno 23.000 31.000 53.000 No muy diferente es la evolución de
40.000 27.000 35.000 las ma yores ciudades españolas, como
Mesina atestiguan estos datos:

_Con todo, la población global de la península italiana registró un incremen- ROI 1700 1750 1800
to notable en el transcurso del siglo XvHr, pasando de 13.000.000 en 1700 a
17.000.000 en 1770 y a 20.000.000 en 1820. También fue en aumento la pobla- Madrid 140.000 160.000 168.000
ción global de Francia (que pasó en el transcurso del siglo xvm de 19 a 26 millo-
Barcelona 34.000 50.000 100.000
nes), donde la demografía urbana tuvo la siguiente evolución:
Sevilla 72.000 66.000 96.000
Valencia 50.000 60.000 80.000
Cádiz 40.000 60.000 70.000
Granada 70.000 70.000 70.000

Mientras que la población española pasó


de 7.400.000 en 1750 a 10.400.000
en 1787, la del imperio de los Habsburgo
ascendió a 24.000.000 gracias en parti-

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400 EL SIGLO XVH1
LOS PROBLEMAS DE LA ECONOMÍA 401
cular a las nuevas conquistas
italianas y eslavas. Polonia permitió que
prusiano contara desde 1740 el Estado constituían siempre la gran mayoría. El tanto por ciento de campesinos era al me-
no con do s millones y medio de habitantes
cinco y medio. En cambio, la sino con nos del 80 por 100 en la Francia prerrevolucionaria, se establecía en el 75 por 100
antiguIa implantación urbana de la regió
pondiente a la actual Bélgica n corres- tanto en Polonia como en Rusia y no era muy inferior en Inglaterra. En este siglo,
no sigu 1ó el ritmo europeo, como demuestr
has cifras: an algu- pues, un aumento del catastro repercutía de modo muy fuerte en la demanda de
manufacturas industriales. Por otra parte, existen escasas pruebas de que los flu-
jos crecientes del comercio interior y exterior influyeran de manera uniforme en
1700 1750 la sociedad campesina de la época.
Por esto se podría aseverar, además que, siendo la agricultura en sentido lato
Bruselas 80.000 59.000 la base de la economía, las formas de la propiedad y del cultivo de la tierra se ha-
Amberes 67.000 43.000 llaban en la base de la sociedad. Por otro lado, esas formas podían repercutir tam-
Gante 52.000
Lieja
44.000 bién en el plano político. Una ley del Parlamento inglés, por ejemplo, estableció
45.000 57.000
Brujas en 1711 que para obtener un escaño era necesario poseer un patrimonio de tierras
35.000 28.000 con una renta mínima de 300 libras anuales. Aún más que en Inglaterra, en los
distintos países europeos los gobiernos fueron inducidos a favorecer la agricultu-
Es muy dis
dien
8 od e int eré
rés el cuadro
ra como fuente de la potencia económica. El siglo xvI fue, por otra parte, el si-
demogr áfico que ofrece
vanas aglomeraciones de la parte oriental
la ti a ectoria de glo de la fisiocracia, que supo aprovechar la aspiración muy difundida a una vida
de Europa:
z simple y «natural». Los fisiócratas sostenían en particular que para estimular la
agricultura era necesario favorecer el libre comercio de los cereales, además de
1700 promover el desarrollo de carreteras y la creación de canales. Francois Quesnay
xa 1750 1800
x€Í_]|Í0 no dudó en afirmar que ésa era la única actividad económica verdaderamente
Moscú 130.000 esencial y capaz de crear bienes. No sin razón se ha aseverado que la ideología
130.000 300.000
San Petersburgo 2.000 95.000 220.000 del laissez-faire no fue al principio la expresión propia de ambientes industriales o
Praga 48.000 59.000 79.000 manufactureros, sino de los propietarios de la gran franja cerealícola inglesa.
Salónica 40.000 45.000 70.000 No debe extrañar que existieran fuertes divergencias de rendimiento agrícola
Varsovia 40.000 55.000 60.000 de una región a otra. A título indicativo basta mencionar que el trigo producido
Tula 10.000
Bucarest
17.000 52.000 con la misma cantidad de semilla era más del doble en los Países Bajos que en
45.000 56.000
Dantzig 50.000 Alemania; ésta, a su vez, superaba a Rusia con respecto a la cosecha obtenida en las
40.000 48.000 37.000 zonas más fértiles. El siglo xvm se caracterizó también por un incremento de la
producción, comprendida la de intereses industriales (cáñamo, moras, lino). Si en
o Finalmente, es significativa la primera mitad del siglo que nos ocupa tal crecimiento fue debido a la rotura-
la relación que en varios paíse
tía entre los miembros de la nobl s europeos subsis- ción de terrenos, sobre todo en Inglaterra, ésta fue luego lá causa que llevó a los
eza y el conjunto de la Població
entre 7 por 100 y 18 por 100, n. La más alta, progresos tecnológicos.
se encontraba en España, seguida
por 100) y por Rusia (3 por por Hungría (4,6 En la producción agrícola de este período los aldeanos decidían tanto los pro-
100). Mientras que en Italia,
relación giraba alrededor del 1 Francia e Inglaterra esa
por 100, el extremo más bajo se ductos que se iban a cultivar como las fechas de arado, siembra y cosecha. Esta
cia (0,5 por 100). En el conjunto registraba en Sue- dependencia de los criterios de la comunidad dificultaba la experimentación de
del conti
ntinente, sobre 170-190
tantes, los nobles oscilaban mi j nuevos métodos, Hay que añadir que la persistencia de campos abiertos y del sis-
entre los 4 y los 5 millones.
milones de habi tema de cultivo «comunal» constituyó en todas partes un obstáculo para la intro-
ducción de mejores prácticas agrícolas. Por otra parte, no obstante, el desarrollo
2. LA AGRICULTURA de la propiedad exclusiva de la tierra era rechazado por los miembros más pobres de
la comunidad campesina. En efecto, la posibilidad de subsistencia de éstos esta-
El siglo xv es el último siglo de ba vinculada a los bienes comunes de cada pueblo. Los derechos que conserva-
la historia de Europa occident
p ede afirmar todavía que las al del que se ban aún sobre las tierras comunes constituían una parte considerable de sus re-
actividades económicas estuvier
a tierra. . En todos los los p países, on dominadas por cursos. Incluso los animales de cada comunidad eran tenidos comúnmente
en efecto, ésta supononía para
í. la máxima parte del capit
productivo. Esto significaba adem Seal su uso. Por ello seguía siendo por lo menos difícil mejorar la crianza con méto-
ás que aquellos cuya renta depe
ndía de la dera dos de selección reproductiva. Estos sistemas tradicionales de cultivo, sin embar-

199/250
199/250
402 EL SIGLO XVHl LOS PROBLEMAS DE LA ECONOMÍA
403
un aumento de me
merinos ñ ES llegaron a varios
go, eran muy poco aptos para responder de manera satisfactoria a j Í
países del continente europeo, desde Pru-
como el que conoció precisame nte el siglo XVIH. o CO pos evo en 1747) y Suecia. En la ganadería
población continuo la selección
el au- a
En ciertas regiones europeas había aún mucha tierra abandonada, que ente
e €en Inglaterra. En aquellaa isla
1sla el el patrim
1 onioi bovino
1 aumen-
inducía a cultivar. En otras Zonas -—desde los Países Ba- 1680 y 1780, mente que el ovino (que probablemente se
mento de la población dobló Ó entre
pola-
jos hasta las costas del mar del Norte y desde el Báltico hasta los confines
llamado los PrecisaeSm a e unción
cos— se recurrió a un sistema particular de concentración parcelaria ió de lo que se ha recordado al inicio de este apartad
o
los terrenos de e las ¡Colas no' se reducían solamente a cuestio
Koppelwirtschaft. Su objetivo era coordinar mejor el gobierno de 1 nes de cultivo, cul l de ga-l
distancia- pa o , de técnicas: la agricultura afectaba de modo
pasto y de las tierras destinadas a ser aradas, suprimiendo su rígido directo amplio y profundo 4
en el ámbito de la economía rural de los pueblos, s relaciones entre los hombres. . D Desde FranciaÍ
miento. Aun quedando todavía hasta Rusi:la Españ
campesino ta OAAustria,
1 , el interés del ! propiet
se superó netamente la distinción entre campos Comunes, campos del letari
ario noble era¿ casi por por n norma introdu i cirj cambio a as Ís
En un contexto algo distinto, en Inglaterra se re- o EN . se no amenazasen al sistema social
y terrenos comunes sin cultivar. cuyo principal beneficiario era él
del siglo XVIIL DN oie As S . época ana de los feudos, a
currió a los cercados (enclosures), sobre todo en la primera mitad través de innumerables traspasos
del apo- tad le ¡erra estaba en Europa rodeada or una red compli
Este procedimiento, promovido por los grandes propietarios, se benefició 1
cad
do por chos y Ob
o obligac ; iones. . En Occi
yo del Parlamento y del gobierno. El derecho a los cercados fue acompaña ccidente, , la condici i ón .de servid i umbre de eos1 los capo campesi-i
s y por el aumento creciente de crisis de ida de xn hecho algo rara. Aunque desaparecía
la subdivisión de los terrenos comunale gradualmente, siempre iba se-
ios agrícolas (yeomen), que hasta entonces habían sacado da ana Seela de extracciones por parte del señor
los pequeños propietar sobre la producción o
al no disponer c es del campesino. .LLas circu instancias
provecho del uso de esas tierras comunitarias. Estos campesinos, 1 política.
íti ómi
e, se vieron obligados a vender sus propiedad es y a actuaban aún a favor
eN o de los 5 propieta rios, , nobles o no, » y de . la Inversi
ietari
de capitales para defenders i sióniÓónen en laslas tie-i
e.
En compen- DI las situaciones eran bastante diferentes
convertirse en asalariados agrícolas o en trabajadores de las ciudades. de una zona a otra :
za yla MN : e a
sación nació una categoría de arrendatarios sumamente atentos a los progresos de propietarios de tierras del siglo xvu, la antigua
noble
ente menores AD La se fundían en una sola clase se diridirigente: la
técnicos. Así, las constricciones comunitarias se hicieron gradualm viva1 concien Í cia de .
ción del individua lismo agrario y a la aspira- c a aunaba a los propietarios de e tierras
en Inglaterra debido a la consolida ti y a los grand
es. clantes, , cada vez más am algamados por matrim 1 oni 10s mixtos.
ción a obtener productos comercial 1 0 A 'incipio inci s del
principios del si si
sin cul- glo xvH se produjo en Inglater
En extensas zonas de Europa el sistema de cultivo consistía en dejar g r: a una crisis is agrícola que indujo a Vos1 ñ
señores. para
de tiempo una parte de las tierras del pueblo con el ob- nO¡( versese privados de sus propi piedade c s, a conceder cánones d e “arend
tivar durante un período arrendamient amient | oo redu- roda,
«rotación trienal», que había delo aso a nulos. Así, se pasó de contratos de 7-14
jetivo de reconstituir su fertilidad. Era la llamada años a principios de
Medievo occidental . Desde los Países Bajos empeza- a PA : 21 años a partir de 1710. Estas estipul
sido la gran conquista del aciones contenían pres-
sistema. OA o si as respecto a las prácticas esenciales para el
ron a difundirse en Alemania y en Inglaterra las innovaciones de este ejercicio de una
nará la primera descripci ón precisa de los nue- a ma : e. Así, entre 1700 y 1750 hubo una fase
Más tarde Henry Patullo proporcio de mejoras intensas
en su obra Essay on the Improvem ent of Land (escrito en UA otables l aument 1 os de la ] producció1Ón de trigo,
vos métodos de rotación 1 go, carn e y otros bienes. 1 En
alfalfa y más tarde aa deta % número de animales y el país se
1775). La introducción de nuevas hierbas de forraje (trébol, estaba convirtiendo en un
gracias é
nabos), usadas como forraje invernal, aumentó la productividad del suelo rigo (tanto más cuanto el gobie: rno manteníaÍ sus
preci Baj
la crian- mpul:
impulso de los nuevos métc odos de cultivo,
a las propiedades del cultivo. Su desarrollo contribuyó también a mejorar 1 , el rendimi to de los ¡et ¿
tó rápidamente, , mientra s que la disponi 1 ibili
bilidad
za y la selección de las semillas. de bi tenes
nes alimentÍ icisos tendía
icios tendí. asu.
de perar la ddemand
“No fueron éstas las únicas novedades en el sector agrícola. En el plano o a interna.: . A est € propósi Ósi to se ha calculad ulado : que en torno -no a 1780
menciona r el uso del arado de hierro, así como la siembra e OS a ingleses superaban en un 40 por 100 a los frances
la tecnología hay que es
hay que OO lados 5 del siglo XVII,
por el método de perforación. En el ámbito de las variedades de cultivo > KVI , por otra parte, el ascenso de los precios 1 de los ali-1 l
tanto en el Languedo c como en Besarabia y en os umuló la ampliación de los espacios cultiva
señalar que el maíz se difundió bles. Por primera vez en la
ausitrí- a Sus opea, un solo hombre llegó
Rusia meridional, el girasol en Bulgaria y el tabaco en los Países Bajos g a se r capaz, en Inglaterra, de aliment 1 ar a
de
acos y en Ucrania. También decisiva fue la presencia de la patata, capaz
de paridad en tierra cultivada, un número de calorías clara- cola Eninclesa
el tra a del siglo,
i pues, se produjoj una especie de revolución
ofrecer, además agrí-
y en ca o
mente superior a cualquier cereal. Ya ampliamente difundida en Inglaterra Esbic a acemás a un conjunto de innovaciones
técnicas. Como ya
siglo xv1r, la patata no penetró de modo igualmen te amplio : , UN grupo relativamente restringid o desde
Irlanda a fines del el to de ev vis
cer- cial, , compuesto por! gra ndes propiet
en Francia hasta un siglo después, aproximadamente; en Flandes ocupaba ietari
arios de ti erras,
. confiab
1 a "as
sus propias 1 pose,
la ganadería, los siones a arrenda ndatarios ricos,
Í
ca de una décima parte del terreno cultivado. En el terreno de que para cultiva
j rlas empleaban a trabaja ajadores
dores as.
asa-

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404
EL SIGLO X vu
lari LOS PROBLEMAS DE LA ECONOMÍA 405
>
cantados. el pequeño Propieta a
rio en senti. do estricto o el Pequ
ast ya no lo era . (como el copyh eño propietario que bleza quien se dedicase al comercio. También por esto, el crecimiento agrícola
7 vholder) > iba i lentamente , Aunque irre
men
mente, , desaparecien o do de la laa esesc ena. Como i mediablei - francés fue del 60 por 100 entre principios del siglo xvmu y el estallido de la Re-
o la nueva a agric ag ult ura Ingle
caprtales, el pequeño Propieta i sa exigí ¡gí:;a volución.
rio acababa pensando que le
sus Jerras y convertirse en convenía más vender En Francia, alrededor del 20 o 25 por 100 de la tierra pertenecía a los nobles,
u arrendatario. Este último se conv
A . irtió en el símbolo el 15 por 100 a los burgueses, el 10 por 100 al clero y el 55 por 100 a los campe-
eo y reconocido, que alcanzaba un rango socia
IA n virtud del dinero que sabía 2 ganar e on l de gentil- sinos independientes. Las tres primeras categorías, aunque no constituían más del
Su propiaÍ capa a cida 1 d y espír S Íriitu 5 u 8 por 100 de la población, poseían del 40 al 45 por 100 de los terrenos. Pero
locips fuera de duda que este una de estas categorías, el Tercer Estado social, estaba sometida juntamente con
vuelco agrícola estuvo bastante
o con la revolución tecnológica estrechamente re. los campesinos al pago del principal impuesto directo, la taille (del que estaban
e indus
¡ triali que casi i al mi
empezó a producirirse se en Inela glatete rra.
ra, En la: segunda, sisini embar
j , exentos los nobles). Los campesinos franceses no eran propietarios de tierras en
factores, lo que justifica un g0, concurri on eron
Í otros el sentido moderno del término, puesto que estaban sujetos a la carga de obliga-
análisis por separado de los
dos fenómenos Las re- ciones financieras respecto al seigneur. Se ha calculado que el conjunto de estas
No E y Suolk. En N orfoik, que cargas giraba en torno al 30 por 100 y el 40 por 100 de sus rentas. No debe sor-
abandonó 5 precozmente la trad
5 o an ao ya importantes mejoras icional rotación prender, pues, que la aspiración a liberarse de tales gravámenes fuese la mayor
e . tecnológicas entre 1660 y fuerza que animó a la revolución campesina de 1789. Por otra parte, en todas las
a een particular de la aplicación
sistemáti ica deldel abono con estié
, apto para mantener su Poder stié rcol regiones de Francia existía un elevado porcentaje de personas que vivían en el
la rotación de cultivos capa fertilizante, así
pace
c s de asegurar una alimenta Í campo, aunque no tenían tierras. Un conjunto de factores negativos hacía cierta-
Ene
ganadoo dura o nte el invieO A ción abund. car mente que gran parte de los campesinos viviesen al límite del nivel de subsisten-
rno. . Así fue c omo el valor de
muchas s tierr ti as as ese dupl ol icó h cia. Los contratos de aparcería, por ejemplo, eran bastante coercitivos, y sobre
ne En a A glo xvm europeo todo al sur de una línea de Nantes-Metz eran raras las fincas donde se hubieran
fue relevante el número de obra
os E 0— que se publicaron. Jethr s de agronomía -—al difundido las prácticas modernas.
o Tull (+ 1741) —que en 1701
o cido una máquina sembradora había a En España, sólo los «grandes» estaban exentos de impuestos: los nobles
de surc Os regulares-— publ publi
mo , A namnel du Monceau i có sus ideas
icó j en . menores (hidalgos) estaban sujetos a ellos. De ordinario los señores castellanos
tradujo su tratado en París entre
om e 1ul se unen además el arad 1750 y 1756. Al —menos interesados en una gestión directa— arrendaban sus propiedades con
o dentad O y la excavadora. En
pédie de Diderot se podía leer Z la E, %l contratos de larga duración. En cambio, en Aragón y Cataluña el propietario cul-
ya e n 1754 una descripc ipc ión
tipo de ES agricultura de Norfolk. . P. Por entusi nuevo tivaba aún gran parte de sus posesiones. En Andalucía, y en particular alrededor
lo demás,á Ñ Francia cia ddese mpeñ 0óñó un pol
dae diaria ——€n particular a papel dao de in- Í de Sevilla, los trabajadores sin tierras constituían las cinco sextas partes de la
través de sus academias en
men e europeo de la agronomí ladifusión por el con- población. Sólo a partir de 1759 el gobierno español, eliminando el privilegio
a y la tecnología británicas.
por ante era precisamente la La novedad más im- de pastos de la Mesta, promovió en Castilla el arado de las tierras. En el ámbito de
supresión del año de reposo
e la ! tierra. La sustitución del (o de barbecho) de parte los productos agrícolas, el sistema comercial proteccionista empezó a decaer
barbech O por el trébo ó l restii tuía el nitrósen o al sue-
po mientras que la Introducción en Italia en este período. Los reformadores de la península italiana, por otra par-
de los nabos contribuía a la limp
S Senos. Así, en Inglaterra ieza profunda de te, propugnaban la difusión de la pequeña propiedad rural con el fin de incre-
se obtenía ya más del doble de
cesión e trigo, trébol, avena la producción y la mentar la productividad de las tierras. La agricultura hizo innegables progresos
y cebada dio óptimos resultad
des ientras que los gentilhombres os. en el transcurso del siglo xvVIH italiano, entre mejoras, roturaciones y deforesta-
ingleses habían sido parte dete
des pene agrícola de su país rminante del ciones, aunque todo ello fue en beneficio sobre todo de los grandes propietarios
en sentido capitalista, en varia
eza mant s partes del continen y de la burguesía establecida en el campo. Las mejoras más notables se registra-
: uvo una concepción cons
cient e y coherente de su posició
pecial en la sociedad. . Desde . ron en particular en Lombardía y en Emilia, gracias tanto a los arrendamientos a
Francia ha: sta Prusiai y desde
burg
urgo o hasta | el zarista , €sta clase el Í Í se Hab. largo plazo como a la provechosa relación entre la economía campesina y la ma-
las de propieta letari
rios unía su func
jerci icio de determinados
ejerc únci ióón en el Esta 7 doI al
SO nufacturera.
a privilegig10s en la posesión ió y la explotación d e sus
plas derras En aacia eran pro- El objetivo de la política agrícola de los Habsburgo era incrementar la for-
derechos de señorío y derechos
peciticamente habían sido conm de feudo que muy mación de una clase de campesinos propietarios. Con todo, en buena parte de los
utados : con pago pasos
s en dine i ro por los cultivado-
res. En el transcurso del siglo dominios imperiales estaban extendidas todavía las prestaciones de trabajo a
X vr 1 a nobleza francesa mani
a extender las distintas form festS ó enci i los señores: de dos a tres días a la semana (en Bohemia, por ejemplo, estas pres-
as S de extrracci accióón que podía reivindicar,
cuanto que al mismo tiempo , tao tanto másá taciones no fueron reducidas a tres días hasta 1738). En Bohemia y Moravia el
rechazaba la idea de que dejar
a de pertenecer a la no- trabajo doméstico obligatorio y el impuesto de matrimonio (debido al señor por

]
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406 EL SIGLO XVHI
LOS PROBLEMAS DE LA ECONOMÍA 407

el matrimonio de los hijos del siervo) no fueron abolidos hasta 1770. En 1775 se con el mercado de trigo y con la destilación (cuyo monopolio detentaban). Sus
ma-
estableció que los siervos que no tenían tierras fueran obligados a un trabajo derechos sustraían a los campesinos una cuota de renta más baja que en Francia
nual gratuito sólo durante treinta días al año: para los demás, el total del trabajo —alrededor del 20 por 100—, aunque el trabajo que éstos tenían que realizar en
debido aumentaba según la entidad de la tierra poseída. Los campesinos de los la finca era probablemente superior. En esta zona las posesiones campesinas te-
pagos
Países Bajos austríacos, en contrapartida, no sólo tenían que hacer escasos nían cerca de 11 hectáreas de extensión en Polonia, 18 y media en Lituania y 25
feudales, sino que además estaban mejor que los del norte de Francia. en Letonia.
oeste del
El área germánica se podía dividir en dos zonas agrícolas: la del . En Suecia, mientras que la nobleza tenía menos posesiones que en los demás
Elba (donde prevalecía la dirección de las tierras por los campesinos: Grund- países, sobre todo por la política real de parcelación de las fincas nobiliarias, la
por
herrschaft) y la oriental, caracterizada por extensas fincas nobles cultivadas mayor parte de la tierra estaba en manos de los campesinos. No sólo estos últimos
conside-
siervos (Gutsherrschaft). En conjunto, el progreso agrícola alemán fue podían retener una porción elevada de sus productos, sino que además no paga-
rable en el transcurso del siglo xvniL Es cierto que en Hannover y en Brunswick ban derechos feudales. De modo análogo a la nobleza prusiana, la rusa confirmó
impulso
se realizaron reformas a favor de las posesiones campesinas, aunque por sus privilegios de clase a cambio de la obligación de prestar servicios al Estado.
a cul-
de Jorge III de Inglaterra. En sus propios dominios Federico HI hizo someter En particular, el privilegio fiscal le era garantizado sólo a condición de que asu-
tivo grandes extensiones de tierras arenosas O pantanosas, así como territorios y miera funciones públicas. Quizás aún más que Prusia, Rusia era el país en que el
de
áreas de bosque. Por lo demás, en Prusia estaba vigente desde 1733 un sistema gobierno central dejaba en mayor grado a los campesinos en manos de los nobles.
subdivisión del territorio en cantones, cada uno de los cuales debía reemplazar A partir de 1715 los campesinos rusos se encontraron sometidos a la servidumbre
ejército
los efectivos que faltaban del regimiento desplazado a su jurisdicción. El de la gleba de modo aún más riguroso que en el pasado. A finales del siglo xvIn
de los géneros alimenticio s produci-
constituía allí, además, el mayor mercado los colonos ucranianos de las tierras sustraídas a Polonia cayeron también en el
del pasto
dos, debiendo los campesinos prusianos proporcionar el forraje, además régimen de servidumbre. Los poderes del propietario noble zarista eran amplísi-
para los caballos. Las condiciones de los aldeanos no eran mejores en Mecklem- mos. No sólo tenia derecho a una obediencia incondicional y podía exigir mayo-
se
burgo, donde sus posesiones —incorporadas a las propiedades de los nobles— res prestaciones de trabajo, sino que incluso le estaba permitido redistribuir la tie-
redujeron casi en un 60 por 100 entre 1729 y 1794. En esta región las prestacio- rra. Los propietarios eclesiásticos eran todavía más exigentes que los laicos, hasta
en Meck-
nes de trabajo superaban fácilmente los tres días semanales. No obstante, el punto de que en sus dominios se llevó a cabo el mayor número de revueltas y
lenburgo (así como en Pomerania y en el norte de Polonia) la institución de la huidas campesinas. Los «siervos», que constituían casi un tercio de la población
servidumbre no impidió un estrecho vínculo con la economía de mercado, gracias rusa a fines del siglo xvur, estaban privados de identidad civil y se hallaban so-
á las comunicaciones fluviales que favorecían los transportes de trigo. metidos a la justicia administrativa de los nobles.
eran
Mientras que en Galitzia la mayor parte de las posesiones campesinas
que en Francia, sobre la base de contratos de arrendamie ntos he-
cultivadas, igual
reditarios, en Valaquia las condiciones de los cultivadores no hacían sino empe- 3. COMERCIOS E INDUSTRIAS
auténti-
orar. De hecho, en las zonas de Europa central y oriental predominaba la
tierra
ca servidumbre de la gleba. El sistema que vinculaba a los campesinos a la Al igual que sucedió en el plano de la producción agrícola, en el siglo xvIm1 se
promovido también por el desplazami ento hacia el
(Erbuntertanigkeit) había sido produjo un claro progreso comercial, manufacturero y crediticio. Este desarrollo
este de la frontera de los terrenos cultivables. Este sistema comportaba un núme- económico se dio particularmente en algunos países de Europa occidental, donde
ro notable de restricciones a las actividades económicas de los «siervos», además se registró un incremento del número de las personas empleadas en las manufac-
del señor.
de la prohibición a sus hijos de dejar la finca o de casarse sin permiso turas. Tales progresos estuvieron vinculados con el progreso de los intercambios
Hay que subrayar, no obstante, que tal estado de servidumbr e no era un legado la aceleración de los transportes y la mejora de las instalaciones portuarias. Esto
del viejo feudalismo, sino un fenómeno más bien reciente. no quita para que en 1776 trasladarse en diligencia de París a Lille costara aún
Los privilegios de la nobleza magiar apenas fueron perjudicados por la polí- tres días, y a Lyon, cinco. Por otra parte, no había trayectos viarios suficientes;
rura-
tica reformadora de los Habsburgo. La economía de los grandes dominios por ejemplo, el viaje de Castilla a Asturias o a Galicia tenía que hacerse a lomo
la es-
les húngaros siguió siendo patriarcal, autosuficiente e incluso aislada por de mulas o a pie. La misma noción de camino o carretera era prácticamente abs-
casez de carreteras. Las prestacione s de trabajo eran por término medio superior tracta en Rusia, donde había que servirse sobre todo de las vías fluviales. Los pri
a tres meses al año. Si la nobleza poseía en Hungría el 60 por 100 de las tierras, meros puentes de hierro no surgieron hasta alrededor del año 1800, cuando la ve-
en Polonia le pertenecía el 78 por 100. La pequeña nobleza polaca, sin embargo, locidad de las comunicaciones dio un salto cualitativo.
tenía propiedades y riquezas bastantes menores que los magnates y por ello in- Por consiguiente, los comercios internacionales seguían aún en primer lugar
tentaba también practicar el comercio. Los propietarios nobles se enriquecían las vías marítimas, hasta el punto de que las naves europeas transportaron cerca

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LOS PROBLEMAS DE LA ECONOMÍA 409
408 EL SIGLO XVI

del 75 por 100 del valor conjunto del comercio mundial. El sector
más dinámico Occidentales. Nuevas elites de empresarios burgueses se impusieron en este pe-
d
los intercambios exteriores resultó ser el de los tráficos de
productos col dal : ríodo, mientras que la potencia financiera del Estado ——con precios y población
(desde el café hasta el té, desde el azúcar hasta las especias, el
algodón yel taba. constantes— sólo aumentó un 10 por 100 entre 1698 y 1788. A título comparati-
CO AO os curopcos a 1os que afluían esos productos eran Londres vo puede observarse que en 1740 las entradas de la monarquía de los Habsburgo
, , Os, Nantes, Amsterda equivalían al 20 por 100 de las francesas (mientras que la población de ambos es-
ir
de 1770 lo fueron también Hamburgo y ae pao or , os tados era casi igual).
capitales no sólo por los grandes beneficios esperados, sino también Pasando al caso inglés, no se puede evocar sin referirse en primer lugar a las
porque la ino
versión comportaba un compromiso que raramente superaba
los tres años. Entre Actas de Navegación, bajo cuya protección el comercio exterior, y en particular
0 y 1790 el 40 por 100 del tonelaje conjunto de los navíos mercante
s eur el colonial, conoció una expansión notable. Parece que, orientando los capitales
llevaba las banderas inglesa o la francesa. Con todo, para una
valoración mnás glo. hacia los tráficos y las construcciones navales, dichos ordenamientos no favore-
bal véanse los siguientes datos, que se refieren tanto a la situación cieron los inicios de la industria. Sin embargo, durante su ministerio (1721-1742)
existente ba sa
1780 como a la consistencia y solidez de las distintas marinas: Walpole abolió gran parte de los aranceles sobre las exportaciones y además las
e
incentivó con premios, influyendo positivamente sobre las actividades industria-
les (que favoreció también suprimiendo los impuestos sobre algunas materias pri-
mas). Para impedir la subida de los salarios, el ministro hizo adoptar en 1726 una
ley que prohibía las asociaciones de obreros. Se ha observado que al menos has-
Toneladas
y
Reino Unido ta los primeros años del siglo xvHu la más alta aspiración de todo comerciante
881.963
Francia 729.340
empresario inglés era la adquisición de una finca agrícola. No obstante, se inver-
Holanda 397.709 tía en la tierra e incluso en edificios de prestigio, en parques y en cuadros: muchas
Dinamarca y Noruega 386.020 grandes familias participaban en compañías de comercio y en la gestión de mi-
Suecia nas, además de comprometerse en iniciativas industriales. En suma, aunque los
169.279
España 149.460 lores gozaban de una preeminencia incontestable, su comportamiento favorecía
la movilidad social. En Inglaterra se convertía fácilmente en un ciudadano más
Dos Sicilias 132.220
Ciudades hanseáticas
Portugal
101.347 que respetable quien había hecho fortuna en ultramar, pese a haber usado méto-
Imperio Habsburgo
84.843 dos dignos de la piratería y de la expoliación. Á este propósito basta con citar la
Venecia
84.090
euforia con que en 1729 Joshua Gee reconocía en el trabajo de los plantadores ne-
60.332
Génova 42.130
gros esclavos una de las fuentes de la prosperidad del tesoro británico:
Ragusa 40.749 Aunque en la primera mitad del siglo xvu1 se redujo el papel de Londres en
Rusia 39.394 el plano del comercio exterior, raras eran en provincias las fortunas mercantiles
Dantzig 28.857 parangonables con las de la capital. He aquí algunas cifras del movimiento por-
tuario inglés (en toneladas):

Entre las muchas observaciones que pueden hacerse fácilmen


te cabe señal.
que el reino de las Dos Sicilias tenía un tonelaje superior al 1750 1770
de Rusia y aldel A
perio de los Habsburgo juntos. De todas maneras los grandes
veleros del iglo
XVIn eran una de las obras maestras de la tecnología europea. Londres 180.000 245.000
E 100.000 192.000
Iniciando un resumen con Francia, hay que tener presente ante Whitehaven
todo que 1 40.000 87.000
peripecias bélicas y territoriales de sus posesiones de ultramar Liverpool
re ercuticr de Bristol 28.000 35.000
vez en cuando en los movimientos de sus puertos atlánticos. Se
puede afirmar. si .
Eo que el tráfico global del país se quintuplicó entre 1715
y 1789 (cuadra.
p po qe erección a Europa y decuplicándose en dirección a
las colonias).
5 ncesas aumentaron también de forma considerable y casi Mientras que Whitehaven perdió pronto su segundo puesto, el puerto que es-
recíproca. En la segunda mitad del siglo xvi Burdeos
Hegó a absorber casi la tuvo verdaderamente en ascenso fue Liverpool, que fue diversificando progresi-
mi
tad de las importaciones coloniales del país, mientras que vamente sus tráficos. Entre 1700 y 1780 el comercio exterior inglés se duplicó,
entre 1780 1790. más
de trescientos navíos al año se hacían a la mar desde su puerto aunque el objetivo principal del país ya no era Europa, sino las colonias (a las que
hacia las Indias

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410 EL SIGLO XVII LOS PROBLEMAS DE LA ECONOMÍA 411

se dirigieron en primer lugar los productos manufacturados). Mientras que en les, reglamentaciones y medidas diferentes. Sin embargo, las regiones situadas
1700 América, las Antillas y las Indias absorbían el 13 por 100 de las exporta- en las inmediaciones de Lille y de Ruán estaban entre las zonas más industria-
ciones británicas, en 1772-1773 se envió allí el 46 por 100 (las importaciones re- lizadas del continente (con las de Barcelona, Zúrich, Ginebra y Génova). París,
presentaban respectivamente el 33 por 100 y el 60 por 100 del total). Si se atien- además, aparecía como un gran centro de mercado entre las grandes capitales, al
de sólo a los productos de algodón, su exportación se decuplicó entre 1750 y lado de Amsterdam, Ginebra o Frankfurt. Con todo, el mercado de las capitales
1769. Entre los tráficos más rentables figuraba también el de esclavos, sostenido tuvo una influencia más bien escasa en el desarrollo de la industria rural france-
a partir de 1730 con subvenciones del Parlamento para erigir en la Costa de Oro sa. No obstante, el gobierno no apoyó ya a las corporaciones que intentaban li-
fortines destinados a proteger los intereses de la trata. Los negros eran vendidos mitar el crecimiento de manufacturas en el campo. De hecho, el trabajo urbano
en las Indias Occidentales (así como en las colonias de América del Norte) a un era mucho más costoso que el rural y los comerciantes de las ciudades otorgaban
precio cinco veces superior al de adquisición en el litoral africano. Por otra parte, voluntariamente créditos a las industrias rurales (sobre todo textiles). Lyon y Pa-
las llegadas del oro extraído de las minas brasileñas recientemente descubiertas rís figuraban a la vez como las más importantes ciudades manufactureras del
hicieron de Londres el mercado monetario mundial. El crecimiento de la econo- continente (la capital francesa tenía más de trescientos mil artesanos en 1791).
mía mercantil británica sacó su mayor provecho de las campañas militares colo- La sedería lionesa, organizada de modo rígidamente mercantilista, prosperaba
niales y del uso afortunado de las fuerzas navales. Indudablemente, luego la fa- también por la despiadada explotación de la mano de obra por parte de los co-
voreció la alianza con Portugal, cuyos territorios se abrieron cada vez más a los merciantes que proporcionaban los capitales y financiaban el comercio de los pro-
intercambios con Inglaterra. ductos. Se puede mencionar al empresario textil Goudard, que en el Languedoc
Los grandes competidores de los ingleses en el siglo Xvir, los holandeses, es- empleaba a seis mil personas, o las manufacturas laneras de Elbeuf, en Norman-
taban ya en franca decadencia, claramente verificable entre la primera y la se- día, que daban trabajo a quince mil obreros (dos terceras partes procedían del
gunda mitad del siglo xvIm en la zona del Báltico. A partir de 1700, en particular campo circundante). El desarrollo del puerto de Le Havre favoreció también a la
los comercios de Hamburgo y de Bremen se estaban imponiendo precisamente en industria algodonera normanda, aunque los tejidos de algodón no eran tan im-
perjuicio de los de las Provincias Unidas. Mientras que la función holandesa de portantes como en Inglaterra: en Francia siguió prevaleciendo la elaboración de
redistribución de las mercancías aumentaba, la participación que Holanda tenía la seda, la lana y el lino.
en los tráficos con Inglaterra descendía del 14,6 al 3,6 por 100 en el sector de las En las regiones de Valencia y de Cataluña se registró a finales de 1750 un flo-
importaciones y del 41,5 al 12,7 por 100 en el de las exportaciones. En el trans- recimiento de las actividades relacionadas con el algodón y la seda. La transfor-
curso del siglo xv Amsterdam mantuvo aún, sin embargo, la primacía en el cam- mación industrial catalana caracterizó la situación española, aunque sólo entre
po bancario y financiero internacional. 1780 y 1790 se permitió a los comerciantes locales poseer un número ilimitado
Las exigencias bélicas de la activa expansión colonial inglesa fueron un estí- de telares. En Cataluña, la relación con un satisfactorio mercado colonial de ex-
mulo para las industrias pesadas, aunque en contrapartida favorecieron menos a portación facilitó la transformación de las industrias textiles rurales en activida-
las demás. Esto significaba que buena parte del dinero tomado a préstamo por el des más mecanizadas. En 1778 el gobierno desmanteló, en efecto, los privilegios
Estado fue a engrosar los beneficios de los contratistas y proveedores de los ser- monopolistas de las compañías comerciales haciendo accesible a toda España el
vicios y aprovisionamientos militares. Por lo demás, se puede afirmar que en In- comercio con el imperio de ultramar.
glaterra había dos políticas económicas contrapuestas: la de los partidarios de las En Austria, la emperatriz María Teresa intentó también promover el surgi-
guerras coloniales y la de los propietarios de tierras (pacifistas, dado que sobre miento de las manufacturas textiles. Con todo, hasta finales del siglo xvHH, cuan-
ellos recaía la carga fiscal de los conflictos). Aún más que en los países del con- do el proceso de hilatura del algodón se pudo desarrollar rápidamente en Bohe-
tinente europeo, en Inglaterra la industria textil se dedicó sobre todo a los géne- mia, la elaboración del lino, de la lana y del algodón siguió siendo una ocupación
ros-de punto. Entre las actividades que no tenían por objeto la lana, la de la seda rural invernal. Las viejas industrias textiles de los Países Bajos austríacos habían
siguió estando en primer plano hasta fines del año 1740, cuando surgieron las del entrado en una fase de estancamiento tecnológico. No obstante, si se mira la pro-
lino y el algodón. La considerable producción de lana nacional permitió a los fa- ducción de los tejidos estampados, se constata que las 1.094 prendas fabricadas
bricantes ingleses sensibles ventajas sobre sus competidores extranjeros. Aunque en Amberes en 1754 se convirtieron en 62.650 en 1770.
su importancia relativa como industria exportadora estaba ya disminuyendo en la Se ha observado que a mediados del siglo xv1 los europeos disponían ya de
primera mitad del siglo xvi, la lanera siguió siendo la actividad más importante una fuerza motriz cinco veces superior aproximadamente a la de los chinos. Pero
en el ámbito manufacturero del país. En conjunto, la producción textil inglesa au- entonces los molinos de viento tenían Órganos de transmisión hechos enteramen-
mentó ya en un 50 por 100 en los años comprendidos entre 1700 y 1760. te de madera. Las transformaciones eran lentas: basta citar el empleo del coque
Prácticamente durante todo el siglo XvIII persistió en Francia el mercantilis- en la metalurgia, conocido desde principios del siglo XvIr, aunque relativamente
mo de cuño del xviL. Por lo demás, el país seguía siendo un mosaico de arance- explotado sólo a partir de 1680. Es cierto que el hierro obtenido con el coque era

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412 l
EL SIGLO XVI LOS PROBLEMAS DE LA ECONOMÍA 413

de calidad inferi nferior y no eraa fácil


fáci pasar de un proceso a otro (los hornos XVIL,
existentes plo, la máquina de vapor, experimentada desde la primera mitad del siglo
entoo mes ran demasiado 1 pequeños).
ñ El uso del coque para la fusión del hierro un siglo más tarde. Antes de 1760, más O menos,
fue verdaderamente adoptada sólo
dió sr nglaterra, donde el carbón de madera
costaba mucho; se recu ió la energía usada en las actividades industriales era por lo general hidráulica. Tam-
os e rancia, donde los yacimientos de carbón
fósil estaban bastante bién antes de esta fecha, los cambios sociales y económicos que transformarían
dsp a S O o mineral. El primer despegue La so-
de la siderurgia británica se luego Gran Bretaña (y posteriormente Europa) estaban todavía en germen.
or de , y fue seguido por un nu 2 1 ciedad industrializada seguía siendo en gran parte un hecho del porvenir. Así, du-
de carbón fósil extraída en Inglaterra. Gales
y o Escocia se o triplicó aproxi
idad
made- rante toda la primera mitad del siglo xv1 el grueso de la industria textil siguió
mnment ne e 1 DN ) o De esta manera que per-
l , en 1760 se extrajeron cinco millones funcionando con el trabajo a domicilio, es decir, con unidades de trabajo
0 lez millones. El montante 'e de de carbón rural. Por lo demás, en este sector los inventos
carbón inglés
inolé ascendí: tenecían en definitiva al ambiente
E e IN 1702 y a 125.000 en 1773. La producción
francesa dto mecánicos para aumentar la producción habían sido ampliamente explotados an-
. or eladas al año en la á primer pri a mitad
i del siglo
i xvi y alcanzó las tes de 1760 aproximadamente, aunque se trataba siempre de maquinaria acciona-
E da manualmente.
a, par pe o hornos pequeñaos comenzaron
a aparecer entonces los grandes No se puede reprochar al historiador que investigue la génesis de los proce-
o hora . ( viamente, los capitales invertidos, además riesgo
de la capacidad pro sos que se convertirán más tarde en dominantes, aunque sea corriendo el
SA A ran : aramente mayores. En Inglate Los mayores fenómenos , sea cual sea el
rra, la primera fundición importan. de encontrarla con excesiva facilidad.
e q : a realizó Abraham Darby en 1735, consolidac ión, implican, sobre todo en su
mientras que en Francia fu campo más específico de su posterior
p e a po en 1769 por Gabriel Jars. Aunqu Igual
e entre 1738 y 1785 fase de gestación, gran número de nexos con el contexto en que florecen.
: ducción rancesaS de hierro
r aumentó más S de tre s veces y media, industrial sin que primero se delinease claramen-
j que no pudo existir revolución
pecanización industrial y social de la sideru concu-
rgia se implantase verdaderas . te la industrialización, del mismo modo en el surgimiento de esta última
: que EAesperar a los altos hornos de Le Creusot s, de va-
, , instalados por I Ignace de den. Wen- rieron factores científicos y técnicos, además de sociales y económico
rios géneros. Á primera vista hubo ciertamente una escisión entre la astronomía
E TO demás á pares relo-
newtoniana y, por ejemplo, la investigación tecnológica en los sectores de la
íses del contin1 ente europeo la industria del hierro
sigu 1ó es-
te mucho o tiempo instru-
tie sujeta a los viejos s procedimient
imi os. rico HI jería y otros campos afines. Pero la actitud que llevaba a intentar construir
po a William Wilkinson a crear en los confin o
es de la Siles
PO ia prusiana unos mentos de precisión y máquinas de utilidad cotidiana entraba en el movimient
pomos para producir cañone s en que se usaba hierro fund ido con coque Hasta el saber cada vez más práctico y aprovechab le. En
. más amplio que tendía a hacer
E omadamente el hierro importado y
de Suecia y de Rusia había domina- los siglos xVII y XVII, después de Galileo y de Bacon, el divorcio entre ciencia
roce NA A las transformaciones tecnológicas invirtieron creciente rapidez.
entonces técnica desaparecí a con
. s que Francia produjo 132.000 tonelada
i No todas las sociedades y todas las economías europeas estaban igualmente
c
sideru rgia de los Urales (dond: e estaban empleadas
300.000 ón 1796, i 1 articuladas de modo capaz de promover, aunque fuese poco a poco, la industria-
nó 160.000 (aunqu e : para hace r llegar el hierro
> en brut o o desd
dd O lización. Aunque el humanismo fue efectivamente un fenómeno continental y es
San Petersburgo hacían falta exactamente dos
años). + os Urales hasta difícil atribuir su paternidad a un solo país, es complicado negar que la Italia de
adecua-
los siglos xv y XV le ofreció las condiciones de desarrollo iniciales más
das. Esto es lo que sucedió en Inglaterra con la industrialización, aunque se po-
4. HACIA La REVOLUCIÓN im-
INDUSTRIAL dría sostener, por ejemplo, que en el siglo xvni el incremento del producto
dustrial per cápita francés fue más rápido que el inglés. Parece que al criterio
pági
En lasSe DEAN e
no dela precedentes se ha abordado ya en varias ocasiones el fenóme cuantitativo se tenga que anteponer el orgánico. A pesar de la difusión quizás
de
o trata o ución industrial, cuyo estudio adecuado se encuentra en el volumen
igual de las actividades artesanales industrializadas a un lado y a otro del canal
jar de po o íodo posterior al examinado aquí. Sin embargo, , no se puede de - la Mancha, no fue casual que la revolución industrial en el plano técnico fuese un
: -
a O e relieve > al menos su articulación inicial y primordial. En cierta me fenómeno esencialmente inglés. Esto no significa que en el proceso de industria-
:
distinguir el comien,
ser oportuno enzo del pro de i 1 tii 7 lización todo tenga que ser atribuido a Inglaterra, sino que quiere decir que,
al
de la revolución i : > 7 proceso de industrialización
e lución industrial propiamente dicha. Pero es obvio que, como ocurre e menos para comprende rlo y reconstruir lo del mejor modo, puede uno remontarse
propio
de los de os nos de gran alcance, es difícil disociar sus primeros pasos al contexto británico. De hecho, cualquier país, antes o después, siguió su
sarrollos sucesivos y limitarse úni
rse únicar DN : y desde este punto de vista sería vano afirmar que uno fue más auténtico
mente a proponer unas fechas que proceso
sean de por sí resolutivas. his-
que los otros. Se reconoce generalmente que hay que considerar el desarrollo
Se ha insisti
sistido ya en el camino
ami hacia1 la Indust
j el siglo xv1 en adelante para evaluar mejor su
rialización fue lento. Por ejem- tórico de la economía inglesa desde

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414 EL SIGLO XVIH LOS PROBLEMAS DE LA ECONOMÍA 415

seguir la trayectoria del mercado o para poner a punto nuevos métodos de pro-
trascendencia en el siglo xvm. Por otra parte, la proximidad a Europa y los inter-
ducción. Entretanto, la gran expansión del comercio inglés permitió reducir el
cambios técnicos y culturales con el continente europeo no fueron un elemento
coste de los productos manufactureros, diversificarlos y acrecentar su volumen,
de poca monta para los progresos realizados en Gran Bretaña. Por otro lado, la
trayectoria del progreso inglés fue todo lo contrario de una trayectoria continua: así como ver nacer nuevas industrias. Al mismo tiempo el florecimiento de una
agricultura de mercado estimulaba la demanda de productos industriales. En otras
basta observar que se produjo una pausa entre 1720 y 1740 o 1750. Es un hecho,
palabras, en el transcurso del siglo xvi un conjunto de factores concatenados
como en parte ya se ha sugerido, que el mismo régimen político de la isla contri-
puso en movimiento en Inglaterra un proceso económico orgánico y dinámico. El
buyó a promover una atención pragmática, aunque racional, a los problemas de la
notable crecimiento del número de habitantes se tradujo en un aumento de la de-
economía. Antes que en otros países, en Inglaterra se llevó a cabo la libertad de
manda de bienes: lo demuestra el hecho de que los sectores más prósperos de la
la actividad industrial no sólo con respecto a los vínculos corporativos, sino tam-
producción eran los que trabajaban para la masa de los consumidores. Toda in-
bién con respecto al paternalismo del Estado, además de las barreras internas. Los
novación en un sector determinado creaba de rebote necesidades y gustos nuevos
aspectos industriales y sociales de la actividad productiva cada vez se dejaron
en otros campos: cada individuo compraba y consumía más.
más al libre juego de las fuerzas que actuaban en el mercado. De esta manera, el
Las máquinas permitieron lanzar productos en serie a precios más bajos en
orden político, la movilidad social y la libertad económica se manifestaron favo-
el mercado interior, para luego poder exportarlos. Pero precisamente casi todas
rables a los innovadores y a quien estaba dotado de espíritu de iniciativa. El sis-
las mejoras tecnológicas de la primera mitad del siglo xvuz vieron la luz en In-
tema fiscal inglés ni siquiera coartaba desmesuradamente el comercio y la indus-
glaterra, antes de atravesar el canal de la Mancha. Si antes de 1750 la media de
tria: aunque los impuestos sobre las tierras fueron aumentados durante ciertos
patentes concedidas no superó las ocho al año, después de esta fecha el ascen-
conflictos, en 1780 sus ingresos se habían incrementado sólo un 22 por 100 res-
o o so de los inventos se hizo veloz e ininterrumpido. Una sociedad de investiga-
pecto al año 1700.
ción creada en 1754 (para promover las artes, las manufacturas y el comercio)
No se excluye que la propia riqueza de la literatura económica británica del
simbolizaba el nuevo espíritu de búsqueda al ofrecer premios a quien inventa-
siglo xvur contribuyera a evaluar mejor y apreciar más justamente los progresos
se máquinas. Según Ch. Wilson, el progreso de las fábricas en Inglaterra en los
materiales. El hecho de que los capitales de los miembros de sectas religiosas di-
sidentes se invirtieron fácilmente en la industria no fue sin duda un fenómeno sin años sesenta del siglo aquí estudiado dependió en gran medida de los tiempos
duros y de los altos precios de los alimentos, que indujeron a los empresarios a
consecuencias. De peso aún mayor tuvo que ser la relativamente precoz forma-
buscar medios mecánicos para reducir los costes de la mano de obra. En el pla-
ción de una economía integrada y bastante orgánica. La lenta mejora de las co-
no de los gastos, en efecto, casi todas las máquinas
municaciones —sin ser la última la de las redes navegables— permitió que los introducidas se revelaron
ventajosas. Por lo demás, la oleada tecnológica incrementó en general el rendi-
comestibles llegaran a todas las regiones y al mercado de ámbito nacional. A aná-
miento, además de influir en la actividad industrial y transformar las formas so-
logos resultados llevó la unificación monetaria tras la unión de Inglaterra y Esco-
ciales del trabajo.
cia (1707), que además tuvo efectos de simbiosis provechosa también en otros
Se ha afirmado que los orígenes de la revolución industrial hay que buscarlos
sectores distintos.
en la concentración en grandes empresas de las actividades textiles, antes disper-
Se reconoce sin dificultad que la existencia de mercados coloniales bastante
sas en el campo. De hecho, durante todo el siglo xvHmi el volumen de la produc-
estables y exclusivos fue una de las exigencias implícitas de la revolución indus-
ción francesa en este campo siguió siendo inferior al de Inglaterra (cuyo merca-
trial. Las salidas de ultramar fueron un factor notable para la transición de una in-
do, sin embargo, tenía mayores dimensiones). Mientras que en la elaboración de
dustria textil de tipo doméstico a una actividad mecanizada y centralizada. Esto
la seda y del lino se produjeron muchas innovaciones en Francia, las demás se lo-
resultó cierto sobre todo en los países cuyo orden económico y social había creado
graron al otro lado del canal de la Mancha en no muchos años. Para producir bie-
estructuras favorables al desarrollo industrial. El comercio de ultramar, atrayen-
nes más simples y estandarizados, la tecnología inglesa tuvo en cuenta la reduc-
do los capitales, ensanchó los mercados con la gama aún limitada de las manu-
ción de los costes de producción en las industrias del algodón y de la lana. La
facturas producidas en Europa. El nexo entre los tráficos coloniales y las inver-
rápida mejora de las máquinas textiles permitió ahorros de capital. Lancashire
siones en la industria no fue un fenómeno regular ni siempre directo. Pero la
tuvo un papel preponderante gracias a sus fábricas de algodón, que vendían a buen
joven metalurgia del sur de Gales fue creada en gran parte por comerciantes de
precio y tenían mucho éxito. De manera que en Inglaterra se tendía a una socie-
té y otras mercancías de Bristol y Londres. Análogamente, las fábricas del valle
tuvieron su maquinaria gracias a los comerciantes de tabaco proce- dad cuya estructura estaría determinada por el sistema de producción industrial,
del Clyde
así como por el agrícola. La producción en serie en la industria textil inglesa fue
dentes de Glasgow.
acompañada por la utilización de una fuente de energía más potente: el vapor.
Una sociedad jerárquica, fundada en las costumbres y en la posesión de la tie-
Los cambios tecnológicos ingleses, como ya se ha indicado, dependieron también
rra, se inspiró cada vez más en el espíritu de iniciativa y de éxito. Los empresa-
de la disponibilidad de carbón a buen precio.
rios se encontraron más libres para dar prueba de su talento y de su habilidad para

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206/250
EL SIGLO XVHI 417
LOS PROBLEMAS DE LA ECONOMÍAÍ
e
A partir de 1760 aproximadamente,
la producción comenzaba a estar conce ( i :
que estos últi
últimos po serían una es-
0 ibían a
trada en las fábricas cuyos empresario n- de e preguntar incluso si las subvenciones
s eran ya más industriales que capita de salario para producir a Pao peo O a.
listas Dedie de complemento
merosos los abusos de los amos capitalistas itali S en u n contex naaa Cato nora
ble para los obreros. Basta citar 1 una ley y ingles a de 1726, a qu cionales
i
de deportación a quien recurriese a la violencia en los gios p A
fuerza expansiva del vapor, aunque
el rendimiento de su ingenio se manif po r la destrucción delibe
! ión deliberada de maquinaria. coma pi Y-
caso hasta el año 1775. El descubrimi estó es- i luso a la pena capital
incluso j
ento casi simultáneo (1709) de la fusió lao
hierro mediante el coque (por parte n del lomo directo contra empresarios particularmente detestados me
de Abraham Darby) requirió tambi AS
medio siglo para que el procedimiento én cerca de mitiva de contestación industrial que no tardó en AUN
se generalizase, Sólo entonces el miner debido
1 a Ned Lud, , que estruyó S a A ,
llegó a tener un precio bastante bueno al Ó el nombre de ludismo,
Í
para sustituir a la madera en la fabri Re
de las máquinas. cación na numerosas acciones análogas se habían realizado e IAN
1 172 intervino el
XVII, de modo 6que ya en 1720 artPar o a
La mueva tecnología de la hilatura ncipios del siglo
incipi
Srincip.
del algodón (mediante el manejo ne se
con los roquetes) fue aplicada en Ingla del hilo roscribir algunas asociaciones profesionales. Á los empresa 0
terra en los años treinta del siglo xvuz. por conspiración
procesarindividuo a los miembros abajo
invento de la «lanzadera volan El , es ermitía
sí como hacer
a cualquier que interrumplera arbitrariam
te» (1733) por John Kay marcó
el inicio de la me- o
canización de la industria textil. En
1753 la casa de este inventor fue saque ri 1
1Ó indus i
trial, , por tanto, cara cterizará con Y ,
UA
porque su descubrimiento economiz ada mo ue la revolución
aba mano de obra. La hiladora al fin del siglo
g xv1n, > en el transcurso
nse de este siglo apaMm convo ?
(1769) de Richard Arkwri ght llevó hidráulica d sig A
a producir un hilo robusto y muy retor
tricotaje y para urdimbre de algodón. cido para A idad — aunque a una escala bastante limitada— sus trazos y
clari
Hargreaves introdujo en 1765 una
que permitía mover al mismo tiemp jenny, cas señales.
o numerosos husos montados sobre
móvil. En 1779 se llegó a la hiladora un carro
intermitente, que combinaba las venta
la hiladora de Arkwright con las de jas de
la Jenny y permitía la hilatura con
tipo de hilo. Mientras que la jenny cualquier
entró en Francia en 1773, la lanzadera
te de Kay fue llevada allí en 1747. A volan-
Arkwright se debe también el inven
nueva máquina cardadora (1785) y to de una
a Cartwright el de un original telar
(1787). Hacia fines del siglo aquí mecánico
estudiado, el telar del lionés Joseph-M
Jacquard permitió que todas las Opera arie
ciones del tejido de piezas diseñadas
ejecutadas por un solo hombre. La hilat fueran
ura mecánica apareció en Prusia en
en Rusia en 1793 y en Suiza en 1794. 1791,
Hacia 1800 el precio del hilo de mejor
lidad disminuyó en Inglaterra en tres ca-
cuartas partes respecto a 1785.
Notables fueron también los progresos
llevados a cabo fuera del sector textil.
El aumento regular de los rendimient
os de los motores hidráulicos entre 1750
1780 se debió al inglés John Smeat y
on. De la generalización de la máqu
vapor, que el escocés James Watt perfe ina de
ccionó mucho más, nació la termodiná-
mica. A Henry Cort se remonta el proce
so de pudelación (1784) y de laminadura
estandarizada, que constituyó uno
de los precedentes más decisivos
ducción de los costes. La nueva metal para la re-
urgia, no obstante, exigía inversione
elevadas, que sólo podían realizar s muy
los capitalistas. Para abrir las fundi
Carron (Escocia) se necesitaron, por ciones de
ejemplo, 12.000 libras esterlinas en
en 1774 su capital había ascendido ya 1760, y
a 150.000.
En la fase «a domicilio» de la organ
ización industrial, el trabajo se desar
llaba a menudo en condiciones pelig ro-
rosas y a veces repulsivas. El paro
ciertamente efecto de las nuevas orien no fue
taciones tecnológicas de la producción
sólo la ocupación secundaria constituía . No
una condición estable para los traba
res de la época, sino que en Inglaterra jado-
, desde principios del siglo xvi
un habitante de cada cinco era tribut al menos,
ario de la asistencia a los indigentes
. Se pue-

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LA FORMACIÓN DE ESTADOS UNIDOS
419
llevar a cabo una empresa en Virginia que resultó ser
un fracaso: su proyecto no
obtuvo ningún apoyo directo por parte del gobierno
de Isabel L
No hay que extenderse, pues, a comparar la relativa
inconsistencia con que
los británicos se dirigieron a las costas atlánticas con la
articulada y sólida pe-
netración de los españoles en las tierras americanas.
Sólo quien fije totalmente su
atención en los tardíos progresos del siglo Xx podrá complac
erse en afirmar que
los actuales Estados Unidos deben mucho a los primero
s asentamientos ingleses.
En comparación con los mismos franceses, aunque en definiti
va fueron expulsa-
dos de allí, éstos tuvieron una visión más amplia del espacio
6. LA FORMACIÓN intentaron dominar estratégicamente con indudable previsió
norteamericano, que
n. El Estado español,
- DEESTADOS UNIDOS y en menor medida también el Estado francés, se mostrar
on mucho más capaces
que los ingleses de proponerse objetivos de gran alcance
en su contacto con el
Nuevo Mundo. Esto es cuanto se puede ratificar si se
consideran las realidades
1. LA COLONIZACIÓN INGLESA objetivas de la penetración llevada a cabo por esos dos reinos
continentales con
respecto a la de los emigrantes británicos.
Como ya hemos tenido ocasión de hacer respecto a otros aspectos del o La colonización inglesa se llevó a cabo sin un auténtico
plan general, como
xvi, hay que observar en primer lugar que nuestra exposición se de pe un movimiento de refugio para las minorías religiosas y
los grupos afectados por
tema que según el lenguaje corriente podría considerarse más poo o AS ona estrecheces económicas. En la segunda mitad del siglo XVH
ni en Inglaterra ni en
contemporánea que de historia moderna. Desde ciertos puntos : vis OEA sus ramificaciones americanas se consolidó aún la concien
cia de que éstas for-
que una línea de continuidad une los primeros asentamientos colonia a maran parte de un imperio. Dejando a un lado el deseo
de aventura y la esperan-
cos en Norteamérica con la configuración actual de Estados AO DN A za de mejorar la propia suerte en una tierra abierta y descono
cida, lo que movió a
parcialmente puede admitirse esto, aunque hay que ver en qué medi 1 Queda e los primeros colonos fue la insatisfacción respecto a la vida
en Inglaterra, la si-
hecho de que las primeras colonias inglesas de la costa AUD nor a me tuación de vagabundeo o de falta de trabajo en que muchos
se encontraban. Por
no se parecían en casi nada a los organismos estructurados de los me anos es lo demás, no parece que por abandonar su propia isla estas persona
s marginadas
pañoles de América Central y del Sur. Durante todo el siglo EVI ic ; a ne hicieran una auténtica distinción entre América e Irlanda.
Se puede constatar que
mientos estaban muy lejos de mantener con Inglaterra la relación amplia y org antes de 1650 más de ciento veinte mil protestantes, entre ingleses
y escoceses,
nica que los virreinatos ibéricos mantenían con España y viceversa. las contribu- se habían traslado a la vecina isla católica, mientras que
un número seis veces
En cuanto al propio conocimiento del espacio norteamericano, las o A menor había emigrado al otro lado del océano. Con el tiempo,
ciertamente, las co-
ciones aportadas por los españoles en el siglo xvi y por los franceses S ] 0 so sas estaban destinadas a cambiar. Si en el primer siglo
de dominación ibérica los
siguiente fueron sin ningún género de duda más a os emigrantes españoles a América fueron cerca de doscien
tos cuarenta mil, en el
ingleses o sus dispersas colonias. Hernando de Soto entre 1 Ñ o a a primer siglo de colonización —es decir, a fines del siglo
xvn1— los ingleses que
atravesado los bosques del norte de Florida y de los futuros Esta OS ni o se hallaban al otro lado del Atlántico eran ya igualmente
numerosos. Así, entre
sudeste, descubriendo el Misisipí. Casi al mismo tiempo (1542) O 1600 y 1700 dejaron Inglaterra para ir a América cerca
de cuatrocientas mil per-
ronado exploraba las regiones que ahora se llaman Nuevo etc : mona, sonas. Esta relación demográfica aún se acentuaría más
en el siglo xvHn.
Colorado, Oklahoma y Kansas. En la segunda mitad del siglo xvI PAN e La burocracia centralizada y la fidelidad de la Iglesia
al poder que caracteri-
gante inglés perseguía aún la ilusión de encontrar una ruta que con e alos zaban al imperio español estaban totalmente ausentes en
los asentamientos ingle-
mercados asiáticos doblando por el norte el continente americano. e SN ses de Norteamérica. Éstos surgieron por motivos dispares
y bajo el impulso de
1576 y 1578 Martin Frobisher dirigió por lo menos tres expediciones a po resto” tendencias no muy coherentes entre sí: la empresa privada,
el apoyo de la corona
nes del nordeste de la bahía de Hudson. Tras esta iniciativa, como tras las 1 DO o el sostén de organizaciones religiosas. Al principio se
trató de iniciativas rela-
siones de John Hawkins y de Francis Drake, no había ningún gran proyecto coo tivamente modestas, especialmente financiadas por socieda
des de accionistas, en
nizador. Es sabido que durante el reinado de Enrique vHI ni la ona a os las que invertían tanto propietarios de tierras como comerci
antes o gente común.
individuos privados manifestaron interés por la explotación organiza a elaste En el ámbito de estas primeras empresas coloniales, los
accionistas se guiaban
janas tierras norteamericanas. Hawkins sólo consiguió hacer un e Icaz NE por la lógica corriente de las compañías comerciales:
es decir, no intentaban com-
bando y Drake no tuvo más que fortuna en la guerra de corsarios, IAN prometer sus fondos durante un largo período ni sacar
de ellos un beneficio cons-
en perjuicio del imperio español. Entre 1585 y 1587 sir Walter Raleig tante. Quien proporcionaba capital tendía a sacar el
máximo beneficio en poco

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208/250
420 EL SIGLO XVUL LA FORMACIÓN DE ESTADOS UNIDOS 421

tiempo, al final de cada viaje concreto o tras un número


de años bastante limita- tas circunstancias, de las 8.500 personas que desembarcaron en Virginia quedo
do. Esto se debía principalmente a que los accionistas
eran personalmente res- ban sólo 1.275: eran ex esclavos contratados, cultivadores y aventureros decidi-
ponsables y no ponían límite a las deudas contraídas por
la empresa financiera. sal entar sus propiedades.
Al ser su preocupación principal evitar la bancarrota, intenta
ban abandonar cuan- o En el transcurso del cielo xvn la religión desempeñó un papel dae
to antes una empresa que parecía peligrosa.
en el asentamiento inglés en la costa atlántica americana. La decisión de los
En esta búsqueda de beneficios —que cuando se obtuvie
ron se debieron so- miembros de las sectas heterodoxas, en busca de espacios donde vivir sin ser mo-
bre todo al azar— las primeras compañías colonizadoras Hay que mencionar
de la Norteamérica in- lestados, constituyó un apoyo notable para la colonización.
elesa acabaron antes o después quebrando todas. Muchos
colonos entraban a tra- ante todo la comunidad marginal de los Peregrinos, que había empezado a cons-
bajar a sueldo en una compañía por un número establec
ido de años, acosados tituirse entre 1570 y 1580 en Inglaterra. En 1619 la compañía de Virginia les con-
también ellos por la obsesión de las ganancias casi inmedia
tas. Pero gran núme- cedió el derecho a establecerse en el territorio de su jurisdicción y el Eo ze
ro de estos colonos perdieron la vida por enfermedad o por los
ataques de las po- comprometió a no perseguirlos. El Mayflower, fletado por ellos, zarpó A ae
blaciones indígenas. Las comunidades mejor organizadas sr
y más cohesionadas septiembre de 1620 con 101 pasajeros, de los cuales la mitad moron
fueron aquellas en que prevalecían fuertes vínculos religios O Ds
os, precisamente los guiente invierno. Aunque durante muchos años estos colonos y
mismos que a menudo les habían movido a abandonar de Plym
el país de origen. siguieron no obtuvieron casi ningún resultado económico, la ciudad
Durante un largo período de tiempo la corona inglesa no aliment 2d
ó la inten- Harbor fundada por ellos llegó a tener 1.360 habitantes en 1 657.
ción de extender su propia soberanía a los lejanos territori
os situados al otro lado Bastante más importante fue el asentamiento de los puritanos que, pa so
del Atlántico. Ciertamente el rey era considerado la autorid an ne
ad capaz de asegurar su patria, emprendieron el camino de la emigración al otro o
el carácter legal del asentamiento y que podía contribuir real de 1629 creó para ellos la compañía o al pa
a sus planes de actua- tre 1628 y 1630. La carta
ción. Pero durante muchas décadas ninguna estructura eficaz
de gobierno se hizo Massachusetts, que reunía a numerosos miembros de su fe de con ID
sentir en las colonias, que permanecieron como abandon
adas a sí mismas. Sin entre alta y media. Antes de terminar el año 1630 diecisiete naves habían evado
duda alguna esto originó el sentimiento de disociación entre Él
la propia suerte y la ya a más de mil personas a orillas de aquella bahía: doscientas naves ao
de Inglaterra que se desarrolló, aunque lentamente, entre
los emigrantes británi- damente transportaron a otras veinte mil antes de 1643. Aquellos emigran e hi e
cos. En cuanto a su financiación, la primera administración de o
las colonias se esperaban crear comunidades dignas de sus ideales religiosos,
concibió como una función a cargo de los organizadores e mo
del asentamiento o de colonias: la de Massachusetts (con sus principales núcleos en Sa em,
los mismos colonos. En suma, el gobierno metropolitano resultó y la de Connecticut, Este último os nacido en
ser una simple Concord y Sudbury)
cobertura superpuesta a unidades semiautónomas de gestión
local. 1636, se otorgó a sí mismo gobierno propio, que no fue reconocido por la
No hay ninguna razón para insistir particularmente en el carácter
salvaje de la
naturaleza americana. Desde Maine hasta Georgia y
los montes Apalaches había asentamiento puritano de Massachusetts el poder legislativo local sa
sobre todo bosques, donde sólo una mínima porción de la tierra
era cultivable. Si ba formado por una General Court en que tenían derecho a ocupar un peo o
los emigrantes británicos experimentaron en el primer
período un cúmulo de cabezas de familia adultos, aunque sólo podían votar los miembros reconoci DS
frustraciones y de desilusiones, ello fue debido sobre todo peso
a la fragilidad de las por la iglesia. La estructura de la compañía de la bahía de Ms
organizaciones que los estructuraban. La colonización inicial
de Virginia es un análoga al orden administrativo de una ciudad inglesa. El consejo S go ASA
óptimo ejemplo de ello. Empezó en 1606, cuando Jacobo Pe
HI hizo concesiones taba formado por el gobernador y varios miembros del consejo de aDU
reales a dos compañías: una de Londres y otra de Plymouth. cabezas de familia adultos obtuvieron el derecho a e ce Ds
Éstas tuvieron por- A partir de 1632 los
ciones separadas de costa y la facultad de nombrar a los
gobernadores locales. El sólo a los ayudantes del gobernador, sino también a este último ya sa susti uo:
primer asentamiento permanente adoptó el nombre del soberan de 1647) adaptó el derecho o
o, Jamestown Un código puritano (The Lawes of Libertyes,
(1607), y fue casi un desastre. La mayor de las dos compañí e
as de Virginia —la tudinario inglés al nuevo contexto de vida. La tierra no asignada era o
londinense— fue al principio financiada sólo por sus socios, miembros de la asamblea ciudadana, mos o
aunque ya en 1609 también colectivamente por los
se relanzó como sociedad de accionistas. Quien partía como
colono obtenía tam- nos, sin embargo, se orientaron pronto hacia el comercio: primero al de ts piel os
bién una participación en acciones (que en 1616 equivalí can Él
a a 100 acres) propor- (entre 1640 y 1670), que no tuvo mucho éxito, y luego aldel penado.
cional a su rango o a sus capacidades. Tales accionistas la harina. Estos productos se desen aa nen
podían reunir sus terre- dera para la construcción y al de
nos en consorcios, cuya gestión correspondía aos Jo
a sus propietarios. Los contactos Francia, España, en las Azores y en Canarias, a la vez que se procuraba
con las poblaciones indias, hostiles porque se perjudicaban
sus derechos, hicieron con créditos a los comerciantes ingleses que proporcionaban los productos z al Do
naufragar a la iniciativa. Tras la masacre de numeros
os colonos en 1622, Jacobo rados en la madre patria. Esta triangulación económica se difundió por todas las
T anuló su propia concesión y asumió el control directo
de aquel territorio. En es- colonias británicas instaladas en la costa septentrional de Norteamérica.

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422 EL SIGLO XVIH LA FORMACIÓN DE ESTADOS UNIDOS 423

concedido por Carlos II en legítima propiedad a William Penn —hijo de un ofi-


La fundación de Maryland se remonta al año 1632, cuando Carlos l asignó al
cial de marina y muy apreciado en la corte—, que se había hecho cuáquero, aun-
católico lord Baltimore todo el territorio comprendido entre el río Potomac y Fi-
que siguió siendo partidario de la monarquía. Los poderes de Penn eran bastante
ladelfia, así como toda la tierra interior que se extendía hasta el nacimiento de
amplios: desde la formación del gobierno hasta el nombramiento de casi todos
aquel río. En esta área se crearon vastos dominios de seis mil acres reservados a
los funcionarios públicos y la facultad de dictar leyes. Estas últimas, no obstante
los parientes de Baltimore, además de otras numerosas fincas de tres mil acres.
estaban sujetas a la aprobación de una asamblea de hombres libres y al veto even-
Los principales cargos fueron confiados a los miembros de la familia dominante
tual de la corona (que impuso además la observancia de los reglamentos comer-
y a sus amigos fieles: se formó así una colonia regida por una oligarquía agraria
ciales ingleses). Penn proclamó una absoluta libertad de conciencia y de culto, al
católica. Pero muy pronto la presencia de numerosos protestantes provocó una
tiempo que en la confluencia de los ríos Delaware y Schuylkill fundó Filadelfia
evolución del régimen local. La asamblea de Maryland, en efecto, no tardó en ob-
(«ciudad del amor fraterno»). Los comerciantes cuáqueros proporcionaron in-
tener, hacia 1650, el derecho a reunirse independientemente del Consejo del go-
gentes contribuciones de dinero para sostener los gastos financieros de la empre-
bernador, formando una especie de cámara baja autónoma y de mayoría católica.
sa, mientras los colonos afluían en gran número (en 1683 había ya 3.000, y enel
Junto a los ricos propietarios de las plantaciones de tabaco había una nutrida
año 1700, 21.000). Penn, sin embargo, al cabo de una quincena de años encontró
masa de siervos, que eran liberados al fin de su contrato. Siendo cada vez más di-
una aguerrida oposición. La Cámara de los representantes, en efecto, logró arro-
fícil iniciar una empresa propia e independiente, éstos acababan volviendo a las
garse el poder de iniciativa legislativa, y en 1696 Penn se vio obligado a aceptar
filas de los arrendatarios.
tal decisión. De 1701 en adelante dicha asamblea excluyó por completo al Con-
Como consecuencia de su victorioso conflicto con las Provincias Unidas, los
sejo de la colonia de la elaboración de las leyes (aunque el rey conservaba el de-
ingleses adquirieron en 1664 la colonia de Nueva Holanda, creada por la Com-
recho de veto). De este modo, al ilustre propietario le quedó sólo la facultad de
pañía Holandesa de las Indias Occidentales. Carlos II de Inglaterra dio este terri-
nombrar al gobernador, mientras la colonia se convertía en una especie de guía
torio en propiedad a su hermano Jacobo, duque de York, y la antigua Nueva
para las demás.
Amsterdam se convirtió así en Nueva York. En 1685, cuando Jacobo subió a su
Desde el principio se planteó el problema de la convivencia con las pobla-
vez al trono británico, Nueva York se convirtió en colonial real.
ciones indias originarias. Reagrupadas en tribus bastante bien organizadas y de
La colonización de las costas norteamericanas padeció un fuerte estanca-
asentamiento semipermanente, estaban concentradas en las franjas costeras más
miento aproximadamente entre 1640 y 1660, pero volvió a emprenderse plena-
fértiles y en los valles. Los indios no concebían la tierra como propiedad de indi-
mente con el retomo de los Estuardo. En honor precisamente de Carlos Il, ocho
viduos concretos, sino como fuente común de riqueza heredada de los propios an-
de sus partidarios que obtuvieron en concesión (1653) un nuevo extenso territo-
tepasados: todos los miembros de cada tribu podían explotarla para la subsisten-
rio, comprendido entre Virginia y la parte septentrional de Florida, lo llamaron
cia cotidiana, Desde su primer asentamiento en Virginia, los colonos exigían para
Carolina. En 1669, como la colonia estaba decayendo, John Locke y Shaftesbury
sí mismos y en perjuicio de los indios un acceso ilimitado a las tierras (sobre todo
la reorganizaron sobre la base de un proyecto preciso. Á esta zona, donde se ha-
a las despobladas y deforestadas). Esto era suficiente para provocar los más en-
bía garantizado la libertad religiosa, afluyeron calvinistas neoyorquinos, purita-
franceses. Desde el principio, sin em- carnizados conflictos, que se produjeron casi enseguida. El intento de los puri-
nos, presbiterianos, baptistas y hugonotes
cultivadores de las Indias Orientales tanos en los años treinta del siglo xvin de convertir a los indios al cristianismo
bargo, el elemento predominante fueron
1729, a consecuencia de una revuelta falló también por el clima de hostilidad que reinaba entre ellos y los recién llega-
expertos en los cultivos semitropicales. En
la del Sur. Entretanto, dos propietarios dos. Muertos por las epidemias propagadas por los blancos o eliminados por la
popular, Carolina del Norte se escindió de
Carteret) habían obtenido desde 1664 fuerza de los ingleses y de los holandeses, los indios fueron empujados cada vez
de Carolina (lord John Berkeley y sir John
región para colonizar: Nueva Jersey. Berkeley revendió al cabo de más hacia el interior.
una nueva
Más desgraciada fue aún la suerte de los negros, llevados de forma forzada
diez años sus derechos a un grupo de cuáqueros, que intentaron hacer de aquella
al territorio de las colonias. Al principio vinieron sobre todo de Barbados o de
- zona un refugio seguro para sus correligionarios perseguidos. Nueva Jersey Ob-
otros lugares de las Indias Occidentales, pero en 1674 la Compañía Real Africa-
tuvo su ordenación definitiva en 1702. Tenía una economía agrícola y una extra-
na transportó directamente del continente negro el primer cargamento de escla-
ordinaria heterogeneidad étnica y religiosa; sus habitantes vivían casi todos en
vos. Básicamente sustituían en las plantaciones a los siervos blancos Hegados a
factorías gestionadas cada una por una familia y por lo general de una extensión
América con contrato. En Virginia este compromiso (indenture) vinculaba al
que oscilaba entre los 50 y los 150 acres.
emigrante a un número determinado de años de trabajo forzado, como compen-
Mientras que New Hampshire fue constituido en 1680 mediante una reincot-
sación por la travesía del océano que le había sido ofrecida. El período de traba-
poración de Massachusetts, Pensilvania —última porción no concedida aún de
jo era normalmente de cuatro años (y de cinco a siete para los menores de
la costa al sur de Massachusetts— nació en 1681. Su vasto territorio, casi como edad);
Inglaterra, incluía toda el área comprendida entre Nueva York y Maryland. Fue terminado este plazo, los siervos se convertían en cultivadores libres. Pero ame-

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LA FORMACIÓN DE ESTADOS UNIDOS 425
dida que las plantaciones, en particular
la del tabaco, se iban extendiendo se ha-
cía necesaria una mano de obra más ea
numerosa y los blancos ya no bastaban.
En de los ingleses y que los englobaban en un contexto más o menos
Virginia había sólo 150 negros en 1640 quer o as
y 300 en 1650, pero en 1680 eran ya mente distinto del británico. Imaginar que los emigrantes habían
3.000 y 10.000 en 1704 (contra 75.60 » caos
0 blancos). Los años en torno a 1685
pue- truir una comunidad orgánicamente escindida de Inglaterra es A
den considerarse un período de giro, pues
fue entonces cuando los esclavos ne- es mucho más apropiado sostener que estos hombres fueron AI a os pa
gros superaron por primera vez en númer te
o a los siervos blancos que trabajaban mente por el ambiente natural, social y económico que les poca a, y a
allí bajo contrato.
sultaron forjados por una naturaleza cada vez más distinta de la de sus
Los negros llegaron sobre todo a las coloni
as meridionales. Entre 1698 y 1709
llegaron cerca de 10.000 a Chesapeake,
mientras que en 1708 su número superó tamente. no se debe minusvalorar la fase que se expone en ene
también al de la población blanca en Carolina del Sur (donde
fueron el doble en apartado de este capítulo, la de la lucha abierta por la independencia. ! mo poes
1720). En Virginia representaban una Cuarta
parte de los habitantes en 1715 y el posible dejar de otorgar una importancia al menos igual, sino mayor, pao se
40 por 100 en 1740. Entretanto el precio
de esos esclavos aumentaba, y llegó a tución de una diversidad americana que se produjo sin duda alguna e o 05 p -
doblarse entre 1600 y 1750 y a triplicarse mee
veinticinco años después. El esclavo meros tercios del siglo xvm1. Mirando las OREA
era considerado parte de los bienes muebl co ona
es del propietario. Mientras la conver- puede reconocer que algunas premisas de la futura diverg
sión al cristianismo no fuera el paso previo
, los matrimonios entre negros y blan- 1 madre patria existían ya en el siglo XVI. Ante to o, las r
cos estaban rigurosamente prohibidos.
Aunque los plantadores ingleses de las ic e se han ovocado aquí de forma sucinta equivalían más E e e
Antillas se opusieron a la evangelización Ca
y a la instrucción de los esclay os, al me- rés que a una organización o a una auténtica administración por par
nos durante la guerra de la independencia a e
americ ana un general inglés pensó con- nos regidores británicos. Junto a esta actitud, y en parte en su base, es
cederles la libertad para enrolarlos com
o se h acía con los indios-— contra los tuación geográfica. A este propósito basta con hacer Una comparacio o
colonos sublevados.
Irlanda. Durante todo el siglo xvH los distintos gobiernos ingleses ocupa: AS
cuestión irlandesa no demostraron de hecho ser clarividentes y nos a A
les para aclararla. Esta cuestión, en efecto, ha quedado sin po ver a p o
2. La SOCIEDAD COLONIAL ANGLOAMERICANA EN EL SIGLO XVII ¿Cómo es posible extrañarse, entonces, de que los mismos go po a oo
los que les sucedieron en el siglo xvtnH, fuesen aún más miopes o despr O
Es bastante dudoso que la república ameri
cana haya sido, en sentido estricto. con respecto a una comunidad que se encontraba a una distancia incon
producto del siglo y medio de desarrollo
que precedió a su nacimiento. Con todo, ayor?
es igualmente imposible establecer a partir
de qué momento se inició efectiva. enorme Tejanía geográfica hay que ponerla en primer plano para explicar
mente el proceso de la independencia.
Por lo demás, se trata en gran parte de
un los caracteres y los límites de las relaciones que se dieron en los sig o A
problema falso, dado que hasta una fecha
bastante tardía el último pensamiento xvu1 entre las colonias norteamericanas e Inglaterra. Incluso para quien : a
de los colonos ingleses de Norteamérica
en los siglos XVH y XVII fue constituir- sabido examinar desde Londres la situación que se estaba creando más a A o
se en un Estado autónomo. Incluso a
su pesar, tendían a trasplantar al nuevo océano existiría más de un motivo de incomprensión. Fenómenos de este mn mo
biente —en que habían llegado a encontrarse en am-
gran parte de un modo incons- género. y de forma acentuada, se habían producido ya entre los asentamien e
ciente— las formas de vida que habían ne
sido hasta entonces familiares para ellos pañoles “y las autoridades políticas o religiosas de la madre patria. poro en
en la madre patria. ¿Se puede decir por o, andas
lo menos que estas sucesivas generacio- caso los vínculos y las interdependencias habían acabado po
nes de emigrantes crearon poco a poco cos
un nuevo modo de vida? En sentido
lato fuese al precio de tensiones, y sobre todo debido al gran interés e os
SÍ, pero sería mucho más justo afirmar que
esto último les fue propuesto y en cier- por las realidades de los virreinatos americanos. En un sentido tota men in
ta medida impuesto por el contexto que
los rodeaba y que determinó progresiva- to se encaminaron las relaciones entre los emigrantes anglosajones y las
mente su comportami ento. —aunque principalmente las autoridades— de la metrópoli. de Inelaterra ab-
Hubo ciertamente una prolongada y articu ara ao
lada dialéctica entre los hombres A este respecto es útil recordar que los problemas internos de ce
que llegaron de Inglaterra y las condicione
s de existencia que los acogieron y les sorbieron en grado sumo la atención de sus habitantes durante casi to: DN so
influenciaron ampliamente. Tales condi
ciones fueron, además de la premisa. xvi. Por otra parte, quienes dejaban la isla por las costas ecanas m0 a por
base de la configuración autónoma de la la
comunidad angloamericana nacida al lo general personajes de rango o de fuertes vínculos con la cn a monde
otro lado del océano. Esto parece cierto, como
y no sólo porque la madre patria se inte- procedían. Eran sobre todo marginados, tanto desde el punto e va S a
resó poco durante bastante tiempo por los o e
hijos que la abandonaban. Se daban so- desde el punto de vista religioso: su partida aliviaba las tensiones intern:
bre todo situaciones objetivas que hacían no o
cada vez más diferentes a los colonos y al mismo tiempo casi no parecía requerir de los ingleses que se preocupa
ello. En torno a 1700 el gobierno metropolitano apenas empezaba a darse cu

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les. Esto contribuyó, al menos en parte, al movimiento del «gran despertar» del
" de la importancia que había adquirido la comunidad atlántica de ultramar. Pero
siglo xvIn y orientó las organizaciones religiosas americanas a convertir la per-
entretanto la vida de Norteamérica había asumido ya caracteres bastante peculia-
suasión en el momento esencial de su actividad. Muchos llegaron a la conclusión
res o francamente divergentes de los británicos.
de que el concepto de iglesia institucional no estaba fundamentado y que era ne-
Se ha puesto de relieve, no sin razón, que conservar el orden social tradicio-
cesario negar privilegio estatal a cualquier grupo religioso.
nal en el ambiente ofrecido por el Nuevo Mundo suscitaba no pocas dificultades.
En el plano más específicamente político se empezaban a registrar claramen-
No hay que olvidar que en gran medida quienes habían atravesado el océano eran
te los reflejos de los comportamientos que la realidad americana condicionaba.
los contestatarios: por consiguiente, su primera preocupación no era desde luego
En la vida cotidiana de las factorías era difícil mantener las distinciones jerárqui-
reproducir el contexto de relaciones vigente en su remota patria. Sin duda hubo
cas y ciertas prerrogativas del estilo tradicional de vida. Análogamente, las for-
algunos casos casi patéticos de reproducción o de transferencia de actitudes men-
mas de respeto debidas a los personajes destacados no eran ya espontáneas: así,
tales de la isla originaria al nuevo continente. Hacia 1660, por ejemplo, se publi-
la crítica florecía en la relación con jefes políticos y económicos. Ni siquiera fal-
caron en las colonias leyes contra el lujo, para restringir el uso de los vestidos ele-
taban los motivos razonables. El conde de Orkney, por ejemplo, desempeñó las
gantes y limitar su ostentación. Pero tales disposiciones no se aplicaban a los
funciones de gobernador de Virginia desde 1705 hasta 1737, pero nunca puso sus
magistrados ni a sus familias, a los oficiales de carrera ni a las personas de rango.
pies en suelo americano. Se limitó a traspasar su oficio —que suponía un esti-
Se trataba, por supuesto, de reflejos directos y de rasgos inconfundibles de la so-
pendio de dos mil libras anuales—- a una serie de sustitutos a los que pagaba por
ciedad europea originaria. Pero se trataba también de comportamientos más bien
su trabajo. No ha de extrañar que muchos norteamericanos alimentaran un escep-
accesorios, mientras que los más sustanciales experimentaban de lleno el impac-
ticismo antiautoritario y que el poder legal del ejecutivo fuese considerado un
to del contexto norteamericano diferente.
obstáculo al libre desarrollo de las actividades. A sus ojos, los intereses reales de
Es significativo evocar lo sucedido en el ámbito del ministerio eclesiástico.
la comunidad los expresaban sus líderes y los Consejos coloniales cuyo acceso
La sensibilidad de los colonos siguió siendo esencialmente cristiana y las iglesias
seguía abierto para ellos. Una atmósfera de notable conflictividad empezaba a
seguían siendo las instituciones culturales predominantes. Con todo, a diferencia
dominar el sistema político y administrativo, a causa de los enfrentamientos en-
de Inglaterra, el clero colonial de los comienzos no obtenía prácticamente bene-
tre el ejecutivo y el legislativo colonial. Los ingleses aparecían al menos en par-
ficios de la propiedad de tierras. Por consiguiente, la estructura jerárquica de la
te como una autoridad externa y poco inclinada a tomar en consideración los in-
iglesia resultó debilitada; la falta de independencia económica de los ministros
tereses de los colonos.
del culto comportó la degradación cualitativa de sus servicios. Los eclesiásticos
Empezaba a aparecer una sociedad notablemente nueva y étnicamente
empezaron a no ejercer todas sus funciones y a delegar parte de ellas, sobre todo
cornpuesta, no sólo por la presencia de los negros (en el siglo xvur llegaron de
porque les faltaban medios para hacer frente a sus obligaciones tradicionales. Al-
250.000 a 300.000). Nueve de cada diez esclavos vivían al sur de Pensilvania:
gunos miembros de la comunidad, en primer lugar en Virginia, se convirtieron en
eran las dos quintas partes de los habitantes de Virginia y casi las dos terceras
«lectores laicos» con determinadas funciones eclesiales. La religión y los ritos se
partes de Carolina del Sur. En esta última colonia, los africanos padecían las pe-
simplificaron y el papel de la Iglesia en la administración de los sacramentos se
ores condiciones de trabajo, trabajando en las plantaciones de arroz y de jengibre.
redujo, al tiempo que los miembros de las congregaciones compartían el púlpito
Charleston era el gran mercado de esclavos del siglo xvm1. Sobre todo por el cli-
con los ministros.
ma tropical, su índice de mortalidad era muy elevado, aunque hay que tener en
De vez en cuando podían manifestarse vibraciones del espíritu confesional de
cuenta que durante la travesía del océano moría del 15 al 20 por 100. A causa de
genuina marca europea. Por ejemplo, la Act Concerning Religion (1649), dictada
las plantaciones de tabaco, más de la mitad de la población negra de las colonias
en Maryland, condenaba a muerte a quien no aceptara el dogma de la Santísima
norteamericanas, tomada en su conjunto, vivía en Chesapeake. En el transcurso
Trinidad (aunque a quien lo admitía le era luego lícito practicar libremente cual-
del siglo XVII se reunieron en esa zona buen número de comerciantes y banque-
quier confesión). En el transcurso del siglo xvi los puritanos procuraron salva-
ros escoceses que reorganizarón la comercialización del tabaco e iniciaron el de-
guardar siempre el rigor de sus concepciones. Convencidos de que la iglesia «vi-
solamente por los elegidos, concentraron toda su sarrollo de las regiones interiores. En conjunto, durante el siglo xvIx afluyeron a
sible» debía estar formada
las once provincias cerca de doscientos cincuenta mil presbiterianos escoceses
atención en el proceso de admisión a la comunidad eclesial. De modo que los
procedentes del Ulster, Los alemanes, que en 1775 representaban cerca de un ter-
candidatos eran sometidos a interrogatorio público y tenían que mostrar que Dios
cio de la población de Pensilvania, a fines de siglo eran igualmente numerosos en
los había elegido, para justificar su voluntad de pertenecer a la iglesia puritana.
Norteamérica.
Pero ya a finales del siglo xvH el puritanismo estaba perdiendo fuerza y los naci-
En 1775 las colonias inglesas alcanzaron la cifra de dos millones y medio de
dos en América se separaron del planteamiento religioso inicial. Así, en el siglo
habitantes: esto equivalía a más de un tercio de la población de Inglaterra y Ga-
xvuu las creencias se caracterizaron por cierta confusión institucional y por la es-
les. Desde principios del siglo xvur los cinco mayores centros urbanos —donde
casa capacidad de las iglesias para afrontar eficazmente las exigencias espiritua-

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EL SIGLO XVm1 LA FORMACIÓN DE ESTADOS UNIDOS
viví
'o A de 8 por 100 de los colonos-— eran urbanos nia las sun-
o imadamente ), Bo
ente),
Fila delfía (35.000 habitant
es en nias inglesas no existía aún nada comparable a los palacios
Boston, , N Nueva York, Newp
ricos europeo s. Sin embargo , el bienestar eco-
altimore pasó de simple aldea
ort tuosas residencias de campo de los
a animado Punto eIA permitía a los trabajad ores libres enorgul lecerse sin escrúpulos
ri eggiones res £ 1obra para unas
ÓN nómico obtenid o
e inter
teri
i ore de Carácter agrí2cola
y comercial. En 17 4 0 se pr ocla: y sin reparar en las distinciones sociales tradicio nales.
nó 1 la Na -
! > de
las tierras arrebatadas
Hasta el giro revolucionario, la soberanía inglesa sobre
la q ue sin e em Jare
rgo q uedaban excluid OS SSs 1 los
católicos - E Usta
S
sólo los jueces quedaron su-
a los indios no fue nunca objeto de discusión. No
an resid
sidid
i o de form
For. a continua
i al menos
la corona, sino que también la existenc ia y las activi-
bordinados a la voluntad de
de las asamble as represen tativas quedaro n sometid as a los decretos del eje-
dades
ra se realizaron esfuerzos por
cutivo. Por un lado, entre 1660 y 1720 en Inglater
y mejor la situació n. Por otro, la reglame ntación, sobre todo eco-
controlar más
debido sobre todo a la distancia geográ-
nómi ca, al ser aplicada con escaso rigor
Z , entre los emi no se cumplía : los norteam ericano s tendían a vivir a su ma-
fica, prácticamente
del contrab ando. Los que se
tratos altos 0 medios. Natural dían considerarse pertence o r nera a pesar de las leyes, en particular en el plano
de la necesid ad de un mayor control sobre las colonias
durante mucho tiempo trabaje PO los
od colonos
bracerosno agrícolas
fueron siempre
o ot do: e habían hecho intérpretes
du da hubo un foo. un PO habían sido los comerci antes
! ocedimient legislativo s para oblig ——en nombre de los intereses de la madre patria—
os siervos contratados a Secaj os
todas las adminis tracion es del gobiern o se arrogaron
ingleses. Entonces casi
obligados a hacer Seguir en su actividad, a pesar de que a comp etencias legales e hicieron todo lo posible
para hacer sentir las exigencias de
más emprendedores aba no obstante, de personas libres, y al E su propia jurisdicción.
lizar la venta de productos
de mayor rendimient y
La an oo lo p os ble por gestionar y ealizar activi da Le La tesis según la cual Inglaterra tenía que monopo
típica de la economíao. norte pita difusión de la plena propiedad manufacturad os en las colonias se había concre tado en las Actas de Navegación
fan la tierra que trabajaba americana: gran parte de los campesinosde lib
la ti1erra
añofue
si Gran Bretañ a no lograba obtener los ar-
del siglo xvrL. Se sostení a además que
, debería procurárselos en cual-
do por Nueva Inglaterra, . "e esta manera, en el siglo xvu y xvi rra, tículos necesarios de sus propias dependencias
, los produc tos colonia les apreciados tenían que
base de la propiedad de eras A una especie de aristocrac nial sobre la quier otra parte: por consig uiente
este punto de vista mercantilis-
dirigirse Únicamente hacia la madre patria. Desde
r as. emás, en el rí.
ecrearon muchas de las tradicional es formas NO a Jersey otro Estado suponía una pérdida para la riqueza na-
S, ún grupo se
de pro- ta, cualquier adquisición a
s los tri
Sin embarg o, cuanto más aument aba la poblaci ón en Norteamérica, tanto
nos en busca de justicia. cional.
- En el sur ,e el es
valor ede pue de Navegación, cada vez más
:d aument O,
el capita
recurían
la Propiedai d delos tierras
campesi¡ ,
s iba más difícilmente podía ésta someterse a las Actas
i l y
propias manufacturas era un
en
Le
rápido
e Ud y ladala respectiva
j herenci a territoitorial derecho a desarrol lar las
medida del éxito personal. También en e onstit uían desfavo rables. No tener
el sur, en suma, , laslas plan: ' de las comuni dades ultramarinas: tanto más
das por es clavos había n re acionese trabaja- gran obstáculo para el desarrollo
s ni aliment os de alto precio para exportar. Había,
elite de e lati fund
latif tas. an recreado al menos en P parte | as bases económicas de una
ista
undis cuanto que no tenían materia
zaba a Inglaterra el mono-
sin embargo, algo peor. La Staple Act de 1663 garanti
las colonia s america nas de las manufac turas europeas. Éstas,
polio de la venta en
desde Europa hacia América ni si-
gunos
Sendo punto por Otra. parte, la
oa en rigor, no podían embarcarse directamente
barrera natural de los montes as: primero debían ser enviada s a Inglater ra, descargadas
por vanguardias Apalaches estaba quiera en naves británic
. por antes norteam ericanos
tenecientes a los indios. A medida que pretendían culti y reembarcadas para cruzar el Atlántico. Así, a los
comerci
que las an ds incl nte casi sólo con la sal, los aprovis ionamie ntos
e e
se les permitía negociar libreme
comercio,| E
primer s productivos,
03 1VOS, 1 os agricult
g i ia S ext endían
OTEsS TICOS Í: ivi alimenticios y los caballos.
los ingresos del Esta-
Desde
dra principos del pequeños sectores y luego a medianos ION Este sistema, fruto de una mentalidad que basaba aún
acia mercantil,os constitu
.
del sigloidaxvmen engranlos centros má
> ES unaSectores
s poblados apareció aristo-, do en la recauda ción de los arancel es aduaner os, podría haberse aplicado, pese a
Pero la admi-
0

funcion ado con eficacia .


todo, si los Órganos centrales hubiesen
a a ;
ses. aEsto

pat s
obúltit mos, en contacto directo
io O cocon os05 aComerciaÍ ntes de duc era una concent ración de cargos contin uament e contrapues-
la lejan
tosa madr
ingle
xdre
e nistración británica
(creado en 1696), por ejemplo,
pen ad no era necesariamen tos. La obra del Board of Trade and Plantation
te la regla: con todo, se ha ios de Estado del Sout-
Y o ? or Certeza que el nivel de podido suponer con ma- fue solapada en la práctica por la acción de los secretar
vida á mericano del siglo se refiere a los funcionarios reales
s alto de las poca.
époc No obstante, acta 1700
xvH estaba ya entre hern Department a partir de 1704. En lo que
en los territorios de las colo- siglo xvIm se les nombra ba casi sin tener en cuenta su ca-
en las colonias, en el

LA
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pacidad administrativa, debido sobre todo al sistema proteccionista en que se dieron considerarse portadores de un estilo de vida casi incorrupto y próximo a la
basaba el gobierno inglés. Además, los recaudadores de aranceles nombrados naturaleza, incluso apto para satisfacer el anhelo a la libertad. Una vez lograda su
por el Tesoro estaban habituados a obtener beneficios personales de su oficio independencia, ésta aparecerá de rebote en Europa y en particular en Francia
como contribución a su estipendio. Los funcionarios públicos coloniales, final- como una conquista ejemplar y una referencia ideal.
mente, estaban siempre en su cargo de forma más bien precaria, lo cual les ha- Este trasvase de ilusiones y de influencia de un lado a otro del Atlántico tuvo
cía más sensibles a los compromisos y a los sobornos. En cuanto a la autoridad sin duda alguna menor peso que el compromiso de las colonias norteamericanas
local más elevada, los gobernadores, las rígidas instrucciones que recibían res- en las luchas coloniales de las potencias europeas. Si bien apenas estuvieron im-
taban flexibilidad a sus actos. plicadas en ellas en el siglo xvn, lo estuvieron progresivamente en el siguiente.
A mediados del siglo XvHI poco o nada permitía presagiar aún que al cabo de Ciertamente, su participación en las vicisitudes de la guerra de Sucesión españo-
pocos años se llegaría a una ruptura entre las colonias norteamericanas y la ma- la (1702-1713) se redujo a muy poco. Un contingente de habitantes de Carolina
dre patria. Pero los elementos de posibles conflictos, sobre todo económicos, es- y de indios incendió en Florida la ciudad española de San Agustín, rompiendo así
taban muy presentes. La situación podía parecer casi normal, pero el progresivo las comunicaciones costeras entre las posesiones ibéricas y la Luisiana francesa.
alejamiento de los colonos de la esfera y los intereses de la isla dominante cons- En el terreno económico, no obstante, varios comerciantes de las colonias saca-
tituía al menos una premisa totalmente negativa para sus futuras relaciones. ron provecho de las necesidades bélicas, directa o indirectamente (en particular
del alojamiento y el equipamiento de las tropas, así como de la construcción de
navíos).
3. La INDEPENDENCIA Entre los ingleses y sus posesiones coloniales, sin embargo, ni siquiera se re-
alizaron acuerdos de interés: así, desde las primeras décadas del siglo xv1n se de-
En la segunda mitad del siglo xvii los colonos norteamericanos ofrecieron el lineó todo lo contrario. El rápido incremento demográfico de las costas atlánticas
insólito espectáculo de una comunidad de emigrantes europeos que, regularmen- creó, en efecto, una demanda cada vez mayor de mercancías británicas, al tiem-
te sometida a un Estado, tendía a romper sus propios vínculos con ese Estado y a po que en Gran Bretaña las salidas de los productos que podían ser vendidos de
proclamarse independiente. Era un fenómeno nuevo y en gran medida inopinado, aquellas colonias tampoco se expandían. Ya en los años treinta, el consumo ame-
independientamente de lo que pueda haberse pensado en el futuro. Aquellos emi- ricano de mercancías de la madre patria superaba con mucho la capacidad de las
grantes de orígenes diversos formaban un conjunto humano notablemente desar- colonias para pagar con sus propios artículos. La deuda comercial de los colonos
ticulado y hacia 1750 todavía políticamente invertebrado. Sin duda, por aquellas con Inglaterra no hacía sino aumentar: en 1760 alcanzaba los dos millones, y en
fechas Inglaterra estaba bastante lejos de darse cuenta de la situación creada al 1772 los cuatro millones de libras esterlinas. Esto significaba, desde luego, que
otro lado del océano. La escasa capacidad de comprensión de las situaciones co- las transacciones entre ambas orillas del Atlántico crecían a ojos vista. Hacia
loniales no debe maravillar, no sólo por todo lo que se ha recordado en el apar- 1750 casí la mitad de los navíos ingleses estaban vinculados a las posesiones
tado anterior, sino también por los ejemplos que han proporcionado numerosas americanas (que absorbían el 25 por 100 de las exportaciones británicas).
potencias de los siglos XIX y Xx. Pero sería difícil sostener que en las costas nor- Las fricciones comerciales que se han mencionado rápidamente se concreta-
teamericanas se había formado ya una civilización de perfil autónomo y cons- ron y se acentuaron. Los comerciantes de las colonias, en efecto, obtenían nota-
ciente de sí misma. El conjunto de hombres que vivían allí estaban bastante lejos bles beneficios de los tráficos con las islas francesas o españolas del Atlántico
de formar una nación y, en el mejor de los casos, lo estaban en el sentido más res- y sus ganancias totales les permitían reequilibrar su propio déficit en las transac-
tringido del término. Por lo demás, el caso de América del Norte no será sino el ciones con Inglaterra. Pero los plantadores ingleses de las Indias Occidentales
primero de aquellos en que una colonia acabó accediendo al rango de Estado in- y sus cointeresados en la madre patria en realidad no veían con buenos ojos cómo
cluso antes de que existiera realmente un organismo estatal. los hombres de negocios americanos se enriquecían con mercancías de bajo cos-
Aunque las pruebas de ello sean bastante esporádicas, no se puede negar to- te en Guadalupe, Martinica o Santo Domingo. Se llegó así a la Molasses Act de
talmente que en la primera mitad del siglo xvIn existiese entre los colonos, por lo 1733, que para proteger la producción de las Indias Occidentales británicas im-
menos en estado de incubación, cierto grado de conciencia de ser un aglomera- puso aranceles prohibitivos a la importación de productos azucareros exteriores.
| do distinto del pueblo inglés. Se trataba de una comunidad en galopante creci- Los negocios de los americanos resultaban directamente perjudicados cuando los
i miento demográfico. Entre 1690 y 1720 sus habitantes habían pasado de 210.000 aduaneros locales no se dejaban corromper permitiendo el contrabando. Muchos
a 460.000, en 1750 habían alcanzado el millón y en 1770 superaban los dos mi- comerciantes, aunque por defecto de controles, se habituaron así a infringir siste-
; llones. Desde un punto de vista cultural, sobre las elites de este magma en pleno
E máticamente las medidas tomadas desde Londres.
desarrollo se proyectaron los reflejos de las Luces. De resultas de lo que se opi- Entretanto se sucedían las disposiciones mercantilistas favorables a la me-
E
naba de ellos en Europa, más que por propia convicción, los norteamericanos pu- trópoli. Productores y comerciantes ingleses de géneros textiles, en efecto, te-
E

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EL SIGLO XVII
LA FORMACIÓN DE ESTADOS UNIDOS 433
no AA car la exclusiva de los mercados
norteamericanos, ya
ES S o Icaron entre 1744 y 1758 La tensión contribuyó a forjar las armas ideológicas de la oposición política
O . Evidentemente, la pros-
a a rl ca se apoyaba también en gran antibritánica. Obviamente, el gobierno seguía confirmando que el Parlamento de
o de parte en su salida
nar n torno a 1750, además, se conf Londres tenía derecho a legislar sobre las colonias en cualquier caso y en cual-
irmó la prohibición quier materia. Los colonos, en cambio, proclamaban cada vez más que sólo po-
A
cons truir laminadoras forjas
for od dían representarles y sujetarles a impuestos aquellos a quienes habían elegido y
do, n Act de 1750). es.
Pod todo surgieron, y que eran ya Los altosohornosde que ocupaban un puesto en sus asambleas. Esto equivalía a afirmar que la comu-
82 hacia 1770 (había además
, que considerarse ilegales, 175 nidad americana era políticamente muy distinta de la inglesa. No hay ninguna
así como las treinta mil tone
ladas de duda, sin embargo, de que en las costas atlánticas se reclamaba casi un siglo des-
pués los principios sancionados por la Gloriosa Revolución de 1689, que hasta
entonces no se habían hecho efectivos en ultramar. No resultaba demasiado difí-
cil para los colonos —al menos para los más radicales-— sostener que si el go-
bierno no respetaba el contrato estipulado con el pueblo (según el cual no se po-
día imponer tasas que no hubieran sido votadas por sus representantes), éste tenía
derecho a oponerse e incluso a sublevarse. En esta fase. por consiguiente, tanto
los radicales como los moderados se situaban aún en el típico contexto inglés y
afirmaban salvaguardar la constitución británica en el sentido en que la interpre-
taban. Por lo demás, en el transcurso de la crisis los líderes americanos repitieron
que su revolución no iba contra los principios de tal constitución, sino a favor.
La incomprensión recíproca y la distancia hicieron que del fuerte disgusto se
za de ataqques
A ues Indio
indi s hostigad
1 os por los franceses y los pasara en pocos años a la auténtica sublevación. Las protestas colectivas de las
españoles. En efecto, tras
ncesa se hizo una gran incursió distintas colonias empezaron a sucederse una tras otra, y también el gobierno lon-
n hacia las tierras interiores
del con dinense dio algunos pasos atrás, anulando por ejemplo la Stamp Act (1766). Pero
poco después seguían otras medidas desafortunadas, que ya antes de 1770 acen-
tuaron el movimiento de boicot a las mercancías inglesas. El 5 de marzo estalló
el primer incidente cruento: en Boston, los soldados dispararon contra una multi-
tud amenazadora y mataron a cinco civiles. La retórica de la libertad encontraba
así un argumento final para desplegarse, mientras la tensión se exacerbaba. Hubo
por ambas partes, especialmente entre 1770 y 1773, tentativas de acercar las dis-
coloni as
co jérciito permanente, que debía
E ejérc tintas posiciones y de encontrar soluciones. Pero el gobierno de North, aunque
ser subvencionado al meno
O : Impuestos y nuevos gravám s en parte había actuado en este último sentido, aprobó en 1773 otra disposición desafortu-
enes. Por
p lo demásás,
. lela Quartering
im | s ciudades costeras el aloja 7 Act de nada: la Tea Act, que concedía exclusivamente a la Compañía de las Indias
mi ento y a
Jjami ¡siS j
guamiciones allí establecidas. ¿ Orientales el monopolio de la venta del té, perjudicando en última instancia los
bía NÓ
No está q po namiento de las
poa
fuer: de lugar situatt r en esta coyuntura el intereses de los importadores americanos. Mientras que esto favorecía el juego de
inicio de la crisis que de
a ruptura definitiva entre ] as los representantes más radicales de los colonos, los ingleses consideraron un au-
coloniasi y la mad j
ma acumulóal medidas das impr
im prud
udeentes o vejat últi . téntico ultraje que unos agitadores disfrazados de indios hubieran lanzado a las
j oriasi sinÍ dar se cuenta E del I todoN
o chando leña al fuego. La Plan de que aguas del puerto de Boston un cargamento de té valorado en diez mil libras es-
tation Act de 1764 instituyó
RN os sobre Bumerosos producto nuevos aran terlinas.
s importantes, aumentando
A po tadores americanos. La Stam los gastos No ha de excluirse que aquella revuelta coronaba las aspiraciones de cuantos
p Act del año siguiente impuso
s documentos legales y sobre una tasa se habían complacido en idealizar la vida americana. Estaba bastante claro que
varios artículos de imprenta.
Las protestas los colonos se habían habituado de manera notable a enriquecerse a expensas del
imperio británico, aunque estaban muy poco dispuestos a pagar los platos rotos.
Para ellos era alentador e incluso exultante considerar a su propio país como
aquel en que se encarmnaban las formas políticas más avanzadas e ilustradas. De
hecho, ya en 1774 en muchas colonias la vida estaba regulada sobre todo por las
instancias locales, mientras que los gobernadores reales eran simples espectado-

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e EL SIGLO XVHI
434 LA FORMACIÓN DE ESTADOS
UNIDOS
435
La revolución americana 1776-178 el plano político, no obst
7 ante, las cosas maduraron
- lio de 1776, también en Fila más rápidamente. El 4 de
> == / 1] delfia, fue proclamada la Decl ju-
o , dencia, redactada por el aración de Indepen-
lar ay Br UG abogado virginiano Thomas
ANADP e > Con este documento los Jefferson, de treinta años
E ES recién nacidos Estados Unid
2 Z 2 PlOs políticos y sociales el os hacían de algunos prin
fundamento de su Propia exis ci-
: AS loz tencia. Allí se reclama-
E, EN Québec S 7 e etifax ba, en efecto, la máxima de que
todos los hombres habían sido crea
2 e ¡0 / el criterio según el cual gobe dos iguales y
rnantes y gobernados está
ForiSault St. Mario Montréals por un contrato. Se reco
nocía que el pueblo, ilu
n recíprocamente unidos
tenía derecho a censurar minado por Dios y por la
; 1 2 al rey y al gobierno. Por razón,
7, amenazaba los derechos consiguiente, si la autorida
E o naturales —-vida, libertad d
SE , propiedad-— los ciudad
anos
NECTICUT/¿e 3 S3 montaban directamente a las teor
ES É e o ías de John Locke. Sin embargo,
LL: YORK. Súeva York ¿Le a no había nin-
MES]
2 RHODE ISLAND
AF adelfiaul EVA JERSEY “S Aun sin condenar
¿LL el régimen monárquico ni
TY ción citaba al soberano ante ensalzar el republicano, la
DELAWARE S $ el tribunal de las naciones. Declara-
E 09 ima el pueblo quien debí No obstante, dado que era
23 a tomar el poder y toda
¿+ VIRGINIA + Richmond bre del pueblo, de hecho constitución era proclamad
a en nom-
era el
E MARYLANDEXY orktown el ámbito práctico, para disp sistema republicano el que tomaba la delantera. En
>? oner de derecho a voto todo
Sar dueño de una propiedad. ciudadano tenía que ser
an ¿3 El comandante en Jefe británic
hes a treinta mil hombres, o, sir William Howe, tenía
UÑA.
3 dieciocho mil de los cuales en 1776 a sus Órde-
DEL SUR
/ é nes; a los dos años
sus efectivos
eran mercenarios alema-
ascend
ían a Cincuenta mil soldados
2 Charleston treinta mil eran germánico (de los que
2 s). Su hermano, el almirante Richard Howe,
E ovannah os frente de las fuerzas navales. estaba al
Ambos no Querían conquistar, sino pacificar, de
que probablemente dismin modo
uyeron la mora] de sus propias tropas llevando
Operacion es no dest
ructivas. Al principio, los a cabo
co mil hombres, apoyados americanos sólo disponían
No por unidades de la milicia. de cin-
Aguetin Colonias rebeldes que Los dos ejércitos recurrie
Pp] susc ribieron la Declaración ron, como era tradicional, a con -
eran de solidez claram tingentes indios. Las unidades de
de Independencia ente inferior y en conjunto Washington
oscilante: no obstante,
Área cedida por inglaterra con sus derro-
el tratado de Versalles
del territorio y por un mejo
r conocimiento del luga
una desventaja para las r. Estos elementos suponí
maniobras de las tropas an
go0yne, procedente de Can inglesas del general John
adá, a lo largo del valle Bur-
con Howe. Tras una larg del Hudson, que intentó
a marcha y Con pocas prov unirse
. . r Congre isiones, las fatigadas trop
so Gener al se as de
res :del
1 en
nacFila
imient
delfoia deenautogobi
sept iemb reosde info
ermn rmal
aquel es.
Un Po nar S reconocimien-
año Aa O de las Horatio Gates, que les infl
reu mercancías bri- igió una dura derrota e
. ; migos en Saratoga (17 hizo prisioneros a siete
to de EOS evas auto colonial es y ap: oyar e de octubre de 1777). mil ene-
segund o rida
Condes
greso (abrila de 1775 ) se apro: amó < .
cent
tánicas. U al vireinia mos gobi
al deernolas tropral
as
Esta batalla se Puede con
siderar el giro no sólo mili
no George Washington cial porque su éxito ind tar del conflicto, en espe
con el cargo « E enfren ujo finalmente a Franci -
tamiento en- a a participar en la suer
cloca
ap antes en Lexington, había tenido lugar el prim ra al lado
les. Poco >
olé en la guerra los franceses
tre un destacame nto inglés
8
y los rev oltosos. - Opusieron un rechazo
varios vuelta proporcionaron sec oficial, aunque al estallar
La , Pura A ue fue desenca: denando poco a poc o debía durar vario: años,
ás lase deb retamente a los colonos la re-
e
ilidad que la fuerza de cuantos part cip lia. En
icip aban en ella.
E
1776, un rico . : ármas y dinero. A principi
descubrie ndo Comerciante de Connecticu :
t, Silas Deane, habíao os de
fundado con Beau-

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436 EL SIGLO XVII LA FORMACIÓN DE ESTADOS UNIDOS 4 37

marchais, en París, una compañía de contrabando de material militar. Al año si- inicio, contribuyendo a
perspectiva de lo que natu ralmente podía suponerse al
guiente los puertos franceses se abrieron a las naves corsarias norteamericanas, jón desfavor able. Al paar3 on essen en
que Inglaterra aceptase aquella conclusi
mientras se unían al ejército de Washington varios oficiales, entre ellos el joven argo,
embargo , Gran Bretaña añ pudo valor, Dn ar con basta
la cumbre de su potencia 1 , sin
i
marqués de La Fayette. No se esperó más y el 6 de febrero se firmaron dos trata-
facilidad
ili las implicac
1 icaciiones de es te resultado. Ciertamente, laoindep
dos —uno de comercio y otro de alianza— entre Francia y las colonias nortea-
le podíaÍ par ecer sinin másmá un hecho > secundaro ¿ io, mientras tras que qu
los colonos si ingleses
mericanas. A continuación, España se unió también a ellos contra Inglaterra, ya 1 comoomo F
Francia r a n c i : tenían muc o más relieve. En En
sus relacion i es con una gran r po tencia
que los españoles deseaban recuperar Gibaltrar y Menorca (convenio de Aran- económi co sin preceden tes, Inglaterra pudo s
efecto. en esta fase de desarrol lo
juez, 12 de abril de 1779). - l con Francia (
tipular inmediatamente des pués un ventajoso tratado comercia
El conflicto se había internacionalizado de modo evidentemente provechoso La guerra de indepen dencia america na no le hizo perder
de septiembre de 1786).
para los norteamericanos, cuyos estados habían obtenido así un primer y decisi- g CO lonias, : que siguiero ror n dependi endo decon ella
iqui
siquiera los mercados de las antiguas
vo reconocimiento. Los franceses, además, se habían comprometido a no firmar cabo, por tanto, los ingleses salieron de esta guerra
estrechamente. Al fin y al
ninguna paz por separado con Gran Bretaña. En el plano militar, sin embargo, si- Smi o como en el social. j La gran gran p po-
un mínimo perjuicio, tanto en el plano económic
guió una fase bastante larga que fue casi un estancamiento entre 1778 y 1781. El seguiría O ae en los eos estados
tencia mundial del siglo siguiente
conde de Estaing, al frente de una escuadra de 17 barcos lanzó en vano en el ve- denci ia y al autogob ierno fuef u e en 10s S tados
La transici icióón a la j
indepen
rano de 1778 un ataque contra Nueva York, los que siguiero n fieles as E
donde se habían concentrado las americanos relativamente incruenta, aunque
tropas inglesas. En 1779 el mismo Estaing, con 35 unidades y 4.000 hombres, no ] represiv j as y ¡atorias
vejatorl as a veces
e graves,
lao ! OA
inglé fueron víctima
inglés Í i de 1 medidas
logró ocupar Savannah (aunque se apoderó de Tobago, San Vicente y Granada). se a Canadá,nd 0 ?
ifíci valorar cuántos
difícil á fueron oblig bligados a marchar
Por su lado, los británicos invadieron el sur con éxito. Tras haber tomado Savan- una éci
décima parte de la poblaci
p ón bla nca.a Los amert
o aa
Inglaterra, r pero quizá 1 z á f
fuera
nah a fines de 1778, entraron en Charleston el 12 de mayo de 1780, capturando larrevoluc
dee que la ión y su éxito
> ) COMP o
a canos j j sos
victorio ersuadiieron
se persuad >
5.500 hombres del general Benjamin Lincoln. Gates, el vencedor de Saratoga, O e Or o 2 p a
su- reconstrucción de la vida política bajo la insignia del
frió también una durísima derrota en Camden, en Carolina del Sur (16 de agosto cons tituciónitució federal ,
(1781-1 - 789), s
see e
organ: o -
odo inicial,
inici r1
el de la primera
de 1780). torios
rritori del Oeste. Pero r i en 1787,7 , b a ajo la presi po
izacióón de los vastísi
lonizaci Í ] mos territori
Al año siguiente, el general inglés lord Cornwallis partió de Carolina del Nor- en Filadelf ia una nueva constitu ción que pro ela
cia de Washin gton se elaboró . . Z
te con el propósito de tomar de nuevo Virginia y puso sitio a Yorktown. Pero la Do Y
ional y un ps AS 1
una Cámara de representantes elegidos de forma proporc
flota inglesa, que bloqueaba a los franceses en Newport, se fue mar adentro, lo j s. Además, se bizo destacar C gur
la figu
oseyera dos miembro
que permitió al almirante De Grasse llegar a Yorktown. Allí, al cabo de tres establecciido l o en e n cua! tro años: : tenía A facul-
se- j nte,o o cuyo mandato, renovable,e, fue
manas, Cornwallis, rodeado por tierra y por mar por fuerzas dos veces superiores (como 1 a tenía el soberan o inglés), pero no para over
PAtad para oponero su veto
(las de Washington, Rochambeau y La Fayette), aceptó capitular con 8.000 hom- islatiivas. Las nuevas eleccion j es del 7 os ene- .
ni para prorrogar las asambleas legislat
bres (19 de octubre de 1781). Entretanto las fuerzas francoespañolas, tras un ase- del Congres o en Nueva York el 4 de ii
ro de 1789 llevaron a la reunión
dio de siete meses, lograban tomar el fuerte de San Felipe, del que dependía la en- Washington como Pos
guiente y a la proclamación por unanimidad de George
trada del puerto de Mahón, en Menorca. Los ingleses proyectaron entonces también un segundo mandato en .
presidente de Estados Unidos. Asumiría
entablar negociaciones de paz, abiertamente autorizadas por la Cámara de los Co-
munes el 5 de marzo de 1782. De nada valió la clara victoria de su almirante en
el mar de las Antillas, donde Rodney derrotó e hizo prisionero a De Grasse (abril
de 1782). El armisticio general se proclamó el 4 de febrero de 1783. Poco fieles
a los pactos, sin embargo, los plenipotenciarios americanos —Benjamin Fran-
Klin, John Adams y Jonh Day— habían decidido ya anteriormente negociar la in-
dependencia de sus antiguas colonias (30 de noviembre de 1782). Les fue conce-
dido todo el territorio comprendido entre el Atlántico y el Misisipí, con Canadá
al norte y el paralelo 31 al sur. Sin ninguna duda Franklin y sus colegas habían
aprovechado bien los recelos recíprocos entre Inglaterra, España y Francia. Estas
dos últimas potencias, no obstante, aceptaron las cláusulas de esos acuerdos, que
entraron a formar parte del tratado de paz definitivo firmado en Versalles el día 3
de septiembre de 1783.
La entrada de Francia y España en el conflicto transformó ciertamente la

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LA REVOLUCIÓN FRANCESA 439
ginario o central de muchas vicisitudes contemporáneas
. Como era inevitable una
vez puestas las premisas, se ha coincidido a la hora
de mitificarla considerándola
un proceso que no podía dejar de ser positivo bajo sus
diversos aspectos.
Sin ninguna duda, la Revolución francesa se
diferenció bastante claramente
de las que la precedieron en la historia occidental.
Fueron sobre todo tres: la Re-
forma, la revolución inglesa y la americana. Es
bastante fácil poner de relieve
que la Reforma estuvo en gran parte dominada
por personalidades muy notables
y destacadas, como Lutero y Calvino, mientras
que los acontecimientos france-
ses dieron lugar a un recital sobre todo coral, o
LA REVOLUCIÓN FRANCESA
por lo menos de grupos concre-
7. tos. Por lo demás, los principios a que estos últimos
se refirieron eran de inspi-
ración claramente distinta a los reformadores. Si bien
cabe considerar que la
Reforma contribuyó a conferir una unidad bastant
e fuerte a la historia de los si-
1. HACIA EL FIN DEL «ANCIEN RÉGIME» glos xv, XVI y xVn, también puede afirmarse que
a su manera los acontecimien-
tos franceses colorearon buen número de acontec
o decir, cor imientos de los siglos siguien-
Este capítulo puede considerase la conclusión 1Ó del presente tes, es decir, del XIX y del xx.
o io de de los fenómenos ó de los 1
siglos XVI, XVIí y XV mL. RA Ya ha ha - A diferencia de los acontecimientos de la Revolución
del estudio de 1789, los ingleses
ió no obstante, E de subray ayar r que en muchos s aspec tos sería más ade 0
ON del siglo xv1x se desarrollaron a lo largo de varias décadas
sión, e interfirieron poco en
ón par.
cesura cronológica diferente. Sería bastante más oportuno pr 00 pe los que acaecían al mismo tiempo en el continente europeo
. Así es como la revo-
mejor caracteriza ble que la que va de 1500 a O os lución inglesa pudo seguir su propia lógica y no
1700 como fase ver alterado su desarrollo ni si-
que induce
1 SOS
e 2a sostener como más coherente he el conjuno NIRO ' quiera por la fuerte personalidad de Cromwell. Este
Í
ticular factor centrípeto caracterizó
s la doble constatación de que, ue, casi desde cualq p también a la revolución norteamericana, a pesar
1 de la intervención de varias na-
de vista, 1 1
siglo
el elo xv
no] no puede se: r considerad 1 o en Occidente idente como o medieval o y que, ciones en la guerra de independencia. Por otro lado,
la economía y la sociedad de
eanálogamen D te, el siglo XVII se presenta como parte O preámbulo es las colonias inglesas de América eran demasiado
distintas de las francesas de la
contemporá neo. lución época para que las semejanzas entre las dos revoluc
mundo iones fueran sustanciales. Sin
Desde este punto de vista parece casi superfluo preguntarse si la Revo son duda alguna el triunfo de ciertos valores políticos existent
es en las orillas septen-
A a
francesa supuso la conclusión de una época o la maduración o pued ; ne trionales del continente americano supuso una
referencia para las aspiraciones
o de
sucesión 1Ó de las, S vicisitudes vi 18 s humanas, casi i todo acontecim iento( las elites francesas, pero la entidad de tal repercusión
a a Lo Pr resultó en conjunto restrin-
mismo tiempo desde la perspectiva del pasado que posa y del gida. Aunque algunas analogías ideológicas entre ambos
volu : fenómenos eran de re-
Ez í na radica 1 en otro punto: : la la 1imposibilidad de presen lieve, se limitan casi exclusivamente a este campo.
a justi No sería tan paradójico poner
ción ión francesa €aci sobre todo como ur na explosión plositión imprevista.
1 sta. Como n o no parece de relieve que tras la acción de la Francia revolucionaria
AN o la herencia de Luis XIV
ficado considerarla un acontecimiento inopinado, es DR resultó más sensible y condicionante que el modelo elabora
do por Franklin o por
de fermentos, tenden 1
cias y desarrollos (que de sde 0 hacía ' e Jefferson.
tal i |
estallido
hab Í llegado ya a m anifestaciones aia semej dor.
tal dirección irecció y que, por lo demás,á , habían Como ocurrió con los tres grandes giros históricos
mencionados, no parece
imos obviamente t e a a la revolución ' ( o que exista mejor manera de explicar la Revolución
tes o de gran volumen. Aludim francesa que recurrir a sus pre-
s contra Inglaterra, a la consolidaci ón de Su independencia y cedentes, es decir, a los factores que intervinieron
teamericana en su estallido. Este procedi-
principi en que se inspiró. o ode miento es menos efectivo que con respecto a la Reforma
todo de los 5 principios , a la Gloriosa Revolución
es, no obstante, valen en un ámbito bastante Ye inglesa y a la revolución americana. Estos tres
Estas observacion fenómenos llegaron más o menos
terminado: el de las naciones occidentales. Si se adopase una pp TI propiamente a resultados más acordes, aunque no
o
fin mo 0
sólo en siempre previamente anuncia-
mpli no podría
amplia ía asever rarse que : la
E Revolución i ón fran ancesa señaló el dos, con las premisas. La Revolución francesa,
oo en cambio, fue un giro súbito que
Régime. 591 En el transcurso ¡ del l siglo sig XIx este régimen sigue lo dio lugar luego a cierto número de desarrollos
l nde los
que iban claramente más allá del
el este : ste de Europa j ¿ y en el e vas asto 1imperio 1 , otomano, sino también en amplísim. programa inicial o al menos del esbozo proyectado.
g eo Esto explica además su fallo
nas de África África y de Asia. si De > hecho, > aún resulta bastante o di en ciertos ámbitos y la reacción que a su modo intentó
Inaotal restablecer el Ancien Régi-
occidentale 1 s de hoy que no pong ongan en el centro del CO desarro. oO me. Lo que en todo caso la caracteriza es su rápida
Dc internacionalización, que por
mientos i historia occiden
laa historia occidental de ayer. De esta st especie de eg otra parte fue de naturaleza esencialmente distinta
de las formas análogas que
procede en gran parte la visión de la Revolución francesa como un fenó caracterizaron a la Reforma protestante y a la
revolución norteamericana.

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218/250
440 EL SIGLO XVI
LA REVOLUCIÓN FRANCESA 441

: h la investigación
de los factores explicati
vos de la Revolución fi dójicamente, en este organismo altamente burocratizado la administración de las
ancesa se
di tingu
8 en
habit
y ualme
1 nte . tri e, Ss ni ve les :ala 1 go
pla: Z o, , a KE ed 1 O plazo finanzas públicas era deplorable. El viejo sistema de recaudación de impuestos
Y 1 108 Mia e-
diatos
s
Los resultados más convi
. ncentes se han alcanzado
con
desperdiciaba sus provisiones en manos de excesivos intermediarios y sobre todo
Pr la reconstitución
de 0 primeros y de los últin ,
OS, es decir, de los que
se encuentran en las estruc
en manos de los principales contrabandistas (fermiers généraux), hasta el punto
de que casi más de la mitad de las recaudaciones no llegaba a las arcas del Estado.
2 la ! fFanci del Ancien Régime oen los acontecimientos inmediatamente
anteriores a 1 789. a Entre
la evocación del mu ndo
pasado y la Crisis
El círculo se hacía vicioso por cuanto se recurría precisamente a estos financieros
súbita no ha ,
propi
Y amente un vacío, per ono nh puede decirse que los factor
es a medio
para completar con sus inversiones la deuda pública a largo plazo: de manera que
e Pp lazo q ue
éstos se hacían casi indispensables. La raíz de tan grave disfunción era el hecho
actuaron1 e
en esa e escala se hayan
exp. O rado
01 sufic lente.
E En p ar t icular
1 , 1 o que ue
de que la recaudación de impuestos aún se consideraba un sector de propiedad
valorado son las ideas se se ha
ilustradas y laicas; y ademá
asi S s no en toda sú amplitud,
Z
real que se contrataba con quien más ofrecía: de ahí que no se llegase nunca a
casi . Siñó
olamente en el ámbito de las elites :
y de las personas .
al menos mediana:
constituir un adecuado servicio de percepción fiscal. Con la misma mentalidad,
iz ! 1S mb S a
stigado y profundizado bastante menos su
p enetraci ón más
1 funda a ental en n
mund 0 o e
de los artesanos > os el soberano procedía a donaciones desmesuradas y permitía que su corte absor-
ob eros y los
ca€ mMpesinos. De a manera
que e uando
n se e ha
ha inte:ntentado C Or 1pI ende 1 la biese una doceava parte de la totalida de los ingresos del reino.
xl lanza -—que
al
Ciertoamente se verificó
en ocas 10nes y momentos
cr uciales—
S
Las provincias francesas estaban gobernadas por treinta y dos intendentes re-
entr e la lam ada
ales que supervisaban casi todos los sectores, desde el orden público basta la vida
gguesía» y lo que se Í na d: bi ur-
calificado de «pueblo» >
lo S Dex OS 10 aparp ecen con . sufí -
ciente
18n evidencia Orgán 3 ica.a I Or r otraotr pa rte, pl obabl ement mx ete
administrativa, económica y religiosa local. No era una gestión pacífica, dado
s se h ha o t reado der
que entre 1715 y 1785 hubo un centenar de sublevaciones de diversa entidad. Se
siado; peso a la Ss p pe TSp ectiva£ 4 a-
s reformist as el de la g ustra ació
ción en perju . icio de los
en o entos
habí al men
eno: S pi otenci al ente
cialm rente revol
rev uc 10nario Ss q qu 16 p e Cisam trataba de agitaciones campesinas o de subsistencias, generalmente sofocadas por
ente ést
en
la fuerza de las tropas reales, a veces secundadas por milicias burguesas. Ha de
Sta con te -

ó Yase
s ha mencionado varias
a veces en los capítulos anterio
10res
recordarse que los recursos de la mayor parte de las ciudades de provincias aún
la sú1 vación
se basaban en gran medida en las rentas de la propiedad de tierras. Pero su par-
n mica y social francesa eco
alo largo del siglo XVI. Es preciso referirs e ahora
ticipación subsiguiente en los acontecimientos revolucionarios no resultó fruto
especí
speci f ticamenteo mas
a la política y a sus
principales element OS.s. E; Es b. bastanD te difíci
de la improvisación. Incluso fuera de París se difundieron con bastante profusión
dir 7 Í l alu -
los po L Cl mientos revol
E ucionarios Ssin conce n der un puesto a la fig
—sobre todo a partir de 1780— las publicaciones periódicas y creció el número
Luis1 igura de
XV L que en 1774 había
subido alt yono a la edad
de véemte años S tras el lar
-
guisim Oo reinado d e su abu elo. E ero aún
lo. ú es másá difícil evaluar cuánt de «academias» (24 en 1750 y 35 en 1789).
oo q ueda Ja er
oOrno o a la persona de
torno q
aquel ] sober
ob: an ano d e 1 h, 210 11 Ca. Ss mí sti
co y de la profu
El conjunto de la sociedad francesa estaba constituido, como la mayor parte
of nda
de los ambientes europeos de la misma época, por un régimen de privilegio de
Nació d £ tasci-
7 n que habían x circundad
O a varios de sus predecesor
S es y a 1 la realez e, a francesadl
a Pp parti del S Egi0
el XVI.
? Es cierto: que sus cualidades p ersona X
determinados y restringidos grupos sociales en perjuicio de la mayoría. A la fal-
les,
es, má: Ss b bien
ta práctica de iniciativas reformadoras eficaces y prolongadas por parte del po-
e medied O-
cres en el plano político,
disminuyeron mucho su
prestigio y el de su funci
der monárquico en el transcurso del siglo xvi correspondió además la acentua-
compo rtami ón: su
p ento
vuent
A o fr frente a la Revol : uc 10n Ó lo reduciría Í: d e un modo d aún másA clar O e
J So lo demás, tras la desaparición de Luis
XIV la monarquía
ción del monopolio aristocrático de las funciones dirigentes. Se ha calculado
se había mostrado
>sólo e Sporá
oráddicam
ente sen S: ¡ble a la S ex2 1 gencias de etori
O 1a, sentidas Ss de Manera
que a principios de este siglo, sin contar las fuerzas armadas, el servicio del Es-
bastante an Pp lia y expre
sadas por munorías tanto
nobl
noblesS como ra burgguesas
tado correspondía directamente a cerca del 1 por 100 de la población, incluyen-
L a débil
do las familias interesadas. Este grupo desarrolló la tendencia a cerrarse en sí
VOCAac
Ocaci ió:ón reformis t. a del absol é
utis mo real al f ancés e
se e al atenuó A Ó odavíÍ:a ma. á dec Ssiva-
ment ente e n la Ss es unda mit. ad
> del siglo XVHtL en par ticula
v r inmediatamentee
mismo en virtud de sus diversos tipos de nobleza (de sangre, de toga) de carác-
después .
del s Uústan st cial
cia fraca
caso de l O s intentos ento. de Tu got
Dur ot. Desd: esde 1 177 6 > I u s Xx V Ino ter hereditario. Los mismos parlamentos —que pretendían ser un cuerpo repre-
OSO Ó
sentativo de toda la comunidad política— prohibían cada vez más el acceso a los
mostr
que supiera desprender se de
las intrigas de su corte ni de
la pr esión política que
ejercía, aunque en ella
no hubiera personalidades
de gran relieve.
miembros de la clase media. Análogo fenómeno se producía en el ejército: las
:
La estr A a del gobierno fra; 1Cés apena 2
s se había modif icado
sE . instrucciones del mariscal de Belle-Íle (1758), y sobre todo el edicto de Ségur,
desde tiempos
de I uis XIV . O Obstan
Obst te,e mient entras que éste | había Í. de egado d eli b erada
(1781) excluían del grado de oficiales a quienes no fuesen nobles. A esta tenden-
d mente fun-
cione O s Importante $S y abie
TO
t la Puerta de 1 Os 1 más á alto.
alt Ss Ccarg O; sa los que no
cia ni siquiera escapaba el alto clero: en el año 1789 todos los obispos franceses
eran
nobleO s , los aristócratasz abían Teeconquistado ense.
habí:
g vida en un 11 g grad o notab. e —pat-
pertenecían a la nobleza.
ticul ? armente er 1 la one y yene le jéército
cort + el terreno p per dido J . Entre 1 S CIACO se
Así pues, el siglo xVHI se caracterizó por una reacción victoriosa de la aristo-
cretarios d e Estado » la
f gura másá destac a da e ra la d el 1 contr contro. lador gener
cracia. El Estado fue progresivamente dotado de unos privilegios que convirtió
£ , al :de las
fi lanzas, sobre todo por
las dificultades cada vez
mayores del Tesoro en instrumento al servicio de sus propios intereses. Por otra parte, al aceptar por
Casi para

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442 EL SIGLO XVHIL LA REVOLUCIÓN FRANCESA 443

razones fiscales la venta de los cargos abs a RENA po que progresaron lentamente. Por un lado, se ha observado que
entre 1730 y 1789 el
s soci ringidos acaparasen parte del po ICO. | atra: precio del trigo aumentó en Francia un 60 por
100, mientras que los salarios cre-
bleza iba salto del Estado, se polarizaban contra sus privilegios PEDO cían poco más de un 22 por 100; por otro, la caída de
los precios del trigo (1778)
justificables las reivindicaciones de quienes no eran nobles, aunque o AICA indujo a los nobles a avivar la percepción de sus
exacciones y censos. Por lo de-
y más ilustrados. Hasta entonces las distintas formas de hacerse «not e babas más, precisamente en torno a 1780 la difusión de
la riqueza de la agricultura ten-
permitido la movilidad social hacia lo alto, contribuyendo así a unir a Ñ Da dió a detenerse para dar lugar a un período de depresió
n prolongado y de rasgos
mente los grupos burgueses con los aristocráticos, aunque fuese o a : acuciantes,
pectivas políticas. Hacia mediados del siglo xvItt, sin embargo, : me moy De esta manera, aunque fuera con motivaciones y también
a a
objetivos diferen-
el financiero podían aspirar cada vez E ana DAA Serio tes, los burgueses coincidieron con los campesinos en
la aversión progresiva a los
ar su hijos argo hereditario del Estado o go en - En privilegios nobiliarios. No se puede afirmar que la mayoría
cda del clero fuese soli-
bno también el cítculo se cerraba y disminuían los resquicios que daria con los aristócratas, por la gran diferencia entre
las rentas de los simples sa-
vislumbrar las reformas, dado que los estratos privilegiados se arosaban a cerdotes y las de los prelados. Por lo demás, los párrocos
p eran específicamente de
vez más el goce de sus poderes y practicaban la política de reservarse origen burgués y más urbano que rural. Lo que hay
que subrayar sobre todo es el
. .
frente compuesto que constituía el «Tercer Estado»,
del que en la práctica for-
O S.

eo Sa, pues, un proceso de bloqueo social y político, de O aaa on maban parte tanto numerosos campesinos y eclesiás
ticos como los artesanos, los
tre privilegiados y excluidos. Como en otros lugares, el Ancien a profesionales y los comerciantes. Por ello. no sin razón la burguesí
A a francesa pre-
Francia desde hacía siglos y podía haber seudo endo a a ación rrevoluciónaria ha sido también definida como una nebulosa
social. Mientras que
interno hubiese sido más fluido y atemperado por pro: s de gulación o Ce en italiano si no se usa el término «burguesía» se debe recurrir
al término todavía
vosibilidades de ascenso de un grupo ona a o a o pued a IA más convencional o difuso de «pueblo» o «plebe», en francés
cualquiera que no
l separado de tres «estados»: la nobleza, e perteneciese a la nobleza era designado con el vocablo
abarcador, aunque social-
«Tercer Estado»). La conciencia de ser un cuerpo único de personas UI mente bien definido, de roturier (del que el bourgeois
era una subespecie).
derechos siguió sin expresarse todavía en el transcurso del siglo o am mos En enero de 1789 el abate Emmanuel Joseph Sieyés
sostenía en un célebre
antes de la revolución norteamericana. Probablemente, una FOR e INN panfleto que, de hecho, el «Tercer Estado» equivalía a
toda la nación, precisa-
habrían bastado para hacerla madurar en Francia si los grupos socia es nv e mente porque cerca de doscientos mil privilegiados constitu
y e
ían menos del 1 por
dos del país no hubiesen adoptado un comportamiento cada vez más > 100. Pero en el contexto de aquellos meses prerrevolucionar
ios «Tercer Estado»,
clusivista. Precisamente justo antes de la Revolución, la monarquía y pe y por consiguiente «nación», equivalía casi a burguesía,
dado que esta última lo-
cia chocaron frontalmente, como si únicamente de ellas dependieran e nos gró monopolizar en la práctica la representación política.
No hay que olvidar, por
de todo el país, cuyas riendas, al menos políticas, tenían en sus manos. DL o Otra parte, que la figura del burgués francés de aquel período
SS
tenía contornos muy
sión de decidir la suerte de la nación se manifestó vana en poco nempo fluidos. Así era especialmente el roturier que vivía como
un noble, aunque tam-
trictamente a que en el transcurso de aquel siglo se había cavado una DN a bién lo eran los empresarios capitalistas o cuantos vivían
de la renta de sus tierras
más grande entre el país real y sus grupos sociales dirigentes. a «naci e O de profesiones liberales. En otros términos, innegab
lemente hubo una actitud
cubierta en el año 1789 como algo intacto e inmaculado sólo porque bifronte —de complicidad y de hostilidad-— de la burguesí
a francesa con respec-
masiadas décadas se había descuidado o ignorado su existencia. ; es ala to al Ancien Régime (como por otro lado demostraron
claramente los aconteci-
A estas consideraciones hay que añadir las más tradicionales referen o MN mientos revolucionarios). Aunque sin haberlo querido
de un modo programático,
desproporción entre el número de privilegiados y la entidad e NOOO e sus miembros aprovecharon rápidamente la ocasión
(ofrecida por la misma divi-
de tierras y las rentas correspondientes. Aunque sea algo arc isal , AA sión tradicional en tres órdenes: nobleza, clero y «Tercer
Estado») de consolidar
mente útil recordar que no sólo en los campos franceses del siglo a ex silo an su preponderancia, valiéndose precisamente de
la ambigiiedad y de la poliva-
un millón de personas en condiciones semejantes a la esclavitu ), sino nl a lencia de la misma noción juridicosocial de «Tercer
Estado». La masa de este úl-
bién cerca de nueve familias de cada diez no poseían tierras ene Pp A timo seguía siendo políticamente indistinta y sus division
a e
es internas tan poco
de modo independient e. No obstante, quizá sea más pertinente su acentuadas que les fue posible —sobre todo al princip
io— a determinadas cate-
chos nobles estaban restableciendo, en meno e ay cndalos Js 0d gorías burguesas más preparadas representar a todo
el «Tercer Estado». Por eso,
C Í n desuso o parcelando tierras y bos en 1789 el pueblo o la nación se encontraron unidos
durante
para quitarse de encima la
Ad que habitualmente se había beneficiado de ellos. Si cz Supraestructura tripartita que el Ancien Régime había
equip codificado y transmitido,
eran parte del siglo xvi la producción agrícola francesa aumentó, su precisamente porque parecía evidente que por un
lado existía una exigua minoría
miento y sus técnicas siguieron siendo tradicionales y los cultivos innovadores de privilegiados, y por otro casi todo el país.

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444
EL SIGLO XVIN
LA REVOLUCIÓN FRANCESA 445
No obstante, inicialmente los <«bur,
gueses», en su sentido más estri
te mucho tiempo esperaron de la cto, duran- talizador de un descontento y una intolerancia de fecha muy antigua. Pero hay
monarquía las transformaciones
raban. La burguesía prerrevoluci a las que aspi- que evitar al mismo tiempo otorgar un papel determinante o específico a factores
onaria francesa no se podía
Sus miembros estaban persuadid llamar democrática.
que demasiado fácilmente pueden calificarse a posteriori de prerrevolucionarios.
Las diversas reacciones de cada grupo iban en sentidos distintos: lo que las cana-
2 - La libertad y la igualdad de lizó en una sola dirección fue precisamente la decisión de reunir en los Estados
los derechos se procla- :
maron enseg uida ciertar 1 ente para todos
, p 'ero se ente:
Generales al clero, la nobleza y el «Tercer Estado».
lero
mer lugar segú
. .
1 as ; je d > Ss ntendier: n yY articu 1 la: 1 onen e Ti i
pri- La primera batalla que se libró fue de procedimiento: en realidad, afectaba a
. exige ncias de la mayoría Ea e
«burguesa» de los representantes
del , Terce Estado E ara
a los comp » onentesAS de este ú últi cuestiones de fondo, de ahí que resultara decisiva para el consiguiente desenca-
timo, ademá: ás . £ra tanto
fácil hacer frente - común a los
NS. órdenes
nas
á denamiento de los acontecimientos. ¿Debían los Estados Generales ser elegidos
S pri ivilee
ile gj lados enc uanto que no
Po filado todavía una
Oposición entre «burgueses
»
se habíaÍ:
y funcionar como en el pasado o no? Desde 1614 toda asamblea tenía un número
y mundo obr ero o campe
o on todo .étne
e lt anscurso ul de la Revol : uci 1ónó los moviini
sino
determinado de miembros, y para las decisiones de interés general cada orden te-
m lento S p opul
nía un voto. El «Tercer Estado» no quiso aceptar esta premisa, que casi inevita-
borotos pusieron de Pp a es y lo Ss al-
relieve las grietas que
podían cambiar el pano
primer- momento se $ o había imp puest uesto o d de . modo1
rama que en un
blemente lo dejaría siempre en minoría, pudiéndose dar por descontado que en
b astante unitar i .
ltario ] ales vi 1cisit
contribuyeron a poner
.
a prueba posteriormente
isi ude Ss
general el clero y la nobleza harían frente común. Las circunstancias y el juego
1 OS Pp ri er Vaior
surgi
: one do y que. parec
" ían poseero un cont nteninido
meros val es S que 1 abian Í de las fuerzas presentes lo favorecieron, ante todo porque desde el 5 de diciem-
u n da mentalmente ét
bre de 1788 el Parlamento aceptó que el número de delegados del «Tercer Esta-
éti 1CO. A las no-
een «ciudadano», «nación» O «derechos del homb
específica:
f mente políti
íti cas y 1 adica
1 les d e «contrato
re» se añadier 'on las mas
social» y d de «volu
do» fuese doble al de cada uno de los otros órdenes. Esta decisión, sugerencia de
hi ntad
1 gsener
neral» .
Necker (nombrado momentáneamente ministro de Finanzas), fue ratificada por el
Consejo Real el 27 de diciembre de 1788.
22. Los ACONTECIMIENTOS REVOLUCIONARIOS Los diputados de los Estados Generales fueron, así, 1.165: 578 para el «Ter-
cer Estado», 291 para el clero y 270 para la nobleza. Entre los roturiers elegidos
Ya se ha subra yado que la gesti
es Í ón de lass fi finanzas públic había casi 300 hombres de leyes (de los cuales 200 eran abogados) y un centenar
tante defectuosa: hay que añadi úbli as 3
r que los diverso. de comerciantes; mientras que por el lado de los propietarios de tierras figuraban
siglo XVI la habían empeorad . ic a era bas.
o todavía má incluso numerosos escritores o intelectuales, no había casi ningún artesano ni
campesino. Era hasta cierto punto normal que la burguesía urbana, instruida y al
menos en parte ya adiestrada en el debate público, asumiera casi el monopolio de
la capacidad de expresión política del «Tercer Estado». Bastante más que los ar-
tesanos y sobre todo que los aldeanos, esta burguesía disponía además del tiem-
pen territo po necesario para una campaña política, así como de los medios para forzar los
se someterían todas 1 as prop Í
cer pos privilegiados se Opus iedades de tierra
] s
ieron a ello, haciendo de este acuerdos más oportunos. Sobre todo en París, en efecto, junto a las logias masó-
e a prevatecer sobre el mism

enfrentamiento 1 , nicas ya constituidas y en absoluto inactivas, se formaron bastante pronto nume-
o monarca. El conflicto se
3

a de prolongó y en
rosos clubes, focos de discusión y especialmente cuna de pamphlets. Es decir,
:
O particular al Parlamento y a
la autoridad real. cuyos ministros
o gra me ponerse,Se por lo que LuisÍ XVI no que obreros y campesinos no tenían excesivas posibilidades de hacerse represen-
los despidió. En el transcurso de
pe € evocó —como vía de salida— esta tar sino por los profesionales más versados en derecho y los hombres de cultura
-— 1 la eventualidad
j de recurrir a
rales del o que no había
n sido convocados desde 1614. burgueses. Éstos fueron también en gran parte los autores de los cahiers de do-
S O para
y Tras 0 léance, o listas de reclamaciones, que las autoridades invitaron a redactar a todo
, el ministro de Fina
Inanzas Etienti ne de Loméridie '
he se comprometió a reunir esta j -. el país (se han conservado 60.000).
asamblea plenaria el 1 de mayo
Se ha hecho constStar ar yaa que de 1789, pue Las exigencias y demandas allí expresadas eran a menudo moderadas, aun-
la coyuntura de esos añño;
tensa, sobre todo por las dificult 5 que también las hubiera radicales. Por un lado se reafirmaba la fidelidad a la mo-
a
narquía, aunque por otro se auspiciaban una constitución y una representación
1778 se habíahabí. producido
e] ya una fase de contracción que se prolo nacional permanente. El sistema judicial y la fiscalidad irracional eran objeto de
diez ano
años, ¿E al tiemp ngó durante unos condena, al tiempo que se invocaba la salvaguardia de la libertad individual (to-
ti o que entre 1778 y 1789 se agudi
o zaba la crisis. No sólo no está
o que es suma mente probable, la hipótesis de davía no la de conciencia) y la instauración de la libertad de prensa. Si bien de los
S que la convergencia
nes políticas con las necesidades
económicas hiciera de elemento cahiers de la nobleza y del «Tercer Estado» surgía el proyecto de una monarquía
ca constitucional y de una reforma administrativa, la disensión se hallaba en cómo

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EL SIGLO XVIH LA REVOLUCIÓN FRANCESA 447
446
ejecutivos y judiciales debían estar claramente separado
debía ser la estructura la sociedad. Los roturiers insistian por
de
lo genera
-
en ía
s. Con todo, también bro-
. z
taban en ella las raíces del pensamiento de Rousseau, pues
completa igualdad civil de todos los miembro s de los tres órdenes tr adicionales, se afirmaba que la
. . . , : Les «ley es la expresión de la voluntad general», por lo que
con la abolición consiguiente de los privilegi
os aristocráticos. y se añadían además ele-
789. . Er mentos de democracia directa. La proclamación de principios
Los Esta dos G enerales se abrieron en Versalle s el 5 de mayo de que pretendían ser
universales no estaba exenta de silencios significativos
lerto sen
ciert ent do > S 180 4 fic aban y ae fi A de la nona quía ab S oluta de los Bor c JORE: S.
ni de algunas contradic-
a com- ciones. No sólo la igualdad relativa o la jerarquía no eran contesta
Por lo demás, Luls V o sabía cómo afrontarl os y de repente enpezoó das, sino que
que no que 1 o a atacar los asdirec -
tampoco se hacía ninguna referencia a la esclavitud ni
p O rtarseSs de mo do a mb 1 guo,
LD , E
most Y ando po: ul
run lado al comercio de los escla-
mu - vos. No se quiso chocar, en efecto, con los interese
tamente pero intentando p or otr O condicio
narlos Cor el despliegp ue de fuerz s de los industriales del azú-
car, los armadores y los propietarios de las plantaciones
litares. A la av ez que a fir es de mayo la efe vescencia campesina en las pi oOvincias coloniales (que amena-
se opu-
p' zaban además con la secesión). Lo que no quita para que
p as: aba y ya al terrer o de los Pp
hechos > los represen tantes del «Tercer Estado» esta Declaración de
Derechos no tuviese más resonancia que las anteriores
asieron a las deliberaciones p Or sepal
pa ado d ec ada O: rden . Así, el 17 de jur MO Se al ro- y análogas tomas de posi-
ción americanas. Los constituyentes franceses habían hallado
garon por amplia mayoría el título de Asamblea Nacional; al cabo de dos días
—en un terreno ya
preparado por el pensamiento ilustrado— el tono eficaz
Mm uc C ho Ss d 1 utad O S del clero se 1ero
l le Ss unieron. Com 1
ola Co: u ió: n de ac
Constituc los Estados para confirmar o recapi-
nobleza > se tular un conjunto de aspiraciones civiles que pudieran constitu
Generales > no podíaÍ modificarse sin
S e onsentimiento
del Te Y Y de sa ir un programa tan-
obstante tuvo éxito, no sólo porque la nue- to para la sociedad contemporánea como para la futura.
de un acto O re volucionario. No
tr ataba
d efi I 1 do un a cons - En los trabajos de la Asamblea Constituyente —que se reunió
va Asambl ea aj
¿ jur ó el 2 0 de J unio no ol erse
di solv al es de be
h; ader en París con el
propio rey a partir de octubre de 1789-— no se resumieron
titució:
ución Y
G Gurament o de 1 Jeu de E aume), sino también porque el 27 del mismo mes
ciertamente todos los
acontecimientos producidos en aquel clima político. Hay
el resto de los re pres o
resentant es nob 1 eza consintieron en unirse a la
1 I
de 1 ciero y 1a que recordar, sin em-
4 : ZA Pp :
bargo, que esta asamblea confirmó la permanencia de la monarqu
Asamblea en formació n plenaria. Con la clara intención de roceder aun reajus-
:z
ía hereditaria e
Z + , : S
se autodefinió Asamblea
incluso la no responsabilidad del soberano. Así, a
te del régimen político del pais, la nueva
convención este último quedaba reservado
el nombramiento de los ministros, de los embajadores y
Constituyente, atribuyé ndose la doble prerroga tiva de no ser disuelta y de ser la de los comandantes mili-
. tares; aunque no podía disolver la Asamblea, gozaba de derecho
única a capaz p de tomar
0 la iniciativa de las leyes. de veto suspen-
sivo sobre los decretos que de ella emanaban. Al final del
Apartir de este momento los acontecimientos
se precipitaron entremez clán- año 1789, en suma, aún
T. a f- ; > ;
unio, Luis XVI o de- no había republicanos declarados en las filas de la representación
dose. Tras haber anunciado reformas 10 portar esel - 3 de nacional.
par isina o veinte mil hom- Una obra no secundaria de la Asamblea Constituyente, aunque
nó S de f fo: rma desc S onsidera da q u es € 1 eu nierad a enla a z zona ante todo ad-
ministrativa, fue el reajuste interno del gobierno local.
bres de los regimientos exteriores a primeros
de julio. Esto incitó los ánimos a la Las généralités centra-
ya consecuencia lizadas, con sus intendentes a la cabeza, fueron sustitui
revuelta. El 12 de julio la capital estaba
en manos del pueblo, das por una nueva orde-
2 € : ps Z
armado espontáneamente
nación cuyos funcionarios deberían elegirse desde abajo.
de ello el día 14 se apoder aba de la Bastilla
Se a. Se crearon así 83
departamentos (15 de enero de 1790), gobernados cada
milicias $ burgues g as, que e O nstituyel on una n Gua 1 dia acional a las Ór denes del uno por un consejo ge-
4 £ . neral de 36 miembros electos. Cada departamento estaba
rq
narques 8 de La F ayette. N úcleos análogos del mismo cuerpo se formaron eén pro- subdividido en distritos,
cantones y comunidades; a estas últimas, cerca de cuarenta
Vincias, mientras las viejas autá ridades
come zaban a sel de ocadas y muchos
y cuatro mil, se con-
fiaba lo esencial de la administración local. Se instituyó
campesinos atacaban las mansiones de los patronos. Cada vez había mas defec-
además una red de tribu-
Ari nales a niveles local, departamental y nacional: desde
ciones en
e es
las filas de
1
ejército, . el juez de paz del cantón
hasta el tribunal de casación y -—para los asuntos polític
No obstante,
o la Asa mblea So
Consti tuyente proseguia sus trabajos. El 4 de agos-
os— hasta la Corte. Las
co. / vées, COrx 1 lo que se iniciaba un z
proceso de diócesis también fueron reducidas de 135 a 83.
to f usron ab € idos los $ diez d18ZMO: Ss y las
ser Como al principio no había conflicto sustancial con el
emancip
r 5
pación p
campesi
de nosO
los de los 3gra vámenes seculares que resultaría poder real, inicialmen-
escatables te tampoco lo hubo con la Iglesia. No obstante, precisa
1rre versible. derechos
Varios y censos sel oriales fueron declarados mente en este plano la ar-
£ z
ndientes recayera n sobre sus
:
titulares inonía mermaría seriamente. El 12 de julio de 1790 se votó la constitución civil
con un pago, para que los títulos correspo
pagarlos > del clero, que debía entrar en vigor en noviembre. Los eclesiás
Pero laar mayor Pp par te de los Campesi Ss no S de repentep e
e: mpezaro onn a de 3 6 de pag ticos y sobre todo
d 0 . S ig :
que nl sig 1e-
:
los sacerdotes, que habían dado su apoyo a las reivind
al poco
f
tieron
1 1
declarados totalmente libre de esas obligaciones icaciones del «Tercer Esta-
do», no obtuvieron permiso para someter su constitu
ha la Restaur ación podría volver a exigir). El 27 de agosto se adoptó la célebre ción a la aprobación de un sí-
o y nodo. Mientras se ordenaba prestar Juramento a los
D eclaracK
cl
2
ón de los Derechos del Hombre del Ciudadano, espec 18 de enur 1iciado
52
ministros del culto gue ocu-
: :o s. y : ivi paban algún cargo (24 de noviembre de 1790), los
2
político de intenciones que tendía a dejar al individuo toda la esfera de acción representantes del clero se
escindían en dos tendencias opuestas: entre marzo
compatible con el interés general y con Co los derect 10S ajenos y : En ellas se A
y abril de 1791 tuvo lugar
OS, la condena papal de su constitución civil. Precisamente
cía ba o las directrices de Locke y de Montesquieu, que los poderes legislati
en materia eclesiástica, la

222/250
448 EL SIGLO XVI4u
LA REVOLUCIÓN FRANCESA 449
Agrupaciones de la Asamblea Constituyent
e (1789)
comunidad se unieron al de un complot aristócrata. Por un lado se intentaba crear
una atmósfera unitaria y se organizaban manifestaciones de solidaridad cívica y
Número de diputados política: la fiesta de la Federación Nacional, celebrada el 14 de julio de 1790, fue
uno de esos momentos de expresión colectiva. Por otro, el pueblo empezaba a
Tercer Estado sentirse amenazado y hacía todo lo posible para precaverse y armarse contra todo
peligro interno y externo.
En Europa la aceptación de las revueltas francesas fue bastante reducida, aun-
que al mismo tiempo, en un primer momento, se resolvió no interferir en su de-
curso, pensando que se trataba de algo similar a lo ya ocurrido en las colonias de
Nobleza
Norteamérica. Sólo hacia fines de 1790 se advirtió que en realidad todo aquel
movimiento era un proceso bastante distinto. Muchos extranjeros, atraídos por
los acontecimientos, se trasladaron a París para vivir allí y asimilar las experien-
cias que se producían. Algunas comunidades extranjeras aplaudían todo lo que
sucedía, como Hamburgo, que el 14 de julio de 1790 celebró fastuosamente el ani-
versario de la toma de la Bastilla. El giro inquietaba tanto menos cuanto que la
Asamblea Constituyente proclamó en el mes de mayo de 1790 que la nación fran-
cesa renunciaba a comprometerse en guerras de conquista y a utilizar sus propias
Derecha fuerzas contra la libertad de ningún pueblo. Esta declaración fue incluida en la
Aristócratas reaccionarios E Constitucionales E] Izquierda
constitución de 1791 y confirmada en abril de 1792.
En realidad, las cosas no podían desarrollarse de modo pacífico. Ciertamen-
Fue NTE: M. Peromnet, Des Lumiéres á la Sainte-
Alliance. 1740-1820, Hachette
te, los primeros adversarios declarados de la Revolución francesa no supieron o
París, 19723 no pudieron tomar enseguida iniciativas eficaces. El hermano de la reina france-
sa, el emperador Leopoldo 1H, hacía unos cuantos años que estaba comprometido
Asamblea Constituyente había tomado decisi con Catalina de Rusia (otra adversaria de la Asamblea Constituyente) en el con-
ones radicales. Por un lado, el 2 de
bre de 1789 los bienes de la Iglesia habían flicto contra los turcos. Los reyes de España y de Suecia no estaban en condicio-
sido nacion alizados; por otro,
se o no que tanto obispos como párrocos nes de presentarse en el campo de batalla. Pero la proclamación francesa del de-
fueran electos.
. ml Isensión surgida en el seno del clero recho de los pueblos a disponer de sí mismos constituía una amenaza al derecho
contribuyó a reforz ar las primeras
accion
c es prácticas de la Asamblea Consti internacional vigente y podía provocar múltiples repercusiones. Bastaba observar
onstituyente, que ya había |
manifestarse AECA
. Cierto número d lo que estaba ocurriendo en Polonia en la primavera de 1791: la Dieta se había
istó
. : ro de aristóc ratas, , con algunosgunos miemb
leunos miembros da de la fami-Í visto obligada a adoptar una constitución en muchos aspectos semejante a la fran-
, uscado en el extranjero bas stante pronto protec
nas ció 1 cesa. Como en el interior de Francia, Europa se estaba dividiendo entre defenso-
una sublevación, ( , y ahora se deli ineaban los trazosS de
uténti
una autént icca contrarrevol u-
ción10 interna. Ésta se S revelar
r ía a import
i ante no , sólo
para res y enemigos de la Revolución. En los Países Bajos meridionales los austríacos
5 por sus propor pr 1
ciones 1 tam
ión por las repercusiones que provocó , sino tam- fueron expulsados por los sublevados filofranceses en diciembre de 1789, aunque
en en el movimiento revolucionario
o aracte
sus ca res.
y en las mismas convulsiones internas del país los hicieron volver a fines del año si-
n peste propós
ropósi ito hay que subrayar que la mismísima Guardi
ional,
nel a ertida en milicia oficial a Na. guiente. En agosto de 1791, el rey de Prusia, el emperador de los Habsburgo y el
. del résin
g ! nen, , desempeñó ñó vari j as veces un .
pa pol anbeuo- por un lado aparecía como elector de Sajonia se unieron al conde de Artois, hermano de Luis XVI, para em-
el instrumento virtual de defensa del
pd tra los alterc ados;S; por otro, , al mi enos en ciertos
cados prender una cruzada contra el nuevo régimen surgido de los Estados Generales.
j casos,s, resultó
resultó ser un re-
ol nario. En el transcurso de 1790 los efecti El monarca francés, que ya se había manifestado varias veces torpe política-
vos de los emi mente, antes de terminar 1790 ya había proyectado huir al extranjero. El plan no
g rado crecieron (en 1791 llegar 2 on a vei nte mil) i y los adversarios i de 1 1 -
ción
o j intentaron aprovechar ellrmalestar difund se llevó a cabo hasta varios meses más tarde, pero falló: el 25 de junio de 1791 la
Í ido1 entre 1 as fuerza r as s armado
armadass.
. s. DeD De
D nera que en algunas provincias se constituyeron comité familia real era conducida bajo buena escolta de Varennes a París. De inmediato,
s contra rrevoluciona-
Y : pensó en preparar una insurrección la Asamblea Constituyente apartó al rey de sus funciones, aunque luego se las
general. En este contexto se desarro
! a clima de 2guerra civil, , así como
: restableció, al comprometerse éste a aceptar la constitución que se había elabora-
una Pp sicosis
psicosi de miedo
Í yy d de sospecha. Los :
antasmas del sacerdote refractario y del do. Las consecuencias del clamoroso gesto, sin embargo, no fueron irrelevantes.
recaudador dedicado a perjudicar a la
En el plano interno, el edificio político de la burguesía moderada resultó minado,

a 223/2 50
223/250
450 EL SIGLO XVII LA REVOLUCIÓN FRANCESA
451
1 1
partido 1
republicano . En el DN internacio-
IA dencia a proseguir la obra revolucionaria proced
y así pudo constituirse un auténtico ía en gran parte de tales ambien-
] Gti a se sirintió
nal la Europa aristocrátic ntió compromet
or j
ida en mayor ggra neta tes, así como de los órganos de prensa (entre los
que se puede citar en primer lu-
se o CO gar la publicación titulada Ami du peuple, de la
herejía política contraria al Ancien Régime. De momento que era redactor Jean-Paul Ma-
eclar nó
al soberano, hasta el punto de que el 15 de julio de 1791 fue rat). Estas publicaciones tenían de promedio una
tirada de entre diez mil y quince
A dd
se proclamó que no se intentaba procesarlo. Á finales de mil ejemplares y dedicaban gran espacio a una
especie de tribuna libre para los
Uca o lectores. Eran la palestra de muchos intelectuales
la proclamación de la constitución por parte de Luis XVI, que, asumiendo la causa revo-
A
Las libertades de opinión, de expresión y de prensa fueron sanci lucionaria, intentaban al mismo tiempo abrirse
las posibilidades de una carrera
a a
tiempo que el régimen político fundado en la separación de los pd personal.
iterio e electivo de todo sector público,o, se Se e
ina La efervescencia y la animación de estos grupos
erse proclamado el criterio podían ciertamente explotar
ad
asamblea de 745 miembros que el gobierno no podría el descontento contra los recaudadores y los sentim
ientos aristocráticos, pero difí-
nodo Ms Pero cilmente habrían bastado para orientar y modela
además un código penal que establecía penas uniformes para r las energías colectivas de una
os» los delitos de lesa majestad y de pr o nación que políticamente estaba aún en pañiales y
nos (y considerab a «imaginari que no era precisamente solida-
o , o
las intrigas del rey, la contrarrevolución y la evolución del ria. Hay que destacar, por tanto, el papel que
desempeñaron otras manifestacio-
1 ]
el ya arduo comp romiso xroye ctado
Í: proyec
que había A
nuev - nes colectivas en las que pudieron no sólo Ccanalt
]
ici ieron imposible zarse, sino también potenciarse,
dación emanada sobre todo de las fuerzas de los monárquicos constitu corrientes revolucionarias más caudalosas.
Hay que observar ante todo que los
entusiasmos por el giro en curso llegaron a forjar
formas de religiosidad y de en-
trega laicas. Se trataba por lo general de trasposicion
es de la sensibilidad cristia-
3. FRANCIA Y EUROPA na a la más propiamente cívica, a la que fueron a conflui
r también la influencia y
la reminiscencia de los modelos romanos. Visibl
emente, el propio texto de la De-
pues, impulsaba la a de .
4 Asamblea claración de los Derechos fue presentado como
La lógica de los acontecimientos,
la
1 1
- > un nuevo decálogo en el que se
e on sus I
adversarios s míterno
internos y al mismo Pl 1 EN invocaban explícitamente los auspicios del Ser
j
Constituyente a enfrentarse Supremo. Esto reflejaba de modo
Obviamente, eran muchos los nclos a an E a innegable un clima ilustrado y deísta. Pero se llegó
sus enemigos exteriores. además a la formación de una
> empezand o29. por la corte,
orte, ía fam
famu = rea. ye1 auténtica liturgia revolucionaria. Nació un calend
ersarios de la¿ Re volución,
dos los S ad adversari O 10 :
ario de referencias y aniversa-
o Luis XVL En provincias, parte de los individuos notables (es de > me Sa > rios vinculados con la Revolución, a cuyos primer
>
os mártires incluso se empezó
1 tambi én los burgueses) retroce d ían p:
espantado d a
s ante cierta a honrar. El imponente templo de Santa Genove
istó
los aristócrata s, sino
l ¡é
va, de construcción muy recien-
Constituyente. En varias ZOnas reinaba un no e e de: ” te, fue adaptado como panteón: el funeral de Voltair
iniciativas de la Asamblea e, por ejemplo, se celebró so-
1 o > ión
adhesión :
o un reci azo de :.
cuanto y acae , lemnemente el 11 de julio de 1791. Desde princi
concierto:
i í al
ISse producía temativam ente una
pios de año 1790 se erigió un
la
cíaÍ en la capital
1 francesa. La reacción era muy viva en B Bretaña,| en Y” Maine y en «altar de la patria», que naturalmente fue imitad
o. Primero en Périgord y Poitou,
asi Í como en Alsa cia y Lorena y en la m eseta id centr
central. Parte de : os que - aunque luego en todas partes, surgieron los «árbol
Vendée
é 1
es de la libertad».
vo orden estimaban que : los obje Ss
b tivos sustanciale s s se h fa: " Estas formas, ciertamente, pueden compararse a
Í
habían propugnado el nuevo 1
formas anteriores o al me-
reueses más más ? moderados
. , a quienes
retant se opo
:p ños a puntos de referencia cristianos, clásicos
Í
bían alcanzado. Eran sobre todo los burgueses
o masónicos. En la simbología de
1 vi rias que entretanto1 habían esos años aparecieron, por ejemplo, el ojo y el compá
Í:
nian 1
muchos miembros de las sociedade s Te oluciona:
s típicos de los masones, así
particular en París. Se , ha . calcula :d o q ue en agosto
E de . 790 eran
Sep. como el haz de los lictores característico de la romani
fl orecido,
Í 1 mente aris.
dad. No obstante, con todo
de mil en sep cuanto pueda haber en ello de retórica y de intele
ya 152, 227 en marzo de 1791, 406 en junio del mismo aho y cerca ctualismo, no se puede poner en
habían llegado a ONO mil. ijada: entre el duda que mediante estos procedimientos se manife
tiembre; en agosto de 1792 staban y reforzaban los senti-
Así Í P ues, en 1 19 1 la Tre v oluci 1Óón parecía
Í: hallarse en una . encrucijada: : entreI Sore mientos o ímpetus colectivos de que se nutrió la
adhesión y sobre todo la entre-
O al menos el reforzamiento. Los clubes a ga a la causa revolucionaria. Sin estas formas y
asentamiento oel reflujo y el avance
sin su robusta consistencia no se
al, optaban por Se podrían explicar el amplio seguimiento que luego
ganizaciones espontáneas ajenas al nuevo sistema institucion se constató ni los arrebatos
por el club de los cordeliers , guiado por Marat, oO. De : —patrióticos, ciertamente, aunque políticament
último, empezando e cualificados— que dieron el
he so én
moulins y Danton. Por lo demás, en la capital habían surgido desde tono a los años comprendidos entre 1792 y 1794.
Todo un folclore significativo
habían convertid o en apoyo de actividad
1v1 re V
o Se ona a se expresaba en las miríadas de grabados popula
ticas estructuras que se
1
res que representaban episodios
l

48 secciones, los 1 d:
ciuda d a a os se I reunian
Í. al í a :
d diario: se tra ab: a de de revolucionarios, en las barajas de cartas e inclus
ria.
Í Eran 1 y
o en los manteles de uso cotidia-
ind tentes
d entes :
y p ersonas sin trabajo. E En estas asam: : no. Esto se manifestó sobre todo en la escarapela
1 tes, productores 1independi
comercian tricolor (hecha obligatoria para
d
es
dos p oco a poco:
: en si : 1792, ade:
cen. los hombres a partir del decreto del 8 de julio
bleas p ifén
eriféricas los moder ados fueron aC
arrincona
de 1792) y en el sombrero frigio de
ión popular más amplia La ten color rojo, llevado sobre todo por sans-culotte
más, estas asambleas se abrieron a una participac
, s, en la chaqueta corta llamada

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452 EL SIGLO XVII LA REVOLUCIÓN FRANCESA 453

«carmañola» y en la pica, arma que fue definida como Estos últimos eran en
sagrada por Robespierre. sibles a la campaña de los jacobinos y de los sans-culottes.
No debe extrañar que, frente a la contrarrevolución s negocian tes O asalaria dos ganados paraAOla causa
aliada con la Iglesia tra- gran parte artesano s, pequeño
dicional y animada por muchos de sus ministros, los actividad pun
más radicales promovieran revolucionaria e inclinados, en el interior del país, a una
no sólo formas de culto laico, sino también ceremonias ios.
y decisiones incluso anti- idi tra sus adversar
cristianas. Jacques Hébert y su lugarteniente Pierre- ron que elco
Gaspard Chaumette estu- esta situación repleta de tensiones, los girondinos sostuvie
vieron al frente, junto con Joseph Fouché, de una campañ ades contra las potencia s europeas movilizadas
a anticristiana. tanto en mino de salida era abrir hostilid
París como en todas las provincias francesas. En noviem un ultimát um al emperad or Leo-
bre de 1793, con acom- contra Fran cia. El 25 de enero de 1792 se envió
pañamiento de rituales laicos, la Diosa Razón fue la guerra el 20 de abril según propuest a ideada
solemnemente entronizada en poldo Il y se dec laró oficialm ente
Notre-Dame, mientras que párrocos y obispos eran obligad o Francisco Il había
os a abandonar sus por el propio Luis XVL Pero precisamente en aquel moment
cargos. Un tanto diferente era la orientación de Robespi : go, y con ello las operaciones
erre, favorable al culto sucedido a Leopold o IL en el trono de los Habsbur
del Ser Supremo (cuya primera fiesta se celebró el 18 un impulso inmediat o. Las cortes de Viena y de Berlín
de junio de 1794). Domi- militares experim entaron
nado por el entusiasmo por una religión civil de modelo de breve duración y que se produciría un rá-
rousseauniano, Robes- contaban con que sería un conflicto
pierre se proponía dar a la virtud laica el apoyo de adversar io. Estas previsio nes se revelaron justificadas
la fe en la inmortalidad del pido derrum bamien to del
alma y en el Ser Supremo. Junto a semejantes iniciati fuerzas francesa s huyeron en desorden
vas sin duda minoritarias sólo al comienzo. Primero, en efecto, las
hay que señalar el papel más extenso y eficaz que represe del duque de Brunswi ck. El ejército O orcdo
ntaron el teatro y la mú- ante las austropr usianas
sica. El primero fue sin duda alguna una caja de aristocrá ticos, no había e do
resonancia de la Revolución y vado en gran parte de los experimentados cuadros
fue deliberadamente orientado en este sentido por un decreto y, sobre todo, amalgam ar las tropas Pa e las o
oficial del 19 de tiempo de reorganizarse
enero de 1791. La segunda supo galvanizar a las en verano de no
multitudes y, sobre todo des- vas improvisadas del gobierno. Así, con la huida,
pués, a las masas armadas a las que en definitiva se confió ck, que no supo apr
la supervivencia de la pudo salvarse de la experta táctica del duque de Brunswi
causa revolucionaria. El Ca ira data del mes de julio o o o
de 1790; la Carmagnole y char su ventaja.
la Marche lugubre, de los meses siguientes. El Peuple ado y más rápido de lo que podía imagi
éveille-t0i fue compuesto La revancha tuvo un perfil inesper
en 1791 para el traslado de los restos de Voltaire al Panteón ante todo a una aportar
. La canción que lue- narse. Sin duda se debió a un concurso de factores, pero
go será definitiva, la Marseillaise, fue escrita y compuesta de la Revoluc ión, que UN inc 1so
para los soldados de la ción colectiva de energías puestas en defensa
armada del Rin por un oficial de talento, Claude Rouger El auténtic o ejército nacional , fundado en una va me
de Lisle, con el título pri- ajacobinos y aristócratas.
mitivo de Chant de guerre pour 'armée du Rhin. Este conjunt de septiem re o e
o de símbolos, cre- versal y obligatoria, no se formó hasta la ley de J ourdan,
aciones y cantos era el apoyo y el vehículo para la de 1792 se había tendido en aquella direcció n. pao
consolidación de las fuerzas aunque únicamente a partir
colectivas, sin las cuales la voluntad y la obstinación de los volunta rios y se mejoro !
políticos habrían re- tonces se adiestró y equipó a un mayor número de
sultado vanas. Carnot logró de forma genial adaptar os más
artillería. El matemático Lazare
La nueva Asamblea Legislativa, la primera de tipo modern nuevo ejército de masas
o elegida en Fran- modernos conocimientos tácticos a las exigencias del
cla, tuvo una vida breve: desde el 1 de octubre de merecie ndo así sin duda alguna el títu o .
1791 hasta el 10 de agosto de que la Revolución estaba reuniendo,
1792. En ella eran ya pocos los aristócratas y eclesiásticos 1792 el ejército de Pr
que ocupaban un pues- organisateur de la victoire. El 20 de septiembre de
to, antes bien había muchos administradores locales, y tuvo que retroce er a
abogados, médicos y mili- fue derrotado en Valmy por Dumouriez y Kellermann
tares, en su gran mayoría partidarios de la monarquía constit de octubre siguient e el conde de Custine ocupó la ona
ucional. Eran hom- ta la frontera. En el mes
bres nuevos, decididos a no admitir en sus filas a al tiempo que a vicspria
quien hubiera formado parte de izquierda del Rin llegando hasta Maguncia y Frankfurt,
la Asamblea Constituyente (aunque hubo muchas excepci re de 1792) permitía a Dumouri ez apo PA
ones). Los girondinos, de Jemappes (6 de noviemb
que no formaban un partido organizado y que provení aquel entonce s Carnot no era el único que o alan
an en gran parte de la pe- Países Bajos austríac os. En
queña burguesía, se situaban en el centro del hemiciclo; se extem fa esde
la derecha la ocupaban la doctrina de las «fronteras naturales», según la cual Francia
los fuldenses y la izquierda los jacobinos. Estos últimos
habían formado inicial- hasta los Alpes y el curso de Rin. El cambio total de la situación me
los Pirineos
mente un club bretón, reconstituido como de expansión te oa
Sociedad de los Amigos de la Consti- litar permitió a los revolucionarios desempolvar apetitos
tución (su nombre se debía a que se habían instalado en el convento parisino de demasiado, el 27 de no
dignos de Luis XIV. De esta manera, sin dudarlo
San Jacobo). De los 750 miembros de la -
Asamblea Legislativa, los jacobinos etó la anexión de Saboya.
eran sólo 136, aunque los disturbios y las agitaciones del invierno correspon- tenido lugar también un vuelco político. Entre mayo
ncianto. <n París había
diente de 1791-1792 aumentaron mucho su entre el deseo de aproxima rse al
ascendiente, sobre todo en la capital. ? agosto de 1792 los girondinos habían oscilado
En aquellos meses la inflación se agravó e vez más
z
juego, cada
.

hizo aumentar el paro, al tiempo que más rigurosa con


.
respecto a su doble
soberano y una actitud
y

la revuelta rural se hacía aún más grave: las entonces más que sal-
masas urbanas se hacían así más sen- evidente. No era ningún misterio que el rey no esperaba

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225/250
454 EL SIGLO XVII LA REVOLUCIÓN FRANCESA 455

Las corrientes de la Asamblea Legislativa (1791)


lencias intestinas como de la radical acción de gobierno, así como de la lucha mi-
litar. Improvisados tribunales del pueblo provocaron masacres, al tiempo que Ro-
bespierre proponía someter a Luis XVI a la Convención y condenarlo a muerte
Número de diputados por traición; las pasiones y los instintos sanguinarios se juntaron con el maxima-
lismo político, dando lugar a la fase que ha sido denominada del Terror. Descu-
400 biertos el 20 de noviembre de 1792 unos documentos sumamente compromete-
dores para Luis XVl, éste fue declarado culpable por una reducida mayoría y
guillotinado el 21 de enero de 1793. A partir de marzo siguiente estallaba la re-
vuelta armada de los campesinos de la Vendée, seguida al poco por la de los
chouans bretones y normandos. El 9 de marzo de 1793 se organizó un Tribunal
revolucionario encargado de reprimir los delitos políticos: entre el 5 y el 6 de
abril nació el Comité de Salud Pública.
En la Convención ocupaban puestos todavía los girondinos, que inicialmente
proporcionaron al gobierno el mayor número de ministros. A ellos, no obstante,
se oponían cada vez más ásperamente los jacobinos y los sans-culottes. Estas dos
facciones constituyeron en mayo de 1793 un Comité Central Revolucionario que
organizó y dirigió las revueltas producidas entre el 31 de mayo y el 2 de junio.
Llevaron a la depuración de la asamblea de los jefes girondinos, a la formación
Jacobinos
de una fuerza armada de veinte mil sans-culottes y a la sanción de una nueva
1% Fuldenses E Independientes En
constitución. El gobierno surgido de este proceso se basaba en dos potentes co-
mités, que a su vez tenían sus Órganos representativos y activos en las provincias.
FUENTE: M. Peronnet, Op. Cll. Mientras que los jacobinos controlaban la Convención y los órganos gubernati-
vos, los sans-culottes regían la Comuna de París, además de dominar los Comi-
tés revolucionarios locales y la Guardia Nacional. Durante este período fueron

varse mediante el éxito de los ejércitos extranjeros. Por lo demás, ante la explo-
sión de patriotismo y de unidad revolucionaria catalizada por la guerra, los gi- Las corrientes en la Convención (1792)
rondinos habían intentado aprovechar aquel dinamismo en beneficio propio. Se
llegó así a principios de agosto, cuando el duque de Brunswick amenazó con una
venganza sumaria contra los miembros de las «secciones» parisinas y de la Guar- Número de diputados
dia Nacional encontrados con armas en la mano. El 3 de agosto el alcalde de la
capital francesa, Jéróme Pétion, en nombre de 47 «secciones» sobre un total de 300
48, pidió a la Asamblea Legislativa que el rey fuese declarado soberano destro-
nado. Ante la incertidumbre de los diputados, al cabo de pocos días el pueblo de
París se constituyó en Comuna insurreccional y tomó las armas. El 10 de agosto
tuvo lugar el asalto a las Tullerías, donde residía el soberano, por los grupos ja-
cobinos, las milicias revolucionarias y los sans-culottes. Primero los guardias
suizos dispararon, pero luego Luis XVI ordenó cesar el fuego. Inmediatamente
después la Asamblea Legislativa, en la que se había refugiado el rey, no sólo lo
-
suspendió en sus funciones, sino que incluso reconoció a la Comuna insurreccio
nal de París. Esto provocó un rápido vuelco, pues la Comuna pudo imponer que
la Asamblea Legislativa diera lugar cuanto antes a una nueva instancia: la Con-
vención Nacional. Rápidamente establecida, esta última abolió la monarquía
(21 18)
XX Grupo Brissot EH] Llanura E Montaña
de septiembre de 1792) y proclamó la república. - o
Esta nueva versión del régimen revoluciona rio representab a la fase más ex-
vio- FUENTE: M. Peronnet, op. cit.
tremista de todas las rebeliones francesas, tanto desde el punto de vista de las

226/250
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456
EL SIGLO XvVIn 457
LA REVOLUCIÓN FRANCESA

Verano de 1793 en Francia

Bajo su dominio la represión ma


legal escapó incluso al control A
(
Ocupaciones irancesóe al inicio de 1793
la sospecha y a menudo bast gubernativo: reinaba INGLESES
aba ser sospechoso para ser USTRÍACOS
Cuando Robespierre y sus condenado a muerte.
principales lugartenientes insurreciones federalistas
del Comité de Salud Pública, entraron a formar parte 2: :
éste se convirtió en el corazón de tendencia realista z
4
cionario. Bajo la presión conj del régimen revolu- )
insurrécciones
unta de los sans-culottes y
les de septiembre de 1793 de los jacobinos, a fina- kerugss :
Dunkerd PRUSIANOS
se aumentaron los salarios Ofensivas de los coaligado:
un precio oficial a muchos en un 50 por 100 y se fijó
bienes esenciales. Con todo,
alianza de las dos facciones hacia finales de año la
empezaba a quebrarse, sobr
culottes eran poco favorables e todo porque los sans-
a la acción dura y centralizada
Pública, así como del Comité del Comité de Salud
de Seguridad General. Robespie
frente a los grupos de oposició rre tenía que hacer
n de Hébert y de Danton-Desmo
ulins, aunque lo-

Inmediatamente después de
un atentado contra su vida, Robe
una ley que privaba al prisione spierre hizo aprobar
nio de 1794). Esta disposición
ro del apoyo de una defensa
colegiada (10 de ju- II,
tina, la mitad de las que se
provocó cerca de 1.300 ejec
uciones con la guillo- 7 E
adscriben al Terror. Dado Besancón >
cruzaban las competencias que a menudo se entre- PRL
de los dos comités supremos
disensiones y conflictos, que , entre ellos surgieron
se produjeron incluso dentro
Pública (entre Carnot o Coll del Comité de Salud acom,
ot por un lado y Robespierre
El 27 de julio de ese mismo
tinado al día siguiente sin que
año se detuvo al mismo Robe
o Saint-Just por otro).
spierre, que fue guillo-
los sans-culottes acertasen a
a - ¿SABOYA
Los innegables excesos a que reaccionar.
había llevado la fase del Terr
la acción emprendida por or y la dureza de
los dos comités de la Conv
ención contribuyeron a

AE
Ult
úl
A
lhe
pp
cobina, el objetivo de los suce
sores de Robespierre fue supe
de 1794-1795, marcado por rar el duro invierno
problemas de alimentación
trataba además de liquidar y por insurrecciones. Se
a los sans-culottes como fuer
Convención logró este objetivo za política y militar. La
aprovechando la revuelta del
1795, que condujo a realizar 20 de mayo de
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458 EL SIGLO XVII LA REVOLUCIÓN FRANCESA 459

a Masséna, Murat y Jourdan hay que citar a Hoche, Bonaparte, Kellermann y Au- que, ante la presión de fuertes dificultades financieras, el Directorio les pidió que
gereau. Jourdan, tras haber derrotado a Coburg en Wattignies (octubre de 1793), hicieran las tropas vivieran a expensas de las tierras conquistadas.
logró batirlo de nuevo en Fleurus (junio de 1794), persiguiendo al último soldado En septiembre de 1797 el Directorio entraba en crisis: uno de sus miembros,
enemigo más allá de la frontera septentrional, y en octubre del mismo año hasta Barthélémy, fue arrestado y otro, Carnot, tuvo que emprender la huida; 214 di-
más allá del Rur, al otro lado del Rin. De modo que ya no quedaba gran cosa de putados de su misma tendencia fueron depurados. Este golpe de Estado llevado a
la primera coalición, en la que se habían unido contra Francia, Rusia y Prusia, Es- cabo entre el 3 y el 4 de septiembre lo dio el general Augereau. Entretanto surgía
paña y Portugal, además de Inglaterra y los estados italianos. Sin duda Inglaterra la estrella de otro general: Bonaparte. En su campaña de Italia de 1796 había
no se había debilitado: sin rivales en el Atlántico gracias a su superioridad numé- comprendido ya que podía tener mano libre en grado notable si con sus conquis-
rica, tendía por supuesto a reforzar su propia potencia en el Mediterráneo. tas contribuía a acrecentar las finanzas y el patrimonio del Estado. Sólo en sus
Desde julio de 1794, cuando empezaron a imponer sus ideas a los pueblos ve- primeros tres meses de operaciones militares, en efecto, hizo afluir a las arcas del
cinos, los franceses se mostraron bastante menos interesados en permitirles deci- erario francés la ingente suma de sesenta millones de francos. A fines de 1797
dir de modo autónomo su propia suerte. Entre los efectos de la constitución por Bonaparte logró boicotear un acuerdo con Inglaterra y persuadir al Directorio de
ellos exportada (la del año III, es decir, la de 1795), hay que destacar ciertamen- que le confiase realizar una expedición a Egipto. El general difícilmente hubiera
te la eliminación de los guetos, la disolución de los tres órdenes privilegiados, la podido atravesar el Mediterráneo si Nelson no hubiese creído que el objetivo na-
confiscación de las tierras eclesiásticas, etc., además de las elecciones por sufra- poleónico era Inglaterra. Poco después de la llegada de Bonaparte a Egipto, el al-
gio más o menos limitado. Pero hay que recordar, por ejemplo, que en los Países mirante inglés se tomó, sin embargo, una clara revancha desbaratando la flota
Bajos austríacos y en varias regiones italianas las nuevas medidas de asistencia francesa en Aboukir (1 de agosto de 1798).
pública no bastaron para compensar a los pobres la pérdida de la caridad religio- La peligrosa campaña de Egipto inauguró a su manera una nueva fase que
sa. Por otra parte, los que se beneficiaron de la liberación de la tierra, de los diez- poco tenía ya que ver con la Revolución francesa. Ciertamente, a su modo Bona-
mos y de las tasas feudales vieron cómo estas ventajas quedaban eliminadas por parte no era un simple alférez, pero no tardó en demostrar que ponía en primer
el aumento de los precios y por las imposiciones de los recaudadores revolucio- lugar y sobre todo su propia ambición personal, en lugar de dedicarse a mejorar
narios. No hay que extrañarse, pues, de que los franceses, más que obtener grati- la suerte de toda la nación. La expedición egipcia puso a Francia en guerra con-
tud, encontrasen una serie de demostraciones hostiles por parte de los campesi- tra Turquía y reavivó la reacción de Rusia (cuyos navíos fueron a ocupar tempo-
nos y de los pequeños consumidores de las ciudades. Vale la pena citar el caso del ralmente las islas Jónicas). En la península italiana, entretanto, las tropas france-
territorio belga, anexionado por la Convención como provincia francesa en octu- sas habían invadido los Estados Pontificios (febrero de 1798), que acto seguido
bre de 1795: las extorsiones y las incautaciones que se practicaron allí expoliaron el ejército napolitano recuperó parcialmente. El general Championnet, sin em-
los recursos de toda la zona. No muy diferente fue la suerte de Renania, que an- bargo, logró recuperarlos e incluso ocupar Nápoles (23 de enero de 1799), donde
tes de ser anexionada fue sometida a un gobierno militar. En cuanto a Holanda, fue proclamada la República Partenopea. Mientras tanto, los austríacos y los ru-
ocupada por Pichegru a fines de 1794, fue proclamada ciertamente República Bá- sos se dirigían a Suiza e Italia. Los franceses salieron entonces precipitadamente
tava en enero de 1795, pero tuvo que aceptar una guarnición de veinticinco mil de Nápoles hacia Liguria, pero el general Barthélémy Joubert fue derrotado y
hombres y ceder a Francia parte de su territorio. Así fue como la guerra de de- muerto en Novi el 15 de agosto de 1799. La reconquista la llevó a cabo André
fensa revolucionaria de los jacobinos llegó a generar conquistas, anexiones O Masséna, que el 25 y el 26 de septiembre derrotó en Zúrich a los rusos de Korsa-
alianzas onerosas para quien las contraía. kov y obligó a Suvarov a retirarse.
La Convención no fue disuelta hasta el 26 de octubre de 1795, dejando tras de Esquivando una vez más las naves de Nelson, a pesar de algunos éxitos te-
sí una nueva constitución bicameral (con un Consejo de los Quinientos y un Con- rrestres Napoleón decidió abandonar Egipto (octubre de 1799). Desde Fréjus lle-
sejo de los Ancianos de 250 miembros). De esta constitución nació el régimen del gó rápidamente a París, donde asumió el mando de la guarnición militar. Pero no
“Directorio. Los candidatos al ejecutivo eran presentados por los Quinientos a los se limitó a esto. Con un atrevido golpe de mano, secundado por su hermano Lu-
Ancianos, que elegían cinco; cada año expiraba el mandato de uno de estos cin- ciano, logró hacerse nombrar cónsul juntamente con Sieyés y Roger Ducos, otro
co, dando lugar a una sustitución. Este Directorio duraba en el cargo cinco años miembro del Directorio: era el 9-10 de noviembre de 1799 (18 Brumario según el
y no podía ocupar puesto en las asambleas ni promover en ellas leyes. Se abrió calendario revolucionario). Aquel acto puede considerarse el fin de la fase revo-
así un período de inestabilidad política, pues no se supo resolver legalmente las lucionaria: era el preludio del próximo ascenso al trono imperial de Napoleón.
controversias entre el ejecutivo y el legislativo; es decir, que llevó a continuos re-
cursos a la fuerza. En lo que respecta a los grupos políticos, el Directorio intentó
oponer a una facción contra otra; en cuanto a las asambleas generales, se convir-
tieron cada vez más en asambleas esclavas. Su función se acrecentó también por-

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364 EL SIGLO XVII LAS RELACIONES ENTRE LOS ESTADOS EUROPEOS 365

pública. Era, en efecto, la Dieta de los nobles la que elegía al soberano, Italia en 1748
y al me-
nos desde el siglo xvu esta forma institucional había provocado notables
perjui-
cios a las fortunas del país. Como sucedía en el caso sólo relativamente análogo
del Imperio germánico, para toda sucesión abierta se ponía en movimien
to un
mecanismo de candidaturas y de presiones por parte de los estados más
interesa-
dos en el resultado. Sin embargo, mientras que en Alemania la casa
de los Habs-
burgo había logrado progresivamente —entre el si glo xvi y mediados
del xvur-—
asegurarse con bastante solidez la atribución del título imperial, en
el trono pola-
co, en el mismo período no cesaron de alternarse miembros de
varias familias
principescas. Además, a medida que Rusia y Prusia alcanzaban un peso
específi-
co.en aquella zona, su condicionamiento había ido añadiéndose a
los de Francia
y Austria, aparte de los del imperio otomano.
Mientras que la propia Dieta polaca se transformaba en un campo
abierto a
las influencias exteriores y entre sus miembros se delineaban partidos cada
vez
más discordantes, las intromisiones extranjeras se veían proporcionalmente
re-
forzadas. A fines del siglo xv1 había llegado a ser rey de Polonia el elector
de Sa-
jonia Augusto H (1697-1733), que para ocupar aquel trono había tenido
que
abandonar el luteranismo. Determinantes para su elección habían sido
los apoyos
de Prusia y de la Rusia de Pedro el Grande. Cuando el soberano
murió, fueron
Austria y Rusia las que propusieron y al final impusieron la subida al
trono del
hijo Augusto HI (+ 1763), contra el designio de Francia, que
sostuvo, aunque de-
masiado débilmente, la candidatura de Estanislao Leszczynski (quien
entre 1704
y 1709 ya había disputado la corona polaca a Augusto II). Para subrayar
la fla-
grante debilidad de la Dieta bastará recordar que en 1733 estuvo REINO”
primero domi-
nada por las presiones francesas y procedió a la elección de Leszczyns
ki y que DE
antes de terminar ese año, habiéndose reunido en Varsovia las tropas NÁPOLES
rusas, se lle-
gó a la designación de Augusto ML
A partir de 1733 se había desencadenado una especie de guerra entre
los aus- .
7a
trorrusos y los Borbones de París y Madrid precisamente por la
sucesión polaca.
Desde 1730 aproximadamente, Augusto II había aceptado en la práctica
la tutela
de la zarina Ana Ivanovna (+ 1740), sobrina de Pedro el Grande.
Así pues, no ha de
extrañar que ésta asumiese la defensa del hijo de aquel monarca y la sostuviera
hasta que éste fue confirmado en el trono por el tratado firmado en Viena
el 2 de : ia
mayo de 1738. peon
Posesiones de los , se
ES
*
Aunque en franca decadencia, la potencia española no descendió ciertament
e
en el siglo xvi a tal grado de subordinación, aunque precisame
nte por la suce-
sión a su trono se había desencadenado un largo conflicto y se había
accedido fi-
nalmente a poner en él a la dinastía extranjera de los Borbones. Este ron inicialmente representadas por el prelado Giulio Alberoni ( po con
cambio ha-
bía deteriorado inevitablemente el tradicional entendimiento entre
las cortes de vertido en su principal ministro y muy pronto también cardenal. En a primas era
Viena y de Madrid, tanto más cuanto que en torno a 1700 la preponder de 1717, éste aprovechó la ocasión de una ruptura con Austria, ofrecida por
ade
ancia aus-
tríaca llegó a ser sustituida en Italia por la española. No obstante,
el nuevo sobe- tención en Milán de José Molínez, embajador en Roma y designado para el ca .
rano ibérico, Felipe V de Borbón, no fue reconocido por el emperador
Carlos VL go de Gran Inquisidor en Madrid. Una flota española atacó entonces cas py
mientras que se la rivalidad entre ellos se agudizaba, pues ambos aspiraban
a la breve tiempo se apoderó de Cerdeña, que había entrado a formar parte e os o
posesión de Sicilia (atribuida en un primer momento a Saboya).
Isabel Farnesio, minios de los Habsburgo. Pero los logros de esta ofensiva se volvieron pro IN
esposa de Felipe V, promovía enérgicamente las iniciativas austríacas,
que fue- perjuicio de la iniciativa de Alberoni. Habiéndose alineado Inglaterra con

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0 2222: LA EDAD MODERNA BIBLIOGRAFÍA 00467
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240/250
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482 LA EDAD MODERNA

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-belge Alberoni, Giulio, prelado, 365, 366 Ariosto, Ludovico, 56, 142; Orlando furio-
ce de 1659 4 1789, A y J.
Picard, París Alberti, Leon Battista, 22; Della pittura, so, 56
22 Aristóteles, 215
Alberto V de Baviera, 146 Arkwright, Richard, 416
Alberto, archiduque, 118 Arminio, calvinista holandés, 213, 315
Albinoni, Tomaso, violinista, 356 Arquímedes, 216 :
Albuquerque, Afonso de, 32, 160 Artois, conde de, hermano de Luis XVI,
Alejandro VL papa, 61 449
Alejo Romanov, zar, 269, 270, 274 Atahualpa, emperador, 153
Alembert, Jean le Rond d', 354; Encyclo- Augereau, general, 458
pédie, 344 . Augusto Il, rey de Polonia, 364
Alfonso el Magnánimo, rey de Aragón y de Augusto JII, Elector de Sajonia, rey de Po-
Nápoles, 51 lonia, 364, 370, 371, 376
Algarotti, Francesco: 1 newtonianesimo Aurengzeb, 387
per le dame, 351 Aventino (uan Turmair), humanista, 57
Almagro, Diego de, 153
Almeida, Francisco de, 159-160
Altieri, familia, 243 Bacon, Francis, 215, 217, 413
Álvarez de Toledo, Juan, 105 Bach, Johann Cristian, 356
Alviano, Bartolomeo d”, 64, 66 Bach, Johann Sebastian, 355, 356-357, 358
Amati, Nicola il Grande, violero, 220 Bach, Karl Philip Emmanuel, 356
Ana Bolena, esposa de Enrique VIII, 84 Baden Durlach, príncipe Karl Wilhelm
Ana de Austria, 236 von, 352

VUE LEO Re

242/250
242/250
486 La EDAD MODERNA ÍNDICE ONOMÁSTICO 487

Bahrdt, K. F., 341 Boulainvilliers, 318 Carlos Manuel L, duque de Saboya, 225 Chmielnicki, Bogdan, etman (jefe de tri-
Balboa, Vasco Núñez de, 151 Boyle, Robert, físico y químico, 217, 316 Carlos Manuel IIL, rey de Cerdeña, 369 bu), 269
Baltimore, lord, 422 Braddock, general inglés, 385 Carlos Teodoro, Elector palatino, 354 Chodowiecki, Daniel, 353
Barbarroja, corsario, 98, 100 Braganza, duque de, véase Juan IV, rey de Carlos V, emperador, 48, 66, 67, 68, 79, Choisel, duque de, 361
Barberini, familia, 243 Portugal 84, 92-100, 105, 112, 127, 151, 156 Cisneros, Jiménez de, cardenal, 104
Bart, Jean, 203 Brahe, Tycho, astrónomo, 217 Carlos VI Habsburgo, emperador, 364, Clemente VIL papa, 68, 105
Barthélémy, Jean-Jacques,: miembro del Bramante, arquitecto y pintor, 22 366-367 Clive, Robert, 390, 391
Directorio, 459 Brés, Guido de, 89 Carlos VII, emperador, 369 Coburg, oficial, 458
Basilio II, zar, 10, 133 Browne, Robert, 257 Carlos VII, rey de Francia, 50 Coen, Jan Pieterszoon, 176
Bauer, Georg, véase Agricola Brunelleschi, Filippo, 20, 22, 223 Carlos VIII, rey de Francia, 60, 61, 62, 64 Coeur, Jacques, 51
Baviera, duque de, 94 Bruno, Giordano, 328 Carlos X Gustavo, rey de Suecia, 270 Coke, Edward, jurista, 258
Bayle, Pierre, 214, 320, 326; Diccionario Brunswick, Fernando de, duque, 331, 372, Carlos X, rey de Francia, 109 Colbert, Jean-Baptiste, 181, 185, 198, 202,
filosófico, 214, Dictionnaire historique 453, 454 Carlos XI, rey de Suecia, 275 203, 297-298, 299, 300, 301, 302
et critique, 328 Bucero, Martín, reformador, 81, 83, 88 Carlos, archiduque, 304, 306 Coligny, Gaspar, almirante, 109
Beaumarchais, Pierre-Augustin Caron de, Buckingham, ministro de Carlos 1 de In- Carlstadt, 80, 92 Colón, Cristóbal, 33, 35, 36-37, 154-155,
435-436 glaterra, 234 Camot, Lazare, matemático, 453, 456, 459 184
Beccaria, Cesare: De los delitos y de las Buffon, Georges-Louis Leclerc, conde de, 351 Carteret, sir John, 422 Collins, Anthony, 328, 330
penas, 342 : Bullinger, Heinrich, teólogo, 88 Cartier, Jacques, 161, 184 Collot, 456
Behring, Vitus, explorador danés, 383 Burgoyne, John, general, 435 Cartwright, Edmund, 416 Comenius, Johann Amos, 334
Belle-Íle, mariscal de, 368, 441 Burlamacchi, financiero, 201 Carvalho, Sebastiáo José de, marqués de Cormmynes, Philippe de, historiador y cro-
Bentivoglio, familia de Bolonia, 18 Bussy, marqués de, 391 Pombal, 347 nista, 48, 49
Berkeley, lord John, 422 Buxtehude, Dietrich, músico, 223 Cassini, Giacomo, astrónomo, 351 Concini, Concino, favorito de María de
Bernard, Jean-Frédéric, 328 Byng. almirante, 366, 371 Cassini, Giandomenico, astrónomo, 217 Médicis, 234
Bernard, Samuel, banquero, 201 Byrd, William, 146 Castellion, Sébastien, 92 Condé, príncipe de, 229, 236, 302
Bernardino de Siena, 17 Catalina de Aragón, esposa de Enrique Condorcet, Marie-Jean-Antoine Caritat,
Bernini, Gian Lorenzo, arquitecto, 220, VIL 84 marqués de, 335
247, 352 Caboto, Giovanni, 33, 148, 166 Catalina de Braganza, esposa de Carlos U Confucio, 279
Bérulle, cardenal, 212, 213 Caboto, Sebastiano, 148 de Inglaterra, 179 Contarini, Gasparo, cardenal, 105
Berwick, duque de, 366 Cabral, Alvares, 158 Catalina Il, emperatriz de Rusia, 350, 353, Cook, James, 380
Besarión, Juan, 19 Calcondila, Demetrio, 19 373, 374, 375,376, 377, 378, 449 Coornhert, Dick, 314
Besson, J.: Théátre des instruments mathé- Calvino, Juan, 88-90, 91, 94, 108, 109, 140, Cavalieri, Emilio dei: Rappresentazione di Coote, Eyre, comandante inglés, 391
matiques et méchaniques, 216 145, 439; Institution chrétienne, 89 anima e di corpo, 222 Copérnico, Nicolás, 216, 312
Biren, favorito de la zarina Ana lvanovna, Camóes, Luis Vaz de: Os Lusiadas, 142 Cavalli, Pierfrancesco: Artemisa, 222; Egis- Corelli, Arcangelo, compositor, 220, 356
374 Cao, Diego, navegante portugués, 34 to, 222; Eritrea, 222; Hércules amante, Cornwallis, lord, general inglés, 436
Biringuccio, Vannozzo: Pirotechnia, 216 Carafa, Gian Pietro, teatino, 104, 105 222; Jasón, 222 Coronado, Francisco, explorador, 418
Blake, almirante, 263 Caravaggio, Michelangelo, 220 Caxton, William, editor, 29 Cort, Henry, 416
Blount, Charles, 328 Carissimi, Giacomo, compositor, 222, 223 Cayetano, cardenal, legado pontificio en Cortés, Hernán, 151
Bodin, Jean, 213, 215, 314 Carlos Borromeo, san, 145 Alemania, 79 Cosme I de Médicis, 94
Boerhaave, Hermann, 329 Carlos Eduardo Estuardo, 369 Cellini, Benvenuto, 216 Cosme HI, emperador, 245
Boiardo, 142 Carlos el Temerario, duque de Borgoña, Cervini, Marcello, 105 Costeley, Guillaume, compositor, 145
Bonaparte, general, véase Napoleón Bona- 48, 50, 59, 65 Chambers, Ephraim, editor, 330 Couperin, Francois, compositor, 356; L'a-
parte Carlos Í, rey de Inglaterra, 228, 234, 255, Championnet, general, 459 pothéose de Corelli, 356
Bonvisi, familia, 51 259, 260-261 Champlain, Samuel, 180 Coxinga, jefe corsario, 278
Bora, Katharina von, esposa de Lutero, 81 Carlos Il, rey de Inglaterra, 179, 253, 262, Chancellor, Richard, explorador, 140 Cranach, Lucas, 83
Borbones, dinasía de los, 112, 364, 369 264, 265, 266, 422, 423 Chardin, Jean-Baptiste-Siméon, 353 Cranmer, Thomas, arzobispo de Canter-
Borgia, familia, 243 Carlos IL, rey de España, 196, 304-305 Charpentier, Marc-Antoine, músico, 223 bury, 84, 86
Borromini, Francesco, arquitecto, 220, 247, Carlos HI de Borbón, rey de España, 346, Chaumette, Pierre-Gaspard, 452 Crell, Johannes, 315
352 347, 366 Cherbury, Herbert de, 213, 315 Crisolora, Emmanuel, 19
Boscawen, almirante, 385, 386, 390 Carlos IV, duque de Lorena, 304 Chigi, familia, 243 Cristián IV, rey de Dinamarca, 227

el

243/250
243/250
488
LA EDAD MODERNA
ÍNDICE ONOMÁSTICO 489
Cristina, reina de Suecia,
207, 228, 270 Eduardo VI, rey de Inglater
Croce, Giovanni, composit ra, 85, 140
or, 145 Elcano, Juan Sebastián, 33 Fénelon, Francois de Salignac de la Mothe, Geer, Louis de, banquero, 201
Cromwell, Oliver, 195, 251,252, 253, 254,
Emilio, Paolo, 56 318 Gemisto, Jorge, 19
261-262, 263, 282, 299,
439 Enrique el Navegante, Feodor, zar, 272 Genoino, abate, 236
Cromwell, Thomas, secretar príncipe portugués,
io de Enrique 34, 167 Ferenc Il Rakoczi, 293 Gerhardt, Paul, poeta luterano, 213
VHL 46, 49 civile del regno
Enrique IL, rey de Francia, Fernández de Córdoba, Gonzalo, 62, 63, Giannone, Pietro: [storia
Crucius, banqueros, 201 94
Enrique HI, rey de Francia, 65 di Napoli, 329
Cumberland, duque de, 369, 109
370, 372 Enrique IV, rey de Francia, Fernando el Católico, rey, 48, 49, 54, 59, Gilbert, William: De magnete, 216
Custine, conde de, 453 110, 11], 1 18, editor, 137
201, 225, 234 61, 62, 63, 66, 154 Giunti el Joven, Luc' Antonio,
Enrique VIL rey de Inglater Fernando 1I de Habsburgo, emperador, 84, Gliick, Christoph Willibald, compositor,
ra, 56, 59, 166 357; Alcestes, 357; Orfeo y Eurídice,
Enrique VIH, rey de Ingl 94, 193, 226, 227, 228, 244-245
Dale, Antonio van, médico, aterra, 46, 49, 84,
328 85, 86, 253, 418 Fernando IL, emperador, 229, 291 357
Danby, ministro, 266
Erasmo de Rotterdam, Filmer, 207 Gobelin, familia, 203
Danton, Georges-Jacques, 77,87, 88, 318
450, 456 Estaing, conde de, 436 Firmian, conde de, 348 Gomar, calvinista holandés, 213
Darby, Abraham, 412,
416
Estanislao Augusto, rey Fleury, abate Claude, historiador de la Gonzaga, Ferrante, 18, 146
Daun, general, 372, 372 de Polonia, 376,
378,379 Iglesia, 317, 361 Gonzaga, Francisco, 225
Day, John, 436
Esteban Bathory, príncipe de Foix, Gastón de, 66 Goudimel, Claude, 145
De Grasse, almirante, 436 Transilvania, Fontana, Carlo, arquitecto, 247, 355 Granvela, Antonio Perrenot de, 112-113
Deane, Selas, comerciante, 120, 121
435 Esterhazy, príncipe húngaro, Fontenelle, Bernard Le Bovier de, 328; En- Gresham, Thomas, 215
Defoe, Daniel, 325 357 tretiens sur la pluralité des mondes, Grew, Nehemiah, histólogo de las plantas,
Estuardo, dinastía
Delisle, Guillaume, geógrafo de los, 250, 254, 255,
, 351 258, 259, 262 351 217
Desaguliers, hugonote, 330
Eugenio de Saboya, Fouché, Joseph, 452 Groote, Geert, 77
Descartes, René, 217, 218, príncipe, 305, 366,
316, 319, 325 367 Fox, John, 265 104 Grozio, Hugo, 232
Desmouins, Camille, 450,
456 Francisco de Paula, san, Gualterotti, comerciantes, 160
Dias, Bartolomé, havegant
e portugués, 32, Francisco 1 de Lorena, emperador, 366, 370 Guarini, Guarino, arquitecto, 247
34,36
Farnesio, Alejandro, 115, Francisco l, rey de Francia, 46, 47, 66, 67, Guarneri, Giuseppe Bartolomeo, violero,
Diderot, Denis, 327, 344, 117-1 18, 231
354; Encyclopé- Federico Cesi, príncipe, 94, 98, 105 - 220
die, 329, 344, 404 218
Federico de Sajonia, elect Francisco II, duque de Bretaña, 61, 109 Guicciardini, Francesco, 142
Doria, Andrea, 69, 100 or, 79,80 Guillermo IM de Orange, rey de Inglaterra,
Federico Ernesto, 231 Francisco 11, emperador, 453
Downing, sir George, 202
Federico Guillermo L rey Franck, Sebastian, 92 254, 267-268, 303
Dragut, almirante turco
, 100, 118 de Prusia, 286- 331, 436, 439 Guillermo IV de Hesse, landgrave, 217
287, 336, 367 Franklin, Benjamin,
Drake, Francis, corsario,
117, 118, 162, Federico Frantz, Johann Michael, 351 Guisa, Enrique de, 222, 236
418 Guillermo, gran Elector de Bran-
Frescobaldi, Gerolamo, compositor, 222, Gustavo Adolfo, rey de Suecia, 227-228
Du Plessis Mornay, hugonote deburgo, 229, 270, 284-
, 213 286, 302 223,356 ! Gustavo UL rey de Suecia, 349
Federico Il, rey de Dinamarc
Du Plessis, Armand, a, 217 Gustavo Vasa, rey de Suecia, 84
cardenal, véase Ri- Federico Ill, rey de Dina Froberger, Johann Jakob, compositor, 223
chelieu marca, 283
Gutemberg, Johannes G., 28
Federico H, rey de Prusi Frobisher, Martin, 162, 418
Ducos, Roger, 459 a, 331, 337, 341,
347, 348, 363, 367-372, Fugger, familia, 51, 196
Duglosz, Jan, humanist 378, 403, 406
a, 57: Historiae po-
Federico HI, elector palat
lonicae libri duodecim, 57 ino, 89 Habsburgo, dinastía de los, 67, 68, 71, 81,
Dumourijez, Charles-Fran Federico V del Palatina
do, rey, 226, 227
cois du Périer, Felbinger, lgnaz, abate Gabrieli, Andrea, compositor, 145, 221 92, 94, 103, 107, 120, 121, 227, 228,
general, 453 , 337
229, 238, 288-293, 294, 305, 348, 364,
Felipe Il, rey de España, Gabrieli, Giovanni, compositor, 220, 221,
Duni, Egidio Romualdo, Músi 94, 110, 112,115,
co, 355 116, 117, 118, 128, 134, 223 , 373,375, 375, 378, 399, 406
Dupleix, Joseph-Francois, 149, 281
390 Felipe UL rey de España, aleno, Claudio, 21 Habsburgo, Rodolfo de, 121
Duquesne, comandante 118, 226
francés, 302 Felipe IV, rey de España, Ca Galilei, 215, 217, 218, 312, 319, Haendel, Georg Friedrich, 356
207, 301 Hargreaves, James, 416
Felipe Neri, san, 413
104, 145
Felipe V de Borbón, rey Gama, Vasco de, 32, 36 Hartley, David, 329
Eanes, Gil, descubridor
portugués, 31 de España, 304- Hartlib, Samuel, 218
305, 306, 364 Gassendi, Pierre, 214
Eck, Johann, 73, 80
Felipe, duque de Anjou, Gates, Horatio, 435, 436 illiam, 217 i
Ecolampadio, 83, 88 304
Feltre, Vittorino da, 18 Gaza, Teodoro de, 19 DS ars, gobernador en la India,
Gee, Joshua, 409 391

244/250
244/250
490 LA EDAD MODERNA ÍNDICE ONOMÁSTICO 491

Jacobo VII, rey de Escocia, 369 Kremer, Gerhard, véase Mercator Louvois, marqués de, véase Le Tellier,
Hawkins, John, corsario inglés, 162, 178, 418
Jacquard, Joseph-Marie, 416 KriZhanic, Juri, 272 Francois-Michel
Haydn, Franz Joseph, 357, 358
Hébert, Jacques, 450, 452, 456 Jafar, Mir, nabab, 390 Lower, Richard, 217

Helvétius, Claude-Adrien, 329, 344 Jagellón, dinastía de los, 120 Lud, Nel, 417
Janequin, Clément, 145 La Bourdonnais, Mahé de, 389 Ludovico el Moro, 61, 63, 64
Heshen, general chino, 394-395
Jars, Gabriel, 412 La Fayette, marqués de, 436, 446 Luis XL rey de Francia, 48, 49, 54, 9, 60
Hesse, Felipe de, 80
Heyn, Piet, 171 Jefferson, Thomas, 435, 439 La Mothe le Vayer, 214 Luis XII, rey de Francia, 56, 62, 63
Ladislao, príncipe, 121 Luis XIII, rey de Francia, 166, 236
Hobbes, Thomas, 207, 255, 265 Jerónimo de Praga, 13, 77
Jerusalem, J. F., eclesiástico, 341 Laffemas, 225 Luis XIV, rey de Francia, 166, 181, 185,
Hoche, 458
Lafitau, Joseph-Francois, 203, 222, 234,
Hoeufft, Jan, banquero, 201 Jorge l, rey de Inglaterra, 361 323 236, 245, 267, 268, 283,
Hoeufft, Mateo, banquero, 201 Jorge II, rey de Inglaterra, 406 Las Casas, Bartolomé de, 156 294, 296, 298, 299, 301-307, 322, 330,
familia, 284, 286, 363, 373 José 1, emperador, 306 Lascy, mariscal, 366 361, 439, 440, 453
Hohenzollern,
José 1, rey de Portugal, 347, 353 Lassus, Roland de, compositor, 145 Luis XV, rey de Francia, 347, 382, 386,
Holbach, Paul-Henri Dietrich, barón de,
José l de Austria, 337, 348-349, 378 Laud, William, 259, 260 393
329, 343; Systéme de la nature, 344
José, rey de los rumanos, 293 Laudon, mariscal, 375 Luis XVI, rey de Francia, 347, 378, 440,
Holstein, Pedro de, véase Pedro TIL, zar
Hooke, Robert, físico y astrónomo, 217, 351 Joubert, Barthélémy, general, 459 Lautrec, general, 67, 68 444, 446, 450, 453, 455
Jourdan, 458 Le Tellier, Frangois-Michel, marqués de Luli, Giovan Battista, compositor, 220,
Howe, Richard, almirante, 435
Juan Casimiro, rey de Polonia, 269 Louvois, 298, 299, 300, 302 222
Howe, sir William, comandante en jefe,
435 Juan IL, rey de Portugal, 34 Lecomte, Louis, jesuita: Nouveaux mémoi- Lutero, Martín, 14, 72, 79, 80, 81-84, 87,
Hubmaier, Balthasar, 92 Juan IV, rey de Portugal, 229, 237 res sur l'état présent de la Chine, 323 88, 93, 108, 109, 126, 142, 145, 439
Juan Il, rey de Suecia, 120, 121 Leeuwenhoek, A., 351
Huisseau, Isaac d': Réunion du christianis-
me, 315 Juan de Dios, san, 104 Legazpi, Miguel López de, 154
Juan de Sajonia, elector, 80 Leibniz, Gottfried Wilhelm, 325 Mably, Gabriel, 376
Hume, David, 340
Juan Jorge de Sajonia, 229 León X, papa, 47, 66, 79, 105 Magallanes, Fernando de, 33, 151, 154
Hus, Jan, 13, 77
Hutten, Ulrich von, 80 Juan Nepomuceno, 17 Leonardo da Vinci, 144 Malatesta, familia de Rímini, 18
Juan Sobieski, rey de Polonia, 303 Leopoldo Í, emperador, 213, 290, 293, Malpighi, Marcello, anatomista, 217
Huyghens, relojero, 216
Julio II, papa, 63, 64, 65, 66, 87, 105 302, 303, 304, 306 Manco, hermanastro de Atahualpa, 153
Junker, nobles propietarios, 284-285, 286 Leopoldo II, emperador, 449, 453 Mandeville, Bernard de, 338
Juvara, Filippo, arquitecto, 247 Leszczynski, Estanislao, 364, 366 Maunsfeld, Ernst von, condottiero, 227
Ignacio de Loyola, san, 107, 108
Lévis, duque de, 386 Mantua, duque de, 225
Imhof, comerciantes, 160
Inocencio VIITL papa, 61
Leyden, Juan de, 82 Manuel, rey de Portugal, 34
Li Zicheng, jefe rebelde, 276 Manuzio, Aldo, editor, 29, 30
Isabel Farnesio, esposa de Felipe V, 364 K'ang-hi, emperador, 181, 182, 278-279,
116, 117, 140, 392, 393 Lilbourne, John, 209 Maquiavelo, Nicolás, 11, 54, 92, 142
Isabel L, reina de Inglaterra,
Lincoln, Benjamin, general, 436 Maraldi, Gian Domenico, astrónomo, 351
146, 201, 207, 250, 256, 262, 373, 374, Kaunitz, Wenzel Anton von, canciller aus-
tríaco, 345, 371 Linné, Carl von, 351 Marat, Jean-Paul, 450, 451
419
Isabel la Católica, reina de Castilla, 36, 48, Kay, John, 416 Lisle, Claude Roger de, compositor de la Marchand, Prosper, 331
59, 154 Keiser, Reinahrd, compositor, 222 Marsellaise, 452 Marchi, Francesco, 27
Isabel Romanov, zarina, 370-371, 373 Kellermann, 453, 458 Lock, Michael, 162 Margarita, duquesa de Parma, 112, 113
Iván IL zar, 10 Kepler, Johannes, astrónomo, 217, 218 Locke, John, 207, 213, 265-266, 321-323, María Antonieta, esposa de Luis XVI, 456
Iván TIL zar, 120, 132 Kerll, Johann Kaspar von, compositor, 222 325-326, 327, 328, 422, 435, 446; En- María de Lorena, regente, 89
Khaireddin, véase Barbarroja sayo sobre el entendimiento humano, María Estuardo, 116, 117
Iván IV el Terrible, zar, 120, 121, 133, 140
Kiang-long, emperador chino, 380, 383, 321; Ensayo sobre la tolerancia, 265 María Teresa, archiduquesa austríaca, 330,
392, 394, 395 Lomérie de Brienne, Étienne, ministro de 337,369, 371,373, 378,411
Finanzas, 444 : María Teresa, esposa de Luis XIV, 185,
Jacobo L rey de Inglaterra, 118, 146, 166, Knox, John, 89, 116
201, 207, 253, 254, 255, 257-258, 259, Koberger, Antonio, editor, 30 Longhena, Baldassarre, 247 222, 293, 301, 304
Kónigsmark, Otón Guillermo de, 298 Lorena, Carlos de, 369, 372 María Tudor, reina de Inglaterra, 85, 116
422
Korsakov, 459 Lorena, familia, 346 Marlborough, caudillo de, 305
Jacobo Il, rey de Inglaterra, 267, 299, 305,
366 Kosciuzko, Tadeusz, 379 Lorena, príncipe Francisco de, 330 Marmontel, Jean-Frangois: Bergére des Al-
Krantz, humanista, 57 Lorenzo el Magnífico, 61 pes, 354
Jacobo HI, rey de Inglaterra, 305, 306

ENANA
245/250
245/250
492
LA EDAD MODERNA
ÍNDICE ONOMÁSTICO 493
Martini, Francesco di Giorg
io, 27, 60 Múntzer, Thomas. 82
Masaccio, Tommaso di Giov
anni, 22 Murat, Joachim, 458 Pamphili, familia, 243 Razjn, Stepan, jefe cosaco, 270, 272
Masaniello, Tommaso Anie
llo, 236 Muratori, Ludovico, 345 Paracelso, médico y alquimista, 215 Rembrandt, Harmensz van Rijn, 220
Masséna, André, 458, 459
Paré, Ambroise, 215 Renaudot, Théophraste, 209
Matías de Habsburgo, empe
rador, 121, 226 Pascal, Blaise, 217, 218; Provinciales, 296 Repnin, Nikolai, general príncipe, 377-378
Maximiliano de Baviera, duque, 226, 229 Napoleón Bonaparte, 458, Patullo, Henry: Essay on the Improvement Reynolds, Joshua, presidente de la Royal
Maximiliano, emperador, 459
59, 60. 61. 62 of Land, 402 Academy, 352
63, 64, 66 Nassau, Mauricio de, 117,
231
Pazzi, familia, 51
Mazarino, Julio, cardenal, Necker, Jacques, ministro Richelieu, Armand Jean du Plessis, carde-
229, 236, 294 de Finanzas, 445
Nelson, Horatio, almirante. Pedro 1 el Grande, zar, 272, 274-275, 284, nal de, 166, 180, 181, 209, 227, 228,
296 459
Neri, Pompeo, 348 345, 364, 380, 383 229, 234, 235, 299, 372
Médicis, Alejandro de, duqu
e, 68 Newcomen, Thomas, mecá Pedro HI, zar, 373 Robespierre, Maximilien de, 452, 456
Médicis, familia, 51, 61, 68, 94, nico, 416
Pedro lH, rey de Portugal, 171
366 244, 346 Newton, Isaac, 312, 316, 325, 328; Philo-
sophiae naturalis Principia Penn, William, 423
Rochambeau,
Rodney, 436
436

Médicis, María de, 225, mathemati-


234 Pergolesi, Giovanni Battista: La serva pa- Rodolfo H, emperador, 226
Médicis, Pedro de, 61 ca, 218, 317
Nicodemo, 90 drona, 354 Rore, Cyprien de, 145
Meerman, banqueros, 201
Nicolás de Cusa, 161, 315; Peri, Jacopo: Dafne, 146 Roscelino, teólogo, 13
Melanchthon, Philipp, 80 De pace fidei,
314 Pérters, Bonaventure des: Cymbalum mun- Rosen, Conrado de, marqués, 299
Mercator (Gerhard Kremer),
30 Nicolás V, papa, 148 di, 92 Rousseau, Jean-Jacques, 342-343, 354,
Mersenne, Marin, 218
Nicot, Jean, embajador franc Pestalozzi, Enrico, 335 356, 376, 447; Contrat social, 342;
Meslier, Jean: Testament,
328 és en Lisboa,
185 Pétion, Jéróme, alcalde de París, 454 Discours sur les sciences et les arts,
Metastasio, Pietro, 354
Nicholson, William, impresor, Piazzetta, Giovanni Battista, 353 342; Émile, 342
Mexía, Pedro: Historia del 350
emperador Nikón, patriarca ruso, 270 Pichegru, 458 Rubens, Peter Paul, 220
Carlos V, 57
Pío IV, papa, 106, 107 Rumiantsov, general, 375
Michaelis, Johann David, 341
Pitt el Viejo, William, 386, 34 Ruyter, Michiel, almirante holandés, 302
Miguel Ángel, 108
Ockham, Guillermo de, Pizarro, Franeisco, 153 Ruzzante, Angelo Beolco, 142
Ming, dinastía, 275, 276-278, 13.78
392 Offray de La Mettrie, Julie Pole, Reginald, cardenal, 105, 106
Molínez, José, embajador n: Homme ma-
en Roma, 365 chine, 329 Potemkin, Grigori, mariscal de campo, 375
Monceau, Duhamel du, 404
Oldenburg, Henry, 218 Pufendorf, Samuel, 321 Saavedra, Juan de, conquistador, 33
Monk, George, 263-264
Olivares, conde-duque de, Pulci, 142 Saboya, Manuel Filiberto de, 94
Montaigne, Michel Eyquem, señor 229
de, 142 Oporinus, impresor, 19 Pulgar, Hernando del: Crónica de Fernan- Saboya, príncipe Tomás de, 236
Montcalm, marqués de, 386
orange ' Guillermo de, 113, do e Isabel, 57 Sadoleto, Jacopo, cardenal, 105
Montefeltro, familia de Urbi 115, 116, 117 >
no, 18 Purcell, Henry, 220 Saint-Evremond, señor de, 319
Montesinos, Antonio, dominico
, 156 Orellana, Francisco de, 153 Saint-Just, Louis Antoine Léon, 456
Montesquieu, Charles de
Secondat, barón Orkney, conde de, gobernad Saint-Pierre, Bernardin de, abate, 318, 322
de, 323, 330, 342, 446; or de Virginia,
323
Cartas persas, 427 i Quesnay, Francois, 346, 401 Saint-Simon, Claude-Henri de Rouvroy,
Orlov, Alejo, 374 conde de, 318
Monteverdi, Claudio, 220, 221-
222; Coro- Ottoboni, familia, 243 Sajonia, mariscal Mauricio de, 369-370
nación de Popea, 222; Orfeo, 146, 222 Oxenstierna, canciller sueco, Rabelais, Francois, 142 Salle, Cavelier de la, explorador, 181.
Montmotency, condestable 228
de, 112 Radicati di Passerano, Alberto, 329 Sammicheli, Michele, 27 :
Morelly: Code de la Nature,
329 Rainaldi, Carlo, arquitecto, 247 Saumaise, Claude: De usuris, 197
Morone, Giovanni, cardenal,
105 Pablo 1 Famesio, Raleigh, sir Walter, 162, 166, 185, 418 Saverio, Francisco, jesuita, 161
Morton, investigador de
la tuberculosis, papa, 105, 106, 108, Rameau, Jean-Philippe, compositor, 354, Savonarola, Girolamo, 17, 80
217 156
Pablo TV Carafa, papa, 94, 357 Scarlatti, Alessandro, compositor, 222,
Mosheim, Lorenz von, 341 106
Paciotto, Francesco, Ramelli, A.: Le diverse et artificiose ma- 223, 354, 356
Mozart, Wolfgang Amadeus, 27
357-358; Don Palestrina, Luigi da, compositor chine, 216 Scarlatti, Domenico, compositor, 356
Giovanni, 358; flauta mági , 145, 356
ca, La, 358; Palissy, Bernard, 216 Rastrelli, Bartolomeo Francesco, 353 Scheidt, Samuel, compositor, 223
Mitrídates, 358
Palladio, Andrea, 144, 223, Ravaillac, asesino de Enrique IV de Fran- Schenchzer, Johann Jacob, teólogo, 319
Mulay-Mohammed, rey de 352, 355
Marruecos, 382 Pallavicino, familia, 51 cia, 225 Schreck, Hans, jesuita alemán, 275
Munro, Hector, 391
Pallavicino, Orazio, financiero Ray, John, anatomista, 217, 322 Schulz, J. H., párroco, 341
, 201
Raynal, Guillaume, abate, 344 Schiitz, Heinrich, compositor, 220

reee
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494 LA EDAD MODERNA ÍNDICE ONOMÁSTICO 495

Schwenckfeld, Kaspar, 91 Tamburini, Pietro, teólogo, 349 Vermuyden, ingeniero holandés, 189 Wendel, Ignace de, 412
Segismundo Bathory, príncipe de Transil- Tartaglia, Niccolo, 215 Verrazzano, Giovanni de, 161 Wentworth, Thomas, 254, 260
vania, 121 Tartini, Giuseppe, violinista, 356 Vesalio, Andrés, 216; De humanis corpo- Wied, Hermann von, arzobispo de Colo-
Segismundo, emperador, 92 Tasso, Torquato, 142 ris fabrica, 19 nia, 81
Segismundo 1 Augusto, 120, 121 Tell, Guillermo, 55
Vespucio, Americo, 32, 33 Wilkinson, William, 412
Segismundo HE, 121 Thiene, Gaetano da, teatino, 104 Vicente de Paúl, san, 212, 213 Wilson, Charles, 415
Selim I, sultán otomano, 96, 98 Thomasius, Christian, 321 Vicente Ferrer, san, 17 Willaert, Adriaan, compositor, 145
Selim II, sultán otomano, 118 Thoyras, Paul de Rapin: Esprit des lois, Víctor Amadeo HH, duque de Saboya y rey Willis, Thomas, médico y anatomista, 217
Sequeira, conquistador, 32 323 de Sicilia, 239, 303, 306 Wimpfeling, Jacob, humanista, 57
Servet, Miguel, 92; Christianismi restitu- Tillotson, John, arzobispo de Canterbury,
Victoria, Tomás Luis de, compositor, 145 Winckelmann, Johann Joachim, 352, 368
tio, 92 317 Viéte, Francois, matemático, 217 Wishart, George, calvinista, 89
Sforza, familia de los, 239 Tilly, Johann Tserclaes, conde de, 227 Villars, Claude-Louis-Hector, mariscal, Wolfe, general inglés, 386
Sforza, Francisco María, 49, 67 Tindal, Matthew, 328
366 Wolff, Friedrich, 351
Sforza, Ludovico, 62 Titu-Cusi Yupanqui, monarca inca, 153 Virgilio, Polidoro, 56 Wolff, Pancracio, médico, 329
Shaftesbury, Anthony Ashley Cooper, Tiziano, 144 Visconti, familia, 64 Wolsey, Thomas, cardenal, 49
conde de, 265, 326-327, 422 Tok-tamic, kan, 26 Visconti, Filippo Maria, 49 Wright, Edward, 165
Shakespeare, William, 142 Toland, John, 328, 330; Letters to Serena,
Vitoria, Francisco de, 156 Wu Sangui, general, 276, 278
Sickingen, Franz von, 80 328 Vivaldi, Antonio, 356 Wiirttemberg, duque de, 94
Sieyés, abate Emmanuel Joseph, 443, 459 Toledo, Francisco de, virrey, 153 Vives, Luis, 19 Wycliff, John, teólogo, 13, 76-77, 78, 84
Sinelli, Emmerich, capuchino, 290 Tollendal, Thomas Lally de, 391 Vivonne, duque de, 302
Smeaton, John, 416 Torelli, Giuseppe, compositor, 220
Voltaire, Frangois-Marie Arouet, 318, 325,
Smith, Adam, 334, 346 Torrington, 300 330, 335, 452; Lettres philosophiques, Yong-tcheng, emperador chino, 104, 392
Socino, Fausto, 213 Toscana, gran duque de, 218 318 Yvon, Claude, abate, 201, 329
Sofía, hermana de Pedro el Grande, 272 Tourville, almirante, 300, 303 Von Sparr, barón, 285
Solimán el Magnífico, sultán otomano, 98, Trebisonda, Jorge de, 19
118 Trembley, Abraham, 329 Zaccaria, Anton Maria, barnabita, 104
Soltykof, comandante, 372 Tressini, Domenico, arquitecto, 353
Walpole, Robert, 317, 369 Zametti, financiero, 201
Soto, Hernando de, 418 Tromp, almirante holandés, 229 Wallenstein, Albrecht Wenzel Eusebius Zeno, Apostolo, músico, 354
Soubise, mariscal de, 372 Tsing, dinastía, 181 von, 227 Zola, Giuseppe, teólogo, 349
Souza, Martín Alonso de, 159 Tull, Jethro, 404
Wang Zheng, 275 Zonca, V.: Novo teatro di machine et edifi-
Sozzini, Fausto, hereje sienés, 314 Tupac Amaru, inca, 153
Washington, George, 434, 436, 437 cii, 216
Spallanzani, Lazzaro, 351 Turenne, mariscal, 298, 302 Watt, James, 416 Zuinglio, Ulrico, 87-88, 109
Spencer, John, teólogo, 317 Turgot, Anne-Robert-Jacques, 334, 343, Welser, comerciantes, 160 Zurita, Jerónimo: Anales de la corona de
Spínola, Ambrosio de, 227, 231, 232 440 Wellesley, Richard Colley, 391 Aragón, 57
Spínola, familia, 51 Turmair, Juan, véase Aventino
Spinoza, Baruch, 327, 328.
Stamitz, Johann, músico, 354
Steinbart, Gotthilf Samuel, 341 Urdaneta, Andrés de, 154
StradeHa, Alessandro, 222, 223 Usselincx, Willem, 174
Stradivarius, Antonio, violero, 220
Stumpf, Juan, humanista, 57
Suffren, Pierre-André de, almirante, 391 Vansittart, Henry, 391
Sully, Maximilien de Béthune, duque de, Vauban, Sébastién Le Preste de, 299, 300
198, 225 Vaudreil, marqués de, 385, 386
Suvarov, 459 Velázquez, Diego Rodríguez de Silva y,
Sweelink, Jan Pieterszoon, compositor, 220
220 Verdelot, compositor, 145
Sydenham, Thomas, epidemiólogo, 217 Vergennes, Charles Gravier, conde de, 361,
378

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ÍNDICE

Introducción ooo...
Preámbulo .................
La cristiandad ..............-.

SDARPNA
Variaciones de la sensibilidad. ...... 12
Dimensiones de la cultura. ...... 16
Las artes. .... o 19
Técnicas mercantiles, militares y y tipográficas. 24
Descubrimientos y exploraciones . . .... 30

PRIMERA PARTE: EL SIGLO XVI

Los estados europeos y las guerras de Italia 41


. Hacia los estados nacionales. . ...... 41
Los reinos de Europa occidental. . .... 46
Burocracias y oligarquías . ......- 51
Las culturas nacionales . ........ 55
1j
]Íi El duelo franco-español. o 57
4 65
La lucha por la preponderancia en Italia.

La Reforma protestante y los conflictos europeos . 70


l. Preámbulo ......... o 70
2. Los pródromos de la Reforma . o 75
3. Luteranismo y anabaptismo . ..... 79
4. Primera difusión de la Reforma. . . . 83
5. Erasmo, Zuinglio, Calvino. ......... 86
. ....... . . . . ..
Los heterodoxosS 90
Carlos Vo. ...o. o... oo... .... 92

La Contrarreforma y las potencias protestantes: 1564-1604 . 101


1. Hacia nuevas fronteras políticas y religiosas 101
2. Reorganización católica y concilio de Trento . o. 103
3. La ofensiva calvinista: las guerras de religión en Francia. 108

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498 LA EDAD MODERNA ÍNDICE 499

4. España contra los Países Bajos


e Inglaterra. ...... . 112 4. Las revueltas en Francia
y en los dominios ibéricos ....... 233
5. Desde el Mediterráneo hasta la Europa septentrional y oriental . 118 5. La península italiana: aspectos generales... . o... 237
6. La península italiana: coyunturas particulares. .......... 243
4. La economía y la sociedad en el siglo XV. o 124
Las condiciones de la población. ................. 124 5. Trastornos políticos y SOCIales . ooo... ooo... 249
l
2 Las clases sociales . ON 128 Caracteres de la situación inglesa... .......... .... 249

ANARSRINS
3 Los problemas de la tierra. ..... o... oo... ..<... 131 DeJacobolaCarlosÍl................ ....... 255
4. La Vida económica. 133 La guerra civil y Cromwell... o... o... o... ... 258
S Comercios e IOAUSÍTAS. ......... o. 137 De Carlos la Guillermo l.................... 263
6 Ba cultura 141 Desde hasta
Polonia Rusia... ....... . .. . . +... +. 269
Ca 275
S. Laexpansión ibéricA. o... oo... 147
ooo oo... mo...
Caracteres generales... ooo... 147 6. Los absolutismos y Luis XIV... 280
Am

El imperio español . oe o 151 Observaciones preliminares... .... o... o... . . . . . 280

SS)
Estructuras y aspectos de la colonización . o . 154 Los estados MÓrdicOs. o 283
El imperio lusitano y los «outsiders» . ÓN ls El imperio de los Habsburgo o 288
Francia... .. a 294
Las guerras de Luis XIV. o 301
SEGUNDA PARTE: EL SIGLO XVII

1. Los europeos
y el mundo ..... e 165 TERCERA PARTE: EL SIGLO XVII
1. Las formas de la supremacía OCeánica. ..... o... ... 165
2. Portugueses y españoles . e 169 1. Credos y valores de un mundo Moderno... oo... o... 2. o. 311
3. Los holandeses... 173 Perm 311
4. Ingleses y ÍTanceses ......... e... 178 2 El deísmo ..... o 313
3. Razón, naturaleza y progreso o 319
2. Perfil económico
y social del siglo xvu . e 183 4 «Filósofos», radicales
y MAasomes .... o... o... ... 325
La aclimatación animal
y vegetal ................. 183
Dos alimentos... 186 ] 2. Laedad de la Ilustración 333
OA

Los hombres . pe 10 L. La pedagogía...


o... 333
Las tendencias de la economía o 195 2. Laeducación. o... 336
+. LOS COMICIOS... 18 3. Las «Luces» . . o 340
Mercantilismo e industrias. e 201 4. El absolutismo y las refOTMAS - + 000 344
5. Las ciencias, las artes... ...... . . e... . +... e... 350
3. Laedadba ooo... rrota. 205 6. Lamúsica BS
Preámbulo ............................. 205
Om

La cultura rr 208 3. Las relaciones entre los estados europeos . o... ooo... 399
La esfera religiosa... 211 1. Preámbulo ....... a 359
Ciencia, técnica y filosofía... ........ o... ..... 214 2 El nuevo panorama político . o 361
Las formas artíStiCaS ooo 219 3. La guerra de sucesión austríaca... o... o... o... ... 367
nm

4 La guerra de los Siete AÑOS... 0... o... ... .«.. . . .. 370


4. Rivalidades estatalesy problemas internos. oo... ooo... 225 5 La Europa oriental... ooo... o. 378
1. La guerra de los Treinta Años... ... o 225
2. Segunda fase de la guerra de los Treinta Años o 228 4 Elcontexto mundial ooo 380
3. Holanda, gran potencia republicana. ............... 230 1. África o 380

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500 LA EDAD MODERNA

2. El continente americano. . . oo.


3. Los europeos
y el océano Índico 383
. .
A Chia 386
392
5. Los problemas de la eCconomÍa
o...
l. La demografía... ....... 396
2. La agricultura... 0... 396
3. Comerc 400
e indust
iorias.
s . o.
4. Hacia la revolución industrial. . o. 407
412
6. La formación de Estados Unidos
1. La colonización inglesa . . . 418
2. La sociedad colonial angloamericana 418
en el sigl O XVI 424
3. Laindependencia ....
430
7. La Revolución francesa... ..
o 438
1. Hacia el fin del «Ancien Régime». .
2. Los acontecimientos revolucionarios 438
3. Franci y Europ 444
aa. ......
450
Bibliografía...
Índice OnOmáStICO 461
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